A La misericordia divina: Dios escucha nuestros quejidos. — El

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A La misericordia divina:
 Dios escucha nuestros quejidos.
— El Antiguo Testamento, Dios mostró siempre misericordia y se compadeció por la
tribulación de los sufrientes (ver Éxodo 2:23-25; Jueces 2:16-18; 2ª de Reyes
13:23; Isaías 54:7-10).
— Hoy, Dios sigue escuchando nuestros quejidos. Podemos seguir confiando hoy en
la compasión divina, porque «de la misericordia de Jehová está llena la tierra»
(Salmo 33:5).
 El Salvador se compadece de nosotros.
— Tener compasión por alguien implica simpatizar con él, entristecerse por su
sufrimiento y comprender sus sentimientos (simpatía, lástima y empatía).
— Jesús se compadeció de las personas y, como resultado, les enseñaba, les sanaba,
les escuchaba y oraba por ellos (Mateo 14:14; 9:35-38; Lucas 7:11-16).
— Siguiendo el ejemplo de Jesús, nuestra compasión debe tener dos componentes
fundamentales: ser sincera y activa (manifestarse en actos de bondad).
 El Salvador llora con (y por) nosotros.
— ¿Por qué lloró Jesús ante la tumba de Lázaro cuando su propósito era resucitarlo
inmediatamente? (Juan 11:35).
— «Aunque era Hijo de Dios, había tomado sobre sí la naturaleza humana y le
conmovía el pesar humano. Su corazón compasivo y tierno se conmueve siempre
de simpatía hacia los dolientes. Llora con los que lloran y se regocija con los que
se regocijan… Su corazón fue traspasado por el dolor de la familia humana de
todos los siglos y de todos los países» (Elena White, «El Deseado de todas las
gentes», pp. 490-491).
B La misericordia humana:
 Ser movidos a misericordia.
— Lucas 10:33 nos habla de un samaritano que fue «movido a misericordia». Se puso
en el lugar del herido (empatizó con él) y, aún a riesgo de sufrir pérdidas físicas o
materiales, le ayudó.
— Lucas 15:20-32 nos muestra a un padre que fue «movido a misericordia».
Derrochó de lo que tenía y puso de lado su propia dignidad con tal de restaurar a
su extraviado hijo, aun a costo de una importante discusión familiar.
— Ser movido a misericordia implica involucrarnos con el sufrimiento de otros y
procurar ayudarles sin importar el costo.
 Consolar al que sufre.
— Compuesta por cristianos dispuestos a consolar, la iglesia se convierte en una
«ciudad de refugio», un hospital del cual fluye sanidad para los sufrientes.
— Consolar implica una simpatía sincera; llorar con los que lloran; estar presentes en
los momentos de dificultad; escuchar sin criticar; buscar consejo profesional, si es
necesario; orar con y por los sufrientes; …
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