10-13 TD55_Maquetación 1 30/09/13 16:37 Página 10 ENTREVISTA Diego Ventura: “Los que han ido en contra mía, son los que más me han ayudado” Le entrevistamos de camino a Pontevedra. Antes de comenzar le advertimos que intentaríamos desgranar el perfil humano del rejoneador, que no íbamos a hablar del sota, caballo y rey del toreo. “Sí, sí; mejor, mejor”, dijo. Casi sin darnos cuenta (y al tiempo que el coche iba engullendo kilómetros), Diego Ventura –el hombre– se iba sincerando con su interlocutor(a), al otro lado del teléfono. 10 10-13 TD55_Maquetación 1 30/09/13 16:37 Página 11 Texto: Laura Tenorio Fotos: Juan Pelegrín y Oficina de Prensa de Diego Ventura Pregunta | Veamos el niño que fue: si se retrotrae a aquellos días cuando llegaba a su casa del cole, ¿qué le viene a la mente? Respuesta | Que era un niño al que no le gustaba nada estudiar, nada. Desde entonces ya solamente me gustaba el mundo del caballo, estar en el campo, montar… De la Escuela recuerdo llegar a casa sin ganas de haber ido y sin ganas de volver a ir. ¿Con quién se encontraba al volver a casa? Siempre con mi madre. Y también había un señor mayor, muy amigo de la familia y que para mí era como si fuera mi abuelo. A veces me recogía él. Recuerdo que le encantaba que montara a caballo y que quisiera ser rejoneador. Se llamaba Manuel, ya falleció. Nosotros vivíamos en casa de los hermanos Peralta y él era la persona encargada allí. Diego, ¿usted nació para ser torero/rejoneador? Sí, sin lugar a dudas. Lo tuve claro desde pequeño. Cuando otros niños lo que querían eran juguetes para jugar, mi juego era montar a horcajadas sobre una escoba y poner banderillas a una paca de paja como si fuera un toro. De no ser torero, ¿qué vida le hubiera gustado vivir? Fantasee, si quiere… Nunca me lo he planteado, porque lo que me ha hecho realmente feliz es esto del toro. Soy un chaval al que le gusta el campo, los animales y mi cabeza ha estado siempre en torear. ¿Se siente privilegiado? Desde luego. Poder vivir, en estos momentos, de tu pasión es algo que está al alcance de muy pocos. Y yo lo tengo. Cuando se mira en un espejo, ¿cómo se ve, se gusta? Normalmente, sí. Pero lo que me gusta realmente es que un chaval que salió de la nada haya conseguido llegar donde ha llegado –figura del escalafón de rejoneadores–. Mi caso es un caso claro de que en muchas ocasiones no hace falta tener dinero, porque yo no lo tenía; yo salí de la nada, lo único que tenía eran ganas, ¡quería! Me mar- “Como el toreo a pie, el rejoneo es un espectáculo que hay que saber ponerlo en escena” qué una meta, que es imprescindible para alcanzar los sueños, y hoy solo puedo decir que mis sueños se han hecho realidad. ¡De verdad que querer es poder! Su caso podría ser contado a los críos en los colegios. Sí, en ocasiones cuando me llaman para coloquios o para ir a hablar de toros incluso en algunas universidades, lo he expuesto. Si les cuento mi lucha y mis satisfacciones es por decirles de alguna manera la suerte que he tenido en la vida. Eso sí, una suerte que me ha costado mucho esfuerzo. Cuantifíquelo, ese esfuerzo, por favor, de cero a cien, ¿cuánto? ¡110!, porque ha sido mucho. He tenido momentos difíciles, momentos de querer tirar la toalla, de querer dejarlo todo. En casa no teníamos para poder comprar caballos buenos, el esfuerzo que había que hacer era infinito… Además, entrar en las ferias también me costó lo indecible. Claro que cuando después consigues triunfar, ese éxito lo valoras mucho más. Si va de paisano por la calle, ¿cree que se le nota que es usted torero? … En estos momentos, sabiendo que no soy un futbolista ni un cantante famoso, es verdad que muchas veces me reconocen. Y eso me llena de orgullo y de satisfacción; sin duda, ésa es una de las cosas bonitas de esta dura profesión. Pero estará con que los diestros hoy ya no son como los de antes, a los que se les notaba solo por los andares que eran toreros. Sí, es verdad, hoy eso desgraciadamente rara vez se ve. En las tapias hay muchos chavales que han llegado a la finca en un Mercedes, incluso algunos, si no van de invitados con dos vacas, lo mismo dicen que no van. Hoy, la torería de antaño está casi perdida, y eso es una pena. 11 10-13 TD55_Maquetación 1 30/09/13 16:37 Página 12 “Prefiero oír la peor verdad a la mejor mentira, ¡siempre!” 12 10-13 TD55_Maquetación 1 30/09/13 16:37 Página 13 Una pregunta habitual para un torero: ¿es usted creyente? Muchísimo. Me gusta y necesito, después de torear tres o cuatro corridas, ir a la iglesia, sentarme en un banco y dar gracias a Dios por cómo van saliendo las cosas. Si a final de año, Dios le permitiera poner una reclamación, ¿cómo sería, qué diría en ella, a quién la dirigiría? Hombre, siempre crees en algo que no has visto, es ahí donde están tus creencias… Muchas veces pasan cosas que no sabes el por qué, por ejemplo el fatídico accidente de tren de Santiago. Si lo piensas, te sientes mal, sobre todo porque no sabes por qué ha ocurrido, por qué Dios lo ha permitido. Pero lo cierto es que hay que creer en algo, al menos yo lo necesito, aunque sucedan esas desgracias. ¿Y reclamar?, francamente, no lo sé. ¿Qué no haría antes de torear? Muchas cosas, desde no comer dos o tres horas antes de la corrida, porque me sienta fatal, a no salirme de mi ritual. Siempre hago lo mismo, sobre todo cuando las cosas han ido bien, porque si las cosas van bien y aunque quizá sea casualidad, ¿para qué vamos a tentar a la suerte? ¿Qué repite siempre? Salgo de la habitación con el pie izquierdo, dejo la luz encendida, apago la televisión… esas cosas. ¿Con qué sueña Diego Ventura? Siempre sueño con ser feliz, con hacer feliz a los que van a verme a la plaza. En el momento de dificultad en el que estamos, por la crisis que hay, el que vaya la gente a verte torear y durante dos horas intenten olvidarse de todos los problemas que ahora mismo tienen, que no son pocos, es razón suficiente para que yo, como artista, como rejoneador, me obligue a entregar lo mejor de mí y ellos lo disfruten. ¿Se considera generoso? Intento serlo, lo que ocurre es que muchas veces no alcanzas a ayudar a todos los que quisieras. No es fácil poder hacerlo, pero lo intento, a veces incluso más de lo que puedo. Y su profesión, ¿siente que es generosa? Creo que sí. La profesión es difícil, es dura, pero cuando uno realmente tiene una meta y lucha por ella, aunque a veces el agua te llegue al cuello, si tienes esa respuesta que tanto esperas, entonces todo te compensa. ¿Quién es su mayor enemigo? ¡Yo! Muchas veces me empeño tanto en hacer las cosas tan perfectas que seguro que en esos intentos hasta me puedo equivocar, ¡seguro! ¿Su mayor aliado? Esas personas que siempre me atacaron y que siempre fueron en mi contra. Gracias a ellas he podido aprender y también corregir errores que al criticármelos me hicieron ver que estaba equivocado. Por eso, los que han ido en contra mía, son los que más me han ayudado. Mucha humildad, Diego. No, es que cuando los que están cerca no se atreven a decirte dónde has fallado, y te dan solo coba, no se dan cuenta de que con esa actitud te aportan poco y que es mejor que en vez de la palmadita en la espalda te digan las cosas por derecho. Prefiere que le vengan de frente, oír la peor verdad a la mejor mentira. ¡Siempre! Eso es lo que me ha hecho evolucionar, esas palabras que te duelen y que les das una y mil vueltas. Diego, la crisis está seleccionando los nombres de la “cartelería”, también la regularidad de cada tarde tiene su recompensa. Pero lo cierto que en estos tiempos hay que resistir. ¿Cómo lo está haciendo? Lo que estoy haciendo es seleccionar corridas, torear en sitios de mayor importancia, no prodigarme por la misma zona y, sobre todo, salgo a darlo todo, cada tarde, con cada toro. ¿Cómo se consigue que la gente se alborote en un tendido? Confiando en uno mismo. Tienes que creerte que eres el número Uno, porque si tú no te lo crees, a la gente no la vas a convencer de que lo eres. Y a un presidente, ¿cómo se convence? Eso cuesta más. Si bien hay veces que son aficionados y saben valorar lo que estás haciendo, otras no lo son o no entienden mucho de esto y como por circunstancias lo han sentado en el palco pues, al final, termina perjudicando al torero por no saber ver lo que ha hecho ¿Cuánto tiene de improvisación el toreo a caballo? Todo. Como el toreo a pie, es un espectáculo que hay que saber ponerlo en escena. Los caballos son como los toros, depende mucho las manos en las que caigan… Desde luego, un caballo en unas manos a lo mejor da de sí un 50%; pues bien, ese mismo caballo en otras manos puede llegar a dar el 100%. Hay que saber sacarle a cada caballo su potencial. ¿Qué necesita hoy la Fiesta para salir de donde está? Hay quien piensa, y lo motiva, que va camino de quedar “testimonial”. La Fiesta necesita un revulsivo importante. Hay que hacer cosas, los toreros nos tenemos que mentalizar para ello. Está difícil de cambiar pero es necesario, muy necesario. Los sectores de profesionales tenemos que unirnos y gestionar la situación de otra manera. Las entradas, por ejemplo, deben ser más baratas, porque hay gente que gustándole los toros no puede permitirse pagar los precios que hoy cuestan. También deberíamos conseguir que los costes –seguridad social, impuestos…– fueran menores. Habría que dar un cambio importante a ciertas cosas, la verdad. ¿Y están ustedes dispuestos? Porque en el toro siempre han primado los intereses personales. Pienso que sí, lo que creo es que muchas veces a las empresas no les gusta que los toreros se reúnan… Hay empresarios que sí luchan por la Fiesta, que intentan hacer las cosas bien, rematar las ferias y ofrecer lo mejor a las aficiones. Pero también hay otra serie de empresarios que lo único que han conseguido ha sido destruir la Fiesta; lo que realmente han hecho es jugar a empresarios importándoles muy poco lo que ocurra en el toreo, ellos han preferido quemar las plazas haciendo carteles baratos, carteles malos, sin interés, pero ellos figurando como empresarios, que era lo único que les interesaba. Ha dicho una verdad como un puño. Gracias por atendernos. Fue un placer. 13