1 mensaje del santo padre francisco para la xxiv jornada mundial

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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA XXIV JORNADA
MUNDIAL DEL ENFERMO 2016
PRIMERA PARTE: ANUNCIO
I. MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA JORNADA DE
ORACION POR LOS ENFERMOS 2016
Confiar en Jesús misericordioso como María:
“Hagan lo que Él les diga” (Jn 2,5)
Queridos hermanos y hermanas:
La XXIV Jornada Mundial del Enfermo me ofrece la oportunidad de estar
especialmente cerca de ustedes, queridos enfermos, y de todos los que los
cuidan.
Debido a que este año dicha Jornada será celebrada solemnemente en Tierra
Santa, propongo meditar la narración evangélica de las bodas de Caná (Jn 2,111), donde Jesús realizó su primer milagro gracias a la mediación de su Madre. El
tema elegido, «Confiar en Jesús misericordioso como María: “Haced lo que Él les
diga”» (Jn 2,5), se inscribe muy bien en el marco del Jubileo extraordinario de la
Misericordia. La Celebración eucarística central de la Jornada, el 11 de febrero de
2016, memoria litúrgica de Nuestra Señora de Lourdes, tendrá lugar precisamente
en Nazaret, donde «la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros»
(Jn 1,14). Jesús inició allí su misión salvífica, aplicando a sí mismo las palabras
del profeta Isaías, como dice el evangelista Lucas: «El Espíritu del Señor está
sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a
proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a
los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4,18-19).
La enfermedad, sobre todo cuando es grave, pone siempre en crisis la existencia
humana y nos plantea grandes interrogantes. La primera reacción puede ser de
rebeldía: ¿Por qué me ha sucedido precisamente a mí? Podemos sentirnos
desesperados, pensar que todo está perdido y que ya nada tiene sentido…
En esta situación, por una parte la fe en Dios se pone a prueba, pero al mismo
tiempo revela toda su fuerza positiva. No porque la fe haga desaparecer la
enfermedad, el dolor o los interrogantes que plantea, sino porque nos ofrece una
clave con la que podemos descubrir el sentido más profundo de lo que estamos
viviendo; una clave que nos ayuda a ver cómo la enfermedad puede ser la vía que
nos lleva a una cercanía más estrecha con Jesús, que camina a nuestro lado
cargado con la cruz. Y esta clave nos la proporciona María, su Madre, experta en
esta vía.
1
En las bodas de Caná, María aparece como la mujer atenta que se da cuenta de
un problema muy importante para los esposos: se ha acabado el vino, símbolo del
gozo de la fiesta. María descubre la dificultad, en cierto sentido la hace suya y, con
discreción, actúa rápidamente. No se limita a mirar, y menos aún se detiene a
hacer juicios, sino que se dirige a Jesús y le presenta el problema tal como es:
«No tienen vino» (Jn 2,3). Y cuando Jesús le hace presente que aún no ha llegado
el momento para que Él se revele (cf. v. 4), dice a los sirvientes: «Hagan lo que Él
les diga» (v. 5). Entonces Jesús realiza el milagro, transformando una gran
cantidad de agua en vino, en un vino que aparece de inmediato como el mejor de
toda la fiesta. ¿Qué enseñanza podemos obtener del misterio de las bodas de
Caná para la Jornada Mundial del Enfermo?
El banquete de bodas de Caná es una imagen de la Iglesia: en el centro está
Jesús misericordioso que realiza la señal; a su alrededor están los discípulos, las
primicias de la nueva comunidad; y cerca de Jesús y de sus discípulos está
María, Madre previsora y orante. María participa en el gozo de la gente común y
contribuye a aumentarlo; intercede ante su Hijo por el bien de los esposos y de
todos los invitados. Y Jesús no rechazó la petición de su Madre. Cuánta
esperanza nos da este acontecimiento. Tenemos una Madre con ojos vigilantes y
compasivos, como los de su Hijo; con un corazón maternal lleno de misericordia,
como Él; con unas manos que quieren ayudar, como las manos de Jesús, que
partían el pan para los hambrientos, que tocaban a los enfermos y los sanaba.
Esto nos llena de confianza y nos abre a la gracia y a la misericordia de Cristo. La
intercesión de María nos permite experimentar la consolación por la que el apóstol
Pablo bendice a Dios: «¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos consuela en
cualquier tribulación nuestra hasta el punto de poder consolar nosotros a los
demás en cualquier lucha, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos
consolados por Dios! Porque lo mismo que abundan en nosotros los sufrimientos
de Cristo, abunda también nuestro consuelo gracias a Cristo» (2 Co 1,3-5). María
es la Madre «consolada» que consuela a sus hijos.
En Caná se perfilan los rasgos característicos de Jesús y de su misión: Él es
Aquel que socorre al que está en dificultad y pasa necesidad. En efecto, en su
ministerio mesiánico curará a muchos de sus enfermedades, dolencias y malos
espíritus, dará la vista a los ciegos, hará caminar a los cojos, devolverá la salud y
la dignidad a los leprosos, resucitará a los muertos y a los pobres anunciará la
buena nueva (cf. Lc 7,21-22). La petición de María, durante el banquete nupcial,
puesta por el Espíritu Santo en su corazón de madre, manifestó no sólo el poder
mesiánico de Jesús sino también su misericordia.
En la solicitud de María se refleja la ternura de Dios. Y esa misma ternura se hace
presente también en la vida de muchas personas que se encuentran junto a los
enfermos y saben comprender sus necesidades, aún las más ocultas, porque
miran con ojos llenos de amor. Cuántas veces una madre a la cabecera de su hijo
enfermo, o un hijo que se ocupa de su padre anciano, o un nieto que está cerca
del abuelo o de la abuela, confían su súplica en las manos de la Virgen. Para
2
nuestros seres queridos que sufren por la enfermedad pedimos en primer lugar la
salud; Jesús mismo manifestó la presencia del Reino de Dios precisamente a
través de las curaciones: «Vayan a anunciar a Juan lo que están viendo y oyendo:
los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen;
los muertos resucitan» (Mt 11,4-5). Pero el amor animado por la fe hace que
pidamos para ellos algo más grande que la salud física: pedimos la paz, la
serenidad de la vida que parte del corazón y que es don de Dios, fruto del Espíritu
Santo que el Padre no niega nunca a los que se lo piden con confianza.
En la escena de Caná, además de Jesús y su Madre, están también los que son
llamados «sirvientes», que reciben de Ella esta indicación: «Hagan lo que Él les
diga» (Jn 2,5). Naturalmente el milagro tiene lugar por obra de Cristo; sin
embargo, Él quiere servirse de la ayuda humana para realizar el prodigio. Habría
podido hacer aparecer directamente el vino en las tinajas. Sin embargo, quiere
contar con la colaboración humana, y pide a los sirvientes que las llenen de agua.
Cuánto valora y aprecia Dios que seamos servidores de los demás. Esta es de las
cosas que más nos asemeja a Jesús, el cual «no ha venido a ser servido sino a
servir» (Mc 10,45). Estos personajes anónimos del Evangelio nos enseñan mucho.
No sólo obedecen, sino que lo hacen generosamente: llenaron las tinajas hasta el
borde (cf. Jn 2,7). Se fían de la Madre, y con prontitud hacen bien lo que se les
pide, sin lamentarse, sin hacer cálculos.
En esta Jornada Mundial del Enfermo podemos pedir a Jesús misericordioso por
la intercesión de María, Madre suya y nuestra, que nos conceda esta
disponibilidad para servir a los necesitados, y concretamente a nuestros hermanos
enfermos. A veces este servicio puede resultar duro, pesado, pero estamos
seguros de que el Señor no dejará de transformar nuestro esfuerzo humano en
algo divino. También nosotros podemos ser manos, brazos, corazones que
ayudan a Dios a realizar sus prodigios, con frecuencia escondidos. También
nosotros, sanos o enfermos, podemos ofrecer nuestros cansancios y sufrimientos
como el agua que llenó las tinajas en las bodas de Caná y fue transformada en el
mejor vino. Cada vez que se ayuda discretamente a quien sufre, o cuando se está
enfermo, se tiene la ocasión de cargar sobre los propios hombros la cruz de cada
día y de seguir al Maestro (cf. Lc 9,23); y aun cuando el encuentro con el
sufrimiento sea siempre un misterio, Jesús nos ayuda a encontrarle sentido.
Si sabemos escuchar la voz de María, que nos dice también a nosotros: «Hagan lo
que Él les diga», Jesús transformará siempre el agua de nuestra vida en vino
bueno. Así, esta Jornada Mundial del Enfermo, celebrada solemnemente en Tierra
Santa, ayudará a realizar el deseo que he manifestado en la Bula de convocación
del Jubileo Extraordinario de la Misericordia: «Este Año Jubilar vivido en la
misericordia pueda favorecer el encuentro con [el Hebraísmo, el Islam] y con las
otras nobles tradiciones religiosas; nos haga más abiertos al diálogo para
conocernos y comprendernos mejor; elimine toda forma de cerrazón y desprecio, y
aleje cualquier forma de violencia y de discriminación» (Misericordiae Vultus, 23).
Cada hospital o clínica puede ser un signo visible y un lugar que promueva la
cultura del encuentro y de la paz, y en el que la experiencia de la enfermedad y del
3
sufrimiento, así como también la ayuda profesional y fraterna, contribuyan a
superar todo límite y división.
Son un ejemplo para nosotros las dos monjas canonizadas en el pasado mes de
mayo: santa María Alfonsina Danil Ghattas y santa María de Jesús Crucificado
Baouardy, ambas hijas de la Tierra Santa. La primera fue testigo de
mansedumbre y de unidad, ofreciendo un claro testimonio de la importancia que
tiene el que seamos unos responsables de los otros, de que vivamos al servicio de
los demás. La segunda, mujer humilde e iletrada, fue dócil al Espíritu Santo y se
convirtió en instrumento de encuentro con el mundo musulmán.
A todos los que están al servicio de los enfermos y de los que sufren, les deseo
que estén animados por el ejemplo de María, Madre de la Misericordia. «La
dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, a fin de que todos
podamos descubrir la alegría de la ternura de Dios» (ibíd., 24) y llevarla grabada
en nuestros corazones y en nuestros gestos. Encomendemos a la intercesión de
la Virgen nuestras ansias y tribulaciones, junto con nuestros gozos y
consolaciones, y dirijamos a ella nuestra oración, para que vuelva a nosotros sus
ojos misericordiosos, especialmente en los momentos de dolor, y nos haga dignos
de contemplar hoy y por toda la eternidad el Rostro de la misericordia, su Hijo
Jesús.
Acompaño esta súplica por todos ustedes con mi Bendición Apostólica.
Dado en el Vaticano, el 15 de setiembre de 2015
Memoria de Nuestra Señora de los Dolores.
Francisco
4
II. TEMA: LA COMPASIÓN, MEDICINA DE DIOS
1. LA COMPASIÓN EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.
Seré muy breve en este punto, en realidad solo dos elementos se comentaran del
Antiguo Testamento
Dios tiene compasión con los más necesitados y enfermos
El libro nos deja ver que Tobit queda ciego, y se nos narra un pasaje que después
de cuatro años con la ceguera, tiene una discusión con Ana, su esposa; Tobit en
su tristeza, suspirando, llorando y entre gemidos ora a Dios, y su oración inicia
reconociendo la justicia y la misericordia de Dios, pues dice: “Tú eres justo, Señor,
y justas son todas tus obras. Misericordia y verdad son todos tus caminos. Tú eres
el Juez del Universo.” Tob. 3,2. En su oración inicia reconociendo la misericordia
de Dios, y después reconoce sus pecados, dolor y sufrimiento lo llevan a implorar
la muerte, pero sobre todo que Dios no aparte su rostro de él. Si bien, Tobit ha
sido objeto principal de la misericordia de Dios, ahora tiene fe en que Dios va a
mostrar la compasión con su pueblo y lo reunirá.
La compasión de Dios escucha al abandonado
“El oprobio me rompe el corazón, me siento desfallecer. Espero en vano
compasión, […] consoladores, y no encuentro.” Sal. 69,21. Encontramos en este
Salmo que “la súplica es una oración “in extremis” para que Dios socorra al que ha
abandonado. El salmista clama compasión que no encuentra y voltea a mirar a
Dios.
2. EL EVANGELIO DE SAN LUCAS, EVANGELIO DE LA COMPASIÓN,
MEDICINA DE DIOS
Clave interpretativa del Evangelio: Jesús que va de camino y al ir caminando
mostrar el Rostro Misericordioso de Dios.
La compasión, un modelo Lc 6, 36-38
San Lucas introduce el término de la compasión en su evangelio en el capítulo
seis en el verso 36, el cual dice “sean compasivos como su Padre es compasivo.”
Además, hace “la exhortación a dar con espíritu de misericordia.”1 A desprenderse
y dar con generosidad, sin reservas, que el corazón de las acciones sean de la
misma manera que Dios ha sido compasivo con cada uno de nosotros, nos va a
poner en el centro, es decir, nos invita a pensar cómo Dios ha sido compasivo con
nosotros debemos ser compasivos con los demás; vemos con ello que Lucas
“quiere transmitir a sus lectores sólo el mandato positivo del amor y la paciencia
1
SCHMID JOSEF, “El Evangelio de Lucas”, en AA.VV. Comentario Ratisbona al nuevo testamento III,
Herder, Barcelona, 1968, p.199
5
sin límites.”2 Si bien, es claro que “el amor tiene que estar por encima de cualquier
interés.”3
El Papa Francisco menciona en Misericordiae Vultus: “Jesús afirma que la
misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio
para saber quiénes son realmente sus hijos.” 4 Dios Padre es el modelo de
compasión y de misericordia, pero ¿quién es misericordioso? “es misericordioso
quien se deja afectar por la miseria del hombre, el que está abierto a la necesidad
ajena y presta ayuda donde halla a alguien oprimido por la carga.”5 Esta es la
manera en que ha de actuar el hombre, el que ha sido impactado y se ha dejado
afectar por la miseria del hombre, el que reconoce y esta pronto a atender la
necesidad de los demás, prestando ayuda, o bien, regalándose así mismo, su
tiempo y su presencia a quien requiere de su ayuda, aun sin que se lo manifiesten;
es por ello que podemos decir que “Lucas escoge la compasión como fuente de
una conducta cristiana.”6
San Lucas teniendo enfrente al Dios perfecto, omnipotente y distante ha elegido al
Dios lleno de misericordia y cercano a los hombres; y nos lo presenta como
modelo a seguir, en imperativo, pide que sea esta imagen una referencia
constante y modelo para los discípulos y seguidores de Jesús,7 por ende, un
modelo para todo cristiano.
Dios Padre y modelo de compasión, que mira a los hombres siendo compasivo
con los demás, no deja pasar por alto este hecho, sino que ofrece una
“superabundancia de la paga que recibirá la dádiva misericordiosa.”8 Las palabras
de Lucas sobre la recompensa son: “una medida buena, apretada, remecida,
rebosante.” Lc. 6,38.
El Papa Francisco menciona que “para ser capaces de misericordia debemos en
primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios […]. De este modo es
posible contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida.”
(MV 13)9. Por medio del jubileo extraordinario de la misericordia “nos dejaremos
abrazar por la misericordia de Dios y nos comprometemos a ser misericordiosos
con los demás como el Padre lo es con nosotros.” (MV 14). El tema es de suma
importancia para el Papa, pues el lema de este año santo es: “Misericordiosos
como el Padre.” (MV 14).
San Lucas pone como modelo de misericordia del Padre, parte de ahí para decir
que los hijos han de proceder de la misma manera, es decir, con los gestos de
2
SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 196.
GÓMEZ ACEBO ISABEL, Lucas, Verbo Divino, Navarra, 2008, p.182.
4
FRANCISCO, Bula de convocación del jubileo extraordinario de la misericordia, Misericordiae Vultus, n.9.
5
STÖGER ALOIS, El Evangelio según san Lucas I, Herder, Barcelona, p. 188.
6
BOVON FRANCOIS, El evangelio según san Lucas I, Sígueme, Salamanca, 20052, p. 458.
7
Cfr., GÓMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 183.
8
SCHMID JOSEF, “El evangelio de Lucas…, P. 199.
9
MV
abreviatura
para
mencionar
la
Bula
Misericordiae
Vultus.
3
6
misericordia tal como el Padre lo hace; propone que todo juicio hacia nuestros
hermanos tenga de trasfondo ese amor misericordioso que el Padre ha tenido con
cada uno de nosotros.
La compasión fuente de vida nueva. Lc 7, 11-17 (la viuda de Naim)
Este relato tiene como eje central la compasión y el poder de Dios que se hace
patente en la persona de Jesús que siente compasión, con solo el hecho de mirar
a la viuda en su dolor y desde el fondo de su corazón brota la compasión.
En la escena tenemos a una viuda, que lleva a sepultar a su hijo único, una
muchedumbre la acompañan pero pocos pueden hacer algo por ella; el dolor es
inmenso, “una viuda que no habla, pero que con su llanto hace más que expresivo
su dolor.”10 Ante el dolor desgarrador de la viuda, Jesús se acerca y “le ofrece a la
mujer una palabra de consuelo: no llores […]”11 Jesús es el único que puede
calmar el dolor y el llanto de la viuda, por eso le dice no llores, sin embargo, ni a
Jesús ni a la mujer le bastan el consuelo de las palabras, con lo que el relato nos
deja instancia de otras acciones.12
El dolor de la viuda es de una magnitud especial, pues lleva a sepultar a su hijo
único, el que velaría y se hubiese hecho cargo de ella, de esta forma queda
totalmente desamparada, sin la protección económica ya que las mujeres
dependían de los varones de su familia y así ella permanece a expensas de la
comunidad, sólo implora la misericordia de Dios; y es precisamente la magnitud de
este dolor lo que produce la compasión de Jesús.13
A primera instancia ella parece no estar sola, pues, “la magnitud de la desgracia
halla misericordia en la gran multitud de la ciudad que la acompañaba. Podían
consolarla, pero nadie podía socorrerla,”14 sin embargo, ninguno de ellos podía
ofrecerle lo que realmente ella necesitaba.
Ante tanto dolor, interviene el Hijo de Dios, ya que, “Jesús se sintió lleno de
compasión. Él mismo predica y trae la misericordia de Dios con los que se
lamentan y lloran. Dios toma posesión de su reino mediante su misericordia con
los oprimidos.”15 Jesús el Hijo y enviado de Dios interviene para ofrecer no sólo el
consuelo, sino para socorrer a la viuda.
El actuar de Jesús es preciso e inmediato, no espera ninguna súplica, no espera a
que le imploren su ayuda, sino que “Jesús se hace cargo de la situación como
Señor […] todo comienza por la mirada de Jesús, que se dirige a la madre y no al
10
GÓMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 195.
GÓMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 196.
12
GÓMEZ ACEBEDO I., Lucas…, p. 196.
13
Cfr., SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 207.
14
STÖGER A., El Evangelio según san Lucas I…, p. 203.
15
STÖGER A., El Evangelio según san Lucas I…, p. 204
11
7
hijo. Esta mirada provoca, o acompaña, un sentimiento en Jesús: la compasión.”16
La compasión va a ser el motor para que Jesús intervenga y socorra a la viuda,
devolviéndole a su hijo, restituye su papel de madre y su posición en la vida de la
sociedad, de esta forma ella ya no queda desamparada; Jesús alivia su dolor
presente y le regala el guardia y vigía de sus días futuros: su hijo. Ella ya no estará
sola ni desamparada.
La compasión y ternura del Padre. Lc 15 11-32 (El hijo pródigo)
En este relato del Evangelio vemos la naturaleza íntima del Padre, el hijo menor
ha pedido la herencia que le corresponde y el Padre ha accedido a dársela y este
se ha marchado; el Padre está a la espera de su hijo, sin saber, desde luego que
éste regresará; Josef Schmid narra este encuentro de la siguiente manera:
Desde lejos reconoce ya a su hijo, y no espera en actitud fría y reservada a que se
le acerque, aún menos le rechaza con ira e indignación, sino que embargado de
amor y compasión se apresura a salir al encuentro de su desgraciado hijo,
colmándole de las manifestaciones de su imperturbable amor paternal.17
El Padre que está a la espera y que desde lejos ve y reconoce al hijo, se
conmueve profundamente, siente compasión por su hijo, esta compasión hace
correr al Padre para el encuentro con su hijo, y lo primero que realiza es echarse a
su cuello y llenarlo de besos (Cfr. Lc 15,20).
Es enorme el gesto de amor que el Padre ha tenido con su hijo, pues, “olvida su
dignidad y le prodiga todas las muestras de su amor paterno. Besándolo en la
mejilla lo acoge como hijo antes de que él haya podido pronunciar sus palabras de
arrepentimiento.”18 El amor del Padre es enorme, al igual que su alegría que no
permite que el hijo pronuncie palabra alguna, no permite que diga el discurso que
había planeado.19
Se resalta en este punto el amor de Dios por el hijo perdido, pero de igual forma
“junto al amor de Dios, del Padre, queda aquí expuesto también de manera
conmovedora el hecho de la culpa humana.” 20 También se resalta el
reconocimiento de la culpa del hijo, pues se adentra en sí reconociendo que ha
fallado y hace un itinerario junto con un plan a seguir una vez que esté delante de
su Padre, no espera estas muestras de afecto, pero es conocedor del amor del
Padre.
Caso contrario del Padre que está a la espera y no ha planeado nada, pero “una
vez que el hijo ha recuperado la compostura propia de su rango hay que dar
16
BOVON FRANCOIS, El Evangelio según san Lucas I, Sígueme, Salamanca, 20052, p. 512.
SCHMID JOSEF, “El evangelio de Lucas…, p. 365.
18
STÖGER ALOIS, El Evangelio según san Lucas II, Herder, Barcelona, 19793, p. 69.
19
Cuando se menciona que el padre ha olvidado su dignidad, es porque el hecho de estar al pendiente del hijo,
al pie de la puerta, más aún el hecho de correr y abrazarlo; esto es propio de la madre no del padre.
20
SCHMID JOSEF, “El evangelio de Lucas…, p. 363.
17
8
comienzo a la celebración. Es necesario compartir el gozo, y el Padre lo va a
hacer con exceso […]”21 el amor y la alegría se conjugan con la llegada del hijo y
hace que se desborde en una fiesta de la comunidad, el gesto de amor del Padre
ante él no se agota con la llegada y el recibimiento efusivo sino que incluye a toda
la comunidad en una fiesta, es un alegría compartida. En esta parábola “Dios es
presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona […] encontramos
en núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra con la
fuerza que todo lo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el
perdón.” (MV 9).
Es claro, en este caso, que al Padre “no le importan las motivaciones de la vuelta:
lo decisivo es que su hijo esté a su lado, que haya vuelto a su vida anterior, a
reintegrarse en el núcleo familiar, a vivir como hijo amado.”22 El amor del Padre lo
lleva a perdonar su pecado, “misericordia: es la vía que une Dios y hombre,
porque abre el corazón a la esperanza de ser amado no obstante el límite de
nuestro pecado.” (MV 2). Además, “ante la gravedad del pecado, Dios responde
con la plenitud del perdón. La misericordia siempre será más grande que cualquier
pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona.” (MV 3).
La misericordia, bondad y composición de Dios es grande, si bien, “el padre no
aguarda para perdonar a que se cumplan todos los requisitos de la penitencia. A
través de la imagen de este padre se nos presenta la imagen del Padre celestial,
que nos ama anticipadamente.” 23 Dios nos ama antes de reconocer nuestro
pecado, antes de elaborar discursos, antes de presentarnos a Él, este es el amor
del Padre y esta es su naturaleza. La misericordia “proviene de los más íntimo
como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de
indulgencia y de perdón.” (MV 6).
El hijo reconoce y medita lo que ha hecho, se adentra en sí mismo y reconoce que
ha fallado, es por ello que “el hijo no quiere hablar de su situación jurídica: sabe
bien que no tiene derecho filial alguno a los bienes de su padre. Declara que ha
perdido su honor, su identidad, y hasta su nombre de hijo.” 24 Solo espera
convertirse en un trabajador más de su Padre; y su amor rebasa las expectativas,
pues, “[…] se niega a aceptar la indignidad de su hijo, y que lo mantiene o lo
restablece en su condición tal.”25 El hijo no esperaba tanto del Padre y el Padre lo
reincorpora al seno familiar; o mejor aún, “el joven es rehabilitado en su dignidad
de hijo.”26 Se le asigna otra vez su lugar en la familia.
En esta parábola se nos muestra la forma de ser del Padre, pues se “destaca la
compasión paterna, la prisa suscitada por la emoción, los abrazos, los besos.”27
21
GOMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 437.
GÓMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 438.
23
STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 70.
24
BOVON FRABCOIS, El Evangelio según san Lucas III, Sígueme, Salamanca, 2004, p. 68
25
BOVON F., El Evangelio según san Lucas III…, p. 69.
26
BOVON F., El Evangelio según san Lucas III…, p. 69.
27
BOVON F., El Evangelio según san Lucas III…, p. 61.
22
9
Se nos muestra a un Padre lleno de amor y de misericordia por sus hijos, en forma
especial, por el retorno del hijo que se había perdido y regresa al Padre. Jesús nos
“revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido
hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y
misericordia.” (MV 9).
La compasión como un amor eficaz. Lc 10, 29-37 (EL buen samaritano)
En la parábola se “nos habla de un hombre, (anthropos), del que no nos ofrece
muchos datos para que oyentes y lectores se puedan identificar con su
persona.”28. En la parábola se pone al hombre en una situación delicada, pues, “su
vida pende de un hilo que, si alguien no lo remedia, se puede cortar. Éstas son las
circunstancias que el relato quiere enfatizar: un ser humano entre la vida y la
muerte.” 29 Esta situación crítica va a ser el punto de partida para mostrar al
hombre compasivo.
Ante la situación del hombre herido “sólo le queda a Jesús insistir en la necesidad
de llevar realmente a la práctica el precepto y decir la manera como hay que
hacerlo. Según sus palabras no hay amor de Dios sin la práctica de las obras de
misericordia. De ello depende la salvación.” 30 De la acción de misericordia
depende la salvación del hombre y de quien lo auxilia.
En el relato surge de inmediato la pregunta por el prójimo y “Jesús no da en su
respuesta una definición de prójimo, no dice: todas las personas, sino da una
muestra, por medio de una narración ejemplar, de la manera en que procede el
auténtico amor al prójimo.”31 Es en el mismo relato que se ofrece la respuesta a
esta interrogante, el prójimo es el que procede con amor eficaz, es el que tiene
compasión.
El samaritano es quien atiende al necesitado, no pasa por alto sino que se detiene
y se acerca, “hace con el herido abandonado todo lo que el caso requiere, ni más
ni menos. Con ello ha cumplido, de manera perfecta, el precepto del amor al
prójimo.” 32 Sin prejuicios, sin interrogaciones, sólo se detiene y socorre con
delicadeza al necesitado.
El samaritano es quien llega junto al herido, al verlo siente compasión, así “cuando
una persona lleva realmente el amor en el corazón, él le hará ver la persona de su
prójimo,”33 este es el punto central de la parábola; es ante todo “la necesidad de
mostrar misericordia con el necesitado con independencia de su religión o raza.”34
El samaritano solo se acerca y atiende todas las necesidades, primero las más
28
GÓMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 307.
GÓMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 307.
30
SCHMID J., “El evangelio de Lucas…, p. 274.
31
SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 276.
32
SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 277.
33
SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 277.
34
GÓMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 306.
29
10
urgentes.
El amor al prójimo ha de realizarse con los acciones que se tienen con él, en el
apoyo, en la atención y en las necesidades hay que socorrer, además “el amor al
prójimo no es sólo precepto divino, sino también imitación de Dios mismo. Este
amor no se limita a ser un sentimiento, sino que se acredita por medio de las
obras. «Practicar el amor es llevar a cabo obras benéficas.»” 35 Un amor
desinteresado que sólo ve el bien y la salvación del otro.
La razón del amor al prójimo radica en el amor a Dios, que lo convierte en un amor
eficaz, Schmid lo enuncia con las siguientes palabras: El amor al prójimo tiene su
razón de ser en el amor a Dios y es, a su vez, la verificación del mismo. Así como
no es posible un amor de Dios auténtico sin amor al prójimo, así tampoco amor al
prójimo sin amor a Dios. Si el amor al prójimo se separara del amor a Dios, que es
su razón de ser, descendería en seguida a un nivel de puros sentimientos
humanitarios. En cambio por el reconocimiento de que Dios como Padre
bondadoso de todos los hombres es el amor acabado, queda el hombre situado en
una nueva relación frente al «prójimo». Precisamente por ser el amor al prójimo
imitación de Dios (Lc 6,36), que es bueno para con todos los hombres, se extiende
también a todos ellos, pero en el sentido de que es llevado a la práctica con
respecto a aquel que, en cada momento, se nos ofrece como necesitado de
nuestra ayuda.36
El amor que mueve a actuar al samaritano es generoso y desinteresado, ya que
“el amor exigido por Jesús es también independiente del sentimiento y la
inclinación, y puede convertirse, por ello, en desprendido servicio de los demás,
aún más, en amor al enemigo y en oración en favor del que nos persigue.”37 Es
un amor que hace actuar en el momento preciso y procura todo los medios para la
salvación. Este es un amor que “salva entonces a aquel hombre, no pregunta por
la nacionalidad y la confesión. El samaritano encuentra, al borde del camino, un
hombre medio muerto, que le es totalmente desconocido, un extraño; pero no se
para a preguntar por su procedencia, sino que actúa.”38 Un amor que no espera ni
se detiene sino que es pronto en el auxilio y atención al otro totalmente
desconocido. Es un amor “que exige y lleva consigo, a veces, la negación de sí
mismo en su más alto grado.”39
En comparación con los otros dos personajes, para el samaritano, es claro que “el
amor es más importante que todo acto de culto, y éste no tiene valor alguno si con
él recibe menoscabo el amor a los demás (Mt 5,23s) Por tanto, el precepto del
amor está más alto que el precepto del sábado, que tiene que quedar en segundo
lugar ante aquél.”40 Se ha de atender al hombre necesitado que es hijo de Dios,
35
SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 279.
SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 279.
37
SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 280.
38
SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 276.
39
SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 281.
40
SCHMID J., “El Evangelio de Lucas…, p. 281.
36
11
esto es mucho más importante que el precepto del sábado.
El samaritano que va de camino, vive también un encuentro con el herido, la
diferencia es que desde su corazón siente compasión por él; Bovon narra este
encuentro de la siguiente forma:
El samaritano…también ve al herido, pero a diferencia de sus predecesores se
deja tocar. Se llena de compasión. Se establece una relación entre el herido y el
samaritano. El cuerpo vulnerable del uno despierta el corazón atento del otro. Le
conmueve las entrañas, literalmente, aquellas huellas visibles de la desgracia. Y el
samaritano se llena de solicitud… el samaritano comprende la situación, se acerca
al herido, sufre con él e intenta aliviar sus dolores.41
Es importante desglosar lo que el samaritano hace ante el necesitado, si bien,
tanto el sacerdote como el levita no se detuvieron ante el herido; se tienen cinco
gestos del samaritano, los cuales los señala Francois Bovon: Los primeros
cuidados del samaritano son tres: curar, transportar, albergar… el cuarto gesto
es la entrega de los dos denarios al posadero. Si el sacerdote y el levita no se
preocuparon de detenerse ni un instante, el samaritano anuncia que volverá a
pasar. Este quinto gesto, al ser virtual, es una manera de limitar la dependencia
del herido respecto a él.42
El samaritano obra tal como se debe obrar en esta situación. San Lucas describe
cuidadosamente los actos de amor que realiza el samaritano, con una mayor
sencillez y naturaleza, no solo lo realiza en el momento presente sino que procura
su bienestar posterior y anuncia que volverá; le da un seguimiento al herido, y esto
es maravilloso, el cuidado y atención posterior hasta asegurarse que todo está
bien;43 de los cinco gestos que propone Bovon, nosotros le agregamos uno que
sería el gesto de acercarse, por en los seis actos de amor que se practican son:
acercarse, curar, vendar, transportar, hospedar, y el seguimiento que le da,
es decir, cuidar de él hasta el regreso.
No se requiere mucho para amar al prójimo sólo se pide “un corazón accesible a la
miseria, el sentir misericordia o, como lo expresa la sencilla psicología de la Biblia:
el «conmoverse las entrañas» a la vista de la miseria humana. Cuando un hombre
se siente mal al ver la miseria, está preparado para el amor.” 44 Eso es
precisamente lo que siente nuestro buen samaritano.
Fe en Dios compasivo. Lc 18, 35-43 (el ciego de Jericó)
El ciego de Jericó que se encuentra en la orilla del camino pidiendo limosna,
olvidado y abandonado; sólo está a expensas de la caridad de la gente; al
41
BOVON FRANCOIS, El Evangelio según san Lucas II, Sígueme, Salamanca, 2002, p. 120.
BOVON F., El Evangelio según san Lucas II…, p. 120.
43
Cfr., STÖGER A., El Evangelio según san Lucas I…, p. 310.
44
STÖGER A., El Evangelio según san Lucas I…, p. 311.
42
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escuchar la muchedumbre indaga de quien se trata y al enterarse que se trata de
Jesús “el ciego grita su confesión de fe y pide socorro a los oídos de todos.”45
Hace lo que puede para ser escuchado por Jesús y este “grito del ciego turba el
silencio en que marcha el pueblo, en santa peregrinación. Aunque reprenden al
ciego, él grita todavía más fuerte.”46 Su insistencia es mayor ante la gente que lo
quiere silenciar e implora a fuerte voz la compasión de Jesús.
El impulso, arrojo y gritos del ciego cumplen su cometido, pues “Jesús le oye, se
para, pues nada hay más importante que atender al necesitado, y pide que se lo
acerquen, dando por sentado que el ciego necesita de un lazarillo.”47 La voz del
ciego llega a los oídos de Jesús, y se detiene la peregrinación, es el momento de
prestar ayuda al necesitado.
Son muchas las situaciones que ponen al ciego en contra, primero su ceguera,
luego el estar en la orilla del camino, le sumamos el rechazo y desprecio de la
gente, peor aún la multitud trata de callarlo y que no moleste al Maestros; se
enfrenta a todo ello y lo único con que cuenta es su voz y su fe que permanece
intacta y llena de luz, pues desde su corazón sabe que Jesús es el Mesías, el hijo
de David, el enviado de Dios, sabe que puede sanarlo; y esta es la única
oportunidad de acercarse a él e implorar su compasión; el ciego insiste y grita
hasta ser atendido, pues ya había sido escuchado pero trataban de silenciarlo.
Cuando el ciego se acercó, Jesús le preguntó: ¿qué quieres que haga por ti?
Siendo esta la oportunidad en que el ciego hace su petición, ¡Señor, quiero ver! Y
Jesús cumple su petición, pues hace que recobre la vista; el ciego tiene una gran
fe en el Dios compasivo, y esta fe ha sido compensada justamente con lo que
tanto anhelaba. El ciego nos ha mostrado que a pesar de las adversidades,
tenemos que insistir en la compasión de Dios, esta insistencia debe estar sujeta a
una gran fe en Dios.
El milagro no termina con devolverle la vista al ciego, ya que va más allá, pues “el
ciego sigue a Jesús, glorificando a Dios. Gracias a él, el pueblo entero da gloria a
Dios. El ciego, con su fe, reúne una nueva comunidad cultual. La imagen de la
Iglesia se hace visible."48 El ciego se integra nuevamente a la comunidad, pero
ahora es una comunidad que alaba a Dios, él mismo muestra su gratitud con las
alabanzas.
El ciego nos muestra que debemos implorar la compasión de Dios con todas
nuestras fuerzas y debemos tener fe, la fe en Jesús que nos salva, pero tenemos
que empezar con una profesión de fe, confesar que Cristo es el Señor y después
seguirlo.49 El ciego muestra una gran fe en Dios, que hace todo lo posible para
45
STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 140.
STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 140.
47
GÓMEZ ACEBO I., Lucas…, p. 501.
48
STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 142.
49
Cfr., STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 141.
46
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acercarse, vive un encuentro con Jesús y lo sana; pero ahí no acaba sino que da
gracias y alaba a Dios por este gesto misericordioso que ha vivido; el ciego nos
muestra la fe y la gratitud en Dios compasivo.
Compasión que salva Lc 17, 11-19 (Los diez leprosos)
En este pasaje hay diez leprosos que piden compasión a Jesús, llamándole
Maestro. Jesús los escucha y les dirige la “instrucción de cumplir la ley relativa a la
purificación de la lepra, todavía antes de que hayan quedado limpios.”50 Sin que
hayan sido sanados Jesús los envía al templo y les pide “mostrarse al sacerdote
para que constate su purificación, antes de haberlos curado, lo cual tiene como fin
poner a prueba su fe, ya que la orden tiene sólo un sentido si la curación ha de
realizarse mientras se dirigen al sacerdote.”51 Jesús solo los ha enviado y este
envío presupone su sanación.
El texto nos menciona que mientras van de camino los diez leprosos quedan
limpios, “pero sólo uno considera también como su deber alabar a Dios por ello
vuelve los pasos hacia su bienhechor para mostrarle su agradecimiento, un
samaritano.”52 Regresa a dar gracias al autor de su salvación, ve necesario dar
marcha atrás para agradecer a quien ya había llamado Maestro.
Esta gratitud del samaritano la describe Schmid con las siguientes palabras: El
acto de echarse a los pies de Jesús va provocado por un elemental sentimiento de
gratitud y no tiene carácter religioso. La pregunta de Jesús por los nueve judíos es
sólo expresión de su enojo. No es que exija para sí también el agradecimiento de
los otros, sino que el hecho de que ninguno de ellos vuelve, muestra que su
gratitud para con Dios no tiene raíces profundas.53
Tal como lo reconocen los leprosos “Jesús es maestro de la ley, lleno de poder y
de misericordia. En Él ha amanecido el reino de Dios, que se revela en poder y
misericordia a todos los hombres.”54 Su misericordia llega a todos, pues ha sanado
a los diez.
Jesús los manda al templo, a presentarse con el representante de Dios: el
sacerdote, pero el samaritano reconoce que “Dios actúa por Jesús. El curado
pronuncia su alabanza de Dios delante de Jesús, postrándose a sus pies. Dios
causa la salvación por Jesús. La gracia de Dios apareció en él. Esto se reconoce
mediante la acción de gracias.”55 La respuesta del samaritano a la compasión de
Dios, es que reconoce en Jesús el poder salvador de Dios y su ser sacerdotal, por
ello regresa a darle gracias, y es así como debe ser.
50
STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 105.
SCHMID J., El Evangelio de Lucas..., p. 391.
52
SCHMID J., El Evangelio de Lucas…, p. 391.
53
SCHMID J., El Evangelio de Lucas…, p. 391.
54
STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p.105.
55
STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 105.
51
14
El encuentro con Dios causa una gran emoción, quien vive esta proximidad de
Dios clama a grandes voces y el leproso se ha dado cuenta de este encuentro y
sabe que “en Jesús se hace visible el poder y la misericordia de Dios. Jesús es la
epifanía de Dios. En Él está presente el reino de Dios.”56 Por ello se postra a sus
pies alabando a Dios.
Con esta parábola y en especial la actitud del samaritano entendemos que “la
sencillez y los nobles sentimientos humanos son un camino hacia la salvación si
van unidos a la fe en la palabra de Jesús, en la que se encierran la ley y los
profetas. La palabra da fruto si se acoge en un «corazón noble y generoso»
(8,15).”57 Con este gesto ya se encamina el evangelio a los paganos, por lo tanto
se declara que la compasión de Dios alcanza a todos.
La compasión y misericordia de Dios se desborda, ya que “el camino de la
salvación está abierto a todos, incluso a los extranjeros, a los pecadores, a los
gentiles. Lo que salva es la fe, la decisión y entrega a la palabra de Jesús y a la
acción salvífica de Dios a través de Él.”58 La fe, la conversión y la gratitud en Dios
es lo que lo salva.
El retorno del samaritano es de especial significación, si bien, “la «vuelta» implica
una «conversión», es decir, un reconocimiento de Jesús como su salvador.”59
Cosa que él ha hecho, y tiene presente que la gracia de Dios se ofrece a todos
los hombres y esto ha sucedido gracias a su mensajero.
Hemos hecho un breve recorrido de la compasión de Dios en el Evangelio de san
Lucas, primero descubrimos a Dios como el modelo de la compasión para con
todos, pero de forma especial para aquellos que somos sus hijos, hemos de seguir
el ejemplo amoroso del Padre; además, el Dios compasivo se hace presente en
persona de Jesús, el cual nos muestra la compasión con quienes más sufren, en
este caso con la viuda de Naim. Si Dios Padre es el modelo de compasión, ahora
se nos detalla este amor en dos parábolas, la de hijo pródigo; que muestra la gran
ternura y compasión por el hijo perdido, y el en buen samaritano, el amor que se
ha de tener con los que viven situaciones límite en su vida, al cual debemos de
utilizar todos nuestros medios para proteger. Por medio de la oración y de una
gran fe podemos experimentar la compasión de Dios y finalmente la forma en que
debemos de agradecer al Dios compasivo por medio de la alabanza.
56
STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 105.
STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 106.
58
STÖGER A., El Evangelio según san Lucas II…, p. 107.
59
FITZMYER JOSEPH A., El Evangelio según san Lucas III, Ediciones cristiandad, Madrid, 1987, p. 803.
57
15
SEGUNDA PARTE: CELEBRACIÓN
1. ROSARIO DEL ENFERMO
Rosario compartido por Pastoral de la Salud de Sonora
A considerar los misterios luminosos.
SEÑAL DE LA CRUZ
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios
nuestro. +En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en
Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del
Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio
Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día
resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de
Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo
en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío;
por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me
pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis
castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo
firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere
impuesta. Amén.
PADRE NUESTRO, AVE MARÍA, GLORIA AL PADRE.
JACULATORIA
Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por todos los que
sufren.
SALVE
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra;
Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos,
16
gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada
nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este
destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh
piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
1. BAUTISMO EN EL JORDÁN (Mt 3, 13, 16-17)
“Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser
bautizado por él (...). Salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al
Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que
salía de los cielos decía: Este es mi Hijo amado, en quien yo me complazco.”
PETICIÓN
Señor, que sea tu voz, la que un día se escuchó complaciéndose en tu hijo muy
amado, la que recuerde en lo más profundo de mi ser que me amas y que ese
amor sea el que me consuele en los momentos difíciles de mi enfermedad y el que
me ilumine cuando tenga dudas de tu presencia a mi lado. Amén.
PADRE NUESTRO; 10 AVES MARÍAS; GLORIA AL PADRE…
JACULATORIA: Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por
todos los que sufren.
2.-SU AUTORREVELACIÓN EN LAS BODAS DEL CANÁ (Jn 2,1-5)
“Se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue
invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque
se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: No tienen vino.
Jesús le responde: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.
Dice su madre a los sirvientes: Haced lo que él os diga.”
PETICIÓN
Señor, que a ejemplo de tu madre María, que fue ejemplo de misericordia en las
bodas de Cana, dame el valor y el coraje de la compasión, enséñame a ser
sensible a las realidades de los demás y déjame envolver en ese misterio de las
penas y alegrías que envuelve a la persona y a hacerme cercano en los
momentos de crisis, enfermedad, dificultad, pero sobre todo, enséñame y
permíteme llevar a los demás hacia ti.
PADRE NUESTRO; 10 AVES MARÍAS; GLORIA AL PADRE…
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JACULATORIA: Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por
todos los que sufren.
3. EL ANUNCIO DEL REINO DE DIOS INVITANDO A LA CONVERSIÓN (Mc 1,
15, 21; 2,3-11; Lc 7, 47-48)
“Marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: El tiempo se ha
cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva
(...). [Luego] llegan a Cafarnaúm (...) y le vienen a traer a un paralítico. (...) Al no
poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo (...) y a través de la
abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo
Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados (...), a ti
te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.”
(Lc 7, 47-48) Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados,
porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor
muestra.» Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados.»
PETICIÓN
Señor, te doy gracias por aquellos que han cuidado o están cuidando de mi
cuando he estado limitado en mi salud. Gracias por mis familiares, amigos,
médicos, enfermeras y aquellos que me han visitado mostrándome su cariño.
Te pido perdón por las ocasiones que no he sido agradecido con ellos, por no
valorar sus esfuerzos y atenciones hacia mi persona.
Agrándales sus corazones y su voluntad para que puedan continuar a mi lado y
consuélales en sus personas como sólo tú sabes hacerlo
PADRE NUESTRO; 10 AVES MARÍAS; GLORIA AL PADRE…
JACULATORIA: Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por
todos los que sufren.
4. TRANSFIGURACIÓN (Mt 17, 1-3, 5)
“Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano
Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su
rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la
luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él. (...) [Y]
una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía:
Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle."
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PETICIÓN
Que al contemplarte glorioso, señor, en la transfiguración, me alegre en el corazón
y me motive el descubrir que aun en mi enfermedad y en mis crisis de la vida, me
invitas a seguirte y estar a tu lado.
Que pueda escucharte, ahora, con un sentido nuevo, ese que me da la
enfermedad y pueda ofrecértela llena, ahora, de un significado nuevo, ese que da
el amor.
PADRE NUESTRO; 10 AVES MARÍAS; GLORIA AL PADRE…
JACULATORIA: Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por
todos los que sufren.
5. INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA, EXPRESIÓN SACRAMENTAL DEL
MISTERIO PASCUAL. (Jn, 13, 1; Mt 26, 26-29)
“Sabiendo Jesús, que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre,
habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”.
Y “mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo
a sus discípulos, dijo: Tomad, comed, éste es mi cuerpo. Tomó luego una copa y,
dadas las gracias, se la dio diciendo: bebed de ella todos, porque ésta es mi
sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados”.
PETICIÓN
Señor, tu que te entregaste por nosotros porque nos amaste totalmente en el
momento que sabias que era tu hora, que yo pueda prepararme para mi entrega
total a este mundo y que lleve en mis manos el significado de la totalidad de mi
vida para entregártela a ti; te pido por aquellos que están en su proceso de muerte
para que puedan tener paz en sus corazones y tengan un encuentro cara a cara
contigo en la casa del padre
PADRE NUESTRO; 10 AVES MARÍAS; GLORIA AL PADRE…
JACULATORIA: Santa María, Salud de los Enfermos. Ruega por nosotros y por
todos los que sufren.
POR LAS NECESIDADES DEL SANTO PADRE FRANCISCO Y DE CADA
OBISPO:
PADRE NUESTRO, AVE MARÍA, GLORIA AL PADRE…
19
LETANIAS DE LOS ENFERMOS
Señor Jesús, que curaste al ciego de Betsaida (Mc 8,22) Ten piedad de nosotros
Señor Jesús que curaste a dos ciegos en Cafarnaúm (Mt 9,27) Ten piedad de
nosotros
Señor Jesús, que curaste a dos ciegos en Jericó (Mt 20,29) Ten piedad de
nosotros
Señor Jesús, que curaste a un ciego y mudo (Mt 12,22) Ten piedad de nosotros
Señor Jesús, que curaste al sordomudo en Decápolis (Mc 7,34) Ten piedad de
nosotros
Señor Jesús, que curaste a un leproso en Galilea (Mc 1,41) Ten piedad de
nosotros
Señor Jesús, que curaste a diez leprosos en Galilea (Lc 17,11) Ten piedad de
nosotros
Señor Jesús, que curaste al paralítico de Cafarnaúm (Mt 9,1) Ten piedad de
nosotros
Señor Jesús, que curaste al paralítico de la piscina (Jn 5,1) Ten piedad de
nosotros
Señor Jesús, que curaste al hombre de la mano atrofiada (Mt 12,9) Ten piedad de
nosotros
Señor Jesús, que curaste a la mujer hemorroísa (Lc 8,42) Ten piedad de
nosotros
Señor Jesús, que curaste a un hombre hidrópico (Lc 14,1) Ten piedad de
nosotros
Señor Jesús, que curaste al siervo del centurión (Mt 8,5) Ten piedad de nosotros
Señor Jesús, que curaste al hijo del funcionario real (Jn 4,50) Ten piedad de
nosotros
Señor Jesús, que curaste a la suegra de san Pedro (Mc 1,29) Ten piedad de
nosotros
Señor Jesús, que curaste a un niño lunático (Mt 17,18) Ten piedad de nosotros
20
Señor Jesús, que curaste al poseso de Cafarnaúm (Mc 1,25) Ten piedad de
nosotros
Señor Jesús, que curaste a un poseso mudo (Lc 11,14) Ten piedad de nosotros
Señor Jesús, que curaste a una joven posesa de Canán (Mc 7,24) Ten piedad de
nosotros
Señor Jesús, que curaste a dos posesos de Gerasa (Mt 8,28) Ten piedad de
nosotros
Señor Jesús, que resucitaste a la hija de Jairo (Mc 5,41) Ten misericordia de
nosotros
Señor Jesús, que resucitaste al hijo de una viuda (Lc 7,14) Ten misericordia de
nosotros
Señor Jesús, que resucitaste a tu amigo Lázaro (Jn 11,1-43) Ten misericordia de
nosotros
Señor Jesús, que resucitaste Tú mismo del sepulcro (Mc 16,6) Ten compasión de
nosotros
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo. Perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo. Óyenos, Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo. Ten piedad de nosotros.
Dios te salve María Santísima, hija de Dios Padre, Virgen purísima y castísima
antes del parto, en tus manos encomiendo mi fe para que la alumbres, llena eres
de gracia etc.
Santa María…
Dios te salve María Santísima, madre de Dios Hijo, Virgen purísima y castísima
antes del parto, en tus manos encomiendo mi esperanza para que la alientes,
llena eres de gracia etc.
Santa María…
Dios te salve María Santísima, esposa del Espíritu Santo, Virgen purísima y
castísima después del parto, en tus manos encomiendo mi caridad para que la
inflames, llena eres de gracia etc.
Santa María…
21
¡Dios te salve! Reina y Madre de misericordia…
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todos los
peligros; ¡Oh! Y Virgen gloriosa y bendita, ruega por nosotros, Santa Madre de
Dios para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de
nuestro Señor Jesucristo. AMEN.
2. CELEBRACIÓN PENITENCIAL
La Penitencia para robustecer o recuperar la gracia bautismal
Canto: Salmo 50
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo R: Amén
La gracia, la misericordia y la Paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, nuestro
Salvador esté con ustedes.
R: Y con tu Espíritu
Oremos, hermanos, ya que habiendo olvidado, con nuestros pecados, la gracia del
bautismo, nos podamos renovar en ella mediante el sacramento de la
reconciliación. Inclinemos nuestras cabezas ante Dios. (Todos oramos por algunos
momentos en silencio).
Señor, tú has purificado a tus hijos por el Bautismo; Guárdanos con tu
acostumbrada bondad, Para que habiendo sido redimidos por tu Pasión, Nos
alegremos con tu resurrección. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R: Amén
LITURGIA DE LA PALABRA
Lc. 15,11-32: Parábola del hijo pródigo.
“En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para oírle,
y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este acoge a los pecadores y
come con ellos. Entonces les dijo esta parábola. Dijo: Un hombre tenía dos hijos; y
el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me
corresponde." Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo
reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo
como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en
aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de
los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y
22
deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie
se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen
pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré
a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser
llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros." Y, levantándose, partió
hacia su padre. Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se
echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el
cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus
siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y
unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y
celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida;
estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en
el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y
llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: "Ha vuelto tu
hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano. "Él
se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su
padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya,
pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora
que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has
matado para él el novillo cebado!" Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo,
y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este
hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido
hallado."
Examen de conciencia
(Después de la Homilía o reflexión se hace el examen de conciencia, según los
textos que se encuentran a continuación. Siempre es conveniente tener un tiempo
de silencio, para que cada uno pueda hacerlo de una manera más personal. En
particular se hará el examen sobre las promesas bautismales que se renuevan en
la noche de pascua).
Esquema para el examen de conciencia
(Cada uno debe someter su vida a examen, a la luz de la palabra de Dios).
I. Dice el Señor: “Amarás a tu Dios con todo el corazón”
¿En medio de la enfermedad, busco el sacramento de la misericordia de Dios?
¿Reniego de la enfermedad?
¿Tiende mi corazón a Dios de manera que en verdad lo ame sobre todas las
cosas en el cumplimiento fiel de sus mandamientos, como ama un hijo a su padre,
o, por el contrario, vivo obsesionado por las cosas temporales? ¿Cuándo eh
estado desesperado he buscado a charlatanes, brujos o adivinos, etc., para en
ellos encontrar la solución a mis enfermedades? ¿Culpo a Dios de mis
sufrimientos?
23
II. Dice el Señor: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado”
¿Tengo auténtico amor a mi prójimo o abuso de mis hermanos utilizándolos para
mis fines o comportándome con ellos como no quisiera que se comportasen
conmigo? ¿Los he escandalizado gravemente con palabras o acciones?
¿Cómo me relaciono con mi familia? ¿Soy agradecido con ellos o me aprovecho
de mi enfermedad siendo mal agradecido con ellos?
Acto penitencial
(Quien preside se dirige a la asamblea con estas u otras palabras:)
Ha llegado, hermanos, el tiempo de gracia, el día del perdón de Dios y de la
salvación de los hombres, en el cual la muerte fue vencida y tuvo comienzo la vida
eterna: cuando en la viña del Señor, mientras se van a plantar nuevos sarmientos,
se podan los antiguos para que den mayor fruto.
Ahora cada uno de nosotros se reconoce pecador, y mientras se mueve a
penitencia por el ejemplo y las oraciones de los hermanos, con el salmista afirma
públicamente: “Reconozco mis culpas, tengo siempre presente mi pecado. Aparta
de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. Devuélveme la alegría de tu
salvación, afiánzame con espíritu generoso”.
Que la misericordia del Señor venga en ayuda de los que así le dirigimos nuestras
súplicas, y pedimos su perdón con corazón contrito: para que cuantos en el
pasado hemos desagradado a Dios con nuestras maldades, nos alegremos ahora
de agradarle entre los vivos, con Cristo resucitado, autor de nuestra vida.
(Luego todos juntos recitan el Yo confieso y el Padre Nuestro y luego se acercan a
los ministros del sacramento.
Cuando han concluido las confesiones individuales o en el momento que se
considera oportuno quien preside dice:)
Padre, que creaste con amor al género humano y lo restauraste por tu
misericordia; que redimiste con la sangre de tu Hijo único al hombre privado de la
felicidad eterna por envidia de Satanás; vivifica, por medio de tu Espíritu Santo, a
los que no quieres que perezcan.
Tú que no los abandonas cuando se extravían, Acógelos cuando se arrepienten.
Conmuévete, Señor, la confesión humilde y confiada de estos hijos tuyos: sana
sus heridas de alma y cuerpo, extiende tu mano salvadora a los que han caído,
para que la muerte eterna no se apodere de los nacidos a nueva vida en el
bautismo de salvación.
A ti, Señor dirigimos nuestras súplicas. Perdona, a cuantos se reconocen
culpables, para que la muerte eterna no se apodere de los nacidos a nueva vida
en el bautismo de salvación.
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A ti, Señor, dirigimos nuestras súplicas, perdona, a cuantos se reconocen
culpables, para que apartados del error y vueltos al camino de la justicia, nunca
más reciban nuevas heridas sino que mantengan íntegro y para siempre lo que
donó tu gracia y lo que reformó tu misericordia. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Y la celebración concluye con un canto apropiado y la despedida del pueblo.
25
TERCERA PARTE: SOLIDARIDAD
Hemos visto cómo los Discípulos Misioneros han de ser compasivos; en la
actualidad tenemos muchos rostros sufriente de Cristo que nos reclaman
compasión, en necesario recordad que Jesús muestra una predicción por los más
pequeños, a los pobres y a los enfermos, de hecho en ellos está presente pues lo
que hagamos con estos pequeños a Dios mismo lo hacemos, es claro que en
muchos lugares podemos encontrar el rostro de Cristo, pero en este apartado
contemplamos su rostro en los pobres, enfermos, ancianos, adictos dependientes.
1. Los pobres
En la Iglesia hay una preocupación que se tiene y es “por la dignidad humana, […]
por los millones de latinoamericanos y latinoamericanas que no pueden llevar una
vida que responda a esa dignidad.” (DA n. 391)60 Nuestros pueblos viven una fe
donde se proclama que “Jesucristo es el rostro humano de Dios y el rostro divino
del hombre” (DA n. 218). Por eso “la opción preferencial por los pobres está
implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros,
para enriquecernos con su pobreza.” (DA n. 392).
Los pobres son rostros sufrientes de Cristo donde se ha de recurrir pronto a
socorrer con amor misericordioso para atenderlos, al respecto Aparecida
menciona: Estamos llamados a contemplar, en los rostros sufrientes de nuestros
hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos: “Los rostros
sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo”. Ellos interpelan el núcleo
del obrar de la Iglesia, de la pastoral y de nuestras actitudes cristianas. Todo lo
que tenga que ver con Cristo, tiene que ver con los pobres y todo lo relacionado
con los pobres reclama a Jesucristo: “Cuanto lo hicieron con uno de estos mis
hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron” (Mt 25, 40). (DA n. 393).
Desde la fe en Cristo brota la solidaridad como una actitud permanente de
encuentro, hermandad y servicio con los más vulnerables y excluidos (Cfr. DA n.
394). La Iglesia ha de tener siempre la preocupación por los pobres, Aparecida
menciona que: “el servicio de caridad de la Iglesia entre los pobres “es un ámbito
que caracteriza de manera decisiva la vida cristiana, el estilo eclesial y la
programación pastoral.” (DA n. 394). En la vida de la Iglesia, sus actividades e
iniciativas han de estar permeadas por esta preocupación por los más
necesitados. A esto sumamos la voz del Santo Padre que “[…] nos ha recordado
que la Iglesia está convocada a ser <abogada de la justicia y defensora de los
pobres> ante <intolerables desigualdades sociales y económicas>, que <claman al
cielo>.” (DA n. 395). Toda la Iglesia ha de estar llamada a ser sacramento de
compasión y misericordia para con todos en especial con los predilectos del
Señor… los pobres.
En este amor y cuidado de los pobres, el documento de Aparecida detalla un poco
60
DA será la abreviatura para referirinos al Documento de Aparecida.
26
más y menciona que no sólo debe ser una preocupación sino que llevar
actividades y labores efectivas en la atención de los pobres sin adoptar una actitud
paternalista:
Nuestra opción por los pobres corre el riesgo de quedarse en un plano teórico o
meramente emotivo, sin verdadera incidencia en nuestros comportamientos y en
nuestras decisiones. Es necesaria una actitud permanente que se manifieste en
opciones y gestos concretos, y evite toda actitud paternalista. Se nos pide dedicar
tiempo a los pobres, prestarles una amable atención, escucharlos con interés,
acompañarlos en los momentos más difíciles, eligiéndolos para compartir horas,
semanas o años de nuestra vida, y buscando, desde ellos, la transformación de su
situación. No podemos olvidar que el mismo Jesús lo propuso con su modo de
actuar y con sus palabras: “Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los
lisiados, a los cojos y a los ciegos” (Lc 14, 13). (DA n. 397).
La Iglesia que tiene el papel de instaurar el Reino de Dios, debe, por amor, ser
cercana a los pobres, ser amiga de los pobres, que conozca sus anhelos y su
modo propio de vivir su fe; son un centro importante de promoción humana
integral y de evangelización, mejor aún de aprendizaje por la forma en que buscan
constantemente a Dios y por su peregrinar en la Iglesia. La opción preferencial por
los pobres ha de ser un amor efectivo que ayude a la promoción humana y la
lucha por la dignidad de la persona.
Dios Padre amoroso ha mostrado su predilección tanto para los pobres como para
los justos es por ello que “no cabe el reinado de un Dios que es Padre con la
existencia de los pobres. Dios no es indiferente, no puede ser indiferente, ante
esta situación de injusticia; Dios está a favor de los pobres, de los indefensos.”61
Desde la creación Dios es compasivo con los pobres, además, “la evangelización
de los pobres es el corazón mismo de la predicación de Jesús.”62 La iglesia ha de
mostrar ese amor compasivo de Dios con los pobres.
La caridad para con los pobres también ayuda a la santificación de la Iglesia y a
posicionarse en medio de la realidad para dar luces del Reino de Dios. “Sólo una
Iglesia que se acerca a los pobres y a los oprimidos, se pone a su lado y de su
lado, lucha y trabaja por su liberación, por su dignidad y por su bienestar; puede
dar testimonio coherente y convincente del mensaje evangélico.” 63 Somos y
estamos hechos para amar y en la medida en que nos responsabilizamos por el
otro dignificamos nuestra vida y la de los demás; a nosotros nos corresponde
hacer conciencia del amor de Dios por los pobres, es cierto que “los pobres no han
entrado todavía en la vida de muchísimos cristianos.”64 Tarea que nos queda es
de toda la Iglesia: el salir e invitar a los pobres, lisiados, cojos y ciegos al banquete
61
EZCURRA FLORENTINO, Educar en la caridad y la justicia, Verbo Divino, Navarra, 2002, p. 47.
EZCURRA FLORENTINO, Educar en la caridad…, p. 47.
63
La Iglesia y los Pobres, 10, Comisión Episcopal de Pastoral Social de España, en EZCURRA Florentino,
Educar en la caridad…, p. 71.
64
URIARTE JUAN. MARIA., Esperanza, misericordia, fidelidad, PPC, Madrid, 1996, p. 117.
62
27
del Reino de Dios.65
Iglesia es la que convoca a todos a participar del Reino y banquete del Señor, a
nosotros como miembros de la Iglesia esta llamados a ser efectiva esa
convocatoria, para reunir a los demás, pero sobre todo para hacerlos partícipes
del Reino. Estamos llamados a ser una Iglesia misionera pero también una Iglesia
comprometida con los más pobres. Aún nos queda por hacer conciencia que ellos
son pieza esencial en la vida de Jesús, nosotros fiel a su proyecto también
debemos tener ese amor y cuidad por ellos.
2. Los enfermos
Otro de los rostros sufrientes que nos piden compasión son los enfermos, la
Iglesia ha de responder a las interrogantes de la vida por el sufrimiento y la muerte
a la luz de la muerte y de la resurrección del Señor. (Cfr. DA n. 418)
La actitud de la Iglesia ante la necesidad de atender y mostrar su amor a los
enfermos ha actuado de la siguiente manera: En las visitas a los enfermos en los
centros de salud, en la compañía silenciosa al enfermo, en el cariñoso trato, en la
delicada atención a los requerimientos de la enfermedad, se manifiesta, a través
de los profesionales y voluntarios discípulos del Señor, la maternidad de la Iglesia
que arropa con su ternura, fortalece el corazón y, en el caso del moribundo, lo
acompaña en el tránsito definitivo. El enfermo recibe con amor la Palabra, el
perdón, el Sacramento de la Unción y los gestos de caridad de los hermanos. (Cfr.
DA n. 420)
Esta ha sido la tarea, pero la Iglesia tiene que ir más allá, tiene que ser una Iglesia
“samaritana”, como el buen samaritano que ofrece todos los medios para la
salvación del enfermo y le da una continuidad en el proceso, pues le promete
volver.
Es importante señalar que a la luz del Evangelio la enfermedad puede ser un
tiempo de gracia, un tiempo en que el amor divino penetra más profundamente en
los que sufren; a la vez que le ofrendan su sufrimiento en la fe, el amor y la
esperanza, esto contribuye a la santificación de los demás.66
El Agente de Pastoral de la Salud ha de tener presente de que “el hombre enfermo
confía en que el amor compasivo, la misericordia y la justicia divina le liberen y le
salven de sus angustias y de sus dolores.”67 Así la forma de obrar del Agente se
ha de dar en un ambiente compasivo y misericordioso, recordemos que la
compasión de Jesús “hacia todos los que sufren llega hasta identificarse con
ellos.”68 Corresponde a la Iglesia hacer presente el amor compasivo de Dios hacia
65
Cfr. Lc. 14, 13.
Cfr., JUAN PABLO II, Carta Apost., Salvifici Doloris, (11 de febrero de 1984): AAS 76 (1984) 201-250.
67
BOROBIO D., Los sacramentos de caridad, cuadernos phase 217, Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona,
2014, p.72.
68
BOROBIO D., Los sacramentos de…, p.74.
66
28
los enfermos y adoptar actitudes compasivas para con ellos; para ello ha de crear
condiciones de acogida, ayuda y fraternidad procurando los medios materiales y
humanos necesarios para una vida sana y saludable; ha de brillar en su relación
servicial y amorosa para todos.69
En la celebración de la unción del enfermo, “el amor compasivo ofrecido encuentra
su máxima expresión, […] signo eficaz agraciante y sanante de ese mismo amor
respecto a la persona enferma.”70 La atención del enfermo para la unción ha de
ser una muestra del amor compasivo, se ha de dar con la delicadeza y ternura,
sobre todo en una compresión profunda para con el enfermo, sin prisas ni
premuras, es el tiempo del enfermo, no es nuestro, debemos estar abiertos y
atentos en la escucha. Cuando se visita al enfermo también se tiene que tener en
cuenta que esta visita “es la prolongación de la misma visita de Dios a los
hombres, y manifiesta de forma personal el amor y solicitud del mismo Dios hacia
los enfermos.”71
Hemos dicho que en el enfermo encontramos el rostro sufriente de Cristo, Dionisio
Borobio menciona al respecto: “quien sirve a los enfermos, sirve y cuida al mismo
Cristo. Quien celebra el sacramento de la unción con el enfermo, es agraciado por
Dios a través del mismo enfermo, y del mensaje que emite, y la actitud de fe que
manifiesta.”72
Los enfermos son el tesoro de la Iglesia en ellos hay una fuente de riqueza; su
testimonio su fe acrisolada por las adversidades, la entrega generosa de sí, de su
dolor, sufrimiento y muchas de veces de su soledad; han aprendido asociar el
dolor a la pasión de Nuestro Señor Jesucristo; aparte del acompañamiento que se
les da esta es la meta.
3. Los ancianos
Otro encuentro con Cristo se nos da en la persona de los ancianos, es una gran
riqueza porque nos trasmiten su experiencia y sabiduría de vida, pero también es
un campo de acción de la Iglesia compasiva, que ha de llevar el amor y la
bendición de Dios para con ellos; una Iglesia donde se muestre el respeto y la
gratitud por ellos, algo que desde luego, también corresponde a la familia; ellos
necesitan de nuestro apoyo aunque no lo expresen; la Iglesia es una compañera
de ellos en su soledad y fragilidad (Cfr. DA n. 448).
El documento de Aparecida nos ofrece luces para ello, pues menciona que:
Merecen ser reconocidos como hijos e hijas de Dios, llamados a compartir la
plenitud del amor, y a ser queridos, en particular, por la cruz de sus dolencias, la
capacidad disminuida o la soledad. La familia no debe mirar sólo las dificultades
que trae el convivir con ellos o el atenderlos. La sociedad no puede considerarlos
69
Cfr., BOROBIO D., Los sacramentos de…, p.76.
BOROBIO D., Los sacramentos de…, p.77.
71
BOROBIO D, Los sacramentos de…, p.78.
72
BOROBIO D., Los sacramentos de…, p.86.
70
29
como un peso o una carga. (DA n. 449)
La Iglesia está comprometida en procurar la atención humana integral de las
personas mayores, acompañándoles y ayudándoles a vivir el seguimiento de
Cristo desde su condición.73 Se han de desplegar las fuerzas para la atención de
las personas mayores, ya algunas comunidades de religiosos, religiosas o bien de
laicos han trabajado muy bien y llevan un trabajo excelente en este sector; se ha
de compartir las experiencias para renovar las estructuras pastorales; esto que
ayude la formación de los Agentes para desarrollar mejor el ministerio de caridad
para con los ancianos.
4. Los toxicodependientes
Uno de los sectores más abandonados del Pueblo de Dios, es precisamente los
adictos dependientes, siempre la sociedad ha mostrado un rechazo para con ellos,
se les ve y se les trata mal, la Iglesia no ha puesto mucho esfuerzo en este campo
o al menos no se conocen los esfuerzos, por lo regular no se les brinda un
seguimiento y acompañamiento quienes están viviendo esta problemática. En este
grupo vulnerable también tenemos el rostro sufriente de Cristo al cual debemos de
atender.
En documento de Aparecida se nos ofrece como la Iglesia ha de trabajar: Su labor
se dirige especialmente en tres direcciones: prevención, acompañamiento y
sostén de las políticas gubernamentales para reprimir esta pandemia. En la
prevención, insiste en la educación en los valores que deben conducir a las
nuevas generaciones, especialmente el valor de la vida y del amor, la propia
responsabilidad y la dignidad humana de los hijos de Dios. En el acompañamiento,
la Iglesia está al lado del drogadicto para ayudarle a recuperar su dignidad y
vencer esta enfermedad. En el apoyo a la erradicación de la droga, no deja de
denunciar la criminalidad sin nombre de los narcotraficantes que comercian con
tantas vidas humanas, teniendo como meta el lucro y la fuerza en sus más bajas
expresiones. (DA n. 422)
Estas tres líneas de acción nos da una pauta para trabajar sobre ellos, ahí poder
mostrar el amor compasivo de Dios, también es importe investigar, pue es un
hecho que algunas parroquias, sacerdotes, religiosos, religiosas o laicos están
haciendo una labor titánica en este campo; a partir de los logros que ya se han
hecho se puede seguir trabajando y estructurar un plan de pastoral con un equipo
multidisciplinario, además de tener en cuenta los testimonios de laicos que ya han
recorrido este doloroso caminar, ellos pueden ir iluminando el caminar para
mostrar el rostros de la Iglesia compasiva.
73
Cfr. Ap., n.450.
30
10 PUNTOS CLAVE PARA ENTENDER Y VIVIR EL AÑO DE LA
MISERICORDIA DESDE LA BULA “MISERICORDIAE
VULTUS” DE SS
FRANCISCO
Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es
la característica de Dios, la forma como viene a nuestro encuentro, es la que abre
el corazón a la esperanza de ser amados para siempre a pesar de nuestro
pecado.
En Pascua la liturgia de la Iglesia nos transmite la increíble noticia de que el
perdón auténtico existe para el hombre, no es sólo una leyenda, (algo bellísimo,
pero inalcanzable). !No! Jesús ha destruido «la nota de cargo que había contra
nosotros; y la ha suprimido clavándola en la cruz» (Col 2, 14). Ha destruido todo.
«Ninguna condenación pesa ya para los que están en Cristo Jesús» (Rm 8, 1).
¡Ninguna condenación! ¡De ningún tipo!
Es por eso que, como primer deber antes de empezar este tiempo de gracia,
debemos creer que esa misericordia es real. Interiorizar lo que significa en
nuestra vida y en la vida de la Iglesia. ¡No podemos, como cristianos, dejar
cerrada la puerta de la misericordia que un Dios lleno de amor nos está abriendo
de par en par! ¡Entremos de lleno en este misterio! preparémonos para entrar por
esa puerta santa que pronto se abrirá y dejemos atrás todos los miedos y dudas
que nos lo impiden. En la Misericordiae Vultus (el rostro de la misericordia), la bula
de convocación para este año extraordinario, el Santo Padre nos da
puntos fundamentales.
Elementos claves: (todos ellos tomados del texto de la bula), que a nuestro
parecer, nos ayudarán a comprender que significa este tiempo de gracia:
1. El Llamado a la Iglesia de contemplar el misterio de la misericordia: Como
un don recibido gratuitamente que trae consigo la responsabilidad de anunciarlo.
2. Reconocer a Dios como un Padre que jamás se da por vencido hasta que
no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la
misericordia: “Porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence,
que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón”.
3. Que la Iglesia y las parroquias sean oasis de misericordia: El Papa remarca
como cada Iglesia particular estará directamente comprometida a vivir este Año
Santo como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual para
acoger a todos con misericordia.
4. Ser misioneros de la misericordia: “Queremos vivir este Año Jubilar a la luz
de la palabra del Señor: Misericordiosos como el Padre. El evangelista refiere la
enseñanza de Jesús: « Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es
misericordioso » (Lc 6,36)”.
5. Impulsar las peregrinaciones como estímulo para la conversión: “Esto será
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un signo del hecho que también la misericordia es una meta por alcanzar y que
requiere compromiso y sacrificio”. “Queremos vivir este Año Jubilar a la luz de la
palabra del Señor: Misericordiosos como el Padre. El evangelista refiere la
enseñanza de Jesús: «Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es
misericordioso» (Lc 6,36)”.
6. Redescubrir las obras de misericordia, corporales y espirituales: “El amor,
después de todo, nunca podrá ser una palabra abstracta. Por su misma naturaleza
es vida concreta: intenciones, actitudes, comportamientos que se verifican en el
vivir cotidiano. La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se
siente responsable, es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados
de alegría y serenos. Es sobre esta misma amplitud de onda que se debe orientar
el amor misericordioso de los cristianos. Como ama el Padre, así aman los hijos.
Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos
los unos con los otros”.
7. Vivir la cuaresma con mayor intensidad, como momento fuerte para
celebrar y experimentar la misericordia de Dios: En la meditación y la escucha
atenta de la Palabra de Dios.
8. Promover la indulgencia por la que Dios hace evidente este amor que es
capaz de destruir el pecado de los hombres: Es necesario comprender que la
reconciliación con Dios es posible por medio del misterio pascual y de la
mediación de la Iglesia.
9. Tiempo oportuno para cambiar de vida. Tiempo para dejarse tocar el
corazón: “¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo
para dejarse tocar el corazón. Ante el mal cometido, incluso crímenes graves, es
el momento de escuchar el llanto de todas las personas inocentes depredadas de
los bienes, la dignidad, los afectos, la vida misma”.
10. Que nuestro pensamiento se dirija a María madre de la misericordia: Para
que en la mirada de María podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios.
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