Subido por Wilfredo Tapia

Posmodernidad Cansancio y dolor

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POSMODERNIDAD, CANSANCIO Y DOLOR1.
Por: Ps. Dr © Wilfredo Tapia San Martín2.
“No me puedo cansar, hay que hacer de tripas corazón”3.
Anónimo.
“Hacer de tripas corazón” es una frase que afirma un imposible, es una frase que en cierta
forma da cuenta del deseo de cambiar el orden de las cosas, sin embargo, esta
afirmación da cuenta de un modo de ser y de estar. Las tripas refieren al tubo digestivo, al
aparato que descompone y reduce los alimentos, que extrae de ellos los nutrientes. El
corazón en tanto, es un músculo, su función es bombear la sangre, ponerla en circulación.
De igual forma, el sentido común atribuye al corazón la función de sentir, de amar, de
comprometerse, y esta segunda acepción es la que mejor da cuenta de este enunciado.
De alguna forma, la frase “hacer de tripas corazón” está diciendo que el sujeto intenta
estar – ser, utilizando el modo digestivo, por medio de la reducción, la descomposición de
la experiencia, del esfuerzo por hacer que la experiencia pase rápido. Hay aquí, un intento
de no sentir, de digerir la experiencia sin sentir, de extraer sin sentir, de estar sin amar.
Hoy en Chile, en materia de prevalencia de los trastornos mentales en niños y
adolescentes se informa que, los trastornos afectivos 5%, los trastornos de ansiedad 8% y
la conducta disruptiva 15% ocupan un lugar de preminencia, es como si la agitación y la
falta de límites estuvieran desatados, al mismo tiempo, el ánimo depresivo irrumpe como
constante4. A su vez, la última Encuesta Nacional de Salud (2010), establece que la
prevalencia de síntomas depresivos en la población (mayores de 15 años) es de 17,2%.
Entre la población adulta un 21,67% reporta haber recibido diagnóstico médico de
depresión alguna vez en la vida. Dentro de las patologías mentales, la depresión es la que
tiene mayor peso en términos de “AVISA”, indicador que permite medir la importancia
1
Documento presentado en la Universidad de Artes, Ciencia y Comunicación (UNIACC), en la charla:
“Posmodernidad, Cansancio y Dolor” dictada por el autor, en Santiago de Chile, el 04 de mayo de 2016.
2
Psicólogo, Licenciado en Psicología de la Universidad UNIACC, Diplomado en Estudios Avanzados y Doctor
© en Cultura y Educación en América Latina de la Universidad ARCIS.
3
Frase dicha por una paciente en el contexto clínico, que se resguarda su identidad.
4
Fuente: Vicente et al. (2012) "Prevalence of child and adolescent mental disorders in Chile: a community
epidemiological study". Journal of Child Psychology and Psychiatry, 53(10): 1026-1035.
relativa de las enfermedades en términos de la pérdida de años de vida saludables
(muerte prematura o discapacidad)5.
Por otra parte, un 19,1% de la población mayor de 18 años presenta sintomatología
depresiva alta o aguda. Un dato relevante es que se observa una distribución desigual de
la sintomatología depresiva en la población según nivel socioeconómico. La prevalencia
de
sintomatología
depresiva
aumenta
en
la
medida
que
disminuye
el
nivel
socioeconómico. Lo mismo ocurre con la declaración de tristeza, que es un indicador
adicional de depresión6.
Como vemos, la aceleración de los tiempos actuales, y la búsqueda del hedonismo,
convive en paralelo con una realidad poco publicitada, que es resultado de esta dialéctica:
Al tiempo que se afirma el goce y el placer, se niega el cansancio, el dolor y el sufrimiento:
Algo está quedando afuera permanentemente. El objetivo del presente trabajo es analizar
las nuevas subjetividades propias de la posmodernidad, haciéndonos cargo de lo que se
afirma y de lo que se niega en términos dialécticos, para ello, intentaré responder a la
pregunta referente a: ¿cómo se posiciona el sujeto posmoderno ante el cansancio y el
dolor?
La Posmodernidad o Lo posmodernos.
Frederic Jameson en su ensayo “la ideología del texto” sostiene: “Todos los indicios
parecen confirmar la muy difundida sensación de que “los tiempos modernos han pasado”
y de que alguna divisoria de aguas fundamental, o algún salto cualitativo nos separa
ahora de modo decisivo de lo que era el nuevo mundo de principios del siglo XX, de la
modernidad triunfante”.
Zigmundt Bauman, acuña el término “Modernidad Líquida” como una categoría descriptiva
de la posmodernidad, como una experiencia de desilusión vivida en un “tiempo líquido”
que da cuenta del tránsito, de una modernidad sólida y estable a una líquida, flexible,
voluble, en la que los modelos y las estructuras sociales no perduran para siempre.
Transformaciones y perdidas, como la duración del mundo y los objetos, vivimos bajo el
imperio de la caducidad y la seducción, de la acumulación no funcional y del
5
6
Tomado de: http://ciperchile.cl/2012/12/19/chile-desigualmente-deprimido/ el 03.05.2016. 06:46 hrs.
Ibid.
individualismo exacerbado, que han dado forma una nueva configuración de las
relaciones humanas, tornándolas transitorias y volátiles.
Las personas, también viven con un sentimiento de desarraigo, que es resultado de la
globalización y la desterritorialidad en la que se renuncia a la memoria, forjando una
experiencia en la que domina una inestabilidad, asociada a la desaparición de los
referentes en los que se anclaban las certezas.
La Postmodernidad, según Lyotard, sería la etapa de la cultura de la humanidad
caracterizada por la caída en descrédito de los grandes relatos legitimadores de la
emancipación y el progreso, en favor de unos criterios no homogéneos, no unificadores,
como el performativo (para qué sirve, qué hace)) y el paralógico (ambiguo,
contradictorio)7. En este punto es importante, a mi juicio hacer una distinción clara y
orientadora: En la época moderna las subjetividades se ordenaban y orientaban en la
experiencia ontológica de vivir en un presente cargado con un heroico futuro, tal es el
espíritu que anima a los sujetos y que configura su realidad. Por el contario, la
posmodernidad se caracteriza por la ausencia de esperanza en el futuro, y por ser una
condena para las ilusiones.
Sobre este punto Lyotard en la condición posmoderna,
sostiene que la posmodernidad puede ser definida como “una incredulidad hacia las
metanarrativas”. La posmodernidad se caracteriza por ir hacia adelante, el pasado y las
cuestiones ontológicas no son relevantes, en ella el instante superficial se hace ser, que
también y al mismo tiempo es vacío y ausencia.
La crisis de la “Intelectualidad” Moderna y Los Medios de Comunicación
Posmodernos:
Un aspecto importante de la modernidad, es que se articuló en Europa desde la elite
intelectual, entre ellos filósofos, científicos, literatos, y desde allí dominó el ideario que se
reprodujo en las prácticas cotidianas de occidente. La modernidad es un proyecto
civilizador que operó siguiendo patrones de legitimación propios del intelectualismo que
hasta la primera mitad del siglo XX operó en torno a los discursos compactos y densos,
en los que los intelectuales estaban vinculados a la escritura8 y los tiempos de
7
JEAN-FRANÇOIS LYOTARD. La condición postmoderna. Informe sobre el saber. España, Madrid: Cátedra.
1987.
8
SARLO, BEATRIZ. “En la Cultura del Zapping”, Entrevista de Faride Zerán en Diario La Época, Santiago de
Chile, 15 de Junio de 1997.
presentación permitían al lector re-leer, volver hacia atrás, gobernar su tiempo, escribir al
margen, re- ordenar incluso.
Sin embargo, este escenario va a cambiar con la entrada en escena de la televisión y los
medios audiovisuales, que se introducen con fuerza en la década del 1960 - 1970, y que
van a producir una reorganización de todo el campo perceptivo, es decir, una
transformación de lo que Walter Benjamin denomino “El sensorium”. A tal punto que ya
en la segunda mitad del siglo veinte y sobre todo al final del mismo, se pone en evidencia
que el Intelectual que no está en los medios de comunicación tiene pocas oportunidades
de pasar un discurso más allá de un grupo muy minoritario9.
Esta nueva modalidad que se instala, va a producir cambios intensos en la práctica
cotidiana y en las formas de producción del escenario cultural. Ahora la temporalidad fuga
hacia adelante, no hay posibilidad de retro- lectura. Y dicha velocidad va a producir una
suerte de fragmentación de “la comunidad” produciendo como efecto sociedades
fragmentadas desde lo económico y también desfragmentación por la exclusión. El nuevo
diseño sociocultural va a producir una aceleración de los intercambios que inmaterializan
los espacios y comprime los tiempos.10 Un momento de crisis de los mapas ideológicos, a
la que se agrega una erosión de los mapas cognitivos y expresivos.
Estas nuevas configuraciones, permiten la proliferación de los signos con el déficit de
sentido, por lo que asistimos a un desordenamiento cultural, que en América Latina se
traduce en una especie de pastiche y de bricolaje donde se dan cita todas las épocas y
todas las estéticas. Este desorden remite también al estallido de las fronteras espaciales
y temporales con las redes comunicacionales y los flujos audiovisuales.
Las consecuencias de este “nuevo discurso” es que deberá ser un “discurso Clip” que
vaya a golpes del momento11, en medio de una fascinación tecnológica, que permite a la
cultura del software “conectar la razón instrumental a la pasión personal”12.
Las nuevas configuraciones terminan por anunciar el fin del arte, en tanto que produce “la
muerte del aura”. Hace un tiempo Nietzsche señaló “Dios ha muerto” dando cuenta del
nihilismo de una época, ahora nosotros podemos decir “el aura ha muerto y nosotros la
9
Ibid.
MARTÍN-BARBERO, JESÚS. “Los Descentramientos del Arte y de la Comunicación”, en Carlos Ossa
(Compilador) La Pantalla Delirante, Santiago, Chile: Lom Ediciones/ Universidad ARCIS, 199. pp.85-99.
11
SARLO, BEATRIZ. Op. Cit.
12
MARTÍN-BARBERO, JESÚS. Op. Cit. pp.85- 89.
10
matamos”. La fascinación por la tecnología, y el uso masivo de las redes sociales trae
consigo la banalización de la imagen, por ejemplo, cualquier hombre puede usar una obra
de arte (una imagen) sin reconocer su valor, la imagen ahora es múltiple y circula lejos de
toda aura13, de toda significación estética ilustrada14.
En este aspecto, se sabe que la globalización a la que se enfrenta el individuo, a través
de los medios telemáticos, advierte el surgimiento de una vecindad translocal15, que
contribuye al establecimiento de interrelaciones liberadas de toda territorialidad. Es una
nueva forma de sociabilidad mediada por las computadoras y las redes de
telecomunicaciones, que surge por el compartir experiencias, valores éticos y estéticos,
imágenes, informaciones, conocimientos, afectos, entre otros.
“En este escenario de relaciones sociales en la vecindad
translocal16 no es libre de intenciones hegemónicas, tal como lo
indica Martínez17 cuando expresa que las comunidades existentes
en el entorno de la red, si bien es cierto, se construyen en el
compartir mensajes, imágenes, demandas y luchas culturales;
también constituyen espacios de apropiación, confrontación y
negociación con el otro simbólico, que involucran intereses
culturales, sociales y políticos. Con todo esto, puede resultar
afectada la identidad e idiosincrasia de los individuos, quienes, al
estar inmersos en este tipo de relaciones, pudieran asumir como
propios los esquemas culturales de otras latitudes. Y quedar
cautivos
por
algunos
de
los
atractivos
instrumentos
de
expropiación intelectual, tanto de los valores, como de los
elementos
13
autóctonos;
generando,
en
algunos
casos,
la
Un ejemplo lo tenemos en el movimiento artístico posmoderno del Badpainting, su máximo exponente es
Julian Schnabel, que sostiene el concepto de que “no hay límites”.
14
MARTÍN-BARBERO, JESÚS. Op. Cit, pp.85- 99.
15
HUGHES, T. "Technological Momentum". En: Merrit Roe Smith y Leo Marx (edits.) Does Technology Drive
History? Massachusetts: The MIT Press, 101-113. 1994.
16
Ibid.
17
MARTÍNEZ, G. Representaciones, discursos y prácticas de actores en torno al ciberespacio. Ponencia
presentada en el XXIII Congreso de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA). Washington D.C. 6 al
8 de septiembre. 2001.
hibridación cultural, en otros el nacionalismo a ultranza o la pérdida
de la identidad nacional”18.
Liberación del mundo de los consumidores.
En este contexto mediático, organizador y pre- eminente es que el consumismo va a
constituir la nueva forma del “habla social” que ante la bancarrota de los metarrelatos
articula una pluralidad de micro -relatos, efímeros, no trascendentes y despolitizados, que
transforman una ideología en sentido común19. Por su parte en este nuevo diseño
sociocultural, las necesidades impuestas por un orden económico devienen en impulso o
deseo. Serán los medios audiovisuales, como la televisión, los que como espacio virtual
van a fraguar el espacio donde se legitima, enuncia y transan estos microrrelatos que
terminan por dar coherencia al todo social, de tal forma que lo verbal y lo icónico se
entrelazan en un todo pragmático.
“En términos psicológicos, podemos decir que como economía de servicios estamos, de
ahora en adelante, tan alejados de las realidades de la producción y del trabajo que
habitamos un mundo soñado de estímulos artificiales y experiencias televisadas: Jamás
en ninguna civilización anterior las grandes preocupaciones metafísicas, las cuestiones
fundamentales del ser y del sentido de la vida habían parecido tan remotas e
insustanciales”
Las nuevas subjetividades, se caracterizan por la configuración efectiva de la pérdida de
todo sentido activo de la historia, sea como esperanza o como memoria. Desaparece el
sentido del pasado como carga, se eleva la expectación hacia el futuro como cataclismo o
transfiguración potenciales.
La unificación electrónica de la tierra, instituye la simultaneidad de acontecimientos
alrededor del globo, como espectáculo diario.
El sujeto posmoderno, para Frederic
Jameson, es un sujeto sublimemente histérico, caracterizado por una suerte de
fingimiento semiconciente de una intensidad ideal para ocultar una frialdad interior. La
18
PEÑA, TANIA, & MARTÍNEZ, GILDARDO. Sociedad de la información en América Latina: riesgos y
oportunidades que representa. Enlace, 5(3), 069-090. Recuperado en 03 de mayo de 2016, de
http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1690-75152008000300005&lng=es&tlng=es.
19
CUADRA, ALVARO. “la Ciudad sin Rostro. Lenguaje, Individuo y Consumismo”, en carlos Ossa (Compilador)
la Pantalla delirante. Santiago, Chile: Lom Ediciones/ ARCIS, 1999. pp. 125- 133.
condición general está marcada por una mengua del afecto, que sobreviene cuando el
viejo ego limitado comienza a deshilacharse20.
La ausencia de relatos colectivos, nos deja surfeando en una ola de inestabilidad, de
transitoriedad, de desamor.
Los líquidos fluyen, como fluye la hipermodernidad. Los
riesgos y angustias de vivir juntos son calculadas por conveniencia, el homo económico y
el homo consumidor configuran el modo de ser de las relaciones.
Hiper-indivudalismo:
Me desplacé fuera del mundo y este permaneció lleno.21 este sentimiento de ser
prescindible, desechable, se ha apoderado de las subjetividades. Yo vivo solo,
completamente solo. Nunca hablo con nadie; no recibo nada, no doy nada.22
La modernidad en su proyecto civilizador y emancipador desarrollo una ética, una serie de
principios universales, que debían su fuerza a precisamente a ello. Uno de los principios
rectores de la modernidad es la creación del “Individuo monádico”, individuo, libre y
autónomo. Libre en tanto que es racionalmente capaz de decidir por sí mismo y de ser él
mismo el rector de su conciencia. Esta ética, al mismo tiempo, legitima al estado nación
como el único garante de las libertades de las personas.
El sujeto moderno, a su vez, desconfía de sí mismo. Debe, por principio, alejarse de las
pasiones, debe racionalizar ante de actuar, de ajustar su respuesta. De esta forma, la
experiencia con el Otro se empieza desvanecer, a instrumentalizar, de tal forma que la
relación no es intersubjetiva, no es con, ni para el otro. En cambio, no veo al otro y el otro
no me ve, porque la convención exige un ocultamiento del otro.
Se orquesta así una soledad social, pensadores como Hobbes o Locke, imaginaban un
individuo, cuya relación con la sociedad era instrumental, sólo externa. El ideario moderno
colocó en las instituciones la autoridad y la responsabilidad de preservar, proteger y
defender el interés propio de los individuos.
En la hipermodernidad, la mónada solitaria, cerrada herméticamente, queda abandonada
entre la multitud de aquellos que se encuentran cerca, aunque infinitamente alejados y
20
JAMESON, FREDERIC. Teoría de la Posmodernidad. España: Trotta. 1991.
SARTRE, JEAN – PAUL. La Nausea. Méxio: Epoca. 1931.
22
Ibid.
21
enajenados sin remedio, y quienes en cada relación buscan tan sólo nutrir su propia
identidad.23
El espacio social y público, se crea y distribuye de tal forma, que no hace posible ninguna
forma de proximidad moral. Las convenciones nos impiden ir un poco más allá, nos
mantienen a cierta distancia prudente, porque ir hacia el Otro sería una amenaza a la
individualidad y la autonomía.
Dolor y Sufrimiento.
Zigmundt Bauman, en su libro modernidad líquida, propone la hipótesis de que las
mismas condiciones que dan vida a la modernidad, en el siglo XX son llevadas al extremo
de un hipermodernismo. Dicha condición se traduce en un hipermercado, una sociedad en
la que se vive una hiperprouducción, una hiperriqueza y un hiperconsumo que sentará las
bases para un hiperhedonismo propio de las sociedades tardocapitalistas.
Las sociedades hiper – hedonistas, afirman como positividad la búsqueda incesante de
sensaciones placenteras, por lo que como veremos, niegan toda posibilidad de dolor. Al
respecto vale la pena hacer una distinción capital entre sufrimiento y dolor.
Al respecto es posible sostener que el sufrimiento es susceptible de conceptualizaciones,
es lo que se evita, lo que se sabe que no se quiere. En cambio, en el dolor sólo germina el
grito, y el grito es estéril. Por otra parte, el sufrimiento humano ha sido objeto de reflexión
dese los griegos en el s. iv hasta los filósofos y psicólogos contemporáneos. Sin embargo,
del dolor, en su dimensión inmanente, existenciaria y óntica, se ha dicho muy poco.
“El dolor es, en efecto, inalienable. Pertenece a esa zona oscura, aún hoy en día
difícilmente cuantificable y, por tanto, reacia a la experimentación, que denominamos
«subjetividad», un término que, como el «azar», designa la magnitud de nuestra
ignorancia, la medida de la irreductibilidad (provisional o absoluta) de ciertos fenómenos a
ser controlados por no poderse extraer del contexto absolutamente individual al que
pertenecen.
Chantal Maillard escribe: “Cuando «me» duele yo soy mi dolor”. En este sentido el dolor
es inmediato, es una experiencia primaria. El dolor se vive, no se piensa, es
irrepresentable. Cuando sentimos dolor, nos consumimos en la inmediatez de esta
23
BAUMAN, ZIGMUNDT. Ética Posmoderna. España: Siglo XXI. 2009.
experiencia absoluta24. Experimentar dolor, ser dolor y a veces “sentirse un dolor” son
modos no sólo de estar, sino de ser.
En la experiencia del dolor, algunos pacientes sufren dos veces: Les duele el dolor, y al
mismo tiempo, de modo más radical, les duele la incomprensión, la soledad en la que se
sumergen ante el rechazo explícito o implícito de quienes le rodean.
Este rechazo responde a una cuestión más compleja, que refieren a la administración del
capital cognitivo en las sociedades tardo- capitalistas como las nuestras. Ocurre que, de
un modo u otro, la promesa de “progreso y felicidad” propia de la modernidad, empujó al
dolor hacia los márgenes, de tal forma que en la posmodernidad “no puede doler”. Nadie
espera que otro o él mismo viva con dolor, ya que la promesa social de la modernidad que
consistía “progreso y felicidad” se desbordó en hedonismo, en instantes saturados de
placer, de inmediatez en los que no puede doler, en tales aspiraciones, quien padece de
dolor, también padece de cierta “marginalidad”. Es habitual la pregunta ¿cómo te duele
tanto?
Cansancio: Vamos Tú Puedes.
Byung – Chul Han, en su libro “la sociedad del cansancio” sostiene que, “el ser humano
en su conjunto se ha convertido en una máquina de rendimiento”25 cuyo objetivo consiste
en el funcionamiento sin alteraciones y en la maximización del rendimiento.
Esta
condición es de un exceso de positividad. El reverso de esta condición, lo que se niega es
que la sociedad del rendimiento y la actividad produce un cansancio y un agotamiento
excesivo. Sin embargo, el mismo autor sostiene que en la posmodernidad el cansancio es
un cansancio a solas, que aísla y divide. Es un cansancio enmudecido, en el que el
hombre vuelve a verse en soledad. La actividad y el rendimiento acelerado, hacen
imposible el “estar – con”.
Armando Roa, en su libro “Modernidad y Posmodernidad” sostiene que el sujeto
posmoderno sufre de ansiedad, en contraste con el sujeto moderno, que sufría de
angustia. Esta distinción resulta ser muy importante, porque el sujeto de la modernidad
sufría por su individuación, por el temor a la perdida, por el miedo a la caída de las
estructuras sociales que lo contenían, a la pérdida de la continuidad histórica. Mientras
24
MAILLARD, CHANTAL. “Sobre El Dolor”. Humanitas, Humanidades Médicas - Volumen 1 - Número 4 Octubre-Diciembre 2003.
25
HAN, BYUNG – CHUL,. La sociedad del cansancio. España: Herder. 2012. P.45.
que, el sujeto de la posmodernidad, sufre por ir hacia adelante, por la imposibilidad de
parar, por temor a no estar actualizado, lo que en sí mismo se traduce en agitación, en
movimiento incesante, en inquietud, en una imposibilidad de parar. Lo que se afirma como
positividad es “tu puedes”, lo que se niega como negatividad es precisamente: “Tú no
puedes”, en la posmodernidad siempre se debe poder más, dicho mandato se lleva al
límite.
Vivimos una época muy particular, en la que los sujetos que se encuentran cansados y
ansiosos, ya no encuentran espacios comunes para descansar, para reposar y para
curarse, o bien, esos espacios ya no parecen estar en las mismas coordenadas, o
simplemente, de estar, ya no son espacios que gocen de legitimidad.
La noción de
espacio aquí, debe ser entendida como “lugares simbólicos comunes”, que corresponden
a los metarrelatos que, durante la modernidad, anidaban, daban sentido y organizaban la
experiencia de significación de los sujetos modernos.
El individuo posmoderno es frágil y altamente vulnerable, disfrutar de su hedonismo
bulímico, pero vive angustiado por la ausencia de certezas. Se encuentran obligados a
“ser libres”, lo que hace que el concepto de libertad esté asociado a la angustia, y a la
compulsión ansiosa de buscar nuevas experiencias en las cuales sostenerse. Los sujetos
son enteramente responsables de sus proyectos de vida, en un contexto donde todo es
un espejismo, donde se arruina la previsión de futuro y se vive en la fragmentación.
Carlos Ossa, en su libro el ojo mecánico, habla de la comunidad desfragmentada, en la
que es muy difícil poder verse en el otro. La sociedad fragmentada, al tratar de hacer
comunidad, se reúne de un modo tal, que estando uno al lado del otro (desfragmentación)
de todos modos, no se ve. En otras palabras, construimos la identificación sobre la base
de que “yo puedo ser el otro que miro y que me mira en la mirada”, pero la paradoja, es
que el Otro puede ser concebido como un sí mismo. Ahora bien, si consideramos la
condición de la modernidad cuando se mira en la posmodernidad, podemos notar cierta
imposibilidad o cierta dificultad en el proceso de construcción identitaria, como comunidad
interpretativa y del sujeto que interpreta al interior de esta comunidad desfragmentada.
Esto, porque la unidad de la imagen queda aplazada por la misma imagen que goza con
la dislocación y la fractura de sus significantes.
La Salida: Una nueva ética.
Si miramos a la posmodernidad desde las lógicas estructurales que sostuvieron los
albores de la modernidad, claramente asistimos a una época de desmoronamiento, de
caída, de caos, de fragmentación, de angustia y de ansiedad.
No obstante, la posmodernidad como pregunta, exige una bella respuesta. A mi juicio, la
modernidad olvidó el instinto moral del hombre, la inclinación pre-óntica del ser humano
de ir hacia el Otro. Por esto:
“La salida es una ética que re- admita al otro como vecino, como
aquel que está cerca del cuerpo y de la mente en lo más profundo
del yo moral”.26
La proximidad es el espacio de la intimidad y de la moralidad. La intimidad es una relación
cara a cara, no es “estar con”, ni tampoco es estar al “lado de”. La relación cara a cara,
exige, encontrarse con la resistencia del rostro del Otro. Y la moralidad por su parte es la
posibilidad de trascender, es la posibilidad que tiene el ser de trascender27.
La fuerza significativa del rostro es lo que hace especial la interpelación del «rostro» como
acto de habla. Porque logra destronar y cuestionar el poder nominativo y acusativo, al
poner en marcha un sentido que se sitúa fuera del ser sustancial. el otro a partir de su
“rostro” se presenta como otro polo o fuente de significación, que se caracteriza por su
capacidad de cuestionar o hacer cara a los poderes del yo.28
La “sensibilidad del rostro” entreteje una relación que enfrenta a dos personas sin
mediación externa, exceptuando la lingüística que, por así decirlo, les posee. Así, para
aludir a ella Emmanuel Lévinas se sirve de la expresión “cara-a-cara”. Se trata de una
relación que como decíamos parte del otro, de su “rostro”.29
26
BAUMAN, ZIGMUNDT. Ética Posmoderna. Madrid, España: Siglo XXI. 2009. P.85.
Ibid. P.71.
28
“Para cualquier significado X y para cualquier hablante H, siempre que el H quiere decir (intenta decir,
desea comunicar) X entonces es posible que exista alguna expresión E tal que E es una expresión exacta de,
o formulación de X”. J. Searle, Actos de habla: ensayo de filosofía del lenguaje, tr. L. M. Valdés Villanueva,
Cátedra: Madrid, 1986, p. 29
29
NAVARRO, OLIVIA. El «rostro» del otro: Una lectura de la ética de la alteridad de Emmanuel Lévina.
Facultad de Filosofía de la Universidad de La Laguna. 2007.
27
Despertar a ser para el Otro es el despertar del yo. Jean Paul Sartre, sostiene que “el ego
nace del autoconocimiento, pero que este autoconocimiento se dispara con la mirada del
Otro. El Otro me ve como objeto, y me convierte en sujeto ante sí.
La ambivalencia que quiso negar la modernidad, es que: yo soy libre, sólo en tanto que
permanezco como rehén, del Otro. Esta ambivalencia se traduce en términos prácticos en
la resistencia, en la complementariedad, en el sometimiento o en la lucha.
Volver a la ambivalencia del “para el Otro” significa alejarnos de la reconfortante
seguridad de ser (convencionalmente) a la temible inseguridad de la responsabilidad.
Fijemos la siguiente idea: lo que normalmente se espera de nosotros en la vida cotidiana
no es que nos interesemos en la vida de una persona, sino por las cosas relacionadas
con la cortesía convencional30. Esto reduce en efecto, la exigencia de interesarnos por la
vida de otra persona. Las convenciones dan seguridad y favorecen una vida tranquila.
Por su parte, el yo moral, el instinto moral, esta empujado a la acción, al hacer. Al hacer
para el Otro, desde el silencio de la exigencia del rostro del Otro. La responsabilidad para
el Otro llega antes de que el Otro haya tenido tiempo de exigir nada. El nudo de la
intersubjetividad es ir al otro sin importar cuál sea su movimiento hacia mí.
La salida se traduce en la ética de la caricia, al respecto Zigmundt Bauman, se acerca a
Lévinas y dice "La ética postmoderna es la ética de la caricia. La mano que acaricia
siempre se mantiene abierta; nunca se cierra para "asir"; toca sin oprimir, se mueve
obedeciendo la forma del cuerpo que acaricia... La caricia, la actividad del deseo, no tiene
intención de "poseer, capturar, saber"; si ése fuera el caso, la caricia apuntaría a aniquilar
la alteridad del Otro y, por consiguiente, a su autodestrucción.31
La posibilidad por tanto es bella, el sujeto posmoderno, despojado de los metarrelatos,
puede ir hacia el Otro, puede por fin sentirse responsable, no sólo de sí mismo, sino del
Otro. La salida consiste precisamente, en atreverse a vivir en la ambivalencia de la
responsabilidad de despertar a ser para el Otro. De despertar a la inconmensurable
experiencia de ser ante el rostro silencioso y resistente del otro, que nos anima, que nos
insta a hacer para el Otro.
30
31
BAUMAN, ZIGMUNDT. Ética Posmoderna. España: Siglo XXI. 2009.
Ibid. P. 96 – 102.
La ética de la caricia se traduce en el amor, amor en la caricia, amor que reconoce las
formas del Otro, que juega a buscar ese algo que se esconde, sin ánimo de asir, sin
ánimo de tomar para sí que juega a buscar al Otro en ese imposible, que al mismo tiempo
despierta el deseo de ser para el Otro, eso que no siempre es posible saber.
La soledad se cura en la relación cara a cara, el cansancio se asosiega cuando puedes
parar frente al Otro que te pide más o frente a ti mismo, cuando interpretas tu mundo
erróneamente desde el poder imparable del hacer. El dolor es una experiencia que se
siente en el cuerpo, que es ontológica y que, por tanto, hay que atreverse a sentir. No se
puede vivir sin dolor, de la misma forma, como el yo “uno” no puede ser, porque requiere
del Otro que lo nombre y que lo anime.
Hay que atreverse a legitimar el instinto moral, que es eminentemente pre-óntico, que nos
empujó a mirar por primera vez el rostro del Otro, y que nos dio vida. Si la pregunta fuera,
¿soy yo acaso el cuidador de mi hermano? La respuesta es sí. Somos en esta
responsabilidad pre-óntica, y es en esta responsabilidad donde el ser puede trascender.
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