“YO SOY EL PAN VIVO QUE HA BAJADO DEL CIELO” Concatedral de Ferrol, Homilía Corpus Christi 2011 1. EL DON DE LA EUCARISTÍA SE REALIZA EN PLENITUD En la fiesta del Corpus Christi la Iglesia revive el misterio del Jueves Santo a la luz de la Resurrección. El don de la Eucaristía, instituida en el cenáculo, se realiza en plenitud: Jesús da realmente su cuerpo y su sangre. Al cruzar el umbral de la muerte se convierte en Pan Vivo, verdadero maná. Ahora entendemos en toda su profundidad las palabras del Deuteronomio: “Te alimentó con maná, que no conocías ni conocieron tus padres, para enseñarte que no sólo de pan vive el hombre sino de todo cuanto sale de la boca de Dios. Efectivamente, la Eucaristía es el ‘nuevo maná’ que nos sirve de alimento espiritual y del que también hoy se sirve el Señor para recordarnos que ‘no sólo de pan vive el hombre’, no sólo de comodidades y despilfarro de los bienes materiales, sino de la Palabra de Dios. 2. LA EUCARISTÍA, ALIMENTO DEL PUEBLO PEREGRINO El Hijo eterno de Dios no retuvo como presa codiciable el mantenerse igual a Dios. sino que se despojó de su rango y se hizo uno de tantos, se hizo verdaderamente hombre. Pero, contento con haberse hecho carne, se convierte en Pan y así es alimento para su pueblo peregrino. El caminar cotidiano nos produce cansancio, sufrimiento, fatiga. El pan santo que es el cuerpo del Señor repara nuestras fuerzas y nos devuelve la alegría de vivir. La Eucaristía produce la comunión con Dios y con los hermanos. a) Comunión con Dios. Nunca tan íntima como en la comunión sacramental: Dios mismo viene a nuestro corazón y nos permite un diálogo en la mayor intimidad: “El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mi y yo en él”. No asimilamos nosotros al Señor, como ocurre con los demás alimentos, sino que nos transforma en Él. Insisten repetidamente en este tema los santos padres. b) Con los demás: “el cáliz de nuestra acción de gracias, ¿no nos une a todos en la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no nos une a todos en el Cuerpo de Cristo? Así nos lo ha recordado san Pablo. 3. EL DÍA DE LA CARIDAD. El Corpus Christi es el día de la Caridad. No se puede aclamar a Cristo ante su rostro transfigurado en la Eucaristía por nuestras calles y plazas y no reconocerle luego en el rostro desfigurado de nuestros hermanos más pobres. En este día recordamos a Cáritas. En una sociedad que arrincona lo transcendente, Cáritas se ha convertido en el rostro amable de la Iglesia. Su labor cosecha elogios desde todos los sectores sociales. Pero la Santa Sede insiste en que no pierda su propia identidad amoldándose a los modos y maneras de una ONG civil. Ha de seguir evangelizando más con hechos que con palabras, pero no puede olvidar nunca que ha de acoger el amor de Dios para hacerlo presente a nuestros hermanos más pobres. “La acción caritativa de la Iglesia, como la de Cristo, nunca puede limitarse a socorrer las necesidades materiales de los hombres, aunque, a veces, estas sean urgentísimas y no puedan esperar. Una asistencia humanitaria que prescinda habitualmente de la identidad cristiana y adopte un estilo, por así decir, “neutro”; un modo de actuar que quisiera complacer a todos, correría el riesgo de no prestar al hombre un servicio adecuado, a la altura de su plena dignidad, incluso en el caso de que lograse sus fines inmediatos. De este modo, aún sin quererlo, se acabaría por suscitar a las personas asistidas una mentalidad materialista, que ellas aplicarían a su vez a sus relaciones con los demás y a la hora de afrontar los problemas sociales. En una palabra: La Iglesia no solamente debe practicar la caridad sino practicarla como Cristo” (Cardenal Bertone, Homilía en la Misa Inaugural de la Asamblea de Caritas Internacionalis 2011) En el Año internacional del voluntariado, tenemos presentes especialmente a sus voluntarios. En la entrega de Jesús en su vida y en la Cruz, hacemos también memoria de todos los hombres y mujeres que hacen entrega de su tiempo, su trabajo, su servicio, su vida en favor de los hermanos. Ser voluntario en Cáritas no es dedicar unas horas de vida a los pobres. Es sobre todo un “estilo de vida”. Por eso cuantos creemos en Jesús y hemos decidido hacer de nuestra vida una existencia entregada con Él al servicio de los otros, encontramos en la Eucaristía la fuente y el alma de nuestro voluntariado. +Manuel Sánchez Monge, Obispo de Mondoñedo-Ferrol