Recuperar el federalismo, cumplir con la Constitución

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Recuperar el federalismo, cumplir con la
Constitución
Tribuna.Alieto Aldo Guadagni
http://www.clarin.com/opinion/Federalismo-Constitucion_Nacional-descentralizacionCoparticipacion_0_1486651359.html
Juan Bautista Alberdi fue claro cuando afirmó en las Bases lo siguiente: “La República
Argentina será y no podrá menos de ser un Estado Federativo, una República Nacional
compuesta de varias provincias”. Es así que nuestra Constitución Nacional establece en su
artículo primero que la “Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa
republicana
federal”.
Para asegurar el federalismo y la independencia política de los gobiernos provinciales, la
reforma constitucional de 1994 estableció (art. 75) que corresponde al Congreso nacional
aprobar una ley que asegure a las provincias “la automaticidad en las remesas de los
impuestos
coparticipados”.
La Constitución es bien clara ya que también establece que la distribución de la renta tributaria
nacional entre la Nación y las provincias “contemplará criterios objetivos de reparto; será
equitativa, solidaria y dará prioridad al logro de un grado equivalente de desarrollo, calidad de
vida
e
igualdad
de
oportunidades
en
todo
el
territorio
nacional”.
Ya pasaron 21 años y dicho claro mandato constitucional aún sigue lamentablemente
incumplido. Así se explica la desmesurada concentración “unitaria” de recursos fiscales en
manos del Tesoro Nacional en desmedro de las provincias, ya que las transferencias en la
última década han sido discrecionales y arbitrarias, es decir, “castigando” a los gobiernos
provinciales que no acompañaban los actos del gobierno central, incluso los inconstitucionales.
Este proceso de concentración unitaria ha sido tan pronunciado que hoy se transfiere
automáticamente a las provincias el valor más bajo de los últimos cincuenta años, apenas 26
por
ciento
de
la
recaudación
total
tributaria
nacional.
Recordemos que en 1988 el Congreso había establecido el 57,66 por ciento de la recaudación
tributaria nacional como coparticipación automática a favor de las provincias. Este valor surgió
del acuerdo del entonces presidente Alfonsín con el gobernador de Buenos Aires Antonio
Cafiero.
El actual manejo centralizado de la caja fiscal fue el instrumento que el gobierno que terminó
ha utilizado por más de una década con el propósito de convertir a los gobernadores en meros
delegados obedientes a la Casa Rosada. Se aniquiló el federalismo fiscal para concentrar el
gasto público en pocas manos en el gobierno nacional, alimentando así una caja generosa para
la corrupción que ha caracterizado al gobierno que terminó el 10 de diciembre.
La actual concentración de recursos a nivel central no promueve el control en el aumento del
gasto público provincial, ya que hace que el desempeño de los gobiernos provinciales sea
dependiente
de
las
transferencias
discrecionales
del
Tesoro
Nacional.
No es casualidad que las provincias que reciben la mayor coparticipación por habitante de los
impuestos nacionales recaudados sean al mismo tiempo las provincias donde hay más
empleados estatales, sin que esto signifique que los servicios ofrecidos por estos gobiernos
provinciales, por ejemplo seguridad, educación y salud, sean satisfactorios o superiores a los
de otras provincias con menos coparticipación por habitante. Es decir, se trata de un empleo
estatal
sin
servicio
a
la
comunidad.
El nuevo régimen de coparticipación debería fijar una coparticipación automática a favor de las
provincias superior al 50 por ciento, pero sin coeficientes fijos como es ahora, sino con
coeficientes distributivos, periódicamente determinados por el Órgano Federal de Aplicación
(previsto
en
el
art.
75
de
la
Constitución).
El objetivo deberá ser fortalecer el cumplimiento por parte de las provincias de las tres
importantes responsabilidades que expresamente les encomiendan nuestras leyes. Estas tres
responsabilidades corresponden a lo que la gente hoy desea y necesita recibir de los gobiernos
provinciales: educación, salud y seguridad.
Recordemos que nuestro panorama educativo es preocupante, y para corroborarlo basta con
señalar tres hechos: (i) En el primer grado estatal hay 21 por ciento menos de niños que en el
2003. (ii) De cada 100 niños que ingresan al primer grado estatal concluyen la secundaria
apenas 29, mientras que en las privadas se gradúan 70. (iii) La ley de financiamiento educativo
disponía que hacia el 2010 por lo menos el 30 por ciento de los niños debían estar en escuelas
estatales con jornada escolar extendida; la realidad es que apenas once de cada 100 niños
tienen
hoy
esta
escolaridad.
En
el
Conurbano
son
apenas
dos.
El nuevo régimen de coparticipación debería estimular a las provincias a avanzar tanto en
inclusión
escolar
como
en
calidad
educativa.
Será un paso positivo que el nuevo gobierno nacional decida abandonar la concentración
unitaria de los recursos fiscales y cumpla lo que manda nuestra Constitución.
No será una tarea fácil porque se requiere un acuerdo de todas las provincias. Por esta razón,
para facilitar este acuerdo, los nuevos índices de coparticipación deberían aplicarse a los
incrementos de recaudación tributaria que se vayan registrando en el futuro.
No exageramos si decimos que el nuevo régimen de coparticipación de impuestos debe ser “la
madre de todos los pactos políticos” que deberemos encarar en Argentina para recuperar el
federalismo perdido
Alieto Aldo Guadagni fue secretario de Energía. Es miembro de la Academia Nacional de
Educación
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