BEBE DE TU POZO - Siervas de San José

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BEBE DE TU POZO
CAPÍTULO GENERAL
A LA SOMBRA DE BONIFACIA
Espiritualidad de las Siervas de san José
Nº 5. Diciembre 2010
NUESTRA PORTADA:
Bonifacia, fiel como la encina,
firme como la piedra,
acompaña nuestro capítulo general
PREPARA:
Siervas de san José
Secretariado causas de canonización
C/ Brisa 4. 28003 Madrid
Tel 91 554 14 65
www. siervasdesanjose.org
2
Capítulo general consensual
de la mano de Bonifacia
El capítulo general de 1981 estaba a punto de comenzar. Iba a estudiar primeramente nuestra
espiritualidad y sus rasgos, y después a elaborar las Constituciones renovadas según el espíritu y
propósito de nuestros fundadores. Acababa de salir de la imprenta la biografía de nuestra fundadora
Encina y piedra y, antes del comienzo, se entregó a cada capitular un libro para que iluminase el
trabajo que iba a empezar. Bonifacia nos daba la mano.
Después de casi 30 años, estamos en vísperas de la fase final del capítulo que entre todas las
Siervas de san José estamos celebrando y que comenzó el 18 de diciembre del año pasado, fiesta de
de nuestro fundador. Al final del capítulo celebraremos -eso esperamos- el reconocimiento de
Bonifacia como testigo de la fe para toda la Iglesia. Bonifacia sigue con su mano tendida.
Estas circunstancias que colocan a nuestra fundadora en el centro de la vida de la Congregación
nos hablan desde la fe, como a mujeres creyentes, de un gesto de la presencia cercana y amorosa de
nuestro padre Dios.
Las Siervas de san José le debemos a Bonifacia lo que hoy somos y buscamos, su fe ha movido
la nuestra, su vida ha convertido la nuestra, su misión ha arrastrado la nuestra, sobre todo a partir
del capítulo general de 1969. En el corazón de nuestra vida renovada encontramos a Bonifacia,
como estaba al principio al nacer la Congregación, dándolo todo, su persona, su casa, sus muebles,
su fidelidad al fundador, su disponibilidad al proyecto… Cuando el padre Butinyà se va… ella se
queda. Bonifacia es el mejor regalo de Francisco Butinyà. Y Butinyà es el mejor regalo de
Bonifacia, que prolonga entre nosotras su presencia y el proyecto compartido, por él trazado.
Porque Bonifacia permanece fiel al proyecto de vida que recibe de Dios el día que Francisco la
invita en la Clerecía a fundar con él una nueva Congregación. Cuando otros pretenden borrarlo, ella
resiste, ella persevera, ella sigue por el camino iniciado, a pesar de que todo se vuelve contra ella.
No se desvía, no se tambalea, no duda un momento. Encarna el Carisma, lucha, lo da todo y…
espera. Lo que ha conseguido la victoria ha sido su fe (1 Jn 5, 4).
Fue posible gracias al temple de su carácter, a su fidelidad semejante a la encina, a su firmeza
como de piedra, a su capacidad de resistir sin violencia, de crear comunión en la espera, a sus dotes
de gobierno, de gobierno evangélico -no entendido por sus contemporáneos-.
Un gobierno como el que hoy estamos buscando y al que ella se anticipa. Un gobierno que abra
cauces y aliente la vivencia del don recibido del Espíritu a través de ella y de Francisco.
Está muy próxima su canonización.
En la carta de convocación del capítulo general nos decía María de los Ángeles, nuestra
coordinadora general:
“Este hecho es para nosotras motivo de gran alegría e invitación a
contemplar y descubrir la riqueza de su persona, a escuchar el mensaje que
desde su silencio nos da, a creer en el Carisma y a hacerlo visible hoy en el
mundo. Junto a ella, Butinyà, hombre inquieto, apóstol incansable, amante
del saber y de la vida, cercano y comprometido con el mundo trabajador
pobre, atento a la situación de la mujer, testigo fiel, es también luz en este
camino […]. La referencia constante a ellos será para nosotras estímulo y
ayuda” (Roma, 18 de diciembre de 2009).
3
FUNDADORES
Francisco Butinyà, sj1
EL REGALO DEL TALLER
En el aniversario de la muerte de Butinyà
Nos encontramos ante un mundo que fomenta la despersonalización, explotación,
pobreza y marginación, así como la descristianización y la falta de sentido en el vivir
cotidiano.
En ese ambiente los niños y no tan niños van creciendo al ritmo del consumismo,
la falta del calor y calidad en las relaciones familiares, con frecuencia carentes de
pautas educativas válidas y de experiencias de vida cristiana.
Y me pregunto, ¿es posible otra mirada? ¿Cómo retomar el sentido profundo de
nuestra existencia, el valor del trabajo como fuente de crecimiento, de promoción
humana, y de nuestra misión, en un mundo tan marcado por los problemas del paro, la
violencia, la inmigración, la discriminación social y el hambre? ¿Cómo devolver a
nuestros niños y jóvenes el derecho a descubrir una vida más humanizada y enraizada
en los valores del ser, del compartir solidario y del trabajo como vehículo de
realización personal, de desarrollo, de santificación y de prevención de tantas
situaciones de riesgo y marginación?
Creo que es preciso recuperar el valor de la familia en este nuevo contexto,
como núcleo y espacio vital donde se aprende a vivir y a experimentar valores
irrenunciables como la fe, el amor, la comprensión, la escucha, y se fomenta la
responsabilidad desde lo cotidiano…, porque es desde esta experiencia desde donde
vamos descubriendo, entretejiendo y enraizando nuestra peculiar forma de estar y de
vivir la misión, con una convicción tal que no la pueda tambalear el ambiente, las
ideologías circulantes o las modas.
Estoy convencida de que Francisco Butinyà es una luz significativa de fe y amor
que aporta a nuestra sociedad un testimonio de profunda experiencia de Dios, de
compromiso social encarnado en los pobres de nuestro mundo, y de apóstol infatigable
a favor del mundo del trabajo, al que intenta promocionar y evangelizar.
Su vida se desenvuelve también en una sociedad de profundos cambios, y con un
cierto paralelismo con muchos de los problemas por los que atraviesa nuestra sociedad
actual, pero está marcado por un ambiente familiar rico en valores humanos y
1
Francisco Butinyà funda con Bonifacia Rodríguez la Congregación de Siervas de san José en Salamanca (España) el
10 de enero de 1874. El 13 de febrero de 1875 funda en Calella de la Costa (España, provincia de Barcelona y diócesis
de Girona) una segunda comunidad, que, pasado el tiempo y por razones históricas, da origen a la Congregación de
Hijas de san José.
4
cristianos, “forma parte de una familia de profundas raíces cristianas donde aprende
a rezar y a proyectar el fruto en la acción”.
Francisco Butinyà descubre desde su infancia, en su entorno familiar y a través
de su experiencia de trabajo en el taller, los pilares que van a fundamentar más
adelante el profundo calado de su misión: “Anunciar a Jesús, el artesano de Nazaret, a
las clases sencillas y pobres”.
El taller es para él un espacio vital de relación, trabajo compartido,
aprendizaje, esfuerzo, inquietud, dinamismo. Pero sobre todo, el taller es para Butinyà
el lugar en el que experimenta el trabajo hermanado con la oración de la humilde
familia de Nazaret, con una mirada especial a Jesús, modelo de su trabajo, al que
intenta asemejarse. En esta contemplación va recibiendo en su interior la
espiritualidad del trabajo que tiene como bases carismáticas:
- El valor santificador de cualquier trabajo por humilde que sea,
- La dignificación de la persona a través del mismo.
- Hermanar oración y trabajo tomando como modelo la familia de Nazaret.
- La promoción y evangelización de la clase trabajadora pobre, con una
mirada especial a la mujer con falta de preparación, que sufre explotación
marginación, carencia o se encuentra en situaciones de riesgo.
A la vista del Taller de Nazaret, Butinyà sueña con otros talleres de Nazaret
en todo el mundo que sean fuente de vida para el mundo del trabajo.
Francisco Butinyà es un hombre de Dios que, conducido por su Espíritu, hace de
su vida un proyecto de Dios y se convierte en apóstol y evangelizador infatigable,
defensor de la clase pobre y trabajadora por la que opta, arriesga y compromete toda
su vida.
La luz del Taller de Nazaret que Butinyà levantó en alto en la noche oscura del
mundo del trabajo sigue iluminando la vida y misión de las Josefinas.
Al darle gracias a Dios el próximo 18 de diciembre por la vida de nuestro
fundador le agradecemos de manera especial su herencia: la mirada a Nazaret como
espacio de vida y misión que ha de recrear continuamente la nuestra. Las Siervas de
san José y las Hijas de san José cantaremos juntas ese día: “nos ha tocado un lote
hermoso y nos encanta nuestra heredad”.
Adelina Grau ssj
L’Hospitalet, Barcelona (España)
FRANCISCO BUTINYÀ FELICITA LA NAVIDAD
También el P. Butinyà felicitaba las Pascuas. Aparecen al menos esas
felicitaciones en 11 cartas dirigidas a sus familiares, a su amigo Alsius y a la Madre
Bonifacia (Cartas número 35, 77, 98, 144, 167, 168, 200, 252, 266, 329, 334).
Vamos a leer tres de aquellas felicitaciones:
5
“Cuando recuerdo que el buen Jesusito (Jesuset), siendo rey de cielos y
tierra, nació tan pobre en medio de frías pajitas, me parece que el cielo no se gana
a costa de oro, sino imitando a aquel que con su ejemplo nos enseñó cuán
despreciables eran todos los bienes de la tierra si no sirven para subir al cielo. A
un pajarito, cuanto menos le cargáis, aunque la carga sea de oro, más ligero y
rápido vuela” [estas frases son un comentario a la noticia de que ha llegado de
Cuba un religioso, “cargado de oro”]… “Antes que me olvide, os deseo buenas
fiestas de Navidad y un feliz año nuevo. Dios N. S. os quiera conservar por muchos
años y os llene el corazón de las gracias que yo le pido. Dad de mi parte las buenas
fiestas a mi queridísima Dolores y un abrazo a estos dos huerfanitos, tan amados
de mi corazón” (A su padre, León 19-12-1867. Cartas, nº 35, pp. 109-110).
2. A la M. Bonifacia. “Gracias por sus felicitaciones. Que el Señor conceda a
V. y a todas sus hijas, felicísimas Pascuas de Navidad y año nuevo lleno de
prosperidades. Ya sabe V. de qué prosperidades hablo, que el niño-Dios nazca en
sus corazones con nuevos aumentos de gracia y las haga santas de veras” (Cardona,
1.
23-12-1883. Cartas, nº 167, p. 452).
3. “Y no ha venido mal mi pereza [en contestar a la carta recibida] que así
más próximas a Navidad caerán mejor las felicitaciones que ya desde entonces
quería mandaros. Que el niño Jesús nazca en los corazones de todos los de la
familia, inclusos los de tu casa, y venga con nuevos aumentos de gracia
santificante, que es lo que importa. Esto no quiere decir que no os desee también
mil bendiciones temporales. Si el Señor os prospera a medida de mis súplicas,
llevaderos os serán los trabajos de este destierro” …”Que por muchos años podáis
celebrar estos días en compañía de Dios y María santísima. Y con todas las
personas que sean de vuestro agrado. Que el niño Jesús os bendiga y multiplique a
todos y os haga tan santos y felices como yo le pido. Felices fiestas de Navidad y
año nuevo lleno de gracias y bendiciones. Amén” (Carta a María Mercé de Butinyà.
Manresa 20-12-1884, extensiva a su madre, a Teresa y Martirián. Cartas, nº 200,
pp. 501-502).
El conjunto de sus cartas de felicitación denotan cómo el P. Francisco vivía
aquellos días de Navidad y Año nuevo, siguiendo las tradiciones populares (“alguna
barra de turrón”, carta nº 168) y ocupado en ministerios de piedad popular de aquellos
días (novena al Santo Niño, sant Nen, en Salamanca en 1870 (nº 98), octavario del
Niño Jesús en Gerona, organizado por las josefinas los días 4, 5 y 6 de enero de 1892,
nº 329). Utiliza las fórmulas habituales, comparte las alegrías y buenos deseos,
contesta cartas recibidas y encarga saludos para parientes, amigos y los jesuitas que
vivían refugiados en Bañolas en 1870.
De estas cartas de felicitación se pueden sacar cuatro enseñanzas:
1º. El Padre vive la Navidad como un acontecimiento actual, que se realiza y repite
aquí y ahora en el plano espiritual. Siguiendo el espíritu de los Ejercicios, se hace
presente al misterio. Contempla la historia de Belén “como si presente me hallase, con
6
todo acatamiento y reverencia posible” (Ejercicios, nº 114). Por eso se acerca con
ternura al “bon Jesuset” sobre las “fredas palletas” del pesebre.
2º. La Navidad es, o debe ser, un nuevo nacimiento de Jesús en el interior de
nuestra persona. Es la enseñanza evangélica de Jesús a Nicodemus: es preciso nacer
de nuevo, por el agua y el espíritu (Jn 3, 3). El Padre Butinyà alude a este nacimiento
espiritual en bastantes cartas con palabras semejantes (Cartas, números 144, 167,
168, 252, 266, 334). Utiliza para ello tres palabras entrelazadas: Jesús, corazón y
gracia. El que nace es Jesús. El lugar dónde debe nacer es el corazón, o el alma, como
signo de la acogida interior de toda la persona al Salvador. Los efectos de ese
nacimiento se realizan por medio de gracia, como expresión de los dones que el Señor
nos trae, es lo que la carta a los Hebreos expresa en la epístola de hoy: todos estamos
santificados por la oblación de Jesús.
3º. Las bendiciones pedidas o deseadas son de orden espiritual y temporal. El
Padre habla de los dones del cielo y de la tierra, de bendiciones espirituales y de
bendiciones temporales también, como la ayuda en los negocios (nº 334); pero
señalando siempre la jerarquía de valores. Lo que verdaderamente vale son los dones
espirituales, la gracia es lo que importa (nº 266), la gracia y la santidad son las
verdaderas prosperidades (Carta a Bonifacia, nº 167). Las bendiciones de la tierra hay
que pedirlas desearlas, pero de manera condicionada, “si os convienen para el bien de
vuestras almas” (nº 329).
4º. El misterio de la Navidad sólo se vive de manera auténtica mediante la
imitación de Jesús, “que para nuestro bien quiso nacer en un portal” (nº 266). El Padre
vivía la Navidad con el espíritu de los Ejercicios, donde se pide conocimiento interno
del Señor para que más le ame y le siga; del Señor, “nacido en suma pobreza, que al
cabo de tantos trabajos, de hambre, sed y de calor y frío, de injurias y afrentas, para
morir en cruz y todo esto por mí” (Ejercicios, nº 116). Esta imitación de Jesús pobre
es el trasfondo de todas las cartas navideñas de Butiñá, y de manera especial en la
primera, cuando habla de Jesús “que siendo rey de cielos y tierra, nació tan pobre en
medio de frías pajitas”, “imitando a aquel que con su ejemplo nos enseñó cuan
despreciables eran todos los bienes de la tierra si no nos sirven para subir al cielo” (nº
35).
El P. Fundador nos ha felicitado las Pascuas con unas palabras que recogen el
auténtico espíritu de la Navidad. El mismo espíritu que proclamaron Isabel y María,
cuando se llenaron de alegría por la presencia del Señor que viene a salvarnos desde la
pobreza de un niño. Recibámosle con fe y con amor, para que renazca en nuestros
corazones con su gracia.
Manuel Revuelta González, sj
Madrid 20 de diciembre de 2009
(Parte final de su homilía en el encuentro de las Josefinas)
7
ESCRITOS DE FRANCISCO BUTINYÀ QUE NO CONOCÍAMOS
CARTA AL P. MAS, SJ.:
Manresa, 9 de octubre de 1884
Mi Rdo. P. Mas: por recomendación del buen P. Ferrer leí la vida del V.
P. Bernardo Hoyos escrita por el P. Loyola, y extraño mucho, que dándose
hoy día a la estampa tantos manuscritos de harto menor importancia, se deje
éste sepultado en el olvido.
Creo que no son exagerados los juicios y elogios que de esta vida
formaron así el P. Juan Carbajosa, secretario de la provincia de Castilla,
según se lee en “Principios del Reinado del Corazón de Jesús en España”,
pág. 292, como los distinguidos PP. Fidel Fita y José Eugenio de Uriarte,
éste en la citada obra, y aquél en “Apuntes para formar una Biblioteca
hispano-americana del Sdo. Corazón de Jesús”, pág. 18.
En esta biografía los piadoso encontrarán luces y reglas para discernir y
guiar las almas a quienes Dios conduce por extraordinarias sendas, y los
menos crédulos, que no vean en semejante vida sino gran fuerza y brillo de la
imaginación, no podrán menos de alabar los sabios documentos y
perfectísimas máximas y santos ejemplos de que está sembrada.
Por esto juzgo que dará gloria al Sacratísimo Corazón de Jesús y
contribuirá al bien de las almas el que tome con ahínco la impresión de vida
tan ejemplar y extraordinaria.
Tal es el juicio de su afmo. S. en [ilegible].
Francisco Butiñá, SJ
P.D. Sin apartarme del juicio indicado, creo que haría mejor efecto que la
publicara otro que no fuera de la compañía que uno de ella, ya por las
alabanzas que de ella se hacen en esta obra, ya por tratarse de gracias tan
elevadas concedidas a uno de los nuestros.
Esta carta ha sido descubierta en este año por Soledad Esquerro, fsj, postuladora de la causa
de nuestro fundador, en el Archivo Histórico de la Compañía de Jesús de Cataluña. Se da la
coincidencia de que el hallazgo se realiza el mismo año en que ha sido beatificado el P. Bernardo
Hoyos, sj, en Valladolid.
Notamos en ella el tacto y prudencia de un buen maestro de espíritu, el entusiasmo y libertad
con que recomienda la publicación y, a la vez, una notable modestia al no pretender recabar elogios
para la Compañía.
VERSO DE NAVIDAD
Dice quien lo sabe bien
que por los niños se muere,
y mucho, mucho los quiere
el Niñito de Belén.
Y que le gusta que estén
junto a su cuna apiñados;
allá voy papás queridos
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a pedirle con fervor
que os dé su santo amor,
sus regalos más preciados.
Abuelitos queridos,
a Belén quiero irme con los pastores
a ofrecer al Dios Niño besos y flores,
pues me han contado que está,
de los pequeños, enamorado.
Lo primero de todo cuanto le pido es
que os conceda muy larga vida,
paz y consuelo,
y nos ponga juntitos allá en el cielo.
F. Javier Butinyá
“El 22 de mayo 2005, mi santo, me encuentro un poema del P. Butiñá (Verso de Navidad),
entre unos papeles de la familia que estaba ordenando. Es evidente que era de uso familiar -quizás con
motivo de la nieta de Dolores, hija de Teresa Butiñá Oller- por lo que tiene de espontáneo e íntimo. Es
un papel muy antiguo amarillento, escrito a máquina; y, a mano, pone: F. Javier Butinyá”
(Julia Butinyà,
Boadilla del Monte, Madrid (España))
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Bonifacia Rodríguez, ssj
LAS HUELLAS DE UNA SANTA
Una salmantina, Bonifacia Rodríguez de Castro, beatificada por Juan Pablo II
en el 2003, es noticia desde que el Papa Benedicto XVI anunció en esta Pascua su
próxima canonización.
Su paso por la Historia ha dejado sus huellas en su ciudad, en el mundo y en la
Iglesia desde la humildad e irrelevancia.
Bonifacia nació en Salamanca el 6 de Junio de 1837 en una pequeña casa de una
de las calles que rodean la Catedral, en la Calle de las Mazas, en el seno de una familia
de artesanos laboriosos y de una fe profunda .
La primera huella de Bonifacia en esta ciudad la encontramos en la partida de su
bautismo, celebrado en la Catedral Vieja, en ella podemos ver cómo todos sus
ascendientes son salmantinos, sus padres, sus abuelos y sus padrinos. Nadie sospechó
en aquella mañana del 10 de Junio el futuro de aquella niña que era incorporada a la
Iglesia en medio de la sencillez y la pobreza.
Su infancia y juventud transcurrieron en el Centro Histórico. En la calle
Traviesa Bonifacia montó su Taller de cordonería y pasamanería que, al mismo tiempo
que era centro de trabajo, fue también el lugar de encuentro de amigas reunidas para
la oración y la promoción laboral femenina, que constituyeron la Asociación Josefina.
La vida de Bonifacia hubiera transcurrido sencillamente si no hubieran estado
en Salamanca dos catalanes, el Obispo Fray Joaquín Lluch y el jesuita P. Francisco
Butiñá, los dos conocían de primara mano la revolución industrial y sus consecuencias,
sobre todo para la mujer. Esto les preocupaba y querían una solución para las jóvenes
de la clase trabajadora, ”porque en estos países (Castilla) no había ninguna industria y
las jóvenes no tenían qué hacer y se perdían“, no había futuro para ellas.
El taller de Bonifacia va a ser la solución para este problema social. “No había
en Salamanca instituciones que cuidaran de las jóvenes de condición modesta, que las
apartasen de los peligros que corrían, que les enseñasen el catecismo y las habilitase
para ganarse el sustento por sí mismas”. Francisco Butiñá conocía a Bonifacia y su
taller, conocía su bondad, su solidaridad y amor al trabajo y le propone: ”Vamos a
fundar una Congregación con el nombre de Siervas de San José”, que respondiera a
este desafío social. Bonifacia acepta.
El 7 de Enero de 1874 el Obispo aprueba la nueva Congregación, “distinta a las
antiguas”, una Congregación salmantina por su origen y por las que la inician.
Su objetivo: hacer del trabajo oración; acoger en el taller, en condiciones de
igualdad, a las mujeres pobres sin trabajo, enseñarles un oficio para que “se ganasen
el pan”, fomentando al mismo tiempo la industria.
Bonifacia y sus compañeras, antes de que se generalizara el tema de la mujer
trabajadora, emprenden el camino de su liberación e independencia económica. Tal vez
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Bonifacia no se percató de las consecuencias de este proyecto para la mujer sometida
en aquella época a la tutela del padre o del marido.
Un grupo de mujeres salmantinas con Bonifacia a la cabeza, trabajadoras,
pobres, sencillas y sin relevancia social, irrumpe en la sociedad y en la Iglesia con un
proyecto de vida religiosa a favor de la mujer, utópico, audaz y novedoso. El rechazo
no se hizo esperar.
Al aprobarse la Congregación, el taller de Bonifacia se llamará Taller de
Nazaret por tener de modelo el Taller donde Jesús, María y José, eran trabajadores.
El primer taller de Nazaret de la Congregación nació en la casa de Bonifacia, allí
estuvo la primera pequeña comunidad compuesta por siete mujeres, luego la comunidad
vivió en la calle de Placentinos y de allí pasó al Colegio de los Ángeles, en la calle
Libreros, lugar donde hacen los primeros votos las Siervas de San José en la iglesia de
San Millán. El Taller se amplia y surgen los primeros problemas de incomprensión de un
estilo de vida religiosa diferente.
Luego pasan a la Casa de Santa Teresa en 1881. La prensa local dijo “que en la
Casa de Santa Teresa viven unas religiosas llamadas Siervas de San José, que tienen
por fin la industria manufacturera, enseñándola a las niñas pobres y dando albergue y
trabajo a las jóvenes desempleadas”. Hoy es un museo de un taller mecanizado de S.
XIX.
Desde los comienzos, la obra de Bonifacia fue incomprendida, considerada
inviable, ”cosa de locos” y se comienza a combatir desde fuera y desde dentro de la
Iglesia. Bonifacia resiste, convencida de la llamada que Dios le ha hecho a favor de la
mujer pobre. Su comunidad “no acepta este objetivo” y es destituida de su cargo de
superiora.
En esta situación funda otro Taller de Nazaret en Zamora, donde pudo
dedicarse a las niñas y jóvenes pobres y desempleadas hasta su muerte. “Al salir de
Salamanca dijo con el corazón partido de dolor: ya no volveré más a la tierra que me
vio nacer, ni a esta querida Casa de Santa Teresa”.
En Zamora vive con intensidad su vocación de trabajadora imitando a Jesús
Trabajador en Nazaret, Señor y Siervo, y perdonando en silencio. ”Se distinguió
especialmente por el cuidado de las niñas y jóvenes acogidas, instruyéndolas en la
lectura, escritura, en el catecismo y en las labores propias de las menestralas
trabajadoras que sirviendo o en el taller tenían que ganarse el pan con el sudor de su
frente”.
Sufre en silencio, añoraba su ciudad de Salamanca. Muere en Zamora el 8 de
Agosto de 1905.
Pasan varios años de anonimato y olvido de Bonifacia, luego poco a poco su
recuerdo se va abriendo paso. En 1945 sus restos son trasladados de Zamora a
Salamanca como una forma de reivindicación de su pertenencia a esta ciudad. Hoy se
encuentran en la Capilla del Colegio Sagrada Familia en Marquesa de Almarza nº 1. Es
una huella más de Bonifacia en su ciudad, Salamanca.
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En este momento en que la Iglesia confirma su vida evangélica y la eleva a la
categoría de Santa de la Iglesia Universal, su figura sencilla y humilde se hace cada
vez más próxima. Es importante descubrir las huellas que Bonifacia ha dejado en el
mundo y en la Iglesia a través de su Congregación, presente en los cinco continentes.
Adela de Cáceres, ssj
Salamanca (España)
“ENCINA Y PIEDRA” CUMPLE 30 AÑOS
Era el 19 de marzo de 1981. Ya estábamos todas las capitulares en la casa generalicia.
Al día siguiente comenzaba el capítulo general.
Después de la cena, la superiora general, Ángela Álvarez, nos pide que bajemos al salón,
aquel salón grande de la casa de Via Torrevecchia, en Roma. Pensamos que querría decirnos algo
relativo al trabajo del día siguiente. Pero no, al cabo de un rato llega y comienza a repartirnos un
libro que, nada más verlo, ya por fuera nos gusta, resultaba simbólico y atractivo. “Es la biografía
de nuestra fundadora que acaba de escribir Adela y que se dio prisa para que la pudiéramos tener en
el capítulo”, nos dice.
Se lo agradecimos a las dos. El capítulo daba comienzo estudiando los rasgos de nuestra
espiritualidad y nos podía ayudar.
Han pasado 30 años. Se ha intensificado mucho desde entonces nuestra admiración y cariño
hacia nuestra fundadora. Puedo asegurar que Encina y Piedra marca un antes y un después en este
reconocimiento y cariño en la Congregación.
En 1991, siendo ya responsable de la causa de canonización de nuestra fundadora, supe que
al terminar de escribirlo Adela había compuesto un poema. Lo encontré de casualidad buscando en
una gran caja los documentos que ella había utilizado y que me había dicho estaban en la casa de
Avenida del Valle. Aún me resuena el grito que di al leerlo y mis pasos escalera arriba buscándola
para preguntarle si era aquél el poema que no había querido publicar.
Leído hoy, cercana ya la canonización de Bonifacia, tiene sabor profético:
Voy a decir una palabra
de ella.
Una palabra en el tiempo,
en el nuestro.
No la definitiva
ni la única.
Luego se dirán otras palabras
de ella,
más profundas,
más transparentes,
más luminosas.
Pero yo quiero decir
de ella
ahora una
desde la gratitud
y la esperanza.
Muchas gracias, Adela, sí, esperamos que pronto nos diga el papa una palabra definitiva.
Victoria López, ssj
Roma (Italia)
12
Quiero poner mi pie sobre tu huella.
Quiero poner mi pie
sobre tu huella.
Quiero sentir tu paso
al doblar la esquina.
Quiero, en fin, Bonifacia
pisar de nuevo tu vereda.
En el taller sencillo
donde el silencio habla
las manos acarician
y las miradas sueñan.
En el sendero oculto
donde nace la vida,
la lucha se hace justicia
y el futuro se encarna.
En la subida oscura
donde la ausencia se siente,
los colores se hacen negro
y las respuestas se callan.
Quiero poner mi pie junto al tuyo,
descalzo y húmedo
de lluvia y arena,
entre la tormenta y la calma.
Y seguir a tu lado la huella
que Jesús dejó grabada
en las playas de esta tierra. cosa que sentirme viva,
Carmen Soto, ssj
Leganés, Madrid (España)
13
ESPIRITUALIDAD SSJ
Rasgos que la configuran
3º. HERMANAR ORACIÓN Y TRABAJO
A) En Francisco Butinyà
1. Génesis
En la segunda mitad del siglo XIX comienza un lento proceso secularizador que va empapando
la vida de fe de los creyentes. Ignacio de Loyola es precursor en el siglo XVI con su “buscar y
hallar a Dios en todas las cosas”. Para él toda la realidad creada es lugar de encuentro con Dios, no
únicamente el templo.
Francisco Butinyà, fiel jesuita, participa en gran medida de esta corriente.
Una de las manifestaciones es su inquietud de hacer posible el encuentro con Dios en medio del
trabajo cotidiano, esa realidad que ocupa la casi totalidad de la vida adulta de Jesús y poco menos
de la mitad de la de los contemporáneos de Francisco.
La intuición de nuestro fundador y su llamada a evangelizar a los hombres y mujeres
trabajadores le lleva a descubrir una original manera de encuentro con Dios en el trabajo, él la llama
hermanar oración y trabajo.
Los primeros indicios los encontramos en la correspondencia con su padre y su cuñada Dolores
Oller en octubre de 1867 y a lo largo de todo el año 1868.
“[…] y en medio de vuestras tareas y trabajos, alzad el corazón al cielo […]” (5 de octubre de
1867, Cartas p. 86).
“¿Qué sería si a todo esto añadieses que además de ofrecer a menudo las obras ordinarias al
servicio de Dios, como barrer, lavar los platos, coser, hacer alpargatas, cocinar, etc., procurases
alzar de vez en cuando el corazón a Jesús y María?” (2 de febrero de 1868, Cartas, p. 122).
“[…] en medio de tus quehaceres fácilmente puedes alzar de vez en cuando el corazón al buen
Jesús, a María Santísima […]” (21 de marzo de 1868, Cartas p. 146). Etc., etc.
2. Al fundar la Congregación
Como hemos visto al tratar de la Familia de Nazaret, Butinyà al fundar la Congregación ofrece a
las Siervas de san José los mismos medios de encuentro con Dios que al resto de personas
pertenecientes al mundo del trabajo. Eran mujeres que necesitaban trabajar para vivir y las ayuda a
valerse de él como medio de unión con Dios. Esta es la gran intuición de nuestro fundador.
En el primer texto constitucional, el D.E. y Contituciones de 7 de enero de 1874, no aparece la
peculiar expresión hermanar, sino
“[…] con el fin de procurar su propia santificación por medio de la oración y del trabajo […]”
(D.E. 1874).
La primera vez que la encontramos es en el Reglamento de los Talleres de las Siervas de san
José, que nuestras hermanas comienzan a vivir hacia el 19 de marzo, día de la toma de hábito:
“El fin de esta congregación es procurar la salvación y perfección así de las socias como de las
demás mujeres por medio de la piedad y del trabajo religiosamente hermanados”. Así comienza el
Reglamento de los Talleres, es su enunciado programático.
3. Cómo hermanar oración y trabajo
Nuestro fundador nos enseña a hermanar oración y trabajo valiéndose de expresiones de fe
generalizadas en la devoción del siglo XIX, el ofrecimiento de obras y la repetición de jaculatorias.
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En el breve reglamento que sigue a las carismáticas Constituciones del 7 de enero de 1874
establece que las hermanas intercalen éstas cada media hora:
“A las 7 y media trabajo común en silencio hasta las 12 intercalándole cada media hora con
algunas jaculatorias , cánticos piadosos y oraciones”.
Es en la carta desde Poyanne, escrita en junio de 1874, donde Butinyà expresa lo que él entiende
por hermanar oración y trabajo. Ocupa más de la mitad de la carta:
“Según mi entender, vuestra virtud característica debe ser un amor grande a la oración y al
trabajo regulado por la obediencia; y esto deberéis vosotras procurar a toda costa. Así la oración
no os será estorbo para el trabajo ni el trabajo os quitará el recogimiento de la oración.
Los santos tienen también por oración el trabajo en que no se busca más que cumplir la
voluntad de Dios, mucho más si se hace como vosotras, dirigido por la obediencia […] y
acompañado de fervientes jaculatorias.
Debéis andar con cuidado en no rezarlas y repetirlas por rutina o costumbre, sino procurar que
salgan del corazón.
Amad mucho a Jesús, que el amor es buen maestro para todo lo bueno. Este os enseñará a
entretener vuestro afecto con nuevas jaculatorias, que digáis interiormente entre rezo y rezo de
cada media hora […]. Pero debéis ser buenas y muy buenas para que vuestros cánticos y
jaculatorias agraden a Jesús […]”.
Las Siervas de san José comenzaban el trabajo del taller a las 7 y media de la mañana con una
oración dirigida a Jesús, ocupado bajo la dirección de san José en el oficio de carpitero, y cerraban
el día con otra a la Familia de Nazaret: “[…] Al terminar este trabajo os bendecimos de nuevo por
todas las gracias que nos habéis concedido […]”. En otra oración se dirigían a san José como a
protector y padre.
Las Crónicas nos dicen:
“El Taller parecía el de Nazaret por el recogimiento y silencio, interrumpido cada media hora
por los cánticos y jaculatorias […]. En los intermedios de las jaculatorias una hermana decía:
Avivemos la presencia de Dios, hermanas” (R.L. II, p. 160).
Durante casi un siglo la Congregación se mantiene fiel a esta forma tan genuina de permanecer
en oración durante el trabajo.
4. Ambiente para hermanar la oración con el trabajo
Son numerosas las actitudes que Butinuà nos recomienda y las advertencias que nos hace para
que realmente en nuestra vida la oración y el trabajo sean dimensiones hermanas, es decir, tengan
una misma importancia para el encuentro con Dios y las cuidemos con el mismo interés.
Únicamente mencionaremos las que consideramos más importantes:
Cualquier clase de trabajo:
En “El Patriarca San José, gloria y modelo del obrero cristiano” encontramos:
“[…] en todas las ocupaciones le podemos servir y hacernos grandes santos”. (P. 44).
Encontramos frases parecidas en muchos de sus escritos.
Con perfección:
En el Reglamento de los Talleres de las Siervas de san José escribe:
“No rehuyan jamás el trabajo que se encuentra en hace con perfección las obras ordinarias”
(cap. III, 9).
Conforme al espíritu y fuerzas de cada una:
En las Constituciones de 1881 le recomienda a la Maestra de Taller:
“Aunque las Hermanas están obligadas a hacer las labores que se les dieren con grande
fidelidad y diligencia, procurará con todo no sofocar su espíritu evitando todo género de prisas
afanosas […], lo dejará a su diligencia y habilidad, conforme a su espíritu y fuerzas”.
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San José, referencia y ayuda
La vivencia de la oración y trabajo hermanados es repetidamente propuesta por Francisco
Butinyà a las Siervas de san José de Salamanca y Cataluña y, en general, a los trabajadores y
trabajadoras, como síntesis original de una espiritualidad del trabajo, como una forma peculiar de
ser contemplativos en al acción.
Hacia el final de su vida pone como modelo de esta síntesis a san José:
“¡Dichoso, feliz artesano, que tan bellamente sabía hermanar el trabajo con la oración, de
suerte que ni el ansia de trabajar estorbaba su abrasada unión con Dios, ni su dulcísimo unión con
Dios le amenguaba un punto su ansia de trabajar” (Glorias de San José, p. 220).
San José, contemplando las cosas divinas, “Fácilmente hermanaba la oración con el trabajo, la
vida activa con la contemplativa” (Idem, p. 435).
Las Siervas de san José, siguiendo a nuestro padre y protector, especial referente en nuestra vida
de trabajo hermanado con la oración, estamos llamadas a una peculiar experiencia de Dios en
nuestro trabajo. La describe así nuestro fundador, refiriéndose a san José:
“¿Qué quiere decir orad sin intermisión sino orad siempre y en todas circunstancias?
Pero no se crea que esta oración continuada y no interrumpida consiste en una incesante
contensión del espíritu, clamando al Señor sin interrupción, o fijando sin cesar ni solución
de continuidad nuestro entendimiento en la consideración de alguna verdad eterna, sino en
recoger de nuestros ratos de oración […] algún ramillete de afectos o de máximas que
saborear en medio de nuestras ordinarias ocupaciones; consiste, sobre todo, en hacer todas
nuestras obras con la pura intención de agradar a Dios y procurar su gloria en el
cumplimiento de la divina voluntad.
Entonces, así como la tierra árida parece que con la boca de sus grietas y hendiduras
clama por lluvia, así el alma con los labios de sus obras hechas a gloria del Señor, o con los
afectos del corazón, expone a Dios sus necesidades y ora de verdad: entonces, puesta el
alma en la divina presencia, sin decir una palabra, silenciosamente clama: Mi alma, Señor,
es en vuestra presencia como tierra sedienta sin agua” (Francisco Butinyà, Glorias de San
José, p. 425).
Victoria López, ssj
Roma (Italia)
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A LA ESCUCHA
DE NUESTROS FUNDADORES
“Siendo el fin de esta congregación procurar la salvación y perfección de las almas
hermanando la piedad con el trabajo, a él deberán dedicarse las hermanas con la mayor
asiduidad y alegría, como que con él darán mucha gloria a Dios, mereciendo no poco a
sus ojos purísimos” (F. Butinyà, Constituciones de las Siervas de San José. 1881. Del
trabajo, art. 20).
“Como ves, en hacer con perfección las obras ordinarias así espirituales como de casa,
está nuestra santidad. Por tanto, procura hacer lo mejor que sepas tu oración […]. Pon
igual empeño en trabajar con intención pura y poniendo todos tus sentidos para que tus
labores salgan primorosas, como hechas para agradar a Dios” (F. Butinyà, carta a su
sobrina Teresa Mumbert, 5 de agosto 1890. Cartas, p. 656).
“Todas las ocupaciones a que se entregaba las convertía en oración, haciéndolas con
intención pura para agradar a Dios. En todas sus obras procuraba la más santa intención
que renovaba con fervientes jaculatorias” (F. Butinyà, Ramillete de flores artesanas.
Vida de santa Zita. Tarragona 1895).
“Plugo al Todopoderoso que el heredero del trono de David viniera en miseria y se viera
en la precisión de ejercer oficio de pobre artesano y de ganar el sustento con el sudor de
su frente, a fin de que tuviéramos una prueba palpable y un claro ejemplo de que
también en ocupaciones humildes podemos ser santos y grandes santos” (F. Butinyà,
Glorias de San José, Barcelona 1889, p. 214).
“[…] para trabajar con diligencia en su servicio, procurando hermanar la oración con el
trabajo para la santificación de su alma” (F. Butinyà, Ritual de la Congregación de
Siervas de San José, Salamanca 1874. Crónica de la Congregación, p. 108).
Resuelta […] a no cejar hasta conseguir la perfección hermanando la oración con el
trabajo” (F. Butinyà, Ceremonial de las Siervas de San José, Barcelona 1886.
“El trabajo bien santificado os ha de llevar adelante” (F. Butinyà, carta a Bonifacia
Rodríguez, 17 de agosto 1883, Cartas, p. 441).
“Además, ¿qué te costaría en medio de tus trabajos y penalidades, cuando agotado tienes
que dejar por un momento las herramientas para tomarte un descanso, qué te costaría
implorar entonces la divina misericordia y quemar a honra de Dios el gratísimo incienso
de la oración, que como benéfica nube subiría hasta el trono del Altísimo y se convertiría
en una lluvia divina que llenaría tu corazón de consuelo y de dulzura?” (F. Butinyà, Les
Migdiades del mes de maig, Madrid 1991, p.181).
“Jesús, José y María, bendecid el trabajo de este día, haced que nuestra oración en medio
de nuestras tareas suba como la vuestra al trono del Altísimo cual nube de aromático
incienso y descienda sobre esta casa cual lluvia de gracias que nos santifique a todas.
Amén”. (F. Butinyà, jaculatoria nº 13, Salamanca 1874).
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CELEBRACIONES
18 de diciembre. Muerte de nuestro fundador
LAUDES
Cántico: “No hay santo como el Señor” (1 Samuel 2, 1-10)
Antífona: Tú eres santo, Señor. En Ti está la plenitud de la santidad
(Proclamado por una o dos solistas. A cada estrofa repetimos la antífona)
Me siento feliz:
mi corazón se regocija en el Señor.
Celebro su salvación.
Yo me río Señor, de mis problemas,
Porque celebro en mí tu amor.
Tú eres santo, Señor.
en ti está la plenitud de la santidad
En Ti me siento seguro, como el pie sobre la roca.
Sin Ti me siento inseguro,
Como el pie sobre arena. ¡Eres mi roca!
Tú eres santo, Señor.
en ti está la plenitud de la santidad.
Contigo se rompen los arcos de los valientes.
Contigo los cobardes se ciñen de valor.
Contigo los hartos se contratan por el pan.
Contigo los hambrientos engordan.
Contigo la mujer estéril da a luz siete hijos.
Contigo la madre de muchos queda baldía.
¡Me alegro de corazón, Señor!
La vida contigo es de otra manera.
Tú eres santo, Señor.
en ti está la plenitud de la santidad
Tú, Señor, das la muerte y la vida.
Tú, Señor, hundes en el abismo y levantas.
Tú, Señor, das la pobreza y la riqueza.
Tú, Señor, humillas y enalteces. ¡Así de sencillo!
Tú eres santo, Señor.
en ti está la plenitud de la santidad
Tú eres el santo
Y tus caminos no son nuestros caminos.
Eres así: levantas del polvo al desvalido.
Eres así: alzas de la basura al pobre.
Eres así: guardas los pasos de tus amigos.
Tú eres santo, Señor.
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en ti está la plenitud de la santidad
Eres así: dejas a la persona
Cuando la persona quiere triunfar por su fuerza.
Eres así: salvas a la persona
Cuando la persona se abandona en tus manos.
Tú eres santo, Señor.
en ti está la plenitud de la santidad
Gloria al Padre
Salmo 2: La alabanza en el trabajo
Antífona: Bendito sea el Señor que nos sostiene en los trabajos.
(A dos coros)
Bendito seas Señor,
Porque eres el Creador del Universo;
Y con siete días de trabajo intenso,
Construiste una casa magnífica
Para ser habitada por los hombres tus hijos.
Bendito seas Señor,
Porque prolongaste tu mano creadora
En las manos laboriosas del hombre y la mujer,
A quien transmitiste nuevos secretos de tu poder,
Para engalanar el universo con la ciencia y el arte.
Bendito seas Señor,
Porque a la fatiga del hombre y de la mujer trabajadores,
Das un aliento con el ejemplo
De tu Hijo Jesucristo, trabajador en Nazaret.
Bendito seas Señor,
Porque moderas nuestra suficiencia de hoy
Con el contrapunto de Jesús,
-Palabra y Sabiduría del Padre-,
Escuchando y aprendiendo con humildad,
El oficio común de José.
Bendito seas Señor,
Que esperas nuestra alabanza
Desde el lugar de trabajo, de cualquier trabajo,
Y dejas caer una lluvia de gracias y santidad
Sobre los hombres y mujeres
Que hermanan el trabajo y la oración.
Bendito seas, Señor,
Porque dirigiste la mirada de Butiñá
A contemplar el TALLER DE NAZARET;
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Y le diste ánimo y voz
Para pregonar estas buenas nuevas del trabajo,
A los hombres y mujeres más sencillos.
Bendito seas Señor,
Porque a Bonifacia,
A las mujeres creyentes como las Marías
Y a otras mujeres sencillas,
Les diste la visión evangélica
De iniciar este camino incomprendido.
Porque hoy, a las Hijas y a las Siervas del artesano José,
Nos lanzas a la santidad,
Desde el lugar de nuestro trabajo-servicio.
Gloria al Padre
Preces espontáneas
Como descendencia de Francisco Butinyà, somos bendición para el mundo. Compartamos en este
encuentro con nuestro fundador nuestra experiencia de fe y las llamadas que su historia, el Carisma
y nuestro caminar personal, sentimos en este momento.
Oración final
Señor, Padre bueno,
Te damos gracias porque revelaste a
FRANCISCO BUTIÑÁ
El misterio de salvación
Encerrado en la vida oculta de Jesús en Nazaret;
Y lo impulsaste a transmitirlo,
Con ánimo infatigable,
Sobre todo a los obreros,
Para encaminarlos a la santidad,
“ hermanando la oración con el trabajo”.
Que el testimonio de su vida
Nos ayude a seguir a Jesús Obrero
Y a vivir el Evangelio del trabajo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
VÍSPERAS
Salmo 1: Súplica para “dar vida”
Antífona: Nadie tiene amor mayor que éste de dar la vida por sus amigos (Jn 15,13 )
(A dos coros)
Señor, dame la valentía de arriesgar la vida por ti;
El gozo desbordante de gastarme en tu servicio.
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Dame , Señor, alas para volar y pies para caminar
Al paso de los hombres y mujeres.
Entrega, Señor, entrega para “dar vida” desde la vida,
La de cada día.
Infúndenos Señor, el deseo de darnos y entregarnos,
De dejar la vida en el servicio a los débiles.
Haznos Señor, constructoras de tu vida, instrumentos de tu reino.
Ayúdanos a poner la tienda en medio de las personas,
Para llevarles el tesoro de tu amor salvífico.
Haznos Señor, dóciles a tu Espíritu
Para ser conducidas a “dar vida”
Desde la vida oculta de Nazaret,
Desde la vida que brota cuando el grano muere en el surco.
Gloria al Padre
Salmo 2: Consagradas para el Reino
Antífona: “Le dijo: Sígueme.- El se levantó y lo siguió Mt 2, 14 )
(A dos coros)
Gracias Señor, por todos tus servidores; y envía más operarios a tu mies;
Hombres y mujeres que se dejen el “pellejo” en la entrega.
Gracias por esos hombres y mujeres rodeados de niños, de jóvenes,
De adultos,…, de soledad y de mucho amor.
Ellos ofrecen su vida, siguen al Señor de la vida.
Nosotras, también ofrecemos nuestra vida:
(Todas)
Queremos ser pobres, en medio del mundo que nos tira hacia el tener.
Queremos tener un corazón puro para amar a todos,
Cercanas a todos, humanamente desprendidas.
Queremos vivir en obediencia fraterna,
Porque en medio de nosotras estás Tú,
Porque cada hermana nos proyecta rayos de tu sabiduría.
Haz, Señor, que nuestro entorno,
Se inunde de la sonrisa de las Hijas y las Siervas,
Para ser presencia de Dios Padre,
Ternura del Dios Encarnado,
Soplo fecundo de esperanza de tu Espíritu,
Acogida de María Madre,
Alegría del humilde Nazaret.
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No nos dejes caer en tentación de
Egoísmo, desaliento o desconfianza,
Sé Tú, para cada una
El gozo de toda nuestra existencia.
Gloria al Padre
10 de enero. Fundación de la Congregación
EN ACCIÓN DE GRACIAS
Gracias, padre/madre Dios,
por todo lo bueno que hay en nuestra pequeña familia de las SSJ.
Gracias, porque has acompañado nuestros pasos desde aquel 10 de enero, en que los
miembros de aquel primer taller josefino se encaminaron muy temprano desde la calle
Traviesa a la Clerecía, dando respuesta a un sueño, tu sueño y nuestro sueño.
Gracias, por el corazón y la vida de tantas mujeres que a lo largo de nuestra historia
han hecho posible junto a ti la utopía que encarnamos.
Gracias, por la ternura, la sencillez, la esperanza, la ilusión, el trabajo que desde
Bonifacia hasta hoy, a tu lado, hemos sido capaces de compartir.
Que nuestras debilidades, nuestras incoherencias, nuestros fracasos no nos impidan
reconocer nuestra huella en la vida, la fuerza de nuestro don y la promesa compartida
contigo.
Que los problemas, los obstáculos, las miserias, la injusticia y el mal no nos impidan
reconocer la mirada de la gente, los senderos de esperanza y tu presencia fiel.
Gracias, porque todo lo que somos es un regalo tuyo,
y un regalo de muchas personas a lo largo del camino.
Que el día de hoy sea para todas un sacramento festivo
de todos y cada uno de los momentos
y de todas y cada una de las vidas que a tu lado
hicimos, hacemos y haremos posible este humilde, tierno, pobre y débil relato de
Nazaret que somos las SIERVAS DE SAN JOSÉ.
Carmen Soto, ssj
Leganés, Madrid (España)
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CÁNTICO DE LOS PLANES DE DIOS SOBRE FRANCISCO Y BONIFACIA
Te damos gracias Señor
por tus misericordias para con nosotras.
Con inmenso amor
fuiste llevando a Bonifacia y a Butiñá
por caminos que al fin se encontraron,
para que juntos,
fueran instrumentos eficaces
de la obra que tenías programada
desde toda la eternidad.
A los dos los fuiste preparando desde la niñez,
al uno en Bañolas, a la otra en Salamanca.
Al uno en el seno de una piadosa familia
de unos honrados industriales.
A la otra, en el hogar de unos humildes trabajadores,
de una fe inconmovible como las encinas de su tierra.
En los dos encendiste el fuego
de un gran amor al trabajo y a la oración.
A los dos le despertaste el deseo
de luchar por la dignificación de la mujer trabajadora y pobre
y de hacer del trabajo
un instrumento de realización humana
y de santificación.
Cuando llegó la hora,
Bonifacia y Butiñá
unidos por el amor a los pobres,
a los trabajadores,
y a las jóvenes en peligro de perderse
levantaron el edificio de una Congregación de consagradas
que buscan vivir en el trabajo hermanado con la oración
la vida que Jesús, Maria y José
vivieron en Nazaret
Por eso Señor con un corazón agradecido
te alabamos, te bendecimos, te glorificamos
por haber enviado a la tierra
el don maravilloso de Bonifacia y Butiñá
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para realizar tu plan divino
de evangelizar y promocionar al mundo trabajador y pobre
Leticia Rodríguez, ssj
Medellín (Colombia)
24
EN TORNO A BONIFACIA
Lo que de ella dice la Iglesia
La tarde del 17 de marzo de 2000 se celebraba en Roma el Congreso de teólogos para la causa de
canonización de nuestra fundadora, paso previo al decreto de virtudes. Eran nueve teólogos, cada uno
aportaba su voto. Estos escritos son estudios de expertos sobre la figura de Bonifacia, muy valiosos para
conocer la opinión que nuestra fundadora ha ido suscitando en la Iglesia. Entresacamos un párrafo.
Séptimo consultor teólogo
“En el martirio se da la prueba más grande de caridad y fortaleza con un solo gesto, justamente
el de la muerte cruenta. Pero afrontar con heroísmo las grandes dificultades de lo cotidiano durante
largos años, en cierto sentido es señal más elocuente de fortaleza, o, al menos, se tiene ocasión de
demostrarla repetidamente de manera heroica.
Es éste el caso de la vida de la Sierva de Dios. Muy pronto en su vida conoce la dureza del
trabajo cotidiano y de lo que supone ganar para sí y para la familia el pan con su trabajo. En la
comunidad de Salamanca tuvo una vida muy dura por la gran pobreza en que vivía, a pesar de que
se dedicaban asiduamente al trabajo manual ella y sus hermanas. Apenas constituida la comunidad,
le faltó el apoyo moral del director eclesiástico [el fundador, Francisco Butinyà] y después el del
obispo, que apoyaba sus iniciativas. Se añade la persecución en los diversos intentos de dispersión
de la comunidad; luego el gran sufrimiento causado por sus propias hermanas con el director Pedro
García Repila, que falsearon el carisma del Instituto que ella había iniciado, intentaron excluirla de
la Congregación y, una vez alejada, la destituyeron como superiora para poder hacer del Instituto lo
que querían. Al volver de Cataluña, en Salamanca se convierte en el hazmerreír de la comunidad;
una falsa comprensión por parte del Obispo le permite ir con su madre a Zamora, pero éste fue el
paso definitivo para marginarla totalmente del Instituto.
La Sierva de Dios habría podido servirse del éxito en Zamora y del respaldo del obispo para
reivindicar con energía su derecho en Salamanca. Sin embargo, demostró mucha mayor fortaleza al
guardar su pena en el silencio de su corazón. Continuó luchando, no para reivindicar derechos, sino
sencillamente para hacer el bien.
Engañada, traicionada por los que deberían haberla sostenido; alejada del Instituto, esta Sierva
de Dios se comportó como una indómita heroína, ya que es más difícil ser fuertes en soportar las
persecuciones que en responder con la fuerza a quienes nos hacen daño.
Los testigos afirman unánimemente que en estos tristes sucesos la Sierva de Dios no se quejó
nunca, antes bien, por el contrario, respondió siempre con caridad, invitando a las Hermanas de
Salamanca, a pesar de sus repetidas falsas excusas, a que fueran a verla y a que siguieran en
comunión con ella.
En especial, las hermanas que vivieron con ella afirman unánimes: "nunca la he oído quejarse
de las demás". Lo mismo manifiestan las Clarisas de Zamora, a quienes iba a visitar a menudo. En
este mismo sentido se expresan también las ex-alumnas de la escuela”.
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COMPAÑEROS DE CANONIZACIÓN
Según lo que hasta ahora sabemos, la próxima canonización será en 2011, de tres personas: Bonifacia
Rodríguez de Castro, fundadora de las Siervas de san José, D. Luigi Guanella, fundador de las Hijas de
Santa María de la Divina Providencia y de la Congregación de los Siervos de la Caridad, y D. Guido María
Conforti, obispo y fundador de los Misioneros Javerianos.
Tienen en común el haber vivido contemporáneamente el último tercio del siglo XIX y los primeros años
del XX, ser fundadores y haberse entregado a los pobres con una opción muy clara.
1. D. Luigi Guanella
Nació en Fraciscio de Campodolcino en Val San Giacomo (Sondrio) el 19 de diciembre de
1842. Murió en Como el 24 de octubre de 1915.
Su valle y el pueblo, a 1350 m. sobre el mar, está en los Alpes Réticos. Desde la antigüedad se
establecieron comunidades que vivían, con trabajo y privaciones, de la agricultura alpina y de la
cría de animales y cuya historia, economía y estructura social, hasta el 1800 están marcadas por la
posición geográfica del valle cerrado por los dos lados por dos cadenas de montes empinados, pero
susceptibles de recibir invasiones de tránsito. El valle traza la vía más corta de comunicación entre
el sur y el norte de los Alpes centrales, otorgando también alguna ventaja, sobre todo, los
privilegios de una cierta libertad municipal que les habían concedido para que los habitantes no
obstaculizaran las comunicaciones comerciales o militares. Orgullosos de esta libertad,
fervorosamente unidos a la religión católica en contraste con el confinante cantón Grigioni
(protestante), vivían en pobreza, entregados a los más duros trabajos para garantizarse lo mínimo
para sobrevivir. Las cualidades que adquirió don Guanella de ello fueron el sacrificio y el trabajo, la
autonomía, la paciencia y la firmeza en las decisiones, junto a una gran fe.
Estas cualidades se fortalecieron en la familia: el padre Lorenzo, alcalde de Campodolcino
durante 24 años bajo el gobierno austriaco y después de la unificación, severo y autoritario; la
madre María Bianchi, dulce y paciente y 13 hijos casi todos llegados a la mayoría de edad.
A los doce años consiguió una plaza gratuita en el colegio Gallio de Como y continuó luego los
estudios en los seminarios diocesanos (1854-1866). Su formación cultural y espiritual es la común a
los seminarios en el LombardoVeneto, bajo el control de los gobernadores austriacos durante
mucho tiempo; el curso teológico fue pobre en contenido cultural, pero atento a los aspectos
pastorales y prácticos: teología moral, rituales, predicación y, además, a la formación personal:
piedad, santidad, fidelidad. La vida cristiana y sacerdotal se nutrió de la devoción común entre la
población cristiana. Todo esto puso al joven seminarista y sacerdote muy cerca de la gente y en
contacto con la vida propia del mismo. Cuando volvía al pueblo por las vacaciones otoñales, se
adentraba en la pobreza de los valles alpinos; se interesaba por los niños, los ancianos y enfermos
del pueblo cuidándolos, y en los tiempos libres se interesaba por las cuestiones sociales, recogía y
estudiaba hierbas medicinales, se enfervorizaba leyendo la historia de la Iglesia. En el seminario
teológico se familiarizó con el obispo de Foggia, Bernardino Frascolla, encerrado en la cárcel de
Como, y luego en arresto domiciliario en el seminario (1864-66), y se dio cuenta de la hostilidad
que permeaba las relaciones del estado unitario con la Iglesia. Este obispo ordenó a don Guanella
sacerdote el 26 de mayo de 1866.
Entró con entusiasmo en la vida pastoral en Valchiavenna (Prosto, 1866 y Savogno, 1867-1875)
y, tras un trienio salesiano, regresó de nuevo a la parroquia en Valtellina (Traona 1878-1881) unos
meses en Olmo y por último en Pianello Lario (Como 1881-1890).
Desde los inicios, en Savogno, manifestó sus intereses pastorales: la instrucción de los chicos y
los adultos, el fortalecimiento religioso, moral y social de sus feligreses, defendiendo al pueblo de
los ataques del liberalismo y con una atención privilegiada por los más pobres. No se acobardaba
cuando se veía injustamente frenado o contradicho por las autoridades civiles en su ministerio, así
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que pronto fue marcado como un sujeto peligroso ("ley de las sospechas”) especialmente desde el
momento que publicó un polémico folleto (Ensayo de correcciones familiares para todos, 1872).
Mientras tanto, en Savogno profundizaba en el conocimiento de don Bosco y la obra del
Cottolengo; invitó a don Bosco a abrir un colegio en su país; pero, no pudiendo realizar el proyecto,
don Guanella pasó un tiempo con don Bosco.
El Obispo le volvió a llamar y abrió en Traona un colegio de tipo salesiano; pero también aquí
le pusieron obstáculos. Se fue a resolver las controversias de Savogno y le obligaron a cerrar el
colegio. Se puso entonces a disposición del obispo con obediencia heroica y fue enviado a Pianello
donde pudo dedicarse a la actividad de asistencia a los pobres, sacando adelante con algunas
Ursulinas que había organizado en congregación religiosa, las Hijas de Santa Maria de la
Providencia, la Residencia de ancianos fundada por su predecesor, don Carlo Coppini. Con ellas
inició la Casa de la Divina Providencia en Como (1886), con la colaboración de sor Marcelina
Bosatta y de su hermana la Beata Clara. La Casa tuvo un rápido desarrollo, ampliando la asistencia
de la rama femenina a la masculina (Congregación de los Siervos de la Caridad), bendecida y
apoyada por el Obispo Beato Andrea Ferrari. La obra se extendió bien pronto también fuera de la
ciudad: en las provincias de Milán (1891), Pavía, Sondrio, Rovigo, Roma (1903), Cosenza y en
otros lugares, en Suiza y en Estados Unidos de América (1912). Contaba con la protección y
amistad de S. Pio X. En la obra masculina tuvo como colaboradores eximios a don Aurelio
Bacciarini, que posteriormente sería obispo de Lugano, y a don Leonardo Mazzucchi.
Las obras y los objetivos del Guanella le impidieron quedarse con don Bosco, buscaba una
respuesta a las necesidades típicas de su tierra natal. Muchos pobres: niños y jóvenes, ancianos
abandonados, marginados, personas con discapacidad psíquica, además de ciegos, sordomudos,
tullidos, toda esa franja intermedia entre los jóvenes de don Bosco y los discapacitados del
Cottolengo, personas todavía capaces de rehabilitación. Un terreno duro y árido como su tierra
natal, pero que, trabajado con amor -en las escuelas, talleres, colonias agrícolas- pueden dar frutos
inesperados.
2. D. Guido Maria Conforti
Nace en Ravadese (Parma) el 30 de marzo de 1865. Lo bautizan el mismo día, recibiendo los
nombres de Guido Giuseppe María. Para asistir a la escuela primaria tiene necesidad de hospedarse
en una pensión de la ciudad de Parma, donde con los Hermanos de las Escuelas Cristianas,
completa la educación materna. En el camino de la escuela se encontraba la pequeña iglesia de
Santa María de la Paz, en ella se custodiaba un crucifijo. Delante de aquel crucifijo oraba
diariamente antes de las clases. Ya como Obispo, dirá: “Aquel crucifijo me ha dado la vocación”.
En 1876 entra en el seminario en donde concluye con distinción todos los estudios, distinguiéndose
por su diligencia, piedad, regularidad y obediencia. En aquellos años el Rector en el teologado era
el Beato Andrés Ferrari. Una enfermedad con síntomas de tipo epiléptico le hace retardar la
ordenación sacerdotal. En éste periodo de espera, mientras era todavía seminarista, es nombrado
vicerrector del seminario. Continuará en el cargo incluso después de la ordenación el 22 de
septiembre de 1888, mostrando notables dotes de educador pero sobre todo orientando a los jóvenes
hacia la santidad con su testimonio de vida santa y vivida en el ámbito de la fe. En 1892 es
nombrado canónico de la Basílica Catedral de Parma y en 1893 se le confiere el encargo de
“Director de la Pía Obra de la Propagación de la Fe”. Mientras tanto, fue nombrado Vicario
General, encargo que cubrió durante ocho años.
xxxxNo habiendo podido continuar, por razones de salud, la vocación misionera a la que se sentía
llamado, pensó, con la aprobación de Propaganda Fide y del Obispo de Parma, fundar la Pía
Sociedad de San Francisco Javier para las Misiones Extranjeras (Misioneros Javerianos), lo que
hace en 1895. La finalidad única y exclusiva era la evangelización de los no cristianos. Pero, de
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hecho, incluso viviendo en el estrecho territorio de la ciudad de Parma, su mirada se abría a los
horizontes de toda la humanidad y jamás disminuyó en él el deseo ardiente de anunciar a todos los
hombres el Evangelio.
En 1902 Guido Conforti, con sólo 37 años, es llamado por el Papa León XIII a guiar la
Archidiócesis de Ravena, donde en dos años gasta todas sus energías. Para estar totalmente y
exclusivamente entregado a Cristo y consagrado sin reservas al bien de los demás, el día de su
ordenación episcopal emite la profesión perpetua de los votos religiosos. Pero la enfermedad lo
obliga a permanecer en cama durante semanas enteras. El sentido de responsabilidad por el rebaño
que se le había confiado lo lleva a la decisión de presentar su dimisión. El Papa Pío X la acepta.
Entonces retorna humildemente a su Instituto, donde recupera suficientemente la salud y cuida con
admirable ardor la formación de los estudiantes misioneros.
xxxxEn 1907 Monseñor Conforti, por voluntad del Papa Pío X, es nombrado coadjutor de Mons.
Magani con derecho a la sucesión. Tres meses después del nombramiento, por la improvisa muerte
del titular, Conforti se convierte en el Obispo de Parma. Durante más de 24 años fue el buen pastor
de aquella diócesis. Promueve particularmente la instrucción religiosa, hasta hacer de ella el punto
capital de su compromiso pastoral, instituyó escuelas de doctrina cristiana en todas las parroquias y
preparó catequistas, hombres y mujeres con especiales cursos de cultura religiosa y de pedagogía
para la enseñanza. Es el primero que celebra una semana catequética. Haciendo frente a fatigas y
molestias innumerables, llevó a cabo cuatro visitas pastorales, visitando hasta los pueblos más
distantes; la quinta visita pastoral fue interrumpida por la muerte. Celebró dos sínodos diocesanos,
instituyó y promovió las asociaciones católicas, la buena prensa, las misiones populares, los
Congresos Eucarísticos, Marianos y Misioneros, los convenios de la Acción Católica. Cuidó de
manera singular la formación del clero no menos que la de los laicos.
xxxxNada descuidó en su servicio pastoral de la diócesis, se prodigó continuamente en la
evangelización “ad gentes” a través del cuidado de la familia misionera fundada por él, así como
ofreciendo toda su colaboración a toda iniciativa de animación misionera en Italia. El Cardenal
Roncalli, poco antes de ser elegido Papa, se referirá a Conforti como Obispo de Parma y misionero
para todo el mundo. Recordamos en particular su colaboración para la fundación de la Unión
Misionera del Clero, de la cual fue el primer presidente durante diez años. “Fue providencial que en
la realización de tal proyecto estuviera al lado [de P. Paulo Manna] el pío prelado Guido María
Conforti, Obispo de Parma y fundador del Instituto Misioneros de San Francisco Javier. Él no
solamente ayudó notablemente con su consejo y acción a la naciente Unión, sino que intervino con
su autoridad para que la Unión obtuviera la aprobación pontificia” (Pablo VI). Fue también uno de
los que más han contribuido para la celebración del Domingo Mundial de las Misiones. En 1928 él
mismo va a China, para visitar a los cristianos y los territorios confiados a su familia misionera, de
la cual era el Superior General.
xxxxEl 5 de noviembre de 1931, agobiado por la fatiga de la actividad pastoral, Guido Giuseppe
María Conforti se duerme en el Señor. La fama de su virtud era tal que toda la gente de Parma llora
su muerte y honra su funeral con una participación de la gente jamás vista. La voz popular lo
proclamaba santo y la fama de santidad se difunde pronto por toda la región, llegando, por medio de
sus hijos misioneros, hasta las tierras más recónditas.
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TESTIGOS SSJ
En torno a Bonifacia Rodríguez se crea un ambiente de vida evangélica que suscita entre las
Siervas de san José una verdadera “familia de santas”, expresión empleada por Francisco
Butinyà, sj, -fundador de las Siervas de san José y de las Hijas de san José- en una oración
compuesta por él y que rezan todos los días las Siervas de san José. A raíz de la celebración
del I Centenario de la muerte de Bonifacia, hemos comenzado a ofrecer los principales datos
biográficos de alguna de estas Josefinas, cuya santidad es, sin duda, uno de los frutos más
apreciables de la vida fecunda de la fundadora. Lo hacemos siguiendo el orden cronológico
de la fecha de fallecimiento.
Amadora Peña González, ssj. Una vida de entrega a los trabajadores y trabajadoras pobres
de Chile
Me da tanta alegría tener la posibilidad de decir…, escribir sobre Amadora…Es porque estoy
tan agradecida de que Dios la pusiera en mi camino. Conocerla, verla vivir, sufrir y morir ha sido
una gracia de Dios para mi.
Amadora nace en un pueblo de Lugo, el 2 de Diciembre 1923, el 1 de julio de 1944 ingresa en el
noviciado de la Congregación en Salamanca, después va a Zamora y allí inicia su trabajo apostólico
entusiasmando a las alumnas con su alegría y deseos de ser misionera, siempre le pide a Jesús que
la envíen a Misiones, oración que pronto será respondida.
El 2 de Febrero de 1957 llega a Puerto Aysén -Chile- a fundar una comunidad junto con otras
hermanas Siervas de San José, al mes se quema la casa en la cual vivían y todo lo que habían traído
de España, ante lo cual las superioras les proponen dejar la Misión, es Amadora la que anima a
quedarse a seguir y no desalentarse por nada. Los pobres de la Patagonia le roban el corazón y no
parará ni un momento buscando como ayudar. Crea una escuela técnica para promocionar a niñas y
jóvenes, y talleres para mujeres. Va a buscar a las niñas a las poblaciones para que vengan a la
escuela, donde ella enseña y es la directora. También es la encargada de Cáritas del Vicariato y
corre allí donde hay familias que tienen hambre o no tienen casa. Desde Puerto Aysén es enviada a
fundar a Chile Chico, otro lugar alejado, fronterizo con Argentina. Encuentra apoyo en todas partes,
porque a todos entusiasma y contagia con su deseo de hacer el bien, de promocionar a los pobres.
Inicia en Chile Chico el liceo de enseñanza media donde hace clase, no hay dificultad que se
ponga por delante que su optimismo y confianza en Dios no supere, y fueron muchas las que
encontró. Cuantas veces le escuché decir “¡eso no tiene importancia!”
Después vendrá la fundación de Coyhaique y aquí despliega entrega en acciones sociales que no
tienen fin. El cardenal Silva Enríquez, desde Santiago, la apoya constantemente y aunque a veces él
está “pasando penurias económicas”, como se lo expresa en una carta, no deja de enviarle ropa,
alimentos y a veces dinero. Construye capillas, forma comunidades cristianas, talleres de mujeres en
varias poblaciones. Construye y organiza una guardería infantil para que las mamás puedan dejar a
los niños, hace “tomas de terreno” para construir casas a familias necesitadas, comedores infantiles.
Trabaja en el liceo haciendo clase de matemáticas, física y química con un horario de 8 horas, era
exigente con sus alumnas y alumnos y logró que muchos llegaran a la universidad por sus buenos
puntajes y con las becas que conseguía para ellos. Con los y las jóvenes iba a construir casas o
repararlas con cartones y maderas, a visitar ancianos. Se la puede encontrar en cualquier población
donde hay necesitados, tenia un arte especial para hacer que los que tenían más compartieran con
los pobres. Le quedaba tiempo para compartir generosamente con la comunidad, para cocinar
alguna cosa que a todas nos gustara, siempre era generosa y abundante para todos, nos hacía reír
con tantas anécdotas y con su conversación alegre y fraterna. Una vez encontró una señora que tenía
una “guagüita”(bebé) y no tenía con quien dejarlo, se lo llevó a la casa y dormía con ella en su pieza
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hasta que encontró solución a su problema.
En el año 1978 hace ejercicios Ignacianos de mes, que marcan su vida de una manera
impresionante, Jesucristo y los pobres, las jóvenes y mujeres sin trabajo son lo único que le importa.
Va a Santiago y comienza a trabajar en una población muy pobre, consigue la donación de un
terreno donde construye talleres para jóvenes y mujeres, anima la comunidad cristiana y una vez
construida la casa para la comunidad se van a vivir allá, compartiendo la vida de la gente y sus
dificultades como una más de la población.
Los últimos años de su vida y su muerte son en Colina, un pueblo cercano a Santiago. Allí sigue
con la misma ilusión y empeño trabajando con las jóvenes del taller y construye nuevos talleres en
las poblaciones más pobres y difíciles. Un día de trabajo en que busca materiales para el taller, en
las calles de Santiago, la sorprende la enfermedad: de repente no puede caminar y un brazo le
tiembla; con la valentía y fortaleza que la caracterizan vuelve a la comunidad en la locomoción
colectiva, el diagnóstico es un tumor cerebral maligno.
Si los años de vida de Amadora fueron tan fecundos, tan valiosos, de tanta entrega y
generosidad, el tiempo de la enfermedad fue la cumbre de su vida. Recibe la unción de los enfermos
serena y confiada en Dios, habla a todas las hermanas de lo maravilloso que es amar a Jesús y
seguirle, que amemos mucho a los pobres. Después de la operación sigue trabajando lo que puede,
teje organiza el trabajo del taller, de a poco va perdiendo la movilidad…, nunca se lamenta de lo
que no puede hacer y siempre se siente agradecida, cuando se le pregunta cómo está, responde: “lo
más bien.” En un momento en que le pregunté cómo podía decir que estaba lo más bien me dijo:
“cuando uno está con Dios se siente tan bien, que no puedo decir otra cosa.”
Dios hizo grandes cosas en Amadora y otras tantas a través de ella, es difícil resumirlo en unas
líneas. En Coyhaique, después de tantos años de su muerte, siguen hablándonos de ella sus
alumnos, las familias, sus compañeros de trabajo y tantos que pudieron superarse y ser lo que son
gracias a ella. Ahí están la población “M. Amadora”, el centro abierto “Amadora Peña”, tantas
viviendas que se originaron y construyeron gracias a sus “tomas” de terreno.
Con qué alegría habrá escuchado a Jesús decir: “Porque tuve hambre y me diste de comer, sin
ropa y me vestiste, sin casa…, sin estudios…, sin encontrar trabajo…, sin sentido a la vida, sin
fe…, y tú me lo diste”. Gracias, Amadora, por tanto amor.
Margarita Estévez, ssj
Coyhaique (Chile)
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ÍNDICE
CAPÍTULO GENERAL CONSENSUAL DE LA MANO DE BONIFACIA ................................................................................ 3
FUNDADORES
Francisco Butinyà:
El regalo del Taller. En el aniversario de la muerte de Butinyà, Adelina Grau, ssj .. 4
Francisco Butinyà felicita la Navidad, Manuel Revuelta, sj ...................................... 5
Escritos de FranciscoButinyà que no conocíamos ..................................................... 8
Bonifacia Rodríguez:
Las huellas de una santa, Adela de Cáceres, ssj ....................................................... 10
“Encina y piedra” cumple 30 años, Victoria López, ssj .......................................... 12
Quiero poner mi pie sobre tu huella, Carmen Soto, ssj ............................................ 13
ESPIRITUALIDAD SSJ
Rasgos que la configuran: 3º. Hermanar oración y trabajo
En Francisco Butinyà, Victoria López, ssj ............................................................... 14
A LA ESCUCHA DE NUESTROS FUNDADORES .................................................................................17
CELEBRACIONES
18 de diciembre. Muerte de nuestro fundador ..................................................... 18
10 de enero. Fundación de la Congregación ......................................................... 22
EN TORNO A BONIFACIA
Lo que de ella dice la Iglesia. Séptimo consultor teólogo ........................................ 25
COMPAÑEROS DE CANONIZACIÓN:
D. Luigi Guanella .................................................................................................... 26
D. Guido María Conforti ........................................................................................ 27
TESTIGOS SSJ
Amadora Peña González, ssj. Una vida de entrega a los trabajadores y
trabajadoras pobres de Chile, Margarita Estévez, ssj .............................................. 29
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