Memorias en mole de olla Cocina y Revolución en Tlaxcala CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES COMISIÓN NACIONAL ORGANIZADORA DE LAS CONMEMORACIONES DE 2010 GOBIERNO DEL ESTADO DE TLAXCALA INSTITUTO TLAXCALTECA DE LA CULTURA Memorias en mole de olla Cocina y Revolución en Tlaxcala Primera edición diciembre de 2010 D.R.© Helena Hernández de Valle-Arizpe Este libro se realizó con el apoyo de la Convocatoria Bicentenario y Centenario Tlaxcala 2010. Apoyo a Proyectos Culturales, financiado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Gobierno del Estado, a través del Instituto Tlaxcalteca de la Cultura. Coordinación editorial Helena Hernández de Valle-Arizpe Diseño editorial Anahí Arroyo Figueroa Corrección Silvia Aboytes Perete Acuarelas Enrique Cambrón Tello Casa Tizatlán A.C. Tulio Hernández 2 Tizatlán, Tlaxcala C.P. 90100 www.casatizatlan.org ISBN Dibujo y grabado Helena Hernández de Valle-Arizpe Fotografía Athi-Mara Magadi Abel Benítez Figueroa De época: Archivo Angulo. Acervo del Museo Regional INAH Tlaxcala Consejera culinaria Rosa de Lima Torres Ramírez Prohibida la reproducción total o parcial de los textos y de las fotografías de la presente edición. Impreso y hecho en México. A mis hijos Ana Elena y Alejandro Prólogo Cristina Barros y Marco Buenrostro L a cocina de Tlaxcala es tan rica como su historia. La presencia de los antiguos mexicanos se hace evidente en Cacaxtla y en Xochitécatl; también en la continuidad cultural presente en poblaciones de origen hñahñú, como San Juan Ixtenco en las faldas del Matlatlcueyetl, o de origen nahua como Contla, Tetlanohcan, Chiautempan o Teolocholco. La herencia tlaxcalteca no sólo está presente en el estado. Al contribuir con los peninsulares en la colonización de la zona norte del país llevaron sus conocimientos a lugares tan lejanos de su territorio original, como son Coahuila y Nuevo León. Los sarapes de Saltillo, el pan de pulque, los dulces de leche, ya con influencia española, son muestra de ello. Como en otros lugares del país, esta rica tradición se encuentra hoy presionada por la presencia de productos industrializados, por un cambio en la dinámica familiar y, sobre todo, por el continuo bombardeo de los medios comerciales de comunicación. Esto lo evidencia el hecho de que los platillos más tradicionales los saben preparar los mayores, los conocen los de mediana edad y los desconocen los jóvenes, como muestra la investigación que presenta Memorias en mole de olla. Cocina y Revolución en Tlaxcala. Prólogo 7 Si bien la Revolución Mexicana abrió la posibilidad de revalorar lo propio y de comer abiertamente las preparaciones tradicionales, hoy la nueva colonización, llamada “modernidad” por unos, “progreso” por otros, “globalidad” por algunos más, nos lleva a actualizar la valoración de lo que nos identifica y enriquece en el contexto mundial. Esto no es difícil en Tlaxcala, donde hay un gran respeto por las culturas ancestrales, presente por ejemplo en las celebraciones patronales y en días tan señalados como los de Muertos. En muchas cocinas familiares encontramos preparaciones sencillas y sabrosas hechas con productos de la temporada, que se esperan con gusto y que despiertan añoranza al ausente. En las celebraciones se prepara una cocina igualmente deliciosa, aunque de elaboración más compleja. Las lluvias traen consigo los caldos de distintos hongos, como los de maguey o los xoletes, y también de quelites, como el llamado lengua de pájaro, la malva o los quintoniles. De las zonas semiáridas del estado, ya sea por origen o por la implacable deforestación, proceden los nopales, que se preparan de muchas maneras, y también las frescas tunas y el xoconostle. Los magueyes corresponden también a estas regiones; Tlaxcala se destacó por sus haciendas pulqueras. De aquella planta generosa que igual da techo que pencas para preparar la barbacoa o el pollo en xoma, se extrae el rico aguamiel que fermentado se convierte en pulque, esa deliciosa y nutritiva bebida presente por siglos en las mesas de todas las clases sociales. También es condimento de salsas como la borracha, y del pollo en pulque que aquí nos presentan. Recién extraído, el aguamiel endulza un sabroso atole, una de cuyas variantes aparece en este libro, junto con el “verde Tlaxcala” que preparaba el abuelo de Helena Hernández. La milpa, ese sistema de cultivo que está considerado entre los más productivos y sustentables del mundo, es cuna del maíz, cereal sagrado con que se hacen 8 Prólogo infinitas preparaciones. Igual se comen los esquites de elote que se hacen tlatloyos, quesadillas, memelas, tacos y gorditas, así como deliciosos tamales, desde los de salsa verde tradicionales hasta los muy propios de Tlaxcala como son los tamales largos o tontos, que armonizan los sabores del mole prieto. A más del ponteduro o de los burritos de maíz azul ligeramente garapiñados con piloncillo, que podrá hacer el lector siguiendo las instrucciones de este recetario. No olvidemos que el maíz acompaña el nombre del estado, pues Tlaxcala proviene del nombre náhuatl para tortilla de maíz. En esa rica milpa se dan también frijoles de distintos colores y tamaños. El ayocote tiene una importante presencia en la cocina tlaxcalteca. Los chiles dan lugar a muy diversas salsas, a una amplia gama de moles, desde los muy sencillos hasta los más elaborados, a cual más exquisito. También a los chiles rellenos y a los chiles capones. Las calabazas, nos ofrecen posibilidades culinarias durante un largo período que inicia en el tiempo de aguas —con sus flores solares de naranja subido—, continúa con las calabacitas tiernas y cierra con la calabaza mal llamada “de Castilla”, que brinda la pulpa para el chacualole, del que Helena Hernández da una sabrosa receta para disfrutar en los fríos días de noviembre. Están, además, sus pepitas, que son muy ricas en dulces, tiernas o ya secas, tostadas con todo y cáscara, aderezadas con sal y finalmente peladas para elaborar los sabrosos pipianes, como el de Tizatlán. De entre los cultivos que se apropiaron hasta integrarlos como parte de nuestra cocina, destacan las habas y los arvejones que, por su semejanza con el frijol, resultaron familiares y gustosos para nuestros antepasados. Así que en Tlaxcala habrá tamales de arvejón y tlatloyos de haba, al igual que de ayocotes, o sopa también de haba, propia de Semana Santa. Otro cultivo importante es el del trigo. Con harina de este cereal los frailes enseñaron a los antiguos mexicanos a hacer panes; las manos indígenas, acostumbradas a manipular el barro, les dieron hermosas formas, algunas de índole religiosa: Prólogo 9 borregos, corazones, medallones y liras; otras más festivas como los panes redondos bellamente labrados con trenzas de la misma masa, jaleas o crema pastelera que, provenientes de San Juan Huauctzingo o de San Juan Totolac, pueden encontrarse en las ferias patronales, incluso más allá de nuestras fronteras; para no hablar del rico pan de queso de Tlaxco, población que colinda al norte con Puebla. Panes que se leudaron muchas veces con los asientos del pulque. Otra novedad fueron frutas como el membrillo o la pera, así como la manera de prepararlas como ate o jalea en los tradicionales cazos de cobre. De todo esto hay constancia escrita en anteriores recetarios, muy especialmente en el que elaboró Yolanda Ramos Galicia en 1993, Así se come en Tlaxcala, que ya es un clásico. La propia Yolanda realizó una labor de difusión de la cocina de su estado natal a través de la Casa de las Artesanías de Tlaxcala, como consta en el desplegable que con el nombre de “Menú tradicional”, se ofrecía en la Fonda del Museo. Ahí aparece el dulce de pepita con miel, los arvejones xoloxtle con nopales, y el caldo de habas con nopalitos, entre otros platillos. Helena Hernández, reconociendo tan importantes antecedentes, hace un alto en el camino para dar cuenta de lo que ocurre en Tlaxcala a cien años de la Revolución Mexicana. Quienes tienen la edad de nuestros padres pudieron escuchar de boca de los suyos lo que ocurrió entonces, y cómo afectó su vida cotidiana. Incluso nos alegran con su presencia en este libro quienes en su niñez vivieron personalmente estas historias. Sus testimonios en el texto de Alán Cervantes enriquecen el presente recetario, en el que además Jaime Sánchez hace un recuento de los sucesos de aquellos tiempos y Efrén Minero reflexiona sobre las relaciones entre la cultura y la gastronomía. Memorias en mole de olla. Cocina y Revolución en Tlaxcala, surge como respuesta al concurso convocado por Conaculta y el Instituto Tlaxcalteca de Cul- 10 Prólogo tura, pero sobre todo de la necesidad evidente de dejar un testimonio que sirva de asidero a las generaciones actuales y futuras, que les permita tener comunicación con sus raíces. Recordemos que la cocina, junto con la lengua materna, es la principal seña de identidad de un pueblo. Con una hospitalidad que de acuerdo con sus amigos le es proverbial, Helena ha invitado en varias ocasiones a muy diversos comensales. Ahí probaron una selección de recetas tradicionales y fueron quienes, antes que nadie, conocieron su nombre y las maneras de prepararlas; les evocaron a veces tiempos idos. Buena parte de esa selección, a la que se han sumado las recetas referidas con mayor frecuencia por las personas entrevistadas, son las que se reúnen en este libro. Entre las tradicionales encontrará el lector, por ejemplo, dos versiones de moles de olla, la de doña Rosa y la de doña Irma. La presencia de chile guajillo en un caso, o el que los chiles y jitomates se asen o se hiervan, así como el sazón de la cocinera, marcan importantes diferencias que hacen que el mismo platillo tenga sabores distintos. Es ahí donde radica la creatividad de quien guisa y son estas infinitas variantes transmitidas de generación en generación las que enriquecen la cocina tradicional mexicana. Como producto adicional del libro, la investigación de campo ha dado por resultado una colección de 300 recetas de entre 1910 y 1930. Son un tesoro por genuinas; la autora las identifica con la cocina de los antiguos mexicanos, una cocina que, por cierto, alimentó de manera tan adecuada a nuestros antepasados, que la región central de lo que hoy es México era una de las zonas más pobladas en el tiempo de la invasión española. La salud de sus habitantes llamó la atención de los peninsulares, al grado de que Felipe II envió al protomédico Francisco Hernández para que investigara Prólogo 11 acerca de la medicina que aquí se practicaba y que se basaba en el uso muy acertado de decenas de plantas. Tenían, además, una alimentación muy sana; Francisco Hernández comentaba que con alimentos extraños para los españoles, los mexicanos “se alimentan y viven muy saludable y agradablemente”. Lo mismo se afirma en las Relaciones Geográficas, censos aplicados por la corona española. Leamos sus comentarios acerca del maíz: (...) no entiendo cómo los españoles, imitadores diligentísimos de lo extranjero y que también saben aprovechar los inventos ajenos, no se han adaptado todavía a sus usos ni han llevado a sus tierras y cultivado este género de grano, que usado convenientemente es sobremanera saludable, tanto para los sanos como para los enfermos, de fácil cultivo, que nace ubérrima y segurísimamente casi en cualquier suelo y está poco sujeto a los perjuicios de la sequía y demás rigores del cielo y de la tierra, y mediante el cual podrían tal vez librarse del hambre y de los innumerables males que de ella derivan. (Cit. en Barros y Buenrostro, La alimentación de los antiguos mexicanos en la historia natural de Nueva España de Francisco Hernández, UNAM, 2007, p. 92). Memorias en mole de olla. Cocina y Revolución en Tlaxcala seguramente contribuirá a enaltecer nuestra cocina tradicional, que no es como se suele decir, una cocina de pobres, sino una cocina que deriva de un profundo conocimiento de la naturaleza, lo que permite aprovechar al máximo los productos de recolección, caza y pesca. Es este conocimiento el que lleva a afirmar a la arqueóloga Yoko Sugiura, que si en Europa hubo una revolución tecnológica, en Mesoamérica hubo una revolución botánica. Con estos conocimientos lograron nuestros antepasados domesticar plantas tan importantes en el mundo como el maíz, el chile, el jitomate, el cacao y la vainilla. 12 Prólogo Hoy se utilizan en México 7 mil especies de plantas con usos experimentados y definidos. El biólogo J. Rzedowsky enumera veinte modos distintos de utilizar las plantas, entre ellos los vinculados con la alimentación, como condimentos, ablandadores, ingredientes para preparar bebidas, conservas, alimentos deshidratados, dulces, platillos especiales, guarnición, aderezos y otros. Esa riqueza deriva de la suma de nuestra biodiversidad (México es uno de los doce países megadiversos y en ese grupo ocupa el quinto lugar), con nuestro mosaico de culturas: 62 etnias originarias, más los grupos de inmigrantes que con el tiempo se asentaron en el país. Esta riqueza debe enorgullecernos; los más jóvenes deben conocerla para no menospreciar lo que incluso en otros países consideran un gran legado. Asociar los quelites o los frijoles con la pobreza, en un país en el que aún vibra el racismo, provoca una gran pérdida. Dígalo si no el alto índice de obesidad debido en gran medida al abandono de nuestra dieta tradicional. Reconozcamos el acierto que es la milpa por su productividad, por las posibilidades que ofrece en cuanto a sustentabilidad y autonomía, así como la gran variedad de productos que puede ofrecernos a lo largo de casi nueve meses. Valoremos la inteligente unión entre el maíz y el frijol, que nos dan una proteína casi perfecta, al igual que el amaranto y en buena medida la chía. Apreciemos nuestros hongos y quelites, o los insectos y gusanos que hoy se valoran en los restaurantes más elegantes como una delicadeza. Regresemos a ese pulque que resulta ser fuente rica de microorganismos saludables que permiten enriquecer la flora intestinal y protegernos de muchas enfermedades, bebiéndolo con gusto, aunque con moderación. Disfrutemos en suma lo que ofrece la cocina de Tlaxcala, que unida a la de otras entidades del país conforma la cocina mexicana, con su amplia gama de sabores, olores y colores. Prólogo 13 En Memorias en mole de olla. Cocina y Revolución en Tlaxcala, las recetas se agrupan de acuerdo con la técnica que se utiliza o con algún utensilio: del molcajete, del comal, del horno, de la cazuela, del cazo, del vitrolero. Se agradece que el recetario cuente con un glosario. También es de señalar el buen gusto del diseño y en especial lo que dicen los rostros de hombres y mujeres de Tlaxcala, sus manos, sus actitudes reflejadas en las fotografías de Athi-Mara Magadi y Abel Benitez Figueroa, dan vida a las letras en esta obra, que bajo el ala de Casa Tizatlán ha generado este grupo de creadores como un homenaje a los hombres y mujeres de Tlaxcala. 14 Prólogo De la adversidad al fogón Helena Hernández de Valle-Arizpe Cada cabeza es un mole Comer no es la cuestión, tampoco vivir, sino por qué. Muriel Barbery L a alimentación es factor de identidad cultural, un ritual cargado de simbolismos, depósito de tradiciones, proveedora del sentido de pertenencia a la comunidad. Como un acto colmado de matices, vinculado con la sensual celebración de los sabores y los aromas, cocinar es un cúmulo de emociones, es la evocación de los placeres sencillos de la vida y del goce de las reuniones. Los tlaxcaltecas preferimos las tortillas de comal, hechas a mano con nixtamal azul o rosa, preparado la víspera y llevado temprano al molino. Nos gusta el mole de guajolote, las tlatlapas, los deliciosos gusanos de maguey, el pulque y sus curados. Las nuevas generaciones prefieren comer pizza con catsup y cervezas mezcladas con pulpo, ostiones, camarones y múltiples salsas corrosivas; hamburguesas repletas de grasas, conservadores y saborizantes o, sencillamente, el contenido de bolsas multicolores rellenas de toda clase de aberraciones. De la adversidad al fogón 17 ¿Por qué otro libro que hable de cocina? La idea de realizar este trabajo surgió del deseo de contribuir al rescate y la difusión de nuestra culinaria tradicional para aportar nuevos datos que enriquezcan el mapa gastronómico mexicano. Al hablar de comida nos referimos a mucho más que a listas, fórmulas y procedimientos. La vida comienza con la alimentación, con las técnicas de encontrar, atrapar, producir, servir y preparar lo que nos llevaremos a la boca. Hoy, este proceso resulta simple: consiste en ir a un supermercado a cazar, pescar y elegir productos empacados, deshidratados, congelados, saborizados, teñidos y manipulados de mil formas… con la pequeña ventaja de encontrar productos del mundo globalizado, del cual es imposible escapar. El periodo revolucionario en México fue una época de crisis que requirió habilidad para aprovechar lo que se tuviera a la mano. Debido a la escasez de maíz, la masa de tortillas se completaba con metzal, producto de la raspa de maguey, con cebada y hasta con olotes. Decía mi abuela Nanda: “No hay mejores maestros que la adversidad y el dolor”. La tradición pesa, a veces en detrimento de la innovación. “Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre”. No hay por qué cerrarse a lo nuevo, a lo contemporáneo; con este libro queremos promover la cocina equilibrada y fina de nuestros abuelos, como una alternativa a la comida rápida de la que nos vemos presas muy a menudo. Deseamos inspirar ideas frescas, fomentar la curiosidad de algunas o muchas personas, pues la gastronomía es dinámica como la cultura, de la que forma parte primordial e indisoluble. Las exploraciones culinarias hacia el pasado son infalibles para entender toda una cultura y conocer la manera de pensar de nuestra gente. Esta investigación está enfocada a la cocina tlaxcalteca de 1910 a 1930, creada por mujeres campesinas, maestras o trabajadoras, que alimentaban a familias numerosas con 18 De la adversidad al fogón imaginación y mucho esfuerzo; conocer sus secretos, escuchar y aprender de sus nostálgicas anécdotas de infancia y juventud, de sus orgullosos relatos de vida, de sus afanes, sus triunfos personales y hasta de sus sacrificios forma parte de la memoria histórica, rescatada en este trabajo, el cual fue realizado gracias al apoyo a proyectos culturales de la Convocatoria Bicentenario y Centenario Tlaxcala 2010. Después de haber recorrido cientos de kilómetros, a lo largo y ancho de nuestro pequeño territorio, apoyada por un grupo de jóvenes, realizamos aproximadamente 80 entrevistas mediante las cuales recopilamos más de 300 recetas antiguas rememoradas a través de la tradición oral; escuchamos elocuentes historias relatadas con espontaneidad y sencillez; de las muchas entrevistas hicimos una selección de recetas, siguiendo al pie de la letra la manera y los ingredientes empleados en la agitada época de “la Bola”; están las que tienen que estar, las clásicas: tlatlapas, arvejones, atoles, tlatloyos, algunos moles tradicionales… y otras más que consideramos delicatessen, dignas de ser recreadas en pleno siglo XXI, por el puro gusto de saborearlas. Este es un primer acercamiento, una pequeña muestra de lo que fue nuestro, de lo que aún podemos apropiarnos porque es una herencia que nos corresponde por derecho. Nos hemos remontado al pasado en busca de comidas auténticas; hemos sido testigos de interesantes debates acerca de la calidad de los ingredientes, de las técnicas antiguas ya en desuso, así como de las reflexiones sobre el orgullo de los depositarios de un acervo casi perdido: “Cuando éramos pobres comíamos mejor, todo tenía más sabor”, repiten muchos. ¿Y qué encontramos? Un cúmulo de riqueza, pequeñas joyas atesoradas con cariño y heredadas por generaciones. También encontramos tristeza por la pérdida de los alimentos que no se prepararán nunca más (ningún cocinero De la adversidad al fogón 19 cocina como nuestras abuelas) o son escasos o se encuentran fuera de nuestro alcance, debido al descuido de nuestro hábitat, la contaminación, el crecimiento urbano, la ya perpetua crisis económica o por simple desinterés; incluso nos hemos visto sorprendidos ante el rechazo de las nuevas generaciones a “comer natural y equilibradamente”. En la aventura de armar el rompecabezas del alma de nuestra gente, nuestros informantes, hombres y mujeres, nos impulsan a continuar el descubrimiento de una tierra que, en parte, ya habíamos olvidado o, desgraciadamente, desconocíamos. Han transcurrido cien años desde el comienzo de una lucha que determinó lo que hoy somos, de ahí la importancia de este rescate histórico. Piedra y barro, vínculo con la tierra Quienes generosamente compartieron con nosotros sus recetas se remiten a las raíces de las que somos fruto; con paciencia nos explicaron las técnicas y el uso correcto de los utensilios usados en aquella época: Con ayuda del ubicuo metate, las mujeres pasaban largas horas, antes del alba y en otros momentos del largo día de trabajo, moliendo el nixtamal, los chiles o las semillas —¡algunas abuelas tenían tres diferentes metlapiles para las tareas de quebrar, martajar o moler finamente!—; del indispensable molcajete salían variadísimas salsas que, en muchas ocasiones, constituían el único alimento junto con las tortillas. 20 De la adversidad al fogón Sobre el tlecuil, el comal de barro daba vida a tortillas, empedrados, tlatloyos, gorditas y tlaxcales; alrededor de éste se cocían calabazas partidas para aprovechar el fuego, “calabaza al fuego bruto”, nos relata doña Eulalia; entre las brasas se cocinaban lentamente tamales tatemados rellenos de ranas, ajolotes u hongos, nopalachitle, camotes, habas secas y xoconostles. Las ollas y cazuelas de barro, previamente curadas, albergaban todos los guisos de legumbres que eran parte esencial de la dieta (arvejones, habas secas, lentejas, ayocotes y otros tipos de frijol), estaban los tamales, los molitos ligeros de olla, los texmoles espesados con masa, los chilpoposos de charales o espinazo, los moles festivos elaborados con profusión de chiles secos y semillas, ¡un lujo! En los hoyos de barbacoa se cocían durante horas, protegidos y saborizados por pencas asadas de maguey y de nopal —que servían de envoltorio—, los guajolotes, los carneros y las liebres. Existía un vínculo indisoluble con la tierra. Las aguas limpias de jagüeyes, zanjas, ríos y ciénegas proveían abundante alimento. Los animales de granja, de caza, además de insectos y reptiles, representaban una fuente importante de la dieta. Durante la investigación nos aventuramos a cocinar algunos platillos poco comunes que remitían a los abuelos a su infancia. Don Rafael tiene el deseo de que al rescatar algo de estas “comidas” se reactive el turismo; don Sergio opina que es importante que las nuevas generaciones volteen al pasado para enriquecer su futuro; doña Trini quisiera que no se olviden los conocimientos que aprendió de su abuela; doña Irma, cocinera erudita y estricta, nos enseñó a tostar los charales como se debe y nos compartió el mole de olla que no es chilango, pues no lleva ejotes; mi querida amiga Yola nos enseñó algunos secretos de su madre, ¡resultó ser una clase magistral! Alejandra, una joven, lloró al probar un chilpoposo de charales, pues la invadieron los recuerdos De la adversidad al fogón 21 de la cocina de su abuela. Doña Rosa, nuestra maestra, durante meses hizo gala de sus conocimientos enciclopédicos de la verdadera cocina tlaxcalteca, cocinando a la manera antigua (con vasijas y comales de barro, carbón y anafres) no desconoce ninguna técnica, ningún detalle trascendente. Las fórmulas coquinarias eran inflexibles. Las combinaciones no eran transferibles, existían reglas inquebrantables. Mucho me costó, a pesar de ser una apasionada cocinera, entender que en la elaboración de estos guisos no se vale inventar ni improvisar ni modificar: el chacualole lleva calabaza —no muy tierna— y sus semillas, canela, caña partida, cáscara de naranja o guayaba (no cáscara de naranja y guayaba). No se pueden perturbar las recetas de las bisabuelas. Aprendí que los arvejones van con nopales o calabacitas y flor o nopalachitle o tenoxtles. “Son comidas diferentes, no se deben mezclar”, dice doña Adelita. En las degustaciones de los diferentes platillos recibí opiniones sobre los sabores: “que si le falta picor, que si le sobra comino, que si las bolas de masa deben ser más pequeñas, que si el sabor de la pipitza fue excesivo, que no se le pone cilantro a tal guiso…” Los jóvenes comentaron que jamás habían probado esos guisados, desconocían el texmole, los charales, el nopalachitle, las amaneguas, los tecoles. Escuché comentarios de asombro y de gusto. Desgraciadamente, también se confirmó que mucho de lo que cocinamos se ha perdido. ¿Qué nos queda? Ponernos a cocinar y buscar, respetuosamente, en los archivos de aquellos que tienen el conocimiento… mientras podamos. Deseamos que este primer esfuerzo, resultado de un puntual trabajo colectivo de investigación, sustentado generosamente por los informantes, el prólogo de Cristina Barros y Marco Buenrostro, la crónica de Alán Cervantes, mi selección final de 124 recetas de la época, la narrativa de Efrén Minero y el recuento histórico de Jaime Sánchez, sirva para el deleite de quienes aún creen que la buena comida provee alegría y facilita la convivencia, para los cazadores de 22 De la adversidad al fogón rarezas, para los profesionales de la cocina y para los jóvenes curiosos que quieran conocer “nuevos” sabores. Actualmente el abanico gustativo de la mayoría de la gente es reducido, debido a una larga combinación de factores como son el triunfo de la comida procesada y global, la falta de tiempo y la crisis que vivimos. Todos tenemos derecho a los placeres de la mesa, a una nutrición que sea fuente de vida, a consumir alimentos sanos, producidos y recolectados sin afectar al planeta. Muchos hombres y mujeres sortearon la adversidad, usaron una aguda imaginación, destreza y valentía basadas en su fortaleza heredada. Esperamos que estos relatos y fórmulas culinarias, ofrezcan ideas y motivación para conocer una cocina accesible y simplemente deliciosa. Este libro es un homenaje a todos aquellos que nos precedieron, que están vivos aunque hayan partido, a los que aún nos enriquecen con su compañía, sus sabios consejos, llamadas de atención y amistad: nuestros mayores, todos aquellos padres, abuelos, tíos y amigos que, al compartir sus recuerdos con nosotros, han dejado huella. De la adversidad al fogón 23 Ardilla frita cocinada en mole Hay muchas maneras de ardillas en esta tierra; unas son grandecillas, larguillas y son de color moreno. Otras hay que se crían en las montañas y en los árboles (...) y otras que llaman tlaltechalutl, porque crían en los maizales, y moran en cuevas y entre las piedras. Pato en mixiote Muchas maneras de patos hay en esta tierra, que viven en el agua y comen peces y coquillos y gusanos y otras sabandijas. Puntas de maguey rellenas de escamoles a las brasas Hay otras hormigas que llaman tlilazcatl (...) críanse en las tierras frías, son pequeñuelas, son negras y muerden. Sus huevos son blancos, en algunas partes los comen y por eso los llaman azcamolli. Tamal tatemado de ajolote Hay unos animalejos en el agua que se llaman axólotl tienen pies y manos como lagartijas, y tienen la cola como anguila y el cuerpo también; tienen muy ancha la boca y barbas en el pescuezo. Es muy bueno de comer, es comida de señores. Renacuajos fritos en manteca con chile verde A las ranas llaman cuéuatl, unas son negras, otras pardillas, son barrigudas y cómense desholladas, había también cazuela de ranas en chile verde. Hay renacuajos que llaman atepocatl ... cómenlos en esta tierra la gente baja. Armadillo en mole Hay un animalejo en esta tierra que se llama ayotochtli, que quiere decir conejo como calabaza; es todo armado de conchas, es del tamaño de un conejo; las conchas con que está armado parecen cascos de calabazas y son muy duros y recios. Tlacuache adobado Hay unos animalejos que se llaman tlacuatl, o tlacuatzin, son del tamaño de un gato (...) tienen una bolsa entre los pechos y la barriga donde meten a sus hijuelos. Este animalejo no sabe morder ni arañar (...) y cuando lo toman chilla y llora; le salen lágrimas de los ojos como a persona. Las definiciones son textos de Fray Bernardino de Sahagún, tomadas del libro Presencia de la comida prehispánica, Fomento Cultural Banamex A.C. México, 1986. Casi como estar en casa Alán Cervantes La Bola: la cosa se puso mal P ara 1928 la Revolución Mexicana había quedado atrás; atrás quedaron los asaltos y los sobresaltos, las vueltas y las revueltas, los suspiros y los disparos. Y es que en 1910 sobrevino un vuelco: le dio un “torzón” —digamos— al orden establecido por don Porfirio Díaz. Hay que reconocer que sí, ni cómo negarlo, que durante más de 30 años se vivió una total pax augusta (o pax porfiria, o calma chicha). Al son marcial de orden y progreso, el presidente Díaz hizo que este país que se llama México creciera y arribara con fastos a la modernidad. Pero tampoco se puede negar que la miel sobre hojuelas deleitaba sólo a algunos privilegiados, consentidos del régimen, mientras que el gran resto, los de a pie, quedaron condenados no sólo a seguir a pie, sino a dar pasos sin huarache. Así que cuando el general Díaz osó presentarse a elecciones una vez más (elecciones de antemano arregladas, igual que las siete anteriores) la gente dijo no, el pueblo dijo ya basta, y no se armó Troya pero sí la Revolución; por cierto, la primera de las grandes revoluciones que inaugurarían el siglo XX. Y no fue Troya pero, como Troya, duró diez años nuestra Revolución Mexicana, y ésta, también conocida como “la Bola” o “la Revolufia”, no estuvo exenta de sus asegunes y sus altibajos. Mucho se ha enaltecido, mucho se le ha criticado. Casi como estar en casa 29 Hay quienes la tildan de “revolución interrumpida”; hay quienes se sirvieron de ella derivándola en discurso oficial. Entre ambos extremos, cualesquiera otras consideraciones se congestionan. Y es que “la Bola” es asunto complicado, múltiple y diverso; controversial debido precisamente a su complejidad. ¿En qué radicaba? ¿En sus ideales, en sus caudillos, en la reivindicación de la tierra, en la transformación social, en la toma del poder? A veces pareciera que el movimiento fue tan tempestuoso que vino a sobrepasar las expectativas y las capacidades de reacción de todomundo. Ni el propio Francisco I. Madero supo la caja de Pandora que abriría con aquél su célebre llamado a la Revolución: su lucha quiso ser antirreeleccionista y dirigida a las urbes, la respuesta que obtuvo fue agrarista y esencialmente campesina; entre una y otra las circunstancias lo rebasaron, tanto, que antes de que pudiera caer en la cuenta ya una bala se lo había llevado (un disparo por atrás, en la cabeza). Luego de este primer caudillo vino otro, luego otro, luego otro… y es muy pero muy curioso observar cómo la historia se va repitiendo idéntica con casi todos, héroes y antihéroes van haciendo su desfile. O quizá sería mejor decir su desfiladero. Comienza con ese señor chaparrito de voz aguda, pero sumamente carismático que fue Madero, quien accede al poder sólo para ser ultimado por un traidor, Victoriano Huerta, quien a su vez accede al poder sólo para ser ultimado por una conjura de sublevados liderados por Venustiano Carranza, quien a su vez accede al poder sólo para ser ultimado por el sublevado Álvaro Obregón, quien a su vez accede al poder sólo para ser ultimado, etc. En el intervalo quedan aquellos que supieron resistirse al poder, Emiliano Zapata y Pancho Villa principalmente, pero cuyo fin no fue distinto: ultimados a traición según la tradición. 30 Casi como estar en casa No por nada Mariano Azuela escribiría en su novela Los de abajo (1916) que la Revolución era como una tempestad, y que quien se metía en ella acababa arrebatado por su fuerza. También nuestro Miguel N. Lira supo advertir las ironías de estos devenires, que aunados a una base ideológica un tanto cuanto evanescente, dio por resultado ese movimiento arremolinado que fue “la Bola” revolucionaria, cuyo prototipo humano quedó plasmado en la figura del semi-ficticio Catarino Maravillas. Escribió don Miguel en su corrido: Primero fue maderista en guerra contra el rural. ¡Que vivan Pancho Madero y don Aquiles Serdán! Madero murió a balazos —¡la cosa se puso mal!— Catarino Maravillas con Zapata fue a pelear. (…) Carranza murió a balazos —¡la cosa se puso mal!— Catarino Maravillas Con Villa fue a pelear. (…) Villa fue muerto a balazos —¡la cosa se puso mal!— Catarino Maravillas se regresa a la ciudad. Zapata murió a balazos —¡la cosa se puso mal!— pero quedaba Carranza y con Carranza fue a dar. (…) Con todo y todo, con sus asegunes y sus altibajos, con sus vicisitudes y sus pendientes todavía pendientes, se puede decir que la Revolución sirvió para por lo menos intentar un cambio social a gran escala. Casi como estar en casa 31 Decíamos que comienza en 1910 y dura una década, que en esto los que saben no acaban de ponerse de acuerdo en señalar cuál es el evento que le pone fin: o la Constitución de 1917, o la muerte de Zapata en 1919, o la presidencia de Álvaro Obregón en 1920, o la muerte de Villa, el último gran revolucionario, en 1920, o incluso más allá, la presidencia de Plutarco Elías Calles, en 1924, o algún otro evento igualmente significativo. ¿No oyes ladrar los perros? Todo cambio, toda transición implica el paso por una etapa de caótico reacomodo durante la cual la vida se vuelve difícil. El orden queda subvertido en lo que se averigua de a cómo van a quedar las cosas. Cada región de nuestro país tiene su participación en este magno proceso. En este tenor, tenemos los grandes escenarios: Chihuahua, Zacatecas, Morelos, y escenarios más modestos, como Tlaxcala, donde sin embargo las cosas también estuvieron de a peso. Terminado el relajo, urgía comenzar la reconstrucción nacional y la vuelta a la cohesión social, proceso durante el cual presenciaríamos el curiosísimo fenómeno de la institucionalización revolucionaria (para quien no lo haya notado, institución y revolución son conceptos excluyentes entre sí, por lo que la “institución de la revolución”, además de ser término cacofónico, es de leso oxímoron). Como sea, las cosas se fueron recomponiendo, al menos por cuanto toca al Estado y al orden constitucional. Pero… ¿y la gente? ¿Qué pasaba con la gente? Sucede que, como siempre, se la pasó mal desde el principio. 32 Casi como estar en casa Nos cuenta, por ejemplo, doña Eulalia: En la noche llegaban los revolucionarios y echaban sus caballos a las siembras a que se alimentaran, y ellos entraban y se llevaban todo lo que había: ollas, hoces, palas y hasta a las mujeres. Sí, si había señoritas y no se escondían de ellos, se las llevaban. A mi mamá le tocó en ese entonces andarse escondiendo. Para que no las encontraran se iban a esconder a las barrancas; hacían unas cuevas y allí se juntaban tres, cuatro, también con la familia. Se iban allí a esconder y tenían que andar vestidas de negro, para perderse en la oscuridad. Don Roberto: Los revolucionarios y los bandidos saqueaban. Vinieron los carrancistas de Puebla; el contingente de los zapatistas se apostó en las azoteas. Hubo un enfrentamiento que duró horas. Hubo leva. A mi tío Ricardo lo agarraron, lo enrolaron, pero desertó y se escondió. Doña Adelaida: Durante la Revolución las gentes se escondían en las zanjas en donde había hierbas. Cuando ladraban los perros les avisaban; corrían a esconderse pues entraban los revolucionarios. Las muchachas se escondían debajo de las varas, las hierbas. Los soldados las echaban a perder. Entraban a las casas; los dueños ya se habían escondido; pasaban a las casas. Hacían maldad. Casi como estar en casa 33 Y doña Tita: En la Revolución enterraban a la gente enrollada en petates (...) Llegaron los zapatistas a saquear la fábrica Xicohténcatl de Santa Ana, pero los obreros regaron tinta para identificar a los saqueadores por sus pies pintados. Violaban a las muchachas. Mi bisabuela tuvo que encerrar a sus hijas, pero como tenía su olla de frijoles en el brasero cuando llegaron, les dio de comer. Tiempos de guerra son tiempos de abusos, de infamias, de fratricidios, y por otro lado son tiempos de carencias y de escasez. Pobreza sobre pobreza y hambre sumada al hambre. La literatura, que todo lo retrata, retrató muy bien a la Revolución Mexicana. El azar de la memoria nos trae un par de escenas. La primera es de la novela ¡Vámonos con Pancho Villa!, de Rafael F. Muñoz: uno de los revolucionarios se queja de que a últimas fechas a la tropa sólo la tienen a “pura agua y pinole”, a lo que un guardia federal le revira: “Pues eso es lo que han tragado toda su vida”. La otra escena es de un cuento de Mauricio Magdaleno (“El héroe de Peñuelas”): igualmente uno de los revolucionarios se queja de que las últimas semanas no han comido “más que tortillas y quintoniles”. En efecto, durante la revuelta la comida se tomaba directo de la tierra; no quedaba tiempo para más. Pero también es cierto —y triste— que aquellos no fueron los únicos tiempos duros. Es de recordar aquella canción de Chava Flores donde uno pregunta: “¿Y la familia?”, y otro responde: “Muy bien gracias; no comió”, con esa facilidad cabrona del mexicano para reírse de su propia desgracia. Ciertamente resulta desalentador observar cómo, más allá de los tiempos que se vivan, México lindo y querido avanza a paso de rengo sobrellevando los 34 Casi como estar en casa mismos lastres de hace cien, doscientos, quinientos años. Se entiende entonces qué quiso decir José Emilio Pacheco cuando escribió: “No amo a mi patria, su fulgor abstracto es inasible”. Y sin embargo… La tierra es bondadosa y procura, por lo que en las zonas rurales, a falta de todo, se tuvo que recurrir a la imaginación, particularmente en lugares como nuestra Tlaxcala, que es breve y sus recursos pocos. Pero aun en su generosidad, la tierra necesita ser trabajada. O como dijeran por ahí: “la tierra es de quien la trabaja”… siempre y cuando haya quien la trabaje. La cosa es que por aquellos entonces, en Tlaxcala la gente andaba muy ocupada, precisamente en pelear por la adjudicación de ese derecho. Así le pasó por ejemplo a don Dionisio, de San Diego Metepec, quien fue presidente de la Junta Revolucionaria, nombrado a tal efecto por el propio general Obregón, cargo por el cual los demás generales debían rendirle parte: “Que hubo tantos muertos por esta parte, tantos por esta… tantas armas que se recogieron; se perdieron”. Lo malo es que no trabajaba mucho el campo por andar en la Revolución. Por su parte, nos dice doña Trini: Había mucha hambre, ya que se descuidó el campo porque los hombres se iban a la Revolución, así que las mujeres se iban al campo a juntar hierbas porque todo se había escaseado. Casi como estar en casa 35 Como me viene la vida, la voy agarrando Comenzamos diciendo que para 1928 la Revolución había quedado atrás y el país había iniciado ya su mencionado reacomodo. Quisimos apuntar tal año porque señala también el nacimiento de don Felipe Corona, don Alejandro Martínez, don Leonardo Cruz, doña Adela Romero y muchos otros más, hombres y mujeres tlaxcaltecas que vendrían a constituirse como la primera generación posrevolucionaria. O dicho de otro modo: son los hijos de la Revolución. Y así como hijos hubo nietos y bisnietos, como doña Josefina Ramírez, doña Eulalia Fuentes, doña Elena Morales, doña Alma Inés Gracia, doña María Cova, don Trinidad Álvarez, doña Tita Lumbreras o doña Alejandra Hernández, quienes atesoran la memoria de lo que sus padres les contaron, o lo que ellos mismos vieron y vivieron siendo niños; recuerdos que ahora recogemos de su voz. Y sí, a veces no se comía más que tortillas y “quintoniles” (o mejor: quiltoniles, de quilitl: término que refiere toda clase de hierbas comestibles). Mi bisabuela –con quien me crié– parecía tener el don de la ubicuidad, y a pesar de haber nacido con el siglo, en 1900, resultaba de un vigor y una salud incansables. Desde muy temprano ya preparaba el nixtamal para las tortillas; iba al campo a recoger hierbitas (quiltoniles, desde luego, y también quelites, verdolagas, malvas, lengüitas) las cuales vendrían a parar en sabrosos caldos y molitos, o por lo menos en unos buenos tacos; además había que poner a cocer —desde pronto porque eran muy tardados— los frijolitos de olla; total que se ocupaba de sus quehaceres toda la mañana y llegada la hora de la comida ya sólo faltaba que me echara una carrera al tinacal de don Manuel para llevarle su pulquito. 36 Casi como estar en casa Tortillas, hierbas y pulque conformaban la base piramidal de la alimentación no sólo en casa de mi bisabuela, sino en el resto de las casas de mi pueblo, San Felipe Sultepec, y no solo en mi pueblo, sino en el resto de los pueblos que conforman nuestra Tlaxcala. Gran parte de la cocina tradicional tlaxcalteca es de origen rural y fue propiciada por la pobreza: ¿Qué íbamos a comer antes sino frijoles y quelites, tortillas y gusanos? Había chinocuiles o tecoles en octubre y en época de lluvias había hongos. A mi bisabuela le tocaron de lleno los tiempos de la Revolución, y todavía recuerdo algunos de sus relatos y muchas de sus comidas. Claro que mis tiempos ya fueron otros y en aquella casa, ya para entonces, se habían acabado las necesidades que la fustigaron en el pasado. Pero a quienes crecieron en las postrimerías de la Revolución les tocó todavía una infancia áspera. Nada obstaba para que los niños, a la par que los adultos, debieran iniciar el día incluso antes del alba. Más todavía: infancia y vida adulta no se distinguen entre sí, las responsabilidades eran las mismas: Nos levantábamos a las cuatro de la mañana para irnos caminando al molino a moler el nixtamal. Yo me levantaba a las cuatro o tres de la mañana, iba al molino a Acuitlapilco, a las cinco ya estaba de regreso; cuidaba a los animales, acompañaba a mis papás a cuidar los terrenos y con la yunta a cuidar el campo... Casi como estar en casa 37 Dice doña Isabel: Empezaba a tortillar a la media noche y se iba caminando desde aquí [San Diego Metepec] hasta San Pablo Apetatitlán, a vender sus toritos y tortillas; tenía que cruzar el río. (Los “toritos” son una especie de tlatloyos de frijol que se retuercen de tal manera que parezcan cuernos y así se echan al comal. El frijol debía quebrarse con el metlalpil y molerse en el metate con un hueso de aguacate previamente hervido en tequesquite.) En San Felipe Mitepec los ejidatarios tenían que caminar cuatro horas para llegar a trabajar sus tierras. Don Leonardo salía de su casa a las dos de la mañana y regresaba a las once de la noche; sólo dormía tres horas; esta fue su vida durante 43 años: Mi madre crió cinco hijos y nos enseñó a trabajar la tierra. “Montarse a caballo” quería decir que íbamos con los pies separados, agachados, arreglando la tierra alrededor de la mata; me sangraban los dedos de las manos. Ya que aprendí, mi mamá me permitió hacer la tarea con un trocito de tejamanil. Anduve descalzo hasta los 17 años de edad. Y cuando se dormía, se dormía sobre el suelo, en “camas” de paxtle (heno). También sobre paxtle las mujeres daban a luz. Sobre paxtle comenzaba la vida. ¿Alguien se acuerda cómo comienza la vida, según Quevedo? Pero también se dice que “al que madruga, Dios le ayuda”, y la ayuda que se requería de la Providencia era mucha, así que mientras no cantara el gallo la vida se diluía en el poco dormir y el mucho soñar. No obstante, aun con esa pobreza lastre, se recuerdan aquellos días con nostalgia no exenta de cariño. Será que después de todo las carencias las lleva uno en los bolsillos, no en el alma que rebosa: nomás me acuerdo. 38 Casi como estar en casa … Yo con mi familia no sufrí, aunque pasábamos semanas sin un centavo... … En la niñez jugábamos matatena, trompo, yo-yo, canicas, rayuela. Con los papalotes hacíamos figuras; las varitas eran con el tallo de chinamite, que es el tallo seco de la milpa, y de polocote, una flor grande, amarilla, que en muchos lados llaman girasol. La cuerda la hacíamos de fibra de maguey; la torcíamos y hacíamos malacates grandes. El pegamento lo hacíamos de la penca del maguey, que le sale una goma que juntábamos en botecitos, le echábamos agua y la hervíamos; ése era el material para pegar el papel de china… … Yo no me arrepiento de mi niñez ni de mi juventud; yo la viví a todo dar… … Gracias a Dios y a mi madre, como me viene la vida la voy agarrando… Algunos niños hasta fueron lo suficientemente afortunados como para ir a la escuela; una fortuna que de todos modos resultaba muy castigadora. Las clases en la primaria Luis G. Salamanca, en el centro de la ciudad de Tlaxcala, comenzaban a las 9:00 am; ya para entonces los niños habían pasado a hacer la labor en el campo. Se iban corriendo, descalzos, a través de los campos, a veces por más de media hora. Al llegar a la escuela me lavaba los pies y me calzaba. Terminadas las clases, volvían para continuar haciendo la faena. … Llegar a Tlaxcala era fácil: todo es bajada. De regreso ya veníamos con nuestra resortera matando lagartijas, cuijes… … Un día el profesor de educación física organizó una carrera de cinco mil metros y gané el primer lugar de la carrera… y sin zapatos. Cien años después todavía no queda claro cómo habrá de hacer justicia la Revolución, pero quizá al cabo las condiciones de vida sí tuvieron su mejora, aunque fuera leve y aunque se debiera más al esfuerzo propio y al rédito acumulado de las desmañanadas. Casi como estar en casa 39 A falta de pan, tortillas La comida es tradición, pero también identidad. Probablemente nada defina más la cultura de un pueblo que su cocina: qué se come y cómo se come. Es en la continuidad donde se fundamenta cualquier tradición. Entre la adversidad, habría de conformarse en Tlaxcala una culinaria peculiar y definitoria. Basta repasar la nómina para percatarse de ello: tlatlapas, tlaxcales, tlatloyos, chileatole, nopalachitle, ayocotes, amaneguas, amamaxtles, xoletes, xoconostle, chilpoposos, texmoles... nombres que denuncian su sustrato y a los que se suman los del mole de olla, las habas enzapatadas, el caldo de malvas, los nopales, los frijoles, las salsas y los infaltables y muy diversos tamales: de coyunda, de ombligo, de rana y hasta de ajolote. Es fácil advertir que, aun dentro de su modestia, se guardan no pocas sorpresas y verdaderos gustos al paladar. La cocina tlaxcalteca, en tanto tradición, es a su vez herencia: pasa de una generación a otra. Asombra ver cómo la memoria emerge con nostalgia, con risa, con pesadumbre, a veces todo a un mismo tiempo, y se relatan las cosas de un pasado ya lejano igual que si hubiese ocurrido ayer. O más aún: con tal nitidez que es como si se le estuviera viendo en ese momento. Se nota en los ojos que brillan, en la mano que parece tocar algo invisible, en la voz que a veces sin querer se quebranta. Y entre recuerdos, más lúcido son aquellos que evocan la comida. Es casi como volver a casa. Memoria de sinestesias: recuerdo de los amas, de los sabores, las texturas: ... Comíamos harto tenoxtle, con arvejones, con habas, frijol molido.... 40 Casi como estar en casa ... A los guisados les añadía una colita de cerdo como un premio para quien se la sacara... ... De beber se tomaba atole de masa con canela y piloncillo... ...¡El mole de Santa Cruz Techachalco pica de a madres!... A doña Francisca le enseñó a cocinar su bisabuela y lo primero que aprendió fue a preparar el atole de masa para el desayuno, endulzado con piloncillo. Mientras que doña Eulalia afirma: Yo por mí todavía guiso lo que me enseñó mi mamá: los quiltoniles, las verdolagas, los quelites. Y ya entrados en memorias, suele ocurrir que de pronto se echa de menos al mismo tiempo que se magnifica cierto procedimiento en desuso, o algunos utensilios, como si con ello se tratase de hacer alguna clase de vindicación frente al tiempo irremisible: ... Los atoles se hacían con maíz molido a puro metate, maíz colorado, azul... ... El atole se pone en olla de barro... ... Las habas secas se tuestan en el comal de barro y se hierven en cazuela de barro... ...Los arvejones se muelen en metate... ...Se cocinaba siempre con manteca de puerco... En el panorama de esta gastronomía se encuentran generalidades igual que particularidades y, aunque somos el estado más pequeño del país, encontramos diferencias según la región e incluso según la persona que la prepare. Un mismo guiso, por tanto, es susceptible de presentar variantes. Las tlatlapas, por ejemplo, tienen una misma preparación a base de frijol amarillo tostado y molido, pero se les puede agregar o bien nopales, o bien flor y calabacitas, así que en realidad pueden considerarse como dos comidas diferenciadas. O bien, los nopales na- Casi como estar en casa 41 vegantes: se hierven con tequesquite, sal y cebolla y luego se le añaden chilpotles, o chile piquín frito, o rajas de cuaresmeños; también en este caso la variante es mínima pero igual hace que constituyan tres comidas distintas. Si el maíz es nuestro pan, el pulque es nuestro vino Tlaxcala significa pan de maíz, que es como decir “tortilla”, es su sentido más evidente, pero que a la vez nos evoca también un origen vital, nutricio: no sólo comemos maíz, sino que somos de maíz. En este sentido simbólico, sin duda el maíz ha sido nuestro pan. ... Y no es que no hubiera pan: Sí había pan, pero necesitábamos mucho dinero pa’ comer un pan; cuando lo llegábamos a comprar pues nos sabía a gloria... Una excepción: en Calpulalpan se consumía poco maíz por ser zona más afecta al trigo y la cebada. Hasta las tortillas solían ser de cebada; o bien, se preparaban éstas con masa y metzal (tiras resultantes de la “raspa” del maguey, de sabor dulce, las cuales también se comían hervidas). No faltaron desde luego las contrariedades, como la que nos cuenta doña Eulalia: ... A mi mamá mi papá la llevó a Calpulalpan una vez y pedían hospedaje porque entonces no había hoteles. Y se toparon que hacían las tortillas 42 Casi como estar en casa de trigo, pero no se podía “sopear”; bueno, no se podían hacer como cuchara. La señora no hacía las tortillas de trigo delgadas, sino que las hacía gorditas. Entonces nada más las remojaban en la comida porque no podían hacer la cucharita. Yo por mí hago la cucharita para comer; yo por mí me gusta mejor hacer la cuchara con la misma tortilla que usar la cuchara... En el último de los casos, las tortillas de trigo gustan más si son dulces, para ello a la masa de trigo molido se le pone azúcar y canela. Por su parte, a la cebada se recurría ora por gusto, ora por necesidad, pues lo que es predilección de unos, es tristeza de otros. Muy cerca de esa zona, en Españita, vive doña Josefina, quien nos dice que como había una extrema pobreza: ... No había ni máiz, así que se revolvía cebada tostada y remojada con el nixtamal para moler los granos en el metate... Es sabido que del maguey no se desperdicia nada: desde el aguamiel, las pencas, el mixiote, el ixtle, el mesote, las púas, los gusanos… y además es generoso: un maguey manso da hasta cinco litros de aguamiel al día. El mesote (que es la penca de maguey ya seca) se usaba como leña y la gente que andaba por el campo cuidando la tierra o los animales lo aprovechaba para prenderle lumbre y en las brasitas calentar la comida. El aguamiel se bebe solo, o se usa para preparar atole; o mejor todavía, para hacer el néctar de los dioses: el pulque. Solía decirse que al pulque “sólo le falta un grado para ser carne” (frase de incierta hermenéutica por aquello de “un grado”). El pulque era, sin duda, la bebida por excelencia y uno acostumbraba tomarlo desde pequeño; con él, cualquier comida era mejor, particularmente la picante: Mientras más picosa, más pulque. Y ya que hablábamos de pan, ¿qué tal un pan de pulque? Se prepara con un pulque dulce, que no esté muy fuerte. La “levadura” se prepara de un día para Casi como estar en casa 43 otro, así que nomás se le echa en vez de agua el pulque a la harina, y al otro día se le agrega el azúcar, el huevo, la canela o cáscaras de naranja, se deja reposar mientras se calienta el horno ¡Y van pa’ dentro los panes! Así pues, la producción pulquera era amplísima y uno podía ver los magueyales cubriendo las hectáreas; vistos desde lejos, eran como sinuosos mares verdes en mitad de la tierra. Tan sólo en los años treinta Calpulalpan producía más de 22 millones de litros al año, según nos informa el cronista de esta ciudad: ... Calpulalpan era entonces un municipio muy grande. Había un dicho: “Pulque y chito, seguro machito”... Lamentablemente, la producción vino en declive y en la década de los noventa acabó por perderse del todo, igual que sucedió con tantas otras cosas. ¿Y los moles? En Tlaxcala existe una gran variedad de moles; moles que nada tienen que ver con el arquetípico mole poblano, sino que consisten más bien en caldos picosos: mole de olla, mole de canela, mole de guajolote, mole de carnero, mole de huitlacoche, mole de pollo con epazote… Así son nuestros moles, tan diversos y a veces tan contrarios como la imaginación de quien los ensaya. Pongamos por ejemplo que el de Techachalco se pasa de picoso y lleva chile mulato, chipotle, ajonjolí. Es tipo pipián, pero aguado. El de Ixtulco, en cambio, 44 Casi como estar en casa es dulce, pues además de estos mismos ingredientes y chile pasilla se agregan también pasas, cacahuates, canela, anís, plátano macho, chocolate (Abuelita, por supuesto), azúcar, almendras y hasta galletas de animalito. Mención aparte merece el siniestro mole prieto de la zona de Chiautempan, espesado a base de grasa de cerdo vertida sin cesar durante horas. Nos ilustra doña Rosa: ... El marrano cortado en cuatro se amarra en morillos que lo suspenden sobre el agua del cazo en donde van los espinazos. Se cuece toda la noche.... La gente nos abre sus puertas, nos convida. Hemos pasado largas y amenas mañanas; hemos compartido los atardeceres. La luz del día se va. En la estufa ya se calienta un pocillo con agua para prepararnos un té para que se nos caliente la barriga. Es tiempo de lluvias; agua y barro. Los campos se avivan con llamaradas verdes. La señora con quien ahora estamos —cualquiera de ellas— se asoma por la ventanita que da a la calle. Se está permitiendo un breve descanso antes de continuar regalándonos esta evocación de su pasado. Su señor entra al cuarto; se levanta el sombrero y da los buenos días, las buenas tardes o las buenas noches. Jala una de las sillas de madera que están en la esquina y se acerca, discreto, a escuchar él también, y a veces a participar con su propia remembranza. Hemos estado ahí, con y sin nostalgia, examinando el pasado, nada más para que no se olvide. Sé que esta escena es inexacta: se debe al recuerdo de muchas casas. De pronto, sin embargo, comienza a oler el té. Y sólo por eso, para no olvidar, más vale ponerse a revelar algunas alquimias: … Si se pasa de cal el nixtamal de maíz azul, las tortillas salen verdes… … Un guiso está sazonado cuando ya no se ve espumita en la superficie del guiso... Casi como estar en casa 45 … El nixtamal para las tortillas debe estar bien lavado, pero si es posible hay que tallarlo con las manos para que salga más sabroso… … Para las tlatlapas hay que hervir el agua con su epazote en rama y poner el polvo de frijol revolviendo mucho, porque si no, se “abodoca”… … Para que el atole no se pegue, se le pone antes a la olla un poco de agua caliente… … La masa del texmol se diluye con los dedos; si se hace en licuadora, se agria… … Los tlaxcales deben hacerse con maíz fresco pero recio, no muy tierno… … El epazote debe ser tierno; si es recio, pica… Oiga comadrita, estos frijoles saben a carnita Por supuesto, no todo era frugal y austero. La carne sí formaba parte de la dieta, si bien no tan cotidiana. De los consabidos, tenemos el insípido pollo los sabrosos res y cerdo (¿qué tal un mole de res, pero con chilacayote recio? ¿O unas costillas de puerco en verde?); o mejor: un guajolote, que en mole resulta plato principal en fiestas, bodas, bautizos y quince años. También está la barbacoa y el chito, carne de borrego cocida y carne de chivo salada, respectivamente. Resulta curioso que el chito era en aquel entonces la carne más barata; ahora, en cambio, es de las más caras. La barbacoa más tradicional y de mejor sabor es la que se mete a un horno cavado en la tierra, 46 Casi como estar en casa adosado con pencas de maguey, debajo de todo lo cual se coloca una olla con zanahorias, garbanzo y arroz, para que ahí “se sude” el consomé. Un procedimiento parecido usaba doña María Cova, pero para preparar su “Guajolote enterrado”: ... Traía yo unas pencas delgaditas. Limpiaba el totol y lo enchilaba con guajillo, vinagre, ajos y cominos molidos. En un agujero grande ponía mucho fuego con leña. Envolvía el totol en la penca y la amarraba con alambre; doblándola, la colocaba en el hoyo... Hubo tiempos en que otras faunas adornaban las mesas y deleitaban el paladar. Todavía hay quien extraña aquellos patos salvajes que migraban desde Norteamérica y paraban en la laguna de Acuitlapilco. Se guisaban en pipián rojo y era para chuparse los dedos. Doña Alma Inés cuenta que la laguna se veía moteada de blanco y pardo de tanto pato como había, mismo que era aprovechado para las comidas de la fiesta de San Sebastián Atlahapa, en enero. Pero se acabaron los patos y ahora esas comidas se preparan con pollo. Por contraste, en Tizatlán las familias criaban patos caseros destinados igualmente a la fiesta del pueblo, que en este caso es en diciembre. Dice doña Rosa que: los hacían en pipián rojo, que era de pura pepita con ajonjolí y chile mulato; lo fríen; queda muy espeso. Ya tampoco quedan patos caseros, puros viles pollos. Tanto gustaban los patos que, por ejemplo, la suegra de doña Elena preparaba su delicioso pato en barbacoa para ponerlo en la ofrenda de “Día de Muertos”. Además de los patos, abundaban las ranas en las ciénegas o las zanjas de agua limpia (que ya tampoco hay). Se limpiaban, se les quitaba el pellejito, quedaba blanca su carne; se les quitaba el excremento, se salaban y se hacían con epazote en tamal tatemado, (es decir, que se envuelven en hojas de maíz y se asan en el comal y no llevan masa). También se preparaban como si fuese caldo de pescado o en mixiotes con chile, cebolla y epazote. Casi como estar en casa 47 Menos frecuentes resultaban las ardillas y los conejos, que se preparaban con guajillo, chile ancho, canela, ajo y comino. Liebre no, por que sabíamos que comía carroña. A partir de aquí uno puede emprenderla por vericuetos más intrincados, pues la cocina tlaxcalteca también se permitía sus pequeños lujos, y ciertas extravagancias, muy a lo gourmet, no faltaba más. Como una pintura nos iremos borrando Es pertinente volver a recordar que toda esta culinaria se originó en humildes y lóbregas cocinas de humo y a consecuencia de una pobreza pertinaz; que todo se cocinaba en traste de barro con manteca; que había escasez de todo. De lo poco es difícil hacer mucho, pero la imaginación no sabe de limitaciones (por el contrario, pareciera que éstas la exacerban). “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar” dice, luminoso, Antonio Machado. Somos efímeros, cierto, pero eso a veces no justifica determinadas extinciones. La cocina tradicional tlaxcalteca se ha ido perdiendo. Nosotros hemos querido rescatar algo, lo más que se pueda, ahora que todavía es posible, y nuestro primer esfuerzo queda en este libro. Por un lado, sucede que quienes heredaron este acervo gastronómico, lo recibieron de sus padres y de sus abuelos, pero los hijos y los nietos de estos 48 Casi como estar en casa herederos no han querido heredarlo a su vez. Los tiempos cambian, quién lo duda, y dado que somos nosotros y nuestra circunstancia, parece haber una condena natural sobre una cocina que se piensa —equivocadamente— pobre, limitada, repetitiva. O peor aún: disociada de nuestro presente que es tan otro, tan posmoderno, tan instantáneo, tan fast-track. Pero, oh paradojas, es nuestro maruchanero presente el pobre, el repetitivo, el limitado. Pero por otro lado estamos en medio de una tragedia ecológica. Ciertamente parte de esta cocina se ha ido olvidando por causa del propio devenir del tiempo y el desinterés de las nuevas generaciones, pero también ocurre que hemos modificado a tal grado nuestros ecosistemas, que montones de especies animales y vegetales van desapareciendo. Eso les pasó a los magueyes, que podían contarse por miles y ahora están en el filo de su extinción. Hasta los árboles de tejocotes y capulines, que todavía en la década de los 60 abundaban, han desaparecido. Alguien todavía recuerda esta imagen inaudita de uno de nuestros iconos más desastrados: En el río Zahuapan el agua era cristalina y con peces, y hasta uno se podía ir a nadar. Lo peor es que hoy por hoy se siguen abatiendo zonas forestales que no volverán a recuperarse, y nadie ignora que a una desaparición le sigue otra, otras, de toda índole. ¿Es éste el precio de la modernidad? Tal parece, pues si antes la modernidad abría caminos, ahora abre autopistas. Nuestro objetivo esencial es la divulgación. Se trata de recuperarla por una razón muy sencilla: nada más que para no olvidarla. Que nos acordemos de ella si ya la conocíamos; que la conozcamos si todavía no lo hacemos. No se trata de darle una oportunidad a esta cocina, sino de darnos a nosotros la oportunidad de probarla: es para saberla pero sobre todo para saborearla, así nomás, por el puro gusto de darle gusto al gusto, que es así como comienzan todas las cosas que valen la pena. Casi como estar en casa 49 Agradecimientos Gracias a mi hijo Alejandro por hacer posible la culminación de este trabajo colectivo. Abel Benítez | Adela Romero | Alán Cervantes | Aldo Morales | Alejandra Castro Alejandra Hernández | Alejandro Martínez | Alejandro y Ana Elena Camus Alfredo Vázquez | Alma Inés Gracia | Ana Franco Torres | Anahí Arroyo | Anamí Velasco | Andrés Herrera | Ángeles Cante | Ángeles Jiménez | Athi-Mara Magadi Aurora Solís | Austroberta Bretón | Barbara Torres | Beatriz Cruz | Camila y Emilio Ánimas | Canuto López | Caridad Llanos | Carito Hernández | Carmen Corona | Carmina Toríz | Catalina Salvador | Catalina Solís | Claudia Hernández Consuelo Rodríguez | Cornelio Hernández | Cristina Barros | Diana Molatore Efrén Minero | Elena Morales | Elena Medina †| Enrique Cambrón | Enriqueta Martínez | Erick Ánimas | Ernestina López | Ernestina Flores | Esteban Jiménez Eulalia Fuentes | Felícitas Márquez | Felipe Corona † | Fer Briones | Francisca Cruz Francisca Flores | Francisco Hernández y Hernández † | Gamalí Pérez Gerardo Hurtado | Germán Ramos | Gladys Rodríguez | Gloria Elena Candia | Guadalupe Baltazar | Guadalupe Ocote | Harmodio de Valle † | Héctor Zárate Un especial reconocimiento a Yolanda Ramos Galicia, por su valioso trabajo de investigación y difusión permanente de la cocina tlaxcalteca, tanto en el ámbito nacional como en el internacional. Hermilo Pineda | Hortensia Pérez | Irma Galicia | Isabel Sosa | Isolda Dosamantes Jaime Sánchez | Jerónimo Briones | J. Guadalupe Pérez | José Pedro Ascensión Josefina Ramírez | Judith Jiménez | Katsumi Kurosaki | Laura Arredondo | Laura Palma | Laurita y Sayuri Carmona | Leonarda Gómez Blanco † | Leonardo Cruz Leticia Roldán | Lidia Ortega | Lorena Cuéllar | Loreto Rancaño | Luisa Domínguez | Luisa Vega | Marco Buenrostro | Margarita de Valle † | María Adelaida Avelino | María Cova | María del Carmen Márquez | María Esther González María Gabina Tlapale | Maribel Pineda | Marisela Guarneros | Marlen Valdéz Michelle Jiménez | Olga Villeda | Omar Mayorga | Pancho Hernández † | Perico Pérez | Rafael Galicia | Rafael Molina | Rafaela Pérez | Ranulfo Rojas | Ricardo Flores | Roberto Romero | Roberto Zamora | Rosa Torres | Rosalinda Vázquez Sara Zavala | Sara Laura Coria | Sergio Ramos | Sergio y Javier Zamora Silvia Aboytes | Sofia Navarro | Teresa Chumacero | Teresa Corona | Tirso Espejel | Tita Lumbreras | Trinidad Álvarez | Tulio Hernández | Yuuki Kurosaki Doña Rosa de Lima Torres Ramírez, coautora de Recetas del Centario, sin cuyo conocimiento y entrega en la elaboración de cada platillo esta publicación no hubiese sido posible. Retratos (por orden de aparición): Rosa de Lima Torres René Jiménez Ángeles Jiménez Tita Lumbreras Aída Jiménez Plutarco Barragán Bernarda Cahuantzi Esteban J. Nava Recetas del Centenario Helena Hernández de Valle-Arizpe Nota de la autora Todas las recetas consignadas en la presente compilación, fueron elaboradas con base en la narración de nuestros informantes, testigos o herederos directos de la época materia de investigación (1910-1930). Ellos mencionaron platillos, describieron ingredientes, recordaron sabores y olores; yo recree su elaboración determinando cantidades, tiempo de cocción e incluso elementos, dándole mi sazón, lo cual fue evaluado por 140 comensales en diez degustaciones realizadas. Las técnicas de preparación empleadas en la época mencionada (el uso de comal de barro, anafre, fogón, metate) las he adaptado a la cocina moderna. Molcajete Recetas del Centenario Salsas Salsa de charales verde Descabece los charales, lávelos y dórelos en una sartén. Muéde tripilla (pequeños) lalos junto con los tomates, el ajo y los chiles en el molcajete 250 g de tomate verde crudo o en la licuadora, cuide que la salsa tenga textura. Añada el 10 chiles serranos cilantro picado toscamente y sal. 1 taza de charales 12 ramas de cilantro 1 diente de ajo Sal Salsa de charales de doña Irma Descabece los charales, lávelos y dórelos en una sartén. Ase 5 chipotles mecos los tomates y los chiles en el comal, remoje los chiles en agua 100 g de tomate verde asado caliente hasta que se suavicen. Muela ajo, sal, charales, chiles 3 dientes de ajo y tomates hasta que la salsa adquiera una consistencia media. 1 taza de charales grandes Sal Salsa de charales con guajillo Descabece los charales, lávelos y dórelos en una sartén. Mue3 chiles guajillos asados la todos los ingredientes en el molcajete. 1 taza de charales grandes 1 o 2 chiles de árbol 5 tomates verdes asados 1 jitomate asado 2 dientes de ajo Sal 66 Recetas del Centenario Molcajete Salsa verde con pipitza Muela en el molcajete los tomates con los chiles y la sal. Pique 250 g de tomate verde asado las hierbas toscamente, mezcle con cebolla. Adorne con el 5 chiles serranos 1 a 2 chiles locos asados y pelados aguacate. Sirva inmediatamente. 1/3 de taza de hojas de pipitza 1/2 taza de hojas de cilantro 1/4 de taza de cebolla picada 1 aguacate cortado en cubos pequeños Sal Salsa verde con tecoles Muela en el molcajete chiles, ajo, cilantro y sal, agregue los 5 chiles serranos tecoles, los tomates, y muela hasta obtener una consistencia 1/2 diente de ajo media. 8 ramas de cilantro 1/2 taza de tecoles tostados 250 g de tomate verde crudo Sal Salsa con nopal Corte el nopal en cuadros pequeños, muela en el molcajete 1 nopal asado con ajo, sal, chiles y el jitomate. Agregue el cilantro, la cebolla 1/2 diente de ajo y sal. 4 chiles serranos 1 jitomate asado 3 ramas de cilantro picado 2 cucharadas de cebolla picada Sal Recetas del Centenario 67 Salsas Salsa de zívicos o guajes 10 chiles serranos 4 jitomates Las semillas de 24 vainas de zívicos o guajes, equivalentes a 1/2 de taza 1 diente de ajo crudo Ase los chiles verdes y los jitomates en un comal hasta que muestren manchas oscuras, reserve. Tueste los zívicos durante 5 minutos. Muela en el molcajete el ajo, chiles y sal, agregue jitomates y la mitad de los zívicos, siga moliendo. Sirva del molcajete adornando con el resto de los zívicos. Sal Salsa de berros y rábano largo 1 manojo de berros 4 a 6 chiles serranos 3 jitomates guaje asados 1/2 rábano largo o 6 rabanitos redondos picados 3 cebollas cambray picadas Sal Lave y seque los berros. Caliente un comal y ase los jitomates volteándolos durante 10 minutos, ase los chiles hasta que doren. Corte el rábano en cubos de ½ cm, pique los berros con sus tallos. Muela en el molcajete chiles, sal y jitomates. Revuelva la salsa con el rábano, los berros y la cebolla añadiendo sal. Esta salsa-ensalada se comía en tacos con unas tajadas de aguacate, a veces como único alimento. Salsa de toritos* 1 taza de toritos 1 cucharadita de manteca 10 tomates verdes crudos Lave los toritos. Caliente una sartén, agregue la manteca y fríalos, hasta que doren. Muela en el molcajete chiles, ajo, sal, los toritos y los tomates. Sirva del molcajete. 2 dientes de ajo 6 chiles serranos *Insectos que plagan el aguacate cubriendo sus ramas. Sal 68 Recetas del Centenario Molcajete Salsa de xoconostles con chile morita Pele los xoconostles, córtelos a la mitad y retire las semillas con 5 xoconostles asados hasta una cuchara, píquelos. Machaque el ajo y la sal en el molcajete, que las cáscaras se tatemen agregue los demás ingredientes y muela. Sirva del molcajete. 12 chiles morita fritos hasta dorar 2 dientes de ajo Sal Salsa de xoconostles con chile de árbol Pele los xoconostles y retire las semillas con una cuchara, píquelos. Machaque la sal y el ajo en el molcajete, agregue los xoconostles pelados, los tomates y los chiles, muela hasta obtener una salsa con textura media. 3 xoconostles asados hasta que se tatemen sus cáscaras 6 tomates verdes asados 1 diente de ajo 8 chiles de árbol fritos Sal Salsa de chipotle rojo con pulque y ruda Ase y después remoje los chiles. Córtelos en trozos. Muela en el molcajete el ajo con la sal y la ruda, añada los chiles y siga moliendo. Ya que esté martajado, agregue el pulque y mezcle perfectamente. Esparza cebolla por encima. Sirva del molcajete 12 chipotles limpios y desvenados si lo desea 1 diente de ajo 1/2 taza de pulque 3 cucharadas de cebolla picada 1 cucharada de hojas de ruda fresca Sal Recetas del Centenario 69 Salsas Salsa de los 7 chiles 4 chipotles rojos 2 chiles de árbol 4 chiles morita 2 chiles anchos 2 chiles guajillos 1 chile pasilla Desvene algunos chiles si desea atenuar el picor. Caliente un comal, ase el ajo y los chiles. Desgárrelos, muélalos con cuatro dientes de ajo, seis tomates verdes asados, tres jitomates asados, 1/4 de cebolla 1/2 taza de agua en la licuadora, cuidando que conserven cierta textura, agregue agua si fuera necesario. Añada sal. 1 cucharadita de chile piquín Salsa de guajillo de la abuela de doña Rosa Remoje los chiles en agua caliente durante 15 minutos. Muela 1 jitomate asado en el molcajete el ajo y la sal, agregue el jitomate y los chi2 dientes de ajo con piel les desgarrados con las manos, muela hasta obtener una salsa Sal martajada. 8 guajillos enteros y asados Salsa de chile cascabel Fría los chiles en la manteca. Muela en el molcajete junto con 1 cucharadita de manteca la sal, el ajo y el agua necesaria para obtener una salsa espesa. 16 chiles cascabel sin rabo 3 dientes de ajo 1/3 de taza de agua Sal 70 Recetas del Centenario Molcajete Salsa de venas Caliente un comal y tueste las semillas y la canela cuidando que no se quemen. Muela en el molcajete sal, ajo, canela, semillas, agua y sal. Debe resultar una pasta espesa para untar en tortillas. Se puede conservar durante varias semanas en refrigeración. 1 taza de semillas y venas de varios chiles secos como mulato, pasilla y ancho 3 dientes de ajo con piel 1/2 cm de canela en raja 1/4 de taza de agua o la necesaria Sal Salsa de venas con cacahuate Caliente una sartén y tueste el cacahuate hasta que empiece a dorar, retírelo. Enseguida tueste las semillas y venas. Fría los chiles y el ajo en aceite hasta que doren. Muela todo en el molcajete agregando un poco de agua, debe tener una consistencia de pasta. Agregue las venas a su gusto. 1/2 taza de cacahuate pelado y limpio 1/2 taza de semillas y venas de chile 1 cucharada de aceite vegetal 3 a 6 chiles de árbol 1 diente de ajo Sal “Muchas veces este era el único relleno de los tacos” Salsa de cacahuate y guajillo Caliente una sartén con la manteca. Dore el cacahuate, retírelo y fría los chiles con el ajo hasta que doren. Muela en el molcajete todos los ingredientes con sal y el agua necesaria para obtener una salsa espesa. 1 taza de cacahuate pelado 1 cucharada de manteca 4 guajillos desvenados y fritos 2 chipotles rojos enteros fritos 1 diente de ajo con piel 1/3 de taza de agua Sal Recetas del Centenario 71 Sugerencias para taquear Chito tostado 4 porciones 250 g de chito lavado (carne seca de chivo) Corte la carne seca en rebanadas delgadas, caliente un comal y tueste el chito por ambos lados hasta que dore. Esta carne se colocaba alrededor de un molcajete con salsa de chipotle al pulque para hacer taco, según los recuerdos de Ángeles, de Ixtulco. Gusanos de maguey fritos (Meocuilin) 5 porciones Lave los gusanos, séquelos con un trapo. Caliente la manteca 2 cucharadas de manteca en una cazuela y fríalos hasta que doren y estén crujientes, Sal espolvoréelos con sal. Sirva acompañados con su salsa favorita y pequeñas tortillas recién hechas. 500 g de gusanos Lengüitas* 6 porciones 1 k de lengüitas limpias y lavadas 1 cucharada de manteca 1/2 cebolla picada finamente 1/4 de taza de agua Sal Caliente una cazuela, agregue la manteca y acitrone la cebolla, añada las hierbas, agua y sal. Tape la cazuela y deje cocer a fuego bajo durante 5 minutos, exprima el exceso de humedad. Acompañe con tortillas y salsa picante. Puede sustituir las lengüitas por quelites. * Hiervas silvestres de la familias de los quelites 72 Recetas del Centenario Molcajete Quintoniles amasados 6 porciones Limpie y lave los quintoniles retirando las raíces. En un molcajete muela el ajo y la sal. Caliente una cazuela grande, agregue la manteca, añada los quintoniles, sal y tape la cazuela durante cinco minutos. Remueva los quintoniles y vuelva a tapar, deje cocer otros cinco minutos. Exprima los quintoniles y mézclelos con el ajo molido y la sal. Amase todo hasta obtener un relleno para tacos. Se acompañan con salsa verde o roja. 1 k de quintoniles 1 cucharada de manteca 10 dientes de ajo picado Sal Pante* a las brasas 4 porciones Corte dos pliegos grandes de papel aluminio, encímelos en forma cruzada. Unte la manteca, coloque los hongos enteros o en trozos grandes encima, distribuya la manteca, el epazote y las rajas sobre éstos, espolvoree con sal. Cierre el paquete herméticamente y colóquelo sobre brasas blanquecinas. Voltéelo algunas veces durante 20 minutos. Otra opción es asarlo sobre un comal. Sustituya el pante por otros hongos silvestres grandes enteros, pueden ser mantequilla, llaneros o yema. 2 hongos pante muy grandes o los equivalentes a 1 k 12 hojas de epazote 2 cucharadas de manteca 2 chiles cuaresmeños en rajas Sal * Pante es un hongo silverstre común en Tlaxcala. Recetas del Centenario 73 Comal Recetas del Centenario Maíz y trigo Nixtamal Lave el maíz, colóquelo en una olla y agregue el agua. Disuelva 8 tazas de agua la cal en 1 taza de agua y vierta a la olla. Ponga la olla al fuego 2 cucharadas de cal disueltas y deje hervir cinco minutos, apague el fuego y deje reposando en 1 taza de agua una noche. Enjuague el maíz y llévelo al molino.Guarde esta agua o nejayote, para curar cazuelas y comales. 1 k de maíz Tortillas de maíz 1 k de masa de nixtamal 1 prensa para tortillas Tome una ración de masa y forme una bola de 4 cm de diámetro, cubra la prensa con un plástico y coloque la bola en el centro, cubra con otro plástico, prense y retire el plástico superior. coloque la tortilla sobre la palma de la mano y extienda el disco de masa sobre el comal caliente. Déjela cocer 30 segundos y voltéela varias veces para que se termine de cocer. Coloque las tortillas en un chiquihuite forrado con una servilleta de tela. Para evitar que se peguen las tortillas unte el comal de barro con agua en la que se disolvieron 2 cucharadas de cal. Tortillas de trigo entero Amase el trigo molido con sal y agua. Haga tortillas como se Agua, la necesaria explica en la receta de tortillas de maíz. 1 k de trigo limpio, lavado y molido Sal 76 Recetas del Centenario Comal Quesadillas de quelites Limpie y lave los quelites quitándoles los tallos y raíces. Caliente una cazuela de barro, añada la manteca, fría ajo y cebolla sin que doren, agregue los quelites y tape la olla, déjelos cocer por 5 minutos. Colóquelos en una coladera para retirar el exceso de humedad. Pique los tlalitos y agréguelos a los quelites. Caliente un comal, haga una tortilla, colóquela 30 segundos en el comal, voltéela, cuézala 30 segundos, rellénela con quelites, dóblela y deje que se cueza volteándola varias veces. 1 k de masa de nixtamal 1 k de quelites 3 dientes de ajo picados 1/4 de cebolla picada 250 g de tlalitos* 8 ramas de epazote, las hojas 2 cucharadas de manteca Sal Los tlalitlos son los gorditos del chicharrón, puede En lugar de quelites puede usar espinacas o quintoniles. sustituirlos por chicharrón prensado. Empedrados de arvejón Caliente un comal de barro y tueste los arvejones hasta que empiecen a dorar, lávelos y cúbralos con agua, déjelos en remojo durante 2 horas. Mezcle la masa con la manteca, sal y el anís. Tire el agua de los arvejones y mézclelos con la masa. Forme gorditas de 8 cm de diámetro y cuézalas en el comal volteándolas varias veces. Acompáñelas con una salsa bien picante. 1 k de masa de nixtamal 2 cucharadas de manteca 2 cucharaditas de semilla de anís molida 250 g de arvejones Sal Estos empedrados constituían muchas veces el itacate que los campesinos llevaban, junto con el agua o pulque, a sus tierras de labor. Recetas del Centenario 77 Maíz y tamales tatemados Tlatloyos 1 k de masa de nixtamal 3 cucharadas de manteca Sal Mezcle la masa con la manteca y sal. Tome porciones de ésta y forme una gordita ovalada. Coloque una cucharada de relleno en el centro y cúbrala con la masa. Aplane con las palmas de la mano hasta emparejar. Cueza los tlatloyos en comal a fuego medio, volteándolos algunas veces. Cómalos así o fritos en manteca, con salsa, cebolla picada y queso desmoronado encima. RELLENO DE FRIJOL 3 tazas de frijol cocido, escurrido y molido Caliente una cazuela, añada la manteca y fría la pasta de frijol molido hasta que se reseque, removiendo. con 4 hojas de aguacate frescas 4 chiles serranos y sal 1 cucharada de manteca RELLENO DE ARVEJÓN 3 tazas de arvejón cocido, escurrido y molido con 2 dientes Caliente una cazuela, añada la manteca y fría la pasta de arvejón molido hasta que se reseque, removiendo. de ajo y sal 1 cucharada de manteca RELLENO DE HABA SECA 3 tazas de haba seca con cáscara cocida escurrida y molida Caliente una cazuela, añada la manteca y fría la pasta de haba molida hasta que se reseque, removiendo. con 4 hojas de aguacate frescas 2 chiles serranos y sal Adórnelos con salsa, cebolla picada y queso desmoronado. 1 cucharada de manteca 78 Recetas del Centenario Comal Los tamales tatemados no llevan masa ya que el contenido se envuelve en hojas secas de maíz (totomoxtle), que se amarran y se cocinan sobre el comal. Para cada tamal se requieren 5 hojas remojadas que se enciman, dentro de las cuales se coloca el relleno, se amarran con tiras de hoja o hilaza formando paquetes. Una vez armados, se colocan en un comal a fuego medio y se voltean varias veces hasta que el contenido esté cocido Tamales tatemados de menudencias 6 tamales Abra las tripas con tijeras, vacíe y limpie, lávelas perfectamente y remójelas en agua mezclada con el vinagre y la sal gruesa durante 20 minutos, escúrralas y lávelas. Córtelas en trozos de un centímetro y mézclelas con el resto de los ingredientes, reparta entre los tamales. Cuézalos sobre el comal a fuego bajo durante media hora, volteándolos frecuentemente. 30 hojas de maíz remojadas 1 k de tripas, corazones e hígados de pollo 4 tazas de agua 2 tazas de vinagre 1 cucharada de sal gruesa 250 g de tomate verde, crudo y picado 1 cebolla picada 3 dientes de ajo picados 6 ramas de epazote, las hojas 8 chiles serranos picados 2 cucharadas de manteca y sal Tamales tatemados de hongos 12 tamales Limpie y lave los hongos, píquelos toscamente, colóquelos en un recipiente grande y mézclelos con el resto de los ingredientes, reparta entre las hojas preparadas como se explica anteriormente. Átelos con hilaza y cuézalos sobre el comal durante 15 minutos. 30 hojas de maíz remojadas 2 k de hongos silvestres ( tecajetes, yemas, trompetas y enchilados) 3 cucharadas de manteca 10 ramas de epazote, las hojas 6 dientes de ajo picados Sal Recetas del Centenario 79 Tamales tatemados y gorditas Tamales tatemados de ajolotes 6 tamales 12 ajolotes 30 hojas de maíz remojadas 6 chiles cuaresmeños cortados en rajas, desvenados, si prefiere 6 ramas de epazote 1 cebolla chica cortada en lunas 4 jitomates en rebanadas 6 cucharaditas de manteca Destripe los ajolotes con ayuda de un cuchillo filoso, lávelos bien. Encime 5 hojas para cada tamal, rellénelos colocando 2 ajolotes en cada uno y reparta el resto de los ingredientes sobre éstos. Ciérrelos, amárrelos con hilaza y cuézalos sobre un comal durante media hora a fuego bajo. Los ajolotes se destripaban con púas de maguey. Si prefiere retíreles la piel, la cabeza y las extremidades ya que su apariencia puede ser desagradable. Sal Tamales tatemados de rana 6 tamales Divida las ancas en 6 porciones y colóquelas en las hojas precortadas en dos viamente preparadas. Reparta el resto de los ingredientes en1 chile pasilla cortado en finas tiras tre los tamales. Ciérrelos, átelos. Cuézalos en el comal durancon tijera te media hora a fuego bajo. 1 k de ancas de rana limpias 6 a 12 corazones de chile pasilla Los corazones de chile seco son el cúmulo de venas que se 6 ramas tiernas de epazote encuentran debajo del rabo. 1/2 cebolla cortada en lunas 2 cucharadas de manteca Sal 80 Recetas del Centenario Comal Gorditas de piloncillo Mezcle la masa con 2 cucharadas de manteca, el piloncillo y la canela. Amase hasta que se amalgame la mezcla, forme gorditas de 8 cm de diámetro y medio centímetro de espesor. Cuézalas en el comal. Si lo desea fríalas. 500 g de masa de nixtamal 100 g de piloncillo rallado 1 cucharadita de canela molida 2 cucharadas de manteca 1/2 taza de manteca para freír las gorditas , opcional Tlaxcales Desgrane los elotes y muélalos en el procesador de alimentos junto con la canela, el azúcar y las guayabas. Haga bolas de 8 cm y déles forma de triángulos de medio centímetro de grosor. Caliente un comal de barro y coloque los tlaxcales, volteando varias veces hasta que se cuezan. 5 elotes recios 1/2 taza de azúcar 1/4 de cucharadita de bicarbonato 1/2 cucharadita de canela molida 3 guayabas sin semillas Estas gorditas dulces son tradicionales en Tlaxcala. Suelen prepararse en época de cosecha. Puede omitir las guayabas. Recetas del Centenario 81 Olla Recetas del Centenario Caldos Caldo de malvas 8 porciones 2 l de agua 1 k de malvas 2 manojos de flores de calabaza 250 g de calabacitas tiernas 3 elotes tiernos desgranados 1/2 cebolla picada Limpie y lave las malvas y las flores por separado. Desgarre las flores. Corte las calabacitas en cubos de 1 cm. Hierva el agua en una olla de barro, agregue ajo y cebolla, después los granos de elote y las calabacitas con un poco de sal. Deje cocer 10 minutos, añada las malvas, el bicarbonato, las flores, la pipitza y el cilantro, deje cocer a fuego bajo 10 minutos más. 2 dientes de ajo picados 1 pizca de bicarbonato Este caldo simple y campesino requiere mucho cuidado, pues “las mal- 4 ramas de pipitza, las hojas vas se ponen amarillas o negras y hasta babosas si no se sabe calcular 6 ramas de cilantro, las hojas los tiempos y los ingredientes; puede o no llevar los granos de elote”: Sal doña María Cova. Caldo de guías de calabaza 8 porciones 2 l de caldo de pollo desgrasado 500 g de guías y hojas de calabaza cortadas en trozos de 4 cm 2 elotes desgranados 250 g de calabacitas tiernas cortadas en cubos de 1/2 cm Limpie y lave las guías en varios baños de agua. Limpie, lave y desgarre las flores. Caliente una olla de barro, añada la manteca, fría el ajo y la cebolla sin que doren. Agregue los granos de elote, las guías y las calabacitas, saltee durante unos minutos, añada el caldo de pollo y la sal. Deje sazonar durante 20 minutos, agregue las flores y cueza 5 minutos más. 2 dientes de ajo picados 1 cebolla picada Suele acompañarse con rajas de chile loco. 1 manojo de flor de calabaza 1 cucharada de manteca Sal 84 Recetas del Centenario Olla Caldo de pollo con morillas 8 porciones Caliente la manteca en una cazuela de barro, fría el ajo y, antes de que dore, añada la cebolla, deje acitronar. Agregue los hongos, sal y permita que se cuezan hasta que suelten sus jugos durante unos minutos. Añada el caldo y hierva a fuego bajo, añada los chipotles y las ramas de epazote. Deje sazonar unos 15 minutos más. 1 cucharada de manteca 4 dientes de ajo picados 1/2 cebolla picada 1 k de morillas limpias y frescas 7 tazas de caldo de pollo desgrasado 4 chipotles rojos fritos 2 ramas de epazote Los hongos morillas se conocen como olonácatl, olotitos, chipotles o Sal pancita por su apariencia. Caldo de pollo con xoletes Sutituya las morillas por xoletes y los chipotles por 2 chiles locos asados, pelados y en rajas siguiendo la receta anterior. Recetas del Centenario 85 Caldos de haba y tlatlapas Receta básica de caldo de habas 8 porciones Lave las habas, póngalas a hervir en una olla de barro con el 3 l de agua agua, la cebolla y los ajos durante una hora y media o hasta 1/3 de cebolla en trozo que estén suaves, agregue sal. Añada la hierba de su elección, 2 dientes de ajo enteros deje que se amalgamen los sabores y que espese el caldo. 500 g de habas secas peladas 4 ramas de cilantro o 1 rama de hierbabuena Sal En cada una de las siguientes recetas se usan diferentes hierbas o ninguna. CON NOPALES Cliente una cucharada de manteca en una olla de barro y fría cebolla picada con un diente de ajo rebanado sin que doren, agregue 8 nopales cocidos en tiras, vierta el caldo de la receta básica, 6 ramas de cilantro y un poco de sal. Caldo de habas con calabacitas y flor 8 porciones Caldo de habas de la receta básica 1 cucharada de manteca 2 dientes de ajo picados 1/4 de cebolla picada 250 g de calabacitas tiernas 1 manojo de flores de calabaza Caliente la manteca en una olla de barro y fría el ajo picado y la cebolla sin que doren, añada el caldo de la receta básica (sin hierbabuena) y las calabacitas en gajos, una vez que estén suaves agregue las flores limpias y desgarradas, además del cilantro. Deje hervir a fuego medio hasta que los sabores se amalgamen, retire las ramas de cilantro. 4 ramas de cilantro Sal 86 Recetas del Centenario Olla Caldo de habas con xoconostles y chiles secos 8 porciones Corte los xoconostles en tiras pequeñas. Limpie, desvene los chiles, muélalos con el diente de ajo, la pimienta negra, la canela, el comino, el agua y sal. Caliente la manteca en una olla de barro y fría la salsa colada con los xoconostles, remueva un par de minutos. Añada el caldo de la receta básica, deje que se amalgamen los sabores durante unos 15 minutos. Caldo de habas de la receta básica 1 cucharada de manteca 5 xoconostles pelados, sin semillas 2 chiles anchos 2 chiles guajillos 1 chipotle rojo 1 diente de ajo 4 granos de pimienta negra 1/2 cm de canela en raja 1 pizca de comino 2 tazas de agua Sal Tlatlapas 8 porciones Muela el frijol en el metate o use polvo. Ponga el agua en una olla de barro al fuego, cuando rompa el hervor, agregue el epazote. Incorpore el polvo del frijol batiendo para que no se hagan grumos. Muela los chiles con poca agua y agregue con la manteca, añada sal y deje sazonar. 2 tazas de frijol canario tostado entero o en polvo 2 l de agua 6 chipotles rojos fritos o 4 guajillos hervidos 1 cucharada de manteca 2 ramas de epazote 6 nopales cortados en tiras y cocidos Sal Recetas del Centenario 87 Moles de olla Mole de olla de doña Irma 8 porciones CALDO 1 k de entrecot con hueso con algo de grasa 1/2 k de aguja de res cortada en trozos de 8 cm 1 hueso poroso 4 l de agua Coloque la carne y el hueso en una olla grande y cúbrala con el agua, agregue ajo, cebolla y sal, deje cocer alrededor de 1 1/2 hora o hasta que se suavice. Mientras tanto, hierva los tomates con los chipotles durante 10 minutos, desvene los chiles y muélalos con el tomate, 2 tazas del caldo, canela, clavo, pimienta, ajo y cebolla, cuele la salsa. 6 dientes de ajo sin pelar 1/2 cebolla en trozo Sal SALSA 8 chipotles mecos 350 g de tomate verde 1 cm de canela en raja 1 clavo de olor 3 granos de pimienta 3 dientes de ajo Caliente una cazuela de barro y agregue la manteca, vierta encima la salsa y déjela sazonar con un poco de sal. Agregue los elotes al caldo además de la salsa frita y el cilantro. Después de 10 minutos añada las calabacitas hasta que estén suaves, desgarre las flores y agregue al mole, deje sazonar por 10 minutos más. 1/4 de cebolla 1 cucharada de manteca 3 elotes en rebanadas 12 ramas de cilantro 1 k de calabacitas cortadas en gajos 1 manojo de flores de calabaza, limpias y lavadas Sal 88 Recetas del Centenario Olla Mole de olla de doña Rosa 8 porciones CALDO Coloque la carne en una olla y cúbrala con el agua, agregue cebolla, ajo, sal y deje cocer a fuego lento, alrededor de 11/2 hora o hasta que se suavice. Añada las habas y los elotes. Después de 20 minutos agregue las calabacitas. 1 1/2 k de res: pecho, chambarete y aguja cortada en trozos pequeños 4 l de agua 1 hueso poroso 1/2 cebolla en trozo 4 dientes de ajo Sal SALSA En un comal ase los tomates, jitomates, guajillos y chipotles. Remoje los chiles en agua caliente durante 10 minutos, desvénelos si lo desea menos picante. Muela éstos y añada la salsa colada a la olla del cocido junto con las flores, el cilantro y sal. Deje sazonar por 15 minutos. 250 g de tomate verde 250 g de jitomate 10 guajillos 3 chipotles rojos 500 g de calabacitas redondas en rajas Este mole se acompaña con cebolla picada y limones partidos 250 g de habas verdes a la mitad. 1 manojo de flores de calabaza limpias y lavadas 3 elotes en rebanadas Sal Recetas del Centenario 89 Moles de olla y amaneguas Mole de olla con espinazo y xoletes 8 porciones CARNE 3 cucharadas de aceite vegetal 11/2 k de espinazo de puerco 4 l de agua 1/2 cebolla 4 dientes de ajo Sal Caliente una cazuela de barro de fondo amplio, añada el aceite, dore las piezas de espinazo sin aglomerarlas, en tandas, retire el exceso de grasa. Cubra la carne con el agua, añada la media cebolla y 4 dientes de ajo más 1 cucharadita de sal. Cueza hasta que se suavice. Retire la carne del caldo. Caliente una cazuela de barro grande, añada la manteca y dore los chiles cuidando que no se quemen, retírelos, enseguida fría el ajo y la cebolla. SALSA 1 cucharada de manteca 8 guajillos desvenados 4 chipotles mecos desvenados 1 cm de canela en raja tostada 1/4 de cebolla, picada 4 dientes de ajo, rebanados 1/4 de cucharadita de comino 11/2 k de xoletes, limpios Muela en la licuadora junto con 2 tazas del caldo y la canela, lícuelo hasta que tenga una textura tersa. Agregue el mole a la cazuela junto con la carne, 2 tazas más de caldo o agua, deje cocinar 10 minutos, añada los hongos, tape y deje que se termine de sazonar durante 10 minutos más. Si lo desea más picante agregue los chiles sin desvenar. Este es un guiso caldoso, vaya agregando líquido si se seca demasiado, siempre rectificando la sazón. y enteros Sal 90 Recetas del Centenario Olla Receta básica de amaneguas 8 porciones En un comal de barro tueste los frijoles durante 10 minutos, removiendo constantemente. Póngalos en una olla de barro, cúbralos con el agua y agregue la cucharada de manteca, cebolla y ajo, déjelos hervir a fuego bajo hasta que se suavicen, agregue sal y las ramas de epazote o cilantro. El tiempo de cocción puede ser hasta de 11/2 hora, dependiendo de lo tierno que estén. 1 k de amaneguas* 3 l de agua 1 cucharada de manteca 1/4 cebolla en trozo 3 dientes de ajo enteros Sal Epazote o cilantro *Las amaneguas o xolotitos son frijoles tiernos recién sacados de la vaina, sólo se consiguen en época de cosecha. Una vez cocidos los frijoles en la olla de barro, agregue 1 kilo de calabacitas cortadas en gajos; ya casi cocidas, añada 2 manojos de flores de calabaza limpias, lavadas y desgarradas, 3 ramas de epazote tierno y sal al gusto (rajas de chiles locos, si desea). Deje hervir 10 minutos. CON CALABACITAS Y FLOR En una cazuela de barro caliente añada 1 cucharada de man- CON NOPALES teca y sofría 2 dientes de ajo y 1/3 de cebolla picada sin que doren, añada 8 nopales o 500 g de nopalachitle cortados en tiras y cocidos, luego los frijoles cocidos con su caldo. Cuando suelte el hervor, agregue 6 ramas de cilantro y sal, deje que se amalgamen los sabores durante unos 15 minutos. Recetas del Centenario 91 Amaneguas, ayocotes y arvejones Amaneguas en ensalada 8 porciones Cuele los frijoles cocidos y aderécelos con el cilantro, los 1/2 taza de cilantro picado jitomates, las cebollitas picadas, el ajo, agregue 1 o 2 chiles 4 jitomates guaje picados cuaresmeños picados, el jugo de un limón, el aceite y sal al 3 cebollitas de cambray incluyendo la parte verde gusto. Receta básica de amaneguas 1 diente de ajo finamente picado 3 cucharadas de aceite vegetal o de oliva Sal Amaneguas con guajillo 8 porciones Agregue a la receta básica un adobo hecho con los chiles gua6 chiles guajillos hervidos jillos, 2 dientes de ajo, la cebolla, una pizca de comino, el vina1 rebanada de cebolla gre, agua y sal. Cuele esta salsa sobre la olla de amaneguas y 1/4 de taza de vinagre blanco deje hervir durante 20 minutos. Receta básica de amaneguas 1 taza de agua Sal Ayocotes caldosos 8 porciones Limpie los frijoles, lávelos y cúbralos con tres litros de agua en 1/2 cebolla en trozo una olla de barro, agregue la manteca, cebolla y ajo. Hiérvalos 4 dientes de ajo con piel hasta que se suavicen. Agregue sal. 500 g de ayocotes 1 cucharada de manteca Sal 92 Recetas del Centenario Olla Receta básica de arvejones 8 porciones Tueste los arvejones a fuego bajo en un comal de barro hasta que empiecen a dorar. Lávelos y colóquelos en una olla de barro, cúbralos con 3 litros de agua, agregue cebolla, ajo y manteca, déjelos cocer hasta que se suavicen. Añana sal y deje sazonar 10 minutos más. 500 g de arvejones 1/4 de cebolla 4 dientes de ajo con piel 1 cucharada de manteca Para acelerar su cocción remójelos durante la noche después de tostarlos. A la receta básica agregue 750 g de chilacayotes tiernos corta- CON CHILACAYOTES TIERNOS dos en rajas y 2 manojos de flor de calabaza rasgadas y limpias, Y FLOR DE CALABAZA 8 ramas de cilantro, deje sazonar durante 20 minutos. Agregue a la olla de arvejones 8 nopales cortados en tiras y CON NOPALES Y CILANTRO cocidos durante 10 minutos además de 8 ramas de cilantro y sal. Deje sazonar durante 15 minutos. A la receta básica añada seis xoconostles pelados, sin semi- CON XOCONOSTLES EN ADOBO llas, cortados en tiras, un adobo hecho con 8 guajillos limpios, hervidos, molidos con 3 dientes de ajo con piel, crudos y una pizca de comino. Cuele la salsa sobre la olla de arvejones y deje sazonar durante 15 minutos. No agregue ninguna hierba. Recetas del Centenario 93 Habas enzapatadas Receta básica de habas enzapatadas 8 porciones 500 g de habas secas con cáscara 3 l de agua 1 cucharada de manteca 4 dientes de ajo 1/2 cebolla picada 4 tazas de agua 2 ramas de epazote tierno Tueste las habas en un comal de barro durante 10 minutos a fuego bajo, cuide que no se quemen. Lávelas y colóquelas en una olla de barro, cúbralas con agua y hiérvalas alrededor de 11/2 hora o hasta que se suavicen. Tire el agua de las habas y enjuáguelas. Caliente la cucharada de manteca en la olla, fría allí el ajo y la cebolla. Añada las habas cocidas y las 4 tazas de agua, cuando rompa el hervor añada sal y epazote, deje que todo se sazone durante 15 minutos. Sal Nuestros informantes comentan que prefieren las habas “limpias”, lo cual significa tirar el agua de cocción que contenía tequesquite, consérvela para aprovechar sus nutrientes. Habas enzapatadas con nopales 8 porciones Receta básica de habas enzapatadas 8 nopales, cortados en tiras y cocidos Caliente la manteca en una olla de barro y fría la cebolla y ajo. Añada las habas, los nopales, cilantro, agua y sal. Deje que se sazone. 1 cucharada de manteca 1/4 de cebolla picada 2 dientes de ajo picados Puede sustituir los nopales por 500 g de nopalachitle cortado en tiras y cocido en agua con sal durante 15 minutos. 6 ramas de cilantro Sal 94 Recetas del Centenario Olla Habas enzapatadas con calabacitas y flores 8 porciones Corte las calabacitas en gajos. Caliente la manteca en una olla, fría ajo y cebolla, agregue las calabacitas, las habas, el cilantro y la sal. Deje sazonar 15 minutos. Añada las flores rasgadas, sal y deje sazonar 10 minutos más. Acompañe con chipotles rojos fritos si lo desea. Receta básica de habas enzapatadas 500 g de calabacitas redondas 1 cucharada de manteca 1/2 cebolla picada 2 dientes de ajo picados 2 manojos de flores de calabaza limpias y lavadas 6 ramas de cilantro Sal Habas enzapatadas con xoconostles y guajillo 8 porciones Ase los xoconostles hasta que sus cáscaras se tatemen, pélelos, córtelos a la mitad y retire las semillas con una cuchara. Muela los chiles, ajo, cebolla, el comino, sal y 3 tazas de agua. Caliente la manteca en una cazuela de barro y fría el adobo, removiendo hasta que se sazone. Agregue las habas, los xoconostles cortados en tiras y 1 taza de agua. Deje sazonar durante 15 minutos. Receta básica de habas enzapatadas 8 xoconostles 6 chiles guajillos remojados en agua caliente 3 dientes de ajo 1/4 de cebolla 1 pizca de comino 1 cm de canela en raja 4 tazas de agua 1 cucharada de manteca Sal Recetas del Centenario 95 Mixiotes Mixiotes de pato en adobo 8 porciones 3 patos cortados en trozo (6 piernas con muslo y 3 pechugas a la mitad) ADOBO 16 guajillos desvenados Ase los chiles y remójelos en agua caliente durante 10 minutos, retírelos del agua y muélalos junto con el resto de los ingredientes del adobo. Vierta el adobo en un recipiente grande no metálico y agregue las piezas del pato, deje marinar durante 2 horas. 6 chipotles rojos enteros 6 chiles anchos 1/2 cebolla 1/2 cucharadita de comino Coloque una pieza de pato con algo de adobo sobre un pedazo de papel, encima una hoja de aguacate y cierre el paquete amarrándolo con hilaza. 1 cucharadita de orégano 3/4 de taza de vinagre Sal 12 dientes de ajo 1 cucharadita de pimienta negra Coloque los mixiotes en una vaporera con suficiente agua en su base. Tape y deje cocer a fuego medio durante 2 horas. Acompañe con tortillas recién hechas, aguacate en rebanadas y salsa verde. 4 pimientas gordas 3 cm de canela en raja 2 hojas de aguacate 3 tazas de agua 8 pliegos de papel mixiote 8 hojas de aguacate frescas 96 Recetas del Centenario Olla Mixiotes de escamoles 4 porciones Caliente una sartén con la manteca y acitrone la cebolla. Limpie los escamoles y enjuáguelos. Mezcle todos los ingredientes y reparta entre los trozos de papel mixiote, cierre los paquetes con hilaza. Cocine al vapor durante 15 minutos. 1/4 de taza de cebolla picada 1 cucharada de manteca 500 g de escamoles 2 cucharadas de orégano fresco 1 diente de ajo picado Mixiote se llama a la cutícula de la penca del maguey, hoy resulta incon- 1 chile de árbol, seco cortado en trocitos veniente y prohibido emplearla ya que al desprender el mixiote muere 2 chiles serranos picados la planta. 2 cucharadas de manteca 4 pliegos de papel mixiote Sal Recetas del Centenario 97 Tamales Receta básica de masa para tamal 24 tamales 1 k de harina para tamal 500 g de manteca Sal Hojas de totomoxtle, las necesarias AGUA DE TEQUESQUITE* 11/2 taza de agua 1 cucharada de tequesquite 8 cáscaras de tomate verde * Puede sustituirse por 11/2 tazas de caldo o agua tibia Hierva el agua con las cáscaras de tomate, agregue el tequesquite y revuelva. Deje asentar. Cuele y deseche los asientos y las cáscaras. Bata la manteca durante 5 minutos o hasta que esponje, agregue la harina poco a poco junto con el agua de tequesquite tibia y sal, siga batiendo hasta que la mezcla sea homogénea. En una hoja de totomoxtle remojada, unte 2 cucharadas de masa en la parte ancha, encima ponga algo de salsa, carne u otro relleno. Cierre la hoja, doble la parte angosta y coloque en la vaporera parados uno junto a otro. Cueza a fuego medio durante 1½ hora o hasta que se despegue el relleno de la hoja. La vaporera debe contener suficiente agua en el fondo y una moneda que avise con su tintineo que a la olla no le falta agua. Relleno para tamales de hongos escobeta 24 tamales Receta básica de masa para tamal Hojas de totomoxtle, las necesarias 1 k de hongo escobeta limpios y desgarrados 2 cucharadas de manteca 4 dientes de ajo picado Caliente una cazuela, agregue la manteca y fría el ajo sin que dore, añada los hongos, el epazote y deje que se cuezan hasta que se evapore el líquido. En una hoja de totomoxtle remojada, unte 2 cucharadas de masa en la parte ancha y agregue 2 cucharadas de hongos. Proceda con el método de la receta básica para envolver y cocer los tamales. 1/4 de cebolla picada 6 ramas de epazote, las hojas Sal 98 Recetas del Centenario Olla Relleno para tamales de papa y chícharo en adobo 24 tamales Pele las papas y córtelas en cubos de medio centímetro, mézclelas con los chícharos. Hierva los chiles durante 5 minutos, muélalos con ajo, comino, el agua y sal. Caliente en una cazuela la manteca y fría el adobo colado hasta que se sazone. Mezcle con las verduras. En una hoja de totomoxtle remojada, unte 2 cucharadas de masa en la parte ancha y agregue 2 cucharadas de verduras adobadas. Proceda con el método de la receta básica para envolver y cocer los tamales. Receta básica de masa para tamal Hojas de totomoxtle, las necesarias 250 g de chícharos 250 g de papa 6 chiles guajillos 1 chile pasilla 1 chile ancho 2 dientes de ajo 1 pizca de comino 1 taza de agua 1 cucharada de manteca Sal Relleno para tamales de ayocotes en adobo 24 tamales Prepare una receta de ayocotes en adobo. Siguiendo el mé- Receta básica de masa para tamal todo anterior, coloque 2 cucharadas de éstos sobre la masa y Hojas de totomoxtle, las necesarias Receta de ayocotes en adobo, véase pág. 106 cuézalos como se explica. Recetas del Centenario 99 Tamales y atoles Relleno para tamales de hoja santa con carne de puerco 24 tamales Receta básica de masa para tamal Hojas de totomoxtle, las necesarias 300 g de espaldilla de puerco en trozos 3 chiles pasilla hervidos 3 chiles chipotles hervidos 1 diente de ajo 1/4 de cebolla picada 1/2 taza de agua 1 cucharada de manteca Cubra la carne con agua, añada sal y déjela cocer hasta que se suavice, retírela de su caldo, déjela enfriar y deshébrela. Haga una salsa moliendo chiles, ajo, cebolla y agua. Caliente una cazuela, añada una cucharada de manteca y fría la salsa colada hasta que sazone. En una hoja de totomoxtle remojada unte 2 cucharadas de masa en la parte ancha, coloque un trozo de hoja santa, agregue 1 cucharada de salsa y un poco de carne. Proceda con el método de la receta básica para envolver y cocer los tamales. 6 hojas santas cortadas en cuatro Sal Chile de milpa relleno de tamal 12 porciones Rellene cada chile con masa hasta la mitad, agregue una tira de 12 chiles de milpa crudos, queso y epazote. Colóquelos acostados en la vaporera, con la abiertos por un costado apertura hacia arriba y déjelos cocer una hora. Receta básica de masa para tamal y desvenados 500 g de queso fresco Puede sustituir el queso por algún otro relleno que le guste. 24 hojas de epazote 100 Recetas del Centenario Olla Atole de masa Ponga a hervir el agua en una olla de barro, agregue la canela o las 4 tazas de agua hojas de naranjo. Cuele la masa diluida y vierta en la olla remo- 1 taza de masa diluida viendo constantemente, añada el azúcar y deje cocer 10 minutos. en 2 tazas de agua 1/3 taza de azúcar o al gusto 10 cm de canela en raja o 6 hojas Atole de aguamiel de naranjo frescas Ponga a hervir el aguamiel en una olla de barro. Cuele la masa 4 tazas de aguamiel diluida y viértala en la olla, deje cocer 10 minutos, removiendo. 1 taza de masa diluida en 2 tazas de aguamiel Atole de guayaba Muela las guayabas en las 3 tazas de agua y cuélelas. Hierva la 3 tazas de agua mezcla en una olla de barro junto con el azúcar. Cuele la masa 4 guayabas diluida y agregue a la olla. Deje cocer 10 minutos, removiendo. 1 taza de masa diluida en 2 tazas de agua Atole de amaranto En la licuadora muela perfectamente el amaranto con la leche y una taza de agua. En una olla hierva las dos tazas de agua restantes con la cáscara de naranja, el azúcar y el amaranto molido. Remueva mientras se cuece a fuego muy bajo durante 10 minutos. 1/2 taza de azúcar o al gusto 21/2 tazas de amaranto 3 tazas de leche entera más 1 taza de agua 2 tazas de agua 1 trozo de cáscara de naranja de 10 cm de largo 1/3 taza de azúcar o al gusto Recetas del Centenario 101 Cazuela Recetas del Centenario Verduras Tortitas de quintoniles capeadas en caldillo de jitomate 6 porciones 1 k de quintoniles 400 g de queso fresco cortado en rebanadas cuadradas de 6 cm 3 huevos separados 1 taza de aceite para freír las tortitas Limpie los quintoniles retirando las raíces, lávelos en varios cambios de agua para quitarles toda la tierra. Caliente una olla grande, agregue los quintoniles y tápela, deje que se cuezan al vapor durante 5 minutos. Colóquelos en una coladera y presiónelos para retirar el exceso de humedad. CALDILLO 500 g de jitomate 1/4 de cebolla 1 diente de ajo 1 cucharada de manteca 6 ramas de cilantro Extiéndalos en una superficie y salpiméntelos. Tome una cantidad de quintoniles que cubra la palma de su mano y ponga un trozo de queso encima, enciérrelo con las hierbas, presionando para formar una tortita de unos 8 cm de diámetro. Forme el resto y enharínelas, retirando el exceso de harina. 2 tazas de agua Sal Bata las claras a punto de turrón, mezcle con las yemas. Caliente el aceite en una sartén grande. Pase las tortitas por el huevo y fríalas en tandas, ya que doren escúrralas sobre servilletas de papel. Muela en la licuadora jitomate, ajo y cebolla con el agua y cuele. Caliente una cazuela de barro amplia y agregue la manteca. Vierta allí la salsa, cuando rompa el hervor agregue las ramas de cilantro y deje sazonar 10 minutos. Antes de servir caliente las tortitas en este caldillo. 104 Recetas del Centenario Cazuela Picadillo de calabacitas 8 porciones Corte las calabacitas en cubos de 2 cm. Caliente la manteca en una cazuela grande y añada la cebolla y el ajo, saltéelos 1 minuto, agregue las calabacitas, los granos de elote y sal. Deje que se cuezan, entonces añada los jitomates, las flores y las hierbas, deben sazonarse juntos por 10 minutos más. 11/2 kg de calabacitas tiernas 1 cucharada de manteca 1 cebolla picada 2 dientes de ajo picados 4 elotes azules, desgranados 4 jitomates picados 3 manojos de flor de calabaza 1/2 taza de hojas de pipitza 1 taza de hojas de cilantro Sal Chiles capones 8 porciones Rellene los chiles con queso y huitlacoche. Átelos con hilo a todo lo largo. Caliente la manteca en una cazuela grande y fría la cebolla, espolvoree la harina y remueva con una pala durante medio minuto. Agregue el caldo y cuando rompa el hervor añada el epazote, las calabacitas y sal. Deje hervir 15 minutos, agregue los chiles al caldillo hasta que se calienten y sirva de la cazuela. 8 chiles de milpa asados y pelados 500 g de queso fresco *500 g de huitlocoche guisado 1 cebolla picada 2 cucharadas de manteca 4 cucharadas de harina Hilo de costura 4 tazas de caldo de pollo desgrasado *Caliente una cazuela y agregue una cucharada de manteca, añada 4 calabacitas largas en rebanadas un tercio de cebolla picada y cuatro dientes de ajo picado, 10 hojas de 4 ramas de epazote epazote picadas, ½ taza de agua y sal. Deje sazonar durante 10 minutos. Sal Se les conoce como chiles capones o encuerados porque no van capeados. Recetas del Centenario 105 Ayocotes y frijoles Ayocotes guisados del abuelo Pancho 8 porciones 4 tazas de agua Limpie y lave los ayocotes. Póngalos en una olla de barro y cúbralos con agua, añada el agua de tequesquite, desechando el asiento. Hierva hasta que estén suaves, cuide que no se empiecen a deshacer. Tire el agua de cocción y enjuáguelos. Caliente una cazuela de barro, agregue la manteca y dore los chiles. Añada el ajo, la cebolla y las hierbas. Espolvoree la harina sobre cazuela, removiendo por un minuto. Enseguida agregue 2 tazas de agua y remueva hasta que espese, añada los ayocotes lavados y 2 tazas de agua. Deje que se sazone durante media hora. Si los quiere caldosos añada más agua; si los prefiere secos, permita que se evapore casi todo el líquido. Sal Nuestros informantes opinan que a los ayocotes se les tire el agua 500 g de ayocotes 2 cucharadas de tequesquite disuelto en 1 taza de agua 1 cucharada de manteca 6 chipotles rojos enteros 4 dientes de ajo 1/2 cebolla picada 4 ramas de orégano fresco 3 hojas de laurel 8 ramas de tomillo fresco 3 cucharadas de harina de cocción antes de guisarlos, los llaman “limpios”, proponemos que no se tire este caldo pues contiene muchos nutrientes. Ayocotes en adobo Receta básica de ayocotes caldosos pág. 92 8 porciones ADOBO 6 guajillos hervidos por 10 minutos 2 dientes de ajo y 1 pizca de comino 11/2 taza de agua 1 cucharada de manteca y sal 106 Muela todos los ingredientes del adobo y cuélelo. Caliente una cazuela, agregue la manteca y fría el adobo 5 minutos, añada los ayocotes y deje sazonar 10 minutos más, añada líquido si se resecan. Recetas del Centenario Cazuela Frijoles negros con manitas de puerco y nopales 10 porciones Cubra las manitas con agua, agregue sal y cuézalas hasta que estén suaves, esto puede tomar una hora. Mientras tanto cubra los frijoles con agua, añada la 1/2 cebolla y el ajo y cuézalos durante una hora o hasta que estén casi suaves. Caliente una cazuela y fría la cebolla y el ajo picados, incorpore las manitas cocidas con el epazote, 2 tazas de su caldo y sal, deje sazonar. Vierta encima los frijoles con los nopales, deje que se sazone 15 minutos más. Acompañe con chiles serranos picados 3 manitas de puerco cortadas en 4 partes cada una Sal 500 g de frijoles negros 1/2 cebolla 2 dientes de ajo 8 nopales cortados en tiras y cocidos 1 cucharada de manteca 1/2 cebolla picada 1 diente de ajo picado 3 ramas de epazote Chiles serranos picados Recetas del Centenario 107 Huevos Huevos con acociles 4 porciones Caliente una cazuela mediana, agregue la manteca, fría la 7 huevos batidos ligeramente cebolla y el chile sin que doren. Agregue los acociles, sal y 3 cucharadas de cebolla picada pimienta negra, revuelva y deje sazonar. Añada los huevos, 1 chile pasilla cortado en tiras finas removiendo hasta que cuajen. 3 tazas de acociles cocidos 1 cucharada de manteca Sal Pimienta negra recién molida Huevos ahogados con lentejas 4 porciones 1 taza de lentejas limpias y lavadas 4 tazas de agua 1/2 cebolla picada finamente 6 chiles serranos enteros 4 ramas de cilantro 2 jitomates guaje picados 1 cucharada de manteca 8 huevos 108 En una olla coloque las lentejas y cúbralas con suficiente agua. Deje que se cuezan a fuego bajo hasta que estén suaves, lo cual puede durar una hora. Caliente una cazuela y agregue la manteca, fría la cebolla y los chiles hasta que ésta se acitrone, incorpore el jitomate y cocine 5 minutos más. Añada las lentejas con 4 tazas de su caldo de cocción, el cilantro y sal, deje sazonar por 10 minutos. Rompa los huevos encima y tape la cazuela dejando que se cuezan al punto deseado, retire las ramas de cilantro y presente en la cazuela. Puede sustituir el agua de cocción por caldo de pollo. Recetas del Centenario Cazuela Huevos revueltos con hongos silvestres 6 porciones Limpie y lave los hongos, retíreles el pellejo si lo desea y córtelos en trozos medianos. Caliente una cazuela, agregue la manteca, fría la cebolla y el ajo sin que doren. Añada los hongos y sal, deje que se cuezan en su jugo hasta que se sequen, retírelos de la cazuela. En otra cazuela caliente una cucharadita de manteca. Mezcle los hongos con el huevo batido y vierta en la cazuela removiendo hasta que se cuezan. Acompañe con la salsa de su preferencia y tortillas recién hechas. 1/2 kilo de una variedad de hongos silvestres como: trompetas, enchilados, yemitas, escobetas o panza de lagartija 3 cucharaditas de manteca 1 cucharada de cebolla picada 2 dientes de ajo picados 9 huevos batidos ligeramente Huevos ahogados en texmole 4 porciones Ase los chiles en un comal, remójelos en agua caliente durante 10 minutos, retírelos del agua y muélalos con el ajo, comino y agua, cuele esta salsa. Caliente una cazuela, agregue la manteca y fría la cebolla sin que se dore, agregue la salsa, sal y epazote, deje hervir a fuego bajo 10 minutos, agregue la masa disuelta y deje espesar moviendo. Debe tener una consistencia de atole ligero. Rompa los huevos sobre la cazuela y deje que se cuezan a su gusto. Acompañe con cebolla picada y tortillas recién hechas. Si lo desea agregue una ½ taza de charales, limpios, descabezados y dorados en seco en un comal. 6 guajillos enteros 1 chipotle meco desvenado 1 chile de árbol entero 2 dientes de ajo 1 pizca de comino 4 tazas de agua 1/4 de cebolla picada 2 ramas de epazote 1/2 taza de masa disuelta en 1 de taza de agua Sal 8 huevos Recetas del Centenario 109 Chilpoposos Chilpoposo con tortitas de charales y nopales 6 porciones 11/2 tazas de charales 2 chipotles mecos limpios y desvenados 6 chiles pasilla limpios y desvenados 1/4 de cebolla 2 dientes de ajo 1 jitomate asado Descabece los charales, lávelos y tuéstelos hasta que adquieran color. Tueste los chiles y remójelos en agua caliente 10 minutos. Muela los chiles, cebolla, ajo y jitomate con 4 tazas de agua. Caliente una cucharada de manteca en una cazuela de barro y fría la salsa colada. Agregue la masa disuelta en agua hasta que espese. Añada los nopales y las ramas de epazote, deje que se sazone. Bata las claras a punto de turrón y mezcle con las yemas, agregue los charales. 4 tazas de agua Caliente el aceite en una sartén amplia y con una cuchara for1/2 taza de masa de nixtamal me tortitas sobre el mismo, dórelas por ambos lados. Escúdisuelta en 1 taza de agua rralas sobre servilletas de papel, retirando el exceso de grasa. 5 nopales cocidos cortados Sumerja las tortitas en el mole caliente y sirva inmediatamente. 1 cucharada de manteca en cuadros de 3 cm 2 ramas de epazote 3 huevos 1 taza de aceite vegetal 110 Recetas del Centenario Cazuela Chilpoposo de charales en verde 6 porciones Limpie, descabece y lave los charales, séquelos con un trapo. Precueza las papas hasta que estén casi suaves. Muela los tomates verdes, ajo, cebolla, las ramas de cilantro, chiles serranos y sal con 3 tazas de agua. Caliente el aceite con la manteca en una cazuela de barro, fría los charales hasta que doren. Retírelos y vierta la salsa verde en la cazuela junto con las calabacitas y las papas, deje cocer el mole durante 10 minutos, agregue los charales, las hojas de cilantro y sal. Deje que se sazone por 5 minutos más. 250 g de papas de cambray 250 g de tomate verde asado 2 dientes de ajo 1/3 de cebolla 8 ramas de cilantro 8 a 12 chiles serranos 3 tazas de agua 2 cucharadas de aceite y 1 cucharadita de manteca 400 g de calabacitas muy pequeñas con flor (o 5 pequeñas calabazas cortadas en gajos y 10 flores limpias) 11/2 tazas de charales Sal 6 ramas de cilantro, las hojas Recetas del Centenario 111 Texmoles Texmole de chito con calabacitas y guías 6 porciones MOLE 300 gr de chito 5 chipotles mecos 6 jitomates 2 dientes de ajo 1/4 de cebolla 2 cucharadas de manteca 500 g de guías de calabaza 500 g de calabacitas pequeñas con flor 1/2 taza de masa de nixtamal Lave el chito y remójelo durante una noche, escúrralo. Colóquelo en una cazuela cubierto con agua, déjelo hervir durante media hora, conserve el líquido de cocción. Corte el chito en tajadas finas. Caliente 4 tazas de agua en una cacerola y hierva los jitomates y los chipotles durante 10 minutos. Desvene los chiles, muélalos con el jitomate, el ajo, la cebolla y agua de cocción. Cuele la salsa. Caliente una cazuela y añada dos cucharadas de manteca, fría la salsa durante 10 minutos, agregue el chito cortado, las guías de calabaza en trozos, las calabacitas enteras con flor, 2 tazas de agua y deje sazonar por 10 minutos más. BOLITAS DE MASA 2 tazas de masa de nixtamal 1 cucharada de manteca 1/3 de taza de hojas de epazote picado 1 taza de cuernos de guías picados 112 Mezcle la masa, manteca, sal y epazote formando bolitas de 3 centímetros de diámetro, colóquelas en el mole, tape la cazuela y deje que se sazone y cuezan por 15 minutos más. Los cuernos de guía de calabaza son la parte enroscada en la que termina la planta Recetas del Centenario Cazuela Texmole de chito con quintoniles 6 porciones MOLE Lave la carne de chito, cúbrala con agua y déjelo en remojo por 12 horas, escúrrala. Colóquelo en una olla, cúbralo con agua y déjelo hervir 30 minutos, retírelo del caldo que debe reservar. Corte la carne en tajadas delgadas. Hierva los guajillos en 2 tazas de agua por 5 minutos, con ajo, cebolla y cominos; muélalos y cuele la salsa. Caliente una cazuela y añada la manteca, vierta la salsa y deje sazonar removiendo. Agregue la carne, con 2 tazas del caldo reservado, 2 tazas de agua y cuando rompa el hervor, incorpore la masa disuelta, las ramas de epazote, deje que espese removiendo a fuego medio 10 minutos más. Añada los quintoniles, deje que suelten sus jugos. 500 g de chito 12 guajillos desvenados 3 dientes de ajo 1/4 de cebolla 1 pizca de comino 1 cucharadita de manteca 3 ramas de epazote 1/2 taza de masa de nixtamal diluida en 2 tazas de agua 4 tazas de agua 500 g de quintoniles limpios BOLITAS DE MASA: Mezcle la masa con manteca y sal, forme bolas de 3 cm de diámetro e inserte a cada una un par de hojas de epazote, agréguelas al mole y espere a que se cuezan tapando la cazuela. No se recomienda diluir la masa de nixtamal en la licuadora pues se puede agriar. Recetas del Centenario 2 tazas de masa 1 cucharada de manteca 1/3 de taza de hojas de epazote picado Sal 113 Texmoles Texmoles de hongos tejamaniles* 6 porciones 8 guajillos desvenados 5 chipotles rojos 4 dientes de ajo 1 rebanada gruesa de cebolla 1 pizca de cominos 3 tazas de agua 1 cucharada de manteca de puerco Remoje los chiles en agua caliente durante 15 minutos, muélalos junto con ajo, cebolla, cominos y 3 tazas de agua. Caliente una cazuela de barro y agregue la manteca, añada la salsa y deje sazonar, removiendo. Añada los hongos, sal y deje que suelten sus jugos. Agregue la masa diluida, deje que espese removiendo constantemente. Se puede agregar 1½ taza de charales limpios descabezados y asados hasta dorar. 2 k de hongos tejamaniles 3/4 de taza de masa de nixtamal * Puede sustituirlos por otros silvestres o incluso setas cultivadas. diluida en 3 tazas de agua 114 Recetas del Centenario Cazuela Texmole de huitlacoche y costillas de puerco 6 porciones CARNE Dore la carne con 3 cucharadas de manteca, cúbrala con 11/2 k de costillas de puerco, agua, añada cebolla, ajo y sal. Deje cocer hasta que empiece cortadas en trozos de 6 cm 1/2 cebolla, 2 dientes de ajo y sal a suavizarse. MOLE Caliente una cazuela, agregue una cucharada de manteca, fría ajo, cebolla y chiles durante un par de minutos, añada el huitlacoche picado, cuézalo tapado, a fuego muy bajo durante 15 minutos añadiendo una taza de agua y muélalo con 4 tazas del caldo. Viértalo en una cazuela limpia, añada la carne, deje sazonar a fuego lento durante 10 minutos. Incorpore la masa diluida al mole, remueva hasta que espese. 4 cucharadas de manteca 1/2 cebolla picada 4 dientes de ajo picados 750 g de huitlacoche fresco 4 chiles verdes serranos picados 2 chiles pasilla en trozos 4 tazas de caldo de puerco 1/2 taza de masa de nixtamal disuelta en 2 taza de agua Sal Recetas del Centenario 115 Pipianes Pato en pipián rojo de Tizatlán 8 porciones CARNE Lave los patos y colóquelos en una olla junto con el resto de 1/2 cebolla los ingredientes del caldo y cuézalo a fuego medio durante 45 6 dientes de ajo minutos o hasta que esté suave, retírelos del caldo, cuele éste 6 ramas de cilantro y desgráselo. 2 patos de 21/2 k cada uno 6 ramas de tomillo 2 hojas de laurel 6 granos de pimienta negra PIPIÁN 2 tazas de pepita de calabaza sin pelar 1 taza de ajonjolí 1 taza de cacahuate limpio 6 chiles guajillos desvenados 2 chiles anchos desvenados 2 cm de canela en raja 2 dientes de ajo sin pelar 1 cucharada de manteca Caliente una sartén y tueste las pepitas removiendo hasta que doren, resérvelas. Tueste el cacahuate con la canela, reserve y tueste el ajonjolí hasta que dore. Tueste los chiles y remójelos durante 10 minutos en agua caliente. Muela todo junto con 4 tazas del caldo de pato. Caliente una cazuela grande y agregue la manteca, fría el pipián removiendo para que no se pegue, añada la sal y el pato en porciones. Deje que se sazone durante media hora a fuego muy bajo, removiendo de vez en cuando. Si se reseca añada más caldo. Sal 116 Recetas del Centenario Cazuela Piernas de guajolote de huauzontles en pipián 8 porciones HUAUZONTLE Lave los huauzontles. En una olla grande hierva el agua, agregue sal, añada los huauzontles y déjelos cocer por 10 minutos, sáquelos y exprímalos. Rellénelos con tiras de queso, compáctelos con las manos y revuélquelos en harina. Caliente el aceite en una sartén. Bata las claras a punto de turrón, mezcle las yemas. Cubra los huauzontles con el huevo batido. Fríalos hasta que doren, escúrralos y retire el exceso de aceite con servilletas de papel. Déjelos hervir dentro del pipián 10 minutos y preséntelos en la cazuela. 8 ramas grandes de huauzontles limpios 10 tazas de agua 1 cucharadita de sal 500 g de queso fresco Harina de trigo 6 huevos separados 2 tazas de aceite PIPIÁN Caliente un comal y tueste el ajonjolí hasta que dore, reserve. Tueste la pepita hasta que dore, reserve. Tueste el cacahuate, la canela, el ajo y cebolla. Muela lo anterior con los chiles y el agua en tandas, hasta que tenga una consistencia tersa. Caliente una cazuela y agregue la manteca, fría el pipián removiendo constantemente por 10 minutos y deje sazonar. Agregue agua si se reseca, ya que es un guisado caldoso. 2 tazas de ajonjolí 1 taza de pepita de calabaza 1 taza de cacahuate limpio 1 cm de canela en raja 6 tazas de agua 2 dientes de ajo 2 cucharadas de manteca 1/4 de cebolla 8 chiles guajillos limpios, desvenados y hervidos Sal Recetas del Centenario 117 Pipian fingido Pipián fingido de doña Alma Inés 6 porciones 1/2 taza de semillas de chiles (pasilla y ancho) y algunas venas 11/4 taza de ajonjolí 2 dientes de ajo 1/4 de cebolla 1 clavo 1 cm de canela en raja Caliente una sartén y tueste las semillas con algunas venas según el picor que desee. Tueste el ajonjolí, reserve. Ase cebolla, ajos, clavo y canela en una sartén sin usar manteca. Ase los jitomates y pélelos. Muela todo en la licuadora en tandas, con el agua hasta que quede muy terso, agregue sal. Caliente la manteca en una cazuela y fría el pipián, removiendo para que no se pegue. Déjelo sazonar. 4 jitomates guajes asados 4 tazas de agua 1 cucharada de manteca Sal CON CHILACAYOTES TIERNOS 1 k de chilacayotes tiernos Sal Corte los chilacayotes en cubos de 5 centímetros y deje que se cuezan en la salsa hasta que se suavicen. CON PAPAS 1 k de papas cocidas y peladas Sal 118 Corte las papas en cuartos, agréguelas al pipián, deje que se sazonen 10 minutos. Recetas del Centenario Cazuela CON POLLO Coloque el pollo en una olla, cubra con agua y el resto de los 1 k de piezas de pollo ingredientes. Una vez cocido agréguelo al pipián. Para guisar el 1/2 cebolla 1/2 cabeza de ajos pipián use 4 tazas de caldo en vez de agua. 4 ramas de perejil 1/2 cucharadita de pimienta negra entera Sal CON PUERCO Coloque el puerco en una olla, cubra con agua, añada los in- 1 k de puerco en trozos gredientes restantes y hierva a fuego bajo hasta que esté sua- (maciza, costillas o espinazo) ve. Para preparar el pipián use 4 tazas de caldo en vez de agua. 1/2 cebolla 8 dientes de ajo Sal Recetas del Centenario 119 Moles Mole de panza de carnero en verde 8 porciones PANZA 1 k de pancita de carnero limpia 250 g de menudencias limpias (tripas, hígado y corazón) cortadas en segmentos de 3 cm 6 tazas de agua En un recipiente no metálico mezcle 6 tazas de agua, el vinagre y la sal de grano; remoje la pancita y las tripas durante 30 minutos. En una olla grande ponga a hervir 4 litros de agua con sal, añada la pancita con sus menudencias y cueza 2 horas o hasta que se suavice. 1 taza de vinagre 1 cucharada de sal de grano 4 l de agua 1 cucharadita de sal SALSA Muela el tomate con las pepitas, los chiles y el cilantro; agré1 taza de pepitas peladas guelo a la olla y permita que se sazone durante 15 minutos. 500 g de tomate 10 a 14 chiles serranos 10 ramas de cilantro VERDURAS Añada las habas y calabacitas, deje cocer 10 minutos. Agregue cortadas en cubos de 1 cm las flores y deje sazonar 10 minutos. Este guisado se acompaña 250 g de habas verdes cocidas con cebolla picada, cilantro, limón y chiles serranos picados. 250 g de calabacitas tiernas 1 manojo de flor de calabaza limpias y desgarradas Sal 120 Recetas del Centenario Cazuela Mole de huitlacoche entomatado 8 porciones CARNE Caliente una cazuela de barro y agregue la manteca, dore las costillitas y deseche el exceso de grasa. Cúbralas con agua y los demás ingredientes, deje cocer hasta que la carne se suavice, de 30 a 45 minutos, cuele el caldo y reserve ambos por separado. 1/2 taza de manteca 11/2 k de costillitas de puerco cortadas en trozos de 6 cm 3 dientes de ajo 1 hoja de laurel 8 granos de pimienta 6 tazas de agua Sal MOLE Caliente 1 cucharada de manteca en una cazuela grande y dore los chipotles, agregue ajo y cebolla hasta que acitronen, añada el huitlacoche, 1 taza de agua y tape la cazuela, removiendo de vez en cuando. Muela el huitlacoche con los tomates verdes y 4 tazas de caldo, si se reseca agregue más caldo. Vierta el huitlacoche en una cazuela caliente con una cucharada de manteca y deje sazonar 10 minutos. Incorpore la carne, los chícharos y cocine a fuego bajo durante 20 minutos. 2 cucharadas de manteca 1 cebolla picada 4 dientes de ajo picados 5 a 8 chipotles rojos enteros o desvenados 1 k de huitlacoche fresco rebanado 300 g de tomates verdes asados 2 tazas de chícharos cocidos Recetas del Centenario 121 Con pulque Pollo al pulque de mi abuela Nanda 6 porciones CARNE Salpimente las piezas de pollo y enharínelas, retirando el exSal y pimienta ceso. Caliente una sartén grande agregue el aceite. Dore las Harina de trigo, la necesaria piezas de pollo por ambos lados, en tandas. 2 k de piezas de pollo 1/2 taza de aceite vegetal SALSA 1 cucharada de manteca 1 taza de almendras peladas y picadas toscamente 8 chiles chipotle rojos enteros 1/2 taza de pasas 4 dientes de ajo picados 1 cebolla cortada en lunas 6 ramas de tomillo Caliente una cazuela grande de barro y añada la manteca, dore las almendras, enseguida los chiles y las pasas. Fría ajo y cebolla sin que doren y agregue las hierbas. Añada las piezas de pollo, el jitomate molido con una taza de agua, colado, además del pulque y sal. Tape la cazuela, deje cocer a fuego bajo durante 40 minutos, retire la tapa si lo desea menos caldoso. Verifique que el pollo esté cocido. Si falta líquido en el proceso, agregue algo de agua. Es un guiso semi-caldoso. 1 chucharada de orégano fresco 4 hojas de laurel 6 jitomates guaje asados 6 tazas de pulque 2 tazas de agua Sal 122 Recetas del Centenario Cazuela Conejo al pulque 6 porciones CARNE Salpimente el conejo, enharínelo y retire el exceso. Caliente una cazuela grande con 6 cucharadas de manteca y dore las piezas en tandas, deseche el exceso de grasa. Añada el agua para disolver los sólidos y reserve. 2 conejos cortados en 12 trozos Harina de trigo 6 cucharadas de manteca 1 taza de agua SALSA Caliente una cazuela grande y añada la manteca, saltee la cebolla, los chiles y espolvoree la harina, remueva durante un minuto. Agregue la taza reservada del líquido en el que se disolvieron los sólidos y remueva, añada un litro de pulque, el conejo, las hierbas, sal y pimienta. Cuando rompa el hervor agregue el pulque restante, tape la cazuela y deje cocer a fuego bajo hasta que la carne esté suave. Si se seca demasiado añada agua. Si la salsa resulta ácida, agregue azúcar al gusto. 1 cucharada de manteca 2 cebollas cortadas en lunas 4 chiles cuaresmeños rojos enteros 6 chiles cuaresmeños desvenados y cortados en rajas 4 ramas de tomillo 1 hoja de laurel 4 cucharadas de harina 11/2 l de pulque Pimienta molida Sal Recetas del Centenario 123 Con pulque y varios Chambarete en salsa con pulque 8 porciones CARNE En una olla coloque la carne y cúbrala con el agua, agregue la con hueso media cebolla y sal, deje que se cueza a fuego bajo durante 21/2 l de agua 11/2 hora o hasta que se suavice. Retírela del caldo. 11/2 k de chambarete de res 1/2 cebolla Sal SALSA 10 chiles anchos desvenados 5 chiles chipotles rojos desvenados 11/2 k de tomate verde 2 clavos de olor Tueste los chiles en un comal, ase los tomates durante 10 minutos. Muela todos los ingredientes de la salsa, reserve. Caliente una cazuela grande y agregue la manteca, fría la salsa agregando 2 tazas de caldo, añada la carne, deje que se sazone 15 minutos. Este es un guiso espeso. 2 cm de canela en raja 6 granos de pimienta negra 1 hoja de laurel 1 cucharadita de hojas de tomillo fresco 1 cucharadita de orégano fresco 2 cucharadas de vinagre blanco 2 tazas de pulque 1/2 cebolla en rebanadas 4 dientes de ajo Sal 2 cucharadas de manteca 124 Recetas del Centenario Cazuela Codornices con arroz 6 porciones CODORNICES Y ADOBO Limpie y lave las codornices, córtelas a la mitad a lo largo, sal- 2 hojas de aguacate, el jugo de 1 limón, 1/4 de cucharadita de comino pimente y marínelas en el adobo media hora. y 2 dientes de ajo todo molido en el molcajete 8 codornices Sal ARROZ Coloque el arroz en una coladera y lávelo bajo el chorro de agua, déjelo escurrir. Caliente una cazuela arrocera y agregue la manteca, dore las codornices, retírelas y saltee el ajo con las hierbas sin que dore. Agregue el arroz, remueva. Coloque las codornices en la cazuela y cubra con el agua y sal. Cuando rompa el hervor tape y deje cocer a fuego bajo hasta que el arroz esté en su punto. 2 tazas de arroz Pimienta negra 1/3 taza de manteca 3 dientes de ajo en rebanada 6 ramas de tomillo 2 hojas de laurel 3 ramas de perejil picado 4 tazas de agua Ajolotes guisados con chipotle 6 porciones Destripe los ajolotes con ayuda de un cuchillo filoso, lávelos bien. Caliente una cazuela y agregue la manteca, dore los chipotles, añada los ajos sin dejar que doren. Añada los ajolotes, el agua, el epazote y sal. Deje hervir tapado a fuego bajo durante 15 minutos. Los ajolotes se destripaban con púas de maguey. Si prefiere retíreles la piel, la cabeza y las extremidades ya que su apariencia puede ser desagradable. Recetas del Centenario 12 ajolotes 2 cucharadas de manteca 6 chipotles rojos enteros 6 dientes de ajo en rebanadas 2 ramas de epazote 3 tazas de agua Sal 125 Carnero y chiles fingidos Carnero entomatado 6 porciones CARNE 1 k de pierna de carnero deshuesada y cortada en cubos de 4 cm 3 cucharadas de manteca Sal Caliente una cazuela arrocera grande, añada la manteca y dore la carne en tandas agregando sal, retírelas. Añada una taza de agua a la cazuela y raspe con una pala para soltar los residuos de la fritura, regrese la carne a la cazuela, cúbrala con agua y déjela cocer hasta que esté suave. ENTOMATADO 500 g de papas de cambray 4 dientes de ajo 1 cebolla cortada en lunas 1 kg de tomate verde 12 ramas de cilantro 10 chiles serranos o al gusto 3 tazas de agua 2 cucharadas de manteca En una olla coloque las papas, cúbralas con agua y cuézalas durante 15 minutos. Muela la mitad de los tomates junto con el cilantro, los chiles y 2 tazas de agua. Corte la otra mitad en cuartos y resérvelos. Caliente una cazuela, agregue la manteca, fría la cebolla y el ajo. Añada los tomates cortados a la cazuela, deje cocer por 10 minutos, incorpore la salsa y la carne con su caldo, las papas y sal, reduzca el fuego y deje cocer tapado hasta que sazone. Sal 126 Recetas del Centenario Cazuela Chiles fingidos 6 porciones Pele y descorazone las frutas, córtelas en cubos de un centímetro y resérvelas, apartando el membrillo. Muela el jitomate con 1/2 taza de agua y reserve. Caliente una cazuela, agregue la manteca, fría cebolla, ajo, almendras, pasas, membrillo y jitomate durante 5 minutos. Añada las carnes, canela, pimienta, clavo y sal. Deje cocer removiendo durante 10 minutos. Agregue el resto de las frutas, y la nuez fresca picada. Deje sazonar a fuego bajo hasta que estén suaves, incorpore las rajas y deje sazonar 10 minutos más. Si se reseca, añada un poco de agua. Sirva en un platón adornado con perejil picado y los granos de la granada. 8 chiles de milpa asados, pelados y cortados en rajas 6 duraznos criollos 6 peras de leche 1 membrillo 2 manzanitas criollas 1/2 plátano macho 4 jitomates asados 2 cucharadas de manteca 1/2 cebolla picada 3 dientes de ajo picados 1/2 taza de almendras peladas 1/3 de taza de pasas 150 g de carne molida de res 150 g de carne molida de puerco 1/4 de cucharadita de canela molida 1 pizca de clavo molido 1/2 cucharadita de pimienta negra molida Sal 1 taza de nuez fresca, pelada y picada 1 granada 1/3 de taza de perejil picado Recetas del Centenario 127 Mole de fiesta Mole de fiesta 20 porciones 1 guajolote de 4 k 16 piezas de pollo (pierna con muslo y pechugas cortadas a la mitad) 1 cebolla partida a la mitad 8 dientes de ajo con piel Corte el guajolote en porciones. Colóquelo en una olla grande, cúbralo con agua, agregue ajo, cebolla y sal. Deje cocer a fuego medio hasta que esté casi suave. Agregue el pollo y suficiente agua caliente para cubrir, deje hervir 30 minutos hasta que esté cocido. Retire las aves del caldo, cuélelo y resérvelo. Sal 400 g de chile mulato 100 g de chile ancho 100 g de chile pasilla 6 chiles chipotles rojos 1 bolillo frío y rebanado 1 cabeza de ajo entera Limpie los chiles frotándolos con un trapo húmedo, ábralos con tijera y desvénelos, guarde venas y semillas. Caliente un comal de barro y tueste los chiles por la capa externa brillosa, presionándolos con una pala. Tueste el pan. Tateme la cebolla y el ajo, es decir, que su exterior se note negruzco, carbonice las tortillas. 1 cebolla grande cortada en rebanadas 2 tortillas de maíz Caliente una cazuela sin manteca y tueste almendras, cacahua100 g de cacahuate limpio tes y pepitas hasta que comiencen a dorar, resérvelos. En una 100 g de pepita pelada olla tueste el ajonjolí hasta que empiece a dorar, resérvelo. 150 g de almendras 120 g de ajonjolí Agregue 1 cucharada de manteca a la cazuela. Fría las pasas 2 plátanos machos pelados hasta que se inflen y doren, retírelas. Agregue 2 cucharadas de y rebanados en rodajas de 2 cm manteca y dore los plátanos. 150 g de pasas 128 Recetas del Centenario Cazuela Caliente una sartén pequeña y tueste anís, canela, semilla de cilantro, clavos, pimienta negra y pimienta gorda a fuego muy bajo hasta que se perciban sus aromas, retire del fuego, deje enfriar. Muela todos los ingredientes en tandas con suficiente caldo de las aves hasta que adquiera una consistencia uniforme o tersa. 1 cucharadita de anís 3 cm de canela en raja 2 cucharadas de semilla de cilantro 4 clavos 3 pimientas gordas 1/2 cucharadita de pimienta negra 100 gramos de chocolate amargo Caliente una cazuela grande, agregue 1/2 taza de manteca y Piloncillo rallado al gusto fría el mole, removiendo constantemente. Añada sal, chocola- Sal 1 taza de manteca te y piloncillo, remueva. Vaya añadiendo caldo hasta que la consistencia sea adecuada ni caldosa ni espesa. Esto tomará 30 minutos aproximadamente. Añada el guajolote, el pollo y deje que todo sazone durante 30 minutos más. Rectifique la sazón. Para hacer la pasta de mole use un molino casero o llévelo a un molino. Puede congelarse por meses, calcule 100 g de pasta por persona si lo va a guisar el mismo día. En las fiestas patronales familiares se ofrece arroz rojo seguido del mole y se termina con frijoles de la olla: “¡sota, caballo y rey!”. Recetas del Centenario 129 Horno Recetas del Centenario Pollo y panes Pollo en xoma o penca de maguey 10 porciones 2 pollos grandes, enteros y limpios 2 pencas de maguey pequeñas 24 hojas de aguacate 8 nopales cortados en tiras 12 tomates verdes cortados en cuartos 8 cuaresmeños en rajas, desvenados si lo desea Papel aluminio Muela todos los ingredientes del adobo en una licuadora hasta obtener una pasta tersa, marine con ella los pollos durante 2 horas. Mezcle nopales y tomates, salpimente y rellene los pollos. Prenda carbón en el asador, anafre o sobre flama directa en la estufa, ase las pencas hasta que estén maleables. Precaliente el horno a 220°C. Corte el aluminio al doble de largo de la pavera, con la mitad cubra el fondo de la misma. Coloque las pencas dejando la parte más angosta afuera. Distribuya 12 hojas de aguacate sobre las pencas. Coloque los pollos en la cama de pencas y vierta el resto de la marinada sobre ellos. Cubra con las pencas, dóblelas e inserte las púas a manera de anclaje en su parte gruesa, vierta 3 tazas de agua encima. Cubra con el aluminio restante y selle. ADOBO 12 hojas de aguacate 1 cabeza de ajos pelados Colóquelo en el horno y deje que se cueza durante 21/2 horas aproximadamente. 1 taza de vinagre 1 taza de agua Sal Don Francisco Hernández y Hernández ofrecía docenas de estos pollos en sus fiestas del rancho San Benigno, Calpulalpan. 1 cucharadita de pimienta negra entera 4 hojas de laurel 1 cucharada de orégano 8 ramas de tomillo, las hojas 132 Recetas del Centenario Horno Pambazos sorpresa de don Pedro Pérez 6 porciones Precaliente el horno a 220°C. Corte la parte superior del pan horizontalmente a manera de tapa. Sáquele el migajón, unte el interior y exterior con un poco de manteca con los dedos. Divida el chile y la cebolla entre los panes y rompa un huevo en cada uno, espolvoree con sal. Cubra con la tapa. Coloque los pambazos en una charola y hornéelos alrededor de 15 minutos hasta que doren y los huevos hayan cuajado. 6 pambazos Manteca, la necesaria 6 huevos 1/3 de cebolla picada finamente 6 chiles serranos picados Sal Pan de pulque 2 hogazas Disuelva la levadura en el agua. Mezcle 300 gramos del harina con la levadura disuelta, el pulque, azúcar y sal. Deje reposar media hora, agregue los huevos, la manteca, azúcar, el resto del harina y amase durante 5 minutos hasta obtener una mezcla homogénea. 500 g de harina de trigo 1/4 de taza de agua tibia 2 cucharaditas de levadura seca 2 huevos 1 taza de pulque o más si se requiere 1/2 taza de azúcar Colóquela en un cuenco y deje reposar en un lugar tibio hasta 1 cucharada de sal que duplique su volumen. Engrase una charola con mante- 4 cucharadas de manteca ca, amase la mezcla y divídala en dos. Forme 2 hogazas rec- 1 huevo batido tangulares y colóquelas en la charola, deje que aumenten en volumen y barnice con huevo. Precaliente el horno a 180°C. Hornee hasta que el pan dore durante 30 o 40 minutos. Recetas del Centenario 133 Muéganos Muéganos tlaxcaltecas 8 porciones MASA 1 taza de manteca 1/4 de taza de azúcar 500 g de harina de trigo 1 cucharadita de polvo de hornear 1/4 de cucharadita de sal Bata la manteca en una batidora eléctrica o a mano hasta que esponje. Cierna la harina con el polvo de hornear y la sal. Agréguela por partes a la manteca mezclando perfectamente. Precaliente el horno a 150°C. Con la masa forme cordones de 3 cm de diámetro, córtelos en segmentos de 4 cm de largo. Aplane cada trozo ligeramente y marque dos líneas paralelas con un cuchillo sobre cada uno para que se deposite algo de miel allí. Engrase dos charolas para horno con manteca, acomode los muéganos sobre éstas y hornéelos durante 30 minutos. MIEL 1 cono grande de piloncillo 1/3 de taza de agua 6 cm de canela en raja El jugo de 1/2 limón Manteca para engrasar las charolas En una cacerola coloque el piloncillo con el agua y la canela, hierva a fuego bajo hasta que se disuelva y tenga la consistencia de miel espesa, agregue el jugo de limón y revuelva. Deje enfriar los muéganos y bañe cada uno, sosteniéndolos sobre una espátula encima del recipiente, con miel. Acomode 5 muéganos sobre cada oblea. Si desea puede tapar con una segunda oblea. 16 obleas grandes 134 Recetas del Centenario Cazo Recetario del Centenario Dulces Ate y jalea de membrillo ATE Pele los membrillos, pártalos a la mitad y retíreles las semi4 tazas de azúcar llas junto con el corazón. Ponga a hervir el agua en una olla El jugo de 2 limones y cueza los membrillos 20 minutos o hasta que se suavicen. 8 tazas de agua Retírelos del agua y muélalos en un procesador de alimentos. Coloque el azúcar restante con una taza de agua y el jugo de limones en un cazo de cobre y hágalos hervir hasta obtener un almíbar espeso a punto de bola, esto significa que al verter unas gotas de azúcar en un vaso de agua fría se pueda formar una canica entre los dedos. 2 k de membrillo Añada la pulpa de la fruta y cueza removiendo hasta que se evapore el líquido alrededor de dos horas. Viértalo en moldes y déjelo enfriar. JALEA Coloque las cáscaras y los corazones en el agua de cocción y y corazones de los membrillos permita que hiervan hasta que el líquido se reduzca a la mitad, 2 tazas de azúcar cuele, regrese el líquido al fuego con 2 tazas de azúcar y deje cocer hasta que se forme una jalea. Tomará más de una hora, vierta en un molde. La cáscara, semillas 138 Recetas del Centenario Cazo Dulce de pera con membrillo Pele los membrillos, córtelos a la mitad. Retíreles el corazón y las semillas, colóquelos junto con las cáscaras en un cazo de cobre y agregue el agua, cuando suelte el hervor, añada una raja de canela y los membrillos, cuézalos hasta que estén suaves, retírelos y deje que el agua de cocción se evapore a la mitad y cuélela. Mientras tanto, pele las peras, retíreles el corazón y córtelas en cubos de unos 2 cm, rocíelas con el jugo de 2 limones. Pique el membrillo cocido. Coloque el azúcar en un cazo de cobre con una taza del agua de cocción, deje hervir hasta que tome color, agregue las frutas, otra raja de canela de 5 cm y deje hervir hasta que tenga consistencia de mermelada. Recetas del Centenario 1 k de membrillos 4 tazas de agua 11/2 k de peritas de leche 4 tazas de azúcar 10 cm de canela en raja 1 tira de 5 cm de cáscara de limón El jugo de 2 limones 5 cm de canela en raja 139 Dulces Dulce de chayote con hojas de higuera 12 chayotes espinosos 1/2 taza de agua Coloque los chayotes en una olla grande, cúbralos con agua y póngalos al fuego hasta que estén muy suaves. 4 tazas de azúcar 5 hojas de higuera molidas con 1/2 taza de agua (retíreles la vena gruesa) Pélelos y machaque la pulpa o muélala en el procesador de alimentos. Vierta el azúcar en un cazo de cobre, añada la media taza de agua y hierva hasta que el almíbar sea espeso y adquiera punto de bola, es decir, que al verter una gota de éste en un vaso de agua fría pueda formar una canica con 2 dedos. Enseguida agregue la pulpa del chayote y las hojas molidas; remueva constantemente durante 2 horas con cuidado ya que la mezcla salpica. Cuando se haya evaporado todo el líquido, viértalo en moldes y deje enfriar una noche, desmolde. Antes se vertía este ate en latas de sardina para darle forma. 140 Recetas del Centenario Cazo Chacualole Retire la pepita y las barbas de la calabaza dejando la cáscara, deseche las barbas y conserve las pepitas. Coloque la calabaza en un cazo de cobre junto con las pepitas y el resto de los ingredientes; cubra con el agua y deje hervir a fuego medio durante dos horas. Sirva fría. 1 calabaza criolla de 4 kg cortada en trozos de 5 por 10 cm 2 k de azúcar 1 cono de piloncillo La cáscara de 2 naranjas en tiras 2 trozos de canela de 10 cm Se acostumbra preparar este dulce después de la cosecha y en época 6 tramos de caña de 20 cm , de Todos Santos. limpias y cortadas a lo largo en 6 partes 8 tazas de agua Burritos Caliente un comal de barro y tueste el maíz hasta que dore. 250 g de maíz azul Caliente un cazo de cobre, añada el piloncillo y el agua, una 250 g de piloncillo vez disuelto deje hervir durante 10 minutos, añada el maíz y 1/3 taza de agua retírelo del fuego. Mueva constantemente hasta que los granos se cubran de miel. Recetas del Centenario 141 Vitrolero Vitrolero Bebidas Agua de piojos 2 l de agua 4 cucharadas de chía 2/3 de taza de azúcar Vierta el agua en una jarra y añada la semilla de chía, permita que se hidrate durante media hora, agregue el azúcar y remueva hasta que se disuelva, añada el jugo de limón. 1/3 de taza de limón Verde Tlaxcala 4 l de aguamiel 4 tazas de hojas de hierbabuena 2/3 de taza de jugo de limón Coloque el aguamiel en un vitrolero. Muela la hierbabuena con 3 tazas de aguamiel y el jugo de limón, cuélelo y vierta sobre el aguamiel restante. Agregue hielo al gusto. Hielo Esta refrescante bebida fue inventada por don Pancho Hernández y Hernández, quien le agregaba una generosa cantidad de vodka ruso. Se recomienda añadir una taza de vodka por litro de aguamiel. 144 Recetas del Centenario Vitrolero Pulque curado de tuna Muela las tunas con algo del pulque, cuele y mezcle con el 6 tazas de pulque natural 6 tunas resto de los ingredientes. Azúcar al gusto Pulque curado de almendra Muela las almendras con algo del pulque cuele presionando so- 6 tazas de pulque natural 1 taza de almendras remojadas en agua por bre los sólidos. Mezcle con el resto de los ingredientes. 2 horas y escurridos canela Pulque curado de avena Azúcar al gusto Muela la avena con algo del pulque y mezcle con el resto de 6 tazas de pulque natural los ingredientes. 1 1/2 tazas de avena Azúcar al gusto Pulque curado de cacahuate Muela el cacahuate con algo del pulque, cuele y mezcle con el 6 tazas de pulque natural resto de los ingredientes. 1 1/2 tazas de cacahuate limpio remojado por 2 horas y escurridos Pulque curado de apio Azúcar al gusto Muela el apio con algo del pulque, cuele y mezcle con el resto 6 tazas de pulque natural de los ingredientes. 1 taza de apio picado Refrigere, sirva muy frio. Azúcar al gusto Recetas del Centenario 145 Algunas recomendaciones AGUAMIEL: Manténgalo en refrigeración para evitar que fermente. CALDO DE POLLO: En algunas recetas puede emplearse en lugar de agua. 1 k de piezas de pollo 2 k de alas y huacales 1 cebolla pequeña ½ poro en rebanadas 1 rama de apio 8 dientes de ajo sin pelar 1 zanahoria pelada 8 pimientas negras 4 ramas de cilantro o perejil o epazote Sal Coloque todos los ingredientes en una olla, cubra con agua suficiente y deje cocer a fuego bajo durante 1 hora. Retire la espuma y las impurezas que floten en la superficie. Pruebe que su concentración sea intensa. Cuele, refrigere, retire la grasa de la superficie. Puede refrigerar o congelar, para tenerlo a la mano. Use el pollo para preparar tacos, tostadas o en su caldo. CARNES: Sugiero freír las carnes de aves y otras hasta dorar antes de cocinarlas en los moles, pues se intensifica su sabor. En algunos casos, mencioné las fórmulas tal y como lo indicaron nuestros informantes. 146 Algunas recomendaciones CHILES: Todos los chiles secos se limpian frotándolos con un paño húmedo. Se desvenan haciendo una incisión con tijeras. Guarde las semillas y venas para preparar salsas, pipianes y otros moles. Las cantidades sugeridas en las recetas han sido dictadas por el gusto de nuestros informantes, pero puede adaptarlas al suyo Los sabores de los chiles son importantes en cada receta. Desvénelos si desea atenuar el grado de picor. Si su piel es sensible use guantes de látex para proteger sus manos. COMAL: Sugiero adquirir uno de barro. Si prefiere use una plancha de hierro colado o comal de lata. CURAR CAZUELAS, OLLA Y COMALES DE BARRO: Unte nejayote sobre el comal caliente. En ollas y cazuelas nuevas úntelo en su parte externa. En caso de no contar con nejayote haga una mezcla de agua con cal. Para la parte interna puede usar atole o nejayote. HIERBAS: Úselas frescas, sugiero que después de lavarlas las desinfecte y las seque con un trapo. Para conservarlas, envuélvalas en servilletas de papel dentro de bolsas de plástico y guárdelas en el refrigerador. HONGOS SILVESTRES: Si su proveedor no es experto, cómprelos a marchantes confiables, ya que alguno podría resultar venenoso. Quíteles la tierra con un cepillo suave y enjuague brevemente antes de guisarlos. LEGUMINOSAS: Límpielas separando impurezas, piedritas y las picadas. Lávelas en una coladera bajo el chorro del agua. Para reducir el tiempo de cocción remójelas una noche o cubra con agua en una olla y déjelas hervir 3 minutos, apague el fuego, deje reposar 1 hora y proceda con la receta. Si las cuece en olla express, el tiempo se reduce a 30 o 40 minutos aproximadamente, aunque el sabor desmerece (sin previo remojo). En el caso Algunas recomendaciones 147 de habas y arvejones límpielos, retire impurezas, lávelos y tuéstelos en comal o sartén a fuego bajo para que doren. El agua de remojo contiene nutrientes, no la deseche. MAÍZ: Para preparar nixtamal, las proporciones son, para 1 k de maíz, 2 l de agua y 2 cucharadas de cal disueltas en una taza de agua. Masa: puede sustituir la masa nixtamalizada por 2 tazas de harina de maíz comercial mezclada con 11/2 taza de agua. 1 taza de masa equivale a 250 g. Nejayote: es el agua restante de la cocción del maíz, se usa para curar vasijas de barro. MANTECA DE PUERCO: En la época revolucionaria esta era la materia grasa más usada ya que no se cocinaba con aceites. Su delicioso sabor permite emplear cantidades moderadas. Si prefiere omitirla, cocine con aceites vegetales sin sabores fuertes, como cártamo o maíz. El aceite de oliva cambia el sabor auténtico. MEDIDAS: Uso las de volumen o de peso (gramos y kilos) indistintamente, por cuestiones prácticas. MOLCAJETE: No debe ser de piedra suave y arenosa ni tener el poro demasiado abierto. No dude en usar el procesador de alimentos para hacer salsas, ya que quedan martajadas, si usa licuadora cuide que quede algo de textura, no las licue completamente. NOPALES: Caliente agua en un cazo de cobre, agregue sal, los nopales cortados o enteros, 1 pizca de bicarbonato y cáscaras de tomate verde. OLLAS: Si no utiliza vasijas de barro, recomiendo ollas de hierro fundido esmaltado u otras de acero con fondo grueso, pues son buenos conductores de calor. Otra opción son aquellas con recubrimiento antiadherente. 148 Algunas recomendaciones SAL: Utilice sal marina natural en grano, molida en molcajete, en lugar de sal comercial. El sabor de la marina es superior. Use la mitad pues es más salada. Puede molerla con especias, hierbas o cáscaras de cítricos, chiles o gusanos para darle carácter. TÉCNICAS: Las técnicas empleadas en este recetario son adaptaciones prácticas inspiradas en las cocinas antiguas. Use olla express para reducir el tiempo de cocción de leguminosas y carnes. TEXMOLES: Para espesar éstos, disuelva la masa de nixtamal con los dedos, si lo hace en licuadora se puede agriar. EQUIVALENCIAS 1 cucharita = 5 ml 1 cucharada= 15 ml 1 taza* = 250 ml 1 pizca = lo que se puede tomar con dos dedos *El peso de los ingredientes medidos con taza varía: 1 taza de azúcar = 200 g 1 taza de frijoles = 200 g 1 taza de harina = 140 g 1 taza de masa = 250 g 1 taza de manteca = 200 g 1 taza de lentejas = 250 g 1 taza de habas secas = 150 g Tomate = tomate verde o tomatillo Jitomate = tomate rojo Algunas recomendaciones 149 La cocina: arte, ludoteca, actividad social y filosófica Efrén Minero Sopita de fideo L a gastronomía tiene dos vetas principales, una es la sofisticada que practican los maestros del arte culinario; la otra, igual de importante, es la que se cuece lentamente y cuyos autores son anónimos, es decir: es producto de una colectividad y se funda desde el auténtico folklore. La primera veta permite a los maestros de la cocina ensayar su habilidad, su técnica y su conocimiento, para servirse de ingredientes y combinarlos de manera que el platillo resultante sea encomiable y agrade al paladar; en este campo, como en todas las artes, hay vanguardia, experimentación, tradición y abolengo. La segunda es condicionada por el clima, la región, las costumbres y la tradición, mas sus productos son tan valiosos, salvo para los esnobs, como los de la primera. Tanto vale, si está bien hecho, un mole poblano de guajolote con arroz rojo sembrado de cubos de hígado y molleja con calabacitas diminutas y tiernas, como la ternera estofada en vino tinto de Borgoña. Si alguien exclamaba que el arte de la mesa estaba llamado a desaparecer, Alfonso Reyes, nuestro gran escritor regiomontano y amante de la buena La cocina: arte, ludoteca, actividad social y filosófica 153 comida, expresaba que: “Más bien nuestra capacidad de comer y nuestro apetito evolucionan, y cada época trae nuevas necesidades y nuevos gustos”. Es verdad, véase con qué relativa facilidad podemos aprovisionarnos de especias, carnes y yerbas, que nos permite acercarnos a cocinas extranjeras. El mundo actual está lleno de gente a la que se le exige actuar con celeridad, personas que no pueden distraer su tiempo laboral más de quince o veinte minutos y es obvio que nadie puede comer decentemente con ese lapso como límite, de ahí la proliferación de las sopas instantáneas y las hamburguesas, las cuales son consumidas en corto tiempo. Las amas de casa, ya de por sí presionadas, recurren con gusto a los polvos que se anuncian como consomés de res, pollo o camarón; para salir de apuros se auxilian de pastas deshidratadas y precocidas y, para coronar esta debacle, aparece el horno de microondas, que es un atentado a la buena y lenta cocción que un platillo aceptable necesita. En Tlaxcala tenemos una amplia variedad de platillos que requieren una elaboración cuidadosa y cuyo resultado es exquisito. Una olla de tlatlapas, una buena ración de chilatole, unas sabrosas quesadillas de huitlacoche y una ensalada de nopales adquirida en el tianguis sabatino, son verdaderos manjares dignos de ser apreciados en cualquier menú –las tlatlapas con nopalitos y epazote pueden convivir, por tradición y regionalismo globalizado, con una bouillabaisse. Aquél que aprecia comer con donosura, que hace disfrutar a su paladar con sabrosos platillos, no se limita sólo a una cocina, explora lo tradicional de su región, los adobamientos de otros lados y los nuevos sabores. 154 La cocina: arte, ludoteca, actividad social y filosófica La cocina antropológicamente sazonada La alimentación humana es un acto cultural ligado a rituales, simbolismos y representaciones, donde la elección y el consumo de alimentos ponen en juego factores de orden ecológico, histórico, cultural, social y económico. Es natural que la cocina sea un eje prioritario y objeto de investigación en el trabajo de los antropólogos, quienes observan en el proceso significados complejos y, muchas veces, contradictorios. Roberto DaMatta, historiador y antropólogo, establece una división entre los alimentos y la comida. Para él la comida rebasa la idea de la alimentación, pues una cocina implica idiosincrasia, estilo y características específicas (regionales, económicas, entre otras). El modo de comer determina no solamente lo que se come sino también al comensal. Dice el brasileño que: “Para convertir un alimento en comida es menester no sólo el acto crítico de cocimiento, sino también el modo en que se prepara”. Una cultura se puede desglosar a partir del estudio de su cocina; esta es una actividad inherente a todo ser humano y, aunque no todos devenimos expertos en la rama, todos recibimos y aprovechamos el resultado. Marvin Harris, el antropólogo creador del materialismo cultural, en uno de sus más conocidos trabajos, se pregunta por qué los hábitos alimenticios son tan diversos: los gringos rechazan la carne de perro mientras los coreanos disfrutan impávidos su consumo; los judíos no comen carne de puerco y los hindúes prefieren venerar a las vacas que prepararlas en suculentos asados. La cocina: arte, ludoteca, actividad social y filosófica 155 En cuanto a comer carne de perro (sin mencionar los tacos de la leyenda urbana), acotemos la costumbre prehispánica mesoamericana y preguntemos por qué ahora los tlaxcaltecas hacemos cara de fuchi cuando de probar un guisado de tlacuache se trata. Más que con el nivel socioeconómico, la calidad de los platillos y el placer que nos proporcionan tienen que ver con la paciencia y la sensibilidad la primera, así como con la capacidad hedonista del comensal la segunda. Es claro que para comprender una cultura específica, la cocina es un fenómeno que permite analizar a fondo a una sociedad determinada y, en dicho análisis, presenta muchas aristas que la ligan con la economía, la religión y la historia. En este leve paseo por el amplísimo campo de la antropología hallamos al gurú francés Claude Lévi-Strauss, cuyo trabajo tiene una indudable y sólida vertiente en la cocina, quizá más profunda que la de cualquiera de sus colegas. Para Lévi-Strauss: “Lo crudo es a lo cocido lo que la naturaleza es a la cultura” y: “La cocina es un sistema de pensamiento que sigue los mismos principios fundamentales que otros sistemas categóricos”; es decir, el francés se sirve de la cocina para solucionar problemas antropológicos, y emplea categorías antropológicas para estudiar y solucionar cuestiones gastronómicas. La antropología estructural utilizada por Lévi-Strauss considera a la cocina una actividad intelectual. En su obra Ciencia de lo concreto, la cocina y los sistemas de parentesco son puntos nodales que incorporan la ambigua y asimétrica oposición entre lo material y lo social, o entre la naturaleza y la cultura. Strauss hace de su estudio de la cocina una forma de pensamiento filosófico, porque se puede hacer filosofía con la gastronomía. 156 La cocina: arte, ludoteca, actividad social y filosófica Cocinar es una actividad lúdica, social e intelectual que deviene campo fértil para la antropología. Si Borges dijo que una literatura difiere de otra menos por sus textos que por las formas de leer, podemos asegurar que una cultura se diferencia de otra menos por sus relaciones culturales que por sus formas de expresarlas. Michel de Certeau, estudioso y amante de las artes del hacer y autor de La invención de lo cotidiano, considera que solemos entender la producción de significados de una forma elitista, que: “La gente no es necesaria o exclusivamente víctima del discurso dominante. Los consumidores de libros y de comida también producen, activamente, sentidos”. Para este jesuita leer y cocinar son actividades en las que el consumidor puede resistir el discurso dominante y crear sus propias interpretaciones. Todo esto nos lleva a considerar el papel simplista, por un lado, y minusvalorativo, por otro, que rebaja la cocina a un acto repetitivo y aburrido a que algunos suelen llevarla. Por supuesto que la cocina es un código y un sistema interpretativo; un acto ritual y una actividad lúdica que sintetiza en sí misma la esencia de una cultura (véanse por ejemplo los diversos estudios que sobre la gastronomía y El Quijote se han elaborado): cocinar es un arte y una actividad intelectual. Dice Luce Giard, historiadora, que: “Desde el momento en que uno empieza a interesarse por el proceso de la producción culinaria, se nota que requiere una memoria múltiple [...], una mente programadora [...], percepción sensorial [...], ingenuidad creativa [...y], mini estrategias alternativas”. Según Giard: “La manipulación de las cosas comunes nos hace usar la inteligencia, una inteligencia sutil, llena de matices y golpes de genialidad, una inteligencia liviana y vivaz que se percibe sin necesidad de exhibirla; en suma, una inteligencia muy común”. Por su parte, la doctora Gloria Anzaldúa demuestra que cocinar: “Nos proporciona un mejor modo de entender las nociones de identidad y de raza, que las teorías científicas dominantes”. La cocina: arte, ludoteca, actividad social y filosófica 157 Faustino Cordón, en su obra Cocinar hizo al hombre, decía que la cocina enseñó a hablar y de esta manera modeló al hombre. En materias de palabra y de cocina nos estamos ocupando de dos actividades esenciales y unidas por un nexo indisoluble. Cordón, en el texto arriba citado, escribe: “El homínido ‘cocinante’ (el homínido a punto de devenir hombre) y el hombre mismo son los únicos animales cuyo alimento natural es, paradójicamente, el alimento artificial”. También escribe: “Podemos decir que la actividad culinaria proporcionó a los homínidos una conciencia de agente (les llevó, ante todo, a diferenciar su obra de ellos mismos) que les permitió relacionar, en las primeras oraciones, voces ‘sustantivas’ y voces ‘verbales’; en una palabra, la actividad culinaria llevó a hablar al homínido, esto es, a percibir en la realidad para comunicar a otros, no seres aislados ni acciones aisladas, sino el proceso, la relación misma, entre seres (inicialmente ellos mismos) y acciones (inicialmente el alimento en proceso de cambio)”. Revisemos la contribución de los libros de cocina a la formación de las identidades nacionales. El antropólogo indio-americano Arjun Appadurai, estudioso de la modernidad y el proceso de globalización, señala que la comida es una dualidad entre un evento social altamente condensado y un acto “maravillosamente plástico” de representación colectiva. Pensar sobre la comida posibilita el entendimiento de nuestras identidades personales y colectivas y, desde este punto de vista, los libros de cocina funcionan como bancos de datos de gran valor. Appadurai encuentra que los libros de cocina hindú crean el mapa de la India como nación. En el caso concreto de este libro, preparado por Helena Hernádez, es posible hallar el mapa de Tlaxcala en un periodo determinado de su historia, en este caso: la Revolución. 158 La cocina: arte, ludoteca, actividad social y filosófica El fenómeno culinario presenta varias perspectivas y Víctor Ego Ducrot observa: “La cocina, el acto del comer, del beber y de cocinar como gestos de cultura claramente identificados”. Para Ducrot la historia de la cocina nos ofrece dos grandes vertientes: la cocina popular y la cocina del poder. Esta última se nutre de las cocinas populares a las cuales les incorpora riqueza “desde el punto de vista económico, esto quiere decir mayores posibilidades en cuanto a insumos, […] a productos y […] a capacitación de la persona que se dedica al acto culinario, es decir el cocinero, y mayores niveles de pretensiones, pero que la base de la cocina, se coincide, es una cocina como una estructura que incluye cuatro elementos: 1) un limitado número de alimentos seleccionados de entre los que ofrece el medio (por capacidad de acceso y utilización de energía); 2) el modo característico de preparar esos alimentos (cortados, asados, cocidos, hervidos, fritos, etc.); 3) el principio o los principios de condimentación tradicional del alimento base de cada conjunto social; y 4) la adopción de un conjunto de reglas relativas al status simbólico de los alimentos, el número de comidas diarias, que los alimentos se consuman individualmente o en grupo, etc. Las cocinas, así consideradas, pueden tener varias dimensiones (étnica, nacional y/o regional, etc.). A su turno, un cierto número de indicadores gustativos afirman una identidad alimentaria y pueden delimitar vigorosamente la pertenencia a un territorio determinado. Es esta categoría cultural de la alimentación, la comida, lo que permite expresar y destacar identidades nacionales, regionales, locales, familiares e incluso personales”. Las ideas de Ducrot pueden servir para dotar al libro de Hernández de Valle-Arizpe de un conveniente marco de referencia. Dejémoslo así y volvamos con DaMatta... DaMatta planteó que los hábitos alimentarios y la cocina de una sociedad: “Se convierten en marcadores dramáticos de la diferencia: lo que se come establece quién se es y quién no se es respecto de un grupo”. La cocina de un pueblo La cocina: arte, ludoteca, actividad social y filosófica 159 nos permite conocer su sistema de comportamiento, su simbolismo, el estado socioeconómico y jerárquico que guarda y su esquema ritual-religioso. Es muy ilustrativo lo que expone Ducrot acerca de la gastronomía, especialmente cuando se refiere: “Al proceso de apropiación alimentaria que se produce a partir del momento en que el consumidor hace la primera selección al adquirir unos alimentos y no otros en el supermercado o la verdulería del barrio”. Pongamos un ejemplo cercano sin mencionar al protagonista: una familia acendradamente tlaxcalteca, llegada la temporada de los chiles en nogada, decide viajar al tianguis de San Martín Texmelucan para hacerse del material comestible necesario para la preparación de aquél platillo que pretenden construir siguiendo las normas de una añeja receta familiar. Es notorio que todos los materiales necesarios pueden conseguirse en el tianguis de Tlaxcala, sin embargo, la familia opta por hacer un viaje a otra ciudad, librar los obstáculos que les presenta el tianguis —ya de características desproporcionadas— y cumplir con un ritual. Pero lo mismo, en otra escala, hace una ama de casa para conseguir lo necesario para preparar su pipián con chilacayotes, “que prepara mejor que nadie”, porque su receta, por ser heredada, es “no sólo la mejor, sino la verdadera”. Ducrot dice: “Este primer escalón selectivo se continúa en la cocina; allí se produce la segunda selección, cuando la persona que prepara la comida elige de entre esa colección de objetos alimentarios adquiridos o producidos en el hogar, aquellos que sirven a su objetivo: la elaboración de una comida que forma parte de un sistema culinario, en cuya formación intervienen variables como la clase o el sector social, la etnia, el género, la religión o la ocupación e incluso unidades políticas y/o territoriales como el estado, la región y la localidad”. 160 La cocina: arte, ludoteca, actividad social y filosófica Recordemos de nuevo el caso de los chiles en nogada y del pipián. Pero todavía hay más: la forma de ofrecer los alimentos y el orden al presentarlos. Todo un rito. Convenimos con Ducrot en que: “Durante este recorrido que va desde el mercado o la huerta hasta la boca se produce un proceso de patrimonialización donde interviene un imaginario construido por superposición de diversos referentes identitarios. Los individuos y los grupos construyen patrimonio a través de la colección de objetos y mensajes (incluso los culinarios)”. Bosquejamos un breve acercamiento a la visión que la antropología tiene sobre la comida, queda al interesado hurgar a su placer. Bástenos con señalar la importancia de la cocina en cualquier campo o corriente de la antropología. La cocina mexicana, sal y pimienta de nuestra idiosincrasia Estudiar a fondo la gastronomía como patrimonio cultural de una cultura requiere el establecimiento de un marco teórico de referencia y una metodología específica, eso es trabajo de sociólogos y antropólogos. Nosotros nos acercaremos al tema con la curiosidad del lego y la conciencia de la importancia de la tradición culinaria; partiremos del paradigma que inserta la gastronomía de un pueblo dentro de su proceso específico de desarrollo, con sus variables regionales de identidad. La cocina: arte, ludoteca, actividad social y filosófica 161 La comida mexicana es mucho más que platillos típicos, la estructura gastronómica es la expresión de una cultura. En la comida hallamos rituales religiosos, formas específicas de convivencia y una artesanía que esfumina su frontera con el arte, cuando las estructuras socioeconómicas y políticas se ven trastocadas, como fue el caso del movimiento revolucionario iniciado en 1910. La cocina debe adaptarse a circunstancias críticas (escasez de granos, de ganado y de aves, saqueos, etc.) pero en el fondo la tradición prevalece. Sin problema podemos establecer que el sentido de pertenencia a una nación se hace también a través de su gastronomía y la identidad culinaria no es homogénea, sino que está construida a través de las que provienen de las diversas regiones que conforman al país. La cultura del maíz nos sostiene y da identidad como pueblo. La tortilla −tan insípida para algunos extranjeros− es tan importante para nosotros como el mate –tan insípido para la mayoría de los mexicanos− lo es para los argentinos o los uruguayos. En cierta época de mi vida me aficioné a esa bebida y conocí el ritual que la acompaña, mientras observaba a una amiga argentina desarrollar su gusto por la tortilla y aprender a construir tacos con destreza; tradiciones tan profundamente ancladas sólo pueden asimilarse con el alma abierta a la diversidad y el placer de integrarse a una cultura a través de su cocina. La heterodoxia del aficionado a la buena mesa también deviene en un proceso de sincretismo: alguna vez vi la mesa que ofrecía Fernando del Paso, con su chiquihuite de tortillas y sus selectos vinos. Existen, todos los sabemos, las culturas del trigo y del arroz, la nuestra es la del maíz. Nada más como muestra, recordemos la amplia variedad de tamales que hay en nuestro país, que se comprueba con la clasificación que de ellos puede hacerse. Se pueden clasificar por su envoltura: hoja santa, amole, pla- 162 La cocina: arte, ludoteca, actividad social y filosófica tanillo, aguacate, milpa, plátano, totomoxtles, hoja de elote; según su relleno: de quesos y carne, de pescados y mariscos, de frutas y verduras; o podemos separarlos según sus salsas: verdes, rojas, de mole, colorados, blancos; y claro, por la región en que se preparan: Michoacán, Querétaro, el Altiplano, el Golfo de México, el sur y sureste. Nuestra cultura es la del maíz. En México el maíz es un elemento basamental en nuestra cocina, el origen divino que le atribuyen las culturas prehispánicas le otorga un cierto matiz mágico: el maíz deviene símbolo de identidad cultural. Hay dos textos de que podemos servirnos para ilustrar la importancia del maíz en nuestro país, los mitos que estudia Alfredo López Austin: “1. Sobre el origen del maíz. 2. Sobre el origen del hombre. 3. Sobre la inclusión del maíz en el ciclo de la vida y la muerte. 4. Sobre la administración del maíz por los señores de la lluvia”; podemos añadir, para completar la ilustración, el estudio medular sobre la importancia del maíz que elabora el maestro Enrique Florescano: La planta de maíz como diagrama y Eje cósmico; ambos estudios contenidos en Sin maíz no hay país, trabajo que coordinaron Gustavo Esteva y Catherine Marielle. Una cocina nacional, dijimos arriba, está conformada por las cocinas regionales, incluyendo su transmutación y los cruces que se dan entre diversas zonas, de manera que los platillos van recreándose y adquiriendo atributos específicos; los sabores, colores, texturas y olores se mezclan y producen platillos singulares y complejos, como el caso del barroquismo de los chiles en nogada. La cocina está presente en nuestras celebraciones, desde las ofrendas del “Día de Muertos” a los puestos tradicionales de la noche del 15 de septiembre. Los elementos sustanciales de una cocina nacional permanecen firmes dentro de su tradición más allá de las variables que aparecen en el transcurso del tiempo, de los cambios culturales, de la aparición de novedades tecnológicas, La cocina: arte, ludoteca, actividad social y filosófica 163 del cambio de hábitos provocados por la modificación del entorno, de la influencia de los medios de comunicación masiva y, actualmente, del fenómeno del Internet y la globalización. La cocina mexicana de Salvador Novo viene bien como coda a estos párrafos, aunque para una documentación amplia conviene revisar, por lo menos, lo que sobre ella escribió don Salvador en sus artículos reunidos en los tomos de La vida en México. La cocina como guía en el dédalo de nuestra historia Se entiende que la gastronomía es la afición a comer con regalo y el arte de preparar una buena mesa requiere conocimiento, naturalidad, sensibilidad, talento y curiosidad. “La Historia no está determinada únicamente por la necesidad elemental de comer, sino además por el deseo artístico de comer bien”. Saber comer es saber vivir, pero comer “bien” tiene varias agarraderas, sus “asegunes”, decía mi tía abuela. Fernando del Paso, en su libro La Cocina Mexicana, habla de la Colonia como del “día que duró cuatro siglos”, y se refiere ampliamente al intercambio de productos que fueron de América a Europa y de Europa a América. Recordemos el impacto del jitomate y la papa, del chocolate y del maíz. Del Paso también se refiere a la manera en que incorporamos el trigo y todas las especias europeas, el arroz y las variedades animales y frutales que llegaron durante ese período. Heterodoxia pura pues. Alfonso Reyes y Novo, en sen- 164 La cocina: arte, ludoteca, actividad social y filosófica dos textos hacen otro tanto. Eso no es sino la señal de que nuestra cultura es básicamente de sincretismo y que debemos aprender a cuidar nuestro patrimonio cultural para agregarlo a nuestro orgullo por ser tlaxcaltecas. Nuestra gastronomía está en una grave crisis, y como las crisis suelen plantear una doble posibilidad, nuestra rica gastronomía puede extinguirse o puede salir fortalecida. Rescatemos nuestra gastronomía y hagamos algo por ella, pero con un proyecto definido. Si no actuamos inmediatamente pronto desaparecerán de nuestras minutas los chapulines, los gusanos de maguey, el pipián verde de pato, el pulque, el chileatole, etcétera. Es penoso comprobar que nuestros elotes tiernos con tequezquite y pericón, cocidos al alimón con unos buenos chayotes, son desplazados por unos que van embarrados de mayonesa corriente, queso rancio y chile piquín; de la misma forma que nuestras variadas salsas contemplan impávidas a la hija bastarda de la salsa inglesa: la famosa salsa La Valentina, siempre dispuesta a destruir el sabor de cualquier botana; los tamales navideños miran con azoro, seguramente desde el purgatorio en que han sido confinados, cómo en las casas se sirven horrendas ensaladas navideñas y grasosas sopas frías “de codito” con cubos de jamón de tercera. Hoy la situación social que vivimos es mucho más compleja. Es menester estar en el escenario del mundo. La gastronomía es un reflejo del acontecer del mundo globalizado. Recibimos influencias de la fast food estadounidense y en cualquier supermercado podemos adquirir gran variedad de productos de la cocina internacional: arroz para sushi, alimentos congelados, y electrodomésticos como el horno de microondas y los procesadores de alimentos para llevar a cabo la preparación; no podemos sustraernos a las nuevas condiciones, al contrario, debemos aprovecharlas. También han empezado a aparecer ingredientes centroamericanos en nuestros tamales, provenientes de las migracio- La cocina: arte, ludoteca, actividad social y filosófica 165 nes que provisionalmente se detienen cerca de Apizaco en su periplo rumbo “al otro lado”. En la cotidianidad popular la cocina, el comer, está presente en forma permanente y es un punto de partida construir esquemas para conocer el modo en que los diversos actores sociales e institucionales inscriben en sus prácticas y representaciones. Los rituales de la mesa, sofisticada o humilde, ofrecen sus contenidos materiales y simbólicos. Helena Hernández ha decidido emprender este trabajo, acucioso y agobiante, para presentar un esquema de una etapa concreta de la historia tlaxcalteca, la que se vive a partir del movimiento revolucionario. Como sociedad debemos abrirnos a la admisión y al procesamiento de todas aquellas influencias y nutrirnos de ellas, no cerrarnos a nuestro momento histórico. Permítame el lector insistir en la importancia de tener conciencia de nuestro patrimonio gastronómico y realizar un registro que más allá de la recopilación reanuda nuestro ser colectivo y nuestra identidad, nuestro sentido de pertenencia y nuestra responsabilidad social y que nos da también nuevas formas y tiempos de convivencia, de valoración comunitaria en un momento de tanta confusión como el que vivimos, en donde se desmoronan valores largamente arraigados en la población. A lo que debemos cerrar el paso –desde nuestras trincheras, en una especie de guerra de guerrillas– es a la desaparición, por desconocimiento, indiferencia o ignorancia de nuestra gastronomía y a la aceptación de los patrones establecidos por las trasnacionales. Podríamos extendernos más sobre el tema, ocuparnos de las especies animales y vegetales que se encuentran en peligro de extinción y que forman o 166 La cocina: arte, ludoteca, actividad social y filosófica formaban parte de nuestra gastronomía, como el tejocote y el capulín; el pato silvestre, el armadillo y otros. El cuidado de nuestro patrimonio gastronómico está directamente relacionado con su promoción, la visión prospectiva y su difusión al exterior. Debemos sentirnos muy orgullosos de nuestra riqueza gastronómica, generar su enseñanza y promoverla dentro y fuera de Tlaxcala. Estudios amplios y detallados, como el que presenta en este libro Helena Hernández de Valle-Arizpe, recurren a la recuperación de determinadas prácticas y representaciones, a los rituales de la mesa y a sus contenidos materiales y simbólicos, a su papel en condiciones de crisis, como fue la Revolución Mexicana. Hablamos de la memoria histórica, concepto historiográfico desarrollado por Pierre Nora y que determina: “El esfuerzo consciente de los grupos humanos por entroncar con su pasado, sea este real o imaginado, valorándolo y tratándolo con especial respeto”. La presente obra, de la cual estas notas forman parte, que se ocupa de la cocina en el período revolucionario en Tlaxcala y los años subsecuentes, es posible porque la cocina de una región, un pueblo o una cultura preserva sus tradiciones, sus formas de vida y sus estructuras socioeconómicas, políticas y religiosas; sin embargo, también nos muestra que el trabajo por hacer es mucho y que el tiempo nos apremia. Aquél que invita a sus amigos a comer y no pone un toque personal en la comida no es digno de su amistad. Brillant-Savarin La cocina: arte, ludoteca, actividad social y filosófica 167 1910-1940 Panorama político-social Jaime Sánchez A comienzos de 1910, el Estado más pequeño de la República Mexicana, Tlaxcala, tenía apenas una población de 184,171 habitantes y, en su capital, 2, 812 individuos. A cien años de cumplirse el inicio de la lucha por la Independencia de México, allí no se tenía la menor idea de la trascendencia política que pueblo y gobierno estaban por vivir. De las varias carencias que el gobierno del coronel Próspero Cahuantzi Flores sentía como prioritarias erradicar estaba el analfabetismo, el cual procuraba combatir con los medios a su alcance. Esto confirma su fama de promover la enseñanza hacia el pueblo, hasta donde los recursos económicos lo permitían. El coronel Próspero Cahuantzi gozaba de la confianza del general Porfirio Díaz Mori desde que aquél, junto con un numeroso grupo de tlaxcaltecas, había colaborado, el 16 de noviembre de 1876, en el triunfo del Plan de Tuxtepec, en las lomas de Tecoac, al norte de Huamantla. Su personalidad fue descrita en la obra La ciudad virreinal de Tlaxcala (1909), de Antonio Peñafiel, como un hombre de vida modesta y frugal, quien desde una banca de la Plaza de la Constitución y hablando en su lengua materna, recomendaba a sus pueblerinos la asistencia puntual de la niñez a las escuelas. También creó un museo de arqueología e historia. 1910-1940 Panorama político-social 171 Sin embargo, la prioridad del pueblo era alcanzar la libertad politica como un mágico mecanismo para remediar todos los males que le aquejaban, siendo el analfabetismo uno de los menores. Desde la última década del siglo XIX y durante los primeros años del siglo XX, en Tlaxcala, como en gran parte de México, la inconformidad del pueblo en contra del gobierno porfirista crecía debido a su prolongado mandato y a sus métodos dictatoriales que favorecían a la minoritaria clase poderosa. Por ello, desde 1906, el pueblo se identificaba plenamente con las ideas del Partido Liberal Mexicano que ya contagiaban a Tlaxcala a través de los campesinosobreros que emigraban a la zona fabril de Río Blanco, Veracruz. Sólo la gente rica de las zonas urbanas, las haciendas, los ranchos y hasta los peones acasillados, se mantuvieron al margen de esta conciencia cívica. La capital tlaxcalteca era sumamente apacible. Su tranquilidad sólo se interrumpía, desde el último tercio del siglo XIX, cuando se promovían corridas de toros. También por los estruendosos cohetes y el huéhuetl (llamado en Tlaxcala teponaztli) que anunciaban los festejos de las fiestas patronales de San José, San Francisco y la Virgen de Ocotlán. O bien, por el ir y venir del tranvía, seguramente de tracción animal. Los sábados se volcaba, desde temprana hora, en su importante tianquisco (tianquiztli), una bulliciosa y abigarrada multitud dispuesta a comerciar. Se practicaba el regateo de precios y el trueque; a grandes voces se anunciaban los productos que se ofrecían: verduras, frutas, semillas, chiles secos; ropa, calzado, telas; leña, carbón, maderas; bebidas, comida, carnes, quesos y derivados; tequesquite y piedra de cal; loza, jarcería, petates de tule; cerdos y aves de corral; yerbas medicinales, entre otros. 172 1910-1940 Panorama político-social Dicho mercado se instalaba en la explanada norte del acceso al templo de San Francisco, luego de que, en el lejano 1539, por disposición virreinal, el tradicional tianquisco prehispánico se hizo descender de Ocotelulco. Ya en su nuevo sitio, el mercado solía rebasar el límite al invadir con puestos parte de la Plaza de la Constitución y los bajos de los portales grande y chico, donde funcionaban en forma permanente algunas tiendas de abarrotes. La rebeldía de un considerable número de campesinos provocó que, durante 1910, en Tlaxcala ocurrieran algunos sucesos de capital importancia, sin que por ello fuesen aún de trascendencia para el movimiento agrario que poco después estallaría, principalmente en Morelos. De manera discreta, la actividad política disidente se extendía en los pueblos del Estado, atribuyendo en principio su difusión a un par de tlaxcaltecas subversivos, que servían de enlace con la zona fabril veracruzana: Adolfo Ramírez, de Tzompantepec, y Agustín Tamayo, probablemente de Atlihuetzía. Ambos, identificados por el gobierno, pronto cayeron presos en Veracruz. Los tlaxcaltecas, politizados desde 1906 bajo el efecto de las proclamas anarco-socialistas de los hermanos Flores Magón y del programa del Partido Liberal Mexicano, comenzaron el año del Centenario de la Independencia (en vísperas de las elecciones de 1910) con un considerable número de “clubes” afiliados a dicho partido, reorientándose hacia el maderismo combativo que se enfocaba en las actividades antirreeleccionistas. El gobierno federal se hallaba afanosamente ocupado en preparar los festejos conmemorativos que pretendían mostrar al mundo “lo aventajado de nuestro país”, bajo la paz porfiriana. El general Díaz se ufanaba de un México en paz, laborioso, pujante y con un ejército preparado para toda eventualidad. Sin mencionar que las cárceles y los panteones rebosaban de precursores de un 1910-1940 Panorama político-social 173 inminente movimiento que ningún adicto al gobierno temía. El 3 de abril la camarilla oficial glorificó en una ostentosa manifestación, la reelegible figura del “héroe de la paz”. Y la Ciudad de México se puso de fiesta con muchos países invitados e interminables actos conmemorativos. Fue muy aplaudida la gallardía de los marinos extranjeros en el desfile del 16 de septiembre. Mientras tanto, la insurgencia se fortalecía con discreción. Los tlaxcaltecas Pedro Morales Meneses, Porfirio Meneses Córdoba, Francisco Cortés, Fabián Díaz, Pedro Álvarez del Campo y Fernando Lima, habían participado en la convención nacional que el Centro Antirreeleccionista de México, efectuara del 15 al 17 de abril, en la Ciudad de México, donde se había elegido al señor Francisco I. Madero como candidato a la Presidencia de la República y a Francisco Vázquez Gómez para la vicepresidencia, en abierta oposición al general Díaz. Al volver a Tlaxcala, aquéllos iniciaron la campaña en favor de los candidatos. Los maderistas tlaxcaltecas mantuvieron contacto con Cosío Robelo, del Distrito Federal, y con Aquiles Serdán, de Puebla, constituyendo el centro de reunión en Tepeíhtec, dentro en la casa del capitán Manuel Sánchez Ascorra, viejo campesino y liberal. Según el historiador tlaxcalteca, Ezequiel M. Gracia, en su obra Los tlaxcaltecas en la etapa revolucionaria 1910-1917, durante aquellas juntas se planeó precipitadamente, para el 27 de mayo de 1910, un golpe armado contra el gobierno de Cahuantzi, promovido por el espíritu belicoso de Aquiles Serdán, quien también había organizado, para la misma fecha, otros brotes en Atlixco y Cholula, del Estado de Puebla. Por estrategia, los tlaxcaltecas iniciarían su brote armado en San Bernardino Contla, a doce kilómetros de la capital de Tlaxcala. Ahí esperaban aprehender al presidente municipal y utilizarlo como señuelo para hacerse de armas y capturar a don Próspero, con ahorro de algunas bajas. Sin embargo, no sospechaban que ya habían sido denunciados. 174 1910-1940 Panorama político-social Plan insurrecto de Tepehítec estalla en Contla Sin poderse precisar la fecha de la importante junta de Tepeihtec, los comprometidos la recordaban como un acto solemne y secreto realizado en la casa del capitán Sánchez, quien asiendo el lábaro patrio con sus añosas manos, tomó juramento a 60 rebeldes, disponiéndose la pena de muerte para quienes traicionaran al grupo, según Marcos Hernández Xolocotzi. Allí designaron jefe de operaciones a Trinidad Sánchez Vargas y de columna a Juan Cuamatzi y al propio Hernández Xolocotzi. Entre tanto, los candidatos Madero y Vázquez, luego de visitar Guadalajara, llegaron a Puebla en la noche del 14 de mayo, aclamados por más de 25 mil simpatizantes de Puebla y Tlaxcala, que con su presencia superaron los múltiples obstáculos oficiales y desafiaban abiertamente al gobierno porfirista. Conforme al Plan Tepeihtec, los antirreeleccionistas se reunieron deficientemente pertrechados el 27 de mayo en San Bernardino Contla, donde por la noche sometieron al presidente municipal Nicolás Reyes. Llenos de entusiasmo, unos a pie y otros a caballo, más de 200 hombres avanzaron hacia la capital del Estado, ignorando la denuncia anónima que ya había alertado al Gobierno. Próximos a la ciudad de Tlaxcala, sobre el Camino Real, en un descuido y protegido por la oscuridad, el presidente municipal escapó y, desde el pueblo de Ocotlán, dio aviso al Gobernador de lo que sucedía. El coronel Cahuantzi, junto con 80 soldados de caballería, salieron en la madrugada del día 28, por el camino Ocotlán-Chiautempan, para enfrentarse a los alzados. 1910-1940 Panorama político-social 175 La sublevación estaba destinada al fracaso, por ello, en aquel momento un hombre de Tepeihtec recorrió velozmente los 32 kilómetros de Puebla a Tlaxcala para comunicar a los rebeldes la orden de Serdán de suspender la operación. Esta interrupción fue providencial, pues el golpe ya había perdido el factor sorpresa y, de haberse encontrado con los prevenidos rurales, habrían sufrido un fuerte descalabro ante militares bien armados. Los antirreeleccionistas se dispersaron. Algunos jefes se refugiaron en el Distrito Federal y otros en la ciudad de Puebla. La mayoría optó por volver a sus comunidades, donde muchos fueron detenidos y procesados. De los levantamientos preparados en Puebla ninguno funcionó. El de Atlixco porque fueron denunciados. En Cholula porque los hombres se negaron a participar, pues carecían de armas para la lucha. Denuncia del gobernador En el Archivo Histórico de Tlaxcala, Fondo Revolución, existe un documento fechado el 30 de mayo de 1910, en el que el coronel Cahuantzi da al Juez de Distrito cuenta pormenorizada de lo ocurrido durante la noche del 27. Pero el ambiente político nacional ya estaba listo para estallar en varios puntos de la nación. Acusados de delitos inventados, Madero y Roque Estrada fueron detenidos durante su gira, recluyéndolos en la penitenciaría de San Luis Potosí. Don Francisco se fugó a San Antonio Texas, donde proclamó el Plan de San Luis, que estallaría el 20 de noviembre. 176 1910-1940 Panorama político-social En Tlaxcala hubo reacciones de inconformidad por el fraude electoral, sin embargo, la protesta pacífica de mayor relevancia fue en Zacatelco, precisamente el 16 de septiembre de 1910. En medio de tanto regocijo oficial, el general Díaz, ya tarde, se enteró de los sangrientos desórdenes iniciados en Zacatelco, lo cual no alteró el ambiente conmemorativo, pues las clases gobernante y la adinerada se sentían tan seguras que no creían en brotes rebeldes urbanos ni cerriles. Durante la noche del 15 de septiembre, con el permiso del prefecto del Distrito, en un inútil esfuerzo por unirlos a la celebración oficial, un numeroso grupo de antirreeleccionistas decidió homenajear por su cuenta a los héroes nacionales, en la cabecera municipal de Zacatelco. Con intervención del presidente municipal, los disidentes efectuaron una pacífica velada, dentro de un local prestado. Por separado, el 16 organizaron un desfile, sin embargo, cuando se cruzaron las columnas, el prefecto les reclamó el portar pancartas contra el gobierno y otras en favor de Madero. Los alegatos subieron de tono y las autoridades, viendo su desventaja, se concentraron en su edificio para pedir ayuda a la capital del estado, de donde con urgencia, enviaron 50 rurales a las órdenes de Agustín García, alias “El Colgador” –quien se caracterizaba por hacer los trabajos represivos del gobierno– y a un cuerpo de infantería con 200 efectivos, al cual se agregó el gobernador Cahuantzi. Cuando llegaron los rurales, los rebeldes ya caminaban hacia Xicohtzinco, sin causar mayor daño que las ofensas expresadas. “El Colgador” consideró que los manifestantes merecían un escarmiento, así que los alcanzó provocando algunas bajas entre la gente del pueblo. La represión continuó hasta Panzacola, donde las balas del gobierno causaron más víctimas. Hubo detenciones y procesados. En total fueron once, quizás más, los disidentes muertos, como primeras víctimas antes de que estallara “la Bola”. 1910-1940 Panorama político-social 177 Las noticias periodísticas fueron distorsionadas y los jefes de las fuerzas pretextaron proceder en defensa propia ante un levantamiento armado. Pero queda claro que no fue más que la valiente protesta de un pueblo hastiado, desesperado, que inerme levantó la voz contra los excesos de un gobierno represivo. En respuesta a aquel evento, muchos ciudadanos tomaron las armas en defensa de sus más elementales derechos. Captura de los “Complicados de Tlaxcala” Se aproximaba la fecha crucial: el 20 de noviembre. El día 17, después de la represión de Zacatelco, la casa de los Sánchez fue rodeada a media noche por rurales. Catearon el domicilio sin encontrar armas y detuvieron a don Manuel Sánchez Ascorra y a sus dos hijos, Trinidad y Nicolás Sánchez Vargas. Se apoderaron del valioso archivo del movimiento, y con éste acusaron de sedición a los presos, ante las autoridades judiciales del D.F. En Acuitlapilco detuvieron a otro correligionario, el señor Gregorio Flores. Luego de la captura, los principales comprometidos en la rebelión fueron avisados. El día 18, el teniente coronel Cruz Guerrero, comandante de Rurales, condujo a los detenidos al Distrito Federal, recluyéndolos en la penitenciaría, donde trataron de envenenarlos. Sólo don Manuel, quien había consumido menos alimento, la pasó mejor. De aquélla experiencia falleció Nicolás, cuyos restos nunca se entregaron a sus deudos al parar en la fosa común. Trinidad fue internado en un nosocomio, pues su mal no fue pasajero. 178 1910-1940 Panorama político-social El día 19, Juan Cuamatzi encabezó una lucha armada, con un reducido grupo de guerrilleros, con quienes intentó quemar el puente ferroviario de Santa Cruz Tlaxcala para detener el paso del tren Puebla-México. Las fuerzas del estado se lo impidieron y los guerrilleros se ocultaron en las faldas de la Matlalcueye (Malintzin). El domingo 20, el diario El Imparcial publicó la fotografía y los datos de los presos tlaxcaltecas, bajo el rubro de “Los complicados de Tlaxcala”. Aquel mismo día, temprano, en Puebla, ocurrió el cruento asalto a la casa de Aquiles Serdán, donde éste terminó muerto. La liberación de los sobrevivientes ocurrió al triunfo del maderismo. El 30 de mayo de 1911, el pastor metodista Benigno Zenteno se apoderó de la capital del estado de Tlaxcala, ante la renuncia del presidente Díaz, cuando los maderistas tomaron Ciudad Juárez, Chihuahua. Don Próspero se retiró al Distrito Federal y como gobernador lo sustituyó don Agustín Sánchez, primero, y Agustín H. Maldonado posteriormente. Después se realizaron elecciones para gobernador y, de entre cuatro candidatos, triunfó el maderista Antonio Hidalgo, quien tomó posesión de su cargo desde el 1 de diciembre hasta el 15 de enero de 1913. El periodo administrativo de Antonio Hidalgo, además de sufrir molestas presiones de antiguos cahuanzistas, así como la renuncia de algunos colaboradores importantes, atravesó por situaciones económicas precarias. En su gobierno hubo nuevas elecciones, donde triunfaron los maderistas, pero como ya operaba la opositora Liga de Agricultores, ésta echó mano de sus malévolos recursos y lograron que el Congreso local nulificara el triunfo democrático. A mediados de aquél mismo año, inducidos por el Partido Antirreeleccionista Tlaxcalteca, hubo entre peones de varias haciendas un movimiento huelguista, 1910-1940 Panorama político-social 179 que promovió un insólito paro de tres días, lo cual alarmó a los hacendados y que el gobierno de Madero desaprobó. La actitud de los peones, al levantar la voz en contra de sus explotadores, fue ejemplo único en el campo mexicano, aunque concluyó el movimiento con un memorándum a Madero bajo el título de “YO ACUSO”, que no tuvo mayor efecto. Al terminar su periodo, Antonio Hidalgo entregó el gobierno a don Agustín Sánchez y, días después, visitó al presidente Madero para plantearle las dificultades políticas que vivían los maderistas en Tlaxcala, sin obtener las consecuencias deseadas. Para entonces, la caída de Madero ya se presentía. El nueve de febrero, a unos días de aquella visita, una parte del ejército traicionó a Madero y se inició la llamada “Decena Trágica”, que culminó con la renuncia y asesinato de Madero y Pino Suárez. El general Huerta se apoderó de la Primera Magistratura y maderistas de todo el país fueron perseguidos y, en su mayoría, eliminados. El general huertista Alberto Yarza llegó a Tlaxcala, en tanto las elecciones tendenciosas en el estado favorecieron al porfirista Manuel Cuéllar Alarcón, quien se mantuvo al frente del Gobierno hasta el triunfo del constitucionalismo. Huerta y Carranza El movimiento revolucionario se manifestó en todo México: en Coahuila el gobernador Venustiano Carranza reaccionó en contra de Huerta; Villa logró la toma de Zacatecas; Huerta renunció y abandonó el país y los estadounidenses 180 1910-1940 Panorama político-social se apoderaron del puerto de Veracruz, con el pretexto de combatir al gobierno huertista. Esta última noticia causó confusión en Tlaxcala, pues mientras el pueblo pensó que se trataba de una maniobra del gobierno espurio, no faltó quienes, indignados, pretendieron ir a defender el suelo patrio. Presionados por Carranza, los yanquis abandonaron el heroico puerto en noviembre del mismo año. Los constitucionalistas tlaxcaltecas, liderados por Máximo Rojas, Pedro Morales y Domingo Arenas, tomaron la ciudad de Tlaxcala el 20 de agosto de 1914 y, en septiembre y noviembre, los visitó don Venustiano. Poco después, los revolucionarios se dividieron en convencionistas y carrancistas durante la Convención Nacional en Aguascalientes. En Tlaxcala el grupo se fracturó. El 12 de noviembre, luego del “cuartelazo” en la ciudad de Tlaxcala, Arenas se pasó al zapatismo, para después ser derrotado por los constitucionalistas el día 19, durante el recordado combate de Panotla, el cual causó muchas bajas tlaxcaltecas. La misma escisión llevó a Pedro Morales a pasarse al gobierno convencionista. El general Máximo Rojas volvió a la jefatura civil y militar, de enero de 1915, hasta el 16 de mayo, cuando Carranza lo dejó al frente del ejército, encargando el gobierno al poblano Porfirio del Castillo. En la misma fecha, se designó presidente municipal de Tlaxcala a Diego Sánchez Hernández, de Tepeihtec, quien falleció en un sorpresivo ataque arenista, el 29 de dicho mes. Circunstancialmente el gobierno de Porfirio del Castillo se instaló en Santa Ana Chiautempan donde, no obstante la crisis, alcanzó logros dignos de encomio: debido al angustioso clamor popular por el alza de precios, consecuencia de 1910-1940 Panorama político-social 181 las aguda escasez sufrida, aunada a la confusión que causaban las múltiples monedas en circulación, el coronel Del Castillo obtuvo alimentos básicos de otras entidades y, para frenar la voracidad de los comerciantes, los distribuyó fijando una lista de precios accesibles. Aun cuando aquellos precios parecían elevados debemos comprender la aguda escasez sufrida. Del Castillo organizó la hacienda pública y regularizó la ocupación de las fincas tomadas en la primera etapa revolucionaria. En el D. F. hizo participar a Tlaxcala en una exposición sobre el maguey. Además, elevó el presupuesto estatal previendo que para 1917 alcanzaría los dos millones de pesos. Inauguró un congreso pedagógico y una escuela normal que preparara a los futuros mentores de la niñez tlaxcalteca. A mediados de 1916 se retiró a su tierra natal, para contender como diputado constituyente en 1917. Por Tlaxcala, para igual fin, surgieron los diputados Antonio Hidalgo, Modesto González Galindo y Ascención Tépal. Del Castillo dejó el gobierno en manos del honrado tesorero del estado don Antonio Machorro y su sucesor fue Daniel Ríos Zertuche. A éste siguió otro provisional, Luis Hernández, efectuándose en su administración las elecciones que favorecieron al general Máximo Rojas como gobernador constitucional, durante el período del 31 de mayo de 1918 al 5 de junio de 1920. Desde 1910 hasta 1940 los servicios sanitarios en Tlaxcala fueron sumamente deficitarios. El principal hospital “Mariano Sánchez” no podía atender la excesiva demanda de pacientes afectados por aquél violento mal. Una inusual cantidad de gente falleció tratando de curar su enfermedad con remedios caseros; ante la falta de ataúdes, muchos se enterraban envueltos en petates o cobijas. 182 1910-1940 Panorama político-social Muerte de Arenas y Zapata En 1916 se le ocurrió al zapatista Domingo Arenas volver al constitucionalismo. En consecuencia, los zapatistas se sintieron traicionados y, el 30 de agosto de 1917, le tendieron una celada cerca de la hacienda de Huexocoapan, Puebla, y su cabeza fue enviada al general Zapata. Éste muere a traición el 10 de abril de 1919, en otra celada parecida al mando del coronel carrancista José Ma. Guajardo, en la hacienda de Chinameca, Morelos. La posición militar de Domingo fue heredada por su hermano Cirilo, más joven que aquél pero con la misma ideología agrarista. Pronto se enemistó con el carrancismo, fue capturado y, luego de un juicio sumario, se le fusiló en la ciudad de Puebla el 4 de marzo de 1920. En menos de tres meses, el 21 de mayo, le tocaría a don Venustiano morir traicionado en la Sierra de Puebla. Durante 1918 el país se vio afectado por la llamada Influenza Española, una especie de gripe de efectos devastadores, que tuvo muchas víctimas, aunque quizá en Tlaxcala menos que en otras entidades. Sin embargo, marcó su paso con un descenso de población que se compara en las cifras del año 1910 contra las de 1921. Al concluir el periodo del general Hernández, el 31 de mayo de 1918, Máximo Rojas volvió como gobernador constitucional. En 1920 se desató la efervescencia política local y nacional ante el rompimiento de los caudillos sonorenses con don Venustiano Carranza quien, esperanzado en el apoyo del general Guadalupe Sánchez, se vio forzado a trasladar su gobierno a Veracruz. Sin embargo, el general Sánchez también se rebeló y detuvo a Carranza en Aljibes, quien se interno en sierra. El general Rojas también desconoce a Ca- 1910-1940 Panorama político-social 183 rranza en respaldo de Obregón, y es asesinado por simpatizantes del Plan de Agua Prieta, el 21 de mayo de 1920. La administración de Máximo Rojas concluyó el 14 de enero de 1921. A la muerte de Carranza el Congreso designó a Adolfo de la Huerta, miembro de la triada sonorense, como presidente provisional; en breve lapso logró la pacificación del país, incluida la reclusión pacífica de Francisco Villa con una parte de sus fuerzas en la hacienda de Canutillo, Durango, cedida por el gobierno. Las elecciones nacionales llevaron a Álvaro Obregón a la presidencia y, en Tlaxcala, a Rafael Apango a la gubernatura (del 15 de enero de 1921 al 14 de enero de 1925). La toma de posesión de Apango fue precedida por fricciones causadas por el arenista-zapatista Antonio Mora, aspirante a la gubernatura, quien con su tropa se posesionó del edificio del Congreso local, el cual abandonó en el mes de abril para levantarse en armas en contra del gobierno de México. En circunstancias confusas, el general Mora pereció en Sanctorum, Tlaxcala, el 21 de junio de aquél mismo año. El general carrancista Francisco Murguía culpó al general Obregón de aquella muerte (y muchas más), en un desplegado que se difundió por todo el país. El 23 de febrero de 1923 murió Máximo Rojas en San Juan de los Llanos, hoy Libres, Puebla, mientras colaboraba en la lucha contra el rebelde delahuertismo, en defensa del gobierno obregonista en turno. 184 1910-1940 Panorama político-social Divisiones políticas y protestas campesinas y obreras Por instrucciones del presidente Obregón, la Trigésimo Quinta Zona Militar, dependiente de la Secretaría de Guerra, se estableció en Huamantla en 1924, para controlar militarmente todo Tlaxcala. Esta designación creó nuevas divisiones en la entidad, pues los grupos de antecedentes carrancistas no veían con buenos ojos al ex zapatista don Genovevo de la O. En cambio, los arenistas-zapatistas lo consideraban uno de los suyos. No escasearon las fricciones y las quejas ante el Gobierno Federal resultando que, en 1925, el ejército se trasladó a un nuevo sitio. Durante la administración del señor Mendoza ocurrió en parte del país la guerra religiosa conocida como “La Cristiada”, la cual, felizmente, no alcanzó a Tlaxcala, aun cuando se sabe que ahí hubo grupos simpatizantes de aquel movimiento, como el famoso general arenista Isabel Guerrero “Chacharrón” quien, varios años después, al concluir el período del gobernador Bonilla, fue eliminado por fuerzas del Estado quedando abatida su actitud rebelde. A mediados de 1926 se constituyó “La Unión Revolucionaria Tlaxcalteca” con un ambicioso programa social que rectificaba la política en vigor. A partir del 15 de enero de 1929 tocó a Adrián Vázquez Sánchez, del Partido Socialista Tlaxcalteca, gobernar. Así como el gobierno de Mendoza, el de Vásquez Sánchez tuvo tenaces enemigos en parte del pueblo tlaxcalteca, estando a punto de ser derrocado con violencia por campesinos y obreros, por el abuso de poder y otros desmanes. Este gobernador se vio obligado a concluir su periodo el 14 de enero de 1933. 1910-1940 Panorama político-social 185 El señor Moisés Rosalío García cubrió el interinato de enero a marzo de aquel mismo año. A continuación resultó electo el general Adolfo Bonilla, quien ocupó el cargo de 1933 a 1937. Una de las preocupaciones del general Bonilla fue dar nueva ubicación al tianquizco o mercado popular que durante casi cuatro siglos había funcionado en la explanada norte del viejo convento franciscano. Con tal motivo se hizo la adquisición del terreno colindante al poniente de la iglesia de San José y hacia 1936 se construyó el asiento para el nuevo mercado, lo cual facilitó la instalación y funcionamiento de comercios permanentes y concurrentes de cada sábado. El general Bonilla pidió licencia y el Congreso designó al general Tomás Sánchez Perea para cubrir el lapso del 23 de diciembre de 1933 al 30 de mayo de 1934. El general Bonilla regresó a su gubernatura en junio de aquel año. Este militar tampoco gozó de un período tranquilo, pues se suscitó una rebelión popular que le acusaba de haber eliminado a muchos de sus oponentes. Sin embargo, no lograron desbancarlo. En diciembre de 1934 el general Lázaro Cárdenas ocupó el puesto de presidente de México. Durante los primeros meses de 1935, ante diferentes puntos de vista políticos, surgió un distanciamiento entre Cárdenas y su protector, el general Calles quien, ante la complacencia del pueblo mexicano, fue expulsado junto con tres de sus incondicionales el 10 de abril de 1936. El general Bonilla, callista reconocido, quien al igual que Vázquez Sánchez promovió legislaciones de carácter social y fiscal a tono con la ideología de Calles, cuya remoción debió afectarle no obstante. El general Cárdenas, por circunstancias casuales decidió pasar a Tlaxcala, donde atendió algunas comisiones y dictó medidas en favor de la escuela “Hijos del Ejército”. Esta sería la única ocasión en que Cárdenas estuviera en suelo tlaxcalteca, durante sólo tres horas. 186 1910-1940 Panorama político-social El señor Isidro Cándia, quien llegó como gobernador constitucional de 1937 a 1940, enderezó la política hacia la reforma agraria, con miras a la industrialización de la entidad, de gran utilidad a los gobiernos posteriores. Durante la administración de Cándia, un grupo de mujeres —algunas revolucionarias, como doña Carmen Luna, de Atezcatzinco— formaron en la ciudad de Tlaxcala la “Sociedad Cooperativa Emancipación de la Mujer Tlaxcalteca”, que se dedicaba a la confección de prendas de vestir para ser vendidas a precios accesibles; como ésta hubo muchas otras organizaciones similares que tampoco perduraron. Al finalizar el período cardenista el país se hallaba en plena efervescencia política. El partido oficial respaldaba al general Manuel Ávila Camacho, en contra de la candidatura del general Juan Andrew Almazán, postulado por el Partido Revolucionario de Unificación Nacional (PRUN), que en Tlaxcala tuvo una gran simpatía entre el pueblo no comprometido con el gobierno. No obstante triunfó el candidato oficial, atacando a Almazán de huertista y contrarrevolucionario. Un mes y medio antes de terminar su mandato, don Isidro fue llamado por el presidente Ávila Camacho para que se hiciera cargo del Departamento de Asuntos Indígenas, en el Distrito Federal. Su ausencia la cubrió Joaquín Cisneros Molina. Hacia el año de 1940 la población de Tlaxcala mostraba un incremento de 224,063 habitantes. A partir de aquel año Tlaxcala comenzó a crecer enormemente y década tras década se fueron diluyendo aquellos recuerdos de guerra y carencias que constituyeron modificaciones importantes, no sólo en lo político y social, también en lo cultural, entre éste, la culinaria. 1910-1940 Panorama político-social 187 Glosario ACOCIL. Cambarellus montezumae. Crustáceo con aspecto de pequeña langosta. Vive en cuerpos de agua dulce. Se vende en medidas de latas de sardina y se come hervido, frito o guisado. ADOBO. Salsa o caldo con el que se sazonan los ingredientes de un guiso. Puede contener chiles secos, vinagre, especias, ajo, entre otros. AGUAMIEL. Líquido que se extrae del corazón del maguey. Bebida dulce y delicada que se usa para preparar atoles y verde Tlaxcala. Concentrado se obtiene miel. Cuando se fermenta se convierte en pulque. AJOLOTE. Ambystoma tigrinum y velasci. Del náhuatl “axolotl” que significa perro o monstruo de agua. Anfibio en estado larvario. A veces, en su vida adulta, se convierte en salamandra terrestre. Vive en cuerpos de agua dulce. Se cocina en tamales y caldos. AMANEHUAS. Frijoles tiernos sacados de la vaina en época de cosecha. AMARANTO. Amaranthus hypochondriacus. Del náhuatl “huauhtli”. Planta cuyas semillas son alimento desde la época prehispánica. Actualmente éstas se utilizan para cocinar tortitas con polvo de camarón, dulces y atoles. ANAFRE. Estufa portátil que se calienta con carbón. ARVEJÓN. De arveja. Chícharo amarillo, maduro y seco. Se cuece igual que el frijol, después de ser tostado. Se utiliza en quebrados, tlatlapas y empedrados. ATIZAR. Avivar el fuego del anafre o tlecuil con un aventador. ATOLE. Bebida mexicana con múltiples variantes. Elaborada desde la época prehispánica. Se prepara con masa de maíz disuelta en agua, leche o aguamiel; se endulza con azúcar o piloncillo. En Tlaxcala se preparan atoles con amaranto, maíz fermentado (atole agrio otomí) e incluso chiles. Glosario 189 AVENTADOR. Abanico de palma trenzada que se utiliza para atizar el fuego. AYOCOTE. Phaseolus coccineus. Frijol de gran tamaño, de diversos colores. Se utiliza para rellenar tamales, en ensaladas y otros guisos. BARBACOA. Manera tradicional de cocinar diversos ingredientes envueltos en penca de maguey y cocidos en un hoyo en la tierra. Puede sustituirse por un horno casero conservando la envoltura de pencas de maguey. BOLITAS DE MASA. Se preparan con masa de maíz manteca de puerco y, a veces, epazote. Son parte de algunos guisos tradicionales, como texmoles, chilpoposos y sopas. BURRITOS. Granos de maíz tostados y reventados en comal, cubiertos y caramelizados con miel de piloncillo o azúcar y aromatizado con canela o anís. CAL (tenextli). Óxido de calcio. Piedra de cal, la cal viva se obtiene apagada y asentada en agua. Indispensable para preparar el nixtamal. CAPEAR. Sumergir algún ingrediente enharinado en huevo batido a punto de turrón. Enseguida se fríe. CAZUELA ARROCERA. De barro, de base plana y amplia, se utiliza principalmente para freír. CAZUELA MOLERA. De barro, honda, sirve para guisos caldosos. CHARAL. Nombre con el que se designan varias especies de pequeños peces. Viven en cuerpos de agua dulce. Frescos se comen en tamales tatemados; secos se comen en chilpoposos y salsas picantes. CHILACAYOTE. Fruto de una planta curcubitácea que se cocina, tanto tierna, como recia, en pipianes, moles, guisados con leguminosas o en dulces. CHILE. Capsicum annum y capsicum frutescens. Fruto picante de la familia de las solanáceas, originario de México, Centro y Sudamérica, del cual existen variedades de muchos tamaños, formas, colores, sabores y picores. CHILE GUAJILLO. Se consume seco. En estado verde se llama chile mirasol, es de forma alargada y semipicante. CHILE ANCHO. Fruto grande semipicante de 8 a 15 cm de longitud. Tiene un color rojo oscuro. En estado verde se conoce como chile poblano o chile de milpa. CHILE CAPÓN O ENCUERADO. Chile relleno de cualquier tipo, que no se capea al freírlo o guisarlo. CHILE CASCABEL. Se consume seco. En estado verde se llama chile mirasol, tiene parentesco con el chile guajillo. CHILE CHIPOTLE. En estado verde se llama chile jalapeño o cuaresmeño. Se deshidrata, ahuma y seca. Es picante. 190 Glosario CHILE CUARESMEÑO O JALAPEÑO. Adquirió este nombre por la costumbre de rellenarlo con queso y servirlo como platillo típico en los días de ayuno durante la Cuaresma. CHILE DE ÁRBOL. Se consume verde o seco. Muy picante. CHILE MORITA. Se consume seco y ahumado. En estado fresco es chile jalapeño chico. CHILE PASILLA. Se consume seco. En estado fresco se conoce como chilaca . Seco tiene tonos casi negros. CHILE POBLANO. En Tlaxcala se conoce como chile de milpa. En estado fresco es verde. En estado seco se conoce como ancho o mulato. Se come en rajas, relleno o en caldos. CHILE SERRANO. Se consume verde. Es pequeño y alargado. CHILOCUILES O TECOLES. Hypopta agavis. El nombre de chinocuil o chilocuil viene del náhuatl “chilocuillin”, gusano de chile, son rojos, viven en las raíces del maguey. De sabor y aroma intensos.Se mantienen vivos alimentándolos con tortilla. CHINTETE o TEXIN. Sceloporus horridus. Reptil con aspecto de lagartija cubierta de escamas, mide hasta 9 cm. Especie endémica de México. Se comía asado a las brasas después de ser destripado con una púa de maguey. CHIQUIHUITE. Canasto tejido de palma o tule, se utiliza para colocar tortillas, tlatloyos, etc. o almacenar chiles. CHITO. Carne salada y seca de chivo. Se elaboraba con carne de burro y de caballo. COMAL. Utensilio tradicional, plano y redondo, hecho de barro o metal. Es utilizado para calentar, tostar y cocer tortillas u otros productos. CURAR. Dar tratamiento a ciertos utensilios de cocina (cazuelas, ollas y comales) para que estén en condiciones de ser utilizados. EPAZOTE. Chenopodium ambrosioides. Hierba que se usa con fines culinarios y medicinales. Sirve como condimento para un sinnúmero de guisos en la cocina mexicana y tlaxcalteca. ESCAMOLES. Liometopum apiculatum. Larvas de hormigas de color cremoso. Se recolectan desenterrando los nidos o canastas (traveculum) de las hormigas. Son un manjar que en Tlaxcala se come de diversas formas. Actualmente escasean, lo cual aumenta su precio. FLOR DE CALABAZA. Flor de color amarillo anaranjado. Se utiliza en guisos, como arverjones, habas enzapatadas, sopas, quesadillas o rellenas. FLOR DE MAGUEY. Crecen en el tallo o quiote de la planta, para guisarse deben estar en botón, hay que blanquearlas para evitar que amarguen. GUSANOS DE MAGUEY. Acentrocneme hesperiaris. En náhuatl “meocuillin”. Larvas de mariposas que viven en las pencas del maguey. Se comen fritos, en mixiote o asados en el comal. Glosario 191 HABAS. Vicia faba. Hortaliza que pertenece a la familia de las leguminosas. Produce granos grandes que se consumen frescos o secos, con cáscara o sin ella. Existen muchas recetas de éstas. HOJA SANTA, ACUYO. Piper auritum. Hierba con sabor y aroma anisado que se utiliza en tamales y adobos. HONGOS SILVESTRES DE TLAXCALA. Enchilado, escobeta, huitlacoche, pante, llanero, tecajete, corneta de oyamel, xolete, tejamil. HUAUZONTLES. Chenopodium berlandieri. Planta originaria de México, de largas hojas afiladas y flores verdes comestibles que forman ramilletes, los cuales se hierven y luego se rellenan y capean o se desmenuzan para formar tortitas. ITACATE. Alimentos que llevan las mujeres a los campesinos u obreros para almorzar. Antiguamente el tlacualero llevaba los itacates a los peones de las haciendas y a los campesinos a las tierras de labor. Hoy representan las viandas que nos obsequian los anfitriones después de una comida o la comida que se lleva para almorzar en la escuela o el trabajo. LIEBRE. Lepus californicus, L. callotis. Se cazaba para ser cocinada a las brasas (algunas veces dentro de una penca recia de nopal), en hoyo de barbacoa, en mixtotes o en adobo. MARINAR. Cubrir los alimentos con líquidos aromatizados y especias o hierbas, para que adquieran sabor y en algunos casos se suavicen. MAGUEY. Agave spp. Nombre derivado de la voz latina “agave”, que significa amigable. Planta perteneciente a la familia de los amarilidáceos. Existen muchas variedades en México, del maguey manso o pulquero se aprovechan las pencas para cocer alimentos en barbacoa, la epidermis de éstas para hacer mixiotes, sus flores, las larvas de mariposa que viven entre sus pencas y los chilocuiles que viven en sus raíces. MAÍZ. Zea mays. Planta de la familia de las gramíneas. En México se cultivan múltiples variedades y se aprovecha íntegramente: las hojas de milpa, flores, las mazorcas, sus hojas y su hongo parásito (huitlacoche). Existen granos de varios colores y tamaños. Es ingrediente insustituible de alimentos, como tortillas, tamales, atoles, burritos, gorditas, texmoles, empedrados, chileatoles, entre otros. MALVA. Tipo de quelite con pequeñas hojas en forma de riñón de color verde oscuro. Se comen al vapor, en caldo y en guisados. MANTECA. Grasa fundida del cerdo, de color blanco a moreno. La oscura se prefiere por su sabor y tener mayor cantidad de nutrientes. Su sabor es intenso, por lo cual se utiliza en pequeñas cantidades. Era indispensable ingrediente en la cocina revolucionaria, no se usaban aceites. MARINAR. Cubrir alimentos con líquidos o salsas aromatizadas con especias y hierbas para que adquieran sabor y se suavicen en algunos casos. MARTAJAR. Triturar, moler en grueso semillas, chiles u otros ingredientes. METATE. Piedra rectangular, tiene una superficie ligeramente cóncava, puede tener tres patas o ninguna, se usa para moler granos, semillas, frutos, verduras y chiles, con ayuda de una piedra alargada llamada metlapil. 192 Glosario METLAPIL. Rodillo hecho de la misma piedra que el metate, sirve para moler. METLAPIQUE. Tamal de hojas de totomoxtle sin masa, en el que se envuelven charales, ranas, renacuajos. Se cuecen sobre el comal o entre las brazas. MIXIOTE. Película que cubre la penca del maguey manso. Se utiliza para envolver y cocer al vapor o sobre el comal diversos ingredientes como pollo, carnero, pescado, ranas o escamoles. En la actualidad es preferible utilizar papel o aluminio, ya que el maguey está en etapa de protección. MOLCAJETE. Mortero de piedra o barro en forma de cuenca que sirve para moler, con ayuda del tejolote, semillas, chiles y frutos. MOLE. Palabra que proviene del náhuatl “mulli”, que significa salsa. Se elabora con chiles, semillas y especias; existen múltiples variedades en todo México. En Tlaxcala dichas variedades incluyen: mole prieto, mole de matuma o ladrillo (platillo ritual otomí), texmole, mole de olla, entre otros. NEJAYOTE. Agua con cal en la que se prepara el nixtamal. Se usa para curar ollas y cazuelas de barro. NIXTAMAL. Técnica de origen prehispánico. Se desgranan las mazorcas, se hierven en agua con cal o ceniza, se enjuagan; se muelen en metate o molino. La masa resultante se usa para hacer las tortillas, tamales, espesar texmoles, gorditas, tlatloyos y muchas otras preparaciones. NOPAL. Opuntia spp. y Nopalea spp. Del náhuatl “nopalli”, árbol de tunas. Cactácea con pencas ovaldas, carnosas, aplanadas, con espinas. Se comen tiernas o maduras, en cuyo caso se nombra nopalachitle. Su fruto es la tuna. Existen más de cien variedades en México, tanto silvestres como cultivadas. NOPALACHITLE. Corazón o centro de la penca de nopal recia. Se come en guisados de leguminosas, en caldos, asado a las brasas o relleno. OLLA. Vasija redonda de barro, cuello alto, boca estrecha. Se usa para preparar leguminosas, café, caldos y atoles. PÁPALO. Porophyllum ruderale. “Papalotl” en náhuatl significa mariposa. Se come hervida, salteada, en sopas y en tacos con salsa picante. Es de la familia de los quelites. PATO. Ave palmípeda de la familia de las anátidas. Numerosas especies siguen migrando de Norteamérica a Tlaxcala durante el invierno. Se comen en pipianes, en adobos, asados o en mixiotes. PILONCILLO. Producto de la caña de azúcar, sin refinar, presentada en forma de un cono trunco. PIPIÁN. Salsa que contiene diferentes semillas: pepitas de calabaza, cacahuate, almendras, ajonjolí, chiles y especias; pueden ser verdes o rojos, sencillos o barrocos. Acompaña carnes o verduras. PIPITZA. Presenta delgadas y alargadas hojas de la familia de los quelites, se usa igual que el pápalo. PULQUE. En náhuatl “octli”. Bebida mexicana obtenida de la fermentación del aguamiel, es decir, la savia del maguey. Se bebe natural o en curados. Se usa para preparar pollo, conejo y “salsas borrachas”. Es nutritivo. Se transportaba en pellejos de chivo o “castañas”, es decir, barriles de madera. Glosario 193 QUELITE. Deriva del náhuatl “quilitl”, que significa hierba comestible. Alberga un gran número de hierbas, entre las que se encuentran el quintonil, el epazote, la chaya, la verdolaga, los chivitos, la pipitza, las lengüitas y los quelites cenizos. QUINTONILES. Planta silvestre de la familia de los quelites. QUIOTE. Tallo o tronco que brota del maguey, sus flores son amarillas y comestibles. RANAS. Lythobates montezumae, L. spectabilis. Batracios que se comen en tamales tatemados y caldos. Constituían un alimento abundante y apreciado. Se destripaban con una púa de maguey. SALTEAR. Técnica que consiste en freír a fuego alto, sin líquido y sin tapar. SAZONAR. Condimentar los alimentos para darles sabor. Popularmente se refiere a dejar hervir los guisos a fuego lento para permitir que se amalgamen sus aromas y sabores. TATEMAR. Consiste en asar algún producto hasta casi quemarlo. TEQUESQUITE. Cloruro y carbonato de sodio, compuesto mineral extraído de la tierra, común en la cocina de Tlaxcala. Se usa diluido en agua (el asiento se desecha) se añade a las leguminosas para que se suavicen así como a otras preparaciones tradicionales. TEJOLOTE. Del náhuatl “tetl”, piedra, “xolotl”, muñeco. La pieza de piedra con la que se muele en el molcajete. TEXMOLE. Guisado que se elabora en algunos estados del centro del país, particularmente en Tlaxcala; el nombre proviene del náhuatl “textli” masa de maíz y “mulli” salsa. En Tlaxcala las preparaciones incluyen carne de chito, puerco, huitlacoche o vegetales. Se espesa con masa diluida en agua. TLACUACHE. Didelphis marsupiales y D. virginiana. En Tlaxcala existen ambas especies, son marsupiales omnívoros de hábitos nocturnos. Se comían en adobo o mole, después de salar y orear la carne. TLATLAPA. Sopa semiespesa hecha de frijol tostado y molido en metate que se disuelve en agua hirviente, saborizada con epazote. Lleva chile guajillo o chipotle y nopales. TLATLOYO. En náhuatl significa “la otra mitad del corazón”. Es una tortilla gruesa de forma oval que se rellena con diversas preparaciones (haba seca, arvejón, frijol, ayocote o requesón). TLAXCALLI. Tortilla, pan de maíz. TLECUIL. Fogón, de adobe o piedra, que sirve como base para colocar comales y vasijas para cocer los alimentos. También se cuecen calabazas “al fuego bruto”. En su base se cuecen alimentos entre las brasas. Parte primordial de las “cocinas de humo” antiguas. TOTOMOXTLE. Hojas de la mazorca usadas para envolver tamales. TUNA. Fruto carnoso del nopal. Existe una gran variedad de especies de diferentes colores, tamaños y gustos. Entre éstas, el xoconostle es una muy apreciada y cocinada en Tlaxcala. XOCONOXTLE O TENOXTLE. Tuna agria. Se usa para preparar salsas, diversos guisos y dulces. ZÍVICOS o GUAJES. Semillas que se encuentran en las vainas que producen los árboles del huizcolote. Se comen en tacos o en salsas y moles. 194 Glosario Bibliografia sugerida Arana, Federico, Insectos comestibles. Entre el gusto y la aversión, México, UNAM, 2006. Barros, Cristina y Buenrostro, Marco, Cocina Prehispánica, Continuidad cultural. Recetario, Revista Arqueología Mexicana, México, Edición especial No. 12, Editorial Raíces, 2002. , Itacate. La Sorprendente Comida Mexicana, México, Editorial Grijalbo, 1996. , La cocina prehispánica y colonial. México, CONACULTA, Colección Tercer Milenio, 2001. , Panadería de Tlaxcala. Ayer y hoy, México, Gobierno de Estado de Tlaxcala, 2004. Bayless, Rick, Rick Bayless Mexico, One Plate at a Time, EUA, Scribner, 2000. Brillat-Savarin, Jean Anthelme, The Physiology of taste or Meditations on transcendental Gastronomy, EUA, Counterpoint, 1999. 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Bibliografía sugerida 197 Índice de recetas A Acociles con huevo 108 Agua de piojitos 144 Aguamiel en verde Tlaxcala 144 Ajolotes guisados con chipotle 125 en tamales tatemados 80 Almendra, pulque curado de 145 Amaneguas con calabacitas y flor 91 en ensalada 92 con guajillo 92 con nopalachitle 91 con nopales 91 receta básica 91 Apio, pulque curado con 145 Arroz con codornices 125 Arvejones en empedrados 77 receta básica 93 con nopales 93 con xoconostles en adobo 93 tlatloyos 78 Ate y jalea de membrillo 138 Atoles aguamiel 101 amaranto 101 guayaba 101 masa, simple 101 Avena, pulque curado con 145 Ayocotes en adobo 106 caldosos 92 guisados del abuelo 106 B Berros, salsa con rábano 68 Burritos de maíz 141 C Cacahuate huauzontles en pipián 117 mole de fiesta 128 pato en pipián de Tizatlán 116 Calabacita en picadillo 105 Índice de recetas Calabaza en dulce chacualole 141 Caldo de habas con calabacitas y flores 86 habas con xoconostles y chiles secos 87 habas con nopales 86 habas, receta básica 86 malvas 84 pollo con guías de calabaza 84 con morillas 85 con xoletes 85 Carnero entomatado 126 panza verde 120 Codornices con arroz 125 Conejo al pulque 123 Curados de almendra 145 de apio 145 de avena 145 199 de cacahuate 145 de tuna 145 CH Chacualole de calabaza 141 Chambarete en salsa con pulque 124 Charales 66 chilpoposo tortitas en pasilla con nopales 110 verde 111 Chayote en dulce con higuera 140 Chilacayotes en pipián 118 Chiles capones 105 de milpa rellenos de tamal 100 fingidos 127 Chilocuiles o tecoles en salsa verde 67 Chilpoposos de charales en verde 111 con tortitas de charales en pasilla 110 Chito en texmole con calabacitas 112 en texmole con quintoniles 113 tostado 72 D Dulces ate de membrillo 138 chacualote 141 chayote con higuera 140 burrito de maíz 141 de pera con membrillo 139 200 E Empedrados de arvejón 77 Escamoles en mixiote 97 F Flores de calabaza amaneguas con calabacitas 91 caldo de guías 84 caldo de malvas 84 habas enzapatadas con calabacitas 95 mole de olla de doña Irma 88 mole de olla de doña Rosa 89 panza de carnero 120 picadillo de calabacitas 105 chilpoposo de charles en verde 111 texmole de chito 112 Frijoles amaneguas 91, 92 ayocotes 92, 106 negros con manitas 107 tlatlapas 87 tlatloyos, de 78 G Gorditas empedrados con arvejón 77 tlaxcales 81 Guías, caldo de 84 Gusanos de maguey fritos 72 tecoles en salsa verde 67 H Habas, caldo de con calabacitas y flor 86 Índice de recetas con nopales 86 con xoconostles 87 receta básica 86 Habas enzapatadas con calabacitas y flores 95 con nopalachitle 94 con nopales 94 receta básica 94 con xoconostles y guajillo 95 tlatloyos, de 78 Hongos huitlacoche, en mole 121 huitlacoche, en texmole 115 tejamaniles, texmole de 114 morillas, caldo de pollo con 85 pante a las brasas 73 tamales tatemados de 79 xoletes, caldo de pollo con 85 escobeta, relleno para tamales de 98 Huauzontles piernas de guajolote en pipián 117 Huevos con acociles 108 con hongos silvestres 109 con lentejas ahogados 108 en texmole, ahogados 109 dentro de pambazos 133 Huitlacoche texmole de 115 mole de 121 L Lengüitas para taco 72 Lentejas con huevos ahogados 108 M Malvas, caldo de 84 Manitas de puerco con frijoles 107 Masa para tamal 98 para tortillas de maíz 76 para tortillas de trigo 76 Membrillo ate 138 con pera en dulce 139 jalea 138 Mixiotes de escamoles 97 de pato 96 Moles de fiesta 128 de huitlacoche entomatado 121 de olla de doña Irma, de res 88 de doña Rosa, de res 89 de espinazo con xoletes 90 de panza de carnero 120 Morillas, caldo de pollo con 85 Muéganos tlaxcaltecas 134 N Nejayote 76 Nixtamal 76 Nopales amaneguas 92 arvejones 93 caldo de habas 87 frijoles con manitas de puerco 107 habas enzapatadas 94 relleno del pollo en xoma 132 salsa con 67 P Pambazos rellenos con huevo 133 Pan de pulque 133 Papas en pipián fingido 118 Pato en mixiotes 96 en pipián 116 Pera con membrillo en dulce 139 Picadillo de calabacitas 105 Piernas de guajolote de huauzontles 117 Pipianes con huauzontles 117 de pato de Tizatlán 116 fingido y variantes 118, 119 Pipitza calabacitas en picadillo 105 caldo de malvas 84 salsa verde 67 Pollo caldo con guías de calabaza 84 caldo con morillas 85 caldo con xoletes 85 en pipián fingido 118 en pulque 122 en xoma 132 Puerco en mole de huitlacoche entomatado 121 en mole de olla con xoletes 90 Índice de recetas en pipián fingido 118 en texmole de huitlacoche 115 Pulque curado de almendra 145 curado de apio 145 curado de avena 145 curado de cacahuate 145 curado de tuna 145 carnes conejo 123 chambarete de res 69 salsa de chipotle rojo 69 Q Quesadillas de quelites 77 Quintoniles amasados 73 R Rana, tamales tatemados de 80 S Salsas de berros con rábano 68 cacahuate y guajillo 71 de chile cascabel 70 de charales de doña Irma 66 de charales con guajillo 66 de charales verde 66 de guajillo 70 con nopal 67 de los 7 chiles 70 de toritos 68 de venas 71 de venas con cacahuate 71 verde con charales 66 verde con pipitza 67 verde con tecoles 67 201 de xoconostles con chile de árbol 69 de xoconostles con chipotle rojo, pulque y ruda 69 de xoconostles con chile morita 69 de zívicos 68 T Tamal, rellenos para ayocotes 99 chile de milpa 100 hoja santa y puerco 100 de hongos escobeta 98 papa y chícharo en adobo 99 Tamales tatemados de ajolotes 80 de hongos silvestres 79 de menudencias 79 de rana 80 Tecol o chilocuil en salsa verde 67 202 Texmoles chito con calabacitas y guías 112 chito con quintoniles 113 de hongos tejamaniles 114 texmole de huitlacoche 115 Tlatlapas 87 Tlatloyos de arvejón 78 de frijol 78 de haba 78 Tlaxcales 81 Toritos, salsa de 68 Tortillas de maíz 76 de trigo 76 Tortitas de charales en pasilla 110 de quintoniles en caldillo de jitomate 104 Índice de recetas Tuna pulque curado de 145 V Venas y semillas de chile 71 venas con ajonjolí 118 venas con cacahuate 71 venas en pipián fingido 118 Verde Tlaxcala de aguamiel 144 X Xoconostles en caldo de habas 86 habas enzapatadas 95 en salsas con chile de árbol, salsa de 69 con chipotle, salsa de 69 con chile morita, salsa de 69 Z Zívicos salsa de chile serrano y jitomate 68 Índice Prólogo Cristina Barros y Marco Buenrostro 5 De la adversidad al fogón Helena Hernández de Valle-Arizpe 15 Casi como estar en casa Alán Cervantes 27 Agradecimientos 50 Recetas del centenario Helena Hernández de Valle-Arizpe 63 Algunas recomendaciones 146 La cocina: arte, ludoteca, actividad social y filosófica Efrén Minero 151 1910-1940 Panorama político-social Jaime Sáchez 169 Glosario Bibliografía sugerida Índice de recetas 189 195 199 Memorias en mole de olla. Cocina y Revolución en Tlaxcala terminó de cocinarse en el mes de diciembre de 2010 en los talleres de IMPRETEI S.A. de C.V. Almería No. 17 Col Postal Del. Benito Juárez México, D.F. Los ingredientes empleados fueron: Humanist521 Lt Bt 11.5/15 puntos machacados como cuerpo de texto, capitulares cortadas en cuadritos a 3 líneas, todo ello sazonado sobre papel bond de 90 g con salsas roja, verde y una pizca de pimienta negra. Se cocinaron 1,000 porciones más sobrantes para reposición.