2º de Bchto. Historia de la Filosofía La estructura de la realidad según Tomás de Aquino.Los principios básicos de comprensión de la realidad que adopta Tomás de Aquino proceden de la teoría aristotélica. La realidad natural está compuesta por substancias dotadas de forma y materia, que se mueven gracias a que en ellas existe mezcla de acto y potencia. El punto en que la metafísica tomista se aleja de Aristóteles es en la consideración de la diferencia entre esencia y existencia. Para Aristóteles la pregunta por el ser se identifica con la pregunta por la substancia, pues ésta es una realidad básica que existe y ha existido desde siempre. Cada substancia natural ha comenzado a ser, pero el universo ha existido siempre, teniendo como fundamento de su ser una “materia prima” indiferenciada y eterna. La comprensión religiosa de la realidad a partir del relato bíblico introduce, sin embargo, la idea de un Dios creador que ha producido el ser de la nada, consideración totalmente ajena al pensamiento griego, que asumía como axioma que el ser no puede tener origen en el “no-ser”. Para salvar el papel trascendente y creador “ex nihilo” de Dios, Tomás de Aquino parte de una distinción entre el ser de las substancias, su esencia, y la existencia efectiva de dichas substancias, que depende del acto creador de Dios. La existencia, desde este punto de vista, no es un cualidad o atributo de la esencia, y no puede ser derivada de aquella. Es posible, pues, concebir la esencia, y, por tanto, la substancia como no existente, pues ello no implica contradicción. Existir es el acto originario que actualiza o realiza efectivamente la esencia. Y este acto sólo es posible con el concurso de la potencia creadora de Dios. La teoría de Tomás de Aquino no parte ya de la consideración de la materia como un elemento eterno y disponible para recibir las distintas formas que constituyen las substancias, sino como un elemento creado al igual que las formas. Esto le lleva a apartarse del pensamiento aristotélico al considerar que en los entes compuestos de materia y forma, ambos principios constituyen su esencia. La idea de que cualquier ente podría no existir si no hubiera recibido el ser de Dios, implica la consideración de la contingencia de todo lo creado. Sólo Dios es el ser necesario, aquél cuya existencia coincide con su esencia, o, de otro modo, aquél que no puede ser concebido sino como existente. En todos los demás entes, la existencia es participada, y es la realización efectiva de una esencia limitada, por lo que es posible establecer una gradación o jerarquía de los entes en función de la perfección contenida en ella. Así podemos distinguir los siguientes tipos de seres: – El ser necesario y sin limitación, acto puro, eterno e infinito: Dios. – Los seres contingentes cuya existencia depende de Dios, donde se diferencian, a su vez: – Los seres inmateriales, cuya esencia es pura forma: los ángeles. – Los seres materiales del mundo natural, cuya esencia está compuesta de forma y materia. En orden decreciente de perfección tenemos: el hombre (dotado de un alma inmortal), los animales (cuya esencia incluye las posibilidades del alma sentitiva), los vegetales (cuya esencia implica sólo la potencia de crecer y reproducirse) y, por último, los elementos materiales básicos del mundo físico.