Revista Pluriverso- n°2 (corregida - 16 de julio).indd

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No. 2 Enero a junio de 2014
ISSN: 2357-4615
Revista de divulgación académica de la Escuela de Posgrados
Universidad Autónoma Latinoamericana – UNAULA
Ediciones UNAULA
Una marca del Fondo Editorial UNAULA “Ramón Emilio Arcila”
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Vicerrectora Administrativa
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Vicerrectora Académica
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Director de la Revista
Salim Chalela Naffah
Consejo Editorial
Iván Darío Escobar Rendón
Alexandra Agudelo López
Marta Cardona López
Salim Chalela Naffah
Edición
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www.unaula.edu.co
Medellín, Colombia.
Tabla de Contenido
Editorial.........................................................................................................................9
Alexandra Agudelo López
Modernidad reflexiva: nuevos riesgos, nuevos responsables......................................13
Juan Fernando Oliveros Ossa
Re-pensando ‘La Patria Boba’: El Congreso de los Pueblos Colombia 2010................29
Juan E. Villegas-Restrepo
¿Joven yo o joven la época?........................................................................................49
María Ochoa Sierra
Algunas notas sobre el poder político en América Latina............................................67
William Cerón Gonsalez
Diez reflexiones sobre el colegio.................................................................................73
Marcela Atheortúa Florez
El pensamiento latinoamericano en UNAULA como un desafío
al despliegue de lo posible..........................................................................................87
Marta Cardona López
Pluriversos, contra el peligro
de una historia única
Editorial
Alexandra Agudelo López1
Quien en una oposición de opiniones afirma que posee la verdad,
expresa su pretensión de dominación
Hannah Arendt
En el año 2011 la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie ofreció una
interesante conferencia para el portal TED que llamó “El peligro de una sola
historia”2. En su presentación expone con fascinante sencillez lo que considera uno de los riesgos más grandes del poder de nuestros tiempos, despojar
de la dignidad a un pueblo expropiándole su historia e imponiéndole otra
que se da por verdad. Señala además, y esto es quizá una de los mayores
legados de su bello discurso, que no se trata solo de la violencia ejercida por
poderes coloniales, gobiernos extranjeros que someten a países y pueblos, se
1
Coordinadora de la Maestría en Educación y Derechos Humanos de la Universidad
Autónoma Latinoamericana en Medellín, Colombia. Candidata Doctora en Ciencias
Sociales, Niñez y Juventud de la Universidad de Manizales y la Fundación Centro
Internacional de Educación y Desarrollo Humano – CINDE. Magister en Educación de
la Pontificia Universidad Javeriana y la Universidad de Medellín. Licenciada en Educación Especial de la Universidad de Antioquia. [email protected]
2
Ver en: http://www.ted.com/talks/chimamanda_adichie_the_danger_of_a_single_story
Revista Pluriverso No. 2 Enero a junio de 2014
trata sobre todo de lo que hombres y mujeres simples replican producto de
un pensamiento hegemónico, único, dado por verdad, desde el cual se cuenta la historia de otros hombres y mujeres, hurtándoles su voz y su libertad.
Para explicar la violencia que existe tras el que pareciera un desprevenido
estereotipo, Adichie relata momentos de su singular experiencia vital y la
manera como asume su identidad africana solo después de una profunda reflexión respecto de la única historia con la que su madre y padre la formaron,
y de los momentos en los que se sintió avergonzada de calificar a otros con
aquello que había dado por verdad. Reconoce que existe un poder interesado en despojar a los pueblos de su historia e instalar en el mundo una que,
ajustada a los intereses coloniales y apoyada en los medios de comunicación,
se dé por única verdad; pero exhorta a que seamos capaces de resistir a la
comodidad de los relatos universales emprendiendo la desafiante tarea de
reconocimiento de otras narrativas.
En el mismo sentido de advertencia, autores como Gianni Vattimo han
proclamado el adiós a la verdad3 como una forma de expresar la pérdida de
poderío de los metarrelatos que pretendían explicar la totalidad de la experiencia humana y someter a las multitudinarias culturas al absurdo de la
racionalidad universal. Por lo que afirma “así podríamos expresar, de manera
más o menos paradójica, la situación de nuestra cultura actual, ya sea en sus
aspectos teóricos y filosóficos, ya sea en la experiencia común” (2009, p.9).
El debilitamiento de las verdades únicas, de las historias universales y los
metarrelatos hegemónicos constituye una paradoja en tiempos en los que
la ciencia ostenta sus avances y capacidades para interpretar los orígenes y
destinos de la humanidad, en los que la economía parece imponerse como
regla básica de relacionamiento al interior y entre las sociedades y en los que
la política se pervierte producto del sometimiento a las leyes del mercado.
No obstante, es también por la incapacidad y la ferocidad hegemónica demostrada por la ciencia, la economía y la política que se ha hecho necesaria
la emergencia de discursos otros, antes acallados, silenciados, condenados a
la oscuridad o abortados antes de su alumbramiento social que permiten la
comprensión de otros universos, otras formas de subjetividad, de existencia
y de proyección de porvenir.
Y es que aunque las sociedades contemporáneas son cada vez más diversas y plurales, la colonialidad insiste en afianzar una única idea de lo que
somos y de lo que podemos ser, lo que implica concentrar el origen y posi3
10
Vattimo, Gianni (2009) Adiós a la verdad. Editorial Gedisa. Barcelona.
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Alexandra Agudelo López
bilidades de las matrices epistémicas que hacen posible la experiencia de
humanidad, lo que de inmediato despierta sospechas y profundas resistencias respecto del reconocimiento de grupos subordinados, amplias regiones
excluidas de la dinámica de producción de saber y de las relaciones de poder
en el mundo entero. Y es que si la versión de lo que somos es única ¿qué sucede con quienes no se someten? ¿Qué porvenir le espera a los territorios, en
su mayoría aquellos instalados en el sur – sur del planeta? ¿Dónde quedarán
confinados los saberes ancestrales, las otras modernidades, las emergencias
culturales, políticas y sociales que han producido los históricamente subordinados a la hegemonía de occidente?
Fecundas han sido las aportaciones de diversos autores4 que han develado
que la historia que se nos ha dado por verdad, y con la que se ha conducido la
trayectoria política, económica, social y cultural de nuestros pueblos, no tiene
el pretendido carácter de universalidad y que sus aspiraciones no han sido
otras que las de la dominación y el exterminio de lo diverso, sobre todo aquello que cuestiona, inquiere, escudriña y detona formas de rebeldía capaces de
otras construcciones más dignas, justas y consistentes con la condición humana de permanente interdependencia con otros y con la naturaleza. Tal como
lo afirma Dube5 (1999, p. 17) existe un esfuerzo por demostrar el riesgo de los
discursos dominantes, las seducciones del Estado, la modernidad y la historia,
y defender las “pequeñas voces” que han sido atrapadas dentro de tropos de
igualdad, para que puedan narrar el dolor y el sufrimiento de las víctimas de
las violencias del Estado moderno y el (des)orden de la producción de incertidumbres (o sea epistémico) de su historiografía contemporánea.
Con lo anterior, la apuesta por una existencia en pluriversos implica cuanto
menos tres desafíos básicos, despojarse de las verdades universales, producir
4
Autores como Arturo Escobar, Emir Sader, Enrique Dussel, Aníbal Quijano, Edgardo
Lander, Santiago Castro-Gómez, Ramón Grosfoguel, Boaventura de Sousa Santos,
Agustín Lao-Montes, Walter Mignolo, Zulma Palermo, Catherine Walsh, Fernando
Coronil, Javier Sanjinés, Nelson Maldonado, Dipesh Chakrabarty, Partha Chatterjee,
Sudipta Kaviraj, Gyanendra Pandey, Gayatri Spivak, Homi Bhabha y Edward Said
entre muchos otros, han trabajado fuertemente en demostrar el peligro de la colonialidad, la modernidad impuesta, el sometimiento epistémico, la captura del sujeto y
el menosprecio por los saberes subalternos y han formulado diversas alternativas de
reconocimiento, resistencia y emancipación que contrarresten está arraigada forma
de violencia histórica.
5
Dube, Saurabh (1999) Pasados Poscoloniales: Colección de Ensayos Sobre la Nueva
Historia y Etnografía de la India. Centro de Estudios de Asia y África Colegio de México.
D.F. México.
Pluriversos, contra el peligro de una historia única
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verdades situadas con estatus de diálogo y evitar la tendencia al aniquilamiento. El despojo de los universales requiere a decir de Vattimo (2009, p.
30) construir un “amplío horizonte de amistad civil, de un consenso comunitario que, por más sospechoso que pueda resultar el término, no dependa
de lo verdadero y lo falso de los enunciados”. Esta decisión es obviamente
de carácter político en tanto implica la disposición a leer e interpretar de
manera situada e histórica la existencia, reconociendo trayectorias, discontinuidades, fugas y resistencias capaces de emergencias híbridas configurante
de realidad.
La disposición se produce para y desde una apertura dialógica en la que
argumentos silenciados por la dominación y sometimiento, emerjan tejiendo
horizontes de sentido comunes. El mayor efecto de este desafío consiste en
elevar a la categoría de verdad situada aquellas experiencias que yacen en los
sótanos producto del confinamiento de las epistemes hegemónicas, estableciendo entre ellas un diálogo de saberes que, por el reconocimiento mutuo,
sea capaz de concebir nuevas comprensiones. Situar la verdad deviene en liberación de dominación, pues no se trata de producir nuevas comprensiones
que ahora se sitúen en el lugar de una nueva hegemonía como condena de
repetición histórica, sino que al singularizar la existencia le permitan alcanzar su estatus de diálogo con las formas otras de interpretación de la vida.
Y es que no solo se sitúa la verdad que emerge, también se ubica en su justa
dimensión de limitación, incapacidad e incertidumbre a la verdad hegemónica y totalizante.
Finalmente, estos desafíos éticos, estéticos, epistémicos y políticos del
pluriverso se hacen posible si asumimos la tarea de pensar, valga decir, la
condición comprender y construir de manera colectiva, nunca homogénea,
única, concluyente la experiencia de ser e ir haciendo por venir con otros y
otras.
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Alexandra Agudelo López
Modernidad reflexiva: nuevos
riesgos, nuevos responsables
Juan Fernando Oliveros Ossa6
Introducción
La sociedad actual ha venido sufriendo transformaciones cada vez más
rápidas. La vida útil de diversas tecnologías es bastante corta, y poco a poco
hemos ido girando de una sociedad fundamentada en la industria a una sociedad fundamentada en la información y la comunicación. Podríamos decir, siguiendo a Kuhn, que estamos ante un cambio de paradigma que se ve
manifestado en un giro estructural en la esfera económica, política, social y
cultural. Este cambio de paradigma, que Beck ha enunciado como un traslado de la época posindustrial a una donde los riesgos asumen el centro del
escenario, nos circunscribe entonces en un tiempo caracterizado por la conformación de sociedades del riesgo global.
Riesgos virtuales, riesgos financieros, riesgos ambientales, riesgos nucleares,
riesgos laborales, etc. Una curiosa paradoja se ha establecido. Conforme se
6
Politólogo de la Universidad de Antioquia y estudiante de Psicología de la Universidad de San Buenaventura, sede Medellín. Coordinador de la Línea de Investigación
‘Políticas Públicas y Seguridad Humana’ del Semillero de Investigación del Observatorio de Seguridad Humana de Medellín. Asesor técnico de la investigación “El Riesgo
y su incidencia en la Responsabilidad Civil y del Estado” financiado por el área de
Posgrados de la Universidad Autónoma Latinoamericana. Correo: juanferoliveros@
gmail.com
Revista Pluriverso No. 2 Enero a junio de 2014
han creado mecanismos para facilitar la vida y el bienestar por medio de los
avances científicos y tecnológicos, se han alcanzado grandes logros en materia social, cultural y política, han ido surgiendo nuevas amenazas y riesgos
impredecibles que no habían aparecido en otro momento de la historia. Así
lo dejan entrever Cohen y Mendez (2000):
Por ello en las sociedades modernas avanzadas se produce la existencia
problemática entre la expansión de opciones y la de los riesgos, ambas
indisociables, pues por un lado, así como se dan nuevos movimientos
y fenómenos sociales entre los que destaca la lucha por los derechos
de la mujer, las iniciativas ciudadanas frente a las centrales nucleares,
los conflictos religiosos, las luchas religiosas, o el cuidado ambiental,
etcétera, por el otro lado, la ciencia se enfrenta a una duda metódica con
relación a sus fundamentos y aplicaciones que generan efectos sociales
no deseados entre posibilidades y riesgos (p. 174).
Esta transición no sucedió producto de que las sociedades adoptasen un
modelo de riesgo por voluntad propia, sino que las características propias del
desarrollo industrial han conducido a esta opción no elegida y no premeditada,
en la que los riesgos pasan a ser un eje articulador de la vida en sociedad.
Ahora, parece ser una certeza que a mayor cantidad de opciones, de variables y de posibles amenazas, hay una mayor cantidad de riesgo. Beck,
establece que el transcurso de una era dominada por la industria a una era
dominada por los riesgos, ha sido silencioso y se ha establecido sin mayores
obstáculos, de tal forma que “[…] el tránsito de la época industrial a la del
riesgo, se realiza anónima e imperceptiblemente en el curso de la modernización autónoma, conforme al modelo de efectos colaterales latentes” (Beck,
1997, p. 202). Para Luhmann, el riesgo en la sociedad moderna es el punto de
inflexión entre lo normal y lo divergente, representa la posibilidad de que las
decisiones y el análisis de los posibles efectos determinen las consecuencias
finales (Luhmann, 2006, p. 39).
La globalización ha jugado un factor clave puesto que ya los riesgos no
se agotan en lo local, en lo regional y en lo nacional. Los medios de comunicación han acortado las distancias de tiempo y espacio (Giddens, 1997), lo
que ha posibilitado la visibilidad de un entorno global donde se tienen en
cuenta los sucesos y acontecimientos que se suscitan en diferentes espacios
y territorios de todos los países. En consecuencia, se ha analizado que hay
riesgos que sobrepasan las fronteras de los Estados-nación, comprendiéndose como riesgos globales que suponen una amenaza a la humanidad en
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Juan Fernando Oliveros Ossa
general. Dentro de estos, tenemos las guerras nucleares, el terrorismo, el calentamiento global, los daños medioambientales, las pandemias, entre otros.
Al aumentar los riesgos, aumentan los responsables encargados de la protección y garantía de la seguridad. Los Estados dejan de ser los únicos implicados en prevenir y responder a riesgos y amenazas, permitiendo la interacción y protagonismo de otros actores públicos y privados. ¿Quiénes son los
nuevos responsables? ¿Quién se encarga de hacer frente a los nuevos riesgos?
¿Los riesgos responden a la conveniencia de la geopolítica y del mercado?
En el presente artículo se pretende abordar algunos elementos alrededor
de la sociología del riesgo que han sido desarrollados por autores como Beck,
Giddens, Luhmann, Baumann y Beriain, lo cual da cuenta de una metodología cualitativa en la que se privilegia la revisión y análisis documental. La
tesis central gira en torno a que con el viraje de la sociedad hacia la producción, protección y prevención de los riesgos, ha habido un cambio marcado
en el establecimiento de la responsabilidad de los actores implicados, teniendo en cuenta los cambios que ha suscitado el impacto de la globalización. En
una primera parte se analizarán los cambios y transformaciones que condujeron a la adopción del concepto modernidad reflexiva, en la segunda parte se
expondrán algunos elementos generales de la teoría del riesgo y finalmente
se enunciarán algunos comentarios finales a modo de síntesis.
Modernidad reflexiva y sus principales exponentes
Si bien la sociología se ha encargado de estudiar a las sociedades modernas
como una de sus principales temáticas de análisis, estudiar a la modernidad
en sí, sólo se dio desde finales de los ochenta. El grupo de teóricos (entre ellos
Giddens, Beck, Bauman, Beriain, entre otros) que decide pensar la modernidad de forma crítica, desde adentro, de forma consciente optó por denominar
este momento histórico, diferenciado de la modernidad clásica, como la modernidad tardía o modernidad reflexiva. Así pues, esta corriente sociológica
buscó alejarse del sistema esquemático, científico y radical de la modernidad,
para dar cuenta de una mirada más abierta, autoconsciente, propia y contextual; esta corriente es un proceso contraproducente, en donde las consecuencias y peligros fundamentados en la sociedad industrial son denunciados,
cuestionados y transformados. Esta sociedad ofrece un mundo más abierto y
contingente de lo que habrían sugerido los teóricos sociales modernos con su
visión clásica de la sociedad. No obstante, el modelo no cambia y los riesgos
siguen vigentes y alimentándose de la sociedad industrial capitalista.
Modernidad reflexiva: nuevos riesgos, nuevos responsables
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Luhmann propone la sociedad moderna en la que el concepto del riesgo
permee lo que se concibe como desorden, catástrofe, caos o accidente. De
esta manera, plantea que el futuro depende las decisiones que se adopten
frente a los fenómenos que son posibles y que sin analizarse pueden resultar
catastróficos, de ahí que sea importante analizar las causas desencadenantes e identificarlas. Sin embargo, más que el cálculo racional de los riesgos
(propio de las ciencias económicas), lo que interesa es comprender el actuar
de las personas diferenciadas de los comportamientos de las estructuras relevantes. En estos términos, lo importante es cómo la sociedad reacciona ante
su normalidad y que acciones emprende frente al desastre, siendo relevante
entender el concepto mismo del riesgo y el por qué es importante este dentro
de las relaciones sociales actuales (Luhmann, 2006, pp. 40-42).
Dentro de los principales elementos que se señalan como coyunturales
para el cambio de la sociedad industrial a la sociedad del riesgo hay tres
efectos negativos de la modernidad que son señalados por Cohen y Mendez
(2000) y que dan entrada a la teoría del riesgo. En primer lugar, la finitud de
los recursos naturales. En segundo lugar, la preocupación por la seguridad
desde áreas diferentes a las gubernamentales, tales como académicas y profesionales de diferentes ramas del conocimiento, actores y movimientos sociales, comunidades fragmentadas, entre otras. Finalmente, hay un desencanto
por los valores que estructuraron la modernidad y una descomposición de
los referentes morales, culturales e intelectuales que mantienen cierto nivel
de cohesión en las comunidades.
Finitud de los recursos naturales
Sobre el primer punto, podemos decir que la vieja idea de progreso mediada por la explotación de recursos y la atracción de inversores extranjeros
quizás, pudo incentivar a cierta fomentación del empleo pero también incentivó la contaminación, el deterioro del medio ambiente, la precariedad de la
salud, la educación, la cultura y la disminución de la calidad de vida integral
de las personas.
Partiendo de que las sociedades modernas desarrollan un típico modelo
industrial y tecnológico que conduce a una serie de cursos de acción, de efectos que provocan riesgo, contingencia y peligro no sólo para las existencias
colectivas sino también para los individuos, la expansión de opciones ha
traído consigo una expansión de los riesgos, ambas indisociables, pues por
un lado, así como se dan nuevos movimientos y fenómenos sociales entre los
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Juan Fernando Oliveros Ossa
que destaca la lucha por los derechos de la mujer, las iniciativas ciudadanas
frente a las centrales nucleares, los conflictos religiosos, las luchas religiosas,
o el cuidado ambiental; por el otro lado, la ciencia se enfrenta a una duda
metódica con relación a sus fundamentos y aplicaciones que generan efectos
sociales no deseados entre posibilidades y riesgos. Así lo deja entrever Beck,
“[…] el tránsito de la época industrial a la del riesgo, se realiza anónima e
imperceptiblemente en el curso de la modernización autónoma, conforme
al modelo de efectos colaterales latentes” (Beck, 1997, p. 202). Por tanto, las
sociedades modernas no adoptan un modelo del riesgo, sino que el propio
desarrollo industrial conduce a la opción no elegida, de ser una sociedad
sumida en nuevos riesgos y amenazas.
No es el fracaso, sino el éxito, lo que ha desmonopolizado a la ciencia.
Incluso se podría decir que cuanto más exitosas han sido las ciencias en este
siglo, tanto más han reflexionado sobre sus propios límites de certeza, más se
han acercado al desencanto. La ciencia ha demostrado que sus productos no
siempre traen consecuencias positivas para la humanidad. La ciencia puede
utilizarse tanto para prevenir como para amenazar; de la misma forma que
sus intervenciones e impactos sobre la naturaleza han creado nuevas problemáticas que no están al alcance de ser solucionadas. Riesgo y fiabilidad están
interconectados, dado que el objetivo de la fiabilidad (ligada a la confianza),
como lo plantea Giddens (1997):
[…] será el de tender a reducir o minimizar los peligros a los que están sujetos ciertas actividades. En todos los escenarios de fiabilidad, el
riesgo aceptable cae dentro de la categoría del conocimiento inductivo
débil y en tal sentido, prácticamente siempre, se produce el equilibrio
entre fiabilidad y cálculo de riesgo (p. 44).
Es por esta razón que, en los casos de conflictos de riesgo, quienes tienen
el poder ya no pueden confiar con certeza en sus especialistas, en los expertos científicos, dado que la contingencia impide tener respuestas y verdades
absolutas. La fórmula mágica para resolver problemas ya no está en la ciencia, y eso ha genera su desencanto. Entre los mismos expertos hay diferencias, contradicciones, posiciones opuestas.
En la sociedad del riesgo se da un cambio de una mentalidad optimista
que proveía la modernidad clásica, en la cual el sujeto se arrojaba inconteniblemente hacia el alcance de metas y objetivos sujetos a una idea de
progreso, a una sociedad con cierta angustia e incertidumbre que se protege
Modernidad reflexiva: nuevos riesgos, nuevos responsables
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a evitar lo peor. Algunos autores hablan de este cambio como un producto
progresivo de la modernidad, la cual se agrupa alrededor del miedo, como
comunidad del miedo. Fromm, propone que este cambio supone un racionalismo lógico donde la sobrevivencia y el instinto de supervivencia es más
fuerte que cualquier otra idea que guíe la vida humana, por tanto se renuncia
a cierta libertad o participación para “ganar” más en seguridad o protección,
lo que de cierta forma explica que la sociedad del riesgo esté permeada por
tendencias securitistas, punitivas y en los casos más extremos de experiencias autoritarias y dictatoriales.
Mayor preocupación por la seguridad
En continuidad con lo anterior se puede establecer un puente entre el desencanto por la ciencia y el advenimiento de serios cuestionamiento alrededor
de la seguridad.
Cabe preguntarse entonces, ¿qué tan seguros somos en la actualidad? Hablamos de seguridad humana, de seguridad hemisférica, de seguridad global,
de múltiples tipos de seguridad. No obstante, los individuos del mundo contemporáneo nos sentimos más amenazados a morir, que los individuos de
épocas históricas pasadas. Se corren altos riesgos de morir por enfermedades
terminales, por homicidio, por accidente de tránsito, por enfermedades cardíacas, por accidentes de trabajo, como víctima de la guerra, de la violencia o
el narcotráfico, entre otros. El número de suicidios ha aumentado ante la tensión del mundo actual que obliga a los individuos a insertarse en sus lógicas
o a aislarse y convertirse en una paria social. Las armas nucleares han cuestionado la seguridad mundial. Cabe entonces decir que al ser una sociedad
del riesgo, somos también una sociedad insegura. Sobre esto, Beck apunta la
sensación de alarma generalizada y de cierto shock ante cualquier catástrofe
o peligro actual pareciésemos víctimas potenciales por lo cual, “con esta crisis de auto-seguridad de la sociedad industrial, la incertidumbre pasa a ser el
modo básico de experimental la vida y la acción” (Beck, 1997, p. 219).
Por su parte, Luhmann hace una diferenciación clara entre riesgo y peligro, en la que se establece una relación directa con la seguridad. Esta relación
es bien sintetizada por Aller:
Como describe Luhmann, conjugando riesgo y peligro, la seguridad habría de ser la aversión al riesgo y la evitación del peligro. Los aviones
generan una gran cantidad de riesgos por el obrar humano y sus numerosas posibilidades de error, pero cuanto más controles de seguridad
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menos serán los riesgos. Los automóviles representan menos riesgos
humanos, aunque mayor peligro fáctico. De allí que se afirme que el
medio de transporte más seguro es el avión, a pesar de que insuma
más temor que el automóvil, el cual ciertamente es más peligroso Aller
(2010, p. 26).
Descomposición de valores morales
En cuanto a la descomposición de los valores morales y tradicionales,
hay una vinculación directa con la globalización. Las propuestas de la modernidad tardía se desarrollan en un marco global, permeado por problemas
trasnacionales que denotan y ponen en el centro a la globalización. Para Giddens, la modernidad reflexiva está relacionada con el riesgo cotidiano; las decisiones de las sociedades actuales, que se desarrollaron con mayor rapidez
con el proceso de industrialización, trajeron consecuencias indeseadas, no
previstas, interconectadas globalmente. Ahora, como ciudadanos del mundo, como individuos internacionales con iguales Derechos Humanos, se han
homogenizado problemas y se han unificado riesgos iguales para todos los
habitantes del mundo, sin discriminación nacional o cultural. Los conflictos
de riesgo no son conflictos intraculturales, cruzan las fronteras culturales y
son, aún más, conflicto de certezas contradictorias. Quieran o no, la gente,
los grupos de expertos, las culturas y las naciones se están teniendo que involucrar los unos con los otros.
Adicionalmente, Giddens apunta que la globalización ha traído consigo
un proceso de desanclaje y desvinculación. La transformación del tiempo-espacio que se liga a los procesos de globalización y de las tecnologías de la comunicación conlleva a formas de individualización y por tanto de desanclaje
y desvinculación de los individuos. Los procesos de globalización han venido
arrasando con los procesos tradicionales, autóctonos y diferenciados de cada
cultura; por lo que la homogenización ha conllevado a una mayor complejidad de la vida en sociedad. Las tradiciones y las costumbres autóctonas están
en riesgo, ante la avalancha de información occidental.
La modernidad reflexiva se caracteriza también por analizar cómo la sociedad actual deja de lado el pasado por el vaciamiento de los procesos de
la tradición. Dado que lo individual y lo local se relacionan interconectados
con lo global, las decisiones cotidianas comienzan a tener un impacto global
en temas como el medio ambiente, la política, la economía, entre otras. De la
misma forma, influencias globales dominan el mundo a gran rapidez soportadas en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).
Modernidad reflexiva: nuevos riesgos, nuevos responsables
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Por tanto, hay una marginación social a partir de allí donde se establecen
vínculos globales, establecidos como los normales y los correctos con unos
valores morales, políticos y culturales determinados, lo que conlleva a la
conformación de un “nosotros”, donde se sitúa la sociedad occidental, y un
“ellos”, donde se sitúa la sociedad oriental. Adicionalmente, se constituye
un los “otros”, donde se sitúan todos aquellos que según el “nosotros” van en
contravía o son amenaza potencial y directa a los valores occidentales o a la
sociedad misma.
El desarrollo de la ciencia determina el vaciamiento de la tradición y de
las certidumbres que posibilitan la fe, las creencias y la religión, las cuales
son cuestionadas produciendo una sensación de indefensión e incertidumbre, por tanto, de nuevos riesgos. Ante eso Giddens opina: “el que hoy podamos hacernos adictos a cualquier cosa –a cualquier aspecto de estilo de
vida– indica hasta qué punto es comprehensiva la disolución de la tradición”
(1997, p. 94).
Enfoques y etapas de la teoría del riesgo
Noya Miranda establece una diferenciación entre los abordajes epistemológicos de la teoría del riesgo. Principalmente, identifica que Beck y Giddens
tiene una característica en común con un enfoque institucional que se caracteriza por la individualización de los sujetos que se separan de la sociedad
estructurada por clases sociales y una separación del individuo de la familia
como núcleo de la sociedad, lo que da lugar a la ya mencionada modernización reflexiva en los ámbitos políticos, sociales, científicos y tecnológicos.
Y por otro lado, está la propuesta realizada por Luhmann, en Sociología del
Riesgo, en la cual, partiendo de un enfoque sistémico, establece una diferenciación marcada entre los individuos producto del caos y la opacidad de
las estructuras funcionales que conforman la sociedad. Luhmann propone
entonces un estudio del concepto del riesgo en la sociedad moderna soportado desde la teoría de sistemas y con el enfoque de observación de segundo
orden.
Ahora bien, Cohen y Méndez, también identifican dos etapas en la teoría
del riesgo que pueden analizarse desde Beck y Giddens. En la primera no
pasa de ser parte de un cálculo, un medio para evitar algo posible. Por tanto,
el riesgo busca volver previsible algo que pudo ser imprevisible, busca prevenir. Así pues, el riesgo opera según un método estadístico de probabilidad,
donde las campañas y empresas aseguradoras siembran su capital de acción.
No obstante hay riesgos incalculables y cada vez más variables.
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En este punto es donde se pasa a la segunda etapa que es denominada por
Beck y Giddens como incertidumbre manufacturada, donde la producción
de riesgos es consecuencia de los esfuerzos científicos y políticos por controlarlos o minimizarlos. Es en esta segunda etapa, donde el riesgo forma parte
inexorable de nuestras vidas, lo cual genera cierta sensación de temor, incertidumbre y angustia. Por tanto, ya no es una elección asumir o no un riesgo,
dado que estos ya han sido impuestos y ante estos riesgos no hay distinción
de clase, género, raza, edad o posición social. La sociedad del riesgo concibe
a todos los individuos como víctimas potenciales, como seres en constante
peligro.
El Estado benefactor puede verse como una respuesta colectiva e institucional al carácter de los riesgos y peligros localizados basada en los principios
de una atribución legislada de culpas y responsabilidades, compensaciones
establecidas legalmente, principios actuariales de seguridad y responsabilidad compartida colectivamente. En términos de política social, la crisis
ecológica implica una violación sistemática o crisis de derechos básicos y
el impacto de largo plazo de este debilitamiento de la sociedad difícilmente
puede ser sobrestimado. Esto es porque los peligros los produce la industria,
los exterioriza la economía, el sistema legal los individualiza y la política los
hace parecer inofensivos.
Bárbara Adams (1997) sostiene que se pueden distinguir entre dos tipos
de situaciones: conocimiento y efecto, que distinguen dos fases de la sociedad del riesgo descrita por Beck (Beck, 1998, p. 509). La primera fase es denominada sociedad del riesgo residual, en la que los efectos que se producen
sistemáticamente no están sujetos al conocimiento común y al debate público, además de no ser parte central del conflicto político. Beck apunta que
“esta fase está dominada por la auto identidad de los ‘bienes’ del progreso
industrial y tecnológico, que simultáneamente intensifica y legitima como
‘riesgos residuales’ los peligros que resultan de las decisiones” (1998, p. 509).
Ahora bien, en la segunda fase se da lugar a un situación distinta, donde los
peligros de la sociedad industrial si dominan la esfera pública a través del
conocimiento común de los mismo y de los debates públicos y privados. Así
pues, en esta segunda fase, las instituciones, hijas de la modernidad, propias
de la sociedad industrial, producen y legitiman peligros que no pueden controlar. Se da lugar a cierta autocrítica y reflexión en tanto se reconocen como
sociedad del riesgo. De esta manera, al tener autoconciencia del problema y
al volverse un tema de interés y debate público es como la modernidad se
vuelve reflexiva.
Modernidad reflexiva: nuevos riesgos, nuevos responsables
UNAULA • Revista Pluriverso
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Beck expone otro concepto interesante que puede ser de utilidad: la idea
de irresponsabilidad organizada, la cual da cuenta de cómo algunas instituciones modernas no reconocen la realidad de las catástrofes actuales, niegan
al mismo tiempo su existencia, encubren sus orígenes y evitan la compensación o el control. En palabras de Beck “las sociedades del riesgo están caracterizadas por la paradoja del creciente deterioro ambiental, percibido como
posible, y la expansión del derecho y regulación ambientales. Al mismo tiempo no se puede responsabilizar a ningún individuo o institución de nada”
(1998). ¿Cómo puede ser esto? La clave para explicar este estado de cosas es
la disparidad que existe en la sociedad del riesgo entre el carácter de los peligros –o incertidumbres manufacturadas producidas por la última sociedad
industrial– y las relaciones de definición más usuales, que en su construcción
y contenido datan de una época anterior y cualitativamente diferente. Las
sociedades contemporáneas están atrapadas en una serie de conceptos y vocabularios que se prestan para la interrogación de los riesgos y peligros a través de las relaciones de definición de conceptos como la modernidad simple,
clásica y original contrapuesta a la modernidad reflexiva o modernidad tardía.
La sociedad del riesgo, que parte de la modernidad tardía o modernidad
reflexiva, permite recrear un nuevo modelo para entender nuestra época con
la frialdad consciente de afrontar las catástrofes, peligros, amenazadas y desafíos que plantea la sociedad actual. Beck, no ve esta sociedad como posmoderna, sino como una modernidad radicalizada en el que las dinámicas
de la individualización, la globalización y el riesgo socavan a la modernidad
clásica y sus fundamentos. A partir de allí, esta generación se piensa y asume
un carácter reflexivo.
¿Quién tiene la verdad? ¿Quién se hace responsable?
¿Quién tiene la verdad? La contingencia y la pluralidad de verdades en el
mundo contemporáneo nos han llevado a una situación auto-reflexiva donde
se comienzan a reconocer contextos diferentes y soluciones que responden
a espacialidad y temporalidades determinadas. Es por esta razón que las intervenciones a los problemas sociales, ambientales, económicos, culturales y
políticos de la actualidad dependen de las decisiones políticas y morales de
quienes tienen el poder, dado que estas tienen y tendrán prioridad sobre el
cambiante razonamiento científico.
Se tiene como premisa que los logros de la ciencia actual, como mayor
conocimiento, mayor información y análisis de datos y variables conduci-
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UNAULA • Revista Pluriverso
Juan Fernando Oliveros Ossa
rían a una mayor prevención y a mayores medidas de seguridad y vigilancia.
Sin embargo, estos adelantos no han logrado garantizar el control de todos
los efectos y peligros a los que hoy estamos expuestos; por lo que la ciencia
ha visto frustrado su afán dominador y controlador sobre la naturaleza y la
sociedad.
A diferencia de Giddens, Beck no considera que la especialización y los
adelantos científicos puedan generar un orden confiable. Por el contrario,
establece que todo el sistema racional, de cálculo y medición, que provee
certezas inmaculadas altamente difundidas ha creado una realidad única que
conduce a patrones y fórmulas que con el devenir y las variables del medio
ambiente no han sido tenidas en cuenta, han ido quedando obsoletas. Es por
esta razón que la modernidad reflexiva se caracteriza por la ambivalencia.
Baumann expone que la ambivalencia es clave en cuanto el riesgo supone
un estado de cosas cambiantes, poniendo al sujeto en una situación de indefensión ante la incertidumbre de una racionalidad que impide tener control
sobre el futuro.
Estas certezas conducen a pensar que los riesgos surgen, precisamente, con la imposición del orden de la racionalidad teleológica, pero las
cuestiones de riesgo suprimen y disuelven este orden al establecer posibilidades que no excluyen nada, pues en ellos anida la ambivalencia
(1997, p. 80).
En la misma vía, Aller, refiriéndose a los aportes de Luhmann, establece
que el cálculo del riesgo es un factor clave en el cambio de paradigma, sobre
todo para pensar y reflexionar alrededor de las consecuencias de los avances
científicos y tecnológicos y los efectos negativos de estos. Así pues, expone
que los riesgos siempre han existido pero el interés particular y generalizado
por calcular el riesgo y de intentar minimizar estos (sin éxito) es lo que ha
llevado a poner en el centro del escenario esta temática:
La ciencia económica ha dado suma relevancia al concepto y cálculo
del riesgo estimando costos y beneficios en función de los riesgos a
asumir. En este aspecto, la noción de riesgo no es novedosa, hallándose desde tiempos de los fenicios y antes todavía, a pesar de que su
origen sigue siendo desconocido. Como indica LUHMANN, el cambio
se ubica en lo que actualmente se denomina el umbral de catástrofe,
que es el margen que ha quedado fuera de posibilidad de cálculo y
que de alguna forma debe procurarse prever; así, los empresarios que
en el mundo de las finanzas afrontan problemas de liquidez, tratan de
Modernidad reflexiva: nuevos riesgos, nuevos responsables
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correr menores riesgos en sus operaciones. Pero también las ciencias
sociales se han interesado por el análisis del riesgo: antropólogos, politólogos, sociólogos, penalistas y criminólogos como categoría relevante” (Aller, 2010, p. 25).
Por tanto, ya no se construye la ciencia bajo la idea de tesis absolutas,
sino sobre dudas por lo que la realidad está permeada por la ambigüedad
y la incertidumbre. Precisamente la modernidad reflexiva sienta sus bases
en cuestionar el sistema de certezas de la modernidad clásica. No hay nadie
responsable de los resultados experimentales realizados en el laboratorio que
es la sociedad. Verbigracia, la crisis de las vacas locas no es simplemente un
asunto del destino, sino de decisiones y opciones, ciencia y política, industrias, mercados y capital. No se trata de un riesgo externo, sino de un riesgo
generado en la vida de cada persona y en una variedad de instituciones.
Una paradoja central de la sociedad del riesgo es que estos riesgos internos son generados por los mismos procesos de modernización que intentan
controlarlos. Beck, precisamente establece que en este interés por perfeccionar productos y minimizar los riesgos, la sociedad se ha vuelto un laboratorio
en el que se hacen experimentos pero nadie se hace responsable, propiciando
que se produzcan riesgos y que los culpables permanezcan impunes o que no
haya un control sobre estos:
La sociedad se ha vuelto un laboratorio en donde no hay nadie a cargo.
Las industrias de carne de res nos han sometido a un experimento, y la
elección más simple –comer carne de res o no- puede ser una decisión
de vida o muerte. Incluso Hamlet debe reconsiderarse: res o no res, ¡Ésa
es, ahora, la cuestión! Sociológicamente, hay una gran diferencia entre
los que toman riesgos y los que resultan víctimas de los riesgos ajenos
(Beck, 1998, p. 502).
Cuanto menos podamos depender de las seguridades tradicionales, tantos
más riesgos debemos negociar. Cuantos más riesgos, tantas más decisiones
y elecciones. Es por esta razón que los procesos de individualización en los
ambientes de trabajo, la vida familiar y la identidad personal han aumentado
las decisiones dando cuenta de una sociedad donde converge multiplicidad
de riesgo.
La creación del riesgo en la esfera privada implica que ésta ya no puede
considerarse apolítica. De hecho, a partir de estas características caóticas e
individualizadas de la sociedad, se ha producido una transformación en los
sujetos políticos posibilitando lo que Beck denomina la subpolítica, la cual
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UNAULA • Revista Pluriverso
Juan Fernando Oliveros Ossa
surge en manifestación a las decisiones de inversión económica, desarrollo
de productos tecnológicos e industriales, manejo de plantas y las prioridades actuales de la investigación política. No son las fuerzas tradicionales y
convencionales las que se manifiestan, es el sujeto común que se opone y
contrapone a los sistemas de representación de la sociedad industrial.
Hablar de subpolítica, desde Beck, implica una transformación sustancial:
se trata de cambiar el poder y reconfigurar la sociedad desde abajo; grupos
que hasta ahora no estaban inmersos en el proceso de tecnificación e industrialización (ciudadanos, opinión pública, movimientos sociales, etc.) tienen
y adquieren espacios de participación en la organización social. La subpolítica de Beck es una apuesta por la autoconciencia política, así el individuo es
consciente de riesgos ecológicos, nucleares, económicos y políticos, el cual
tiene la posibilidad de unirse a otros y formar redes de movimientos glocales,
como lo es el movimiento de “alter-mundismo” o “alter-globalización” como
una propuesta de otro mundo posible, que logran oponerse a las formas de
consumo y producción industrial actual, con una propuesta alternativa de
vida.
Individualización
En cuanto al proceso de individualización, también descrito por Beck,
este manifiesta como otro elemento clave de la teoría del riesgo. El hombre se
enfrenta a sus miedos conocidos y a unos nuevos miedos y nuevas amenazas
que generan incertidumbre. Las inseguridad, la incertidumbre y los riesgos
tienden a la individualización, ello provoca que la política se descentralice y
que hoy sean los individuos conscientes de sus problemas locales, los que se
unan en redes, en organizaciones no gubernamentales, asociaciones y movimientos internacionales para realizar acciones orientadas a definir cambios
en donde se actúe localmente y se piense globalmente. Las decisiones personales se tornan más arriesgadas e inciertas puesto que están no siempre guardan un rumbo lineal y objetivo sino que la amplitud de opciones complejiza
el resultado que estas puedan tener.
Consideraciones finales
Hablamos de sociedad del riesgo porque a diferencia de otras sociedades, la nuestra es una comunidad de ciudadanos que se articula alrededor
de la protección y la seguridad. El miedo y la incertidumbre se han establecido como ejes del Estado (partiendo de Hobbes) y como los principios
Modernidad reflexiva: nuevos riesgos, nuevos responsables
UNAULA • Revista Pluriverso
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rectores que deben intervenirse prioritariamente. De esta manera, si bien
los adelantos y avances científico-tecnológicos han contribuido a facilitar,
expandir y consolidar la calidad de vida de las personas, estos también
han traído consigo una cantidad mayor de riesgos y amenazas que antes no
estaban presentes y no amenazaban la existencia de los individuos y de la
humanidad misma.
Los riesgos comunes y conocidos que han sido tratados en el orden jurídico tradicional han especificado determinados responsables y garantes
de su prevención, contención e intervención. Sin embargo, muchos de los
nuevos riesgos de la sociedad actual, carecen del establecimiento de responsables directos e indirectos, y de controles jurídico-políticos que permitan
dar soluciones óptimas o evaluar medidas de acción. Para poner un ejemplo,
¿a quiénes se condena hoy en día por el calentamiento global?, ¿a quiénes
se condena por una lluvia ácida?, ¿a quiénes podría responsabilizarse si en
determinado momento colapsa en el mundo la Internet?, ¿a quién podría
responsabilizarse hoy por la migración internacional y los problemas con los
inmigrantes?
La jurisprudencia y las leyes internacionales carecen de respuestas concretas a estas respuestas. La ambigüedad y los vacíos legales permiten a determinados actores el aprovechamiento político, jurídico, social, económico
y cultural de los escenarios convenientes propiciados por los riesgos. Por
tanto, podemos decir que hay una relación de influencia entre el concepto de
riesgo, el contexto actual de la sociedad del riesgo global y la imposibilidad
e inaplicabilidad (a cabalidad) del concepto de responsabilidad en su forma
más clásica. Por tal razón, si los riesgos cambian, si existen nuevos riesgos,
deben existir nuevas responsabilidades.
Finalmente, pensar la sociedad contemporánea desde las formas de control del riesgo en el seno del Estado, teniendo en cuenta la relevancia de
los procesos econométricos para medir y sopesar los riesgos; no obstante
esto no ha conllevado a una salida del modelo de riesgo. En el caos global
actual, es necesario generar confianza. ¿Pero cómo? La confianza y la fiabilidad deben comprender desde los espacios íntimos hasta los sistemas más
complejos y especializados. El futuro promete continuar en esta dinámica
con el riesgo en su centro, tal vez la clave radica en la buena utilización
de la subpolítica como la oportunidad de organización social para crear
estrategias desde las mismas comunidades en la disminución y prevención
de los riesgos y así, proponer una estrategia alternativa a los modelos institucionales.
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UNAULA • Revista Pluriverso
Juan Fernando Oliveros Ossa
El escenario de la globalización y el desarrollo de los medios de comunicación se han planteado la posibilidad de que el acceso a la información
permita a los sujetos tener un mayor control sobre los grandes riesgos a los
que está sometida la comunidad mundial día a día. Así pues, las protestas
antinucleares, la oposición a las guerras con armas de destrucción masivo,
las marchas y movilizaciones en contra de gobiernos autoritarios y las recientes preocupaciones por encontrar modelos alternativos de desarrollo que
sean auto sostenible se ha ido edificando una conciencia diferente que debería plasmarse en la esfera pública. En el escenario gubernamental, quienes
ostentan el poder están cada vez más cercanos a la asignación de responsabilidades adecuadas al contexto, empezando por la voluntad política y la
reflexión a profundidad de la jurisprudencia que rige los riesgos de los que
nadie se hace responsable. Surge así, el análisis de la sociedad del riesgo en
el campo interdisciplinar entre ciencias jurídicas, políticas, económicas y
sociales.
Este análisis interdisciplinar alrededor del riesgo debe superar el escenario académico, para ser base de las políticas públicas y de las estrategias de
solución a los problemas locales, de lo contrario los riesgos seguirán avanzando como un coloso voraz que terminará socavando la Modernidad, inclusive en su etapa más reflexiva, condenando a la sociedad a una irresponsabilidad organizada sumida en riesgo, contingencia e incertidumbres.
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UNAULA • Revista Pluriverso
Juan Fernando Oliveros Ossa
Re-pensando ‘La Patria Boba’:
El Congreso de los Pueblos
Colombia 2010
Juan E. Villegas-Restrepo7
El nacionalismo consiste en el ingreso, participación e identificación
con una cultura desarrollada alfabetizada común a toda
una unidad política y a toda su población, cultura que debe ser
de esta clase si quiere ser compatible con el tipo de división del
trabajo, el tipo o modo de producción en el que esta sociedad está basada
ERNEST GELLNER, Naciones y nacionalismo
Introducción
La celebración del centenario colombiano (1910) buscó traer a colación
nuevamente la gran narrativa independentista de comienzos de siglo XIX
en aras de una reformulación que fuese acorde a las exigencias de un siglo
XX que comenzaba a bostezar. La del bicentenario, por su parte, buscó
re-articular no solo el pasado independentista sino también el unidimensionalismo histórico, político, social y cultural que surgió a partir del centenario. Pero paralelo a esos dos esfuerzos, esta última –la del 2010– se vio
7
Licenciado en lengua y literaturas anglófonas de Montclair State University (NJ,
EE.UU.). Magíster en literaturas hispánicas Rutgers University- New Brunswick (NJ,
EE.UU.). [email protected]
Revista Pluriverso No. 2 Enero a junio de 2014
también en la necesidad de construir una imagen de estado-nación capaz
de dialogar más de cerca con las tensiones culturales, sociales, políticas,
económicas y migratorias propias del contexto globalizado/post-capitalista/trasnacional del siglo XXI. Dicho de otro modo, a la creación y empleo
de una imagen de nación basada en el grupo étnico preponderante dentro
de las fronteras del Estado (léase mestizo), al uso de símbolos y rituales
que reafirmaran la conciencia de comunidad, y a la creación de enemigos
comunes (ya fuesen reales o inventados) debió sumársele también la inclusión de nuevas y diversas maneras de entender “la colombianidad”. No
obstante, el utopismo que dicha empresa encarnaba pronto se vio eclipsado puesto que esa supuesta identidad nacional colombiana de carácter
“post-modernista” terminó cobijándose una vez más bajo un vulgar y nocivo monolitismo. Tiene por eso razón el antropólogo Eduardo Restrepo al
afirmar que:
el discurso del bicentenario no es un único discurso, se trata de unas
“independencias” que se produjeron desde ciertas élites concretas; los
criollos asumieron una idea de nación que ellos representaban y en la
que se ignoraba a gran parte de la población. El concepto bicentenario
no es un lugar neutral; tiene detrás ideas, ideologías, discursos e intereses (Reátegui, 2012, párr. 5).
Conscientes de ello, y buscando entonces desmarcarse de esa idea de nación tan unidimensional, homogénea, estática, permanente y por ende tan
anti-democrática que la clase gobernante quiso vender, diversos colectivos
en el país aprovecharon esta coyuntura histórica para formular nuevas y más
variadas maneras de darle lectura a Colombia. Entre esas iniciativas figuraba
el Congreso de los pueblos 2010. Bajo la consigna “518 años de resistencia,
200 años de lucha”, El Congreso (2010)8 “quiso manifestar, en nombre de los
pueblos indígenas y de los demás sectores subalternos de Colombia, lo poco
significativa que [era] la celebración del bicentenario para ellos, teniendo en
cuenta que la ‘libertad’ y la ‘independencia’ [habían] sido para unos pocos en
este país” (p.75).
8
30
A lo largo de mi ensayo El Congreso, con iniciales mayúsculas y cursivas, remitirá al
Congreso de los Pueblos 2010. Marcaré con iniciales mayúsculas, sin cursiva y anexando las palabras “de la República” cuando me refiera –si es que llego a hacerlo– a la
legislatura bicameral de la República de Colombia conformada por el Senado y por
la Cámara de Representantes.
UNAULA • Revista Pluriverso
Juan E. Villegas-Restrepo
Si partimos entonces del hecho que el lanzamiento de El Congreso se
llevó a cabo el 19 de julio, es decir, nueve días después de que se conmemorara de manera oficial el Bicentenario9, este ensayo tiene pues como
fin analizar de manera comparativa las diferentes maneras a través de las
cuales esta iniciativa no-oficial y disidente buscó re-escribir la heterogénea identidad nacional colombiana desde múltiples ángulos. Para llevar a
cabo mi empresa, me remitiré primero a desmantelar las dinámicas tanto
hegemonizantes como homogeneizantes de dos de las más importantes y
simbólicas celebraciones oficialistas llevadas a cabo en la mañana de aquel
martes, 20 de julio: la apertura de la urna centenarista y el pomposo y concurrido desfile militar. Luego tornaré mis ojos hacia un ritual performativo
en específico, ritual por medio del cual El Congreso buscó articular nuevos
y más plurales espacios de memoria histórica, memoria colectiva e identidad cultural.
Bicentenario oficialista: doscientos años de hegemónica miopía
Diseñado por el artista Silvio Vela, el logo oficial del Bicentenario de
Colombia está compuesto por varios y curvos pincelazos amarillos, azules y
rojos que, coronados de estrellas y desde una matriz central y común en la
que se hallan inscritos los números 1810/2010, terminan extendiéndose de
manera alegórica hacia todos los contornos de la geografía nacional. Contrario al modelo rizomático esbozado por Deleuze y Guattari en su ya canónico
Mil Mesetas, este modelo de raíz fasciculada no solo apunta hacia un mismo
útero discursivo, sino también a la ubicación geográfica de la capital colombiana, reflejando claramente la ideología ultra-centralista de esa élite nacional que, desde Bogotá, dirige al país.
Al igual que en el resto de las neonatas repúblicas latinoamericanas del
siglo XIX, en la Colombia decimonónica la querella entre centralistas y federalistas fue también una constante. Víctima de un eterno vaivén entre un
centralismo con preponderancia presidencial y un fuerte federalismo, para
fines del siglo XIX se impuso finalmente un amplio y hermético poder centralista” (Historia política, s.f., párr. 3), poder que, hasta hoy, sigue caracterizando la dinámica política del país.
9
El lanzamiento fue hecho el 19 de julio. La instalación oficial del Congreso de los
Pueblos se llevó a cabo el 12 de octubre del mismo año, aprovechando, de esta manera, la coyuntura histórica, social, política y económica que el arribo de Colón a
territorio americano ofrecía en términos simbólicos.
Re-pensando ‘La Patria Boba’: El Congreso de los Pueblos Colombia 2010
UNAULA • Revista Pluriverso
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[Fig. 1. Vela, Silvio. “Logo Bicentenario de la
Independencia de Colombia”]
Aunque si bien es cierto que “desde 1907, por medio de la Ley 39 y con
la ayuda de recursos económicos del gobierno y donativos particulares, el
presidente Rafael Reyes había dispuesto la conformación de juntas patrióticas en los principales centros urbanos de la nación, destinadas a la conmemoración del centenario” (Acevedo Tarazona, 2010, párr. 3), fue en Bogotá
–epicentro máximo de la hispanofilia modernista misma– en donde dicha
celebración tuve mayor despliegue. Y es que fue en Bogotá, y no en Medellín ni en Cali ni en la ultra-católica Popayán, ni siquiera en la legendaria
Cartagena y Santa Marta, en donde el 15 de julio de 1910 se presentó ante
el pueblo un busto del conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada. Ante tal
imagen, Emiliano Isaza y Lorenzo Marroquín (1911) han comentado que el
sacerdote español Mateo Colón elogió la figura del conquistador aduciendo
que éste había “[sembrado] el árbol de la civilización en este vergel andino;
civilización que dio por frutos el valor de vuestros próceres, la ciencia de
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UNAULA • Revista Pluriverso
Juan E. Villegas-Restrepo
vuestros sabios, el estro de vuestro vates, el heroísmo, la cultura y belleza de
vuestras damas” (p. 29). Fue en Bogotá, en su mítica Plaza de Bolívar, y no en
Medellín ni en Cali ni en la ultra-católica Popayán, ni siquiera en la legendaria Cartagena y Santa Marta, en donde se instalaron además varias placas
conmemorativas “en homenaje a conquistadores y personalidades ilustres
del período anterior (el énfasis es mío) a la independencia como Rodrigo de
Bastidas, Pedro de Heredia, José Celestino Mutis y Francisco Antonio Moreno y Escandón” (Acevedo Tarazona, 2010, párr. 5). En suma, fue en Bogotá
en donde las élites articularon más amplia y pomposa y eficientemente esa
retórica hispanista con la que buscaban contener bajo un mismo discurso a
una heterogénea población colombiana.
Si ofrezco este somero pero relevante recuento de lo ocurrido el 20 de
julio de 1910 es porque cien años más tarde, en esa misma fría Bogotá, el intento por aunar a un país entero en un mismo discurso nacional monolítico
volvería a hacer su aparición en escena. Si bien es cierto, tal y como Sebastián Vargas (2010) comenta, que durante los últimos tres años (2007, 2008 y
2009) “el desfile se había celebrado en diversas regiones del país […] (San
Andrés, Leticia y Arauca)10, en una clara estrategia por parte del gobierno de
“integración” y “control” simbólico del territorio nacional, en el marco de
la política de seguridad democrática [del gobierno de Álvaro Uribe Vélez]”
(p.73), para el 2010 la capital colombiana volvió a convertirse en epicentro
físico y simbólico del bicentenario11.
Urna centenaria: Una cuestión de insularidad ciudadana
Pero como dije anteriormente, fue en Bogotá, en su ya mítica Plaza de
Bolívar en donde se dio comienzo y fin a las diversas celebraciones que se
10 Buscando despertar el sentimiento de colombianidad de los habitantes de la isla,
y consciente del proceso de litigación que Nicaragua había entablado ante la Corte
Internacional de la Haya, reclamando para ella el archipiélago de San Andrés y Providencia, en el 2007 el gobierno de Uribe Vélez celebró allí el desfile de los 197 años
de independencia. El 19 de noviembre del 2010 la Corte Internacional de Justicia
reconoció la soberanía y los derechos marítimos de Nicaragua por sobre 200 millas
náuticas próximas al Archipiélago. Las islas, no obstante, continúan formando parte
del territorio nacional colombiano. La pugna geopolítica entre ambos países continúa hasta hoy.
11 En ciudades como Medellín, Cali, Barranquilla y Cartagena las celebraciones, festivales, conciertos, y juegos pirotécnicos tampoco se hicieron esperar. Pero en Bogotá,
sostengo, fue donde el discurso oficialista se hizo más notorio.
Re-pensando ‘La Patria Boba’: El Congreso de los Pueblos Colombia 2010
UNAULA • Revista Pluriverso
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llevaron a cabo el 20 de julio. Desde muy temprano en la mañana, y como
muestra del vínculo simbólico, histórico pero también historiográfico que el
Estado quiso entablar entre la celebración del bicentenario y la del centenario, la clase dirigente del país dio apertura a la urna centenaria. En su detallado estudio sobre el bicentenario, el mismo Vargas nos recuerda que el 31 de
octubre de 1911 el Concejo de Bogotá puso candado a una urna metálica la
cual debería ser abierta en julio del 2010 (p. 73). La urna, un tanto grande en
tamaño para lo que en ella se encontraba, guardaba en su interior varias fotografías de personajes, plazas públicas, celebraciones y desfiles, planos y fotos
panorámicas de Bogotá, litografías, una que otra muestra de arte costumbrista, la letra del himno nacional, varios libros de religión, historia y derecho,
al igual decenas de periódicos y unos tantos otros manuscritos relacionados
a la celebración del primer centenario de la independencia (Salazar, 2010,
párr. 5). Fotográficamente hablando, que entre las imágenes panorámicas que
la urna albergaba, tan solo figuraran las de la capital, conlleva a pensar que el
criterio de selección de esos Lieux de Mémoire de los que tanto ha escrito Pierre Nora, estuvo marcado por un fuerte imaginario centralista. Conocedores
de que los individuos al igual que las comunidades imaginan su identidad
“in relation to some landmarks, selected by the individual and the public
perception” y de que “these landmarks organize identities along some important lines: to be more specific, they help understand, justify and evaluate
– either positively or negatively – their self-perception and the perception of
the Other” (Spiridion, s.f., párr. 11)12, las élites de comienzos de siglo, al igual
que las de hoy, convierten a Bogotá en algo así como la sinécdoque mayor,
como el principal anclaje referencial de esa vasta, compleja y heterogénea
masa étnica y social colombiana.
Como investigador interesado en el tema del bicentenario, Vargas narra
cómo en la mañana de aquel martes, 20 de julio, se dirigió al Archivo de
Bogotá esperando poder presenciar la apertura de dicha urna. No obstante,
como bien sugiere el historiador colombiano, el evento fue cerrado; el archivo estaba fuertemente custodiado por el ejército y la policía, que no dejaban
acercar a los transeúntes al recinto. Es significativo que el primer evento
conmemorativo del 20 de julio se haya dado a puerta cerrada, poniendo de
12 Bogotá vendría a ser lo que en términos del antropólogo ruso Gleb Lebedev se conocería como “topocrono” –inversión del cronotopo Bakhtiniano–. Al respecto, Svetlana Boym (2000) escribe que “The topochron does not focus exclusively on actual
history or existing tradition, but rather on the multiple potentialities of the local.
Thus, if Petersburg did not exist, it had to be invented” (p. 321).
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UNAULA • Revista Pluriverso
Juan E. Villegas-Restrepo
relieve un carácter elitista y excluyente que nos recuerda la sordera de los
notables criollos ante la petición de participación popular y cabildo abierto
por parte de los habitantes de Bogotá, doscientos años atrás (p. 73).
El casi que novelesco pasaje por medio del cual Vargas narra lo ocurrido
aquella fría mañana del 20 de julio me obliga a considerar dos cosas:
1. Por un lado vemos una fuerte dinámica de localización y consecuente delimitación de los lugares públicos/urbanos. Vargas cuenta que policías y soldados “no dejaban acercar a los transeúntes al recinto” (p. 73).
Si tenemos en cuenta que la memoria, según nos dice Nora, “takes root in
the concrete, in spaces (la cursiva es mía), gestures, images, and objects;
history binds itself strictly to temporal continuities, to progressions and
relations between things” (p. 9), la demarcación del espacio público en
el cual se realizó el ritual de apertura de la urna evidencia no solo el distanciamiento de la clase gobernante con respecto al pueblo sino también
su vertiginoso deseo por querer cristalizar su propia dinámica conmemorativa del centenario, del bicentenario y por extensión de toda la historia
patria. Tiene por ello razón David Harvey al afirmar que “an intriguing
mix of socio-geographical perceptions, expectations and material conditions at work which need to be unpacked if we are to think more cogently
about how urban design in general and the shaping of urban public space
in particular might influence politics in the public sphere (el énfasis es
mío)” (2005: 17).
2. Por otro lado, si hablamos entonces de un posible proyecto de re-construcción de memoria histórica nacional a partir de los diferentes rituales y
ceremonias públicas que se llevan a cabo en el bicentenario, el hecho de que
la ciudadanía civil estuviese informada de la apertura de la urna centenaria
pero que al mismo tiempo le fuese negada su participación/atestiguación de
la misma, podría leerse como un intento de la élite gobernante colombiana
por apelar, desde un ángulo netamente hegemónico, a aquello que Frederic
Jameson (1991) denomina “mapeo cognitivo”. Tomando en consideración
que hegemónicamente hablando este mapeo cognitivo permite que “the social totality can be sensed, as it were, from the outside, like a skin at which
the Other somehow looks, but which we ourselves will never see” (p. 116),
el elitismo y el carácter excluyente que caracterizó al ritual de apertura de
esa urna centenaria contribuyó a perpetuar aún más la hegemonía cultural
e histórica de la clase dirigente del país. En otras palabras, ese “saber-pero-
Re-pensando ‘La Patria Boba’: El Congreso de los Pueblos Colombia 2010
UNAULA • Revista Pluriverso
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no-poder-ver” al que fue condenada la ciudadanía colombiana ayudó con el
posicionamiento de las élites y la iglesia católica13 en un pedestal de “dueñas
y señoras de la historia”: fueron ellos quienes decidieron cuándo, cómo y qué
lectura darle a esos lieux de mémoire, a la visión de historia que estos proponen, y por ende a la nación que ellos quieren forjar ante los ojos del pueblo.
Como efecto colateral, este gesto homogeniza de manera inmediata al pueblo.
Las élites, desde el Estado mismo, construyen una identidad nacional elitista
en yuxtaposición con esa otra y supuestamente singular identidad que la
ciudadanía, conformada por indígenas, comunidades afro, LGBT, campesinas, trabajadores y mujeres podrían articular desde sus respectivos frentes.
La tesis ya canónica y siempre abierta al debate de Spivak con respecto a la
capacidad de enunciación del subalterno pareciera confirmarse por enésima
vez. En resumidas cuentas, si bien es cierto que meses después de que se diera apertura oficial a la urna centenarista la ciudadanía bogotana fue invitada
a participar en el proceso de selección de los objetos que debían ir en la urna
tricentenaria 2110 (“Bogotanos escogieron”, 2010, párr. 1), llama la atención
que las dinámicas de esta conmemoración bicentenarista hubieran estado
marcadas por un obvio afán por querer excluir tanto física como políticamente
a la ciudadanía.
Desfile militar: Apuesta por una narrativa militarista
Horas más tardes, y no muy lejos del lugar en donde se llevara a cabo la
apertura de la urna centenarista, el Estado dio comienzo formal a un desfile
militar – quizás el evento de mayor envergadura simbólica del día -. Ataviados con uniformes de varias épocas históricas del país, alrededor de diez mil
hombres de la fuerza pública colombiana desfilaron por la central avenida
68 de Bogotá, todo esto mientras que setenta y seis aviones y helicópteros de
combate y transporte de la Fuerza Aérea realizaban maniobras por los cielos
capitalinos. Al respecto, Vargas narra que
El desfile militar fue acaso uno de los eventos centrales y de mayor despliegue simbólico del poder estatal y su conexión con la historia patria.
Los soldados de la actualidad desfilaron tras los soldados de diversos
períodos del bloque histórico […] estableciendo una conexión directa
13 Según Vargas, a la apertura asistió el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez en
compañía del hoy destituido y encarcelado alcalde de Bogotá Samuel Moreno y del
entonces arzobispo auxiliar de Bogotá, Francisco Nieto Súa, hoy Obispo de San José
del Guaviare, sur de Colombia.
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(pero artificial) entre los héroes de la independencia y los héroes de la
seguridad democrática14 (p. 73).
El protagonismo del aparato militar estatal durante la celebración del bicentenario (acaso la medula de simbólica e identitaria del mismo, y reminiscente, entre otras cosas, del vertical despliegue de poder exhibido por las dictaduras en Argentina y Chile) confirma la hipótesis de Charles Tilly quien, en
su estudio sobre la homogenización, la identidad nacional y el fenómeno del
militarismo dentro de un contexto europeo, afirma que a partir de la primera
guerra mundial,
the average citizen began to identify with the soldier as the supreme
expression of the collective will, condensing the finest of national virtues: war itself became a homogenizing experience as soldiers and
sailors represented the entire nation and the civilian population endured common privations and responsibilities (citado en Conversi,
2008, p. 1298).
Dentro de un contexto como el colombiano, tan plagado de inequidad
social, falta de empleo y movilidad socio-económica, el Estado, articulado
a través de su faceta “militar”, ha venido fungiendo como ese “padre” capaz
de brindar empleo y una irónica protección que opera bajo las dinámicas
mismas de la no-protección que surgen gracias al conflicto armado. Esta
falta de oportunidades a la que aludía hace un par de líneas se hace más
notoria en las zonas rurales del país, donde el conflicto interno y la falta
de empleo deja a los jóvenes con una difícil elección: emigrar o integrarse
a la guerrilla o al ejército. Como bien sugiere Daniel Conversi (2008) en
su estudio acerca de las dinámicas de homogenización producidas por el
militarismo del Estado-nación moderno, “mass mobility and the uprooting
of peasants from the countryside produced a new cultural freak” (p. 1290).
A su vez, este “freak” cultural al que alude Conversi se alinea de manera
perfecta con lo que Ernest Gellner en sus estudios acerca del nacionalismo
del siglo XX denomina “hombre modular”, es decir “a human ítem” que
para Gellner “[is] capable of performing highly diverse tasks in the same
14
Para un detallado estudio del discurso de la “seguridad democrática” –piedra angular
del gobierno uribista– ver Calderón Sánchez, Eduardo Ignacio. (2012). “El discurso
de la seguridad democrática en el metarrelato de la lucha global contra el terrorismo
bajo la retórica del derecho penal del enemigo”. Tesis de Maestría. Biblioteca Digital
Repositorio Institucional, Universidad Nacional, Bogotá D.C., Colombia.
Re-pensando ‘La Patria Boba’: El Congreso de los Pueblos Colombia 2010
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general cultural idiom (énfasis es mío)’ (citado en Conversi, 2008, p. 1290).
A lo dicho por Gellner, podríamos también adherir lo expuesto por Néstor
Bravo Goldsmith (2011) quien, en su análisis performativo de los desfiles
militares del bicentenario chileno, ha sugerido que dichos desfiles operan
como heterotopias performativas ya que éstas “satisf[y] the principles of heterotopology: it is historically contingent as it functions according to what
the acting government wants to promote in terms of social discipline and
social cohesion in a specific moment” (p. 119). Michel Foucault define las
heterotopias como:
real places - places that do exist and that are formed in the very founding of society - which are something like counter-sites, a kind of effectively enacted utopia in which the real sites, all the other real sites
that can be found within the culture, are simultaneously represented,
contested, and inverted. Places of this kind are outside of all places,
even though it may be possible to indicate their location in reality
(1984, párr. 12).
Así las cosas, el carácter heterotópico que Bravo Goldsmith le adscribe a
los desfiles militares resulta ser más que atinada si se tiene en cuenta, tal y
como señala él, que
the instrumentalization of foundational military stories by national
governments to create a sense of local and regional unity and common
destiny goes hand in hand with the iteration of abridged versions of national histories, which are presented in sanitized and amnesiac form, to
erase from memory the trauma and the wrongdoings the militaries have
perpetrated in the distant and recent past (p. 120).
En síntesis, el desfile militar le permite al Estado esculpir una imagen
justa, incluyente, poderosa y sobre todo conveniente de nación al mismo
tiempo que le permite al mismo distorsionar varios aspectos de la realidad
socio-política del país.
Organizada por bloques históricos cronológicamente organizados desde
los tiempos pre-independentistas hasta los actuales, el desfile militar fue encabezado por militares en silla de ruedas, victimas, todos, de combates con
el grupo terrorista Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC. Un
análisis de la composición racial de estos bloques históricos militares pondría en evidencia la lógica deshistorizante que rigió la puesta en práctica de
dicho acto performativo.
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[Fig. 2. Carrión, César. “Bicentenario de la Independencia de Colombia”.
Sala de Prensa, Presidencia de la República. 20 de julio de 2010]
Perteneciente al bloque histórico militar del periodo independentista, la
imagen (fig. 2) tiene como foco principal los rostros de nueve soldados, dos
de ellos ocupando el plano más frontal y nítido de la imagen. De esos nueve,
tan solo uno, ubicado a mano izquierda y en el primer plano de la foto, y
yuxtapuesto con un rosto mestizo, es de raza negra. Una lectura ingenua de
la foto bien podría sugerir una política oficial de inclusión racial que, a su
vez, contribuye a historizar la historia patria. Y es que como bien comenta el
filósofo colombiano J. Mauricio Chaves Bustos,
Erróneamente se ha creído que los negros no jugaron un papel importante en el proceso de independencia, sin embargo, los antecedentes
muestran cómo forjaron un sentimiento de búsqueda de la libertad de
tiempo atrás. Si bien la gesta como tal estuvo comandada y dirigida
por unos criollos que buscaban antes que nada vivir y mandar como
los europeos en los diferentes virreinatos, creando con ello divisiones
y partidos, lo que forjó un proceso largo y cruento para los americanos,
también es cierto que los negros, herederos de un sentimiento libertario
que se gestó desde el momento mismo de su captura y que se transmitía
de padres a hijos por generaciones, desempeñaron un papel fundamental en el proceso de la creación de estas repúblicas (2010, párr. 2).
No obstante, una segunda aproximación a la imagen, con especial énfasis
en los gestos faciales de ambos sujetos, revelaría una óptica exotizante y ero-
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tizante por parte del fotógrafo oficial con respecto al soldado de raza negra.
Contrario al mestizo, que con su mano izquierda empuña de manera viril una
erecta bayoneta, y quien exhibe también un rostro mucho más fruncido y por
masculinizado, el soldado de raza negra, aunque revestido de solemnidad es
de menor estatura, y empuña no una bayoneta sino una corneta. Éste exhibe
también un rostro mucho más afligido - feminizado si se quiere que el mestizo.
Si dejásemos por fuera al soldado de raza negra, la imagen nos pondría de
cara a un sujeto colectivo nacional social y sexualmente heteronormativizado.
Ahora bien, con la inclusión del sujeto de raza negra en la foto, el Estado
perpetúa una dinámica re-presentación ideológica con base a una colonialidad interna que desde los tiempos de la Nueva Granada ha beneficiado a los
criollos y a los mestizos15. Pero también se muestra ante el país como un ente
aparentemente plural, capaz de crear espacios de participación cívica, política
y estatal destinados para las comunidades afro. Al respecto, el antropólogo
Peter Wade (1995), ampliamente reconocido por su trabajo con comunidades
negras de Colombia, señala que:
Blacks [in Colombia] are no longer as “invisible” as they once were
(Friedemann 1984); the “smooth maintenance” of racial inequality has
been disrupted (Hasenbalg 1979; Winant 1992); and while blackness
has not entered mainstream politics in the same way as in Jamaica,
Guyana, or Haiti, it has entered the political arena, albeit in a marginal
position (p. 351).
Independiente de la lectura política y social que se haga de la fotografía,
estamos ante un falocéntrico sujeto colectivo, homo-erótica, social y políticamente sometido –condenado si se quiere– a desfilar solo ante las narices de
una clase alta dirigente.
En suma, el aislamiento tanto físico como discursivo de la ciudadanía,
rasgo que según Vargas caracterizó la ceremonia de apertura de la urna centenarista y la creación y universalización a escala nacional – si se me permite
la paradoja - de un sujeto colectivo homogéneo y capaz de hablar ‘un mismo
idioma’ (en este caso el militar) revelan, pues, el proyecto hegemónico de una
clase dirigente que se valió de una práctica conmemorativa como lo fue la ce15 En su artículo “La reconfiguración de la colonialidad del poder y la construcción del
Estado-nación en América Latina”, publicado en el volumen 15 de la revista Histoire
& Mémoire Les Cahiers ALHIM 15, Luis Martínez Andrade hace una lectura ejemplar
de las tesis expuestas por Walter Mignolo, Aníbal Quijano y Imanuel Wallerstein en
torno a este tema.
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lebración del Bicentenario para forjar un “otro” homogéneo, ajeno a un proceso democrático de creación histórica, y ajeno, por ende, a la nación misma. De
ahí que Zulma Palermo (2000), en su lectura del sujeto colonial visto a través
de las tesis expuestas por Arturo Cornejo Polar y Edmond Cross, sostenga que
“tal vez la categoría más relevante para los intereses de las culturas latinoamericanas es la de “representación histórica y social” que, junto a la de “sujeto” y
a la de “discurso”, ya explicitadas, desempeñan un papel fundador” (párr. 20)
El Congreso de los Pueblos 2010: Repensando los mil y un macondos
Conformado por sectores trabajadores, comunidades indígenas, estudiantes, intelectuales, maestros, decenas de colectivos artísticos, artesanos, mujeres, comunidades LGTB, entre otros, El Congreso…tuvo como propósito
principal el esbozar una Agenda Legislativa Popular y con ello
[…] potenciar los valores más queridos por la gente que carga con el
peso del país real, dándole cuerpo a una ética que respeta y potencia
la vida y rechaza la muerte. Cultura que rompa con la opresión patriarcal, cultura de la equidad de género, del respeto y protección de los
derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, por una vida libre de
violencias. Valores y ética que se oponen a aquellas decisiones del poder que privilegian el lucro sobre el bien común, la especulación sobre
la producción real, el logro individual sobre la realización colectiva, el
amasar de mercancías sobre su redistribución, la homogenización sobre
la diversidad (“La Proclama-Palabra”, 2010, párr. 13).
Si me he tomado entonces el trabajo de analizar de manera tan minuciosa
las dinámicas ritualistas de la conmemoración de la urna centenarista, al
igual que las políticas performativas de re-presentación nacional vistas a través del desfile militar estatal, es para mostrar qué tan claramente El Congreso
cuestiona el discurso monolítico, hegemónico y homogéneo del oficialismo,
al igual que la naturaleza excluyente, estática y homogeneizante de las prácticas conmemorativas del mismo. Para ello, mi análisis habrá de girar en torno a uno de los muchos actos performativos llevados a cabo ese día. Realizada por el Grupo “La Tulpa”, colectivo artístico que formó parte de las labores
culturales y de los proyectos construcción de memoria histórica impulsadas
desde la plataforma política de El Congreso la danza reconstruye el “proceso
de resistencia de la comunidad ‘El Salado’ en los montes de Bolívar (norte
de Colombia), quienes afrontaron una masacre en el año 2000 cometida por
paramilitares” (latulpacrear, 2009).
Re-pensando ‘La Patria Boba’: El Congreso de los Pueblos Colombia 2010
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La margen en el centro: El caso del Grupo Tulpa
En primera instancia, y contrario a lo que vemos en la ceremonia oficialista de apertura de la urna centenaria, en la danza del Grupo Tulpa el tabique
divisorio entre la esfera privada/oficial/estatal/elitista/hegemónica y la pública pareciera derrumbarse. A juzgar por el piso adoquinado, los entejados y
los balcones coloniales, el ritual-danza parece estar llevándose a cabo en las
calles de la histórica localidad capitalina de la Candelaria. Esto resulta mucho más simbólico aun ya que es allí en donde se cree que el conquistador
español Gonzalo Jiménez de Quesada fundó a Bogotá el 6 de agosto de 1538.
En el video, de diez minutos y treinta segundos de duración, se puede ver
cómo la ciudadanía se toma las calles, se reapropia del espacio público. De
ahí que el ritual termine convirtiéndose pues en una práctica conmemorativa
mucho más democrática, simbólica y plural; pluralismo que se hace notorio
en la composición étnica y genérica no solo del grupo Tulpa mismo, sino
también de la audiencia. Esto, de paso, contribuye a la deconstrucción de
ese sujeto colectivo monolítico falocéntrico, mestizo y evidentemente institucionalizado por y para el Estado mismo. Y es que si bien es cierto que entre
los actores no hay un solo hombre ni mujer de raza negra, es en el publico
mismo en donde dicha heterogeneidad racial y cultural se puede apreciar.
Dentro de este contexto, resulta importante señalar también que uno de los
tres hombres danzantes presenta rasgos profundamente indígenas. Dicha
observación no puede ni debe tomarse a la ligera: es gracias a la desterritorialización cultural y étnica de ese posible sujeto de descendencia indígena
que termina operando dentro de un imaginario netamente caribeño que el
ritual logra re-escribir discursiva, geopolítica y étnicamente al país. En su
acepción más andersoniana posible, los habitantes del territorio nacional se
“imaginan” a sí mismos por fuera de su contexto social, político, económico,
cultura y étnico inmediato.
Durante los dos primeros minutos de la danza se escuchan grabaciones
con las voces de los habitantes mismos de El Salado. Son ellos mismos, desde su posición de subalternos, los que sin mediación alguna, dan, aunque de
manera diferida, su propia versión de los macabros hechos ocurridos entre
los días 16 y 19 de febrero del año 200016. Al final de dicha intervención, a la
altura del minuto 1:45, la voz de las víctimas comienza a sobreponerse con
16 En dicha masacre, que duró tres días, sesenta y seis personas fueron asesinadas. Entre las víctimas figuraban varias mujeres y niños.
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los cánticos de una mujer que, al son de gaitas y tambores, dota al ritual con
un cierto aire de soledad macondiana. Congregado en torno a los artistas, el
público no solo es quien da forma al escenario sino que toma parte también
del proyecto de memoria histórica y de reparación de víctimas que la danza
busca cristalizar: hacia el minuto 7:40 del video las cinco mujeres que forman parte del colectivo artístico se acercan a él, lo interpelan entregándole
pequeños puñados de tierra17. Este simple gesto, el de la tierra, encarna en sí
misma una conducta semiótica e histórica polidiscursiva. Los actores juegan
con la tierra una y otra vez, como quien busca restaurar el orden de aquello
que fue alterado por los grupos alzados en armas. Al respecto, Richard Schechner (1985), estudioso de la teoría performativa, señala que
Restored behavior is symbolic and reflexive: not empty but loaded behavior multivocally broadcasting significances. These difficult terms
express a single principle: The self can act in/as another; the social
or transindividual self is a role or set of roles. Symbolic and reflexive
behavior is the hardening into theater of social, religious, aesthetic,
medical and educational process. Performance means: never for the
first time. It means: for the second to the nth time. Performance is
“twice-behaved behavior” (p. 36).
Una cosa, pues, es clara: El acto performativo del Grupo Tulpa opera también como catarsis del trauma histórico y de memoria que representa dicha
masacre. La dinámica abierta a la participación ciudadana de este acto performativo confirma que “by emphasizing the public, rather than the private,
repercussions of traumatic violence and loss, social actors turn personal pain
into an engine for cultural change” (Taylor, 2002, p. 154). Y no solo eso: la
representación del trauma producido por la masacre de El Salado permite
que El Congreso desvirtúe también la distorsionante benevolencia discursiva
que el Estado buscó articular a través de esa heterotopía performativa que
fue el desfile militar bicentenarista. Cobra mayor vigencia está aseveración
al tenerse en cuenta que la fuerza pública colaboró de manera indirecta con
el aislamiento de El Salado durante esos tres días de terror y angustia, ale17 En un gesto que bien podría leerse como resistencia a ese otro proceso de “refundación de la tierra”, eje central del discurso enarbolado por el ejército de ultraderecha
de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). El miércoles, 28 de julio de 2004,
Salvatore Mancuso, segundo al mando de las AUC después del fallecido Carlos Castaño, fue ovacionado por el Congreso de la República tras ofrecer un discurso. Dicho
“gesto de paz” fue lo que dio inicio al proceso de supuesta desmovilización paramilitar impulsado durante la era Uribe.
Re-pensando ‘La Patria Boba’: El Congreso de los Pueblos Colombia 2010
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gando que no contaban con el equipo aéreo necesario para ingresar al pueblo
(Revista Semana n.p.).
Así, la reapropiación del espacio público por parte de la ciudadanía, la
des-legitimización de ese aguerrido pero a la vez benevolente discurso militarista enunciado a través del desfile, y la plural, multi-étnica e historizante
reconfiguración del sujeto colectivo nacional que el acto del Grupo Tulpa
provee, hacen que la lectura que Lynn Worsham & Gary Olson (1999) ofrecen
de la hegemonía vista a través del lente teórico de Ernesto Lauclau resulte
más certera que nunca:
Hegemonic struggle requires the identification of what Laclau calls
“floating signifiers,” those signifiers that are open to continual contestation and articulation to radically different political projects. “Democracy,” in his view [Laclau’s], is a key exam of a floating signifier
- its meaning essentially ambiguous as aconsequence of its history
and widespread circulation. To hegemonize a content for” democracy”
would require a fixing (always provisional) of its meaning (p. 2).
El énfasis que Laclau le da al lábil término de “democracia” es crucial. La
retórica oficialista del bicentenario está llena de alusiones a ella. Se le prostituye. Por eso es tan importante que el tiempo –articulado a través de voces
que hablan de una tragedia de hace una década–; que la sustancia –encarnada en los pequeños montículos de tierra negra, alegóricamente desterritorializada de su entorno natural y repartida entre la audiencia–; y que el espacio,
–reconfigurado a través de la retoma del espacio público por y para la ciudadanía misma– se den todos cita en un mismo acto performativo no oficial
y disidente con respecto al discurso hegemónico y oficial del bicentenario.
Como astutamente señala Ana María Alonso (1994), “a hegemonic selective
tradition is always challenged by alternative and oppositional traditions that
dispute dominant articulations of space, time and substance and can even
question the identity between nation and state” (p. 389).
Para el minuto nueve del video, la danza del Grupo Tulpa cuenta ya con
los aplausos sincopados de un público más heterogéneo que el inicial. Aunque quizás casual, es importante notar que hacia el comienzo de la danza una
flameante bandera colombiana se veía flotar por entre la densidad del público.
Pero ya para el minuto diez, segundos antes de que finalice el video, dicho
pabellón ha dejado de ocupar un lugar central en la imagen: callejón abajo,
perdido por entre un mar de gente, la bandera –rígida y totalizante metáfora
de esa patria oficialista amarilla, azul y roja– parece haber perdido ya toda
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vigencia. Esto se entiende más todavía si se tiene en cuenta que El Congreso,
tal y como señala Sebastián Vargas, “no rescata [ba] la idea de patria” (p. 75).
Por último, cabe señalar el medio a través del cual se hace posible la difusión de dicho ritual. Si en las conmemoraciones centenaristas el álbum
–estático, condicionado a la esfera epistemológica y sensorial de la vista, y
política, social, económica e ideológicamente monopolizado por el Estado–
constituía la principal herramienta oficialista de re-presentación de la identidad nacional de un país, en las prácticas disidentes y periféricas a la conmemoración bicentenarista, la tecnología permite también que El Congreso
articule a una escala global sus múltiples lecturas nacionales de una manera
más social, económica y cognitivamente (visual y auditivamente) democratizadora (aunque, la verdad sea dicha, resulta desalentador que el video, hasta
el momento en que escribo estas palabras, tan solo registra un total de quinientas doce visitas). Con todo y eso, este diminuto intento por abarcar una
audiencia mayor corrobora lo dicho por Alejandro Duque (2001) quien ha
sido claro al señalar que
Colombia’s artists must work for new ways of getting across other perspectives on our country’s reality. We need first to claim our place on
the geopolitical map, and afterwards, by all means possible, to call to
the attention of both sides of the networked space the critical aspects of
our local situation (p. 333).
La danza de la agrupación Tulpa formula una nueva idea de nación; una
Colombia étnica, socio-económica y sexualmente diversa, capaz de desligarse de lo fijos y taxonómicos imaginarios geopolíticos impulsados por y para
el aparato estatal; capaz, de respetar y convivir con su rica y productiva fragmentación cultural interna, pero capaz, al mismo tiempo, de estar hilvanada
toda ella por una consciencia histórica y política del pasado, del presente y
del futuro que si bien no es común, es reconocido por y para el bien de todos.
Estamos, pues, ante una Colombia más dinámico, más danzante.
Conclusiones
He intentado probar que la conmemoración oficial del Bicentenario de
Independencia de Colombia, vista a través de la ceremonia oficial de apertura de la urna centenarista como del desfile militar, no solo apelo a una
dinámica de exclusión política ciudadana, sino que también sentó las bases
para esbozar, tal y como lo hicieran la clase dirigente del 1910, un sujeto
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colectivo nacional homogéneo, estático y ajeno a la historia. En respuesta a
ello, El Congreso, a través de manifestaciones artísticas como el performance del Grupo Tulpa, intentó darle una lectura diferente a eso que el Estado
llama “Colombia”. Con su reapropiación del espacio urbano, con su afán por
incluir a diferentes sectores étnicos y socio-económicos de la sociedad, y con
el propósito explícito de desvirtuar la lectura distorsionante del Estado y la
casta gobernante, la danza del Grupo Tulpa sirve como punto de entrada para
un debate de reflexión en torno a lo que significa ser colombiano, latinoamericano y ciudadano del siglo XXI.
Movimientos sociales como El Congreso quizás esencialicen la realidad
nacional, como también es posible que a ratos se contradigan en sus tesis. Es
posible, como bien señala Jeffrey Rubin (2003), que “in their origins, functioning, and goals, they blur the boundaries between culture and politics and
between civil societies and states” (p. 138). Pero también es cierto que en un
país como Colombia, con una población civil constantemente asediada por
una violencia pluri-angular y una vulgar polarización política, iniciativas paralelas al Bicentenario y su correlato el Centenario –como lo es El Congreso–,
ayuden a que la sociedad pueda entender su propia realidad histórica, social
y cultural por fuera de los parámetros de esa lectura hegemónicamente centralista y hegemónicamente periférica que el Estado y los grupos alzados en
armas de izquierda y derecha, respectivamente, quieren darle al país.
Este 2014 se cumplirán así cuatro años de ardua labor social, política y
cultural en aras de un entendimiento de ese complejo amasijo de identidades, tensiones, paisajes, convulsiones, colores y músicas que es Colombia.
Su apoyo a los legítimos manifestantes que formaron parte del Paro Nacional
Agrario de agosto de 2013 fue total, paro en el que también se aunaron las
peticiones hechas por el movimiento sindical, de pensionados, de diversos
movimientos cívicos de afro-descendientes, indígenas y grupos LGTB.
Así las cosas, y contrario a ese narrador borgiano del cuento “Ulrica”,
para quien ser colombiano no constituía otra cosa más que “un acto de fe”,
Colombia, para El Congreso, es un acto de presencia, de constante rescritura.
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UNAULA • Revista Pluriverso
Juan E. Villegas-Restrepo
¿Joven yo o joven la época?
María Ochoa Sierra18
Este artículo se inspira en algunas preguntas que surgieron durante una investigación que hice sobre los niños y las niñas soldados en Colombia, y
que dieron pie a una larga reflexión sobre la construcción de las categorías
en ciencias sociales, sus maneras de crear realidad y por consiguiente, su
relación con el mundo de la política. ¿Qué es la juventud? ¿Quién es joven?
¿Soy joven? ¿Qué me hace joven? La juventud es una categoría política y
analítica que apareció en la historia tiempo después de la Edad Media y el
Renacimiento. Al parecer antes de esta transición, los niños y niñas coexistían sin reparo mezclados con los adultos en las actividades diarias, desde la
cotidianidad familiar y laboral, hasta los matrimonios, los espacios de alcohol y juegos, entre otros. Lo apto no se definía a partir de la edad. A partir del
siglo XVII la infancia existe: La baja mortalidad infantil, la escuela primaria
con su manera de aprender cada vez más de los libros y no de las prácticas, la
separación de lo privado y lo público19 incluso adentro de la casa se crea una
línea divisoria: mundo infancia - mundo adulto (Barbero, 1998).
18 Socióloga, Magíster en Ciencia Política. Docente cátedra Maestría Educación y Derechos Humanos UNAULA.
19 Tradicionalmente la mujer y los niños han estado relegados al ámbito privado. Ello
ha empezado a variar y ha hecho parte de la reconfiguración de la aparición de estas
categorías y su contextualización en el entorno.
Revista Pluriverso No. 2 Enero a junio de 2014
Aparece después la juventud. Entre los siglos XVIII y XIX toma fuerza el
período vital que media entre la niñez y la adultez (Margulis y Urresti, 1998).
Otro momento que se adhiere a la existencia con unos roles específicos en los
países occidentales: etapa de semidependencia, extensión de la escolaridad
obligatoria y el servicio militar y con ello expulsión de los jóvenes del mercado de trabajo, la nuclearización de la familia y el surgimiento de un aparato
institucional orientado a esta nueva idea de juventud (Hall como se citó en
Pampols, 1998)20.
En los países modernos el control de la mortalidad infantil suma importancia a los hijos, adquieren un status privilegiado y eso contribuye al fortalecimiento de familias cada vez más nucleadas. La aparición de un sistema
escolar para cada población contribuye a diferenciar los saberes y establecer
escalas estandarizadas de conocimiento acorde a la edad y no a la capacidad
y oportunidad de aprendizaje, lo que está ligado a los cambios laborales y la
urgente expulsión de mano de obra infante de estos espacios21.
Estas visiones se extienden en el mundo y se establece que la característica distintiva de la juventud es la Moratoria Social22. Pareciera que estos
procesos se viven de manera generalizada y homogénea, pero en países como
Colombia, y en especial en regiones rurales o urbanas de escasos recursos,
la transición niñez – adultez no tarda demasiado, en medio de la escases se
dificultan períodos prolongados de inactivad económica, sin discriminar la
edad del integrante de la familia.
En Colombia la moratoria social es un privilegio de jóvenes que pueden
comprar su tiempo para estudiar sin requerimientos o responsabilidades
laborales (o que lo hacen en medio de dificultades) y que no construyen
familias a temprana edad (Margulis y Urresti, 1998). Esta categoría, está configurada desde la disposición ideal de lo que podría ser un joven urbano y
20 Pampols, F. (1998). “La ciudad invisible, territorios de las culturas juveniles”. En
H. Cubides. (Ed.), M. C. Laverde. (Ed.) y C. E. Valderrama. (Ed.), Viviendo a toda:
Jóvenes, territorios culturales y nuevas sensibilidades (pp. 83-109). Bogotá: Siglo del
Hombre Editores.
21 Asunto que aún no se ha logrado totalmente. La OIT (Organización Internacional del
Trabajo) en su convenio 182 trata de erradicar el trabajo infantil y ha catalogado algunos trabajos como las peores formas de trabajo infantil, entre ellos el alistamiento
como combatientes de cualquier grupo o fuerza armada legal o ilegal.
22 “La moratoria social propone tiempo libre socialmente legitimado, un estadio de la
vida en que se postergan las demandas, un estado de gracia durante el cual la sociedad no exige” (Margulis y Urresti, 1998, p. 6).
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María Ochoa Sierra
de ingresos medios y altos. Con ello no se quiere afirmar que los jóvenes que
pertenecen a clases populares no tienen tiempo libre, pero en ocasiones la
moratoria se vive con preocupación, resignación o marginalidad.
Para las mujeres la condición de vulnerabilidad tiene matices en razón
del género. En una sociedad patriarcal operan referentes de significación de
poder donde lo doméstico es asociado a características femeninas y estos dos
rótulos son de escasa valoración para el mundo occidental, pero son altamente valorados en los barrios populares, donde algunas mujeres establecen
familia o maternidad a temprana edad (Margulis y Urresti, 1998).
Los jóvenes con mayor capacidad adquisitiva cuentan en cambio con períodos dilatados de estudio, baja fecundidad, matrimonios a edades mayores,
entre otras características que posibilita su clase social (Lozano, 2009). Se
crean imaginarios reforzados desde los ámbitos de poder que influyen en los
referentes colectivos, se construye el deseo relacionado con aquello que es
definido como parte de la condición de edad,
[…] La juventud paradigmática, la que se representa con abundancia de
símbolos en el plano más mediático: deportiva, alegre, despreocupada,
bella, la que viste las ropas de moda, vive romances y sufre decepciones
amorosas, pero se mantiene ajena, hasta su pleno ingreso a las responsabilidades de la vida, a las exigencias, carencias y conflictos relativos
a la economía, el trabajo y la familia (Margulis y Urresti, 1998, p. 6).
La juventud en Colombia y algunas transiciones de las últimas décadas
En Colombia la juventud adquiere importancia singular desde finales de
los años cincuenta y principios de los sesenta del siglo pasado, especialmente en movimientos políticos y expresiones contraculturales como el nadaísmo o el hippismo. Esto asociado a un proyecto de grupo donde confluían
múltiples sectores sociales y lo relevante no era su condición etérea. Sólo
para la década de 1980, acorde con los cambios que se advertían a nivel mundial (finalización de la guerra fría, terminación de las dictaduras militares en
Latinoamérica, avanzada del neoliberalismo, proclamación de la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño y visibilización de sus derechos),
la juventud aparece como actor social por su condición de joven, de edad y
de las particularidades que conlleva (Perea, 1998). Algunas representaciones
masivas sobre la juventud se esparcen en el mundo: asociadas a la construcción del joven desde la moratoria social, el consumo y la exaltación de una
cultura hedonista; y otras que ligan la juventud con la violencia y la delin-
¿Joven yo o joven la época?
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cuencia, generalmente asociada a los jóvenes que habitan barrios populares.
Esta acepción del término se convierte en un dispositivo de poder,
En el mercado de los signos, aquellos que expresan juventud tienen
alta cotización. El intento de parecer joven recurriendo a incorporar
a la apariencia signos que caracterizan a los modelos de juventud que
corresponden a las clases acomodadas, popularizados por los medios,
nos habla de esfuerzos por el logro de legitimidad y valorización por
intermedio del cuerpo. Ello da lugar a una modalidad de lo joven, la
juventud-sino, independiente de la edad y que llamamos juvenilización. Lo juvenil se puede adquirir, da lugar a actividades de reciclaje del
cuerpo y de imitación cultural, se ofrece como servicio en el mercado
(Margulis y Urresti, 1998, pp. 4-5).
La definición de juventud desde esta perspectiva analítica, además de estar errada por confundir lo juvenil (algo así como un tipo de moda) con la
juventud, favorece modelos de exclusión, propiciando la idea de que para hacer parte de la juventud se requiere parecerse a lo que los sectores de la sociedad encargados de producir imaginarios de consumo, ofrecen como símbolos
propios de una edad. Es claro que no todos pueden acceder a estos patrones
de juvenilización, que además de darles estatus como jóvenes los posesionan
en el mundo del consumo generando barreras de distinción social y cultural,
reflejadas en el vestido, el habla, los códigos corporales (Margulis y Urresti,
1998).
Con la arremetida del narcotráfico muchos jóvenes de sectores urbanos se
unen como sicarios al servicio de grandes narcotraficantes y el problema de
la juventud empieza a asociarse con calificativos delincuenciales. Por otro
lado, aparecen en escena otros jóvenes (de procedencia rural y urbana) ligados al conflicto armado –para el momento– de poca importancia nacional.
En la década de 1980 Colombia se volvió uno de los países más violentos del
mundo, con tasas de homicidio de ochenta por cada cien mil habitantes y las
tasas más altas de homicidios entre 1980 y 1995 se da en hombres entre 15 y
44 años (Bonilla, 2010).
Una década más tarde cambia la perspectiva, esta problemática se vuelve
importante. En el país se promulgan las primeras leyes en favor de la infancia
y empieza un proceso que hasta el día de hoy puede calificarse de insuficiente en la medida en que se operan políticas públicas que siendo para sectores
específicos y limitados no logran resultados amplios, sostenibles en el tiempo y que cobijen las necesidades reales de toda la población.
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María Ochoa Sierra
La política social continúa en forma preponderante caracterizándose
por una modalidad asistencial-clientelista, supuestamente “compensadora” de los ajustes económicos y altamente “sensibles” al ciclo electoral. Abandonándose a ser una dimensión marginal y posterior a la
política económica, la política social destaca el carácter incompleto del
desarrollo en América Latina al continuar esquivando el punto de lo
que debería constituir su preocupación central: la concentración de la
riqueza y el ingreso (Rojas, 2007, p. 33).
A los jóvenes en Colombia no se les otorgan derechos plenos, tampoco
su reconocimiento; lo que es especialmente fuerte en los sectores marginados, ubicando la problemática social en ellos y no en la estructura social de
segregación. Esto hace referencia a un modelo que fomenta la exclusión. De
hecho el principio de protección integral de la infancia en los artículos 44 y
45 de la Constitución Política de Colombia, y del artículo 4° de la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño, no se cumple a cabalidad, dejando las políticas de infancia a planes o programas parciales de gobierno, que
no garantizan integralidad ni coherencia o continuidad con los cambios de
partidos (Rojas, 2007).
Conviven en un mismo territorio pero separados por un resquicio enorme,
poblaciones adineradas y otras con carencia de servicios públicos. Ello se
profundiza con las dinámicas globales, cuando la ampliación del capitalismo produce cambios a favor del mercado. Como señala Guberney Muñetón
(2013) para el 2012 el DANE reportaba para Quibdó 46,7% de pobreza y
12,7% de pobreza extrema, para Barranquilla 34,7% de pobreza y 5,3% de
pobreza extrema, para Medellín 19,02% de pobreza y 4,0% de pobreza extrema y para Bogotá 13,1% de pobreza y 2,0% de pobreza extrema. Los dispositivos culturales y las posteriores percepciones de los jóvenes en cuanto al
espacio, al tiempo, a la política y en general a las dimensiones tradicionales
de la sociedad se trastocan. La mundialización de la cultura a partir de las
industrias culturales, los medios de comunicación y las tecnologías de información, la disminución del tamaño del Estado y la exaltación del individualismo, trae la consiguiente deslegitimación de las instituciones tradicionales
de representación (Reguillo, 1998).
Esta transición a una globalización neoliberal que experimentan los países del mundo, pero con cierta similitud, aquellos de Latinoamérica, afecta la
estructura de funcionamiento social y conmueve a los agentes que subsisten
en ella. La profundización del capitalismo afecta en mayor medida, a quienes
no cuentan con recursos (mecanismos de inclusión y participación, redes
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clientelares, dinero, medios de producción, conocimiento) para desenvolverse en las nuevas reglas institucionales y contribuye a la marginación de los
jóvenes.
Percepciones acerca de los jóvenes vinculados al conflicto social y armado
Hay tendencias actuales que toman peso en los análisis de la juventud y
han estado implícitas en varias investigaciones sobre el menor soldado haciendo alusión al sin sentido que para éste tiene la experiencia armada. Aquí
se propone más bien un análisis desprevenido de la juventud, para poder
entender sus formas de asumir el mundo sin un calificativo negativo, reconociendo que quienes pertenecen a determinada generación comparten códigos
culturales que se manifiestan en sus gustos, valores y mundos simbólicos
propios (Margulis y Urresti, 1998).
a) “A los jóvenes de ahora no les interesa la política”23
El análisis de los jóvenes y en general la proyección que de ellos se ha hecho en diversos escenarios de representación social, los muestra relacionados
al vértigo (drogas, deportes de alto riesgo, armas, conflictos entre pandillas)
o al individualismo (hedonismo, utilitarismo). Esto más que representar un
desinterés por la política difícilmente suprimida de la vida cotidiana, corresponde a formas de transitar en el mundo que llevan consigo una valoración
política.
En contra de estos imaginarios, tan extendidos como fútiles, habría que
mostrar las maneras como el texto de “no sé nada de política” aparece
resignificado en renovadas formas de percepción, apropiación y discursivización del conflicto [...] (Perea, 1998, pp. 135-136).
Si se pretende analizar a los jóvenes desde la configuración de lo que ha
sido y representado la política para generaciones anteriores, se está incurriendo en un error metodológico, anacronía; no se trata de ubicar discursos
donde no existen, pero tampoco de castrar expresiones juveniles, por no estructurarse desde un discurso político clásico, claro y racional. Los jóvenes
23 Un ejemplo claro de esta apreciación es la afirmación de Jesus Martín Barbero: “La
otra cara de esto es la despolitización de la gente joven [...] la gente joven no está
dispuesta a jugar la política. Cuando la juventud cree en algo, creo en serio, cree de
veras, pero en el mundo, y especialmente en este país, la política no le ofrece nada
en qué creer que merezca la pena” (Barbero, 2000, p. 40).
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usan nuevos lugares de enunciación, de comunicación y de participación
política (Reguillo, 2000).
Los cambios sociales y en especial el contexto latinoamericano, fuerzan
los márgenes circunscritos por la modernidad. La política clásica ha sido
puesta en cuestión por múltiples manifestaciones políticas donde las narrativas particulares y vivenciales adquieren primacía (Perea, 1998). Si lo vemos
desde esta perspectiva, lo que se ha denominado el “desencantamiento de la
política”, es un fenómeno que vive la sociedad en general, y que más allá de
ser un real desencantamiento, es un cuestionamiento a los discursos políticos totalizantes y estructuralistas que en alguna época anularon las subjetividades.
El fenómeno es pues universal: el estatuto tradicional de la política está
en entredicho. En efecto, la crisis política que estremece las sociedades
contemporáneas no puede ser vista como simple inoperancia de las instituciones sobre las que descansa la vida colectiva. O más precisamente
tal crisis, que envuelve el conjunto de la institucionalidad, va de la
mano de las modificaciones que ha experimentado la política misma
(Perea, 1998, pp. 135-136).
De ahí las crisis de los partidos políticos, el auge de los movimientos sociales y la relevancia de reivindicaciones desde las múltiples expresiones de
diversidad; el cuestionamiento a las organizaciones jerárquicas, el re-surgimiento de los sujetos y de su accionar, que aunque desarticulado y expresado
desde el individuo (como las diferenciaciones que se portan en el cuerpo
intentando cuestionar normas) pretende converger.
Indudablemente hay algunos jóvenes que no les interesa la política pues
no hace parte de sus intereses individuales ni colectivos. Pero hay otros que
se encuentran vinculados a partidos o movimientos políticos, o que se articulan ocasionalmente alrededor de determinado evento con intencionalidades
políticas ya sea desde expresiones contraculturales o a favor del orden vigente
(Piedrahita et al. 2012).
b) “A los jóvenes de ahora no les preocupa el futuro, sólo viven el presente”
Otra de las características que ha querido imputarse a los jóvenes, es su
ausencia de expectativas; con ello tiende a darse explicación a la vinculación
de jóvenes a las drogas, el sexo inseguro o grupos armados. Las condiciones
de vida del joven, su apego a la vida y a lo que en ella pueda realizar, varían;
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si bien hay jóvenes colombianos para quienes no existe un futuro cierto, incluso ellos construyen sus propias expectativas.
Estas apreciaciones han sido muy utilizadas cuando se habla de los jóvenes vinculados a grupos armados, haciendo énfasis en su acercamiento a la
muerte y a la violencia y naturalizando estos dos acontecimientos sociales
en su vida. Para hablar del daño que la guerra produce, se llega a afirmar que
terminan por acostumbrarse a ella y a ejercer la violencia por sí misma, casi
como el desarrollo de una patología. Pilar Riaño confronta esta hipótesis a
partir de testimonios de jóvenes de escasos recursos y en contextos barriales
violentos de la ciudad de Medellín:
El material etnográfico que recopilé me permite problematizar la interpretación generalizada que se ha hecho sobre los cambios en la actitud y el horizonte de vida de estos jóvenes (popularizados en el uso de
metáforas como las de “no futuro”) y su conclusión de que los jóvenes
no están interesados en establecer continuidad en sus vidas. Si bien
hay un cambio de actitudes juveniles hacia la vida y la muerte, dichos
cambios no niegan los intentos juveniles por establecer continuidad. La
muerte no es cosa trivial para estos jóvenes cuando enfrentan la muerte
de un ser querido […] el pasado continua siendo parte integral del sentido de identidad de estos jóvenes así como sus prácticas del recuerdo e
identificación con sus vivencias pasadas constituyen una fuente de significados en el presente. Sin la consideración de esta dimensión de experiencia vivida existe el riesgo de que nuestros análisis deshumanicen
a estos sujetos reduciéndolos a actores mecánicos de ciertos guiones
pre-configurados (“los violentos” ”las víctimas”) y a individuos cuyas
identidades y construcciones como sujetos han sido “entumecidas” por
las violencias (Riaño, 2000, p. 16).
Sustraer el sentido de futuro de la juventud, anula su posibilidad de injerencia en el mismo y por lo tanto invalida sus expectativas y pretensiones
de cambio.
Pero al igual que con la política, la percepción del tiempo se reconfigura
con los movimientos históricos; la fuerza que tiene los avances tecnológicos,
los medios de comunicación y la globalización neoliberal, hace que el futuro
como apreciación temporal se acelere.
De modo diferente el pasado pierde su fuerza coercitiva y determinante
para pasar a funcionar como fuente de sentidos traídos aleatoriamente, mientras el futuro deja de ser un horizonte ideal y fijo para trastocarse en un mañana construido en la faena diaria (Riaño, 2000, p. 146).
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c) “Cuidado, ahí vienen esos pelaos”
Uno de los reconocimientos que adquieren los jóvenes como actor social
en el país, es aquel asociado a su vínculo con el ejercicio de la violencia; ésta
se convierte en un mecanismo de visualización del joven como actor social.
Cuando en la sociedad la agresión es más importante que la regulación institucional, las redes ocasionales de violencia juvenil tienden a prolongarse y
a asimilar las formas de resolución de conflictos del conjunto social (Salazar, 1998). Así mismo, la interacción con grupos que legitiman la violencia,
aumenta la probabilidad de ser víctima de estas situaciones (Bonilla, 2010).
La violencia se convierte en un dispositivo de poder efectivo, se abroga
el status para reclamar y algunos jóvenes optan por la vía armada. Pero ello
no quiere decir que debe establecerse un sino violento en la juventud y en
espacial en la pobre, puesto que la violencia es simplemente una expresión
de significaciones más complejas en las que la sociedad tiene la respuesta.
Una “[…] sociedad que elige como alternativa de movilidad social el azar,
el atajo de la especulación o la corrupción y, en consecuencia, no alcanza
a proponer otro modelo para los jóvenes y mucho menos que ese modelo,
inexistente en lo social, pueda ser hoy paradigma alternativo que sea reflejado
por los medios.” (Marafioti, 1998, pp. 313-314)
Estas caracterizaciones del joven no se cumplen en todos los casos y son
lecturas erradas de las manifestaciones juveniles. Este tipo de identificación
de lo que representa el joven no es común a todos los discursos existentes
sobre juventud, son más bien las representaciones más generalizadas que
corresponden a prejuicios y que en algunas ocasiones se han convertido en
tipos ideales con los cuales construir un perfil del joven actual; tampoco son
exclusivas para Colombia, tienen mucho que compartir con las percepciones
universales frente a la juventud. Estamos llamados a revisitar los conceptos,
ahora, justo cuando la característica más importante del presente es la diversidad y la importancia del reconocimiento de la misma, teniendo en cuenta
que los análisis de la realidad permiten la reflexión o continuidad de los repertorios existentes y a su vez, éstos pueden crear prácticas y sentidos sociales. La responsabilidad de los académicos es desde esa perspectiva, enorme.
Los jóvenes marginados, aquellos que trabajan, quienes son soldados,
también hacen parte de la Juventud
Las categorías homogeneizantes pueden tal vez disimular las realidades,
pero no desaparecerlas. En las clases populares también hay jóvenes pero
para ellos no es tan fácil ser juvenil (de acuerdo a los comportamientos y
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vivencias legitimadas como tal), en su caso la juventud se contempla por
patrones como por ejemplo, los lugares sociales asignados a los miembros de
cada generación en la familia y en las instituciones (Marafioti, 1998).
Asumir que los signos de la apariencia juvenil representan al joven, es poner en el cuerpo diferenciaciones culturales y socioeconómicas que se convierten en barreras físicas entre los jóvenes de diversas procedencias. En ocasiones
ello hace que se asimile el joven, a aquella persona que parece verse de menor
edad y quienes no portan este signo corporal se les asocia con adultos aduciendo que parece que hubieran vivido más años, o que son “niños adultos”:
Si bien es cierto que la intensidad del desgaste corporal varía según el
sector social, es más proclive a acelerarse en los sectores populares y
tiende a la conservación por estilización en los sectores medios y altos, la juventud es algo que debe rastrearse más allá de la apariencia
del cuerpo, más allá del aspecto físico juvenil, en vinculación con la
imagen dominante con la que se le suele identificar (...) es por ello que,
con la superación de la primera impresión emanada de lo corporal, y
dirigiendo la atención hacia la consideración de la facticidad de la experiencia subjetiva y la disponibilidad diferencial de capital temporal,
se recupera, en parte, la complejidad implícita en la condición de juventud (Marafioti, 1998, p. 11).
Una idea entonces de lo que pueden compartir los jóvenes es su edad,
sería el número de años vividos y lo que esto aporta en su concepción. Este
capital temporal hace que la vida sea asumida desde una experiencia generacional, que en relación con otras generaciones establece diferencias pues
porta una episteme; por más que en algunos jóvenes, sus vivencias se asocien
a las de un adulto, su posición frente al pasado siempre será menor que la
que tendrá cuando llegue a ser adulto y sus decisiones estarán mediadas por
esta experiencia vital (Marafioti, 1998). En esa medida la categoría juventud
hace más bien alusión a las juventudes y las múltiples juventudes se expresan de acuerdo a la comunidad a la que se pertenezca, a sus costumbres, a la
etnia, a su clase social y al género; dentro de las juventudes, sólo existe un
rasgo universal, el capital temporal que a su vez corresponde a una episteme
cotidiana y por consiguiente generacional.
Los jóvenes serían
[…] todos aquellos que gozan de un plus de tiempo, un excedente temporal, que es considerablemente mayor que el de las generaciones mayores
coexistentes. Ese capital temporal expresa simultáneamente una doble
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extensión, la distancia respecto del nacimiento - cronología pura y memoria social incorporada- y la lejanía respecto de la muerte, constituyéndose
ambos en ejes temporales estructurantes de toda experiencia subjetiva
[...] Aunque la vida pueda perderse en el momento siguiente, aunque las
expectativas de vida se reduzcan objetivamente, aunque aumenten los
riesgos sociales de muerte violenta, como guerras, represión política, inseguridad urbana, u otros fenómenos que generalmente encuentran entre
los jóvenes a sus principales víctimas, en nada se altera esta factibilidad
de la experiencia subjetiva de capital temporal, de tiempo por vivir, que
diferencia a los jóvenes de los que no lo son, con absoluta independencia
de la clase social o del género (Marafioti, 1998, p. 10).
Las políticas públicas, formas de asistencia, espacios de represión y de
oportunidades para los jóvenes demuestran esta falla estructural del sistema
político, económico y cultural colombiano, que trata a ciertos jóvenes como
desviados. La construcción de la juventud como categoría sociológica ha estado generalmente ajustada al enfoque funcionalista al percibir al joven como
delincuente o aislado de los dispositivos de consumo del sistema (sujeto anómico) o en el mejor de los casos y queriendo acercase a un enfoque cultural,
exaltando algunas características propias de su condición económica como
exóticas, configurando una nueva exclusión a partir de la visibilización del
folklore (Serrano, 2005). La violencia -material o simbólica- se ha ejercido en
la forma de nombrar a los jóvenes y en las percepciones y representaciones
contempladas como universales. La asociación de la juventud con la violencia hace parte de un discurso más amplio que le ha dado piso, en el cual la
violencia copa las disertaciones como reguladora de las relaciones sociales
mientras mecanismos distintos se obstruyen.
En Colombia la relación Estado-sociedad es débil en las capas pobres de
la población, quienes tienen un menor nivel de vida y no perciben un mejoramiento del mismo a razón de su vinculación a un Estado social de derecho.
Este vínculo frágil Estado-ciudadanía hace que quebrantar la ley no implique
una afrenta a lo público, sino una “defensa” privada que en algunos sectores
es legitimada.
Los niños en la guerra
Los niños siempre han estado en las guerras. Mundiales o internas, pasadas o contemporáneas: en Colombia hubo una guerra desde octubre de 1899
hasta noviembre de 1902, la Guerra de los Mil Días entre liberales y conservadores, ganaron los conservadores y propició la pérdida de Panamá en 1903.
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Los niños también polarizados fueron fundamentales en el desarrollo de la
guerra. O porque eran hijos de los enfrentados, porque decidieran irse con
algún ejército a causa de su filiación o porque fueran obligados, participaron
de manera significativa.
La agilidad, viveza, acatamiento de las órdenes, la casi inexistencia de
vicios y, especialmente, la impavidez frente al riesgo y la muerte, fueron
las cualidades más admiradas de los niños soldados, y las que hicieron
de ellos codiciado personal que fue enrolado, muchas veces a la fuerza,
sin importar para nada el partido al que dijeran pertenecer (Jaramillo,
1991, p. 75).
Los niños entre 7 y 17 años participaron como espías o mensajeros; como
ordenanzas24 y como combatientes, llegando inclusive a conformar batallones enteros conformados exclusivamente por menores (Jaramillo, 1991).
Los niños hicieron parte activa de las guerrillas liberales también en el
período de “La Violencia”, pues las víctimas de la persecución política eran
familias enteras torturadas y asesinadas, pueblos arrasados o quemados, en
la cual muchos niños morían y otros quedaban huérfanos. “[…] una infancia
vivida en un ambiente de terror, traducido generalmente en la pérdida de
miembros de la familia y de los bienes de ésta; (genera) el ingreso prematuro
-apenas en la adolescencia- a una lucha armada fundamentalmente defensiva.” (Sánchez y Meertens, 1998, p. 73). Ejemplo de la filiación familiar a
los partidos serán los hermanos Borja, los hermanos Fonseca, los hermanos
Bautista, los hermanos Gonzáles, los hermanos Prieto y los Loaiza Personajes
destacados de estas guerrillas será el temido “Teniente Roosevelt” de once
años, “Desquite” de catorce años, “Tarzán” de trece y “Sangre negra” de dieciocho (Sánchez y Meertens, 1998).
Ejemplos más recientes muestran la participación de entre ochocientos y
mil doscientos niños en la guerrilla salvadoreña (Frente Farabundo Martí de
Liberación Nacional –FMLN-) en la guerra civil que experimentó ese país en
1984, por no hablar de aquellos que hicieron parte del ejército regular. O los
cerca de tres mil, entre 12 y 17 años que fueron reclutados por la fuerza paramilitar “Contra Nicaragüense” en ese mismo período de tiempo. O aquellos
que para 1990, junto con las mujeres, eran obligados por el ejército estatal a
formar patrullas civiles y construir carreteras y obras de infraestructura sin
ningún tipo de remuneración (Álvarez, 1990).
24 Soldado cercano dedicado a cumplir las órdenes de un oficial o de un jefe.
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A su vez actualmente y alrededor del mundo, se calcula que existen más
de trescientos mil niños soldados en guerras que libran más de treinta países entre los que se encuentran Colombia, Angola, Burundi, Guinea-Bissau,
Liberia, Mozambique, la República Democrática del Congo, Rwanda, Sierra
Leona, Somalia, Sri Lanka, el Sudán y Uganda25.
En vista de la magnitud que ha adquirido el problema surge la necesidad
de ajustar la legislación existente, que anteriormente no reconocía al menor
como combatiente y/o soldado, sino como población civil26, y a su vez que no
estaba ceñida a los requerimientos de los conflictos internos.
En el transcurso de la historia de la humanidad, desde la Edad Antigua
hasta al presente ha habido necesidad de regular las guerras (Colectivo de
abogados José Alvear Restrepo, 2001); antes de que existieran los referentes
escritos universales, las partes establecían mínimos acuerdos que garantizaban un trato considerado adecuado para ese momento, en especial para
enfermos y prisioneros de guerra. A raíz de la I y II Guerra Mundial y el deseo
de garantizar cierta estabilidad internacional evitando guerras entre Estados
(rota desde la guerra desatada por Estados Unidos en Afganistán e Irak), se
crearon los cuatro Convenios de Ginebra. De éstos, el único que se refiere a la
participación del menor es el III Convenio de Ginebra de 1949 que en su Art.
4 estipula que en los conflictos internacionales en los que un menor combatiente caiga en manos enemigas debe ser tratado en condición de combatiente y como prisionero de guerra. En vista de la baja presencia de los menores
como partícipes en estas leyes, se ve la necesidad de establecer unos Protocolos adicionales que crean un régimen especial para la participación de los
niños-as y a su vez generan una legislación más estricta para la situación
25 UNICEF. (2004).Sri Lanka - País en crisis. Recuperado de http://www.unicef.org/spanish/emerg/srilanka/index.html
26 En el ámbito internacional encontramos el IV Convenio de Ginebra de 1949, Resolución 1386 de 1959 de la ONU (por medio de la cual se aprueba la Declaración de los
Derechos del Niño), Resolución 3318 de 1974 de la ONU, Resolución 1265 de 1999
de la ONU, Resolución 1314 y 1296 de 2000 de la ONU. (Alvarez, M. y Aguirre, J.
2002) Guerreros sin sombra. Bogotá: Procuraduría General de la Nación, Instituto
colombiano de bienestar familiar, instituto de estudios del Ministerio Público, 2002,
pp. 47-48. Y en el ámbito nacional se cuenta con la Ley 12 de 1990 que ratifica la
convención internacional de los derechos del niño, Los derechos fundamentales de
los niños fueron elevados a rango constitucional en 1991 y en su Artículo 44 determina que los derechos del niño y niña prevalecen sobre los demás derechos; en 1996
se expidió la Ley 294 sobre violencia intrafamiliar y en 1997 la Ley de la juventud
(Páez, E. p. 73)
¿Joven yo o joven la época?
UNAULA • Revista Pluriverso
61
(Coalición Internacional para acabar la utilización de niños soldados, 2002).
En 1977 se firman dos protocolos adicionales a los Convenios de Ginebra;
en el Protocolo I, Art. 77, se reglamenta los quince años como edad mínima
de ingreso a los actores armados y se enfatiza en la protección especial de
los niños combatientes prisioneros, en razón de su edad. Y en el Protocolo
II, Art. 4, se prohíbe la participación en hostilidades y el reclutamiento del
menor de 15 años y en el Art. 6 se impide la pena de muerte contra menores
de 18 años (Álvarez y Aguirre, 2002).
En algunos países como África se viven aún procesos bélicos intensos
que han involucrado gran cantidad de niños; debido a ello en este país fue
donde primero se dio un tratado regional que establecía los 18 años como
la edad mínima para todo reclutamiento denominado Carta Africana sobre
los Derechos y el Bienestar del Niño, que entró en vigencia en noviembre de
1999 (UNICEF, 2004).
El Convenio No. 182 de la OIT (Organización internacional del Trabajo)
en su Art. 1 y 3, prohíbe las peores formas de trabajo infantil, entre las que se
encuentra el reclutamiento obligatorio de niños-as; éste Convenio fue adoptado por unanimidad por la Conferencia Internacional del Trabajo en junio
de 1999 (Páez, 2002).
Adicionalmente a la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño
-CIDN-, que permitía el reclutamiento de mayores de 15 años, en discordancia
con el sentido mismo de la Convención donde se anuncia que niño es todo
aquel menor de 18 años (Coalición Internacional para acabar la utilización de
niños soldados, 2002), se crea un Protocolo Facultativo relativo a la participación de los niños en los conflictos armados, que aumenta la edad a dieciocho
años y entró en vigor el 12 de febrero de 2002. Y finalmente el Estatuto de
Roma, que establece la Corte Penal Internacional, puntualiza como crímenes
de guerra el reclutamiento de niños menores de quince años dentro de cualquier fuerza armada, entró en vigor el 1 de julio de 2002 (UNICEF, 2004).
Aun cuando la presencia de niños en las guerras es un problema reconocido y legislado en la comunidad internacional, todavía existen diferencias y
dificultades para la definición de una edad mínima para el reclutamiento de
ejércitos regulares o irregulares (quince o dieciocho años); pero teniendo en
cuenta que quienes debaten estos asuntos son los Estados, se evidencia que
aún muchos de ellos llaman a sus niños-as como reclutas ya sea en tiempos
tranquilos o en estados de emergencia.
En el ámbito nacional las legislaciones son también recientes, sobre todo
después de la ratificación de la CIDN, que obliga a los Estados a acomodar
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UNAULA • Revista Pluriverso
María Ochoa Sierra
su legislación interna a la misma. Otro aspecto que influye en esta decisión
tiene que ver con la Constitución de 1991 y los avances que en ella se consignan en favor de la infancia. Algunas leyes que favorecen a los niños-as
soldados son: la Ley 104 de 1993 donde se establecen beneficios para quienes
abandonen cualquier organización armada ilegal, el Decreto 1385 del 30 de
junio de 1994 donde se establecen beneficios socioeconómicos de reinserción (Álvarez y Aguirre, 2002), la Ley 418 de 1997 prorrogada por la ley 548
de diciembre de 1999 que prohíbe el reclutamiento voluntario y forzoso de
los niños menores de dieciocho años y la creación de Centros Especializados
para Niñez Desvinculada del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en
el 2000 (Páez, 2002). La legislación colombiana es más precaria que la internacional y sólo legisla para situaciones irregulares, dejando los compromisos
de Estado, como el reconocimiento y defensa de los derechos plenos de la
infancia.
Para concluir
Las juventudes son múltiples y corresponden a un mundo heterogéneo y
complejo. Comparten un capital temporal que además de la edad los involucra en una lectura generacional del contexto, aunque con las particularidades propias de clase, género y etnia.
Las ideas generalizadas de la juventud desde estereotipos ideales y que
han impregnado la mayoría de estudios sobre los niños y jóvenes, son una
configuración social que ha sido definida por quienes a partir de sus posiciones de poder institucional pueden definir referentes colectivos. A su vez
son reforzadas por las instituciones de socialización (familia, escuela, iglesia,
etc.), las productoras de bienes de consumo y símbolos de identidad, y las
instituciones jurídicas y normativas (Cubides, Laverde y Valderrama, 1998)
que partiendo de la definición sobre lo que es la juventud y quién es joven,
construyen lecturas uniformes sobre situaciones complejas que desfavorecen
exploraciones rigurosas de la realidad. Ello evidencia también un escaso conocimiento sobre la infancia y la juventud y precarias políticas nacionales e
internacionales para garantizar sus derechos.
Comprender las categorías analíticas en su perspectiva histórica es un
primer paso para la creación de políticas acertadas, situadas y comprensivas
de las relaciones sociales y estructurales en la que se enmarcan los sujetos.
Desde mi opción académica, que implica plasmar fragmentos de mundo y
pretender descifrarlo en palabras, apelo al recurso de la reflexión sobre el
¿Joven yo o joven la época?
UNAULA • Revista Pluriverso
63
lenguaje y la dimensión de las categorías de los marcos teóricos que construyo, para desde ahí enunciar la diferencia.
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¿Joven yo o joven la época?
UNAULA • Revista Pluriverso
65
Algunas notas sobre el poder
político en América Latina27
William Cerón Gonsalez28
Somos
seres humanos unidos por la sangre, la geografía y la vida a
los cientos, miles, millones de latinoamericanos que sufren la
miseria en nuestro continente opulento y rico
Miguel Ángel Asturias
(Premio Nobel 1967)
27 Artículo producto de la investigación: Política y democracia en América latina. Código
11000027. UNAULA. 2014.
28 Doctor en Filosofía. Magíster en Estudios Políticos de la Universidad Pontificia Bolivariana. Profesor Titular de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma
Latinoamericana, investigador del Grupo “Ratio Juris”, categoría “C” de Colciencias. Director del semillero Ius-parrhesia y del grupo de Estudios Política y Cultura en América Latina de UNAULA. Autor de: La filosofía desde Michel Foucault.
[Fondo Editorial UNAULA: 2012]; La filosofía política en Michel Foucault: una obra
para repensar la política. UNAULA, 2011. Compilador: Cultura y resistencia en
América Latina, 2013, UNAULA. Compilador: Política y Cultura en América Latina. 2012, UNAULA. Coautor: Posontología y posmetafísica en el siglo XXI. UPB,
2009, Pragmatismo, posmetafísica y religión UPB, 2008, Escenarios de reflexión:
las ciencias sociales y humanas a debate. (U. Nacional), 2006. Dos han sido sus
líneas de investigación: Ética política, y Ius-parrhesia, (la verdad en el derecho).
Email. [email protected]
Revista Pluriverso No. 2 Enero a junio de 2014
Podemos empezar estas notas preguntándonos: ¿Quiénes somos los latinos
y qué nos identifica? ¿Somos parte de Occidente o tenemos nuestra cultura
propia y única?
Para responder a tan compleja pregunta recordemos que en 1777, Thomas
Jefferson crea el nombre de “americanos”, Napoleón III nos puso: “América
Latina”, “Somos latinos”, nuestro territorio se llama “Hispanoamérica”, como
se nombra en España, nos nombramos “sudamericanos o suramericanos”,
como lo propone Fernando González Ochoa.
Estos nombres concebidos por el mundo occidental excluyen nuestra verdadera identidad y nos imponen una vida inauténtica, alejada de las lenguas
aborígenes como el quichua, el aymara, el guaraní y el wayuunaiki. Somos
una sub civilización dentro de la civilización occidental. (Aborígenes o nativos), o como lo dice nuestro escritor antioqueño: José Guillermo Ánjel: “somos
afro-descendientes aquí, pero ninguno quiere ir a África. Indios aquí, pero
ya sin identidad ninguna”. En otras palabras, somos indios, negros, mulatos,
aborígenes, mestizos con un poco de civilización occidental. Sin embargo,
es de recordar que existen vínculos, costumbres y tradiciones que nos unen;
que cohabitamos en un territorio en el que compartimos la misma geografía:
el mar, el aire, las fronteras, la historia y la vida misma; que a pesar de que
fuimos descubiertos y colonizados por españoles, franceses, portugueses e
ingleses; también libramos batallas juntos por la libertad y la independencia.
Así pues, para intentar descubrir nuestra identidad es necesario reconocer
la realidad en la que vivimos que ha sido impuesta y autoimpuesta por la
hegemonía. Sabemos que la colonia terminó y que la colonización continúa;
que nos independizamos pero no hemos logrado la autonomía como pueblos;
que somos ricos en recursos naturales, pero son las multinacionales las que
se adueñan; que no somos un pueblo homogéneo sino diverso, un hibrido
cultural que reproduce sin restricción; que sufrimos de anomía y dependencia
económica. A pesar de lo anterior, anidamos la esperanza del hombre nuevo.
No se equivocó el filósofo antioqueño Fernando Gonzáles al afirmar que:
“Suramérica es una raza en gestación; es el horno del hombre futuro; patria
de cosas nuevas” (Los negroides: XXIX).
Naturaleza y esencia de la política en América Latina como aniquilador de la
identidad
El bien-estar del hombre con respecto a sí mismo y su relación con los
demás miembros de la comunidad en la que vive, y su manera de acceder y
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UNAULA • Revista Pluriverso
William Cerón Gonsalez
cuidar el medio ambiente es lo que podemos denominar política. Esta ciencia no puede ser inútil y aislada del hombre, al contrario, es la ciencia de la
sabiduría para conducir al rebaño humano a un bienestar general. Pero, es de
aclarar que no toda política apunta a este ideal común, Platón (427-347 a.C.),
en el libro octavo de La República, afirma que la tiranía, la oligarquía y la
demagogia al buscar los intereses particulares, eran gobiernos corrompidos e
impuros, y que la monarquía, la aristocracia y la democracia, eran gobiernos
puros por buscar el bien común. De todos estos gobiernos, el filósofo griego
afirmó que el mejor era la aristocracia y el peor la tiranía.
Los gobiernos propuesto por Platón, no sólo se dieron en Europa sino también en América Latina. Empezaré por decir que la monarquía latinoamericana (1492-1810) inició en el momento en que los españoles pisaron nuestro
territorio. Su conquista se llevó a cabo por medio de las armas, la religión, la
economía y el lenguaje.
Evidentemente la corona española para gobernar las nuevas colonias aniquiló las costumbres ancestrales, despojo a los indígenas, impuso leyes arbitrarías, eliminó todo tipo de sublevación, traslado el virreinato al territorio
conquistado y utilizó la fuerza para esclavizar y empobrecer a los indígenas.
Con la explotación de la mano de obra desaparecieron más de sesenta millones de aborígenes. ¿Cómo pasamos entonces, de un gobierno monárquico
absoluto que duro más de tres siglos a un gobierno democrático y representativo con una constitución que vela por la libertad individual y los derechos
del pueblo?
Diremos que las ideas de la ilustración del siglo XVIII y la formación de
los intelectuales criollos como Miguel de Hidalgo y Costilla (1753-1811) en
México, José de San Martin (1778-1850) en Argentina, Chile y Perú, Simón
Bolívar (1783-1830) en Venezuela, Colombia y Ecuador, Pedro I de Brasil,
(1798-1834) generaron un conflicto, una lucha contra la dominación europea
y la liberación de América Latina29.
América Latina, una vez que se liberó de los imperios, aparentemente
comenzó a configurar su propio destino. Los criollos crean sus propias constituciones para elegir y ser elegidos, plasman sus derechos y exigen un
gobierno justo y soberano, legitimado por el pueblo. La mayoría obedece y la
29 Ejemplo de lo anterior se vislumbra con Simón Bolívar a partir de su Carta de Jamaica de 1815. Él alimentó el despertar de la conciencia americana y lideró el torrente
rebelde de criollos, indios y negros que, en mítica epopeya, consiguió la independencia de la Nueva Granada (hoy Colombia y Panamá), Venezuela, Ecuador, Perú y
Bolivia
Algunas notas sobre el poder político en América Latina
UNAULA • Revista Pluriverso
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minoría gobierna. La libertad, la igualdad y fraternidad serán los principios
rectorales de los gobiernos democráticos.
Cabe preguntar entonces, si nos configuramos como democracias al momento de la independencia, ¿en qué momento América Latina desarrollo modelos políticos como: la oligarquía y la dictadura que nos sub sumieron en
la hegemonía y la dependencia de las colonias occidentales? Diremos que es
una pregunta difícil de responder, sin embargo, podemos decir que el bajo
nivel de educación de los criollos, el amor al lucro y al lujo, apartados de la
virtud y de las buenas costumbres, y la dedicación a satisfacer sus deseos superfluos y perniciosos, de libertinaje y desvergüenza, dejaron de lado el ideal
de autonomía frente a las colonias y configuraron modelos de dependencia
política económica en latinoamericana que aún existen.
Podemos afirmar que por más de doscientos años se han desarrollado
dinámicas sociales, políticas, culturales y económicas que auspician la dependencia: familias latinoamericanas dueñas de tierras, ganados, petróleo y
yacimientos mineros, que adoptan formas de vida europea y borran su pasado criollo; que buscan extranjeros para explotar la tierra y comercializar
los productos que de allí se extraen; y que la mayoría de las veces recuren al
fraude electoral y a la violencia para perpetuarse en el poder.
Todo parece indicar que la búsqueda del poder no es una filosofía consciente de la realidad; el punto es hasta dónde puede construirse para la humanidad. Aunque no existe una respuesta clara a esta búsqueda, de acuerdo
con las circunstancias históricas, hay un constante conceptual en filosofía
política como la de Rousseau, Hegel, Marx y Nietzsche que han vislumbrado
la noción de voluntad en relación con el pueblo, el Estado, la emancipación,
el poder y la sociedad civil. Esa voluntad, concebida como la causa misma
de la acción colectiva, condujo a la Revolución Francesa al fin del Imperio
prusiano, a la dictadura del proletariado, y hace de la voluntad individual un
quantum imponderable que se justifica como algo necesario solo por medio
de su realización histórica como voluntad general.
En todos los casos, por diversos medios, se trata de activar una determina voluntad colectiva capaz de legitimarse a sí misma y de justificarse ante
la historia por la coincidencia entre la promesa y el acontecimiento del que
ella misma es testigo y protagonista. La filosofía pierde toda distancia y se
convierte en una máquina de interpretación al servicio de la causa o en una
suerte de religión que confunde la actualidad de los mecanismos del Estado con las relaciones ideales del poder. Desde esta perspectiva, Foucault
puntualizó:
70
UNAULA • Revista Pluriverso
William Cerón Gonsalez
[…] En el siglo XIX aparece en Europa algo que no existió nunca: Estados filosóficos, podríamos decir, Estados-filosofías, filosofías que al
mismo tiempo son Estados y Estados que se piensan, que se reflexionan, se organizan y defienden sus opciones fundamentales a partir de
proposiciones filosóficas en el seno de sistemas filosóficos y como la
verdad filosófica de la historia. Nos encontramos ante un fenómeno
evidentemente extraño y que todavía resulta más inquietante si somos
conscientes de que estas filosofías, todas estas filosofías que se han convertido en Estados, eran, sin excepción, filosofías de la libertad; filosofías de libertad fueron, por supuesto, las del siglo XVIII, pero también
lo fueron la de Hegel, la de Nietzsche, la de Marx. Ahora bien, estas
filosofías de la libertad han producido a su vez, formas de poder que
ya bajo la forma del terror, ya bajo la forma de la burocracia o incluso
bajo las forma del terror burocrático, fueron, incluso, lo contrario del
régimen de la libertad, incluso lo contrario de la libertad convertida en
historia (Foucault, 1999, pp. 114-115).
Si en Latinoamérica la filosofía no ha tenido un papel esencial en la formación del Estado, podemos asegurar que hay una emergencia de pensar
críticamente su realidad. Filósofos como Enrique Dussel con la filosofía de
la libertad, Aníbal Quijano, con la descolonización del poder, y Santiago
Castro con colonialismo y colonialidad, entre otros, se han encargado de
cuestionar el presente para configurar búsquedas que conlleven a la liberación de la dominación política, económica, mental, cultural e ideológica
en la que estamos aprisionados. En otras palabras, su filosofía es contra la
explotación económica y laboral, la dominación étnica y cultural y la sujeción individual.
En conclusión, América Latina no es sólo un concepto territorial de más
de veinte dos millones de kilómetros cuadrados, con una población de
quinientos setenta y siete mil habitantes; es una cartografía de europeos,
africanos, indios, mestizos, y mulatos. Estos pueblos que pasaron por la
conquista y luego por la liberación, se enfrentan hoy a la lucha por la desigualdad social, la corrupción y la violencia. Algunos de estos habitantes,
cada vez más, conciben la ruptura hegemónica como la mejor herramienta
para configurar un poder plural centrado en el auto reconocimiento, apropiado para erradicar la oligarquía y vindicar sus derechos. Reafirmarnos
como pueblo atendiendo a la elocuente invitación que nos hizo Pablo Neruda
en 1971:
Algunas notas sobre el poder político en América Latina
UNAULA • Revista Pluriverso
71
América, no invoco tu nombre en vano.
Cuando sujeto al corazón la espada,
cuando aguanto en el alma la gotera,
cuando por las ventanas
un nuevo día tuyo me penetra,
soy y estoy en la luz que me produce,
vivo en la sombra que me determina,
duermo y despierto en tu esencial
aurora:
dulce como las uvas, y terrible,
conductor de azúcar y el castigo,
empapado en esperma de tu especie,
amamantando en sangre de tu herencia.
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72
UNAULA • Revista Pluriverso
William Cerón Gonsalez
Diez reflexiones sobre el colegio
Marcela Atheortúa Florez31
Primer ejercicio de escritura
Espero que cuando grande sepas tener criterio Gerardihño, ahora te dejas
llevar por la mar, no luchas contra el oleaje y cuando grande será igual, si
desde ahora no luchas y te impones con firmeza.
¿Por qué lo ocultaste?, sabes que estuvo mal y debiste hablar, contárselo,
a su madre, a tu tía o a tu abuela, bueno a la abuela para que; ella tiene una
forma de sentir de otro tiempo pero de la misma violencia de nosotros.
Meterle la mano a la profesora Constanza no fue una lección de lujo, ya
sabes las consecuencias, te iras para la casa con tu reputación por el suelo. Lo
ajeno es bueno para el dueño y tú no contabas con ese detalle.
¿Qué lo habrá impulsado a ese acto tan corruptible? ¿Cómo saber que lo
alentó a esa acción, pero más que representación primero fue pensamiento:
tendría hambre o tal vez alguna promesa de un juguete nunca cumplida?
¿Qué puede incubar en el corazón de un niño para motivarlo a tomar algo
que no le pertenece y más si es de la profesora? que recia arrea los niños por
el camino de los números y las letras, de Dios y los animales.
31 Estudiante de la Tercera cohorte (2014-01) de la Maestría en Educación y Derechos
Humanos. Universidad Autónoma Latinoamericana.
Revista Pluriverso No. 2 Enero a junio de 2014
Es improbable que sea motivación propia, debió haberlo incubado desde
antes, fue una reacción a la necesidad y escasez que se vive en la casa no solo
de afecto y atención sino también a algo que toca con lo más finito y menos
transcendente, la comida, el afán por llenar su pancita y quitar ese desasosiego y penumbra que lo envuelve cuando tocan el timbre para el descanso y él
no tiene como negociar las ricuras de la cafetería y menos los objetos todos
llamativos que ostentan su pocos amigos detrás de las rejas de la cancha después de entrar de descanso.
A pesar de su retardo moderado, tiene la opción de vida de terminar rápido los estudios para trabajar en lo que sea y ayudar con la familia para sacarla
adelante.
Hoy, una de las profesoras parece que sabía de la situación por que habló
abierta y directamente de su actitud tan desprovista de repulsa y voluntad
frente a las invitaciones que sus amigos le hacen. Ya estuvo preso del desasosiego y el vértigo cuando paso con agua del grifo la pastilla que uno de sus
compañeros le dio. Fue al que peor le fue de todos los que ocasionalmente
se la tragaron en clase de educación física, aprovechando lo desprevenido y
la tranquilidad presente en las pupilas autoritarias de los dignatarios del conocimiento en esos lapsos de distensión ritual, contrario a lo que es el salón
de clases.
El sojuzgamiento en público o la vergüenza autoritaria, ese fue el dilema.
Yo fácilmente me decidí, no quería verle la cara blanquísima y a veces enmugrada por el carbón de los mapas del Líbano que calcábamos y rayábamos por
detrás con lápiz para su fácil copia, en la clase de sociales, a esa Karina. ¡Qué
empecinamiento el de esa profesora!, queriendo que aprendiéramos y soñáramos con otras latitudes y geografías tan distantes de aquí y que quedan por
el occidente de Asia, cuando difícilmente salgo del barrio para bajar al centro
o paso con temor y alerta por la cuadra del chispero o al lado del hueco.
Los del morro se dan cuenta de mis movimientos dentro del colegio y yo
azaroso me muevo como un pulpo, o quizá será como una medusa, con propulsión a chorro y me piso al cien del Kole, no espero a ver qué pasa por sus
cabezas y a que se decidan por la mía. No, yo no, no voy a ser uno de ellos,
de esos o de los otros tampoco. Pero me inquieta las razones por la que mi
cucha le va tocar venir, todos estaban muy serios, muy cariacontecidos, con
sus facciones enyesadas, no solo porque la coordinadora abusa de Yanbal, y
a mí me gusta más Wisin.
La noche tiene su ritmo, el aire fresco que entra en mi pecho, y el mástil
del vehículo que corta fugaz y electrizante la lujuria de estas calles y avanza
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UNAULA • Revista Pluriverso
Marcela Atheortúa Florez
tras la coquetería de las hembras que recién salen brinconas a las seis, por
estas lomas y yo detrás, persiguiendo, turbado con su olor estudiantil por las
curvas y faldas que se zigzaguean sudorosas y empavonadas de polvo.
La visita dio resultados y uno de ellos pidió que yo no volviera. ¿Y ahora
qué? Para validar debo cumplir quince, todavía me falta. Y mientras tanto
¿qué? Bueno, a las seis salen todos, es bueno pasar a saludar al Gafu, Agonía,
al Mudo, al Coste, Chigüi y ni hablar de las nenas, la Roxi, las Pimpín y a la
Dani, para darles de a besito a todas.
Ya sé que es la hora de salida de ellos, los que están allá, los que todavía
sueñan con los sueños de la profe, me cuentan cosas que pasan, en ese mundo al que ya no tengo acceso, por lo menos no allá, ni ahora; entonces dónde,
cuándo, cómo. En la casa no me van a dar más estudio, o por lo menos eso
fue con lo que me amenazaron, apenas me retiraron papeles; yo pienso que
no era para tanto, no eran demasiadas las razones, pero si tengo suficientes
justificaciones que tal vez ya nunca sabrán.
Arriba del colegio veo a los muchachos jugando en la cancha, ya han pasado varios meses y ellos están por coronar, por ganar el año y yo ganando
la vida aquí en el morro, con una vista templada que domina la comuna, el
parqueadero, la subida para acá y que a veces también los veo en el salón
nuevo cuando los afanes del negocio no me distraen tanto de los recuerdos y
los momentos tan bacanos que pase.
Segundo ejercicio de escritura
Hoy su día estuvo marcado por la violencia, por la violencia de la condición humana cuando es incapaz de enfrentar sus problemas y quisiera ser
como la vela frente al huracán suicida de la tempestad que aprovecha su
furia para avanzar en ultramar.
Pero si fue capaz de poner treinta y siete ceros y cinco anotaciones disciplinarias, cuando lo usual para ella son cinco en un periodo, y lo peor fue
que atacó la dignidad de sus discípulos, refiriéndose en tono despectivo “si
detrás de esa gomina, o detrás de ese maquillaje había algo más, acaso ideas”.
La violencia en el colegio es bien vista por quienes creen en ella como
única posibilidad de salvaguardar el orden, la autoridad y la disciplina.
Hoy su día estuvo marcado por la furia, la furia de la naturaleza que entra
inclemente por las ventanas muecas y que pavorosamente mojan paredes,
cuerpos, cuadernos, sillas, profesoras, estudiantes, pasillos y nidos de avecillas de ciudad; que con la furia propia de la naturaleza, construye su nido
Diez reflexiones sobre el colegio
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entre unas plantitas de jardín en los balcones de once y noveno; que con la
ternura propia de la naturaleza, calienta sus huevos ante las miradas, chismes, murmullos, amores repujados en las paredes.
Hoy su día estuvo marcado por la violencia y la furia, se sintió como si
hubiera golpeado a alguien indefenso, incapaz de responder a la agresión, a
la sinrazón.
Puede parecer irónico, pero no lo es. Cuando ella misma, hablando del
contrato social, le agrego al individualismo y egoísmo propio en la teoría de
los clásicos de la modernidad, la violencia, sin argumentos mayores que el
de su tristeza, al de su limitación emocional, incapacitada para afrontar el
régimen cotidiano del día a día, la normal marcha de la vida que esta signada
de precariedad, ausencia, falta, olvido, indiferencia, escases e iliquidez. Esa
clase de economía y política parecía todo un per forma, como la teatralidad
tomaba vida, el arte se escenificaba en el salón de clase por medio de la mala
representación de la profesora.
La condición del ser humano se podría igualar a la fuerza con que la naturaleza irrumpe en nuestros días azarosos, volviéndolos reductibles, a la
deriva como una simple tempestad. Así quisiera volver su vida reductible y
a la deriva para poderla gobernar, como un almirante conquistador a la quilla de su bergantín por el rio culebrero y de meandros. ¿Qué sabe de ese rio
impetuoso y altanero? ¿No podrá con lo alevoso que es el mar e irremediablemente languidecerá con su cauce en la desembocadura?, o todo lo contrario,
¿se dispondrá a morir/ vivir en la inmensidad del mar? Aspira a desembarcar
en la espuma marina, a chocar en las rocas de algún acantilado. La tempestad
del tres de mayo desgajo su ser.
Tercer ejercicio de escritura
Muros altos, ventanas pequeñas y cerradas que no pase el aire, solo la luz
en algunos casos; que no se establezca el contacto con la calle y que se pierda
la conexión con el mundo de afuera. El crucifijo en el frente, desafiando el
oriente, la bendición y la oración encomendando y ofreciendo el trabajo-sacrificio al todo poder. Ordenados en fila, un silencio aterrador en primaria y
un bullicio abrumador y sordo en bachillerato.
Los salones de clase no son precisamente los lugares para que se despierte y se conmuevan los estudiantes con el conocimiento… Las ganas de
descubrir, la luz de su inocencia, ensombrecida por las audaces evasivas del
profesor…
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Marcela Atheortúa Florez
No conozco mucho acerca de los salones en tiempos anteriores, pero por
lo poco de lo que me ilustrado al respecto, no parece que cambie mucho el
ambiente escolar dentro de un salón de clase.
¿Cómo es el ambiente escolar dentro de tu salón de clase?, ¿es diferente
al mío?
Cuarto ejercicio de escritura
Quería igualar la educación al nivel de los estudiantes, son jóvenes que
se la pasan en Internet asediados por grupos sociales como Facebook, Twiter,
Myspace, hi5 entre otros y consumiendo sobre todo imágenes entre fotos y
videos de todo lo que a ellos les interesa en las distintos buscadores que existen para ello: Google, Yahoo, Hotmail, Altavista, Msn. Además de sus múltiples cuentas de correo y páginas web con las que simpatizan; sus iPod, Mp3
y Mp4, celulares de última generación con múltiples funciones, los ochenta
o ciento y pico de canales que ofrece la teve; la conexión con la comunidad
local y global es impresionante, impensable para tiempos anteriores, la situación glocal que tiene esta nueva generación de mujeres y hombres del
presente.
Los señores y señoras profesores de los colegios de nuestra institución
educativa, del núcleo, de la comuna y zona, y más aún de nuestra ciudad,
tanto de primaria como de bachillerato ¿estarán al tanto de todo esto? De
asuntos como comunidad global, proyectos virtuales, conectividad, las TIC,
comunicación y relaciones virtuales que pasan hacer más deseables y regulares en su interacción que en el mundo de lo tangible y material si se quiere
así entender, lo contrario al mundo virtual.
Y si es así, ¿por qué seguimos trabajando dentro de las aulas de clase,
como lo seguimos haciendo? Estilo siglo XIX, filas ordenadas, más preocupados por hacer anotaciones disciplinarias que por interrogarse acerca del ¿por
qué de su comportamiento?, ¿qué hay más allá de su rebeldía o de su total
apatía e indiferencia?
¿A qué se debe la alta mortalidad académica? Acaso estamos explicando
mal, o ellos, a esos seres que están ahí, como quisieran muchos… quietos,
callados, inmóviles, pasivos, acríticos, no preguntones, no irreverentes, con
modestia dogmática por el conocimiento y claro siempre respetando como
única autoridad y fuente suprema de todo poder y conocimiento al profesor.
¿Entenderán de diferente manera? O ¿en dónde está su mente ahora, dónde gravita su intelecto?, ¿dónde se sitúan sus intereses?, ¿tienen otras pre-
Diez reflexiones sobre el colegio
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guntas diferentes a las que sacamos de libros de ediciones pasadas y de planeaciones educativas descontextualizadas de la órbita de su realidad, de la
vida que viven allá afuera en el barrio, en las calles que suben y bajan como
sus estados de ánimo tan irregulares pero comunes en la actualidad?
Quinto ejercicio de escritura
La tarde está fresca, pero a mí me suben calores por todo el cuerpo. Hablo
de ello con dos compañeras de trabajo y les menciono que joven voy a “cerrar
edad “y ellas no lo ponen en duda, pero mencionan que la presión también
produce esos calores, además de mareos. Recordé que me he sentido mareada, como en dos o tres oportunidades en los taxis en los que me he ido para
la casa con Paola. Ella vive relativamente cerca.
Hoy cuando llegué al lugar donde me bajo del colectivo, me paró una madre
de un estudiante para excusar la ausencia de su hijo al colegio, pero luego comprendí que por más enfermo que estuviera Rodríguez, no iba a venir. Patricia,
la madre, me advierte que en la noche inmediatamente anterior hubo una fuerte balacera entre los combos, y un muñeco en el parqueadero. Y desde antier
se puso maluca la cosa, que mataron a un duro de un combo junto al Conrado.
Con esta muerte se dañó todo, todo el ambiente que se vive es de zozobra.
Se habla de un panfleto amenazante, de que en el día de hoy, a partir del
mediodía, habría enfrentamientos en el sector, los muchachos medirían sus
fuerzas. Primaria salió a la misma hora, once y cuarenta y cinco, pero muchos padres y madres de familia se dejaron venir por sus hijos por temor y
por miedo más temprano. Bachillerato entró a las doce, pero vinieron pocos
estudiantes que no sabían nada de lo ocurrido y que se transportan en vehículos privados de transporte escolar, u otros que viven cerca del colegio, y en
sus casas no se tomaron en serio las amenazas.
Lo cierto es que para las doce y cuarto ya no se veía nadie por la calle.
Los estudiantes fueron reunidos en el auditorio para tranquilizarlos y decirles que la policía está constantemente pasando. Pero el gesto que se dibujó
en la cara de Heidi fue de un… “eso no importa rector”, demuestra que para
los integrantes de los combos esto no importa, igual son muchos y están bien
maniados, con armas de largo alcance y alto calibre. Las jóvenes estudiantes
comentan… “que muchachos tan conchudos, pasaban por la casa con esas
armas tan grandes y no les importaban que los vieran”.
La tarde avanza sola por las calles, canchas y alrededores del colegio.
Todos esperamos el trueno del fusil que interrumpa las conversaciones y
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Marcela Atheortúa Florez
los juegos de Internet, porque clase no se dio; se acompañó a los pocos que
vinieron en los salones y ellos cansados de la espera del rin, prestaron portátiles y se metieron a las páginas que no están bloqueadas como política
del colegio.
Sexto ejercicio de escritura
En Virtual Educa, en la charla taller “la comunicación en el aula como
un proceso de doble vía; a partir de los estándares básicos de competencias, lineamientos curriculares y el PEI, mediados por las tic”, el PhD
Eliseo Ramírez Rincón inició su conversación hablando de los “agujeros negros” y pensé, que iba a ser un discurso muy volado y que poco
me serviría para reflexionar acerca del contexto curricular particular que
tengo en la institución y los intereses de los jóvenes que asisten a mi
clase. Empezó hablando de la geometría euclidiana, que ya no se debería
enseñar más solo como una pieza de museo o como parte de la historia
de la geometría en las instituciones, porque corresponde a unos intereses
académicos pasados válidos y que en la mayoría de colegios sigue siendo
el saber hegemónico en la orientación del conocimiento impartido entre
los docentes.
Aquello, parecía música para mis oídos cuando decía que Stephen Hawking ha dedicado su vida al estudio y desarrollo de la teoría de la relatividad,
llevándola hasta el extremo de su capacidad especulativa con los “agujeros
negros” y que son estas validaciones matemáticas y geométricas las que marcan las preguntas actuales en el mundo de la ciencia. La educación debe de
ser legitimadora del cambio, tener en su seno preocupaciones de contexto y
la construcción del saber en el aula debe responder a las preguntas que se
hacen los y las jóvenes del siglo XXI acerca del universo.
Para hacer del conocimiento una experiencia significante para los estudiantes y para el mismo docente, este último debe actualizarse, informarse,
enriquecerse, validar su conocimiento ante una comunidad académica, que
su labor aporte al empoderamiento del capital social, económico y cultural
que rodea sus muchachos y muchachas; y no solo rendirle tributo a engrosar
su salario, cuando esto viene por plusvalía del conocimiento, la experiencia
y la practicidad para un proyecto de vida, de comunidad, de ciudad y de país.
Fue así como aprendí en este espacio, que la geometría que debe enseñarse en la actualidad a los jóvenes del siglo XXI es la geometría no euclidiana, y que más tarde corroboraría la tesis de este matemático cuando
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indagaba por el tipo de geometría que se enseñaba a los estudiantes de mi
institución. Empecemos por salir de la parroquia mis queridos compañeros
y verificar por medio del conocimiento de punta que hay subconjuntos mayores en el universo que el conjunto dominante.
Pensé que había nacido negada para los números, ahora estoy convencida de que si, tal vez si me hubieran vendido el cuento diferente, me hubiera
comido la carreta; lo digo por la profesora de Jardín o Andes en Antioquia,
no recuerdo bien, que presentó su experiencia al abrir este Congreso y que
vinculó el estudio de las matemáticas de su institución con los cambios
climáticos, las nubes y la humedad atmosférica y esta forma, su forma de
enseñar, le ha valido el reconocimiento internacional y nacional, y también
le ha servido para demostrarle a sus estudiantes las posibilidades que dan
los números a la hora de resolver problemas ambientales y económicos, así
como la cercanía con su mundo, porque los caficultores del suroeste también han aprovechado este conocimiento para su actividad económica que
impacta directamente lo social, lo político y lo cultural en esta región del
departamento de Antioquia.
Hay que endulzar el conocimiento, vincularlo con la realidad, que tenga sentido para los estudiantes y que responda a las preguntas del entorno
inmediato, que sirva, ¡qué carajo! que el estudiante le vea utilidad y que
no solo piense en estudiar algo, lo que sea, o mejor piense, en trabajar
tempranamente buscando el bienestar económico. Está bien pensar en
particular pero haciendo del mundo un mejor lugar, un mundo mejor para
los que vendrán, para los que nos sucederán. Que dos mil años de pasos
por este planeta nos hayan servido para dejar un camino de conocimiento,
de enseñanza, de mejorar la existencia y la relación entre nosotros y la
naturaleza.
En este Congreso me di cuenta de que el mundo material está dispuesto especialmente a partir de un 90% de números irracionales y que esta
proporción no corresponde ni en los currículos ni en la intensidad horaria
de la mayoría de las instituciones educativas de la mayoría de países de
América, por supuesto, la más septentrional. Que aún, en la mayoría de
horas de física y matemáticas, las operaciones que imperan son las algorítmicas y algebraicas que equivalen a números racionales que es lo que
se evalúa en las pruebas saber, pero el mundo material tiene otro orden,
otro dominio, el de los números irracionales; para mí todo el universo
matemático desde segundo de primaria siempre ha sido el de los números
irracionales.
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Séptimo ejercicio de escritura
Las y los profesores tienen una relación ambigua con las tecnologías
de la información y comunicación. Por un lado, les parecen importantes y
decisivas en los procesos de aprendizaje. Pero por otro lado, les genera angustia por el desconocimiento en su manejo, uso, lenguajes y por la erosión
de poder, en su papel tradicional de que “todo lo sabe y lo controla en el
aula de clase”.
El docente como generador de aprendizajes no se debe concebir como
fundador del conocimiento, sino como un incitador a pensar, a conocer, a experimentar. Seducir a los estudiantes en torno a su especialidad, intentar que
se enamoren de la ciencia que promulga, invitarlos a descubrir, a develar, a
conocer y maravillarse.
La posición de los educadores y las instituciones educativas frente al discurso mediático es pasiva, irresponsable, censuradora, no involucra la realidad infantil y juvenil a su ámbito curricular y normativo. Lo educativo anda
disperso, enajenado frente a lo que propone los medios de comunicación. No
orientan, evaden censuran, se pierden en el universo mediático.
No hay democracia en las instituciones educativas; el proyecto de democracia, ciudadanía, sexualidad, por ejemplo, son reflejo de la realidad social
llena de tabú y exclusión. No se integran de manera trascendental en la cotidianidad escolar que requiere de otros marcos de entendimiento y análisis,
de la incidencia de los medios de comunicación en el día a día de nuestros
niños y jóvenes, en sus formas de representación y significación de la realidad y los hechos sociales que se transfiguran ante los ojos de la educación,
proponiendo nuevos retos, perdidas y construcciones.
Nuestra población escolar pertenece a una generación donde son denominados como nativos digitales. Un nativo digital es una persona que esta
naturalizada en uso y manejo de las tecnologías de la información y la comunicación, pero que no necesariamente tiene unos aprendizajes conscientes y
críticos respecto de estas fuentes mediáticas. Los medios de comunicación si
educan, a pesar de no ser su función primaria, en la medida que son agentes
de socialización de representaciones e imaginarios culturales, sociales, económicos y políticos.
Los docentes deberíamos preguntarnos mejor por ¿qué valores se están
divulgando masivamente en los medios? ¿Qué consensos están creando? ¿A
qué noción de democracia representan? ¿Qué intereses buscan? En vez de
rechazar y negar su existencia e incidencia, lo más pertinente es asumir con
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responsabilidad histórica el momento actual y el papel de relevancia de los
medios de comunicación en la construcción de sociedad.
No es posible zafarse de la magnitud de la influencia omnipresente de
estos en los espacios de interacción, de vida. ¿Qué tan democráticos son los
medios de comunicación? No podemos determinarlo solo por la ampliación
en el acceso a las tecnologías de la información y comunicación, en la publicación de las opiniones de los lectores y usuarios en los medios, en la participación inmediatista en los productos informativos y comunicacionales como
un hecho democrático, como una realidad social de civilidad e inclusión.
Lo que nos presentan los medios es una visión de la realidad, más no es la
realidad en su conjunto e integralidad, están generando un sentido, con carácter de realidad, de verdad y certeza. Por ello es importante generar una alfabetización en la gramática audiovisual, en los lenguajes auditivo, visual y escrito.
Se debe propiciar no solo por parte de los niños y jóvenes, sino también
del cuerpo docente un encuentro crítico con los relatos que nos ofrecen los
medios de información y comunicación. Este encuentro pasa con la contextualización de los discursos, la concientización de los aprendizajes, la contrastación de fuentes. Esto sería un comienzo, un acto de transformación, de
responsabilidad con el consumo critico de los medios de comunicación.
Octavo ejercicio de escritura
Me dirigí al grupo de chicas que no paraba de conversar y reír, mientras yo
me esforzaba por explicar y darle relevancia a las implicaciones del capitalismo en la vida diaria y su relación con los conflictos de la actualidad.
Todas muy jóvenes y hermosas. Las increpe aduciendo que la belleza no
les iba a durar toda la vida, y ella, una estudiante, me dijo que “si no sabía
que las mujeres tienen entre las piernas una mina de oro, que con eso consiguen lo que quieran”. En ese momento les hablaba de los modos de producción a través de la historia pasando por las sociedades esclavistas, feudales,
capitalistas y socialistas. Me sentí desarmada, desarmada con estudiantes
que piensan así, que desde muy tierna edad comercializan con su cuerpo.
¿Qué hacer como docente cuando uno se encuentra con esta realidad entre
sus estudiantes? ¿Qué hacer cuando el rebusque de la vida diaria es lo que
determina las formas de estar en el mundo? y más si son jóvenes de una estratificación socioeconómica baja, permeadas por un contexto social de bandolas,
combos y criminalidad. Son niñas que están en alto riesgo de prostitución, de
trata de blancas, de ETS, de consumo de SPA, sobre todo. Esa es su realidad.
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Creo que al final si me entendieron respecto de las maneras de producir
capital.
Noveno ejercicio de escritura
Lola, “no hay derechos sin deberes, no hay libertades sin obligaciones”.
Les reconozco y defiendo en el colegio el derecho que tienen de vivir su
sexualidad, sin exclusión, ni discriminación, pero tienen el deber de manifestarlo excesivamente en otro lugar, no en el restaurante escolar que es
oscuro y cómplice para estos encuentros de tarde.
El rector me reprocha por no hacer la anotación que corresponde según
el manual de convivencia en el numeral... Pero estoy convencida que el
colegio es el lugar para aprender, para equivocarse y corregirse, para reflexionar. Y así como de primera vez no les hago anotación sino llamado de
atención a las parejas heterosexuales, para una homosexual reza igual mi
proceder.
Pienso que estoy procurando la libertad de mis estudiantes, no el libertinaje. Al no proceder coercitivamente, al no apelar a la norma del “manual de
convivencia escolar” para corregir un comportamiento cotidiano en el ámbito escolar que aún hoy con todas las garantías constitucionales se sume en la
clandestinidad escolar y en el reproche docente al advertir que “las estudiantes se nos están lesbianizando”.
“No siempre lo legal es lo legítimo”. Lo que está incluido en el manual de
convivencia casi siempre no es lo que se evidencia en el ámbito escolar, en
nuestras instituciones primero se redacta las disposiciones comportamentales llenas de moralina y autoritarismo del deber ser juvenil, cuando éste
anda por otro lado, siempre innovando, irreverente, asombrado, perturbador,
curioso, anecdótico y revelador.
La normatividad escolar pocas veces conoce de humanidad, siempre quiere seguir modelos, formatos, esquemas de orden y obediencia ritual, sacrifica
lo legitimo por lo legal. Las directivas apelan que todos tienen los mismos
derechos, y que así como a unos (los heterosexuales) se les hace anotación
disciplinaria (que no es para nada formativa sino represiva y violenta) a los
otros también (los homosexuales y demás).
Las orientaciones comportamentales y disciplinarias de la escuela deben servir para que el sujeto aprenda y construya; la comunidad crezca en
términos de convivencia, solidaridad, justicia, inclusión, tolerancia civil,
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religiosa, étnica y sexual por ejemplo. Las indicaciones de las autoridades
escolares deben sopesar los deberes tanto como los derechos, las obligaciones tanto como las libertades del sujeto consigo mismo y con la sociedad.
Pero lo” igualitario no significa que todos en el mismo nivel”. Las personas LGBTI no tienen las mismas garantías políticas y sociales para hacer
valer sus derechos y demandas que en algunos pocos casos son reconocidos
jurídicamente en Colombia. Viene a mí la lucha en el Congreso por legalizar
el matrimonio entre parejas del mismo sexo, el rechazo maniqueísta del pensamiento conservador y tradicional de muchos de los padres y madres de la
patria, se impone y prolonga el reconocimiento de un hecho social como es el
derecho de las parejas homosexuales a contraer matrimonio y adoptar hijos
con todos los alcances que semejante unión conlleva para una sociedad que
se dice de tradición democrática en América Latina.
Pensando en las diferentes manifestaciones de creencias y religiones, aún
hoy, se sigue empezando la jornada escolar con las palabras invocando al dios
católico en un colegio público y con representaciones míticas en los salones,
¿qué garantía tienen los que no profesan lo ordinario sino la excepción? Las
minorías seculares, sexuales por ejemplo. Como lo dice Regis Debray en La
republica explicada a mi hija, “quizá tengan los mismos derechos, pero no la
misma capacidad para ejercerlos. La igualdad de derechos es poca cosa si no
hay igualdad para acceder a ellos”.
No es que se deba legislar según el sexo o la religión, sino que la sociedad
colombiana está inscrita en la exclusión, la violencia y el rechazo para lo
que es diferente, somos un anhelo de democratización social, vivimos en el
ensueño democrático, y no en una realidad donde las minorías tengan cabida
en el orden social y político que queremos construir para nuestro país.
Décimo ejercicio de escritura
¿Por qué compraría preguntas? No se supone que las preguntas corresponden a búsquedas, a ¿náufragos del conocimiento que cada cual tiene? Me
dijeron que por ser a mí, o mejor a nosotros, los que estábamos reunidos en
“la noche”, nos las dejaban a un millón quinientos mil pesos. Preguntas de
sociales, de las ciencias sociales, políticas, económicas e históricas.
No me cuestiona tanto el vender preguntas, mercantilizar con la necesidad de los demás, eso ya está plasmado en la actualidad. Pero ¿qué hace un
profesor o una profesora de ciencias sociales comprando preguntas? Eso no
me entra en el coco.
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Marcela Atheortúa Florez
Cada pregunta que hago en un bimestral o en una sesión de clase, responde por una inquietud, por una necesidad, por un querer llegar a la naturaleza
de las cosas. Qué veo, qué afecta, no solo mi existencia, sino la de los demás,
de manera dramática, que hace de la vida de las personas, trayectos penosos
por los cuales transitar; y espero en el fondo de cada respuesta u opinión, una
propuesta, una ventana para la mejora de la situación problema.
¿Por qué comprar preguntas? Debe ser por la falta de respuestas, por la
mutilación mental y pragmática para un tipo de sociedad, de mundo. Cada
pregunta corresponde a una búsqueda en particular, a una obsesión, a algo
que no te deja dormir. Como hoy, esta noche.
¿Qué es lo que realmente se debe enseñar en las ciencias sociales?
El reconocimiento del territorio y lo local es fundamental dentro de las
ciencias sociales. Las lógicas de ocupación e intereses sobre el espacio dan
cuenta de un sinnúmero de relaciones, las cuales pueden estar representadas
por lo político, económico, comunicacional, religioso, ambiental, ciudadano,
educativo y desde el esparcimiento y ocio, por ejemplo. Conocer mi espacio,
entiéndase este, como cuerpo, sector, barrio, comuna, zona, ciudad, región,
país, es cuestión de supervivencia.
Como ejemplo planteo lo siguiente: A los estudiantes de un colegio ubicado en una ladera o en las faldas de una montaña o colina de cualquier
municipio de Colombia, es bien importante hablarles de los ríos, nevados,
volcanes de Europa y Asia y otras latitudes. Pero este conocimiento, ¿de qué
les va a servir cuando el morro vecino se les venga encima de su colegio o
vivienda por la erosión y las prácticas de tala y quema del bosque? O una
quebrada se desmadre por represamiento al tirar rio arriba, en la bocatoma
basuras o por razones de deslizamiento. La huella ecológica del hombre y la
mujer afecta la comunidad global, pero ¿qué hay de la local? de las revoluciones en micro, de los pequeños cambios que llevan a la transformación de
las prácticas, y estas a su vez crean una cultura de cuidado y equilibrio con
el medio ambiente.
Es bien importante conocer de otras geografías, pero ¿qué hay de la mía?
y de sus problemas y maneras de solucionarlos. Como cultura general creo
que es válido y a veces como en el caso de la ilustración y la revolución
francesa, nos pueden servir como referentes, pero estoy convencida que
hay que adentrarnos en la maraña histórica del país y las regiones y culturas, en la manigua cultural, en la vorágine social para afectar positivamente
Diez reflexiones sobre el colegio
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nuestras prácticas presentes y futuras de todo orden y así, solo así, construir un nuevo contrato social para todos los colombianos y nuestro aporte
a la humanidad.
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Marcela Atheortúa Florez
El pensamiento latinoamericano en
UNAULA: un desafío al despliegue
de lo posible
Marta Cardona López30
El poder no necesita legitimarse con ningún otro tipo de aparato, ni
siquiera con la prensa, le basta solo un mecanismo, al cual recurre constantemente: que es ocultar realidades; le basta eso, porque al ocultar realidades y mostrar solo algunas se produce el fenómeno natural de que
las personas se adscriben a aquello que ven, a aquello que se ha permitido mostrar. Ese es el mecanismo del bloqueo, que es lo que está pasando
hoy en día. Lo que significa que dejamos pasar realidades subterráneas,
dejamos de leer esas realidades subyacentes, dejamos por lo tanto de
ver futuros que no sean lo futuros que muestra el discurso del poder. En
una palabra, no somos capaces de leer más que en términos de relaciones causales, relaciones causales que tienen lugar en un espacio que
está predefinido por los parámetros que impone el discurso del poder,
pero no somos capaces de leer las potencialidades de la realidad.
Zemelman
30 Antropóloga, candidata a doctora en Conocimiento y Cultura en América Latina del
Ipecal de México. Docente de tiempo completo de la maestría en Educación y Derechos humanos de la UNAULA.
Revista Pluriverso No. 2 Enero a junio de 2014
Hace poco nuestra Universidad se dio una cita inusual para Encontrarse y
Conversar con otras y otros sobre algo que siendo difícil de hacer e, incluso,
de nombrar sabemos imprescindible a la luz de nuestras realidades actuales.
Nos citamos para reflexionar, escucharnos y tensionarnos en relación con
una pregunta: pensamos en América Latina.
Esta corta y no ingenua pregunta que configura la doble raíz de sentido;
desde la cual, el colectivo de trabajo de la maestría en Educación y Derechos
humanos y de la línea de investigación: Cultura política, educación y derechos humanos de la Escuela de Posgrados de la Universidad viene haciendo
alusión a si los seres humanos que habitamos este Continente pensamos;
pero, también, a si cuando lo logramos lo hacemos en clave de Continente,
fungió como dispositivo de problematización mediante el cual dinamizar un
espacio de reflexión y crítica capaz de erigirse en la discusión propia de la
madurez intelectual que se afinca en la seriedad de los argumentos y en el
despliegue del sujeto que comprende; y que, en ello, desafía las determinaciones de los razonamientos categóricos que, colmados de certezas, no dejan
más que la instalación de un discurso único hecho a la medida de quienes
nos rehusamos a pensar. Dicho espacio fue el Encuentro de Pensamiento latinoamericano: un desafío al despliegue de lo posible, realizado los días 12 y
13 de mayo de 2014.
En este sentido, el encontrarnos y conversar, nos facilitó darle relevancia
a varios asuntos en relación con la necesidad de pensar y a abrir posibles
de comprensión frente a situaciones y contradicciones concretas como las
que han llevado, por ejemplo, a que América Latina, al tiempo que ha sido
considerado un Continente de esperanza y utopía haya sido denunciada en
el V Foro Urbano Mundial de la ONU, como “el Continente más Desigual” del
mundo y que, en el presente, los registros que arroje sigan siendo tan preocupantes como los denunciados en dicho Foro.
La desigualdad entre ricos y pobres aumentó en América Latina en los
últimos años. Hoy día el 20% más rico acapara el 56,9% de los recursos,
mientras el 20% más pobre recibe apenas el 3,5%. […] El país con menos desigualdad de ingresos en América Latina tiene mayor desigualdad
que cualquier país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) e incluso que cualquier país del Este de Europa.”
En Colombia, es el 49,1% de los ingresos del país el que retiene el 10%
más rico, frente al 0,9% de los más pobres. Así mismo, la urbanización
no ha aminorado la pobreza en América Latina; pues, el número de
pobres ha aumentado vertiginosamente en las últimas décadas: en 1970
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UNAULA • Revista Pluriverso
Marta Cardona López
había cuarenta y un millones de pobres en las ciudades de la región,
es decir el 25% de la población; pero, para 2007 la cifra ascendió a 127
millones de pobres urbanos que representaban el 29% de la población
urbana. En igual dirección, para el 2010, la pobreza rural en Brasil era
del 50,1% de la población, en Colombia el 50,5%, en México el 40,1% y
en Perú el 69,3%. La excepción la hizo Chile, con un índice de pobreza
rural del 12,3% (ONU-Hábitat, 2010).
Concebir el pensamiento latinoamericano como un desafío al despliegue
de lo posible, hace que este se torne, por tanto, en un ejercicio impostergable
para quienes habitamos este Continente de preguntarnos desde lo que somos
y hacemos cómo estamos incorporando esos otros posibles con los cuales
forjar y objetivar las realidades que nos merecemos, quienes creemos en otras
formas de existir a las que nos arrojan cifras como las citadas. Formas de
existencia fundadas en el mandato innegociable de la dignidad y la solidaridad como condiciones inexorables, en la tarea de gestar mundos capaces de
acoger la vida y sus inmanencias como respuesta primera en la construcción
histórica de nuestros destinos.
Así se podría advertir que dos movimientos en emergencia tendrían que
ser objetivados, por parte de los sujetos que con su existencia y haceres signamos el estar-siendo de la Universidad Autónoma Latinoamericana hoy,
teniendo en cuenta sus circunstancias, determinaciones históricas e indeterminaciones:
•
•
La configuración de espacios epistémicos de encuentro, conversación,
reflexión y problematización, desde los cuales potenciar y dinamizar el
pensamiento latinoamericano como una posibilidad de saber quiénes somos y quiénes podemos ser.
El posicionar la Universidad y su comunidad educativa, en general,
como conocedoras críticas, impulsadoras y visibilizadoras del pensamiento latinoamericano, sus protagonistas e impactos, en relación con
las realidades pluriversales del Continente desde los contextos: local,
nacional, regional y global.
Ahora, ante estos movimientos, ¿qué tendríamos que comprender por
pensamiento latinoamericano? Al respecto se podrían dar claves de mucho
tipo; pues, vale reconocer, que dicha pregunta no es para nada reciente, ni
mucho menos novedosa. Sin embargo, siendo rigurosa con el hecho de que
esta pregunta nace en el contexto de nuestra Universidad y que la intención
El pensamiento latinoamericano en UNAULA: un desafío al despliegue...
UNAULA • Revista Pluriverso
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de quien escribe no es hacer un abordaje minucioso de los que se ha dicho
sobre la misma, sino centrar la mirada en lo que podrían ser posibles de
comprensión de la pregunta desde nuestras realidades y necesidades como
comunidad universitaria, diría que el pensamiento latinoamericano se tendría que concebir como:
•
•
•
•
Vivo, en la medida en que es un pensamiento que ha pulsado o pulsa en
seres humanos reales y en vínculo constante con otras y otros, nacidos o
no en el Continente y que, presentes o ausentes, son o han sido capaces
de volcar su comprensión crítica sobre América Latina y sus problemáticas en acciones concretas y trasformadoras de sus realidades.
Epistémico, teniendo como rasgo distintivo que es un pensamiento que
obliga a los sujetos (sea quien sea: niña, hombre, transexual, académica,
indígena, erudito, gitana, obrero, maestra, presidente, intelectual, él, nosotras, etc.), a pensar desde la realidad y, por tanto, a hacerse preguntas
que son pertinentes porque tienen que ver con fenómenos que les afectan directamente como parte de su experiencia vital y que, por ello, no
les es admisible extraerlas de la teoría.
Situado, en tanto es un pensamiento contextuado en territorios simbólicos marcados por coordenadas geográficas y por sujetos específicos.
Por consiguiente es un pensamiento que se ocupa de preguntar por problemas que tienen directa relación con los seres humanos, pueblos, naciones, comunidades, grupos, movimientos, sociedades, gente, personas
que habitan este Continente; y de abordar las comprensiones sobre los
mismos, reconociendo sus voces y saberes en historicidad, superando
los instalados en las academias y discursos institucionalizados.
Pluriversal, porque es un pensamiento afincado en la diferencia radical
que apuesta por la posibilidad de un Continente hecho de muchos mundos fundados en sentidos y construcciones culturales, sociales, políticas,
ecosóficas y económicas de diversa índole.
Bueno, y ante esto, ¿qué sería, entonces, el despliegue de lo posible? Se
podría decir que todas las formas de futuro que podamos concebir desde el
presente, teniendo en cuenta las potencias de dicho pensamiento.
Y ¿qué implicaría el desafío? El desafío circunscribiría dos tareas no menores: de un lado, la construcción de una colocación en consciencia histórica
del sujeto frente a la realidad; y, del otro, una re-significación de la investigación como objetivación de esa colocación.
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Al respecto, en los siguientes apartados se procederá a darle sentido a
dichas tareas.
El pensamiento epistémico como ángulo de mirada y colocación historiada
del sujeto
Uno de los grandes problemas del pensamiento y la consciencia es que
queden atrapadas en las circunstancias; es decir, en aquello que condiciona
o determina. En esta medida, uno de los retos de los seres humanos, en tanto productores de pensamiento y consciencia, tiene que ver con encontrar
formas de pensar que logren superar los grilletes de lo dado, evitando que la
realidad se agote en la teoría.
Bueno, y superar los grilletes ¿qué significa, qué comprende en términos
de movimiento del sujeto?
Ante esto, varios asuntos emergen en relación con el problema: el lugar del
sujeto en la lectura de la realidad (organización del pensamiento, mediante
el cual lee), la pertinencia del conocimiento desde los contextos de realidad
(voluntad y deseo como condiciones de conocer desde esa organización del
pensamiento) y el valor que se le da a la teoría como corpus organizador de la
realidad (potenciación del pensamiento categorial y del sentido).
Así, respecto al sujeto en la lectura de la realidad, se hace necesaria y urgente su incorporación en el discurso: un discurso con sujeto que se haga responsable de arriesgar en prácticas de realidad; un discurso con sentido que
se sitúe como potencia y fuerza en un sujeto consciente. Un sujeto con una
consciencia que, dando cuenta de una forma de pensamiento, la constituya
dándose cuenta de cómo piensa. Por ello es necesario que se pregunte, para
que la posibilidad de la respuesta sea amplia y creativa ante los problemas
mismos que le aquejan, para que la expansión de su subjetividad lo empuje a
arriesgar y a ir más allá de la comodidad ingenua de lo seguro.
Pero, entonces, ¿qué implica esa forma de organización del pensamiento
de la que se habla? Se podría decir que implica un desafío mayúsculo de salir
de los grilletes del pensar que colocan formas estandarizadas, regulativas y
analíticas caracterizadas por la explicación, la búsqueda de certezas, la enunciación categórica, la relación causa-efecto y la reproducción de un lenguaje
en el que la experiencia y la afectación del sujeto que piensa, no tiene valor
alguno en la construcción de su pensar.
Implica aventurarse a pensar desde claves como: la duda, la interpretación
de la realidad; los sentidos de la experiencia; y, la construcción de categorías
con las cuales dar cuenta, en articulación creciente, de lo que se devela de
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esa realidad que es interpelada y leída. Es decir, atreverse a desocultar de
raíz lo que no es permitido que se vea, comprendiendo sus vínculos con las
múltiples dimensiones de la realidad; y, por tanto, dando relevancia al papel
que juegan la consciencia histórica y el pensar político en estos movimientos
del sujeto que necesita conocer y de la realidad que interpreta.
Se habla, entonces, de un sujeto que se incorpora en la crítica; de un sujeto
en la crítica que no se limita a ser solo el sujeto de la crítica. Se alude a un
sujeto recuperado y erguido en su potencia de exponerse y exponer lecturas
de la realidad; pero, también, de imaginar y trazar caminos de transformación de esa realidad leída, a partir de sus afectaciones. De un ser humano
con rostro capaz de leer la realidad como ese conjunto de circunstancias
que lo conforman como sujeto; de circunstancias que lo determinan y, por
supuesto, que no lo determinan. De un ser que habla desde sí, no de si y que
al hurgar en la realidad como un espacio de posibilidades la concibe como
un campo de opciones inagotable.
Dado que pensar es un problema de contexto, la exigencia de la opción,
de la necesidad de transformar la realidad tiene que ver con una suerte de
inconformidad, resistencia y rabia que se incuba en el ser concreto. Por ello,
una cosa es exigir la opción y otra es ser capaz de construir la opción; de
relacionar el conocimiento, el código con el momento y hacer que este responda a ciertas necesidades: es requisito pensar la pertinencia de los temas
en relación con los contextos de realidad y eludir la tentación de aventurarse
en conocimientos inútiles.
No dejar que el lenguaje quede prisionero de ciertos determinismos exige entrar en tensión con el conocimiento organizado, pensar en lo que no
está en el código; o sea, en lo que no se sabe. Pues, desear conocer lo que
no se conoce, no limita al sujeto al mundo cognitivo y conceptual, toda vez
que la realidad desborda lo dado. Hay que buscar formas de razonamiento
que eviten que los discursos se conviertan en dogmas; lógicas constructoras,
modales, abiertas y alternativas del acto de pensar que en su historicidad y
movimiento cuestionen los límites de las lógicas nomológicas y certóricas y,
por tanto, sus logocentrismos.
Lo dado se supera corriendo los límites y estos se tornan posibilidad cuando desde una práctica real y concreta un sujeto historizado lo asume. Lo no
dado es lo que puede crearse como estrategia para fundar mundo siendo
capaz de tomar distancia de lo dado. No hay que permitir que el lenguaje
ahogue la vida: lo existente permite comprender lo dado como una parte de
la realidad y no como lo que nombra la vida en completud que, en este caso,
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es lo que supera lo dado hacia lo no dado en un límite potencial de comenzar algo que desde el lenguaje mismo puede contactar otras expresiones de
la vida. Es fundamental superar la resignación heredada y apostarle a una
memoria que motive el riesgo y el valor de lo incierto: el límite que se corre
comienza en un cuerpo situado que desea descolocarse permanentemente
para articularse con lo no dado como posibilidad.
La realidad social es una construcción en la que pueden emerger múltiples formas de pensamiento y lógicas de entendimiento. En este sentido,
lo epistémico es la forma que contiene la posibilidad de formas; es decir,
de ángulos que pueden dar cuenta de múltiples contenidos. Es una forma
incluyente de posibilidades de formas y enunciados que no se ciñen a un
contenido determinado o unívoco; por ello es epistémico y categorial, y no
teórico, ni conceptual. Como dice Cassirer: es un discurso con múltiples lenguajes, cuyo fin es comprender y no explicar y que apela, ineludiblemente,
a la relación necesidad-historicidad. Necesidad como polisemia de sentidos
y de categorías incluyentes que generan amplitud e historicidad como movimiento del sujeto y sus circunstancias.
El pensamiento epistémico, en tanto forma, postura y colocación del sujeto ante la realidad, implica la voluntad de devenir otro a partir de hacer
algo con el uno que han instituido. Un algo que emergería como diferencia
radical, dado el sentido fundante y siempre presente de la pluralidad de lo
posible. La discusión epistémica es una discusión sobre la construcción de
pensamiento y en este punto aflora la diferencia entre decir algo y la necesidad de decirlo; dado que lo que se dice va más allá del sujeto que habla
como subjetividad, una subjetividad que no construye aislada del resto de la
sociedad.
La investigación como proyecto y trayecto en afectación
Se podría decir que la investigación alude a una necesidad vital del sujeto
de darse respuestas ante lo que le afecta; a un cierto tipo de ejercicio en el que
se implica, complejamente, la multiplicidad de funciones que configuran la
corporeidad de los seres humanos. Investigar trae consigo una postura, una
disposición, una actitud del sujeto, una afectación y un ritmo que propulsa
la incorporación de un cierto movimiento del pensamiento y la consciencia;
por ello, es un hacer anclado en motivaciones de mucha índole, cuyos resultados conllevan, a su vez, consecuencias e impactos diferenciales en lo que
a la realidad se refiere. Lo anterior, porque tras preguntas como para qué in-
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vestigar y desde dónde, se puede comprender la clase de compromiso ético y
político que puede llevar a que la investigación se erija como un mecanismo
o detonador de posibilidades de cambio y transformación de la realidad o
como una simple técnica de reafirmación de lo dado enmarcada en campos
disciplinares delimitados y objetivos institucionalizados, en cuyo haber no
está el descolocar el estado de las cosas.
Lo que se quiere decir es que el sujeto que irrumpe en las dos no es el
mismo; pues, el primero le daría valor a la investigación como proyecto vital:
en tanto propósito, y como trayecto: en tanto camino o senda por la que se ha
de recorrer como medio para llegar a un fin en el que se arriesga lo conocido.
Desde esta perspectiva, entonces, se diría que cuando se investiga, el orden
lógico que nombra la realidad es alterado, toda vez que la investigación pregunta y al preguntar coloca en entredicho lo ya establecido como respuesta
única. En otras palabras abre un espacio de interpelación en el que se duda y,
por tanto, un horizonte de sentido que epistémicamente se compromete con
un cierto modo de construir conocimiento y mirar la realidad; con un sentido
de la crítica que se empecina en des-ocultar y no, meramente, en cuestionar.
Así, en un rescate del sujeto en el ámbito del conocimiento, se le exige a
dicho sujeto pensar en su lugar en la pregunta y sobre el contexto histórico;
es decir, el espacio-tiempo que hace que su pregunta tenga un sentido disímil
a la luz de lo que se denominaría un pensamiento pertinente, en el cual los
discursos emergerían con un sujeto incorporado que se hace responsable de
lo que dice. Con esto se apela a un sujeto capaz de re-significar conocimientos para dar cuenta de realidades presentes; un sujeto concreto, no escindido,
que se expone en totalidad comprendiendo que la realidad es una superposición de acontecimientos y construcciones diversas.
Ante esto el valor dado a lo que se pregunta, en términos de por qué, para
qué y desde dónde, tendría que ver con la necesidad del sujeto de saber sobre
fenómenos y acontecimientos emergentes en los que se verían involucrados,
por supuesto, los problemas de la vida cotidiana. Fenómenos y acontecimientos que vistos críticamente darían cuenta de un sentido de historia, contexto
y conocimiento desligados de las lógicas operativas del orden establecido
que terminan reduciendo las interpretaciones de la realidad a una sola.
En este abrirse para superar los constructos de los determinismos, resulta urgente tomar consciencia de la consciencia que se tiene y dejar de lado
máximas como la de creer que la consciencia se reduce al conocimiento y el
pensar a un mero acto lógico. Esto, porque sólo así se tendría la posibilidad
de romper con los parámetros que aprisionan el pensamiento y que impiden
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que este críticamente demande y funde una hermenéutica sin límites para
des-ocultar lo que el poder hegemónico no deja develar, ni darle sentido de
manera disímil.
El ser humano está determinado por la historia, pero no se agota en esta.
Por consiguiente, la historia no está absolutamente determinada por una explicación causa-efecto; lo cual hace que haya una fisura, un flujo en el que los
seres humanos construyen, transgreden, inventan y deciden en un plano indeterminado de rescate de sí mismos como sujetos. La historia es la expresión de
las discontinuidades y es en cuanto tal que se le requiere como memoria del
pasado, presente y futuro siempre vinculante de la existencia y la vida.
La historia de los acontecimientos invitaría a que la investigación de cuenta
de estos como acontecimientos de corta duración y a proveer conocimiento de
corto tiempo; entendiéndose este como trayecto, trascurso y procesos en complejidad. O sea, no como algo cronológico, sino de sentido y pertinencia que
implica flujos de construcción de la realidad múltiples en lenguajes y sintaxis.
Habría, entonces, que cuidarse de creer que lo que se escribe es la realidad y
exigirse analizar por estratos lo que se mira y abstrae formulando preguntas
pertinentes cada vez más profundas y ambiciosas; modelar una metodología
de lo sutil que en lógica articuladora y sin subestimar ausencias y emergencias
logre correr los límites de la razón instituida, avanzando en la búsqueda de
otros posibles para dar cuenta de la construcción de la realidad social.
Se requiere crear pensamiento traducible en proyectos que des-oculten la
realidad que se necesita o es pertinente comprender para transformar trayectos
de existencia y entrar a superar el problema del conocimiento y la investigación; el cual parece no ser de insumos, sino de forma. Ahondar en una forma
de construcción que se traduzca en creaciones que permitan al sujeto incidir
en la realidad, una realidad no concebida como una mera sumatoria de acontecimientos; sino, fundamentalmente, como relaciones en complejidad.
Así, la noción espacio-tiempo en la investigación plantea problemas puntuales respecto a la forma cómo se aborda un fenómeno en un momento
dado, al alertar sobre los riesgos que se corre al hacerse extrapolaciones o
generalizaciones de los fenómenos a partir de una lectura puntual. En postura de historicidad, cada coyuntura tiene que ser asumida como un momento
abierto-presente; pues, el momento implica una secuencia de situaciones dinámicas en la realidad.
De esta manera, si el sujeto concreto es un sujeto de sus circunstancias,
con sus circunstancias y desde sus circunstancias, la realidad de un momento
lo es solo si se vincula con un sujeto-mundo en afectación. Momento que se
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transforma en espacio de posibilidades para el sujeto que se encuentra inserto a este, en la medida en que su apertura genera la pregunta por qué es lo
que tiene sentido ser conocido y construible.
A modo de reflexión final
Tenemos en nuestras manos una oportunidad histórica única para concebirnos como Universidad desde otros horizontes y hacernos cargo de decidir
nuestro destino de frente a lo que viene aconteciendo en este Continente que
es, querámoslo o no, el territorio en el que están escritas nuestras raíces y,
por ello, nuestros futuros. De la derrota heredada traducida en mediocridad,
justificación, falta de criticidad, violencia, resignación, indiferencia, mínimo
esfuerzo, infamia, mutuo elogio, reproducción en serie, miedo, chantaje, rol,
jerarquía podemos elegir no elegirla y como sujetos erguidos optar por caminos que nos exijan crecer y madurar asumiendo con grandeza y rigurosidad
todo lo que todavía podemos ser o, si lo hemos sido, elevarnos a la máxima
expresión de la autonomía y del compromiso político y ético con lo que siendo transformable, en nuestros entornos más próximos, aún nos rehusamos a
mirar.
Referencias
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y desarrollo. Revista Walekeru, (2). Recuperado de http://edu-library.com/es/walekeru
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Zemelman, Hugo. (2007). El ángel de la historia: determinación y autonomía de la
condición humana. Barcelona: Anthropos.
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se terminó de imprimir en julio de 2014
Para su elaboración se utilizó papel Bond Bahía 75 g,
en páginas interiores, propalcote 250 g en la carátula.
Fuentes tipográficas: ZapfEllipt BT 10,5 puntos para texto
corrido, y Swis721 Cn BT en 20 puntos para títulos.
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