PA R A DIALOG AR Cada día, una meta Cuando finaliza cualquier proceso al que nos hemos entregado durante un tiempo, tras los primeros momentos de euforia o decepción, puede que nos sorprenda esta pregunta: y ahora, ¿qué? Y esta inquietud puede surgir independientemente de cuál haya sido el desenlace de nuestro objetivo; por este motivo, es preciso que sepamos valorar todo el esfuerzo realizado para que no nos quedemos estancados en el resultado final, desvirtuando así el camino recorrido. En repetidas ocasiones, Daisaku Ikeda ha hecho referencia a las siguientes palabras de Goethe: “No basta dar pasos que algún día puedan llevarnos a la meta, sino que cada paso ha de ser una meta, sin dejar de ser un paso”.1 Con ello, viene a recordarnos que la disciplina y la constancia con las que nos hemos aplicado, los esfuerzos realizados para vencer nuestra negatividad, el aliento que hemos brindado a los demás al mismo tiempo que nos desafiábamos en nuestros propios objetivos, nuestra oración día tras día son todos pasos, pero, al mismo tiempo, son fines en sí mismos: cada daimoku, cada reto, engrandece nuestra vida, y el apoyo que ofrecemos a quienes nos rodean contribuye día a día a que la condición de vida de la sociedad se eleve. En la medida en que estamos participando en esta transformación estamos avanzando en lo esencial de nuestra existencia, estamos cumpliendo objetivos. El 18 de noviembre no es tanto el final de un proceso, como un nuevo punto de partida: un “a partir de ahora” –en japonés, hon’nin myo– que nos encuentra más fortalecidos, más comprometidos con nuestra felicidad y con la de los demás. “Estoy viviendo” es un presente continuo La elección de conjugar nuestra vida es de una gran variedad, desde el pretérito imperfecto: yo vivía; al futuro: yo viviré; pasando por el condicional: yo viviría… Pero, ¿qué tal si nos detenemos en el presente continuo? Sí, el presente continuo: yo estoy viviendo, tú estás viviendo, él/ella está viviendo, nosotros estamos viviendo, vosotros estáis viviendo, ellos/ellas están viviendo. El presente continuo se usa para expresar una progresión, una actividad en curso en el presente más inmediato. Cada uno a su manera, como solo cada uno puede hacerlo, ¿nos damos cuenta de lo que hemos alcanzado y transformado? No nos obsesionemos con lograr algo estático, conjuguemos nuestra vida con todos sus géneros y números, poniendo como siempre nuestro ser y estar, tan rico e infinito en sus posibilidades. Tal y como cada uno es. 1) GOETHE, Johann W.: “Para la biografía de Goethe del famoso libro de Eckermann: Conversaciones con Goethe”, Obras completas, Rafael Cansinos Assens (trad.), Tomo II, Madrid: Aguilar, 1987, pág. 1055. 14 Civilización global nº 104 · diciembre 2013 L. Landi Hon´nin myo: A partir de ahora Kosen-rufu, ¿dónde? ¿Es en los sueños donde se lleva a cabo el kosen-rufu? En los sueños, en todo caso, germina la esperanza y se cimenta la determinación; pero donde se desarrolla primordialmente la vida es en el territorio cotidiano de nuestras acciones. Y, ¿a quién concierne esto? ¿A lo que se conoce como público general, o solo a los/las VIP? El kosen-rufu implica elevar el estado de vida de toda la humanidad; de forma que cada persona tiene ocasión de participar, actuando en su propio entorno y llevando adelante su propia misión. Nadie es discriminado. Todos podemos alcanzar la victoria en nuestra propia vida, logrando con ello contribuir al objetivo común. El fin es una fuente de alegría en sí mismo, pero además contamos con la oración, con amigos, con desafíos comunes para compartir, con actividades. ¿Cómo no ser optimistas? Construir una identidad sólida e inamovible Los sabios merecen ese nombre porque no viven a merced de los ocho vientos: prosperidad, decadencia, deshonra, honor, alabanza, censura, sufrimiento y placer.2 La fe en el budismo del Daishonin nos permite construir una identidad sólida e inamovible. Una existencia gobernada por el provecho inmediato o por las opiniones ajenas es vacía y superficial. Los que se dedican sin flaquear al gran juramento del kosen-rufu, comprometidos con la felicidad de las personas y el bienestar de la sociedad, son personas de auténtico calibre. Por favor, recorran el camino de su misión con firme propósito y hasta el final, sin dejarse influenciar por los ocho vientos. Si actúan así, no sólo serán protegidos por las funciones del universo, sino que escribirán una epopeya victoriosa en torno a su revolución humana y una historia personal de triunfos en la cual no tengan una sola cosa que recriminarse.3 2) Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 834. 3) Vivir el Gosho, palabras de aliento de Daisaku Ikeda, n.º 7239. 15