LA CONCEPCIÓN CONSTRUCTIVISTA DE LA ENSEÑANZA

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AUTOR: JUAN ANTONIO ÁLVAREZ ALCÁZAR
LA CONCEPCIÓN CONSTRUCTIVISTA DE LA
ENSEÑANZA
• Resumen: el presente artículo resume los principios constructivistas aplicados
a los procesos de desarrollo y de aprendizaje y los procesos educativos, así de un
breve análisis de sus implicaciones en educación.
• Palabras clave: conocimiento, aprendizaje, ideas previas, orientación y
socialización.
1.- Breve introducción
La concepción constructivista de la enseñanza es un planteamiento de la
psicología de la educación que trató de incorporar los procesos sociales, cognitivos,
culturales y de desarrollo para explicar los procesos de aprendizaje. Defiende que el
aprendizaje no es un proceso pasivo fruto del ambiente, los estímulos o el
determinismo social, sino que se trata de un proceso activo de conocimiento donde el
sujeto va integrando todos los factores estimulantes que lo rodean con sus procesos
cognitivos. En definitiva, podríamos enunciar que el proceso de conocimiento es una
"construcción" del ser humano.
En esta versión los profesores pasan a ser, más que nunca, mediadores del
proceso de aprendizaje de los alumnos en cuyas manos están las riendas de los
procesos educativos. No obstante, no se encuentran exentos de crítica, como la de
Hirsch (1996), que asumen una pérdida de responsabilidad en el profesorado y una
merma del control sobre la manera que los alumnos interpretan y aprenden la
información. Si bien, el alumno es protagonista de su propio proceso de aprendizaje es
preciso tener en cuenta que los profesores tienen que controlar ciertos factores
educativos. En este sentido, es necesario tener en cuenta que los profesores tienen
una identidad propia,un concepto de enseñanza y unas concepciones que no conviene
perder de vista. La construcción individual del conocimiento asumida por el alumno es
inseparable de la construcción colectiva que existe con los profesores, demás
alumnos, familia, entorno, etc. que constituye un entorno específico organizado
culturalmente.
Según Fenstermacher y Richardson (1994), la visión constructivista de la
enseñanza y el aprendizaje están más orientadas a asistir a los profesionales de la
educación que a desarrollar las diferentes corrientes psicológicas a las que hace
referencia, cuyos objetivos se pueden resumir fundamentalmente en los siguientes
(Coll, 2004):
- Establecer un marco de aportaciones sobre las diferentes dimensiones
psicológicas que intervienen en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
- Acercar al profesorado una información especializada en materia
psicológica que de otro modo sería de difícil acceso por su naturaleza.
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Habilitar un esquema organizador común que acuñen y los resultados de
las investigaciones psicológicas educativas y psicoeducativas, que permita
ir siendo completado con los resultados de las investigaciones psicológicas
y docentes.
Unificar la práctica docente mediante una plataforma para la elaboración de
propuestas pedagógicas y de intervención psicopedagógica, así como el
análisis de prácticas educativas escolares y profesionalización docente.
Retroalimentar la práctica docente con nuevos problemas y postulados que
permitan establecer nuevas prioridades y procesos educativos.
Los orígenes del constructivismo los podemos encontrar en las investigaciones
realizadas por Piaget y sus colaboradores (Coll 1996a), pero realmente se desarrolla a
partir de 1960 cuando las dos chinas conductistas dejan de tener fuerza en detrimento
de la adopción de posturas cognitivistas. Según Prawat y Robert (1996), estas
posturas cognitivistas dando lugar a visiones alternativas del funcionamiento
psicológico, que pudieron resumirse en:
- Constructivismo cognitivo: es aquella que se fundamenta en la psicología y
epistemología genética, muy vinculada a los enfoques cognitivos. Tiene
más en cuenta los procesos individuales del aprendiz que otros, como por
ejemplo los sociales.
- Constructivismo de orientación sociocultural: fundamentalmente basado en
las teorías del psicólogo ruso Vygotskii, orientada a la influencia cúltural y
social en el proceso de aprendizaje de las personas.
- Constructivismo vinculado al con construccionismo social: situado el
conocimiento y los procesos cognitivos en el uso del lenguaje y las
prácticas lingüísticas.
La línea común a todas ellas es interesarse de fondo por los procesos que
suceden en la mente de las personas es decir, el pensamiento, el aprendizaje, la
cognición, las estrategias, etcétera. En líneas generales esta teoría del conocimiento
humano tiene una línea de investigación muy marcada:
- Intentar establecer esquemas operativos de los procesos cognitivos
internos del individuo en el aprendizaje.
- Estudiar el papel que juegan las ideas previas de los alumnos en la
integración del nuevo conocimiento con las estructuras cognitivas.
- Tratar de establecer aquellas prácticas educativas que se han demostrado
eficaces, analizando las condiciones en las que se dieron.
2.- Principios de la concepción constructivista aplicados a la educación
2.1 Principio de naturaleza social
La educación es en sí, un proceso de desarrollo personal donde la sociedad
trata de alcanzar la plenitud de los individuos que la componen a través del sistema
educativo establecido. Es por esto, que la educación tiene una función social es ahora
y, por tanto, un proceso de "construcción" personal. El legado social y cultural inmerso
en el mar educativo posibilita crear un rasgo de identidad en la sociedad que lo
comparte y un marco cultural que le identifica. El proceso individual y social de la
educación son las caras de una misma moneda.
La educación escolar se diferencia de otros agentes educativos en que es
intencional, planificado y continuo, ya que está obligada a promover ciertas cotas de
desarrollo y socialización en sus individuos. De ahí, que sea una institución que
además de promover el desarrollo personal y social deba asumir otras
responsabilidades de "control" social, por ejemplo, mantener el orden social,
económico, control ideológico, de formación laboral, etc. Desde el punto de vista
constructivista el interés reside en las responsabilidades escolares como el acceso al
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conjunto de saberes y formas culturales cuyo aprendizaje sólo puede transmitirse
desde una institución especializada. Estos saberes y formas culturales se organizan
en lo que se llama currículo escolar y están formulados únicamente al desarrollo
personal y social de los individuos de una manera activa, constructiva y crítica en la
sociedad en la que viven.
La propia construcción del conocimiento tiene una naturaleza social ya que es
la aportación personal la que permite entender los haberes o formas culturales que se
pretenden transmitir. Es por eso, que la función de ayuda al desarrollo educativo y
social debe ser abordado por la institución escolar como un proceso donde el sujeto
juega un papel primordial en la construcción psicológica de los significados.
2.2 Principio de interacción
Las instituciones escolares presentan unos rasgos distintivos a los de otros
estamentos. Al ser creada exclusivamente para instruir educativamente a la sociedad
se desmarca del resto de actividades y prácticas sociales, es decir, saca del contexto
las formas culturales que pretende transmitir y las elabora artificialmente para llevar a
cabo su misión. Es por esto, que la escuela tiene un carácter artificial en
contraposición a otras instituciones educativas y , por otro lado, un carácter
descontextualizado de los contenidos sociales que imparte.
Existe, por otro lado, una singularidad en la interacción que ejercen los
diferentes agentes encargados de la educación con el proceso educativo. El profesor
se desmarca de otros agentes sociales como la familia, instituciones deportivas,
culturales, televisión o cualquier otro agente que ejerzan una influencia educativa. El
profesor realiza su trabajo fuera de una actividad cotidiana de aprendizaje, articulando
las distintas formas culturales que enseñar de una manera particularmente artificial.
En síntesis, que todo lo anterior podemos concluir que la escuela es la única
que realiza sus actividades de una manera intencional, planificada y racionalmente
organizada para llevar a cabo un fin previamente establecido. Es por esto, que si la
escuela los contenidos y tradiciones que pretende inculcar a la sociedad sería
insustituible por ningún otro agente educativo o institución. Este proceso único y
específico sitúa al proceso enseñanza con unas características muy particulares ya
que, sería el único que posibilita una actividad mental constructiva de los alumnos
como mediador de su aprendizaje. Por otro lado, la aportación de productos
educativos especialmente elaborados sólo puede ser acometidos si el alumno
despliega la actividad mental constructiva y si son compatibles con la cultura de la
sociedad en la que está inserto. El profesor asume dentro de la institución educativa
un papel de mediador para asegurar que el contenido ideológico y cultural de lo que se
pretende enseñar encaje en los procesos mentales del alumno.
Se establece, así, un triángulo interactivo entre profesores alumnos y
contenidos, resultando un complejo entramado de relaciones entre los alumnos que
aprenden, los contenidos que se intentan trasmitir y el papel mediador que asume el
profesor. El profesor aporta su gestión mediática educativa, el alumno sus procesos
mentales cognitivos y los contenidos, el patrimonio cultural de la sociedad.
2.3 Principio de actividad interna
El papel individual que juega el alumno en el proceso de construcción es muy
notable y pueda atender a diversos factores, como por ejemplo, el grado de desarrollo
madurativo que le permita asumir un volumen determinado de aprendizajes
significativos. También los conocimientos previos que atesora el alumno condicionan
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las experiencias educativas formales de la escuela ya que supone el "andamiaje" que
permite asentar las nuevas enseñanzas. Por tanto, el profesor al diseñar las
actividades deberá tener en cuenta la limitación madurativa del alumno por un lado y,
por otro, la base conceptual previo. También deberá diferenciar lo que el alumno es
capaz de hacer autónomamente y lo que puede llegar a ser con la mediación del
profesor u otras personas.
Para que el contenido de un aprendizaje se lleve a cabo de una manera
significativa es necesario seguir los principios de Ausubel, es decir, que los contenidos
que se presenten sean significativos para el alumno, estén debidamente elaborados
de una manera lógica, que engarcen con el alumno psicológicamente y, por supuesto,
que el alumno esté motivado por querer aprender. La esencia del constructivismo o el
aprendizaje significativo no se encuentra en la medida cuantitativa de lo que se ha
aprendido sino en el significado que el propio sujeto atribuye a lo que aprende. Cuanto
mayor sea la conexión entre lo material y las ideas previas que tiene el alumno mayor
grado de significatividad le atribuirá a lo aprendido. Esta atribución, a su vez, también
depende de la motivación y del entramado de relaciones sociales que se producen
durante el aprendizaje. Cuanto más alejado se encuentre el aprendizaje de la realidad
cotidiana menos atribución de significado tendrá por parte del alumno y, por el
contrario, cuanto más fácil sea de aplicar al contexto donde se encuentre mayor
funcionalidad y utilidad le será otorgada.
Cuando un alumno aprende no pone en juego, solamente, estrategias
nemotecnicas, cognitivas, ideas previas, etc. sino que también se añaden procesos
afectivos y emocionales. Cuando hablamos de actividad mental durante el aprendizaje
hacemos referencia a todo el cúmulo de situaciones que en ese momento se
encuentra el alumno. Esto incluye la imagen que de sí mismo tiene el alumno como
estudiante, influida por las experiencias educativas que haya tenido en la escuela, es
decir, su autoestima y su autoconcepto académico. En la actividad mental se incluye
además la capacidad de almacenamiento comprensivo como base para el aterrizaje
de nuevos aprendizajes. Todos estos procesos mentales que llevan a cabo el
aprendizaje significativo fraguan en una serie de esquemas de conocimiento que se
interrelacionan entre sí en estados de equilibrio y desequilibrio tras cada cosa nueva
que el sujeto aprende (Piaget, 1978b). Éstas fases de equilibrio y desequilibrio lleva al
alumno, muy a menudo, a errores, incomprensiones, confusiones y erróneas
interpretaciones del proceso de aprendizaje. Es aquí donde el profesor asume el
principio de interacción reseñado anteriormente para mediar entre la actividad mental
constructiva de los alumnos y el saber colectivo culturalmente organizado.
Dada la complejidad que entraña los procesos internos que ejerce el alumno
sobre los aprendizajes, se antoja crucial la ayuda prestada a esta actividad
constructiva por parte del profesor. Aunque el verdadero artífice del proceso de
aprendizaje es el alumno, según vygotskii, sin la ayuda necesaria difícilmente podría
darse una atribución significativa a los contenidos. Esta ayuda adquiere un carácter
procesual debido a los equilibrios y desequilibrios que continuamente va encontrando
el alumno en el aprendizaje, ajustándose a los casos y situaciones que le rodea. Por
tanto, podemos decir que el principio de actividad interna no podría llevarse a cabo si
la intervención articulada del profesor, demostrándose así la relación que existe entre
los distintos principios que articulan la concepción constructivista del aprendizaje.
3. Aplicaciones constructivistas en el aula
La corriente constructivista desde un punto de vista práctico nos aporta muchas
ideas sobre la manera en la que podemos ayudar a los demás aprender. No
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pretendemos en este artículo dar aquí una "receta" de posibles aplicaciones infalibles
de carácter educativo, sino más bien tener en cuenta los factores fundamentales a la
hora de diseñar las intervenciones.
Según un estudio de Swanson (1987), la calidad de las estrategias
constructivistas que cada alumno particularmente pone en práctica influye
notablemente sobre la consecución del aprendizaje. Así, por ejemplo, está demostrado
que los niños con discapacidad es aprendizaje tienden a procesar la información con
menos eficacia que los niños no discapacitados. Es por ello por lo que los profesores
no sólo deben preocuparse por lo que sus alumnos están intentando aprender, sino
como lo están haciendo. Los procesos cognitivos que se ponen en juego durante
cualquier proceso de aprendizaje deben ser objeto de seguimiento prioritario, aún más
si cabe, que los propios contenidos para aprender.
Como vimos anteriormente en este artículo, el estadio evolutivo marca las
capacidades que el alumno puede poner encima de la mesa para cometer el
aprendizaje. Eso quiere decir, que dependiendo de las etapas educativas los alumnos
tendrán unas capacidades mentales completamente crecientes. Por ello, los
profesores deberían cuidar especialmente la forma en que presentan los contenidos,
es decir, mayor abstracción en los niveles más altos de la etapa y mayor relación en la
experiencia directa en las etapas más básicas. La manipulación y la actividad a menor
edad puede ser paulatinamente sustituida por experiencias concretas de mayor
abstracción.
Cuando un sujeto organiza la nueva información antes, durante o después de
haberla aprendido está facilitando la consecución de sus aprendizajes (Britton y otros,
1998). Las técnicas más frecuentes que los estudiantes suelen emplear para ayudarse
a organizar el material de manera más eficaz son, por ejemplo, los esquemas de las
principales ideas y cuestiones, la representación gráfica de la información, elaborar
mapas conceptuales, etc. según un estudio de Kletzien (1988), a medida que
aumenta la dificultad de asimilar la información aumenta el grado de dificultad en
organizar el material de aprendizaje. Los profesores puede facilitar el aprendizaje de
sus alumnos proporcionándole la información de manera organizada y relacionada,
ayudándole es en su proceso de organización del aprendizaje.
Las ideas previas de los alumnos de suponer un criterio de planificación de la
enseñanza. Cuando los alumnos son incapaces de relacionar lo que el profesor es
muestra con las ideas previas que atesoran existe una correlación positiva con un
aprendizaje fallido. Es necesario hacer hincapié en relacionar inicialmente la
información nueva con lo que el alumno ya conoce.
B.F. Skinner (1954, 1968), afirmaba que la actividad del alumno en el aula es
requisito indispensable para asegurar el éxito de los aprendizajes. De hecho, el factor
mental es más importante que la actividad física y aquellos alumnos que no se
encuentre en constante actividad mental en el aula aprenderán menos que aquellos
que sí lo estén.
4. Conclusiones
El constructivismo pone de manifiesto la importancia que tienen los procesos
mentales del sujeto, siendo estos meramente exclusivos de la expresión humana. Esto
quiere decir que el aprendizaje tiene un componente individual, activo en el
aprendizaje, pero también un componente social donde los profesores (además de
otros agentes educativos) se encuentran ante un papel mediador único e insustituible.
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Hemos visto en el presente artículo como aquellos alumnos sobre los que no
se realiza una actividad mediadora adecuada por parte del profesor no llegarán nunca
a la zona de desarrollo potencial de su aprendizaje. Quizás los profesores
preocupados por otro tipo de condicionantes no presten la adecuada atención a los
procesos cognitivos de sus alumnos y a las repercusiones que su influencia social
tiene en el aula. Aprender se ha convertido más en un repertorio de destrezas
mentales y sociales que un conjunto de contenidos organizados, y sus evaluaciones
deberían estar más encaminadas al primer aspecto que al segundo.
Otro aspecto a tener en cuenta es la propia naturaleza artificial de los
aprendizajes, con contenidos elaborados artificialmente que si no se aplican en
contextos reales e inmediatos, dejarían de tener consistencia en la memoria y
disminuirían la motivación de los alumnos por aprenderlos. El profesor en clase podría
indicar que habilidades podrían resultar válidas al alumno para resolver situaciones en
la vida cotidiana.
Los departamentos de orientación de los centros educativos constituyen
órganos de calidad que deben estar coordinados con los equipos docentes para
asesorar sobre todo este tipo de cuestiones. Existen muchos programas de mejora de
destrezas educativas que pueden llevarse a cabo mediante la función tutorial o
incardinadas en cada una de las áreas. Lógicamente ello supone un incremento del
esfuerzo que realizan los profesores en sus horarios de trabajo y una apertura mental
hacia todo este tipo de cuestiones que en otros países europeos hace ya muchos años
que se le dio la importancia que merecen.
5. Bibliografía
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Cork: Grune y Stratton.
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