E n medio'de'tan fundados temores y recelos se abren nuevos caminos en nuestra Península. E n efecto , parece que estaba reservada á nuestros médicos españoles , introductores del específico en E u r o p a , la inmortal gloria de estender su administración en abundancia y á grandes tomas .á todas las calenturas sin exceptuar las inflamatorias. -)Ya hemos; insinuado antes en varios lugares la nueva práctica, de las opiatas, y las prodigiosas cantidades de Quina consumidas en las últimas epidemas, cuyas favorables resultas se han anunciado en nuestros papeles periódicos, y otros opúsculos sueltos, con que se ha dado razón al público de las nuevas tentativas de nuestro ilustre Masdevall. Hemos manifestado también con ingenuidad »1 y solo por el alto respeto que d e b e mos á la salud publica , nuestros recelos acerca de su administración en extractos y opiatas, al paso mismo que hemos elogiado las profundas meditaciones que han costado á.sus célebres inventores H a e n - y Masdevall unos atrevimientos tan felices. P o r desgracia carecieron ellos inculpablemente del conocimiento de las especies oficinales, y de su verdadera preparación: de modo que mientras subsista la ignorancia de estos dos puntos cardinales no podrá.alcanzar la humanidad todo el beneficio que se prometen hacerla los profesores mas aficionados á la Quina. ( A u n en medio de esos inevitables errores, ¿cuánto no se hubiera adelantado en cualesquiera de las épocas combatiendo con mas acierto el terrible azote de la peste? D e b i ó prestárseles oidos mas favorables á' los generosos clamores de R u s h w o r t y Hecquet con -el motivo de la peste de M a r s e l l a : y á la verdad que es este un punto demasiado importante i para dejarlo en silencio, cuando pretendemos persuadir que apenas habrá calentura que se resista al buen uso de la Quina. Ignoramos la sensación que causarían entre los sabios miembros>de la sociedad de .¿ondres los saludables, a v i s o s - d e R u s - 1