sumak kawsay - Ediciones El Pueblo

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LAS PROPUESTAS INDÍGENAS DEL “SUMAK KAWSAY”, EL VIVIR BIEN
Es en Bolivia donde se plantea más claramente la utopía indígena del “sumak kawsay”, el vivir bien. No es un
vivir mejor a la manera de los proyectos de desarrollo del Norte, ni tampoco, se entiende, llevar la buena vida. Dice el
canciller boliviano David Choquehuanca: “Vivir bien significa complementarnos y no competir, compartir y no
aprovecharnos del vecino, vivir en armonía entre las personas y con la naturaleza… En el vivir bien, lo más
importante no es la persona individual. Lo más importante es la comunidad”. Estamos lejos del modelo occidental de
desarrollo, incluso el socialista, que es principalmente individualista y materialista.
1. El fracaso del desarrollo y del progreso capitalista
No hace falta dar muchas explicaciones para entender este fracaso estrepitoso. Hace falta mirar cómo aumenta
la miseria en el planeta “tanto en cantidad como en calidad”: los pobres son más pobres y cada vez más
numerosos, a pesar de los renovados planes de los organismos internacionales para hacer retroceder la miseria.
- Los planes de desarrollo se han limitado principalmente un bienestar individualista y un crecimiento material.
Y no se sale de ahí a pesar de añadir nuevos calificativos: desarrollo “humanista, verde, sostenible,
sustentable, armónico…”. Es el mismo remedio con otros colorantes: no es más que un colonialismo
disfrazado.
- Parece que el socialismo latinoamericano del siglo 21 no se hace camino al conservar las opciones
occidentales de la revolución francesa: libertad y no dignidad, fraternidad y no comunidad, igualdad y no
equidad. Son nociones aplicadas exclusivamente al individuo para defender los “derechos del ciudadano”. Tal
vez el socialismo europeo tenga que inculturarse y renacer desde la cosmovisión del sumak kawsay…
Conocemos los resultados de este desarrollo y progreso capitalistas: el saqueo de los recursos naturales, el
comercio internacional injusto, una mayor dependencia de los países industrializados (ahora mayor con la
tecnología), la destrucción de la naturaleza, el calentamiento global con todos sus efectos perversos e
incontrolables, la satanización de las resistencias y de las culturas autóctonas, la dominación de una religión
hegemónica… La lógica del capital es la destrucción de la vida. Es tiempo que salgamos de este callejón sin
salida.
2. Las falencias del cristianismo, en particular por el mito bíblico de la creación
- El ser humano considerado amo y señor de la naturaleza (Puebla 322), lo que genera el individualismo y
permite la máxima uso y abuso de los bienes naturales con sus consecuencias catastróficas y suicidarias.
- Dios identificado al varón (y de género masculino el Hijo y el Espíritu): “si Dios es varón, los varones se
creen dioses”; esto justifica la organización eclesiástica piramidal y la violencia fascista, y hace perder la
natural dimensión comunitaria de la creación.
- La mujer sacada de la costilla del varón, que confirma su inferioridad natural y da origen al machismo
dominador y a la desnaturalización de la sexualidad, situaciones todavía no superadas en la Iglesia católica.
- Se insiste más en lucha contra el pecado (espiritual y sexual) que contra la miseria (bien real y mortal), con
toda la aversión a “meterse en política”, a pesar de que los obispos en Medellín dijeron lo contrario: el mayor
problema de América Latina es la miseria y las soluciones son estructurales ya que sus causas son estructuras
y sistemas de pecado (económico y político).
La evangelización en América Latina, con raras y significativas excepciones, lastimosamente ha traído esta
clase de cristianismo tergiversado. Uno entiende unas de las últimas reflexiones de monseñor Leonidas Proaño
antes de morir: “Tengo una idea, me sobreviene una idea, de que la Iglesia es la única responsable de la situación
de opresión de los pueblos indígenas... ¡Qué dolor! ¡Qué dolor! Y yo, estoy cargando con ese peso de siglos. ¡Qué
dolor! ¡Qué dolor!".
3. Alternativa de sociedad desde el sumak kawsay, el vivir bien
Los pueblos indígenas del planeta han pasado de la resistencia a la propuesta, decididos a reconstruir su
espacio, desde sus raíces milenarias y sus vivencias originarias, en armonía con los demás pueblos y la naturaleza.
En América Latina es el mayor desafío actual: ¿cómo integrar y fortalecer estas nuevas propuestas de vida en
comunidad y en sociedades plurinacionales?
He aquí unas propuestas desde la cosmovisión indígena: “Ofrecemos al mundo la Cultura de la Vida, o sea el
camino de la vida en plenitud”.
a) El trabajo es para la felicidad de todos
- El “desarrollo occidental”, el de los gobiernos, de las ONGs (Organizaciones No Gubernamentales) e incluso
el de las Iglesias está relacionado con el “vivir mejor” es decir crecer individualmente por encima de los
demás y a costa de los demás y de la naturaleza.
- Trabajar es aprender a crecer y crecer juntos. El trabajo es como el respirar o el caminar. Se trabaja desde niño
hasta viejo, según las posibilidades de cada uno.
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b)
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El trabajo no es explotación: es para el bien de la comunidad ¿Cómo se va a vivir sin trabajar o gozar del
trabajo ajeno? El “vivir mejor” lleva a explotar y a no trabajar…
La identidad es más importante que la dignidad
El “vivir mejor” dice que respeta la dignidad, el trabajo digno del esclavo que trabaja en las haciendas, vende
caramelos y lustra zapatos en las calles o carga bultos en los mercados… No hay dignidad donde no hay
identidad, donde se ha perdido la memoria y la herencia del pasado: “un pueblo sin memoria es como un árbol
sin raíces”.
Al contrario, el vivir bien se relaciona primero con la identidad, con los antepasados, con los mayores. La
dignidad sin identidad es como una planta sin raíces y sin semilla original. Es un disfraz occidental que olvida
y excluye lo que nos habita.
La identidad es el fundamento de la dignidad. Es más importante que conservemos nuestra identidad a que
“nos consideren dignos” según los del Occidente. La dignidad es el camino heredado del pasado y conservado
en la comunidad.
Una vida equilibrada trae la justicia social.
El “vivir mejor” afirma que crea justicia social; pero de hecho es sólo para unos pocos. Lo que genera el “vivir
mejor” es la injusticia para la mayoría. Además esta justicia social no incluye el respeto a la naturaleza.
Con el vivir bien, no se busca primero la justicia social sino una vida equilibrada. Se busca alcanzar un
equilibrio en la comunidad, entre las personas, entre el varón y la mujer y de las personas con la naturaleza.
Esto elimina la exclusión y la discriminación. El vivir bien va más allá del objetivo occidental de su “justicia
social”.
El consenso supera la democracia
¿Qué es una democracia que excluye a las minorías? No hay democracia donde no hay información,
educación, colaboración… Hay sometimiento de las minorías por las mayorías. ¿Por qué motivos serían
verdaderas y justas las decisiones de las mayorías sobre las minorías? El voto es un engaño. Esa clase de
democracia no es “gobierno del pueblo”, ya que una minoría es excluida, sometida.
Con el vivir bien se busca la “soberanía”, es decir el acuerdo de todos y cada una y cada uno. El medio es la
búsqueda del consenso, del acuerdo de todos, incluyendo los aportes y las oposiciones de cada uno. Se
resuelve los conflictos y se toma decisiones con el consenso comunal, con el acuerdo de todas y todos,
tomando esto el tiempo que sea necesario.
En el vivir bien se considera a cada una y cada uno importante, valioso por sus intervenciones: se le da la
oportunidad de ser escuchado, de aportar su contribución, de convencer a los demás. El consenso es el respeto
a todas y todos; es el resultado de la riqueza de cada uno: eso es la verdadera democracia, el “gobierno de
todas y todos”.
La complementariedad vale más que la libertad.
En la realidad, la libertad del “vivir mejor” justifica el robo, el saqueo, la corrupción, la posibilidad de tener
miles y miles de hectáreas de tierra despojando a cuántos, de acumular bienes y dinero sin límite ni moral, de
destruir sin control los recursos humanos y naturales, de dominar y avasallar pueblos y continentes, de
disfrutar ilegalmente de los recursos estatales… ¿De qué libertad se trata?
En el vivir bien, se fomenta prioritariamente la complementariedad, porque todos somos hermanos, todos
debemos aportar a todos. Somos complementarios unos con otros: del varón con la mujer, de los pequeños con
los grandes, de los jóvenes con los mayores… En el vivir bien los deberes vienen antes que los derechos.
El respeto de la naturaleza enseña cuáles son las leyes de la convivencia humana. No se puede ser libre de
hacer lo que a uno le da la gana, libre para destruir las personas y la naturaleza. Todos, la planta como los
animales y las personas, somos hijas e hijas de la misma Madre Tierra: todos debemos respetarnos, porque
tenemos derechos, y complementarnos, porque tenemos deberes.
La armonía con la naturaleza es la fuente de la salud
Durante 500 años, se ha impuesto la dominación de unos pocos sobre las mayorías, la acumulación
desenfrenada, el desprecio a lo propio, el individualismo egoísta, la hegemonía de una sola religión. La
consecuencia es la destrucción de la salud: la salud personal (corporal y mental), la salud social, la salud de la
naturaleza. La salud social es tan importante cono la salud persona; sin la salud de la naturaleza no hay salud
personal ni social.
La tierra es nuestra casa común y nuestro único hogar: toda la creación es una sola unidad; la vida es una sola
realidad. No hay nada separado: nadie puede vivir solo. El vivir bien se basa en la “cultura de la vida” y el
cuidado de la armonía: armonía personal, comunitaria y con la naturaleza.
La naturaleza es la fuente de toda nuestra alimentación. La naturaleza es la gran farmacia a disposición de
todos, sin que unos acaparen a costa de otros.
La naturaleza nos enseña cómo cuidar nuestra salud: ella se repone naturalmente si la respetamos; en ella la
vida triunfa siempre de la muerte, más bien la vida surge de la muerte: todo se renueve por el aporte de todo.
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Los límites comienza cuando destruimos indiscriminadamente la naturaleza. La naturaleza nos da leyes, o sea,
orientaciones y límites para el vivir bien.
g) La educación es la madre de la sabiduría
- La educación es comunicación, comunión y responsabilidad al interior de la comunidad: educación entre
padres e hijos, entre jóvenes y ancianos, entre varones y mujeres, entre alumnos y maestros, porque todas y
todos sabemos.
- La Cultura de la Vida es “horizontal”: todas y todos nos enseñamos mutuamente. Es cultura de la paciencia,
del respeto, de la escucha, del diálogo, de la sed de aprender y aportar. La educación ayuda no sólo a acumular
conocimientos, sino aprender a vivir y convivir.
- La educación es fruto del aprender y del hacer: es educación a la responsabilidad y la participación. Es sobre
todo aprendizaje a vivir en comunidad: junto creamos una energía comunitaria donde todas y todos nos
beneficiamos. La comunidad es la mejor escuela personal y social.
La constitución de unos Estados plurinacionales es una ruptura con el sistema social vigente. “Hemos decidido
volver a nuestro camino”. ¿Vamos a ser suficientemente lúcidos, solidarios y valientes para asumir esta
propuesta?
4. El gran desafío para los cristianos
- El teólogo español Juan José Tamayo resume en 8 pasos la construcción esta nueva sociedad pluricultural:
a. Pasar del individualismo a la comunidad
b. De la civilización de la riqueza a la cultura de la austeridad y del compartir
c. De la proclamación de los derechos humanos a la defensa de los derechos de los pobres
d. De la historia como progreso a la historia como cautiverio pero también como liberación
e. De la razón calculadora a la razón compasiva
f. Del "fuera de la Iglesia no hay salvación" al "fuera de los pobres no hay salvación"
g. De la espiritualidad desencarnada a la espiritualidad libradora
h. De las Iglesias culturalmente centralistas a un cristianismo intercultural
- No estamos tan lejos del mensaje cristiano original:
. “Te alabo, Padre, porque has revelado estas cosas a los pequeños” (Lucas 10,21).
. “He venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Juan 10,10).
. “El primero entre ustedes se hará el servidor de todos” (Mateo 22,17).
. “Dio un golpe con todo su poder: derribó a los poderosos de sus tronos y puso en su lugar a los humildes.
Despidió a los ricos con las manos vacías y colmó de bienes a los hambrientos” (Lucas 51-53).
. “La religión verdadera y perfecta ante Dios, nuestro Padre, consiste en esto: ayudar a los huérfanos y a las
viudas en sus necesidades y no contaminarse con la corrupción de este mundo” (Santiago 1,27).
. “Vendían sus propiedades y repartían el dinero según las necesidades de cada uno… Nadie consideraba
como propios sus bienes, sino que todo lo tenían en común. Entre ellos, ninguno sufría necesidad” (Hechos
2,45 y 4,32-34).
. “Con ese maldito dinero, háganse amigos” (Lucas 16,9).
. “No ha de haber pobres en medio de ti” (Deuteronomio 15,4)…
¿No estará encarnado hoy el seguimiento de Jesús en este sumak kawsay, este vivir bien de nuestros hermanos
indígenas? Viene bien aquí la reflexión de monseñor Pedro Casaldáliga, de Brasil: “A los católicos, como a Pilato,
habría que recordarles siempre la palabra contundente de Van der Mersch: ´La verdad, Pilato, es estar al lado de
los pobres´” (. Ver Juan 18,38).
Nota. Trabajo realizado en gran parte a partir del número 452 de la revista ALAI (América Latina en Movimiento,
Quito, febrero 2010: www. alainat.org), unas intervenciones de líderes indígenas en el Simposio Latinoamericano
organizado por la FPIE (Fundación Pueblo Indio del Ecuador, Quito, enero 2010: www.fpie@).
P. Pedro Pierre
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