He escuchado tu oración, he visto tus lágrimas

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6.
He escuchado tu oración,
he visto tus lágrimas Is 38, 5
Preces
Confiando en la fuerza sanadora de la oración nos disponemos a
presentar al Señor, a nuestros enfermos, a sus familiares, médicos y
cuidadores, para que a todos nos llegue su fuerza y su consuelo.
Atiende, Señor, el corazón apenado del que sufre, socorre a los
enfermos, que no les falte la paciencia y la alegría de la fe.
Noviembre
o
Que sepamos llevar la misericordia de Dios al corazón de tantas
personas que en el mundo sufren, se sienten solas y no amadas.
Confiando en la misericordia de Dios
o
Que en las familias sigan estimulándose y “palanqueando” para
superar los momentos de dolor con ternura y cercanía.
o
Que quienes colaboran en el campo del voluntariado se entreguen
con generosidad al servicio de los necesitados.
o
… Se pueden añadir otras peticiones
7.
Padre Nuestro y Oración
Padre, que el sufrimiento no nos aplaste sino que vivamos
sintiendo el alivio de tu amor y agradecidos a cuantos sufren con
nosotros hasta que, como los santos, alcancemos la bienaventuranza
eterna, y podamos gozar un día con ellos en tu gloria.
8.
Canto
Bajo tu manto, Virgen sencilla, buscan tus hijos
la protección. Tú eres patrona de nuestra villa,
Madre amorosa, Templo de Dios.
Salve, Señora, de tez morena, Virgen y
Madre del Redentor, Santa María de la Almudena,
Reina del cielo, Madre de Amor.
Creemos en la comunión de todos los fieles cristianos, es decir,
de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de
muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos
se unen en una sola Iglesia. En esa comunión está a nuestra
disposición el amor misericordioso de Dios y de sus santos, que
siempre ofrecen oídos atentos a nuestras oraciones (Catecismo, 962).
La historia de la Iglesia del último siglo ha sido muy fecunda de
amor oblativo, de santos que se ofrecieron a sufrir y ser canales de
gracia para un mundo tan necesitado de la misericordia divina.
Necesitamos experimentar la ternura de Dios para que nuestro corazón
se conmueva ante el hermano herido y enfermo, como Jesús, y llegue a
ser éste el estilo de nuestras familias, parroquias y comunidades. Las
caricias de Dios no producen heridas, sino que nos
dan paz y fuerza, y repercuten en beneficio de todos.
1. Canto
Aquí me tienes, Señor,
aquí estoy pues me llamaste.
Vengo a ofrecerte mi vida,
la que Tú me regalaste.
Cansado vengo a tu casa, fue duro mi caminar,
pero en tus brazos de Padre, al fin podré descansar. Bis).
2. Del Evangelio de Lucas 18, 35-43
Virgen María, Madre de Misericordia
Imagen del año 1430, del Santuario del Monte Bérico (Italia)
Delegación de
Pastoral de la Salud
del Arzobispado de Madrid
Sucedió que, al acercarse él a Jericó, estaba un ciego sentado
junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó
qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús el Nazareno y
empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de
mí!» Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él
gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Jesús se
detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le
preguntó: «¿Qué quieres que te haga?» El dijo: «¡Señor, que vea!»
Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado.» Y al instante recobró la vista,
y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a
Dios.
3. Canto
Entre tus manos está mi vida, Señor,
entre tus manos pongo mi existir.
Hay que morir para vivir, entre tus manos confío mi ser.
Si el grano de trigo no muere, si no muere solo quedará,
pero si muere en abundancia dará un fruto eterno que no morirá.
4. Testimonio
Queridísima Lolita: Recibe un beso muy fuerte de tus hijos, nietos y
del que más te ha querido en estos años que hemos vivido juntos. Desde el 11
de septiembre te despedimos físicamente y en la oración. Estábamos
alrededor de nuestra cama, donde te besamos, te acariciamos y yo te cerré los
labios. Desde ese día no nos hemos visto físicamente, pero ahora te veo en
todo lo que me habla de ti: nuestros hijos, nuestros nietos, nuestras cosas...
He comentado con nuestros hijos y nietos lo fuerte que has sido en la
enfermedad. Ni ellos ni yo te hemos oído decir una sola vez: «¡Qué dolor!».
Decías siempre: «Estoy mejor», y nosotros sabíamos que no, claro. Querías
sufrir el dolor en soledad. ¡Gracias, mamá, por esa actitud de servicio! ¿Qué
recibimiento habrás tenido en el cielo? ¡Qué contento se habrá puesto
nuestro hijo Vicente* y tantos seres queridos! Te habrán recibido con los
brazos abiertos. Como habrás visto desde el cielo, la Iglesia a la que tanto
has querido, su jerarquía y nuestros hermanos en la fe han estado contigo.
Te merecías ese cariño. ¡Has sido muy buena! Seguirás pasando
desapercibida en el cielo, como siempre...Te voy a dejar ya, y lo voy a
hacer ante el sagrario. Ahí nos veremos todos los días. A pesar de mi fe y
mi esperanza te seguimos y te seguiremos llorando. Besos.
*Su hijo Vicente murió en los atentados del 11 de marzo de 2004, tenía 37
años, tras lo cual su padre escribió:
«Me gustaría decir a la gente que los cristianos lloramos a nuestros seres
queridos, pero también sentimos, y sin esto no podríamos soportar este
dolor, que si Cristo resucitó, nosotros resucitaremos con Él».
Fausto Marín Sánchez, diácono permanente, Madrid
5. Oración en silencio
¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!
La reiteración de este grito del ciego al estilo del Peregrino ruso, puede ser
como la oración del corazón, que no conoce interrupción, incluso cuando se
trabaja o se conduce, miles de veces repetida.
________
¿Me creo que el Señor
me ha salvado gratuitamente?
Bienaventuranzas
1.-Los que a la pobreza se abrazan de los cielos han de gozar.
Cerca del Señor por una eternidad, bienaventurados serán.
2.-Los que sean mansos y humildes poseer la tierra podrán.
3.-Todos los que gimen y lloran luego consolados serán.
4.-Quien tenga hambre y sed de justicia su hambre y sed saciadas verá.
5.-Los de corazón compasivo, compasión en Dios hallarán.
6.-Los que el corazón tengan limpio cara a cara a Dios han de ver.
7.-Los que siembran paz a su paso de Dios hijos se llamarán.
8.-De los perseguidos sin causa el Reino del Cielo será.
Padre, me pongo en tus manos,
haz de mí lo que quieras,
sea lo que sea te doy las gracias,
estoy dispuesto a todo, lo acepto todo
con tal que tu voluntad se cumpla
en mí y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre, te confío mi alma,
te la doy con todo el amor de que soy capaz,
porque te amo y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida
con una infinita confianza porque Tú eres mi Padre.
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