DE LOS ¿CÓMO? A LOS PARA QUÉ… DE LA EVALUACION DEL APRENDIZAJE “Una reflexión para evaluar…” "Quien tiene algo por que vivir, es capaz de soportar cualquier como." Nietzsche Para iniciar esta que consideramos una reflexión, abierta de principio a fin a las evaluaciones que de ella quieran hacerse, hemos querido partir de la frase Nietzscheana que se haya al comienzo de este texto, porque en ella queda a quien la asume la posibilidad de crear, de hacerse el cómo y el reto de hallar la razón para vivir, que leído desde lo que hoy nos interesa, sería el reto de valorar algo en su vida de tal forma que se convierta en sentido y razón, o si se quiere de evaluar algo a tal punto que se convierte en motivación intrínseca…pero más allá de esa visión un tanto existencial, la frase en la presente reflexión pretende ante todo introducir el sentido que quiere proponer la misma, la evaluación tendrá que ser pensada desde los fines y no desde los cómos, para que sea una evaluación del aprendizaje, para que suscite motivaciones y pensamientos, para que permita crear, formar, para que eduque. Pero cómo se explica este enunciado? Bueno diremos que para hacerlo recorremos unos cinco lugares: Breve reseña histórica de la evaluación y cuatro interrogantes: ¿Cómo reflexionan los maestros sobre la evaluación? ¿Qué fines y sentidos puede perseguir la evaluación? ¿Cómo se unen de forma indisoluta evaluación y educación? y Finalmente de ¿qué otra manera podría ser la evaluación? Cabe anotar que ninguno de estos espacios y conceptos transitorios pretenden postularse como criterios de verdad, sino como lo que son re-flexiones: voces y ecos de lo que nos hemos visto y oído decir, hacer y saber. 1. ¿COMO REFLEXIONAN LOS MAESTROS SOBRE LA EVALUACIÓN? En primer lugar diríamos que la pregunta correcta es ¿cómo reflexionamos los maestros sobre la evaluación? y con un poco de vergüenza, pero con la frente en alto, nos atreveríamos a decir que un poco como pasa en las reuniones de evaluación y promoción, es decir: con mucha casuística, mucho número, letra y porcentaje para hacernos creíbles, con criterios comunes y venidos de lo común y por qué no, con muchos muchos deseos de hacer lo mejor, pero en ocasiones con poca claridad sobre lo que queremos de ella, sobre lo que ella está o no en condiciones de ofrecernos, con poca relación de información objetiva, con casi nada de argumentos pedagógicos construidos por nosotros mismos, y con muy poco de tiempo para pensar en serio a partir de ella. Por otro lado el modo de pensarla es de alguna manera asistiendo a múltiples capacitaciones y encuentros en los que se analizan los decretos, las propuestas legales, psicológicas, didácticas, etc., que otros proponen y ante las cuales resuena en el momento del foro a las mismas, la pregunta de muchos docentes ¿pero cómo hacer lo que se propone?, es decir, queremos recibir la forma, queremos que nos muestren el camino, queremos que nos elaboren propuestas útiles, claras y prácticas que podamos aplicar, y queremos que nos den los cómos, aún sin haber entendido los para qué, por eso incluso aquellas ponencias que resuenan en nuestra mente, y aquellas maravillosas propuestas no resultan del todo viables en nuestros contextos a la hora de aplicarlas. Sin embargo una vez que nos dimos a la tarea de escuchar lo que podría decirnos el preguntarnos de fondo sobre la evaluación saltaron preguntas como las siguientes: ¿Que es la evaluación del aprendizaje? ¿Para qué evaluamos? ¿Con quién evaluamos? ¿Cuándo evaluamos? ¿Qué me arroja la evaluación? ¿Qué hago con la información que me deja la evaluación? ¿Cómo evalúo? ¿Evaluamos la evaluación? ¿Dónde registro la información de la evaluación? ¿Que tipos de evaluación utilizo? ¿Por qué la evaluación de sus hijos frustra a tantos padres de familia? ¿Tiene la evaluación puntos en común entre los docentes? ¿Por qué la evaluación crea tantos conflictos entre los docentes y los estudiantes? ¿Define la evaluación los símbolos con los que la representamos? ¿Qué requieren los padres de familia de la evaluación? ¿Por qué la evaluación es una carga emocional para el maestro? ¿La evaluación privilegia de fondo lo comportamental o lo académico? ¿Qué relación existe entre el modelo pedagógico y la evaluación? ¿Es lo mismo evaluar en el contexto de la enseñanza que desde el contexto del aprendizaje? ¿Qué tipo de información recoge la evaluación? ¿La evaluación es inherente a la educación? ¿La evaluación forma o informa? ¿De qué otra manera podría ser la evaluación? ¿Qué les queda a los estudiantes de la evaluación? ¿Qué hacemos con el error en el proceso evaluativo? ¿Por qué se asume el resultado de la evaluación como lo fundamental y se premia o castiga simbólicamente? ¿Qué metodologías de evaluación uso? ¿Cuáles son los principios y características de la evaluación que práctico? ¿Hay cambios en los modelos evaluativos o en los modos de nombrar la evaluación? ¿Qué es lo que evaluamos? ¿Evaluamos cómo evalúa el estado? ¿Qué les queda a los estudiantes de la evaluación? ¿Los estudiantes conocen el fin de la evaluación? ¿Les gusta a los estudiantes ser evaluados? ¿Cómo maneja la evaluación un maestro del común? ¿La evaluación actual favorece la metacognición y el desarrollo del pensamiento? ¿Por qué la evaluación resulta un espacio que fomenta el fraude y la deshonestidad? ¿Hay evaluación gradual del alumno sobre si mismo para verificar su proceso? ¿Entiendes o vives la evaluación como un proceso integral en ti y para los otros? Todas las preguntas aquí planteadas y las muchas otras que se le pueden ocurrir a quien lee este texto son apenas algunas de las que podrían llevarnos a la luz, eso sí teniendo claro que no vamos tras de dicha luz para brillar, sino para ver mejor. Pero, también muchas de estas preguntas son las que no hemos corrido el riesgo de respondernos desde nuestro saber pedagógico, por eso hemos asumido la evaluación como un saber prestado, a tal punto que la hemos hechos objeto de conocimiento, pero no de sabiduría, es decir, la entendemos pero no la vivimos tal y como la entendemos, sino como la experimentamos tradicionalmente o culturalmente, es decir la vivimos como la costumbre de evaluar en la educación y no como la posibilidad de crear y evaluar costumbres…y por eso ella no nos ha llevado al lugar del pensar, pues en ocasiones "La buena memoria es a veces un obstáculo al buen pensamiento." Pero sin caer en pesimismos y teniendo claro que "Sólo comprendemos aquellas preguntas que podemos responder." Adentrémonos un poco no en la queja, sino en la búsqueda de lo que podemos hacer. 2. 3 ¿QUÉ FINES Y SENTIDOS PUEDE PERSIGUIR LA EVALUACIÓN? ¿CÓMO SE UNEN DE FORMA INDISOLUTA EVALUACIÓN Y EDUCACIÓN? "Nadie puede construirse el puente sobre el cual hayas de pasar el río de la vida; nadie, a no ser tú." Para dar paso a este apartado es necesario entender varios principios que serán quienes tejan el mismo y el fundamento de lo aquí dicho: En primer lugar al hablar de evaluación y al contemplarla preguntando por sus fines hay que inscribirla en los siguientes parámetros: Si es evaluación del aprendizaje habrá que entenderla en el marco y el sentido de la educación que es la que apunta a lograr aprendizajes en la persona de una forma intencionada y en tal sentido habremos de ubicarnos en el concepto humanista de educación en el cual creemos, en donde ésta alberga básicamente tres fines: Transmitir, conservar y crear, siempre al hombre, siempre a la polis, es decir: se trasmite lo que el hombre ha creado de si mismo (cultura, saber, ciencia, tecnología, etc), se transmite para conservar y no poner al nuevo hombre siempre en la condición del descubrimiento individual sino en la posibilidad de recibir el legado de la humanidad, pero fundamentalmente se educa y se forma para la trasformación, para la posibilidad de seguir, de aceptar la realidad humana de ser proyectos inacabados, para continuar creando a partir de, para continuar en el devenir, sólo en este sentido se humaniza esto es se educa, en cuanto se pone al hombre en condiciones de ser lo que el es: PROYECTO… entonces desde esta línea la evaluación tendrá que ser entendida como medio para este fín, porque es dentro de este contexto desde donde se la concibe de forma que la evaluación ha de ser más camino de creación, que verificación del camino, no porque la evaluación no incluya dentro de sí, dicha verificación, sino porque este no puede ser el fin de la misma, pues estancaría al hombre, sino sólo el comienzo, así la evaluación es semilla y no fruto. En segundo lugar pero siempre viendo en la evaluación del aprendizaje a la persona del aprendiz y no sólo al proceso de éste, aparece un segundo fin que ha de tenerse claro: La evaluación es un proceso mental inherente al ser humano por el hecho de ser racional, por el hecho de hacerse, entenderse, sentirse, moverse a partir de una serie de procesos mentales que si bien no son los únicos que le definen si son a nivel cultural y social los que le estructuran y le permiten mantener una mediana interacción. Entonces evaluar no es desde aquí una acción que puede o no hacer el ser humano, ni algo que descubrió la administración para hacer más eficiente las cosas, sino que evaluar es un modo de ser y estar del hombre en el mundo, pues al razonar, al elegir, al sentir, al afrontar, incluso al reaccionar orgánico le ha precedido siempre algún tipo de evaluación, sólo que nos has hecho pensar que la evaluación es algo que viene de fuera y no un proceso que llevamos dentro, que nos permite jerarquizar, ordenar, criticar, elegir, diseñar, asumir, potenciar, crear la vida. Por esto la evaluación no debe ser la que dice si se halló o no el fin o el objetivo, o el logro o la competencia, sino que la evaluación debe ser el camino, el proceso, el modo de asumir el objetivo, el logro, la competencia, esto es debemos educar para hacer de la evaluación un proceso internalizado y permanente, una forma de ser y estar en el mundo, en el momento, en el contexto, en sí. Así evaluar el aprendizaje no sería que tanto sabe el otro, sino desarrollar la capacidad critica, racional, jerárquica y medianamente objetiva propia del ser humano, para tornarse capaz de aprender siempre, sin pararse en el lugar del enseñante o del alumno, sino en el lugar del aprendiz. Pero la evaluación así entendida nos pone de frente al problema de la complejidad de lo humano y por tanto nos pide salir del paradigma de lo empresarial y además como lo afirma Zubiría habría que tener claro los fines que como educadores estamos persiguiendo, delimitar los criterios que como educadores, que como formadores estamos en condiciones de plantear y procesar la información no solo del estudiante, sino de la cultura, del contexto, de nuestra labor. Pues quede bien claro en lo aquí nombrado que evidentemente el modo de la evaluación dependerá única y exclusivamente de los fines que persigamos, si el fin es la eficiencia, la evaluación unificadora y cuantificadora será el camino, pero si el fin es la persona, la evaluación humanizadora será el cómo. Por esto hemos de tener claro de que tipo es nuestra evaluación del aprendizaje: diagnostica para tomar decisiones de promoción? Metodológica para acomodar las didácticas? De control para ver que tan bien está quedando el producto? Formativa para establecer el nivel de desarrollo del proceso del aprendizaje? Meta cognitiva para indicar el desarrollo mental, sumatoria para interrelacionar los ciclos del proceso educativo, interna y externa para asegurar la objetividad o humanizadora para que la evaluación tenga un fin claro y desde allí utilice todas las opciones anteriores no como fines, sino como medios para dar el salto a la convicción personal y social de que la cultura de la evaluación es la vinculación con el ser profundo de lo humano? Ahora bien, no se crea que por lo aquí expuesto esta evaluación es un ideal sacado del romanticismo, pues también un día el capitalismo o liberalismo económico fue un ideal de un grupo de persona y que bien que hemos sabido volverlo práctica. ¿o no? En tercer lugar es necesario, mirar en sí el significado de evaluar y para ello propondremos la misma desde el sentido de valorar, el concepto que pone en entredicho la posibilidad de mantener estático en el tiempo el cómo de la evaluación (que sería lo que requiere la conciencia limitada humana), porque cuando se profundiza en el sentido de valorar se entiende que éste no puede ser estático, porque las valoraciones como los valores cambian con las personas y las épocas y auque queramos mantener algunos y de allí salgan nuestras tradiciones los sentidos con que estos son propuestos y utilizados también varían a pesar de que nos neguemos a verlo, porque valorar es un asunto humano y lo humano deviene. Pero para no entrar en reflexiones morales o filosóficas miremos como el valorar es el sustrato de la evaluación del aprendizaje, es decir, al evaluar se quiere atribuir un valor a algo y por esto se establecen normas o principios que estandarizan la medida del valor, pero así entendida la evaluación tendría muchas otras preguntas que hacerse, por ejemplo que es a lo que ella le da más valor y por tanto evalúa? O qué considera cada época que es el valor a evaluar en la escuela? Etc. porque debe quedarnos claro que el concepto de valor que se tenga es el que da la concepción de mundo y de vida, es decir, “Allí donde está tu tesoro esta tu corazón”… y tu cabeza y tu escuela y tu economía, etc. Entonces cabe preguntarnos en la evaluación del aprendizaje que es lo que más valor tiene: ¿el proceso de aprender? ¿Lo que se logra en el aprendizaje? ¿Lo que produce el aprendizaje? ¿La verificación de la enseñanza, la pedagogía y la didáctica? ¿Lo que se puede lograr en el mundo con lo que se aprende? ¿O el aprendiz?. Esto sólo para que allí donde esté nuestro tesoro esté nuestra evaluación. Además podemos tener en claro que en el acto y el hecho de valorar siempre hay una relación dialéctica , es decir, no todos valoramos igual, por eso exige diálogo, consenso, comunicación, interrelación, porque “el concepto valoración o sea el acto de atribuir o asignar valor a un producto humano, implica necesariamente, tomar en cuenta las condiciones concretas, en que se valora y el carácter concreto de los elementos que intervienen en la valoración así, siguiendo a Hartmann cualquier tipo de valoración requiere: el valor atribuible, el objeto valorado, (actos o fenómenos valorados) y el sujeto que valora. Pero al ser lo valorado un acto humano, o un producto humano, a de tenerse en claro que la escala a usar, el criterio a mantener debe ser muy humano o se estaría evaluando fuera de contexto. Claro esta que el valor atribuible puede tener múltiples significados según los criterios, escalas o puntos de referencia que se establezcan en cada caso ya que este puede servir en algunos casos para mediar los grados de cercanía o lejanía entre un objetivo y los resultados alcanzados o los niveles de utilidad o inutilidad que posean estos para las personas, pero debe entenderse que siempre que se valora se hace desde un sujeto y en el caso de la educación frente a otro sujeto y en tal sentido los criterios estarán ligados al contexto histórico y social de ambos, lo cual establecerá el qué, el cómo y el para qué de la evaluación, pero por ser lo humano también un producto no solo local sino global, ha de jamás perderse que el valorar tendrá que poner su escala sobre esto: el hombre. Por último, a este respecto no se puede olvidar que todo juicio de valor humano se halla sujeto a sus características la falibilidad y a la necesidad de evitar esa falibilidad por lo que se cae en universalizaciones de las valoraciones, y tal vez le hemos dado demasiado interés a la universalización y hemos vuelto poco sobre al falibilidad que nos hace saber que la evaluación debe evaluarse y puede cambiar tantas veces como se considere necesario. Ahora bien, en cuarto lugar hablar del paradigma o el lugar del aprendizaje no quiere decir aquí centrarse en el paidocentrismo o creer que el aprendiz lo puede todo sin el enseñante, o que las nuevas tecnologías para la informática harán más fácil la educación, no es este el caso para dudar de la relación enseñanza aprendizaje, ni nada por el estilo, cuando se habla aquí de aprendizaje se plantea que tanto maestro, como estudiante, como padres de familia, como cultura, como contexto, como humanidad estamos en condiciones de seguir aprendiendo, entonces y específicamente en la escuela y en la relación enseñanza aprendizaje y viceversa, el aprendizaje debe estar en estas dos personas, porque las dos cada día de frente la una a la otra se hallan en la posibilidad de aprende a ser, a hacer, a aprender y a convivir. Por todo esto y unidos a Julián de Zubiría, concebimos la evaluación del aprendizaje como la posibilidad de formular juicios de valor, acerca de un ser, objeto, fenómeno bien conocido, porque interesa orientar (al ser humano para sus) acciones futuras (y la evaluación de las mismas), es decir como un acto creador y potencializador del hombre individuo y especie. 4. ¿DE QUE OTRA MANERA PODRIA SER LA EVALUACION? Queremos aquí plantear que parados sobre la relación indisoluble de educación evaluación desde el sentido de proyección y posibilidad de creación humana permanente la otra forma de evaluar sería la que denominamos evaluación humanizadora la cual tiene las siguientes características: Sabe que no hay evaluación del aprendizaje, porque no hay aprendizaje sin aprendiz y aprendiz es ser humano, entonces parte del principio de hacer con la evaluación más humano al aprendiz. Delimita crítica y objetivamente los fines de la escuela, y sin temor a decirse la verdad estructura los comos para llegar a dichos fines. Asume el desarrollo de la capacidad de evaluar como uno de los requisitos fundamentales para el desarrollo humano, y cabe en evaluar contenido, emociones, acciones, procedimientos, competencias, etc. No tiene prisa, pero no esta absorta del tiempo, o los símbolos, solo que les concede el lugar de representaciones y los media, los analiza desde lo que son y no como fines en si mismos. Se halla sustentada sobre el paradigma del aprendizaje y en el lugar del aprendiz Requiere el reconocimiento del otro como interlocutor real del proceso, por lo cual se requiere la participación, la comunicación y el dialogo constante. Se postula sobre la verdad consenso y no sobre la verdad unificadora o absoluta. Asume la incertidumbre, el cambio y la interculturalidad, la complejidad como realidades de nuestro ahora que no deben asumirse desde la verificación de sus resultados, sino como retos por explorar al evaluar sus manifestaciones. Solicita comprensión, manejo de la información, estudio, por parte del docente Se vale de los procesos existentes pero no se queda en ellos Asume las funciones de la evaluación: diagnosticar, seleccionar, jerarquizar, comprobar, dialogar, formar, describir, explicar, comunicar, comprender, motivar, investigar, orientar, y crear, lanzar, hacer pensar al hombre, para que sea mas hombre individual y especie. Requiere abandonar el lugar del saber ,del poder y del tener como instancias desde las que se predica y llegar al lugar del hacer y deshacer el saber, de negociar y convivir con la circulación del poder y correr el riesgo de ser para disfrutar el tener. Admite el diseño de instrumentos de medición, como criterios informativos por comprender, analizar, jerarquizar y evaluar en función del fin último de la evaluación: el hombre. Alberga a la población superdotada, regular y con dificultades frente al modelo de aprendizaje preponderante. Cree que la evaluación como dice Antonio bolívar puede volver inteligible los procesos educativos, pero no sólo para el maestro, sino para los educandos, para los padres de familia, para la cultura, de forma que desde ellos nos reajustemos siempre. Es el desarrollo de una habilidad para la vida, no una vida para ser evaluada, porque también antes del infierno, hay mucha mucha misericordia. Requiere flexibilizar los procesos, cambiarlos incluso si fuera necesario… articular los ciclos educativos, pero primero suscitar la necesidad de articulación entre las personas que los manejan y por supuesto integrar los espacios vitales de la persona, es decir en esta evaluación se cruza la información escuela, familia, cultura, contexto, conocimientos etc., se cruza y se hace algo con ella, se media, porque de no ser así conciente o inconcientemente ella hace algo con nosotros. La evaluación para ser creadora le tiene que dar voz, lugar, tiempo, oportunidad y camino al evaluado, incluso le tiene que dar la oportunidad de decir, actuar, saber y hacer como debe ser evaluado. Evaluar así permite al aprendiz hacer lo que dice el maestro Carlos Vasco: no solo usar el conocimiento, sino hacerlo en el momento oportuno, con facilidad, gusto, flexibilidad y responsabilidad, que es el núcleo de la evaluación por competencias. Requiere socialmente asumir la cultura de la evaluación y pasar del sobre diagnostico al hacer algo con la información que este arroja. Requiere pararse en la vida que es la que evalúa y dejar que ella diga lo que es y no en el conocimiento con el cual hemos tratado de nombrarla y representarla ante nuestra incapacidad de vivirla a profundidad. Requiere abandonar la pregunta por el cómo universal y atreverse a pensar un como para cada caso, un como para compartir con otros que hallan buscado comos, un como que no se cansa de buscar, porque juntos tenemos un para qué…un para qué que continúa, un para qué llamado: Humanidad. BIBLIOGRAFIA Ministerio de Educación Nacional. Plan Decenal de Educación 2006-2016. Ministerio de educación nacional. La evaluación en el aula y más allá de ella. MORIN, Edgar, los siete saberes necesarios para la educación del futuro. DOCUMENTOS: VASCO, Carlos. Retos y desafías para la evaluación plan decenal 2006-2016 QUICENO CASTRILLON, Humberto. Elementos para una posible historia de la evaluación. PORRAS, Elizabeth. La evaluación de los paradigmas y modelos evaluativos. ZUBIRÍA, Julián. La evaluación La evaluación por objetivos. La evaluación por logros. La evaluación por competencias. La evaluación como juicio de valor El concepto de evaluación Que es la evalaución Sandra María Toro Jaramillo Especialista en Evaluación Pedagógica