Corriendo el riesgo de ser prolijos, nos parece pertinente registrar el

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Gabriela Universal - Santiago Borda-Malo Echeverri
las cosas naturales y algunas construidas por el hombre (siempre
y cuando no violen las leyes naturales, de ello es celosa), están
tocados de ese ‘misticismo esencial’ que dice Armando Donoso y
que corresponde a la conciencia religiosa y al maravillamiento que
presidía su visión del mundo. Sin buscarlo, y por el lazo interno
que los liga, he pasado de los motivos de Dolor y Muerte a través
del motivo religioso, a las secciones que en los diversos libros de
Gabriela se titulan ‘Naturaleza’, y esto es porque todos ellos están
indisolublemente unidos en ella.164 (Los incisos entre paréntesis son
acotaciones nuestras para evitar malentendidos.)
Corriendo el riesgo de ser prolijos, nos parece pertinente registrar
el comentario de otro chileno ya citado (Alone, Hernán Díaz Arrieta),
por tratarse de juicios críticos complementarios, muy cualificados e
imprescindibles, que nos aportan una visión total de la Obra mistraliana
(en cuanto a influencias estilísticas, cuestiones métricas y lingüísticas
en comparación con otras escuelas literarias, temática, semiótica), y nos
permiten aproximarnos más objetivamente a “Tala”, quizás la Obra más
difícil de abordar de Gabriela Mistral. Escribe, pues, Alone:
Poco amiga de multiplicar los volúmenes, desconfiada de editores
y libreros, como también del público, aguardó desde los 33 años
de edad hasta los 49 antes de resolverse a entregar el segundo
libro poético, que apareció –como los dos anteriores, ‘Desolación’
y ‘Ternura’-, en el extranjero (...) Muchos echaron de menos el
ardor maduro, la violencia arrastradora, el estallido pasional de
los famosos apóstrofes y la audacia tranquila, casi religiosa que
envolvían los ‘Poemas de la Madre’ con la punzante melancolía de
la esterilidad. Se compararon las repercusiones frenéticas de aquel
drama primero con las que aquí despertaba, como entre sueños,
siempre al lado allá de la vida, el fin de su madre (...) Y no pudo
menos de notarse la notoria diferencia que hay, fatalmente, entre
los amores y los dolores. El amante hundía en las entrañas un puñal
tremendo; acá la locura doliente se tornaba metafísica. Algunos
esperaron –como apareció en ‘Ternura’- el tono jovial que la autora
había anunciado en el ‘Voto’ de ‘Desolación’. Pero no hubo tal cambio.
Quedan fantasmas alucinantes y terror; los paisajes se amplían a
varios continentes y alza en algunos la voz hasta términos que, según
ella, requieren explicarse.
164
Ibíd., pp. xxiv-xxviii.
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