PONFERRADA-VILLAFRANCA DEL BIERZO

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Mi Camino (de Santiago)
Ponferrada-Villafranca del Bierzo
Que en una habitación sólo duerman cuatro personas significa que la probabilidad de que se oigan
ronquidos es casi nula y así ha sido.
del camino es casi plano así que el peregrino
avanza con rapidez para llegar en seguida a
Fuentesnuevas. Tras un tramo por tierra se sale a
la N-VI para llegar a Camponaraya de donde
tambien se sale por carretera para seguir por caminos agrícolas que discurren por medio de viñedos
con las labores de la vendimia en pleno apogeo;
los carteles informan al peregrino que está atravesando una zona de vinos con denominación de
origen.
En Cacabelos llega el momento de hacer una parada en la oficina de turismo situada a la salida del
pueblo frente a la iglesia en cuyos jardines está
situado el albergue. Un poco de charla con la
encargada de la oficina para recuperar fuerzas y
retomar la andadura.
Las brumas matinales han desaparecido y el sol ya
calienta obligando al peregrino a ir despojándose
de las prendas de abrigo que han sido necesarias a
primera hora de la mañana.
Pero no todos han tenido la misma suerte: el peregrino se encontró, de madrugada, por el pasillo
con otro que preguntaba por el hospitalero para
que lo cambiase de habitación porque en la suya
los ronquidos no le dejaban pegar ojo. Angelito.
Lo que le queda por oir hasta llegar a Santiago.
Sin duda se trataba de uno de los que van a comenzar aquí el Camino. Ya se acostumbrará.
Aún de noche ya está tomando su café mañanero
antes de comenzar la andadura que le llevará hasta
Villafranca del Bierzo. La salida de Ponferrada es
complicada por la ausencia de flechas ó marcas
pero se ve compensada por la ayuda de los peatones con los que se va encontrando el peregrino.
En la iglesia de Columbrianos hace una breve parada para sellar y charlar con la santera. El perfil
Llama la atención al peregrino la proliferación de
carteles con la leyenda Galego na escola, en unos
casos, y la reivindicación de la pertenencia del
Bierzo a Galicia en otros. ¿Babel? ¿España plural?
De Cacabelos se sale por la N-VI, en parte por el
lado derecho y en parte por el lado izquierdo, durante casi cuatro kilómetros. Siempre es peligroso
caminar por carretera pero el tráfico por la N-VI
es escaso tras la entrada en servicio de la autovía
lo que supone un alivio. El que no se conforma es
porque no quiere.
Tras abandonar el asfalto se vuelve de nuevo a
pistas agrícolas, por medio de viñedos, con buen
piso lo que permite al peregrino avanzar rápido y
llegar a Villafranca antes de las 13 horas.
El primer albergue (3€) con el que todo peregrino
se encuentra al llegar a Villafranca es el municipal; un edificio de nueva construcción, bien equipado, atendido por funcionarias municipales.
Dispone de acceso gratuito a Internet, cosa muy
de agradecer, cocina y amplia sala comedor y un
gran tablón de anuncios con ofertas de todo tipo
para los peregrinos entre las que destaca el
traslado de mochilas (3€). Un servicio éste de
gran aceptación entre los peregrinos.
Algo más adelante está el albergue Jato casi frontero con la iglesia de Santiago en la que según la
tradición todo peregrino enfermo que no pudiese
llegar a Compostela ganaba la indulgencia visitando esta iglesia.
Tras las rutinarias labores de cada final de etapa y
la consulta al correo e-mail, el peregrino busca un
lugar para tomar la comida de cada día. En la
terraza de uno de los bares de la plaza del pueblo
se acomoda para tomar el menú (9€) del día; es el
precio más alto, hasta ahora, de todo el Camino
pero es lo que hay.
La diferente andadura separa a los peregrinos durante el día y los vuelve a agrupar en el albergue y
nada mejor que el momento de la comida para
reunirse y disfrutar de la sobremesa alrededor de
un café, cambiar impresiones y anudar amistades:
estos momentos son los que enganchan a la gente
al Camino. Ni que decir tiene que los comentarios
se refieren a la próxima etapa: subir al Cebreiro
significa superar la última dificultad; a partir de
allí todo es bajada hasta Compostela.
Aún queda tiempo para pasear la villa, contemplar
un exposición fotográfica sobre el Camino, visitar
sus monumentos más representativos y mezclarse,
aunque sea por unas horas en la vida de una población, cabecera de una comarca de ámbito rural,
con establecimientos modernos, ciber-cafés, y
otros que parecen anclados aún y quizás para
siempre, hasta su desaparición, en la mitad del
pasado siglo: las tiendas multitodo características
del medio rural precursoras de las actuales
todocien. Todo está inventado.
Tras aprovisionarse de todo lo necesario para el
día siguiente es el momento de regresar al albergue. Más que nunca es obligado descansar bien: la
subida al Cebreiro espera y, más que nunca, hay
que estar en plena forma.
La gente joven no lo entiende así y monta su fiestecita hasta que una peregrina, con firmeza, impone silencio. Los ronquidos son el resultado de la
vuelta a la tranquilidad.
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