Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra [Fuente: Los escritos de Nichiren Daishonin, Tokio, Soka Gakkai, 2008, págs. 6-33.] Había una vez un viajero que, acongojado, hablaba de esta forma a su anfitrión: --En los últimos años, ha habido raras perturbaciones en los cielos, acontecimientos extraños sobre la tierra, pestes y hambrunas en cada rincón del imperio, que se extienden al resto del país. A lo largo de los caminos yacen bueyes y caballos muertos, y en las avenidas se apilan los huesos de los difuntos. La muerte se ha llevado a más de la mitad de los habitantes, y cuesta hallar a alguien que no deplore la situación. »Y mientras todo esto sucede, algunos ponen su esperanza en la «filosa espada» 1 del buda Amida y entonan el nombre de este amo de la tierra occidental; otros creen que escuchando el nombre del buda Maestro de la Medicina «sanarán todos sus males»2 y recitan el sutra que describe a El Que Así Llega de la Región Oriental. Hay quienes confían en el fragmento del Sutra del loto que dice «Su enfermedad será erradicada y no conocerá la vejez ni la muerte», 3 y rinden tributo a las espléndidas palabras de ese sutra; otros, confiando en el pasaje que sostiene «Los siete desastres desaparecerán al instante, y los siete beneficios se manifestarán al instante, y los siete beneficios se manifestarán de inmediato», 4 realizan ceremonias en las que cien sacerdotes exponen el sutra en otras tantas plataformas de prédica.5 Están los que siguen las enseñanzas esotéricas de la escuela Palabra Verdadera y realizan rituales en los que llenan cinco jarrones de agua, 6 y otros que se consagran íntegramente a la meditación en posición sentada y tratan de percibir la vacuidad de todos los fenómenos con la misma claridad de la luna.7 Ciertas personas escriben los nombres de los siete espíritus guardianes8 y los adhieren a mil portales; otros pintan imágenes de los cinco poderosos bodhisattvas9 y las cuelgan sobre diez mil umbrales, y también están los que oran a las deidades celestiales y terrenales en ceremonias celebradas en las cuatro esquinas de la capital y en las cuatro fronteras de la nación. Los gobernantes, apiadados del sufrimiento del pueblo, conducen con benevolencia los asuntos nacionales y locales. »Pero tales esfuerzos no hacen sino agotar a todos en vano. Las hambrunas y epidemias recrudecen con más furia que nunca; nuestros ojos se topan con mendigos a cada paso y se horrorizan ante las escenas de muerte que invaden nuestra visión… Los cadáveres se apilan formando atalayas; los cuerpos sin vida, uno al lado del otro, se alinean como tablones de un puente. »Si miramos a nuestro alrededor, vemos que el Sol y la Luna siguen desplazándose en sus órbitas, como de costumbre, y que los cinco planetas 10 mantienen su curso habitual. Los tres tesoros del budismo están vigentes, y el período de los cien reinados aún no ha terminado.11 Pero entonces, ¿por qué el mundo ha caído en la decadencia, por qué las leyes del estado han perdido validez? ¿Qué anda mal? ¿Cuál es el error que aquí se ha cometido? Entonces, intervino el anfitrión: --Llevo largo tiempo cavilando sobre este panorama, que mucho me indigna. Pero ahora que usted ha venido podemos lamentarnos juntos. ¡Conversemos extensamente sobre esta cuestión! »Cuando un hombre abandona la vida familiar y entra en el Camino del budismo, es porque anhela lograr la Budeidad mediante las enseñanzas del Buda. Pero en esta época, los intentos de conmover a las deidades fracasan, y las apelaciones al poder de los budas no dan resultado. Cuando observo con detenimiento el mundo actual, veo gente que se entrega a la duda por la falta de comprensión correcta [de los sacerdotes eminentes]. El pueblo alza los ojos al cielo y da voz a su frustración, o vuelve la mirada a la tierra y se hunde en un abismo de desesperanza. »Con los limitados recursos que están a mi alcance, me puse a analizar esta cuestión en profundidad, y a leer algunas escrituras en busca de respuestas. El pueblo de hoy vuelve las espaldas a la bien y jura lealtad al mal. Por esta razón, las deidades benevolentes han abandonado el país y han partido en masa; y por este motivo los venerables se marchan para no regresar. En su lugar, acuden demonios y funciones negativas, y se producen catástrofes y calamidades. No puedo callar ante esto lo que ocurre, ni silenciar mi temor. --Estos desastres que azotan el imperio –respondió el huésped—, estas calamidades que se abaten sobre le país… No soy el único que sufre por ellas; la angustia pesa sobre toda la población. He tenido el privilegio de entrar en un salón perfumado de orquídeas12 y de escuchar sus iluminadas palabras. Habla usted de deidades y de venerables que se alejan; de desastres y calamidades que llegan para ocupar su lugar… Pero ¿en qué sutras fundamenta su opinión? ¿Podría citarme algunos pasajes que prueben su punto de vista? --Podría citar numerosos fragmentos –propuso el anfitrión—, y ofrecerle una amplia variedad de pruebas. Por ejemplo, en el Sutra de la luz dorada leemos: «[Los cuatro reyes celestiales dijeron al Buda:] ― Aunque este sutra existe en el país, su gobernante jamás ha dejado que se lo propagara. En su fuero interno, se aparta de él y no se solaza escuchando sus enseñanzas. No le hace ofrendas ni le rinde tributo, ni lo ensalza. Tampoco está dispuesto a rendir tributo o hacer ofrendas a las cuatro clases de budistas que abrazan el sutra. Finalmente, a nosotros y a los incontables seres celestiales que son nuestros seguidores se nos hace imposible escuchar esta profunda y hermosa enseñanza. El gobernante nos priva del dulce néctar de sus palabras y nos aleja de la corriente de la enseñanza correcta, de tal forma que vemos escurrirse nuestra fortaleza y majestad. Así pues, crece el número de seres que ocupan los malos caminos, y mengua el número de los que habitan en los estados humano y celestial. Los hombres caen en el río de los sufrimientos del nacimiento y la muerte, y vuelven las espaldas al camino que conduce al nirvana. »Honrado por el Mundo, nosotros, los cuatro reyes celestiales, y nuestros muchos seguidores, y los yakshas y otros seres, al ver esta situación hemos decidido marcharnos del país, pues no hemos decidido marcharnos del país, pues no estamos dispuestos a protegerlo. Y no somos sólo nosotros los que repudiamos a este gobernante. Todas las grandes deidades benevolentes que custodian y vigilan las incontables regiones del país invariablemente lo rechazarán. Y cuando nosotros y los demás hayamos abandonado esta nación, entonces en el país sucederán muchos desastres diferentes, y el gobernante caerá del poder. Ni un solo habitante de la población inclinará su corazón hacia la bondad; no habrá sino sometimiento y esclavitud, muerte y perjuicio; ira y discordia. Los hombres se calumniarán o se tratarán con adulación, y las leyes serán tergiversadas para hacer sufrir a los inocentes. Cundirán las pestes, aparecerán cometas uno tras otro, se verán dos soles juntos, y se producirán eclipses con frecuencia desusada. Arcos blancos y arcos negros atravesarán el cielo cual presagios de infortunio, caerán estrellas, la tierra se estremecerá, y de los pozos brotarán extraños ruidos. Habrá lluvias torrenciales y vientos fuera de estación, el hambre será una presencia continua, y los granos y frutos no madurarán. La nación será saqueada e invadida por maleantes de otras regiones; el pueblo sufrirá toda suerte de dolores y pesares, y no habrá un solo sitio donde se pueda vivir en condiciones seguras‖». »El Sutra de la gran compilación afirma: «Cuando las enseñanzas del Buda realmente se pierdan y se apague su brillo, la gente se dejará crecer la barba, el pelo y las uñas, y las leyes del mundo caerán en la ignorancia y el olvido. En ese momento, ruidos ensordecedores llenarán el aire, y la tierra temblará. Todo en el mundo comenzará a moverse como la rueda de un molino de agua. Se rajarán los muros de las ciudades, y las casas y moradas se desplomarán. Las raíces, ramas, hojas, pétalos y frutos perderán sus propiedades medicinales. Con excepción de los cielos de la pureza,13 todas las regiones del mundo del deseo quedarán privadas de los siete sabores 14 y de las tres clases de vitalidad,15 hasta que ya no quedará ni un resto de ellos. En ese momento, todos los buenos discursos que conducen a los seres humanos a la emancipación desaparecerán. Escasearán las flores y frutos que crecen sobre la tierra, y perderán su dulzura y sabor. Se secarán los pozos, fuentes y estanques, y la tierra se tornará reseca y quebradiza, hasta formar gruesas grietas y hondonadas. El fuego arrasará las montañas, y los seres celestiales y dragones dejarán de producir lluvias. Las semillas de los cultivos se marchitarán y secarán, perecerán todas las plantas vivientes y hasta las malezas cesarán de crecer. Y del cielo caerá polvo, hasta oscurecer la luz del sol y de la luna. »La tierra en las cuatro direcciones sufrirá sequías, y, en su sucesión constante, aparecerán malos presagios. Se multiplicarán las diez malas acciones; especialmente, la codicia, el odio y la estupidez, y los hombres –como si fueran corzos dejarán de pensar en sus padres y madres.16 Los seres vivos serán cada vez menos numerosos; disminuirá su longevidad en la misma medida en que decrecerán sus fuerzas físicas, su dignidad y capacidad de disfrutar. No conocerán el deleite de los mundos humano y celestial, y caerán todos en los malos caminos. Los perversos gobernantes y monjes que llevarán a cabo estas diez malas acciones maldecirán y destruirán mi enseñanza correcta, y les harán muy difícil permanecer allí a los seres de los mundos humano y celestial. En ese momento, las deidades benevolentes y los reyes celestiales, que acostumbran apiadarse de los seres vivos, abandonarán esta nación impura y malvada, y se marcharán a otras regiones». »El Sutra de los reyes benevolentes dice: «Cuando el desorden se instala en un país, los espíritus son lo primero que muestra señales de desenfreno. Como proliferan los [malos] espíritus, todo el pueblo de la nación se descontrola. El país es saqueado por invasores, y la gente común se ve expuesta a la aniquilación. El gobernante, los sumos ministros, el príncipe heredero, los demás príncipes y los cientos de oficiales disputan entre sí sobre el bien y el mal. El cielo y la tierra son escenario de portentos y de extraños sucesos; las veintiocho constelaciones, las estrellas, el Sol y la Luna se dejan ver en momentos desusados y en posiciones irregulares, y se producen numerosas revueltas de forajidos». »El mismo sutra también señala: «Ahora, cuando empleo las cinco clases de visión para percibir claramente el pasado, el presente y el futuro, veo que, en sus existencias pasadas, todos los gobernantes prestaron servicio a quinientos budas, y que por esa razón pudieron llegar a ser emperadores y soberanos. Y esa es, también, la causa por la cual los diversos venerables y arhats nacen en sus naciones y prodigan grandes beneficios. Pero si, en algún momento, la buena fortuna de estos soberanos llegara a extinguirse, todos los venerables los abandonarían y se alejarían. Y cuando los venerables se marchan, los siete desastres se abaten sin falta». »El Sutra Maestro de la Medicina afirma: «Si llegasen a caer desastres y calamidades sobre los miembros de la clase kshatriya gobernante y sobre los reyes ungidos, 17 esas catástrofes serán las siguientes: la calamidad de enfermedades y pestes que se extenderán en toda la población; la calamidad de una invasión procedente de tierras extranjeras; la calamidad de una rebelión dentro del propio territorio; la calamidad de irregularidades y apariciones extrañas en las constelaciones y estrellas; la calamidad de precipitaciones y vendavales fuera de estación; la calamidad de lluvias que no caen incluso durante la temporada lluviosa, cuando deberían hacerlo». »En el Sutra de los reyes benevolentes [el Buda se dirige al rey Prasenajit con estas palabras:] «Gran Rey, la región donde hoy prevalecen mis enseñanzas consta de mil millones de mundos Sumeru, con mil millones de soles y de lunas. Cada uno de estos mundos Sumeru posee cuatro continentes. En el continente meridional de Jambudvipa, hay dieciséis grandes Estados, quinientos Estados de mediana extensión y diez mil Estados pequeños. En ellos, pueden aparecer siete clases de temibles calamidades. Y los gobernantes de dichos estados coinciden en que se trata de verdaderos desastres. ¿Cuáles son, entonces, esas catástrofes? »Cuando el sol y la luna se apartan de sus órbitas regulares, cuando las estaciones se suceden en el orden incorrecto, cuando aparece un sol rojo o un sol negro, cuando dos, tres, cuatro o cinco soles aparecen al mismo tiempo, cuando el Sol se eclipsa y se apaga su luz, o cuando aparece rodeado de una, dos, tres, cuatro o cinco coronas, ese es el primer desastre. »Cuando las veintiocho constelaciones no siguen su curso habitual, cuando la Estrella de Metal,18 la Estrella de la Escoba, la Estrella de la Rueda, la Estrella del Demonio, la Estrella del Fuego, la Estrella del agua, la Estrella de Viento, la Estrella del cazo, la Osa Mayor, la Osa Menor, las grandes estrellas de los Cinco Destacamentos y las muchas estrellas que rigen sobre el gobernante, los tres altos ministros principales y los cientos de oficiales manifiestan algún tipo de comportamiento extraño, este es el segundo desastre. »Cuando enormes incendios devoran el país y la población muere quemada, o cuando estallan incendios producidos por el fuego demoníaco, el fuego de los dragones, el fuego celestial, el fuego de las deidades de la montaña, el fuego humano, el fuego de los árboles o el fuego de los bandidos, 19 cuando suceden estos portentos, ocurre el tercer desastre. »Cuando grandes inundaciones ahogan la población, cuando las estaciones no siguen el orden correcto y llueve en invierno, nieva en verano, hay truenos y relámpagos en invierno, y en el sexto mes se producen heladas, escarcha y granizo; 20 cuando hay precipitaciones rojas, negras o verdes; cuando se derrumban montañas de barro y piedras; cuando llueve polvo, arena o grava; cuando los ríos y arroyos fluyen hacia atrás; cuando las montañas flotan y el agua arrastra los peñascos; cuando suceden hechos incomprensibles de esta naturaleza, se produce el cuarto desastre. »Cuando la población muere a causa de los terribles vientos; cuando los huracanes arrasan de una vez la tierra, las montañas y los ríos, los árboles y bosques; cuando se producen vendavales fuera de temporada; cuando soplan vientos negros, rojos, verdes, vientos celestiales, terrenales, vientos de fuego y de agua; 21 cuando se registran portentos de esta clase, ese es el quinto desastre. »Cuando el cielo y la tierra y el país entero son abrasados por un calor atroz, y el aire parece arder en llamas; cuando las cien plantas se marchitan y las cinco clases de granos22 dejan de madurar; cuando la tierra se calcina y enrojece, y perecen todos los habitantes; cuando suceden portentos de esta naturaleza, se produce el sexto desastre. »Cuando se alzan enemigos por todos los flancos e invaden la nación; cuando aparecen rebeldes en la capital y en las regiones aledañas; cuando llegan bandidos de fuego, bandidos de agua, bandidos de viento, bandidos de los demonios,23 y la población se ve sometida al caos y a la devastación, y estalla luchas armadas y saqueos por doquier, cuando acontecen hechos de esta índole, se produce el séptimo desastre». »El Sutra de la gran compilación afirma: «Aunque, durante incontables existencias del pasado, el regente de un Estado haya practicado la donación de ofrendas, observado los preceptos y cultivado la sabiduría, si ve que mis enseñanzas corren peligro de extinguirse y permanece de brazos cruzados, sin hacer nada para protegerlas, las muchas e invalorables raíces de bondad que haya plantado durante las prácticas mencionadas se borrarán íntegramente, y el país será escenario de tres acontecimientos ominosos. El primero es el alza en los precios de los granos; el segundo es la guerra; y el tercero, las epidemias. Todas las deidades benevolentes abandonarán el país, y aunque el gobernante emita órdenes, el pueblo no las obedecerá. La nación será continuamente invadida y hostigada por los países vecinos. Estallarán violentos incendios sin control, soplarán lluvias y rugirán vientos, las aguas crecerán y se desbordarán, y los habitantes serán arrastrados por la corriente o por los vendavales. Los parientes del gobernante, por linaje paterno y por vía materna, conspirarán y tramarán actos de rebelión. No pasará mucho tiempo antes de que el soberano caiga gravemente enfermo; cuando concluya su vida, renacerá en el gran infierno. […] Y la misma suerte correrán la esposa del gobernante, su heredero, los altos ministros de Estado, los señores feudales de las ciudades, los jefes de las aldeas y los generales, los magistrados de los distritos y los demás funcionarios». »Los pasajes que he citado de estos cuatro sutras son harto claros. ¿Qué persona en diez mil podría dudar de su significado? Y sin embargo, los ciegos y los que viven bajo la ilusión confían insensatamente en doctrinas distorsionadas y no reconocen la enseñanza correcta. Por ende, en todo el imperio la gente de estos días se inclina a apartarse de los budas y de los sutras, y ya nadie se empeña en protegerlos. A causa de esto, las deidades benevolentes y los venerables abandonan la nación y se retiran de sus sitios acostumbrados. Por este motivo, las funciones demoníacas y los malos espíritus 24 ocasionan desastres y provocan calamidades. Al oír tales palabras, el huésped montó en cólera y arguyó: --El emperador Ming de la dinastía Han posterior, habiendo comprendido el significado de su sueño sobre un hombre dorado, acogió las enseñanzas [del budismo] traídas a su país por blancos caballos.25 El príncipe Jogu, tras sofocar la rebelión de Moriya [oponente del budismo], 26 procedió a construir templos y pagodas. A partir de ese momento, desde el soberano hasta el último súbdito, todos veneraron las imágenes del Buda y prestaron atención a las escrituras. Y por tal motivo, en los monasterios del monte Hiei y en la capital meridional de Nara, en los templos Onjo-ji y To-ji, a lo ancho y a lo largo de la tierra limitada por los cuatro mares, en las cinco provincias del área de la capital y en las siete zonas fronterizas, las imágenes del Buda y las escrituras budistas han imperado como estrellas en el firmamento, y los salones dedicados a la veneración se han diseminado como nubes. Los que pertenecen al linaje de Shariputra meditan sobre la luna en la cumbre del Pico del Águila; los que siguen las tradiciones de Haklenayashas transmiten las enseñanzas del monte Kukkutapada.27 ¿Cómo, entonces, puede alguien decir que las enseñanzas predicadas por el Buda a lo largo de su vida son objeto de desprecio o que los tres tesoros del budismo han dejado de prevalecer? Si hay pruebas que fundamenten semejante argumentación, me gustaría escucharlas. El anfitrión, ansioso por esclarecer su postura, replicó: --Es cierto que los recintos budistas se erigen en hilera continua, tejado contra tejado, y que las bibliotecas de sutras forman fila, alero contra alero. Los sacerdotes abundan como juncos o bosques de bambús; los monjes son una presencia tan común como el arroz o los tallos de cáñamo. Es cierto que los templos y sacerdotes son objetos de honor desde hace siglos, y que se los sigue honrando cada día más. Pero los monjes y prelados de la época actual son aduladores y astutos, inclinados a confundir al pueblo y a guiarlo por la senda falsa. El gobernante y los súbditos carecen de comprensión certera y no logran distinguir entre lo correcto y lo falaz. »El Sutra de los reyes benevolentes, por ejemplo, expone: «En muchos casos, monjes corruptos, ávidos de fama y de provecho económico, ser presentarán ante el regente, el príncipe heredero u otros príncipes, y se encargarán de predicar doctrinas que llevarán a violar la Ley budista y a destruir el país. El regente, incapaz de percibir la verdad de la situación, escuchará estas doctrinas y depositará su fe en ellas y procederá a crear reglamentaciones de naturaleza perversa, que no concuerdan con las reglas de la disciplina budista. De esta forma, ocasionará la ruina del budismo y de la nación». »En el Sutra del nirvana, se indica: «¡Bodhisattvas, no temáis a elefantes enfurecidos! ¡Es a los malos amigos a quienes debéis realmente temer! […] Aunque os mate un elefante furioso, no caeréis en los tres malos caminos. Pero si un mal amigo os destruye, sin falta os hundiréis en ellos». »El Sutra del loto afirma: «En esa época corrupta, habrá monjes de sabiduría perversa y de corazón malvado, aduladores y deshonestos, que creerán haber obtenido lo que en realidad no poseen, inclinados a la soberbia y la jactancia. O habrá monjes que vivirán retirados en los bosques, vestidos con andrajos, que dirán estar practicando el Camino verdadero, y despreciarán o tratarán con desdén a toda la humanidad. Ávidos de riquezas y de protección, predicarán la Ley a laicos de túnicas blancas y serán respetados y venerados por el mundo como si fuesen arhats dueños de los seis poderes trascendentales. […] Como en medio de la gran multitud continuamente tratan de difamarnos, se dirigirán a los gobernantes, sumos ministros, brahmanes y jefes de familia, así como a otros monjes, para calumniarnos y hablar mal de nosotros, y difamarnos así: ― ¡Estos son hombres de ideas perversas, que predican doctrinas no budistas!‖ […]. En un kalpa impuro, en una era malvada, habrá muchas cosas a las cuales temer. Demonios malignos tomarán posesión de los demás y, por medio de ellos, nos maldecirán, difamarán y cubrirán de escarnio. […] Los monjes corruptos de esa era impura, incapaces de comprender los medios hábiles del Buda y de entender que él predica la Ley de acuerdo con lo apropiado, nos enfrentarán con lenguaje grosero y ceños fruncidos; una y otra vez seremos expulsados».28 »En el Sutra del nirvana se dice: «Cuando yo haya fallecido, al cabo de incontables centurias, también habrán muerto los venerables de los cuatro niveles.29 Cuando haya terminado el Primer Día de la Ley y comenzado el Día Medio de la Ley, habrá monjes que darán la impresión de respetar las reglas de la disciplina monástica. Pero apenas leerán o recitarán los sutras y, en cambio, ansiarán toda clase de bebidas y manjares con que nutrir su cuerpo. A pesar de ir ataviados como monjes, deambularán al acecho de limosnas como cazadores de mirada furtiva y andar sigiloso. Serán como gatos agazapados frente a un ratón. Y constantemente repetirán: ― ¡He llegado al nivel de los arhats!‖. Por fuera, parecerán sabios y bondadosos, pero por dentro alimentarán sentimientos de envidia y de codicia. [Y cuando se les pida que prediquen las enseñanzas, no dirán nada,] como brahmanes que han hecho votos de silencio. Lejos de ser monjes verdaderos, de monjes sólo tienen el aspecto exterior. Consumidos por sus ideas distorsionadas, actúan contra la enseñanza correcta». »Cuando contemplamos el mundo desde la perspectiva de estos pasajes de las escrituras, vemos que la situación es exactamente como la descrita. Sin reconvenir a los malos sacerdotes, ¿qué esperanza tenemos de hacer el bien? El huésped, más indignado que nunca, dijo: --Un monarca sensato perfecciona su gobierno actuando de acuerdo con los cielos y con la tierra; un venerable aporta orden al mundo distinguiendo entre lo correcto y lo impropio. Los monjes y sacerdotes del mundo actual gozan de la confianza del imperio entero. Si, en verdad, fuesen malos clérigos, el sabio gobernante no confiaría en ellos. Si no fuesen auténticos venerables, los sabios y las personas eruditas no les mostrarían respeto alguno. Pero como los sabios e ilustres los honran y respetan, no han de ser menos que ejemplos dentro de su clase. ¿Por qué, entonces, formula estas acusaciones insensatas y se atreve a calumniarlos? ¿A quién se refiere cuando habla de «malos sacerdotes»? Quisiera una explicación. --En tiempos del emperador retirado Gotoba –respondió el anfitrión—, vivió un sacerdote llamado Honen, autor de una obra titulada Escoger el Nembutsu sobre todas las cosas. Este hombre contradijo las enseñanzas sagradas expuestas por el Buda a lo largo de toda su vida, y sembró la confusión en los hombres de cada lugar. En Escoger el Nembutsu sobre todas las cosas leemos: «Con respecto al pasaje en que el maestro de la meditación Tao-ch’o distinguió entre la enseñanzas del Camino Sagrado y las de la Tierra Pura, y exhortó a la gente a abandonar las primeras y adoptar inmediatamente las segundas, ante todo, hay dos clases de enseñanzas del Camino Sagrado [las del Mahayana y las del Hinayana]. […] A juzgar por esto, podemos suponer que las enseñanzas del Mahayana esotérico y las enseñanzas del Mahayana verdadero están incluidas en el Camino Sagrado. Si esto es así, en tal caso las ocho escuelas actuales –Palabra Verdadera, Zen, Tendai, Guirnalda de Flores, Tres Tratados, Características del Dharma, Tratado sobre el Sutra de los diez niveles y Síntesis del Mahayana— están íntegramente incluidas en el Camino Sagrado que ha de abandonarse. »El maestro del Dharma T’an-luan, en su Comentario acerca del «Tratado sobre el renacimiento en la Tierra Pura», señala: «Observo que el Comentario sobre el “Sutra de los diez niveles” del bodhisattva Nagarjuna afirma: ―H ay dos formas mediante las cuales un bodhisattva puede alcanzar el estado de avaivartika, o de no retroceso. Una es el camino difícil de practicar, y la otra es el camino fácil de practicar‖». »El camino difícil de practicar equivale a las enseñanzas del Camino Sagrado, mientras que el camino fácil de practicar equivale a las enseñanzas de la Tierra Pura. Los estudiantes de la escuela Tierra Pura deben, ante todo, comprender este punto. Aunque antes hayan estudiado las enseñanzas del Camino Sagrado, si desean ser seguidores de la escuela Tierra Pura, deben descartar el Camino Sagrado y jurar lealtad a las enseñanzas de la Tierra Pura». »Honen también afirma: «Con respecto al pasaje en que el reverendo Shan-tao diferenció las prácticas correctas de las secundarias, y exhortó a la gente a abandonar lo secundario para abrazar lo correcto: [Shan-tao declara lo siguiente:] ―Enrelación con la primera de las prácticas secundarias, la de leer y recitar los sutras, se considerará práctica secundaria la adopción, lectura y recitación de todos los demás sutras, del Mahayana o del Hinayana, exotéricos o esotéricos, excepto la recitación del Sutra de la meditación sobre el buda Vida Infinita y de los demás sutras que predican el renacimiento en la Tierra Pura. […] Con respecto a la tercera de las prácticas secundarias, que es la de la veneración, se considerará práctica secundaria la veneración o culto a todo otro buda o bodhisattva, o deidad de este mundo, con excepción de la veneración al buda Amida. […] En vista de esta afirmación, declaro que hay que abandonar estas prácticas de las enseñanzas de la Tierra Pura. ¿Qué razón tendríamos para abandonar las prácticas correctas de las enseñanzas de la Tierra Pura, que nos aseguran que de cien personas, las cien renacerán en la Tierra Pura, y en cambio aferrarnos a las muchas prácticas y procedimientos secundarios, que no podrían salvar a una sola persona en mil? Los seguidores del Camino deberían ponderar esta observación profundamente‖». »Honen agrega: «En el Catálogo del canon budista de la era Chen-yüan leemos que, desde los seiscientos volúmenes del Sutra de la gran sabiduría hasta el Sutra de la eternidad de la Ley, los sutras exotéricos y esotéricos del Mahayana –o gran vehículo— totalizan seiscientas treinta y siete obras, en dos mil ochocientos ochenta y tres volúmenes. La frase [del Sutra de la meditación] ―l eer y recitar el gran vehículo‖ debería aplicarse a todas estas obras. Hay que entender que, cuando el Buda predicaba conforme a la capacidad de sus diversos interlocutores, durante un tiempo enseñó los dos métodos de la meditación concentrada y la meditación dispersa.30 Pero luego, cuando reveló su propia iluminación, dejó de exponer estos dos métodos. La única enseñanza que, una vez revelada, jamás dejará de transmitirse es la doctrina del Nembutsu». »Honen también dice: «Con respecto al fragmento que afirma que el practicante del Nembutsu debe poseer tres clases de mente,31 se encuentra el Sutra de la meditación. En su comentario sobre ese sutra, [Shan-tao dice]: ―A lguien podrá preguntar: ʻSi hay personas cuya práctica y comprensión difieren de la de los seguidores del Nembutsu, personas de ideas erradas y distorsionadas [¿cómo deberíamos enfrentarlas?]ʼ. Ahora me cercioraré de que sus ideas perversas y distintas no causen problemas. Estas personas de conceptos malvados, de entendimiento y prácticas diferentes, se podrían comparar con una pandilla de ladrones que hacen detener al viajero cuando este ya ha iniciado su travesía y se ha alejado uno o dos pasos‖. En mi opinión, cuando este comentario habla de entendimiento diferente, de prácticas distintas, de doctrinas diversas y de creencias discrepantes, se está refiriendo a las enseñanzas del Camino Sagrado». »Finalmente, en un último pasaje, Honen dice: «Si uno desea escapar rápidamente de los sufrimientos del nacimiento y la muerte, debe confrontar estas dos enseñanzas superiores entre sí y, luego, descartar las del Camino Sagrado y escoger las de la Tierra Pura. Y si uno desea seguir las enseñanzas de la Tierra Pura, debe confrontar las prácticas secundarias con la práctica correcta, abandonar las primeras y consagrar toda su atención a la práctica correcta». »Cuando examinamos estos fragmentos, vemos que Honen cita las explicaciones erróneas de T’an-luan, Tao-ch’o y Shan-tao, y establece categorías, como las del Camino Sagrado y las enseñanzas de la Tierra Pura, o como las del camino difícil de practicar y el camino fácil de practicar. Luego, toma las seiscientas treinta y siete obras en dos mil ochocientos ochenta y tres volúmenes que integran las enseñanzas del Mahayana expuestas por el Buda a lo largo de su vida, incluidos el Sutra del loto y los sutras de la Palabra Verdadera, y las suma a todos los budas, bodhisattvas y deidades de este mundo, para equipararlos a las categorías de enseñanzas del Camino Sagrado, camino difícil de practicar y prácticas secundarias, y exhorta a la gente a «descartarlos, cerrarlos, ignorarlos y abandonarlos». Con estas cuatro instrucciones, confunde a la población. Y como si no bastara con ello, agrupa a todos los monjes venerables de los tres países [la India, la China y el Japón] y a los estudiantes del budismo de las diez direcciones, y dice que son una «pandilla de ladrones», para hacer que la gente los insulte. »Al actuar así, vuelve las espaldas al pasaje de los tres sutras de la Tierra Pura, los sutras de su propia escuela, que contienen el juramento de Amida de salvar al pueblo «excepto a aquellos que cometen las cinco faltas capitales y a aquellos que actúan contra la enseñanza correcta».32 Más fundamentalmente, revela que no ha comprendido la advertencia contenida en el segundo volumen del Sutra del loto, corazón y esencia de todo el conjunto de las enseñanzas expuestas por el Buda durante los cinco períodos de su prédica, que dice: «El que no tiene fe en este sutra y, en cambio, actúa contra él […]. Cuando su vida concluya, entrará en el infierno Avichi».33 »Ahora hemos comenzado esta última época en que los hombres dejan de ser venerables. Cada uno entra en su propio camino de sombras, y todos olvidan la vía directa. ¡Qué lástima que nadie los cure de su ceguera! ¡Qué penoso es verlos abrazar en vano sus falsas creencias! A raíz de ello, desde el gobernante del país hasta los últimos plebeyos creen que no hay sutras verdaderos fuera de los tres de la Tierra Pura, y que no hay más budas que Amida y sus dos asistentes.34 »En un tiempo, hubo hombres como Dengyo, Gishin, Jikaku y Chisho, que recorrieron diez mil millas a través del mar para llegar a la China y conseguir las enseñanzas sagradas. Una vez allí, surcaron montañas y ríos para reverenciar las estatuas budistas [y traerlas de vuelta consigo]. En algunos casos, construyeron templos sagrados en las altas cumbres para preservar estatuas y escrituras. En otros, construyeron recintos sagrados en profundos valles, donde tales objetos pudiesen ser honrados y reverenciados. Por eso, los budas Shakyamuni y Maestro de la Medicina35 resplandecieron juntos y proyectaron su influencia al presente y a la época por venir, mientras que los bodhisattvas Arca Sideral y Acervo de la Tierra prodigaron beneficios a vivos y muertos por igual. En ese entonces, los soberanos del país hacían donaciones a las aldeas y comarcas para que las lámparas no dejaran de arder ante las imágenes, y los administradores de las grandes fincas cedían campos y jardines como ofrenda. »Pero, a causa de este libro de Honen, Escoger el Nembutsu sobre todas las cosas, hoy el pueblo ha olvidado a Shakyamuni, señor de las enseñanzas, para honrar sólo a Amida, el buda de la tierra del Oeste. La transmisión de la ley [del buda Shakyamuni] ha caído en el olvido,36 y lo mismo ocurre con Maestro de la Medicina, El Que Así Llega de la Región Oriental. Sólo se presta atención a los cuatro volúmenes de los tres sutras de la Tierra Pura, pero se relega al abandono las demás escrituras espléndidas que expuso Shakyamuni durante los cinco períodos de su prédica. Si un templo no está consagrado a Amida, la gente no siente inclinación a mantenerlo ni a honrar a los budas allí entronizados; si un sacerdote no practica el Nembutsu, el pueblo pierde interés en darle limosnas. Como resultado de esta situación, los recintos dedicados al buda hoy se encuentran en la ruina; de sus tejados cubiertos de musgo apenas se eleva una tenue voluta de humo. Los edificios destinados a los sacerdotes yacen vacíos y desmantelados, cubiertos sus patios de malezas. Pero aun en tales condiciones, nadie piensa en proteger la Ley o en restaurar los salones. Por eso, los venerables sacerdotes que antaño presidían los templos hoy se marchan para no volver, y las deidades benevolentes que custodiaban la nación se alejan para no regresar. Y todo esto ha ocurrido a partir de la obra de Honen, Escoger el Nembutsu sobre todas las cosas. ¡Qué lamentable es pensar que, al cabo de unas pocas décadas, cientos, miles, decenas de miles de personas se hayan dejado engañar por esta enseñanza endemoniada y, en tantos casos, se haya instalado la confusión con respecto a la verdadera enseñanza del budismo! Si la gente favorece lo circunstancial y olvida lo importante, ¿cómo esperar que las deidades benevolentes contengan su irritación? Si la gente descarta lo perfecto y adopta lo parcial, ¿cómo esperar que el mundo evada los planes de las funciones demoníacas? En lugar de ofrendar diez mil plegarias como remedio, mejor sería proscribir simplemente este único mal. El huésped, esta vez sin ocultar su cólera, replicó: --En las eras transcurridas desde que nuestro maestro original, el buda Shakyamuni, predicó los tres sutras de la Tierra Pura, el maestro del Dharma T’an-luan estudió los cuatro tratados,37 pero luego los abandonó para depositar por completo su fe en las enseñanzas de la Tierra Pura; del mismo modo, el maestro de la meditación Tao-ch’o dejó de propagar las prácticas amplias del Sutra del nirvana y se dedicó totalmente a propagar la práctica que conduce a la Tierra Pura del Oeste. El reverendo Shan-tao descartó las prácticas secundarias y estableció la práctica única del Nembutsu, y el supervisor sacerdotal Eshin compiló pasajes esenciales de los sutras para armar su obra y situó como núcleo de su enseñanza la práctica única del Nembutsu. De tal manera, estos hombres honraron y respetaron al buda Amida, e hicieron que incontables multitudes pudieran renacer en la Tierra Pura. »En especial, si hay alguien digno de mención es el venerable Honen, quien de niño ingresó en el monasterio del monte Hiei. A los diecisiete años, ya había leído los sesenta volúmenes de la literatura perteneciente a la escuela Tendai,38 e investigado la totalidad de las ocho escuelas hasta dominar sus fundamentos. Además, había leído siete veces todo el conjunto de sutras y de tratados, y profundizado en todas las exégesis y biografías. Su sabiduría resplandecía como el sol y la luna, y su virtud superaba la de los maestros anteriores. »A pesar de todo ello, no lograba disipar por completo sus dudas sobre el Camino correcto hacia la iluminación, y tampoco podía desentrañar el verdadero significado del nirvana. Por lo tanto, leyó y examinó cuanto texto halló a su alcance, y ponderó minuciosamente cada posibilidad. Por fin, dejó a un lado todos los sutras y se concentró en la práctica del Nembutsu. Además, sintió que su determinación quedaba confirmada cuando, de manera milagrosa, Shan-tao se le presentó en un sueño.39 Entonces, comenzó a propagar sus doctrinas entre amigos y desconocidos, en las cuatro esquinas del país. A partir de ese momento, fue aclamado como una rencarnación del bodhisttva Gran Poder, o venerado como la figura de Shan-tao renacido. En cada lugar, plebeyos y eminencias inclinaban la cabeza ante él en señal de respeto; era requerido por hombres y mujeres de todo el país. »Desde entonces, se han sucedido primaveras y otoños, se han sumado años a los años. Y sin embargo, usted insiste en desplazar las enseñanzas venerables del buda Shakyamuni [contenidas en los sutras de la Tierra Pura] y en hablar mal adrede del fragmento donde se describe el juramento del buda Amida. ¿Por qué intenta culpar de los desastres recientes a la sagrada época de Honen, y por qué se empeña tanto en calumniar a los antiguos maestros de la escuela tierra Pura o en insultar al venerable Honen? Usted, como dice el refrán, anda a la pesca de fallas revisando el pellejo a contrapelo o pinchando el cuero para ver si sale sangre. Desde antaño hasta el presente, el mundo nunca ha visto a un difamador como usted. Más le valdría tener un poco de cautela y cuidar lo que dice. Cuando uno acumula faltas tan graves, tarde o temprano le llega el escarmiento. Hasta me da miedo estar aquí sentado en su compañía… ¡Será mejor que tome el bastón y prosiga mi camino! El anfitrión, con una sonrisa, contuvo a su huésped y respondió: --Los insectos que viven en la pimienta de agua olvidan el amargo sabor de esta planta; el que permanece mucho tiempo en una cloaca deja de asquearse del olor nauseabundo. He aquí que usted escucha mis buenas reflexiones y piensa que son palabras de maldad; señala a un hombre que denigra la Ley y lo llama «venerable»; habla de un maestro correcto y lo toma por un monje depravado. Su confusión es realmente grande, y su ofensa dista de ser pequeña. Escuche como, a mi juicio, se originó esta confusión, y discutamos el asunto en detalle. »El buda Shakyamuni expuso los cinco períodos de sus doctrinas, estableció el orden en el cual estas serían predicadas y las dividió en enseñanzas provisionales y verdaderas. Pero T’an-luan, Tao-ch’o y Shan-tao adoptaron las enseñanzas provisionales y olvidaron la verdadera, tuvieron en cuenta lo que el Buda había enseñado en las etapas tempranas de su prédica y descartaron lo que expuso después. No fueron personas inclinadas a profundizar en los aspectos más esenciales de la doctrina budista. »Honen, en particular, siguió las prácticas indicadas por tales maestros, pero sin conocer su fuente. ¿Cómo lo sabemos? Porque agrupó en un solo conjunto las seiscientas treinta y siete escrituras del Mahayana en dos mil ochocientos ochenta y tres volúmenes, y en ese conjunto incluyó a los budas, bodhisattvas y deidades de este mundo, y urgió a las personas a «descartarlos, cerrarlos, ignorarlos y abandonarlos». Con esas cuatro instrucciones corrompió el corazón de todo el pueblo; vertió palabras depravadas, fruto de su propia invención, sin tener para nada en cuenta las explicaciones contenidas en las escrituras budistas. Su discurso es una cháchara infundada de la peor clase, un caso inconfundible de difamación. No hay palabras para describirlo, y no hay censura que resulte suficiente para poner de relieve su error. Y sin embargo, el pueblo tiene fe en estos planteamientos sin base, y honra sin excepción su libro Escoger el Nembutsu sobre todas las cosas. En consecuencia, la gente venera los tres sutras de la Tierra Pura y hace a un lado todos los demás. Honra a un solo buda, Amida de la Tierra de la Perfecta Felicidad, y olvida a todos los demás. Un hombre como Honen es, en verdad, archienemigo de los budas y de las escrituras; detractor de sacerdotes venerables y de hombres y mujeres por igual. Sus enseñanzas distorsionadas ya se han propagado en las ocho regiones del país, y hoy inundan las diez direcciones. »Usted se escandalizó cuando atribuí a un período anterior40 la responsabilidad de los desastres producidos en los últimos años. Tal vez deba citar algunos ejemplos del pasado para mostrarle que sus sentimientos están mal orientados. »El segundo volumen de Gran concentración e introspección cita un fragmento de Crónicas del historiador donde se afirma: «En los últimos años de la dinastía Chou, las personas llevaban el cabello suelto y desgreñado, se paseaban desnudas hasta la cintura y no observaban los ritos ni las reglas». En su segundo volumen, el Comentario sobre «Gran concentración e introspección» explica este pasaje citando del siguiente modo el Comentario de Tso sobre los «Anales de primavera y otoño»: «Cuando el rey P’ing de la dinastía Chou trasladó por primera vez su capital al Este, vio hombres en las márgenes del río Yi que llevaban el cabello suelto y despeinado, y realizaban sacrificios en los campos. Alguien de profundo discernimiento dijo: ―E n menos de cien años, la dinastía caerá, pues ya no se respetan los ritos‖». A juzgar por esto, es evidente que primero se observan los indicios, y luego se produce el desastre. »[El fragmento de Gran concentración e introspección continúa diciendo:] «Juan Chi41 fue un hombre de talento extraordinario, pero comenzó a llevar el cabello despeinado y a atarse el cinturón descuidadamente. Tiempo después, los hijos de los aristócratas lo imitaron, hasta que el comportamiento indecoroso y grosero pasó a ser visto como algo natural, y los que actuaban de manera disciplinada y correcta fueron considerados simples campesinos y tratados con burla y desdén. Esto fue indicio de que la familia Ssu-ma [gobernantes de la dinastía Chin Occidental] pronto caería en la ruina». »De manera similar, el Registro de un peregrinaje a la China en busca de la Ley, del gran maestro Jikaku, señala que, en el primer año de la era Hui-ch’ang (841), el emperador Wu-tsung de la dinastía T’ang ordenó al sacerdote Ching-shuang del templo Chang-ching-ssu que transmitiese en diversos templos las enseñanzas del Nembutsu referidas al buda Amida. Ching-shuang pasó tres días en cada templo, yendo de uno a otro sin descanso. »En el segundo año de la misma era, soldados de la tierra de los uigures 42 invadieron las fronteras del Imperio T’ang. En el tercer año de la misma era, el comandante regional del área situada al norte del río Amarillo inesperadamente organizó una revuelta. Tiempo después, el reino del Tibet rehusó una vez más obedecer órdenes de la China, y los uigures volvieron a ocupar territorios chinos. En líneas generales, se produjeron conflictos y levantamientos similares a los que acompañaron el derrocamiento de la dinastía Ch’in y del líder militar Hsiang Yü, y hubo aldeas y ciudades consumidas por las llamas y por otros desastres. Para colmo de males, el emperador Wu-tsung emprendió una vasta campaña para acabar con las enseñanzas budistas y destruyó muchos templos y pagodas. Nunca logró sofocar las rebeliones y murió angustiado poco tiempo después. (Esto, en esencia, es lo que dice el pasaje original de Jikaku.) »En vista de tales acontecimientos, deberíamos considerar que Honen vivió en la época del emperador retirado Gotoba, cerca de la era Kennin (1201-1204). Y lo que sucedió al Emperador retirado es evidente para cualquiera. 43 De tal suerte, en la China de la dinastía T’ang encontramos en un caso que ejemplifica la caída de un emperador y, en tiempos más recientes, nuestro propio país también ofrece una prueba semejante. Esto no debería hacerlo dudar ni resultarle extraño. Lo único que hay que hacer ahora es abandonar las prácticas perniciosas y adoptar prácticas buenas, cortar esta aflicción de raíz y eliminarla desde su origen. El huésped, algo menos irritado, dijo: --Aunque no conozco el tema en profundidad, creo entender en cierta medida a qué se refiere. No obstante, en toda la región que va desde Kioto –la capital— hasta Kamakura –sede del sogún—, hay muchas eminencias budistas y figuras importantes del clero. Pero ninguno de ellos, hasta ahora, se ha dirigido al sogún con respecto a este asunto ni ha presentado al trono petitorio alguno. Por otro lado, usted, hombre de humilde formación, no vacila en lanzar acusaciones ofensivas. Su aseveración va demasiado lejos, y su conducta resulta irrazonable… --Es posible que sea un hombre de escasa capacidad –respondió el anfitrión—, pero me he consagrado reverentemente al estudio del Mahayana. Un moscardón puede recorrer diez mil millas si se aferra a la cola de un corcel de pura sangre; la hiedra pude alcanzar una altura de trescientos metros si crece sujeta al tronco de un gran pino. Nací para ser hijo de un buda, Shakyamuni, y presto servicio al Sutra del loto, rey de las escrituras. ¿Podría contemplar la decadencia de la Ley budista sin sentimientos de pesar y de aflicción? »Además, el Sutra del nirvana señala: «Si incluso un buen monje ve a alguien que está destruyendo la enseñanza y no le da importancia, no lo refuta, no lo expulsa o sanciona por su falta, debéis comprende que ese monje está traicionando la enseñanza del Buda. Pero si expulsa al que destruye la Ley, lo refuta o lo castiga, en tal caso es mi discípulo y es alguien que auténticamente escucha la voz». »No sé si seré un «buen monje», pero, con toda seguridad, no quiero que me acusen de «traicionar la enseñanza del Buda». Por lo tanto, para evitar tales impugnaciones, he citado algunos principios generales y he proporcionado una explicación somera sobre la cuestión. »Años atrás, durante la era Gennin (1224-1225), los templos Enryaku-ji y Kofuku-ji reiteradamente presentaron alegatos al trono, a raíz de los cuales el gobierno imperial promulgó un edicto, y el sogunato, una carta de instrucción, ordenando que los bloques tipográficos empleados en la impresión de Escoger el Nembutsu sobre todas las cosas, de Honen, fuesen confiscados y llevados al Gran Salón de Conferencias del Enryaku-ji. Allí, estos fueron arrojados al fuego para saldar la deuda contraída con los budas del pasado, presente y futuro. Además, se ordenó a los sirvientes del santuario de Kajin-in que excavasen y destruyesen la tumba de Honen. Luego, la Corte Imperial desterró a lejanas regiones a discípulos de Honen como Ryukan, Shoko, Jokaku, Sassho y otros, a quienes jamás se concedió el perdón. »En vista de tales hechos, ¿cómo puede usted decir que nadie ha protestado jamás ante las autoridades acerca de este asunto? El huésped, aún en tono suave, replicó: --No podría decir que Honen es el único en despreciar los sutras y en hablar mal de otros sacerdotes [ya que usted, sin ir más lejos, hace lo mismo]. Sin embargo, es cierto que toma las seiscientas treinta y siete escrituras del Mahayana en dos mil ochocientos ochenta y tres volúmenes, junto a todos los budas, bodhisattvas y deidades de este mundo, y exhorta a la gente a «descartarlos, cerrarlos, ignorarlos y abandonarlos». No hay duda de que estas cuatro instrucciones son palabras de él; el significado del fragmento, además, es harto claro. Pero usted persiste en destacar este pequeño «defecto en la joya», en el cual se basa para denostarlo severamente. No sé si las palabras de Honen fueron producto de la ilusión o de la iluminación; entre él y usted, no puedo discernir quién es el sabio y quién, el necio, ni establecer cuáles afirmaciones son correctas y cuáles, erróneas. »Sin embargo, usted dice que todos los desastres recientes se remontan a Escoger el Nembutsu sobre todas las cosas; habla de la cuestión sin escatimar palabras y se extiende en el significado de sus conceptos. Sin duda, tanto el gobernante como los súbditos buscan la paz del mundo y la estabilidad de la nación; con seguridad, este es el deseo de todos los habitantes del país. La nación adquiere prosperidad mediante la Ley budista, y son las personas las que demuestran que la Ley es digna de respeto. Si el país es destruido, si muere la población, ¿quién quedará para seguir honrando a los budas? ¿Quién seguirá creyendo en la Ley? Por lo tanto, en primer lugar, uno debería orar por la seguridad de la nación y, luego, actuar para consolidar la Ley budista.44 Ahora bien, si usted conoce algún medio para prevenir los desastres y poner fin a los problemas, me gustaría que lo expusiese. --No hay dudas de que el necio soy yo –respondió el anfitrión—. Jamás osaría afirmar que soy sabio. Así y todo, quisiera citar algunos pasajes de las escrituras y hacer algunas breves reflexiones. Con respecto al medio para asegurar el orden nacional, hay numerosos fragmentos que vienen a colación, tanto en escrituras budistas como en textos no budistas, y sería difícil citarlos a todos. No obstante, desde que inicié el estudio del budismo vengo cavilando a menudo sobre esta cuestión y entiendo que podría asegurarse la estabilidad de la nación y la paz del mundo en general conteniendo a los detractores de la Ley y respetando a los que siguen el Camino correcto. »En el Sutra del nirvana leemos: «― Salvo a una clase de personas —dijo el Buda—, podéis hacer ofrendas a todo tipo de gente, y los demás os elogiarán‖. ―¿ A qué te refieres cuando hablas de ʻuna clase de personasʼ?‖, preguntó Chunda. ―M e refiero a aquellos a quienes este sutra describe como violadores de los preceptos‖, replicó el Buda. Chunda volvió a hablar: ―M e temo que no te he comprendido. ¿Puedo pedirte que te expliques mejor?‖. ―C uando hablo de violadores de los preceptos –manifestó el Buda a Chunda—, me refiero a los icchantikas. A todas las demás personas podéis hacer ofrendas; todos os alabarán y podréis acopiar grandes recompensas‖. ―¿ Qué significa el término icchantika?‖, volvió a preguntar Chunda. ―C hunda –respondió el Buda—, supón que hay monjes o monjas laicos o laicas que denigran la enseñanza correcta con imprudencia y maldad, y que continúan cometiendo estos graves actos sin mostrar jamás el menor indicio de arrepentimiento en su corazón. Este tipo de personas, digo yo, están siguiendo el camino de los icchantikas. »Y luego están los que cometen las cuatro faltas graves 45 o son culpables de las cinco faltas capitales y que, aun conscientes de estar perpetrando graves transgresiones, no muestran señales de temor ni de contrición en su fuero interno desde un principio o, si lo sienten, no lo dejan traslucir. En lo que concierne a la enseñanza correcta, no muestran inclinación a protegerla, atesorarla o consolidarla a lo largo del tiempo; en cambio, hablan de ella con malicia y desprecio, y con palabras impregnadas de error. También digo que las personas de esta clase están siguiendo el camino de los icchantikas. Salvo a este grupo de personas, llamadas icchantikas, podéis ofrecer limosnas a todos los demás, y todos os elogiarán‖». »En otra parte del mismo sutra, el Buda dice estas palabras: «Cuando evoco el pasado, recuerdo haber sido rey de un gran estado, en este continente de Jambudvipa. Mi nombre era Sen’yo, y amaba y veneraba escrituras del gran vehículo. Mi corazón era puro y bueno, y no había en él rastros de maldad, envidia o avaricia. Buenos hombres, en esa época mi corazón atesoró las enseñanzas del gran vehículo. Cuando oía que algún brahmán calumniaba estos sutras correctos e iguales, lo mandaba matar de inmediato. Buenos hombres, gracias a esa acción, a partir de ese momento nunca más caí en el infierno». »En otro pasaje afirma: «En el pasado, cuando El Que Así Llega fue gobernante de una nación y practicó el Camino del bodhisattva, dio muerte a numerosos brahmanes». »Y también agrega: «Hay tres grados de matanza: menor, intermedia y mayor. El grado menor es la muerte de cualquier ser inferior, desde una hormiga hasta cualquier clase de animal. Pero queda excluida la matanza de cualquier criatura con cuya forma haya escogido nacer un bodhisattva [para ayudar a otros seres vivos]. El que comete este tipo de matanza, de grado menor, caerá en el estado de infierno, o el de las entidades hambrientas, o el de los animales, y sufrirá todos los dolores correspondientes a la matanza de grado menor. ¿Y por qué? Porque hasta los animales y seres inferiores poseen las raíces del bien, por insignificantes que estar raíces puedan parecernos. Por eso, el que mata a un ser de este tipo debe sufrir la plena retribución que corresponde a su falta. »Matar a cualquier ser humano, desde un mortal común hasta un anagamin,46 constituye una matanza de grado intermedio. El que perpetra este tipo de muerte caerá en el estado de infierno, o de las entidades hambrientas, o de los animales, y sufrirá todos los dolores correspondientes a la matanza de grado intermedio. La matanza de grado mayor se refiere al homicidio de un progenitor, un arhat, un pratyekabuddha o un bodhisattva que ha llegado al nivel de la no regresión. Por un crimen así, uno caerá en el gran infierno Avichi. Buenos hombres, si alguien mata a un icchantika, ese homicidio no cae en ninguna de las tres categorías mencionadas. Buenos hombres, a decir verdad, los diversos brahmanes a los que dije haber dado muerte fueron todos icchantikas». »En el Sutra de los reyes benevolentes leemos: «El Buda anunció al rey Prasenajit: ―Asípues, confío la protección de mis enseñanzas al soberano de la nación, más que a los monjes y monjas. ¿Y por qué lo hago? Porque ellos no poseen el poder y la autoridad que tiene un rey‖». »El Sutra del nirvana dice: «Ahora, confío la enseñanza correcta, que es insuperable, a los gobernantes, ministros, altos oficiales y a las cuatro clases de budistas. Si alguien llegase a calumniar la enseñanza correcta, los ministros y a las cuatro clases de budistas deberán reprenderlo y llamarlo al orden». »También indica: «[Bodhisattva] Kashyapa –respondió el Buda—, yo puede adquirir este cuerpo diamantino porque fui un defensor de la enseñanza correcta. […] Buen hombre, los defensores de la enseñanza correcta no necesitan observar los cinco preceptos ni practicar las reglas de la conducta apropiada. Por el contrario, deben portar cuchillos y espadas, arcos y flechas, alabardas y lanzas». »Y también dice el Buda: «Aun cuando haya personas que observen los cinco preceptos, no merecen llamarse practicantes del gran vehículo. Pero si alguien no observa los cinco preceptos y defiende la enseñanza correcta, en tal caso puede llamarse practicante del gran vehículo. Los defensores de la enseñanza correcta deberán portar cuchillos y espadas, armas y palos. Aunque lleven espadas y palos, yo digo que son personas que observan los preceptos». »En forma similar, el Buda explicó: «Buenos hombres, en tiempos lejanos, en esta ciudad de Kushinagara apareció un buda llamado Alegría Creciente El Que Así Llega. Después de la muerte de este buda, la enseñanza correcta que él había transmitido prevaleció en el mundo durante incontables millones de años. Finalmente, llegaron los últimos cuarenta años antes de que la enseñanza budista se extinguiera. »En ese momento, vivió un monje llamado Concreción de la Virtud, que observaba los preceptos, aunque en esa época había muchos otros monjes que no lo hacían. Un día, estos lo escucharon predicar; el corazón se les llenó de oscuros sentimientos y, armados de palos y espadas, fueron al encuentro de ese maestro de la Ley. »En ese momento, el gobernante del reino se llamaba Poseedor de Virtud. Cuando este fue enterado de lo que ocurría, para defender la enseñanza fue de inmediato al sitio donde el monje predicaba la Ley y luchó con todas sus fuerzas contra los monjes malvados que violaban los preceptos. A raíz de esto, el monje que había estado predicando pudo escapar y eludir graves daños. Pero el Rey recibió tantas heridas de cuchillo y de espada, de alabarda y de lanza, que en su cuerpo no quedó ileso ni un solo punto del tamaño de una semilla de mostaza. »En ese momento, el monje Concreción de la Virtud elogió al monarca: ― ¡Espléndido, espléndido! –exclamó—. ¡Oh, Rey, sois ahora un verdadero defensor de la enseñanza correcta. En los tiempos futuros, vuestro cuerpo será, sin duda, un vehículo ilimitado de la Ley!‖. »En ese momento, el Rey ya había escuchado la enseñanza, por lo cual su corazón se inundó de dicha. Poco después, halló la muerte y renació en la tierra del buda Akshobhya, donde llegó a ser el discípulo principal del Buda. Por otro lado, todos los líderes militares, ciudadanos y allegados al Rey, que habían combatido a su lado o celebrado su esfuerzo, sintieron arder dentro de su corazón la determinación inquebrantable de lograr la Budeidad, y después de morir, renacieron todos en la tierra del buda Akshobhya. »Tiempo después, murió el monje Concreción de la Virtud, y él también pudo renacer en la tierra del buda Akshobhya, donde fue el segundo de los discípulos del Buda que escuchaban la voz. De esta forma, cuando la enseñanza correcta esté a punto de morir, esa es la forma en que uno debería defenderla y protegerla. »Kashyapa, el Rey que vivió en aquella época era yo, y el monje que predicaba era el buda Kashyapa.47 Kashyapa, los que defienden la enseñanza correcta disfrutan de este tipo de recompensa sin límite. Por eso, yo pude adquirir las características distintivas que hoy poseo y adornarme con ellas, y adoptar el cuerpo del Dharma imposible de destruir». »Más adelante, el Buda declara al bodhisattva Kashyapa: «Por esta razón, los creyentes laicos y otros que poseen defender la Ley deberán portar palos y espadas, para protegerla de tal modo. »Buenos hombres, en la época de maldad y de impureza posterior a mi muerte, el país caerá en la devastación y el desorden, los hombres se robarán y despojarán unos a otros, y el hambre doblegará a la población. Muchos hombres, en ese momento, vencidos por el hambre, anunciarán su determinación de abandonar el hogar y abrazar el sacerdocio. A los de esta clase se los conocerá como ―ca bezas rapadas‖. 48 Cuando esta multitud de cabezas rapadas vean a alguien que intente proteger la enseñanza correcta, lo perseguirán para expulsarlo, o incluso para matarlo o herirlo. Por eso, ahora permitiré a los monjes que observan los preceptos que se rodeen y acompañen de laicos de túnicas blancas armados de palos y de espadas. Y aunque estos lleven palos y espadas, yo digo que son hombre que observan los preceptos. Pero aunque porten palos y espadas, jamás deberán emplearlos para matar». »En el Sutra del loto leemos: «el que no tiene fe en este sutra y, en cambio, actúa contra él, inmediatamente destruirá todas las semillas que le permitirán ser un buda en este mundo. […] Cuando su vida concluya, entrará en el infierno Avichi». »El significado de estos fragmentos de los sutras es claro por demás. ¿Acaso hay necesidad de añadir explicaciones? Si aceptamos las palabras del Sutra del loto, debemos entender que actuar contra las escrituras del Mahayana es mucho más grave que cometer las cinco faltas capitales infinidad de veces. Por ende, quien lo haga quedará encerrado en la gran fortaleza del infierno Avichi y no tendrá esperanzas de ser liberado en un tiempo incalculablemente largo. De acuerdo con el Sutra del nirvana, uno pude hacer ofrendas a una persona que ha cometido las cinco faltas capitales, pero jamás debe dar limosnas a aquel que actúa contra la Ley. El que mata a una hormiga con certeza caerá en los malos caminos, pero el que ayude a erradicar los actos contra la Ley ascenderá al nivel donde no hay retroceso. Por tal motivo, el pasaje nos dice que el monje Concreción de la Virtud renació como el buda Kashyapa, y que el rey Poseedor de Virtud renació como el buda Shakyamuni. »El Sutra del loto y el Sutra del nirvana representan la esencia de las doctrinas predicadas por Shakyamuni durante los cinco períodos de su vida de enseñanzas. Sus advertencias deberían ser tomadas con extrema seriedad. ¿Quién osaría no escucharlas? Y sin embargo, los que olvidan el Camino correcto y actúan contra la Ley depositan más confianza que nunca en Escoger el Nembutsu sobre todas las cosas, de Honen, y dejan que su estupidez los ciegue cada vez más. »Algunos de ellos, recordando la imagen de su maestro en vida, tallan esculturas en madera y pintan cuadros que lo retratan, mientras que otros, convencidos de su perversa enseñanza, tallan tipos de madera con los cuales imprimir sus feas palabras. Estos escritos son diseminados por todo el territorio rodeado de mar y llevados allende las ciudades hacia las zonas rurales, hasta que todo tributo termina siendo para las prácticas de esta escuela y toda ofrenda acaba beneficiando a sus sacerdotes. »Como resultado, vemos que la gente corta los dedos a las estatuas de Shakyamuni y los vuelve a colocar para que reproduzcan el gesto de Amida o convierte los templos antes consagrados a Maestro de la Medicina –El Que Así Llega de la Región del Este— remplazando sus estatuas por otras de Amida –El Que Así Llega de la Tierra del Oeste—. O vemos que la ceremonia de transcripción del Sutra del loto, que se venía celebrando desde hacía cuatrocientos años en el monte Hiei, pasa a remplazarse por la transcripción de los tres sutras de la Tierra Pura, o que las conferencias anuales49 sobre las doctrinas del gran maestro T’ien-t’ai son sustituidas por las disertaciones sobre las enseñanzas de Shan-tao. A decir verdad, la gente que actúa contra la Ley y sus allegados son tantos que resultan incalculables. ¿Acaso no son destructores del Buda? ¿Acaso no son destructores de la Ley? ¿O de la Orden budista? Y todas sus enseñanzas desviadas provienen de Escoger el Nembutsu sobre todas las cosas. »¡Es, ay, tan lamentable que la gente vuelva las espaldas a las veraces palabras de prohibición enunciadas por El Que Así Llega [Shakyamuni]! ¡Es tan trágico que presten oídos a las palabras burdas y engañosas de este sacerdote ignorante! Si deseamos establecer el orden y la tranquilidad en este mundo sin pérdida de tiempo, debemos poner fin a estos actos contra la ley que invaden el país. El huésped observó: --Si queremos detener a estas personas que actúan contra la Ley y deshacernos de los que violan las prohibiciones del Buda, ¿debemos condenarlos a muerte, como describen los pasajes de los sutras por usted mencionados? Pero en tal cas, ¿no seríamos nosotros culpables de herir y matar a otros? ¿No nos expondríamos a sufrir las consecuencias de este proceder? »En el Sutra de la gran compilación, el Buda afirma: «Si una persona se afeita la cabeza y se viste con túnica sacerdotal, debería recibir ofrendas de los seres humanos y celestiales, ya sea que observe o que infrinja los preceptos. Quienes le hagan ofrendas estarán dándome limosnas y apoyo a mí, pues tal persona es mi hijo. Pero si alguien golpea a esa persona, estará golpeando a mi hijo, y si lo insulta o maldice, me estará vilipendiando a mí». »Si nos detenemos a considerarlo, debemos advertir que cuando alguien es sacerdote –sea bueno o malo, actúe mal o bien— merece que se le brinden ofrendas y alimentos. Pues ¿cómo podría uno golpear o insultar al hijo sin causar dolor y sufrimiento al padre? Los brahmanes de la escuela Bastón de Bambú que asesinaron al venerable Maudgalyayana llevan muchísimo tiempo sumidos en las profundidades del infierno del sufrimiento incesante. Por haber matado a la monja Utpalavarna, Devadatta viene asfixiándose desde hace mucho tiempo entre las llamas del infierno Avichi. Los ejemplos de épocas pretéritas dejan la cuestión absolutamente clara; la época actual, por su parte, teme a esta falta más que a ninguna otra cosa. Usted habla de castigar a los que actúan contra la Ley, pero hacer algo semejante sería violar las prohibiciones del Buda. Me cuesta creer que este tipo de conducta sea la correcta. ¿Cómo podría justificarla? --Ya ha escuchado con atención los pasajes de los sutras que acabo de citarle –dijo el anfitrión—, ¡y sin embargo me hace una pregunta como esta! ¿Es que superan su capacidad de entendimiento? ¿O acaso no entiende el razonamiento que los sustenta? Por cierto, no tengo ninguna intención de censurar a los hijos del Buda. Mi única aversión es a los actos contra la Ley. De acuerdo con las enseñanzas budistas, antes de la época de Shakyamuni a los monjes calumniadores se los condenaba a la pena de muerte. Pero desde los tiempos de Shakyamuni, El Que Puede Resistir, en las enseñanzas de los sutras quedó estipulado que no se debía dar más ofrendas a los monjes que actuasen contra la Ley. Ahora bien, si en la tierra comprendida entre los cuatro mares y en los diez mil territorios, las cuatro clases de budistas dejasen de dar limosnas a los sacerdotes corruptos y, en cambio, se inclinasen en favor del bien, ¿habría forma de que siguieran acosándonos los problemas o de que continuasen afligiéndonos los desastres? Al oír esto, el huésped se apartó de su esterilla en señal de respeto, se enderezó el cuello de la túnica y manifestó: --Las enseñanzas budistas varían ostensiblemente, y es difícil investigar cada doctrina en profundidad. Vine albergando muchas dudas que me movían a perplejidad y me impedían discernir entre el bien y el mal. »No obstante, esta obra del venerable Honen, Escoger el Nembutsu sobre todas las cosas, existe, y es un hecho que agrupa en una misma categoría a los diversos budas, sutras, bodhisattvas y deidades, y nos insta a «descartarlos, cerrarlos, ignorarlos y abandonarlos». El significado del texto es perfectamente claro. A raíz de ello, los venerables se han alejado de la nación, las deidades benevolentes se han marchado de sus moradas, el hambre y la sed prevalecen en el mundo, y la enfermedad y las pestes se propagan por doquier. »Usted, citando una amplia variedad de escrituras, me ha demostrado con claridad las verdades y errores de este asunto. Por lo tanto, he abandonado por completo mis erradas ideas anteriores, y se me han abierto los ojos y los oídos a cada aspecto de la cuestión. »Sin duda alguna, todas las personas, desde el gobernante hasta los súbditos que forma el pueblo, desean con deleite la estabilidad de la nación y la paz de este mundo. Si ponemos fin de inmediato a las ofrendas destinadas a estos icchantikas y nos aseguramos de que se brinde apoyo constante a las filas de verdaderos sacerdotes y monjas, si podemos aquietar estas «olas blancas» 50 que agitan el océano del Buda y talar estos «verdes bosques» que saturan el monte de la Ley, el mundo podrá volver a ser pacífico como lo fue en la época de oro de Fu Hsi y de Shen Nung, y la nación podrá florecer como lo hizo bajo el gobierno de los venerables monarcas Yao y Shun.51 De allí en adelante, habrá tiempo de abrevar en las aguas de la Ley y decidir cuáles doctrinas son superficiales y cuáles, profundas, y rendir tributo a los pilares y vigas que sostienen la morada del Buda. El anfitrión exclamó, complacido: --¡La paloma se ha transformado en halcón, y el gorrión, en almeja! 52 ¡Qué reconfortante! ¡Usted se ha relacionado con un amigo en el salón perfumado de orquídeas, y ahora su postura es recta como la artemisa que crece entre el cáñamo!53 Si realmente va a reflexionar sobre los problemas que he descrito y si va a depositar total confianza en las palabras que le he manifestado, los vientos soplarán con suavidad, el oleaje recobrará la calma y en poco tiempo más estaremos gozando de abundantes cosechas. »Pero el corazón del ser humano cambia con el paso del tiempo, y el entorno puede hacer que las cosas modifiquen su naturaleza. Tal como la luna refleja sobre el agua se agita cuando se mecen las olas, tal como los soldados de la primera línea tiemblan ante las espadas enemigas, aunque en este momento usted diga creer en mis palabras, temo que después las olvide por completo. »Pero si queremos, ante todo, establecer la seguridad en el país y orar por nuestras existencias presentes y futuras, debemos observar y analizar la realidad con premura, y tomar medidas lo antes posible para remediar la situación. »¿Por qué lo digo? Porque, de las siete clases de desastres descritos en el Sutra Maestro de la Medicina, cinco ya se han producido y sólo resta que se manifiesten dos: la calamidad de la invasión extranjera y la calamidad de una rebelión en el propio territorio. Y de las tres calamidades mencionadas en el Sutra de la gran compilación, dos ya han aparecido. Sólo falta que se produzca el desastre de la guerra. »Las diversas clases de catástrofes y calamidades enumeradas en el Sutra de la luz dorada ya han surgido una tras otra. Sólo resta materializarse la que el sutra describe como invasión y pillaje de saqueadores de otras regiones. Esta es la única catástrofe que falta aparecer. Y de los siete desastres enunciados en el Sutra de los reyes benevolentes, seis se han abatido sobre nosotros con toda severidad. Solamente uno resta manifestarse: el que se produce «cuando se alzan enemigos por todos los flancos e invaden la nación». »Además, como afirma el Sutra de los reyes benevolentes: «Cuando el desorden se instala en un país, los espíritus son lo primero que muestra señales de desenfreno. Como proliferan los espíritus, todo el pueblo de la nación se descontrola». »Si examinamos el panorama actual con cuidado en función de este fragmento, veremos que los espíritus vienen proliferando desde hace tiempo, y que ya ha perecido gran parte de la población. Si el primer infortunio pronosticado en el sutra se ha cumplido de manera tan evidente, ¿cómo dudar de que los otros desastres acabarán produciéndose? Si, a modo de retribución por las malas doctrinas practicadas, cayeran sobre nosotros, una tras otra, las demás catástrofes que aún no se han manifestado, sería demasiado tarde para intervenir, ¿verdad? »Los emperadores y reyes encuentran su fundamento en el Estado, y obran para establecer la paz y el orden durante sus reinados; los ministros y plebeyos ejercen la tenencia de sus campos y jardines, y atienden las necesidades de la sociedad. Pero si al país llegan saqueadores de otras regiones o si en los territorios estalla la rebelión, y las tierras del pueblo son tomadas y sometidas al pillaje, ¿qué otra cosa cabe esperar más que el pánico y la confusión? Si el país es arrasado y los habitantes se quedan sin hogar, ¿adónde huirá la gente en busca de amparo? Si a usted le importa su seguridad personal, debe ante todo orar por el orden y la tranquilidad en los cuatro sectores del territorio, ¿no lo cree así? »Siento que los hombres, a su paso por este mundo, temen lo que habrá de depararles el destino en su próxima existencia. Por eso, depositan su fe en doctrinas distorsionadas y rinden culto a enseñanzas erróneas. Me angustia que estén tan confundidos con respecto al bien y al mal, y al mismo tiempo me da mucha lástima que, habiendo abrazado el budismo, hayan escogido la escuela incorrecta. Con la fuerza de la fe que arde en su corazón, ¿por qué tienen que dar crédito a doctrinas distorsionadas, con tal desaprensión? Si, en lugar de apartar las ilusiones a las que tanto se aferran, siguen albergando conceptos equivocados, rápidamente tendrán que abandonar el mundo de los vivos para caer, con toda certeza, en el infierno del sufrimiento incesante. »Así pues, el Sutra de la gran compilación dice: «Aunque, durante incontables existencias del pasado, el regente de un Estado haya practicado la donación de ofrendas, observado los preceptos y cultivado la sabiduría, si ve que mis enseñanzas corren peligro de extinguirse y permanece de brazos cruzados, sin hacer nada para protegerlas, las muchas e invalorables raíces de bondad que haya plantado durante las prácticas mencionadas se borrarán íntegramente. […] No pasará mucho tiempo antes de que el soberano caiga gravemente enfermo; cuando concluya su vida, renacerá en el gran infierno. […] Y la misma suerte correrán la esposa del gobernante, su heredero, los altos ministros de Estado, los señores feudales de las ciudades, los jefes de las aldeas y los generales, los magistrados de los distritos y los demás funcionarios». »El Sutra de los reyes benevolentes señala: «Si las personas destruyen las enseñanzas del Buda, no tendrán hijos piadosos, ni habrá armonía entre las seis clases de parientes,54 ni recibirán ayuda de las deidades celestiales y los dragones. Día tras día, vivirán atormentados por la enfermedad y los malos demonios, y los desastres se abatirán sobre ellos sin descanso, y el infortunio los hostigará adondequiera que vayan. Cuando mueran, caerán en el estado de infierno, en el de las entidades hambrientas o en el de los animales. Y aunque renazcan como seres humanos, su destino los llevará a ser esclavos o soldados. El escarmiento los seguirá como el eco al sonido, como la sombra a los cuerpos. El que escribe de noche podrá apagar el farol, pero las palabras que trace continuarán allí escritas. Lo mismo ocurre con el efecto de los actos que llevamos a cabo en los tres mundos». »En el segundo volumen del Sutra del loto se afirma: «El que no tiene fe en este sutra y, en cambio, actúa contra él […]. Cuando su vida concluya, entrará en el infierno Avichi». Y en el capítulo «Jamás Despreciar», del séptimo volumen, se lee: «Durante mil kalpas soportaron grandes sufrimientos en el infierno Avichi». »En el Sutra del nirvana leemos: «Si un hombre se aleja de sus buenos amigos, rehúsa escuchar la enseñanza correcta y, en cambio, adopta malas enseñanzas, como resultado de estas acciones se hundirá en el infierno Avichi, donde el tamaño de su cuerpo llegará a ser de ochenta y cuatro mil yojanas de largo y otros tanto de ancho».55 »Cuando examinamos tan amplia variedad de sutras, vemos que todos ponen de relieve la gravedad de actuar contra la enseñanza correcta. ¡Qué lástima, que la gente salga del portal de la enseñanza correcta para internarse tan profundamente en la prisión de estas doctrinas desviadas! ¡Qué estupidez, que tengan que caer uno tras otro en las trampas de estas doctrinas malignas y deban permanecer atrapados durante tanto tiempo en esta red de enseñanzas contrarias a la Ley! Se extravían en su fétida bruma y se hunden en las intensas llamas del infierno. ¿Quién podría no angustiarse? ¿Quién podría no sufrir? »Por eso, debe modificar enseguida los principios que abriga en su corazón y abrazar el único vehículo verdadero, la única buena doctrina [del Sutra del loto]. Si lo hace, los tres mundos se convertirán en tierra del Buda, y ¿dónde se ha visto que una tierra de Buda decline? Cada región de las diez direcciones podrá ser un reino de tesoros, y ¿dónde se ha visto que un reino de tesoros sufra daños? Si vive en un país a salvo del perjuicio y de la decadencia, su cuerpo hallará paz y seguridad, y su espíritu conocerá el solaz de la calma, lejos de toda aflicción. ¡Debe creer en mis palabras; debe tener en cuenta lo que digo! El huésped respondió: --Ya que esto concierne a la vida actual y a las futuras existencias, ¿cómo no ser cauto en cuestiones como estas? ¿Cómo no darle la razón? Cuando examino los fragmentos de los sutras que usted ha citado y leo con exactitud lo que ha dicho el Buda, comprendo que denigrar la Ley es una falta gravísima, que violar la Ley es, por cierto, un acto de terribles consecuencias. He depositado mi fe por completo en un solo buda, Amida, para repudiar a todos los demás. He honrado los tres sutras de la Tierra Pura, para abominar de las otras enseñanzas. Pero esto no se debe a ninguna idea distorsionada que yo haya concebido; sencillamente, lo hice obedeciendo las palabras de las eminencias de antaño. Y lo mismo cabe decir de todas las demás personas que habitan en las diez direcciones. »No obstante, ahora comprendo que este proceder sólo consume al ser humano en esfuerzos inútiles durante esta existencia, y lo condena a caer en el infierno Avichi en sus vidas futuras. Los textos que usted citó lo esclarecen de manera inconfundible, con argumentos detallados que no dejan lugar a dudas. A partir de ahora, con la guía de su cordial instrucción, quiero seguir disipando la ignorancia de mi mente. Espero que, lo antes posible, podamos hacer algo para contener estos actos contra la ley y establecer sin más demora la paz en este mundo, a fin de asegurarnos la seguridad en esta existencia y la buena fortuna en la próxima. Pero no basta con que sólo yo acepte sus palabras y crea en ellas; debemos obrar para que otros también adviertan el error en que se encuentran. Antecedentes El vigésimo octavo día del cuarto mes de 1253, Nichiren Daishonin dio a conocer públicamente la enseñanza de Nam-myoho-renge-kyo en el templo Seicho-ji, situado en Awa, su provincia natal. Luego retornó a Kamakura, sede del gobierno militar, para iniciar la propagación. Al examinar los registros históricos, vemos que en esa época los nombres de las eras cambiaban con frecuencia. El año 1253 coincidió con la era Kencho. Pero tres años más tarde, en 1256, el nombre de la era pasó a ser Kogen, y al año siguiente, Shoka. Dos años después, en 1259, cambió a Shogen; el año posterior, pasó a llamarse Bunno, y un año más tarde, Kocho. En los cinco años transcurridos entre 1256 y 1261, se produjeron cinco cambios en las denominaciones de las eras. Esto, por regla, ocurría sólo cuando era coronado un nuevo emperador o cuando se producían desastres naturales de graves proporciones; la frecuencia de estos cambios sirve para evaluar la magnitud de las calamidades que azotaron el Japon en ese período. Poco después de la llegada del Daishonin, Kamakura y el país entero padecieron una sucesión de desastres y conflictos que reforzaron en el Daishonin la convicción de estar entrando en el Último Día de la Ley. El sexto día del octavo mes de 1256, hubo lluvias torrenciales que causaron inundaciones y aludes, destruyeron las cosechas y arrasaron gran parte de Kamakura. El noveno mes del mismo año, una epidemia hizo estragos en la ciudad y causó muchísimas muertes. Durante el quinto, el octavo y el undécimo mes de 1257, la ciudad fue sacudida por fuertes terremotos, y en el sexto y el séptimo mes se produjo una sequía espantosa. Lo más temible de todo fue un terremoto sin precedentes, que aconteció en el vigésimo tercer día del octavo mes. El año 1258 fue testigo de catástrofes no menos devastadoras. En el octavo mes, hubo tormentas que destruyeron las cosechas en todo el país, e inundaciones en Kamakura, que cobraron numerosas víctimas. En el décimo mes del mismo año, Kamakura fue escenario de lluvias torrenciales y extensas inundaciones. En el primer mes de 1258, hubo incendios que consumieron el templo Jufuku-ji, y en 1259, las epidemias y las hambrunas se sumaron a violentas tormentas que diezmaron las cosechas. Nichiren Daishonin recurrió a las escrituras budistas para determinar la causa de tales desastres. En su afán de esclarecer esta inquietud, fue al templo Jisso-ji, situado en Iwamoto, provincia de Suruga, y permaneció allí entre 1258 y mediados de 1260. Este era uno de los principales templos de la escuela Tendai en la región oriental del país y, como tal, su biblioteca albergaba muchos sutras importantes, que el Daishonin leyó y estudió en su totalidad. Como resultado, en el Sutra de los reyes benevolentes, el Sutra Maestro de la Medicina, el Sutra de la gran compilación y el Sutra de la luz dorada, halló pruebas que fundamentaron su teoría. De todos ellos extrajo citas que aparecen en esta tesis, Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra, que cronológicamente es la primera de sus cinco obras principales. El texto original fue escrito en chino clásico y presentado a Hojo Tokiyori, mediante los oficios de Yadoya Mitsunori –un funcionario del gobierno de alto rango—, el decimosexto día del séptimo mes, en el primer año de Bunno (1260). En ese momento, Tokiyori vivía retirado de la vida política, pero seguía siendo el miembro más influyente del clan gobernante Hojo. La tesis no produjo ninguna reacción inmediata; el Daishonin tampoco recibió una contestación oficial. Mas los miembros del gobierno no pudieron tolerar el ataque racional pero inflexible que hacía a las enseñanzas de la Tierra Pura, de Honen y sus seguidores. Aparentemente, ciertos funcionarios gubernamentales fieles a los principios de la escuela Tierra Pura instigaron un ataque a la morada del Daishonin en Matsubagayatsu, Kamakura, el vigésimo séptimo día del octavo mes. Nichiren Daishonin a duras penas logró salir con vida, y consiguió llegar a la provincia de Shimosa, donde permaneció alojado en la casa de un seguidor. Regresó a Kamakura a principios del año siguiente (1261). Vivió amenazado por persecuciones continuas, y fue desterrado por persecuciones continuas, y fue desterrado sumariamente a Izu este mismo año, el duodécimo día del quinto mes. La obra consiste en un diálogo entre un anfitrión y un visitante. El anfitrión representa a Nichiren Daishonin, y el visitante, según se suele interpretar, a Hojo Tokiyori. En el comienzo, aquel atribuye la causa de los desastres que afectaban al país a la fe en una religión errónea, es decir, las enseñanzas de Honen correspondientes a la escuela Tierra Pura. Se presentan numerosas referencias doctrinales; estas mencionan las catástrofes que deberá sufrir la nación que siga falsas enseñanzas. El autor pone especial énfasis en un fragmento del Sutra Maestro de la Medicina donde se describen siete clases de desastres que se abatirán sobre los países en estas condiciones. De estas calamidades, señala, cinco ya se han producido, y sólo resta la aparición de dos: la «calamidad de una invasión procedente de tierras extranjeras» y la «calamidad de una rebelión en el propio territorio». El Daishonin advierte que estos dos desastres acontecerán sin falta, si el país rehúsa adoptar las doctrinas del Sutra del loto. Tiempo después, sus dos predicciones de rebelión interna e invasión extranjera se harían realidad: una, en 1272, cuando Hojo Tokisuke promovió un golpe contra su medio hermano menor, el regente Hojo Tokimune; la otra, en 1274 y en 1281, cuando los mongoles atacaron el Japón en dos ocasiones. Desde el punto de vista de la relación entre las convicciones religiosas del pueblo y la concreción de una sociedad pacífica, Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta ocupa un lugar importante en el conjunto de escritos de Nichiren Daishonin. Este vivió en una época de marcado autoritarismo gubernamental; probablemente haya sentido que apelando a los miembros más poderosos del gobierno podría ayudar a impulsar una reforma social. La indiferencia que recibió su tesis no hizo más que fortalecer su actividad de propagación para propiciar la paz y la felicidad de la sociedad, tarea que continuaría acometiendo durante el resto de su vida. Posdata a «Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra» Compilé el trabajo anterior en el primer año de la era Bunno (1260), signo cíclico kanoe-saru. Es decir, comencé el trabajo durante la era Shoka (1257-1259) y lo finalicé en el primer año de Bunno. En el primer año de la era Shoka, signo cíclico hinoto-mi, en el vigésimo tercer día del octavo mes, cuando la hora del perro da paso a la hora del jabalí (alrededor de las nueve de la noche), se produjo un intenso terremoto. Al observar este fenómeno, concebí la idea de escribir esta obra. Luego, en el primer años de Bunno, signo cíclico kanoe-saru, en el decimosexto día del séptimo mes, le hice llegar a Su Señoría, el sacerdote laico del Saimyo-ji56 hoy fallecido, por intermedio del sacerdote laico Yadoya.57 Tiempo después, en el primer año de la era Bun’ei (1264), signo cíclico kinoe-ne, en el quinto día del séptimo mes, cuando apareció un gran cometa, comprendí con mayor certeza aún el origen de estos desastres. Luego, en el decimoctavo día del primer mes intercalar, quinto año de Bun’ei, signo cíclico tsuchinoe-tatsu, nueve años después del primer año de Bunno [en que presenté esta tesis, Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra], llegó una carta oficial del gran reino de los mongoles situado al Oeste, en la cual amenazaban con atacar nuestro país. En el sexto año de la misma era (1269), arribó una segunda carta. Así pues, ya ha quedado demostrada la veracidad de la predicción que formulé en dicho trabajo. En vista de ello, podemos suponer que los pronósticos que hice también seguirán cumpliéndose en el futuro. El contenido de esta obra ha sido corroborado por los hechos. Pero esto no debe atribuirse sólo al poder de Nichiren. Antes bien, ha ocurrido en respuesta a las palabras verdaderas del Sutra del loto. Copié este trabajo en el octavo día del duodécimo mes, en el sexto año de Bun’ei (1269), signo cíclico tsuchinoto-mi. Antecedentes En 1269, un grupo de emisarios mongoles volvió a desembarcar en el Dazaifu, un destacamento gubernamental situado en la isla meridional de Kyushu, exigiendo una respuesta a sus intimaciones anteriores. Se cree que Nichiren Daishonin envió otra tanda de cartas a altos funcionarios del gobierno, sin que ninguno respondiera. El octavo día del duodécimo mes de 1269, el Daishonin copió Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra y agregó esta posdata, en la cual advierte que las profecías formulada en dicho documento, nueve años antes, finalmente se estaban haciendo realidad. Notas 1 2 3 4 5 Referencia al pasaje de una obra de Sahn-tao titulada Elogio a la meditación para contemplar al Buda, donde este dice que invocar el nombre del buda Amida obra como una espada que corta los deseos mundanos, el karma y el sufrimiento. Uno de los doce juramentos del buda Maestro de la Medicina, mencionado en el sutra homónimo. En su práctica de bodhisattva, aquel había jurado curar todas las enfermedades y guiar a las personas a la iluminación. Sutra del loto, cap. 23. Reerencia a una práctica de la escuela Tendai. Sutra de los reyes benevolentes. Otra referencia a la escuela Tendai, que realizaba un ritual de oración basado en el citado fragmento. De acuerdo con el Sutra de los reyes benevolentes, esta era una clase de ceremonia que, en su origen, había realizado la deidad Shakra para derrotar al malvado rey Nacido de la Coronilla. 6 Rito en el que los sacerdotes de las escuela Palabra Verdadera colocaban sobre una plataforma cinco jarras, de color blanco, azul, rojo, amarillo y negro, y las llenaban, respectivamente, de oro, plata, lapislázuli, perlas y cristal. Además, en las vasijas distribuían cinco cereales, cinco hierbas y cinco clases de incienso, y luego las llenaban de agua y de flores. Se creía que el ritual de las jarras, celebrado de este modo, repelía los desastres. 7 Referencia a la práctica de la escuela Zen. 8 Los nombres de los siete espíritus guardianes aparecen en el Sutra de los conjuros místicos para eliminar las enfermedades de los cinco componentes. 9 Cinco poderosos bodhisattvas enumerados en el Sutra de los reyes benevolentes. De acuerdo con este sutra, si un gobernante abraza la enseñanza correcta del budismo, estos cinco poderosos bodhisattvas lo protegerán a él y al pueblo de su país. 10 Júpiter, Marte, Venus, Mercurio y Saturno. 11 Referencia a un oráculo que, según la tradición, se recibió del gran bodhisattva Hachiman durante el reinado del quincuagésimo primer soberano, el emperador Heizei (r. 806-809). En él, Hachiman juró proteger la nación hasta el reinado del centésimo soberano. La tesis Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra fue escrita durante el reinado del nonagésimo soberano, el emperador Kameyama (r. 1259-1274). 12 El «salón perfumado de orquídeas» alude a la morada de un hombre virtuoso. 13 La expresión «cielos de la pureza» se refiere a los cinco cielos más elevados del mundo de la forma, segunda división del mundo triple, situado por encima del mundo del deseo. 14 Sabores dulce, picante, agrio, amargo, salado, astringente y sutil. 15 El poder de la tierra que nutre los granos y frutos, el poder de los seres vivos que educan al pueblo y revitalizan la sociedad humana, y el poder de la Ley budista que genera la paz y la felicidad. 16 En el Sutra de la gran compilación, se hace referencia al corzo como un cervatillo tan tímido, que huye de inmediato ante el menor peligro, sin pensar en sus padres o en sus semejantes. 17 Se llama «reyes ungidos» a los gobernantes de los reinos importantes. En la antigua India, cuando el soberano de un reino poderoso ascendía al trono, los monarcas de los reinos más pequeños y sus ministros vertían agua sobre su cabeza para ungirlo. 18 La Estrella de Metal es Venus. La Estrella de la Escoba es una denominación que se deba a los comentas; la Estrella del Fuego es Marte y la Estrella de Agua, Mercurio. La mayoría de los demás astros mencionados aluden a parte de las veintiocho casas celestes. 19 «Fuego demoníaco» se refiere a incendios de origen desconocido, atribuidos a la ira de los demonios. El «fuego de los dragones» se adjudica a la ira de estos seres, que, según se creía, podían convertir el agua en fuego a voluntad. El «fuego celestial» era causado por la ira de los cielos, y el «fuego de las deidades de la montaña» --quizá, alusión a las erupciones volcánicas— se vincula a la ira de dichas divinidades. El «fuego humano» era producto del error o de la negligencia de los hombres. El «fuego de los árboles» probablemente aluda a los incendios forestales, y el «fuego de los bandidos» describe los incendios intencionales provocados por invasores. 20 De acuerdo con el calendario lunar japonés, el sexto mes corresponde al último mes estival. 21 Los vientos negro, rojo y verde se refieren a ventiscas que agitan y concentran nubes de arena, mientras que los vientos celestiales y terrenales corresponden a tornados o ciclones. Los vientos de fuego indican aire caliente producido en la estación seca y los vientos de agua aluden a borrascas lluviosas. 22 Trigo, arroz, frijoles y dos clases de mijo. Es, también, un término genérico con que se designa a los cereales. Aquí se emplea en este último sentido. Bandidos que cometen el mal aprovechando la confusión de los desastres producidos por el fuego, el agua y el viento, respectivamente. A los secuestradores se los solía llamar «bandidos de los demonios». 24 El término original con que se designaba a los espíritus era gedo, que en forma literal significa «fuera del Camino» y, por lo común, se aplicaba a herejes y no budistas. Aquí, la palabra denota a la persona o situación que causa desastres. Por eso se usa el término «malos espíritus». 25 Alusión a la leyenda según la cual el emperador Ming (28-75) soñó con un hombre dorado que levitaba sobre el jardín. Despertó y preguntó a sus ministros cómo debía interpretar el sueño. Uno de ellos dijo que había oído hablar del nacimiento de un venerable en la región oriental [la India] durante el reinado del rey Chao, de la dinastía Chou, a quien se lo conocía como «Buda». El Emperador envió dieciocho emisarios a la región occidental a que trajesen las enseñanzas del buda. A pedido de estos enviados, dos monjes budistas indios llegaron a la China en el año 67, portando escrituras e imágenes budistas en las alforjas de sus blancos caballos. 26 Se dice que, en 587, cuando Jogu –también conocido como príncipe Shotoku— era joven aún, se unió a Soga no Umako para atacar y asesinar a Mononobe no Moriya, poderoso ministro opositor al budismo y al clan Soga. 27 La expresión «los que pertenecen al linaje de Shariputra» se refiere a quienes dan mayor importancia a la práctica de la meditación que a seguir las enseñanzas. La expresión «los que siguen las tradiciones de Haklenayashas» se aplica a los que dan más importancia al estudio doctrinal que a la práctica de la meditación. Haklenayashas fue le vigésimo tercero de los veinticuatro sucesores de Shakyamuni. Kukkutapada es la actual IKurkihar, situada unos treinta kilómetros al noreste de Buddhagaya. Se dice que Mahakashapa transmitió las enseñanzas a Ananda en dicha montaña, donde también murió. 28 Sutra del loto, cap. 13. A menudo, a esta parte se le designa como «la estrofa de veinte versos del capítulo ― Aliento a la devoción‖», donde se enuncian las diferentes persecuciones que recibirá quien propague el Sutra del loto en la temible última era. Tiempo después, Miao-lo de la China clasificó estos hostigamientos y los denominó «tres enemigos poderosos». 29 La expresión «venerables de los cuatro niveles» se refiere a los maestros budistas que abrazan y propagan la enseñanza correcta y benefician a la población. A menudo, este término se aplica a los venerables del Hinayana, a quienes se clasifica en cuatro categorías de acuerdo con su nivel de comprensión. Pero, en general, alude a los sucesores del Buda que propagan su enseñanza y guían a la gente a la salvación. 30 «Meditación concentrada y meditación dispersa» se refiere a las dieciséis clases de meditación que deben practicar aquellos que desean renacer en la Tierra Pura. En las primeras trece clases, uno concentra la mente en el esplendor de la Tierra Pura y en las características de los budas y bodhisattvas. A estas prácticas se las conoce como «meditación concentrada». Las otras tres clases pueden llevarse a cabo aun sin que la mente esté enfocada en un objeto determinado. Por eso se las llama «meditación dispersa». 31 El término «tres clases de mente» se refiere a los tres requisitos que hay que reunir para llegar a la Tierra Pura: mente sincera, mente de fe profunda y mente determinada a alcanzar la Tierra Pura. 32 Alusión al decimoctavo de los cuarenta y ocho juramentos descritos en el Sutra del buda Vida Infinita, que formuló el bodhisattva Tesoro del Dharma –nombre que tenía el buda Amida antes de lograr la iluminación— para guiar a todas las personas a la Tierra Pura, excepto a las aquí mencionadas. 33 Sutra del loto, cap. 3. 34 Los dos asistentes son el bodhisattva Percibir los Sonidos del Mundo y el bodhisattva Gran Poder. 23 35 Shakyamuni y Maestro de la Medicina eran budas cuyas imágenes se hallaban entronizadas en el templo principal de la escuela Tendai, en el monte Hiei. Allí también había consagradas imágenes de los bodhisattvas Arca Sideral y Acervo de la Tierra. Arca Sideral es un bodhisattva al que se le atribuía la posesión de sabiduría y de beneficios ilimitados. Acervo de la Tierra es un bodhisattva a quien el buda Shakyamuni había encomendado la misión de salvar a los seres humanos. 36 En la ceremonia del Sutra del loto, el buda Shakyamuni transfirió sus enseñanzas a los bodhisattvas de la enseñanza teórica, encabezados por Rey de la Medicina, y les confirió la misión de propagarlas en el Día Medio de la Ley. Se dice que el bodhisattva Rey de la Medicina renació luego, en la China, con la identidad del gran maestro T’ien-t’ai, y en el Japón, como el gran maestro Dengyo. A partir de la parábola del médico excelente, mencionada en el capítulo «Duración de la vida» del Sutra del loto, T’ien-t’ai y Dengyo utilizaron como objeto de devoción de su escuela al buda Maestro de la Medicina, señor del Mundo de la Esmeralda Pura, situado en la parte oriental del universo. En este sentido, desdeñar al buda Maestro de la Medicina y venerar al buda Amida es ignorar la transmisión del buda Shakyamuni. 37 Los cuatro tratados se refieren al Tratado sobre el Camino Medio y al Tratado sobre los doce portales, de Nagarjuna; al Tratado sobre la gran perfección de la sabiduría, también atribuido a Nagarjuna; y al Tratado de las cien estrofas, adjudicado a Aryadeva. 38 Tres obras principales de T’ien-t’ai –Gran concentración e introspección; Palabras y frases del «Sutra del loto» y Profundo significado del «Sutra del loto»--, que constan de treinta volúmenes, y los tres comentarios de Miao-lo sobre ellas, que también consisten en treinta volúmenes. 39 La biografía de Honen sostiene que este, en un sueño, recibió permiso de Shan-tao para propagar la práctica de invocar el nombre del buda Amida, y que fue la persona a quien se encomendaron las enseñanzas de la Tierra Pura. 40 «Un período anterior» se refiere a aquel en que Honen propagó las doctrinas de la Tierra Pura. 41 Juan Chi (210-263) fue uno de los siete sabios del Bosque de Bambús, grupo de eruditos que, en la convulsionada era política de fines de la dinastía Wei, solían reunirse en un bosque de bambús para beber, interpretar música, escribir poemas y debatir sobre temas filosóficos; en especial, sobre la filosofía taoísta de Lao Tzu y de Chuang Tzu. Juan Chi también se destacó como poeta. 42 Pueblo turco de Asia central que prosperó desde el siglo VIII hasta mediados del siglo IX. 43 En 1221, el emperador retirado Gotoba desempeñó un papel crucial en la lucha por el poder entre la Corte Imperial de Kioto y el clan Hojo de Kamakura, refriega conocida como los «disturbios de Jokyu». Las fuerzas imperiales fueron aplastadas, y él, junto a otros dos emperadores retirados, acabó en el exilio. 44 Esa declaración del huésped, que representa la autoridad política más alta del país, refleja su postura como gobernante, que antepone los asuntos de gobierno a todas las demás cuestiones. En cambio, el Daishonin enseña que la refutación de las doctrinas erróneas y la propagación de la enseñanza correcta son el camino más confiable para establecer la verdadera seguridad en la nación. 45 Las cuatro faltas graves son las más graves de las diez malas acciones: matar, robar, cometer adulterio y mentir. 46 Un anagamin (ʻel que no retornaʼ) es aquel que ha llegado al tercero de los cuatro niveles a los que puede acceder un practicante que escucha la voz. El cuarto nivel, el más alto, corresponde al estado de arhat. 47 Kashyapa fue uno de los siete budas antiguos o budas del pasado. De todos ellos, el buda Kashyapa fue quien apareció en sexto lugar, mientras que el buda Shakyamuni fue el séptimo. 48 Aquí, el término «cabeza rapada» se aplica a quien ha recibido la tonsura e ingresado en la vida monástica sólo por motivos egoístas –por ejemplo, adquirir prestigio social o tranquilidad económica— pero practica y estudia el budismo con negligencia. Conferencias realizadas todos los años, el día en que se conmemora la muerte de T’ien-t’ai, en el vigésimo cuarto día del undécimo mes. 50 Término chino que se aplica a los forajidos y rebeldes. Aquí, «olas blancas» indica a Honen y a otros sacerdotes de la escuela Tierra Pura, además de referirse a los seguidores de otras escuelas erradas. El «océano del Buda» indica las enseñanzas de Shakyamuni. En forma análoga, la frase «verdes bosques» se aplica a Honen y a sus seguidores, mientras que «monte de la Ley» alude a las enseñanzas de Shakyamuni. 51 Fu Hsi, Shen Nung, Yao y Shun fueron sabios gobernantes legendarios de la antigua China. 52 Expresiones tomadas de la antigua literatura china que se emplean para indicar cambios drásticos. 53 La expresión «un amigo en un salón perfumado de orquídeas» se aplica a la persona de virtud. La connotación es que la compañía de alguien virtuoso obra como una buena influencia, de la misma manera en que uno, al entrar en un recito colmado de orquídeas, queda impregnado de su fragancia. Se dice que la artemisa sostenida por el cáñamo crece más erguida. 54 Las seis clases de parientes son el padre, la madre, el hermano mayor, el hermano menor, la esposa y el hijo o hija. 55 De acuerdo con el Sutra del nirvana, el sitio llamado «infierno Avichi» o «infierno de sufrimiento incesante» mide ochenta y cuatro mil yojanas de largo y otros tantos de ancho. Se dice que cuando alguien cae en este infierno, esa persona por sí sola basta para llenarlo por completo. El gran tamaño del cuerpo simboliza la magnitud del dolor que experimenta la vida en este estado de infierno. 56 La expresión «sacerdote laico del Saimyo-ji» se refiere a Hojo Tokiyori (1227-1263), quinto regente del sogunato de Kamakura. Asumió la regencia en 1246, pero la cedió a Hojo Nagatoki en 1256, para tomar los hábitos bajo la guía de Doryu, sacerdote chino naturalizado perteneciente a la escuela Zen. En su vida como sacerdote laico, se instaló en el templo Saimyo-ji, construido por él, aunque siguió moviendo los hilos del poder. Fue conocido como sacerdote laico del Saimyo-ji. 57 Yadoya Mitsunori, también conocido como el sacerdote laico Yadoya, fue un funcionario jerárquico cercano a Hojo Tokiyori. 49