Doris Jerí Rodríguez

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Doris Jerí Rodríguez
Maestría en Educación con mención en Gestión de la Educación.
Título de la tesis: “LAS BUENAS PRÁCTICAS EDUCATIVAS Y SU
IMPORTANCIA EN EL ENRIQUECIMIENTO DEL CONOCIMIENTO
ORGANIZACIONAL: Un estudio de caso”
RESUMEN EJECUTIVO
Las buenas y/o mejores prácticas educativas conforman un tipo de
conocimiento capitalizable en las organizaciones escolares. Sin embargo, por
su carácter intangible, no logran asumirse como parte del conocimiento
organizacional. Al ser gestionadas eficientemente a través de un proceso de
aprendizaje colectivo se convierten en conocimiento compartido que favorece
la innovación. Definir, identificar y comprender el fenómeno buenas y/o
mejores prácticas desde la mirada de la gestión del conocimiento permitirá
potenciar capacidades institucionales para que produzcan ventajas
comparativas y competitivas en el mercado educativo y de esta manera
plantear incentivos y poder difundirlas tal como lo propone el Proyecto
Educativo Nacional (Consejo Nacional de Educación, 2005).
Este trabajo recogió información para determinar las percepciones que existen
en los docentes acerca del concepto buenas prácticas con el fin de obtener
una definición que ayude a comprenderlas y aproximarnos a una posible
clasificación como un inicio para convertirlas en parte del conocimiento
organizacional. Por tanto, también fue relevante reconocer qué condiciones
limitan o favorecen la existencia y/o difusión de las mismas en la institución
elegida para el presente estudio.
El estudio de caso realizado en un colegio privado confesional se basó en un
enfoque metodológico de corte semi-inductivo y cualitativo, ya que por la
complejidad y diversidad del entorno educativo se prefirió intervenir desde la
propia experiencia y reflexión de los docentes. Su finalidad por tanto es
comprensiva e interpretativa pues descubrimos cómo los sujetos entienden el
fenómeno buenas y/o mejores prácticas; sus creencias, actitudes, juicios y los
sentidos que a éstas le otorgan. La investigación tuvo carácter exploratorio
pues no existen muchos antecedentes vinculadas al ámbito educativo. La
teoría revisada y a la luz de las cuales evaluamos la información recogida
fueron las teorías de creación del conocimiento (Nonaka y Takeuchi, 1995) así
como la teoría del aprendizaje organizacional (Argyris, 1999 y Gore, 2003).
La población investigada estuvo constituida por el grupo de docentes de una
institución educativa y se realizaron 4 grupos focales cuyos participantes, todos
docentes, fueron seleccionados de acuerdo a los criterios de intencionalidad,
pertinencia, adecuación y disponibilidad. Sus discursos fueron codificados y
categorizados siguiendo como proceso de análisis de contenido a Flick (2004)
quien recoge a su vez los aportes de Glaser y Strauss (1967) y Strauss y
Corbin (1990) en su grounded theory e hizo posible dar respuesta a las
preguntas de investigación.
La primera parte, que es el Marco Teórico, cuenta con dos capítulos; el primero
de los cuales se centra en el estudio conceptual del objeto “buenas prácticas”.
Recurrimos a fuentes bibliográficas, preferentemente ligadas a la gestión del
conocimiento, para que, a partir de las ideas vinculadas al término, pudiéramos
aproximarnos a la identificación de los rasgos característicos, inherentes a la
naturaleza del objeto de estudio. También intenta explorar cómo se concibe el
término en el sector educativo y las implicancias que tiene en la gestión de las
organizaciones educativas.
El segundo capítulo desarrolla consideraciones teóricas sobre el conocimiento
organizacional. Explicamos desde la teoría de creación del conocimiento
(Nonaka y Takeuchi, 1995) así como la teoría del aprendizaje organizacional
presente en Argyris (1999) y Gore (2003) cuáles son las condiciones
necesarias para que este tipo de conocimiento, denominado “Buenas
Prácticas” pueda crearse, capturarse y difundirse. Finalmente, detallamos los
problemas u obstáculos que se suele encontrar en las organizaciones con
respecto a la gestión del conocimiento, pero que podemos aplicar también al
concepto de buenas prácticas educativas.
La segunda parte del estudio está dedicada a la explicación del diseño
metodológico y a la descripción e interpretación de los resultados.
En el Capítulo III consignamos de manera detenida y rigurosa para otorgar
mayor validez y fiabilidad a nuestro estudio, la descripción pormenorizada de
nuestro proceso de recojo y análisis de la información.
Los resultados de la investigación están agrupados en nueve apartados. Los
tres primeros: Buenas Prácticas orientadas a la mejora y la eficacia, Buenas
Prácticas como posibilidad de mejora individual del trabajo docente y Buenas
Prácticas como una actitud de identificación institucional, responden al primer
objetivo de nuestra investigación al presentar las tres posturas que adoptan
los docentes para definir a las buenas prácticas educativas.
Encontramos que para los docentes el concepto buenas prácticas está
asociado fundamentalmente a un carácter instruccional, pedagógico y el hecho
de compartir conocimiento queda todavía en una visión de desarrollo personal,
mas no organizacional tal como propone la gestión del conocimiento para
alcanzar objetivos y poder incrementar el capital humano institucional.
Los docentes reconocen que toda buena práctica se traduce en éxito en
relación a los objetivos institucionales; tiene un carácter innovador, y se inserta
en un proceso de mejora continua al tratar de optimizar procesos y superar
problemas o dificultades; por esto es que se orienta a la eficacia. Según los
informantes se trata de una praxis que recoge un conocimiento tácito, producto
de un saber sustentado en la experiencia, acompañado de un compromiso
hasta cierto punto afectivo que el docente siente con su institución. De ahí que
una buena práctica tenga una dimensión actitudinal.
Por otro lado, los sujetos identifican de manera recurrente a las buenas o
mejores prácticas como acciones referidas al proceso enseñanza-aprendizaje y
la visión organizacional se limita a una interacción en la que los docentes
sienten que se pueden beneficiar de la difusión de las buenas prácticas; pero
todavía desde un plano personal, más que organizacional.
Finalmente, al subrayar una actitud de identificación institucional, se hace
énfasis en la importancia que para desarrollar buenas prácticas tienen la
cultura y el clima organizacional. El concepto de “identificación institucional” es
clave en este sentido, pues el docente espera una coherencia entre sus valores
personales y los valores institucionales como punto de apoyo para poder
asumir ya no sólo “buenas prácticas”, sino de manera más genérica, desarrollar
“una buena práctica”.
Se reconoce la importancia de un contexto
organizacional que estimule, motive y anime a la innovación permanente
identificando y reconociendo a los talentos poseedores de estas buenas
prácticas para contribuir con su difusión generando modelos mentales
compartidos que permitan la mejora continua.
Los siguientes resultados: Compartir conocimiento y aprender para enriquecer
conocimiento organizacional, dan cuenta de las formas en que los docentes
crean conocimiento y lo difunden.
Estas conclusiones
ofrecen un
acercamiento a las posibilidades de creación, difusión y renovación de las
buenas prácticas, si es que éstas logran transformarse en conocimiento
explícito.
La información recogida nos dice que para los docentes es muy importante
generar una cultura de compartir conocimiento para nutrirse y mejorar su
trabajo; sin embargo reconocen que las facilidades para que ese compartir se
produzca no se encuentran formalizadas. Por esta razón, reconocen que el
conocimiento y la difusión de “buenas prácticas” se encuentran atomizados en
el trabajo de los equipos, pero todavía no se abren las vías que permitan un
compartir organizacional y un aprender de los otros, no sólo del ambiente
interno, sino también del externo.
De ahí que sea necesario fortalecer el
trabajo colaborativo que trascienda niveles; áreas e incluso a la propia
institución, generando redes de conocimiento. Asimismo, se incide en tres
posibilidades fácilmente identificables de compartir conocimiento: aprender del
saber de los otros por la formación continua, aprender de la experiencia de los
profesores antiguos y aprender en los procesos que someten a todos los
equipos en tareas comunes.
El siguiente resultado describe las condiciones organizacionales necesarias
para que se pueda gestionar conocimiento; por tanto, a las buenas prácticas
educativas, de manera que puedan verse como un conocimiento capitalizable y
necesario para alcanzar metas institucionales. En tal sentido encontramos que
la existencia de un liderazgo motivador, que brinde un entorno de confianza y
oportunidades para compartir conocimiento es un elemento clave. Así también,
y siempre desde la gestión organizacional, los docentes señalan la necesidad
de una claridad en las funciones para que los roles se encuentren definidos y
se facilite la especialización; desarrollar una cultura de la evaluación, y
finalmente asumir una política de incentivos de diferente naturaleza para
reconocer a los talentos que son poseedores de las llamadas buenas prácticas
y alentarlos en su difusión.
De igual forma, los informantes destacan la necesidad de gestionar la
comunicación, cuyo ideal se centra en la idea de compartir un lenguaje común
que tiene un impacto en la motivación, como también facilita la comprensión de
las expectativas institucionales. La gestión de la información asegura el
conocimiento de información estratégica para desarrollar buenas prácticas que
respondan a los criterios de relevancia y pertinencia. Se reclama que ambos
aspectos se encuentren insertos en una cultura organizacional que se sustente
en valores como la asertividad, la confianza, el espíritu de colaboración.
Insertamos un resultado que da cuenta de las limitaciones que se encuentran
en la organización educativa para poder crear y difundir las buenas prácticas.
Los sujetos señalan que el estrés docente, una deficiente administración del
tiempo y un sentido de competencia negativa puede ser un impedimento para
desarrollar buenas prácticas.
Cerramos el análisis con dos consideraciones: el papel de las TICs en relación
a las buenas prácticas educativas, resultado que nos hace notar la importancia
que tiene la tecnología no sólo en la gestión del conocimiento sino en la
posibilidad que ofrece de construir conocimiento juntos, en la difusión de las
buenas prácticas explicitando las buenas prácticas y poniéndolas al alcance de
todos. Para el último objetivo de la investigación sobre una posible clasificación
de buenas prácticas educativas los docentes se inclinaron por una distribución
de buenas prácticas en función de los beneficiarios más que en razón de su
naturaleza. Se mencionaron principalmente las buenas prácticas en relación al
proceso de enseñanza-aprendizaje, buenas prácticas en la gestión educativa,
las buenas prácticas en relación a la atención a los padres de familia y las
buenas prácticas en la proyección social.
El presente estudio constituye una base para llevar las políticas educativas
sobre la difusión de buenas o mejores prácticas a un nivel de concreción que
permita que los docentes revaloren sus procesos y puedan aportar al
conocimiento organizacional, para que al igual que las grandes empresas
encuentren aquellas ventajas competitivas que les permite particularizar su
servicio y marcar la diferencia con respecto a las otras instituciones.
Por otro lado, pensamos que la presente investigación ofrece una base
interesante para cualquier organización educativa porque los docentes, a partir
de la identificación de sus buenas prácticas podrán incrementar el
conocimiento organizacional y potenciar el desempeño de su capital humano
para asumir el reto de convertirse en organizaciones inteligentes, lo que
revertirá en una mejora continua en todas sus funciones para el logro de los
objetivos institucionales.
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