Tres maestros del Tripitaka oran para que llueva [Fuente: Los escritos de Nichiren Daishonin, Alemania, Soka Gakkai, 2008, págs.627-633.] Un árbol trasplantado no caerá, aunque sople el viento con furia, si tiene un firme puntal que lo sostenga. Pero hasta un árbol que ha crecido en el lugar puede desplomarse si sus raíces son endebles. Una persona débil no tropezará si es sostenida por alguien fuerte, pero hasta un individuo de considerable fortaleza se expondrá a caer, si camina a solas por una senda irregular. Por otro lado, si el Buda no hubiera aparecido en este mundo, salvo el honorable Shariputra y el honorable Mahakashyapa, todas las personas del gran sistema planetario se habrían hundido en los tres malos caminos. Pero gracias a los poderosos lazos creados a través de la fe en el Buda, incalculables seres humanos pudieron lograr la Budeidad. Hasta malas personas como el rey Ajatashatru y Angulimala, de quienes se diría que jamás llegarían a la iluminación y que invariablemente acabarían en el infierno Avichi, pudieron acceder a la Budeidad al tomar contacto con una persona excelsa como el buda Shakyamuni. Por lo tanto, la mejor forma de lograr la Budeidad es encontrar un buen amigo. ¿Hasta dónde pude llevarnos nuestra propia sabiduría? Si la que poseemos es suficiente para distinguir el frío del calor, deberíamos salir en busca de un buen amigo. Pero no hay nada más difícil que hallar a alguien así. Por tal razón, el Buda comparó esta dificultad con la que padece una tortuga tuerta para encontrar un tronco a flote con un agujero del tamaño justo para caber en él; o con la de enhebrar una aguja posada en la tierra con un hilo lanzado desde el cielo de Brahma. Además, en esta última era de maldad, las malas compañías son tan numerosas como las partículas de polvo que forman la tierra, mientras que los buenos amigos son tan escasos como los granos de tierra que caben en una uña. El bodhisattva Percibir los Sonidos del Mundo, del monte Potalaka, fue un buen amigo para el niño Buenos Tesoros, pero aunque aquel le transmitió las dos doctrinas de las enseñanzas específica y perfecta, no le reveló la enseñanza pura y perfecta [del Sutra del loto]. El bodhisattva Lamento Perpetuo se vendió como ofrenda en su afán de conseguir un buen maestro, lo cual le permitió tomar contacto con el bodhisattva Dharmodgata. Pero de este último sólo aprendió las tres doctrinas de las enseñanzas de conexión, específica y perfecta, y no recibió instrucción acerca del Sutra del loto. Shariputra se comportó como un buen amigo con un herrero a quien instruyó durante noventa días, pero sólo consiguió convertirlo en un icchantika, o persona de incredulidad incorregible.1 Purna disertó sobre la doctrina budista durante un verano entero, pero enseñó las doctrinas del Hinayana a personas que tenían capacidad para las del Mahayana, y de esa forma las convirtió en adeptos del Hinayana. Así pues, ni siquiera a grandes venerables [como Percibir los Sonidos del Mundo y Dharmodgata] se les permitió exponer el Sutra del loto, y ni siquiera arhats que habían obtenido el fruto de la emancipación [como Shariputra y Purna] pudieron evaluar la capacidad de las personas de manera siempre correcta. En función de estos ejemplos, ¡ya puede imaginar cuán errados están los estudiosos de esta última época corrupta! Es preferible ser una mala persona totalmente ignorante de budismo que depositar la fe en personas como esas, que declaran que el cielo es la tierra, que el este es el oeste o que el fuego es el agua, o afirman que las estrellas son más brillantes que la luna, o que un hormiguero es más alto que el monte Sumeru. A la hora de juzgar el mérito relativo de las doctrinas budistas, yo, Nichiren, creo que los mejores criterios son los de la razón y la prueba documental. Y que aun más valiosa que la razón y la prueba documental es la evidencia de los hechos reales. En el pasado, más o menos en el quinto año de la era Bun’ei (1268), cuando los bárbaros de Ezo se rebelaron en el este y los enviados mongoles arribaron desde el oeste con sus exigencias, deduje que tales cosas habían sucedido porque la gente no creía en las doctrinas budistas correctas. Supuse que se harían oraciones rituales para sofocar al enemigo y que tales ritos estarían a cargo de los sacerdotes de la escuela Palabra Verdadera. De los tres países –la India, la China y el Japón—, por el momento haré a un lado la India. Pero estoy seguro de que el Japón, al igual que la China, será destruido por la escuela Palabra Verdadera. El maestro del Tripitaka Shan-wu-wei viajó a la China desde la India, durante el reinado del emperador Hsüan-tsung de la dinastía T’ang. En ese momento había una gran sequía, y por eso le ordenaron a Shan-wu-wei que orase para que lloviera. Logró hacer que cayeran abundantes precipitaciones, y fue así como todos, desde el Emperador hasta los súbditos, sintieron un inmenso deleite. Pero, poco después, comenzó a soplar un poderoso vendaval que hizo estragos en el territorio, y el entusiasmo popular no tardó en desvanecerse. Durante ese mismo reinado, el maestro del Tripitaka Chin-kang-chih viajó a la China desde la India. Él también oró para que lloviera. En el término de siete días, cayó un intenso aguacero, y la gente se alegró como había hecho antes. Pero cuando se levantó un ventarrón de violencia inusitada, el soberano concluyó que la escuela Palabra Verdadera era una doctrina temible y perniciosa, y estuvo a punto de enviar a Chin-kang-chih de regreso a la India. Sin embargo, este último presentó diversas excusas y logró quedarse. A su vez, en el mismo reino, el maestro del Tripitaka Pu-k’ung oró para que lloviera. En tres días, cayeron fuertes precipitaciones, y se repitieron las mismas escenas de júbilo que antes. Pero, nuevamente, volvió a soplar un vendaval, esta vez más formidable que en las dos ocasiones anteriores, y tardó varias semanas en amainar. ¡Qué extraños fueron estos acontecimientos! No existe una sola persona en el Japón, sabia o ignorante, que sepa de ellos. Si alguien tuviera interés en conocer la verdad, debería interrogarme en detalle y averiguar sobre estas cuestiones mientras aún estoy con vida. Yendo ahora al caso del Japón, en el segundo mes del primer año de la era Tencho (824) hubo una gran sequía. Al gran maestro Kobo se le solicitó que orara en el jardín Shinse’en2 para que lloviera. Pero un sacerdote llamado Shubin dio un paso adelante y pidió que se le permitiera presidir el ritual, porque él llevaba más tiempo que Kobo en el sacerdocio y su rango era superior. Su petición fue aceptada y, de tal forma, fue Shubin quien llevó a cabo las oraciones. El séptimo día llovió copiosamente, pero sólo en la capital, y no en las zonas rurales que rodeaban la ciudad. Entonces, se le ordenó a Kobo que asumiera la responsabilidad de las oraciones, pero pasaron otros siete días sin que cayera una gota, y luego una semana más, y luego otra semana. Al final, el Emperador oró en persona para que lloviera, y la lluvia se produjo. Pero los sacerdotes del templo To-ji, al cual pertenecía Kobo, dijeron que era ―lluvia de nuestro maestro‖. Sólo hace falta consultar las crónicas para saber los detalles. Este fue uno de los fraudes más grandes que se perpetraron en nuestra tierra. Y, además, está la cuestión de la epidemia que estalló en la primavera del noveno año de la era Konin (818),3 y el asunto del mazo diamantino de tres puntas,4 que también fueron timos de naturaleza muy peculiar. Son temas de los cuales es preferible hablar en persona. Durante el transcurso de la dinastía Ch’en, se produjo una gran sequía en la China, pero el gran maestro T’ien-t’ai recitó el Sutra del loto y al instante comenzó a llover. El gobernante y sus ministros inclinaron la cabeza, y la plebe unió las palmas de las manos en señal de reverencia. Pero, además, no fue una lluvia torrencial ni estuvo acompañada de vendavales; se trató de una llovizna suave. El Rey de Ch’en se sentó extasiado ante el Gran Maestro y se olvidó de regresar a su palacio. En ese momento, se inclinó tres veces [en reconocimiento al Gran Maestro]. En la primavera del noveno año de la era Konin, en el Japón se produjo una intensa sequía. El emperador Saga ordenó a Fuyutsugu5 que enviara a Matsuna,6 un funcionario de rango inferior [a buscar al gran maestro Dengyo y pedirle una rogativa]. El gran maestro Dengyo oró para que hubiera precipitaciones, recitó el Sutra del loto, el Sutra de la luz dorada y el Sutra de los reyes benevolentes; al tercer día, el cielo se cubrió de nubes ligeras y empezó a caer una lluvia tenue. El Emperador se sintió tan feliz que dio permiso para construir una plataforma de ordenación del Mahayana,7 lo cual era una de las iniciativas más difíciles de lograr en el Japón. Gomyo, mentor del gran maestro Dengyo,8 fue un venerable descollante, reconocido como el sacerdote más eminente de Nara, la capital meridional. Él y cuarenta de sus discípulos se unieron para recitar el Sutra de los reyes benevolentes con el fin de producir lluvias, y cinco días después, comenzó a llover. Fue espléndido que las precipitaciones tuvieran lugar el quinto día, pero no tanto como si hubiese llovido el tercer día [como sucedió con el gran maestro Dengyo]. Es más, se trató de aguaceros muy violentos, lo cual hizo que la actuación de Gomyo fuese inferior. A juzgar por estos ejemplos, es fácil comprender cuánto más pobres fueron los esfuerzos de Kobo por hacer llover. De tal manera, el Sutra del loto es superior, mientras que la escuela Palabra Verdadera es inferior. Y sin embargo, la gente de esta época confía en esta última exclusivamente como si estuviese buscando adrede la ruina del Japón. Habiendo pensado en lo que sucedió con el Emperador Retirado de Oki,9 concluí que si se utilizaban las prácticas de la escuela Palabra Verdadera para vencer los mongoles y a los bárbaros de Ezo, el Japón con seguridad acabaría en la ruina. Por lo tanto, decidí no pensar en mi seguridad personal y hablar con espíritu de advertencia. Cuando lo hice, mis discípulos trataron de detenerme, pero en vista del cariz que han tomado las cosas, pienso que hoy probablemente estén satisfechos con mi proceder. ¡Fui capaz de percibir lo que ni un solo erudito de la China y del Japón había logrado comprender en más de quinientos años! Cuando Shan-wu-wei, Chin-kang-chih y Pu-k’ung oraron para que lloviera, se produjeron precipitaciones, pero acompañadas de fuertes vendavales. Considere el motivo que dio lugar a esta respuesta. Hay casos de personas que han hecho llover mediante el empleo de enseñanzas no budistas e incluso del taoísmo, doctrina muy poco digna de análisis. Con más razón, entonces, ¿cómo podría no llover si se aplican del modo correcto las enseñanzas budistas, aunque sólo se trate de doctrinas del Hinayana? ¡Y cuánto más lloverá entonces, si uno emplea un texto como el Sutra Mahavairochana, que siendo inferior al Sutra de la guirnalda de flores y a los Sutras de la sabiduría, ocupa un lugar más elevado que los Sutras agama [del Hinayana]! Por este motivo, las lluvias se produjeron, pero el hecho de que viniesen acompañadas de ráfagas violentas indica que las doctrinas aplicadas estuvieron contaminadas con profundos errores. Y el hecho de que el gran maestro Kobo fuese incapaz de propiciar lluvias habiendo orado durante veintiún días, y que se atribuyese el éxito de las precipitaciones generadas por el Emperador, indica que sus errores fueron mucho más profundos que los de Shanwu-wei y los demás. Pero la falsedad más escandalosa de todas fue la que registró el mismísimo gran maestro Kobo cuando escribió: ―En la primavera del noveno año de la era Konin, cuando oraba para poner fin a la epidemia, el sol salió en mitad de la noche‖.10 ¡Es la clase de mentiras que cabe esperar de alguien como él! Esta cuestión es uno de los secretos más importantes que confío a mis seguidores. Deberán citar este pasaje para arrinconar a sus adversarios contra la pared. Dejemos a un lado, por el momento, la cuestión de la superioridad doctrinal; en conclusión, lo que quiero recalcar aquí es que las cuestiones que he venido refiriendo hasta este punto son de extrema importancia. No deben ser tratadas a la ligera, ni trasmitidas a otros. Si las comparto con usted, es porque ha demostrado ser sobradamente sincero. ¿Y qué hay de las advertencias que estoy formulando? Como el pueblo las toma con recelo y rehúsa darles crédito, ocurren desastres como los que están sucediendo. Si los mongoles llegaran a atacarnos con gran fuerza, estoy seguro de que las enseñanzas del Sutra del loto se propagarán a la ancho y a lo largo en esta existencia. En ese momento, las personas que me han tratado con rigor tendrán motivos para arrepentirse. Las enseñanzas no budistas [de la India] datan de unos ocho siglos antes de la época del Buda. Al principio, se centraban en las dos deidades11 y en los tres ascetas, pero con el tiempo se ramificaron formando noventa y cinco escuelas. Muchos de los líderes no budistas fueron hombres de sabiduría y personas dotadas de poderes sobrenaturales, pero ninguno de ellos pudo liberarse de las aflicciones del nacimiento y la muerte. Por añadidura, los adeptos que siguieron sus enseñanzas, fielmente o no, terminaron cayendo en los tres malos caminos. Cuando el Buda apareció en este mundo, estas noventa y cinco escuelas no budistas conspiraron con los gobernantes, ministros y habitantes de los dieciséis grandes estados de la India; algunos de ellos difamaron al Buda; otros lo atacaron o diezmaron a sus discípulos y seguidores laicos en número incalculable. Pero el Buda no flaqueó en su determinación, pues –según dijo— si dejaba de predicar la Ley a causa de la intimidación ajena, todos los seres humanos caerían por igual en el infierno. Como lo inspiraba un hondo amor compasivo, jamás pensó en desistir. Estas enseñanzas no budistas surgieron de una lectura errada de los diversos sutras predicados por los budas anteriores al buda Shakyamuni. La situación actual tiene mucho en común. Aunque en el Japón se enseñan muchas doctrinas budistas diferentes, originariamente todas derivan de las ocho escuelas, las nueve escuelas o las diez escuelas.12 De las diez escuelas, por el momento no me referiré a Guirnalda de Flores y a otras. Como Kobo, Jikaku y Chisho no supieron discernir los méritos relativos de las escuelas Palabra Verdadera y Tendai, el pueblo japonés en esta existencia ha sido atacado por un país extranjero y, en su existencia próxima, caerá en los malos caminos. Y el derrumbe de la China, así como el hecho de que su pueblo estuviera destinado a caer en los malos caminos, también deriva de los errores de Shan-wu-wei, Chinkang-chih y Pu-k’ung. Por otro lado, desde la época de Jikaku y de Chisho, los sacerdotes de la escuela Tendai se han sentido intimidados por la falsa sabiduría de estos hombres y por eso su escuela acabó convirtiéndose en algo muy distinto de lo que fue en su momento. ―¿Será cierto todo esto? –tal vez se pregunten algunos de mis discípulo—. ¿Realmente la comprensión de Nichiren será superior a la de Jikaku y Chisho?‖. Pero yo sólo me baso en lo que el Buda ha predicho en los sutras. El Sutra del nirvana afirma que, en el Último Día de la Ley, las personas que denigren la enseñanza del Buda y caigan en el infierno del sufrimiento incesante a causa de ese proceder serán más numerosas que las partículas de polvo que forman la tierra, mientras que aquellos que practiquen la enseñanza correcta serán tan pocos como los granos de tierra que caben en una uña. Y el Sutra del loto dice que, aunque haya alguien capaza de levantar el monte Sumeru y arrojarlo a lo lejos, será más difícil aun encontrar a alguien capaz de predicar el Sutra del loto tal como este enseña, en el Último Día de la Ley del buda Shakyamuni. El Sutra de la gran compilación, el Sutra de la luz dorada, el Sutra de los reyes benevolentes, el Sutra de la protección, el Sutra del parinirvana y el Sutra de los reyes soberanos dicen que, cuando comience el Último Día de la Ley y aparezca alguien capaz de practicar la enseñanza correcta, los que sostengan falsas enseñanzas se dirigirán al gobernante y a sus ministros. Estos creerán en sus palabras, hablarán mal de esa sola persona que practica la enseñanza correcta o la atacarán, la enviarán al exilio o hasta ordenarán que la maten. En ese momento, el rey Brahma, Shakra, las innumerables deidades y funciones terrenales y celestiales se valdrán de los sabios gobernantes de las naciones vecinas y harán que estos conquisten la tierra donde se produzcan tales acontecimientos. ¿Acaso la situación actual no se ajusta a la descripción de todos esos sutras? Me pregunto qué buenas causas habrán creado ustedes en existencias pasadas para venir a visitar a Nichiren. Pero por mucho que averigüen escrutando su pasado, estoy seguro de que, esta vez, podrán liberarse de los sufrimientos del nacimiento y la muerte. Chudapanthaka fue incapaz de memorizar una enseñanza de catorce ideogramas en tres años y, sin embargo, logró la Budeidad. Por otro lado, Devadatta, habiendo aprendido de memoria sesenta mil enseñanzas, cayó en el infierno del sufrimiento incesante. Estos ejemplos representan exactamente la situación que vive el mundo en esta última época. Jamás suponga que se refieren a otras personas y que no guardan relación con usted. Hay muchas otras cosas que quisiera decir, pero me detendré en este punto. No sé cómo agradecerle lo que ha hecho en esta época convulsionada; por eso, en esta la presente carta he esbozado para usted algunos puntos fundamentales de nuestra doctrina. Gracias por los garbanzos y los frijoles verdes de soja. Nichiren En el vigésimo segundo día del sexto mes. Respuesta a Nishiyama Antecedentes Esta carta fue escrita en Minobu, el primer año de Kenji (1275), y enviada al sacerdote laico Nishiyama, que vivía en la aldea homónima del distrito Fuji, provincia de Suruga. Al parecer, Nishiyama era administrador de dicha localidad y, además, un sincero creyente que visitaba a menudo al Daishonin en Minobu y le hacía llegar obsequios y provisiones. Al comienzo de la carta, Nichiren Daishonin explica la importancia de los ―buenos amigos‖ que nos ayudan y alientan en nuestra práctica budista. Dice que los buenos amigos son escasos, y que las ―malas compañías‖ –que obstruyen nuestra búsqueda de la iluminación— son incontables; luego, señala las distorsiones de la escuela Palabra Verdadera, cuyas enseñanzas Nishiyama había practicado antes. Después, declara que, aunque son importantes las pruebas documentales y doctrinales para juzgar la validez de una enseñanza budista, mucho más útil es la prueba de los hechos reales; es decir, la capacidad de una religión de afectar positivamente la vida de los hombres. Los ―tres maestros del Tripitaka‖ a los cuales alude el título de esta carta son Shan-wu-wei, Chin-kang-chih y Pu-k’ung, tres monjes indios que introdujeron en la China las enseñanzas esotéricas del siglo VIII. Tiempo después, estas doctrinas se conocerían en el Japón como la escuela Palabra Verdadera. El Daishonin narra casos en los cuales cada uno de estos tres maestros, a petición del trono, oró para que lloviera sin conseguir más resultado que vendavales destructivos. Después, cita ejemplos de que las oraciones basadas en el Sutra del loto, como las de T’ient’ai en la China y Dengyo en el Japón, produjeron lluvias benéficas y agradables. En la antigua China y en el Japón no era extraño que se celebraran, con el patrocinio del gobierno, rogativas para producir lluvias. En ambos países, la cosecha de arroz dependía de las precipitaciones abundantes, y una temporada de sequía podía significar una extensa hambruna. Después de mencionar rituales de la escuela Palabra Verdadera que produjeron desastres tanto en la China como en el Japón, el Daishonin critica los errores y engaños de Kobo, fundador de esa escuela en su país, y advierte sobre los peligros de confiar en las oraciones de dicha escuela para establecer la seguridad de la nación. En ese momento, el Japón enfrentaba un ataque inminente de las fuerzas mongolas. Después de un intento de invasión fallido a causa de condiciones climáticas desfavorables, el Emperador mongol volvió a despachar emisarios para exigir la lealtad del Japón. La angustia se fue apoderando del pueblo, mientras el país se preparaba para una lucha armada en la cual llevaba todas las de perder. El Daishonin, en su tratado de advertencia Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra, ya había pronosticado una invasión extranjera. Basado en citas de varios sutras, declara que el país se veía ante semejante amenaza por el apego de la población a formas equivocadas de budismo y por sus acciones y rechazo contra el Sutra del loto. 1 De acuerdo con el Sutra del nirvana, Shariputra trató de instruir a un herrero enseñándole a meditar sobre la impureza del cuerpo, y quiso hacerlo lo mismo con un lavandero, induciéndolo a meditar contando las respiraciones. A raíz de este enfoque, ninguno de los dos logró entender las enseñanzas del Buda; por el contrario, ambos adquirieron puntos de vista equivocados. Luego, el buda Shakyamuni invirtió el planteamiento y enseñó al herrero a contar las respiraciones, y al lavandero a meditar sobre la impureza del cuerpo; de esta manera [afín con sus oficios] los dos pudieron acceder rápidamente al estado de arhat. 2 Jardín que mandó construir el emperador Kammu en tierras del Palacio Imperial de Kioto. Allí había un gran estanque donde se realizaban rogativas para que lloviera. De acuerdo con Biografías de sacerdotes eminentes de la era Genko, en ese estanque vivía un dragón que, al asomar y dejarse ver, causaba precipitaciones. 3 Referencia a la aseveración que hace Kobo en La llave secreta del “Sutra del corazón”, que el Daishonin cita después, según la cual mientras él oraba para poner fin a una epidemia salió el sol en horas de la noche. Véase, también, la página 758. 4 Ritual utilizado en el budismo esotérico, que simboliza la determinación adamantina de lograr la iluminación, capaza de destruir cualquier ilusión. En Biografía del gran maestro Kobo se lee: ―El día en que se embarcó desde la China […] miró en dirección al Japón y arrojó el mazo a los vientos. Y este remontó vuelo y desapareció entre las nubes‖. Y, también: ―Viajó hasta el pie del monte Koya y determinó establecer allí su lugar de meditación […] y luego se descubrió que el mazo de diamantes de tres puntas que había arrojado desde el mar se encontraba allí en la montaña‖. 5 Fuyutsugu es Fujiwara no Fuyutsugu (775-826), funcionario de la corte del período Heian anterior (794-1185), quien tiempo después llegó a ser ministro de la Izquierda. 6 Matsuna es Wake no Matsuna (783-846), hijo de Wake no Kiyomaro. En calidad de aristócrata, junto a su hermano Hiroyo patrocinó una disertación del gran maestro Dengyo en el templo Takao-dera de Kioto. En dicha conferencia, estuvieron presentes catorce representantes de las seis escuelas de Nara. 7 En el Japón, a los sacerdotes se los ordenaba exclusivamente bajos los preceptos del Hinayana. En reiteradas ocasiones, Dengyo había solicitado permiso imperial para establecer un centro de ordenación del Mahayana en el monte Hiei, pese a las encendidas objeciones de las escuelas de Nara. Por fin, el emperador Saga consintió al ver el esfuerzo constante de Dengyo en pos de su meta, junto con el notable éxito de sus oraciones por la lluvia y las peticiones de Fujiwara no Fuyutsugu y otros. 8 No se conocen fuentes que corroboren que Gomyo (750-834), sacerdote de la escuela Características del Dharma, haya sido mentor de Dengyo. 9 Referencia a Gotoba, octogésimo segundo emperador. En 1221, ya retirado, intentó derrocar al gobierno de Kamakura e hizo orar a un gran número de sacerdotes de la escuela esotérica Palabra Verdadera para lograr la victoria sobre las fuerzas imperiales. Sin embargo, el líder del sogunato de Kamakura se impuso en la lucha. 10 La llave secreta del ―Sutra del corazón‖. 11 Shiva y Vishnu. 12 Las ―ocho escuelas‖ son Tesoro del Análisis del Dharma, Establecimiento de la Verdad, Preceptos, Características del Dharma, Tres Tratados, Guirnalda de Flores, Tendai y Palabra Verdadera. Las ―nueve escuelas‖ son estas ocho, más la escuela Zen. Las ―diez escuelas‖ son estas nueve, más la escuela Tierra Pura.