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Bruselas, 30 de noviembre de 2000
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El proyecto de Directiva introduce normas nuevas y más sencillas, pensadas para
garantizar que sólo se comercializan productos seguros. Los principales elementos
de la revisión son una mayor transparencia, una vigilancia más activa del mercado y
unas normas más simples que permitan intervenir con rapidez para retirar del
mercado los productos peligrosos. Un elemento nuevo es la prohibición de exportar
a terceros países productos que hayan sido prohibidos en la Unión Europea. La
Directiva supone también una consolidación del sistema de alerta rápida.
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En el proyecto de Directiva se aclara cuáles son los productos que quedan
contemplados. En el futuro, las normas de protección de la salud y la seguridad de
los consumidores contenidas en la Directiva se aplicarán a todos los productos de
consumo, incluidos los productos que «emigran» del sector profesional al mercado
de consumo, como ha ocurrido, por ejemplo, con los punteros láser, y los productos
utilizados o puestos a disposición de los consumidores por empresas de servicios,
como pueden ser centros de estética, hoteles, suministradores de gas y electricidad,
etc. Todos ellos quedan incluidos explícitamente en el ámbito de la Directiva. Se
pretende que sirva de complemento a la legislación comunitaria sectorial,
estableciendo requisitos aplicables a productos no sujetos a ninguna legislación
sectorial específica (por ejemplo, productos de cuidados infantiles, mecheros, etc.).
Una vigilancia del mercado activa y eficaz
Se conseguirá que la vigilancia del mercado sea más activa y eficaz afianzando las
obligaciones y los poderes de las autoridades de vigilancia nacionales e imponiendo
sanciones más estrictas a nivel nacional. Las organizaciones de consumidores han
llamado la atención en repetidas ocasiones sobre la existencia de productos
inseguros en el mercado, a pesar de las normas de seguridad vigentes. Las
empresas que comercializan productos inseguros tienen una ventaja competitiva
injusta sobre aquellas que sí cumplen las normas de seguridad. Tanto las
organizaciones de la industria como las organizaciones de consumidores han
intentado conseguir que se apliquen una vigilancia y unas sanciones más estrictas.
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Se está mejorando el sistema de alerta rápida que funciona a escala de la Unión
Europea. Si hay un producto que plantea un riesgo grave, se informará
inmediatamente a la Comisión, que a su vez alertará a los Estados miembros. Si es
necesario, se pueden adoptar medidas de urgencia a escala europea. También se
prevé que el sistema de alerta rápida (RAPEX) controlado por la Comisión sea
accesible a terceros países, para minimizar así los riesgos que amenazan a los
consumidores.
Se simplifican y se hacen más eficaces los procedimientos de urgencia para prohibir
la comercialización de determinados productos, retirarlos de los locales comerciales,
o bien recuperarlos si ya han sido adquiridos por los consumidores. La Comisión
puede tomar medidas rápidas de intervención en el mercado para hacer frente a
riesgos graves que requieren una intervención rápida; estas medidas pueden tener
una validez de hasta un año, y no de sólo tres meses como sucede actualmente. La
validez de las medidas de urgencia puede ser ilimitada si se refieren a un producto o
lote de productos aislado. También estará prohibido exportar a terceros países
productos que hayan sido prohibidos o retirados del mercado aplicando medidas
comunitarias de urgencia.
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La revisión impone a los productores y los distribuidores la obligación de informar a
las autoridades cuando determinen que alguno de los productos que suministran es
peligroso. Además, deben colaborar con ellas, sobre todo en el momento de hacer
un seguimiento de los productos peligrosos y de recuperarlos.
En la actualidad, las autoridades competentes desconocen en muchas ocasiones
los peligros que presentan los productos, pues los operadores económicos no están
obligados a informarlas.
«La situación actual no es ni mucho menos ideal. Algunas veces, son las
autoridades de terceros países las que informan a las autoridades de los Estados
miembros de que un producto europeo es peligroso, y no existe ningún requisito
legal que exija a la industria de la Unión Europea que informe a las autoridades
europeas de la retirada de un producto», dijo el Comisario Byrne.
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Para aumentar la transparencia, el proyecto de Directiva introduce nuevas
obligaciones para los productores y los distribuidores, que deben informar a las
autoridades y colaborar con ellas si se determina que algún producto es peligroso.
Establece el principio de que toda información sobre productos peligrosos debe
notificarse a las autoridades públicas, y de que esta información se intercambie
gratuitamente entre las autoridades de ejecución nacionales. Además, los
consumidores tienen derecho a saber qué productos son peligrosos y qué medidas
se han tomado al respecto.
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