ESTILOS DE AFRONTAMIENTO Y NIVEL DE ANSIEDAD.

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ESTILOS DE AFRONTAMIENTO Y NIVEL DE ANSIEDAD.
Pedro González Leandro.
Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos
Facultad de Psicología
Universidad de La Laguna (España)
E-mail: [email protected]
PALABRAS CLAVE: Estrés, Afrontamiento, Ansiedad.
KEYWORDS: Stress, Coping, Anxiety.
RESUMEN:
El trabajo se enmarca dentro de una concepción del estrés como proceso transaccional, según la
tradición de Lazarus. En una muestra de 285 personas, con un rango de edad entre 15 y 70 años
(Media = 34 y D. T. = 11), obtuvimos datos de estilo de afrontamiento, según la propuesta de
Lazarus, y de ansiedad, según las propuestas de Spielberger y de Beck; con el fin de comprobar,
por una parte, si las personas altas en ansiedad utilizan estrategias de afrontamiento distintas a las
bajas en ansiedad; y por otra, si los etilos de afrontamiento tienen alguna relación con el género.
Después de llevar a cabo análisis bivariados y multivariados de las puntuaciones obtenidas en
dimensiones de factores de afrontamiento por grupos de personas clasificados por género y por
nivel de ansiedad rasgo, los resultados obtenidos nos permiten hacer tentativamen-te dos
afirmaciones: una, que las mujeres, en gran parte, usan estrategias de afrontamiento diferentes a
los hombres; y otra, que el uso de algunas estrategias de afrontamiento está influido por el nivel de
ansiedad rasgo que tenga la persona que se enfrenta al suceso estresante.
Introducción
El término estrés es de uso corriente tanto en círculos académicos relacionados con la psicología y
las ciencias de la salud como en el lenguaje ordinario. Sin embargo, cuando se habla de estrés no
siempre se está hablando del mismo fenómeno y su estudio se ha realizado desde enfoques
diversos. En sus orígenes fue considerado como respuesta [1-3], siendo definido por Selye
(creador del término) como una serie de síntomas, tales como, pérdida de apetito, disminución de
fuerza muscular, tensión arterial alta y pérdida de ambición, y que se repetían en los enfermos
independientemente de la enfermedad que padecieran. Este enfoque del estrés como respuesta ha
sido estudiado de una forma pormenorizada por Everly [3], describiendo la cadena secuencial que
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tiene lugar desde la presencia real o imaginada del suceso estresante, siguiendo la estimación
cognitiva, los mecanismos neurológicos de disparo (locus ceruleum, núcleos límbicos y núcleos
hipotalámicos), hasta la respuesta de estrés propiamente dicha (eje neuronal, eje neuroedocrino y
eje endocrino) y la posible afectación del órgano diana en el caso de no ser efectivas los modos de
afrontamiento.
Una segunda forma de estudiar el estrés es centrarse en el estímulo estresante. Este enfoque
parte del trabajo pionero de Thomas Holmes y Richard Rahe[4] que, utilizando una muestra de más
de 5000 enfermos, identificaron 43 sucesos vitales que con frecuencia eran seguidos por alguna
enfermedad. A continuación establecieron una jerarquía de estos sucesos vitales según el grado de
reajuste estimado que una muestra de personas requería en cada uno de ellos. Estos autores
partían de un concepto de estrés entendido como todo aquello que produce un cambio en la vida
de la persona y que la obliga a realizar algo para adaptarse y seguir viviendo.
Sin embargo, la tercera forma de abordar el estudio del estrés, el análisis transaccional del estrés
propuesto por el grupo de Lazarus[6], es la que se ha ido imponiendo en la actualidad siendo el
enfoque que ocupa un mayor número de estudios. Según esta concepción, tanto los efectos del
estímulo estresante como la respuesta al mismo dependen de las características del estresor y de
las habilidades personales del sujeto (habilidades de afrontamiento) para abordar la situación
problemática. En este enfoque, lo más relevante son los procesos de afrontamiento que lleva a
cabo el individuo, ante una situación estresante.
El trabajo que presentamos, que participa de los presupuestos de este enfoque trasaccional del
estrés, trata de estudiar los papeles que juegan la ansiedad y el género en el uso de estrategias de
afrontamiento.
El afrontamiento
El aspecto central de este enfoque es, pues, el afrontamiento, definido por el propio Lazarus como
los esfuerzos cognitivos y comportamentales constantemente cambiantes que se desarrollan para
manejar las demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas como excedentes o
desbordantes de los recursos del individuo [6].
Se considera que el afrontamiento no es un rasgo o una disposición, sino un proceso donde es
esencial la evaluación cognitiva que hace el sujeto (de 2 tipos, según Lazarus: primaria, sería
estimar si la situación es positiva, estresante o irrelevante; y secundaria, que sería la determinación
de lo que debe hacerse). Es bien conocida, además, la división que a nivel conceptual ha realizado
Lazarus del afrontamiento: (1) afrontamiento centrado en el problema (que tiende a actuar sobre la
causa del problema) y (2) afrontamiento centrado en la emoción (que tiende a modificar los
sentimientos generados por el problema).
La aplicación de su instrumento, Ways of Coping Cheklist [6], a una muestra de personas normales
produjo 8 factores: I) afrontamiento por confrontación, II) distanciamiento, III) autocontrol, IV)
búsqueda de apoyo social, V) aceptación de responsabilidad, VI) escape-evitación, VII)
planificación para resolver el problema y VIII) reevaluación positiva. Los factores I, IV y VII se
consideran centrados en el problema, y el resto centrados en la emoción.
La mayoría de las personas suelen emplear las ocho formas de afrontamiento y el grado de
efectividad de la estrategia empleada depende tanto de la naturaleza de la situación como de los
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recursos de la persona, siendo, en general, las estrategias de afrontamiento centradas en la
emoción más independientes de la situación, estando, por tanto, más ligadas a características
personales; por el contrario, las estrategias centradas en el problema son más sensibles a los
contextos [7-8].
Parece que las características de personalidad influyen en los tipos de estrategias de afrontamiento
que se usan, por ejemplo, Strentz y Auerbach [9] mostraron como los sujetos altos en locus de
control externo emplean preferentemente estrategias centradas en la emoción; mientras los altos
en locus de control interno emplean más las estrategias centradas en el problema. Además,
determinadas características de personalidad parece que protegen contra el estrés, así ocurre, por
ejemplo, con el optimismo [10] y la fortaleza [11].
Si el tipo de estrategia de afrontamiento empleado con más frecuencia por las personas está ligado
a características de personalidad, sería lógico pensar que una dimensión psicológica como es la
ansiedad, que forma parte de algunos rasgos de personalidad (neuroticismo, ...) y de determinados
cuadros patológicos (fobias, obsesiones, etc.), tenga mucho que ver con los tipos de estrategias
que se usan para afrontar el estrés.
Afrontamiento, ansiedad y género
Con objeto de conocer los compromisos que el afrontamiento tiene con el género y con la
ansiedad, nuestro estudio intenta descubrir, por un lado, si el género juega algún papel en la
elección de estrategia de afrontamiento; y por otro, si grupos extremos en la dimensión de
ansiedad rasgo se diferencian en la forma de afrontar el estrés.
Método
Muestra
La muestra que participó en el estudio está formada por 285 personas con un rango de edad entre
15 y 70 años (M = 31 y D. T. = 11), 185 mujeres y 100 hombres. En cuanto al nivel de estudios, el
54 % son alumnos de la universidad (al menos 2 cursos realizados), el 28 % tiene un nivel de
bachillerato y un 18 % sólo estudios primarios. Debido a que algunas personas, por distintos
motivos, no cumplimentaron la totalidad de los cuestionarios, el número de sujetos varía en algunas
comparaciones estadísticas, y así se refleja en las tablas.
Instrumentos
Para evaluar el nivel de ansiedad se usaron dos pruebas conocidas: (1) El STAI (State trait anxiery
inventory) [12], la versión española editada por TEA, S. A. y que está compuesta de 20 ítems para
evaluar la ansiedad estado y 20 ítems para evaluar la ansiedad rasgo y (2) el BAI (Beck anxiety
inventory) [13], adaptada la español y que se compone de 21 ítems. En el caso del STAI, se obtuvo
sólo la puntuación de ansiedad rasgo (STAI-R), ya que nos interesaba una medida de rasgo de
ansiedad, entendida como una disposición relativamente estable y consistente. Con la elección del
BAI tratábamos de obtener una medida de ansiedad que acentuara los aspectos más fisiológicos y
que no fuera totalmente una medida de estado, por tanto, la entendíamos en cierta medida como
complementaria del STAI-R.
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Para evaluar el nivel de afrontamiento se empleó la versión abreviada del cuestionario Ways of
Coping Revised (Manual for the Ways of Coping Questionnaire) [14], del grupo de Lazarus,
realizada por Bermúdez et al. [15].
Consta de 25 ítems, sobre formas de pensar, sentir y comportarse, que la persona debe contestar
en un rango de respuesta de 4 niveles (desde no en absoluto (0), hasta totalmente (3)), y que
evalúan 7 factores (en esta versión están unidos los factores de autocontrol y de aceptación de
responsabilidad): (1) confrontación ("Si hay un responsable, intento hacerle cambiar de forma de
pensar o de actuar"), (2) distanciamiento ("Intento seguir como si nada hubiera ocurrido"), (3)
autocontrol y aceptación de responsabilidad ("Procuro guardar mis sentimientos para mí mismo"),
(4) búsqueda de apoyo social ("Procuro hablar con alguien que tenga más información que yo para
tener así más conocimiento sobre la situación"), (5) escape-evitación ("Espero que ocurra algún
milagro, o que pase el tiempo y cambien las cosas"), (6) planificación ("Elaboro un plan de acción y
lo pongo en funcionamiento") y (7) reevaluación positiva ("Procuro salir de la experiencia mejor que
cuando entré en ella").
Procedimiento
Tanto los cuestionarios de ansiedad como el de afrontamiento se entregaron a las personas que
participaron en el estudio en un solo bloque, con la indicación de que los cumplimentaran en una
sola sesión. El 40 % de la muestra los cumplimentaron en grupo (en el aula de clase de la
universidad) y el resto los cumplimentaron en casa y los entregaron en un plazo breve de tiempo.
Con objeto de realizar las comparaciones entre grupos extremos en ansiedad, en cada una de las
dos medidas de ansiedad (BAI y STAI rasgo), se seleccionó el 34 % de las personas con
puntuaciones más altas en ansiedad y el 34 % con puntuaciones más bajas.
Se aplicaron distintos análisis estadísticos, básicamente pruebas t para muestras independientes y
análisis discriminante. Para el tratamiento estadístico de los datos se usó el paquete estadístico
SPSS, versión 10.
Resultados
Para comprobar si el género tiene alguna relación con los factores de afrontamiento llevamos a
cabo una comparación de medias de hombres frente a mujeres en cada uno de los siete factores
de afrontamiento. Los resultados se muestran en la Tabla 1. Como se puede apreciar, los hombres
hacen uso con más frecuencia que las mujeres de las estrategias de afrontamiento de Planificación
y Distanciamiento; las mujeres usan más la Búsqueda de apoyo. Además, parece que los hombres
tienen tendencia a usar más que las mujeres estrategias de Confrontación, Escape - Evitación y de
Autocontrol, aunque las diferencias no son significativas. No se aprecian diferencias en el uso de la
Reevaluación Positiva que la emplean ambos géneros con una frecuencia similar.
Tratando de realizar un primer acercamiento a la evaluación del poder discriminativo de los factores
de afrontamiento para distinguir grupos diferenciados por el nivel de ansiedad, se llevó a cabo una
comparación de medias entre los dos grupos extremos de cada medida de ansiedad. Los
resultados se muestran en las Tablas 2 y 3.
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El resultado más llamativo es que de los siete factores de afrontamiento, en sólo tres se diferencian
de forma significativa los altos en ansiedad de los bajos en ansiedad. Además, los grupos extremos
formados en base a la puntuación en el STAI-R se diferencian en tres factores de afrontamiento,
mientras los formados en base a las puntuaciones del BAI, sólo se diferencian en dos.
Tanto si la ansiedad es medida por el STAI-R como por el BAI, las personas altas en ansiedad
emplean con más frecuencia la estrategia de afrontamiento de Escape - Evitación que las personas
bajas en ansiedad; y éstas emplean más la Planificación que las altas en ansiedad.
Los decimales se han separado con un punto en lugar de con una coma.
(N. S. = No significativo; * = p < .05; ** = p < .01))
Los decimales se han separado con un punto en lugar de con una coma.
(N. S. = No significativo; ** = p < .01; *** = p < 0.001)
Los decimales se han separado con un punto en lugar de con una coma.
(N. S. = No significativo; *** = p < 0.001)
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Cuando los grupos se han formado en base a la puntuación de ansiedad medida por el STAI-R, la
estrategia de afrontamiento de Confrontación es usada con una frecuencia significativamente
mayor por las personas bajas en ansiedad. Además se aprecia una tendencia, sin llegar a los
niveles de significatividad, a que las personas bajas en ansiedad usen más la estrategia de
Distanciamiento y las altas en ansiedad usen más la Reevaluación Positiva. Consideramos que la
medida de ansiedad obtenida mediante el STAI-R cubre más aspectos del constructo de ansiedad,
ya que el BAI está más restringido a la existencia de una serie de respuestas psicofisiológicas
relacionadas con la ansiedad. Además, los resultados indican que las variables de afrontamiento
discriminan mejor los grupos extremos seleccionados en base a las puntuaciones en el STAI-R, por
este motivo hemos elegido esta medida para seleccionar los grupos del análisis discriminante que
exponemos a continuación.
Tratando de profundizar en el papel que juegan los factores de afrontamiento, y en conocer cuáles
de estos factores maximizan la diferencia entre los grupos altos y bajos en ansiedad, se ha llevado
a cabo un análisis discriminante utilizando como medidas de ansiedad para formar los grupos
criterios la puntuación en el STAI-R. Los resultados se pueden ver en las Tablas 4, 5, 6 y 7.
Tal como se ve en la Tabla 4, la función discriminante encontrada tiene una alta significación (p <
0,001) y con una correlación canónica de 0,62 que se puede considerar alta.
El valor de los centroides que definen las variables que entran en la función discriminante refleja
que hay una amplia diferencia entre los grupos con respecto a la función discriminante obtenida, tal
como se muestra en la Tabla 5.
Los factores de afrontamiento que definen la función discriminante, como se muestra en la Tabla 6,
ordenados de mayor a menor poder de diferenciación son los siguientes: Planificación, Escape Evitación, Confrontación, Distanciamiento, Reevaluación Positiva, Autocontrol y Búsqueda de
Apoyo. Es decir, el factor de afrontamiento más relevante para diferenciar las personas altas de las
bajas en ansiedad es la Planificación, que es más utilizada por las bajas en ansiedad.
La función discriminante, tal como se muestra en la Tabla 7, clasifica correctamente el 81 % de los
casos dentro de los grupos dicotomizados (personas altas en ansiedad - personas bajas en
ansiedad) en función de sus centroides, lo que indica el gran poder de discriminación que tienen los
factores de afrontamiento.
Conclusiones
Este trabajo tenía un doble objetivo relacionado con las estrategias o estilos de afrontamiento ante
el estrés:
(1) Conocer si las mujeres se diferencian de los hombres en el tipo de estrategias de afrontamiento
que usan; y (2) analizar las diferencias en la forma de afrontar el estrés de las personas con
ansiedad alta y con ansiedad baja.
1) En el primer caso, los resultados indican que aunque ambos géneros usan con una frecuencia
similar la reevaluación positiva, en el resto de estrategias de afrontamientos se observan
diferencias claras. En general, podemos decir que las mujeres son más propensas a emplear la
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búsqueda de apoyo como estrategia de afrontamiento y que los hombres suelen emplear la
planificación y el distanciamiento. Además, y aunque sólo sea a nivel de tendencia, parece que los
hombres también son más propensos que las mujeres a usar la confrontación, el escape/evitación
y el autocontrol.
Los decimales se han separado con un punto en lugar de con una coma.
(*** = p < 0.001)
Los decimales se han separado con un punto en lugar de con una coma.
Es decir, tanto hombres como mujeres usan estrategias centradas en el problema y centradas en la
emoción, pero existen diferencias: mientras los hombres suelen usar más la planificación y la
confrontación, como estrategias centradas en el problema, las mujeres hacen más uso de la
búsqueda de apoyo. En cuanto a las estrategias centradas en la emoción, los hombres las emplean
con más frecuencia que las mujeres (excepto la reevaluación positiva).
2) Por lo que respecta al papel de la ansiedad en la elección de los tipos de estrategia de
afrontamiento ante el estrés, los resultados indican que algunas estrategias son usadas con una
frecuencia parecida por ambos grupos extremos en ansiedad y que otras son más privativas de
alguno de los dos grupos. Las estrategias de afrontamiento que más diferencian ambos grupos
son, por este orden: la planificación de las acciones, el escape y/o evitación ante el problema, la
confrontación, la reevaluación positiva y el distanciamiento. Sin embargo, el autocontrol y la
búsqueda de apoyo no parece que diferencien mucho a ambos grupos de personas; en el caso del
autocontrol, es un resultado en parte inesperado ya que no parecía a priori que fuera usado por las
personas con ansiedad alta.
Podemos decir que la personas con ansiedad alta usan más estrategias de afrontamiento
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centradas en la emoción (la evitación y el escape, y la reevaluación positiva, además de el
autocontrol y la búsqueda de apoyo), y que las personas con ansiedad baja emplean más
estrategias de afrontamiento centradas en el problema (la planificación, la confrontación y el
distanciamiento).
En resumen, como síntesis final de este estudio, creemos que se pueden apuntar dos conclusiones
importantes:
- Aunque tanto hombres como mujeres hacen uso de todas las estrategias de afrontamiento,
existen diferencias intergénero en cuanto al tipo de estrategias usadas con más frecuencia: los
hombres tienden a usar más la planificación, el distanciamiento y la confrontación; en tanto que las
mujeres, tienden a usar la búsqueda de apoyo. No hay diferencias, sin embargo, en el uso de la
reevaluación positiva.
- Por otra parte, respecto a las relaciones entre la ansiedad y el afrontamiento, existen estrategias
de afrontamiento, como el autocontrol y la búsqueda de apoyo, que son usadas con una frecuencia
parecida tanto por personas ansiosas como no ansiosas. Sin embargo, las personas ansiosas
suelen usar más la evitación y el escape, y la reevaluación positiva, mientras que las personas no
ansiosas, la planificación, la confrontación y el distanciamiento.
Finalmente, aunque consideramos que estos resultados tienen bastante valor ya que aportan datos
para conocer mejor las estrategias de afrontamiento ante el estrés que emplean grupos
determinados de personas, no se nos escapa que el estudio tiene algunas debilidades por lo que
debemos ser cautelosos y no pretender generalizar los resultados sin más. En primer lugar, como
hemos visto, la muestra empleada tiene un número mayor de mujeres que de hombres (en gran
parte, esta situación demográfica es un reflejo de la realidad universitaria en nuestra disciplina), y,
además, existe una proporción de universitarios mayor que en la población general; por tanto se
puede decir que la muestra no es muy representativa y se aconsejaría emprender estudios de
validación cruzada para comprobar si se siguen manteniendo los mismos resultados con otras
muestras. Por otro lado, pensamos que aparte del cuestionario de afrontamiento usado, se podrían
usar otros instrumentos para evaluar el afrontamiento del estrés, más de tipo contextual y que
evalúen realmente los procesos de afrontamiento. También sería interesante conocer las
relaciones que pudieran existir entre distintas dimensiones de personalidad y las estrategias de
afrontamiento ante el estrés.
Referencias
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