Sobre la torre «cupulada» del siglo XVI en el Palacio de Aranjuez

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Actas del Cuarto Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Cádiz, 27-29 enero 2005,
ed. S. Huerta, Madrid: I. Juan de Herrera, SEdHC, Arquitectos de Cádiz, COAAT Cádiz, 2005.
Sobre la torre «cupulada» del siglo XVI
en el Palacio de Aranjuez
Javier Ortega Vidal
Miguel Angel Alonso Rodríguez
La «Torre sur» de El Palacio de Aranjuez guarda casi
intacta y formando un conjunto una bóveda y una armadura de cubierta de la época de Felipe II. A pesar
del notable interés que a todas luces posee, resulta
curiosa la poca atención que ha merecido hasta el
momento. Este trabajo persigue describir la solución
constructiva empleada y recuperar, de esta forma, un
elemento singular en la historia de nuestra arquitectura.
A comienzos de 1557 Felipe II deseaba reemplazar el viejo palacio maestral de Aranjuez y construir
uno nuevo. Disponía de unas trazas, probablemente
debidas a Luis y Gaspar de Vega que no se conservan. No obstante el proyecto se paraliza hasta 1560
cuando Juan Bautista de Toledo llega a la corte. Entre los muchos trabajos iniciados por el nuevo arquitecto se encontraría la revisión de los proyectos sobre
el sitio de Aranjuez y su palacio, realizados casi al
mismo tiempo que la magna empresa de El Escorial.
Por expreso deseo del rey la construcción del Palacio se inicia por la edificación de la torre sur, que
alojaba la capilla. En julio de 1564 Juan Bautista de
Toledo estaba acabando el modelo de la capilla, cuya
primera piedra se colocó en enero del año siguiente.
Toledo dirigió las obras hasta mayo de 1567, fecha
de su fallecimiento, sin alcanzar a terminar el primer
orden o piso. Un memorial de Juan Bautista de Toledo servirá de pauta para su continuación que correrá
a cargo de su discípulo Gerónimo Gili hasta 1569.
Juan de Herrera intervendrá junto a Gili en el levantamiento del segundo orden (1569–1572), cuyas tra-
zas firman conjuntamente, y en el del tercer orden,
(1571–1574) cuyas trazas las da Gili quien también
redacta las condiciones de contrato. Hacia 1575 Juan
de Herrera asume el control único de las obras de
Aranjuez y, bajo su dirección se remata la torre con
el tambor, la cúpula y su recubrimiento de plomo, siguiendo el modelo que de la cuarta orden había realizado Gili.
Si se prescinde del cuerpo de escaleras que tiene
adosado, la torre sur es de planta sensiblemente cuadrada. Al exterior el cuerpo prismático de la torre
aparece con tres pisos, con sus respectivas cornisas,
y sobre él se levanta el tambor cilíndrico y la cúpula
(fig. 1). En su interior se aloja la capilla, cuyo cuerpo
bajo lo forman cuatro frentes, que en altura se corresponde con el primer nivel exterior (fig. 2).
En el segundo orden de la capilla, tal como se definía en los contratos, se disponen las pechinas rematadas por una cornisa previa al tambor que se relaciona, sin llegar a corresponderse, con la del segundo
nivel exterior (fig. 3). Sobre las pechinas se monta un
tambor y una cúpula semiesférica perforada por un
óculo. El tambor presenta un orden de pilastras pareadas y en correspondencia la cúpula lleva resaltos
dobles que alcanzan el anillo que delimita el óculo.
El tambor y la cúpula son de ladrillo y están revestidos con mortero, salvo la cornisa y el anillo del óculo
que son de caliza de Colmenar. Los riñones de la cúpula semiesférica están rellenos, de manera que el
casquete de la cúpula arranca, con un pie de espesor,
a los treinta grados, o lo que es lo mismo a la mitad
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Figura 1
Alzado sur
Figura 2
Sección
de la media naranja de la capilla. Esta cota de arranque se corresponde con la última cornisa del exterior,
sobre la que se monta el tambor externo. Este tambor
está flanqueado por cuatro contrafuertes en posición
radial desde las esquinas del prisma. Consta de un
zócalo de caliza y sobre él un cuerpo de ladrillo divido por resaltos verticales de caliza blanca, que organizan doce campos en los que se abren ocho grandes
tondos que flanquean los contrafuertes, con derrames
cónicos hacia su interior.
El zócalo de piedra del tambor exterior se corresponde en el interior con un corredor anular de paredes de ladrillo. Su techo, también de ladrillo, es el
suelo del curioso espacio situado sobre la cúpula de
la capilla que ilumina los tondos del tambor. A este
espacio se accede ascendiendo por un caracol, situado en el contrafuerte nororiental, que llega a los riñones de la bóveda de la capilla y desde aquí continúa a
través de una escalera pegada al muro del tambor.
Dicho pasillo anular aloja en su interior cuatro tiran-
Figura 3
Plantas
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tes de hierro situados a la altura del arranque de su
bóveda tórica. Si prescindimos de la parte correspondiente al arranque macizo y al óculo superior de la
cúpula, el techo de este corredor circular abraza el
casquete esférico de la media naranja por la mitad.
Contribuye sin duda a recoger y trasmitir los esfuerzos que tenderían a abrir el casquete de la cúpula y a
su vez los tirantes a contener los esfuerzos transmitidos.
Encima del tambor está la cubierta. Se compone
de una cúpula semiesférica con copada y esta coronada por una primera linterna, de ocho vanos y pilares con contrafuertes, en la que se alojan las campanas. Su cupulín recibe una segunda linterna y sobre
ésta se monta cruz, veleta y tres bolas. El recubrimiento exterior de la cúpula forma escamas radiales.
La armadura de la cubierta, cuyas vigas sabemos
que se hicieron con madera de pino de Cuenca, se
monta sobre el muro del tambor. En su coronación se
reciben los nudillos y sobre ellos se asienta la solera.
La estructura de la cubierta tiene cuatro vigas o tirantes centrales dispuestos en cruz que dejan en medio
una caja cuadrada. La solución atirantada es posible,
en este caso, dado que la cubierta no alberga la cúpula de la capilla. Los cuatro tirantes están girados 45º
respecto a los contrafuertes en diagonal del tambor.
De esta forma tirantes y contrafuertes se reparten
para contener los empujes horizontales de la cubierta. A los cuatro tirantes acometen en cada cuadrante
dos vigas en disposición radial. Las uniones entre estos maderos horizontales, tirantes y vigas, se refuerza
con escuadras de hierro. El plano horizontal que definen se materializa con ripias que forman a la vez el
techo del interior del tambor y el suelo del bajocubierta. Se accede a éste mediante una escalera de pates en la pared interior del tambor.
Los tirantes y vigas asientan directamente sobre la
solera situada en la coronación del tambor. Entre los
tirantes y las vigas consecutivos se pone unos maderos para impedir su desplazamiento, y que sustituyen
a los aliceres (fig. 4). Los cuatro tirantes centrales
apean ocho pies derechos que son los pilares de la
linterna que aloja las campanas. Los pies derechos
tienen de sección un sector de corona circular. Se
unen entre si mediante anillos de madera reforzados
con hierros dispuestos a diferente altura. Los tirantes
y las vigas están cajeados en su cabeza para alojar el
estribo perimetral poligonal; sobre este elemento de
coronación del muro del tambor descansa un cerchón
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Figura 4
Estructura de cubierta
con la forma cóncava de la copada; sobre dicho estribo empatillan 16 pares, uno por cada cabeza de tirante o viga. Los pares, en su extremo superior están cajeados y cada dos abrazan uno de los ocho pies
derechos a la altura de la plataforma del suelo del
campanario, trabándose todo el conjunto. Los pares
llevan cerchones, sobre manguetas para darle la forma esférica a la cubierta. Sobre los cerchones se
montan las correas y sobre las correas un segundo orden de cerchones sobre los que se dispone la ripia y
el material de cubierta.
El árbol de los pies derechos además de la plataforma del campanario, a donde acometen los pares, tiene
otras dos. La primera y más baja, a la mitad de altura
del suelo del campanario, se dispone sobre uno de los
anillos que unen los pies derechos. La segunda esta situada entre las otras dos y equidistante de ambas. Las
vigas que la forman descansan en uno de los anillos
que unen los pies derechos, sobresaliendo del períme-
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tro de los mismos hasta alcanzar los pares de la cubierta; de esta manera, estas vigas actúan como si fueran
nudillos (aunque su disposición es un poco mas alta
que las de los nudillos que están a 2/3 de la altura).
A la primera de las plataformas se accede mediante un tiro de escalera formado por dos zancas que se
apoyan en dos de los pies derechos. Este tiro continúa entre los pies derechos de apoyo de las zancas y
llega a la segunda plataforma, colándose entre dos
nudillos-vigas de la misma, ya dentro del árbol. Desde esta segunda plataforma se accede a la linterna
campanario a través de un hueco centrado que tiene
en el suelo. En el interior de esta linterna se alojan
dos campanas que parecen ser los restos de un antiguo carrillón; la de mayor tamaño aparece fechada
en el año 1564 y fundida en Amberes. Ambas se recibieron en Aranjuez el 11 de abril de 1579. No voltean, pues se golpean con martillo, y están sujetas a
los pilares de esta linterna que están reforzados con
barras de sección rectangular de hierro (fig. 5).
Los extremos superiores de los pies derechos se
unen en un anillo, un poco por debajo de la cornisa
Figura 5
Esquema constructivo de la cubierta
de la primera linterna. Sobre este anillo se montan 16
cerchones o pares curvos para formar el cupulín del
campanario. Sus extremos superiores se unen en un
anillo sobre el que apoyan los pilares de la segunda
linterna, que se recogen en otro anillo sobre el que se
disponen otros pequeños cerchones que forman el
cupulin de la segunda linterna. Estos dos últimos anillos llevan tirantes en cruz que sujetan el eje de la
cruz de remate.
Esta estructura que hoy nos llama la atención no
debemos pensar que fuera muy arriesgada. En la segunda parte del Arte y uso de Arquitectura de Fray
Lorenzo de San Nicolás, impreso en Madrid en 1664,
el autor explica cómo construir una bóveda encamonada como las que él levanta y las que ha visto edificar. La estructura no difiere en lo esencial de la de
Aranjuez. Todos los elementos que vemos en el dibujo de Fray Lorenzo los encontramos en la estructura de Aranjuez. Esta tiene además la pequeña linterna
de remate y la prolongación de los pilares de la primera que penaliza la solución, pero a favor de la seguridad dispone de unos tirantes que estabilizan el
conjunto. Se nos ha dicho que uno de los problema
de las bóvedas encamonadas consistía en la imposibilidad de colocar tirantes, por la existencia de la cúpula interior, lo que hace trabajar a los estribos con
enormes solicitaciones, que no siempre han resistido
airosos el paso del tiempo. Por otra parte la solución
que gráficamente propone Fray Lorenzo es para una
luz de 40 pies, un par de pies mas que la de Aranjuez
que incorpora los tirantes (fig. 6).
Este impresionante conjunto se mantiene casi intacto desde su construcción y se encuentra en buen
estado. No se tienen datos de que haya sido modificado en ninguna de las reformas y ampliaciones que ha
conocido el Palacio. Incluso no se vio afectado cuando se sacrificó de forma implacable la capilla. En las
numerosas imágenes que se conservan del palacio la
cubierta de la torre sur aparece en todas ellas en su estado actual. En los planos para el proyecto de remate
del palacio de 1728 se incluyen tres secciones, de las
cuales una refleja el corte por la capilla. La armadura
de cubierta se representa sin entrar en detalle. Quizá
lo mas destacable sea la linterna de madera que cerraba el óculo de la cúpula de la capilla, hoy perdida. Por
todo ello tan sólo cabe pensar que se haya podido
cambiar el material de su cubrición.
Ya se ha dicho que el origen de este tipo de cubierta es Europeo y que fue introducida en España
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Poco después comenzarían los chapiteles de El Escorial que han servido para tantos de ejemplo y que
ya aparecen en el dibujo conservado en Hatfield
House, de hacia 1576, fecha en la que sabemos que
se estaba emplomando la cubierta de la torre sur del
Palacio de Aranjuez. Las cubiertas de El Escorial ardieron y se reconstruyeron en el siglo XVII. Finalmente, debido a los daños producidos por xilòfagos
en el siglo XX, su estructura leñosa fue reemplazada
por una metálica. La solución en madera, hasta entonces conservada, la conocemos gracias al el dibujo
del profesor Vidaurre, recientemente fallecido
(fig. 7).
La visión en paralelo de estos dos chapiteles de estructura leñosa, uno de tensas aristas rectas otro de
suaves perfiles curvados, señala y sugiere un atractivo episodio de la historia de nuestra construcción
Figura 6
Fray Lorenzo de San Nicolás 1664 Arte y uso de Arquitectura 195
por Felipe II. Con toda probabilidad los primeros
chapiteles que se levantaron en nuestro país fueron
los de Valsaín, que aparecen en el dibujo de Wyngaerde de 1562. Casi al mismo tiempo aparecía en el
Alcázar de Madrid la atractiva silueta del chapitel de
remate de la Torre Dorada. No tardarían mucho tiempo en surgir los de El Alcázar de Segovia que se preparaba para la celebración de la boda del monarca
con Ana de Austria en 1570. De los originales se
conserva uno, el que cubre uno de los torreones de
vigilancia que flanquean el Alcázar en su frente de
entrada, cuya separación del resto del edificio permitió su salvación del devastador incendio que sufrió el
Alcázar en 1862. Es un chapitel cónico de dimensiones notablemente mas reducidas y mucho mas sencillo que el que nos ocupa.
Figura 7
Julio Viadaurre, hacia 1950. Levantamiento del Chapitel de
la Torre de Damas de El Escorial
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que merece la pena seguir investigando. No deja de
resultar paradójico que estos entramados de madera,
de tanta trascendencia en nuestros paisajes urbanos a
lo largo de la historia sean, en realidad, tan poco conocidos.
NOTAS
La documentación del levantamiento y reconstitución de la
torre sur del palacio de Aranjuez que ha servido como base
para esta comunicación, es el resultado de un convenio de
colaboración entre la Dirección de Arquitectura del Patrimonio Nacional y la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid.
LISTA DE REFERENCIAS
Ortega, Alonso. 2004. Reconstitución de la Capilla del Palacio de Aranjuez en el siglo XVI. Reales Sitios, 159:
2–13.
Sancho, J. L. 2004. Un palacio para las jornadas de Felipe
II. Reales Sitios, 159: 14–25.
Ortega, Javier. 1997. Hacia un catálogo razonable de la arquitectura de Juan de Herrera. Un criterio topográfico.
Juan de Herrera, arquitecto real. 47–124.
Martinez Leiva, Gloria. (en prensa). La capilla y la escalera doble del Palacio Real de Aranjuez en el siglo XVI.
Dos cronologías para su estudio.
Sancho, Ortega. (en prensa). La torre sur del Palacio de
Aranjuez, tres piezas de un proyecto.
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