Nueva Poesia Carabobeña Colección el primer libro

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NUEVA
POESÍA
CARABOBEÑA
Tenemos en nuestro escrito- la revista Poesía, además de desrio una novísima colección editorial empeñarse como investigador en el
que divulga la obra de noveles es- área de Filosofía de la Historia del
critores del Estado Carabobo. En Centro de Investigaciones y Estusu primer tiraje, ofrece a los lecto- dios Históricos de la UC. Su obra
res el primer libro de siete poetas poética, ensayística y narrativa
y una narradora. Títulos éstos edi- está dispersa en revistas y diarios
tados en el año 2002. Por iniciati- de Carabobo. Su poemario, titulava del Departamento de Literatu- do Zumos, exhibe el sesgo nostálra de la Dirección de Cultura de la gico de la voz poética que se
Universidad de Carabobo, liderado mimetiza en dos espacios metapor el poeta Adhely Rivero, se crea fóricos fundamentales: la casa y el
la colección El Primer Libro de Edi- jardín. Los objetos de la casa se
ciones La Tuna de Oro, la cual per- prestan al coqueteo del lenguaje
sigue el apoyo de las nuevas voces
con el desgarramiento metafísico
de la literatura carabobeña y nadel yo: "las goteras de Dios no suecional. Precisamente, la revista La
Tuna de Oro, dirigida en la actua- nan / tristes en el techo / ni en el
lidad por el ensayista José Carlos canto de las ranas / ocultas entre
De Nóbrega, ha desarrollado su los nardos / sólo en la olla que pontrabajo en función del aporte lite- go / en el fondo de mi cuerpo". Hay
rario de la comunidad estudiantil una recreación sentida del ámbito
ucista y del resto del país. Sus familiar, presidida por la figura
treintinueve números en un plazo materna, que va del origen, de la
de veinte años así lo corroboran. pujanza por dar la vida, al miedo
Los autores que publican su primer escatológico que realza las noches
libro en esta instancia son: los poe- de diluvio (a modo de una visión
tas Arnaldo Jiménez, Lenny apocalíptica): "el cielo se va a caer
Medina, Norys Nicoliello, Sergio / decía mi abuela / y tapábamos los
Quitral, Rumilda Jiménez, Niddy espejos / poníamos los peroles / su
Calderón y Eustoquio Silva, ade- sombra / aparecía / y desaparecía
más de la narradora Maritza Isa- del suelo / el cigarrillo dentro de la
bel Pérez. La mayoría de ellos está boca / esos relámpagos encerrados
vinculada a las publicaciones del / como la casa en nosotros". El jarDepartamento, La Tuna de Oro y dín deja de ser un espacio sinóniPoesía, bien sea como colaborado- mo de lozanía para ser prolongares habituales o miembros de su coción paradójica del alma, hasta el
mité de redacción. Dada la preeminencia del género poético, nos re- punto de sugerir el camposanto: "el
feriremos a los poemarios de la co- jardín está hundido / la lluvia lo
lección, por lo que el libro de cuen- excavó / y se metió / ahí muerta /
tos de Maritza (Mujer de muchos no hace más que esperar". Viene a
nombres) merecerá una reseña nuestra mente la alegoría del jardín, proveniente del Zohar, que imaparte en el futuro inmediato.
pregna la novela "Bajo el Volcán"
Arnaldo Jiménez (La Guai- de Malcolm Lowry: "¿Le gusta este
ra, 1963) es Licenciado en Educa- jardín? ¿Por qué es suyo? ¡Expulción, mención Ciencias Sociales, saremos a quienes lo destruyan!".
por la Universidad de Carabobo. Ambas constituyen relecturas de la
Integra el comité de redacción de expulsión del jardín del Edén.
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Lenny Medina (Valle de la
Pascua, 1972) acaba de culminar
la Licenciatura de Educación, mención Lengua y Literatura, en la
Universidad de Carabobo. Ha participado en los Talleres y Seminarios de Poesía auspiciados por el
Departamento de Literatura de la
Dirección de Cultura de la UC. Su
trabajo poético se ha dado a conocer en revistas y diarios de Carabobo. Nos presenta Betel. El discurso poético destila una sencillez
que redunda en un lirismo sorprendente y reconfortante. Betel o
Bethel es una antigua ciudad palestina ubicada en el camino de
Jerusalem y Siquem, locación santa desde los tiempos patriarcales en
la que Abraham construyó un altar y Jacob soñó al pueblo escogido
por Jehová. Más allá de la evidente alusión religiosa, la voz poética
se recoge en un acto de revelación
interior pleno de autenticidad:
"Una sed / clama / en ti / qué haces
detenida / en el brocal del pozo / no
te quejes / cuando oigas / la polea
subir / tampoco creas / que el cántaro / permanecerá afuera / él necesita arrojarse / ¿si no cómo se llena?". La referencia bíblica (en este
caso, el episodio de Jesús y la
samaritana en el pozo de Jacob)
transmuta en un brillante ejercicio intertextual y poético relativo
al abrevamiento de la poesía en la
contingente condición humana,
pulsando la tensión de la que es
presa. Tal es la gratificación del
riesgo atinente al acto poético. Por
fortuna, no encontraremos en el
libro los excesos feministas y lastimeros típicos de la mal llamada
poesía femenina. La poesía no tiene un sexo definido, cosa que muchos ignoran aún; si no, hurgúese
en absurdas antologías que fallan
en dividirla o cosificarla en categorías tales como heterosexual, ho-
COLECCIÓN EL PRIMER LIBRO
mosexual, cósmica o telúrica. Betel representa la piedra de ángulo
que supone veneración y vocación
poéticas en el juego de contraluz
de diez mil lámparas en pos del esposo, la música patente en el alarido de las vírgenes que embellecen los pasadizos obscuros del laberinto interior: "¿si grito entre la/
multitud / me darás aceite? / ¿ungirás la vista / dormida / que llevo
hace años?". Es un libro que transparenta los entresijos y callejones
sin salida que se nos van enroscando adentro.
Norys Nicoliello (Falcón,
1966) cursa estudios en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Carabobo. Ha participado en los Talleres y Seminarios de Poesía del
Departamento de Literatura de la
Dirección de Cultura de la UC. Es
una magnífica promotora cultural
de la región central. Dicta talleres
de poesía en el Ateneo de La
Isabelica. Su obra poética ha sido
gratificada en diversos certámenes
literarios. Forma parte del comité
de redacción de la revista La Tuna
de Oro. El acecho del cordero es un
título que integra tres instantes de
su producción poética: el que le da
nombre al libro, Corubo y Casa de
Paso. El conjunto evidencia pericia y oficio en la configuración del
discurso poético. El motivo del cordero trasciende su significación de
víctima propiciatoria, el holocausto se regodea en el juego sugerente y seductor del lenguaje: "Por el
ansia de ser / redimida vivirás /
hambrienta con sed / dando vueltas / lustre de tus uñas / en las piedras / que del filo de tus dientes /
no te cortes". En Corubo se observa la contemplación de la infancia
ante lo atávico de la serranía
falconiana, marcada por la magia
y la religiosidad: "Cada uno erigió
un templo / donde entra el sol a
penas / respiro que se desasían /
lentos más Sierra / abandonada".
La palabra se va decantando, en la
variedad de los motivos y las atmósferas, mascada tras mascada.
Sergio Quitral (Chile,
1964) es Licenciado en Educación,
mención Ciencias Sociales,
egresado de la Universidad de
Carabobo. Pertenece al comité de
redacción de las revistas Poesía y
La Tuna de Oro. Su obra poética
ha sido galardonada en diversos
certámenes literarios del país. Es
historiador del arte en el Centro Piloto del Ateneo de Valencia, sitio
en el que ha dictado diversos cursos. La Balsa de Medusa, título que
alude al lienzo homónimo de
Géricault (amén de la excelente
instalación de Francisco Bugallo
inspirada en dicha obra), constituye una muestra representativa y
madura de su quehacer poético. A
diferencia de los otros poemarios de
esta colección, no prevalece el intimismo como tono y motivo, lo cual
no le resta un ápice a la emotividad en el tratamiento del objeto
poético. Persiste una preocupación
de convertir las palabras en objetos, de yuxtaponer el significante
con los diversos significados que se
desprenden del abordaje multilateral palpable en la lectura del entorno: "Naranjas / esa mano que sin
escogerlas / sin mirarlas / haciendo su rápida rutina / las corta / las
exprime en la máquina / y / las echa
en un saco / no sabe qué son las
naranjas / aunque vea / sus bocas
exprimidas / entre asombro y dolor / llenar el saco". La naturaleza
muerta conduce entonces a una vivificación de los objetos, la plasticidad de las imágenes así lo posibilita. En "La Vaca", el tema de la
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muerte y del matadero nos hace
recordar el texto "Fuga de la Muerte" de Paul Celan ("Leche negra de
la aurora la bebemos al atardecer..."), pues la anécdota aterradora cobra relevancia en la peculiaridad del ritmo y el forj amiento de la
atmósfera a través de la disposición
entrecortada de las palabras:"... sin
embargo nos engaña / mientras nos
da a beber sus dos fuentes / una
negra de sangre / y la otra blanca /
que nos oculta el terror / leche del
día / la que nos hace olvidar / y se
canta bañado por el triunfo / hasta
que la muerte / nos hace despertar". El terror de vernos en el espejo radica en el claroscuro y no en el
discernimiento de la luz y la sombra.
Rumilda Jiménez (Valencia, 1964) es Licenciada en Educación, mención Lengua y Literatura, de la Universidad de Carabobo.
Participó en los talleres de Expresión Literaria, cuya ductora fue
Laura Antillano, y de Poesía, coordinado por el poeta Alfredo Silva
Estrada. Su libro De señales es catalogado por el poeta Luis Alberto
Ángulo como "Un ars poético de
partidos minerales que recoge y
guarda como un talismán". Efectivamente, implica la minuciosidad
y el oficio dignos de un orfebre:
"Cruzo la ausencia / soplo la ceniza/ desnudo la sangre / exprimo mi
pulso / y ahueco / desesperadas
constelaciones".
Niddy Calderón, nacida en
Valencia, es Licenciada en Educación, mención Artes Plásticas, de la
Universidad de Carabobo. Ha sido
tallerista del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura
de la UC, el Ateneo de Valencia y el
CELARG. Su obra poética ha sido
publicada en diversas revistas y diarios regionales y nacionales. De
¿QUE CORAZÓN?
Josa Carlos De Nóbrega
Sonata con animales, acreedor del periódicas regionales y nacionales.
X Concurso de Poesía "Pedro R. En Árbol de Siempre destaca la seBuznego", nos dice la escritora Ma- renidad de una voz poética madura
ría Antonieta Flores: "Este poe- y segura de sí. Bien nos lo recalca
mario ofrece la certeza de que "cada el ensayista Orlando Barrete: "Ofianimal tiene su propio peso". En la cio de silencio por haber sido sosteposibilidad de la metamorfosis y la nido sin la premura del tiempo extransformación, el sentir (ese primer terno a la poesía misma y sin que
estadio que luego permite decoro con apremiara tampoco el vano afán de
genuino saber) logra que el animal ser poeta tal y como se estila en el
emerja como un espejo y como una país, como pulitura personal y cuexpresión arquetipal de lo humano". rrículo oportunista". Importa defiPor tal razón, Cristo envió una le- nitivamente el diálogo con el paisagión de demonios a una manada de je, con el mundo y sus objetos, amcerdos que posteriormente se despe- parado del ruido y el exhibicionisñaría al mar. Nos reconocemos en la mo que desnaturaliza a la poesía en
animalidad: "en los animales de mi tanto modo de vida: "No soy el que
espejo / hay una voz antigua / frente dice o gesticula / desde la otra orilla
a la que suelo callar".
/ el ojo que ve es mirado / soy quien
construye / piedra sobre piedra / el
Cierra esta reseña Eusto- cuerpo inmaculado del poema". Inquio Silva (San Felipe, 1941), quien dudablemente, el corpus poético nos
egresó de la Universidad de Cara- complace en su amplitud, concenbobo con el título de Licenciado en tración y generosidad. La disolución
Relaciones Industriales. Integró los del ego, hidra de múltiples cabezas,
Seminarios de Poesía y Narrativa va en función de la transparencia
promovidos por el Departamento de de la expresión poética: "Yo no sé
Literatura de la Dirección de Cul- decir / sólo soy la vía / para que el
tura de la UC. Su trabajo poético se otro / construya su elemento, temencuentra disperso en publicaciones plo / de palabras".
¿Quién conduce ahora,
sin más compañía que la música,
por esa solitaria carretera?
¿Qué corazón?
¿Quién ama y fuma,
en habitaciones de motel, ahora?
¿Quién arrastra su desierto
por las vacías calles del centro?
¿Un fantasma? ¿Un hombre?
¿Qué jazz, más allá del jazz,
en este viernes por la noche,
qué melancolía asciende?
¿Qué bebedores de alta noche,
ahogan la imposibilidad doble,
de vivir y de morir?
¿Qué sombrío estampido, aquí
a dos pasos,
hace más abandonada aún la
noche,
las calles de Dios?
¿Qué adolescente, mudo,
se atraca ahora, de todas las
drogas
de la soledad?
¿...Quién llora...? ¿Quién aulla...?
Mario Rivero
Stfc
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