crear un ambiente adecuado de trabajo, enfocado hacia un efectivo desarrollo humano. Entonces, para poder superar las pedagogías tradicionales que se fundamentan en un concepto de hombre, educación y cultura expresado en un proceso educativo donde el maestro sólo se capacita o adiestra para instruir a un alumno que sólo tendría que repetir los conocimientos y valores transmitidos por unos que saben más a otros que saben menos, urge que la educación sea uno de los foros principales para realizar otra concepción donde se le apueste a la rectitud, perfección e integralidad del alumno, se de una fluida comunicación entre los actores del proceso educacional, se negocien y renegocien significados, se explique la acción y se garantice que los participantes cumplan una función activa, dejando de ser los pasivos espectadores. Es improcedente partir del presupuesto de subestimar al alumno, considerándolo un subdotado, subprovisto de conocimientos, carente de valores e incompetentes para ver el mundo y encontrarle soluciones con un sentido de sociedad, cuando hasta en una comunidad de micro organismos observamos cómo ostentan la inteligencia y el aprendizaje significativo requerido para sobrevivir, procrear, anticiparse, prever, proveer y adaptarse. De ahí que ante un problema de aprendizaje no es recomendable pensar que esté en el alumno, cuando en verdad estaría en el método, en el medio, en la pertinencia, el interés, etc. Y en el caso de que alguien persista en ir hacia el alumno, por lo menos que lo aborde de manera holista. Según el neuropediatra usamericano Mel Levine, profesor de la Universidad de Carolina del Norte, desde la óptica del aprendiz serían ocho los componentes que intervienen en el proceso de aprendizaje: Atención, Memoria, Lenguaje, Ubicación espacial y secuencial, Orden Espacial, Orden Secuencial, Capacidad Motora, Pensamiento Abstracto, Inteligencia Emocional e Inteligencia Social.1054Esto, sólo por dejar un dato. Teoría de las Transformaciones Intelectuales1055 Esta variante “constructivista”, de una concepción profundamente humanística del proceso educativo, se fundamenta en una teoría evolutiva del aprendizaje que considera al Conocimiento como una construcción humana y, por tanto, toda enseñanza debería apuntar en su promoción. Con cierta imposibilidad teórica y práctica de medir el aprendizaje, plantea el “Aprendizaje” como una transformación intelectual autónoma del aprendiz y dirigida por su personal dimensión conciencial, de acuerdo con la historia de su propio desarrollo cogito/cogni/cognoscitivo. Aunque, no sería tanto una dimensión sino una “estructura de conciencia”, organizándose y transformándose de conformidad con las relaciones que el aprendiz establece con la naturaleza y con la sociedad, cosa que el maestro debe tener bien presente a la hora de planificar las estrategias pedagógicas que busquen la transformación de dichas estructuras. La Transformación ocurre por las diferencias cualitativas que se dan entre las nuevas y las viejas estructuras ¿estructuralismo?, en la medida que las nuevas sean heurísticamente más fuertes, en términos de logros fácticos y conquistas intelectuales que le permitan a cada aprendiz ser cultural y socialmente mejor. Esta propuesta de “transformación intelectual” es criticada por ser demasiado “intelectualista” y no destacar los aspectos “afectivos” que están presentes en cualquier actuación humana (Conocimiento e Interés de Habermas; Conocimiento y Afecto de Piaget y Kohlberg). Pero, convencidos de que cualquier discurso sobre la naturaleza del ser humano es de tal complejidad intrínseca que la hace incompleta, dicen que un proceso auto-constructivo de formación integral debe atender al desarrollo armónico de por lo menos las cualidades de Racionalidad, Afectividad, Sexualidad, Ética, Política y Religiosidad. Racionalidad, como el conjunto de algoritmos de pensamiento y actuación, capacidad de adecuar las cualidades de conformidad con el proyecto ético de vida que se sigue, tener la idea de que nuestras formas de concebir y pensar la realidad no son verdades absolutas y la tolerancia para reconocer y aceptar las razones de los otros (racional y razonable). Afectividad, ya que ninguna actuación es totalmente racional (Piaget,1985), ni totalmente afectiva, sino que están presentes una y otra 1054 JEREZ, Ángela Constanza; Sub-editora de Vida de Hoy, El Tiempo, Bogotá, 06-11-2004 1055 PÉREZ MIRANDA, Royman – GALLEGO BADILLO, Rómulo. Op. cit. Ergo, Maestro Enzima 1165