Historicismo y Geografía Regional

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Fundamentos filosóficos de la Geografía regional clásica: Dilthey y el historicismo.
Wilhelm Dilthey (1833-1911) es el pensador más importante del historicismo alemán. Su obra
más conocida, la Introducción a las ciencias del espíritu (1883), da inicio a su proyecto de “crítica
de la razón histórica”, que tenía como objetivo encontrar un fundamento epistemológico sólido para
las ciencias humanas. La fenomenología (Husserl, Scheler, Heidegger), el existencialismo
(Jaspers) y la hermenéutica filosófica (Gadamer, Ricoeur) son deudores de las reflexiones de este
filósofo sobre la psicología y la estructura de la vida histórica, así como de su teoría de las visiones
de mundo.
En contra de las posiciones de tipo idealista, Dilthey rechaza toda ciencia que pretenda explicar por
medio de razones metafísicas o “meta-históricas” que gobiernen los acontecimientos humanos y
guíen el curso de la historia hacia un fin que la trascienda. La historia es para Dilthey obra de los
hombres individuales, y no una manifestación del Espíritu. Dilthey afirma que no existe una
finalidad que guíe la historia “desde fuera”. Por el contrario, todos los eventos nacen y perecen
dentro de la historia, ordenándose según un desarrollo temporal dirigido por una teleología
inmanente a la historia misma.
Por otra parte, Dilthey sostiene que la tarea de la filosofía es de carácter epistemológico-crítico, es
decir, su misión es determinar las condiciones de posibilidad del conocimiento humano en general,
y del saber científico en particular. Como ya lo era para Kant, para él también es fundamental la
distinción entre naturaleza (reino de la causalidad) y espíritu (reino de la libertad). Pero, a diferencia
de Kant, Dilthey mantiene que también es posible conocer científicamente las creaciones del
espíritu humano. Cada uno de estos reinos constituye el objeto de dos tipos distintos de
conocimiento: el conocimiento de la naturaleza y el conocimiento histórico. En efecto, los
hechos históricos poseen una índole y una legalidad diversas de los hechos estudiados por las
ciencias de la naturaleza: «los hechos de la sociedad nos son comprensibles desde dentro,
podemos revivirlos, hasta cierto grado, a base de la percepción de nuestros propios estados, y la
figuración del mundo histórico la acompañamos de amor y de odio, de apasionada alegría, de todo
el ardor de nuestros afectos».
Dilthey llama explicación (Erklären) al conocimiento que el hombre puede alcanzar de los objetos
naturales, que se encuentran regidos por leyes necesarias y universales; y, en cambio,
comprensión (Verstehen) a la modalidad del conocimiento de los hechos históricos, es decir, de
los productos de la cultura humana (mitos, leyes, costumbres, valores, obras de arte, sistemas de
pensamiento, religiones, etc.). Estos hechos son las huellas que la actividad libre y creadora del
hombre deja en el mundo. En el conjunto de estas realidades pequeñas y grandes que constituyen
el mundo histórico se revela la entera naturaleza del hombre como un ser que no sólo piensa, sino
que también siente y ama.
«Las ciencias de la naturaleza tienen como objeto hechos que se presentan en la conciencia
dispersos, procedentes de fuera, como fenómenos, mientras que en las ciencias del espíritu se
presentan desde dentro, como realidad, y, originalmente, como una conexión viva. La naturaleza la
“explicamos”, la vida anímica la “comprendemos”».
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El objetivo de Dilthey es dotar de rigor científico a las ciencias del espíritu, es decir, a la historia y a
las creaciones culturales. Dilthey se propone responder a la pregunta «¿cómo es posible alcanzar
un conocimiento cierto de los eventos históricos, tal que permita sistematizarlos en modo
científico?». Se propone replantear toda la teoría del conocimiento desde una perspectiva más
amplia, que incluya desde el principio las ciencias histórico-sociales. Parafraseando a Kant, Dilthey
llamará a este proyecto “Crítica de la razón histórica”.
El estudio de las realidades histórico-sociales revela al hombre como un ser esencialmente
histórico. Ni siquiera la razón humana puede escapar de esta condición: también ella es
esencialmente razón histórica:
«Yo vivo mis propios estados, yo me hallo entretejido en las interacciones de la sociedad como un
cruce de sus diversos sistemas. Estos sistemas han surgido de la misma naturaleza humana que
yo vivo en mí y que comprendo en otros. El lenguaje, en el cual pienso, ha surgido en el tiempo,
mis conceptos han crecido dentro de él. Por lo tanto, soy un ser histórico hasta unas profundidades
inasequibles de mí mismo. Así tenemos el primer elemento importante para la solución del
problema del conocimiento de la historia: la primera condición para la posibilidad de la ciencia
histórica reside en el hecho de que yo mismo soy un ser histórico, y que el mismo que investiga la
historia es el mismo que la hace».
Dilthey está convencido de que la teoría del conocimiento kantiana es algo rígido y muerto, y afirma
que «por las venas del sujeto conocedor construido por Locke, Hume y Kant no circula sangre
verdadera, sino la delgada savia de la razón como mera actividad intelectual». A su modo de ver, la
distinción kantiana entre intuición y pensamiento —es decir, entre sensibilidad y entendimiento—,
desgarra innecesariamente su conexión viva. Dilthey postula, por el contrario, que no existe
discontinuidad entre la sensibilidad, el intelecto y la razón. La forma del conocimiento nos viene
dada junto con las sensaciones e impresiones. Para Dilthey el pensamiento no es una realidad
incondicionada, sino que todo saber y todo conocimiento se encuentran bajo las condiciones
generales de la experiencia, que no se puede reducir a puro pensamiento. Dicho con otras
palabras, la legalidad de la razón no es independiente de la experiencia.
El contenido de la vida —la vivencia — es el fundamento último del conocimiento, más allá del cual
no es posible ir. Las categorías del conocimiento se fundamentan en la experiencia vital. La
experiencia es siempre algo vivo, porque se constituye en la conexión de los estados anímicos
del hombre, que no se pueden reducir a su mera conexión racional.
Fuente: Fernández Labastida, Francisco, “Wilhelm Dilthey”, en Fernández Labastida, Francisco y
Mercado, Juan Andrés (editores), Philosophica: Enciclopedia filosófica on line, URL:
http://www.philosophica.info/archivo/2009/voces/dilthey/Dilthey.html (última consulta 3 de
noviembre 2010).
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