Subido por Maykol Gonzalez Alvarado

CUENTO C.C. Velasquez Estrada

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ESCUELA POLITÉCNICA
EJÉRCITO DE GUATEMALA
ESTRATEGIAS DE LA COMUNICACIÓN LINGÜÍSTICA
CATEDRÁTICA.
CAP. 2DO. ASIM. ANNABELLA AZURDIA DE SOSA
CUENTO
C.C. SILIAM ANTHONY VELÁSQUEZ ESTRADA
1ER. SEMESTRE
SECCIÓN “B2”
SAN JUAN SACATEPÉQUEZ, 08 DE ABRIL DE 2020.
Gabriela y el vestido de cera.
Érase una vez una niña huérfana llamada Gabriela, que vivía en el orfanato de
Versalles un pequeño pueblo de Candelas, sus padres habían tenido un fatal
accidente donde el gobierno decidió llevar a Gabriela al orfanato.
En aquel pueblo vivía una señora muy rica que la llamaban doña Regina, aquella
mujer decidió adoptar a Gabriela, al salir del orfanato aquella señora se dirigió
directamente a la tienda de vestidos a comprarle un vestido a Gabriela.
En ese momento ella le dijo: ¿Qué vestido te gustaría?
Gabriela le contestó - con timidez- ese vestido celeste de rosas.
La señora lo pagó y se fueron directamente a su casa.
Cuando llegó el momento de su confirmación, doña Regina se dirigió con Gabriela
nuevamente a la tienda de vestidos misteriosamente había un anciano vendedor
que le mostró un vestido de cera que lo había hecho para una princesa pero que
no le había quedado bien, aquel vestido estaba encantado y el anciano se los
mostró como la mejor opción y fue así como doña Regina le dijo a Gabriela que se
lo tallara que ese sería su regalo de confirmación.
El día de la confirmación todo el mundo miraba el vestido de cera de Gabriela, y la
ella no podía pensar en otra cosa que en su vestido.
Al salir de la iglesia se encontraba aquel anciano de la tienda que al ver a Gabriela
con el vestido le dijo: -¡Que hermosa te has de ver bailando con ese vestido! en
ese momento Gabriela empezó a bailar sin poder parar, doña Regina llamó a su
cochero para subiera a Gabriela al carruaje, este al ver que era imposible que se
dejara de mover consiguió una cuerda y procedió a amarrar a Gabriela para
poderla subir al carruaje, doña Regina se percató de que aquel vestido estaba
hechizado y le ordenó a Gabriela no volvérselo a poner nunca jamás.
Días después doña Regina cayó enferma y Gabriela tuvo que hacerse cargo de
cuidarla, pero de repente unos amigos la invitaron a un gran baile, después de
dudarlo unos minutos, Gabriela decidió dejar dormida a la señora y marcharse al
baile con su vestido de cera, sin recordar el incidente que había sufrido aquel día
de su confirmación.
Cuando llegó al baile con su vestido de cera, ella se empezó a mover, y comenzó
a bailar sin poder parar, pasaron los días y Gabriela seguía bailando y bailando,
estaba cansada, pero no podía parar, así que lloraba mientras bailaba, pensando
en lo tonta y vanidosa que había sido y en la forma tan ingrata que había tenido
con doña Regina que tanto la había ayudado.
- ¡No puedo más!- lloró desesperada-. ¡Tengo que quitarme este vestido aunque
tenga que romperlo!
Gabriela se dirigió bailando a casa del costurero de aquel pueblo, cuando llegó,
sin dejar de bailar, le gritó desde la puerta:
-¡Sal! ¡Sal! No puedo entrar porque estoy bailando, córtame este vestido para que
pueda dejar de bailar, porque hasta entonces no podré arrepentirme de mi
vanidad.
Cuando la puerta se abrió apareció el vendedor que había encantado el vestido de
cera.
-¡Qué bonito vestido de cera! -exclamó-. ¡Seguro que te verías bien bailando con
el! déjame verlo más de cerca.
Tuvo solo con tocar el vendedor aquel vestido de cera para que el encanto se
detuviera y por fin Gabriela dejara de bailar, Gabriela aprendió la lección y
agradecida, volvió a casa a cuidar de doña Regina que tanto había hecho por ella,
Gabriela guardó el vestido en un cofre de madera y lo enterró y fue así como no
volvió a desobedecer nunca más.
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