Niñez - Informe sobre Desarrollo Humano en Bolivia

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IDH-PNUD: Nota de prensa 5
Hacia una política diferenciada, descentralizada e integral
Niñez: cinco aprendizajes del pasado
¿Cómo diseñar políticas públicas que superen la actual fragmentación, marginalidad,
sectorialismo e inercia de la política social en Bolivia? El informe sobre niños, niñas y
adolescentes discute cinco “lecciones del pasado” para avanzar en ese giro fundamental
Una evaluación de las políticas sociales aplicadas durante los últimos 30 años en
Bolivia muestra que se han producido algunos cambios significativos e importantes
avances en materia de acceso a servicios educativos, de salud y de saneamiento básico.
Bolivia, como América Latina, se benefició de un proceso de transformación
demográfica iniciada en los años setenta, complementado por reformas sociales e
institucionales en los años noventa (reforma educativa, seguro universal materno-infantil,
participación popular). Sin embargo, estas políticas muestran un impacto disparejo y
desigual de los procesos de cambio social en las últimas décadas. Pero lo más importante
es el agotamiento del impacto en años recientes. En el caso específico de los niños, niñas
y adolescentes, la “carrera de obstáculos” actual ya no podrá ser superada con la misma
visión, práctica e instrumentos hasta hoy utilizados. Se requiere dar un giro sobre la base
de los aprendizajes (“lecciones”) del pasado y los nuevos desafíos del presente.
¿Cuáles son esos aprendizajes que, a modo de insumo, nos permitirán avanzar
hacia una visión integral del desarrollo y de atención de la niñez en Bolivia? En el
Informe Temático sobre Desarrollo Humano de este año se discuten cinco aprendizajes
relevantes. El primero es que las políticas públicas homogéneas de niñez, diseñadas en el
país para un ideal que no existe, resultan hoy insuficientes cuando no contradictorias a la
hora de reflejar las diferentes formas de “ser niño”. En la actualidad cualquier política
pública de atención a la niñez debe asumir como dato incuestionable que la
heterogeneidad atraviesa la vivencia de los niños según el lugar de residencia, la
condición étnico-lingüística, el género y la clase social, entre otras variables. En ese
sentido es fundamental el reto de la diversidad como base y horizonte para el diseño de
políticas que igualen oportunidades, desarrollen capacidades y protejan derechos.
El segundo aprendizaje tiene que ver con la necesidad de encontrar un lugar
específico para las políticas públicas. Hasta ahora muchas políticas sociales se han
implementado en Bolivia como si no hubiese familias, comunidades, municipios y
departamentos. Peor todavía: con desconocimiento y en algunos casos negación de las
lógicas y prácticas descentralizadas y comunitarias que existen en el país. En ese sentido,
el reto radica en lograr que el diseño e implementación de políticas públicas exprese las
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necesidades que emergen de abajo hacia arriba. Para el efecto, el actual momento
descentralizador constituye una oportunidad de democratización de la política social.
Tercer aprendizaje: la fragmentación y sectorialización de la política social
disminuye el impacto de las políticas públicas hacia niños, niñas y adolescentes. La
constatación relevante es que durante más de dos décadas las disputas más visibles en
torno a la política en sectores como educación y salud fueron pugnas sobre asignaciones
presupuestarias y no acerca del bienestar y desarrollo de los niños. Si asumimos que las
políticas sobre niñez y adolescencia alcanzan a más de cuatro millones de personas y
están presentes en casi todas las familias y comunidades bolivianas, no debieran
considerarse asuntos marginales ni sólo asistenciales en la preocupación tanto del Estado
como de la sociedad. Por ello la necesidad de superar la “lógica de fragmentos y
sectores” a fin de dar el salto cualitativo hacia una visión integral centrada en los niños.
¿Y el complejo y conflictivo tema del financiamiento? Ahí anida el cuarto
aprendizaje. La evidencia es que los recursos financieros, humanos y físicos existentes no
son suficientes para acelerar logros en materia de desarrollo humano para la niñez y la
adolescencia. Pero más allá del monto de recursos existentes, quizás lo más importante es
reconducir los mismos, esto es, pasar de una lógica predominante de transferencias
automáticas a una lógica de gestión por resultados en el desarrollo de capacidades,
protección de derechos e igualdad de oportunidades. Y es que actualmente en Bolivia
más de 577 millones de dólares anuales se orientan a la atención estatal de niños, niñas y
adolescentes. No se trata de una cifra marginal (representa alrededor de 18,5% del gasto
total del sector público no financiero). Sin embargo, no existen mediciones acerca de su
impacto ni hay mecanismos para inducir mayores logros de desarrollo humano.
Vayamos al quinto y último aprendizaje. El camino para la acción propuesto en el
Informe no pretender crear nada nuevo en términos de organización ni busca “partir de
cero”. Al contrario, reconoce y celebra el hecho de en Bolivia, con arreglo a su
diversidad, existen múltiples experiencias exitosas que muestran un nuevo camino para la
acción. Las prácticas descentralizadas de centenas de organizaciones sociales, juntas
vecinales, comunidades campesinas e indígenas, organizaciones no gubernamentales,
gobiernos municipales, prefecturas y programas sectoriales de desarrollo de capacidades
y defensa de derechos pueden y deben servir de base para la construcción de una visión
integral y compartida de desarrollo de la niñez.
Bolivia, entonces, tiene ante sí el enorme desafío de aprender del pasado y dar un
giro en la atención de sus 4 millones de niños, niñas y adolescentes. Pero no sólo existen
retos, sino también metas. Para el año 2015, sobre la base de objetivos nacionales
establecidos por los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), así como de la
erradicación del trabajo infantil (IPEC-OIT), debemos lograr la disminución de la
mortalidad infantil en un 66%, la disminución de la desnutrición crónica en un 50%, el
logro del 100% de asistencia en la educación primaria y secundaria, el 100% en la
equidad de género en educación primaria y secundaria y la disminución del trabajo
infantil en un 100%. Tales nuestros propósitos vitales en un período propicio para el
cambio.
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