1 Día de Cenizas B Joel 2:1-2, 12-17; 2 Corintios 5:20b–6:10 Rvda. Leslie Nuñez Steffensen 18 febrero, 2015 Esa mañana yo estaba en frente de las puertas de King Street Metro Estación con mi amiga Heather. Heather es una sacerdote y trabaja en la Iglesia de Cristo en Old Town. Estábamos en el frio, a las 6:30, en los vestidos del sacerdocio, estolas moradas, con una mesita puesta entre nosotros. Heather había hecho un letrero que decía en letras grandes: “Ashes to Go” o “Cenizas a llevar.” Saludábamos a la gente que pasaban hacia los trenes del Metro. De vez en cuando, alguien nos saludó y nos pedía por las cenizas. Orábamos juntos, impone las cenizas en forma de la cruz en el frente, y le decía “vaya en paz!” Fue muy interesante a ver cómo la gente nos respondía en el momento de encontrarnos. Quizás le ponen algunos nerviosos a ver algo diferente en el camino diario al trabajo. Había mucha gente que no nos daba ni una mirada – como si nosotros vendaban algo asqueroso o como si éramos payasos. Pero 5% paró y nos hablaba, y tomó lo que le ofrecíamos gratis a empezar su día. El profeta Joel había dicho, “Toquen la trompeta en el monte Sión; den el toque de alarma en el santo monte del Señor. Tiemblen todos los que viven en Judá, porque ya está cerca el día del Señor.” Quizás la presencia de dos mujeres sacerdotes vestidas en estolas y ofendiendo cenizas a llevar en los frentes era parecido a la trompeta o el toque de alarma por algunos de los viajeros. Pero a otros, nos llevaba otro señal: nos llevaba la buena nueva de que dios, “les envíe bendición: cereales y vino para las ofrendas del Señor su Dios. ¡Toquen la trompeta en el monte Sión! Convoquen al pueblo y proclamen ayuno.” Según los fieles, la Cuaresma es un ayuno, pero es un ayuno que significa un regalo que hemos recibido sin merézcalo. ¿Como podemos responder a lo que Dios ha hecho a causa de amor por nosotros? Tenemos cinco semanas a darnos la atención a Dios a prepararnos a recibir ese regalo, el día de la Pascua. Es nuestra gozo que podemos dar todo nuestra atención a Dios por las cinco semanas que vienen. Cuarenta días de arrodillarnos en oración – es decir, cuarenta días para dedicarnos a conversación íntima con Dios cada día. Cuarenta días de meditar en su verbo. ¡Qué problema bueno a tener! Me daba mucho gusto en la mañana cuando alguien muy conocida a mí de repente estaba delante de nuestra mesita de cenizas…una figura bajita corría en la acera por delante. Ella llevaba el abrigo alrededor de sus orejas para mantener el frío afuera. Vi a la cara suya al momento que se paró. Era Marina Alvarenga. Ella me dijo que trabajara por la noche y no podría estar en la misa con nosotros. Orábamos juntas y le puse las cenizas en la frente. Nos abracemos rápidamente y ella siguió corriendo por el frio hacia su casa. Espero que cada Cuaresma empezar con tal alegría. ¡Proclamemos el ayuno con gozo! ¡Ahora es el día de la salvación! Amen.