Rubro Peces El cultivo de peces en Venezuela está documentado desde la época en la cual el General Páez decretó la siembra de peces “marinos” en el lago de Valencia, lo cual no fue viable. Luego para 1887 se importaron “Goldfish” con fines ornamentales, ambos antecedentes interesantes para la época. Cronológicamente (1937), el Gobierno venezolano promovió la importación de truchas para poblar cuerpos de agua en el estado Mérida, actividad ésta que impulsó el aprovechamiento piscícola de los ríos y lagos andinos, para posteriormente consolidar unidades de producción o piscifactorías dedicadas a este rubro, el cual hasta la fecha se ha mantenido con valores de producción que alcanzan a contribuir con la demanda del rubro aunado a los valores de captura por pesca, sin incluir la pesca deportiva que ha impactado en el recurso, aún cuando el Estado aplica medidas de ordenación (veda) y programas de repoblamiento constante. En cuanto a la producción por piscicultura, de 1991 a 1998 se mantuvo un nivel de producción de aproximadamente 500 TM/año, pero en el 2004 obtuvo el nivel mínimo de 25 TM, alcanzando un promedio de 200 TM cosechadas para el 2008. Los problemas que más han incidido en el estancamiento de la truchicultura venezolana son el alto costo y la fluctuante disponibilidad del alimento concentrado, los costos de inversión en infraestructura y, últimamente, la poca variabilidad y disponibilidad de material genético que ha traído como consecuencia problemas de endogamia en los cultivos (hibridación intergenérica). Con respecto a la carpa (Cyprinus carpio), para 1940 se importa a la Colonia Tovar (Aragua), cuyo cultivo actualmente no está documentado ni autorizado. En 1959 se importa Tilapia (Oreochromis mossambicus), y se siembran alevines en el Lago de Valencia y Cumaná (en cuerpos de aguas naturales). Posteriormente este rubro agrícola se mantuvo relativamente estancado durante un largo período, aproximadamente hasta 1989, cuando la iniciativa privada instruyó inversiones en los cultivos de Tilapia y Camarón, los cuales para finales de los ‘90 se habían convertido en las actividades más importantes del sector. El cultivo de la Tilapia se mantuvo restringido hasta el año 1992, cuando se legalizó la introducción de este cíclido africano, alcanzando su máximo nivel de producción en 1998 con 2.280 TM. El boom del cultivo de la Tilapia Roja o Pargo Rosado (Oreochromis spp.)se diseminó en muchos estados del país, pero en los últimos años se ha perdido interés en su cultivo, motivado principalmente a problemas relacionados con su complicado manejo y a la precaria calidad genética de los alevines, descendiendo sus valores de producción apenas a 65 Tm para el año 2008. Entre las especies autóctonas con uso acuícola se encuentran la Cachama (Colossoma macropomum), el Morocoto (Piaractus brachypomus), el Coporo (Prochilodus mariae) y el híbrido conocido como Cachamay o Cachamoto (C. macropomum x P. brachypomus). Entre 1974 y 1977 se inician en la Estación de Piscicultura de Guanapito (INIA) del estado Guárico, las primeras investigaciones con especies autóctonas, que dieron sus frutos con la reproducción artificial y producción masiva de alevines de Cachama (Colossoma macropomum), Morocoto (Piaractus brachypomus) y Coporo (Prochilodus mariae). Las cachamas y sus híbridos se están cultivando con relativo éxito en prácticamente todo el territorio nacional y en especial en los estados llaneros, alcanzando el máximo histórico de producción en el año 2002 con 4.800 TM, pero en el año 2007 desciende la producción a menos de la mitad (2.020 TM). La principales limitantes para la expansión de la cachamicultura venezolana son la baja disponibilidad de alevines (ver figuras 4 y 5) y la baja disponibilidad y calidad del alimento, entre otros. En 1985 en la Estación Piscicultura de la Universidad Centrooccidental “Lisandro Alvarado” se logró la reproducción inducida del Bagre Rayado (Pseudoplatystoma fasciatum) y de otros bagres pimelódidos comerciales. En relación al grupo de los bagres se han realizado avances en la generación de paquetes tecnológicos para el cultivo de este importante grupo de peces en el país, pero la gran limitante la constituye la ausencia de alevines por el efecto del canibalismo. A pesar de ser el cuarto país con la mayor diversidad de peces de agua dulce en el mundo (1.198 especies), hasta 1996 sólo se habían detectado unas 40 especies autóctonas de agua dulce con potencial real para la piscicultura de aguas cálidas, entre las que resaltan la Palambra (Brycon amazonicus), la Palometa (Mylossoma duriventre), el Manamana (Potamorhina laticeps),el Curito (Hoplosternumtto littorale), la Sierra Negra (Oydoras sifontesi),el Armadillo Cuyuní (Hypostomus watwata), el Bagre Mapurite (Calophysus macropterus), el Bagre Yaque (Leiarius marmoratus), el Bagre Blanco Pobre (Pinirampus pirinampu),la Pavona (Astronotus cf. Ocellatus), los Pavones (Cichla orinocensis y Cichla temensis), y la Curvina de Río (Plagioscion squamosissimus). La piscicultura marina en Venezuela, es incipiente. En años recientes se han presentado proyectos relativos a la construcción de laboratorios para la producción de larvas de peces así como su engorde en sistemas de jaulas para las especies asociadas al género Lutjanus, sin embargo no se encuentra en ejecución alguno de ellos. Últimamente se han dado los primeros intentos para la producción de la Pagüara (Chaetodipterus faver) y del Bacallao, mejor conocido internacionalmente como Cobia (Rachycentron canadum). Existen además algunas limitantes que necesariamente deben ser superadas, entre las que podemos mencionar: un mercado de productos piscícolas altamente deficitario, escasa diversificación de la oferta piscícola, una inadecuada red de intercambio y distribución, desorganización de los productores piscícolas y desconocimiento por parte de éstos de las políticas regionales y nacionales en materia de piscicultura, y un inadecuado asesoramiento técnico. Sin embargo, Venezuela cuenta con condiciones naturales para el desarrollo de la piscicultura, al punto de que dispone de 700.000 hectáreas de espejos de agua en embalses que han sido escasamente aprovechados con fines piscícolas y con la implementación de algunos sistemas de producción (como jaulas flotantes y corrales), los cuales podrían incrementar la oferta de pescado para la población (ver figura 4). Asimismo, el país posee condiciones climáticas apropiadas, disponibilidad de fuente de agua de buena calidad, centros de producción de alevines con potencial de producción de semillas (ver figuras 5) y un plantel de profesionales e instituciones dedicadas a la investigación del sector. Fig. 1: Potencialidad de Embalses por hectárea (Elaborado con datos del MPPAMB, 2007) Fig. 2: Productores (Públicos y Privados) de Alevines por Estado (Elaborado con datos de INSOPESCA, 2009) Es importante resaltar los programas de repoblamiento de cuerpos de agua que se han llevado a cabo en el país. Desde el año 2004 el INSOPESCA ha realizado actividades de repoblación, las cuales han significado el aumento paulatino del número de cuerpos de agua y alevines sembrados. Para el año 2006 se crea el Proyecto Operativo Anual “Repoblamiento de Cuerpos de Agua de Uso Público”, donde se han sembrado más de 2.000 millones de alevines de peces ( cachama blanca, cachama negra, coporo y truchas) en embalses, lagunas parameras y lagunas costeras de todo el país (ver figura 6). Fig. 3: Peces sembrados durante el proyecto de "Repoblamiento de Cuerpos de Agua de Uso Público" durante el período 2006-2008 (Elaborado con Datos de INSOPESCA, 2009)