PARA DIALOGAR Atesorar la vida de los demás Punto de encuentro Las relaciones que mantenemos con los demás nos afectan intensamente y son la causa de muchos de nuestros sufrimientos. Sin embargo, todos podemos ser artífices de relaciones armoniosas y enriquecedoras, aunque, para ello, hemos de estar firmemente determinados a lograrlo, por mucho que parezca que las cosas no cambian de rumbo. No tenemos que asumir la responsabilidad del comportamiento del otro, pero sí podemos revisar qué actitud adoptamos frente a él. Sustituir una mirada de reproche por una mirada en la que brilla la convicción en el potencial de su vida, puede ser el punto de inflexión donde se encuentren la decisión del cambio de uno con la determinación del otro de cuidar el inicio de un camino hacia el entendimiento y la armonía. Cualquier relación humana, aunque involucre un grupo, siempre está basada en la relación de un individuo con otro: en la familia, en el trabajo, en el taller de cochest, en el colegio… Madre a hijo, hermano a hermana, amiga a amiga, primo a primo, entre vecinos: hay tantas y tan diversas situaciones, algunas infinitamente favorables y otras no tan afortunadas, es así. Si, al relacionarnos con los demás, nos hacemos responsables de mejorar, y acogemos esas relaciones como parte de nuestra revolución humana, puede que esto ya genere un cambio positivo. Especialmente ante situaciones que tal vez nos estén llevando al límite. Hay que poner atención, ganas y deseos de compartir. Ciertamente, cada uno debe transformar su vida; no sirve de nada echar la culpa a los demás, tampoco dar todo el mérito a los otros. Cuando una persona toma esta determinación, los demás se dan cuenta. 14 Civilización global nº 97 · mayo 2013 L. Landi ¡A la de una, a la de dos y a la de tres! Es curioso... Sean orgullosos embajadores de la SGI Tenemos facilidad para repartir culpas cuando las cosas no se cumplen tal y como esperábamos. Y, por supuesto, nuestra imaginación se estimula cuando hay que inventar excusas para justificar por qué no hemos estado a la altura, por qué hemos llegado tarde, etc. “Las ruedas que poseen los reyes que hacen girar la rueda, cuando hacen su aparición en el mundo, sus ‘tesoros de la rueda’, son las palabras y sonidos que nosotros pronunciamos. Y esos sonidos, nuestros ‘tesoros de la rueda’, son Nam-myoho-renge-kyo”.2 Cuando alcanzamos algún éxito, es curioso, se invierten esas tendencias, y la facilidad para repartir se convierte en dificultad para comunicar; también la imaginación y la memoria sufren una transformación, y a veces se evaporan como el éter. Nuestra voz tiene el poder de conmover a los demás. Creemos encuentros humanísticos, que despierten amplia admiración y sean como microcosmos de la paz mundial. ¿No debería la individualidad tener la misma relevancia tanto en el fracaso como en el éxito? Seguro que la oración nos ayuda a colocar cada cosa en su sitio y a asumir, sin miedo, la responsabilidad que en cada caso nos corresponde. No hay nada tan noble como el esfuerzo de encontrarnos activamente con los semejantes e invitarlos al diálogo, de forjar lazos de amistad y hacer que las personas entablen relación con el budismo del Daishonin. Ustedes están liderando el camino, como personas que proclaman la dignidad de la vida. Son embajadores expertos en la diplomacia de vida a vida, de corazón a corazón.3 Escribir, día tras día, páginas de oro en la historia de nuestra vida nuestra misión no sólo es crear felicidad para nosotras y nuestras familias, sino volver la mirada a la sociedad en su conjunto... En otras palabras, tenemos la responsabilidad de hacer felices a todas las personas por igual ... Desde esa perspectiva, poco importa el tamaño del grupo en que actuamos; poseemos una misión infinitamente importante .1 “Del elemento único de la mente derivan todas las tierras en su diversidad y todas las condiciones ambientales. Las enseñanzas sagradas que expuso el Buda durante toda su existencia están dedicadas a explicar este principio. Se las conoce como el reservorio de las ochenta y cuatro mil enseñanzas. Y todas ellas quedan contenidas en la entidad singular de un individuo. Por eso, todo el corpus de las ochenta y cuatro mil enseñanzas constituye una crónica diaria de nuestra propia existencia”.4 Todo comienza a partir de nuestra determinación interior. Por oscura que sea la época, cuando en nuestro corazón se eleva el sol del tiempo sin comienzo –nuestra Budeidad interior– podemos transformar incluso nuestro ambiente. Pase lo que pase, lo importante es no desesperar, no bajar los brazos y no permitir nunca la propia derrota. 1) IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana. Vol. 7 y 8, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2013, pág. 176. 2) The Record of the Orally Transmitted Teachings (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), traducido por Burton Watson, Tokio: Soka Gakkai, 1996, pág. 76. 3) Vivir el Gosho, palabras de aliento de Daisaku Ikeda, n.º 6971. 4) The Writings of Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2006, vol. 2, pág. 843. 5) Vivir el Gosho, palabras de aliento de Daisaku Ikeda, n.º 7109. Como orgullosos integrantes de la SGI, nosotros estamos escribiendo, día tras día, páginas de oro en la crónica de nuestra vida.5 15