AÑO II. MADRID 10 DE NOVIEMBRE DE 1855. NüM. 67. LA DECADA HOMEOPÁTICA, PERIÓDICO o r i G I A L NsSiS ílfbttííaíio por los profesores en meíiichia v átü\\a B. 1. Cavtiga v € o r s , S». 21. iíleritto V 'Soriia, V TB. 0 . JlTartin Saertstan. Se publica los dias 10, 20 y 30 de cada mes. Se suscribe en Madrid en la redacción y en la librería de Bailly-Bailliere, á 40 reales por un año. Para las condiciones y puntos de suscricion en proYíncias, estrangero y ultramar, véase la última plana.—Todas las comunicaciones y reclamaciones relativas á la D é c a d a , se dirigirán francas deporte, á la redacción , Píamela del Ángel, número 20, cuarto principal, á nombre de I». J u a n I.artlga. cara. Asi es como concebimos el desarrollo del miasma sifilítico, asi eslá en perfecta armonía con nuestra terapéutica y mas especialmente con nuestras dosis infiniEn nuestro número anterior hemos rogado á nues- tesimales. Eslo y nada mas podemos decir, que sea ratros compañeros los médicos homeópatas que nos zonable, del modo de desarrollarse este agente morbífico, remitan una estadística de los enfermos coléricos que porque el mecanismo como se verifica es imposible de hayan asistido; pero deseamos que esta estadística demostrar; es incomprensible para la limitada inteligenno comprenda de ninguna manera las colerinas, ni cia del hombre; es, enfin,un arcano. Pero basta y los casos de cólera que no hayan estado hien carac- sobra con lo espueslo para determinar de un modo que no dé lugar á la duda, la verdad de nuestra filosófica terizados. doctrina. Vamos ahora á examinar las diferentes medicaciones de que la escuela alopática hace uso para tratar á los MEDICINA PRÁCTICA. enfermos somelidos á la influencia de este virus, y veremos la poca armonía que existe enlre lo que en ella se (Remitido.) llama tratamiento anti-sifilílico y la idea que en ella se forma de la sífilis, siguiendo en su examen el orden con MISCELÁNEA DE SIFILIOGRAFIA, que se suelen describir. PAUTE! DOCTUINAI» Tratamiento por el hambre (Cura fames.) Esta te{Continnacion.) (1) rapéutica, como indica su nombre, consiste en sujetar á los enfermos á una dieta graduada y altamente riHemos dicho que una vez que la vida se apercibía dicula, por los alimentos de que en ella se hace uso, de la presencia del miasma sifililico, desplegaba lodos proponiéndose de este modo eslinguir dicho padecisus medios de acción , espulsándole al eslerior, haciénmiento : pocos esfuerzos creo son necesarios hacer para dole permanecer en un estado inofensivo para la genedesbaratar por su base semejante medicación. ralidad del organismo, sin que por eslo creamos nosEl virus ó miasma sifilítico introducido en el orgaotros que sea capaz por si sola de librarle de la presennismo le mina, pervirtiendo su modo de ser, haciendo cia de un huésped tan pertinaz y que tantos estragos tantos mas estragos, cuanto mas tiempo permanece en induce en ella. Hace si lo bástanle para que el médico él y cuanta menos energía tenga él individuo sometido se aperciba de él, le estudie, reconozca y llame en su á su perniciosa influencia; por esto tomamos como mal auxilio á la ciencia^ para que le ayude con los medios antecedente, no solo en esta sino en lodas las enfermeque el Autor de la naturaleza puso á su disposición, dades, las constituciones empobrecidas. oponiéndose á que se desarrolle, crezca, eslienda y De la adopción de esta clase de tratamiento se desmultiplique su perniciosa influencia', matándole en el prenden dos proposiciones que resuellas afirmativamensitio enxiuela vida, obrando aulomálicamenle le colo- te, está demás toda medicación: .j»—c—'—^-'—-^•' ' • '—f ;i..iri IIII;Í ifUIÍÍ'IÑÍ.ÍI^Í 1." ¿El virus sifilítico puede ser destruido por los SÍ: (4) Véase.el nüm. 64 delvA DBCAD*.' ¡í li')\')iV'.íi 35 ví-f;''. solos esfuerzos de la naturaleza? '• . ADVERTENCIA. • •^242 — 2.» ¿Tendrán mas aptitud para curarse los sugelos mas empobrecidos? No', mil veces no. ¿Qué sucedería si presentado un chancro , una blenorragia virulenta ú otra de las formas con que la siQlis se nos presenta primiiivamenle, si para curarla no hacemos otra cosa que ser meros espectadores de su destructora marcha? Lo que sucedería observando semejante conducta no es difícil predecir, 'pues seria el desenvolvimiento de la dolencia siguiendo su marcha inalterable, presentando desde el accidente primitivo, el secundario y terciario, hasta terminar fatalmente con la muerte indudable del organismo. Y si solo se redujera á esto vuestra conducta , seria menos censurable; pero no solo no hacéis nada, que es cuando menos mal obráis, sino que priváis al paciente de sus recursos naturales, dándole en cambio frutas indigestas y mal sanas, como las ciruelas pasas, empobreciendo de este modo su organismo, con una dieta irracional, ridicula y lógicamente destructora. Hemos demostrado hasta la saciedad y vosotros convenís en esto, que el virus sifililico cuando sienta su mortífera planta en la economía, por poco interesante que sea á la vida el punto donde establece su fatal residencia , admitiendo por un momento vuestra opinión, se estiende c irradia y multiplica prodijiosamenle contagiando los tejidos mas recónditos del cuerpo y matando el aura vivificante que le prestan los elementos de nutrición. ¿Cómo ha.de desaparecer del organismo este tan cruel enemigo si no le oponéis una potencia curativa que contrareste su triunfante é infernal carrera? ¿Cómo y con qué razón cientíDca os atrevéis á propoiier como medio terapéutico el no hacer nada , quitando á la vida sus propios elementos de defensa? No se comprende que en el siglo XIX y en la facultad de Medicina de nuestra Universidad Central se haga mención y recomienden semejantes medios. Afortunadamente abrigamos la convicción de que nadie, absolutamente nadie, seguirá tan perniciosa terapéutica, que si para algo sirve es como recuerdo histórico de nuestros errores pasados. Tratamiento por el mercurio. Toca ahora ocuparnos de la medicación mercurial. Cuando á últimos del siglo XV se presentó la sífilis bajo la forma epidémica, los médicos de aquella época, con esa avidezy ese celo que tanto honra á los que trabajan por el descubrimiento de la verdad, encontraron este escelenle metal, fundándose para su aplicación en la analogía de la epidemia que entonces reinaba con otras enfermedades, é inmediatamente notaron sus buenos efectos para la curación de tan grave estado patológico, fascinándolos hasta el eslremo de no conocer los trastornos que de su uso inmoderado podrían resultar; resultados que unos atribuían á la enfermedad que se proponían combatir, mirándolos otros como fenómenos saludables: esto era lo que se creía en aquella lejana época; esto es lo que , en la actualidad se continúa creyendo, con daño inmenso de la humanidad. Dos son los métodos de que la escuela alopática se vale para usar este escelente, pét-o en sus manos pernicioso , medicamento; mil los procedei-es, ó lo que es lo mismo, las formas y maridajes que de él hace: ocupémonos nosotros únicamente de los dos primeros , de su uso interno y estcrno; que al fin el objeto viene á ser el mismo, porque lo que se propone la escuela antigua con sus dosis, es introducir grandes cantidades de medicamento en el organismo, produciendo males que su ceguedad no les permite evitar ó prever; y únicamente cuando se presentan de un modo brusco y grosero, no les queda otro recurso que lamentarse dé su poca previsión , porque hasta son impotentes para prevenirlos; y no solo son impotentes, sino que al intentar mitigarlos, perjudican notablemente á sus enfermos: esto se lo demostraremos de una manera concluyeme. Las fricciones, las fumigaciones y mil y mil brevajes , son los medios de usar el mercurio ; toda ó parte de la gran superficie cutánea y el tubo digestivo, son las vías por donde se introduce al interior de la economía. Como se vé, estenso es el campo de batalla, muchos los puntos estratégicos, los enemigos varios y formidables, la lucha verdadera, el triunfo inevitable, la derrota del organismo cierta, la batalla concluida , pero convenientemente. ¿Por qué lo está conforme á los preceptos de la ciencia.... alopática? El mercurio, cuya esfera de acción es inmensa, su poder terapéutico grande, su manera de obrar rápida é intensa, esto ya lo sabe la escuela antigua, ó como diría un doctor alópata, la medicina de los veinte y tres siglos , ó como diré yo, la vetusta, embrollada y carcomida alopatía: pues bien , sabiendo esto y teniendo la idea que tiene del virus sifilítico, de su modo de manifestarse ; estando demostrado por su misma escuela su inmaterialidad; no pudíendo poner en tela de juicio que su poder es esencialmente dinámico ó virtual, ¿á qué le oponéis esas cantidades de mercurio cuya acción desconocéis completamente , y que tantos trastornos inducen en la economía? ¿por qué no sois lógicos con vuestro modo de pensar? ¿á qué tanta inconsecuencia? ¿por qué, en fin , tanta ceguedad? El mercurio es un medicamento muy heroico, es preciso mucho tino para manejarle, decís , y á renglón seguido continuáis: eslerior é interiormente se usa en fricciones, fumigaciones, baños, pildoras, disoluciones, etc., etc., pero siempre en grandes cantidades : por ejemplo, decís , esteriormente y en fricción se principia por media dracma, haciendo abstracción del vehículo que le sirve de escípiente; á los seis días aumentáis la dosis hasta una dracma , continuando dé éste modo de treinta á cuarenta dias, hasta que el enfermo se haya ingerido de cinco á seis onzas de este medicamento. ¿Os parece razonable esta conducta? ¿no veis vosotros mismos, á pesar de vuestra ceguedad, los inmensos trastornos que origináis á los enfermos que por su desgracia se someten á vuestro tratamiento? ¿cómo no os ^243 2." Una carta de M. Luis Coddc, escusándose de no espantan esos plialismos horrorosos, esctemblor mercurial, esas diarreas que producís, y que algunos de vo- poder asistir al Congreso, y anunciando el envió de la sotros miráis como fenómenos saludables, creyendo que patogenesia de los ranunculus glacialis. Esta patogenesia , traducida por el honorable M. Deprez, se por esas vias se lia de marchar el enemigo á quien tra- insertará en los trabajos del Congreso. táis de combatir? Pues esas manifestaciones no son otra 3." Una carta de M. üanhsberghe, de Bélgica, en ' cosa que la enfermedad artificial que habéis producido, la cual dá las gracias á la comisión del Congreso por la adicionando padecimiento sobre padecimiento, sin que invitación que ha recibido, se escusa de no poder conconsigáis mas que debilitar el organismo, embozando testar á ella y se asocia á todos los trabajos y á todas las decisiones del Congreso. Ja enfermedad natural, sin haberla disminuido ni un 4." Una carta del caballero de Paravey, del cuerpa guilale, del mismo modo que emboza una sustancia de ingenieros, manifestando el deseo de algunos médi• ¿Idorífica, esparcida en un foco miasmático , el mal olor cos homeópatas de consagrarse á la traducción de los que va unido al agente patogénico, sin que sea capaz libros de botánica chinos, anteriores á Hipócrates, y nunca de destruir sus efectos tóxicos. Si esto es tan que ofrecen, según dice, verdadero interés. El secretario general queda encargado por el Conclaro, ¿por qué no abandonáis vuestra fatal conducta? greso de dar gracias á M. Paravey por su comuniSi de los síntomasfisiológicosó primitivos pasamos á cación. los secundarios , dinámicos ó vitales, ¿qué me contes5.» Una carta de M. Rayé, de Vilvorde (Bélgica), tareis? Preguntad á las Clínicas, y ellas os podrán res- en la cual se escusa de no asistir al Congreso. 6.0 Una carta de M. Lcblaye, de Barcelona, en el ponder de esas caries, de esas necrosis; en ellas hallamismo sentido. reis con profusión las afecciones de los sistemas san7, Una carta del Dr. Milcent, en nombre de la reguíneo , nervioso y linfático. ¿No os llama tampoco la dacción del Arte médico, que hace al Congreso el obatención las infinitas hepatitis, nefritis, etc.? ¿No os sequio del primer volumen de esta publicación. El Congreso resuelve que la carta de M. Milcenl sé espanta, en fin, los numerosos enfermos que pueblan reúna al acia. vuestras clínicas en demanda de un lenitivo á las dolenEl señor Presidente: El comité de la redacción del cias que ellos y vosotros ignoráis habérselas producido Arte médico tiene el honor de presentar á la mesa mucon el abuso del medicamento de que nos venimos ocu- cbos ejemplares del último número de este diario, y repando? galarlos á los miembros del Congreso. Encontrarán, entre otros trabajos que demuestran la Cuántos ejemplos vosotros y yo pudiéramos citar superioridad del tratamiento homeopático contra las enprobando la veracidad de nuestro aserto; pero es pre- fermedades del hombre y de los animales, un articulo ciso olvidarlos porque los habéis provocado involunta- del Dr. Tessier, á quien el mal estado de su salud tiene riamente. ¿En qué está esa gran dificultad que encon- en este momento lejos de París. Este articulo está destráis para manejar bien este medio terapéutico, puesto tinado á anular infinidad de preocupaciones y de erroque según decís, es preciso mucho tino? La cosa es res que encuentran los médicos, Demuestra también esta verdad, espuesta con tanta razón en una de las úlbien sencilla; disminuir las dosis hasta hacerlas infini- timas sesiones del Congreso, á saber, que es necesario tesimales , y todos , absolutamente todos lo manejareis ser médico antes de ser homeópata. bien, estando á la vez conformes con vosotros misTal es, en efecto, nuestra convicción: al proclamar la escelencia de la homeopatía, combatiendo en servicio mos.=P. G. de su causa, tratando de vulgarizar sus descubrimien(Se concluirá.) tos , de hacerla accesible , evidente para todos, pretendemos probar que no es tan contraria como so dice á lo que se ha dado en llamar la medicina anliyua , á la CONGRESO MÉDICO HOMEOPÁTICO medicina de todos los tiempos. Ella viene á perfeccionar, á completar la sana tradición médica , no á aniquiHEÜN1D0 EN P A R Í S . larla ni á reemplazarla. Este es el espíritu, el lenguaje de nuestro diario, que no se dirige solo á los discípulos de Hanheraann, SESIÓN DE I 8 S 5 . sino á todos los médicos, y que se acuerda de este pensamiento poruña ilustración literaria y religiosa de nuestra época: (Continuación.] «Cuando me encuentro en presencia de un hombre, trato de buscar lo (|iic me aproxima á él y no lo que me SESIÓN DEL l i DE AGOSTO.—PUESIDENCIA DE M. DE IXO.N SIMÓN, aleja.» PADRE, VICE-PRESIDENTE. París 14 de Agosto de 1855. La sesión se abre a las tres. 8.° Una carta del Dr. Tessier, cuya impresión manda M. liourges, uno de los secretarios, lee el acta de inmediatamenle el Congreso. la sesión anterior. El acta queda aprobada sin reclaViohy 13 de Agosto de 1855. maciones. Querido Presidente: El señor Presidente comunica á la Asamblea: Esperaba estar de vuelta en Paris para la apertura 1." Una carta de M. Pelroz, que, obligado á marchar á Treporl, manifiesta el sentimiento de no asistir del Congreso, pero el tiempo ha estado tan malo que he á la última sesión, y al mismo tiempo la esperanza de tenido que prolongar mi estancia aquí. Tampoco asistiré á la conclusión de vuestras sesiones. Me contentaré con estar de vuelta á tiempo para el banquete. — 244 — conocer vuestros trabajos, á los que asisto de corazón; Considerando que una enseñanza oral y clínica, por pero es muy triste el no poder añadir á la perfección de imperfecta que sea, vista la insuficiencia de los medios de que dispone el Congreso, no puede menos de dar nuestro arle sino un brindis de agua salada. Tened la bondad de manifestar mi sentimiento á toda cscelentes resultados; la reunión, y recibid personalmente la espresion de mi Considerando los inconvenientes de dejar los producrespetuoso alecto. tos que de un instante á otro pueden surgir entre la adEl secretario general lee dos memorias dirigidas al ministración y el cuerpo homeopático en el estado de Congreso por el Dr. Roux (de Celte), la una sobre las cuentas puramente individuales; diluciones mezcladas, la otra sobre la reforma en opeConsiderando además que no es imposible que uno rar con estas palabras: antisicósicas, antisifilíticas, de sus miembros, víctima de odiosas calumnias , herido antisóricas. además en su honradez , sienta la necesidad de un apoEl Congreso ordena la impresión de estas dos memo- yo moral, y no sin inconvenientes, para la dignidad rias en sus trabajos. del cuerpo homeopático, del cual se encuentran ea M. Luis Cruveilhier, relator, espone que la comisión cierto punto solitarios lodos sus miembros, este apoyo encargada por el Congreso de examinar el proyecto de reclamado hará completamente falta ; M. Cretin , relativo al nombramiento de una comisión Considerando, en fin, que hay muchos inconvenienllamada Comisión del Congreso , y á la determinación tes en dejar al cuidado de una sola comisión gran núde sus atribuciones, después de haber conferenciado mero de atribuciones y funciones; largamente, ha creído deber (haciendo sufrir al proEl Congreso, por estas consideraciones, después de yecto de M. Cretin algunas modificaciones necesarias), deliberar, pronuncia el fallo siguiente: resolver que la comisión tenga esencialmente por objeto Se ha nombrado por mayoría de votos una comisión representar al cuerpo homeopático ante la administrade cinco miembros, cuya misión será: ción , y propagar la doctrina homeopática, sin mez1." Favorecer materialmente y por lodos los medios clarse todavía en las cuestiones científicas; y se ha determinado en consecuencia á someter á la decisión del de qué pueda disponer á este efecto la enseñanza oral de la homeopatía y de las ciencias anejas á ella ; Congreso la siguiente proposición: Art. 1.° Se nombrará, por mayoría de votos, una 2.° Proporcionar los medios de organizar un rececomisión llamada del Congreso. tario en cada distrito de París, y fundar un diario que Art. 2.° El objeto de esta comisión será el represen- se podrá denominar Gaceta de los recetarios homeópatar el cuerpo homeopático ante la administración. tas de París. Art. 3.° Su objeto será también propagar la doctrina Cada uno de estos recetarios llevará en cuadernos homeopática sin mezclarse todavía en las discusiones visibles el número de orden de su distrito , se abrirá en cientificas; el convocar al Congreso, distribuir los pre- cada uno de ellos un registro, en el que se inscribirán mios a! concurso, etc. Artículo adoptado por mayoría los nombres y el domicilio de las personas que vengan de tres votos contra uno. á reclamar un tratamiento homeopático. Estos registros, M. Luis Cruveilhier espone además, que el segundo comunicados lodos los años al Congreso, serán dirigidos artículo del proyecto, no conteniendo el pensamiento por él al ministro del Interior. que se había ventilado en el Congreso en las sesiones Se ha nombi-ado, por mayoría de votos, una comianteriores , respecto á la enseñanza oral y clínica , tenia sión de nueve miembros , cinco residentes en París y la falta á sus ojos, de no precisar nada, y de dejar en cuatro en provincias, cuya misión será; 1.° Represenconsecuencia á la comisión perfectamente libre de obrar tar, cuando haya necesidad y lo juzgue conveniente, al ó de no obrar, de usar ó de abusar; porque la palabra cnerpo homeopático ante la administración. 2." Interpropagar la doctrina encierra lodo, y tal ha sido el pen- venir, cuando la soliciten las partes interesadas, y de la samiento que ha iiecho desechar al Congreso la propo- manera que juzque conveniente en los debates que se sición de un instituto homeopático superior que se ha susciten sobre la honorabilidad de alguno de sus eíilificado justamente de estado mayor, que, en la su- miembros. posición mas favorable , puede ser admitido y reconoM. Cretin prosigue su proposición como contra-pro. cido en principio que toda comisión , cualquiera que sea yecto á la proposición de la comisión. Sobre este conel número de los miembros que la compongan, no obre tra-proyecto debe fallar el Congreso. Si el Congreso sino con condición de que tenga un objeto muy preciso decide que se discuta el contra-proyecto, resultará, y perfectamente definido. por este mismo hecho, desechado el proyecto de la coM. Luis Cruveilhier espone á sus colegas de la co- misión; si el Congreso no trata de discutir el conlramisión que bajo todos punios de vista es de desear que proycclo, tendrá que discutir el proyecto de la coel proyecto tenga cuenta con las exigencias legítimas y misión. el peusamiento del Congreso bajo los diferentes puntos M. Andouit: M. Cruveilhier no ha espuesto mas que indicados; en consecuencia les presenta un proyecto su opinión y no la opinión de la comisión. La comisión nuevo destinado á conciliar las opiniones que se han acepta la proposición de M. Cretin, ligeramente modisuscitado, o indicar claramente el camino que hay que ficada en su redacción; y sobre esta proposición pide la seguir. Habiendo aprobado la comisión esta idea, comisión al Congreso su sentencia. M. Luis Cruveilhier lee al Congreso su proposición, M. León Marchanl: La proposición de M. Cretin ha precedida de las consideraciones siguientes: sido aceptada en conjunto por la comisión, por mayoría _ El Congreso homeopático, reconociendo como prin- de tres votos contra uno. No hay ninguna solidez ea la cipio y penetrado de que la iniciativa individual queda opinión que M. Cruveilhier acaba de esplanar. hasta nueva orden como el instrumento mas seguro del M. Cruveilhier: Yo creia haber oblenido ahora misprogreso de la doctrina que profesa y de su propaga- mo la aprobación de la comisión. ción, cuenta ante lodo para este objeto con la inteligenM. León Marchanl y M. Andouil: Es un error. cia, la abnegación, el mérito v la honradez de cada uno | Consultado el Congreso, no toma en consideración de sus miembros; " | el proyecto de M. Cruveilher. La discusión se abre so- — 245 — Lre la preposición de M. Crelin y de las enmiendas M. de la Pommeraie lee una Memoi"ia que tiene por propuestas por !a comisión. título : De la diarrea en los niños. Después de una discusión sobre el principio mismo M. Caslaing á nombre de la comisión encargada de de la proposición combatida por MM. Milcenl, Her- proponer el sitio en que tendrá lugar el próximo Conmel, lionnard, Maillot, y sostenida por MM. Andouit greso , lee el dictamen siguienlc: y Crelin, el Congreso pasa á la discusión de los arSeñores: tículos. La comisión que tengo el honor de representar ha Arl. 1." Se ba constituido por el Congreso una cosido encargada de investigar en cuál de las ciudades misión central homeopática, cuya misión es representar ante la administración los intereses cientiOcos y profe- principales de Francia deberla tener su sesión el Congreso homeopático inmediato. sionales de la escuela homeopática. Las ciudades de Lyon, Marsella, Tolosa , Agen, M. Crelin propone se añadan después de estas palabras «ante la administración», estas otras «y la opi- Avignon y muchas otras, estaban designadas preferennión pública.» (Aprobado después de una ligera dis- temente , cuando uno de los dignos vice-presidentes de esta Asamblea, creyó deber dirigir un despacho telecusión.) M. Crelin propone se añadan á la conclusión del gráfico á algunos de nuestros colegas que no podían searticulo «y de 'os interesados; en todos los casos en pararse de su provincia, á fin de que cada uno de ellos que su causa esté enteramente unida á la de la escuela manifestara su opinión, sobre si seria ó no oportuno que el próximo Congreso se reuniese en la ciudad de sa misma. (Aprobado.) Art. 2.0 Esta comisión se ocupará además de la residencia. Lyon, Marsella, Tolosa, Agen, han dado su reselección de los medios convenientes para la propagación de la doctrina homeopática y especialmente de la dura- pnesla; de todas parles, dicen nuestros comprofesores, ción de los Congresos y de la distribución de los pre- que verían con sumo gusto que el año inmediato se reumios propuestos á los concursos y á los puntos dados. niera el Congreso á su alrededor. La comisión ha debido decidir ahora, si entre las (Aprobado.) ciudades que reclaman el honor de recibiros en la reuArt. 3.° En ningún caso se declarará sobre las cues- nión venidera, se hallaba alguna que mereciese ser estiones de doctrina médica suscitadas sea por la prensa ó cogida; y ha recordado que la villa de Marsella acaba bien por las sociedades homeopálicas. (Aprobado.) de ser teatro de un grande escándalo, con motivo de Art. 4." Esta comisión se compondrá de nueve indi- los ataques mas injustos que han sido dirigidos por una viduos, de los cuales cinco se elegirán entre los miem- asamblea alopática contra uno de nuestros mas dignos bros del Congreso residentes en Paris, y cuatro entre y respetables colegas, y ha creído que estaba en el delos residentes en provincias. ber y en la dignidad del cuerpo homeopático entero _ M. Crelin propone el número siguiente: quince indi- reunirse en Marsella, no ya para protejer y defender á viduos , diez elegidos de los residentes en Paris, y cin- nuestro muy estimable compañero, que él solo ha r e co de los residentes en provincias. (Aprobado.) chazado los inauditos ataques que la envidia y la maleArt. 5.° Los miembros de la comisión se elegirán dicencia han suscitado contra él, sino para ir al lugar por mayoría de votos, y su cargo concluirá ú la reunión mismo de tantas iniquidades á plantar la bandera de la del Congreso próximo, al que deberán dar cuenta de su verdad , que lo mismo que en Burdeos y París no será comisión. combatida por nadie con discusiones serias. Por consiguiente la comisión tiene el honor de propoM. Crelin propone asi la redacción de este artículo: Los miembros de la comisión son elegidos por mayoría neros se decida que el Congreso homeopático tenga su de volos en la última sesión de cada Congreso, que se sesión de 1856 en Marsella. Se adoptan y aprueban por unanimidad las conclureunirá cu París cada cinco años. Darán cuenta de su siones del informe. comisión en cada Congreso anual. fSe continuará.) M. Calellan, mayor, pide que no se fije el intervalo entre las reuniones del Congreso en París. M. Crelin se adhiereá esta enmienda; así, después de estas palabras : «en la liltima sesión de cada Congreso», se añaTRIUNFO DE LA VERDAD EN MEDICINA. dirán únicamente estas otras: «reunido en París.» POR El. DOCTOR IMOREAU , Se vola la enmienda de M. Crelin con la enmienda deM. Calellan, y quedan aprobadas. EX-PROFESOR DE I.OS HOSPITALES. Arl. 6." La comisión deberá establecer correspondencias con las Sociedades homeopáticas y con los médicos de provincias y del eslrangero. (Aprobado.) [Continuación.) Arl. 7.° Los recursos de la comisión se compondrán de las suscriciones de los médicos y de todas las perEn algunas fiebres inlermitenles el frió , el calor y la sonas que guslen inscribirse. (Aprobado.) transpiración, lejos de ser bien notables, son casi imArl. 8." La comisión tendrá un reglamento para perceptibles. En lugar del frío, el enfermo esperimenla guiarse en la duración de sus sesiones, y en la cuenta malestar, abatimiento, y la piel toma la eslerioridad de la de gallina , con especialidad en la región lumbar. El de sus recelas y gastos. (Aprobado.) La totalidad del proyecto asi enmendado, es puesla período del calor es á veces muy poco pronunciado , el paciente sufre un embotamiento intelectual, zumbido de íi votación y queda aprobada. Se procede al escrutinio para el nombramiento de los oidos, laten con fuerza las arterias temporales y un estremecimiento general recorre todo su cuerpo. El tercer quince individuos que deben componer la comisión. período, es decir, la transpiración, puede fallar enteM. Pilet lee una Memoria sobre el vitalismo. M. Deslernc lee un trabajo sobre el cateterismo del ramente reemplazándole una abundante secreción de orina. tímpano. — 246 — Esla especie de fiebre que los médieos alópatas han quina; mas para esto es necesario que lodos los síntopodido observar tan bien como los homeópatas, llevan mas se asemejen á los que resultan de la acción de la el nombre de intermitentes, aunque los periodos carac- quina en un sugeto sano: entonces una ó dos pequeñas terislicos hayan, sido poco notables á los ojos de la Es- dosis de las que ya he citado separadas la una de la cuela. El que se preste voluntariamente á los esperimcn- otra por un largo intervalo bastan para conseguir la cutos, no deberá sorprenderse si en vez de saltar en la ración. cama temblando con el frió, no espcrimenta mas que »Hay también bictericias en las cuales son muy pa-r un ligero repeluzno después de haber tomado la quina; recidos los síntomas provocados por la quina. Estas ni ha de causarle admiración si en lugar de sentir un ceden como por encanto á la primera ó lodo lo mas á la calor que le abrase, solo se le presenta una tibieza li- segunda dosis de la tintura y la salud se restablece geramente incómoda. En cambio nosotros le promete- perfectamente. mos los demás fenómenos que la administración de la »Es absolutamente preciso que una fiebre intermiquina provoca en el hombre sano, y que tiene la virtud tente sea igual á la que puede escitar la quina en una de curar empleada en dosis homeopáticas, y son , como persona sana, para que esta sustancia sea el verdadero ya hemos dicho, pesadez en el estómago, vómitos, remedio contra ella; la enfermedad cede entoncesá una diarrea, debilidad , palidez , amargor en la boca y ten- sola dosis, etc., etc » sión en el vientre bajo. Hahnemann anadeen el Organom, pág. 67, par, 1.°: «Multitud de médicos, entre ellos Pecival, Halh y Tendremos un vivo sentimiento al ver enfermo al compañero que se someta á las pruebas; mas como esto Quarin han observado que el uso de la quina ocasiona sucederá por su voluntad, le dejamos la responsabili- pesadez en el estómago. Otros han visto esla sustancia dad de sus padecimientos, cabiéndonos el consuelo de producir los vómitos y la diarrea (Morlón, Friborg, que la nueva doctrina adquirirá un prosélito; porque á Baner y Quarin), el síncope (Dr. Cruger y Morlón), medida que le administremos cada dia una dosis de una gran debilidad y casi palidez (Thomson, Richard, quina Jos efectos serán mas pronunciados y el esperi- Stabl y C.-G. Hischer), amargura en la boca (Quarin y Fischer), en fin, la tensión del bajo vientre. Y cuando mentante se rendirá ante la evidencia. Para no esceder los limites que nos hemos propuesto precisamente estas incomodidades, estos estados mordar á este escrito , concluiremos esta cuestión sobre la bosos se encuentran reunidos en las fiebres intermitenquina, reproduciendo los pasages mas notables de tes; (Torli y Cleghorn, aseguran no haber otro recurso Habnemann al hablar de esla sustancia. Los médicos que la quina. De aquí nace la útilísima administración de la antigua escuela reconocerán, si asi les place, la que se hace de esta corteza en las debilidades, digesprofundidad de miras del autor sobre la esperimenla- tiones laboriosas y ausencia de apetito, consecuencia cion ; reconocerán también el peligro que hay en sepa- de las fiebres agudas, especialmente cuando se las ha rar una proposición de un trabajo completo, aislarla y combatido con sangrías, evacuaciones y debilitantes, terjiversarla , y verán que pueden engañarse lastimosa- porque tiene la propiedad de producir un abatimiento mente si en los comentarios que han pretendido hacer sumo en las fuerzas; debilitar el cuerpo y la inteligencia; dificultar las dijestiones y suprimir el apetito, seno se identifijcan con el autor. Hahnemann dice en su Organon, pág. 407, par. 4.°: gún lo han observado Cleghorn, Friborg, Cruger, Rom«Siendo el primer efecto de la quina provocar abun- berg, Stabl, Thomson y otros.» De lo diclio se infiere, que la quina no cura la fiebre dantes deposiciones, se le encontrará por esto mismo utilisima en ciertos casos de diarrea , cuando los otros intermitente sino en los casos en que esla vá acompasíntomas notables en el enfermo no estén en oposición ñada de todos ó parte de los síntomas arriba menciocon el resto de síntomas producidos por aquella sus- nados, y son, pesadez en el estómago, vómitos, diarrea, palidez, amargor en la boca, tensión en el bajo tancia. «Estudiando bien los casos de gangrena húmeda en vientre, desfallecimiento, escasez de apetito, postración las partes esternas del cuerpo , se hallarán también cu de fuerzas, demacración, etc. el resto de la economía síntomas morbosos semejantes á Luego la quina no tiene la propiedad de escilar una los de la quina: y hé aquí la esplicacion del por qué la fiebre intermitente, ó mejor dicho, de producir los pecorteza del Perú es tan saludable en tales circuns- ríodos de frió, calor y sudor seguidos de calma , sino tancias. cuando el cuerpo está do antemano esencialmente mo»He visto algunas veces dolores agudos que al sim- dificado por esta sustancia y se han provocado los sín-^ ple contacto ó mas ligero movimiento de la parle afecta, lomas apreciables ya mencionados lodos ó la mayor se exasperaban hasta el mas alto grado de intensidad, parte de ellos. y que según las espresiones del enfermo parecíanse Los alópatas convendrán con nosotros que se han mucho á los causados por la quina, desaparecer para equivocado al suponer que Habnemann dijo que la quina siempre con una sola y pequeña dosis de tintura di- cura la fiebre intermitente porque tiene la propiedad de luida, aunque los accesos hubiesen aparecido con fre- producirla cuando no la hay, y se apresurarán á recocuencia ; el mal era homeopáticamente destruido y Is nocer como lo hemos hecho nosotros, que los esperisalud restablecida como por encanto. Ningún medica- menlos hechos con la quina sobre sí mismo, condujeron mento del mundo hubiera producido este efecto, por- al gran maestro á descubrir la ley de los símiles bajo el que ninguno puede producir este síntoma. punto de vista de la terapéutica, y que él ha dicho de »Se observa que la quina nunca dá los resultados fa- la quina lo mismo que de los densas remedios: Una sus•vorables, á menos que el reposo del enfermo no se tur- tancia medicinal cura una enfermedad, cuando la cobe durante la noche, como sucede con los individuos lección de los síntomas de estas es semejante á la Iota-, lidad de los fenómenos que produce esta misma sustansanos á los que se les hace lomar. «Hay lamhien, aunque no muy numerosas, algunas cia al ejercer su acción sobre la economía de un indiduo supuraciones del pulmón, sobre todo en aquellas que sano. van acompañadas de latidos en el pecho que se aumentan ó recrudecen con la presión, suelen curarse con la — 247 V. DE LAS DOSIS INFINITESIMALES. Lamentamos profundamcnle que el revelador de la ley de los símiles no se haya conlenlado en los primeros instantes que siguieron ú su descubrimiento, con dessarroliar los principios relativos al uso de los remedios aislados, que es lo que constituye la especificidad, y á la esperimentacion en el hombre sano, que es lo que demuestra la propiedad curativa en que se funda la ley de ios símiles. Los prácticos, por muy desconfiados que fuesen, y la escuela no obstante su afecto á los antiguos errores, no se admirarían de las maravillas que ofrecen á primera vista las dosis infinitesimales; y se doblegarían de buen grado á esta primera parte del sistema hanehmanniano. Mas tarde, siguiendo por este camino, ensayarían, como lo hemos hecho nosotros, las dosis fraccionadas, cuyas virtudes se desenvuelven por la trituración y sacudidas reiteradas, y cesaría su admiración ante la evidencia de los hechos. 1^0 nos hacemos ilusiones cuando esperamos poner de manifiesto á los ojos de nuestros lectores la eficacia incontestable para nosotros de las dosis infinitamente reducidas, y los pasmosos resultados de la trituración. Sí nuestra convicción se trasmite al espíritu de aquellos que nos lean sin recelo estarán nuestros esfuerzos bastantemente recompensados. Dividiremos en dos párrafos la cuestión de las dosis reducidas. En el primero trataremos de reproducir la historia de las circunstancias que condujeron á Hahnemann al fraccionamiento infinito en la administración de los renifedios; En- el segunda procuraremos dar la esplicacion de, los efectos de las dosis infinitesimales. §. L Razones que impulsaron á Ilahnemann á reducir infinitamente las dosis de los remedios. Si nuestros lectores se desprenden de toda preocupación al abordar.la grave cuestión que se agita, verán que lo que á primera vista presenta de maravilloso, desaparecerá como ha desaparecido para nosotros aun antes de que usásemos las dosis fraccionadas. Cuando hayáis rolo los estrechos limites de su anticuada ciencia"^ terapéutica , renunciado á su vetusta materia médica, consagrado el tiempo á estudiar las propiedades especificas de los remedios y aceptado la ley de los símiles , confesarán con nosotros empuñando los glóbulos ó los frascos de tintura madre, que nuestras doctrinas son ciertas y que por maravillosas que aparezcan, no por esto dejan de efectuarse. Las objeciones que los médicos vulgares hacen á la homeopatía al tratar de las dosis reducidas,, y que nosotros estamos muy lejos de mirarlas con seriedad , son estas: Puesto que vuestros remedios á dosis infinitesimales según decís vosotros, producen efectos tan sensibles , veamos: nosotros los médicos alópatas consentimos de buen grado en lomar un frasco, dos,_ cuantos queráis, ya de mercurio, de arsénico, de opio, sin temor de ser envenenados ni aun sufrir la mas leve perturbación; y cuando veáis palpablemente que uno ó muchos frascos no producen en nosotros ningún fenómeno morvoso, ¿cómo queréis que aceptemos la acción de los glóbulos en una enfermedad grave? Hé aquí nuestra respuesta á esta objeción, que bien podrá ser hecha de buena fé , pero que es esencialmente falsa en su argumentación. Yaís á tragar uno ó muclios tubos de nuestros gíóbffr los, y no seréis ni envenenados ni seriamente enfermos. Y bien, este hecho lejos de combatir las ventajas de las dosis reducidas, no hace mas que confirmarlas. Tomareís un tósigo violento, pero tan alta será la dosis que nada produce digno de lamentar; esta es una prueba de que nuestros remedios no son aligables, y ya es mucho llegar al resultado de poder emplear uíi medicamento venenoso por su naturaleza, sin tcmór'de que ataque á la economía que lo recibe; mas veamos si porque no estéis ni envenenados, ni seriamente enfermos, podéis negar lo que nosotros afirmamos, á saber: que tres glóbulos curan á un enfermo cuando está atacada por una colección de síntomas morbosos que corresponden á la totalidad de los fenómenos que escita en el individuo sano el mismo remedio empleado á "dosis alopáticas. ¿Qué pruebas queréis que os demos? Hemos esperímentado, hemos adquirido la mas sólida certidumbre, vosotros no habéis esperímentado y nó habéis podido adquirirla. Al verificarse lin acontecimiento cualquiera, no son por cierto los que se hallaban lejos del teatro de los hechos quienes pueden ser" llamados como testigos de las circunstancias, y decir que el suceso tuvo ó iio tuvo lugar; para hacer constar un hecho cualquiera, es preciso que depongan las personas que lo presenciaron y de este modo se llega á la averiguación de la verdad. '. Para nosotros y para todos los que hayan praclica'iJó» esperimentos, es claro, palpable, positivo, que ciertos remedios empleados á las dosis prescritas en vuestros formularios, provocan fenómenos semejantes á ciertos síntomas de la enfermedad. Sentado esto , Hahnemann y sus discípulos se han convencido de que las enfermedades que presentan síntomas semejantes á los fenómenos provocados por ciertos medicamentos son ventajosamente combalidos con ellos mismos. Eslacsla primera ley de la doctrina de Hahnemann. La segunda que él ha establecido es: que los remedios reducidos á la mas mínima fracción no conservan sus propiedades venenosas, pero si su eficacia médica y bienhechora. Antes de reproducir los pasajes de Hahnemann que tienen relación con nuestra tesis , podemos consignar en provecho de nuestra causa, que hace ya muchos años que los prácticos alópatas relegaron á un rincón de su biblioteca médica , únicos tesoros donde podían encontrar los recursos de su arte, y en los cuales está escrito, como lo escribía Dioscórides hace diez y ocho siglos y con gruesos caracteres: Sustancias disolventes, incisivas, diuréticas, sudoríficas, emenagogas, anodinas, anliespasmódicas, laxantes, ele. También debemos manifestar que si rechazan los libros de Hahnemann los alópatas, siguen la misma senda que él trazó á la ciencia. Vamos á probarlo: Tiempos atrás leimos una memoria sobre las pildoras por M. Garnier, farmacéutico de París, siguiendo los principios del Dr. Munarel. Seguramente no se acusará al farmacéutico M. Garnier de haber sorprendido á la alopatía en beneficio de la doctrina homeopática. El Dr. Munaret es uno de los médicos mas sabios y mas dignos que conocemos, y al mismo tiempo el mas entusiasta por la profesión, el mas verídico del mundo , y que no podrá parecer sospechoso á los ojos de la Escuela. Pues bien, siguiendo las ideas del Dr. Munaret, M. Garnier apunta en su Ubro los remedios que la medicina prática, enemiga de la doctrina de Hanehmann, y que se convierte en homeópata sin apercibirse de ello. 248 — emplea en la actualidad bajo la forma de pildoras. Hé «La pildora, dice el Dr. Munaret, es una grajea aquí la lista: compuesta de azúcar y de goma, y que no contiene Pildoras de digital, generalmente mas que una porción pequeñísima de me— de acónito, dicamento ; un miligramo, por ejemplo, por cada diez — de ácido arsenioso, centigramos de azúcar. Los granos se enumeran para — de atropina, llegar á una dosis mas fuerte, donde administráis uno — de morfina, solo en un vehículo, porque es demasiado soluble.» — de estricnina, Este método de administración, ¿no es por ventura — de valeriana, el mismo empleado por Hahnemann en sus primeros — de conicina, ensayos, y que lo condujeron mas larde á las dosis mas — de opio, fraccionadas aún ? — de ipecacuana, fSe continuará.) — de belladona, — de mercurio, .— deálves, — de calomelanos, — de hierro, VARÍEDADES. — de carbón, — de kermes, — de felandrio, nombramiento.—lian sido nombrados peritos ve— de ruibarbo, partidores de la contribución de médicos-cirujanos para — de sanlonina, — de azufre, el año de 4836, los Sres. Tejedor, Pinilla, Chicote, Arias, — de bismuto, etc. y Lartiga; y síndicos para el mismo año, los Sres. Guerra Esta lista presentada á la Escuela, aceptada por ella (D. Manuel), Leganés, y Fernandez (D. Juan). y promulgada en la [práctica, es cien veces mas elocuente que cuantos razonamientos nos esforzáramos en üota oficial del número de invadidos y muertos del hacer en defensa de la homeopatia. En efecto, ¿no es cólera morbo asiático en Madrid en los dias que se espresan. esta una prueba incontestable de que la Escuela quiere concluir con todas las amalgamas de sustancias, cuyas Sias. Invadidos. Maerlos. propiedades se destruyen mutuamente y que desea encontrar en cada remedio la virtud que posee contra cada enfermedad; en una palabra, que declamando 30 octubre. . . . 19 . . . . . . . 18 contra la doctrina de Hahnemann, se escuda con sus . 16 . . . . . . . 19 31 ideas queriendo aprovecharse de ellas? En cuanto á nosotros no hallamos otra diferencia en\." noviembre. . 5 . . . . ... 7 tre la tendencia de la Escuela y las ideas establecidas 2 . 7 . . . . . . . 8 por el gran maestro hace cerca de cincuenta años mas 3 . 6 . . . . ... 9 gue la siguiente: 2 1.° En que á fuerza de numerosos esperimentos la . . . 3 4 homeopatía ha llegado á convencerse de que los efectos 5 ... 8 sensibles y afortunados de los remedios sobre la eoo6 5 . 0 . . . . ... Bomia morbosa, deben atribuirse á la ley de los símiles, 7 . 3 . . . . . . . 1 y la Escuela no se ha ocupado de conocer, repulsar ó aceptar esta ley. . 2 . . . . . . . 1 8 2." Que Hahnemann ha conseguido establecer como positivo, que las sustancias medicinales poseen propie78 70 dades susceptibles de desenvolvimiento, por la trituración y sacudimiento reiterado, lo que permite emplear- Sumas anteriores. . . .8237 3893 las á dosis infinitamente redticidas. Supongamos que Hahnemann se hubiese reservado el 3671 conocimiento de la acción de los remedios á dosis infinitamente reducidas, que se hubiese detenido en los primeros pasos dados en el conocimiento de la especificidad de los medicamentos; la Escuela y él nos parecerían hoy dia perfectamente de acuerdo. La Escuela . ' acepta la idea felizmente concebida por el Dr. Munaret, MADRID. de emplear los remedios en forma de pildoras, y la práctica ordinaria háse apresurado á reconocer las venIMPRENTA DE HI6INI0 KENESES, tajas. Veamos si la pildora es el primer paso dado hacia el glóbulo, ó si es el sendero de la tintura madre. calle de Valverde, uúm. 24. CONDICIONES DE LA SUSCRICION EN PROVINCIAS , ESTBANJERO Y ULTRAMAR. Se suscribe en provincias, a í 8 rs. al año: Jera de la Frontera, casa del Dr. Sr. Conde de Villacreccs, médico homeópata; í/urcío , casa de D. Mariano Marin y Monserrat, médico homeópata; Iteinosa, casa del Sr. Camaleño, farmacéutico homeópata; Sevilla, casa de D. José Mellado Ponce, botica de la Estrella; Yalladolid, casa del Dr. D. Antonio Revuelta, plaza del Rosario, núm. 10; y en los deraas pontos do la Península por medio de libranzas sobre Correos, letras de fácil cobro ó H 2 sellos del franqueo de caitas de los de cuatro cuartos. —En Ultramar fijan el precio los corresponsales; se suscribe en la Habana , en casa de D. Andrés Granpera, calle del Obispo, nutn. l í a ; en Puerto-Rico, en casado Marqueía.O; en Ncw-York, 11. Bailliere, 29, Broadway; en Méjico, Castro de Palomino, calle de Capuchinos,num. 3 ; «n Valparaíso, Sr. Ezquerra._En el Estrangeroá 60 r s . al aBo; se suscribe en Pflrt», en la librería de J . B. Baillieire, rueHauteleuille, If; V-OT/^ /é