«Podemos transformar el mundo desde el trabajo sencillo»

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Corazones que buscan
Javier Valiente
Ana María Ferradas, sierva de San José, la congregación de las monjas fabricantas
«Podemos transformar el
mundo desde el trabajo sencillo»
¿C
elebras el Día de la Mujer
Trabajadora?
Por supuesto. Nosotras
nos definimos como mujeres consagradas trabajadoras. Y no sé si sabes
que a santa Bonifacia –fundadora
de la congregación– la Conferencia
Episcopal está estudiando declararla
patrona de la mujer trabajadora.
Ahí está la clave de vuestro carisma y misión.
El carisma es hermanar oración
y trabajo, y apostamos por la mujer
trabajadora. Somos de espiritualidad
ignaciana y lo que pretendieron nuestros fundadores, que además eran
hijos de trabajadores manuales, era
apostar por las mujeres trabajadoras.
La congregación nació en un taller.
Esto suena a izquierdas.
En aquella época, 1874, no se entendió mucho y se trató de ocultar.
De hecho, a santa Bonifacia la destituyen como superiora sus propias
hermanas de Salamanca, pues no se
entendía el carisma.
Una apuesta original en aquel
tiempo.
En la prensa de Cataluña se critica al jesuita Francisco Javier Butinyà
porque había creado una congregación de monjas fabricantas.
Parece que los santos nacen antes
de tiempo.
Butinyà se dio cuenta de la posición
de las mujeres en el mundo del trabajo y quería sacarlas de esa esclavitud
que vivían en las fábricas. Cuando llegó a Salamanca, Bonifacia le dijo que
quería ser monja, y él le respondió: «Tú
y yo vamos a fundar una congregación de mujeres trabajadoras».
Las raíces las tenéis en el Evangelio.
Miramos a la familia de Nazaret,
cómo trabajaban Jesús, José y María,
cómo se ayudaban.
Y en el trabajo encontrar a Dios.
En nuestras Constituciones decimos
que todo tipo de trabajo, sea el que sea,
tiene que convertirse en un lugar donde
nos podamos encontrar con Dios.
¿Cómo se consigue?
Nuestros fundadores nos enseñaron a pararnos y elevar una jaculatoria, que puede ser cualquier oración.
Eso te va alimentando por dentro y te
ayuda a encontrar a Dios en el trabajo.
¿Qué tipo de obras tenéis?
En España nos hemos dedicado mucho a colegios y residencias de universitarias. Y tenemos una lavandería en
Madrid donde damos trabajo a mujeres.
Llamáis a vuestras comunidades
talleres.
Sí, a nuestras casas las llamamos
Taller de Nazaret. No vivimos en conventos, sino en comunidad-taller. Es el
lugar de trabajo y encuentro con Dios.
¿Cómo empezó tu vocación?
En un campamento, un día al rezar
sentí la experiencia de encuentro con
Jesús. En la misma oración supe que
quería ser religiosa.
Y te fuiste al noviciado.
Mi madre me dijo que lo pensara
más. Yo era maestra, empecé a preparar oposiciones y en la Pascua aparecieron las Siervas de San José. Nos
contaron su carisma y me hablaron
de trabajo y oración hermanados, y
ahí encontré la chispa.
[En este momento de la entrevista, llega otra hermana y empiezan a
recordar una canción: «Trabajar es
colaborar con el Señor para hacer un
mundo más feliz; trabajar es parecerse a Dios que hizo el universo con
amor»].
Ser colaboradoras con Dios en la
creación.
Promovemos una espiritualidad
transformadora desde el Evangelio.
Podemos transformar la sociedad
desde el trabajo sencillo. Esto lo unimos a sentirnos colaboradoras con
Dios en la creación.
Alfa y Omega agradece la especial colaboración de:
Ana María tiene 57
años, nació en
Villagarcía de Campos
(Valladolid) y los últimos
28 años los ha pasado
trabajando en Cuba.
Está de paso por Madrid.
Es sierva de San José,
congregación fundada
en 1874 en Salamanca
por el jesuita Francisco
Butinyà y santa
Bonifacia Rodríguez.
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