SEMIÓTICA Y CONOCIMIENTO Introducción a la epistemología en Locke y Leibniz el entendimiento hace para servirse de ellas, y se refieren sólo a signos, sean palabras o ideas”95. Desde luego, cualquier idea o palabra es así mismo particular: es esta idea particular o esta palabra particular. Pero llamamos palabras o ideas universales a aquellas cuya significación es universal. Es decir, una idea general o universal significa una clase de cosas, como vaca, oveja u hombre; y la palabra general significa la idea en cuanto ésta a su vez significa una clase de cosas. Por tanto: ...lo que los términos generales significan es una clase de cosas; y cada uno de ellos es un signo de una idea abstracta en la mente, de modo que las cosas existentes, en cuanto se adecuan a dicha idea, se clasifican bajo este término; o lo que es lo mismo, pertenecen a esta clase96. Sin embargo, decir que la universalidad corresponde tan solo a las palabras y a las ideas, no equivale a negar la existencia de una fundamentación objetiva universal. No olvido, ni mucho menos niego, que la naturaleza, al producir los entes, hace muchos de ellos parecidos entre sí; no hay nada más evidente, sobre todo en las razas animales y en todos los entes que se propagan mediante las semillas97. Pero es la mente la que observa esta semejanza entre los entes particulares y se sirve de ella para formar ideas generales. Y una vez que se ha formado una idea general, sea por ejemplo la idea de oro, se dice de un ente particular que es oro o no, según se conforme o no a esa idea98. Es importante precisar también que la palabra abstracción no se refiere, en este contexto, a la abstracción de la esencia real de un ente. Locke distingue dos sentidos del término “esencia real”. Uno es el atributo por aquellos que, utilizando la palabra esencia para no saben qué, suponen un número determinado de tales esencias según las cuales están hechas todas las cosas de la naturaleza, de las que participa cada una de ellas, llegando así a ser de esta o aquella especie99. Ensayo, III, III, 11. Ibid. 12. 97 Ibid. 13. 98 Cf. F. COPLESTON, o. c. pp. 10-105. 99 Ensayo, III, III, 17. 95 96 54