W. DILTHEY, (Selección de textos) Texto 1. La vida como interacción entre el mundo y el yo. “Del mundo exterior procede el juego de los estímulos que se proyecta en la vida psíquica como sensación, percepción, representación; los cambios que así se originan se viven y aprecian en la diversidad de los sentimientos según su valor para la vida propia; luego, a partir de los sentimientos, se ponen en movimiento impulsos, deseos y procesos volitivos; y, o bien la realidad es adaptada a la vida propia e influida así la realidad exterior desde el yo, o la vida propia se somete a la realidad áspera y seca. Así se da una interacción constante entre el yo y el medio de la realidad exterior en que se encuentra, y en esto consiste nuestra vida.” [Obras de Wilhelm Dilthey, X volúmenes, FCE, México 1944-1963, Edición de Eugenio Ímaz, Psicología y teoría del conocimiento, Vol. 6, 1945, p. 39]. Texto 2. La vida. “Esta fundamentación, que parte de la vida, no puede sin embargo reducirse a un fundamento más profundo y general mediante la referencia de la vida a un contexto cósmico, o natural, o real. De ello resulta por de pronto una consecuencia muy importante sobre el alcance del conocimiento humano. La proposición a que nos referimos ha sido con frecuencia expresada con otras fórmulas y sobre la base de otros fundamentos. Es susceptible de aclaración desde otras perspectivas. Aquí vamos a aprehenderla en su raíz, por decirlo así. La expresión “vida” designa lo más íntimo, lo más conocido para cada uno, pero al mismo tiempo lo más oscuro, es más, algo completamente insondable. La pregunta “¿qué es la vida?” constituye un enigma insoluble. Toda reflexión, indagación y pensamiento surgen de este fondo insondable. Todo conocer arraiga en lo que nunca puede conocerse por completo. Es posible describirlo. Es posible destacar sus rasgos característicos particulares. Se puede rastrear el acento y el ritmo, por decirlo así, en esa agitada melodía. Pero es imposible descomponer la vida en sus factores. La vida es inanalizable. No es posible expresar qué es en una fórmula o explicación, pues el pensamiento no puede retroceder más allá de la vida en cuyo seno aparece y en cuya conexión se funda. El pensar está en la vida, y no puede, por lo tanto, ver detrás de ella. La vida permanece insondable para el pensamiento como lo dado en que él mismo hace su aparición y más allá de lo cual no puede, por tanto, retroceder. El pensamiento no puede remontarse más allá de la vida porque es expresión de la misma. Los conceptos primordiales mediante los cuales comprendemos el mundo, son categorías de la vida. Incluso los conceptos de sustancia y causalidad se han abstraído a partir de ellos. ¿Cómo podríamos adentrarnos por detrás de la vida mediante conceptos que han sido extraídos de la propia vida y filtrados luego a través de la abstracción? El pensamiento no nos dice más de lo que ya sabemos porque ya vivimos cuando él funciona rectamente, si bien lo expresa con mayor articulación, con mayor claridad, distinguiendo y relacionando. Y como la vida se mantiene siempre ante nosotros como un enigma, tampoco el universo podrá dejar de serlo para nosotros. Si pudiésemos analizar la vida se nos revelaría entonces el misterio del mundo. Será también un error metódico pretender remontarse sobre las características constitutivas de la vida a través de la comparación de sus distintas formas. La biología sugiere este procedimiento. Y sin embargo en él subvierte por completo la conexión de los hechos que nos es dada. En efecto, la vida se me da directamente como la mía propia. Y sólo a partir de mi propia vida comprendo la vida que me rodea, las formas de la vida animal y humana. Sólo de modo secundario y condicionado acreciento este conocimiento de mi propia vida mediante su comparación con otras formas de vida. Y ésta es también la razón por la que el más moderno naturalismo darwinista, que tiene su centro en el estudio de la vida orgánica, transgrede igualmente los límites de lo cognoscible. Es, sin duda, una ventaja del naturalismo en contraposición a la naturaleza de toda metafísica, el hecho de que no parta de abstracciones, sino de la realidad más próxima que se da al hombre desde dentro. Esta característica le concede una gran ventaja. Sin embargo, su pretensión es además mostrar las palancas de la vida orgánica, las ruedas y resortes con que funciona. Y todo observador imparcial ha reconocido siempre que un proceso psíquico, o algo equivalente a él, ha de considerarse como decisivo en esta cuestión. Techner, y después de él también Wundt, por ejemplo, lo han demostrado convincentemente. Ahora bien, este proceso no puede encajar en ese otro esquema de adaptación, goce y aversión, etc.” WILHELM DILTHEY, Crítica de la razón histórica, Ed.Hans-Ulrich Lessing, Ed. Península, Barcelona 2000, pp. 184-185 Texto 3. LAS CATEGORÍAS DE LA VIDA. “Significado: Se hace ahora visible un nuevo rasgo de la vida que está condicionado por el tiempo, pero que excede de él como algo malo. La vida es comprendida en su propio ser mediante categorías que son extrañas al conocimiento de la naturaleza. También en este punto el factor decisivo consiste en que dichas categorías no se aplican a priori a la vida como algo ajeno a ella, sino que residen en el ser mismo de la vida. La actitud que cobra en ellas una expresión abstracta es el único punto de apoyo para la comprensión de la vida, pues la vida misma existe tan sólo en esa forma determinada de relaciones de un todo con sus partes. Y cuando destacamos abstractamente esas relaciones como categorías, es propio de este proceder que el número de tales categorías no sea determinable y que sus relaciones no puedan ser reducidas a una forma lógica. Categorías de este tipo son el significado, el valor, el fin, el desarrollo, el ideal. Sin embargo, como la conexión del curso vital sólo puede aprehenderse mediante la categoría del significado de las partes singulares de la vida con respecto a la comprensión del todo, y lo mismo ocurre en cada sección de la vida de la humanidad, todas las demás categorías dependen de ésta. El significado es la vasta categoría con que la vida se torna comprensible (…) 1. El caso más simple en el que aparece el significado es la comprensión de una proposición. Cada una de las palabras posee un significado y de su combinación se deriva el sentido de la proposición. El procedimiento consiste, por tanto, en que la comprensión de la proposición resulta del significado de las distintas palabras. Y, sin duda, se da también una acción recíproca entre el todo y las partes, en virtud de la cual [se determina] la indeterminación del sentido, es decir, las distintas posibilidades de sentido y cada una de las palabras. 2. La misma relación se da entre las partes y el todo de un curso vital, y también en este caso la comprensión del todo, el sentido de la vida resulta del significado […]. 3. Esta relación de significado y sentido concierne, pues, al curso de la vida: los acontecimientos particulares que lo constituyen y que forman parte del mundo sensible guardan, como las palabras de una oración, una relación con algo que significan. Mediante esta relación, cada una de las vivencias es acogida significativamente desde una totalidad. Y así como las palabras se combinan para la comprensión de una oración, así también el nexo de esas vivencias revela el significado del curso vital. Lo mismo ocurre con la historia. 4. Así, pues, este concepto de significado se ha desarrollado primeramente sólo n relación con el método de la comprensión. No contiene más que una relación de algo externo y sensible con algo interno, cuya expresión es. Pero esta relación es esencialmente distinta de la gramatical. La expresión de lo interno n las partes de la vida es distinta del signo verbal, etc. 5. Por tanto, palabras como significado, comprensión, sentido del curso vital o de la historia, no nos dicen sino esa alusión, esa referencia, inherente a la comprensión, de los acontecimientos a una conexión interna mediante la cual llegan a comprenderse. 6. Lo que indagamos es el tipo de conexión que es propio de la vida misma, y lo indagamos partiendo de los acontecimientos particulares que la constituyen. Cada uno de ellos, si ha de ser utilizable para determinar esa conexión, debe contener algo del significado de la vida, pues de otro modo este último no podría surgir de la conexión entre los mismos. Así como la ciencia natural posee su esquematismo general, por decirlo así, en los conceptos en que se representa la causalidad vigente en el mundo físico y su metodología propia en los procedimientos para conocerla, así también nosotros podemos acceder ahora a las categorías de la vida, a sus relaciones recíprocas, a su esquematismo y a sus métodos para llegar a captarla. En el primer caso, sin embargo, nos enfrentamos a una conexión abstracta plenamente transparente, a tenor de su naturaleza lógica. En el segundo, debemos comprender la conexión de la vida misma, que nunca puede llegar a ser completamente accesible para el conocimiento. Comprendemos la vida únicamente en una aproximación constante; y, sin duda, es inherente a la naturaleza de la comprensión [y] de la vida que esta última nos muestre aspectos completamente distintos en los diferentes puntos de vista desde los cuales concebimos su decurso temporal. La categoría de significado se revela por primera vez en el recuerdo (al recordar). Todo presente se halla henchido de realidad. Pero atribuimos a ésta un valor positivo o negativo. Y al proyectarnos hacia el futuro surgen las categorías de fin, ideal, configuración de la vida. Ahora bien, el misterio de la vida reside en que en ella se realiza un fin supremo al que se subordinan todos los fines particulares. La vida realiza un bien sumo; debe estar determinada por ideales. Lleva a cabo una configuración. Cada uno de estos conceptos abarca, desde su punto de vista, la vida en su totalidad, y por eso tiene el carácter de una categoría que permite comprenderla. Así, pues, ninguna de esas categorías puede tampoco subordinarse a las demás, ya que cada una de ellas permite acceder a la comprensión de la vida toda desde un punto de vista distinto. Por eso son incomparables entre sí. A pesar de ello, podemos advertir una diferencia. Desde el punto de vista del valor, la vida parece como una plenitud infinita de valores existenciales negativos, positivos, de valores intrínsecos. Es un caos lleno de armonías, de disonancias –pero las disonancias no se resuelven en armonías. Ningún complejo sonoro que llena un presente guarda relación musical con otro anterior o posterior. Y tampoco la relación entre valores intrínsecos y valores instrumentales establece otra cosa que vínculos causales cuyo carácter mecánico no alcanza las profundidades de la vida. Las categorías que captan la vida desde el punto de vista del futuro presuponen la categoría de valor; se disgregan a tenor de las distintas posibilidades de internarse en el futuro. La conexión contenida en la vida sólo alcanza su adecuada representación en la relación del significado de los procesos vitales con la comprensión y el sentido de la vida en su conjunto. Sólo en esta región se superan, en la propia categoría, la mera yuxtaposición, la mera subordinación. De este modo las actitudes categoriales de valor y de fin se integran, como aspectos particulares de la comprensión de a vida, en la conexión total de esa comprensión. Significado y estructura. 1. La conexión de las vivencias en su realidad concreta reside en la categoría de significado. Esta es la unidad que agrupa en el recuerdo el curso de la vivido o revivido, y su significado no consiste, ciertamente, en un punto de unión que estuviera más allá de la vivencia, sino que dicho significado se contiene en esas vivencias, constituyendo su conexión. Por tanto, dicha conexión es inherente a la naturaleza de todo lo que peude ser vivido, es un modo de referencia o categoría propia de ello. El hecho de que la vida de un individuo, sea yo u otra persona, o la de una nación, posea un significado no determina unívocamente donde reside dicho significado. El que recuerda tiene siempre certeza de la existencia del mismo, como relación entre todo aquello que puede ser objeto de vivencia. Sólo en el último momento de una vida puede estimarse su significado, y por tanto, esa estimación sólo puede surgir propiamente, y de forma momentánea, al final de la vida, o bien en alguien que reviva esa vida. La vida de Lucero recibe así su significado como conexión de todos los procesos concretos implicados en la concepción e implantación de la nueva religiosidad. Ésta constituye a su vez un segmento en el contexto más amplio de los procesos concretos que la precedieron y sucedieron. Aquí tenemos el significado considerado históricamente. Pero también se puede buscar ese significado en los valores positivos de la vida, etc. En ese caso se halla en relación con el sentimiento subjetivo. 2. Así se pone de manifiesto que el significado no coincide ni con los valores ni con su conexión en una vida. 3. Mientras que el significado es la categoría propia de la conexión íntegra de la vida, la categoría de estructura surge tan sólo a partir del análisis en que lo vivo es en ella recurrente. El análisis, en este sentido, no busca más que lo incluido en aquello que se repite. No encuentra más que esa inclusión. Y lo incluido es algo separado, cuyo concepto sólo es válido si conlleva siempre la conciencia del contexto vital en el que se contiene. ¿Hasta dónde puede llegar este análisis? A la Psicología atomista científiconatural sucedió la escuela de Brentano, que representa una escolástica psicológica. Crea, en efecto, entidades abstractas como actitudes, objeto, contenido, con las que pretende componer la vida. Husserl representa el límite extremos de esta tendencia. En oposición a ello: la vida es un todo. Estructura: conexión de ese todo, condicionada por las relaciones reales con el mundo externo. Una actitud no es más que una relación de ese tipo. El sentimiento o la voluntad son tan sólo conceptos que representan una indicación para reproducir las correspondientes partes de la vida. WILHELM DILTHEY, Crítica de la razón histórica, Ed.Hans-Ulrich Lessing, Ed. Península, Barcelona 2000, pp. 225-231 Texto 4. "Nos podemos insertar en la historia, e incluso en la circunstancia histórica, para sumir una visión que, aunque no se nos ofrezca en presente, permite inferir el sentido del futuro. Ello se relaciona con el antagonismo tradicional de las ideas y los sistemas, ya que conduce al escepticismo al convertir la historia en un "inmenso campo de ruinas" mientras nuestro espíritu excluya todo lo definitivo y se complazca en decir algo nuevo para corregir o superar lo que antes se dijo. Sólo cuando se concede el reconocimiento de la intemporalidad se advierte el valor del pasado. Nuestro más grave error es el de suponer lo nuevo como válido, sin restricciones de ninguna especie, y, por consiguiente, estimar lo pasado como carente de mérito o de significado. Manejar la historia como un mero repertorio de errores a corregir en el presente, es desconocerla. Lo que cambia no es la historia sino el hombre, y no únicamente por estar inmerso en la historia, sino porque, además, es historia. La vida humana, en consecuencia, tiene una dimensión esencialmente histórica, su sustancia es la historia, la historia es la vida misma. Esa realidad presente de cosas y personas constituye un complejo de relaciones vitales. Cada cosa u objeto no es más que un ingrediente de ella, de tal forma que es a través de los objetos como adquiere sentido. Es la vida quien se sirve del individuo para crearle su propio mundo. " [W. Dilthey, El mundo espiritual, (fragmento)] Texto 5. “Debemos salir de la atmósfera tenue y pura de la crítica kantiana de la razón para dar satisfacción así a la índole bien diferente de los objetos históricos. Se presentan ahora las siguientes cuestiones: yo vivo mis propios estados, yo me hallo entretejido en las interacciones de la sociedad como un cruce de sus diversos sistemas. Estos sistemas han surgido de la misma naturaleza humana que yo vivo en mí y que comprendo en otros. El lenguaje, en el cual pienso, ha surgido en el tiempo, mis conceptos han crecido dentro de él. Por lo tanto, soy un ser histórico hasta unas profundidades inasequibles de mí mismo. Así tenemos el primer elemento importante para la solución del problema del conocimiento de la historia: la primera condición para la posibilidad de la ciencia histórica reside en el hecho de que yo mismo soy un ser histórico, y que el mismo que investiga la historia es el mismo que la hace.” [W. Dilthey, Obras de Wilhelm Dilthey, X volúmenes, FCE, México 1944-1963, Edición de Eugenio Ímaz,El mundo histórico, Vol. 7, 1944, pp. 304–5,].