acuerdo. Lo mismo establece la ley paraguaya 236 de 1954. El Código de Bolivia establece que la sociedad conyugal cesa por renuncia de la mujer, hecha al tiempo de celebrar el matrimonio o después; en el segundo caso importa la separación de bienes por la sola voluntad de la mujer. II. DERECHO ARGENTINO: CAUSAS DE SEPARACIÓN JUDICIAL DE BIENES 7. Régimen adoptado. En el Código argentino, la separación de bienes tiene lugar en caso de divorcio, si la pide el cónyuge inocente (art. 1306); doctrina y jurisprudencia uniforme entienden que si el divorcio se decreta por culpa de ambos cónyuges los dos tienen derecho de solicitarla, ya que de lo contrario se los dejaría ligados sin remedio a la comunidad a pesar de la separación personal autorizada. Fuera de ese caso, es decir, "durante la unión de marido y mujer, sólo ésta y no el maricio, tendrá el derecho para pedir la separación de los bienes de uno y otro y de los adquiridos "hasta entonces" (art. 1292). Sin embargo, según la doctrina que admite como causal de separación de bienes la separación de hecho o el abandono de hecho, uno u otro de los cónyuges tiene derecho de solicitarla por este motivo. 8. Divorcio. Dispone el artículo 1306 del Código que "en el caso de divorcio, el cónyuge inocente tendrá derecho para pedir la separación judicial de bienes, y en cuanto a éstos, los efectos del divorcio respecto de los cónyuges, y a terceros serán regidos por las disposiciones de los artículos anteriores y por las del cap. X, tít. «Del matrimonio». A su vez, el artículo 74 de la ley de matrimonio, en su segunda cláusula, establece que "dada la sentencia de divorcio, los cónyuges pueden pedir la separación de los bienes del matrimonio, con arreglo a lo dispuesto en el título «De la sociedad conyugal»". Existe, pues, lo que Guaglianone denomina "privilegio de iniciativa" del cónyuge inocer.ie, solución fundada a la vez como una sanción al culpable y como un medio de impedir que el inocente se vea constreñido a una liquidación de su haber ganancial que le resulte perjudicial. Sin embargo, esta solución ha merecido la crítica de Bibiloni y de Borda, quienes entienden que no es justo que el inocente se beneficie con los ingresos del culpable producidos después de que la unión ha dejado de existir (5); concordantemente el Anteproyecto y el proyecto de 1936 (art. 382 inc. 49) "establecen la disolución de la sociedad conyugal de pleno derecho en caso de divorcio, es decir, la misma norma del Código Napoleón. (5) Bibiloni, Juan A., Ante-proyecto de reformas al Código civil argentino, t. V, págs. 269/71; Borda, 1-426; Guaglianone, 125. La disposición en cuestión acarrea, por ctra parte, el problema de si es posible que requiera la separación de bienes el culpable cuando el inocente incurre después del divorcio en la comisión de hechos que hubiesen podido configurar causales de divorcio, en especial, infidelidad. La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital Federal puso punto final a la disidencia jurisprudencial a este icspecto con el fallo del 29 de abril de 1965 ( 6 ), según el cual después de decretado el divorcio por culpa de uno de los cónyuges no es admisible la acción tendiente a alterar la calificación de inocencia respecto del otro en razón de hechos sobrevinientes o no contemplados en el pronunciamiento, pero sin perjuicio de la alegación de tales hechos a fin de privar al declarado inocente de los derechos que todavía pudiesen corresponderle; de acuerdo con el criterio del voto del Dr. Collazo, que fue aceptado por la mayoría, y que a su vez se basó en el expuesto por el Dr. Llambías en un caso anterior (7), es viable la acción de separación de bienes deducida por el culpable contra el inocente y fundada en la inconducta actual de éste. Similar decisión adoptó el Superior Tribunal de Río Negro (8). Recibe así consagración la tesis de Rébora, según quien no es admisible un segundo pronunciamiento de divorcio, pero la inconducta posterior debe reflejarse en los efectos secundarios de la separación, autorizando —entre otras consecuencias— la separación de bienes (9). La solución es compartida por Guastavino (10) y Zannoni O1), y no poi Díaz de Guijarro (12) y Yungano( 13 ). 9. Mala administración. El art. 1294 del Código Civil enuncia como causa de separación judicial de bienes la "mala administración del marido" que traiga a la mujer "peligro de perder sus bienes propios". Es una disposición inspirada esencialmente, de acuerdo con su texto y con la propia nota del codificador, en el artículo 1443 del Código Napoleón. La doctrina difiere acerca de si esta causal subsiste o ha perdido vigencia a partir de la sanción de la ley 11.357. Ya la mala adminis tración no puede poner en peligro los bienes (6) La Ley, t. 118, pág. 312; Jtw. Arg., 965-IV, pág. 163. (7) Cám. Nac. Civil, Sala A, 16-12-58, La Ley, t. 94, pág. 20. (8) Sup. Trib. de Río Negro, 20-11-64, Jur. Arg., 965-IV, pág. 94. (9) Rébora, t. II, pág. 439. CIO) Guastavino, Elias P., "Separación de bienes posterior al divorcio'*, en Jur. Arg., 965-IV, pá'g. 93. ( 1 1 ) Zannoni, Eduardo Antonio, "Acerca de la no reiterabilidad del juicio de divorcio, su cosa juzgada e inexistencia del deber de fidelidad entre divorciados", en La Ley, 124. (12) Díaz de Guijarro, Enrique: "Inexistencia del debe! de fidelidad después del divorcio", Jur. Arg., 966-V, pág. 495. ( 1 3 ) Yungano, Arturo R., "Imposibilidad de reiterar el juicio de divorcio y de revisar la calificación hecha", Jur. Arg., 965-V, secc. doctr., pág. 114. propios de la mujer, no sólo porque ella puede administrar por sí los bienes propios excluyendo al marido (art. 3, inc. 2°, subinc. c) sino también porque las obligaciones contraidas por el marido en modo alguno pueden pesar sobre los bienes propios de la mujer (arts. 5 y 6); en consecuencia, para Borda, Fassi y Guagliarione no puede ahora presentarse el supuesto de aplicación de la norma (14). Por el contrario, Ré- bora y Cornejo entienden que la causal subsiste, de modo que en caso de darse el supuesto de la disposición, la mujer puede optar entre excluir de la administración de sus bienes propios al marido o demandar la separación de bienes (15); la jurisprudencia, expresa o tácitamente, acepta este criterio ( le ). En este caso, el artículo 1296 otorga al marido la facultad de "oponerse a la separación <ie bienes, dando fianzas o hipotecas que asegu- ren los bienes de la mujer". Sólo en este supuesto podría caber la aplicación de esta norma (17). 10. Concurso. También prevé el articulo 1294 como causal de separación de bienes el concurso —civil o comercial— del marido. A este respecto se plantea la misma disidencia que con relación al supuesto anterior. E igual solución dan Borda y Guaglianone (18), aunque éste —que en principio entiende que la causal no puede subsistir porque el concurso del marido ningún perjuicio puede acarrear a la mujer frente a la limitación de responsabilidad establecida en los arts. 5 y 6 de la ley 11.357— aclara que de decidirse lo contrario, habría también que reconocer el derecho del marido de pedir la separación de bienes por el concurso de la mujer. Fassi guarda silencio al respecto C19), en tanto que Rébora considera problemático el interés de la mujer en este caso ( 20 ) y Cornejo ni siquiera discute el problema, dando por supuesta la subsistencia de la causal (21). La jurisprudencia se ha pronunciado en el mis- mo sentido que en el caso de la mala administración C22). 10 bis. Administración de la sociedad conyugal (14) Borda, t. I, pág. 431; Fassi, Santiago C., "De la disolución de la sociedad conyugal; cuándo se produce", en La Ley, t. 91, pág. 842, y en Estudios de Derecho de familia, pág. 357; Guaglianone, 81-85. (15) Rébora, t. III, § 33, n? 5, págs. 378 y sgts.; Cornejo, págs. 123/24. (16) Cám. civ. 1?, 10-6-27, Cae. del Foro, 68-354; 3-10-27, Jur. Ara., 26-65; 9-12-29, Jur. Arg., 32-165; 13-4-34, Jur. Arg., 46-143; 17-2-37, La Ley, 6-48; 14-74!, La Ley, 23-627. Cám. civ. 2?, 8-4-27, Jur. Arg., 24513; 25-6-28, Jur. Arg., 27-1011; 22-3-49, Gac. del Foro, 196-53. Cám. nac. civ., Sala D, 27-12-57, La Ley, 90-385; Sala B, 26-12-58, La Ley, 93-641; Sala C, 26-8-65, la Ley, 120-41. Sup. Corte de Bs. Aires, 30-3-48, La Ley, 51-64. (17) Rébora, t. III, pág. 491. (18) Borda, t. I, pág. 431; Guaglianone, 86/90. (19) Fassi, "De la disolución...", ya citado. •por un tercero. De acuerdo con el artículo 1290del Código civil, cuando en caso de designarse un curador al marido o a sus bienes —que también tiene la administración de la sociedad conyugal— por incapacidad o excusa de ella se nombra a un tercero, "si la mujer no quisiere someter a esa administración los bienes de la sociedad, podrá pedir la separación de ellos". La norma tiene aplicación en caso de incapacidad del marido y también cuando en caso de ausencia simple del marido o en período previo a la declaración del fallecimiento presunto, se le designa un curador a sus bienes (arts.. 1289 y 115 del Cód. civil y 15 de la ley 14.394) C23). La sanción de la ley 11.357 plantea el problema de si esta causal es de aplicación también cuando se designa curador a la mujer o a sus bienes. La solución negativa resulta clara del texto legal, según el cual durante la unión de los cónyuges sólo la mujer y no el marido-puede solicitar la separación judicial de bienes (art. 1292). Sin embargo, Borda opina lo concontrario fundado en razones de igualdad jurídica de los cónyuges!(24), y Guaglianone entiende que el marido puede invocar esta causal, mas sólo cuando la cúratela le haya sido¡ negada por el tribunal y no cuando pretenda excusarse de ejercer ese cargo (25). 11. Separación de hedió o abandono de hecho. La simple separación de hecho no ha sido contemplada expresamente por la ley como una causa de separación de bienes. Sin embargo, la multiplicación de las situaciones de ese tipo a que la evolución de las costumbres ha dado lugar ha puesto cada vez más de resalto los inconvenientes resultantes de una apreciación demasiado estricta; en efecto, son numerosos los:, casos en que los cónyuges no divorciados organizan su vida separadamente y luego -uno de ellos pretende beneficiarse con la mitad de los bienes obtenidos por el otro, sin haber contribuido material ni moralmente en la adquisición, y a veces a pesar de ser el culpable de la separación o de haber cometido actos gravemente injuriosos contra su cónyuge. En la doctrina se sustentan las dos opiniones extremas —la separación de hecho como causal de separación de bienes, y el mantenimiento pleno de la sociedad conyugal— y otras intermedias. Sistematizadas, las tesis expuestas son las siguientes: a) La solución según la cual la separación de hecho ningún efecto produce se basa en el carácter taxativo de la enumeración legal de causas de disolución de la sociedad conyugal en general y de separación judicial de bienes en; especial, lo que importa su exclusión. Toda- (20) Rébora, t. III, pág. 381. (21) Corneio, pág. 124. (22) Cám/nac. civ., Sala C, 26-8-65, La Ley, t. 120, pág. 41. (23) Guaglianone, 95/100. (24) Borda, t. I, pág. 424. (25) Guaglianone, 105/8. vía añade Rébora que el Código prevé varios casos en que a pesar de la separación de hecho la sociedad conyugal subsiste: Tales, el artículo 1316 referente a la bigamia, el 1314 que distribuye el acervo de dos sociedades conyugales en proporción al tiempo que duraron, el 1307 que permite la continuación de la sociedad conyugal en caso de ausencia con presunción de fallecimiento, el 1306 que importa la posibilidad de que la comunidad subsista si no pide su disolución el cónyuge inocente del divorcio, los artículos 87 y 88 de la ley de matrimonio que mantienen la sociedad conyugal hasta la sentencia de nulidad de matrimonio aunque los contrayentes se hubiesen separado antes, todos los artículos que excluyen la separación de bienes que no sea judicial, y el 1313 que impone el inventario, el cual no se concibe en la separación de hecho (26). En igual sentido se han pronunciado Lafaille ( 27 ), Zavala Rodríguez (28), ColomboC 29 ) y HalperüvC30). b) La posición extrema contraria se apoya en la analogía con la situación prevista por el artículo 3575 del Código civil, que excluye el derecho sucesorio de los cónyuges separados de Lecho sin voluntad de unirse, lo que autorizaría a excluir también la comunidad en tal caso; en el artículo 1769 que permite la disolución de la sociedad en general por abandono de hecho de uno de los socios; y en una razón de justicia y equidad, que lleva a excluir de los beneficios obtenidos por un cónyuge al otro que no colaboró en su obtención. Participan de este criterio Moyano (31), Díaz de Guijarro (32), Spota(33) y Morello (34). c) La tesis más difundida últimamente es la que niega que la separación de hecho sea causa de separación de bienes, mas también distingue entre el culpable y el inocente de la separación para negar al primero derecho sobre los bienes adquiridos por el segundo después de la separación y reconocerlo en cambio a éste sobre los adquiridos por aquél sobre la base (26) Rébora, t. III, § 38. (27) Lafaille, 398. (28) Zavala Rodríguez, Callos J., "Influencia de la separación de hecho sobre la sociedad conyugal", en Jur. Arg., t. 45, pág. 514. (29) Colombo, Leonardo A., "Efectos jurídicos de la separación personal de hecho", La Ley, t. 39, pág. 974. (30) Halperín, Nicolás, "La separición de hecho como causal de disolución de la sociedad conyugal", Revista Crítica de Jurisprudencia, t. IV, pág. 178. (31) Moyano, Juan Agustín, "Las convenciones sobre separación de bienes concertadas entre divorciados y aprobadas judicialmente. La separación de hecho sin voluntad de unirse y sus efectos sobre la sociedad conyugal", en Tur. Arg., t. 31, pág. 535. (32) Díaz de Guijarro, Enrique, "Efectos de la separación de hecho de íos cónyuges", Jur. Arg., t. 20, pág. 205; "Efectos de la separación de hecho sobre los bienes adquiridos posteriormente por los cónyuges", Jur. Arg., t. 29, pág. 458. (33) Spota, Alberto G., "La sociedad conyugal y la separación de hecho entre cónyuges", Jur. Arg., 946-10, pág. 662. (34) Morello, Augusto M., Separación de Tnecho entre cónyuges (Buenos Aires, 1961), capítulos XVII a XX. de que el culpable no podría alegar derechos invocando su propia torpeza o el incumplimiento de los deberes que el matrimonio pone a su cargo. Ya insinuada por los autores que nie- gan el carácter de causal de separación de bienes a la separación de hecho y por Spota (355, es sostenida decididamente por Borda C 36 ) y por Cornejo (3T). Guaglianone ha intentado darle una base más científica, al sostener que la "ganancialidad" de los bienes puede desaparecer no sólo por disolverse la sociedad conyugal sino también por la desaparición de las condiciones de hecho que le dan fundamento, esto es, la convivencia y colaboración efectiva entre los cónyuges; pero entonces no quedarían excluidos de la ganancialidad todos los bienes adquiridos posteriormente por los cónyuges, como ocu- rre en el caso de la separación judicial de bienes, sino solamente bienes singulares privados de ese carácter por la unión de dos elementos: uno objetivo, la separación de los cónyuges, y otro subjetivo, la imputabilidad de la desintegración del hogar C 38 ). d) Finalmente, sustenta una particular posición Fassi, para quien no es causal de separación de bienes la separación de hecho, pero sí lo es el abandono de hecho, por aplicación del artículo 1769 del Código civil que legisla sobre las sociedades en general, título al cual remite el artículo 1262 para ser aplicado supletoriamente en todo cuanto no reciba solución expresa en el referente a la sociedad conyugal. Se funda en que si bien las causales de separación de bienes son taxativas no todas ellas están enumeradas en el artículo 1291 del Código, y en que no hay inconveniente alguno para la aplicación del 1769 que derive de las normas particulares relativas a la sociedad conyugal (39). La jurisprudencia a este respecto ha sufrido una compleja evolución. Comenzó por negar todo efecto a la separación de hecho respecto de la sociedad conyugal, pero no tardó en presentarse un caso que hizo tambalear esa tesis. Se trataba de una demanda por exclusión de la mujer, que en los últimos 26 años de la vida de su esposo lo había abandonado para ir a vivir independientemente a otro país, de la herencia del marido y de los gananciales obtenidos por éste después del abandono; la Cámara Civil 2* —por voto del Dr. Helguera al que adhirieron los Dres. Gigena, Senilíosa y Salvat— resolvió el 8 de agosto de 1923 por aplicación subsidiaria del artículo 1769 y analógica del 3575 que (35) Obras citadas en las notas 26, 27, 28, 29, 30 y 33. (36) Borda, t. I, pág. 430. (37) Cornejo, pág. Í16. (38) Guaglianone, 75/77. (39) Fassi, Santiago C., "La separación de hecho, el abandono de hecho v la disolución de la sociedad conyugal", La Ley, t. 91, pág. 977, y Esludios de Derecho de familia, pág. 363. la mujer no tenía derecho sobre los gananciales adquiridos por el marido (40). Poco después —el 17 de mayo de 1926— resolvió un caso parecido la Cámara Civil 1*. También la mujer había abandonado al marido 20 años antes de su fallecimiento y se presentó después a reclamar su parte en los gananciales, que le fue negada con parecidos argumentos. Correspondió aquí expresar los fundamentos de la resolución al Dr. Colmo (41). En el tercer caso, la pretensión era aún más inmoral. El marido había abandonado a la mujer y a los hijos durante 26 años para unirse a una concubina que regenteaba prostíbulos; ia esposa pudo formar un pequeño patrimonio y a su muerte aquél se presentó a reclamar Ja mitad. También la resolución, dada por li Cámara Civil 1* el 15 de noviembre de 1926 y ahora basada en el voto del Dr. Campos al que adhirieron con algunas reservas los Dres. Pera, Sayanca y Colmo, fue desfavorable para el marido con invocación del art. 1769 (42). Posteriormente, la Cámara Civil Ira. abandonó la solución adoptada, para volver a decidir que la separación de hecho no disuelve la sociedad conyugal y los esposos no pierden sus derechos de socios (43). En cambio, la Cámara Civil 2* persistió en la tesis que había susten tado en 1924 (44), pero a partir de 1939 comenzó a introducir el elemento subjetivo y a distinguir la situación del culpable y del inocente de la separación para negar derecho a aquél y acordárselo a éste sobre los gananciales habidos después de la separación ( 45 )- Entre tanto, la Suprema Corte de Bueno-, Aires, que también en fallos antiguos había negado todo efecto a la separación de hecho, a partir de 1928 decidió que si bien no son aplicables el artículo 1769 ni el 3575, el derecho a los gananciales que compete al cónyuge supérstite sólo comprende los bienes adquiridos antes de la separación por aplicación del princi- pio del enriquecimiento sin causa (46). Más tar- se acuerdan al que ha cumplido con los deberes normales que emergen del matrimonio; tesis que fue fundada por el Dr. Argañarás (•*') y que persiste en la jurisprudencia provincial (48). Unificadas las Cámaras Civiles de la Capital Federal, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil adoptó la jurisprudencia de la Supre- ma Corte de Buenos y de la Cámara Civil 2?, resolviendo que el culpable de la separación carece de derechos sobre los gananciales adquiridos por el inocente (49). Igual es, la solución del Superior Tribunal de Santa Fe (50). El criterio jurisprudencial prevaleciente es, pues, el de que, producida la separación de lie- cho, el inocente de la separación participa en los gananciales adquiridos por el culpable con posterioridad, en tanto que éste no en los adquiridos por aquél. La solución no ofrece dificultades cuando uno sólo de los cónyuges es el que ha producido bienes después de la se paración, pero puede comprenderse sin mayor esfuerzo que resultaría tremendamente injusta en el caso de que ambos los hubiesen adquirido: el inocente retendría todos sus bienes y participaría en la mitad de los adquiridos por el culpable, quedando en mejor situación que si hubiese obtenido el divorcio por culpa de éste y la separación de bienes fundada en el divorcio, pues entonces todos los bienes se dividirían por mitades y ninguno de los cónyuges participaría en los obtenidos por el otro después. En cambio, la solución que ve una causal de separación judicial de bienes en el abandono de hecho tiene un apoyo expreso en la ley y no da lugar a injusticias: el inocente podrá invocarla o no según le convenga, pero no podrá cometer el abuso a que la aplicación estricta de la actual jurisprudencia podría dar lugar. (47) Sup. Corte de Bs. As., 6-5-38, La Ley, 10-1019; Acuerdos y Sentencias, Serie 16, t. II, pág. 343. (48) Sup. Corte de Bs. As., 21-6-46, Diario de Jurisprudencia de Buenos Aires, t. XVII, pág. 569. (49) Cám. Nac. Civ., Sala C, 23-9-53, La Ley, 74-280; de adoptó el principio según el cual el cónyuge culpable de la separación de hecho no puede Jur. Arg., 954-11-287; Sala C, 13-5-54, La Ley, 74-749; Sala D, 7-9-56, La Ley, 83-703; Jur. Arg., 956-IV-521; reclamar derechos a los gananciales, que sólo Ley, 90-439; Jur. Arg., 958-III-434; Sala B, 11-8-58, Jm. (40) Gac. del foro, t. 46, pág. 35. (41) Gac. del foro, t. 62, pág. 185. (42) Gac. del Foro, 65-47. (43) Cám. civ. 19, 24-10-30, Gac. del Foro, 89-65; 23-10-33, Gac. del Foro, 107-104; 16-3-34, Gac. del Foro, 109-180; 6-12-35, Gac. del Foro, 120-201; 12-12-35, Gac, del Foro, 120-241; 3-4-36, La Ley, 2-37; Jur. Ara., 54-121; 14-7-41, La Ley, 23-623; 30-9-44, Gac. del Foro, 150-64; 21-4-48, La Ley, 50-980. (44) Cám. 23-3-33, Jur. Arg., 58-153; 21-12-38, La civ. 2», 30-7-30, Gac. del Foro, 87-241; Arg., 42-819; 12-4-37, la Ley, 6-365; Jar. 23-6-37, La Ley, 7-167; Jur. Arg., 58-875; Ley, 13-4; Jur. Arg., 64-1001. (45) Cám. civ. 2», 17-5-39, La Ley, 14-685; 12-2-40, La Ley, 17-320; 4-9-40, La Ley, 19-916; Jur. Ara., 71- 7SO; 31-3-41, La Ley, 22-280; 27-12-41, La Ley, 26-181; 30-6-41, La Ley, 23-412; 20-9-44, La Ley, 36-617; 8-846, La Ley, 44-720; Jur. Arg., 946-III, pág. 663. (46) Sup. Corte de Bs. As., 18-12-28, Acuerdos y sentencias, serie 12, t. IV, pág. 280. Sala D, 22-8-57, La Ley, 89-234; Sala C, 4-11-57, La Arg., 959-1-139; Sala C, 12-3-59, Jur. Arg., 959-IV-583; Sala D, 3-4-59, La Ley, 94-303; Jur. Arg., 959-III-539; Sala P, 6-5-65, La Ley, 119-304; Sala C, 26-8-65, La Ley, 120-936; Sala A, 29-3-66, La Ley, 122-503. Sin embargo, algunos fallos parecen insinuar la posibilidad de admitir la separación de hecho como causa de disolución de la sociedad conyugal; asi, se ha dicho que carece de sentido moral la subsistencia de la sociedad después de que los componentes de ella viven separados, pues se quiebra el equilibrio de los esfuerzos comunes en la vida conyugal que esa sociedad presupone (Sala C, 4-11-57, La Ley, 90-439; Jur. Arg., 958-III-434); que la sociedad se disuelve con respecto al cónyuge culpable del divorcio y separado sin voluntad de unirse desde la fecha en que la separación de hecho se produjera (Sala E, 5-10-59, La Ley, 100-725); y que al margen de las causas legales, la jurisprudencia ha establecido, con ciertas limitaciones y reservas y con efecto entre los cónyuges y no respecto de terceros, una más, la 'separación de hecho (Sala E, 13-8-59, Jur. Arg., 959-V-587). (50) Sup. Trib. Santa Fe, 14-5-58, Jur. Arg., 958-IV, pág. 368. III. EL PROCESO DE SEPARACIÓN JUDICIAL DE BIENES 12. Pi-ocedimiento, El proceso de separación judicial de bienes no tiene procedimiento especial señalado en el Código de la Capital; por consiguiente, se rige por el procedimiento ordinario (art. 66 del Código de procedimiento). Sin embargo, nada obsta para que tramite por vía incidental si es sólo consecuencia de una sentencia anterior, lo que puede ocurrir en el 51 caso de divorcio ( ). En las provincias donde rige el procedimiento oral o el escrito según los casos, las solucio- nes son diversas. En Jujuy y La Rioja la forma normal es la oral, pero en la primera están sujetos al procedimiento escrito los juicios de divorcio y de nulidad de matrimonio (art. 288 del Cód. procesal civil) y en la segunda las cuestiones de familia y de estado de las personas (art. 360 del Cód. procesal civil); por consiguiente, en Jujuy la acción de separación de bienes tramitaría en juicio oral salvo que fuese deducida conjuntamente con la de divorcio, y en La Rioja en juicio escrito en todos los casos. El Código de Santa Fe establece excepcional- mente el procedimiento oral para acciones de divorcio, filiación y alimentos (art. 541), de ' modo que cabría el procedimiento oral de ser la demanda conjunta con la de divorcio y el escrito de ser independientes. 13. Acumulación de acciones. La acción de separación de bienes es acumulable con la de divorcio, sea que se funde en éste o en una cau- sal independiente; en el primer caso, la admisión de la separación de bienes depende de que se admita el divorcio, mientras que en el segundo puede prosperar aunque no se admita aquél (52). IV. MEDIDAS PRECAUTORIAS 14. Normas fundamental. La deducción de la acción de separación de bienes supone un enfrentamiento entre los cónyuges que hace temer la posibilidad de que alguno de ellos oculte o dilapide los bienes que de prosperar la demanda deberán ser divididos entre los. dos. En consecuencia, la ley prevé determinadas medidas precautorias en defensa de los intereses del demandante, que la jurisprudencia y la doctrina han extendido bastante con el ánimo de que tal protección no se haga ilusoria. Es norma fundamental a este respecto el artículo 1295 del Código civil, según el cual "entablada la acción de separación de bienes, y aun antes de ella, si hubiere peligro en la demora, la mujer puede pedir embargo de sus bienes muebles que estén en poder del marido, y la no enajenación de los bienes de éste, o de la sociedad". Completa el sistema el artículo 74 de la ley de matrimonio, que .si bien se refiere a la acción de divorcio puede aplicarse a la separación de bienes, por haberse deducido ambas acciones conjuntamente o por mera analo- gía; de acuerdo con este artículo, "si durante el juicio de divorcio, la conducta del marido hiciese temer enajenaciones fraudulentas, o disipación de los bienes del matrimonio, la mujer podrá pedir al juez de la causa que haga inventario de ellos y se pongan a cargo de otro administrador, o que el marido dé fianza del importe de los bienes. . ." La construcción doctrinaria y jurisprudencial contempla especialmente las siguientes medidas: inventario, embargo, inhibición general, designación de veedor, de interventor judicial y de administrador de la sociedad conyugal, y prohibición de innovar. 15. Inventario. La ley sólo prevé expresamente el inventario previo a la entrega de la administración de la sociedad conyugal a otra persona que el marido. A pesar de ello, se admite su realización como medida precautoria independiente, ya que no resulta gravosa y es esencialmente útil para determinar la composición del haber ganancial (53). Cuando el demandado es propietario de un fondo de comercio o empresa comercial, el inventario puede ser completado o sustituido por la designación de un contador que practique un balance o compulsa de libros (54). En cambio, no procede la tasación de los bienes, que no cumpliría finalidad alguna como medida precautoria (55). 16. Embargo. El artículo 1295 prevé el embargo de los bienes muebles de la mujer en poder del marido; pero también contempla la "no enajenación de los bienes de éste o de la sociedad", la cual puede llevarse a la práctica mediante la inhibición general del demandado o bien el embargo de cada uno de los bienes individualmente. Por consiguiente, es procedente el embargo de todos los bienes en poder del marido, sean propios o gananciales. En general, cabe la traba de embargo sobre la totalidad de los bienes de capital, sea cual fuere su naturaleza. En cambio, se limita al 50 % cuando se traba sobre rentas, sueldos, de(53) Guaglianone, 167; Busso, art. 74 de la Ley de matrimonio, n? 11; Cornejo, págs. 132/33; Escribano, (51) Cám. Civ. 1», 17-3-44, La Ley, 34-80; Jar. Arg., 944-1, pág. 766. (52) Cám. Civ. 2», 29-7-41, La Ley, 23-616, Jur. Arg., 75-996; 27-7-48, La Ley, 51-806. Cám. Nac. Civ., Sala B, 26-12-58, La Ley, 93-640, Jur. Arg., 959-V-179; Sala E, 11-8-60, La Ley, 100-683: Sala D, 19-8-60, Leí Ley, 101-990; Sala D,'20-11-61, La Ley, 107-972, Jur. Arg., 962-11-370. 19; Cám. Nae. Civ., Sala C, 2-11-65, La Ley, 121-705; Cám. Curuzú Cuatiá, 14-10-54, Jur. Arg., 954-TV-331. En contra: Cám. Civ. 1?, 21-5-37, La Ley, 6-882. (54) Busso, art. 74 de la ley de matrimonio, n? 26; Guaglianone, 167; Escribano, 23. (55) Caro. Nac. Ciyil, Sala D, 7-11-58, La Ley, Rep. XX, voz SOCIEDAD CONYUGAL, sumario 69; Cám. Fed. de La Plata, 11-12-33, Jur. Arg., 44-502; Escribano, 21. pósitos bancarios, valores mobiliarios y fondos en general (58). 17. Inhibición general. La inhibición general sustituye al embargo como medio de hacer efectiva la "no enajenación" cuando los bienes del demandado no se conocen con precisión o existe la posibilidad de que posea otros a más de los conocidos (57). 18. Veedor. La designación de veedor en los negocios del demandado para informar sobre sus operaciones o determinar el estado de la explotación de un negocio, sin facultades de administración o retención de dinero sino sólo de informar al Juzgado sobre lo que fuere útil ha sido admitida en algunos casos (58). Pero si se trata de una sociedad de que el demandado forma parte, sus facultades no pueden exceder de las de aquél ( 5fl ). 19. Interventor Judicial. También se ha admitido la designación de interventor judicial, sin llegar a la privación de la administración del marido, a fin de vigilar el desenvolvimiento de las operaciones de éste y en su caso retener el porcentaje de las utilidades sobre las cuales se trabó embargo (eo). El objeto de la medida es impedir la desviación de las operaciones comerciales hacia otra empresa ajena al demandado o de las que se sospeche que éste integra secretamente, o la ocultación de utilidades; la comprobación por el interventor de actos dolosos del demandado tendientes a perjudicar el derecho del demandante o tornarlo ilusorio puede determinar que la simple función de control encomendada al interventor sea transformada en sustitución completa en la administración del fondo de comercio (61). 20. Caso de sociedades con terceros. Más delicado es el problema de las medidas precauto(56) Guaglianone, 164. Se ha limitado el embargo al 50 % en caso de lentas: Cám. Civ. 1?, 28-12-43, Gac. del Varo, 170-73 Cám. Civ. 2», 21-4-44, La Ley, 34-365, Jur. Arg., 944-11-501; 28-8-44, La Ley, 35-801, Jar. Arg., 944-JII-898; alquileres de un inmueble: Cám. Nac. Civ., Sala E, 27-12-63, La Ley, 116-781; fondos: Cám. Civ. 2?, 25-7-45, La Ley, 39-594; Cám. Nac. Civ., Sala B, 18-951, La Ley, 64-494; Sala B, 11-2-54, La Ley, 74-271, Jur. Arg., 954-III-479; Sala A, 29-3-62, Jur. Arg., 962ÍII-107; honorarios devengados en juicio: Cám. Nac. Civ., Sala E, 1-12-59, La Ley, 100-726; ingresos líquidos de una escribanía: Cám. Nac. Civ., Sala E, 27-12-63, La. Ley, 116-781; ingresos de una fábrica: Cám. civ. 2?, 25-7-45, La Ley, 39-594. (57) Guaglianone, 163; Escribano, 25; Cornejo, pág. 132; Díaz de Guijarro: "La inhibición contra el marido como natural consecuencia de la demanda de separación de bienes", }UT. Arg., 59-113. (58) Escribano, 31; Cám. Nac. Civ., Sala C, 3-8-61, La Ley, 105-54; Cám. 2? Civ. y Cora, de La Plata, Sala u, 12-12-58, La Ley, Rep. XX, voz DIVORCIO, sumado 218. (59) Cám. 1» Civ. y Com. de La Plata, Sala III, 23- 6-60, La Ley, Rep. XXI, voz SOCIEDAD mario 57. CONYUGAL, su- (60) Busso, art. 74 de la ley de matrimonio, núms. 23/25; Escribano, 29; Cám. Civ. 1», 9-9-36, La Ley, 3- 976; Cím. Civ. 2*, 21-10-31, Jur. Arg., 36-1446; 25-7-45, La Ley, 39-594; Cám. Nac. Civ., Sala A, 29-3-62, JVT. Arg., 962-III-107; Sala D, 15-5-57, La Ley, 88-367. En una escribanía: Cám. Nac. Civ., Sala E, 27-12-63, La Ley, 116-781. (61) Guaglianone, 165. rias admisibles cuando se trata de sociedades del marido con terceros, pues por una parte no .pueden afectarse los derechos de éstos y por la otra, tales sociedades pueden dar lugar a maniobras destinadas a burlar los derechos de la esposa. En algunos casos se las rechazó totalmente C 62 ). En otros, en cambio, se admitió la designación de interventor judicial al solo efecto de fiscalizar el movimiento comercial y financiero de la sociedad con relación a los intereses del esposo (6a) o de retener la parte do los beneficios correspondientes a éste, sin afectar los derechos de los demás socios C 64 ). De todos modos, se trata de una medida excepcional que sólo puede admitirse cuando se acredita por lo menos sumariamente que los derechos del cónyuge del socio corren peligro de ser burlados por maniobras realizadas en connivencia con los socios para disminuir, hacer desaparecer u ocultar bienes de la sociedad conyugal C 65 )También corresponde la intervención de estas sociedades si se establece que son ficticias, o que su patrimonio o la mayor par.te de él pertenece al esposo, así como la necesidad y urgencia de la medida para evitar daños irreparables. En tal caso, la función de los interventores es de contralor y vigilancia, pero pue- de ser extendida hasta Ja administración de la sociedad si se intenta cumplir actos que importen burlar la medida precautoria dictada (C6}, 21. Remoción del administrador de la sociedad conyugal. La remoción del marido de la administración de la sociedad conyugal y la consiguiente designación de administrador provisorio proceden aunque sólo se haya demandado el divorcio y no la separación de bienes, pero requiere la prueba, aunque sea sumaria, de que la conducta del marido hace temer enajenaciones fraudulentas o disipación de los bienes de la sociedad conyugal (ley de mat., art. 74). .Dada la particular gravedad de la medida sólo corresponde aceptarla en caso de conducta malévola, no sólo imprudente, del marido, y en caso de haberse pedido la separación de bienes (62) Busso, art. 74 de la ley de matrimonio, n? 29; Cám. Civ. 19, 16-11-39, La Ley, 16-868, Jur. Arg., 68408; 29-8-47, Jur. Arg., 947-III-427; Cám. Civ. 2?, 11-428, Jur. Arg., 27-540; 3-10-30, Jur. Arg., 34-431; 28-4-37, La Ley, 6-352, Jur. Arg., 61-214; 28-12-39, La Ley, 1780; 28-8-44, La Ley, 35-801, Jur. Arg., 944-III-898; 3010-44, Jur. Arg., 945-1-201; Cám. 1» Civ. y Com. La Pla- ta, Sala III, 23-6-60, La Ley, Rep. XXI, voy SOCIEDAD CONYUGAL, sumario 57. (63) Cám. Civ. 1?, 17-12-34, Jur. Arg., 48-826; Cám. Civ. 2t, 8-9-50, Jur. Arg., 951-1-806. (64) Cárn. Nac. Civ., Sala C, 3-6-57, La Ley, 90-228. (65) Guaglianone, 165; Escribano, 30/31; Cám. Nac. Civ., Sala V, 27-8-59, La Ley, Rep. XX, voz SOCIEDAD CONYUGAL, sumados 77 y 82; Sala E, 5-4-60, La Ley, 101-982; Sala F, 20-9-60, La Ley, 103-778; Sala B, 22- 11-60, Jur. Arg., 960-IV-627; Sala C, 10-9-51, La Ley, 64-181; Sala C, 10-11-53, La Ley, 74-124. (66) Cám. Civ. 2», 21-10-48, L« Ley, 52-742, Jur. Arg., 94S-IV-323; Cám. Nac. Civ., Sala C, 17-6-66, Jur. Arg., 3-3-67. •cuando las demás medidas precautorias resulten insuficientes ( tí7 ). No procede si los derechos de la esposa quedan suficientemente garantizados con otras medidas ( 68 ) ni por la sola rebeldía ( U9 ) ni cuando faltan elementos para certificar la exactitud •de lo afirmado por la esposa sobre la ineptitud del marido para administrar (70). Es admisible, en cambio, si su administración comporta peligro para los bienes de la esposa (71) o si su representación de la sociedad conyugal en jui•cio puede poner en peligro la eficacia de las medidas precautorias dispuestas C 72 ); en todo •caso, deben probarse hechos graves que la jus•tifiquen C 73 ). 22. Prohibición de innovar. La prohibición de innovar, medida destinada a impedir que durante el juicio se altere la situación de hecho de los bienes en litigio para evitar que la sentencia se haga inocua o de cumplimiento im"posible, también es admisible (74). 23. Medidas precautorias en favor del -marido. A partir de la sanción de la ley 11.357, se admite que las medidas precautorias deben ser también decretadas a pedido del marido contra la mujer (75). 24. Limitación de las medidas precautorias. E! alcance de las medidas precautorias debe ser limitado si los intereses del cónyuge actor están suficientemente resguardados, pues no pueden ejercerse en desmedro de los intereses del demandado o de la sociedad conyugal. Su extensión está condicionada por la finalidad perseguida —garantizar la integridad del patrimonio de uno de los cónyuges frente a las facultades de administración del otro—, y su límite se encuentra donde se produzcan perjuicios a Jos derechos de éste o a los intereses comunes sin beneficio para aquél. En ningún caso pueden convertirse en un medio de persecución ni implicar una extorsión o imposibilitar el desenvolvimiento de los negocios del demandado ('«). (67) Escribano, 32. Busso, art. 74 de la ley de matrimonio, núms. 12 y 21. (68) Cám. Civ. 19, 26-6-29, Jar. Arg., 30-119; 17-330. Jur. Arg., 32-802. (69) Busso, art. 74 de la ley de matrimonio, rr? 14; Cám. Civ. 1?, 30-12-37, La Ley, 9-275, Jur. Arg., 60-882. (70) Cám. Civ. 29, 12-8-40, Jur. Arg., 71-526. (71) Cám. Civ. 1», 16-5-32, Jur. Arg., 38-204. (72) Cám. Civ. 29, 13-12-45, La Ley, 41-272. (73) Cám. Nac. Civ., Sala C, 3-8-61, La Ley, 105-54. (74) Escribano, 37. (75) Escribano, 15/16; Cám. Civ. 19, 16-11-39, Jur. .Arg., 68-408, La Ley, 16-868; 24-7-39, La Ley, 15-435; 2-2-48, La Ley, 50-328, Jur. Arg., 948-1-233; Cám. Civ. 2f, 8-10-37, La Ley, 8-361, Jur. Arg., 60-120; 18-8-42, La Ley, 28-64, Jur. Arg., 942-IV-9; Cám. Nac. Civ., Sala B. 28-12-53, La Ley, 74-231, Jur. Arg., 954-III-269; Sala C, 24-7-56, La Ley, 84-562; Sala C, 22-9-58, La Ley, 94-405. (76) Busso, art. 74 de la ley de matrimonio, núms. 6/7; Cám. Civ. 1?, 28-937, La Ley, 8-377, Jur. Arg., 59-865; 14-5-41, Jur. Arg., 74-647; 16-7-46, La Ley, 43-684; 12-11-46, La Ley, Rep. IX, voz SOCIEDAD CONYUGAL, sumario 42, Cae. del Foro, 187-525; 31-3-48, i.a ley, 50-479; Cám. Civ. 29, 16-10-41, Jur. Arg., 76-759; V. REMEDIOS ESPECIALES CONTRA EL FRAUDE Y LA SIMULACIÓN 25. Acciones comunes y especiales. El Código civil prevé supuestos especiales de fraude y simulación en los artículos 1297 y 1298 en favor de la mujer demandante por separación de bienes; pero ellos no impiden la aplicación de las acciones comunes de fraude y simulación que el Código legisla en el libro II, sec. II, artículos 955 a 972 C 77 ). Por otra parte, si bien estos remedios están establecidos en favor de la mujer se admite que favorecen también al marido cuando ella es administradora de la sociedad C 78 ). 26. Caso de los arrendamientos. Dispone el artículo 1297: "Repútase simulado y fraudulento cualquier arrendamiento que hubiese hecho el marido después de la demanda puesta por la esposa sobre la separación de bienes, si no fuese con consentimiento de ella o con autorización judicial. Repútase también simulado y fraudulento todo recibo anticipado de rentas o alquileres". Una interpretación limitativa de esta disposición sostiene Guaglianone, quien enriende que sólo es aplicable a los bienes propios de 'a mujer mientras se hallan bajo la administración del marido, pues en cuanto a los gananciales tiene las más amplias facultades administrativas ( T9 ). En otro sentido, Spota considera que la presunción del artículo es iuris tantum y no iuris et de jure ( 80 ). 27. Acción de fraude. Establece el artículo 1298 que "la mujer podrá argüir de frauda cualquier acto o contrato del marido, anterior a la demanda de separación de bienes, en conformidad con lo que está dispuesto respecto a los hechos en fraude de los acreedores". Una disposición anterior, el artículo 1277, acuerda al marido el derecho de enajenar y obligar a título oneroso los bienes gananciales " . . . salvo los derechos de la mujer, cuando la enajenación fuere en fraude de ella". La doctrina y jurisprudencia más generalizada entienden que la acción de fraude sólo 1-7-43, Jur. Arg., 943-III-458; 21-4-44, La Ley, 34-365, Jur. Arg., 944-11-501; 25-7-45, La Ley, 39-594; 16-7-46, La Ley, 43-684; 21-10-48, La Ley, 52-742, Jur. Arg., 948-IV-323; 17-6-49, La Ley, 55-244; 28-11-49, La Ley, 57-750, Jur. Arg., 950-1-457; Cám. Nac. Civ., Sala C, 89-50, Jur. Arg., 951-1-806; Sala D, 5-10-51, La Ley, 64551; Sala C, 10-9-51, La Ley, 64-181; Sala C, 4-12-51, La Ley, 65-205; Sala C, 10-11-53, La Ley, 74-124; Sala C, 10-6-53, La Ley, 71-146; Sala D, 13-6-60, La Ley, 99-784; Sala D, 22-6-60, La Ley, 99-787; Sala D, 9-9-60, La Ley 101-993; Sala A, 29-3-62, Jur. Arg., 962-HI-107; Sala F, 20-8-63, La Ley, 114-840; Sala F, 17-9-63, La Ley, 115-60; Sala F, 4-6-64, La Ley, 117-800. (77) Guaglianone, 169. (7S) Rébora, III, págs. 194/95; Guaglianone, 169; Borda, 1-407 y 409. (79) Guaglianone, 170/74. (80) Spota, Alberto G., "La acción de fraude deducida por el cónyuge damnificado", Jur. Arg., 953-IV-59, n? 1. puede ser ejercida desde el momento que se haya demandado la separación de bienes, pues antes cada uno de los cónyuges carece de derechos actuales sobre los gananciales administrados por el otro y no tiene un vínculo creditorio que pueda considerarse perjudicado o disminuido (81). La opinión contraria es sostenida por Fassi, quien estima que no hay una mera expectativa sino un derecho actual sobie los gananciales adquiridos por el otro cónyuge (82), y su opinión fue aceptada por la Suprema Corte de Buenos Aires (83). También están divididas las opiniones acer- ca de la aplicación de las disposiciones generales del Código respecto de la acción de fraude. Borda entiende que si bien el artículo 1298 remite a los principios generales, ello no debe ser tomado al pie de la letra, pues la acción del cónyuge ofrece las siguientes particularidades propias: no es necesario que el acto provoque o agrave la insolvencia del demandad') sino que basta la enajenación de bienes que debieron ser compartidos para que la acción se justifique; la complicidad del adquirente no depende del conocimiento de la insolvencia del enajenante, pues el fraude puede existir aunque el marido tenga una gran fortuna; puede no probarse la complicidad del adquirente a título oneroso pero sí el propósito de defraudación del cónyuge, y la acción contra ambos puede prosperar contra el marido y no contra el adquirente; la acción común de fraude tie- ne por fin hacer inoponible el acto impugnado respecto de los acreedores, en tanto que la promovida contra el cónyuge tiene por objeto hacer declarar que el acto fue realizado con el objeto de defraudarlo en sus derechos y permitirle reclamar la porción que en ese bien le hubiera correspondido del cónyuge que lo enajenó, sin perjuicio de la restitución por el tercero que lo recibió a título gratuito o fue cómplice del cónyuge ( 84 ). En cambio, Guaglianone, conforme con Cornejo y Spota, considera que no se trata sino de un supuesto de fraude al que se aplican las reglas de los artículos 961 y siguientes, por lo que se requiere el aonsiliwn fraudis (intención de defraudar o insolvencia del cónyuge ad- ministrador), el eventus damni (perjuicio para el demandante) y en los actos a título oneroso el consciws fraudis (connivencia del tercero (81) Rébora, t. III, pág. 494; Guaglianone, 179/81; Sup. Tiib. de Santa Fe, 26-8-41, La Ley, 27-109; Sup. Corte de Tucumán, 16-8-41, La Ley, 29-45; Cám. 2» Civ. V Com. La Plata, Sala II, 22-11-49, La Ley, 57-738, Jur. Arg., 950-1-251; Sala III, 29-10-56, Diario de Juris- •prudpncia de Buenos Aires, 50-158. (82) Fassi, Santiago C., "De los actos de disposición realizados por el marido en fraude de los derechos de la mujer", L« í^y, 27-109 y Estudios de Derecho de familia, pás. 303. (83) Sup. Corte de Buenos Aires, 22-8-50, La Ley, 60-211. (84) Borda, 1-408. que contrató con el administrador). No admite que se modifiquen las condiciones de admisión de la acción pauliana para crear una institución nueva que limitaría las facultades del cónyuge administrador, ya que los actos onerosos de éste no pueden ser censurados si no se halla en insolvencia o no agravan ésta y no media complicidad del tercero; tampoco acepta que exista de parte del no administrador un derecho a "compartir" los bienes del otro, ya que sólo media una expectativa para recibir ert el momento de la dislución de la sociedad una porción de los bienes comunes entonces existentes. Sin embargo, acepta que puedan atacarse los actos anteriores a la demanda de separación de bienes prescindiendo del requisito del artículo 962 inciso 39, por analógica aplicación del artículo 963; podrían así atacarse los actos tendientes a distraer bienes que deberían estar en el haber del administrador al tiempo de la disolución si se hubiese conducido de buena fe,, produciéndose su insolvencia por el hecho de que lo existente entonces no alcance a cubrir la mitad líquida ideal del no administrador (85). VI. RÉGIMEN DE SEPARACIÓN DE BIENES 28. Reglas aplicables. El Código civil contiene unas pocas reglas aplicables al régimen de separación de bienes, es decir, al que queda», sometidos los cónyuges una vez dísuelta Ja sociedad conyugal por separación judicial de bienes. Son ellas los artículos 1300 a 1303, en parte superabundantes y en parte afectados por la ley 11.357. 29. Bienes adquiridos posteriormente. Los bienes adquiridos por los cónyuges separados de bienes, pertenecen exclusivamente a cada uno de ellos, como que ya no hay sociedad conyugal. A este respecto dispone el artículo 1301 que "después de la separación de bienes, la mujer no tendrá parte alguna en lo que en adelante ganare el marido, ni éste en lo que ella ganare". Sin embargo, este principio reconoce algunas excepciones, a las cuales alude el artículo 1273 al reglar que "se reputan adquiridos durante el matrimonio, los bienes que durante él debieron adquirirse por uno de los cónyuges y que de hecho no se adquirieron sino después de disuelta la sociedad, por no haberse tenido noticia de ellos, o por haberse embarazado injustamente su adquisición o goce". Más generalmente podría decirse que son gananciales todos los bienes adquiridos por uno de los cónyuges después de la disolución de la sociedad conyugal en los mismos casos en que son propios los adquiridos a título oneroso después de la celebración del matrimonio, esto es, los obtenidos por subroga(85) Guaglianone, 182/84; Cornejo, pág. 133; Spota,.. op. cit. en nota 80. ción real con gananciales, los aumentos materiales de éstos, y aquéllos cuya causa o título de adquisición es anterior a la disolución (arts. 1266/70 del Cód. civil)( 86 ). 30. Sostenimiento de los cónyuges y de los hijos. Dice el artículo 1300 del Código civil que "durante la separación, el marido y la mujer deben contribuir a su propio mantenimiento, y a los alimentos y educación de los hijos, en proporción a sus respectivos bienes". En principio, pues, cada uno de los cónyuges debe contribuir al sostenimiento de ambos, y la medida de esa contribución es proporcional al monto de los bienes de cada uno. En caso de divorcio, se aplicarían las reglas de los artículos 79 y 80 de la ley de matrimonio. En caso de separación de bienes sin divorcio, la norma del de ellos libremente antes de la separación de bienes (art. 39, inc. 29, subinciso a, de la ley 11.357) no se concibe que sus facultades que- den limitadas después (89). Igual solución cabe admitir con respecto a los bienes adquiridos con posterioridad por igual título. El artículo 1303 reconoce a los acreedores de la mujer acción contra los bienes de ella por los actos o contratos que legítimamente hubiera podido celebrar; esta disposición es superflua pues si se le reconoce capacidad la solución es obvia. VII. CESACIÓN DE LA SEPARACIÓN DE BIENES 32. Normas legales; su ámbito de aplicación. A la cesación de la separación de bienes y el 1300 debe combinarse con el subsistente deber de asistencia, de la manera siguiente: si sólo uno de los cónyuges tiene bienes, él debe proveer al sostenimiento de ambos, pero el marido únicamente podría ampararse en esta solución en caso de que además de carecer de bienes no consiguiente restablecimiento de la sociedad conyugal se refieren los artículos 1304 y 1305 del Código civil. El 1304 expresa: "La separación judicial de bienes podrá cesar por voluntad de pudiese adquirirlos con su trabajo (argumento art. 80 de la ley de matrimonio); si los tienen bos". Cesando la separación judicial de bienes, ambos, se aplica la proporción del artículo. El sostenimiento de los hijos es carga de ambos cónyuges, en proporción a los bienes de cada uno, de modo que el que lo hace efectivo puede reclamar la contribución del otro. Frente a terceros, responde el cónyuge contratante, y además el otro si debe presumirse su consentimiento tácito porque viven juntos (87), o en cualquier caso si la ejecución se limita a los frutos de sus bienes, por aplicación extensiva del artículo 6' de la ley 11.357(88). 31. Capacidad de la mujer. Si la separación de bienes se origina en el divorcio, la mujer adquiere su plena capacidad civil como consecuencia de éste. Así lo establecía el artículo 73 de la ley de matrimonio y lo confirma el artículo P de la ley 11.357. En cambio, si hay separación de bienes sin divorcio, rige el artículo 39 inciso 29 subinciso c) de la ley 11.357, que ha venido a derogar el 1302 del Código civil, según e) cual la mujer podía por si sola administrar sus bienes y enajenar los muebles, pero requería autorización del marido para enajenar inmuebles o constituir sobre ellos derechos reales. La norma vigente autoriza a la mujer separada de bienes a enajenar a título oneroso los que le correspondieron en la separación; sin embargo, debería reconocerse su capacidad plena —es decir, incluso para disponer a título gratuito— cuando se trata de bienes ex gananciales producto de su actividad económica, pues si podía disponer (86) En similar sentido: Rébora, t. III, pág. 469. (87) Arg. art. 56 de la ley de matrimonio; Rébora, t. IIÍ, pág. 500: Guaglianone, 457. (88) Guagliancne, 457. los cónyuges, si lo hicieren por escritura pública, o si el juez lo decretase a pedimento de améstos se restituyen al estado anterior a la separación, como si ésta no hubiese existido, quedando válidos todos los actos legales de la mujer durante el intervalo de la separación, como si hubiesen sido autorizados por el marido". Y el 1305 añade: "Para salvar su responsabilidad futura, podrá el marido exigir que se haga inventario judicial de los bienes de la mujer que entrasen en su nueva administración, o podrá determinarse la existencia de los bienes por escritura pública firmada por él y la mujer". De manera que la ley establece un procedimiento formal para la cesación de la separación de bienes —la escritura pública o el auto judicial—, el efecto de restituir los bienes al estado y condiciones anteriores a la separación, y el derecho del marido de obtener la realización de un inventario. La doctrina es discorde acerca del ámbito de aplicación de estas normas. Borda, Cornejo y Guaglianone, siguiendo lo que ya en parte había sostenido Machado, entienden que este procedimiento se refiere únicamente al supuesto de mala administración o concurso del marido, pues en caso de divorcio la reconciliación, en virtud del artículo 71 de la ley de matrimonio civil, restituiría automáticamente la sociedad conyugal, y en el de curaduría del marido por un tercero también la restituiría automáticamente la asunción de la curaduría por la mujer o el restablecimiento de la capacidad (90). En cambio, Llerena. Prayones, Busso y López del Carril (89) Guaglianone, 450. En contra: Rébora, t. III. pág.. 475. (90) Borda, 1-470; Corneio, pág. 131; Guaglianone, 479/81 y 483/84; Machado, I, pág. 3 8 1 , nota al art. 71 de la lev de matrimonio, decía que la separación de bie-*- nes queda sin efecto por la sola reconciliación. piensan que la disposición también es aplicable •al caso del divorcio: la reconciliación borraría los efectos del divorcio en cuanto a las relaciones personales entre los cónyuges, pero en cuanto a las patrimoniales sería necesario cumplir los requisitos del 1304, ya que se trata de situaciones independientes entre sí, y del mismo modo que la separación de bienes no es consecuencia ineludible del divorcio sino un derecho que el inocente puede ejercer o no, la reconciliación podría ocasionar la restitución de 3a sociedad conyugal o mantener a los esposos bajo el régimen de separación de bienes (91). Por otra parte, cabe aclarar que Guaglianone entiende que cabría entre los cónyuges divorciados restablecer la sociedad conyugal sin divorciarse, y en ese caso sí sería aplicable el artícu- lo 1304 (92). La jurisprudencia muestra igual discordancia que la doctrina (93). JURISPRUDENCIA. — La citada en el texto y notas. BIBLIOGRAFÍA. — Las siguientes obras han sido citadas en las notas sólo por el nombre del autor; en su caso, los números romanos corresponden al tomo y los arábigos al parágrafo, salvo indicación expresa de que se trate de la página: Machado, José Olegario, "Exposición y comentario del Código civil argentino" (Buenos Aires, 1898). — Llerena, Baldomcro, "Concordancias y comentarios del Código civil argentino" (Buenos Aires, 2? ed. 1899 y 3* ed. 1931). - Prayones, Eduardo: "Nociones de Derecho civil. Derecho de familia", compilación de Luis A. Podestá Costa (Buenos Aires 1914). — Lafaille, Héctor, ''Curso de Derecho civil. Derecho de familia", compilado por Pedro Frutos e Isauro P. Arguello (Buenos Aires 1930). — Rebota, Juan Carlos, ''Instituciones de la familia" (Buenos Aires 1945/46). — Busso, Eduardo B., "Código civil anotado", t. II (Buenos Aires 1945). —• Borda, Guillermo A., "Tratado de Derecho civil argentino. Familia" (1* ed., Buenos Aires 1955 y ediciones sucesivas). — Cornejo, Raúl J., "Régimen de bienes en el matrimonio" (Buenos Aires, 1961). — Escribano, Carlos, "Medidas precautorias en juicios de divorcio y separación de bienes" (Bxienos Aires 1964). — Guaglíanone, Aquiles II., "Disolución y liquidación de la sociedad conyugal" (Buenos Aires 1965). SEPARACIÓN DE HECHO. * SUMARIO: I. Introducción. II. La separación de Lecho: concepto. III. La separación de hecho y la sucesión entre cónyuges. IV. La separación de hecho y la sociedad conyugal. V. La separación de hecho y el divorcio. I. La separación de hecho entre los cónyuges no mereció en oportunidad de sancionarse nues- En efecto, si se recorre el articulado cíe nuestra legislación civil codificada, tan sólo una norma, ubicada en el libro IV, hace una referencia concreta a la separación de hecho Se trata del artículo 3575 del Código civil que prescribe la caducidad del derecho hereditario para los cónyuges que viviesen en ese estado sin voluntad de unirse. Fuera de esta norma, ninguna otra trae aína mención concreta a esta situación fáctica. Va de suyo entonces, que la labor que la doctrina y la jurisprudencia han tenido que realizar, ante el silencio de la ley, ha sido muy grande y va de suyo también, que es de desear que en una próxima reforma a nuestra casi centenaria codificación civil, se incluyan normas que regulen las consecuencias jurídicas de la separación de hecho entre los esposos. II. Como pauta inicial, cabe plantearse el interrogante de cuál es el concepto de la separación de hecho. Siguiendo de cerca las ideas a e Augusto M. Morello sobre el particular, diremos que la separación de hecho es la situación en que se encuentran los cónyuges, que sin previa decisión jurisdiccional quiebran el deber de cohabitación en forma permanente, sin que causa justificada alguna lo imponga y ya sea por voluntad de uno o de ambos esposos O). Si analizamos la definición que hemos dado, podremos desarrollar en forma precisa cuál es el concepto de la separación de hecho. Dijimos en primer término que es la situación en <%ue se encuentran los cónyuges, ya que la separación hace alusión precisamente a una forma de presentarse los hechos, a un estado en que viven los esposos al producirse el quebrantamiento del deber de convivencia que la ley de matrimonio civil les impone. Contirmábamos diciendo que es la situación en que se encuentran los cónyuges que sin previa decisión jurisdiccional cfiúebran el deber de cohabitación en forma permanente, porque precisamente las características primordiales de la separación de hecho, son que vivan los esposos separados, que esa separación sea permanente y tro Código civil un tratamiento específico, tal como hoy la frecuencia con que el acaecimiento se presenta parece reclamar. (91) Llerena, I, art. 71 de la ley de matrimonio, n9 3; Playones, n? 83; Busso, art. 71 de la ley de matrimo- nio, n? 44; López del Carril, Julio J., "Sociedad conyugal y reconciliación", Jur. Arg., 958-IV-130. (92) Guaglianone, 482. (93) En el sentido de que subsiste la separación si los cónyuges reanudan la vida en común sin llenar los requisitos del art. 1304: Cám. Civ. 1?, 20-10-41, La Ley, 24-526, Jur. Arg., 76-562; Sup. Corte de Tucumán, 17-5-50, La Ley, 61-52, Jur. Arg., 950-IV-708. En el sentido de que la separación queda sin efecto entre los cónyuges pero los terceros pueden invocar el incum- plimiento del 1304: Cám. Nac. Civ., Sala D, 13-12-57, La Ley, 89-682, Jur. Arg., 958-11-460. * Por el Dr. CARLOS A. R. LAGOMARSINO. (1) El autor citado en el texto dice que habrá separación de hecho "cuando los esposos sin previo o formal proceso, sin mandato jurisdiccional y sin que las circunstancias impongan tal conducta, consientan por sí, en forma unilateral, por el abandono, que puede ser recíproco, o por acuerdo común, cuando se trata de la separación propiamente dicha, la ruptura permanente de la cohabitación, deber que la ley les impone, por igual, desde el momento que contraen justas nupcias" (Morello, Augusto M., Separación de hecho entre cónyuges, Bs. As., 1961, n? 4, págs. 26 y 27). En esta definición o concepto encontramos varias observaciones que formular: a) No se alcanza a comprender por qué se contrapone con la conjunción **o" el carácter de previo y formal proceso; b) no esclarece el sentido la excepción que plantea al decir "sin que las circunstancias impongan tal conducta", ya que aun cuando pudieren ser las circunstancias las que impusieren la conducta, si esta conducta no está justificada dentro del marco de la ley, habrá lo mismo separación de hecho. Por eso preferimos decir que la excepción está dada por la existencia de justa causa para quebrar la convivencia. que no haya habido un pronunciamiento jurisdiccional anterior que haya impuesto el cese de la convivencia, como se daría en el supuesto del artículo 68 de la ley de matrimonio civil, que autoriza a 'peticionar aun antes de interpuesta la acción de divorcio, la separación personal de los cónyuges. Agregábamos luego que el cese de la cohabitación para ser constitutiva de la separación de hecho, no debía estar motivado por causa jwstíficada que lo imponga y con ello queríamos excluir la extensa gama de posibilidades en que los esposos pueden verse necesitados de suspender aun por períodos prolongados la convivencia, por la presencia de circunstancias jurídicamente admitidas como justificantes (2). Por último, concluíamos nuestro concepto .aclarando que la separación de hecho podía producirse -por voluntad de uno o de ambtis esposos. Con esto dejamos desde ya diferenciadas dos distintas formas de separación de hecho, cuyos •efectos diferentes más adelante serán analizados: a) la separación de hecho propiamente di- cha y b) el abandono de hecho. • La separación de hecho propiamente dicha es aquella en que los cónyuges por mutuo acuer- do deciden explícita o implícitamente mantenerse separados, mientras que el abandono de hecho, presupone siempre ausencia de un acuerdo y la conducta específica de uno de los esposos de dejar voluntaria y unilateralmente la vivien- da común. Pero, eso sí, repárese desde ya. que no siempre el sujeto activo del abandono de hecho es además el culpable de la separación, pues es frecuente el caso en que por inconducta del marido o por sus malos tratamientos, la mujer hace abandono de la convivencia, no obstante lo cual, por supuesto, será inocente de tal proceder. Lo mismo ocurriría en el caso de que ante la conducta permanentemente injuriosa de su esposa el marido abandonase la vivienda común. Repetimos, pues, que no necesariamente debe haber coincidencia entre el sujeto activo del abandono y el culpable de la separación. III. Ya hemos visto que el artículo 3575 del Código civil contiene la única disposición de ese cuerpo legal que en forma concreta se refiere a la separación de hecho entre cónyuges. Dice este artículo: "Cesa también la sucesión de los cónyuges entre sí, si vivieren de hecho separados sin voluntad de unirse o estando provisoriamente separados por juez competente". Este supuesto de extinción de la vocación hereditaria se complementa con los que contemplan los artículos 3573 y 3574, que se re(2) Así por ejemplo la Cámara civil I? de la Capital Federal, en el fallo publicado en J. A., t. 1947-III, pág. 716, tuvo oportunidad de decir que no existe separación de hecho si ella se debió a una enfermedad, manteniéndose el afecto de los cónyuges como también la seguridad de la esposa sobre el retorno de su cónyuge. lacionan con el fallecimiento del cónyuge dentro de los treinta días del matrimonio a causa de la misma enfermedad que padecía al celebrar las nupcias y con la declaración de culpabilidad en el juicio de divorcio respectivamente. Vale decir, pues, que en este capítulo III, de la Sección I, del Libro IV, el Código prevé tres supuestos de pérdida de la vocación sucesoria: a) muerte dentro de los treinta días a causa de la misma enfermedad que se padecía al celebrar el connubio; b) calidad de culpable en el juicio de divorcio y c) separación de hecho sin voluntad de unirse. La norma que contiene el artículo 3575 ha debido ser objeto de una exhaustiva interpretación por parte de los tribunales y de la doctrina, ya que los antiguos fallos que hacían cesar la vocación hereditaria por la sola existencia de la separación de hecho y sin analizar otra circunstancia (3), despertaron severas críticas de la doctrina, la que advertía la injusticia de una interpretación tan simplista. Así es como ya al promediar el primer cuarto del presente siglo se había levantado la voz del doctor Eduardo Prayones, con todo su prestigio, para enjuiciar tal interpretación, preconizando la necesidad de armonizar la norma del artículo 3575 con la del artículo inmediatamente anterior del Código civil, haciendo por lo tanto jugar el factor culpabilidad como un elemento determinante de la pérdida de la vocación sucesoria (*). También Fornieles (5), Rébora (°), Lafaille ( 7 ) y Spota (s) criticaron la antigua interpretación. Borda, por su parte, toma como elemento decisivo la voluntad de unirse y sólo como coadyuvante el factor culpabilidad. En efecto, este autor dice: "Supongamos que el marido abandona a su esposa para vivir con otra mujer; más tarde, deja a su concubina y procura reanudar la vida conyugal, pero la esposa se opone. Pensamos que ésta, no obstante ser inocente, pierde la vocación hereditaria, pues es indudable que le falta voluntad de unirse" (s). (3) Ver por ejemplo Cám. civ. 1? de la Capital Federal, 17 de mayo de 1926, en J. A., t. 20, pág. 205. (4) Decía Playones (Nociones de Derecho civil. Derecho de sucesión, Bs. As., 1957, ed. Ciencias Económicas, n? 57, pág. 187), que en caso de separación de hecho debe distinguirse: "a) si la separación ha sido por mutuo acuerdo, como divorcio voluntario, sin voluntad de unirse, ambos cónyuges pierden el derecho hereditario; b) si la separación ha sido por voluntad de uno solo de los cónyuges, el otro cónyuge, el inocente, digamos, conserva sus derechos". (5) Fornieles, Salvador, Tratado de las sucesiones, 4» id., Bs. As., 1958, T.E.A., t. II, núms. 47 y 48, págs. 47 a 52. C6) Rébora, Juan Carlos, La familia, Bs. As., t. II, pág. 139. (7) Lafaille, Héctor, Curso de Derecho civil. Sucesiones, Bs. As., 1933, Biblioteca Jurídica Argentina, t. II, núms. 100 a 103, págs. 78 a 8 1 . (S) Spota, Alberto G., "Separación de hecho entre cónyuges: sus efectos en materia sucesoria", en J. A-, t. 1942-1, pág. 174. (9) Borda, Guillermo A., Tratado de Derecho civil argentino. Sucesiones, Bs. As., 1958, ed. Perrot, t. II, n? 866, pág. 63. No estamos de acuerdo con la solución que propicia Borda. Para nosotros el elemento fundamental es la culpabilidad en la separación, tal tante vivir separados de hecho los cónyuges subsiste la sociedad conyugal entre ellos. Si examinamos las normas legales vigentes, como lo entendió Prayones y más recientemente veremos que la sociedad conyugal se acaba por: a) muerte de alguno de los cónyuges o de ambos; b) declararse nulo el matrimonio; c) separación judicial de bienes; d) el transcurso de cinco años del día presuntivo del fallecimiento de uno de los cónyuges; e) el transcurso de ochenta años desde el nacimiento del cónyuge declarado ausente con presunción de fallecimiento; f) nuevo matrimonio del cónyuge de¡ ausente declarado muerto presuntivamente, antes Morello (10). En el caso que presenta Borda y que hemos transcripto no se ve razón alguna para obligar a la cónyuge a iniciar un juicio de divorcio, por el solo hecho de que el marido arrepentido de su inconducta desee reanudar la vida matrimonial. Singular posición ha sustentado De Gasperi C11) quien ha llegado a afirmar que "tan poca dignidad hay en que el culpable herede al inocente, como que éste recoja la herencia del culpable", pareciendo sustentar la tesis de que la sola separación de hecho hace perder la vocación a los cónyuges con independencia de las culpas que cada uno de ellos pudo haber tenido para llegar a esa situación. Es de destacar además que en oportunidad de redactar este autor recientemente su Anteproyecto de Código Civil para la República del Paraguay, en el artículo 3294, inciso 3' estableció: "La sucesión entre esposos no tendrá lugar: si separados por mutuo consentimiento o de hecho se probare que pos- teriormente el difunto no tuvo voluntad de unirse" C12). Puede advertirse que De Gásperi siguiendo la posición que había vertido en su Tratado ha destacado como único elemento a tenerse en cuenta la voluntad de unirse y en la for- ma que proyecta legislar la cuestión, es evidente que trata de dificultar la subsistencia de la vocación sucesoria en caso de separación de hecho. Por nuestra parte, reiterando lo que ya adelantamos, entendemos que el inocente del abandono de hecho conserva su vocación hereditaria y que en caso de separación de hecho propiamente dicha (por acuerdo de ambos cónyuges) los dos esposos pierden el derecho sucesorio que les correspondía. Esta interpretación es válida toda vez que parece innegable que el artículo 3575 solamente legisló para el supuesto de la separación de hecho propiamente dicha, omitiendo la consideración del abandono de hecho. La forma en que el artículo aparece redactado, autoriza tales conclusiones. IV. En el parágrafo anterior hemos visto las relaciones de la separación de hecho entre cónyuges con los derechos sucesorios que la ley ]es acuerda; corresponde ahora que examinemos la incidencia de esta situación jurídica sobre la sociedad conyugal. Concretamente cabe preguntarse si la separación de hecho tiene o no alguna vinculación con el fin de la sociedad conyugal o si no obs(10) Morello, Augusto M., op. cit. en nota 1, n? 214, páR. 379. (11) De Gásperi, Luis, Tratado de Derecho hereditario, Bs. As., 1953, T.E.A., t. III, ní> 334, pág. 87. (12) De Gásperi, Luis. Anteproyecto de Código civil, Asunción, 1964, ed. El Gráfico, pág. 984. de transcurridos cinco años del día presuntivo del fallecimiento u ochenta años desde el nacimiento del ausente C13). A su vez, la separación judicial de bienes .puede pedirla la mujer (artículo 1292 del Código civil) en los siguientes casos: a) ma'a administración del marido (art. 1294); b) quiebra o concurso civil del marido (art. 1294); c) ausencia con presunción de fallecimiento del marido (art. 1307) y d) incapacidad del marido y consiguiente incapacidad de la mujer o excusa de ella para ser su curadora (arts. 1289 y 1290). Ahora bien, como se desprende de lo dicho, no se encuentra expresamente enumerada por la ley la separación de hecho como supuesto de extinción de la sociedad conyugal. Sin embargo, ya desde hace varios lustros el problema ha inquietado a la doctrina y a la jurisprudencia, por cuanto se presentaron casos en que el mantenimiento de la sociedad conyugal, traía aparejadas consecuencias aberrantes. En efecto, se presentó a los jueces la necesidad de fallar un caso en el que una mujer que había abandonado a su esposo y vivió concubinariamente con un tercero, se presentó a su fallecimiento pretendiendo la mitad de los bienes que éste había adquirido a posteriori del abandono, basada en la no disolución de la sociedad conyugal. En este interesante caso, ya antológico en Derecho de familia, la Cámara Civil 2* de la Capital, rechazó la pretensión aduciendo que la separación de hecho había disuelto la sociedad conyugal (14). La solución del caso no ofreció dudas por la inmoralidad de las pretensiones de la mujer; sir» embargo aparecía como una jurisprudencia equitativa, pero un tanto apartada de la ley (15). Por eso, parece más ajustado a Derecho no(13) Este último supuesto no ha sido contemplado expresamente por la ley, pero va de suyo que si el cónyuge del ausente se casa antes de los cinco años del día presuntivo del fallecimiento, queda disuelta de pleno derecho, junto con el matrimonio anterior, la sociedad convugal. (Cf. Cornejo, Raúl J., Régimen de bienes en et matrimonio, Bs. As., 1961, ed. Abeledo-Perrot, pág. 119). (14) Puede consultarse este fallo en Gaceta del Foro, t. 46, pág. 35. (15) Esos principios jurisprudenciales se reprodujera» en otros casos; ver por ejemplo: J. A., t. 22, pág. 858 y /. A., t. 27, pág. 1002. hablar de disolución de la sociedad conyugal, sino hacer jugar la regla moral y las buenas costumbres y determinar que si bien la separación de hecho no disuelve la sociedad conyugal, por razones morales, el cónyuge culpable del abandono de hecho no puede pretender su parle en los gananciales adquiridos a posteriori de la separación (16). Compartimos plenamente la opinión de Borda sobre el particular cuando entiende que con «sta jurisprudencia se protege al cónyuge inocente, quien "no pierde sus derechos a los gananciales adquiridos por el culpable después de la separación; se impide que éste pueda beneficiarse con el producido del esfuerzo o las rentas de los bienes de aquél; y al propio tiempo se resguardan los intereses de terceros, respecto de los cuales la separación de hecho no tiene ningún efecto disolutivo de la sociedad conyugal-C"). V. Veamos ahora la incidencia de la separación de hecho entre los cónyuges, con respecto a! divorcio. Son pacíficamente unánimes nuestra doctrina y nuestra jurisprudencia en el sentido de que el artículo 67 enumera en forma taxativa cuáles son las causales que pueden dar motivo a una sentencia de divorcio (18). Es por ello que se ha decidido que la separación de hecho, si no aparece acompañada de una de las causales que la ley expresamente enuncia en su artículo 67, no es por sí sola causal de divorcio C 19 ). Esta solución es a nuestro juicio la que mejor se compagina con el resto de las normas que regulan el_ divorcio en nuestra legislación civil, sobre todo con aquella norma contenida en el artículo 66 de de la ley 2393 que veda el divorcio por mutuo consentimiento de los esposos. (16) Cf. Cám. Nac. Civ., Sala D, 7-9-1956, en La Ley, t. 86, pág. 703;ídem, 22-8-57, en La Ley, t. 89, pág. 234; ídem, Sala C, 23-9-1953, en La Ley, t. 74, pág. 280, etc. (17) 'Borda, Guillermo A., Tratado de Derecho civil argentino. Vamilia, ed. Perrot, Bs. As. 1958, t. I, n? 430, pág. 294; Morello (_op. cit., n? 150 y concordantes), partidario de la tesis según la cual la separación de hecho puede ser causa de una decisión judicial que decrete la extinción de la sociedad conyugal, estima que la opinión que propiciamos es producto de una interpretación estrecha. (18) Cf. Guastavino, José M., Notes al Código civil argentino, Bs. As., 1898, t. II, n? 267, pág. 185; Borda, Guillermo A., familia, t. I, n? 474, pág. 332; Goldstein, Mateo, voz DIVORCIO en Enciclopedia Jurídica O-meba, t. IX, pág. 112. Ver además Cám. Civ. 1» de la Cap. Federal, La Ley, t. 45, pág. 432 y Cám. Nac. Civ., Sala E, 24-10-1960, en La Ley, t. 101, pág. 1005, etc. (19) Cám. Nac. Civ., Sala B, 17-Í1-1953, La Ley, t. 74, pág. 322; Supr. Corte de Bs. Aires, 21-11-1944, J. A., t. 1945-1, pág. 608; Cám. Apel. de Rosario, 12-4-1940, La Ley, t. 18, pág. 484; Cám. Civ. 1» de la Cap., 3-10- 1927, J. A., t. 26, pág. 65; Cám. Nac. Civ., Sala B, /. A., t. 1954-III, pág. 288, etc. Contra: fallos citados por Borda, Familia, t. I, n? 506, pág. 356, nota 809, del Superior Tribunal de Santa Fe. En contra también de la orientación predominante de la jurisprudencia y de acuerdo con la solución del Superior Tribunal de Santa Fe: Morello, Augusto M., Separación..., cit., iranís. 77 y 78, págs. 161 a 168. Va de suyo que en aquellos casos de separación de hecho impropia, es decir motivada por el abandono de hecho de uno de los cónyuges, el decretamiento del divorcio será procedente, ;pero no ya sobre la base de la separación de hecho, sino del abandono voluntario y malicioso que contempla el inciso 7° del artículo 67. Con cierta frecuencia los cónyuges llegan a celebrar entre sí convenios privados con miras a regir su obligación alimentaria, la tenencia de los hijos menores de edad y algunas otras cuestiones vinculadas con el matrimonio, cuando de mutuo acuerdo deciden poner término a la convivencia y vivir separados de hecho. No cabe duda que esos convenios tienen una relativa validez, ya que indiscutiblemente habrán de ser nulas las cláusulas que procedan a una liquidación privada de la sociedad conyugal, por ser de orden público el régimen patrimonial del matrimonio ( 20 ). Sin embargo, lo atinente al régimen alimentario y a la tenencia de los hijos menores puede ser reglado por convenios privados y en esos aspectos, dichos convenios son perfectamente válidos y ejecutables en juicio (21). JURISPRUDENCIA. — La citada en el texto y notas. BIBLIOGRAFÍA. -- La indicada en el texto y notas. SEPARACIÓN DE LA IGLESIA Y EL ESTADO. * Suele definirse el laicismo corno la doctrina que defiende la independencia del hombre, la sociedad y el Estado, de toda influencia eclesiástica o religiosa. Esta idea genérica presenta, en la práctica, distintos grados o enfoques, según la parcialización del concepto religioso o la universalidad del mismo concepto. Es así que para algunos, la idea de religión está definitivamente arraigada a la idea de religión católica, no siendo otra cosa el laicismo que el intento de arrancar de las sociedades la influencia de esa religión; en otros casos se intensifica esa acción propiciando una separación radical con toda religión positiva, llegándose por último al extremo de intentarse no solamente el desarraigo social, sino toda idea o sentimiento religioso. Cabe consignar que para los sostenedores del laicismo, el mismo es traducción de libertad, neutralidad e igualdad, como asimismo sinónimo de adoomatismo liberador. £í Historia. No se puede ubicar con exactitud el nacimiento del laicismo como doctrina filosófica, ya que se lo suele encontrar en el curso de la historia configurado como programa de va(20) Cf. Cám. Civ. 1? de la Capital, J. A., t. 1944-IV, pág. 384. (21) Cf. Cám. Nac. Civ., Sala A, en La Ley, t. 82, pág. 657, y Sala D, en La Ley, t. 83, pág. 525. Puede verse un interesante estudio del problema en el libro de Morello, cit., n? 118, págs. 227 a 229. * Por la Dra. MARÍA MARTHA PELTZER. rios movimientos políticos y sociales que en apariencia no tienen puntos de contacto entre sí, ni por su finalidad, ni por su ubicación cronológica. Sin embargo, su crecimiento, su auge, se encuentra en Francia, durante la Revolución y más adelante en la III República que decla- ra suyos los postulados revolucionarios. No ha de olvidarse que en el programa de esa III República se entronizó la idea de llevar adelante una "política laica". Si se tienen en cuenta las definiciones que del concepto laicista dan sus mismos sostenedores, se puede llegar a precisar a qué se llama "política laica". Política laica o laicista es la aplicación de un racionalismo absoluto en la educación pública por medio de las instituciones sostenidas por el Estado. Dentro de este Estado laico se hace imprescindible la separación entre Estado e Iglesia; Estado libre dentro de Iglesia libre. Se cumple y se efectiviza de esa manera la secularización definitiva del Estado. Arístides Briand comentaba: "El Estado laico debe permanecer neutral por igual a todas las confesiones religiosas. No es religioso, no tiene derecho a ser irreligioso, es arreligioso". Su finalidad es el respeto a la libertad de conciencia y la instauración de la paz religiosa. Para el necesario cumplimiento de estos principios se hace evidente la exigencia de una escuela que no pertenezca a ninguna tendencia sino a la Nación, que esa escuela de neutralidad lleve en sí la preocupación de inculcar una educación moral y cívica que despierte ideales de libertad, de igualdad y de tolerancia. Dentro de las funciones que las sociedades han atribuido como obligaciones de Estado, se hallan la educación y la promoción de la cultura. En un Estado que toma posición frente a los problemas religiosos fundamentales, la educación tomará un cariz determinante. En el Estado laico prescindente, la educación será prescindentc, teniendo como única guía la absoluta libertad del hombre y la unificación del ciudadano en ese ideal común. Jules Ferry, el sostenedor de la escuela laica dentro del Estado laico en Francia, afirmaba en 1880 que se debía confiar á la escuela en nombre del Estado un papel de "unificación política". Es dable remarcar que aun en el campo del laicismo escolar se encuentran divergencias de acción en sus sostenedores. Por un lado la adjudicación a Ja escuela laica de intención conciliatoria (Jules Ferry), por otro lado en Marcel Déat se lee en 1934 una definición de escuela laica que preconiza lucha: "La moral de la escuela laica será una moral de lucha social". Se puede considerar la neutralidad establecida por la escuela laica desde puntos de vista diferenciales: Por un lado la neutralidad confesional y por el otro la neutralidad filosófica. Jules Ferry, considerado por muchos el creador del laicismo escolar a causa de propiciar las leyes establecedoras del laicismo en Francia, no tenía una clarificación certera sobre su posición en este sentido. Y así se ve oscilar su opinión entre neutralidad confesional y neutralidad filosófica. En mayo de 1883 sostiene frente al duque de Broglie que: "Hemos prometido la neutralidad religiosa, no hemos prometido la neutralidad filosófica, no más que la neutralidad po- lítica"; agregando: "La neutralidad confesional no implica de ninguna manera, la neutralidad filosófica". Augusto Sabatier, por otro lado, haciendo el análisis etimológico de la palabra "laico" en su acepción inglesa, indicaba que no significaba otra cosa "que no confesional", neutro frente a las iglesias existentes, haciendo notar sin embargo, que en Francia, de ese mismo concepto se había hecho una adaptación equivalente a lo "antirreligioso". O Sin embargo, él sostenía que esto no debía acontecer, que al combate religioso, a la lucha de ideas, debía suceder una laicización de la religión. "La religión no debe ser proscripta, es necesario laicizarla". Sabatier explicaba qué debía entenderse co- mo laicizar la religión: "el tener un santuario divino en su propia conciencia, sin la intromisión de ningún clérigo". "Es por eso que la escuela laica, es necesaria para alumbrar v practicar, no por cierto una definición de Dios abstracta y metafísica, sino la idea moral de Dios". Y en cuanto al ya nombrado Jules Ferry, evita mencionar en sus leyes los deberes del hom- bre frente a Dios, eludiendo toda definición jurídica del laicismo, declarando que fundamenta su apoyo a la neutralidad confesional no filosófica, sobre la base de la corriente espiritualista tan en boga en ese tiempo. Raymond Poincaré sostuvo también frente a una neutralidad filosófica, la necesidad de una neutralidad confesional, sosteniendo que los argumentos de Ferry eran muy razonables "y conformes a las exigencias de la realidad". Partiendo de la idea de neutralidad confesio- nal, A. de Sorás define a la escuela neutra de la siguiente manera: "Escuela neutra es una institución cuya directriz consiste en querer dar una instrucción y una educación profana absteniéndose de tomar partido frente a cualquier confesión religiosa definida". A la escuela laica suele designársela como escuela neutra al identificarla con los ideales de la libertad de conciencia más absoluta. Esta posición neutra debe ser sostenida por el Estado moderno, que siendo laico de hecho, debe intentar ser laico de derecho. En consecuencia la educación impartida por la escuela estatal, tradiciones y costumbres de los pueblos lleva- debe estar identificada con estos principios: escuela prescindente de toda afirmación religiosa, escuela que no niega pero tampoco afirma. dos a este proceso de secularización. Dentro del complejo mecanismo del laicismo y tomando como base su definición como "sistema que se propone desarraigar de la conciencia individual y social toda influencia religiosa", se encuentran elementos de identificación que hacen que el laicismo cobre vigor y sentido de unidad. Por un lado un ideal laico dado en la libertad absoluta del individuo, axioma o postulado donde se mueve todo el andamiaje cientjfista del laicismo: No hay verdades a frión intangibles ni inmutables. Sobre la libertad del hombre reposa su conducta; no existe moral social sino moral individual. La conciencia individual determina, corrige o sanciona, independientemente de toda norma preestablecida. Es lógico que al entronizar dentro de la sociedad el concepto de la libertad absoluta del hombre, se hace necesario encauzar a esa sociedad dentro de un régimen político en el que se haga posible la aplicación de tal idea, siendo a su vez esa idea el supuesto necesario de la democracia liberal o laica, dentro de un régimen republicano. El régimen republicano es aquel según Foi Láiopie en el que cada hombre debe afirmarse más como "mayor de edad" responsable y autónomo. En el régimen republicano son necesarios "ciudadanos que se pertenezcan y no fieles que sostengan una autoridad extraña". La República democrática que es el sostén del laicismo es aquella en que todo "miembro del cuerpo social se supone en posesión de un derecho natural, reemplazando el derecho divino, base de los otros regímenes". Emonet explicaba la base del sistema con la siguiente ecuación: para dignificar al hombre es necesaria una absoluta libertad, libertad que se hará posible cuando cada uno tenga conciencia de su soberanía, dentro de un esquema social donde sea posible la igualdad absoluta. Fernand Buisson afirmaba: ¿En qué régimen político pueden darse los supuestos de soberanía popular e igualdad sino en una república democrática?; de ahí que para él, espíritu laico era el equivalente filosófico de la forma política republicana democrática. Poincaré, afín con este ideario, dice: "Un pueblo es como una persona, se pertenece a sí mismo. El soberano no es el jefe del pueblo, es el pueblo mismo". Establecida la República demo-liberal comienza la secularización de todas las instituciones que directa o indirectamente dependan del Estado. Para ello es necesario la total laización del Estado como previo desprendimiento de compromisos religiosos que estarían dados en las Si la soberanía reside en el hombre, su potencia creadora es la voluntad; los pueblos son soberanos porque los hombres que los compo- nen también lo son. El laicismo se constituye en la fuerza y el sostén de las soberanías populares. Poincaré así lo creía y consecuente con su pensamiento, proclamaba en Tolosa, en setiembre de 1913: "Vuestras poblaciones ven en el laicismo de Estado, el corolario de la soberanía popular". El Estado laico no admite que por encima de su autoridad pueda existir autoridad alguna, ya que no existe poder alguno que sujete o condicione la conducta humana. El Estado no reconoce ninguna iglesia o poder religioso, admite su existencia como supuesto necesario de la libertad individual. Toda la legislación del Estado laico está impregnada de estos principios: Lo jurídico no es lo religioso, la moral es lo- que conviene al hombre, erigiéndose éste en el dios de sí mismo. "La fe en Dios, no es una de esas obligaciones que la sociedad pueda inscribir en sus leyes. Nuestras leyes, nuestras instituciones, no están fundadas sobre los derechos de Dios, sino sobre los derechos del hombre. Ellas ya no hablan más ni obran en nombre de Dios o por gracia de Dios, sino en nombre de la Nación y con autoridad puramente humana". Estas expresiones se encuentran insertas en Fot Laique y constituyen en síntesis el programa de Estado laico que se desprende de toda idea religiosa que pueda atar y/o circunscribir su desenvolvimiento y consecuentemente el desenvolvimiento humano. Dentro de las funciones que le son propias, el Estado deberá extender estos principios valiéndose de las instituciones que las cumplen. F. Buisson opinaba que las sociedades que crecían inspiradas en los ideales laicos, tenían como primer deber quitar de todos los servicios laicos (administración, justicia, instrucción, asistencia, etc.) todo carácter confesional, y por estas palabras hay que entender "que se los debe hacer no solamente neutros frente a las diversas confesiones religiosas sino extraños y refractarios a toda influencia religiosa, excluyendo rigurosamente todo dogmatismo explícito o implícito". "El laicismo integral del Estado, es la aplicación pura y simple del libre pensamiento a la vida colectiva de la sociedad". Diferencias entre laicismo y laicidad. Dentro de la común terminología se hace necesario hacer la distinción entre laicismo y laicidad. En este segundo concepto estaría involucrada la definición que la Academia Francesa da sobre laicismo: "Laicismo es la doctrina que tiende a dar a las instituciones un carácter no religioso". Este primer carácter de prescindencia tuvo el laicismo en sus primeras manifestaciones; más adelante, sin embargo, no se contenta con una conducta pasiva de no combate, y vemos así una incitación laicista en contra de la religión. Jaurés y Lavisse en sus escritos no hablan de neutralidad, sino por el contrario de enfrentamiento. Se hallan coincidencias también con el liberalismo si se tiene en cuenta que esta escuela considera al derecho como producto de la voluntad humana independiente, siendo la razón individual absolutamente libre. Dicho en otros términos, el supremo ordenador de la vida ju- "La neutralidad —dice Jaurés— sería una pri- rídica, sería el hombre desprendido de toda otra ma para la pereza de la inteligencia, una cómoda almenada para el sueño del espíritu", agregando: "Ser laico significa rehusar a las religiones que pasan el derecho de gobernar a la humanidad que permanece. Ser laico es no con- relación de orden superior. Se ha dicho del sentir el sometimiento de la razón al dogma inmutable, ni la abdicación del espíritu humano liberalismo que es "el error religioso, filosófico, social y jurídico que consiste en proclamar la absoluta independencia o autonomía del hombre". Si se toma en consideración esta definición de liberalismo y la dada del laicismo, nos en- ante lo incomprensible". El anticlericalismo y el laicismo son expresiones comunes de una misma idea. Sus mismos contrarnos que hay un impulso común en ellas sostenedores lo admiten. En 1914, en Belford, el positivismo, mas es necesario remarcar que no deben confundirse estas filosofías con el laicismo, ya que si se considera al laicismo como una política, hay que aclarar que tal como se M. Millerand, lo declara, lo mismo que Waldeek-Rousseau que exige esa postura para los republicanos laicos: "Para los republicanos que sueñan, el anticlericalismo es una manera de ser constante, perseverante y necesaria del Estado". El dogma capital del laicismo consiste en sostener que la religión es o debiera ser un asunto privado y se explica como la negación de toda autoridad religiosa exterior a la conciencia individual. No hay sin embargo, unidad filosófica laicista y no es extraño encontrar postulados laicos en las corrientes filosóficas más diversas y aparentemente contradictorias. Originariamente, puede decirse que el sistema más íntimamente ligado al laicismo es el racionalismo. Si uno de los principios de esta filosofía es el no reconocimiento de autoridad superior alguna a la razón humana y la oposición a lo sobrenatural y a las verdades reveladas por la autoridad religiosa, se verá que el laicismo tiene una comunidad de origen con el racionalismo, pudiéndose decir también que lo sirve al intentar desarraigar toda idea religiosa del sentimiento humano. El naturalismo en sus totales implicancias, naturalismo estrictamente considerado y el naturalismo ético, profesa un total agnosticismo. La fórmula naturalista sería "el retorno a la naturaleza" aceptando todo lo que viene de abajo y de adentro, con exclusión de lo que viene de arriba. En lo referente a la ciencia de lo social, el naturalismo sostiene una total desvinculación con todo elemento divino, llegándose a preconizar en el campo jurídico la premisa de un derecho "ni católico ni protestante". Es en este orden de coincidencias donde hallamos implicancias naturalistas en el laicismo. No es de extrañar entonces la afirmación de algunos pensadores en el sentido de que el naturalismo constituye la esencia del laicismo. de librar al hombre de toda atadura religiosa. Lo mismo puede decirse del materialismo y presenta y se define, laicismo sería "política de los antirreligiosos". Los sistemas filosóficos nombrados son los que confieren a tal política la apariencia de filosofía y ciencia y constituyen el sustractum de los pensadores laicistas. Estas diversas filosofías que hacen al pensamiento laicista, determinan contradicciones y objetivos diversos que luego se encontrarán en las teorías de los principales exponentes del sistema laico. Es por eso que el enunciado tan po polarizado de que el esquema laicista vale tanto como neutralidad religiosa, está negado por J. Jaurés, sin que ello implique que Lanson sos tenga tal teoría. Dos son los rasgos esenciales del laicismo: un espíritu de libre examen sin límites y el dogma de la inmanencia. Aparentemente hay una contradicción con la idea del libre examen sin límites y un dogma inmanente que actuara a manera de cerrojo en las investigaciones. Esta aparente contradicción se desvirtúa si se considera que el laicismo somete todo principio a discusión, salvo el principio rechazado de plano de la existencia y la posibilidad de lo sobrenatural, es decir que estaría dada en ese rechazo de lo sobrenatural su opción dogmática a la autonomía del hombre y de la humanidad. Se había dicho que todo aquello que comúnmente s esupone atributo del laicismo no era en síntesis otra cosa que la esencia de la laicidad. En cuanto a ésta, si bien es cierto que no se puede considerar como un régimen racional positivo, posee elementos de aplicación inmediata. Dichos elementos constituirían la fuerza de un estatuto de la laicidad, en un país dividido por creencias políticas y religiosas de fondo; allí estaría dado el régimen de igualdad y de libertad condicionado por las circunstancias ambientales. Es así como se puede afirmar que •mientras laicismo es el libre pensamiento erigido como sistema y práctica de la educación con exclusión de toda idea religiosa positiva, laicidad es la regla de la neutralidad científica o filosófica y como tal se niega el derecho de combatir toda doctrina social, política o filosófica que se base en principios que van más allá de lo racional, sin negar, sin embargo, lo racio- nal. El laicismo se ha llegado a identificar, por medio de algunos de sus sostenedores con un racionalismo absoluto, impulsando a los estados a una política educacional de neto corte racio.nalista. La laicidad se propone arraigar la libertad de conciencia. El laicismo, desarraigar llevada a cabo por medios de persuación científico-filosóficos. El laicismo pretende una transformación sustancial de las estructuras, desarrollándose su acción en diferentes frentes. De entre éstos se distinguen dos: la acción estatal laica y el laicismo educacional. A pesar de esta separación se hace evidente la unidad y coordinación conducentes a una finalidad u objetivo común. Los sostenedores de la acción laica declaran que el Estado laico es aquel que se ve libre de toda ingerencia religiosa. Un Estado neutral en un país cuyos habitantes tienen distintas creencias religiosas. Un Estado que ha- ce valer su supremacía en la jurisdicción temporal y el derecho a dirigir el complejo mecanismo político, fiscal, administrativo, judicial, sidad de Estado. y todo aquello que deriva de la técnica políticaEntre los grandes pensadores que han soste- económica. Los enemigos del sistema declaran nido el laicismo como sistema v método de en- sin embargo, que "el laicismo de Estado" es una doctrina filosófica que "abraza un concepseñanza se halla esta diferenciación que se ha -lecho de laicidad y laicismo. En la mayoría de to materialista y ateo de la vida humana", negándole su posición neutral, sosteniendo por el los casos la acción que le proponían al Estado era una acción de neutralidad tendiente a una contrario que el Estado laico adopta una posipacificación consciente del ordenamiento social. ción de combate y abierta agresividad contra la 'Pero esos mismos hombres caían en la cuenta Iglesia. Laicismo y escuela única. Se ha sostenido que de que no estaban moviéndose en el campe del no puede precisarse el nacimiento del laicismo laicismo, sino en el de la laicidad. Se ve así como Fernando Buisson, creador de casi toda como sistema filosófico, aunque tampoco es conla legislación laica educacional francesa, nega- veniente pensarlo como filosofía, porque carece de los basamentos necesarios de unidad impresba que se propusiera por intermedio de esas leyes entablar lucha a la Iglesia y así lo expre- cindibles en todo sistema. Lo que sí es evidente saba en 1923 al decir que "jamás se había que- que la Revolución Francesa con sus agitados rido oponer una doctrina a la doctrina de la principios de igualdad, libertad y fraternidad, inIglesia, un credo a otro, una metafísica a la troduce en la vida social y política de los pueblos una concepción activista tendiente a crear metafísica cristiana". "Nosotros llegaríamos al laicismo si preten- una moral cívica. diéramos alentar o aconsejar la guerra contra En cumplimiento de tales enunciados desalas creencias religiosas". "Pero la laicidad no rrolla una acción en contra de las comunidades -tiene nada que se asemeje a tal pretensión". religiosas y sin enunciarse como laicismo, intenEs interesante aclarar que en la práctica la ta el desarraigo religioso de las instituciones teoría de la laicidad nunca llegó a cumplirse civiles. Se crea, en cierta medida, el culto al Estado; la III República retoma los programas plenamente y lo que en principio fue pacificación se convirtió luego en una lucha de prin- de la Revolución comenzando por la secularizacipios contra la Iglesia. Así, a ciento cincuen- ción estatal que usa de instrumento necesario a ta años de la Revolución Francesa, Albert Ba- la escuela; pero para llegar a la total laización yet en L'Action Lcücjue boletín de la Liga de de la sociedad se le hace necesaria una acción Enseñanza desechaba a la laicidad como una uniforme y constante por intermedio de la es"especie de no intervención en los grandes pro- cuela única o estatal. Hemas filosóficos. En el plano de la inteligenDesde ese momento, escuela única se concia, laicidad es racionalismo". vierte en sinónimo de escuela laica. M. Aulard Albert Thibaudet, laicista por convicción y explica "estas dos palabras: escuela laica v monopolio son sinónimos". "La existencia de dos formación, distinguía también estos dos conceptos de apariencias similares, haciendo notar que juventudes, la laica y la cristiana, la primera se confundía laicismo con laicidad, al acercarse educada en la escuela nacional cuyos principios ésta peligrosamente al laicismo para intentar la emanan de la razón y la segunda de la fe, son irreconciliables". implantación de un régimen de "ideas contra otro". Para que se produzca la unión de esas dos El laicismo intenta una separación radical con juventudes se hace necesario la eliminación de toda idea o sentimiento religioso, mas esa se- la escuela intermedia que divide, siendo indisparación no debe operarse en forma brusca sino pensable que la escuela estatal sea la única exis•que será consecuencia de una transformación tente. M. Aulard sostiene: "Sólo debe subsistir todo concepto religioso de la comunidad, teniendo como finalidad llegar a una irreligio- la escuela pública nacional y racionalista, es decir la escuela laica oficial". M. Herriot patrocina también la escuela laica y única en mayo de 1924 ya que solamente por el monopolio estatal en la enseñanza se hace posible cumplir hasta en sus últimas instancias las finalidades del laicismo. Fernando Buisson, ministro ejecutor de las leyes laicas de enseñanza de Jules Ferry tam- bién se inclinaba a favor de la escuela única laica, pero entendiendo que debía llegarse a la misma luego de un proceso de laización, teniendo en cuenta que era necesario consultar los sentimientos religiosos de la gente. A este proceso de adaptación, Buisson lo llamaba "transiciones necesarias". Frente a la oposición que este sistema de monopolio podría traer aparejado, el periódico La Lanterne justificaba la existencia de la escuela única ex- presando: "No puede haber libertad cuando el bien común peligra". M. Lapie, sucesor de Buisson en el cargo de Director General de Enseñanza, continuó la tarea de laicizar a Francia hablando con claridad sobre la necesidad de llegar a la escuela única, ya que la escuela neutra de Ferry era utópica como así también la libertad de enseñanza. "Libertad de enseñanza es sinónimo de desunión y opresión a las ideas; escuela única y laica significan escuela nacional, científica y progresista". En 1890, Viviani opina que la neutralidad declamada por Ferry no ha sido otra cosa que la necesidad de obtener la sanción de las leyes que proclamaban la escuela nacional laica, gratuita y obligatoria. La neutralidad, según Viviani, era mentira, aunque mentira necesaria a una finalidad. Pensadores laicistas. Si tomamos en consideración las fuentes del laicismo es indudable que Jos sostenedores de los sistemas filosóficos que nutren con sus principios a la política laicista, podrían ser considerados como los iniciadores del sistema, aun cuando en su terminología no entrara para nada la palabra laicista. El laicismo como política de acción que cobra vigor a la luz revolucionria francesa, cristalizando con medidas de finalidad práctica nace durante la III República que es cuando surgen los antecesores y propulsores de la acción. Jules Ferry es el creador de la legislación escolar francesa; atempera la tendencia de su época de hacer de la escuela laica, nacional y obligatoria, un medio de lucha religiosa, introduciendo el concepto de neutralidad escolar. En- tendía que era necesario proceder por etapas introduciendo reformas parciales que llevaran finalmente al logro del objetivo laicista. Se opuso así al presidente de la Comisión de Enseñanza de la Cámara de Diputados, Paul Bert, que pretendía una reforma inmediata y sustancial. La divergencia con Bert se extendía también al enfoque que debería dársele a la enseñanza religiosa. Bert declaraba su intransigencia total en contra de la enseñanza religiosa, Ferry hablaba en términos de no obligatoriedad en las escuelas del Estado de esta misma enseñanza. Así Bert pudo decir: "La instrucción religiosa no será dada más en las escuelas primarias públicas de las diversas órdenes"; Ferry mientras tanto aclaraba: ma parte de las señanza". Rene Goblet, los trabajos de "La enseñanza religiosa no formaterias obligatorias en la enen 1886, completa en Francia laización de Ferry al declarar que el personal docente de las escuelas laicas tenía que ser laico. Consigue sus propósitos por intermedio de una ley conocida con el nombre de Ley Goblet. Raymond Poincaré, ministro de educación,, presidente de Francia, sostiene un laicismo es^ colar de neutralidad coincidente con las ideas de su amigo Jules Ferry. Jean Jaurés, político y sociólogo francés, jefe del partido socialista y destacado orador parlamentario, sostiene el lai- cismo de combate oponiéndose a toda idea de neutralidad. F. Buisson fue ejecutor, desde su puesto de Director de Enseñanza Primaria y luego desde su cátedra de La Sorbona, del programa laico integral en la educación. Albert Bayet, fue el inspirador del "Frente Laico", asociación cuya finalidad consistía en conseguir la aplicación del sistema xacionalista en todas las ramas del conocimiento, en un esfuerzo para imponer el laicismo integral en Francia. Bayet es autor de numerosos libros, entre los cuales, por su relación con el laicismo y su filosofía, merece citarse ¿Qué es el racionalismo? Fue redactor también de L'Action La'iqíte, boletín de la liga de enseñanza, desde donde di- fundió sus ideas políticas y sociales y la necesidad de llevar adelante la reforma educacionalViviani, político francés, fue el propagador del laicismo no como neutralidad sino como medio de lucha religiosa. Waldeek Rousseau destacóse como jurista de la III República. Consecuente con las ideas revolucionarias insistió en la necesidad del reconocimiento de la supremacía del poder civil. Abogó por la supresión de las órdenes religiosas que dificultaban esos objetivos, haciendo resal- tar que el laicismo era sinónimo de anticlericalismo. Jules Steeg, joven pastor protestante, libre pensador, intentó crear en Suiza francesa una Iglesia libre; viendo un mayor campo de acción para sus ideas en Francia, se instala en Liorna. En dicha ciudad funda un diario desde cuyas páginas ataca a la monarquía, haciendo prose- litismo a favor del régimen republicano demoliberal. Félix Pécaut, designado inspector de escuelas en Fontenay-Aux-Roses se erige en fiscalizador de conciencias del personal docente de ese distrito escolar, exigiendo de cada maestro la aplicación estricta de su moral laica. Esta consistía en un espiritualismo Kantiano impregnado de panteísmo religioso. A. Sabatier, fue el defensor más ardiente del laicismo como teoría de la neutralidad confesional. Propulsor del laicismo, fue también un constante propagandista del modernismo en las artes. Entre sus obras más importantes se destaca Bosquejo de una filosofía de la religión. Ernest Lavisse, fue partidario del laicismo como doctrina de acción. Las características del sistema por él defendido, se hallan expuestas en su libro Anales del Espíritu Laico. Merecen destacarse como defensores del laicismo escolar y estatal en América, entre otros Juan B. Justo, el fundador del partido socialista en la Argentina y Eduardo Wilde, médico, escritor y diplomático argentino, ministro de Educación durante la primera presidencia del Gral. Roca que propicia desde su cargo la sanción de la ley de educación laica. (V. DECLARACIONES, DERECHOS Y GARANTÍAS EN LA CONSTITUCIÓN ARGENTINA. ESTADO. IGLESIA. LIBERTAD DE ENSEÑANZA. LIBERTAD DE CÁTEDRA). BIBLIOGRAFÍA. — A. Bayet, 'L'action laiaue. — Caperán, Le yrobleme de la licité scolaire. — Desclée de Browers, L'invasion laique. ~ Alceo Amoroso Lima, Mitos de nuestro tiempo. — Monseñor José María Caro, La acción de \a masonería. — Jean Jaurés, Fi socialismo y la patria. — Juan B. Justo, Teoría y práctica de la historia. — E. Lavisse, Anales del espíritu laico. — R. Poincaré, Cuestiones y iiguras políticas. — Padre Eduardo Pavanetti, EZ laicismo superado. — Silvio Frondizi, El Estado liberal.. SEPULTURA ECLESIÁSTICA. (V. LUGARES SAGRADOS). SEPULTURAS, (V. CEMENTERIOS. INHUMACIÓN). SERVICIO DE EMPLEO. (V. AGENCIAS DE COLOCACIONES. DESOCUPACIÓN. EMPLEO TOTAL). SERVICIO DE TRABAJO OBLIGATORIO. (V. TRABAJO OBLIGATORIO). SERVICIO DEL TESORO. * SUMARIO: I. Concepto: a) financiero (clásico y moderno) y b) contable. II. Separación de funciones. III. Sistemas: gubernamentales o extragubernamentales. IV. Unidad de dirección y de caja. V. Órganos específicos competentes: a) en la legislación extranjera; b) en la legislación nacional. I) Concepto: a) financiero (clásico y moderno') y b) contable. 1. Entre las principales entidades que actúan en la vida de la hacienda pública, se encuentra la del Tesoro, a la que * Por el Dr. RAÚL A. GRANONI. le compete dirigir y asegurar la realización 'de los recursos del erario público, centralizar los fondos, pagar los gastos y frente a la eventual falta de cincidencia entre los ingresos y los egresos, procurar los medios necesarios para afrontar las obligaciones de pago a su cargo. Cumple así este servicio las veces no sólo de cajero, sino también de banquero del ente público, en sentido lato. a) Como lo señalaba Duverger(1) los textos clásicos consideran al Tesoro, como una caja o gran depósito de los caudales públicos y además como una actividad de crédito a corto plazo, encaminada a equilibrar las entradas y salidas de fondos. Mientras que, en la hacienda moderna, la función del Tesoro está mucho más desarrollada, ya que, a sus actividades específicas .de caja y de banco, se le añaden las funciones de control sobre todas las operaciones financieras del Estado, constituyendo uno de los instrumentos mediante el cual el ente público obtiene fondos, razón por la cual se habla de recursos presupuestarios y de empréstitos y recursos de tesorería. El vocablo Tesoro —agrega el autor citado ( 2 )— se utiliza en el sentido de "caja", cuando se alude a la situación monetaria o al déficit de la misma; o bien, sirve para designar un sector de la administración pública y en este último aspecto, se lo considera como un servicio público encargado de la gestión del TesoroTcaja, siendo esta administración la que participa directamente en una le las principales funciones que la ciencia moderna asigna a la hacienda pública: asegurar el equilibrio general monetario y económico, mediante el poder de control que le ha sido asignado sobre el mercado monetario y financiero. Para mejor caracterizar a este organismo se sostiene finalmente que representa el aspecto monetario de la hacienda, al par que el presupuesto, configura el administrativo. b) Desde el punto de vista contable, al Tesoro, apreciado en la forma referida, como un sector de la administración pública, se lo computa como un servicio complementario de la administración de la hacienda pública, que, para caracterizarlo, con relación a la tarea que les compete a los órganos encargados de la ejecución del presupuesto (las funciones de recaudación e inversión) a las que se les califica de índole activa, a aquel servicio se lo ubica, en la acción pasiva (3) de custodiar los fondos y efectuar los pagos, sin perjuicio de las funciones conexas. La actividad financiera del Estado se integra por tanto, con el "presupuesto", considerado co(1) Instituciones financieras, ed. Bosch, Barcelona, 1960, pág. 194. (2) Pag. 195. (3) F. Palomino Zipitria, Curso de contabilidad administrativa, ed. Peña y Cia., Montevideo 1942, pág. 238. mo un instrumento de gobierno del Tesoro, en el que se asignan los créditos o autorizaciones conferidas al órgano administrativo, para efectuar las erogaciones que demandan los servicios públicos y el Tesoro que debe proveer los recursos correspondientes a dichos créditos o partidas. En síntesis, tanto para las "Finanzas", como para la "Contabilidad Pública", el Tesoro asume, prevalentemente, las características de una "caja central" o "gran depósito"; y de un "fondo financiero" o de una "cartera del Estado". II} Separación de junciones. En la adminis- tración de la hacienda pública el conocido principio de la división del trabajo— que se inspira en cierto ideal democrático— está reclamado no sólo por la idea de una especialización técnica, sino que responde además, a una preocupación de equilibrio entre distintas funciones o competencias y a una suerte de control recíproco (*). La existencia de un plan financiero o presupuesto a ejecutar, conduce, por las razones anotadas, a repartir la tarea administrativa entre varias categorías de agentes. Observamos así las funciones estrictamente presupuestarias (operatoria de los recursos y de los gastos) de carácter administrativo por un lado; y, por otro, las dé índole monetaria, que son las específicas del Tesoro. En la doctrina ( 4 ) se hace la separación entre las funciones "administrativa" (que se desenvuelven en la esfera de la oportunidad) de los "contables" (en el ámbito de la regulari- dad) y entre estas últimas, las del Tesoro, o sean las de recaudación y pago. Las primeras corresponden a los ordenados (primarios y secundarios) que tienen la potestad jurídica (administrativa); mientras que, las se- gundas (contables) están referidas al manejo de los fondos. Esta separación de actividades: presupuestarias o administrativas, por un lado y monetarias o de tesorería por otro, han llevado a algunos estados, a separar el ministerio de hacienda, en dos carteras: la de "finanzas" o "presupuesto" yJ la del "tesoro"; ' así lo estableció la leoislación rt italiana en 1887 y también se ha intentado hacerlo entre nosotros; pero, con ese desdoblamiento se han suscitado conflictos de competencia, desde que si bien esas dos funciones son distintas, están íntimamente vinculadas v, por ello, se ha considerado conveniente reunirías en una sola cartera: Ministerio o Secretaría de Hacienda. III) Sistemas: gubernamentales o extraguber- namentales. Los antecedentes históricos de distintos países como así del nuestro, nos exhiben distintos sistemas para la atención del servicio (4) G. Devaux, La contabilité publique, ed. "Presses Universitaires de France", París 1957, t. I, pág. 48. del tesoro: aparte del generalizado, o sea el del órgano "gubernamental", están los conocidos como sistema "bancario" (a cargo del banco oficial); el del "comité independiente" (como fue el establecido por el gobierno de la Confederación, en el Estatuto del 9 de diciembre de 1853); y, finalmente, la forma del órgano "mixto". De esas distintas estructuras, la que merece mayor aceptación, tanto en el orden nacional, como provincial, es la gubernamental, consagrada por la Constitución (Art. 86 inc. 1 y 13) y la ley, complementada con el servicio bancario oficial, que hace las veces de caja del tesoro y de agente financiero del Estado. Esta última forma, coloca al servicio del tesoro, en la órbita del Poder Ejecutivo, encomendándole al Ministerio o Secretaría de Hacienda, las funciones de dirección y de superintendencia. IV) Unidad de dirección y de caja. Estos dos principios, vinculados estrechamente al de la generalidad (unidad y universalidad del presupuesto) se caracterizan por la conveniencia: a) de que el poder central ejerza con exclusividad la dirección del Tesoro público en forma directa o indirecta (supervisión) y b) que al órgano centralizador (Tesorería General) afluyan todos los recursos del Estado, en el sentido material o bien jurídico, oponiéndose a todo intento de crear tesoros o cajas particulares, afectados a determinados sectores de la administración y al margen del órgano centralizador. La unidad de caja, que se inspira en los mismos principios de la unidad de dirección, no obstante, también, a exigencias de control, constituye en substancia, una cuestión más de índole financiera que contable. Como bien se ha señalado ( B ) "la historia demuestra que un Estado no puede gozar de una plena autonomía, ni puede ejercer una soberanía absoluta mientras no logre centralizar en sus manos todos los servicios financieros, es decir, cobrar todos los recursos a que tenga de- recho, para pagar todos los gastos que ha de soportar, en toda la extensión del territorio", definición que es coincidente con el pensamien- to sustentado, a principios del siglo XIX, en la reforma introducida en las istituciones financieras de Francia, por el conde Mollien y el barón Louis. En el orden nacional, la ley de Contabilidad trata de asegurar el principio de la generalidad del presupuesto, y no obstante que su ejecución se desplaza hacia los servicios administrativos, mediante la fórmula de las "órdenes de disposición" (de los créditos presupuestarios) que dicta el Poder Ejecutivo, éste se reserva la fa(5) M. Duverger, Instituciones financieras, ed. Bosch, Barcelona 1960, con cita de Bloch Laine, pág. 196. cuitad de dirección del Tesoro, que le asigna la Constitución Nacional en los incs. 1 y 13 del artículo 86 y que ejercita por conducto de la Secretaría de Hacienda. En principio, se trata igualmente de asegurar la unidad de caja, a través de la Tesorería Genera], salvo algunas excepciones, de fondos que no cursan por este organismo centralizador, pe- vigilancia y a la autoridad de la Dirección General del Tesoro, el cual, en otro aspecto, representa en juicio al Estado contra los detentadores de las divisas públicas. A ese organismo técnico centralizado, le corresponde cuidar la predisposición de los medios financieros necesarios para hacer frente a eventuales deficiencias de caja, recurriendo, ro, que son siempre resistidas, cuando determinados sectores administrativos, con el propósito cuando sea menester, a la emisión de los bonos de lograr mayor autonomía financiera, procuran apartarse del mismo. V) Órganos específicos competentes, a) En la legislación extranjera. En Inglaterra donde el "departamento de tesorería" asume, además de las funciones específicas antes mencionadas, ¡as concernientes a la preparación del presupuesto, a la ejecución del mismo y a su control, hasta 1704, estaba a cargo de un funcionario: el lord mayor de la treasury (generalmente, del tesoro y a concretar operaciones de crédito con la banca de Italia y terceros. Procede, en fin, al ordenamiento monetario y bancario y vigila las operaciones de la banca del país. De la Dirección General del Tesoro dependen la "Tesorería Central" y el contabile del portafoglio (agente financiero) el que interviene en la colocación de los títulos públicos y en la remesa de los fondos para la atención de los servicios correspondientes a las operaciones del crédito público. de la recaudación y todos los que tienen el manejo de los dineros públicos están sujetos a la El servicio de tesorería en Italia está estructurado conforme al principio de unidad de caja, con una caja central confiada a un órgano estatal y con la intervención del instituto de emisión, pero, no obstante dicho principio (unidad) está sujeto a numerosas excepciones, con respecto a la hacienda descentralizada y en particular en cuanto a las haciendas del Estado de Derecho privado ( 7 ). En Francia donde se hace la separación entre las funciones administrativas, que no dependen del Ministerio de Hacienda y las contables o de tesorería, que sí dependen de este ministerio, las operaciones de caja relacionadas con los ingresos y los gastos están a cargo de funcionarios de la Tesorería, la que se integra con todas las oficinas públicas de recaudación y pago, bajo el control de dicho Ministerio. La Tesorería tiene la doble función de colaborar en la ejecución del presupuesto y de suministrar los fondos para la atención de los gastos, aun cuando los ingresos presupuestarios sean insuficientes. La gestión del Tesoro en Francia se caracteriza como una de las atribuciones esenciales de esa Secretaría de Estado, la que se encuentra asistida entre otros, por el Director del Tesoro, quien vigila el equilibrio de la tesorería única y está encargado de la administración de las disponibilidades y por el Director de la "Contabilidad Pública", que cumple las funciones propias de un director administrativo del Tesoro y constituye el jefe jerárquico de los principales agentes de ejecución. La organización administrativa de tesoro en Francia se caracteriza por la vigencia de los principios de unidad de caja y de dirección. Todo transcurre como si no existiera sobre el conjunto del territorio más que una sola caja a la que recurren todos los agen- (6) Wainer, J., Régimen administrativo financiero inglés, Buenos Aires 1933, pág. 34. (7) A. Marcantonio, L'Azienda dello Stato, ed. Antonio Giuffré, Milán 1950, pág. 111. le correspondía esa función al primer ministro). Posteriormente, ese departamento se transformó en una comisión (Treasury Board~) compuesta por cinco miembros y presidida nominalmente por el primer 'ministro (primer lord) ejerciendo la presidencia efectiva el canciller del exchequer (ministro de hacienda —segundo lord) el que, en la faz parlamentaria, se halla asistido por tres lores pmíors y en el orden administrativo por dos funcionarios: el Secretario de la Treasury y el Secretario permanente financiero. Estos dos últimos no renuncian en el caso de cambio de los titulares del ministerio. Forman parte además de la Treasury, e! paymaster general (pagador general); el auditor general and comptroller general (inspector y auditor general); y los accounting offices (como delegados de los departamentos ministeriales). La Treasury no recauda las rentas públicas, ni tiene a su cargo la custodia de los fondos públicos, no controla la deuda pública y sin embargo está en todo esto y el sometimiento de los principales departamentos de la hacienda es absoluto. La Treasury, al decir de Stourm, es un Iroard o sea un consejo, cuya impersonalidad, significa, por sí sola, una fuerza (6). El Banco de Inglaterra y el de Irlanda, actúan como cajeros del Estado. En Italia, dependen del Ministerio del Tesoro, entre otros, los dos grandes servicios qu actúan en la hacienda pública: la Ragionera General del Estado y la Dirección General del Tesoro, asumiendo ésta particular importancia en todo lo atinente al servicio de tesorería, en sentido lato. Por consiguiente, todos los agentes encargados tes del tesoro, según las necesidades de sus respectivos servicios. El principal elemento del poderío del tesoro se asienta en la importancia de los medios materiales de los que dispone. Gracias a las colaboraciones de los agentes postales, cuenta con representantes en todas las ciudades y localidades a lo largo del país, con sus respectivas cajas, siempre aprovisionadas y en conocimiento perfecto de las necesidades de orden local. La característica dominante de este servicio es ^a de su simplicidad. Todas las colectividades, como se ha dicho, depositan sus fondos en una caja única; ni los departamentos y municipios tienen tesorería propia y sus recursos son percibidos por los contables del tesoro público unificados. La única excepción está dada por los servicios públicos industriales y comerciales, los que atenían, en alguna medida contra el principio de la unidad de caja y la centralización. La instauración de la unidad de caja, en Francia, ha sido complementada por la atribución conferida a sus administradores de la facultad de control sobre el conjunto de la ejecución del presupuesto. Se consigue asimismo, mediante ese régimen centralizado, mejorar la distribución de los fondos en el tiempo y en el espacio: si algunas cajas tienen "superávit" y otras "déficit", se trata de realizar compensaciones; además no es menester reunir a las monedas metálicas, desde que los pagos pueden efectuarse por cheques postales que dan lugar a simples juegos de asientos contables. Con la aplicación de la teoría del "circuito cerrado" se logra, automáticamente, la alimentación del tesoro, mediante la combinación de las tres masas monetarias (papel moneda, depósitos bancarios a la vista y depósitos de la tesorería, mandatos v cheques postales) a cada uno de los cuales les corresponde un circuito. La combinación ¿e estos tres circuitos se compara con la de los tres vasos comunicantes cubiertos de líquido y cuando el nivel de los tres no es el mismo, él se restablece en forma rápida y automática. La institución específicamente francesa no tiene equivalentes en los sistemas financieros inspirados en la doctrina anglo-sajona. En Inglaterra por ejemplo, la masa monetaria está constituida por un circuito monetario y por un circuito bancario y si bien se alimentan sin dificultad, es gracias a su crédito —que no es jamás discutido— y a la maravillosa simplicidad del mercado monetario (8). En Estados Unidos de Norte América, se centralizaron, en 1940, las diversas actividades fiscales del Departamento del Tesoro, en un Servicio Fiscal, dirigido por el Secretario Fiscal Adjunto e integrado, desde entonces, por la (8) M. Duverger, Instituciones financieras, ed. Bosch, Barcelona 1960, pág. 198. Oficina de este funcionario, y las oficinas de Cuentas, de la Deuda Pública y la del Tesoro. Esta última constituye en esencia, el órgano bancario del gobierno federal y tiene a su cargo la recaudación de todos los fondos públicos; la custodia, emisión y rescate de la moneda; el /pago de los cheques del gobierno y otras funciones conexas. Este organismo lleva en forma centralizada sus propias cuentas y también las que tiene en los Bancos de Reserva Federa! que actúan como agentes del Tesoro. Dentro de esta oficina, cada funcionario pagador y cada funcionario autorizado a recaudar fondos públicos es objeto de una cuenta, por separado y confecciona asimismo, el estado diario de la Tesorería (DaiZy Treastíry Statement^) y otros informes sobre la deuda y el dinero en circulación. En cuanto a la disponibilidad de los fondos para el pago de las erogaciones, una vez que la consignación de créditos (presupuestarios) es aprobada por el Congreso y firmada por el Presidente, la División Contabilidad y Certificados del Departamento del Tesoro prepara un certificado de consignación de créditos, el que debe ser suscripto por el Secretario del Tesoro y la asienta en el libro mayor correspondiente. El certificado es enviado a la Contaduría General, la que lo examina, a los efectos de su legalidad y una vez firmado por el Contador General es devuelto a la Tesorería. La División de Contabilidad y Certificados envía una copia del certificado a la Oficina del Tesoro donde se abona el total del importe en la cuenta corriente del funcionario pagador designado al efecto. Cuando la dependencia interesada lo solicita, se hacen transferencias de la cuenta de un funcionario pagador a la de otro, transferencias que se realizan mediante cheques girados por un funcionario pagador y que, en los libros del Tesoro, son ingresadas en la cuenta del pagador respectivo. Las cuentas corrientes del pagador principal y de los pagadores regionales locales se llevan en la Oficina Central del Tesoro. A medida que los fondos se ponen a disposición de los pagadores regionales, los funcionarios administrativos responsables de esas dependencias (funcionarios certificadores) ordenan que se emitan cheques en favor de los acreedores del fisco. Los cheques se extienden a la presentación de los comprobantes preparados por los funcionarios administrativos y deben especificar a qué consignación de créditos han de cargarse. Los funcionarios certificadores que firman los comprobantes, a fin de que sean pagados son responsables de esa función (conformidad desde el punto de vista legal). El grueso de los fondos públicos se deposita en los Bancos de Reserva Federal, o sea, que es allí donde el Tesoro lleva sus cuentas. Algunos organismos, en particular los que se ocu- pan de programas agrícolas, llevan cuentas en central respectiva. Están excluidos del régimen bancos comerciales O). de centralización, los organismos del Ministerio de Hacienda que tengan a su cargo la recaudación de rentas generales, cuyo ingreso se hará directamente en la Tesorería General. En los países latinoamericanos el servicio específico de tesorería presta funciones primordiales de una caja central o gran depósito, pero no adquiere la amplitud de actividades que se advierte en otros regímenes, salvo raras excepciones, como el de la legislación chilena, donde se ha implantado una Dirección General del Tesoro y una Dirección de Contabilidad, dependientes del Ministerio de Hacienda, similar a'l régimen italiano. Mientras que en el Uruguay, a semejanza del sistema argentino, la' Tesorería General, asume las funciones de un simple órgano ejecutivo. b) En la legislación nacional. En nuestro país, el Tesoro Nacional, integrado con los recursos señalados por el artículo 4 de la Constitución, ha estado siempre dirigido por el Ministerio (hoy Secretaría) de Hacienda, reservando la ley a la Tesorería General, dependiente de esa Secretaría de Estado, las funciones ejecutivas de una caja centralizadora, encomendándole al Banco Central (agente financiero) la gestión relativa a las operaciones de crédito y custodia de valores. Recién la ley de contabilidad vigente en la Nación ha destinado un capítulo especial (IV) al servicio del Tesoro, mientras que las anteriores, sólo traían disposiciones dispersas vinculadas al mismo. Comienza la ley señalando que el Ministerio de Hacienda tendrá a su cargo la superintendencia de las operaciones de ingresos de los fondos públicos al Tesoro Nacional y su distribución. Para el cumplimiento de su cometido cuenta con la colaboración de la Dirección General de Finanzas, y la Dirección General de Impuestos y Contribuciones. A la Tesorería General le corresponde: centralizar el movimiento de recaudación de los recursos generales del Estado; cumplir los libramientos de pago o de entrega extendidos por los servicios administrativos; custodiar los títulos y valores de propiedad del Estado o de terceros que se pongan a su cargo; y las demás gestiones que se le adjudiquen por vía reglamentaria (art. 45 de la ley de contabilidad). Las embajadas, legaciones y consulados son los agentes naturales del Tesoro en el exterior y las dos primeras podrían ser erigidas en tesorerías, por el Poder Ejecutivo. En cada servicio administrativo (direcciones de administración) funciona una tesorería central, que en principio, centraliza la recaudación de las distintas cajas de su jurisdicción, recibiendo los fondos puestos a su disposición y cumplen los libramientos de pago o de entrega, debidamente intervenidos por la contaduría (9) Naciones Unidas, Contabilidad publica y ejecución del presupuesto, Nueva York 1953, págs. 49/53. Operan también como órganos ejecutivos las grandes cajas recaudadoras de los tributos nacionales, las que preferentemente actúan den- tro de la jurisdicción de la Secretaría de Hacienda y deben ingresar a Tesorería General los importes recaudados, cualquiera fuera su origen, con exclusión de los que correspondan a "cuen- tas con administración directa" y a entidades descentralizadas con individualidad financiera, antes de la expiración del siguiente día hábil de su percepción. En igual sentido cumplen funciones ejecutivas los habilitados y pagadores de los distintos sectores administrativos; y las cajas recaudadoras en el exterior (renta consular). Entre los órganos auxiliares del Tesoro, el Banco Central, es el que reviste mayor importancia, desde que se desempeña como agente financiero y asesor técnico en las operaciones de crédito, emisión y atención de los servicios correspondientes a los empréstitos públicos, además interviene en la compra, emisión y venta de valores del Estado nacional, y en las remesas de cambio y transacciones bancarias. Está facultado asimismo para hacer determinados adelantos al gobierno nacional y para cubrir deficiencias estacionales de caja. En el mismo carácter de órgano auxiliar y con funciones igualmente relevantes se desempeña el Banco de la Nación, por cuyas arcas ingresan los fondos recaudados por los agentes respectivos; representa al Banco Central en los lugares que aquél no tenga sucursales, como agente para el ingreso y egreso de los fondos del gobierno federal, aparte de otras funciones complementarias vinculadas a la gestión del Tesoro público. Como órgano de control, la Contaduría General de la Nación (órgano centralizador del control interno) pese a que sus funciones específicas han sido limitadas en la ley de contabilidad vigente, sigue actuando, preferentemente en el orden escritural, ejerciendo el control (interno y externo) el Tribunal de Cuentas de la Nación con mayor amplitud, conforme al sistema impreso por el decreto-ley 23.354/56. Y finalmente, el procurador del Tesoro, como asesor del Poder Ejecutivo, se desempeña asimismo, como órgano fiscalizador del Tesoro. BIBLIOGRAFÍA. — La citada en las notas. SERVICIO DOMESTICO. (V. DOMÉSTICO). SERVICIO EXTERIOR DE LA NACIÓN. (V. AGENTES CONSULARES. AGENTES DIPLOMÁTICOS. MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES), SERVICIO JURÍDICO GRATUITO. * Mi- dizaje atendiendo las causas de los desposeídos, nimis non curat lex, rezaba un antiguo adagio latino señalando la tradicional despreocupación de los tribunales por los litigios atinentes a aquellos que carecen de recursos para hacerse atender por técnicos. pero los primeros en huir de tales defensorías Ya en tiempos modernos Antonio Menger, profesor de la Universidad de Viena, con motivo de la sanción del Código civil alemán, comentaba en su libro El Derecho Civil y los pobres: "La extraordinaria diferencia según la cual los que tienen y los que no tienen cómo perseguir su derecho, ha sido hasta ahora olvidada por los jurisconsultos. El motivo de esto consis- te, sin duda, en que a causa de su educación y de sus intereses, los jurisconsultos de todos los países se sienten inclinados a considerarse exclusivamente como servidores y representan- tes de las clases pudientes ¡Cuan grande y llena de gloria es la intervención que los médicos y los economistas han tenido para remover la miseria humana! En cambio, entre los juristas teóricos, apenas podrán designarse algunos nombres que hayan alcanzado una significación idéntica. . . El antagonismo social, que cada vez divide y separa más a los ciudadanos de los Estados civilizados en dos campos, que se contemplan con crecida hostilidad, débese en gran parte a la indicada parcialidad de los juristas". El cuadro es exacto, pero no es que no existiese ningún instituto que se preocupase por la defensa de los carentes de recursos, es que todos se resentían o de falta de organización o sólo se dedicaban a un aspecto de la asistencia jurídica o más posiblemente, faltaba en los hombres encargados de tan alto ministerio la devoción por la tarea que tenían entre manos. Las antiguas Defensorías de Pobres de nuestro Derecho procesal no cumplieron sino a medias con su cometido. Por lo general no era sino un funcionario sobre el que recaía la defensa de todas las causas criminales en que no actuase un defensor privado y éstas suelen ser en un número agobiador, tanto más cuanto el presupuesto del poder judicial les asigna un empleado o dos. No queda lugar para que ta- les letrados puedan, todavía, tomar intervención son los propios pobres a cuya costa se hacen,, las experiencias O). El desiderátum estaba en crear un cuerpo cié abogados experimentados que demostraren un elevado concepto por su carrera, secundados por un cuerpo de procuradores, de auxiliares y de peritos que además de asesorar al suplicante, le prestasen asistencia jurídica completa en el mismo nivel que lo pudiere hacer el estudio mejor montado. Además era preciso lanzarse con cautela para. no fracasar en los primeros intentos. Nada de propaganda por los periódicos, radio ni anuncios. Apenas un cartel en la puerta del local, la clientela iría aumentando en la medida en. que el servicio fuera eficiente. Tal es lo que se propuso la Municipalidad de Buenos Aires cuando creó la Dirección del Servicio Jurídico Social hoy transformado en la Dirección General de Servicios Jurídicos y Sociales. Su crecimiento ha sido, con todo, prodigioso; de 13.000 casos atendidos en 1947 se elevó a 96.000 en 1949, que ha dado el índice más alto. Los litigantes fueron los que dieron la buena nueva a los que necesitaban asistencia jurídica de que existía un instituto en que sin cobrar un centavo se les defendía con eficacia. Fueron luego los jueces de los tribunales, que presidían las audiencias y veían actuar con tanto entusiasmo a los abogados del servicio, les que aconsejaban a los pleitistas ir a consultarlos. Allí se asiste a todo el que llega. La aglomeración ha obligado a formar cola y tomar número y por altavoces se llama a los que les corresponde el turno. Se les examina sobre el punto de la consulta y, si el caso lo requiere, en presencia de la visitadora social que toma nota de todo lo que interesa. De inmediato ésta par- te para el domicilio de las partes y se cerciora, primero si es una persona de escasos recursos y luego cuál es la verdadera situación de los hechos. De paso, a ser posible, receje o anota los elementos de prueba para el momento de recurrir a los estrados; y no termina ahí la labor en causas civiles. de esta joven, que ha de tener una ilustración Los abogados tienen por su juramento, obligación de atender a los pobres que los requie- y un tacto excepcionales. La intervención puede dar motivo para averiguar algún dolor oculto, alguna miseria ignorada. Da entonces sus consejos, toma las providencias que considera ran y naturalmente lo cumplen con mayor o menor dedicación; pero en tales casos cuando la asistencia llega al tribunal es necesario el trámite previo de la carta de pobreza para obviar el pago de las pesadas tasas judiciales. En algunos países se ha organizado este servicio sobre la base de las garantías (España, Francia v. g.). Los abogados egresados de las facultades tienen un período de práctica y apren- * Por el Dr. ROBERTO TAMAGNO. (1) Nota de la Redacción. En ]o que a España se refiere, es cierto que ese fue el sistema que siguió en una época. Pero no siempre fue así. Durante los años 1930 a 1933, ejerciendo el decanato del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid el señor Ossorio y Gallardo, se estableció que el llamado "turno de oficio" para la defensa de los pobre's, recayese sobre todos los abogados en ejercicio, designados para cada caso y por orden riguroso por el propio Colegio. Dicho sea en honor del Foro madrileño, todos los letrados, desde los de mayor fama hasta los más modestos, cumplieron su misión con entusiasmo (M. O. y F.). adecuadas y pasa, aparte del informe relativo a la cuestión jurídica, otro más amplio y comprensivo de todo cuanto ha visto. A veces, como consecuencia de tales observaciones se interna algún enfermo, se da trabajo a un desvalido o se envía a algún retardado al "Cottolengo de Don Orione", en La Salada. Con el informe de la visitadora y los antecedentes que ha recogido el abogado, se resuelve sin más trámite y sin necesidad de expediente alguno, si el caso sigue o no a cargo de! servicio. Si se estima que el recurrente puede pagar un profesional se le orienta y se le indica buscar uno de su confianza. Casos ha habido de gentes adineradas que ofrecen pagar al Servicio Jurídico con tal de que se les atienda. Tal es el prestigio que tiene ganado. Esto, naturalmente, no se acepta. En oportunidades si el litigante carece de recursos al extremo de no poder consignar alguna pequeña suma que es necesaria para la defensa del caso, el director general lo hace de los fon- dos que tiene a tal efecto a su disposición o puede, también, si lo cree necesario, socorrer al litigante que pasa por un estado de total penuria económica. Todo se hace de inmediato y sin más averiguaciones que las que el servicio ha hecho sumariamente. Aparte de estos servicios generales a la comunidad, presta defensa a los agentes municipales en todos los fueros, incluso el criminal. Para el enrolamiento femenino de 1949 fue un auxiliar inmejorable de las oficinas militares pues se preocupó, ante el solo pedido de los interesados, de poner en orden sus documentos familiares. Este es un servicio que se presta en la actualidad, a todo ciudadano que lo necesite y aun de oficio a pedido de la Dirección General del Registro Civil cuando los errores en las partidas han sido originados por culpa del personal del mismo. La conexión entre el servicio jurídico y los servicios sociales se pone de manifiesto en dos casos tomados al correr de los tantos que se ven a diario: Caso 55259. La consultante solicita se !a patrocine para demandar a su esposo por divorcio que funda en adulterio e injurias graves. Las investigaciones de las visitadoras permiten concluir que las causales no son verdaderas, hay la interferencia de una tercera persona que desea provocar el desquicio del matrimonio. Después de una larga gestión y varias reuniones en el servicio se logra la eliminación de la interferente y la reconciliación del matrimonio. Caso 79913. A raíz de una desaveniencia entre concubinos se logra la conciliación, que contraigan matrimonio y reconozcan a un hijo ilegítimo. El servicio ha tenido algunos triunfos de que se enorgullece. En el caso 60904 el Servicio Jurídico obtuvo un éxito de trascendencia, pues las Cámaras en pleno establecieron que los beneficios de las leyes de alquileres alcanzaban, aun a los que habitaban con el locatario recibiendo trato familiar aunque no los uniere parentesco. Posteriormente se ha creado un departamento notarial que atiende las escrituraciones de préstamos hipotecarios pro vivienda del Instituto de Previsión municipal y la venta de las viviendas construidas por la municipalidad. Ade- más presta servicios gratuitos de asesoramientonotarial. El mejor elogio que de este instituto puede hacerse es la estadística del número de casos, tratados: 1947 se atendieron 13.123; en 1948 se elevó a 28.579 y en 1949 dio su índice máximo 96.647 asuntos debido a los numerosos que planteó el enrolamiento femenino, en 1954 ascendió a 62.210 el número de clientes de este Servicio Jurídico que honra a la ciudad de Buenos Aires. SERVICIO MILITAR.* Este tema se encuentra ampliamente desarrollado en sus aspectos político y general en la voz DERECHO MILITAR a la cual hacemos remisión. Con posterioridad a la fecha en que fue redactada, se han dictado algunas disposiciones que afectan a la materia estudiada, entre otras la ley 16.870 sobre organización del ejército que deroga el decreto-ley 5044/63 y declara en vigencia el úecreto-ley 29.375/44 pero agregando como punto tercero del artículo 45 una norma en el sentido de que el juez federal deberá dar intervención a la autoridad militar para que produzca los informes ambientales de los interesados y los demás que considere pertinentes, sin perjuicio de los que normalmente se solicitan a las autoridades policiales del lugar, debiendo resolverse la causa con prescindencia de dicho informe (relativo a las excepciones para el servicio) si el mismo no se evacúa en el término de 60 días hábiles. Aprégase también un párrafo segundo del artículo 46 para establecer un plazo máximo de un año entre la iniciación del pedido cíe excepción y su resolución definitiva, siendo el juez responsable del plazo en la tramitación del expediente. Posteriormente (B. O. de 10/10/66) se dictó la ley 16.970 sobre defensa nacional. En ella se establecen los principios generales; el sistema nacional de planeamiento y acción para la seguridad; la estructura y régimen funcional cíe la defensa nacional; el funcionamiento del sistema nacional de planeamiento y acción para la seguridad; la jurisdicción territorial y requisiciones; el empleo de personas y recursos; y, finalmente, las disposiciones transitorias. Mas e:i lo que concretamente afecta al tema del ser* Por el Dr. MAJrar-r, OSSORIO y FLORIT. vicio militar, se establece que el servicio de defensa nacional es el conjunto de obligaciones destinadas a asegurar la defensa que la Nación Poder Ejecutivo, sobre todo cuando se encuentre suprimido el Poder Legislativo. La determinación 'de cuándo peligra el orden interno, el impone a las personas d'e existencia visible y jurídica sujetas a las leyes argentinas (art. 44), bienestar de la comunidad, el normal y pleno comprendiéndose en el servicio de defensa nacional el servicio militar y el servicio civil de que hacen al desarrollo de la Nación, constituyen también temas de difícil precisión y que, defensa (art. 45). El servicio militar obliga a .por lo tanto, han de quedar al arbitrio de la los argentinos varones y mujeres, nativos, por opción o naturalización, incorporados a las fuer- autoridad administrativa. De este modo se pue- zas armadas en el servicio de conscripción o en la reserva, así como también a los voluntariamente incorporados y a los extranjeros voluntarios (art. 46). El servicio civil de defensa es el que cumplen los habitantes del país fuera del servicio militar para satisfacer necesidades de la seguridad nacional (art. 47). Tales deberes son considerados como carga pública irrenunciable y serán retribuidos según lo establez- ca una ley especial para el servicio civil de defensa (art. 48). Determínanse a continuación las normas de movilización y las penalidades. La ley 17.020 sobre trámite de excepciones al servicio militar, deroga la ley 16.870 y restablece la vigencia del decreto-ley 5044/63. En su artículo 29 declara que las actuaciones de excepciones actualmente en trámite, por imperio de la ley 16.870, deben ser resueltas por ]os tribunales federales siempre que en los mis- mos el señor agente fiscal se haya expedido sobre la procedencia o no de la excepción pedida. La ley 17.192 de 2 de marzo de 1967 establece las bases jurídicas, orgánicas y funcionales para la preparación y ejecución del servicio civil de defensa regulado en la ley 16.970 antes mencionada. En su artículo 2° dice que se trata de un servicio de defensa nacional al que están obligados todos los habitantes de la Nación, excepto los que cumplen el servicio militar. . . a los fines de satisfacer "necesidades de la seguridad nacional, cuando los intereses vitales a la integridad del Estado se vean amenazados, interferidos o perturbados sustancialmente y re- sulte necesario preservar el orden interno, el bienestar de la comunidad, el normal y pleno desenvolvimiento de las actividades y servicios que hacen al desarrollo de la Nación o contribuir directa o indirectamente a la preparación y sostenimiento que el esfuerzo de guerra imponga". Esa norma ha sido combatida por juristas y políticos que, no sin razón, entienden que pone en manos del Estado facultades de moviliza- ción de toda la población civil no para fines de defensa frente a la agresión exterior de índole bélica, sino para la resolución id'e problemas interiores de orden social y aun de índole política, porque la apreciación 'de lo que constituye amenaza, interferencia o perturbación substancial de los intereses vitales a la integridad del Eso tado, será siempre motivo de apreciación del desenvolvimiento de las actividades y servicios de acabar con el derecho a la huelga, con los conflictos sociales, por legítimos que sean, y aun con alguna parte de la legislación del trabajo. Hasta ahora, para dar cara a ese tipo de actividades perturbadoras (paralización de transportes, ide limpieza, de suministros de agua y energía y de otros servicios públicos) los gobiernos habían acudido al procedimiento de uti- lizar la fuerza pública, inclusive la del ejército, •para sustituir la labor de los promotores del coaflicto; y cuando ello no era suficiente, movilizando (es decir, convirtiendo en soldados) a los individuos responsables del servicio alterado. Ampliar la medida a todos los habitantes y para toda clase de posibles conflictos, constituye algo cuyos riesgos han sido comentados, como antes se ha dicho, por personas muy autorizadas. La medida afecta a todos los habitantes sin distinción de nacionalidad, sexo o edad de acuerdo a lo expresado en el artículo 47 inciso a) de la ley 16.970. Afecta igualmente a los extranjeros quienes sólo podrán eximirse de la obligación renunciando a su derecho de resi- id'encia en el país y ausentándose del territorio argentino. En lo que se refiere a la edad, sólo se exceptúan los menores de 14 años. La ley 16.970 ha sido reglamentada por el decreto 739 de 3 de febrero de 1967. No es necesario entrar en su examen detallado por- que sus preceptos, o bien no afectan al servicio militar, o en lo que le afectan, han quedado ya comentados. La ley 17.531 de 13 de noviembre de 1967, es la que regula a la fecha de publicación de este tomo de la Enciclopedia el servicio militar que se mantiene con carácter obligatorio y que afecta a los argentinos varones y mujeres nativos, por opción o naturalización, a los que voluntariamente se encuentren incorporados, a los varones convocados para cumplir el servicio de conscripción, a las reservas convocadas y a los extranjeros voluntarios. El servicio militar femenino no comprenderá el dé conscripción. El servicio idfe conscripción masculino se hace a los 20 años de edad y dura un año como mínimo y dos como máximo, salvo las excepcio- nes que determina la propia ley. Los estudiantes universitarios podrán solicitar una prórroga para la prestación del servicio hasta la iniciación del año siguiente a aquél en que finalicen sus estudios, pero no más allá de aquél en que cumplan 26 años de edad. La reserva de las fuerzas armadas afecta a .argentinos desde la edad de 20 años hasta de 35 y a partir de esa edad sólo podrán convocados en caso de guerra o conmoción terior. los la ser in- Se exceptúan del servicio militar: los enfermos o defectuosos físicos; los clérigos, los seminaristas, los religiosos, los miembros de asocia- ciones de vida en común oficialmente equiparados a estos últimos y los novicios del culto católico. Los ordinarios, los párrocos, los rectores de Iglesias y el personal indispensable para las Curias diocesanas y los seminarios, estarán comprendidos en la excepción aun en el caso de movilización. En caso de movilización los sacerdotes serán destinados para el servicio auxiliar de los capellanes, castrenses o para las organizaciones sanitarias. La excepción del servicio militar comprende también a los seminaristas y ministros de los cultos reconocidos oficialmente; a los que desempeñen cargos electivos en los Poderes Ejecutivo y Legislativo nacional provinciales; a los ministros y secretarios de Estado de la Nación y de las Provincias, así como a los subsecretarios; a los magistrados de la Corte Suprema, Cámaras de Apelaciones y Tribunales inferiores de la Nación y de las Provincias; a los gobernadores y secretarios dé territorios nacionales; a los intendentes y concejales municipales; a los rectores y decanos de Universidades nacionales, provinciales y privadas debidamente reconocidas; al personal superior de policía; a lo-s presidentes y directores de reparticiones autárquicas nacionales o provinciales; a los funcionarios nacionales que desempeñen sus cargos en el extranjero; y al personal asignado para el servicio civil de defensa. Se exceptúan de la conscripción el hijo matrimonial, extramatrimonial o adoptivo que sea único sostén con su trabajo personal de madre viuda, soltera, divorciada o separada de hecho, o de padre septuagenario o impedido, si bien en lo que se refiere al hijo extramatrimonial o al adoptivo, el reconocimiento o la adopción tienen que haber sido efectuados por lo menos cinco años antes de la fecha del sorteo; al hermano, único sostén con su trabajo personal de hermanos huérfanos de padres o abandonados que sean menores o impedidos; al ciudadano casado con hijo y al casado sin hijo que hubiere contraído matrimonio antes del sorteo dé su clase; al ciudadano con hijo extramatrimonial reconocido, que careciendo de recursos económicos fuere único sostén del núcleo familiar con su trabajo personal; a los que habiendo estado incorporados a las fuerzas armadas o a otras instituciones que determine la reglamentación de esta ley, hubieren pasado a la reserva con una clasificación no inferior a la de soldado instruidb o sus equivalentes; y al mayor de los hermanos pertenecientes a una misma clase. Tratándose de clases consecutivas el hermano mayor deberá ser dado de baja a la fecha de incorporación del hermano menor, salvo que aquél deba permanecer incorporado por mala conducta u otras causas desfavorables. La ley en sus artículos 42 a 50 establece las penalidades en que incurren quienes de un modo o de otro traten de eludir la prestación del servicio militar. SERVICIOS (LOCACIÓN DE).* El régimen de la locación de servicios en las legislaciones contemporáneas ha trasvasado su contenido a figuras contractuales específicas, cuyo espíritu responde a otros intereses sociales y económicos de aquella figura típica del Derecho romano. La locatio conductio romana ya sea en su configuración indiferenciada de casos contractuales, ya sea en su versión medieval con el tríptico de locatio conducti reit locatio conducü operis y locatio conducti operarum, definitivamente ha periclitado en la doctrina y la dogmática contemporánea. Se ha visto, por fin, con claridad, la diversidad de supuestos, de contenido económico y de técnica jurídica que requieren las figuras englobadas en el tradicional concepto unitario. Los Códigos actuales comienzan a legislar cada materia en forma específica y aun a remitirla a la legislación autónoma correspondiente. La locación de servicios en su versión contemporánea, por lo menos en la preceptiva jurídica, ha legado su contenido al Derecho laboral, comprensivo de tantas figuras contractuales, que ya no queda en los viejos Códigos civiles decimononos, sino el esquema supletorio para casos cada vez más excepcionales. El contrato, de trabajo, como paradigma de autonomía dogmática jurídica, ya se lo legisle en Código específico, ya en el mismo cuerpo civil, como en la vigente normativa italiana, ha señalado la vía a otras figuras menores como el contrato de aprendizaje, de servicios domésticos, de las profesiones liberales, para absorber el contenido de la locación de servicios, todavía superviviente en nuestro Código civil. Queda así, en la escueta preceptiva de este Código, sólo lo atinente a la definición romanista-medieval (art. 1623); las directivas sobre el servicio de los criados (costumbre colonialespañola; art. 1625) y las reglas para fijar el precio y las modalidades de trabajo en los casos de locación de servicios temporarios, o circunstanciales (arts. 1627 y 1628). Corresponde por lo tanto, hacer una breve síntesis sobre la evolución de la institución haciendo resaltar su ori- * Por el Dr. ARMANDO V. SILVA. gen romano y su desenvolvimieto, medieval hasta el siglo XIX. Entendemos que la preceptiva del Código Civil, mientras esté vigente en su esquema actual, sólo es aplicable por vía supletoria a la legislación especializada, y, en forma directa, a aquellas relaciones de servicios temporarias, sin permanencia entre las partes. lizar, en estos supuestos el cuerpo y la potencia física de la cosa. Locar una cosa, era lo esencial en estos contratos del Derecho romano, para disfrutarla, usarla en su potencia de trabajo o entregarla para que fuera objeto de una transformación o de un transporte. Por eso, muy tardíamente en Derecho romano. En el antiguo Derecho ape- época de la República, aparece un concepto nas se insinúa una locación de servicios por la equivalente para designar la locación de servicios de un nombre libre. Fuera de los supuestos en que se entrega un esclavo en arrendamiento (por parte de su dueño, al locatario) o prevalencia del régimen de la esclavitud, como mano de obra en la economía primitiva. Como contrato consensual, species locationis, forma parte de una concepción teórica de la locatio-conductio, que, según los intérpretes posteriores al Derecho romano, estaba integrada matemáticamente por: a) la locatio conductio reí, centrada en la conducta de ceder a otro el goce temporario de una cosa contra la retribución equivalente (merces); b) la locatio conductio operis, donde las conductas normadas se manifiestan así: una parte promete una actividad para alcanzar un resultado valioso en sentido económico, para la otra parte. Esta retribuye en pago un equivalente pecuniario (merces~), una vez recibida la obra; c) la locatio conductio operarum, cuando una parte pone sus servicios a disposición de otra, temporariamente, recibiendo en contraprestación el pago de una merces. De esta manera la locatio-conductio, como género de contrato consensual típico (al lado de la compraventa, sociedad, etc.) tenía como especies los paradigmas contractuales señalados C1). Los romanos quieren significar con la expresión locatio-conductio, dos hechos significativos se entregaba un esclavo para el trabajo servil, se presentaron casos en que un sujeto dedicaba su actividad en beneficio de otro por una retribución. Como no había figura contractual se utilizó la fórmula de la estipulatio, para la convención y se concedió a las partes las actio locati y conducti, respectivamente (2). La locatio operarum, siempre representó una excepción en la actividad económica romana, frente a la difundida locación de esclavos de trabajo. En estos supuestos y ante las dificultades de ubicación de las nuevas figuras contractuales, los jurisconsultos y jueces concibieron una locatio operis u operarum, para diferenciar la hipótesis del trabajo esclavo en arrendamiento, por parte de su dueño —locatio serví alieni— del trabajo del hombre libre o liberto, con su patrono. El sentido jurídico romano, asimiló el trabajo libre en locación, como una especie de la locatio-ccmdttctio y no de la venta (ewptío) de servicios, radicando la diferencia en el goce temporario dé la cosa o del servicio, en este caso. Además distinguieron el trabajo y prácticos. En primer lugar, locare quería de- esclavo y su esencia: se tomaba el cuerpo y eí cir en el comportamiento contractual aludido, que una parte colocaba públicamente, para ofrecerla, la cosa objeto de la obligación a la otra parte, según lo convenido (locare, de locus, lugar). Así por ejemplo, entregar la cosa, el campo o el metal para ser disfrutados o trabajados, respectivamente. Conductio, hace referencia al hecho de tomar servicio como una cosa, como objeto del contra- y llevarse, según convenio, la cosa, el objeto y el servicio, locado, mediante un precio (tuerces). Según las fuentes romanas, en el Derecho romano antiguo se conoció primero la locación de ganados y esclavos, para ser utilizados en trabajos agrícolas (J). En ese sentido la denominación resultaba lógica y gráfica, porque el arrendador colocaba (locatio^) al ganado (foovís) o al esclavo (servws) a disposición del arrendatario y éste los conducía consigo (cojwJwcere) para uti(1) En cuanto al origen del arrendamiento o locación en el Derecho romano es muy discutido y parece que se configuró como un •precario a mercede. V. Besta; La obligazioni Helia storia del Diritto italiano, Padova, 1936. Respecto al origen de la locatio fcovis o serví V. Instituías de Gayo, 4,28, traducción esp., Madrid 1943; Columela, De re rustica, I_ibr. I, caps. 6 y 7. to. En cambio, en el trabajo libre, concibieron que lo que entregaba y a lo que se obligaba el nombre libre al arrendar su trabajo, era el trabajo mismo o la obra suministrada; por lo tanto, pudo denominarse a este supuesto contractual locatio operarum o locatio operis, según los supuestos señalados, a .diferencia de la locatio serví o locatio hominis, como con crudeza se denominó el arrendamiento de esclavos. No todos los servicios fueron objeto del arrendamiento. Tratándose de servicios prestados por personas que ejercen profesiones liberales, no tuvieron ubicación en las figuras de la locatio conductio. En esta hipótesis los jurisconsultos se encontraron en la alternativa de considerar la relación como una prestación de servicios foperae~), o 'denegar la calificación de arrendamiento. Distinguieron así, las operae liberales, o sea la actividad desplegada por el agrimensor, el agrónomo, los retóricos, médicos y abogados atn(2) V. Ihering, Espíritu del Derecho romano, t. III, pág. 137; Maynz, Curso de Derecho romano, t. II, págs. 254 y 255. parados por defensas extraordinarias (cagniim extraordinaria) >(3). La conclusión que interesa, del antecedente romano es la siguiente: los jurisconsultos que trataron la materia, nos dejan entrever que regía para ellos una concepción unitaria de la relación jurídica y del tipo contractual que utilizaban, sin hacer distingos, de manera que el Derecho romano clásico nos presenta un concepto indiferenciado de la locatio conductio. , Ni Gayo (III-142), ni Ulpiano y Paulo, cuyas opiniones y comentarios figuran en el Digesto (Libr. 19, tít. 2, Ley 13, párrf. 5, 6 y 10, y Libr. 19, tít. 2, Ley 38) trataron los casos de locatio, distinguiendo los tres tipos de contratos que se atribuyen al Derecho romano. Bien se ha puesto en claro que la diferenciación indicada proviene del escolasticismo jurídico continental y que ha prevalecido en nuestro Derecho a través de la recepción en ei Derecho francés (4). De esta manera, la legislación del siglo XIX ha heredado el problema de locación de servicios, como una especie de la locatio romana, indiferenciada. Los Códigos civiles la tratan como una materia específica dentro del género, pero sin desarrollos por la escasa importancia social-económica que para ellos tenía el empleo industrial o comercial. Esta herencia romana a través del Código francés ha sido superada en nuestra legislación con la legislación del trabajo, y los diversos ordenamientos que se van configurando, con respecto al servicio domástico. (V. DOMÉSTICO. ESTATUTO DEL PEÓN. PROFESIONES LIBERALES. Asimismo todas las •voces sobre trabajadores y sobre trabajo). El tratamiento de esta materia, queda por lo tanto reducido a los pocos casos en que se puede aplicar las reglas del Código civil a una relación contractual de servicios prestados temporariamente y sin relación de dependencia habitual. Legislación comparada. En primer lugar están las legislaciones de origen romanista según la recepción en el Derecho francés. En ellas la locación de servicios integra la abstracta unidad de la locatio conducti. Así el libro Tercero, Título VIII del Código Napoleón, estatuye globalmente sobre la locación en general. Después establece los distingos dogmáticos. La categoría "locación de obra o de industria" (louage d' mmrage ou d'industñe), comprende estos tipos contractuales: a) la locación de servicios; b) la locación de obras (empresas) y c) el transporte de personas y mercaderías por agua o por tierra. En una sola definición señala las dos primeras (3) V. L. 1, Digesto libr. 13. Arangio Ruiz liace notar la falta de unidad del sistema en la locatio como figura in genere. Instituciones de Derecho romanot pág. 386, edic. argentina, 1952. (4) V. Puig Brutau, Fundamentos de Derecho civil, t. I, pág. 244 y la bibliografía romanista citada. Coin- cide con la opinión de Arangio Ruiz. categorías contractuales (art. 1710). La legislación obrera posterior ha originado el Código del trabajo y de la previsión social de 1910. Complementado por diversas leyes para ciertos sectores laborales. Por lo tanto la típica locación de servicios ha quedado como una pieza de arqueología jurídica en la escueta regulación del Código civil (arts. 1780, 1781). Predomina la legislación social con este concepto del contrato de trabajo (control de itravatT): "una convención por la cual una persona pone su actividad profesional a disposición de otra, de modo que trabaje bajo la dirección de ésta y para su provecho, mediante una remuneración denominada salario" (5). El paradigma del Código Napoleón, ha prevalecido en las legislaciones del siglo XIX. Así el Código español en el Libro Cuarto, título VI, dedica una regulación también escueta al arrendamiento en general (arts. 1542 a 1545) y luego hace la distinción de las figuras de arrendamiento de fincas rústicas y urbanas (arts. 1546 a 1582) y de arrendamiento de obras y servicios (arts. 1583 a 1603). Actualmente la materia del contrato de trabajo, como prestación de servicios en relación de dependencia habitual está regulada por una legislación especial y los civilistas consideran que la regulación del Código civil se ha visto reducida a los supuestos de prestación de servicios meramente ocasionales y que pueden distinguirse de la locación de obra y del mandato (e). El Código civil alemán ha iniciado en el siglo XX, la desintegración de la teoría romanamedieval, de la locación, ubicando las figuras contractuales comprendidas, en un sistema realista y diferente. El arrendamiento de cosas, se trata en forma autónoma a las figuras del contrato de trabajo y de empresas (locación de obras). El Código italiano vigente ha hecho la distinción dogmática más feliz en esta materia y definitivamente ha quebrado la tradición romanista que confundía figuras tan heterogéneas. Distingue así la locazione (art. 1.571) del appalto (art. 1.655) que es el contrato de empresa. Independientemente se regula el contrato de trabajo en el libro quinto del Código civil con el siguiente con- tenido: Título 1, cap. III (arts. 2067 a 2081), sobre el contrato colectivo; Titula 2 (arts. 2082 a 2221), sobre el trabajo en la empresa; Título 3 (arts. 2222 a 2238), el trabajo autónomo; éste comprende el contrato de obras y de las profesiones intelectuales; Título 4, arts. 2239 a 2246), el trabajo, subordinado y especialmente el trola ajo doméstico. 'Derecho positivo argentino. En la corriente (5) V. Planiol y Ripert, Tratado práctico de Derecha civil francés, t. XI, n? 767, La Habana, 1936. (6) V. Puig Brutau, op. cit., pág. 384, y Puig Peña, Tratado Ae Derecho civil español, t. IV 02), pág. 274 y sgts. romanista-medieval, francesa, nuestro Código civil al igual que otros de su tiempo en América y Europa, trata en forma abstracta y genérica la locación en un mismo título y propone la siguiente definición: "Habrá locación cuando dos partes se obliguen recíprocamente, la una a conceder el uso o goce de una cosa, o a ejecutar una obra, o prestar un servicio; y la otra a pagar por este uso, goce, obra o servicio, un precio determinado en dinero. El que paga el precio, se llama en este Código locatario, arrendatario o inquilino, y el que lo recibe, locador o arrendador. El precio se llama también arrendamiento o alquiler" (art. 1493). Aunque se corrija la terminología romana a fin de evitar la confusión de conceptos con la locación de obra, la definición y los elementos dados son romanistas de la época medieval, como se ha hecho notar. El Código civil en el libro II, secc. III, dedica capítulos diferentes a las tres categorías de locaciones: Título VI, caps. l v a 1° a la locación de cosas y Capítulo 8° a la locación de servicios y de obra. El tratamiento conjunto de la materia de la locación de servicio y de obra es tradición romana y la pobreza normativa respecto a la locación de servicios, expresa la concepción francesa del anclen régime y su economía pre-industrial. Nuestro codificador captó esta teoría del trabajo sin referirlo al fenómeno de la revolución industrial que se estaba produciendo en los países capitalistas con industrias en desarrollo. Los problemas laborales quedan excluidos del espíritu y de la letra del Código civil. La locación de servicios esté regulada en una breve articulación del capítulo indicado (arts. 1623 a 1628). La intención del codificador fue establecer un contrato tipo para todo trabajo, manual e intelectual que respondiera a la definición legal y que en la época de la sanción del Código civil, no estaban regulados por legislaciones o normas específicas. Actualmente el ámbito de aplicación de las normas y directivas generales que establece el Código, quedan reducidas a los supuestos de contratos individuales, con relación de dependencia pero sin los caracteres de hdbitualidad y permanencia. El propio legislador ya había dispuesto una exclusión originaria: "El servicio de las personas de uno y otro sexo que se conchabaren para servicio doméstico, será juzgado por las ordenanzas municipales o policiales de cada pueblo. Serán también juzgadas por las disposiciones especiales, las relaciones entre los artesanos y aprendices, y las mo de cosas, por las leyes del Código de comercio, y las de este Código respecto a la responsabilidad de las cosas que se les entrega" (art. 1624). La exclusión se ha producido paulatinamente con la promoción de la legislación obrera, desde la primera ley dictada con la finalidad de tutela específica al trabajador (ley N9 4661 de 1905 sobre ei descanso dominical). En ese proceso de creación de nuevas figuras contractuales y respectiva normatividad, autónoma del régimen^ civil, cabe señalar que toda la legislación obrera incluyendo empleados, está disciplinada por leyes especiales. Asimismo el régimen de trabajo de los empleados bancarios, de los peones de campo, abogados, procuradores y profesionales universitarios en general, está también excluido del régimen del Código civil. Debe entenderse que a algunas de esas actividades, adema:, del régimen específico, como especies de la locación de servicios, le son aplicables en forma supletoria las reglas del Derecho civil. El régimen del Código civil. El Código define la locación de servicios: "La locación de servicios es un contrato consensúa!, aunque el servicio hubiese de ser hecho en cosa que una de las partes debe entregar. Tiene lugar cuando una de las partes se obliga a prestar un servicio, y la otra a pagarle por ese servicio un precio en dinero. Los efectos de este contrato serán juzgados por las disposiciones de este Código sobre las obligaciones de hacer" (art. 1624). Es decir que establece dos elementos: a) Prestación de servicios por una parte, entendiéndose cualquier servicio (manual o intelectual) ( 7 ) y b) Pago de un precio en dinero,, por la otra parte. Los caracteres del contrato son los siguientes: Es bilateral al establecer obligaciones recíprocas a cargo de ambas partes, desde el momento mismo de su conclusión (art. 1138 Cód. civ.). Es consensúa]., ya que su conclusión queda firme desde el momento del acuerdo, que puede ser verbal. No es por lo tanto, formal ni real (art. 1140, Cód. civ.). Cuando el Código dice: .. .la locación de servicios es un contrato consensúa!, aunque el servicio hubiese de ser hecho en cosa que una de las partes debe entregar (art. 1623 1? parte) quiere significar que el acuerdo queda configurado desde el momento mismo en que se manifiesta el consentimiento, sin necesidad de la entrega de la cosa. Es un contrato a título oneroso ya que las ventajas recíprocas de las partes se compensan (art. 1139, Cód. civ.). Es también un contrato conmutativo porque desde el comienzo se concretan las prestaciones entre los maestros y discípulos. El servicio de los empresarios o agentes de transportes, tanto por tierra como por agua, tanto de personas co- (7) Ya lo establecía con más distinciones y precisiones el proyecto de Freitas en su art. 2696 respecto a laÍndole del servicio que podía ser intelectual o manual. recíprocas, sin que queden a la eventualidad de algún suceso futuro. Con respecto a su naturaleza jurídica, cabe recordar su comparación con la locación de obra. La doctrina ya ha esclarecido suficientemente las diferencias con el mandato y otras figuras del Derecho civil. Como en nuestro Derecho, puede haber confusión en lo que se refiere a los supuestos de hechos en que se configura una locación de servicio y una locación de obra, la doctrina le ha dedicado especial análisis. Además, se tiene en cuenta la importancia práctica en vista de las consecuencias distintas deambos contratos. En cuanto a los riesgos en la locación de obra están a cargo del locador o empresario y, salvo el caso de mora (art. 1630 del Cód. civ.) no tiene derecho a reclamar el precio si la obra se destruye por caso fortuito antes de la tradición al dueño o locatario. En la locación de servicios, los riesgos los soporta el locatario y el que los presta no pierde el derecho a la remuneración, auque fueran honorarios. También difieren las consecuencias en cuan- to a la prescripción. Para reclamar el pago del precio en la locación dé obra, es la ordinaria de 10 años entre presentes y 20 años entre ausentes (art. 4023). En la locación de servicios respecto al Derecho italiano, Abello, tan citada por nuestro juristas (10). De acuerdo al criterio señalado en el contrato de locación de servicios se debe una actividad sin consideración inmediata y directa con el resultado a obtenerse (aunque el locatario siempre tiene en miras dicho resultado). El resultado es extraño a la obligación del locador: puede o no alcanzarse a riesgo del locataric que paga por el tiempo del servicio. Claro que ellono excluye la aptitud, diligencia y experiencia del locador, exigibles en las tareas a su cargoC 11 )En la locación de obras o ejecución de ellas, lo que se ofrece por el locador es el resultado final, sin directa consideración al esfuerzo o trabajo para lograrlo. Por lo tanto, también se hace responsable de la entrega de la ot>ia, a su terminación. b) El criterio de la forma o modo de retribución. Así en el contrato de locación de servicios, lo común es que la remuneración sea proporcional al tiempo de duración del trabajo, aunque se pague a veces a destajo; en la prestación de una obra, se suele fijar la retribución en proporción al número y medida de las obras realizadas y entregadas. es comúnmente breve y se prescribe al año la Pueden darse los ejemplos claros de los su- obligación de pagar a los criados de servicios, puestos enunciados: cuando se entrega a un pintor la ejecución de un cuadro, al joyero la de una alhaja especial, a un escritor una obra dramática determinada, etcétera. En estos casos hay contrato de locación de obra. Asimismo, cuando se contrata a un obrero, jardinero, profesor, ingeniero, etcétera para trabajar a tanto por día, meses o años sin consideración a una obra o 9 etcétera (arts. 4035 inc. 5 ); según los supuestos la prescripción puede ser también de 1, 2 y 5 años (arts. 4032 y 4035, incs. 39 y 5 9 ). En lo que hace la responsabilidad, el empresario asume y responde por los daños a terceros. En la locación de servicios el locatario es el que responde por los daños causados por el locador (art. 1113 Cód. civ.) (8). La doctrina y la jurisprudencia señalan puntos esenciales para la diferenciación entre la locación de servicios y de obras. Se han perfilado tres criterios tradicionales para tal efecto; que resumen los puntos de vista dispares del enfoque, para resolver el problema. a) Según la finalidad perseguida por ambos contratantes y, especialmente las miras que ten- ga el locatario, en cuanto beneficio económico: el Ofus o el servicio. Es el criterio del resultado buscado y querido que en nuestro Derecho ha tenido sus expositores en Machado, Spota, prin- cipalmente (9), y, en el Derecho comparado se ha consagrado como criterio esencial de distinción en el Código civil alemán (art. 631 y Exposición de Motivos"). De los autores extranjeros Enneccerus resalta esta distinción y con (8) V. Sobre este punto, Spota, Tratado de la locación de obra, vol. 1, n? 2, págs. 4 y 6; Salvat, Contratos, t. II, núms. 1192 y 1194. (9) V. Machado, J. O., Exposición y comentarios del Código civil argentino, t. IV, pág. 412 y sgts., Bs. Aires, 1899; Spota, en su Tratado de locación de obras, vol. I, núms. 10 a 13. resultado, fuera de la responsabilidad contractual, asumida por el locador. Pero hay supuestos en que según el criterio de la remuneración, no es tan fácil la distinción, como en el ejemplo que trae Enneccerus del maestro de obras a quien se remunera según sus horas de trabajo, lo que aparentemente hará parecer la prestación comprometida a la locación de servicios. c) El criterio de la autonomía o subordinación del trabajo, es el que se ha analizado más agudamente con respecto al contrato de trabajo por los especialistas de esta materia y nos remitimos a esa voz en la Enciclopedia. Consiste en diferenciar ambos contratos según exista o no esa subordinación y dependencia del que presta el servicio. Si existe subordinación o de(10) Enneccerus, Tratado de Derecho civil. "Derecho cíe Obligaciones", (revisado por Heinrich Lehmann), vol. II, pág. 238 y sgts., Barcelona 1950; Abello, L., DelTa locazione, t. 3, pág, 131 y sgts., Napoli 1922. ( 1 1 ) Así lo hace notar Rezzónico, quien cita jurisprudencia abundante que recoge este criterio de distinción. V. Estudio de los contratos. "Locación de cosas; Locación* de servicios y Locación de obras", pág. 498 y sgts., Bs. Aires 1959. pendencia jurídica y económica, hay locación de servicios o relación laboral. Si hay autonomía para dirigir la obra, hay locación de obra. BIBLIOGRAFÍA. — La citada en el texto y notas. SERVICIOS PÚBLICOS. (V. CONCESIÓN DE SERVICIOS PÚBLICOS. CONTRATO ADMINIS- TRATIVO). SERVIDUMBRE DE ACUEDUCTO. (V. SERVIDUMBRES). SERVIDUMBRE DE AGUAS. (V. SERVIDUMBRES). SERVIDUMBRE DE ESTRIBO DE PRESA. El artículo 554 del Código civil español define esta servidumbre legal en los siguientes términos: "Cuando para la derivación o toma de aguas de un río o arroyo, o para el aprovechamiento de otras corrientes continuas o discontinuas, fuere necesario establecer una presa, y el que haya de hacerlo no sea dueño de las riberas o terrenos en que necesite apoyarla, podrá establecer la servidumbre de estribo de presa, previa la indemnización correspondiente". SERVIDUMBRE DE PASO. (V. SERVIDUMBRES). SERVIDUMBRE DE PASTOS. (V. SERVIDUMBRES). SERVIDUMBRE HUMANA. (V. PLAGIO. PRIVACIÓN DE LIBERTAD). SERVIDUMBRES (DERECHO PRIVADO). * SUMARIO: I. INTRODUCCIÓN. 1. Etimología. 2. Derecho romano. 3. Ubicación sistemática y metodología: a) Ubicación sistemática, b) El método, c) El método en el Derecho Comparado, d) Proyectos argentinos. 2) Servidumbres personales. Deiecho comparado. 3) Contenido de las servidumbres. 4) Caracteres comunes. 5) Concepto. II. SERVIDUMBRES REALES. 6) Concepto. Condiciones de existencia y caracteres, a) Concepto, b) Condiciones de existencia, c) Caracteres. 7) Clasificación. 8) Modos de címsitución: a) Clasificación. Constitución por título, b) Constitución por actos entre vivos, c) Constitución por actos de última voluntad, d) Capacidad y sujetos titulares, capacidad de hecho, e) Modalidades de constitución, f) Constitución por destino del padre de familia, g) Constitución por -prescripción adquisitiva (_usucaf>ión). h) Constitución forzosa (impuesta por la ley si se cumplen los supuestos de hecho previstos). 9) Extinción de las servidumbres prediales, a) Por el cumplimiento del plazo o de la condición, b) Por imposibilidad de ejercicio, c) Por renuncia. Expresa o tácita, d) Por confusión, e) Extinción por no uso. 10) Efectos de la constitución de servidumbres. * Por el Di. ARMANDO V. SILVA. a) Derechos del titular del predio dominante, b) Deberes del titular del predio dominante, c) Derechos del titular del predio sirviente, d) Deberes del titular del predio sirviente. III. DEFENSA. Clases de acciones. 11) Defensas y protección legal del titular de las servidumbres. Acciones reales. 12) La acción confesaría. 13) Acciones posesorias del titular de las servidumbres. 14) Defensas extrajudiciales del titular de las servidumbres. 15) Defensas del titular del predio sirviente. I. INTRODUCCIÓN 1. Etimología. Antecedente lingüístico en el latín clásico: servitws, servitutis, con el significado de servicio y sumisión de los hombres, de las cosas y los animales. Originariamente, servus, mentaba al esclavo. En el latín tardío se empleó servitudo, servitudinis que, en su acepción jurídica, se incorpora al castellano en el siglo XIII. En el Derecho romano fundus servus o serviens hace alusión al inmueble que presta el servicio. Fundus cui servitus debetur, indica al fundo dominante, beneficiario. Como se verá en el desarrollo de este trabajo, el Derecho bizantino-romano, introdujo una clasificación unitaria que comprende a las clásicas servitutes (jura praedioAiin) y las servitutes personarum con sus cuatro tipos: mus jructus; usus; habitat» y las operae servonm el animalium. Con la supresión de las dos últimas categorías de las personales, la clasificación romana y su divisio justinianea, pasó al Derecho europeo a través de la Glosa y, como es notorio, la fuerza de la tradición perdura en el sistema del Derecho comparado contemporáneo. 2. Derecho romano. La idea que preside estas instituciones en el Derecho romano es siempre la del señorío que puede ejercitarse sobre cosas y hombres en condición servil. Así se patentiza en la terminología y el proceder de los romanos. La institución central es el dominio —ex iure quiritium— que en la estructura económico-política de la sociedad primitiva adquirió relieves culturales predominantes. El señorío del propietario justificaba todas las sumisiones necesarias para la existencia del dominio y los servicios prestados por cosas, hombres y animales, determinaron la intensidad de las cargas al dominio ajeno. Los iura in re aliena se fueron constituyendo según las necesidades prácticas de la vida agraria original en esta civilización. Con relación a las cosas bajo dominio, por el Derecho quiritario fueron muy limitados. Las servidumbres •prediales constituyeron las únicas categorías conocidas en el más antiguo Derecho romano. En 3a época republicana aparece el usufructo, para satisfacer necesidades alimentarias de su titular, esencialmente. Desde entonces, el concepto de servitutes va adquiriendo mayor contenido, limitando, en parte, el absolutismo del dominio ex iure quiritium. Sin embargo, hasta el Derecho justinianeo, la concepción primitiva del dominio, con sus caracteres políticos-económicos, determinó el alcance y significado de los gravámenes permitidos en la cosa de propiedad ajena, objeto del derecho de servidumbre. Derecho romano primitivo y clásico. I. Servitutes, sobre predios, eran los únicos derechos sobre cosa ajena practicados. En ese sentido, debe interpretarse la definición de Pomponio, recogida en el Digesto: Servitutium non ea natura est, ut aliquid faciat qviis. . . set ut aliquid, •patiatur aut non faciat ("No es de la naturaleza de las servidumbres que alguien haga alguna cosa. .. sino que tolere alguna cosa o no la haga". Dig. Ley 15, párrf. 1, De Servit. L VIIItít. 1). Aplicable a la institución conocida en el antiguo Derecho (mores) y recogida, interpretada y corregida por la Ley de las Doce Tablas. Más tarde este principio de interpretación pudo ser aplicado a todos los iura in re aliena, como servidumbres personales. (Praed. rust. Libro III-tít. 3.) El iter, consistente en la facultad de paso a pie, a caballo o en litera. El «etws agregando a las facultades del iter, la del paso del ganado y de carruajes del fundo dominante. Sobre estas servidumbres esenciales en el Derecho antiguo romano, se hizo toda una teoría de su función, constitución, modalidades y límites, recogida por la jurisprudencia pontificial y por el Derecho pretorio —a través del álbum del Edicto—. En el Derecho justinianeo se formula la doctrina de los círculos concéntrios, de tal manera que el actus comprende al iter y alguna facultad más y la vía al actus y alguna otra facultad, según la cita de Ulpiano (V. Dig. Ley 1-párrf. 1, libr. VHI-tít. 3 y ley 5, párrafo 1). b) La servidumbre de acueducto cuyo supuesto del Derecho clásico está recogido en la Instituta: "Acpiaeductus est ius atfuae ducendae •per fundum alienum". El concepto ha pasado a nuestro Código civil (art. 3082, in fine'). Sobre su realidad y la forma de ejercerla nos recuerda una cita del Digesto: "Escribe Quinto Muscio, que cuando por un fundo ajeno hubiere el paso de agua, o diario o estival, o de otra que tenga intervalos más largos, es lícito poner en la corriente cañería propia o de barro, o de cualquier otra clase, que más desahogadamente escurra el agua; y que es lícito hacer en la corriente lo que uno quiera, con tal que el dueño del predio no le haga más gravosa la servidumbre de acueducto" (Dig. Ley 15, tít. Ill-libro VIII). c) Servituts aquae haustus, servidumbre que da derecho a sacar agua. d) Servitus pécaris ad aquam appulsus, que da la facultad de conducir el ganado a abrevar en el fundo de otro. e) lus pascendi o derecho de pastaje. f) Servitutes calcis coquendae, cretae eximendae, que dan derecho a tomar cal y cocerla del fundo sirviente y las similares, servitutes arenae. fodiendae, para extraer arena. De las cuatro primitivas —iter, actus, vía, (Kjuaeductus— recogidas e interpretadas por la Ley de las Doce Tablas, el cuadro se ha integrado por las figuras construidas sobre hechos similares y que el tráfico económico y las conquistas de nuevas tierras hicieron necesaria su configuración, en el Derecho pretoriano. 2) Servitutes praediorum urbanorum: Estas servidumbres son más recientes y se establecieron en Roma y las nuevas ciudades, en los predios edificados. Las principales figuras eran las siguientes: a) Altius non tollendi, ne Iwniníbus officiafrur, que establecía la prohibición de levantar construcciones en el fundo sirviente, para no molestar la vista, ni quitar la luz al fundo dominante. Citada por Gayo e incluida en el Digesto: Ley 2, De Serv. Praed. urb. L-VIlI-tít. 2 e Ins,tituta). b) Servitutes stillicidii vel fluminis recipiendi o servidumbre de cloaca que obligaba a los fundos sirvientes a recibir el agua pluvial del dominante, ya sea gota a gota (stillicidii') o recogida por algún conducto (fZwtnew). c) Servitutes tigni immitendi que daba la facultad de apoyar en la pared del vecino materiales de construcción o vigas ligeras. d) Oneris ferendi, que consistía en el derecho de apoyar la construcción en el muro o en la columna del fundo sirviente. Ha dado origen a una discusión famosa en el Derecho romano. El problema se planteaba cuando se ponían a cargo del titular del fundo sirviente los gastos de conservación del muro o la columna sostén. Porque, según la definición de Pomponio, ya citada, la servidumbre predial no puede consistir en una obligación de hacer. Ulpiano planteó el problema y citó las opiniones contrarias de Galo y Servio. Se admitió como excepción al principio, cuando se estipulaban los gastos de conservación, aparte de la constitución de la servidumbre o como una cosa accesoria, para el mantenimiento de la servidumbre (V. Ulpiano, Dig. Ley 6, si serví. Libr. VIII-tít. 5). El problema es aún de Derecho actual, como se verá más adelante. La distinción romana en servidumbres rurales y urbanas ha perdido importancia en el Derecho actual. En aquel orden jurídico dio motivo a controversias doctrinarias, su definición y régimen. Basta recordar que las servidumbres rústicas y las más antiguas, eran incluidas en la clasificación de res mancipi (cosas de importancia política y económica fundamental), las que estaban sometidas al régimen prevalente en materia de constitución, defensa, transmisión y extinción. Las servidumbres urbanas, en cambio, eran consideradas res nec mancipi y esto tenía importancia en sus modos de constitución. En la época republicana, aparece como tipo de iura in re aliena el usufructo. Según las fuentes conocidas, en el Derecho clásico, no fue considerado una servitute, así como el uso j la habitación, que se desarrollaron sobre la idea básica del primero. 2) Legislación justinianea. I. Metodología de la materia. En el Digesto se agrupan el usufructus, el usus y la habitatio, como institutos específicos, pero considerados por la doctrina como senñtutes personarum (litro VII). Luego en el libro VIII, regula las servidumbres prediales y en la citada ley 1, da la clasificación entonces aceptada: "Las servidumbres o son personales como el uso y el usufructo, o reales, como las servidumbres de los predios rústicos y urbanos" (Marciano, Dig. De Serv. Ley 1, L-VIII). Se legisla como si la servidumbre fuera el género y el usufructo, el uso y la habitación las especies. Pero el empirismo dé la casuística romana se introduce en la metodología y en el libro VIII. Después de tratar unas de las especies (servitutes personarum) se legisla sobre la otra: servitutes rerum. Extraño tratamiento que tiene su proyección en la doctrina considerada por nuestro codificador y en la metodología introducida en el Código civil argentino (J). La doctrina justinianea considera en un concepto global a las servidumbres, a diferencia del Derecho clásico que sólo llama servidumbre a las prediales. Pero la metodología del Digesto y de la legislación de esta época, refleja la teoría clásica receptada. Servitutes personarum consistían en las siguientes situaciones de hecho: el usus fructus, el usus, la habitatio y las operae servorum et animalium, además de estos cuatro tipos definidos existían clases de derechos de goce personal de la cosa, que configuraban servidumbres irregulares. La investigación romanista ha llegado a la conclusión que fueron los compiladores justi- nianeos quienes introdujeron la distinción y la terminología. Además, se han descubierto interpolaciones para introducir el concepto dé servidumbres personales en los textos clásicos que la desconocían como tales (2). (1) V. Allende, G. L., Tratado de las servidumbres, pág. 27 y sgts., ed. Abeledo Pertot, Bs. Aires, 1963, y Spota, A., Tratado de Derecho de agua, t. u, núms. 1038/ 39, donde hace una síntesis de la doctrina y bibliografía romanista. (2) Longo, "La categoría delle servitutes nel Diiitto romano clásico", en el Eulletino dell'Istit. de Dir. ro~ Principios comunes a las servidumbres. Para los romanos el fundo libre de cargas era calificado de optimnis maximusque, y ese era el estado ordinario, conservando el propietario todas sus potestades sobre la cosa. Las servidumbres constituían una restricción a los derechos del propietario, a sus facultades de señorío y el derecho sobre la cosa ajena del titular del grava- men se concretaba en un goce o en un -uso. En general, la carga consistía como lo había dicho Pomponio en un "tolerar" o en un "no hacer", según se señaló, de parte del propietario del fundo sirviente. Debe tenerse en cuenta que esta regla se expresaba también en esta forma: Servitws in faciendo consistere nequit sed tantummodo in non faciendo. Admitía una excepción, como ya señaló en las oneris-ferendi; cuestión práctica que ha sido receptada en Códigos actuales con un sentido razonable: "para hacer posible el ejercicio de la servidumbre y como prestación accesoria". Desde el punto de vista activo, el gravamen siempre consistió en lo siguiente: in faciendo, in habendo, in prohibendo. Otro principio que rigió para las servidumbres: Que debía establecerse sobre un inmueble o cosa ajena: . . .nulli enimres sua servit (porque a nadie le presta servidumbre su propia cosa), como ya lo había enunciado Paulo, citado por el Digesto (.Dig. Ley 26, de servitutes praed. wb. Libr. Vlü-tít. 2). Enunciado de diferente manera: Nemini res sua servit o nulli res su servit fue un principio aplicado a todas las servidumbres. Este principio sufre algunas excepciones en el Derecho contemporáneo, como se verá en la legislación comparada. Como consecuencia de las ventajas que la servidumbre concede y que son obtenidas en la esfera de poderes y facultades del propietario, además de la señalada, también debe procurar al titular, una utilidad concreta. No una ventaja hipotética ni una simple incomodidad, en la propiedad sirviente, sin provecho para la persona o el fundo dominante. Así se establece en el Digesto, citando a Pomponio: Quotiens nec hominum nec praediorum servitvtes sunt, qtuia nihil vicinorum interest, nom vdet. Cuando las servidumbres no son a favor de los hombres ni de los predios, porque nada interesa a los vecinos, no son válidas. . . (Dig. Ley 15 "de servt.", lib. VHI-tít. 1). Estos tres principios fueron concebidos para todas las servidumbres en el Derecho justinianeo; en su concepción global, unitaria. Pueden ser aplicables a todos los iura in re aliena, ya que en el Derecho antiguo y clásico, no se concibieron sino las servidumbres como prototipos. La distinción bizantina, expresada en el cimano, pág. 281 y sgts., n? 11, 1899, cit. por Arangio Ruiz en Instituciones..., pág. 198. V. Biondi, B., op. cit., pág. 44. tado texto atribuido a Marciano en Digesto interpolación a los textos clásicos, recogidos por los juristas justinianeos. Así lo pone de manifiesto la actual investigación romanista (3). 29, De -usucap. Libr. XLI-tít. 3). Petit dice que "por regla general se coloca después de Cicerón (la fecha de esta ley), quien hace todavía alusión a la usucapicm de las servidumbres (ProCaecina). . . bajo el consulado de L. Scribo- Parece que los juristas de Justiniano, quisie- nius Libo" (V. Petit, E., Tratado Eletnental de (ley 1, lib. VIII, tít. I), ha sido obra de una ron hacer una "aplicación por analogía de la designación servitutis al usufructus, al usus y a la habitatio, pero constituyendo una síntesis meramente nominal de la jurisprudencia romana, implicando en ello su poco valor práctico y su característica de construcción jurídica meramente teórica" (4). Modos de adquisición, extinción y defensa. Cabe hacer solamente una reseña. Corresponde el tratamiento de estas materias, cuando se trata de las servidumbres en particular. Modos de adquisición. Se aplican en lo que correspondan, los principios que rigen la transmisión del dominio. El modo contractual, tuvo, en el Derecho antiguo, muy poca aplicación. En el Derecho clásico de los juristas se admite la mancipatio, teniendo en cuenta que las servidumbres prediales, por ser res manicipi, eran suceptibles de transmitirse por ese medio antiguo. Las fuentes citan las cuatro más antiguas, que tenían esa condición de pertenecer al antiquísimo patrimonio romano, en calidad de elementos constitutr-os (res mancipT): vía, iter, actus y aquaeductitj (Ulpiano, en el Digesto se recoge su enumeración: Servitutes rusticonum sunt: haec: iter, actus, vía, aquaeductus. Ley 1, Libr. VIII, tít. 3). En general las servitutes praediorum se constituyeron por los siguientes modos, comunes para las res manicipi: a) In iure cessio, modo utilizado para toda categoría de cosas (V. IN IURE CESSIO en esta Enciclopedia). Pronto cayó en desuso, este medio primitivo de transmisión, a medida que progresaban los procedimientos judiciales. Todavía fue utiliza- do para transmitir el usufructo en la primera época imperial. Justiniano lo abolió definitivamente. b) Por adiudicatio, consistente en un pronunciamiento del juez, en un iudichi-m legitimun, con motivo de una partición. Así consta en el Digesto al tratarse la materia De familiae erciscundae (Libr. XII, tít. 2 y Gayo, IV, párrafo 100). c) Por testamento en virtud de un legado •per vindicationem. Así, también consta en el Digesto (ley 16, libr. VIII, tít. 4). d) Por usucapión, según una mención de Paulo sobre la ley Scribonia que la suprimió en la época republicana. (¡Digesto, ley 4 párrf. (3) V. Biondi, B., op. cit., pág. 34, pan. 3; Venezian, Giácomo, "Dell'usufrutto", en I? Diritto italiano civile, t. I, pág. 97, n? 43, Nápoles-Turín, 1931; Arangio Ruiz, Instituciones de Derecho romano, págs. 198 y 259 y sgts., ed. argentina, Bs. Aires 1952. (4) Venezian, G., oj>. cit. en nota anterior. Derecho Romano, pág. 320/21 y nota 222, núm. 4. Edic. Arg., Bs. Aires, 1954). Este modo de adquisición tenía su explicación de acuer- do a la concepción antigua de las cosas en dominio y su proyección sobre las servidumbres prediales que eran también concebidas como cosas corporales y confundidas con el fundo gravado. En él Derecho pretoriano. El pretor sancionó nuevos modos de adquisición de las servidumbres con nuevas ideas jurídicas sobre los institutos y las necesidades del tráfico inmobiliario, sobre todo, en las provincias. Habiéndose concibido una quasi possessio o possessio-iuris para explicar el hecho de las servidumbres, se habría empezado a conceder por el pretor una quusitraditio, cuando el propietario del fundo sirviente, con motivo de una estipulación o venta, haya convenido dejar ejercer la servidumbre. Este modo recibió consagración definitiva en el Digesto citando a Paulo (V. Dig. Ley 25, libr. VIII, tít. 6). Otra forma, creada por el pretor e incorporada al Derecho bizantino, la forma denominada longi temporis praescriptio, requería un usuis diuturnus o longa consuetudo. Debía ser ejercida sobre el fundo vecino sin oposición del propietario y la quasi-possessio, dtebía estar exenta de vicios. Al parecer, no se exigía en la primera época ni justo título ni plazo determinado (Ulpiano, cit. Digesto, ley 10, libr. VIII, tít. 5). En los fundos provinciales se permitía también la reserva de una servidumbre en la transmisión de un fundo de esa condición nec mancipi. Derecho jttstinianeo. Los modos pretorianos continuaron su desarrollo, sobre todo, en materia de interdictos quasi possessorios. La manápatio y la in iure cessio, cayeron en completo desuso. Por último, se produce la fusión de los institutos del Derecho civil estricto y del Derecho pretorio, simplificándose las formas. Las servidumbres podían ser constituidas: a) Por qutisi traditio, sobre todo, en el usufructo y en las servidumbres rústicas. Se utilizaba en caso de ejecución de una convención a la cual se unía una cláusula penal: pactis et stipulationibus, según las Instituías (párrafo 49, ht.). Llegó a ser un modo común de transmisión entre vivos con respecto a los fundos provinciales. En Roma, parece que no se utilizó este medio pretoriano. b) Por una reserva en la tradición de un fundo. Aquí la traditio ha substituido a la mancipatio por disposición de los redactores del Digesto. c) Por testamento, usando como medio un legado, según las Institutos (párrf. 49 ht.). d) Por adiudicatio, que se conserva como modo de adquisición a título originario, igual que la litis aestimatio. e) Por prescripción, dando vigencia a la idea de la quasi-possessio. La cual debía estar exenta de vicios y haberse ejercido durante diez años entre presentes, veinte entre ausentes y haber reunido los requisitos para usucapir la pro- piedad. (V. Código, ley 12, libr. VII, tít. 33). O Por destino del padre de familia. "El De- recho justinianeo parece, en fin, admitir, pero más bien en ciertos casos esporádicos como principio general, el modo de constitución de las servidumbres que los modernos llaman destino del padre de familia, es decir, que mediante la ría, a los efectos de su extinción un acto positivo del propietario del fundo sirviente. Es decir, un acto contrario a su deber de abstención. Por ejemplo, en la servitute altius non tollendi cuando el titular del fundo sirviente construyera más alto que lo convenido. Para que se produzca la usucapió libertatis en este supuesto era también necesario que el propietario del fundo dominante no se opusiera a esa actividad contraria a la abstención, por todo el tiempo requerido jurídicamente para la usucapió. En el Derecho contemporáneo, como se verá más adelante, la distinción esencial se establece sobre la base de la continuidad o discontinuidad del ejercicio de las servidumbres y de la publicidad o clandestinidad de los actos necesarios de los titulares respectivos (6). enajenación se transformen en servidumbres los b) Por la pérdida de uno Ae los fundos. Si servicios que de hecho, pero permanentemente, prestaba un fundo a otro, cuando su propietario era único" y agrega el autor citado: "El Dere- se trata del supuesto de haberse perdido !a capacidad económica del fundo sirviente en forma definitiva. También si en el dominante han cho clásico parece haber admitido solamente que sobrevenido mutaciones, que hacen imposible el servicio. Las modificaciones temporales no imconstituida sobre varios fundos, pudiese consi- pedían la continuación del gravamen. El ejemderarse como única, y en consecuencia perma- plo de las fuentes es el de un fundo inundado necer intacta aun si temporariamente el propie- en el terreno donde se ejerce el paso; si las aguas se retiran el servicio renace, a menos que se tario de uno de los fundos sirvientes fuese también propietario del dominante (Dig. 8, 3, haya producido la hipótesis del no uso. Así surge de un texto citado de Javoleno en el Digesto 31)" 00. (ley 14, libr. VIII, tít. 6). Modos de extinción. En el Derecho clásico en c) Por confusión, cuando en una misma cageneral, por los mismos medios que se constituían. Es decir, por mancipatio, iure incessio y beza se reúne la titularidad del dominio sobre ambos fundos. Aquí rige el principio señalado: por legado. En el Derecho justinianeo, se perfeccionaron nulli res sua servit. Nadie puede constituir seralgunos medios de extinción y se abolieron vidumbre en su propia cosa (Gayo, en el Diotros, a) Por el no -uso, consistente en estimar gesto, ley 1, libr. VIII, tít. 6). En el Derecho el hecho de no ser ejercida la servidumbre por el romano no se consideró la hipótesis del renacititular del predio dominante o por otra persona miento de la servitute, si el titular causante de obrando en su interés. Así consta en el Digesto, la confusión, vuelve a transmitir por separado recogiendo una cita de Paulo (ley 5, libr. VIII, los predios. Como ya se hizo notar el modo "por tít. 6). El tiempo del no -uso, del usufructo o destino del padre de familia" no se conoció, side la servidumbre, es el mismo computado para no en excepcionales hipótesis planteadas por los la usucapión o la prescripción adquisitiva de juristas bizantinos. El principio enunciado al inmuebles. En el Derecho clásico se computa- respecto por Paulo: Nemo res sua servit (Diban dos años. En el bizantino romano, diez años gesto, ley 26, libr. VIII, tít. 2) ha sido acogido inter^praesentes y veinte, inter-absentes. Pero por las legislaciones modernas, con algunas exlos justinianeos han hecho estas distinciones: cepciones en el Derecho germánico, como se para el usufructo y para las servidumbres rús- comentará más adelante. ticas que requieren una actividad positiva tfel Este supuesto se denominaba confusio, en catitular en el predio sirviente (que se pueda so de servidumbres extinguidas por haberse reconstatar y computar en el tiempo) el no uso unido dominio y ius in re: en una sola cabeza. era receptado por la legislación y la jurispruden- Para el supuesto similar en caso de usufructo, cia, ya que la obra del hombre podía ser locali- consolidatio. Defensas de la servidumbre. El Derecho rozada en fecha precisa. Para las servidumbres negativas, todas urbanas, cuyo ejercicio no re- mano presenta un cuadro complejo de las accioquería la obra del hombre y, por lo tanto, no nes e interdictos utilizados para defensa de los podían ser objeto de uso o de no uso, en el hura in re aliena y de las servidumbres en parsentido de actos positivos del titular del fundo ticular. Si se tiene en cuenta los períodos y las dominante (v. gr. Altius non tollendi, stillicidi, superposiciones de regímenes jurídicos en ellos cloacae, ne luminibus officiatur, etc.), se requeuna servidumbre (por ejemplo, de acueducto), (5) V. Arangio Ruiz, crp. tít., págs. 273/4. (6) V. Petit, Tratado elemental de Derecha ronuma, ? 224 y textos citados. manifestados hasta llegar al Derecho de Justiniano no debe sorprender esa complejidad, puesta de manifiesto por los estudios romanistas. Recordamos solamente, que, de la época clásica se han conservado las acciones del antiguo Derecho civil (qiuiritario'). Luego la actividad del pretor ha creado las acciones pretorias, por modificación lenta de las fórmulas (7) o por extensión de ellas a casos no comprendidos en el estricto Derecho civil. Las acciones reales civiles del antiguo Derecho, se ejercían en persecución de una cosa, contra cualquier persona y eran las siguientes: la reí vindicatio, la principal actio in rem; la negativae o negatoriae, según la denominaban los clásicos (8); la confessoriae y la petición de herencia. Las acciones reales pretorias: La reí vindicatio utilis, para extender a casos no comprendidos por la reivindicación del antiguo Derecho, por ejemplo, la propiedad de los fundos provinciales. Las acciones negatorias y confesorios útiles, para hacer negar o reconocer la existencia de una servidumbre predial sobre un fundo gravado con otra carga real (enfiteusis o hipoteca). La acción publiciana para el poseedor que detentase la cosa con ánimo de dueño. Las acciones reales y las servidumbres. La reí vindicatio y la actio negativae se otorgaban principalmente para defender la cosa en propiedad. La primera, cuando el ataque al dominio significaba la desposesión del propietario, es decir, estaba en juego la existencia del dominio y la posesión de la cosa, a merced del sujeto demandado. La segunda en casos de perturbaciones menos graves, consistentes en "actividad tal que aminore aquella plenitud de goce que el Derecho le atribuye, u omita las precauciones necerias para evitar daños", de parte de un sujeto sin relación jurídica con el propietario. La existencia y la plenitud de la propiedad de la cosa, que salvo raras excepciones, permanece en posesión del titular, constituyen las causas de estas defensas y sus presupuestos básicos, para entender su mecanismo y recepción en el Derecho posterior (europeo y americano). La actio negativae, precisamente, nació previendo el ataque o perturbación a la propiedad, por el ejercicio indebido de un iura in re aliena que se atribuye un sujeto '(el demandado). Los ejemplos de las fuentes, hacen mención a la servidumbre que se atribuye un tercero sobre la cosa en posesión de su verdadero propietario (9). (7) V. Arangiu Ruiz, op. cit., págs. 239 y 276; Cuenca, H., Proceso civil romano, pág. 203 y sgfs-, nums. 194, 196, 197, 200, 201 y 204, Bs. Aires, 1957. (8) Arangio Ruiz en la op. cit., págs. 276/77, hace notar "por la partícula negativa" que contenían las fórmulas, estas acciones eran denominadas negativae. Cita Gayo, IV, 2. El actor, negaba la existencia del usufructo o de la servidumbre. (9) V. Arangio Ruiz, Instituciones..., págs. 239 y 245. Para el Derecho clásico y ya en la época del procedimiento formulario estaba vigente el concepto de Gayo: "La acción es real cuando pretendemos que una cosa corporal es nuestra, o bien que un cierto derecho nos pertenece, por ejemplo, el derecho de usar una cosa, o de usufructuarla, o de pasar, solo o con ganado, o de hacer pasar agua, o de elevar nuestro edificio, o de mirar; o bien por el contrario cuando es al adversario a quien pertenece la acción negatoria" (10). Aquí se menciona el derecho subjetivo del propietario en la acción de reivindicación de una cosa, ejemplificando también las reivincatio servitutis y el supuesto de la actio negativae. En la fórmula de la intentio, al introducir el petitorio de esta actio negativae se hacía constar una negación del derecho pretendido por el demandado y quien se atribuía una servidum- bre u otro iura in re aliena. A diferencia de la afirmación en las otras acciones reales, conde se sostiene la existencia o titularidad de un derecho (dominio o servidumbre) el actor-propietario de la cosa que se pretende ilegítimamente . gravada sostiene una negación (o la inexistencia) del usufructo o de la servidumbre sobre ella. "Por la partícula negativa que normalmente está contenida en este segundo tipo de fórmulas las acciones eran llamadas por los clásicos negativae (Gayo, IV, 2), quizá también negatoriae. . ." O1). Para la justa ubicación sistemática debe recordarse que se la utilizó preferentemente para la defensa de la plenitud, del ejercicio dei derecho de propiedad, en los casos señalados. En ese sentido cumplía similares funciones a la actio aquae pluviae arcendae, la cautio damni infecti y el interdictum quod vit aut clam. El régimen procesal, en consecuencia, estaba modelado como el de la reí vindicatio y sobre el presupuesto específico de que el propietario (actor) tenía la cosa en su poder. En este sentido sólo el actor en posesión de la cosa podía intentar esta acción, para hacer declarar la existencia de la perturbación. Salvo algunas excepciones que indican las fuentes, sobre el supuesto del usufructuario que está disfrutando de la cosa en forma ilegítima, contra la voluntad del propietario (12). En esta hipótesis también se daba la actio negativae para restablecer la plenitud, del derecho de propiedad integrándolo con la posesión de la cosa. De modo que, como ha hecho notar la investigación romanística, aunque teóricamente esta (10) V. Petit, E., op. cit., pág. 884, n? 773, y Arangio Ruiz, op. cit., pág. 276. OO Arangio Raíz sostiene que en la intentio se usaban normalmente estas expresiones, tratándose de esta actio neyativae "N. N. ius non esse fundo Capenate utendi fruendi...", etc. (N. N. (si consta) que no tiene sobre el fundo Capenate derecho de uso y goce...). V. Instituciones..., op. cit., págs. 276/77. (12) Petit, op. cit., n? 773, cita a Ulpiano, Dig., Ley 6, parág. 6, "si usufructus pet". Libr. VII, tít. 6. acción fue instituida para defensa del dominio, en la práctica se vinculó a la petición ante el juez, para que hiciera cesar toda pretensión de ejercicio de un iura in re aliena, sobre cualquier situación de posesión legítima sobre un inmueble (13). Esta ampliación del ámbito de aplicación pasó a través del Derecho medieval y español a nuestro Derecho, por intermedio de Freirás. Este autor señala concretamente que la acción negatoria compete a todo poseedor de inmueble perturbado "contra cualquiera que impida el derecho de poseer de otro, aunque sea el dueño del inmueble, arrogando sobre él alguna servidumbre indebida" (art. 4055 del Ésfcoco) («). El Derecho justinianeo, inició esa tendencia a la extensión de esta defensa de la propiedad o de la posesión, en aquellos iura in re aliena, que fueran susceptibles de ella. Por lo tanto quedaban afuera de los supuestos, las servidumbres prediales, donde no se ejercita una posesión sobre la cosa. Para esta categoría de derechos reales sobre cosa ajena, se concedió la acción confesaría. La actio confessoriae. Fue otorgada específicamente, desde el Derecho clásico, para las servidumbres prediales y el usufructo, cuando el propietario o un tercero impedían o no consentían, al titular, el ejercicio de la servidumbre o del usufructo. Se trataba de "reivindicar" el ejercicio de los actos de servidumbre, demostrando el derecho real correspondiente (serv. de paso, de acueducto, de vista, etc.) o, la posesión de la cosa retenida por el propietario, para ejercer el derecho de usufructo. Estos supuestos deben tenerse en cuenta, porque fueron los previstos por el Derecho clásico y justinianeo, para diferenciarlos de los que corresponden a la actio negatoriae. Los juristas anteriores a Justiniano, señalaron en esos supuestos de reivindicación de. servidumbres una vindicatio vél petitio servitutis (o usufr\¡Ktus~), también mencionadas en rúbricas del Edicto: "si WSM/TWCÍMS petatur vel ad álienum pertinere negetur" (V. D. 7, 6) y, ". . .si servitus vindicetur vel ad alienum pertinere negetur" (V. D. 8, 5) (15). Esta terminología, como se ha señalado, es(13) V. Cuq, Institutions juridique des romains, pág. 349, ed. 1947, citado por Argañarás en Adiciones a la obra de Salvat, t. III, n? 2159. Además, Maynz, Droit romain, pág. 355, también citado. (14) V. Freitas, Esboto, art. 4005, párrafo 39 y con- cordantes: arts. 4004, 3858 n? 3 y 3875. Freitas, por lo demás, concede esta acc. para defensa específica de la libertad de los derechos reales perturbados. Concibe la plenitud de tales derecbos, como equivalente a la existencia en el dominio y por eso a semejanza de la defensa especifica de éste, concede en su sistema, la acc. confesaría, para proteger la plenitud de los demás der. reales y, específicamente de las servidumbres prediales (arts. 3992, 3993, 3994, 4003). (15) V. Arangio Ruiz, quien señala esta primera manifestación de la acíio confessoriae, antes de la jurispru- dencia posclásica y el Derecho bizantino. Op. cit., pág. taba consagrada en las fórmulas pretorianas, donde se propusieron como arquetipo sobre la confesaría y la negatoria del usufructo (se excluía el uso) y sobre las servidumbres: iura itenentm, como el iter y el actus; altius non tollendi, oneris ferendi, tigni inmittendi y aqweductus. Fueron los juristas bizantinos los que denominaron, al parecer, esta actio, como c&nfessoriae, para contraponerla a la negatoriae, de distinta y negativa fórmula petitoria, como se ha indicado C16). Como acción real, la intentio afirma la existencia de un derecho real. En este caso servidumbre o usufructo, según el ejemplo de Gayo, ya citado (17). Por lo tanto el actor sostiene, al ejercitar la acción, el derecho de servidumbre personal sobre una cosa, que está en posesión del sujeto demandado (caso de servidumbre personal); o, como propietario de un fundo, afirma su derecho de servidumbre sobre otro sirviente. Así por lo menos consta en las Instituías (V. Párrafo 2, Libr. IV, tít. 6). La prueba debe versar sobre la existencia del derecho de servidumbre personal y si se trata de una predial, debía probarse también la propiedad del fundo dominante (También consta esto en las fuentes: Ulpiano, Dig. Ley 2, párrafo 1, Libr. VIII, tít. 5). Típicamente esta acción se utilizaba entre el propietario del fundo dominante y del sirviente. Aquel se valía, en el •procedimiento formulario (18) de un proceso verbal per sponsionem, mediante la fianza praedes litis et vindiciarum, es decir, por una promesa (sponsto) estipulatoria de una prestación en caso de perderse el juicio. Pero lo común, fue el uso de la fórmula petitoria indicada, prestando el demandado una cantío iudicato solví, para no verse desposeído de la cosa antes de la sentencia. Una vez decidida la causa por la pronunciatío de iure, el juez podía absolver al demandado, si el actor no probaba los extremos señalados. Si la sentencia era favorable al derecho del actor, el demandado "puede liberarse, por lo común, con la restitución, que en materia de usufructo consiste en entregar la cosa, en materia de servidumbre en abandonar el ejercicio del pretendido derecho o consentirlo a la otra parte; en restituir los lugares al primitivo estado si se hubieran construido obras no compatibles con la situación jurídica reconocida por el juez; en dar caución de no turbar ulteriormente a la (16) V. Arangio Ruiz, op. cit., pág. 277, donde cita a Segré, La denominazione dell'actio confessoriae, pág. 511 v sgts. (17) La intentio según la reconstrucción diría: "Si resulta que N. N. tiene sobre el fundo Capenate, un derecho de... usufructo o servidumbre y no se restituye por A.A., según tu arbitraje, condena a restituirlo...". V. Cuenca, op. cit., n? 201; Arangio, Ruiz, Las acciones en el Derecho privado romano, págs. 65 y 119. (18) V. las voces PKOCEDIMIENTO FORMULARIO y FÓKMUT.A, en esta Enciclopedia. contraparte; en cuanto esta restitución no tenga lugar, se aplica la condena pecuniaria con el resultado común de que pagando el vencido la litis aestimatiio, la servidumbre o el usufructo nace donde no existía. . ."(19). Interdictos. El pretor comenzó a proteger a los titulares o presuntos titulares de un -derecho que garantizaba el goce de una cosa, aunque no fuere poseedor. En el caso de las servidumbres, para tutelar su ejercicio se dieron los interdictos: de Hiñere actuque privato con- tra el que se opone (propietario casi siempre) a la reparación de la calle o pasaje asiento de la servidumbre de tránsito; de aqua conid.ia.na et aestiva (contra el que impide tomar el agua cotidiana en el verano); de fonte reficiendo (para poder limpiar la fuente en el servicio de una servitute aquae haustus, contra el que se opone), etcétera. En todos estos casos se dio el interdicto contra el propietario del fundo sirviente en las servidumbres prediales. Se trataba de los interdictum retinendae possessionis, cuyo para- digma, para los inmuebles era el uti possidetis. Los clásicos, habían asimilado ciertas situaciones posesorias, como en usufructo o en las servidumbres (cuando no se tiene sino el derecho a ejercerlas, pero otro retiene o perturba dicho ejercicio) para conceder defensas posesorias, en base a los interdictos concedidos por el pretor. Gayo había hablado de la quasi poüsessione refiriéndose a las controversias cum possessiane aut qua&i possessione (19). Los juristas bizantinos aplicaron en forma amplia este criterio y lo llevaron a hipótesis no concebidas anteriromente. Dice Arangio Ruiz, que transformaron la quasi possessio en una categoría fundamental, que no significa ya un cuasi señorío sobre la cosa corporal (a título de superficie o usufructo), sino señorío sobre cosa incorporal, es decir, sobre el derecho de superficie y de usufructo (19). Así, también llegó a configurarse una possessio inris (posesión de derechos) respecto a las servidumbres en el Derecho justinianeo, con amplia repercusión en la recepción del Derecho romano en Europa y América, en esta materia como se verá, a través del esquema del Derecho real en nuestro Código civil. 3. Ubicación sistemática y metodología. Derecho argentino y comparado. Antes de dar un concepto general de las servidumbres, es necesario ubicarlas en el sistema de los derechos reales y observar cómo el Derecho positivo reglamenta el contenido, establece los caracteres, las clasificaciones y los principios comunes o específicos aplicables a las figuras típicas o irregulares que fueron constituyéndose en la his- toria de esta institución. La metodología de los Códigos civiles revela el peso de la tradición (19) Arangio Ruiz, op. cit., págs. 278/9 j Digetto Ley 7, Libr. VIH, tít. 5. romana y, como se verá, aún perdura la pugna por la prevalencia de la concepción clásica o la de Justiniano. Es notorio que en esta materia, nuestra legislación y el contenido dogmático del Código civil, traducen el pensamiento romano y sus expresiones más próximas en la legislación española y en la doctrina del Código civil francés. a) Ubicación sistemática y metodología del Derecho positivo. La estructura de los derechos reales es simple y se basa en las posibilidades de limitaciones al señorío de la propiedad. Proviene en sus líneas generales del Derecho romano, aunque tiene influencias del Derecho germánico y de las costumbres de regiones típicas de los países europeas (v. gr. Alemania, España, etc.). Las complejidades creadas en la Edad Media se han corregido en parte por las legislaciones modernas. En los Códigos actuales se han precisado figuras y tipos legales esenciales. Los derechos reales en nuestro Código civil pueden clasificarse en estos grupos principales: Libro III. A. Derechos reales sobre cosa pro- pia. "Dtel dominio" y "Del condominio" (Tít. V y VIH). B. Derechos reales Sobre cosa ajena. "Del usufructo" (Tít. X); "Del uso y de la habitación" (Tít. XI); "De las servidumbres" (Tít. XII); "De las servidumbres en particular" (Tít. XIII); "De la hipoteca" (Tít. XIV); "De la prenda" (Tít. XV); "Del anticresis" (Tít. XVI). En el segundo grupo se ubican las servidumbres —lato sensu— distinguiéndose de los derechos reales de garantía. Esta clasificación clásica se basa en la consideraión del contenido externo: si se trata de derechos de goce o disfrute del objeto ajeno (^usufructo, uso, habitación y servidumbres prediales), o si se trata de seguridades del cumplimiento de las obligaciones crediticias (hipoteca, prenda, anticresis') (20). Es la clasificación consagrada en los Códigos del siglo XIX y algunos actuales (V. gr. cód. civiles de Brasil, Suiza), no expresamente, sino en la distribución de la materia en la preceptiva. Las servidumbres en general, constituyen el núcleo fundamental de los iura in re aliena, en nuestro Derecho y en el comparado. Se distinguen como genuinos derechos sobre la cosa ajena, según el uso, el goce o ciertos beneficios que (20) La doctrina actual, nacional y extranjera, considera a estos derechos mal ubicados entre los reales. Se han propuesto denominaciones diversas: "Garantías reales de obligaciones creditoriales" (Novillo Corvalán), o "Derechos reales accesorios" (Josserand). También tiende a tratarse la materia en forma independiente considerándolos "Derechos de garantías" (Messineo). Sobre estos aspectos, brevemente señalados, v. Lafaille, Derecho civil, t. IV, Tratado de los derechos reales, vol. I, n? 57, y vol. II, n? 1266; Novillo Corvalán, S., "Adiciones" al Tratado... de Salvat, "Derechos reales", t. I, n? 5; Josserand, Derecho civil, t. I, vol. III, "La propiedad y los otros derechos reales", núms. 1339 y 1852; Messineo, Fr., Manual de- Derecho civil y comercial, t. III, n? 4, del cap. 76. pueden reportar al titular del derecho. Se diferencian así de las restricciones y límites (ordinarios) al dominio y de las servidumbres del Derecho público o por razones de interés público. (Libro III del Cód. Civil. Tít. VI y Servidumbres en Derecho Administrativo). Estos derechos reales sobre cosa ajena comparten con las servidumbres algunos caracteres esenciales. Por ejemplo son derechos reales específicos y comportan el ejercicio de uno o más poderes del dominio. Por eso, en la doctrina (italiana) se los considera como derechos reales •parciarios o fraccionados, en el sentido de no constituir derechos reales en la plenitud de poderes del dominio. "Derechos reales limitados" los denomina la doctrina alemana, por el mismo motivo. Esto, desde el punto de vista activo. Desde el punto de vista pasivo y del contenido, como derechos reales sobre la substancia de la cosa ajena, constituyen una "carga" para la cosa ajena. Aquí se presenta la realidad de esta categoría, porque indica un aspecto constante de estos derechos reales: la inherencia del derecho a la cosa gravada con la carga, lo que significa el efecto de persistir la "carga" aun cuando se cambien los titulares de la cosa ajena (ambulatoriedad del gravamen desde el punto de vista pasivo, en la doctrina italiana) (21). En la doctrina alemana, como estos derechos. . . "afectan en cierto modo a la propiedad, le sustraen algo y, a causa de esto, se les conoce también en la doctrina científica con el nombre de «gravámenes»". En estos derechos reales sobre la "substancia" de la cosa, las servidumbres se caracterizan, porque recaen prevalentemente sobre inmuebles y excepcionalmente sobre muebles (usufructo). En la doctrina alemana se ha puesto de relieve, según el autor últimamente citado, el aspecto de la posesión de la cosa ajena, para obtener directamente el servicio (22). Esta manifestación del ius possidendi en los iura in re aliena es una nota constante y hace a la realidad de esta categoría, porque el titular tiene la facultad de ejercer una posesión suficiente para satisfacer su interés. Como efecto, tienen también a su favor, las acciones posesorias, aun en el caso de las servidumbres "negativas" (el "derecho de vistas"). Si se tiene en cuenta el aspecto positivo o afirmativo de alguno de estos derechos (servidumbres), que se concreta en "poderes" limitados del titular sobre la "cosa ajena". Además, el aspecto "negativo" es decir, la "carga" o el "gravamen" sobre la "cosa ajena", debe admitirse el principio romano, común a la categoría nemo rem suctm servit. (21) V. Messineo, op. cit., n? 1852. (22) V. Hedemann, J. W., Tratado de Derecho civil, vol. U, "Derechos reales", pág, 339 y sgts., ed. Der. Priv., Madrid, 1955. El titular del dominio no tiene "poderes" autónomos sobre su -propia cosa y todas sus facultades se derivan del señorío amplio que le otorga el Derecho objetivo. Nuestro codificador recuerda el principio consignado en el Digesto de Justiniano en la nota al art. 2970. En el Derecho alemán, la jurisprudencia ha planteado la posibilidad de constitución de servidumbre predial del propietario y con ello un problema teórico que debe resolver la doctrina y el Derecho positivo (23). Sin embargo, el contenido de las servidumbres y de los derechos reales sobre cosa ajena, desde el punto de vista activo o positivo se patentiza como un conjunto de facultades o poderes autónomos que convergen sobre la cosa, en un concurso de derechos sobre el objeto (derecho de servidumbre, por ejemplo y señorío del propietario de la cosa ajena). Dichos poderes autónomos, tienen contenido diverso o por lo menos contenido económico y de finalidades propias, que lo distinguen de los poderes que conserva el propietario de la cosa. Esto se verá mejor cuando se trate el contenido de las servidumbres, lo que servirá también para caracterizarlas desde el punto de vista interno. Como especie de los derechos reales sobre cosa ajena, las servidumbres, comparten la sujeción al principio del númerus clausus. Es la concepción romana adaptada para la corrección de la idea medieval cíel fraccionamiento excesivo del contenido económico del dominio. Como criterio de política legislativa, la legislación moderna y actual prohibe a la voluntad de los individuos la creación de figuras de derechos reales y sólo instituye tipos de derechos sobre cosa ajena, por voluntad legal. Los derechos reales sobre cosa ajena, son típicos, en ese sentido y su número se encuentra limitado a figuras legales, dentro de cuyos esquemas normativos, deben actuar las partes privadas. En materia de servidumbres prediales y usufructo, como se verá, se permite cierta libertad de constitución en cuanto a las modalidades del contenido económico de la "carga", siempre que se respete el esquema legal del tipo, y que la cosa ajena no quede gravada, más de lo que esté previsto y permitido en la figura legal. Pero esta libertad ide modificación se debe interpretar como referida a los aspectos secundarios del contenido y finalidad de los institutos, porque de otra manera, el principio de la tipicidad, que es límite legal a la autonomía contractual, para la creación de figuras atípicas, haría funcionar el mecanismo de las nulidades. (23) V. Enneccerus, Tratado de Derecho civil, t. DI, "Derecho de cosas", vol. II, pág. 18 y notas y pág. 283 y notas. Edit. Bosch, Barcelona, 1951. Este aspecto ha sido muy bien explicitado en la doctrina italiana (24)La cuestión se plantea respecto a la constitución de gravámenes sobre un fundo ajeno a favor de una persona, sin dependencia de la posesión de un fundo por parte de ésta. La doctrina se divide en esta materia. Algunos tratadistas creen que se pueden constituir figuras irregulares de servidumbres personales, siempre que se respete el esquema legal (art. 2972 del Código civil argentino). "La ingerencia del poder público, que caracteriza a los derechos reales, no se ejerce aquí con el mismo rigor que frente a otras figuras de análogo carácter, ya que existe más amplio margen para la libertad individual" (2s). En estos supuestos se debe aplicar, por analogía, la disciplina del usufructo, arquetipo de las servidumbres personales justinianeas. Constituyen verdaderos derechos reales, por cuanto la carga real sobre el inmueble implica un poder jurídico que el titular puede hacer valer frente a terceros o al sujeto singular, que sea o llegue a ser propietario de la cosa gravada. En esto se diferencia de una relación crediticia personal. Pero es solamente dentro del esquema legal de las servidumbres donde puede darse esta cierta libertad de convenir secundariamente variaciones del contenido. En la dogmática de los Códigos que han establecido expresamente la distinción de las servidumbres prediales, con respecto al usufructo, uso y habitación, la constitución de servidumbres personales irregulares, fuera de esos tipos clásicos, no está permitida y la doctrina sostiene que en todo caso pueden convenirse derechos personales crediticios, sobre utilidades a obtenerse de un fundo, pero sin gravar a éste con una carga real. En tales supuestos, se carece del derecho de persecución y de todos los atributos señalados a los derechos reales (26). En nuestra dogmática civilista, el problema se plantea respecto a las posibilidades de constitución de servidumbres en beneficio de personas determinadas, sin atingencia a un predio, como se verá al tratar de las servidumbres personales. Con referencia a los supuestos y figuras legales que comprenden las servidumbres, la legislación comparada no es uniforme. Lo mismo sucede con respecto al principio de la enumeración legal, estricta, vigente en nuestro, sistema positivo. Brevemente debemos mostrar la metodología en este aspecto del contenido institucional y de la ubicación de estos iura in re aliena en el Derecho argentino y comparado, para observar (24) V. Venezian, G., Usufructo, uso y "habitación, t. I, págs. 129 y 138, ed. esp., Madrid, 3928; Messineo, Manual..., op. cit., t. III, págs. 440, 447 y 489. (25) V. Lafaüle, Tratado..., op. cit., t. IV, vol. u, múms. 1439 j 1440. (26) V. Messineo, Fr., op. cit., t. III, pág. 489. los criterios prevalecientes y sus tendencias y evolución. b) El método. Como se ha señalado el Código distribuye la materia de esta manera: Libro tercero. En el título V, trata "Del dominio de las cosas y de los modos de adquirirlo". Materia que distribuye en cuatro capítulos, incluyendo un quinto, sobre la extinción del dominio. En el título VI, legisla especialmente la ma feria: "De las restricciones y límites del dominio" caracterizando dogmáticamente su contenido, a diferencia de otras legislaciones que la incluyen en la preceptiva de las servidumbres. Después de regular ". . .el dominio imperfecto"; ". . .el condominio" y " . . . las acciones reales" en los tétulos VII, VIII y IX, distribuye así la materia de los esenciales derechos reales sobre cosa ajena: Título X: "Del usufructo". Título XI: "Del uso y de la habitación'. Título XII: "De las servidumbres". Título XIII: "De las servidumbres en particular". En este esquema se observa, en primer lugar, la separación de la materia de las restricciones y límites al dominio, que en el modelo francés estaban confundidos. Lo que significó una mejor distribución metodológica. En segundo lugar, se ha seguido el método del Digesto de Justiniano, podría decirse por tradición romanista del codificador, lo cual revela todas las dudas y vacilaciones que expresa en las notas de los artículos 2970, 2971 y 2972. Este orden permite suponer que las servidumbres personales del Derecho justinianeo, el usufructo, el uso y la habitación, han sido separadas totalmente, en un régimen propio e independiente de las verdaderas servidumbres, como sostiene el codificador, es decir, las servidumbres -prediales. Así puede interpretarse del esquema formal del Código civil. Sin embargo, como lo ha hecho notar la doctrina nacional, a pesar de figurar separadas las servidumbres -prediales en títulos y capítulos independientes y, regulándose en el título XIII, varias categorías de estos gravámenes prediales (como acueducto, de extraer y recibir agua, de tránsito, etc.), se han instituido en el título XII disposiciones de carácter general para todas las servidumbres. En dicho título se regulan supuestos de servidumbres personales (arts. 3000, 3004, 3031). Asimismo en el título XIII, se admite la posibilidad de constituir servidumbres personales como se verá más adelante. Esta distribución irregular de la materia y la confusión metodológica que introduce, ha hecho nacer diversas interpretaciones sobre la existencia de Jas servidumbres personales (27). (27) V. Salvat, R., op. cit., t. III, n? 1959 y nota^ Lafaille, H., op. cit., t. IV, vol. II, n? 1575 y nota. Sin embargo, debe admitirse que en nuestro Código, por la preceptiva expresa, pueden constituirse figuras que a semejanza del usufructo, el uso y la habitación (que constituirían categorías de derechos reales sobre cosa ajena, autó- nomos), deban clasificarse entre las servidumbres personales, porque el servicio se establece para determinadas personas y no de fundo a fundo (2S). En nuestro Derecho positivo el principio de numerus claussus de estos derechos reales, debe interpretarse como que las partes pueden establecer relaciones de hecho en las servidumbres reales, dentro del esquema general señalado por los artículos 2971 y 3000 del Código civil. Es decir, se puede construir cualquier gravamen que importe una utilidad, sobre el predio gravado. Lo mismo, en el caso de las servidumbres personales, irregulares, y que resulten de la interpretación de los supuestos de hecho y del riales, o de reales, a fin de diferenciarlas del usufructo, del uso y de la habitación en las cuales se ve tradicionalmente servidumbres personales, porque son inherentes a la persona del titular, mientras que los derechos cuyo estudio abordamos, son inherentes a los fundos. Sería mejor romper deliberadamente con dichos hábitos de lenguaje y reservar el nombre de servidumbres sencillamente para las cargas establecidas sobre un fundo y en provecho de otro fundo..."^). De todas maneras, en el Código de Napoleón, el usufructo, el uso y la habitación, son tratados y regulados como institutos de naturaleza especial y la materia está distribuida en forma autónoma, en el Libro Segundo. Otros Códigos europeos han seguido la orientación francesa en esta metodología, no muy razonada. Así, por ejemplo, el Código civil español en el Libro Segun- do título Vil regula las "servidumbres prediales". Pero en tíulo anterior (VI) y capítulos respectivos, disciplina el usufructo, el uso y la existencia del titular. habitación. Ha hecho, por lo tanto, la distinc) El método en el Derecho comparado. El ción, consagrando como verdaderas servidumbres Código civil francés, fuente del argentino, dis- a las prediales que define en el artículo 530: tribuye la materia de las restricciones, límites y "La servidumbre es un gravamen impuesto sobre un inmueble en beneficio de otro, pertenecargas de la propiedad en una forma menos clara. En Libro Segundo, título IV, cuyo epí- ciente a distinto dueño. El inmueble a cuyo grafe es: "De las servidumbres o servicios te- favor está constituida la servidumbre, se llama rritoriales" se regulan las siguientes materias, predio dominante, y el que la sufre, predio en sus respectivos capítulos: a) "servidumbres sirviente". Sin embargo, en el artículo 531, establece: que derivan de la situación de las fincas" (arts. 637 a 648); "servidumbres constituidas por la "También pueden establecerse servidumbres en ley" (arts. 648 a 685) y "servidumbres esta- provecho de una o más personas o de una coblecidas por el hecho del hombre" (arts. 686 munidad, a quienes no pertenezca la finca gravada". a 710). De esta manera, en una forma diferente a En esta parte del Código, cabe la observación: la técnica del Código argentino, introduce la la categoría de las servidumbres comprende resnoción de una servidumbre personal, que estricciones y límites a la propiedad, sobre todo, pecífica más adelante (arts. 600 a 604-553-555 en los dos capítulos indicados. En esta forma el contenido del Derecho civil francés, etn la y 570) como servidumbre de pastos "a favor de determinados individuos" y sobre predios materia, es más extenso, por esa inclusión de institutos referente al derecho de propiedad. también "ciertos y determinados" o para el esPero en otro sentido, es más restringido, porque tablecimiento de servidumbres de "aprovechaha evitado toda mención a las servidumbres -per- miento de pastos" y de "saca de agua" o de sonales por razones de prevención a la misma "abrevadero". Dice un autor sobre esta distribución: "Se denominación, sobre la institución medieval de ha criticado al Código, que habiendo negado trabajo servil. Es claro que razones doctrinarias, que vienen del Derecho romano y tenidas en al usufructo, uso y habitación el carácter de cuenta por los redactores del Código francés, servidumbres, reconozca después la existencia de servidumbres personales; pero en ello no influyeron decididamente para volver a la convemos la inconsecuencia que se le imputa. El cepción clásica y legislar aparte el usufructo, el uso y la habitación, en sus respectivos títu- legislador puede haber considerado que, aunque los derechos citados no son servidumbres, los los del Libro Segunda. de pastos, leñas, etcétera, lo son, por presentar Sobre esta divisio de la materia de las ser- más analogías con el derecho de servidumbre vidumbres, dice Josserand: "Las servidumbres que con el de usufructo" (30). se califican a veces de prediales, o de territocontrato, con la diferencia que en estos casos, el gravamen no puede durar más allá de la (28) Lafaille, H., op. cít., t. IV, vol. II, núms. 1439 1440 y ref. nota anterior; Allende, G. L., Tratado de servidumbres, pág. 23 y sgts., edic. Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1963. L (29) Josserand, (30) De Buen, Derecho civil, de 254 y comentario L., op. cit., n?1965. D-, En notas al Curso elemental 3e Colín y Capitant, t. II, vol. II, nota del Derecho español, pág. 803, edlc. esp., Reus Madrid, 1923. Por otra parte, las figuras indicadas constituirían "servidumbres personales, irregulares" y sólo pueden recaer sobre inmuebles (31). La jurisprudencia del Tribunal Supremo, ha reconocido la existencia de servidumbres personales, de acuerdo al texto del art. 531 (32). Gomo en otros países europeos, en España, las costumbres y derechos regionales han impuesto normas sobre esta materia. Así existe una legislación especial de servidumbres en Cataluña, Derecho Foral Catalán con esta peculiaridad respecto a la jerarquía normativa: se aplica en primer lugar ese Derecho foral. En segundo término, el Derecho romano, que es considerado Derecho supletorio vigente y, en tercer lugar, en defecto de esas ordenaciones, como Derecho supletorio general, la preceptiva del Código civil. En otras regiones como Aragón y Guipúzcoa, se aplican también disposiciones de cuerpos distintos (v. gr. Apéndice de Derecho Aragonés'). En el Derecho germánico se han configurado derechos reales distintos o similares a los del Derecho romano receptado. El principio del "numerus claussus", especialmente, respecto a los derechos sobre cosa ajena, no regía para los distintos ordenamientos regionales. El Código civil ha traído nuevamente la vigencia del principio romano, fijando en esta materia tipos de derechos, a disposición de las partes. Pero el número de figuras es mayor que en el Derecho común y la libertad de constitución y de contenido es superior en el Derecho territorial (33). Se han respetado así las costumbres locales y la doctrina señala: "De todos modos, el Código civil traza las líneas fundamentales. Las disposiciones de la legislación del Reich no pueden ser modificadas por el Derecho territorial" (34). El esquema de la distribución de la materia, es el siguiente. Libro tercero: Sección Primera: "Posesión" (arts. 854 a 872). Sección Segunda: "Disposiciones generales sobre los derechos en las fincas" (arts. 873 a 902). Sección Tercera: "Propiedad" con cinco títulos, incluyendo la "Copropiedad" (arts. 903 a 1.011). Sección Cuarta: "Derecho de superficie" (arts. 1.012 a 1.017). Sección Quinta: "Servidumbres" con los títulos: I) "Servidumbres Prediales" (arts. 1018 (31) Pérez González, B., y Alguer, J., Notas y comentarios al Tratado de Derecho civil de Enneccerus, t. III, "Derecho de cosas", vol. II, pág. 21, edic. espc., Bosch, Barcelona, 1951. (32) V. Diccionario de Derecho privado, (edic. esp.)> t. II, voces SERVIDUMBRES y SERVIDUMBRES EN CATA- a 1029). II) "Usufructo" de cosas, de derechos y de un patrimonio (arts. 1030 a 1089). III) "Servidumbres personales limitadas" (arts. 1090 a 1093). Sección Sexta: "Derecho de tanteo" (arts. 1094 a 1104). Sección Séptima: "Cargas reales" (arts. 1105 a 1112). Sección Octava: "Hipoteca. Deuda territorial, deuda de renta" (arts. 1113 a 1203). Sección Novena: "Derecho de Prenda sobre cosas muebles y sobre derechos" (arts. 1204 a 1296). La distribución de los ivirá in re aliena sigue la técnica romanista-bizantina. Se engloba teóricamente en un concepto unitario a todas las servidumbres y se las regula conjuntamente. Sin embargo, la diferencia de contenido y de régimen específico para las figuras principales, usufructo y servidumbres prediales, surge de la preceptiva. Con todo el Código civil alemán vigente, se ha decidido en la disputa teórica sobre la divisio esencial, por la concepción justinianea. En el aspecto general del derecho de cosas, se observa la separación normativa de la materia de los límites naturales de la propiedad (por razón de la ley, de las relaciones de vecindad, de interés público, etc.) que se legisla especialmente en la Sección Tercera, título Primero: "Contenido de la propiedad" (arts. 903 a 924). De modo que el contenido y régimen de las servidumbres, está instituido en forma independiente v sin confusión con dicha materia y la de otros derechos reales sobre cosa ajena. El actual Derecho alemán conoce: a) Las servidumbres inmobiliarias, correlati- vas a las prediales romanas, y cuyo contenido es el gravamen de un inmueble (el "sirviente") a favor del que en cada momento sea propietario de otro ("el dominante"). b) Las servidumbres personales, correlativas a las romanas de igual índole, que están totalmente ligadas a un titular individualmente determinado. Se dirigen ya al pleno goce de la cosa ("usufructo"), ya a un goce limitado ("servidumbres personales limitadas"). A las últimas pertenecen el derecho de habitación (art. 1093) correlativo a la habitatio romana; no existe, si bien hubiera sido posible una servidumbre personal limitada sobre inmuebles, correlativa al u&us romano (35). La materia de servidumbres prediales, está regulada en el Código civil por el Derecho territorial. Lo mismo sucede con las servidumbres personales limitadas '(v. gr. el derecho real de habitación, servicios prediales específicos a fa- LUÑA, con legislación y jurisprudencia. (33) V. Enneccerus, Kapp y Wolff, op. cit., páss. 18 vor de una persona individual o jurídica o de y 22. un municipio). El usufructo ha sido concebido (34) V. Wolff, M., Tratado de Derecho civil, de Enneccerus, Kipp y Wolff, "Derecho de cosas", t. III, vol. II, pág. 22. (35) Wolff, of. cit., t. III, vol. II, pág. 19. y regulado como la principal figura de los derechos reales de disfrute y sus normas son aplicables en amplio campo, al "usufructo marital" y al derecho real de habitación. La nomenclatura germana se explica por las siguientes razones: "Las servidumbres deben sufrir una limitación cualquiera, ya que en caso contrario la 'propiedad de la cosa gravada habría quedado asfixiada. Algo debe quedar, en el aprovechamiento de la cosa, para el propietario. Esto conduce al siguiente esquema ideal: En el usufructo se otorga un aprovechamien- to -pleno, desde el punto de vista de su contenido; el usufructuario puede en principio percibir todos los provechos de la cosa. Pero con él mismo cesa el gravamen, es decir, que después de su muerte el propietario vuelve a entrar en la cosa. En esto radica la limitación en el usufructo, se trata de una limitación -personal. En las servidumbres -prediales, desde el punto de vista temporal, se concede todo; ai propietario no le sirve de nada esperar; debe con- tar para siempre con el gravamen de su finca. Pero por eso mismo, las servidumbres prediales tienen limitado su contenido. Es decir, la limitación se produce aquí en cuanto al contenido. En las servidumbres personales limitadas se dan (como indica su nombre) las dos limitaciones, tanto la personal corno la relativa al contenido (3<0. El actual Código civil italiano legisla en L¿- Toro tercero, después de haber disciplinado la materia de las "restricciones y límites a la propiedad" (tít. II); "De la superficie" (tít. III); "De la enfitcusis" (tít. IV); "Del usufructo, uso y habitación" (tít. V), sobre la materia "De las servidumbres prediales" (tít. VI). En primer lugar se debe hacer resaltar el contenido estricto de las servidumbres, separadas del usufructo, uso y habitación, a la manera romana clásica. En este sentido, a diferencia del Derecho francés se distinguen, también, perfectamente, las restricciones y límites al dominio (en interés público y privado). Esta materia está legislada en el título correspondiente al régimen de la propiedad. En segundo lugar, la metodología del Código, nos demuestra que la distinción bizantina, no ha sido acogida y que la denominación de servidumbres personales ha sido evitada. "Tal terminología es evitada por el nuevo Código de la misma manera que se evita todo acercamiento a las servidumbres prediales, lo o f ue si bien es en sí exacto, no deja de tener inconvenientes, puesto que, por ejemplo, quedaría no definida la acción (real), que indudablemente corresponde al titular, en defensa del propio derecho". "De todos modos, esto no quita que el usufructo, el uso y la habitación, cuando tengan por objeto un bien inmueble, presenten evidentísimas afinidades con la servidumbre predial, cuando ésta sea considerada en su aspecto pasivo. . ,"(37). d) Proyectos argentinos. El Anteproyecto de Bibiloni presenta el siguiente esquema, en materia de gravámenes reales: Libro tercero: Título VIII: "Del usufructo"; título IX: "Del uso y de la habitación"; título X: "De las servidumbres prediales"; título XI: "De las servidumbres en particular". En el aspecto formal es similar al Código vigente el esquema del Ante-proyecto de Bibiloni. Pero substancialmente difiere en su concepción sobre estos iura in re aliena. Considera solamente servidumbres a las prediales para las cuales consagra un régimen propio y define de este modo: "Pueden establecerse servidumbres sobre un inmueble para utilidad de otro, en cuya virtud el propietario de éste tiene derecho de usar de cierta manera el predio sirviente, e impedir que en él su dueño ejerza alguno de los derechos de propiedad respecto del predio dominan- te" '(art. 2696). La categoría de servidumbres personales desaparece de la concepción teórica y las figuras del usufructo, uso y habitación constituyen ti- pos jurídicos con características y régimen específicos (3S). El Proyecto de la Comisión Reformadora de 1936 adopta similar esquema metódico y defi- ne así a las servidumbres: "Habrá servidumbre cuando un predio contiguo o vecino de otro, soporte en utilidad presente o futura de éste, cualquier gravamen real que le imponga un uso, o prive a su titular o poseedor del ejercicio de alguna facultad comprendida en el dominio" (art. 1673). La exposición de motivos comenta: "El artículo 1673 al no admitir otras servidumbres que las prediales, evita la confusión que en el Código produce el 2972, que define la servidumbre personal, como aquella que se constituye en utilidad de alguna persona determinada sin dependencia de la posesión de un inmueble y que acaba con ella. Con el nuevo precepto se llegará a lo que deseaba Bibiloni: dejar bien establecido que sólo hay servidumbres sobre inmuebles y para utilidad de éstos" (39). (37) V. Messineo, Fr., op. cit., t. III, pág. 464; Cód. civ. sui7.o: Libr. 4?, tít. II: "De las servidumbres y caríps territoriales", cap. I: "De las servidumbres prediales"; cap. II: "De otras servidumbres, en particular del «SM- fructo"; cap. III: "De las cargas terrtioriales". Cód. cir. peruano: Libr. 2?, secc. VI: "De las servidumbres": tít. I: legisla sobre servidumbres en general; tít. u: sobre servidumbres personales, y tít. III: sobre servidumbres prediales". (38) V. Bibiloni, Juan Antonio, Anteproyecto de reformas al Código civil argentino, t. III, pág. 441 y sgts., art. 2, texto y notas, Bs. Aires, 1930. (36) Hedemann, J. W., op. dt., págs. 344 y 351. (39) V. Proyecto de la Comisión Reformadora (1936), pág. 173. 2) Servidumbres -personales. La técnica jurídica actual tiende a superar las ataduras de la tradición romana y trata de simplificar el régimen de los iura in re aliena. Como ya se señaló, en el comentario al Derecho romano, el usufructo, el uso, la habitación, constituyen tipos definidos que sólo por razones teóricas pudieron ser comprendidos "en una síntesis meramente nominal" de ]a jurispruden- cia romana, conjuntamente con las prediales; en el Digesto de Justiniano. Con todo, el peso de esta construcción doctrinal prevaleció hasta ahora aun en las codificaciones que aparentemente la rechazan, como sucede con el Código civil argentino. Es cierto que también en el Derecho romano clásico algunos jurisconsultos dan motivo a pensar en la constitución práctica de ciertas especies (irregulares) de servidumbres personales o de servicios prediales a favor de determinada persona jurídica y no a favor de otro predio (40). Los romanistas las conocen con el nombre de servitus personae, para diferenciarlas de las categorías bizantinas y hacen la observación de que los clásicos las colocaban al lado de las servidumbres, aunque el servicio fuera específicamente a favor de una persona y , no del predio, que podía existir (41). A través del Derecho romano receptado en Europa, conjuntamente con el Derecho germánico y el canónico y, además las costumbres adoptadas en las regiones de las nuevas naciones que fueron configurándose en la Edad Media; por otra parte, a través de la doctrina romana difundida por la tradición escolástica que había receptado el Derecho del Corpus luris Civilis, la divisio penetró en la legislación y en la doctrina europea. Nuestro codificador expresa la fuerza de esta tradición en las notas a los artículos 2970, 2971 y 2972. Con este planteo teórico y dogmático, en el Código civil argentino, el problema intenta superarse y el paso inicial está dado, aunque el legislador no acierte a purificar el sistema ni la estructura del régimen legal. Nuestros civilistas disienten en esta materia y proponen (40) Un pasaje de Paulo citado por el Digesto: "Del agua que corre a la fuente, que mi padre construyó en el istmo, te doy y concedo gratuitamente un dedo, o para la casa que tienes en el istmo, o para donde finalmente quisieres. Pregunto: ¿Por esta escritura pertenecerá acaso el uso del agua también a los herederos de Cayo Seyo? Paulo respondió: que el uso personal del agua no debe transmitirse al heredero de un usuario'', (trad. de García del Corral en Cuerpo de Derecho civil romano, pág. 551, t. I, Barcelona 1889); hace referencia en la parte Señalada, a esa posibilidad, con el "uso personal" del servicio, en la figura típica del servitus haustus. Este supuesto se da también en nuestro Derecho positivo, como lo hace notar una parte de la doctrina nacional y se verá en el texto. (41) V. Biondi, B., Corso di Dirítto romano: "Le servitu prediali", n? 18 y sgts., pág. 143, Milano 1933; Van Weter, P., Curso elemental de Derecho romano, t. I, pág. 333 y sgts, edic. esp., Madrid 1889; Ruggiero, R. de, Istituztoni di Dirirfo civile, t. II, pág. 481 y sgts., Mesina-Milano, 1935. diferentes criterios sobre servidumbres y sobre el El Código civil en el del título XII del Libro "De las servidumbres" da la existencia de estas contenido (42). artículo 2970, inicial tercero, denominado un concepto genérico de estos gravámenes: "Servidumbre es el derecho real, perpetuo o temporario sobre un inmueble ajeno, en virtud del cual se puede usar de él, o ejercer ciertos derechos de disposición, o bien impedir que el propietario ejerza algunos de sus derechos de propiedad". Esta idea genérica sobre todo gravamen real a una cosa ajena (aunque el artículo se refiere a un inmueble ajeno), está refiriéndose a lodas las servidumbres y se complementa con otros principios y preceptos generales del mismo título XII. Ello se debe a la concepción romanista que adoptó en esta materia el codificador y las fuentes inmediatas que receptó. Como se ha hecho notar, el precepto proviene principalmente de Freitas y de Molitor (43). Del artículo 4731 del primero, tomó la primera parte y la expresión "sobre un inmueble ajeno". Del segundo autor, la segunda parte y el concepto genérico, pues como se observará en el precepto propuesto, se trata de un provecho (servicio') obtenido "sobre la cosa de otro" (ver nota 43). Por otra parte, las ideas expuestas sobre la materia por Aubry et Rau (44), también consultados, coinciden con la generalidad del concepto receptado. Después de dar este concepto general y definir las servidumbres reales (art. 2971) preceptúa el Código argentino la idea genérica de las personales: "Servidumbre personal es la que se constituye en utilidad de alguna persona de(42) Segovia había sostenido el carácter de servidumbres del usufructo, uso y habit. con principios específicos y también comunes respecto a las prediales. V. el Código civil argentino, nota al art. 2972, t. II, Bs. Aires 1881. Salvat en la misma idea, sostiene "como principio de doctrina", que tales institutos son servidumbres personales. No reconoce otras especies y en todo caso considera que sólo pueden darse meros derechos personales sobre servicios prediales. V. op. cit., t. III, núms. 1484, 1780 m fine, 1786, 1959 y 1992; Lafaille, op. cit., t. II, núms, 1266, 1267, 1439, 1440, 1480, 1481 y 1575, acepta la existencia de servidumbres personales además de las señaladas por Segovia y Salvat, y la posibilidad de constitución de figuras irregulares o derivadas de situaciones de hecho con respecto a servidumbres particulares: Spota sostiene ese mismo criterio pero con más amplitud respecto a los supuestos de hecho, en servidumbres constituidas sólo en beneficio de una persona determinada. V. Tratado de Derecho de aguas, t. II, núms. 1037, 1038, 1039 y notas 390 y 392; 1046, 1053, 1058, 1059 y notas 452 y 454. (43) Freitas, Estoco, art. 4731: "Servidumbre (servidumbre activa), es el derecho real, perpetuo o temporaria de una o más ,personas sobre un inmueble ajeno (art. 3705, n? 4), con un determinado derecho sobre su utili' dad". Molitor: "La servitude est un droit sur la chosa d'autrui, constitué au profit d'une personne ou d'un héritage, et en vertu duquel on peut user ou jouir de la chose d'autrui ou exercer certains droits de disposition, ou bien empecher que le propriétaire n'y exerce certains de ses droits de propriété". La possession, la revendication, la piiblicienne et les servitudes en Droit romain, págs. 268/88, Gand. 1868; V. Lafaille, op. cit., t. II, U» 1266, nota 4, y Allende, op. cit., págs, 9/10. (44) Aubry et Rau, Drott civil d'aprés lacharías, pág. 480, y Cours de Droit francais, t. II, pág. 462. terminada, sin dependencia de la posesión de un inmueble, y que acaba con ella". Como ya se señaló, el codificador, estableció en concordancia con el precepto del artículo 2970, otros, referentes a las servidumbres en general en el título XII, del Ubro tercero, y previo, asimismo, supuestos de servidumbres personales. De esta manera estableció un régimen sobre las servidumbres en general que comprende, a las clásicas servidumbres personales: usufructo, usa y habitación, disciplinadas específicamente y con autonomía; además a supuestos de servidumbres personales, siempre que se den las condiciones establecidas por el artículo 2972 (esquema legal tipo) y se configure en los hechos, un servicio temporal para utilidad de un predio en beneficio de una persona determinada. El codificador nos ilustra sobre su concepción dogmática en las notas a los artículos 2971 y 2972. Como explicando el concepto genérico del artículo 2070 expresa: "La palabra servidumbre nos dice ya la naturaleza de esta carga, o de este derecho. Indica una restricción de la libertad. Aplicada a las cosas corporales, significa que la propiedad de estas cosas está sujeta a ciertas restricciones que tienen por efecto disminuir la libertad ilimitada que es de la naturaleza de la propiedad". Agrega esta idea genérica que comprende toda limitación al señorío del propietario: "Toda desmembración del derecho de propiedad constituye, pues, una servidumbre. Para que haya una servidumbre, es preciso, por lo tanto, que el ejercicio del dere- cho de propiedad haya sido restringido por la desmembración de ciertos elementos contenidos en la idea originaria de este derecho". Con referencia al usufructo, uso y habitación uso, o como un derecho de usufructo que no tienen en sí nada que no sea perfectamente lícito, y en el cual no puede entrar la idea de servidumbre que supone siempre una relación, no entre el fundo y una persona, sino entre dos fundos...". De las notas surge que el principio y concepto general se da en el citado artículo 2970. Servidumbre es todo servicio (servztMs) predial, sea a beneficio de otro predio, sea a beneficio de persona determinada. Asimismo, que existen figuras autónomas de esta última especie, en las clásicas servidumbres -de uso, usufructo y habitación; sujetas a un régimen independiente sin perjuicio de algunos principios comunes; en cuanto al modo de constitución, extinción y defensa. Principalmente de muchos principios propios y característicos de tales institutos. Todo lo cual justifica una ubicación metodológica separada. Pero, además, existen situaciones fácticas de servidumbres (de servicios prediales) que deben regularse como derechos reales (sin existir un deudor con prestaciones a cargo), por tratarse de servicios o utilidades prediales a favor de personas determinadas y que, por supuesto, requieren en casos de conflicto, decisión judicial sobre su verdadera naturaleza. Tales son, las "otras servidumbres personales" de nuestro Derecho civil. Una corriente doctrinaria, iniciada por Segovia y seguida por Salvat y en cierto modo, por Bibiloni(45), niega o desconoce esta especie (irregular) de servidumbres personales. Salvat, encuentra que en toda situación de duda, del servicio predial, a favor de una persona y, mientras pueda exonerarse de la carga a la propiedad inmobiliaria, debe interpretarse como que existe un mero derecho personal credi torio, a favor de expresa: "Los derechos de uso o de usufructo, una persona, por parte del dueño del predio son perfectamente lícitos, y hoy son considerados no como servidumbres, sino como cargas impuestas a las heredades a favor de las personas. El nombre de servidumbres a nuestro jui- sirviente. Otra corriente doctrinaria, representada actualmente, por Lafaille y Spota ( 46 ) encuentra en la preceptiva expresa, la posibilidad de constitución de servidumbres personales, distintas al usufructo, uso y habitación. Debemos mostrar algunos casos concretos so- cio, debía darse a las servidumbres prediales, a las cargas existentes entre dos inmuebles, a las servidumbres reales". En la nota al artículo 2972, agrega sobre este concepto restringido: "Hablando con exactitud, no son verdaderas servidumbres. Las llamamos así porque el derecho que por ellas se constituye se llama en el lenguaje común de los escritores, servidumbre personal. El artículo 686 del Código francés prohibió las servidumbres en favor de las personas, y nosotros no las establecemos por este artículo. El Código, dicen Massé y Vergé, § 332, no prohibe por el artículo 686 ciertos derechos que pueden ser acordados a una persona sobre un inmueble, por ejemplo el derecho de cazar o el de pescar. Estos son derechos que según su extensión y las circunstancias pueden ser considerados como un derecho de bre esta interpretación. Lafaille opina que la norma del artículo 2972 debe concordarse con la de los siguientes artículos: 3000, 3003, 3004, 3010 y 3011 que establecen los principios generales y, además recuerda que la preceptiva de los artículos 2972, 3000, 3003, 3004 y 3011, concordados, establecen los principios generales y las directivas para autorizar la constitución de servidutmbres personales, lo que puede apncalSegovia, Código civil de la República Argentina, t. II, nota al art. 2972; Salvat, R., op. cit., t. III, núms. 1484, 1426, 1778, 1959, 1964 y 1992; Bibiloni, op. cit,, t. III, pág. 441 y sgts. (46) Lafaille, H., op. cit., t. TV, vol. II, núms. 1266, 1267, 1439, 1480, 1575; Spota, A. G., Tratado ¿e Derecho de aguas, t. II, n? 1049. se a los casos previstos por el Código en el título XIII: "De las servidumbres en particular". De las servidumbres de tránsito, el Código distingue: las servidumbres legales (por causa de encerramiento), artículos 3068 a 3077; y las servidumbres convencionales (art. 3078). Las primeras son obligatorias y siempre tienen naturaleza predial. Las segundas pueden ser prediales o personales, según lo dispongan las partes. El artículo 3078 establece: "La servidumbre de tránsito que no sea constituida a favor de una heredad cerrada, se juzgará personal en caso de duda. Es discontinua y no aparente cuando no haya algún signo exterior permanente del tránsito". Según las fuentes de esta disposición, tomada del Esboco de Freitas (arts. 4841, 4732 y 4773), se refiere a servidumbres de tránsito a favor de un predio o de una persona determinada. El precepto, atendiendo al principio de la libertad inmobiliaria, juzga que en caso de duda, debe interpretarse que se ha constituido una servidumbre personal, temporaria. Aquí discrepan nuestros autores, como se señaló. Salvat entiende que en caso de duda ni siquiera puede tratarse de un derecho de uso (real). . . "sino más bien de un simple derecho personal" (47). Sin embargo, por los principios generales preceptuados en el Código civil y las fuentes receptadas, interpretan, con más acierto, los autores que ven en esas directivas, la posibilidad de constitución de verdaderas servidumbres a favor de una persona (48). En las servidumbres del derecho de aguas se dan supuestos similares. Por ejemplo, en las servidumbres de acueducto, no forzosas, que pueden constituirse por título, usucapión o por el destino del padre de familia, pueden existir servidumbres de naturaleza personal. El precepto del artículo 3083, establece: "La servidumbre de acueducto, en caso de duda, se reputa constituida como servidumbre real". Esta primera parte del artículo establece una presunción a favor de la valorización del predio dominante o del servicio real que se obtiene. Pero ello no quita que pueda convenirse dicho servicio a favor de una persona determinada como en el caso de un arrendatario o de otra persona que no tenga la propiedad del predio contiguo y que aprovecha el servicio de acueducto, para sus usos particulares. Así lo hace notar Spota en la obra citada y otros autores ( 49 ). Esta interpretación, al igual que la anterior sobre la servidumbre de tránsito, personal se fundamenta en las fuentes que esencialmente están constituidas por las normas del Esbogo de Freitas (arts. 4892, 4893, 4858, 4882). Expresamente se establecía en el citado proyecto, que la servidumbre de acueducto podía constituirse como personal por las partes. En materia de aguas pueden darse, como se ve, supuestos en que se permite tomar agua de predios vecinos para usos personales, además de los prediales, en el caso del arrendatario o usuario o usufructuario y aun del que desee aprovechar el servicio para utilidad personal, no predial. La servidumbre de sacar agita, (arts. 3104 a 3107) es otro ejemplo que nos da el Código civil argentino. En este caso in dubio, la presunción legal establece que es personal y discontinua y no aparente (50). La fuente directa, como en toda esta materia, es la obra de Freitas (51). . Los autores señalan que en esta clásica servidumbre de aquae haustus está incluido el iws itíneris y puede constituirse por título, salvo el supuesto del artículo 2995, si hubiese algún signo aparente de dicha servidumbre. De acuerdo a las fuentes constituyen paradigmas de servidumbres personales, como las mostradas precedentemente. En todos los supuestos señalados, de servidumbres personales, que pueden constituirse por convención, usucapión o destino del padre de familia, es decir, no en forma forzosa, priman los principios establecidos en forma lata, por la preceptiva del título XII ya indicada aunque algunos tratadistas señalen que sólo pueden darse en tales supuestos, meros derechos u obligaciones personales, creditorias. Pero es indudable, como lo enseña Lafaille con cierta cautela y lo señalan Spota y otros autores, que, además de los supuestos indicados, pueden constituirse por voluntad de las partes, verdaderas servidumbres a favor de determinadas personas, sin dependencia de la posesión de un inmueble, y que acaba con ella, como dice la norma del artículo 2972 del Código civil. Derecho comparado. En este tópico, la legislación comparada nos ofrece ejemplos de servidumbres personales establecidas o autorizadas en forma implícita, aun en el caso de algunos Códigos, de fuente francesa. El Código civil español define en primer término las servidumbres prediales; como ya se indicó en el artículo 530 y luego el siguiente, autoriza la constitución áe. servidumbres "en provecho de una o más personas o de una comunidad". Precepto que como se señaló, está ejemplificado en la preceptiva del Código español. Además de los casos legales enunciados expresamente, se establece este otro principio general en el artículo 594: "Todo (47) Salvat, o-p. cit., t. III, n? 1959. (48) Lafaille, op. cit., t. IV, vol. II, n? 1575 y Allende, G. L., op. cit., págs. 31 y 377. (49) Spota, op. cit., t. II, n° 998; 1058; 1059; 1060; 1061 y 1063 y notas. V. además Allende, o», cit., págs. 33 y 390. (50) El art. 3104: "La servidumbre de sacar agua de la fuente, aljibe o pozo de un inmueble ajeno, se reputa personal en caso de duda. Es siempre discontinua y no aparente, y supone el derecho de pasar para sacar el asila". (51) El Estofo, arts. 4903 a 4908. propietario de una finca puede establecer en ella las servidumbres que tenga por conveniente, y en el modo y forma que bien le pareciere, siempre que no contravenga a las leyes ni al orden público". El Código español no hace Ja clasificación en forma expresa, pero da directivas sobre los supuestos que regula: servidumbres de pastos, y otros servicios prediales o aprovechamientos de productos, en forma de derecho real de servidumbre, a favor de una persona o comunidad. Para ilustrar el tema conviene recordar que la jurisprudencia del Tribunal Supremo ha consagrado otros modos de constitución de esta categoría, además de los ya indicados, precedentemente. En la variedad de supuesto, se observa la riqueza de posibilidades fácticas, convencionales que permite la preceptiva española. Así puede constituirse un derecho real de aprovechamiento de pasto y arbolado de un monte ajeno (sent. del 30 nov. 1908); "el derecho de labrar en predio ajeno, ocho fanegas de tierra", cada tres años (S. del 30 oct. 1919); el derecho a un pueblo a pastar sus ganados en los cuartos de un monte, durante determinados meses del año y obtener dé él otros aprovechamientos (S. 14 nov. 1924)(52). En el Derecho civil italiano, como vimos, debido al método adoptado, la distinción no ha sido receptada y, por una parte, el usufructo, el uso y la habitación se regulan como figuras autónomas, aunque en algunos aspectos presenten afinidades con las servidumbres prediales y tengan similares medios de defensa. La doctrina señala la imposibilidad de constitución en el actual ordenamiento, por disposiciones expresas (arts. 947 y 1063) de los llamados derechos de uso limitados y especialmente las servidumbres personales irregulares [servitus personae). "Sin embargo, se debe admitir que se puedan conceder, como derechos -personales, tfivae ad personam restrictae sunt (o sea, de contenido obligatorio: derechos de crédito), utilidades a obtenerse de un fundo, pero sin gravar a éste con una carga real" (53). En el Derecho alemán, ya se indicó la existencia dé las servidumbres personales limitadas, su ubicación, régimen y contenido. Ahora debemos agregar, para ilustrar la existencia positiva de esta categoría, qué papel e importancia reviste en ese ordenamiento. "Las servidumbres personales limitadas quedan muy atrás", comenta un autor al compararlas con las prediales y el usufructo (éste, constituye una figura autónoma de derecho real de servidumbre) y agrega: "Desde un punto dé vista teórico, tiene interés que ciertas situaciones jurídicas de naturaleza obligacional, como el arredamiento de una vivienda, puedan recibir un carácter jurídicoreal mediante su transformación en una de estas servidumbres personales limitadas. No obstante, esto es raro en la práctica. "Una diferencia esencial entre las tres figuras reside en que, mientras que el usufructo puede constituirse tanto sobre fincas como sobre cosas muebles e incluso sobre derechos, o sobre todo un patrimonio, las servidumbres prediales y las servidumbres personales limitadas sólo pueden recaer sobre fincas" (54). Los supuestos principales se dan sobre este esquema legal: "Una finca puede ser gravada de forma que aquél en cuyo beneficio se establece el gravamen esté autorizado a aprovechar la finca en ciertos aspectos, o, de forma, que le corresponda otra facultad que pueda formar el contenido dé una servidumbre predial (servidumbre personal limitada). Se aplican oportunamente las disposiciones de los parágrafos 1020 a 1024, 1026 a 1029 y 1061" (art. 1090, Cód. civil alemán). Debe observarse que la remisión que hace a! final se refiere a las servidumbres prediales, en cuanto al contenido. En esta categoría es más restringido que en aquéllas. La diferencia con la predial es que pertenece a una persona determinada y no a la que en cada momento sea propietaria de un inmueble (55). En tal sentido el titular de la servidumbre puede ser también una persona jurídica o una pluralidad de personas (56). Así pueden constituirse a favor de Municipios, que se concretan en servicios para sus miembros (vecinos) v. gr. "utilización de un parque, un camino vecinal". Las personas jurídicas, como sociedades anónimas, pueden constituir estas servidumbres para la obtención de partes integrantes del suelo. 3) Contenido de las servidumbres. Como categorías de los iura in re aliena, las servidumbres constituyen poderes-facultades, limitados, pardarias, con un contenido económico y fáctico concreto y bien determinado. Esta es la diferencia esencial con el dominio, como ya se señaló. La pauta de la distinción la d'a el concepto jurídico del dominio: el señorío más completo, que de acuerdo a la ley se puede ejercer sobre las cosas. Señorío que comprende los poderesfacultades, más amplios que el ordenamiento re(54) V. Hedemann, J. W., op. cit., pág. 343. (55) El art. 1018 establece: "Una finca puede ser gravada en beneficio de quien en cada momento sea propietario de otra finca, de forma que éste pueda aprovechar la finca en ciertos aspectos, o de forma que no puedan ser realizados en la finca determinados actos, o de forma que esté excluido el ejercicio de un derecho que se derive de la propiedad de la finca gravada frente a la otra (52) V. Diccionario de Derecho Privado (esp.)> t. II, voz SERVIDUMBRES y síntesis jurisprudencial, págs. 3609 y 3614. (53) V. Messineo, op. cit., pág. 21, t. ni. finca (servidumbre predial) determinando el concepto y contenido de las servidumbres prediales". (56) V. Wolff, en el Tratado de Enneccerus, op. cit., t. III, vol. II, pág. 60. conoce en el propietario y que no pueden ser enumerados taxativamente a diferencia de los iura in re aliena, que se concretan en poderes similares o contrarios (momentáneamente) a los del propietario y que tienen también determi- nado su específico contenido económico (v. gr. el usufructuario sólo puede usar y disfrutar, en eso consiste su poder o facultad; el titular de la servidumbre de paso, -pasar; el de acueducto, hacer pasar el agua que necesita por fundo ajeno, etc.). En las servidumbres, como especie de los derechos reales sobre cosa ajena, el derecho se concreta en un poder específico, delimitado en su concreto contenido económico y fáctíco; en el ejercicio del mismo. Cuando se lo ejerce, se gún su contenido y naturaleza, queda suspendido (limitado) el similar poder del propietario (casos del usufructo, del uso, de percepción de productos vegetales o de canteras). Puede consistir en poderes, sólo concebibles en cabeza del titular de la servidumbre, no del propietario (casos, de serv. altius non tollendi. Serv. de goce de vista, luz, etc.). Asimismo, puede consistir en un ejercicio conjunto de facultades, no excluyentes (v. gr. serv. de paso, de abrevadero, y casi todas las prediales). En esta muestra sintética, quedan patentes dos puntos de vista, para aprehender el contedo jurídico de las servidumbres. En el aspecto sistemático, como especies de los iura in re aliena, se ha esclarecido la situación jurídica: se trata de poderes concedidos por la ley o por el propietario, de naturaleza específica limitados a su contenido económico. No constituyen poderes "desprendidos" o separados (_áesmembrados^) del dominio. Este último conserva la amplitud (abstracta) de su señorío, aunque se conceda un mínimo de ejercicio sobre la cosa (recibir goteras del techo vecino), o un máximo (entregar el -uso y el goce, como en el usufructo*). Señorío que no se pierde en cantidad, según los poderes conferidos a terceros, sino que se contrae en intensidad, mientras dura la limitación, como lo ha señalado el análisis actual del instituto. Nuestros tratadistas, siguiendo las huellas teóricas del legislador, han hecho prevalecer una concepción medieval del derecho de propiedad, en cuanto a su contenido: La que atribuye al dominio facultades específicas de aprovechamiento y beneficio sobre la cosa. Desde los glosadores y los juristas del Derecho común (en Italia y Alemania) se ha pretendido enumerar los poderes facultades, utilizando las enseñanzas de los clásicos romanos, sobre algunos aspectos del aprovechamiento de las cosas en propiedad. Así como el usus y el fructus habían sido distinguidos por Gayo ( B7 ) y Ulpiano (57). Asimis(57) Gayo y Ulpiano, citados en el Digesto, Ley 1, pánf. 1 de HSH, Libr. VII, Tít. 8 y Ley 2. mo, el ábusus, es citado por Ulpiano, sólo en el sentido de consumir una cosa (58), los juristas medievales utilizaron el concepto, aplicado al usufructo (WSMS y fructus*), y agregaron un tercer elemento más comprensivo, un ius abutendi, que además de indicar el consumo, comprendía la facultad de enajenar la cosa, de abandonarla, de destruirla. Esta síntesis de la doctrina romana, hecha por los juristas medievales concibió al dominio de una manera descriptiva; "Dominium esi ius utendi, fruendi, abutendi res sua quatenus iuris raizo patitur" ( B9 ). A pesar que el Código civil argentino en la definición legal evita la nota descriptiva (art. 2506) al enumerar las facultades inherentes al derecho lo hace a la manera de los glosadores (art. 2513 y ss.). Lo cierto es que el codificador considera al dominio integrado por tales facultades y en ese sentido habla de desmembraciones del mismo '(notas a los arts. 2503, 2508, 2807, 2948, 2971, etc.). Salvat y Lafaille, encuentran cómodo seguir empleando esta concepción y terminología y así lo expresan al desarrollar la materia de las servidumbres y de los derechos reales sobre cosa ajena ( eo ). El contenido jurídico del dominio, estaría 'dado por los clásicos ius utendi, fruendi y abutendi y, además, por el ius possidendi, que conduce a la posesión efectiva y por medio de ella, al ejercicio del dominio, con todos sus demás atributos (61). Lafaille explica esta preferencia para distinguir en el lenguaje legal, a las "restricciones" y "limitaciones" del derecho de propiedad, de las servidumbres y demás derechos de "goce" y "disfrute", que constituirían verdaderas desmembraciones de los poderes del propietario. Esta concepción medieval ha sido justamente criticada por la doctrina actual, haciéndose observar el concepto unitario del dominio: "es el máximo poder jurídico patrimonial" o, ". . .el más amplio derecho de señorío que puede tenerse sobre una cosa". En ese sentido algunos autores hacen notar que en las servidumbres se d'a básicamente una limitación del poder jurídico del propietario (sea que consista en una momentánea suspensión de alguna facultad; sea que consista en una abstención o privación temporal; sea, en fin, que comparta el ejercicio de una facultad con el titular de la servidumbre). Dice al respecto un autor: "Sin embargo, no se debe creer que el derecho real sobre cosa aje(58) V. Digesto, Ley 5, párrf. 1, Libr. VII, Tít. 5, ...si pecuniae sit usufr-ilctus legatus vel aliarum rerum quoe in áb-usu consistunt... (59) V. Cuq, E., Manuel des institutions juridiques des romains, t. I, pág. 72; Petit, of. cit., pág. 240 y notas. (60) Salvat, op. cit., t. II, pág. 47, n? 629 y t. III, pág. 242, n» 1481; Lafaille, (h.), op. cit., t. I, núms. 443, 475 y 476 y t. II, n? 1265 y nota. (61) Lafaille, H., op. cit., t. III, vol. I, n? 476. na taya de concebirse como una «parte separada» del contenido de la propiedad y atribuida a sujeto diverso del propietario. Se dan en efecto derechos reales sobre cosa ajena cuyo contenido no es concebible si se lo refiere al titular del derecho de propiedad, porque esos derechos atribuirían al titular poderes que no pueden considerarse comprendidos entre los del propietario, en cuanto contradicen al derecho del pro- pietario; o bien no son poderes autónomos del propietario, o bien no tendría sentido incluirlos entre los poderes del propietario, en cuanto tienen valor solamente si se los considera fuera del derecho del propietario" (62). Esta concepción ha sido expuesta por otros autores, principalmente en la doctrina italiana y española. También se ha puesto de relieve que, en cuanto se ejerce el poder en las servidumbres, el señorío del propietario se comprime y limita, en la medida en que se concede intensidad al tura in re aliena- pero que una vez concluida la servidumbre, la propiedad recupera su contenido sin que para ello fuere necesario que se cumpla una transferencia del derecho al propietario. No hay retransmisión o reintegro del derecho al propietario, porque en realidad no ha existido, "desmembración" o "separación" de derechos o poderes jurídicos. Asimismo, los iura in re aliena, se pierden por el no uso,, porque no son derechos de la misma naturaleza que el dominio («a). En nuestro Derecho, esta manera de ver la naturaleza de las servidumbres se pone de manifiesto en las notas de Argañarás, al Tratado de Sarvat(«"). Si se observan los derechos subjetivos en jue- go, aparecen, del lado del titular de las servidumbres un aspecto positivo, que se concreta, en un especial contenido, económico y en una actividad jurídica propia. En nuestro orden positivo los autores señalan como contenidos genéricos: el goce, que comprendería el uso y el disfrute. A estos conceptos habría que agregar la tenencia de la cosa. Es claro que en algunas servidumbres (aZtiws non tollendi, de vistas, de luces, de no edificar, etc.) el goce se traduce en una comodidad que puede aumentar el valor económico del predio dominante. El goce puede consistir en una ventaja material-económica, para una persona determinada, como en las servidumbres personales. En las prediales, el goce se manifiesta a favor del titular del predio beneficiario (dominante), pero (62) Messineo, Fr., op. cit., t. III, pág. 438. (63) Ruggiero, R-, Instituciones de Derecho civil, t. I, pág. 685, edic. esp., Madrid, 1935; Stolfi, Diritto avile, vol. II, Parte II ''Diritti leali", n? 6, edic. ital., Turfu 1928; Pérez González, B. y Alguer, J., en los comentarios al Tratado... de Enneccerus, Kipp y Wolff, op. cit., t. III "Derecho de cosas", vol. I, pág. 293, con citas de jurisprudencia. (64) V. Salvat, R., Tratado..., t. III, n? 1481 y nota y n!> 1779 y nota. el destino del aprovechamiento o beneficio acrecienta el valor económico del inmueble. Por eso se habla metafóricamente de beneficio de fundo a fundo (_intiütus reí*). En nuestro Derecho positivo el beneficio puede ser mediato, sujeto a condición o de mero recreo del titular. Así surge de la siguiente preceptiva: "Se pueden constituir servidumbres cualquiera sea la restricción a la libertad de otros derechos reales sobre los inmuebles, aunque la •utilidad sea de mero recreo; pero si ella no procura alguna ventaja a aquél a cuyo favor se establece, es de ningún valor" (art. 3000, Coa. civil). Asimismo: "La carga de las servidumbres reales debe, actual o eventualmente, asegurar una ventaja real a la heredad dominante, y la situación de los predios debe permitir el ejercicio de ella, sin ser indispensable que se toquen" (art. 3005, Cód. civ.). "El usufructo puede establecerse sobre cosas de mero placer, como un lugar destinado a un paseo, estatuas o cuadros, aunque no produzcan ninguna utili- dad" (art. 2844, Cód. civ.). De cualquiera manera, el beneficio debe traducirse en las servidumbres prediales en un acrecentamiento del valor de uso y de cambio, del predio beneficiario. Estas ideas sobre el ejercicio positivo del derecho de servidumbre están expresadas en la doctrina actual con mucha justeza: "Se debe considerar, además, el otro aspecto de los derechos reales sobre cosa ajena que podría llamarse afirmativo, y al cual, principalmente, está dirigida la disciplina legislativa de cada uno de tales derechos". "Desde este punto de vista, los derechos reales sobre cosa ajena se perfilan como poderes (o conjunto de poderes) autónomos, con un contenido económico propio y contrapuesto al poder y al contenido económico peculiar de la propiedad. Tal contenido económico consiste siempre en el aprovechamiento de -una utilidad que la cosa (ajena) puede ofrecer para el titular del derecho real, implicando la sustracción de un poder (que de otra manera corresponde' ría al propietario: enfiteusis, usufructo, y formas afines), o la disminución de la libertad de goce del propietario (servidumbre)" (65). Dentro del tipo legal instituido por el ordenamiento positivo, el contenido es específico, como se señaló. En el usufructo el máximo poder de goce, se manifiesta concretamente en el disfrute de la facultad de percibir los frutos: "El usufructuario puede usar, percibir los frutos naturales, industriales o civiles, y gozar de los objetos sobre que se establece el usufructo, como el propietario mismo" (art. 2863, C. Civ.). Asimismo, como indica el artículo, en el «so, como lo haría el propietario, cuidando de no (65) Messineo, op. cit., t. III, pág. 439. alterar la substancia (o destino económico de la cosa). Además, dice un autor: "Con referencia al ius possidenti, ateniéndonos a la teoría clásica, que es la de nuestra ley, trátase de un detentador (el usufructuario), con una cuasiposesión relativa a su derecho sobre la misma'^66). surgen los caracteres comunes a ambas categorías. Los caracteres específicos de los tipos legales (usufructo, uso, habitación y servidumbresprediales^) se establecen en el régimen propio Uso y disfrute que se restringe en el dere- Los autores nacionales han señalado los rasgos del Código civil. Como ya lo señalamos, también surgen de la preceptiva, los que corresponden a las servidumbres personales innominadas. cho real de uso a la facultad específica de servirse de la cosa de otro y solamente en tomar comunes más sobresalientes: sobre los frutos de un fundo ajeno, lo que sea preciso, para las necesidades del usuario y de su iura in re aliena, sobre la substancia o la uti- familia (art. 2948, C. Civ.)En el esquema legal de las servidumbres prediales, la libertad de constitución ha sido siempre reconocida, con tal que se respete el lincamiento legal. Así lo reconoce en forma unánime la doctrina nacional y extranjera C 66 ). En nuestro ordenamiento positivo en el recordado título "De las servidumbres en particular" se trata y reglamenta las especies más típicas: servidumbres de tránsito, de acuedkicto, de recibir las aguas de los predios ajeno-s, de sacar agua. Pero es indudable que las partes pueden convenir cualquier contenido con tal que la carga sea a beneficio de un fundo en el sentido ya indicado y provenga el servicio, del fundo gravado. Siempre que se respeten los principios de orden publica y de legalidad. Desde el punto de vista del derecho subjetivo del propietario se manifiesta el aspecto pasivo o negativo. En forma de "carga" o "gravamen" sobre la cosa y de limitación a los pode- a) Constituyen la especie principal de los lidad económica de la cosa. Como tales derechos reales, se diferencian de los creditorios (la otra principal categoría de los derechos patrimoniales) en la manera como el titu'lar obtiene la ventaja patrimonial inherente a tales derechos. El poder se ejerce directamente sobre el objeto, sin necesidad de intermediarios (deudor, obligado, etc.) como en los derechos de crédito. Como tal derecho real, toda servidumbre es oponible (erga omwes) a terceros y lleva ínsito el tus persequendi, que se ejercita en acciones posesorias y reales, según el régimen establecido por el Código civil, para cada categoría. El carácter absoluto que les da su naturaleza de derecho real, hace nacer, además del deber de abstención general de los terceros (por imperio de normas positivas que preceptúan la exclusión de terceros) el deber negativo espe- cífico, a carpo del propietario de la cosa gravada. b) Se ejercen sobre cosa ajena, que queda Esta limitación se ha señalado desde el De- gravada o cargada con el servicio que debe prestar. Vimos ya la importancia e incidencia de este carácter, en la ubicacióii sistemática y recho romano como una abstención de ejercer ciertas facultades que se concretan típicamente en una tolerancia (pati) para el ejercicio del negativo donde el servicio y el poder (como res del señorío. poder del titular de la servidumbre, o en una abstención positivamente convenida como prohibición o privación para el propietario (un no faciendo') de manera de facilitar el goce o la comodidad del predio beneficiario (dominante) o del titular de la servidumbre personal. El derecho real, se manifiesta típicamente en la "carga" y en la "limitación" al inmueble o la cosa gravada ajena y al derecho del propietario, y esta nota es de la esencia de las servidumbres. Estos aspectos del derecho de servidumbre, positivos y negativos (o afirmativos o pasivos) están expresados sintéticamente en el precepto del artículo 2970, ya transcripto y en el comentario que hace el codificador, en la nota del mismo. Constituyen caracteres comunes que la doctrina señala en toda especie de servidumbres. 4) Caracteres comunes. De la divisio fundamental, establecida desde el Derecho romano, (66) Salvat, op. cit., n? 1776; Messineo, oj>. cit., t. TU, pág. 496. en el contenido de las servidumbres lato sensu. Por otra parte, se vio el aspecto positivo y gravamen y como derecho) se concretan en el goce directo del objeto. En las servidumbres prediales el servicio o utilidad puede consistir en un goce o en la fa- cultad de privación o prohibición de algunos poderes del propietario (v. gr. servidumbres ne- gativas, ya señaladas). El codificador pone de manifiesto, respecto a este carácter, el principio romano: Nemini res sua servil, en la nota al citado artículo 2970 y en nuestro Derecho es de aplicación estricta. En la doctrina alemana y fallos del Tribunal del Reich, se ha posibilitado la constitución de servidumbres del propietario, por declaración unilateral. El principio romano no está vigente por lo establecido en el artículo 889 del Códi- go civil alemán: "Un derecho sobre una finca ajena no se extingue por la circunstancia de que el propietario de la finca adquiera el derecho o el titular del derecho adquiera la propiedad de la finca". Existen muchas razones en pro de la necesidad de la "servidumbre de propietario". Hedemann, comentando la juris- prudencia, dice que hay necesidad de hacer una construcción jurídica, •para posibilitar esta jorma de constitución (6T). c) Como ya se señaló en el contenido,, las servidumbres limitan los poderes de goce del propietario o prohiben o privan el ejercicio de alguno de sus poderes (de uso o de áis/rwte). El codificador hace una síntesis de los -poderes del titular de la servidumbre, en el precepto del artículo 2970. •d) Son de naturaleza excepcional y de Derecho estricto, así opinan Salvat y Lafail'le (68) atendiendo a la libertad inmobiliaria, como principio rector. El dominio se presume libre de cargas (¿plenitud e intensidad del dominio) y deben acreditarse las limitaciones (arts. 2503 y 2804 y conc. del Código civil). De esto surge una interpretación restrictiva en lo que se refiere a la existencia, naturaleza (si es real o personal), extensión y -modo de ejercicio. Lo consagra el principio genérico establecido: "Toda duda sobre la existencia de una servidumbre sea personal o real, sobre su extensión, o sobre el modo de ejercerla, se interpreta a favor del propietario del fundo sirviente" (art. 3011, C. civ.). e) Todas las servidumbres, menos el usufructo, son indivisibles (V. arts. 3031 y 3007 y conc, del C. civ.). »5) Concepto. La estructura de estos derechos reales está condicionada por la historia de la institución. Cada época ha tenido su concepción básica y determinante del sistema legal, sobre la estructura legada por el Derecho romano. Esta es la fuente de la dificultad para definirlas, porque dado un concepto sintético, en seguida requiere una serie de aclaraciones y precisiones dogmáticas. Por lo demás, como se ha visto a través del esquema presentado del Derecho comparado y del Derecho histórico, la institución —lato sensu— abarca una serie de supuestos, algunos típicamente consagrados en figuras legales: usufructo, uso habitación, servidumbres prediales, particulares; otros, evenrualmente a cargo de la intención negocial de las partes y que pueden o no adaptarse a las figuras legales y al numerus clausus. Sin embargo, atendiendo al contenido y los caracteres señalados puede darse como principio orientador en esta compleja estructura, las notas esenciales. Servidumbre es el derecho real sobre cosa ajena, que ejercido por una o más personas determinadas como poder directo de utilización del beneficio económico o de la mera comodidad que brinda la cosa gravada, limita los po(67) V. Wolff, en Tratado... de Ernieccerus, op. cit., t. HI, vol. II, pág. 40 y nota. Asimismo Hedemann, op. di., pág. 350 y nota. deres del dominio, en la medida específica de las facultades concedidas. Las servidumbres personales se constituyen en favor de una o más personas determinadas, sin dependencia de la posesión de un inmueble, para que se ejerza el poder conferido directamente sobre la cosa ajena mueble o inmueble y en forma temporaria. Las servidumbres prediales se constituyen en favor de una o más personas determinadas, en su calidad de titulares de un inmueble, para que ejerzan el poder conferido sobre otro inmueble ajeno, y en beneficio económico o de mera comodidad del primero, en forma permanente. En el Derecho positivo argentino deben hacerse estas precisiones al concepto genérico enunciado, según Salvat: "Las diferencias esenciales entre las servidumbres personales y reales son las siguientes: I9) Las servidumbres personales existen a favor de una persona sin depender de la posesión de fundo alguno (art. 2972). Las servidumbres reales, por el contrario, suponen siempre, como veremos más adelante, dos fundos, uno dominante y otro sirviente (arts. 2791, 2793 y 2794); 2') Las servidumbres personales, por lo mismo que son inherentes a la persona, se extinguen con ella, si se trata de personas visibles, o al fin del plazo que la ley fija, si se trata de •personas jurídicas, como lo establece el artículo 3004 en los siguientes términos: «Cuando el derecho concedido no es más que una facultad personal a'l individuo, se extingue por la muerte de ese individuo; y sólo dura veinte años si el titular fuere persona jurídica. Es prohibida toda estipulación en contrario» (véase además arts. 2822, 2825, 2828 y 2920). Las servidumbres reales, por el contrario, subsisten después de la muerte del titular de ellas; 39) Las servidumbres personales pueden establecerse tanto sobre las cosas muebles como las inmuebles (arts. 2807 y 2809). Las servidumbres reales únicamente sobre estas últimas (art. 2970); 49) Las servidumbres personales pueden sel divisibles o indivisibles (arg. art. 3031);. el usufructo es divisible; el uso y la habitación son indivisibles. Las servidumbres reales, por el contrario, consideradas en sí mismas, son siempre indivisibles (art. 3007)." (69). .. II. SERVIDUMBRES REALES 6) Concepto. Condiciones de existencia y Caracteres (Esquema del Derecho positivo). a) Concepto. "Servidumbre real es el derecho establecido al poseedor de una heredad, so- (68) Salvat, o», cjt., n? 1484, con Adiciones, de Ar- gañaiás, M. J. j tafaille, op. cit., t. IV, vol. II, n? 1268. (69) Salvat, of. cit., t. III, n9 1485. bre otra heredad ajena para utilidad de la pri- nados actos, o de forma que esté excluido el ejercicio de un derecho que se derive de la mera" (art. 2971, C. civ. arg.). El codificador, después de hacer mención a propiedad de la finca gravada frente a la otra las fuentes romanas, españolas y francesas que finca (servidumbre predial)" (art. 1018). "Una servidumbre predial puede sólo consistir tuvo en cuenta y establecer que; "El nombre de servidumbres a nuestro juicio, debía sólo en un gravamen que ofrezca ventaja para el darse a las servidumbres prediales, a las car- aprovechamiento de la finca del titular de la sergas existentes entre dos inmuebles, a las ser- vidumbre. El contenido de la servidumbre no puede exceder de la medida derivada de esto" vidumbres reales", hace la siguiente precisión (art. 1019). del precepto: "Para saber, pues, si el derecho En la legislación alemana y comparada en que se presenta, como que constituye una servidumbre real, merece o no esta clasificación, general, la qualitas fundí, que se deriva de esos dos aspectos señalados —activo y pasivo— es un es preciso examinar no sólo si está establecido sobre dos inmuebles, sino también si la carga rasgo constante de las servidumbres prediales. a uno de los fundos es a beneficio de otra Además del significado jurídico tiene uno económico y esencial. La servidumbre se incorpora heredad" (nota al art. 2971). al fundo sirviente y ello significa una dismiEn el capítulo preliminar del título XII, del Libro tercero, agrega el Código civil ar- nución de su valor de uso y de cambio y sucede lo contrario, respecto al fundo dominante (begentino estos dos preceptos, que fijan la idea 71 de la predialidad e inherencia del derecho a neficiario)( ). la cosa inmueble, desde el lado activo y paEn la legislación se habla comúnmente de sivo: cargas o servicios sobre fundo o de fundo a fun"Heredad o predio dominante es aquel a do. Cierta doctrina ha sacado como consecuencuvo beneficio se han constituido derechos rea- cia, que se establece una verdadera relación de les" (art. 2973). derecho, objetiva de los predios entre sí. Esta "Heredad o predio sirviente es aquel sobre interdependencia, elevada por las partes o la ley el cual se han constituido servidumbres persoa relación jurídica, ha sido interpretada en ciernales o reales" (art. 2974). tas ocasiones como que constituye una relación En todos los ordenamientos jurídicos estas autónomo, personificándose a los fundos y atriservidumbres presuponen un -predio dominante buyendo al dominante, la calidad de sujeto ficy un predio sirviente y así lo pone de manifiesticio, titular del derecho y beneficiario de] serto la doctrina o el mismo contenido dogmático. vicio. Pero como bien se ha observado, contra Se ha hecho notar con razón que, desde el pun- esta concepción artificiosa está el hecho que de to de vista económico, el primero podría denola utilidad ofrecida por el fundo sirviente se minarse "fundo servio o beneficiario", tenienbeneficia el titular del dominante, del mismo do en cuenta que recibe el beneficio, precisa- modo que de la carga que grava al fundo mente por la insuficiencia que sufre, por una sirviente no puede ser concebida sino como suerte de déficit económico^ (70). Es claro que una restricción de los derechos de su propiedesde el punto de vista activo de'l titular de la tario O2). servidumbre, el ejercicio del poder conferido, Asimismo, se ha hecho notar en el Derecho hace aparecer dominante su situación jurídica. positivo italiano: "La ley, al mencionar la carEn el Derecho italiano esta doble realidad ga «sobre el fundo» y la utilidad «del fundo», está presupuesta en la preceptiva y la doctrina parece establecer la relación de servidumbre ensostiene que debe mantenerse la separación patre los fundos. Pero es solamente una metáfora, ra hacer patente el aspecto -pasivo y que sobre para expresar que la relación entre los sujetos el inmueble se concreta en una carga, grava- se establece en función de la cualidad de promen o sujeción. Por otra parte, desde el punto pietarios del fundo dominante y sirviente, resde vista activo, significa una ampliación de los pectivamente; y que tal relación no tiene ya poderes del propietario del fundo dominante y vigor entre ellos, cuando uno de ellos deje de una utilidad o ventaja positiva para dicho in- ser propietario". mueble. b) Condiciones de existencia. De lo precepEn el Derecho alemán no se define, pero se tuado por el Código civil, surgen las condicior da esta descripción normativa: nes para la existencia legal de las servidumbres. "Una finca puede ser gravada en beneficio El esquema es el siguiente: de quien en cada momento sea propietario de a) Existencia de dos predios. De tal manera otra finca de forma que éste pueda aprovechar que el servicio de uno de ellos resulte un bela finca en ciertos aspectos, o de forma que no puedan ser realizados en la finca determi- neficio económico o de valor de uso específico (71) V. Messineo, Fr., op. cit., págs. 491 y sgts. (70) V. Adiciones, de Novillo Corvalán, S., al Tratado, (72) Ruggiero, Instituciones, t. I, pág. 711, cit. en de Salvat, "Derechos reales", t. I, n? 5, edic. Bs. Aires 1951. obr. de Salvat, t. III, pág. 440, n? 1780 y nota, y Messineo, op. cit., pág. 491. para el otro. Este presupuesto de hecho surge de la misma definición legal (art. 2971) y conceptos complementarios (arts. 2973-74). Debe entenderse que el régimen establecido se refiere a inmuebles por su naturaleza. No están comprendidos, por lo tanto, los que sean por carácter representativo, por accesión, los árboles, los frutos naturales ni los derechos. Son susceptibles del gravamen, en consecuencia los terrenos baldíos y las construcciones de carácter inmobiliario. b) Distintos dueños de las -predios. Es el principio romano expresado a través de la preceptiva del Código argentino. Nadie puede constituir servidumbre sobre cosa propia. Como ya se ha visto, es el criterio aceptado por la legislación comparada, salvo la excepción del Derecho alemán. De estas dos condiciones que señala Lafaille, Salvat puntualiza las siguientes: c) Ventaja efectiva para el fundo beneficiario. El Código, preceptúa: "La carga de las servidumbres reales debe, actual o evenrualmente, asegurar una ventaja real a la heredad dominante, y la situación de los predios debe permitir el ejercicio de ella sin ser indispensable que se toquen" (art. 3005). "Se pueden constituir servidumbres cualquiera que sea la restricción a la libertad de otros derechos reales sobre los inmuebles, aunque la utilidad sea de mero recreo; pero si ella no procura alguna ventaja a aquel a cuyo favor se establece, es de ningún valor" (art. 3000). "Si el acto constitutivo de la servidumbre procura una utilidad real a la heredad, se presume que el derecho concedido es una servidumbre real; pero al contrario, si la concesión del derecho no parece proporcionar sino un placer o comodidad personal al individuo, se considera como establecido en favor de la persona, y sólo será real cuando haya una enunciación expresa de ser tal" (art. 3003). La ventaja real o eventual puede consistir en servicios que aumenten el actual valor de usa o de cambio del inmueble beneficiario o cuando al constituirse servidumbres de paso o de sacar agua, se hubiese previsto la eventualidad de un cambio en el trazado del camino o del curso del arroyo. Es dcir, que el beneficio puede no ser inmediato como si el mismo estuviere subordinado a condición: "La servidumbre puede constituirse a beneficio de un inmueble futuro o que sólo se va a adquirir, o consistente en una utilidad futura, como la de llevar agua que aun no se ha descubierto, pero que pretende descubrirse" (art. 3001). d) Prohibición de establecer prestaciones de hacer. Es también la condición del Derecho romano, con su excepción específica: "No pueden establecerse servidumbres que consistan en cualquiera obligación de hacer, aunque sea temporaria, y para utilidad de un inmueble. La que así se constituya, valdrá como simple obligación para el deudor y sus herederos, sin afectar a las heredades ni pasar con ellas a los poseedores de los inmuebles" (art. 3010). En nuestro Derecho los actos convenidos de locación de obra, de servicios o supuestos similares, tienen eficacia como obligaciones personales, pero no como cargas personales del propietario de un inmueble. No puede consistir la obligación en cualquier prestación de hacer y de ahí la norma del artículo 3042: "Si el poseedor de la heredad sirviente se hubiese obligado a hacer obras o gastos para el ejercicio o conservación de la servidumbre, tal obligación sólo afectará a él y a sus herederos, y no al que sea poseedor de la heredad sirviente". Estos dos preceptos establecen el principio de la materia que acoge una interpretación doctrinaria (74). Se ha señalado que el artículo 3042 es casi copia literal de un precepto del Esboco. de Freitas. Como éste adopta el criterio estricto en esta materia y no admite prestaciones de hacer a cargo del titular del predio sirviente, nuestro Código en principio habría establecido igual criterio estricto. Pero lo cierto es que siguiendo fuentes distintas, ha preceptuado la excepción, también posible en las fuentes romanas y ha establecido: "Se puede, sin embargo, estipular que los gastos para la conservación de la servidumbre sean a cargo de la heredad sirviente. En tal caso, el propietario del muro sirviente puede libertarse de ellos abandonando el fundo al propietario del edificio dominante" (art. 3023). No tratándose de cualquier obligación de hacer, se puede estipular en nuestro Derecho, como lo admite la doctrina del Derecho comparado, una especial prestación similar al supuesto de la oneris ferendi, del antecedente romano («). e) Situación de los predios. El supuesto de hecho, ya contemplado en el Derecho romano es que el servicio pueda realizarse entre predios vecinos, aunque no sean contiguos. Lo que puede variar son las situaciones, ya se trate de una servidumbre de paso, de sacar agua o de vista. El artículo 3005 citado establece: . .."la situa(74) V. Segovia, op. cit., comentario a los arts. 3012, 3025, 3044 y 3266, t. II, pág. 290, quien establece la correlación indicada. Además Bibiloni, op. cit., en nota al art. 2721, quien ve contradicción entre los arts. 3042 y 3023 y acepta el principio estricto. (75) "Si el poseedor del predio sirviente se obliei a hacer obras o gastos para el ejercicio o conservación de las servidumbres, tal obligación sólo a él afectará y a sus herederos y no a cualquier otro poseedor del predio sirviente'* (art. 4801) Freitas al parecer sigue la estricta interpretación de Pomponio y Galo, en esta materia. V. Allende, op. cit., págs. 44, 45 y 53. ción de los predios debe permitir el ejercicio de ella, sin ssr indispensable que se toquen". f) Bienes en el comercio. En nuestro Derecho, a diferencia de otras codificaciones (7e) se distingue mejor el supuesto del uso público de bienes estatales, dominicales, sometidos al régimen administrativo y que no están regidos por el Código civil. De ahí la vigencia de la norma establecida: "La servidumbre no puede establecerse sobre bienes que están fuera del comercio" (art. 3002). En los bienes dominicales sólo podrá establecerse el uso constituido por permisos especiales o concesiones de -uso por resolución administrativa, pero no un servicio de esos bienes a beneficio de una propiedad particular. c) Caracteres de las servidumbres prediales. Al ubicar las servidumbres —lato sensu— en el sistema de los derechos reales y al exponer los caracteres comunes a todas ellas, se ha hecho ya referencia a su carácter de derecho real sobre cosa ajena. Como tales derechos de contenido específico, constituyen limitaciones a los poderes fíenos del propietario de la cosa gravada, ya que constituyen -poderes (limitados, parciales) concretos. Asimismo se ha hecho mención al carácter predial y la inherencia del derecho a la cosa, objeto de la servidumbre; lo que origina diversas consecuencias que se pondrán de relieve. Siguiendo una clasificación de la doctrina podemos distinguir los siguientes caracteres en nuestro Derecho positivo: •••A) Caracteres estructurales distintivos: a) La doble realidad: Desde el punto de vista pasivo y activo, como ya se hizo notar. En esto se diferencia de las otras figuras de derechos reales sobre cosa ajena. La carga corno la •utilidad, se establecen teniendo en vista la existencia de dos inmuebles (dominante y sirviente). b) La unilateralidad del beneficio económico o de mera comodidad a favor del fundo beneficiario, mientras la carga, como limitación del derecho del propietario del fundo sirviente, es también una desventaja unilateral. c) La tendencia a la perpetuidad de la servidumbre predial. Además de la alusión a este carácter en el artículo 2970, establece el Código argentino: "Júzganse establecidas como perpetuas las servidumbres reales, si no hay convención que las limite a tiempo cierto" (art. 3009). (76) V. Art. 533, 2? apartado, del Código civil español, que según algunos autores permite * 'perfectamente las servidumbres in ^faciendo". V. Pérez González y Alguer, en Tratado... de Enneccerus, 077. cit., t. III, vol. II, págs. 34 y 35. Asimismo en el Derecho alemán, arts. 1021 y 1022, donde posibilita no sólo el supuesto del servitus oneris ferendi, sino también cuando se constituya una servitus tigni immitendi. A diferencia de los otros derechos reales de goce, esta especie puede durar mientras persista la causa que la determinó. En ese sentido razonable se habla de perpetuidad de las servidumbres, atendiendo al aspecto económico, negocial, de la institución y al interés permanente de los propietarios. B) Caracteres intrínsecos. a) La predialidad y sus consecuencias: "Las servidumbres reales consideradas activa y pasivamente son inherentes al fundo dominante y al fundo sirviente, y siguen con ellos a cualquier poder que pasen y no pueden ser separadas del fundo, ni formar el objeto de una convención, ni ser sometidas a gravamen alguno" (art. 3006). "La servidumbre existente no puede ser separada bajo ninguna forma de la heredad dominante, para ser transportada sobre otro fundo dé la propiedad del dueño de la heredad dominante o de terceros" (art. 3024). Surge así en primer lugar la qualitas fundí, en su aspecto negativo y positivo: Es cualidad jurídica negativa del fundo sirviente (al cual se incorpora), como una carga, gravamen o sujeción, como ya vimos, con disminución de su valor de uso y de cambio. Es cualidad jurídica positiva, como ventaja o utilidad para el fundo dominante (al cual se incorpora), y que en definitiva aumenta su valor de uso y de cambio. De la preceptiva del Código argentino se deducen estas consecuencias, teniendo en cuenta el beneficio de fundo a fundo y lo accesorio a cada uno de ellos, del gravamen y de la utilidad (Praedis inhaerent): Las servidumbres se transmiten con los fundos, a los sucesores singulares y universales del dominio, aunque su existencia no hubiese sido expresamente denunciada. Esta circunstancia engendra el carácter de ambulatoriedad activa y pasiva, a la vez. Por otra parte, como una consecuencia del carácter, se establece el precepto del artículo 3024. Las servidumbres prediales, en consecuencia, no pueden ser gravadas con otras servidumbres ni con hipoteca. b) La ambulatoriedad pasiva y activa. Del carácter anterior surge este otro, que señala el rasgo distintivo de estas especies de servidumbres. Dice Messineo, en idéntica situación, en el Derecho italiano: "La servidumbre afecta a la persona, cualquiera que ella fuere, que, en determinado momento, sea propietaria del fundo sirviente; igualmente, la misma corresponde a la persona, cualquiera que fuere, que en determinado momento sea propietaria del fundo dominante" (")• c) Indivisibilidad. El principio romano lo consagra el Código: (77) V. Messineo, op. cit., t. III, págs. 493 y 494. "Las servidumbres reales son indivisibles como cargas y como derechos y no pueden adquirirse o perderse por partes alícuotas ideales, y los propietarios de las diferentes partes pueden ejercerlas, pero sin agravar la condición de la heredad sirviente" (art. 3007). La aplicación práctica de estas directivas sobre la indivisibilidad se aplica en el supuesto dé ser el predio dominante un bien en condominio, donde los copropietarios ejercen en forma íntegra la servidumbre: "Si la heredad dominante pasa de un propietario único a muchos propietarios en común o separados, cada uno de éstos tiene derecho a ejercer la servidumbre, sea divisible o indivisible, con el cargo de usar de ella de manera que no agrave la condición del fundo sirviente. Así, si se trata del derecho de paso, todos los copropietarios estarán obligados a ejercer su derecho por el mismo lugar. Recíprocamente la división del fundo sirviente no modificará los derechos y deberes de los dos inmuebles" (art. 3028). "Cuando la servidumbre sea indivisible, cada uno de los propietarios de la heredad dominante puede ejercerla sin ninguna restricción, si los otros no se oponen, aunque aumente el gravamen de la heredad sirviente, si por la naturaleza dé la servidumbre el mayor gravamen fuese inevitable. El poseedor del inmueble sirviente no tendrá derecho a indemnización alguna por el aumento del gravamen" (art. 3030). Los mismos principios de la indivisibilidad se aplican cuando el predio dominante llega a dividirse para ser de varios propietarios y si fuera el supuesto en que la servidumbre aprovechaba a todo el inmueble y su ejercicio no admitiera ser fraccionado: V. artículos 3030 y 3033, concordados del Código civil. Con respecto al ejercicio dé la servidumbre y a su contenido económico se reconoce la posibilidad de la divisibilidad. En este segundo aspecto la doctrina distingue entre el concepto de la indivisibilidad dé la relación jurídica que crea la servidumbre con el de la divisibilidad de su contenido económico. Así, la servidumbre puede ser en ciertas situaciones divisible o indivisible, según que la ventaja que implica pueda ser distribuida entre varias partes. Aquí también tiene importancia el objeto de la servidumbre, como cuando se trata de productos y su disfrute, v. gr., en el acueducto, de sacar agua, tierra, etcétera. En estas hipótesis resulta divisible por la naturaleza del objeto. Es indivisible cuando consiste en un simple uso o en la facultad de prohibir: "La servidumbre se considerará divisible cuando consistiere en hechos que sean suceptibles de división, como sacar piedras, tierra, etcéteía, y en tal caso, cada uno de los dueños del predio dominante puede ejercerla en todo o en parte, con tal que no exceda la cantidad señalada a las necesidades del inmueble dominante" (art. 3029)(78). Este precepto se complementa con lo estatuido por el artículo 3308: "La indivisibilidad dé las servidumbres no impide que en su ejercicio puedan ser limitadas respecto al lugar, tiempo y modo de ejercerlas". De este modo el Código traza los límites de la indivisibilidad en el precepto del artículo 3007 y no comprende el ejercicio, que está previsto en el sistema adoptado en el 3008 y 3009 y concordantes. 7) Clasificación. La distinción fundamental del Derecho romano en servidumbres prediales y urbanas ya no tiene vigencia en el Derecho contemporáneo (79). Sin embargo, el criterio de la clasificación subsiste en el sistema legal por su importancia práctica en el orden de los modos de adquisición y de extinción de las servidumbres prediales. Las pautas de clasificación se atienen a las circunstancias que configuran el mocCo en que se manifiestan, o, el comportamiento de ambas partes constituyentes o la naturaleza del beneficio o la utilidad y también, el motivo u origen del título de constitución. Según el modo en que las servidumbres se manifiestan: a) Continuas y discontinuas. En nuestro Derecho positivo y el comparado, esta clasificación ha venido en ciertos aspectos a reemplazar a la clasificación romana en servidumbres rústicas y urbanas. En el Derecho romano se insinuó esta división y el Uigesto recoge un pasaje de Paulo (ley 14, libr. VIII, tít. I) donde se decía que las servidumbres rústicas no podían usucapirse, no sólo por ser incorporales sino por no constar que la posesión y su uso era continuo ( . . . ut non haíeant certam continua-Mque possessionem*). Fueron los glosadores los que interpretando ese pensamiento la instituyeron con ocasión del texto de Paulo, y así pasó a las legislaciones modernas. En nuestro Código expresamente se consagra la distinción: "Las servidumbres son continuas o discontinuas. Las continuas son aquellas cuyo uso es o puede ser continuo, sin un hecho actúa! del hombre, como la servidumbre de vista. Las servidumbres no dejan de ser continuas, aunque el ejercicio dé ellas se interrumpa por intervalos más o menos largos a causa de obstáculos (78) V. Ruggiero, op. ctt., t. I, pág. 724, y Messineo, op. cit., t. III, pág. 494. (79) Aparte del Código francés, que consagró la distinción romana, la tendencia actual es eliminarla y sustituirla por los criterios señalados en el texto. cuya remoción exija el hecho del hombre. Las discontinuas son aquellas que tienen necesidad del hecho actual del hombre para ser ejercidas, como la servidumbre de paso" (art. 2975). El codificador receptó la teoría del Derecho francés y dé la doctrina que cita en la nota respectiva. La finalidad de establecer esta clasificación medieval es la ide fijar un criterio para permitir o no la adquisición de las servidumbres por prescripción, por destino del padre de familia y para determinar la protección posesoria. En el Derecho actual se tiende a eliminar esta categoría o refundirla con otras atendiendo a distintos criterios prácticos. En el actual Có- digo italiano, ha desaparecido y, a los fines de los modos de adquisición no tiene aplicación. Sin embargo, reaparece en la preceptiva en materia de prescripción de la servidumbre para cuyo ejercicio no es necesario el hecho del hom- bre (y. gr., servidumbres dé acueducto, dé vista saliente, la gotera y similares, comenta Messineo en la obra citada). En nuestro Derecho se ha hecho notar los inconvenientes para distinguir en ciertos supuestos (el de arrojar aguas servidas o de usos industriales). Dice un autor: "¿Qué decisión corresponde en supuestos tales como los relativos al hecho de recibir aguas de fundos ajenos, cuando ello es intermitente? ¿Hay en tal hipótesis, continuidad' o no? Nuestra ley contesta afirmativamente, transando la cuestión debatida (art. 3093, 29 p.). Pero, como las servidumbres convencionales pueden ser infinitas, el problema de distinguir si, en el caso que se plantea, hay o no continuidad, asume los caracteres de una cuestión en sumo grado dificultosa"(80). Fuera dé algunas situaciones especiales, la distinción teórica y abstracta del Código, acarrea las dificultades apuntadas por la doctrina nacional (81). b) Aparentes y no aparentes. Esta clasificación estuvo confundida con la anterior, antes del Código civil francés. Los signos de la apariencia sólo constituían una prueba de la continuidad en la servidumbre. Nuestro Código establece: "Las servidumbres son visibles o aparentes, o no aparentes. Las aparentes son aquellas que se anuncian por signos exteriores, como una puer- ta, una ventana. Las no aparentes son las que no se manifiestan por ningún signo, como la prohibición de elevar un edificio a una altura determinada" (art. 2976). Las aparentes deben estar representadas por signos exteriores. Es decir, obras o signos visibles que indiquen la existencia de la servidüm(80) V. Spota, Tratado de Derecho de aguas, op. cit., t. II, n? 1028. (81) V. Machado, J. O., Exposición y comentario del Código civil argentino, t. VII, pág. 447; Lafaille, H., op. cit., t. W, vol. n, n? 1494. bre al propietario del fundo sirviente y a ter- ceros, para que haya una certeza objetiva de esa existencia. Debe haber por otra parte cierta permanencia en dichos signos. Ejemplos, además de los del precepto: de entrada de humo, de saliente, de acueducto, de gotera, la servidumbre de paso, cuando exista un camino trazado. No aparentes (o clandestinas) son aquellas cuyo ejercicio no exige la existencia dé un signo exterior, como las servidumbres activas de de- rrames, la servidumbre de pastos, la de toma de agua, etcétera. Según el comportamiento de ambas partes constituyentes las servidumbres pueden ser: c) Positivas y negativas. Esta distinción está rechazada por el codificador en la nota del artículo 2976, por no presentar "utilidad alguna, ni para la legislación ni para la doctrina". Sin embargo, tiene aplicación e interés práctico en materia de obligaciones del propietario del predio sirviente (art. 3036) y, asimismo, en la regulación del renacimiento de las servidumbres extinguidas o cambios de ellas (art. 3054), como lo pone de manifiesto la doctrina nacional (82). Significa esta distinción: La servidumbre positiva o afirmativa es aquella donde el titular del predio dominante tiene el poder de hacer alguna cosa en el sirviente, consistente en actos positivos como llevar ganado a pastar, pasar por la heredad sirviente, mirar a través de ella, etcétera. Al mismo tiempo, el propietario del fundo sirviente debe tolerar o abstenerse (servzíws in patiendo consistunt). La servidumbre negativa significa que al propietario del fundo sirviente le está prohibido hacer alguna cosa en su fundo, como por ejemplo no edificar a cierta altura, no plantar árboles, etcétera. La privación específica que se impone (poder de privación del titular de la servidumbre) que se agrega al tolerar que es característica dé toda servidumbre (servifws, in no faciendo, in prohibendi. . . ). Si se atiende a la naturaleza del beneficio se pueden distinguir: d) De uso y de disfrute. En la práctica se pueden distinguir las de simple uso y ocupación (servirse de la cosa) como en el paso, en eí apoyo de una construcción, o el simple goce del fundo sirviente. Otras servidumbres importan la utilidad económica de un verdadero disfrute del fundo sirviente, tanto en productos como desplazamientos de cosas(83). Según el motivo u origen del título o constitución las servidumbres pueden ser en el Derecho positivo argentino: e) De constitución convencional o de consti(82) V. Salvat, op. cit., t. III, n» 1797, y Lafaille, op. cit., t. IV, vol. II, n? 1491. (83) V. Messineo, op. cit., t. III, pág. 499. tuición forzosa. Las servidumbres en Derecho privado son de constitución voluntaria o convencional y en nuestro Derecho han sido distinguidas con más nitidez que en su fuente francesa, de las restricciones y del dominio y otras cargas reales. Son las que en nuestro Código civil se constituyen por título, que pueden consistir en actas entre vivos y disposiciones de última voluntad. También quedan comprendidas las que se constituyen por destiño del padre de familia y por prescripción adquisitiva. Las servidumbres de constitución forzosa están reguladas en el Código civil argentino en el caso de las servidumbreis de paso si el camino o la vía son necesarios en la hipótesis legal (arts. 3068 a 3070); de las servidumbres de acueducto, cuando las aguas sean necesarias para los fundos vecinos y sus explotaciones agrarias, o para un pueblo y las necesidades de sus habitantes en agua potable o de uso industrial (art. 3082). Lo mismo en la servidumbre de desagüe (art. 3097); y en de desagotamiento (art. 3100). El codificador ha sustentado que algunas de estas hipótesis de hecho, pertenecen a las restricciones al dominio privado (nota al artículo 3068), Pero la doctrina nacional ha puesto en claro su verdadera naturaleza jurídica (84). Por lo tanto, no constituyen tampoco, servidumbres legales, dice un autor, "en el sentido de que existen por la sola imposición de la ley, sino que son servidumbres de constitución impuesta por la ley, cuando se cumplen los requisitos que ésta prevé" (85). También se ha hecho notar que "no se trata por cierto de la regulación ordinaria de la propiedad, ya que en circunstancias precisas y especiales se crea un gravamen a favor de un fundo y en detrimento de otro, con todos los caracteres de una servidumbre real; no es tampoco el interés público el sujeto de esa restricción, pues si él determina su establecimiento, la utilidad directa es para el propietario, y sólo de una manera mediata, para la colectividad. Como argumento secundario, pero interesante con todo, debe añadirse que sería verdaderamente anómalo reclamar un resarcimiento cualquiera si este precepto revistiese el carácter que dicha nota le atribuye" (86). (84) V. Spota, o?, cit., t. II, núms. 960, 967 y 1038 y Lafaille, op. cit. t. IV, vol. II, núms. 1497 y 1568. (85) Spota, op. cit., n? 1032; Messineo, op. cit., t. III, págs. 499 y sgts., hace notar que tampoco constituyen una servidumbre pública o de Derecho administrativo (por existir esencialmente el derecho a la indemnización, que en las públicas no se concibe); asimismo, no pueden confundirse, dice, con las limitaciones legales del dominio. Pero si bien tiene como fuente la ley, en el sentido de que la ley constituye el título en abstracto, debe accionarse y pedirse sentencia constitutiva, si el titular del predio sirviente no se aviene a otorgar la servidumbre necesaria. Sentencia que constituye, así, el título concreto. (86) Lafaille, op. cit., t. IV, vol. II, n9 1568, se lefieie aquí a la nota del art. 3068. 8) Modos de constitución de las servidumbres prediales, El Código civil argentino establece en el capítulo I del título "De las servidumbres", la reglamentación de los modos de constitución. El capítulo bajo el epígrafe "Cómo se establecen y se adquieren las servidumbres" trata la materia, aunque agrega disposiciones ajenas a la misma en los artículos 3004, 3011 (distinción y duración de servidumbres personales); 3006 a 3008 (sobre algunos caracteres); 3000, 3002, 3003, 3005 y 3010 (sobre caracteres, condiciones de existencia y distinciones). Preferentemente, el Código, trata de laí formas de constitución originadas por "el hecho del hombre", en este capítulo, juntamente con estos temas: Forma y prueba de los títulos (art. 2992 y 2993); Capacidad de derecho para adquirirlas y para establecer servidumbres (aits. 2979 y 3012); Personas que pueden constituirlas (arts. 2980 a 2987, 2989 a 2991 y 2999); Personas que pueden adquirirlas (arts. 3013 a 3016); Modalidades (arts. 2988, 3009 y 3001, concordados); Requisitos legales para la constitución y extensión del gravamen (arts. 2998, 3001, 3011 y 3044, concordados). En el Capítulo XIII, trata de la constitución impuesta por la ley, cuando se trata de la constitución forzosa de las servidumbres, según ya lo hemos señalado. a) Clasificación. Constitución yor título. El sistema legal, por lo tanto, establece el siguiente esquema de constitución de las servidumbres prediales: a) Por título, en el sentido de acto jurídico que sirve de antecedente al establecimiento de la servidumbre (8T). Puede ser: a, 1) Por actos entre vivos (contratos), a, 2) Por actos de última voluntad (legados). b) Por destino del padre de familia. c) Por prescripción adquisitiva (usucapión). d) Por disposición legal (servidumbres forzosas, previa reclamación y sentencia). Dentro de este esquema y teniendo en cuenta el señalado contenido ¡del capítulo que tratamos, señalaremos la preceptiva del código y puntualizaremos las cuestiones importantes. b) Constitución por actos entre vivos. Dispone el precepto: "Las servidumbres se establecen por contratos onerosos o gratuitos, traslativos de propiedad" (art. 2977, 1? parte). Ejemplo de contrato oneroso, la venta de la servidumbre. De contrato gratuito, la donación de la servidumbre. Por tratarse de inmuebles y de traspaso de derechos reales debe hacerse (87) Spota, oj. cit., t. II, n? 1000, hace notar que en realidad el titulo comprendería toda causa o antecedente jurídico constitutivo de la servidumbre, v. gr. el hecho del destino del padre de familia y la sentencia del juez en las forzosas. en escritura pública (art. 1184, inc. 1'). Lo cual constituye el primer requisito de este acto. El otro requisito legal y formal se establece en la norma: "El uso que el propietario de la heredad a quien la servidumbre es concedida haga de ese derecho, tiene lugar de tradición" (art. 2977, 2» parte). Es el principio y ritual de la tradición ro- necesidad que el acto de reconocimiento hubiese sido aceptado por el propietario de la heredad1 dominante, o por una sentencia ejecutoriada" (art. 2993). Cuando hay título original no se presentan problemas. Estos se plantean cuando el acto originario no consta en título por haberse perdido o destruido. Hay una interpretación restrictiva, que exige la prueba con documentación sufi- mana, que está consagrado en la dogmática del ciente (91). Otra doctrina sostiene que deben Código civil en los artículos 577 y 3265, entre otros. Se ha observado que la entrega material que se exige por esa preceptiva, concordante con la del artículo comentado, aparece reemplazada en este último por el ejercicio de la aplicarse los principios comunes sobre las pruebas y admite los documentos privados y aun las presunciones y de testigo si existe principio de prueba por escrito (92). Se ha observado que el acto de reconocimiento, no está regido por el artículo 722 respecto a las formalidades del reconocimiento de las obligaciones, y puede adop- servidumbre (quasi traditio) (88). También se ha observado que en las servidumbres negativas, donde no hay ejercicio de hecho, sobre el fundo sirviente, la cuasipo?esión consistirá en la posesión del título constitutivo y en la oposición a los actos contrarios al servicio. El título hará las veces de la tradición (89). c) Por actos de última voluntad. Dispone el Código: "Se establecen también por disposición de última voluntad. . ." (art. 2978, 1? parte). Esta forma hace alusión al acto testamentario, cuando por su intermedio se deja un legado, estableciendo, por ejemplo, una servidumbre a cargo de una persona y a favor de otra. Debe respetarse en estos casos la legítima de los herederos forzosos. Forma y prueba de la constitución por título-. Respecto a la forma dispone el código: "La constitución de las servidumbres, en cuanto a su forma es regida por las disposiciones relativas a la venta, cuando es hecha a título oneroso, y a las donaciones y testamentos, cuando tiene lugar a título gratuito" (artículo 2992). Para la venta, la escritura pública sólo es exigida ad probationem (arts. 1184, inc. 1°, 1185 y 1187) y los tribunales han admitido la constitución por documentos privados (90). Para los otros casos '(donaciones, legados), la escritura pública es necesaria, por ser forma ad solemnitatem (arts. 1810, inc. I 9 y 3697). Siempre se requiere la inscripción en el Registro de la Propiedad, para la publicidad. En cuanto a la prueba: "El establecimiento de una servidumbre constituida por un título, puede ser probada por el acto original que demuestre su constitución, o por un acto ejecutado por el propietario del fundo sirviente que lo fuere a ese tiempo, sin (88) V. Lafaille, H., op. cit., t. IV, vol. II, n9 1499. (89) V. Segovia, op. cit., t. II, n? 20, pág. 271. (90) En casos de servidumbre de acueducto, puede derivar de una carta privada. V. Cám. civ. 1? Cap. Fed., fall. 3-VI-1927, en G. del F., t. 68, pág. 249; en igual sentido Corte Supr. La Rioja, en /. A., 1953-1, pág. 3 1 5 , Constitución que consta en Bolet. de compraventa. V. Cám. civ. 1? Cap. Fed., en La Ley, t. 44, pág. 513. tar una forma libre (92). d) Capacidad y sujetos titulares. Capacidad de hecho para establecer o adquirir servidumbres: "La capacidad para establecer o adquirir servidumbres es regida por las disposiciones para establecer o adquirir el derecho de usufructo" (art. 2979). La capacidad requerida es la capacidad para vender, tratándose contratos a título oneroso, o para donar en caso contrario. El precepto se complementa con el siguiente: "Los que pueden establecer servidumbres en sus heredades, pueden adquirirlas; pero los que no gocen de sus derechos como los menores, aunque no pueden establecer servidumbres pueden adquirirlas" (art. 3012). Los incapaces pueden, sin embargo, establecer y adquirir servidumbres por medio de sus representantes legales (art. 56). Personas que pueden establecer servidumbres: a) El propietario de la heredad sirviente (arts. 2989, 2981, 2991, 2990 y 2999.) b) Los copropietarios: (arts. 2985, 2986 y 2987). c) Los usufructuarios: (arts. 2980 y 2982). Personas que pueden adquirir servidumbres: a) El propietario de una heredad dominante y los que asumen una calidad semejante (2983, 3013 y 3014). b) El copropietario (art. 3015). c) Otros titulares de derechos reales (usufructuario, usarilo y acreedor anticresista (art. 2984 y 3016). e) Modalidades en la constitución. Las servidumbres reales pueden constituirse con las modalidades comunes {condición, plazo, cargo) a los actos jurídicos (art. 2988) y con modalidades y caracteres propios: (91) Fallo y doctrina cit. por Spota y Salvat, op. cit., t. II, n? 1020 y t. III, n? 1811 y nota (58), respectivamente . (92) Síntesis en Spota, op. cit., núms. 1017 a 1021 y en nota al fallo de la Cám. civ. y com. de Córdoba del 8-IV-1936, en J. A., t. 54, pág. 637. "Júzganse establecidas como perpetuas las servidumbres reales, si no hay convención que las limite a tiempo cierto" (art. 3009). "Las servidumbres pueden establecerse sobre la totalidad de un inmueble o sobre una parte material de él, en su superficie, profundidad o altura" (art. 2998). "La servidumbre puede constituirse a beneficio de un inmueble futuro o que sólo se va a adquirir, o consistente en una utilidad futura, como la dé llevar agua que aún no se ha descubierto, pero que pretende descubrirse" (art. 3001). f) Constitución por destino del padre de familia. Como se ha visto en la reseña del Derecho romano, esta forma de constitución por el sujeto con capacidad para disponer de su fundo, (pater familias*) parece haberse insinuado en algunas situaciones de hecho, sobre servicios permanentes establecidos por el propietario y que después se conservaban, en caso de división de los fundos y transmisión a distintos propietarios. En nuestro Derecho positivo el supuesto y sus variantes se han mantenido a través del Derecho francés que ha servido de fuente en esta materia (93). Dispone el Código civil: "Se establecen... y por el destino del padre de familia. Se llama destino del padre de familia la disposición que el propietario de dos o más heredades ha hecho para su uso respectivo" (art. 2978). En nuestro Derecho ha prevalecido la interpretación que consagra los supuestos, que se indican, y que deben distinguirse, para evitar ¡as confusiones y complejidades doctrinarias provocadas en la fuente francesa (94). a) Establecimiento de nueva servidumbre por destino del propietario Qpater familias'): "Cuando el propietario de dos heredades haya él mismo sujetado la una respecto a la otra con servidumbres continuas y aparentes, y haga después una desmembración de ellas, sin cambiar el estado de los lugares, y sin que el contrato tenga convención alguna respecto a la (93) La preceptiva ha tenido su fuente en los arts. 692, 693 y 694 del Código civil francés, los cuales han dado origen a una prolongada y erudita controversia doctrinaria, resuelta en definitiva por los tribunales que exigen prueba y título para las servidumbres que reviven y son aparentes, sin ser continuas (art. 694, francés, equivalente al 2995 del Código civil argentino). No así para las continuas y aparentes, donde no hay necesidad de resentar título (arts. 692/93, equivalentes al 2994 arg.)a cuestión está resumida en Lafaille, op. cit., t. IV, vol. II, n? 1522 y notas. Salvat, op. cit., t. III, n? 1844 y nota (102); Allende, op. cit., pág. 323, y sgts.; Josserand, op. cit., t. I, vol. u!, n? 1997 y sgts. (94) La interpretación actual tiende a coordinar los preceptos y ver dos supuestos diferentes en los de los arts. 2994 y 2995. Para el primero se exige que la servidumbre sea continua y aparente; para el segundo, basta Í con que sea aparente. V. Spota, op. cit., t. II, núms. 1023 a 1025; Salvat, op. cit., t. III, a» 1844 y nota. servidumbre, se juzgará a ésta constituida como si fuese por título" (art. 2994). La nota agrega los supuestos principales: ". . .que es la disposición o el arreglo que el propietario de varios fundos ha hecho, o cuando las causas son muy antiguas, ha dejado subsistir por un uso respectivo". L. 36, Tít. 3, Lib. 8, Dig. Este arreglo debe ser el resultado de signos permanentes. . . Si después estos fundos vienen a pertenecer a dueños diferentes, sea por enajenación, sea por partición entre los herederos, el servicio que el uno obtenía del otro, por simple destino del padre de familia, cuando- ellos les pertenecían, se convierten en una servidumbre. Se comprende bien que el estado de los lugares no debe ser una distribución pasajera y sólo al objeto de una comodidad momentánea, para valer como título a fin de cosiderar ese estado de los lugares como una servidumbre, debida por un fundo al otro" (nota al art. 2994). "Las servidumbres discontinuas aunque sean aparentes, no pueden establecerse por el solo destino que hubiere dado a los inmuebles el propietario de ellos" (art. 2997). En estos supuestos ya se trate del destino económico de dos fundos o de partes de un solo fundo, afectados por un servicio predial de "fundo a fundo" por tratarse de creación o institución de servidumbre nueva se establece el principio más estricto: las servidumbres, a falta de convención expresa, se constituyen en la nueva situación de división predial a distintos propietarios, sólo si es continua y aparente. b) Renacimiento de una servidumbre, extinguida por confusión. Dispone como principio general el Código: "Extinguida la servidumbre por confusión definitiva de las dos calidades de dominante y poseedor del inmueble sirviente, no revivirá por el hecho de dejar de pertenecer al mismo poseedo el inmueble dominante o el inmueble sirviente" (art. 3057, 1' P.). Es el principio romano de la extinción definitiva de la servidumbre en caso de confusión, salvo las excepciones que se establecen: ". . .a no ser que hubiese declaración expresa en el instrumento de enajenación de uno de esos inmuebles, o que sin haber declaración en sentido contrario, existiesen entre aquellos signos aparentes de servidumbres al tiempo de la enajenación" (art. 3057, 2* Parte). En concordancia con la última parte del precepto transcripto se dispone sobre el caso de renacer una servidumbre: "Si el propietario de dos heredades, entre las cuales existe un signo aparente dé servidumbre de la una a la otra, dispone de una de ellas, sin que el contrato contenga ninguna conven- ción relativa a la servidumbre, ésta continúa existiendo activa o pasivamente en favor del fundo enajenado, o sobre el fundo enajenado" (art. 2995). En ambas formas de constitución es la voluntad de la ley, más que la voluntad presunta de las partes, la que justifica y crea o revive las servidumbres. La ley en todo caso recepta el hecho voluntario y le da eficacia normativa. g) Constitución por prescripción adquisitiva (usucapión^). Establece el Código civil: "Las servidumbres continuas y aparentes, se adquieren por título o por la posesión de treinta años. Las servidumbres continuas no aparentes, las servidumbres discontinuas aparentes o no aparentes, no pueden establecerse sino por títulos. La posesión aunque sea inmemorial no basta para establecerlas" (art. 3017). La fuente directa fue el Derecho francés (95). Así se apartó el legislador de las costumbres del país( 9C ), instituyendo un régimen que se aparta de lo establecido para los actos posesorio, que conducen a la prescripción. En nuestro Derecho el titular de una servidumbre, aunque sea discontinua o no aparente, puede promover interdictos y acciones posesorias. Sin embargo cualquiera fuese el tiempo transcurrido, en esos supuestos, no puede lograr la usucapión que sólo se concede en el que señala el artículo 3017. Este régimen ha merecido justa crítica, por fundamentarse esencialmente en la ilógica clasificación de servidumbres continuas y discontinuas, como ya se ha señalado. "Para nosotros, lo repetimos, la divlsio medieval entre servidumbres continuas y discontinuas debe desaparecer. La usucapión de las servidumbres debe quedar, en efecto, regida por los principios generales que reglan los actos posesorios que conducen a la adquisición de derechos reales" (97). Otros autores defienden la legislación actual por considerar que defiende los intereses de la propiedad rural contra los actos de mera tolerancia (98). Los requisitos para que proceda la usucapión de las servidumbres continuas y aparentes son los siguientes: a) Debe tratarse de una servidumbre autorizada por la ley. b) Que la cuasiposesión se ejerza con el ánimo de ser titular del derecho de servidumbre. c) Que la cuasiposesión sea continua y no interrumpida (arts. 4015-4016). d) Que, además, se configure con los siguientes caracteres: pública y pacífica. (95) Lo dice la nota al art. Cód.francés, aits. 690/91. Este régimen originó una doctrina contradictoria, para tratar de corregir el rigor del principio respecto a algunas situaciones de cuasi posesión de muchos años. (V. h) Constitución forzosa (impuesta por la ley si se cumplen los supuestos de hecho previstos). Al tratar las clases de servidumbres reales que pueden configurarse en nuestro Derecho positivo, hemos explicado que por razones de interés público y de conveniencia económica, el legislador ha instituido este modo de constitución. Nos remitimos a lo dicho en ese capítulo dejando aclarado que se trata de casos en que la voluntad de las partes actúa por disposición legal. Las servidumbres de constitución forzosa, por disposición legal, resultan excepcionales y las circunstancias que indica taxativamente la norma, deben darse para poder ser instituidas, previo reclamo del titular del predio necesitado, pago correspondiente del valor del servicio prestado, o reclamación ante la justicia, para que una sentencia constitutiva la autorice. 9) Extinción de las servidumbres prediales. El Código argentino trata las causas de extinción de estas servidumbres, conjuntamente con algunas causas de extinción de los actos jurídi- cos. Igual tratamiento impone a la materia del usufructo y de las servidumbres personales ("). Las causales que pueden ser aplicadas a diversas relaciones jurídicas y a las servidumbres, son las siguientes: a) Extinción del derecho del constituyente: Las servidumbres se extinguen: "Las servidumbres se extinguen por la resolución del derecho del que la había constituido, sea por la rescisión, o por ser anulado el título por algún defecto inherente al acto" (artículo 3045). Esta regla se refiere especialmente al supues- to en que la persona que estableció la servidumbre se encuentra con la extinción de su título por cualquier causa legal. a) Por el cumplimiento del plazo o de la condición: "Se extinguen también por el vencimiento del plazo acordado para la servidumbre, y por el cumplimiento de la condición resolutoria a que ese derecho estuviere subordinado" (art. 3046). b) Imposibilidad del ejercicio, por ruina, cambios o falta de utilidad de las servidumbres: La verdadera imposibilidad se establece: "La servidumbre se extingue también cuando su ejercicio llega a ser absolutamente imposible por razón de ruina de alguno de los predios, o por cambio sobrevenido a la here- dad dominante, o a la heredad sirviente, ya provengan de un acontecimiento de la natu- Síntesis en Salvat, t. III; Dalloz, Cade civil, 1952, art. (99) El Código civil argentino en el Libro III, Título 691; Josserand, op. cít., núms. 1991 a 1996. (96) La nota al art. 3017 cita las disposiciones de las Partidas — 3«, Tít. 31, Ley 15— que admitía la posesión ab inmemorabile en servidumbres continuas o discontinuas no aparentes. XII, Capítulo IV, trata la materia "De la extinción de las servidumbres", en un extenso articulado (arts. 3045 (97) V. Spota, op. cit., t. II, núms. 1027 a 1030 y nota. (98) Laíaille, H., op. cit., t. IV, vol. II, n? 1516. a 3067), con los caracteres apuntados en el texto. Por eso los Proyectos de reforma (el Ante-proyecto de Bibiloni y de la Comisión Reformadora de 1936), han establecido una preceptiva menos extensa. Eu el Anteproyecto se de- dican siete artículos ((2724 a 2730). En el Proyecta cuatro (1690 a 1693). raleza o de un hecho lícito de parte de un tercero" (art. 3051). Este precepto debe aplicarse siempre que no se den estos supuesto: "La servidumbre no cesa cuando la imposibilidad de ejercerla provenga de cambios hechos por el propietario de la heredad dominante, o por el propietario de la heredad sirviente, o por un tercero, traspasando los límites de su derecho" (art. 3052). Imposibilidad por no obtenerse utilidad: "La servidumbre concluye cuando no tiene ningún objeto de utilidad para la heredad dominante. Un cambio que no quitase a la servidumbre toda especie de utilidad, sería insuficiente para hacerla concluir" (art. 3050). Casos de extinción no definitiva j de restitución de servidumbres: "La servidumbre revive cuando las cosas cambiadas son restablecidas, y puede usarse de ellas, si no se hubiese pasado el tiempo de la prescripción, sin que el dominante hubiera restablecido las cosas destruidas o cambiadas por él, o si teniendo derecho a demandar las reparaciones necesarias no las demandó, o lo hizo después de pasado el tiempo de la prescripción" (art. 3053). "Es aplicable lo, dispuesto en el artículo anterior a las servidumbres activas o pasivas, inherentes a casas, paredes de un solo dueño o medianeras, y a las construcciones en general. Si éstas se demoliesen o destruyesen, y fuesen reconstruidas, la servidumbre continúa en la nue- dominante, a no ser que duren el tiempo necesario para la prescripción" (art. 3048). "Tampoco importa una renuncia tácita del derecho, la construcción de obras contrarias al ejercicio de las servidumbres, hechas por el dominante en su heredad, aunque sean permanentes, a no ser que duren el tiempo necesario para la prescripción" (art. 3049). La renuncia expresa configura un medio unilateral, constituyendo una excepción a los principios dé la renuncia en materia de actos jurídicos y obligaciones, por expresa disposición del artículo 3047. Las causales específicas, preceptuadas para las servidumbres prediales son las siguientes: d) Confusión: "Las servidumbres se extinguen por la reunión en la misma persona, sea de los propietarios de las heredades, o de un tercero, del predio dominante y del predio sirviente, cualquiera que sea la causa que la haya motivado, o cuando en las servidumbres a favor de una persona, ésta ha llegado a ser propietaria del fundo sirviente" (art. 3055). La situación prevista por la norma es de una concentración del dominio de ambas heredades en una sola cabeza. Se aplica el principio romano: ne.rn.ini res sua servit. Es el mismo fenómeno que con respecto a las servidumbres personales, aludidas al final del precepto, se denomina consolidación (art. 2928). "Para causar la confusión, es preciso que las dos heredades pertenezcan en su totalidad al va casa, en la nueva pared, o en la nueva construcción, si no hubiese pasado el tiempo de la mismo propietario". Dice el codificador en la prescripción" (art. 3054). c) Por renuncia: Expresa o tácita. Unilateral y bilateral. "Las servidumbres se extinguen por la renuncia expresa o tácita del propietario de la heredad al cual es debida, o de la persona a favor de la cual se ha constituido el derecho. La renuncia expresa debe ser hecha en la forma prescripta para la enajenación de los inmuebles. No tiene necesidad de ser aceptada para producir sus efectos entre las partes. La renun- "No habrá confusión de las dos calidades de dominante y poseedor del fundo sirviente, cuan- cia tácita sucederá cuando el poseedor del inmueble sirviente haya hecho, con autorización escrita del dominante, obras permanentes que estorben el ejercicio de la servidumbre" (artículo 3047). El medio extintivo puede ser expreso, hecho en escritura pública (arts. 1184 inc. I 9 y 109). Puede ser también cipios de esta clase En este supuesto, exento de cualquier "La tolerancia de tácito y sujeto a los prinde renuncias (art. 918). debe, sin embargo, estar duda: obras contrarias al ejerci- cio de la servidumbre no importa una renuncia del derecho, aunque sean hechas a vista del nota al artículo 3055, y preceptúa: do el poseedor de uno de los inmuebles llegase a ser simplemente condómino del otro inmue- ble, o cuando la sociedad conyugal adquiriese un inmueble dominante o sirviente de otro inmueble de uno de los cónyuges, o de uno cíe los socios, a menos que disuelto el matrimonio, o disuelta la sociedad, ambos inmuebles vengan a pertenecer a la misma persona" (artículo 3058). Se explica esta reserva en las tres situaciones indicadas, por cuanto el régimen de cada una de ellas, hace aparecer un titular distinto (un ente) que no se confunde con los sujetos pasivos y activos de la servidumbre. La confusión como una situación de imposibilidad, para la continuación de la servidumbre, puede cesar si desaparece la causa que la determinó : "Si la adquisición de la heredad que causd la reunión en una persona de los dos predios, llega a ser anulada, rescindida o resuelta con efecto retroactivo, se juzga que la servidumbre nunca ha sido extinguida" (ait. 3056). En el caso de que la separación de las dos heredades fuera el resultado de la enajenación de una de ellas, se dispone: "Extinguida la servidumbre por confusión definitiva de las dos calidades de dominante y de poseedor del inmueble sirviente, no revivirá por el hecho de dejar de pertenecer al mismo posedor el inmueble dominante o el inmueble sirviente, a no ser que hubiese declaración expresa en el instrumento dé enajenación de uno de esos inmuebles, o que sin haber declaración en sentido contrario, existiesen entre aquéllos, signos aparentes de servidumbre al tiempo de la enajenación" (art. 3057). Sólo en caso de concurrir las situaciones señaladas renace la servidumbre, por aplicación de las reglas sobre el "destino del padre de familia", o en el caso de haberse reservado tal consecuencia en el instrumento pertinente (10°). e) Extinción por el no uso. En este caso el legislador ha seguido al Derecho romano, que cita en la nota al artículo 3059. Se trata del caso del no uso o ejercicio de la servidumbre y de la usucapió libertatis, aplicables, éstas, a las urbanas. Nos remitimos al capítulo respectivo de este trabajo. La fuente romana, con la corrección bizantina y a través del Derecho español (loi) ha sido receptada en nuestro Código civil: "Las servidumbres se extinguen por el no uso durante diez años entre presentes, y veinte entre ausentes, aunque sea causado por caso fortuito o fuerza mayor. El tiempo de la prescripción por el no uso continúa corriendo para las servidumbres discontinuas, desde el día en que se haya dejado de usar de ellas, y pata las continuas desde el día en que se ha hecho un acto contrario a su ejercicio" (art. 3059). Este precepto es aplicable a todas las servidumbres sin distinción. El cumplimiento del plazo legal señalado, las extingue. El caso fortuito o la fuerza mayor no suspenden el curso de la prescripción y puede ser aceptado como el principio en la materia. En ese sentido el precepto concuerda con lo dispuesto en el artículo 3051. Pero una parte de la doctrina nacional sostiene que en casos especiales existe una atenuación para el derecho del titular de la servidumbre, en el supuesto del artículo 3980 y la regla romana que cita el legislador (cowtra non valentem non currit praescríptio'), no es de aplicación absoluta en la legislación contemporánea (102). En las servidumbres continuas, el acto contrario para hacer correr la prescripción debe consistir en un obstáculo material al ejercicio del derecho (v. gr. en las serv. poshivas-conti(100) V. Lafaille, H., op. cít., t. IV, vol. II, n° 1562. (101) El codificado! cita Las Partidas, 3», tít. 3 1 , ley 16, que ya distinguía entre presentes y ausentes y omitía la excepción referente a las servidumbres urbanas. (102) V. Lafaille, H., o?, cít., t. IV, vol. II, n? 1563 y nota; Segovia, of. cit., t. II, pág. 306, n? 224. nuas de acueducto). Cuando se trate de servidumbres negativas-continuas en un acto que viole el deber de no hacer (v. gr. servidumbre altius non tollendi~). En este supuesto se da la usucapió libertatis, cuando el propietario del fundo sirviente construye más arriba de lo permitido y de lo que ha obligado. Conservación de la servidumbre. Para evitar la extinción por el no uso, en favor del titular se prescribe: "Para conservar la servidumbre e impedir la prescripción, basta que los representantes del propietario en los derechos de su predio, o los extraños hayan hecho uso de la servidumbre por ocasión del fundo. Así, la servidumbre se conserva por el uso que de ella hiciera el poseedor de mala fe que goce de la heredad a la cual es debida" (art. 3060). "Si la heredad en favor de la cual la servidumbre está establecida, pertenece a muchos, pro indiviso, el goce del uno impide la prescripción respecto de todos" (art. 3061). "Si entre los propietarios se encuentra alguno contra el cual el tiempo de la prescripción no ha podido correr, habrá éste conservado el derecho de los otros" (art. 3062). Caso de modificación de la servidumbre. El uso de la servidumbre de un modo diverso al establecido, tiene el efecto de extinguir por el no aso, el modo anterior, orginario. El principio general se establece así: "La modificación de la servidumbre, o sea el modo de usarla, se prescribe de la misma manera que la servidumbre" (art. 3063). En los casos de extinción parcial, el legislador ha seguido fielmente la fuente francesa (103) que cita en las notas, a los siguientes artículos: "El uso incompleto o restringido de una servidumbre, durante el tiempo señalado para la prescripción, trae la extinción parcial de ella y la reduce a los límites en que ha sido usada" (art. 3064). En lo que excede de los límites señalados, la servidumbre queda extinguida. Pero puede darse el supuesto en que el uso de la servidumbre haya sido aumentado, que no prevé el precepto. Se ha señalado que si se trata de una servidumbre contimia y aparente, puede adquirirse en ese caso por prescripción (104). En la aplicación del precepto del artículo 3064 se hacen estas distinciones: a) Cuando el uso reducido de la servidumbre ha sido consecuencia de un acto voluntario del titular: "Cuando el propietario de la heredad dominante ha usado la servidumbre conforme a su (103) Aubry et Rau, Cours de Droit {raneáis, 3* edic., t. III, párraf. 255, letr. b). (104) V. Nota al artículo 3065, donde el legislador hace mención a esta hipótesis. Baudry-Lacantinerie et Chauveau, "Oes biens", del Traite théorique et pratique de Droit civil, n? 1170. título, en la medida de sus necesidades o conveniencias, debe juzgarse que la ha conservado íntegra, aunque no haya hecho todo lo que estaba autorizado a hacer. Así, aquel a quien su título le confiere el derecho de pasar a pie, a caballo, o en carro, conserva íntegro su derecho cuando se ha limitado a ejercer el paso a pie" (art. 3065). El principio del artículo 3063, se aplica en los supuestos del precepto siguiente: "Cuando el ejercicio parcial de la servidum- "Si la servidumbre ha sido adquirida por posesión del tiempo fijado por la ley para la prescripción, sólo podrá ejercerse en los ¡imites que hubiese tenido la posesión" (art. 3027). En caso de servidumbres accesorias: "Por el establecimiento de una servidumbre, se entiende concedida al propietario de la heredad dominante, la facultad de ejercer las servidumbres accesorias que son indispensables para el uso d'e la servidumbre principal; pero la concesión de una servidumbre, no lleva vir- bre ha sido el resultado de un cambio en el tualmente la concesión de otras servidumbres, estado material de los lugares que hacía imposible el uso completo, o por oposición de parte del propietario de la heredad sirviente, la servidumbre queda reducida a los límites en que se ha ejercido durante el tiempo señalado para la prescripció.n" (art. 3066). Para el supuesto del cambio de lugar, en el ejercicio de la servidumbre, el Código civil dispone: "El ejercicio de una servidumbre discontinua por un lugar diferente del que se había asignado a ese efecto, hace perder al fin de para sólo hacer más cómodo el ejercicio dei derecho, si no son indispensables" (art. 3018). Obras que puede ejecutar el titular del pre- diez años la designación primitiva; pero no trae la extinción de la servidumbre misma, a no ser que la designación debiese considerarse como inherente a la constitución de la servidumbre. Fuera de este caso, el propietario de la heredad sirviente debe sufrir el ejercicio de la servidumbre por el lugar por donde se ha ejercido, si no permite hacer volver al propietario de la heredad dominante a la designación crimitiva" (art. 3067). 10) Efectos de- la. constitución cíe servidumbres. a) Derechos del titular del predio dominante. Extensión y modo de ejercicio (10B): "La extensión de las servidumbres establecidas por voluntad del propietario, se arreglará por los términos del título de su origen, y, en su defecto, por las disposiciones siguientes" (art. 3019). "El propietario de la heredad dominante puede ejercer su derecho en toda la extensión que soporten, según el uso local, las servidumbres de igual género d'e la que se encuentra establecida a beneficio de su heredad" (art. 31)20). "Si la manera de usar de la servidumbre es incierta, como si el lugar necesario para el ejercicio de un derecho de paso, no es reglado por el título, corresponde al deudor de la servidumbre designar el lugar por donde él quiera que se ejerza" (art. 3021). (105) El Código argentino, en Libro III, Tít. XII, Capítulos II y III, trata sobre el ejercicio de las servidumbres, de las situaciones que se plantean en caso de condominio, de los derechos y deberes del "propietario del predio dominante" Orts. 3018 a 3035); luego regula ''las obligaciones y derechos del propietario de la heredad sirviente". Se critica la forma casuística y extensa en que está tratada esta materia, que pudieron resumirse en pocos principios generales. dio dominante: "El propietario de la heredad dominante, tiene el derecho de ejecutar en la heredad sirviente todos los trabajos necesarios para el ejercicio y conservación de la servidumbre; mas los gas- tos son de su cuenta, aun en el caso de que la necesidad de reparación hubiese sido causada por un vicio inherente a la naturaleza del predio sirviente. Esta disposición comprende la ser-vidumbre de sufrir la carga de un muro o de edificio como todas las demás" (art. 3022) (106). Para el ejercicio de los derechos conferidos existen límites que contemplan el principio fundamental de esta materia: obtener las ventajas con el mínimo de sacrificio y no hacer más gravosa la condición -del fundo sirviente: "El ejercicio de la servidumbre no puede exceder las necesidades del predio dominante en la extensión que tenía cuando fue constituida" (art. 3025). Otras limitaciones: "La servidumbre existente no puede ser separada bajo ninguna forma de la heredad dominante, para ser transportada sobre otro fundo de la propiedad del dueño de la heredad dominante o de tercero" (art. 3024). "Cuando la servidumbre ha sido constituida para un uso determinado, no puede ejercerse para otros" (art. 3026). Efectos del condominio o división de heredades. El principio general lo establece el artículo siguiente: "Si la heredad dominante pasa dé un propietario único a muchos propietarios en común o separados, cada uno de éstos tiene derecho a ejercer la servidumbre, sea divisible o indivisible, con el cargo de usar de ella de manera que no agrave la condición del fundo sirviente. Así, si se trata del derecho de paso, todos copropietarios están obligados a ejercer su recho por el mismo lugar. Recíprocamente, división del fundo sirviente, no modificará los dela los (106) En este precepto el legislador se apartó del Derecho romano que sujetaba al titular de la cosa gravada en el caso de la servitus oneris ferendi, a cubrit los gastos del soporte y mantener el edificio en buen estado. derechos y deberes de los dos inmuebles" (art. 3028). Concordar con «1 art. 3008 (107). La complejidad de relaciones jurídicas el Código la resuelve en estos supuestos con las normas de este capítulo y las reglas establecidas respecto a la indivisibilidad de las servidumbres y la divisibilidad de su ejercicio (art. 3007 y concordantes comentados). El Código civil hace una distinción: si se trata de la constitución de un condominio sobre la heredad dominante establece una regla para las servidumbres divisibles e indivisibles (arts. 3029 y 3030 ya comentados). Siempre se trata de las servidumbres consideradas en cuanto a su ejercicio (108). Por último el Código .argentino reglamenta el supuesto de la división de la heredad dominante, entre varios propietarios. Como regla general debe tenerse en cuenta que el comentado artículo 3007 autoriza al dueño de cada lote, una vez producida la partición, para ejercer la servidumbre, con reserva de no agravar la situación .del predio sirviente. En las normas de los artículos 3032 y 3033 el legislador ha contemplado los supuestos: a) cuando el beneficio favorece a una parte del predio dominante y b) cuando favorece al conjunto. "Si el inmueble dominante pasare a ser de dos o más dominantes por separado, y la servidumbre aprovechare sólo a una parte del predio, el derecho de ejercerla corresponderá exclusivamente al que fuese poseedor de esa parte, sin que los poseedores de las otras partes tengan en adelante ningún derecho" (art. 3032). "Si la servidumbre fuere divisible y aprovechase a todas las partes del inmueble dominante, o a una región que haya llegado a ser de dos o más dominantes por separado, cada uno de ellos sólo tendrá derecho a ejercerla en la cantidad que le hubiese correspondido, y, en caso de duda, cada uno de los poseedores tendrá derecho a ejercerla en una cantidad proporcional a su parte en el inmueble dominante. Si fuere indivisible, se procederá como se ha dispuesto cuando el fundo dominante pertenece a varios, habiendo entonces tantas servidumbres distintas cuantos sean los poseedores del inmueble dominante; pero no entre esos propietarios uno respecto de los otros, evitándose si fuere posible el mayor gravamen al predio sirviente" (art. 3033). En este último caso, el legislador ha evitado instituir una comunión entre los poseedores de los lotes dominantes. b) Deberes del titular del -predio dominante. Teniendo en cuenta los dos intereses en juego, el Código establece principios de protección para el predio sirviente (arts. 3011-3044 y concordantes), y limitaciones y deberes para el ejercicio de las facultades del titular del predio dominante, en cuanto la incidencia económica y material de este ejercicio sobre el valor de uso y de cambio del predio gravado. Se ha señalado con acierto que el propietario del fundo dominante debe poder conseguir: a) el máximo rendimiento de utilidad del fundo sirviente, y b) con el menor agravio y posible daño a la propiedad gravada (109). Con lo segundo se enuncian lato sewsw, los deberes en el ejercicio de las servidumbres, que en nuestro Derecho están prescriptos en varias normas. Las normas implicadas en esta materia se han comentado y son principalmente las de los artículos 3007, 3028 y 3033 y otras que hacen mención a la forma de ejercerse el Derecho real. Ya vimos que en situaciones especiales es imposible evitar el recargo gravoso para el fundo sirviente y, en ese caso, . . . "el poseedor del inmueble sirviente no tendrá derecho a indemnización alguna por el aumento del gravamen" (art. 3030). Además de las limitaciones al ejercicio del derecho, en resguardo de la otra parte, ya señaladas al comentar los artículos 3024, 3025 y 3026, se ha señalado que están a cargo del titular de la •servidumbre los gastos necesarios para su ejercicio y conservación. Así lo dispone el precepto del artículo 3022: ". . .mas los gastos son de su cuenta, aun en el caso de que la necesidad de reparación hubiese sido causada por un vicio inherente a la naturaleza del predio sirviente". c) Derechos del titular del predio sirviente. Como se ha visto, los poderes del propietario o titular del predio sirviente, no quedan "desmembrados", sino limitados, en la justa medida del contenido d'el gravamen. A diferencia del usufructo (máximo poder sobre la cosa ajena) en las servidumbres prediales, el citado titular conserva las facultades no cedidas y ejerce, en consecuencia, su actividad como tal. Tolerando y absteniéndose, en cuanto lo obligue la carga asumida en la servidumbre predial, él puede ejercitar sus facultades de dominio y aun en el mismo contenido económico del gravamen, como se verá. Como se ha observado, se dan las circunstancias de un concurso dé poderes y derechos sobre la misma cosa, disciplinado por la ley civil. En nuestro Código civil, se establecen algunas facultades concretas en distintas situaciones posibles; en primer lugar un principio general: "Puede exigir que el ejercicio de la servi- (107) "La indivisibilidad de las servidumbres no im- (109) El articulo 2653 dispone: "Es prohibido al due- pide que en su ejercicio puedan ser limitadas respecto al ño del terreno superior, agravar la sujeción del terreno inferior, dirigiendo las aguas a un sólo punto, o haciendo lugar, tiempo y modo de ejercerlas" (art. 3008). (108) V. Salvat, op. cit., t. III, núms. 1877 a 1891, que trata coa acierto y detenidamente esta materia. de cualquier modo más impetuosa la corriente que pueda perjudicar al terreno inferior". dumbre se arregle de un modo menos perjudicial a sus intereses, sin privar al propietario de cipio general, ya conocido desde el Derecho la heredad dominante, de las ventajas a que "El propietario de ¡a heredad sirviente debe, si la servidumbre es negativa, abstenerse de actos d'e disposición o de goce, que puedan impedir el uso de ella; y si es afirmativa está tenga derecho" (art. 3041). Este principio aplicable a toda situación demasiado gravosa se complementa con estos preceptos : "Cumpliendo con la obligación de tolerar o abstenerse, que se deriva de la servidumbre, el propietario de la, heredad sirviente conserva el ejercicio de todas las facultades inherentes a la propiedad. Así, puede hacer construcciones sobre el suelo que deje la servidumbre de paso, con condición de dejar la altura, el ancho, la luz y el aire necesarios a su ejercicio" (art. 3039). "El propietario dtel predio sirviente no pierde el derecho de hacer servir el predio a los mismos usos que formen el objeto de la servidumbre. Así, aquel cuyo fundo está gravado con una servidumbre de paso, o cuya fuente o pozo de agua en su heredad, está gravado con la servidumbre de sacar agua de él, conserva la facultad de pasar el mismo para sacar el agua que le sea necesaria, contribuyendo en la proporción de su goce, a los gastos de las reparaciones que necesita esta comunidad de uso" (art. 3040). Otras modificaciones que se pueden exigir, en consonancia con el principio del artículo 3037: "... Sin embargo, si el lugar asignado primitivamente por el dueño de ella llegase a serle muy incómodo, o le privase hacer en él reparaciones importantes, podrá ofrecer otro lugar cómodo al dueño del predio dominante, y éste no podía rehusarlo" (art. 3037, 2» Parte). Se trata de un supuesto en que puede darse, dice Lafaille, un caso concreto de abuso del de- recho y está consagrado por la preceptiva del Derecho comparado ( 11() ). En la preceptiva argentina, no se prevé el caso del requerimiento del titular del fundo dominante, para la modificación en el ejercicio de la servidumbre. En la doctrina y jurisprudencia francesa se ha discutido el punto y parece ser la opinión en contra de ese requerimiento (11X). d) Deberes del titular del predio, sirviente. La limitación al ejercicio de algunos poderes del dominio se pone de manifiesto en los deberes de referencia. Así, se preceptúa como prin(110) V. Lafaille, H., op. cit., t. TV, vol. II, n° 1543 y nota, donde señala la legislación comparada que recepta el principio de nuestro artículo 3037. (111) Laurent, en su obra Principes de Droit civil franjáis, t. VITI, n? 265, y Demolomhe, Cours du Cade Napoleón, t. XII, n? 845, sostienen la afirmativa invocando motivos de equidad o cuando nadn se dice en el titulo «KKtitutivo. BaudTy-Lacantmerie eí CKavweaví, "Des biens..,", op- cit., Tí1? 1136, y la jurisprudencia predo- minante, sostienen la negativa, porque sería modificar los términos y límites del Derecho y su constitución. romano: obligado a sufrir de parte del propietario ce la heredad dominante, todo lo que la servidumbre le autorice a hacer" (art. 3036). Luego, como consecuencia, se establece el deber de no menoscabar el Derecho real de servidumbre: "El dueño del predio sirviente no puede menoscabar en modo alguno el uso de la servidumbre constituida" (art. 3037, I 9 Parte). En el caso de haberse hecho trabajos contrarios al uso de las servidumbres se establecen sanciones civiles: "El propietario de la heredad sirviente que ha hecho ejecutar trabajos contrarios al ejercicio de la servidumbre, está obligado a restablecer, a su costa, las cosas a su antiguo estado, y en su caso a ser condenado a satisfacer da- ños y perjuicios (art. 3038, concordado con los mismos principios sobre las obligaciones de no hacer, arts. 633 y 634 del Cód. civ.). III. DEFENSA. Clases de acciones. En nuestro Derecho positivo, de acuerdo a las fuentes romanas y la doctrina consultadas, los iura in re aliena y, especialmente, ¡as servidumbres y el usufructo, gozan de protección expresa y suficiente, como se verá (112). Con referencia a las servidumbres prediales, el Código civil preceptúa un esquema defen- sivo completo y sin hacer distinciones, lo que ha dado motivo a varias interpretaciones. Pero, sin duda, dada la finalidad y naturaleza de estos derechos, el criterio razonable es de procurar la protección a todas las situaciones ert que exista posesión o cuasi-posesión de la cosa y de los derechos (usufructo y servidumbres^). Como en el Derecho romano, se conceden acciones reales y posesorias y, además, todos los remedios, procesales previstos para la limitación total o parcial del Derecho real (interdictos) incluyendo la defensa extrajudicial de la posesión y del derecho correspondiente. Asimismo en las servidumbres prediales, el titular de! predio sirviente, como propietario o poseedor de un inmueble, puede intentar el posesorio y el petitorio, contra los avances de la otra parte o de un tercero, sobre la plenitud o la parcialidad del ejercicio de su derecho real, 11) Defensas y protección legal del titular de la servidunibre. Acciones reales. El articula 3034 del Código civil dispone: Así lo hace notar Argañarás en nota al n? 1908 del Tratado de Salvat, t. III, y comentando la posibilidad de (112) V. Estoco de Freirás, es la principal fuente en esta materia además de los romanistas mencionados ea la* aplicar el criterio a nuestro Derecho. notas por el codificador. "Corresponde a los dueños de las heredades dominantes, las acciones y excepciones reales, los remedios posesorios extrajudiciales, las acciones y excepciones posesorias" (113). En nuestro Derecho la acción de reivindicación, en principio corresponde al propietario de la cosa. Pero la interpretación ha extendido, de acuerdo a ciertos preceptos del Código y a la concordancia de la fuente en esta materia, su aplicación a favor de todos los titulares de derechos reales que impliquen una posesión de la cosa(114). Ella protege a todos los derechos reaks en que se discute el ius possidendi o la cuasi posesión, menos las servidumbres prediales (115). No es, por lo tanto, el dominio el único protegido por esta acción en nuestro Derecho, aunque tengamos que disentir, con la respetable interpretación de Salvat (116), que, como la de Machado (117), es restrictiva y fundamentan principalmente en la interpretación literal y en las fuentes romanas y Derecho comparado. Por lo que interesa en esta materia, debemos concluir, que en las servidumbres personales justinianeas, el usufructo y el uso están protegidos por la acción reivindicatoría de acuerdo a la preceptiva expresa del Código civil (arts. 2876 y 2863 para el usufructo; 2950, para el uso~). 12) La acción confesorio. Como en el Derecho romano, es la típica defensa de las servidumbres, en nuestro Derecho (vindicatio vel petitio servitutis^). Según la fuente directa, esta acción se debía otorgar: a) cuando cualquier acto de un ter- cero impidiere "la plenitud de los derechos reales susceptibles de ejercerse por la posesión", para que ésta se restablezca; b) o las servidumbres activas para que ellas sean restablecidas (arts. 3992 y conc. del Esboco^) ("8). Por otra parte el modelo brasileño, hace alusión genérica a la extensión e intensidad del daño causado al ejercicio de un derecho real al ( 1 1 3 ) Freitas dio el esquema tutelar estableciendo una acción real para el dominante cuando las servidumbres fueren verdaderas o putativas con justo título (arts. 4778/79). Especialmente estableció la confesaría (arts. 3858, 2?; 3992 y 3993) v las excepciones reales (art. 4010). Asimismo los remedios posesorios, que competen "como si el ejercicio de las servidumbres fuese posesión": Acciones posesorias (arts. 4019, 29; 4028/29/31 y 4045) y remedios exlrajudiciales (4013). hablar de plenitud. De esto y por no haberse distinguido la finalidad de la acción en la fuente romana, proviene la discusión sobre el alcance de esta acción en nuestra doctrina. El artículo 2975 establece: "La acción confesoria es la derivada de actos que de cualquier modo impidan la plenitud de los derechos reales o las servidumbres activas, con el fin de que los derechos y las servidumbres se restablezcan". Este artículo debe interpretarse teniendo en cuenta la fuente directa y la indirecta. La primera es Freitas y su sistema de acciones reales, establecidas en el Esboco y la segunda el Derecho romano. En el esquema de Freitas, esta acción otorga tutela procesal a todos los derechos reales que impliquen posesión de la cosa, para restablecer la plenitud de esa posesión y, por lo tanto el ejercicio del derecho. A semejanza de la reivindicación para el dominio, se establece esta acción para esos derechos reales. Pero, también las servidumbres prediales, excluidas de la tu- tela negatoria y de la reivindicación, encuentran su específica defensa en esta acción. Para interpretar el alcance de esta protección debe tenerse en cuenta la naturaleza de las relaciones que se establecen (^contenido'), en estas servitutes. Existe una disposición jurídica y a veces material del predio sirviente, pero no una posesión verdadera. Por eso, desde el Derecho romano, se ha visto que la defensa debe referirse al ejercicio, en más o en menos de lo que concretamente consista el servicio convenido. Allí está el nudo de la dificultad para definir, en supuestos límites, cuándo está afectada la exis- tencia o plenitud: del ejercicio o solamente su libertad. Por eso, también, los autores conciben una sola acción protectora: la confesaría. En el sistema, aludido, la acción confesoria, se da contra los que impidan "los derechos inherentes a la posesión" del titular del derecho afectado, para que la perturbación al ius possidendi cese, porque, como ya se apuntó, sólo está en juego el ejercicio de la posesión, no del dominio. Específicamente, se ha reservado, también, esta actio, para las servidumbres, donde no es posible hacer esa distinción entre dominio y posesión (119). (114) La reivindicación, en el Estoco, se da a favor de todo derecho real susceptible de ejercerse por la posesión, para que ésta se restituya: v.gr. el usufructo, e] uso, la habitación, etc. (arts. 3866, 3858, 19; 3704/5 1?, 2o *•, 2o 3", Ao o" yv 70 /v. (115) Interpretación de Lafaille compartida por una parte de la doctrina v que más se ajusta a las fuentes y a la preceptiva del Código. Así también opina Segovia, op. cií., nota 1 1 , y Bibiloni, Anteproyecto..., t. III, pág. 153. nota al artículo 2548. ( 1 1 6 ) Salvat, op. cit., t. III, n? 2150 y 2151. (117) Machado, op. cit., t. VII, págs. 236/37 y ( 1 1 8 ) Freitas, en su sistema de acciones reales, otorga U negatoria para defensa de la libertan de ejercicio de los derechos reales con posesión de la cosa, excluyendo a las servidumbres prediales, para las que reserva la acción confesuría. Véase nota siguiente. (119) Esboco, art. 3992: "La acción confesoria es la derivada de los actos voluntarios o ilícitos que de cu»lquier modo impidieren: la plenitud de los derechos reales cjue puedan ejercerse por la posesión a efectos de que ésta se restablezca. Las servidumbres activas a efectos de que éstas se restablezcan". Art. 3993: "Compete la acción confesoria: 1?) A los poseedores de inmuebles con derechos posesorios, cuando fuesen impedidos por otro de ejercer derechos inherentes • su posesión. 2?) A los titulares verdaderos o putativos de servidumbres personales activas cuando fuesen impedidos por otros, de ejercerlas. 3 9 ) . . . 49) Contra cualquiera que impida los derechos inherentes a la posesión de otro, o sus servidumbres activas, aunque sea el dueño del inmueble sirviente". Art. 3994: "El actor debe alegar: 19) Su derecho de poseer el inmueble dominante, cuando el derecho impe- La preceptiva argentina, sigue al esquema brasileño, pero en forma retaceada, en cuanto a los supuestos comprendidos, lo que dificulta la interpretación, para una objetiva aplicación del derecho a las realidades que presentan las servidumbres prediales. De cualquier manera, ateniéndonos a la especificidad de la materia que tratamos, la tutela de las servidumbres prediales, surge con bastante claridad y las normas deben interpretarse, teniendo en cuenta las fuentes indicadas. Siguiendo el modelo, dispone nuestro Código: "Compete la acción confesoria a los poseedores de inmuebles con derecho de poseer, cuando fuesen impedidos de ejercer los derechos inherentes a la posesión, que se determinan en este Código; a los titulares verdaderos o putativos de servidumbres personales activas, cuando fuesen impedidos de ejercerlas; a los acreedores hipotecarios de inmuebles dominantes cuyos poseedores fuesen impedidos de ejercer derechos inherentes a su posesión" (art. 2796). Existe una interpretación estricta que dice que el precepto, al referirse a las servidumbres, sólo protege la plenitud del ejercicio de ese derecho, sobre el fundo sirviente, "que se trata de actos... que constituyan un impedimento absoluto al ejercicio de ellos". Consecuentemente, cuando "se trata de actos que sólo importan una lesión o desconocimiento parcial de nuestro derecho, pero sin impedirnos en forma absoluta el ejercicio de él" lo que corresponde es la acción negatoria (12°). Asimismo, se ha interpretado que, de acuerdo a las fuentes directas e indirectas del Código civil, corresponde asignar a esta acción, la función y finalidad clásica, conservada por la legislación comparada. Es decir, que se la instituye para defensa exclusiva o específica de las servidumbres, sea que ésta sea perturbada en la totalidad .de su ejercicio o en parte, por el titular -del fundo sirviente. La extensión de la protección a otros derechos reales, que implican la posesión de la cosa, se debe a la influencia del sistema de Freitas, como se ha señalado. Esta interpretación amplia, cuenta con la adhesión de Segovia, Bibiloni y Lafaille, por diferentes razonamientos pero coincidentes en cuanto a la función y finalidad de la acción real confesoria (121)dido no fuere servidumbre. 2?) El derecho de poseer eí inmueble dominante y su servidumbre xeal activa, cuando fuere tal el derecho impedido. 3?) Su servidumbre personal activa cuando fuere tal el derecho impedido. 4?) . . . . . 5?) En todos los casos, el acto por el cual el demandado ha impedido el derecho alegado". (120) V. Salvtt, op. cit., t. III, núms. 2030, 2151 y sgts., donde sostiene una bien fundada interpretación sobre la desviación de nuestro codificador de las fuentes lomanas. Cree que la acción negatoria es aplicable al ataque a la libertad del ejercicio de las servidumbres. (121) V. Segovia, op. cit., t. II, pág. 194, n? 93; Bibiloni, Anteproyecto..., t. III, pág. 153, not» al art. 2548; I.afaille, op. cit., n? 2036, not» 15. Por lo demás Freitas, indicaba con precisión la defensa de las servidumbres reales y personales (por separado) en el articulo 3993, incisos 29 y 4y y 3994, incisos 2? y 3'. Distinción que no efectúa el precepto argentino, originando las dudas sobre su aplicación, a las diversas situaciones del ejercicio de las servidumbres. Por eso la interpretación amplia, debe incluir en el primer párrafo del artículo 2796, entre los supuestos allí contemplados, a los que corresponden a las servidumbres prediales (122). De esa manera hay congruencia con la finalidad específica de la acción: defender el ataque a las servidumbres prediales, que no implican verdadera posesión de la cosa, sino uso o disposición especial de ella. Esta orientación parece estar receptada en otro precepto que reproduce el inciso 4° del artículo 2994, de Freitas: "La acción confesoria se da contra cualquiera que impida los derechos inherentes a la posesión de otro o sus servidumbres activas" (art. 2797) (123). Para obtener tutela judicial, debe probar el titular de las servidumbres los siguientes extremos : "Le basta al actor probar. . . su derecho de poseer el inmueble dominante y su servidumbre activa. . . cuando fuese tal el derecho impedido" (art. 2798). Si se compara con el modelo, se ve el sincretismo de nuestra preceptiva que simplifica los supuestos en una sola expresión para ambas categorías de servidumbres (aparte de los otros supuestos de derechos reales). De todas maneras, se ve claro, aquí, que la protección procesal se acuerda plenamente por esta acción a toda perturbación, grave, plena o parcial, al ejercicio de las servidumbres, donde no se puedan "reivindicar" derechos inherentes a la .posesión de la cosa, como sucede en los supuestos y actividades de las prediales. Pero también se da la tutela, cuando, como sucede en las personales, tales como el usufructo, uso y habitación, hay que tutelar la posesión de la cosa. En el supuesto dé las prediales, debe probarse doblemente: a) el derecho a poseer el inmueble dominante; y b) el derecho de servidumbre activa que se reclama. En el caso de las servidumbres personales, debe probarse solamente el derecho de servidumbre real que se reclama (si es por usufructo, uso o habitación). La acción confesoria por copropietarios o contra coposeedores. H22) V. Lafaüle, op. cit., t. III, núms. 2146 y 2147 y notas. (123) Derechos inherentes a la posesión, es decir, ejercicio del ¿«s fiossessionis, por el hecho de poseer la cosa, objeto del Derecho real, menos el dominio, cuando es perturbado su ejercicio. V. arts. 2420 y 2421, que indican la orientación en la materia. "Cuando el inmueble dominante o sirviente perteneciere a poseedores con derecho de poseer, la acción confcsoria compete a cada imo de ellos, y contra cada uno de ellos, en los casos designados en los artículos anteriores; y las sentencias que se pronuncien, perjudicarán o aprovecharán a todos respecto a su efecto principal, pero no respecto al erecto accesorio cíe la indemnización del daño" (art. 2799). Para la aplicación de estas acciones reales, a favor del titular de las servidumbres, existe la interpretación amplia, que las acuerda, cualquiera sea el carácter de ellas, sin hacer distinciones, en continuas o discontinuas, aparentes o no aparentesC124). El artículo 3034, señalado, menciona, también, las excepciones reales, entre las defensas que puede interponer el titular de la servidumbre. La doctrina interpreta que se trata de las defensas que puede oponer el demandado por la acción confesoria o negatoria, ya sea, oponiendo objeciones procesales de formas o cualquier otra servidumbre como contraderecho (125). Acciones posesorias del titular de las servidumbres. La noción de quasi possessio* en el Derecho romano, está relacionada con la defensa de las servidumbres desde muy antiguo, como ya se ha señalado. Esta possessio inris, de los derechos, en la concepción bizantina originó un desarrollo de las defensas posesorias, donde el pretor otorgaba los quasi interdictos, cuando se demostraba el ejercicio continuado y sin interrupción de las servidumbres personales o reales. La institución fue desenvuelta en el Derecho bizantino, por extensión de las nociones clásicas sobre esta situación jurídica, de «so de los derechos sobre cosa ajena. En la época clásica se aplicó en las servidumbres y de esa esfera no se extendió. De manera que la estructura y régimen de la posesión tradicional fue mantenida. El desarrollo de la idea siguió en la época medieval por obra de los canonistas, especialmente Bartolo que definió la quasi poy.essio iurum, que podía ser civil o natural (12e). (124) V. Lafaille, op. cit., t. IV, vol. III, n« 1510, con una interpretación extensiva y amplia del artículo 3034. (125) Parece ya fuera de duda que desde 3a época clásica se admite la idea de quasi possessio, para señalar concretamente el Derecho de servidumbre "en posesión" de su titular. Así como se concibe una quasi traditio para significar la idea de entrega de estos derechos o transmisión por el riso de ellos, se llega a admitir la idea de la protección posesoria, que en esta possessio iuris se denomina quasi interdicta, mencionada también en las fuentes como interdicta veluti possessoria. Javoleno hizo notar que el ejercicio del Derecho, en las servidumbres, equivale a la posesión de las cosas corporales, y de abí aue ese uso del Derecho, puede equipararse a la traditio, originando el concepto de quasi traditio. Frag- mento recogido en el Dfgesfo, Lev 20, "De servil.", Libr, VIII, Tít. 1. (126) V. De la Oliva de Castro, Andrés, voz POSESIÓN, en Diccionario de Derecho Privado, t. II, págs. 3016/17, cdit. Labor, Barcelona, 1950. La idea prevalece en el Derecho moderno, restringida a ciertas hipótesis, particulares y fue receptada en nuestro Derecho civil como lo demuestra Lafaille'(127). Dice este civilista, en la materia que ahora nos interesa: "El amparo de la ley ha sido concedido a los cuasi-poseedores, con el mismo alcance que al poseedor ánimo domini. El artículo 2876 las acuerda al usufructuario; el 2950, en su parte final, las reconoce al usuario; el 3034, en materia de servidumbres dice que «corresponde a los dueños de las heredades dominantes, las acciones y excepciones posesorias». Con referencia al acreedor anticresista, no solamente el recordado artículo 3254, viene a calificarlo como tal, sino que el 2462, inciso 49 así lo confirma" C 127 )El citado artículo 3034, del Código civil argentino, introduce una variante respecto a la extensión de las defensas posesorias admitidas en la legislación comparada. El artículo no hace distinción entre las clases de servidumbres. De modo que queda para una interpretación sistemática la cuestión de decidir si las continvas y aparentes, son las únicas protegidas. Salvat, siguiendo la doctrina francesa en esta materia y atendiendo a la doctrina de la jurisprudencia nacional sostiene: 1) que las acciones posesorias se aplican sin dificultad a las servidumbres continuas y aparentes, sin necesidad de título; debido a que la cuasi posesión se exterioriza a semejanza de la posesión. 2) Las servidumbres discontinuas o continuas no aparentes, excepcionalmente pueden ampararse en las acciones posesorias, siempre que estén apoyadas en un título. Se entiende que el título es el único elemento que hace destruir la presunción de precariedad que envuelve a la idea y ejercicio de estas servidumbres. 3) Las servidumbres negativas no aparentes y precisamente por esa condición, también están excluidas de la protección posesoria, salvo que conste un título y que la abstención del propietario del iundo sirviente se haya prolongado por un año, que es el término exigido legalmente para estas acciones. Este civilista funda su interpretación en una constante jurisprudencia y constituye la posición tradicional en la materia C 128 ). Lafaille interpreta el sistema de nuestro Código en forma más extensiva. Recordando las disposiciones legales, que con respecto a la adquisición de las servidumbres por usucapión, exigen ciertos requisitos de publicidad y continuidad (art. 3017). Asimismo, reconociendo (127) V. Tratado, de Lafaille, op. cit., t. III, vol. I, núms. 189 a 192. (128) Ver S. C. N., FflHos, t. 27, pág. 461, nota al artículo 2975; Segovia, op. cit., nota 165; Salvat, op. cit., t. III, núms. 1893 a 1895. Además, fallos de Cám. Civ. Cap. Fed., t. 70, pág. 51; t. 177, pág. 337; Cám. Fed. Córdoba, en Jur. Trib. Federales, octubre de 1912, pág. 120; Cám. Fed. Mendoza, en J. A., t. XIX, pág. 596; Cám. Apel. Azul, en J. A., t. XLIX, pág. 806. la opinión del legislador en la nota expresa del art. 2975, contraria a la extensión de la defensa. Interpreta, sin embargo: a) que no ¿eben asimilarse los requisitos, más rigurosos para la adquisición y para clasificar las servidumbres, con los exigidos para la proteccón; b) que los textos del Código, sólo aluden a los primeros; c) que la falta de título, a diferencia del Derecho romano y antiguo Derecho francés, no es decisivo en materia de protección de la posesión, por cuanto se trata de cuestiones de hecho sobre la conducta -del pretendido titular de las servidumbres, en punto a continuidad y ejercicio de ellas. Concluye: "A través del Código argentino, ante la norma expresa del 3034, no es posible argumentar con la nota recordada del artículo 2975, tanto más cuanto en el orden posesorio, la eficacia del título está restringida por el artículo 2471" (129). "Cabe observar por último, que nadie podría privar de la acción instituida en el 2490 (13°), a todos los despojados en el ejercicio de servidumbres, sea cual fuere la naturaleza de éstas. Así ha ocurrido en Francia con la reintegrante" (131). Por último, recuerda la tendencia de la legislación comparada, contemporánea, en materia de posesión y su concepto unitario, lo que lleva a una protección también unitaria, sin distinciones, en el campo de las servidumbres. En ese sentido hace mención al Proyecto de 1936: "Con referencia al arduo problema de las servidumbres, cabe decir que el Proyecto se ha plegado a la opinión más justa cuando en su citado artículo 1682, inciso 49, confiere las defensas posesorias a todos los titulares, sea cual fuere la naturaleza del gravamen, con tal que se hallare inscripto en el Registro. Este requisito elimina el óbice de la clandestinidad". En materia de prueba, para que proceda la acción intentada, por el poseedor o cuasi poseedor, debe estarse a los principios generales del onus probandi y que es materia del ejercicio de las acciones posesorias. El requisito básico, es acreditar la cuasi posesión de la servidumbre que invoca el actor. Caso de condominio de la heredad, domi-nante. "Sea la servidumbre divisible o indivisible, cada uno de los dominantes, en común, puede ejercer las acciones del artículo anterior, y la sentencia aprovecha a los otros condóminos". (129) Art. 2471: "Siendo dudoso el último estado de la posesión entre el que se dice poseedor y el que pretende despojarlo o turbarlo en la posesión, se juzga que la tiene el que probase una posesión más antigua. Si no constase cuál fuera más antigua júzgase que poseía el que tuviese derecho de poseer, o mejor derecho de poseer". (130) Art. 2490: "Corresponde la acción de despojo a todo poseedor despojado y sus herederos, de la posesión de inmuebles, aunque su posesión sea viciosa, sin obli- gación de producir título alguno contra el despojante, sus herederos y cómplices, aunque sea el dueño del inmueble". (131) V. Lafaille, op. cit., t. III, vol. I, núms. 191 j 194. Defensas extrajudiciales del titular de la servidumbre. El precepto del artículo 3034, señala también este remedio tutelar al mencionar a los "remedios posesorios extrajudiciales". Corresponde, por lo tanto aplicar la norma del artículo 2470, si concurren las condiciones o los supuestos de hecho contenidos en sus directivas C 132 ). En materia de defensas de las servidumbres, la fuente directa ha sido también Freitas. que establece la distinción en remedios petitorios y posesorios (133). Defensas del titular del predio sirviente. Por el hecho de las servidumbres, aun dé la más intensa, como el usufructo en cuanto a limitación de poderes del propietario del fundo sirviente, éste no queda privado de las defensas petitorias y posesorias, que le corresponden como propietario y poseedor del objeto gravado. Con relación a los "terceros" puede ejercer todas las acciones reales y posesorias, en esa calidad. Si el titular de la servidumbre, turba en demasía las facultades reservadas por el propietario, puede ser demandado por éste, para man~ tener, la posesión que corresponde al 'dominio o, en caso de un usufructuario o de un usuario, abusivo de sus poderes, puede intentar la acción de recobrar o cualquiera de las establecidas por el Código, según los supuestos de violación de la posesión. Como en el ejemplo romano, cuando se intenta una turbación del derecho de propiedad por actos del titular del predio dominante, puede intentar la acción negatoria, para encauzar el derecho de que se ha abusado, y mantener en su libertad, y verdadera amplitud, según la convención, del derecho afectado (arts. 2800, 2802 y 2804). (V. ACCIÓN CONFESURÍA. ACCIÓN NEGATORIA. ACTIO AQUAE PLUVIAS ARCENDAE. AL- TIU'S NON TOLLENDI. ENFITEUSIS. HABITACIÓN [DERECHO DE], INTERDICTA-!NTERDICTUM. IURA IN RE ALIENA. UsO [DERECHO DE]. USUFRUC- TO). JURISPRUDENCIA. — Sobre el concepto. Es de la esencia de las servidumbres que el servicio sea de fundo a fundo, no de persona a persona. Se requiere la existencia de dos propiedades por lo menos, una de las cuales recibe el servicio y la otra lo presta (Cám. Civ. 2* Cap. Fed., fallo 6-IV-945 en La Ley, t. 38, pág. 284, y J. A., 1945II, pág. 386). - En el sistema del Código civil todas las servidumbres son en realidad, prediales. Las deno* minadas en el artículo 2972, personales, están tratadas en títulos propios y con denominaciones que excluyen la idea de servidumbre (el mismo fallo anterior). Como se ve, se interpreta el Código de acuerdo a la concepción clásica del Derecho romano. ~ La servidumbre supone (132) Art. 2470: "El hecho de la posesión da el derecho de protegerse en la posesión propia, y repulsar la fuerza con el empleo de una fuerza suficiente, en los casos en que los auxilios de la justicia llegarían dema•iado tarde; y el que fuere desposeído podrá recobrarla de propia autoridad sin intervalo de tiempo, con tal qu« no exceda los límites de la propia fuerza". (133) Esfcoco: Arts. 4778 y 4779 sobre "Las acciones y excepciones reales" y "De los remedios posesorios y excepciones posesorias". la existencia de un fundo dominante y de uno sirviente, contiguo o vecino, donde el segundo presta una utilidad presente o futura al primero. Al mismo tiempo al sirviente se impone un gravamen real de uso o una privación a su titular en alguna de las facultades compren•didas en el dominio. Faltando estos presupuestos no existe servidumbre, aun cuando la situación pudiera tener alguna analogía. Por ello, no importa una servidumbre la cláusula por la cual el vendedor del inmueble, con «1 objeto de formar un barrio parque, impone al com- prescripción adquisitiva) les están vedadas. Trib. Trab. Junín, Bs. As., 6-XII-962, en /. A., t. 1963-VI, pág. 619. — En los contratos se pueden pactar las servidumbres por un tiempo determinado y nada lo impide. La perpetuidad debe entenderse en las servidumbres, en tanto dure el estado de cosas al que la servidumbre se refiere. S. C. Mendoza, 5-VI-959, en La Ley, t. 97, pág. 202. - Constitución por el destino del padre de familia. Se ha resuelto que no es suficiente para tener como demostrada la existencia de la servidumbre (en los supuestos del art. prador la obligación de no edificar en una superficie destinada a jardín. Cám. Civ. 1» Cap. Fed., 4-X-939, en 2994 del Cód. civ.), la circunstancia de que en los planos que sirvieron para el lemate de los lotes figurase el J. A., t. 68, pág. 184. (esta hipótesis puede, en realidad, resolverse como obligación personal). — Constituye «na servidumbre de no edificar la obligación que contrae «1 vendedor de una parte de un inmueble, a favor del comprador, cuando se compromete a no edificar en la parte no enajenada, para no perjudicar al edificio que levantará el adquirente. Cám. Civ. 1? Cap. Fed., 13-VI941, en J. A., t. 74, pág. 947. — Sobre los modos de adquisición. En lo que se refiere a la adquisición -por título se ha resuelto: Se ha admitido como medio de prueba un documento privado para acreditar la existencia de una servidumbre de tránsito, constituida por el antecesor del actual adquirente del inmueble dominante. Cám. Fed. Cap. Fed., 25-VI-1923, en G. F., t. 60, pág. 384. En el mismo sentido, interpretando el precepto del art. 2993 del Cód. civ., se ha sostenido que no exige la escritura pública a los efectos de probar la existencia de la servidumbre cuando existen medios de prueba privados (una carta) suficientes. Además se admite que «1 reconocimiento —exigido por el precepto— "puede no resultar de un acto escrito, sino de un hecho material •ejecutado por el propietario del fundo sirviente y en este sentido el funcionamiento mismo del acueducto durante un tiempo dado, con el consentimiento del demandado, importaría por sí solo el mejor acto de reconocimiento de parte de este último". Cám. civ. 1* Cap. Fed., 3-V1-1927, en /. A., t. 25, pág. 94. (Como se observa, la prueba de los hechos relevantes se admite por todos los medios de prueba cuando se configura una presunción de reconocimiento). — Sin embargo, existen en camino cuya apertura se reclama. Cám. Civ. 2* Cap. Fed.. 16-XI-942, en La Ley, t. 30, pág. 41. — La constitución de una servidumbre predial por "destino del padre de familia" presupone la sujeción de un fundo a otro (del mismo dueño) que importen obras u otros signos aparentes, que indubitablemente denoten el servicio entre los inmuebles. Sup. Trib. Santa Fe, 18-VI-961, en La Ley, "Repertorio", XXII-1961, pág. 1154. - La servidumbre por destino del padre de familia reposa en la voluntad presunta o tácita del propietario al mantenerse el estado de hecho que dio lugar a la carga y subsistir al tiempo de la división del bien. Cara. Fed. Mendoza, 16-IX-947, en La Ley, t. 49, pág. 422. — La constitución de la servidumbre por el destino del padre da familia, es interpretativa de la voluntad de las partes, por lo que éstas pueden modificar su alcance o suprimirla. Cám. Civ., Í3-VI-928, en G. F.. t. 78, pág. 66. Las servidumbres de tránsito, por ser discontinuas, no puede establecerse por destino del padre de familia, aunque haya signos aparentes de ellas. (Se nota un criterio muy legalista en estos dos casos). La zanja abierta en un fundo para desagüe de otro perteneciente al mismo propietario, se considera, después que uno de los predios íiaya sido enajenado, una servidumbre constituida por el destino del padre de familia. Cám. Fed. La Plata, 28VI-939, en /. A., t. 67, pág. 363. - Sobre la clasificación y otros aspectos. Continuas y aparantes. El supuesto del artículo 2628 del Cód. civ. (distancia legal para plantación de árboles y arbustos), puede equipararse al de una servidumbre legal, negativa, continua y aparente, a la que se puede aplicar lo preceptuado en el art. 3017, apartado 1? del mismo Código (que las continuas y aparentes, se adquieren por titulo o por usucapión d« treinta años). Cám. 1? Apel. La Plata, Sala I 2-X-945, este pioblema de la prueba, criterios más estrictos: Se ha exigido un reconocimiento categórico e inequívoco de paite de uno de los propietarios del fundo sirviente. No reconociendo valor de prueba a la confesión simple. Se exige en todo caso una documentación legal formal: escritura pública. Cám. 2* Apel. de Córdoba, 8-IV-1936, <n ]. A., t. 54, pág. 637. V. Cám. Apel. La Rioja, 4-VII1952, en La Ley, t. 67, pág. 352. — En caso de contrato, como medio de constitución, se ha exigido la escritura pública (art. 1184, inc. 1?). Si se ha establecido por instrumento privado, vale como obligación de hacer. Cám. Apel. La Rioja, 4-VII-952, en La Ley, t. 67, pág. 352. — Otros fallos admiten los medios de prueba privados: En el caso de una servidumbre de luz y ventilación a favor de un fundo vecino, se consideró constituida si su existencia constaba en el boleto de venta y en los avisos de remate. Cám. Civ. 1» Cap. Fed. en La Ley, t, 44, pág. 513. — Por Prescripción adquisitiva (wsttca•g¡ón~). Se exige el cumplimiento estricto de los requisitos legales: que se ejerza animus domini; que la cwasi potesión haya sido continua y no interrumpida; que haya sido pública y pacífica en su ejercicio. Si no se prueban estos extremos por quien invoca la existencia de la servidumbre, no puede ser reconocida. Cám. Fed. Córdoba, 27-V1I-1914, en /. Trib. Nac., pág. 124. - En el caso de servidumbre discontinua o continua no aparente (art. 3017, 2» regla): Estas servidumbres sólo pueden ser adquiridas por título. S. C. Bs. As., 23-VIII-1912, JurispntÁenáa, t. VII, 6, pág. 261; ídem, serie 18, t. I, pág. 451; Cám. Fed. Mendoza en J. A., t. 69, pág. 806; Cám. Fed. B. Blanca, en /. A., t. 41, pág. 283. - Por ser discontinua, la servidumbre de tránsito no puede adquirirse por prescripción adquisitiva. C. S. Nac., 3-VII-940, en /. A., t. 73, pág. 135; S. C. Bs. Aires, 23-X-1912, "Ac. y Sent.", 7-VI-261. — En el caso del mantenimiento de las raíces de los árboles en el predio vecino, que constituirían una servidumbre no aparente, en su ejercicio, no puede dar derecho a su adquisición por prescripción. Cám. 1* La Plata, 2-X-945, en J. A., 1946-1, pág. 277. — Si se ha permitido la plantación de árboles .a menor distancia que la acostumbrada y aun cuando haya existido una prohibición de no plantar árboles a una determinada distancia, en el caso de no haber mediado reclamación del vecino durante el término de 30 años, tiene derecho a adquirir una servidumbre activa. Cám. 2* Apel. La Plata, Sala I, 12-XII-947, en La Ley, t. 51, pág. 388. — Constitución por contrato. Las servidumbres discontinuas se establecen por contrato únicamente y es necesaria la tradición. Para ellas las otras formas de constitución (destino del padre de familia y en jurís, Bs. As., XIV-1966. — La discontinuidad de la servidumbre no depende de la existencia de signos aparentes. Aunque haya signos exteriores que la pongan de manifiesto, la servidumbre de tránsito es siempre discontinua. C. S. Salta, 3-XI-937, en La Ley, t. 8, pág. 1030. — Positivas y negativas. El distingo de las servidumbre» prediales en positivas y negativas lo determina la clase de facultades que atribuyen a sus titulares y no su forma de constitución, que es idéntica. Sup. Trib. Santa Fe, 18-VI-961, "Repertorio", en La Ley, XXII-1961, pág. 1154. — En caso de plantaciones ilegales de árboles se ha dispuesto en algunos fallos, que el derecho a conservarlas, en cuanto perturba o menoscaba el normal ejercicio del dominio en el fundo vecino, importa una servidumbre activa sobre éste, que se adquiere por prescrip ción treintañal (art. 3017). Cám. Nac. B. Blanca, 30-1X1952, en /. A., t. 1953-11, pág. 19; S. C. Bs. As., 2-VlI946, en J. A., 1946-III, pág. 820; Cám. 1» La Plata, 2-X-945, en /. A., t. 1946-1, pág. 277; Cám. 2* La Plata, 12-XII-947, en La Ley, t. 51, pág. 388. - Derecho de estilicidio, caso del art. 2629 del Código civil. El supuesto de haberse mantenido la extensión de las raíces de los árboles en el predio vecino constituiría el ejercicio do una servidumbre no aparente, por lo que no puede adquirirse por prescripción. Cám. 1» La Plata, 2-X-945, en J. A., 1946-1, pág. 277. — Como cualidad de un in- mueble, no pueden ser separadas de él, aunque se trate de obras accesorias (obras para irrigación exteriores al inmueble sirviente). Lo mismo en el caso de servidumbres accesorias del inmueble hipotecado Cám. Civ. 2* Cap. Fed., 21-11-936, en /. A., t. 53, pág. 379. - Defensas procesales. Acción confesaría. Si se quiere demostrar la existencia de una servidumbre a los efectos de ampararla con la acción confesoria, el actor debe probar que ese Derecho real se ha constituido por alguno de los medios previstos por el Cód. civ.: contrato, disposiciones de última voluntad, destino del padre de familia, prescripción (arts. 2977/78 y 3017). Cám. 2» Apel. Córdoba, 8-IV936, en J. A., t. 54, pág. 637. — Acción negatoria. En caso de exoneración de servidumbre según lo pactado en la escritura de división de condominio, que estipulaba que se dejaba constituida una servidumbre de tránsito gratuito, que cesaría inmediatamente que el lote dominante tuviera salida a la calle pública, es procedente la acción negatoria (art. 3962 del Cód. civ.). S. C. Men- doza, 5-VI-959, en La Ley, t. 97, pág. 202. — Acciones •posesorias. En principio se acuerdan a las servidumbres continuas y aparentes, sin ninguna dificultad, aun cuando no estén apoyadas en un título. Es la tesis prevaleciente desde los primeros fallos de nuestra jurisprudencia civil. V. Cám. Civ. Nac., 29-V-1895, ]. Trib. Nac., t. 71, pág. 413; Cám. Civ. 2*, 21-11-1895, ídem, t. 70, pág. 51; Cara. Civ. 1?, 30-VI-919, en G. F., t. 21, pág. 17. — En caso de servidumbres discontinuas o continuas no aparentes, debido a la falta de -publicidad y continuidad, se les niega estas acciones. S. C. Nac., 19-H-1885, fallos, t. 27, páfr 461; Cám. Civ., 27-XII-1905, en J. Trib. Nac., t. 177, pág. 337; Cám. Fed. Córdoba, 15-X-912, en J. Triíí. Nac., pág. 120. — Por excepción estas servidumbres discontinuas y contimtas no aparentes, pueden lograr la protección posesoria, en caso que estén fundadas en un título: S. C. Nac., 2-X-1886, Fallos, t. 30, pág. 465; Cám. Civ., 26-VII-892, en ]. Trib. Nac., t. 43, pág. 368. — El título debe emanar del titular que posee el fundo sirviente . Cám. Civ., fallo citado. — Modos de extinción. Si la razón de la servidumbre es la ^^tilidad, concluye cuando no tiene ningún objeto de utilidad para la heredad dominante (aplicable en el caso de haber cesado la razón de enclavamiento del fundo dominante). S. C. Mendoza, 5-VI-959, en L. Ley, t. 97, pág. 202. — No puede demandarse la cesación de una servidumbre de tránsito establecida en beneficio de un fundo encerrado, alegando el carácter indispensable de la misma, pues la hipótesis del art. 3076 del Cód. civ. sólo es aplicable a los fundos cerrados. Trib. Trab, Junín, Buenos Aires, 5-XI-59, en La Ley, t. 100, pág. 72. BIBL'OGBAVÍA. — La citada en el texto y notas. SERVIDUMBRES MINERAS.* SUMARIO: I. Nociones preliminares: II. Venta del suelo. Extensión. Indemnización. III. Servidumbres mineras. 1. Caracteres. 2. Extensión de las servidumbres. 3. Enumeración. 4. Requisitos. 5. Servidumbres recíprocas. 6. Servidumbres comunes. 7. Lugares vedados a las servidumbres. I. NOCIONES PRELIMINARES La coexistencia de la propiedad minera y la propiedad superficial, suscita permanentes conflictos de orden técnico, económico y jurídico que no siempre encuentran adecuada solución dentro de los moldes del Derecho común. Ya el codificador argentino. C 1 ) advierte que "...no es la ley común que rige las servidumbres, la llamada a resolver estos puntos, ni la que puedb apreciar ni proveer a las verdaderas necesidades de una explotación. Los intereses mineros están fuera del alcance de la ley común, que parte de bases diferentes". Consiguientemente, si bien el artículo 11 del Código de minería establece como principio general que la propiedad minera se rige por los mismos principios que la propiedad común, principio que se funda en que la misma ley considera al derecho de propiedad sobre las minas tan perfecto, extenso y completo como el dominio del suelo, cuando trata las relaciones entre ambas propiedades, es menester :de normas especiales que regulan tam- bién de modo especial esas relaciones. Ello muestra una vez más la amplia autonomía que tiene el Derecho minero y la superioridad de srs disposiciones cuando aparecen enfrentados los de* Por el Dr. JULIO A. QUEVEDO MHNDOZA. (1) Ver nota al art. 48 del Código de minería. rechos del minero y los derechos del superficiario. Anticipémonos a decir que por vincularse este tema con uno de los caracteres más esenciales de la propiedad sobre las minas como es el de la utilidad pública, aquí desarrollaremos únicamente aquello que no hayamos tratado en nuestro trabajo sobre RÉGIMEN DE LA PROPIEDAD MINERA (2). Además por inevitables razones de espacio, hemos de prescindir de tocia referencia a las teorías elaboradas sobre esta cuestión y al vasto campo del Derecho minero comparado, limitándonos a dar una idea, lo más completa posible, de la institución de las servidumbres mineras en nuestro Derecho. Dos caminos ha previsto la ky para resolver los conflictos que pueden presentarse con motivo del ejercicio del derecho de propiedad sobre la mina y sobre el suelo: a) La venta del terreno superficial b) la constitución de servidumbres mineras. No podría darse noticia del uno sin aludir al otro ya que en el campo legislativo ellos se complementan, lo que nos hi decidido en trabajos anteriores a diferir para este lugar la consideración de cada uno de ellos. El artículo 42 del ya citado cuerpo legal dispone al respecto: "La concesión de una mina comprende el derecho de exigir la venta del terreno correspondiente". "Mientras tanto, se sujetará a ¡o dispuesto en el parágrafo de las servidumbres" (3). A primera vista parecería que el derecho de constituir una servidumbre es subsidiario del derecho de exigir la venta del terreno. Sin embargo, a poco que se analicen las normas que siguen al artículo transcripto, se advierte que este último derecho no sólo es excepcional, sin» que es menos amplio que aquel y que constituye el remedio heroico arbitrado por la by cuando la explotación de la mina deja inutilizado el terreno superficial o bien cuando no necesita de él para cumplir su finalidad propia. Como es obvio, se ha querido asegurar, en lo posible, la coexistencia de ambas propiedades y únicamente cuando esa coexistencia es imposible, la ky sacrifica el derecho que menor valor representa para la sociedad. Privan en es'e punto las mismas razones que han privado para rodear las explotaciones mineras y sus actividades auxiliares de la característica de utilidad pública, que es el principio dominante en esta materia y razón de ser id'e todas las limitaciones (2) Ver esta misma obra, vol. XXIV, pág. 240. (3) El artículo 47 del Proyecto del Dr. Rodríguez, el cual rezaba así: "La concesión de una mina comprende la concesión de tea-cno correspondiente". "Esta concesión importa el aprovechamiento libre, exclusivo e irresponsable del suelo que con el criadero constituve la propiedad minera". "F,n consecuencia, el concesionario puede exigir, cuando le sea conveniente, la venta del terreno". "La enmienda legislativa no fue a nuestro juicio lo suficientemente feliz, ya que lejos de eliminar una supuesta redundancia previo a la disposición de referencias conceptuales importantes". y gravámenes a que ha sido sometida la propiedad del suelo en beneficio de la propiedad de las minas. Es que, como lo señala el codificador en una de sus ilustradas notas (4) "la gran estimación de las substancias minerales, la importancia de sus aplicaciones, su poderosa influencia en la riqueza y prosperidad pública; todo esto unido a la escasez de esas sustancias y a las dificultades de su adquisición, la han colocado desde tiempos bien lejanos, en condiciones excepcionales más favorables que las producciones ordinarias del suelo". A esa idea, que es decisiva en la consideración del problema que aquí tratamos, agrega: "En todos los países existen vastas regiones que se prestan a las aplicaciones comunes de la tierra. Las minas, por el contrario, sólo se encuentran en ciertos lugares privilegiados, frecuentemente ocultas a las miradas del hombre y que los esfuerzos unidos del capital, del trabajo y del arte alcanzarán a descubrir, a extraer del seno de la tierra, a agotarlas también pero jamás a reproducirlas, porque como dice M. Herón de Villafare, las minas no existen sino una sola vez". II. VENTA DEL SUELO Extensión. Indemnización. Antes de entrar al tema específico de este trabajo, daremos breve noticia del derecho acordado al minero de exigir la venta del terreno, derecho que descansa —lo repetimos— en los mismos fundamentos en que reposan las servidumbres. Obedeciendo el legislador al propósito de lesionar en la menor medida posible los derechos del titular del otro bien en conflicto, la expropiación la acuerda al espacio correspondiente a una pertenencia, esto es, a un espacio ¡de 9 Ha. como máximo, salvo que la explotación justificare la ocupación de un espacio mayor en cuyo caso se puede solicitar el espacio correspondiente a una pertenencia más. El artículo 43 del Código de minería dispone al respecto: "El derecho acordado al concesionario en el precedente artículo se limita a la extensión de una pertenencia ordinaria cuando el perímetro de la concesión es mayor. "Pero tendrá derecho a una nueva adquisición siempre que las necesidades o conveniencias de la mina lo requieran. "Con relación al resto del terreno que constituye la pertenencia, regirá lo dispuesto en el inciso final del anterior artículo". Como nadie puede ser privado d'e sus bienes sin una compensación adecuada al valor de ellos, el minero está obligado a indemnizar al propietario de la superficie, salvo que ésta pertenezca al Estado Nacional, provincial o a las municipalidades, en que se confunden el posible interés fiscal con el interés superior que las mi(1) Nota al artículo 42. ñas se explotan. El Código de minería dispone en este sentido que ''cuando los terrenos pertenecen a particulares, deberá pagarse previamente su valor y los perjuicios" (art. 45, primer párrafo) pero "si el terreno correspondiente a una concesión es del Estado o Municipio, la cesión será gratuita" (art. 44 primer párrafo). Sin embargo, en este último caso, "si los terrenos estuvieran cultivados, el concesionario pagará la correspondiente indemnización" (art. 44 último párrafo). Esta última disposición debe entenderse en el sentido que lo indemnizable son los perjuicios causados a los cultivos, pero no la cesión de los terrenos, que siempre ha de ser gratuita. Cuando nos hemos ocupado de los derechos del descubridor hemos señalado que entre ellos figura el de comenzar la explotación a continuación del registro, sin que obste al ejercicio de e?e derecho reclamaciones ni pleitos referentes a la mina o al terreno que debe ocupar. (V. DESCUBRIMIENTO. RÉGIMEN DE LA PROPIEDAD MINERA). Consecuencia inevitable de ese derecho, es la facultad que le acuerda la ley de reemplazar el pago de la indemnización por una fianza suficiente mientras se completan las gestiones necesarias para fijar la indemnización. El artículo 45 prescribe que ". . .si el minero los tiene ocupados (los terrenos) o quisiera ocuparlos, otorgará fianza suficiente mientrasse practican las diligencias conducentes al pago". Colocada la ley en la hipótesis que la ocupación haya tenido lugar antes de otorgarse la concesión, establece las siguientes bases para que la ocupación del suelo pueda realizarse: "En la valoración se considerará el espacio comprendido dentro de las señales o linderos provisionales que se fijen para determinar la pertenencia". "Practicada la mensura y demarcación legal, se harán las restituciones correspondientes, según la mayor o menor extensión que definitivamente se adjudique" (art. 45, 2° y Ser. párrafo). La fianza, que debe representar el valor aproximado de la indemnización, tiene por finalidad asegurar los derechos del propietario y, al mismo tiempo, permitir que el minero de comienzo o prosiga la explotación. No rendida la fianza, el propietario de] suelo puede oponerse legítimamente a la explotación del yacimiento. Puede ocurrir, asimismo, que antes de haber solicitado y obtenido la compra del terreno, el minero ya hubiere indemnizado al propietario del suelo por los daños y perjuicios causados con la explotación. En ese supuesto el valor que hubiere entregado se considera que lo ha sido a cuenta del precio del inmueble ocupado, el cual debe ser valuado, a los fines indemnizatorios correspondientes, de acuerdo al estado en que se encuentre, es decir, con todos los deterioros que hubiere sufrido. "En estos casos —dice el codificador ( 5 )— el deterioro y menor valor del suelo pertenecen exclusivamente al propietario". El artículo 46 establece al respecto: "Si antes de solicitar y obtener el terreno se hubiere pagado el valor de los daños causados al propietario con los trabajos de explotación, la valuación se sujetará al estado en que las cosas se encuentren al tiempo ide la compra. "Si hubiere pagado algunas piezas del terreno ocupado, su valor se tendrá como parte del precio". III. SERVIDUMBRES MINERAS cho constituido sobre un inmueble ajeno hasta tanto no esté perfeccionado el acto constitutivo dé ellas. Las mineras, en cambio, autorizan a ocupar la superficie aun antes del registro y si bien lo es bajo condiciones especiales que enseguida mencionaremos, aquella potestad les imprime modalidades especialísimas. f) Las servidumbres mineras gravan, como lo señala Molina R. (6) el mismo predio donde está ubicada la mina o lugares adyacentes a ellas, en tanto que los civiles son de predio a predio. g) Las comunes pueden adquirirse y extinguirse por prescripción, en tanto que para las mineras no rige este modo de adquirir ese de recho real. Otras diferencias se refieren a las servidumbres en particular, las que no tienen la importancia de las que hemos mencionado precedentemente. 2. Extensión de las servidumbres. Las servidumbres mineras, por lo general, gravan la superficie que forma la base de la -pirámide invertida que forma la concesión (7). Así resulta de lo dispuesto en los artículos 42 y 43 que 1. Caracteres. Cuando las necesidades de la explotación no justifican la adquisición del suelo o cuando el concesionario hubiere adquirido •el espacio correspondiente a una pertenencia y la concesión constare de un número mayor, la totalidad de la superficie, en el primer caso, y el espacio correspondiente al excedente en el segundo, quedan gravados, por ministerio de la ley, con tod'as las servidumbres que fueren necesarias y útiles a la explotación de la mina. Conceptualmente las servidumbres mineras no difieren de las servidumbres comunes que ya hemos citado. Pero como la explotación de autorizan las leyes no mineras. En cambio los la mina requiere de una serie de actividades caracteres de unas y otra difieren en numero- auxiliares según lo hemos señalado en el trabasos aspectos, pudiendo señalarse las siguientes jo mencionado en la nota N9 7, exige también la mayoría de las veces la ocupación de espacios diferencias: vecinos con aquellas labores, porque como dice a) Las servidumbres comunes son, por naturaleza, perpetuas, carácter del cual pueden par- el codificador, "por regla general los trabajos ticipar también las mineras pero sólo eventual- de una mina deben circunscribirse al perímetro mente ya que ellas no duran más tiempo que el de la concesión; pero algunas veces sucede que de la vida misma de la mina. Agotada ésta, con- las necesidades de la explotación reclaman la cluye la servidumbre, sin que pueda admitirse ocupación de los terrenos inmediatos; y en esnunca la posibilidad que sobreviva a la mina, tos casos es preciso hacer hasta ellas extensivas las servidumbres. De otro modo habría peligro con independencia de ésta. ¡de que empresas de importancia en las que se b) Las servidumbres comunes pueden derihan invertido fuertes capitales quedaren paralivar de la ley, de la convención particular celezadas o perdidas". El artículo 48 responde a brada entre partes y también de disposiciones esas necesidades al disponer que "verificada la de última voluntad. Las mineras en cambio son concesión, los fundos superficiales y los inmelegales o forzosas, desde que aparecen siempre diatos en su caso, quedan sujetos a las servidumimpuestas por la ley. c) Las primeras se fundan en intereses pri- bres siguientes. . .". El inmueble vecino puede tratarse de un vados, en tanto que las mineras reconocen siempre como antecedente insustituible de ellas el fundo superficial o de otra concesión minera. interés público que las minas se exploten y que En este último caso la ley arbitra soluciones esse exploten con la mayor facilidad y el menor peciales que luego trataremos muy sucintamente. 3. Emimeración. El artículo 48 del Código de costo posible. d) Las comunes pueden ser reales o perso- minería dispone que "verificada la concesión, nales, mientras que las mineras sólo pueden te- los fundos superficiales y los inmediatos en su ner el primer carácter, de modo que ellas se caso, quedan sujetos a las servidumbres siguienconstituyen con absoluta prescindéncia del con- tes, previa indemnización: "1* La de ser ocupadas en la extensión concesionario y se transmiten con la mina cuando ésta es objeto de transmisiones por actos entre veniente, con habitaciones, oficinas, depósitos, hornos de fundición, máquinas de extracción, vivos o por causa de muerte. e) Las servidumbres comunes, por lo gene(6) Tratado teórico y práctico de Derecho minero ral, no autorizan a su titular a ejercer el derecolombiano, Bogotá, 1952, pág. 329. (7) V. VOZ RÉGIMEN DE LA PHOPIEDAD MINERA publi- (5) Nota al artículo 46. cada en esta misma obra, vol. XXIV, pág. 240. concesionario puede establecer en el ámbito de máquinas de beneficio para los productos de la pertenencia los trabajos que crea necesarios las minas, canchas, terrenos y escoriales (8). "2* La ocupación del terreno para la aper- o convenientes a la explotación, sin previa autorización". Pigrettí C11) al comentar esta última tura de vías de comunicación y transporte, sea disposición destaca con acierto que "el derecho por medios ordinarios, sea por tranvías, ferrocarriles, canales u otros, hasta arribar a las es- a establecer trabajos dentro de la pertenencia taciones, embacaderos, depósitos públicos o par- sin la autorización del superficiario, es la lógiticulares más próximos o más convenientes, y ca consecuencia de la libertad de trabajo que la ley autoriza en el artículo 282". a los abrevaderos, aguadas y pastos. "3? El uso de las aguas naturales para las Tanto la exigencia de la previa indemnizanecesidades de la explotación, para la bebida ción al propietario, como la libertad que se le de las personas y animales ocupados en la faena acuerda al minero para establecer trabajos de y para el movimiento y servicio de las máqui- laboreo en el ámbito de la concesión, tienen la nas. consiguiente limitación. En el primer caso, "Este último derecho comprende el de prac- cuando mediando razones de necesidad en no ticar los trabajos necesarios para la provisión y diferir la explotación, se otorgare fianza suficonducción de las aguas. ciente. En el segundo cuando se opusiere el "4? El uso de los pastos naturales en terre- propietario fundado en la violación de la ley nos no cercados". o bien en la omisión de haberse pagado o afianDe la disposición transcripta se desprende, zado el pago de la indemnización. El artículo 9 como lo señala Pigretti ( ) que "el derecho a 55 dispone en el primer aspecto: "Cuando los •establecer servidumbres alcanza tanto al terretrabajos que han de emprenderse, sean urgenno comprendido dentro de los límites de las tes; o cuando se trate de la continuación de pertenencias, como a los fundos vecinos que re- otros ya entablados, cuya paralización cause persulten útiles a la explotación". juicio; o cuando hayan transcurrido quince días Sin embargo, cuando se trata de fundos ve- desde el siguiente al aviso del concesionario o cinos, no puede establecerse en ellos hornos de a la reclamación del propietario; o cuando los fundición y máquinas de beneficio. El artículo perjuicios no se han producido, o no puede 53 último apartado idispone que "fuera de los fijarse fácilmente el valor de la indemnización, límites de la concesión, no hay el derecho de podrá aquél pedir la constitución previa de la construir hornos de fundición y máquinas de servidumbre, otorgando danza suficiente". Y el beneficio". Esta excepción se funda en que ellos artículo 57 segundo párrafo prescribe sobre el no constituyen elementos necesarios para la ex- segundo aspecto: "El propietario podrá opoplotación. nerse a la iniciación o prosecución de esos traLos terrenos vecinos quedan exceptuados tam- bajos, únicamente en los casos siguientes: bién de soportar las servidumbres cuando el te"I9 Cuando con ellos se contravenga, en perrreno a ocupar estuviere franco, en cuyo caso juicio suyo, a alguna disposición de la ley. ídebe pedirse ampliación de pertenencia con "2° Cuando se ocupe un terreno, cuya inarreglo a lo dispuesto en los artículos 191 y siguientes del Código de minería (10). El ar- demnización no haya sido pagada o afianzada. "La oposición no excluye el derecho de ofretículo citado anteriormente en su tercer párrafo dispone que "si el terreno que ha de ocuparse cer fianza en los casos permitidos por la ley". 5. Servíclutmbres recíprocas. La vecindad de estuviere franco, podrá 'pedirse ampliación con arreglo a lo dispuesto en el parágrafo primero minas en explotación impone la necesidad que recíprocamente se presten aquellos servicios aude la cuarta sección, título sexto". 4. Requisitos. Las servidumbres mineras pue- xiliares indispensables para facilitar el laboreo den constituirse sobre fundos vecinos únicamen- de las minas. Haciéndose cargo de esa necete cuando hubiere sido autorizado por autoridad sidad, el Código ha establecido la obligación a competente y previa indemnización en el ám- los concesionarios de aquellas minas, de permibito de la concesión puede establecer los traba- tir tales servicios sin otra condición que las lajos conducentes a la explotación salvo que me- bores auxiliares no perjudiquen su propia exdiare oposición del dueño d'e la superficie y plotación. Dispone al respecto el artículo 51 que ella se fundare en las causales que en seguida "los dueños dé minas están recíprocamente obliseñalaremos. El artículo 53 segundo apartado gados a permitir los trabajos, obras y servicios establece que "a la constitución de las servi- que sean útiles o necesarios a la explotación, dumbres debe preceder el correspondiente per- como desagües, ventilación, pasaje y otros igualmente convenientes, siempre que no perjudimiso de la autoridad". Y el 57 dispone que "el quen su propia explotación". En el curso de los trabajos auxiliares gene(8) Sobre el significado en estas voces ver las correspondientes. ralmente se extraen minerales cuyo destino dis(9) Código de minería pág. 87. (10) V. voz CATEO. comentado, Bs. As., 1964, (11) Ot>. cit., pág. 101. pone la ley según sea el lugar de la extracción. Si lo es de la mina ocupada, pertenecen al dueño de esta mina, pero si ocurriere en terreno franco corresponden al minero que ejecuta aquellas labores. Dice el artículo 52 que "los mine- rales extraídos en el curso de estos trabajos, deben ser puestos gratuitamente a disposición del dueño de la mina ocupada. "Cuando los trabajos se siguen en terreno franco los minerales corresponden al empresario, como si hubiesen sido extraídos de su propia pertenencia". 6. Servidumbres comunes. Es conocido el hecho que los yacimientos minerales más importantes se encuentran en terrenos eriales, abruptos y alejados de los centros poblados ya quü son las montañas las que esconden en su s;no dichos yacimientos. De aquí, la gran importancia que tienen las vías de comunicaccn y la necesidad que ellas sirvan a todas las minas que no tengan salida a los centros poblados. Es por ello que el artículo 50 establece que "el uso de los caminos abiertos para una o más minas se extenderá a todas las del mismo mineral o asiento, siempre que se paguen en proporción a los beneficios que reciban, los costos de la obra y gastos de conservación". Cuando a la industria minera de nuestro país diez mil metros cuadrados en los jardines, y de veinticinco mi] en los huertos y viñedos. "39 A menor distancia de cuarenta metros de las casas, y de cinco a diez metros de los demás edificios. "Cuando las casas sean de corta extensión y poco costo, la zona de protección se limitará a diez metros, que pueden extenderse hasta 15. "49 A una distancia menor de treinta metros de los acueductos, canales, vías férreas, abrevaderos y vertientes". Y el artículo 56 establece que "el propietario puede avanzar sus labores debajo de las habitaciones y lugares reservados, previo permiso de la autoridad, otorgado con citación del propietario y mediante la correspondiente fianza. "La autoridad no acordará el permiso, cuando la seguridad de las habitaciones y de sus moradores corra peligro; pero el concesionario podrá pedir la adjudicación de las habitaciones y construcciones con el terreno correspondien- te, conforme a lo dispuesto en el inciso tercero ¡del artículo 13. "Iguales derechos y bajo iguales condiciones se conceden al explorador en el caso del artículo 29". las actividades que regula el Estado, han de SEUDÓNIMO. * SUMARIO: I. Concepto y evolución histórica. II. Clases o especies y su determinación, a) Criptónimos o anagramaticos, b) Anónimos, c) Alónimos, d) Seu- establecerse, seguramente, muchas otras servidumbres comunes dado que ellas responden al dónimos, clases: Literario, artístico o científico; N. pabellón neutro (doct. francesa); se le dé la jerarquía que debe tener dentro de interés general de favorecer y facilitar las explotaciones. Como resulta del texto transcripto, para aprovechar los caminos abiertos para servir a determinada explotación, el minero debe pagarlo en proporción al beneficio que recibe, más ¡os costos de la obra, debiendo contribuir a los gastos de conservación. 7. Lugares vedados a las servidumbres. El interés público que preside las explotaciones mineras cede cuando se opone a otros intereses superiores que a la sociedad le interesa resguardar aun a costa de lo que le reporta beneficios mediatos evidentes. Tal es lo que sucede con ciertos lugares públicos o privados que la ley ha vedado a las exploraciones y explotaciones mineras si no cuenta con el formal consentimiento del propietario. El artículo 31 establece sobre el particular: "Ni el permiso para explorar ni la concesión de una mina dan derecho a ocupar la superficie con trabajos y construcciones mineras sin el formal consentimiento del propietario: "1" En el recinto de todo edificio y en el de los sitios murados. "2° En los jardines, huertos y viñedos, mu- N. de guerra; N. monacal. III. Naturaleza jurídica. Esencia. IV. Su adquisición. Límites. V. Su protección; acciones que lo tutelan. VI. Requisitos que debe llenar para gozar de la tutela. VIL Cesión. Uso indebido. VIII. Aplicación especial. Leyes 3975 y 11.723. I. CONCEPTO El seudónimo o nombre "ficticio", o "convencional", o de "fantasía", o "nombre artístico", o "nombre de batalla", es el derecho de toda persona a identificarse en un determinado ambiente, bajo una denominación especial diversa de su patronímico. Esta designación adoptada es la que constituye el seudónimo. Etimológicamente seudónimo, de; griego pseu- do falso, y ónyma nombre; dícese del autor que oculta con un nombre falso, el suyo verdadero y, también, aplícase a la obra de este autor (Dic. Espasa, t. 55, pág. 760). Fernando Cermesoni, en "Legislación del nombre", Rev. Fac. Der. Es. As., 1923, '. II594 y en /. A., t. 11, pág. 536, indica cómo "el falso nombre" que etimológicamente hemos señalado al seudónimo, en realidad no resulta así porque, para literatos y artistas —ámbito lí- rados o sólidamente empalizados; y no estando así, la prohibición se limitará a un espacio de * Por el Dr. EDUARDO E. COBEL.LA CASTELLANO. cito y de especial esfera de aplicación— "es la personalidad de todos los días". En efecto, el seudónimo es un nombre más que individualiza a la persona quien lo asume por -su sola voluntad y, que elegido por el mismo interesado —lo que lo diferencia del sobrenombre, apodo o alias— le atañe como ;un derecho, subjetivo y extrapatrimonial y referido a un objeto inmaterial o intelectual. Por ello, no siempre tiene por fin ocultar la "verdadera" designación o nombre de una persona, pues no obstante ser •éste perfectamente conocido, se adopta solamente para un determinado ámbito de las actividades del individuo. "La función asumida por el seudónimo, de ocultar la personalidad real de un individuo en el medio artístico, literario o científico en que actúa, es la de evitar su identidad. Es el nombre convencional, ficticio, libremente asumido por el individuo para enmascarar su personalidad" (Ferrara, Trattato, pág. 58], N» 520). Por otra parte, no debe confundirse el seudónimo, necesariamente, con el anónimo, ni con el nombre comercial . Anónimo, del griego an privado, y ányma nombre, dícese de la obra escrita sin nombre ¿e autor (Die. Espasa, t. 5, pág. 696). "Entre el anónimo y el nombre falso (seudónimo) dice Perreau en Le droit au< nom en matiére civile, París, 1910, pág. 453, existe la diferencia que hay entre el silencio y la mentira. Podríamos decir también, que la adopción de un seudónimo es un hecho activo o positivo, mientras que el anónimo significa una mera omisión; la supresión del nombre que corresponde (que puede ser tanto el civil como el seudónimo), sin reemplazarlo por otro. El anónimo es la carencia de un nombre cualquiera. E! seudónimo en cambio, es siempre un nombre aunque, como dijimos, un nombre distinto del nombre civil". En lo que respecta al "nombre" comercial, simple accesorio de un fondo de comercio (Busso, t. 1, pág. 477, N° 85), sirve para individualizar a "personas" colectivas. En sus varias aplicaciones como elemento individualizador de actividades profesionales, agrícolas-ganaderas, comerciales, etcétera y aun cuando éstas «e ejerzan en forma individual, el "nombre" comercia], está reconocido y protegido, por una legislación particular (Ley 3975 s/marcas de fábrica, comercio y agricultura; Ley 11.867 s/ fondo de comercio; Ley 11.388 s/sociedades cooperativas; Ley 11.645 s/sociedades de responsabilidad limitada: como asimismo, disposiciones del Código de Comercio, sobre sociedades anónimas, colectivas, en comandita y de capital e industria) que, por cierto y en principio, no excluiría la legislación civil común, tanto en lo que hace al derecho al "nombre" comercial en sí, como a su tutela. Es decir que la esfera de acción entre el seudónimo y el "nombre" comercial, su legislación y tutela, caracterizan y distinguen ambos institutos, sin constituir materias extrañas al nombre civil. El seudónimo que, como bien dice Von luhr en su obra Derecho Civil, t. 7, vol. 12, ''constituye una designación personal que difiere del nombre civil" es habitualmente usado por artistas, periodistas, actores, políticos y aun por hombres de ciencia (nombre artístico, literario o académico) y también por aquellas peisonas que adoptan la vida monacal (nombre monacal o claustral). A este respecto dice Ferrara Santamaría en "Persona", Nov. Dig. Ital, t. 9, pág. 920/21; "Intimamente vinculado con el derecho al nombre está el derecho de la persona a designarse en determinado ambiente social, con un nombre especial y distinto a su nombre patronímico, por razones de diverso género perfectamente lícitas, que nada tienen que ver con motivos antisociales y tendientes a la deseada sustracción al público de la individualidad normal. El mismo derecho de la persona a ¡a reserva de la vida privada y a evitar toda molesta indiscreción, que tiene tanta afinidad con el derecho al secreto y a la íntegra intimidad privada, que recientemente ha asumido la figura del derecho a la tranquilidad o reserva particular (diritto alia privateza o riservatezzd), puede aquí concurrir para explicar y justificar, esta explicación del derecho dé la personalidad, que consiste en presentar a ciertos efectos, la propia individualidad, no ya con el nombre patronímico sino con distinto nombre, artístico, literario o científico". De allí el diverso papel que desempeña el seudónimo usado por el autor de una obra, con la función individualizadora que asume el seudónimo cuando constituye una designación especial de la persona, para ser empleado en diversas actividades. En este caso, sustituye al nombre civil en esas actividades y éste, queda con "una función subsidiaria, restringid'a a las relaciones -personales y de estado civil, mientras en las relaciones sociales, en las manifestaciones de la actividad profesional, la persona tiene su notoriedad en el seudónimo". Así ambas funciones se contraponen: o el seudónimo tiene por fin ocultar la persona, ejerciendo ésta el derecho a la reserva personal o la incolumidad de la vida privada, o bien constituye la referida designación especial para cier- tas actividades, aun cuando se le conozca el nombre civil. Se ha sostenido dice Spota, comentando un fallo del Tribunal de Milán de fecha 20-121938 caratulado "Murzi c/Ricordi", salido en Riv. Dir. COTO., 1939, 2' ap., pág. 159 y donde se consideró un texto legal italiano (Dec.-Ley 711-1925), que equiparó el anónimo al seudónimo, que, "el carácter de anónima o seudónima de una obra no desaparece por la noto- riedad de su autor que se oculta en el anónimo o en el seudónimo, sino en virtud de la voluntad de esa persona declarada según las prescripciones legales". Se trataba de una decisión judicial respecto al libreto de la ópera La Gioconda escrito por Arrigo Boito con el anagrama "Tobia Arrigo" que usó como seudónimo y cier- ta cesión de derecho de autor a la casa Ricordi. Francesco Ferrara al criticar las conclusiones del tribunal de Milán 'hace un agudo estudio del seudónimo con particular referencia a los derechos .de autor y señala que debe distinguirse aquel seudónimo a fin de ocultar el nombre civil, y por consiguiente la persona, del seudónimo que se emplea más bien para "exaltar, individualizar, al autor o al artista" mediante "un nombre especial, fantástico". El uno es el nombre-máscara; el otro es el nombre de batalla o de arte. El "sentido técnico" de la pa- labra seudónimo corresponde al primero, aun cuando "en el uso legislativo y común la pala- bra se aplica también al otro". Observa, al diferenciar el "nombre-máscara" del "nombre de arte", que con el primero "la persona quiere ocultar su personalidad, permanecer en la som- bra, ocultarse; cuáles son los motivos de este ánimo dé esconderse, es indiferente: puede ser la posición social del autor que no le permite firmar ciertas obras, o el temor de un fracaso o de escapar a represalias políticas; cualesquiera sean el autor quiere permanecer en la sombra, ignorado, anónimo". Otro es el caso del "nombre de arte" en la vida literaria, artística, periodística. El autor, para individualizar ineior su •personalidad en ciertas manifestaciones de su actividad; intelectual elige un nombre de fantasía,, como un símbolo o marca nominal cíe su personalidad. Así como el nombre civil individualiza la identidad física de la persona así el nombre de arte individualiza la persona artística del escritor, del pintor, del músico. Nada más extraño aquí a<ue el ánimo de ocultarse, dado que el nombre de arte sirve, en cierto modo, para excitar la curiosidad del público, para suscitar la notoriedad e intensificar y vigorizar la fama del autor. En el nombre de arte o "nombre de reclame", el autor no pretende ocultar su nombre civil, sino que, recurriendo al anagra-na, a la latinización, del nombre, a su abreviación, etcétera, adopta un nombre de fantasía, como "colocándose ante la cara una mascarilla de seda tan transparente que su secreto es conocido por todos, y su nombre de arte aparece como una designación elegante, fantástica, extravagante, de la propia personalidad". Por eso, dice Spota, con indudable acierto se ha expresado entre nosotros, en vina investigación de Scmon dedicada al estudio jurídico del seudónimo —E! derecho al seudónimo, Bs. As., 1946— que, "el nombre adoptado como seudónimo no constituye de ninguna manera una forma de anónimo" y agrega Spota, como lo manifestara en el prólogo a dicho libro: "que lo mejor para diferenciar el anónimo del seudónimo es transcribir un párrafo de una notable obra (EZ Profeta de la Pampa, de Ricardo Rojas) dedicada al estudio de la vida ce Sarmiento. El gran emigrado se reveló en Chile como fecundo escritor". "Durante casi tres lustros —se dice en El Profeta de la Pampa— escribió incansablemente en El Mercurio, El Progreso, El Nacional, etcétera, sobre todo género- de asuntos. Accidentalmente usó de seudónimo: «Un teniente de caballería de Chacabuco», .«Pinganilla», «Zamora dé Adalid», «A. Tourist», pero su colaboración fue con frecuencia anónima, aunque pronto llegaron a conocerlo por el estilo". Claro está que a veces, el seudónimo adquiere tal importancia y notoriedad que oscurece el nombre civil, pero de ahí no se puede deducir que la función del seudónimo sea siempre la dé ocultar la persona: por el contrario, la identifica en su personalidad y desempeña el papel más auténtico del nombre en tales casos. Parecería también que el seudónimo llegara a ser una especie de sobrenombre. Pero no es así. El sobrenombre es impuesto a la persona en forma privada o pública, mientras que el seudónimo es libremente elegido por ésta. Por otra parte el sobrenombre designa, como el nombre patronímico, toda la vida privada o pública de la persona, mientras que el seudónimo es usado, por lo general en ciertas y determinadas actividades de !a persona. Evolución histórica. El origen del seudóni- mo se hace remontar, por regla general, a los principios de la imprenta. Antes de esta época no se conoce ninguno, como no sea el de Fedro (el fabulista latino), que alguno ha pretendido (con más o menos fundamento) que fue el seudónimo del escritor Polibio. De ser así, fuera éste el primer seudónimo conocido. A contar desde la invención de la imprenta, el empleo del seudónimo se propagó entre los artistas y escritores de todos los país-es. Por lo que respecta a la verdadera causa de esta costumbre, pudo ser múltiple: ya el deseo de despistar a los curiosos. . . va la persuasión de parte del poseedor del verdadero nombre de que éste no reunía las condiciones de sonoridad y otras necesarias para pasar a la posteridad, ya la necesidad de lograr una eufonía fácil de persistir en la memoria del público, etcétera. Hay seudónimos que asimismo delatan un carácter. Hay también seudónimos reveladores de admiración: tales los sacados de libros o hechos con los nombres de sus autores. Y hay, por último, escritores que deforman sus nombres ligeramente, como algunas veces quisiéramos reformar a una mujer a la que sobra o falta algo muy pequeño para ser bella. No siempre los inconformes con sus nombres logran relegarlos a un olvido perfec- to. .. "La fina sensibilidad pública descubre bajo esa máscara nombres notables de hombres ídem. ¿Quién ignora, por ejemplo, que Marck Twain es Samuel Clemens; que S. M. la reina de Rumania es la ciudadana Carmen Silva en la República de las letras o que Anatolio Thibaud es Anatole France o que, entre nosotros Pedro B. Palacio es Almafuerte; o que José S. Alvarez es Fray Mocho; o que Martínez Zuviria es Hugo Wast, etc., etc.?". II. CLASES o ESPECIES Y su DETERMINACIÓN A diferencia del patronímico, del nombre propiamente dicho y, del sobrenombre, el seudónimo es objeto de elección discrecional y voluntaria. Dentro del seudónimo tenemos diversas clases O' especies a saber: a) Criptónimos o anagramáticos (Etim. del Gr. Kriptós, oculto, y ónyma, nombre). Dícese 'del autor que oculta o disfraza su verdadero nombre. Hay varias especies o clases de autores criptónimos: si el autor en cuestión no pone su nombre ni otro substituyeme se le titula anónimo (del Gr. An, privativo y ónyma, por onoma, nombre); si pone un nombre fingido seudónimo (del Gr. Pseudo, falso y de ónyma, nombre); si publica una obra con el nombre de otro, alónimo (del Gr. Allos, otro y ónyma, por onoma nombre) y, finalmente anagramáticos, que dícese del autor que publica una obra con un nombre que resulta de la transposición y combinación de las letras del suyo. Estos últimos son los verdaderos Criptónimos. (Dic. Espasa, T' 16, pág. 221). Dentro del seudónimo, en particular, tenemos a su vez las diferentes especies: el literario o artístico o científico: dícese del usado con el fin de identificarse en determinados ambientes y actividades y cuyo objeto es individualizar y difundir las obras de un autor dentro de las Letras, de las Artes o de la Ciencia. Pabellón neutro (Doctrina francesa). Lo que constituye la especificidad de esta variante que da la doctrina francesa, es que ella designa más al diario o sección periodística que a la persona del escritor. Ello tiene particular importancia cuando se trata de determinar quién es el titular del derecho al seudónimo (Busso, T° 1', pág. 477 tomado de Perrau Droit au 770112, pág. 451). Nombre de guerra: dícese del que adopta una persona para sus actividades militares. Práctica hoy abandonada no obstante lo cual los autores franceses sostienen que esta costumbre subsiste en los enganchados en ¡a Legión Extranjera, donde se admite el enganche bajo nombre supuesto, siempre que se revele el nombre verdadero al jefe de !a Legión (Peneau: Droit au nom, pág. 452). Actualmente de uso corriente, en la guerra 1939/45. Nombre monacal o nombre claustral, dícese de las personas que utilizan un nombre distinto al propio cuando se retiran de la vida civil e ingresan en una orden religiosa. Dentro de los mencionados el primero o sea el nombre (seudónimo) artístico, literario o científico, es el más generalizado y, dentro de nosotros, se encuentra legislado en particular en la ley 11723. III. NATURALEZA JURÍDICA. ESENCIA Siguiendo la corriente generalizada, para algunos autores,, el seudónimo es una propiedad y como tal la ley 11723 en su artículo 39 reconoce el derecho de inscribir el seudónimo y adquirir la propiedad de él. Más bien, podría decirse que en tal carácter ha sido empleada para obtener el amparo que el ordenamiento jurídico le otorga a quien lo usa, de conformidad con nuestras costumbres y los principios generales, del Derecho. No obstante ello, es más factible considerar su esencia, que como el nombre, es un derecho subjetivo, privado y extrapatrimonial. Es decir que el seudónimo es derecho extra patrimonial o sea, no apreciable pecuniariamente, aun cuando la lesión a ese derecho tenga consecuencia jurídica, por los daños materiales o morales ocasionados. Por ello es preciso no caer en el error de confundir el derecho intelectual y patrimonial sobre la obra seudónima o anónima, con el derecho intelectual extrapatrimonial sobre el seudónimo mismo.. "Con esto admitimos una amplia esfera de libertad en el uso del seudónimo, en tanto no entre en cuestión la obligatoriedad frente al Estado, del empleo del nombre, sin que con ello se perjudique o lesione derechos ajenos, ya que la elección del seudónimo no sólo debe efectuarse con fines lícitos, sino también sin abuso- del derecho" (Spota, T9 1', Vol. 3, pág. 434). IV. Su ADQUISICIÓN. LÍMITES A este respecto diremos que el seudónimo se adquiere por la sola voluntad exteriorizada del interesadb, es decir por una suerte de ocupación, pero siempre que se trate de un nombre sin dueño o res nulius, ocupación que sería el título de su adquisición. De allí que el seudónimo se adquiere sólo ánimo por efecto, repito, de un acto unilateral de voluntad, pero que desde luego debe manifestarse por hechos exteriores, ya que únicamente cumpliéndose es- ta exigencia, el hecho de su adquisición, tendrá el carácter de voluntario. Por el contrario la doctrina francesa sostiene la necesidad de una larga posesión para que el seudónimo pueda ser adquirido (Colin et Capitant, Ed. 1923, "P I, pág. 357). Para otros —tesis que comparte el Dr. Busso— si bien el seudónimo adoptado es buscar la protección en la identidad de una personalidad literaria o artística ella sólo puede invocarse cuando se ha constituido esa personalidad y se ha merecido bajo dicha designación, notoriedad o reputación. "Si bien en el hecho la adopción y el uso de un seudónimo no lleva consigo, en general, ninguna limitación, sin embargo puede admitirse que la asunción de un seudónimo, adoptado desde hace mucho tiempo por otro, al cual se vincula la fama de un artista o de un escritor, constituye una usurpación no permitida en perjuicio de intereses importantes y dignos 'de amparo". Entre nosotros al igual que el nom- bre se le protege en la adopción y uso indebido con las acciones de declaración e impugnación, como más adelante se verá, ya sea para obtener resarcimiento del daño moral y material que se haya causado, medie o no acto ilícito, y sea éste meramente culposo o doloso. V. Su PROTECCIÓN LEGAL. ACCIONES "¿En qué momento nace a favor de la persona que usa un seudónimo la facultad de obtener la protección jurídica de uso?". A este respecto, en el punto • anterior se expresó las distintas tendencias que entiende, a partir de qué punto puede requerirse la protección legal, Para unes desde su adquisición por ocupación, para otros luego de una larga posesión y, para otros, recién sería derecho protegido, cuando se ha constituido una personalidad bajo esa designación adoptada y ésta ha adquirido, notoriedad o reputación, sin importar si "esa fama es grande o modesta, pues aun el poseedor del menor de los méritos tiene el derecho de conservarlo para sí". Es decir que sin esta exigencia de la "notoriedad", no se explica la protección jurídica. Para que la prueba del "uso" no resulte imposible o muy difícil, se requiere un elemento valorativo externo y éste estará dado por la "publicidad". Luego el alcance de la medida protectora no se concebiría si el seudónimo no fuera públicamente conocido. Perreau en Droit au nom, pág. 454, dice que el seudónimo "es protegido en su carácter de elemento de individualización para asegurar a la persona el mérito y la responsabilidad de los actos que cumple en una rama particular de sus actividades". Existe una corriente de ideas tendientes a protegerlo del mismo modo que se protege el derecho al nombre. Así tenemos un fallo citado por el Dr. Busso, T9 I 9 , pág. 478, que visto dice: "El derecho al seudónimo participa de la naturaleza jurídica del nombre, porque es el signo evidente de una personalidad; la usurpación comporta un delito equivalente a la usurpación del nombre. (Oller c/Sopena, C. Ci- vil 1» Cap. marzo 22/1938) T9 61/637". Spota, en su T9 1', Parte General, Vol. 3, expresa que "el seudónimo debe regirse por principios análogos a los que reglan el nombre". "El seudónimo ha de equipararse al nombre". Esta doctrina, sjgue diciendo, pese a los embates que contra ella se han llevado, es la que tiende a prevalecer entre los autores alemanes, franceses e italianos y en el derecho norteamericano". Entre nosotros y en la legislación de fondo pertinente —Código civil— no se ha legislado sobre el nombre en particular y menos por consiguiente sobre el seudónimo. Ha sidd la jurisprudencia en su función integradora del Derecho "sobre la base de nuestras modalidades y principios generales del derecho" la que ha determinado y establecido qué acciones protegen el uso, público y notorio, del seudónimo, protección que considera tanto el Derecho civil como el penal. Más adelante se verá cómo fe ha orientado esta protección en los proyectos y anteproyectos de reforma del Código civil (Anteproyecto Bibiloni - Proyecto Comisión año 1936). El .derecho que tiene una persona sobre el seudónimo adoptado, al igual que sobre el nombre propio, se manifiesta en dos formas: una positiva, que consiste en el derecho y facultad de su uso, y otra negativa, o derecho y facultad de impedir que un tercero lo use sin derecho. Así como el nombre propio, el seudónimo está protegido por dos acciones: I9, una acción en reclamación, para todos los casos en que un tercero rehusa reconocer el seudónimo adoptado, y 29, una acción en contestación tendiente a impedir el uso irregular por un tercero del seudónimo adoptado. Esta acción se llama también de impugnación o de supresión o en reivindicación, y se da toda vez que medie usurpación, aun frente al titular de un nombre civil. El que intente cualquiera de estas dos acciones deberá probar, por cierto, de que es legítimo poseedor del seudónimo en cuestión y el hecho determinante ya sea del desconocimiento del mismo o de su uso indebido. Sin perjuicio del posible derecho al resarcimiento por el daño moral y material causado, medie o no acto ilícito y sea éste, en caso de existir, meramente culposo. Es decir el derecho al seudónimo confiere a su titular una doble facultad: la de emplearlo él mismo como una forma de designación "oficial" en los actos o actividades de su vida civil y la de obligar a terceros a que se lo reconozcan y disciernan en las mismas circunstancias. VI. REQUISITOS QUE DEBE LLENAR EL SEUDÓNIMO PARA GOZAR DE TUTELA Acción de reclamación: Para que sea procedente esta acción son necesarios tres requisitos principales. Desconocimiento del seudónimo adoptado, licitud de uso por parte de quien lo invoca y, finalmente, interés. Supuestos en que se dan estos requisitos y que autorizan el ejercicio de esta acción. Ejemplos: a) El titular del "nombre civil" adoptado, niega derechos al adoptante del mismo como seudónimo, o le impide en cualquier forma el uso del mismo. No mediando por el titular del seudónimo uso abusivo, intención de dañar o dolo por desviación de los fines sociales o económicos que determinaron su adopción, culpa o negligencia, esta acción debe prosperar para re- chazar la de impugnación .deducida por el portador del "nombre civil". b) El titular de un derecho de "propiedad" -sobre un seudónimo, niega a otro, igual dere- cho sobre una designación similar. En el con- su protección y, el Proyecto de la Comisión año 1936, siguiendo al maestro, tampoco. Se entendió que ella debía ser materia regida por la ley especial —sobre Propiedad Intelectual— olvidando que tales cuestiones, "exceden el solo marco de dicha •propiedad". VIL CESIÓN El seudónimo como derecho "de propiedad" puede cederse, marús causa o por venta. Cumple hacer notar que el seudónimo no se trasmite a los hijos por herencia, como acontece con el nombre. Por otra parte, el cesionario no podría suscribir las producciones personales — si las hubiera— con el seudónimo del cedente, porque la cesión se ha referido exclusivamente a las producciones de aquél. flicto entre personas portadoras de igual seudónimo, la decisión debe ser aplicando el mismo principio jurídico que en el caso anterior. Por En su aplicación práctica y con referencia a otra parte, la prioridad en el uso del seudónimo, ciertas y determinadas leyes y/o disposiciones no es por sí sola decisiva, ya que también entra en juego para su solución, la notoriedad, la •difusión y prestigio adquiridos con él, relativos de nuestra legislación de fondo, vemos que ciertos "nombres" tienen un sentido analógico, como el seudónimo, tienen por fin, generalmente, del uno frente al otro. Acción de contestación: Para que sea pro- ocultar personas u objetos o fines, ya sea como nombres propiamente dichos, nombres y razón social o razón social únicamente. Así tenemos el "nombre" de las personas jurídicas y asociaciones y al "nombre" comercial. Estas designaciones no constituyen materia extraña al nombre civil, aun cuando individualicen a personas colectivas. La aplicación ana- cedente esta acción personalísima en cabeza del adoptante de un seudónimo que reúna las condiciones generales antedichas que le autoricen a servirse de él o a impedir todo uso indebido, debe mediar: una verdadera usurpación que, como tal, pudiera llevar a cabo un tercero o el propio titular de un "nombre civil", adoptado como seudónimo. VIII. APLICACIÓN ESPECIAL lógica de principios que reglan el nombie de las personas individuales, es procedente, no obs- Señala Manuel Oruz en /.A. 1950-lI-Sec. tante la diferente naturaleza jurídica respecto Doc., que "se ha admitido que cuando un seudónimo es difundido entre el público y usado durante mucho tiempo, el tercero, del que constituye nombre patronímico, no puede hacer que del nombre civil. En las personas jurídicas, aso- deje de usarlo; más cuando ese nombre convencional ha hecho el renombre de quien lo ha creado y cuando no ha existido reclamación al respecto, reivindicación o protesta durante numerosos años". Sin perjuicio de la protección civil dada por las dos acciones indicadas precedentemente, el seudónimo está protegido por acciones penales. En este sentido el Código penal en el Libro Segundo "De los delitos", Título VI "Delitos contra la propiedad", Capítulo IV "Estafas y otras defraudaciones", en su artículo 172 establece: "Será reprimido con prisión de un mes a seis años, el que defraudare a otro con nombre supuesto. . .". Es decir que existiría delito de defraudación en perjuicio del titular de un derecho "al seudónimo" adoptado. Bibiloni en su Anteproyecto de reformas al Código civil, entendiendo que el seudónimo "no es un nombre" (nota al art. 50 de su Anteproyecto) no legisló sobre el mismo ni sobre ciaciones o empresas comerciales, el nombre es un derecho subjetivo patrimonial; una propiedad que se agota con la extinción del fondo mercantil o civil. Asimismo, la "obra anónima o seudónima" ^dada por nuestra ley 11.723 prevé el caso de que la obra pueda o no pertenecer al editor o a su autor para cuyo objeto es preciso el registro, en cuyo caso, se adquiere "la propiedad" del seudónimo registrado y que ha de acreditar, al derecho a esa "propiedad" intelectual. Del análisis casi exhaustivo de los distintos tópicos de este temario, será posible, evidentemente, arribar a una verdadera conclusión doctrina- ria que haga factible un régimen propio para el -seudónimo; con verdadera jerarquía de figura del derecho substancial, independiente del "nombre" propiamente dicho, del que puede tomar, como de un tronco común, los principios generales que lo informen. JURISPRUDENCIA. — La citada en el texto. BIBLIOGRAFÍA. — La citada en el texto. SEVICIA. Malos tratos corporales o por vías de hecho. Crueldad excesiva. Jurídicamente tal expresión tiene la importancia de constituir ordinariamente una de las causas que dan lugar al divorcio o a la separación de los cónyuges, a privar de la patria potestad a los padres si trataren a sus hijos con dureza excesiva así como también a la revocación de las donaciones la última, según demuestra Du Cange, una contracción de sigillum). Ello explica que tengan también pareja significación, aunque hoy se dé el nombre de sello al estampado con un modelo grabado y designo al que se hace con rasgos de la pluma. En la antigüedad clásica comenzó usándose el sello en los documentos, siendo costumbre dar por motivos de ingratitud. Las sevicias pueden autenticidad a éstos con anillos signatorios. Según Muñoz y Rivero tal práctica era conocida llegar a configurar delito. (V. DESHEREDACIÓN. DIVORCIO. INDIGNIDAD PARA EJERCER LA PATRIA POTESTAD. INDIGNIDAD PARA SUCEDER. PATRIA POTESTAD. REVOCACIÓN DE DONACIONES). SIDEROSIS. (V. ENFERMEDADES PROFESIONALES). SIEMBRA. (V. EDIFICACIÓN, SIEMBRA Y PLANTACIÓN). SIERVOS DE LA GLEBA. (V. FEUPALISMO. GLEBA [SIERVOS DE LA]). SIETE PARTIDAS. (V. PARTIDAS DE ALFONSO EL SABIO). SIGILO SACRAMENTAL. (V. PENITENCIA). SIGNATURA APOSTÓLICA. (V. CURIA ROMANA Y DIOCESANA. PROCESO CANÓNICO). SIGNO NOTARIAL. * Desde antiguo la autorización de los instrumentos públicos en que la presencia del notario confería fehaciencia al documento, la firma y rúbrica del escribano debía ir acompañada de un signo o emblema convencional, de uso obligatorio, denominado signo notarial. Al recibirse del caigo de notario' público el funcionario registraba en el, organismo de superintendencia junto con su firma, el signo, es- pecie de señal, distintivo o emblema que le acompañaría como sello personal en su carrera para: la autorización de los instrumentos pasados ante él como fedatario. En nuestro país el signo notarial, usado en el período colonial y en los primeros años de la patria independiente, según vamos a ver, desapareció luego y tiene un susritutivo contemporáneo en el sello que el escribano debe adoptar y registrar oficialmente como distintivo personal, colocándolo junto' a su firma en la autorización 'de documentos. Las palabras sigillum y signum tienen una misma raíz (de la raíz sánscrita site, que significa señalar, notare, y según otros, del griego Sigalión, dios del silencio, proceden las palabras latinas sigillum, sello y signum, signo, siendo * Por el Dr. TOMÁS DIEGO BERNARD (h.). en Oriente desde más de diez siglos antes de Jesucristo y fue adoptada por griegos y romanos, pasando, al caer el Imperio, a las naciones, bárbaras que se establecieron sobre sus minas. Aunque desapareció la costumbre de usar el sello, los tabeliones la conservaron para sellar los testamentos y andando los siglos, quizás por las dificultades que ofrecía su fabricación, o por otras razones, se sustituyó el sello impreso con molde por el signo hecho con la pluma, y como nadie más que los tabeliones mantuvieron la tradición, el signo: pasó a ser distintivo privativode los notarios públicos. La República Oriental del Uruguay conserva aún la exigencia legal del signo y el escriba- no al iniciar su carrera —el Uruguay es de los. pocos países que tienen notariado de libre ejercicio profesional— debe registrar con su firma, el signo que escoja en el registro que a dichos efectos lleva la secretaría de la Suprema Corte de Justicia. De lo expuesto surge que no sólo reviste un interés histórico el indagar sobre el origen y naturalezai del signo notarial, así como lo referen- te a su empleo y significado, ya que es Derecho* positivo en la legislación comparadla y conforma una difundida tradición en los anales del notariado de raigambre hispánica. No se ha investigado suficientemente en nuestra historia jurídico-notarial lo referente al signo notarial. Si bien el estudio de estos signos interesa a la diplomática como ciencia auxiliar de la historia, al notariado le interesa en tanto los instrumentos no adquirían plena fe pública sin la firma y signo del autorizante. La procedencia del signo es española. Las leyes de la Madre- Patria impusieron el uso y aún perdura la institución. En efecto, una antañona costumbre, llevada al Derecho positivo, mandó que los notarios de España e Indias autorizaran todos los instrumentos públicos con su firma y con la rúbrica v el signo que propusieren y se les diere al expedirles "los títulos de ejercicio, rúbrica y signo que no podrán variar sin Real autorización"; y que en cada Audiencia "hubiese ¡un libro en que los notarios pongan su firma, rúbrica y signo después de haber jurado su plaza". De la legislación española por vía de las leyes de Indias, pasó a América. Los escribanos recibían la figura del signo en la provisión del nombramiento que .se co- piaba en el libro del Cabildo. Aparte del signo manual, muchas veces de complicado diseño, los escribanos de la colonia empleaban otro signo profesional mucho más simple, de ejecución rápida, por lo general meros trazos, puestos detrás del nombre: la rúbrica. La rúbrica perduró más en nuestro país que el signo. Tiene por objeto impedir las falsificaciones en la firma En el Uruguay el uso del signo, como queda consignado, es obligatorio en la actualidad. "El signo va colocado en el protocolo —dice el escribano Adolfo Orellano en su Curso de Derecho Notarial (Montevideo, 1938)— precediendo a la firma que suscribe la constancia de apertura y el certificado de cierre, y por una ficción, se supone que precede a todas y cada una de profesional a que acompaña, ya que sus trazos las firmas de las escrituras que contiene, lo entrelazados según un modelo propuesto y permanente1 son de difícil imitación. Las rúbricas llenaban, además, en los pliegos de varios folios, el papel actual de las medias firmas o firmas abreviadas, para denotar la correspondencia del instrumento en todas sus partes con el autorizado por el escribano. Sabido es que los documentos se componen que no impide que si el escribano lo encuentra preferible, signe cada una de dichas escrituras. La ley acuerda al signo un valor verdaderamente positivo e importante, ya que reputa viciados de nulidad a los instrumentos que debiendo contenerlo no lo tuvieren. Vendría a representar algo así como un emblema de la fe pública asignado por la ley a los documentos autorizados por un escribano". En el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, hemos encontrado y catalogado numerosos signos notariales utilizados durante la Colonia. La mayoría son cruciformes encerrados con puntos en los cuadrantes; otros se integran con figuras geométricas. Los más simples de tres partes principales: el protocolo, el contexto y el escatocolo, de acuerdo a las concep- ciones clásicas. En el escatocolo el autorizante procede a la validación del documento con fuerza' de fe pública mediante su firma autógrafa y rúbrica y el signo notarial (hoy sello profesional en nuestra legislación). La firma y signo del notario va precedida del "Ante mí" y de las firmas 'también autógrafas de los contratantes u otorgantes en los instrumentos originales (escrituras matrices) que pasan en su Registro y protocolos, y de una mera nota de validación con la firma, rúbrica y signo del escribano, sin firma autográfica de las partes, en los traslados o testimonios. Mucho se ha 'dicho respecto al signo notarial en cuanto a sus rasgos o caracteres gráficos. Del emblema adoptado parte, por lo general, una línea perpendicular que culmina en una cruz. La presencia constante de la cruz obedece al origen religioso del signo, que conservan la característica estilizada de su ori- gen: las dos "ss" como abreviatura de swfcscripsi para denotar la presencia y firma del funcionario autorizante con depósito de fe pública. La cruz, que en la Alta Edad Media se generalizó como invocación simbólica, aparece en las signaturas notariales y a veces en la cabecera de las hojas de los documentos. A veces también la cruz está rodeada de cuatro puntos en cuad'riángulo. Entre los signos más interesantes usados en el Río de la Plata durante el pjríodo data de su uso por los monjes y que acredita la presencia de la Fe como virtud cristiana y colonial hispano merecen citarse los de los escribanos: José Zenzano, Gervasio Antonio de Posadas, Martín García Echaburu, Manuel Joaquín de Toca, Mauricio de Alba, José Ramón testimonio de la verdad revelada. Todo parece indicar que los signos, en el comienzo, eran simples y pequeños, compues- Basavilbafo, Inocencio Antonio Agrelo, Manuel Benítez, Tomás José Boyso, Francisco Barros, Cristóbal Barcala, Mariano Cabral y Marcos tos de dos "ss", abreviatura del vocablo: suscrip- Leonardo Agrelo. si. Posteriormente se fueron agregando ornamentos y decoraciones para distinguir entre sí los signos de los distintos escribanos o actuarios. En los siglos VIII y IX, son caligráficos; monogramáticos desde el siglo X y antropomorfos a partir del siglo XI. Después se generalizan los En los códices de abreviaturas usados en diplomática para descifrar 'documentos antiguos y efectuar los análisis y pruebas de autenticidad y veracidad, la signatura, que hace al valor del signos cruciformes y los compuestos por figuras geométricas que se utilizan en la Edad Media y Moderna. En los documentos de la época colonial es usual dibujar el signo entre palabras al cierre d'el escatocolo o parte final del instrumento. Así es dable ver con frecuencia la frase "Lo ercribí e hice mi signo que es tal. En testimonio <3e verdad", o el período: "En testimonio —aquí va el signo— de verdad" y sigue la firma autógrafa del notario y la mención del cargo del autorizante en una o dos líneas. instrumento, se abreviaba así: "sig. do" como voz homologa de: "signado". A través del testimonio histórico resulta evidente que el signo notarial es un atributo de la fe pública notarial que hace a la autenticidad del instrumento signado y que certifica la intervención personal del escribano en la instrumentación tanto como su firma. De ahí la singularidad e individualidad, la índole personal del signo y su registración pública, presupuesto de sus caracteres de permanencia e inalterabilidad'. El Diccionario de la Real Academia Española (Madrid, 1947) define este tipo de signo diciendo que es la "figura que los notarios agregan a su firma en los documentos públicos, hecha de diversos rasgos entrelazados y rematada a veces por una cruz". En nuestros días signar ha devenido en sinónimo 'de rubricar y también de sellar y firmar, pero hemos destacado ya la diferencia histórica fundamental existente entre el signo notarial y la mera rúbrica. El sello profesional, de re- gistración obligatoria y que acompaña la firma del escribano para denotar la calidad de fedatario público, suple modernamente al signo, pero sin el trascendente simbolismo y la relavante tradición histórico-jurídiica de éste. El signo notarial denota, pues, autenticidad respecto del documento y autoridad, depósito de fe pública, respecto del autorizante. En este sentido el signo luce un abolengo que se pierde en los 'tiempos. En sus más remotos orígenes se confunde con el sello como distintivo perso- nal, pero se separa bien pronto de la sigilografía para entrar en los dominios de la diplomática y por vía de ésta en el campo de la instrumentación y del Derecho notarial. Garantía y solemnidad abonan la alcurnia del signo notarial, hoy reemplázalo en algunas legislaciones, según dijimos, por el sello. La ley de organización de tribunales de la Capital Federal, primer estadio en el proceso hacia los estatutos profesionales actuales, seguida en estos aspectos por el Derecho Público Provincial, establecía en su artículo 198 que los escribanos de registro "tendrán un sello con que signarán todos los actos que otorguen o certifiquen como oficiales públicos. El sello dteberá ser registrado en la Secretaría de la Cámara en lo Civil, en libro que se llevará al efecto. Este sello expresará el nombre y profesión del funcionario y no podrá variarse sino con conocimiento de la Cámara y por motivos que ésta encuentre suficientes". Ezequiel Zarzoso y Ventura en su Teoría y práctica de la redacción de instrutmentos publicas (Madrid, 1887), al referirse a la "autorización del notario", afirma: "Después de las firmas de los otorgantes y testigos, el notario autorizará el instrumento con su firma y con la rúbrica y signo que proponga, y se dé al expedirle el título de ejercicio. No podrá variar en lo siicesivo la rúbrica ni el signo sin autorización del gobierno (art. 19 de la Ley del Notariado). La autorización del instrumento será de la propia letra del Notario, signando primero y firmando y rubricando debajo" (art. 69 del Reglamento). Solano A. Riestra en su Proyecto de Código Notarial para el Uruguay, de fines del siglo pasado, respetando la tradición de ese país en cuanto al signo' y siguiendo la ley del 31 de diciembre de 1878, en sus artículos 18 y 19, imponía el uso obligatorio del signo y su registración en la Corte, agregando en un artículo especial (el 45): "El signo es considerado como parte integrante de la firma del escribano". SILENCIO, OBSCURIDAD O INSUFICIENCIA DE LAS LEYES. (V. ANALOGÍA JURÍDICA. INTERPRETACIÓN DEL DERECHO. PLENITUD HERMÉTICA DEL ORDENAMIENTO JURÍ- DICO). SILICOSIS Y SATURNISMO. * SUMARIO: CAPÍTULO I. 1. Introducción. Teoría de la culpa. Del riesgo profesional. 2. Desenvolvimiento histórico. 3. Inclusión en el Derecho Internacional. 4. Enfermedades profesionales. Concepto. 5. Legislación Nacional. CAPÍTULO II. Saturnismo. 1. Generalidades. 2. El problema de la causalidad. 3. Síntomas. 4. Pronóstico. 5. Incapacidades. 6. Incapacidad en el saturnismo. 7. Concausalidad. 8. Indemnización. 9. Profilaxis. 10. Legislación Nacional. 11. Diagnóstico. 12. Tratamiento. CAPÍTULO III. Silicosis. 1. Generalidades. 2. Definición. 3. Etiología. 4. Causas predisponentes. 5. Síntomas. 6. Diagnóstico. 7. Incapacidad. 8. Profilaxis y tratamiento. 9. Legislación Nacional. 10. Revisión. 11. Conclusión. CAPÍTULO I Introducción. Teoría de la culpa. Del riesgo profesional. Un hecho social, para ser tomado en cuenta y regulado por el ordenamiento jurídico, necesita su reiteración y más aún: su generalización. La tardía aparición del Derecho del trabajo y dentro de él la teoría del riesgo profesional y las leyes sobre accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, se debe precisamente a que recién con la revolución industrial aparecieron ambos como hechos suceptibles de ser tratados por el Derecho. En efecto, en la etapa anterior al fenómeno citado, el número de accidentes era de escasa importancia debido entre otros factores a: I 9 ) no uso de maquinarias de vapor y electricidad; 29) la mano idi'e obra contratada era exigua o nula; 39) buena formación profesional debido al sistema de taller y sus diferentes grados (aprendiz, oficial, etc.); 4') predominio del artesanado o sea: trabajo manual; 59) existencia de corporaciones y organizaciones de asistencia mutua basadas en principios de cooperación, que concentraban casi siempre a todos los trabajadores de un mismo gremio o profesión, formando una gran familia, y destinadas a cubrir los riesgos laborales, no ya debido a imposiciones legales, sino a principios fraternos de orden moral. Lo- * Por la Dra. LILIAN N. GURFINKEL DE WENDY v el Dr. CARLOS DANIEL WENDY. gico es suponer que estas condiciones debían variar con la revolución industrial y la aparición del capitalismo, por la misma índole de los cambios que estos acaeceres trajeron aparejados: contratación de mano de obra en gran escala, utilización de complicados mecanismos, concentración de elevado número de obreros en un mismo establecimiento por una parte, v por otra: redistribución ecológica, urbanización, despersonalización en las relaciones humanas, crisis de valores morales. Ante estas nuevas situaciones se multiplican los accidentes y enfermedades profesionales, careciéndose de medios para cubrir sus consecuencias, por lo que el Derecho común se ve abocado al enfoque de este nuevo problema, que dada su especificidad no tarda en constituir una nueva rama: el Derecho del trabajo. La labor del Estado en este sentido no se limita a la función meramente pasiva de legislar, sino que, tratándose de un problema social y no sólo de relaciones individuales, debe cumplir una doble actividad: preventiva y reparadora. Tanto el- accidente como la enfermedad profesional quedan englobados dentro del concepto unitario de "riesgo profesional"; en consecuencia, se le buscó fundamentación jurídica en el Derecho civil, y dentro de éste, en la "teoría de la culpa". Proveniente de la Lex Aquilia, ampliada en su ejecución por el pretor, esta teoría sostiene que la responsabilidad aquiliana surge cuando se causan daños o lesiones corporales a un hombre libre, resultando procedente en este caso el reembolso de los gastos de curación y de los jornales perdidos. Por tanto, de acuerdo al principio de la culpa, si el accidente o enfermedad sobrevienen a causa del trabajo prestado en relación de dependencia, dentro del establecimiento, y por instrumentos ¡de trabajo de propiedad de un patrono, éste responde por los daños que pudieran producirse, ya que no ha adoptado las medidas de prevención necesarias para que el evento no se produzca. Pero la producción del evento dañoso no se debe sólo a culpa del empleador, sino que también puede ocurrir por caso fortuito, fuerza mayor o negligencia del obrero, de modo que en estos supuestos el riesgo profesional queda sin cobertura O). Además, según este fundamento jurídico (de la culpa) es el obrero quien debe probar que existió negligencia de parte del empleador y la relación de causalidad entre el hecho y el resultado dañoso (2). En vista de tales inconvenientes, surgió una (O Las estadísticas han demostrado que sólo un 25 % de los accidentes y enfermedades profesionales se producen por culpa del patrono; siendo así, el 75 % no puede ser subsanado. (2) Respecto de esto, basta sólo citar que en España, variante de la "teoría de la culpa": la inversión de la prueba, según la cual, al obrero sólo le toca probar la existencia del accidente o enfermedad, presumiéndose juris tantum la responsabilidad por culpa que le cabe al patrono, debiendo éste desvirtuar tal presunción. En la práctica, esta modificación procesal no implicaba avance alguno, ya que al empresario le resultaba relativamente fácil probar que no hubo culpa de su parte o existió caso fortuito o fuerza mayor como productores del accidente o enfermedad, y desligarse así de toda responsabilidad. Un paso más hacia la solución objetiva del problema fue la "teoría de la responsabilidad contractual" preconizada inicialmente por Saucet y Sainctelette, según la cual el patrono, en virtud del contrato de trabajo celebrado, toma a su cargo ciertas, obligaciones, entre ellas la de asegurar la integridad física del obrero, debiendo poner en ello la diligencia de un "buen padre, de familia". Aun así quedaban sin cubrir los riesgos motivados por caso fortuito y aquellos en que la ausencia de culpabilidad del empleador era total. Saleilles y Josserand, basándose en los principios del Derecho civil que establece la responsabilidad por el daño causado por animales o cosas sobre las que se ejerce tutela o derecho de propiedad, preconiza para el Derecho laboral, la teoría de la responsabilidad objetiva, que supone el responder y hacerse cargo del riesgo que implica el animal o la cosa poseída. De esta manera sólo quedaría sin cubrir el accidente o enfermedad ocurrido por culpa del obrero o fuerza mayor extraña al trabajo (3). Por fin, la teoría "del riesgo profesional", tiene en cuenta los valores a proteger: la seguridad e integridad física y mental del trabajador, no ya únicamente como parte de un contrato, sino como ente social. De este modo, los accidentes y enfermedades, vendrían a configurar, juntamente con el desgaste y reposición de maquinarias, desperdicio de materia prima o pérdida de productos elaborados, un riesgo inherente a la industria, con independencia del agente productor del evento dañoso o el factor subjetivo interviniente. Siendo el empresario quien se beneficia económicamente con el trabajo de su dependiente, debe aquél afrontar las contingencias del mismo carácter (económicas) que se produzcan. La incidencia en los gastos de la empresa y el perjuicio monetario que esto podría ocasionar es posible subsanarlos mediante la en de un en 70 años en que esta materia se regía por el principio la culpa, sólo hubo una sentencia condenatoria para patrono, lo que evidencia la dificultad de la prueba tal sentido y la cantidad de casos que quedan sin protección. (3) Los defectos de estas teorías se deben principalmente a la aplicación en ellas de los principios del Derecho común. transferencia del riesgo, y por consiguiente de la obligación, a Compañías de Seguros. En este punto se discute la viabilidad de tal medida con carácter obligatorio, impuesta por el Estado: la opinión que se emita, favorable o no dependerá de la preeminencia que se de a la cuestión social (4). La teoría del riesgo profesional, aun ampliada por la del seguro obligatorio, dejaría de cubrir los accidentes o enfermedades profesionales cuando la responsabilidad patronal se marineros contratados y/o en viaje, disponiéndose, con distintas variantes, la paga de la soldada durante la enfermedad (5). Hacia el año 1000, se generalizan las corporaciones, sucesoras de las cofradías, que suman a los fines esencialmente religiosos los de ayuda miutua. Esta asistencia a enfermos (o en caso de muerte a los herederos) no se ajustaba a reglas fijas, dependiendo más bien del estado económico del gremio, y pudiendo consistir en dinero, inter- limitara por 'tratarse de tareas que no persiguen nación, asistencia de médico y medicinas, subsidio con obligación de reembolso por parte del beneficiado, cuando éste cura. Entre las leyes de Indias son las llamadas Leyes Nuevas y la Cédula del Servicio personal, de 1563, las que se ocupan de este tema, en sus aspectos preventivo y reparador. Con referencia al primero son extremadamente detalladas las reglas de seguridad: condiciones en las minas, en el cultivo de la coca, acarreo de mercaderías, como por ejemplo: las chimeneas de los hornillos de desahogar debían ser altas y la fundición apartada de otros edificios para que los vapores de mercurio no resulten dañinos; los indios que trabajaban en la coca debían ser provistos de dos vestidos, ya que de ordinario se mojan y enferman; la carga a transportar por los trabajadores no debía exceder de des arrobas, etcétera, para no citar sino unos pocos ejemplos ilustrativos de la minuciocidad de la reglamentación imperante. En el aspecto reparador se dispone que en caso de enfermedad el mitayo cobrará los jornales íntegros de la temperadla, existiendo hospitales para indios sostenidos por el Estado, los patronos y los trabajadores (6). Inclusión en el Derecho internacional. El Derecho laboral, y dentro de él los problemas de accidentes y enfermedades profesionales, comienzan a tener relevancia en el campo del Derecho internacional debido, entre otros a: 1?) factores económicos (incidencia de las indemnizaciones en los costos); 2") gran auge de las organizaciones de trabajadores, con la consiguiente presión por ellas ejercida; 39) factores humanos y sociales. Como antecedentes de proyectos internacionales en la materia tenemos: I 9 ) Conferencias de Berna de 1905/6: prohibición del empleo de fósforo blanco en la fabricación de cerillas (mereció la oposición del Japón y reparos de Inglaterra y Suecia); 29) Lugano, 1910, y Zurich, 1912: reglamentación del trabajo en industrias que emplean aire comprimido; 3°) Se instituye en París, por la Convención Internacional de Roma de 1907, la Oficina Internacional de Higiene Pública, que cuenta entre sus fines el de luchar contra las enfermedades fines de lucro, y por el capital en cierto tipo de sociedades. En estos casos será el Estado el que se hará cargo de estos infotunios, precisamente por el carácter social que la obligación de resarcirlos reviste, y por el deber de asistencia que tiene para quienes cumplen su función social brindando todas sus energías. Estos dos sistemas: el del riesgo profesional como inherente a la empresa y la responsabilidad social o estatal no son posiciones contrapuestas sino complementarias, como lo evidencia en la práctica el sistema de Reaseguros y la Caja de Accidentes de Trabajo. Desenvolvimiento histórico. En las civilizaciones primitivas el desprecio hacia el trabajo (y especialmente el manual), hizo que no se lo tratara jurídicamente careciéndose por tanto de datos acerca de la existencia de enfermedades profesionales o accidentes de trabajo, y por consiguiente, de su tratamiento y prevención. En Roma, tampoco se trató la cuestión de modo especial, máxime si se tiene en cuenta que la mayor parte del trabajo era prestado por esclavos. La ley Aquilia, en ¡dos de sus capítulos, se refiere a la responsabilidad culposa que tiene el que causa la muerte del esclavo o res ajenos, debiendo pagar en estos casos el mayor valor alcanzado por el objeto dañado dentro del último año anterior al delito. Al margen de la legislación imperante, se permitía que los esclavos V jornaleros libres 'desamparados por el Estado se unieran en cóllegia \tenuiontm: organizaciones que tenían como una de sus finalidades principales la asistencia recíproca en caso de accidente o enfermedad. Con relación a las en- fermedades profesionales, si bien no se las trató desde el punto de vista legal, en ocasiones se hizo mención del "cólico saturnino" y de las enfermedades propias de los mineros, curtidores, cargadores, recomendando Plinio el uso de caretas protectoras contra los polvos metálicos. En las Ordinations Ripariae, de 1258, el Li- bro del Consulado del Mar, publicado en Barcelona en el siglo XIII, y en los capítulos del rey don Pedro IV de Aragón, de 1340, se prevé el caso de accidente o enfermedad de los (4) La obligatoriedad del seguro fue implantada en Alemania (1884), Austria (1887), Noruega (1894), Ita- lia (1898), Holanda (1901), Bélgica (1903), Suiza (1911), en pleno auge del liberalismo, lo que por sí es san signo elocuente sobre la justicia de su aplicación. (5) Citado por Hernainz Márquez, Accidentes &s trabajo y enfermedades profesionales, pág. 26. (6) fiemainz Márquez, db. cit., pág. 31. «óticas y contagiosas, amén de las profesionales. Durante la primera guerra mundial se suspende la corriente iniciada en tal sentido, hasta que una vez concertada la paz, se crea en la Sociedad de las Naciones, la O. I. T., que está destinada a cumplir 'una doble función: 1°) recolección y preparación de datos por el Bwreau International du Travail y 2") redacción de convenios y recomendaciones para las reuniones anuales de la Conferencia Internacional. Así, por intermedio de la O. I. T. se celebran las siguientes reuniones, para no citar sino sólo las que interesan, a nuestro tema: Reunión de 1919: Se aprueban recomendaciones referentes a prevención del carbunco, protección de mujeres y menores contra el saturnismo, y prohibición del empleo de fósforo blanco en las industrias de cerillas. Rewwtów de 1925: Convenio sobre reparación de enfermedades profesionales. Reunión de 1934: Se revisa el convenio sobre enfermedades profesionales. Como consecuencia de la segunda guerra mundial, Europa no realiza nuevas gestiones en este terreno, pero es América la que fija su atención en la materia, y la Primera Conferen•cia Interamericana de Seguridad Social, reunida en Santiago de Chile del 10 al 16 de setiembre de 1942 adopta diversos acuerdos, recomendaciones y declaraciones acerca de la obligatoriedad (a cargo exclusivo del patrono) del seguro social para accidentes y enfermedades profesionales y, si es posible, la unificación del mismo con el seguro de muerte. invalidez, vejez y En el próximo punto, al tratar de enfermedades profesionales volveremos nuevamente a mencionar lo tratado en tal sentido por el Derecho internacional. Enfermedades profesionales. Concepto. El hecho de la existencia dé ciertas enfermedades que tienen una relación directa con el tipo de tarea realizada fue puesto de relieve ya desde tiempos remotos, bien sea desde el punto de vista literario o científico. Las propiedades tóxicas del plomo y las consecuencias que aca- nea para la salud de los que trabajan con él, fue puesta de relieve por Hipócrates. Asimismo Plinio, Galeno, Aristóteles, Lucrecio, Ovidio, entre otros, se han ocupado de las hoy conocidas como "enfermedades profesionales"; si bien no en el sentido altamente científico con que se las estudia en la actualidad, ya en su época hicieron notar la relación causa-efecto entre un trabajo determinado y una enfermedad. Pero los estudios más amplios en este sentido comienzan en el siglo XVIII con Bernardino Ramazzini, precursor de la moderna medicina del trabajo. Si bien conocidas desde antiguo, las "enfermedades profesionales" no ingresan en el campo del Derecho del trabajo hasta fines <3el siglo XIX, cuando el advenimiento del ma- quinismo y sus consecuencias (grandes concentraciones obreras entre otras), lo hacen necesario. Sin embargo, la reparación ce las mismas se hizo imposible mientras imperaba la teoría de la culpa o de la responsabilidad civil en materia de trabajo y accidentes en especial, pero fue posible cuando se aceptó la teoría del riesgo profesional (conceptos a que nos hemos referido anteriormente). Se trata de establecer si la enfermedad' y el accidente son dos instituciones separadas o si, por el contrario, corresponde su unificación. Ambas afectan al mismo sujeto (el trabajador) en la misma forma (disminuyendo su capacidad laboral) y provienen de la misma fuente (el trabajo), sin importar su etiología, si el proceso es agudo o crónico, lento o rápido, sino su fuente de producción: el riesgo profesional. Las diferencias más marcadas existen por supuesto, en el campo médico, aunque el proyecto de Código internacional del trabajo de Cosentini, establecía que en caso de duda acerca de la existencia de enfermedad profesional o accidente habría que considerar si se produjo de una manera súbita y violenta (en cuyo caso sería accidente) o gradual, lenta y progresiva (se trataría entonces de enfermedad profesional). Sin embargo, el criterio más acertado de distinción parece ser el de la previsibilidad o no de su aparición, es decir, que mientras el accidente es un hecho fortuito, que ocurre imprevistamente y puede ser controlado en parte mediante adecuadas medidas de seguridad, la enfermedad se desencadenaría sin for- mas de prevención posible cuando se ejerce una tarea determinada (7). Este último argumento merece algunas objeciones por cuanto cualquier enfermedad profesional puede ser prevenida y no resulta tampoco matemática la relación causa-efecto entre un trabajo dado y la enfermedad desencadenada, ya que es necesario aten- der a las condiciones personales del sujeto que la contrae, recordando aquello de que "no hay enfermedades sino enfermos". Otra posible diferenciación es que el accidente además de incapacidad temporal produce un deterioro orgánico (mutilación) mientras que ¡a enfermedad produce sólo una afección. Tampoco esta posición es invulnerable, ya que una enfermedad profesional, por ejemplo la silicosis, puede asociarse a tuberculosis pulmonar (según lo veremos más adelante) y hacer necesaria una lobectomía, con lo que el sujeto enfermo quedaría "deteriorado" orgánicamente. Pero aun suponiendo deslindada ya esta primera cuestión, la enfermedad profesional no es más que la especie dentro del género "enfermedades del trabajo", por lo que habrá que proceder a su definición. Si bien las diferencias entre estas dos categorías no son precisas, se po(7) Hernainz Márquez, ob. cit., pág. 503. dría establecer que las enfermedades profesionales se producen ¡directa e inevitablemente, cuan- do se ejerce determinado tipo de trabajo, sin importar las condiciones personales del trabajador; existe pues una relación causa-efecto indubitada, en tanto que las enfermedades del trabajo se producen en cualquier tipo de tareas, la relación debe ser probada en cada caso, y el factor individual predisponente tiene importancia (8). La ley de Seguridlad Mejicana, da la siguiente definición: "Enfermedad profesional es todo estado patológico que sobreviene por una causa repetida por largo tiempo, como consecuencia diciones externas (higiene, medios de prevención) e internas (formas de vida particulares, más o menos sanas y cuidados terapéuticos). Legislación nacional. La ley 9688, de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales,, es el eje de toda la legislación en esta materia. En su artículo 22, in fine, establece que "Las. enfermedades profesionales deberán ser taxativamente enumeradas por el Poder Ejecutivo en •decretos reglamentarios, previo informe de las oficinas técnicas. . .". El decreto reglamentario de dicha ley, del 14 de enero de 1916, modificado por los decretos 81.566/36, 2.491/32 y 29.776/44, esbo- de la clase de trabajo que desempeña el obrero za una definición de enfermedad profesional o el medio en que se ve obligado a trabajar, y en s>u artículo 145, cuando dice: "A los efec- que provoca en el organismo una lesión o perturbación funcional permanente o transitoria, tos de la ley que se reglamenta, se entiende por enfermedad profesional sólo aquella cuya causa se debe exclusivamente al trabajo de la víctima en la profesión que desempeña". Esindudable, -de acuerdo a lo ya tratado, que estamos ante conceptos ambiguos e incompletos. El artículo 149 enumera las consideradas por la ley argentina enfermedades profesionales, encontrándose entre ellas la pneumoconiosis y pudiendo ser originada esta enfermedad profesional por agentes físicos, químicos o biológicos" (9). A diferencia de los accidentes, que por su carácter <fe "imprevistos" no pueden ser enumerados, en casi todas las legislaciones se especifican las enfermedades consideradas profesionales. La Conferencia Internacional del Trabajo, en su 7? Reunión, de 1925, mencionó únicamente la intoxicación producida por el plomo, el mercurio, el carbunco, y recién en 1934, el Convenio señala: 1') Silicosis con o sin tuberculosis, siempre que la primera sea causa de muerte o incapacidad (10). En España, la jurisprudencia señaló como enfermedad profesional el saturnismo (intoxicación por el plomo) y consideró indemnizable el saturnismo. Asimismo, y aunque en forma indirecta, se refiere al tema de nuestro interés, la ley 11.544, sobre jornada de trabajo. En su artículo 29 establece: ". . .Cuando el trabajo deba realizarse en lugares insalubres en los cuales la viciación del aire, o su compresión, emanaciones o polvos tóxicos permanentes, pongan en peligro la salud de los obreros ocupados, la duración del trabajo no excederá de seis horas diarias o treinta y seis semanales. El Poder la silicosis, que es asimismo objeto de una legislación especial. Es importante, y corresponde solucionarlo en Ejecutivo determinará, sea directamente o a solicitud de parte interesada, y previo informe de las reparticiones técnicas que correspondan, los la parte médica, establecer la relación causaefecto entre el trabajo y la enfermedad, des- casos en que regirá la jornada de seis horas". lindando todo lo que de patológico haya en el trabajador, y que lo pueda haber llevado a desarrollar la enfermedad que padece. Esta cuestión es aquí algo más incierta que en los accidentes, en los que con frecuencia aparece clara la relación causa-efecto. La reparación económica proporcional por todos los empresarios de industrias similares y peligrosas, en las que pudo originarse la enfermedad (principio adoptado por la mayoría de las legislaciones), es excesivamente matemática y no siempre justa y científica, ya que el proceso de la enfermedad avanzará no sólo en forma paralela al tiempo transcurrido, sino a las con(8) Hernainz Márquez, ób. cit., pág. 505. (9) Citada en "Sugerencias para una legislación protectora de la salud del trabajador", Rev. de Der. Laboral, t. 2, año 1959, págs. 95-97. (10) Señalamos aquí únicamente las enfermedades profesionales que se refieren al terna a tratar, sin que ello implique que en las clasificaciones tanto nacionales como extranjeras de este tipo de enfermedades no se mencionen muchas otras. En este mismo sentido legisla el decrelo-ley 16.115/33, que en su artículo 59 prevé reglamentaciones especiales para cada tipo de industria o comercio, donde se determinen modalidades técnicas y preceptos legales aplicables. Estos reglamentos se dictarán oyendo a las organizaciones patronales y obreras de la industria, comercio o cualquier actividad que revista características profesionales (art. 17). Aclaran- do el concepto de "lugares insalubres" (utilizado por la ley 11.544), el artículo 8' deteimina que aquellos pueden ser así considerados por las condiciones del local o la naturaleza del trabajo que se ejecuta. El decreto del 11-3-30 se refiere por igual a la jomadla de trabajo y, por extensión, enumera las industrias productoras de enfermedades profesionales: "Se aplicará la jornada de seis horas cuando se cumpla íntegramente en lugares insalubres. . . considerándose «insalubres» aquellos en que se realicen los siguientes trabajos: 1?) . . .manipulación de pintura?, esmal- tes o barnices que contengan sales de plomo o arsénico (que llevaría al saturnismo). 29) Fabricación, fundición y laminado de plomo y fabricación de óxido de plomo (saturnismo). importancia, son: a) Trabajos en la industria 3') Talla y pulimento de vidrio, pulimento de te, c) Trabajos de raspado de pinturas viejas, d) Minas de plomo, e) Fabricación de acumuladores, f) Industria de hojalata, g) Industrias metales con esmeril y el trabajo en cualquier local o sitio en que ocurre habitualmente desprendimiento de polvo o vapores irritantes o tóxicos (silicosis). 14) Trabajos de construcción, perforación o excavación de subterráneos o sótanos que a juicio de las autoridades, sanitarias o técnicas, representen lugares insalubres por viciación del aire o su composición, compresión o emanación de polvos tóxicos permanente (silicosis)". AI tratar, acto seguido, el saturnismo y la silicosis, en su carácter de enfermedades profesionales, y por tanto, relevantes para el Derecho laboral, insertaremos las normas de Derecho positivo que se refieren directamente a las mismas, bien en su calidad de enfermedades profesionales, medios de prevención, o a las industrias o tipos de trabajo en que las mismas puedan contraerse. SATURNISMO Generalidades. Se trata de una intoxicación producida por la inhalación :de los vapores del plomo o la ingestión de sus sales; la entrada de dicho elemento tóxico en el organismo se realiza: por el aparato respiratorio (inhalación), es la forma más peligrosa por la rapidez con que pasa a la sangre; por el tubo digestivo (ingestión); o por la piel, siendo muy lento el pasaje por esta vía y muy rara la intoxicación. El principal reservorio de plomo en el organis- mo son los huesos (más del 95 %), eliminándose Je allí muy lentamente. Cuando circula el Pb por la sangre en concentración suficiente, ya sea a causa de su absorción de origen interno por liberación de los depósitos óseos, o de origen externo (inhalación, ingestión), aparecen síntomas tóxicos. Basta la entrada de 1 mg. diario para que luego de unos meses surjan síntomas de ese carácter, y si esa entrada aumenta a 5 mg. diarios, aquéllos se manifiestan a las tres o cuatro semanas. El Pb so elimina en su mayor parte por el tubo digestivo, en las heces y en mínima parte por la orina. La raza negra parece presentar una mayor resistencia a la enfermedad, ya que el clima enfermizo que habita produce una selección na- tural (u). La influencia del plomo sobre la embarazada y el feto es real, habiéndose demostrado la existencia del mismo tanto en equél como en la placenta, y constituyendo una de las causas de aborto. Las industrias más peligrosas, por orden de (11) Buitrago, pág. 472. D., Saturnismo crónico y secuelas, metalúrgica (laminado, fundición y refinamien- to de plomo), b) Trabajos en la industria de pinturas, donde se emplea minio como coloran- eléctricas, h) Industrias del caucho, i) Industrias de poligrafía, j) Industria del espejo, k) Industria de papel pintado. 1) Fundición de metales, m) Pintura de coches (12). Asimismo, como el saturnismo puede ser provocado por los derivados del plomo, se considerarán peligrosas las industrias que manipulen dichas sustancias: carbonato (cerusa para pinturas); arseniato (antiparasitarios); óxido de plomo (minio) y cromato (utilizado en la industria textil). El problema, de la causalidad. La relación cauísa-efecto quedará establecida cuando la lesión (enfermedad) se produce como consecuencia o en ocasión del trabajo, pudiendo darse ambas hipótesis conjunta o separadamente y tener un origen próximo o remoto. Cuando se dice en ocasión del trabajo se alude a la causa directa y fundamental: la función laboral desarrollada, lleva al daño sufrido por el trabaja- dor que la ejecuta. Por supuesto, se incluyen: en el concepto "trabajo", los momentos anteriores, posteriores o intermedios (breves suspensiones del mismo), siempre que sean consecuencia obligada del trabajo que se realiza o de las particulares condiciones del trabajador que lo lleva a cabo. La enfermedad' puede producirse, asimismo, como "consecuencia del trabajo", implicando con ello, una ampliación del nexo cau- sal a aquellas consecuencias más remotas e indirectas, que aun proveniendo' del trabajo no tienen una clara manifestación inmediata. Como hemos visto en el capítulo anterior, el problema de la causalidad está resuelto por la misma ley para el caso de las enfermedades profesionales; por tanto, si el trabajador que padece de saturnismo, realizó tareas en alguna de las industrias consideradas como peligrosas y productoras de ese mal, tendrá derecho a las indemnizaciones corresrpondientes, sin necesidad de aportar otras pruebas sobre el nexo causal trabajo-enfermedad. Síntomas. En el saturnismo, la intoxicación que se produce puede asumir distintas formas: Aguda, muy rara por otra parte, y que se debe a la ingestión súbita de grandes cantidades de plomo, provocando en este caso vómitos, colapso y anemia. Crónica, que es la más común, y de pre-saturnismo: es un estado latente posible de detectar antes de que se declaren los síntomas característicos de la enfermedad, y por (12) Clasificación de Fernández Rozas, -El saturnismo. "Enfermedades profesionales, su valoración, pág. 351. tanto muy importante de hacerlo, sobre todo en medicina laboral. Uno de los signos más precoces de intoxicación plúmbica es el "ribete gingival" de Burton, presente en el 85 % de los casos (13). Consiste en una banda gris-azulada que bordea las encías, especialmente los incisivos superiores. Este signo suele ser acompañado en -un 60 % de los enfermos, 'de manchas de Gubler, de color apizarrado, localizadas en la cara interna de la mejilla. Otro signo inicial del saturnismo es la anemia, producida por intensa destrucción de hematíes y acompañada de oin punteado característico de los mismos. Precisamente los glóbulos rojos punteados son muy importantes para detectar las formas larvadas, latentes o de pre-saturnismo, aun en ausencia de otra siníomatología. Los grados de intensidad de impregnación plúmbica pueden ser: leve (con un hematíe punteado por cada 10.000 normales; mediano (un hematíe por cada 5.000); acentuado (un hematíe por cada 1.000). En este último caso el obrero debe ser alejado del trabajo. En una etapa más avanzada de esta enfermedad, los "cólicos saturninos" están indicando ya un franco estado de intoxicación; se trata de dolores abdominales muy intensos, producidos por espasmos del intestino delgado, el abdomen se retrae y el ombligo se hunde; este síntoma va precedido por constipación. Efectuándose el tratamiento correcto, el cólico dura diez días. Existe además una intoxicación renal que puede llegar a una insuficiencia del mismo carácter, acompañada de hipertensión arterial, que en los casos graves va seguida de insuficiencia cardíaca y edema agudo de pulmón. La parálisis del nervio radial es un signo tardío, posterior a la anemia y el cólico, es bilateral y lo más típico es que tome los extensores de los dedos y origine la caída del pulgar, mediano y anular, conservándose, por tanto, sólo la extensión del índice y el meñique (signo de hacer los cuernos). Este síntoma se acompaña de atrofia muscular. Por último, cabe señalar que en •los grados más avanzados pueden sobrevenir convulsiones, delirio y neuritis óptica, que puede llegar hasta la atrofia del nervio óptico. Pronóstico. Mientras el cólico saturnino desaparece con el tratamiento adecuado, la anemia, el estreñimiento y la debilidad general persisten semanas. La parálisis retrotrae lentamente y a veces puede ser permanente, en tanto que los trastornos mentales suelen desaparecer pronto. Incapacidades. Se entiende .por tales, la imposibilidad de ejercer la normal capacidad laboral de que hasta entonces venía disfrutando «1 trabajador enfermo (14). Es un resultado (13) Fernández Rozas, ob. cit., pág. 359. (14) Hernainz Márquez, oí*, cit., pág. 171. anatómico-funcional que consta de dos elementos: lesión corporal y disminución o anulación de su capacidad laborativa. Desde el punto de vista del Derecho positivo se otorga mayor importancia al segundo elemento, que es el que se tiene en cuenta para determinar la indemnización, careciendo de mayor importancia la lesión corporal, a no ser por su incidencia sobre la capacidad de trabajo. La incapacidad debe ser real, lo que es fácil determinar si se trata de una limitación de índole mecánica, pero se complica cuando tiene un origen psicológico, lo que deberá ser determinado en cada caso por peritos médicos (si se trata de verdaderas alteraciones morbosas o simples neurosis, fobias, etc., en cuyo caso la indemnización sería improcedente). Se considera que aun en el supuesto de que el obrero siga percibiendo el mismo jornal, puede haber en él una incapacidad que merezca indemnización, ya que se trata de dos elementos diferentes, no pudiéndose determinar el grado de incapacidad, o más todavía, la existencia de la misma, por el jornal que gana el trabajador (15). A continuación, esbozaremos una clasificación de las incapacidades resultantes de ia enfermedad- profesional (si bien por la índole y lo específico de este trabajo no podremos detenernos en este tópico), para luego ubicar las que provienen del saturnismo. Comenzando por las formas más leves, y te niendo en cuenta que la indemnización só!o procede cuando la incapacidad para el trabajo exceda de seis días (ley 9688), toda lesión que esté curada en el término de un año, puede considerarse inoarpacidad temporal, que a su vez puede ser absoluta (para todo trabajo) o relativa (para el trabajo habitual). En caso de no verse disminuida la capacidad laborativa, corresponderá la asistencia médica y farmacéutica al obrero enfermo, hasta lograr su recuperación física, pero no la indemnización que fija la ley, desde el momento que aquél sigue trabajando y percibiendo su salario íntegro. Si transcurri- do el plazo de un año fijado para la incapacidad temporal, ésta no desaparece, se convierte en permanente, quedando por determinar, en ese caso, qué clase de incapacidad permanente existe, pudiendo optarse por dos vías: predeterminar un grado de la misma (criterio objetivo), utilizado en nuestra legislación, o dejar librado cada caso a las especiales condiciones del enfermo sopesadas y estudiadas por peritos médicos (criterio subjetivo). La incapacidad permanente, es la que proviene de una lesión incurable, irreversible, pu( 1 5 ) Bien podría suceder que en el nuevo trabajo ganara un jornal aún superior, utilizando una habilidad su- ya no desplegada en el trabajo anterior, para el que resulta incapaz. diendo ser a su vez, parcial o absoluta. La primera forma proviene de toda lesión que al ser dado de alta el obrero deja a éste con una disminución de su capacidad para el trabajo a que se dedicaba, aun en el supuesto de que pudiera ejercer otra profesión u oficio, ya que la valoTación de la incapacidad 'dependerá siempre de la profesionalidad (si se utilizan de preferencia los miembros superiores, inferiores, la visión, las manos, etc.). Si bien la ley 9688 no define este tipo de incapacidad, el Poder Ejecutivo, por vía reglamentaria, con fecha 25 de junio de 1918, -detalla las lesiones producidas al obrero, que pueden considerarse como productoras de incapacidad parcial: a) pérdida de la extremidad superior ¡derecha en su totalidad o partes esenciales; b) pérdida de la extremidad superior izquierda; c) pérdida de una de las extremidades inferiores. Incapacidad permanente absoluta es la que inhabilita para trabajar en cualquier profesión u oficio. El decreto antes dtado considera como tal, la proveniente de las siguientes lesiones: a) pérdida total de las dos extremidades inferiores, las dos superiores, o de una inferior y otra superior, o de las partes esenciales de ellas; b) lesión funcional del aparato locomotor; c) pérdida de los ojos o de la visión; d) pérdida de un ojo con disminución importante de la fuerza visual del otro; e) enajenación mental incurable; f) lesiones orgánicas o funcionales del cerebro, aparato circulatorio o respiratorio, que se reputen incurables; g) hernias inguinales o crurales, 'simples o dobles. O i Una forma agravada de la incapacidad absoluta (no prevista en nuestra legislación), es la llamada gran invalidez, y la inhabilidad resultante en ella no es sólo laborativa sino también para ejercer actos personales e indispensables de la vida, siendo necesaria la asistencia constante de otra persona. Es de hacer notar que cualquiera de las incapacidades mencionadas puede ser provocada por una lesión única o por lesiones múltiples, que en su conjunto, y debidamente valoradas, llevan a la inhabilidad para el trabajo. En cuanto a las indemnizaciones que corresponden a cada una de estas incapacidades, nos remitimos, por razones de brevedad, directamente a la ley 9688 y sus decretos reglamentarios. (V. ACCIDENTES DE TRABAJO. ENFERME- DADES PROFESIONALES). Todo tipo de incapacidad se determina en tase a la disminución de la capacidad laborativa para lo que constituye la "profesión habitual" del trabajador lesionado. Por ello, creemos conveniente dejar sentado el concepto de lo que en teoría se entiende por profesión habitual. Está dado por dos elementos: especialización laboral del trabajador y entrega usual y constante a esa clase de tareas. Existe sin embargo una gran categoría de obreros sin espe- cialización (peones, braceros, etc.), por lo que en estos casos será difícil determinar el grado de incapacidad resultante, pudiendo servir de guía "el esfuerzo físico medio exigido para una íabor en la que no se requiera ninguna cualidad especial" (16). Opinamos en este sentido que la incapacidad podría medirse con relación al trabajo que realizaba el obrero en el momento de contraer la enfermedad, tomando un período mínimo de seis meses. Podría darse asimismo el caso de que el enfermo tenga una especialidad, pero que por diversas razones, en el momento de producirse la lesión, desempeñara otro tipo de tareas. En este supuesto ¿cómo se medirá la incapacidad, conforme con su profesión habitual o al trabajo en el cual contrajo la enfermedad? Habrá que tener en cuenta este último, por aplicación de la teoría del riesgo profesional. Incapacidad en el saturnismo. La ley 9688 se limita a señalar el saturnismo como enfermedad profesional, pero no fija el grado ce incapacidad por las secuelas anátomo-funcionales que deja. Sin embargo, y después de estudiar la sintomatología y el pronóstico de la enfermedad, podemos encuadrar algunas de las lesiones resultantes en el cuadro de incapacidades antes estudiado. Mientras el cólico saturnino, ; el estreñimiento, la anemia y la debilidad llevan a una incapacidad temporal, la parálisis radial, producto de una intoxicación avanzada, provoca incapacidad permanente parcial. Asimismo, si se llega a la atrofia del nervio óptico, dado que esta lesión es irreversible, la incapacidad es absoluta y permanente, contemplada en nuestra legislación. Los demás síntomas del saturnismo, ya que regresan antes de un año, constituyen incapacidades temporales, que según los casos pueden ser parciales o totales. Concausalidad. No siempre la relación causaefecto es clara, ni el trabajo (si bien el principal) el único determinante de la lesión, pudliendo coexistir otras causas endógenas o exógenas a la producción de la misma, siendo del resorte médico la dilucidación de este problema y el grado de participación de estas concausas en cada caso. Estas causas concomitantes pueden ser: anteriores, enfermedades o procesos morbosos, que aunque superados, pueden predisponer al trabajador para que la enfermedad se contraiga o agrave, aunque es muy difícil determinar el grado de partiriparión de cada una de estas causas anteriores y predisponentes; también pueden darse causas simultáneas, en cuyo caso habrá que aclarar, además de la incidencia que puedan tener en la gravedad de la lesión, la relación existente con el trabajo que desarrolla el enfermo, aunque esta relación sea remota o accesoria, y luego inferir (16) Hernainz Márquez, db. clt., pág. 189. el grado de responsabilidad que le cabe al patrono. Por último, existen causas posteriores a la aparición de la enfermedad, que aunque no son consecuencia directa del trabajo, la modifican en su naturaleza, duración o gravedad: son las enfermedades intercurrentes producidas durante el proceso curativo o la intervención quirúrgica. En este caso es indudable que a no ser por la enfermedad primitiva no hubieran aparecido estas concausas, por lo que la responsabilidad patronal sigue siendo total. Cabe destacar, en último término, el autolesionismo como eximente de responsabilidad cuando el trabajador se expone voluntariamente a los riesgos del trabajo, o después de contraída la enfermedad, dificulta la curación por medios activos o pasivos (no seguir las prescripciones médicas adecuadas, etc.). Aplicando este problema de las concausas para el saturnismo, tenemos que las enfermedades crónicas como el paludismo, tuberculosis, lúes, agravan la intoxicación, por lo que la incapacidad resultante podría ser mayor. A los efectos de la indemnización, habría are determinar entonces qué grado de incapacidad produce la enfermedad en sí, v hasta qué punto esa inhabilidad para el trabajo se ve aumentada por las citadas causas concomitantes. Indemnización. Si bien, como va hornos di- cho, no trataremos el monto y forma de calcular la indemnización que corresponde al obrero en caso de contraer 'una enfermedad' profes:onal, mencionaremos las reglas que sirven de base para determinar la responsabilidad del patrono. El artículo 146 del decreto reglamenta- rio de la ley 9688, sienta las siguientes bases: Para tener d-erecho a la indemnización: a) la enfermedad debe ser declarada efecto exclusivo de la clase de trabajo realizado durante el año precediente a la inhabilitación; b) no tendrá derecho a la misma el obrero que sufría la enfermedad antes de entrar a la ocupación que debe abandonar; c) será pagada por el último patrón que empleó al obrero ese año, salvo que se pruebe que la enfermedad fue contraída mientras trabajaba al servicio de otros, quienes serán entonces responsables; d) si la enfermedad se contrajo gradualmente, la indemnización será oblada proporcionalmente por todos los patronos que ocuparon al obrero durante ese último año. En este caso se demandará al último empleador, quien luego tendrá derecho de repetir de cada uno de los anteriores la parte correspondiente; e) se debe dar parte a las autoridades pertinentes de la existencia cíe la enfermedad, como si se tratara de un accidente. Además de las críticas ya formuladas a este sistema podemos agregar las siguientes: a) no se tiene en cuenta el problema de las concau- sas, que pueden acelerar el proceso de la enfermedad o agravarla; b) puede existir en ei obrero una predisposición, o la misma enfermedad en estado latente (como hemos visto en el saturnismo), que hagan imposible determinar si sufría o no ese mal al ingresar al trabajo en el que aparece la lesión; c) fundamentalmente es imposible determinar si la enfermedad se contrajo durante ese último año anterior a su manifestación clara o no, ya que además de las condiciones personales del obrero habrá que tener en cuenta: tiempo de exposición, concentración de gases tóxicos en el lugar de trabajo, medios de prevención empleados, etcétera. Por tanto, la solución más equitativa parece ser, al igual que para los accidentes, el seguro obligatorio, en cualquiera de las formas que éste pueda asumir. En España, por ejemplo, la ley del 13 de julio de 1936 legisla sobre enfermedades profesionales sobre las siguientes bases: I 9 ) Responsabilidad: el Reglamento determina el período de incubación de la enfermedad, y responden todos los patronos de industrias insalubres proíductoras de la enfermedad, a cuyas órdenes hubiera trabajado el obrero, a prorrata de ese tiempo (de incubación); 29) Seguro especial obligatorio: que deben contratar los patronos de las empresas enumeradas por la ley (que se consideran insalubres); 3") Obligación de profilaxis y remedios: a prestarse antes y durante la enfermedad. En Rusia, el Código ¡de Trabajo engloba en el Seguro Social único, los accidentes y enfermedades profesionales, y queda cubierta: a) asistencia médica; b) subsidio en caso de pérdida temporal de la capacidad de trabajo; c) pensión por invalidez. Finlandia toma en cuenta, para el pago de la indemnización por enfermedad, la categoría profesional y las cargas de familia. Uruguay, en su ley del 14-8-40, legisla con respecto a las enfermedades profesionales: I 9 ) ésta debe hacer su aparición durante el trabajo; 29) el tipo de trabajo realizado debe ser el causante directo de la enfermedad; 3') ésta debe causar muerte o incapacidad para ser :eputada profesional; 49) un plazo variable para cada enfermedad entre el abandono del trabajo y la aparición de la dolencia. Profilaxis. Se efectúa reemplazando los preparados o derivados del plomo por otros menos tóxicos, y protegiendo al obrero. Esto último es un elemento muy importante de la profilaxis, y puede llevarse a cabo observando las siguientes medidas: 1") Prohibiendo el uso del sulfato de P» en la pintura y reemplazándolo por el óxido de zinc, que es menos tóxico; 29) Mantener bien aireado el ambiente con aspiradores y ventiladores; 39) Colocación de campanas con extracción de aire (17); 49) Las mezclas y batidos se realizarán en máquinas cerradas; 59) Los compuestos de polvo deberán ser transportados por líneas de vacío; 69) Las mesas de trabajo cubiertas con enrejados ventilados y rodeados con canaletas de agua; 79) Las aberturas de los conductos de ventilación deben estar por debajo del nivel nasal; 89) Ninguna muestra de aire debe tener más de 1,5 mg. de Pb por cada 10 m3 de aire; 9") Los obreros que trabajen en tareas peligrosas o insalubres deberán estar provistos de máscaras protectoras; 109) No permitir que el polvo se acumule en el suelo; II 9 ) Mojar de continuo los pisos para combatir el polvo; 129) No barrer, sino limpiar con aspiradoras, para evitar que el polvo acumulado se desparrame en el ambiente; 139) Prohibir fumar o beber durante el trabajo para impedir el contacto de las manos contaminadas, con la boca; 149) Cambio de overalls dos veces por día y lavado a fondo de manos y cara antes de comer (18); 15°) Higiene de piel y boca con soluciones de sulfato de soda y aguas sulfatadas, pues el azufre que contienen se combina con el Pfc y éste se elimina; 169) Examen médico cada seis meses. Los resultados obtenidos después de la aplicación correcta de todos estos medios de prevención, se encuentran en un estudio sobre la contaminación plúmbica realizados en una fábrica (19), llegándose a la siguiente conclusión: Los eficaces medios de captación de polvos, buimos, gases o emanaciones hacen que en una observación efectuada durante tres años, no se encuentren pruebas de intoxicación saturnina, a pesar de que el trabajo implicaba la manipulación de materias que tienen sulfuro de plomo. Los niveles encontrados en la sangre de los obreros empleados allí eran de 39 microgramos por 100 gramos de sangre, al igual que los hallados en sujetos vecinos de la zona, que no estaban expuestos a la influencia fabril. Legislación nacional. El decreto 141.409/43 considera insalubre la industria de coloración de superficies por pulverización de pinturas que contengan pigmentos o dliluyentes tóxicos, salvo (y es aquí donde se aplican los medios de prevención ya detallados) que: I 9 ) Se realice (el trabajo) en cabinas de protección; 29) Los objetos que se pinten estén en el interior de la cabina; 3') Dicha cabina posea un sistema especial de ventilación y expulsión de vapores de la pintura; 49) El obrero, aun dentro de la cabina, usará un traje especial, que le proporcio(17) Clasificación efectuada por Gant, V. A., "Lead Poisoning", Indust. Mea. 7:693, 1938, citado por Jornstone, R., Medicina del trabajo e higiene industrial, pág. 280. (18) Herbert y Heim demostraron que el lavado de manos de un obrero que manipulaba plomo durante 4 horas diarias, extraía 0,03 g. de plomo. (19) Francone, M. y colab., Niveles de la •plutnbemia y el estado general de salud en el personal de una fábrica donde se manipula materia prima que contiene un compuesto de plomo. nará el empleador, ajustado en las muñecas, tobillos y cuello, y una mascarilla que asegure aire fresco, puro y desodorizado y desengrasado. El decretojley 7601/57 establece que: Queda prohibido el uso de cerusa, sulfato de plomo, y cualquier producto que contenga esos pigmentos, en la pintura interior de edificios, permitiéndose sólo pigmentos blancos con un 2 % de plomo como máximo. Queda eximida de la prohibición la pintura decorativa, de hilatura y plastecido, pero en ningún caso se emplearán mujeres o menores de 18 años. Diagnóstico. Para arribar a un diagnóstico correcto de saturnismo, habrá que tener en cuenta: I 9 ) antecedente profesional de haber trabajado con plomo; 29) análisis cualitativo del ambiente de trabajo: se efectúa usando placas de vidrio con yoduro de potasio, el que en contacto con el plomo del ambiente se transforma en yoduro de plomo, tomando color amarillo; 39) análisis cuantitativo: se suele utilizar el aparato "Midget Impinger", el que consiste en hacer pasar un volumen de aire por un tubo absorbente, se coloca un líquido adecuado para que quede retenido el elemento tóxico en él, y poder efectuar la medición de la cantidad de dicho tóxico. Es importante determinar el grado de contaminación del ambiente, que puede ser clasificado: a) leve intensidad: de 150 a 200 gammas por m2 de aire, es lo que se considera atmósfera dañina; b) mediana intensidad: de 200 a 500 gammas por m2 de aire (atmósfera tóxica); c) de acentuada intensidad: más ¡de 500 gammas por m2 de aire (atmósfera tóxica). Otro elemento de diagnóstico es investigar los signos de comienzo de la enfermedad y sus síntomas característicos, de los que ya hemos hablado. Por último, para el diagnóstico de saturnismo, es conveniente tener en cuenta el nivel de plomo en sangre, considerándose tóxico más de 70 gammas por 100 gramos de sangre, y en la orina, más de 120 gammas por litro. Tratamiento. El primer paso consiste en aislar al enfermo del medio contaminado. Las inyecciones de gluconato de calcio dan rápida mejoría a los cólicos. Una vez desaparecidos los síntomas agudos, se procura la eliminación progresiva del plomo con yoduro de potasio. Últimamente se preconiza el tratamiento sustitutivo, es decir que basándose en el paralelismo que existe entre el metabolismo del plomo ccn el del calcio, se trata de reemplazar el almacenamiento de plomo de los huesos por el de calcio, lo que se efectúa mediante la ingestión d'e cantidades abundantes de leche, y de seis a ocho gramos dé lactato de calcio diarios, lo que hace disminuir el plomo circulante. SILICOSIS Generalidades. Desde el punto de vista del Derecho laboral, la silicosis está comprendida dentro de las llamadas enfermedades profesionales (según hemos visto al tratar este punto), y ellas a su vez en la más amplia categoría de "riesgo profesional". Del mismo modo, desde el punto de vista médico o científico, la silicosis, forma parte de un grupo idte afecciones conocidas como neumoconiosist que podría ser definida de la siguiente 'manera: Llámase neumoconiosis a una afección diagnosticable de los pulmones provocada por la inhalación de polvos o partículas en estado sólido, con exclusión de organismos vivos. La clasificación más completa de la neumoconiosis, es la presentada por Boccia (20), y comprende: I. ~Neumoconios verda,ie.m: A. Específicas, típicas: 9 I 9 ) Silicosis; sílice libre; 2 ) Antracosilicosis: a) sílice y antracito: b) antracosis mineral: antracito; 39) Asbestosis: amianto. B. Específicas, atípicas: 49) Talcosis: talco y otros polvos. 59) Aluminosis: óxido de aluminio. 69) Siderosis: óxido de hierro. 79) Baritosis: bario. 89) Beriliosis: berilio, silicatos. 99) Neumoconiosis por cereales. 109) Neumoconiosis por tierras diatónicas. II 9 ) Neumoconiosis por ferrisilicio. 129) Neumoconiosis por cemento. 139) Neumoconiosis por grafito. 149) Neumoconiosis por estaño. II. Seudoneumocaniasis: por calcio, mármol, azufre, manganeso, bronce, carbón vegetal, madera, hueso, yute, harina y cereales. Definición: El Comité sobre neumoconiosis, Sección de Higiene Industrial de la Sociedad Americana de Salud Pública, define a la silicosis, como "una enfermedad debida a la inhalación de aire que contiene sílice, caracterizada anatómicamente por fibrosis generalizada y desarrollo de nodulaciones miliares en ambos pul- mones, y clínicamente por acortamiento de la respiración, expansión torácica disminuida, disminución de la capacidad de trabajo, ausencia de fiebre, aumento de la propensión a la tuberculosis y signos radiológicos típicos". El Derecho positivo español, que cuenta con una prolija reglamentación para esta enfermedad profesional, establece (arts. I 9 y 2° de la orden del 7 de mayo de 1941) que "son neumoconiosis las enfermedades pulmonares de tipo degenerativo o fibroso, ocasionadas por la aspiración o inhalación prolongada de polvo, habitualmente en suspensión en los ambientes cié trabajo dé las industrias señaladas en la Ley de Enfermedades Profesionales", hallándose comprendidas las industrias o trabajos del carbón, aquellas donde se produzcan enfermedades por causa del polvo de naturaleza mineral, metálica, vegetal o animal. Específicamente para la silicosis se prescribe qute: es la neumoconiosis producida por polvo silíceo, causante de un estado fibroso del pulmón, comprobado con una radiografía, causa de constante y sensible disminución de la capacidad de trabajo y origen frecuente de infecciones secundarias. El período de incubación de la enfermedad varía de seis meses a veinte años. No solamente depende del tiempo de exposición en un ambiente contaminado, sino de la concentración de partículas de sílice que se inhalan por m3 de aire. Por tanto, a los efectos de la indemnización que corresponde en el ¡caso de incapacidad, habrá que sopesar estos dos elementos para poder concluir, siquiera en forma aproximada, el momento en que se contrajo la enfermedad. Etiología. Son muchas las industrias y trabajos que presentan un riesgo de contraer ¡a silicosis; pueden ser divididas en minería e industria. Dentro del primer grupo están comprendidas: minería de plomo, carbón duro de antracita, del oro, plata, zinc, hierro, canteras de granito, piedra arenisca y pizarra. Entre las segundas (industria), se encuentra una gran variedad: fabricación dé ladrillos refractarios, procedimientos metalúrgicos que usen sílice libre, industria de cerámica, pulido, grabado y dtesincrustación en que se utiliza chorro de arena, trabajo con materiales de limpieza, polvos y jabones. En un estudio realizado en Inglaterra (21), en en período dle 24 años (1930/53), se registraron 2.808 casos de silicosis, resultando más peligrosas las industrias que utilizan chorros de arena, las de jabones abrasivos o manufactura de polvos de fregar, dando estas últimas la más alta tasa de edad de muertfe (40 años) y la más corta permanencia en el empleo (8 años). La mayoría de los autores (32) admiten los siguientes factores como necesarios para 3a aparición de la enfermedad: I9) cantidad de polvo respirado por el obrero en el lugar de trabajo; 29) porcentaje dé sílice libre en este polvo; 39) duración y continuidad de la exposición; 4') suceptibilidad individual. El tamaño de las partículas de sílice, para llegar a hacerlas nocivas, debe variar entre media y cinco mieras. Las concentraciones máximas tolerables de polvo indústrial(23) son de 1.800 a 3.600 millones de partículas por m3 de aire, si el contenido de sílice libre es menor del 10 %, pero están por debajo de 1.800 millones por m3 si el contenido dé sílice excede del 50 por ciento. Causas predisponentes. Están comprendidas en este grupo todas aquellas que producen una insuficiencia respiratoria nasal, obligando a! su(21) Me Laughlin, en una publicación de 1955 se ocupa de la prevención de enfermedades por polvo (ver Bibliografía). (22) Entre ellos, Lanza y Goldberg, citados por Johns- (20) Boccia, D., Concepto actual de las neumoconiosls, pág. 3193. tone, oh. cit., pág. 202. (23) Cifras encontradas en Merclt, Manual of Diagnosis and Therapy, pág. 1250. jeto a respirar por la boca, ya que de este modo quedan eliminadlas las defensas naturales que significa la mucosa nasal. Podemos incluir aquí todas las afeccionas pulmonares y la fatiga. Se trata entonces de concausas anteriores a la enfermedad, que pueden agravar o aún más, provocar la enfermedad, claro está, en obreros sujetos a trabajo insalubre. Remitimos a lo ya estudiado sobre este tema de la concausalidad. Síntomas. En los comienzos de la enfermedad la sintomatología es casi nula, siendo uno de los signos principales la disnea de esfuerzo, mientras que el estado general suele ser bueno. La tos que se presenta comúnmente es de tipo paroxística y nocturna; el esputo es escaso. La eifalución generalmente es progresiva, aun después de años de haber cesado el trabajo en anv tiente de sílice; si no aparecen complicaciones1 la progresión suele ser lenta. La complicación más frecuente es la tuberculosis pulmonar que asociada a la silicosis adquiere un carácter fibroso de curso lento. Lo más común es la tuberculización secundaria del neumoconiótico, aunque también debe agregarse la posibilidad del desarrollo de la neumoconiosis en sujetos con focos tuberculosos preexistentes. Diagnóstico. Para el diagnóstico de la silicosis es fundamental el aspecto radiológico y los antecedentes de exposición en ambientes insalubres. Fácil es comprender la importancia de un diagnóstico precoz, porque cuanto más temprano se establece la existencia de la enfermedad, menor será la invalidez que determine y mayor la posibilidad de curación. En los casos de silicosis no complicada hay dos síntomas fundamentales: la disnea y la cianosis. La primera aparece como primer signo de la enfermedad; si desaparece con el reposo no podemos hablar de incapacidad transitoria, pero desgraciadamen- te, en la silicosis, cuando aparece la disnea, va de inmediato seguida por una serie de procesos irreversibles, imponiéndose por tanto' la inmediata separación del trabajo. Incapacidad. Ya tratamos, en el capítulo 2', que se considera incapacidad desde el punto de vista legal, clasificaciones de la misma y las indemnizaciones a que las inhabilidades resultantes dé enfermedades profesionales dan lugar; en consecuencia, damos por reproducida esa parte general, para abordar únicamente las incapacidades resultantes de la silicosis desde el punto de visita médico. De los datos anamnésicos y clínicos, no es posible sacar deducciones sobre el grado1 de evolución de la enfermedad; la disnea tampoco constituye un elemento fundamental en este sentido, ya que puede ser fácilmente influida por la voluntad. Existe discordancia entre el cuadro radiológico y .los restantes trastornos funcionales respiratorios C 24 ). (24) Gaubatz y Holgman, Schmidt, entre otros, citados La radiología es fundamental para el diagnóstico; sin embargo, resulta insuficiente para valorar el grado de invalidez (25). No es la fibrosis por sí misma la que produce la invalidez, sino la disminución de la funcionalidad respiratoria, debida a la fibrosis y al enfisema (28). Desde el punto de vista laboral, no existe la silicosis, sino el silicótico, es decir, que ihay que valorar cada caso, no en relación a las lesiones sino a las alteraciones funcionales C 27 ). Cuando se asocian la cianosis y la disnea C aunque ambas desaparezcan con el reposo) se debe considerar la incapacidad definitiva (absoluta), ya que ambos síntomas son irreversibles. Se concede una incapacidad total al individuo que asocia la neumoconiosis a la tuberculosis pulmonar. A los efectos de valorar la funcionalidad respiratoria, y poder determinar luego la incapacidad resultante en el silicótico, se acudirá a: I 9 ) Tests espirométricos: se obtiene la capacidad vital y su determinación es eminentemente anatómica, por lo tanto tiene importancia en la pericia, ya que el resultado obtenido por este medio no puede ser influidopor el sistema neurovegetativo; 29) Test de la capacidad vital en relación al peso, a la superficie corporal y al aire residual. También habrá que investigar la funcionalidad circulatoria, para medir el estado de insuficiencia cardíaca más o menos declarado: comprende el examen semiológico y los tests dinámicos; pruebas del tiempo de circulación, electrocardiograma, etcétera.. En conclusión, el criterio clínico funcional para la valoración de la capacidad laborativa es preferible al radiológico. Politi ( 2S ) clasifica la incapacidad laborativa residual de la silicosis de la siguiente forma: ler. -período: ligera insuficiencia respiratoria, enfisema ligero o mediano, ligera disnea de esfuerzo. No deben existir alteraciones cardiocirculatorias, el volumen del corazón debe ser normal: sólo por las pruebas dinámicas (sometiendo a un esfuerzo al paciente), es posible probar una pérdida parcial de la energía de reserva. En este período corresponde -una incapacidad del 33 % al 50 %. 29 período: cardiohipertroBa, insuficiencia cardíaca latente evidenciada por las. pruebas dinámicas y debida a la pérdida total de la energía de reserva; ligera estasis hepática; sub-edemas; electrocardiograma con predominio derecho. En este estadio la invalidez es del 51 % al 75 %. 3er. período: insuficiencia respiratoria gravísima y evidente insuficiencia cardíaca. Se por Boccia, D., en Valoración de la. capacidad laborativa en la silicosis, pág. 1435. (25) Cuello, L'assitenza sanitaria, pág. 15. (26) Vigliani, E., Lo stato attuale della silicon in Italia, Ed. Pagano, Genova 1950, pág. 325. (27) Cuello, ob. cit., pág. 17. (28) Politi, Kassegna medica infortunistica e fatal, del1 lavara, t. 3, año 1948. concede una invalidez del 76 % al 100 por ciento. La legislación italiana concede derecho a la indemnización resultante de incapacidad, al silicótico que alcanza un 33 % de invalidez. En la ley española sobre silicosis (ya mencionada), se prescribe que la incapacidad resul- tablece el seguro obligatorio, que se gestiona en la Sección de Seguro de Silicosis de la Caja Nacional del Seguro de Accidentes del T raba- tante de la enfermedad se reputará temporal mientras duren los estudios médicos para determinarla, así como el grado alcanzado por la en el Seguro Obligatorio son: o o jo, destinado a cubrir los riesgos de incapacidad y muerte; desarrolla asimismo la acción social y de prevención de la enfermedad y la tutela de los afectados. Las industrias comprendidas I9) Industrias mine- (comprende al personal misma, y se medirá con relación a la insuficiencia para el trabajo, y secundariamente, con sus manifestaciones clínicas. Durante este lapso se pagará al obrero un 75 % de su salario. Asimismo, establece tres grados de incapacidad: ler. 29) Industrias mine- ] terior o interior de las ras de oro [minas. grado, sin que la enfermedad haya producido go de silicosis; aún incapacidad, importaría un peligro la permanencia en el trabajo; 2° grado: ¡disminución de la capacidad laboral en general; 3er. grado: la incapacidad se manifiesta al menor esfuerzo físcio y es incompatible con todo trabajo; se incluye en este estadio la tuberculosis asociada. En el primer caso, se trasladará al afectado a otra sección de la misma empresa; si ello no fuera posible, y hasta encontrarle colocación se le abonará ; un 50 % ,del salario durante un año (desembolso que es'tará a cargo del patrono) y luego por otros seis meses a cargo de la Sección del Seguro de Silicosis. En el segundo caso tendrá derecho a una renta vitalicia del 37,50 % de su salario, que será pagado por el seguro, y si es del tercero, le corresponde un 50 % en igual forma. Profilaxis y tratamiento. En la silicosis, la profilaxis adquiere fundamental importancia va que 'la curación es muy difícil, si no imposible. Podemos resumir diciendo que la profilaxis consiste en observar primordialmente las siguientes premisas: I9) Suprimir de las industrias todas las sustancias tóxicas; 29) Desviar los polvos fuera del lugar de trabajo; 3') Una adecuada x'entilación; 49) Protección debida de la persona del obrero. No existe tratamiento alguno eficaz contra esta enfermedad; sin embargo, se ha ensayado una terapia a base de aluminio metálico que al convertirse en aluminio hidratado, aminora la toxicidad del sílice en los tejidos. A fin de impedir la silicosis, el polvo .de aluminio puede ser inhalado diariamente, aparte del silicoso, pero a concentraciones suficientes para alcanzar el 1 % en el pulmón. No se observó ninguna reacción tóxica con este tratamiento. La Conferencia de Silicosis de Sydney, de 1950, opinó respecto del tratamiento antes descripto, que: I9) no está demostrado el papel preventvio de la inhalación ,de aluminio y 29) no se probó que tenga acción terapéutica y en cambio, puede llegar a ser nocivo para ¡a salud. En la legislación española pobre silicosis, que hemos venido mencionando hasta ahora, se es- ras de plomo J que trabaje en el ex- 39) Industria de cerámica en que exista ries49) Industrias mineras de carbón. Cualquiera de ellas, para poder funcionar, .debe muñirse de una certificación expedida por la Caja Nacional del Seguro de Accidentes del Trabajo, que acredite el cumplimiento de ciertas formalidades referentes a la prevención de la enfermedad. Estas industrias deben observar puntualmente las disposiciones legales sobre la materia, y en especial: a) hacer practicar anualmente a sus obreros, con arreglo a una ficha especial, un reconocimiento médico por parte de los dispensarios o clínicas zonales establea- das por la Sección de Silicosis, corriendo los gastos que este examen origina por cuenta del patrón; b) hacer practicar la autopsia por el médico forense en caso de muerte, si los herederos del obrero afectado lo solicitaran; c) en caso de aparecer la enfermedad procurar al silicótico asistencia médica y dar parte a la Sección Silicosis; d) cumplir los planes de prevención y lucha contra la enfermedad y régimen de tutela de los enfermos. Legislación nacional. En este tópico, ya adelantamos que la silicosis es considerada enfermedad profesional y sujeta al régimen de la ley 9688 y sus decretos reglamentarios, así como las indemnizaciones que se abonarán en caso de incapacidad, por lo que aquí señalaremos únicamente lo que hace a la prevención de la enfermedad, y los resortes legales empleados para ese fin. El decreto 12.664/46 establece: Se considera trabajo insalubre la trituración manual o mecánica, molienda de minerales, zarandeo, mezcla, envasado, limpieza de bolsas, y todo otro lugar donde por la naturaleza del trabajo, se produzcan desprendimientos de polvo, salvo que: I 9 ) El trabajo se realice en locales de gran amplitud y ventilación; 29) las maquinarias y lugares: donde se produzcan polvos, estén dotados de sistemas de captación de los mismos, o herméticamente cerrados, a fin de que dichos polvos no pasen al ambiente vecino, sino en una proporción de 10 millones de partículas por m3 contadas a la altura de la cara del operario, co- mo máximo; 3') si la concentración de partículas es) mayor, los operarios .deberán ser provistos de máscaras especiales; 49) los envases para polvos deben confeccionarse con materiales que no permitan la salida de su contenido. La resolución 212/48 declara insalubre el pulimento de metales de esmeril, salvo que exista en el lugar de trabajo un aspirador a la altura de la cara del operario, que permita una buena visitilidadi y evite concentración de partículas en cantidad superior a 10 millones por m3. Revisión. Una vez declarada la incapacidad, ésta puede ser sometida a revisión, fundando el pedido en la agravación o mejora .del obrero, error de diagnóstico o pronóstico al hacer la calificación de la inhabilidad o m'uerte debidas a enfermedad profesional. La revisión puede ser solicitada por el beneficiario de la indemnización, sus herederos en caso de muerte, el -patrono, la Compañía Aseguradora, en su caso, V la Caja de Accidentes. Deberá ser practicada •por el médico, teniendo en cuenta, entre otros factores, el trabajo que realice el operario en el momento de efectuarse el nuevo examen. i : reingresar a la vida activa. (V, ACCIDENTES DE TRABAJO. ENFERMEDADES PROFESIONALES). 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A los efectos de la prevención de estas dos peligrosas enfermedades profesionales que hemos estudiado, se tendrán en cuenta los consejos médicos descriptas, así como el ejemplo de la legislación española a que hemos hecho referencia al tratar la silicosis. En cuanto a la reparación de las lesiones ya «usadas, además del tratamiento adecuado, se SILLA (LEY DE LA). Es norma en las legislaciones del trabajo y en cuanto se refiere a la higiene y seguridad del mismo, el establecimiento de preceptos encaminados a obligar a los patronos a proporcionar asientos con respaldo a aquellos trabajadores que pueden realizar sus atenderá a la subsistencia del enfermo y su familia mientras dure el tratamiento, y si es ne- labores en esa posición; o bien que en el curso del trabajo tengan intervalos que les permitan cesario su alojamiento en lugares adecuados, a fin de lograr una curación más rápida y efectiva. El examen médico periódico, y la asistencia gratuita serán los pilares indiscutibles del sistema, así como la creación de institutos de investigación y de atención dotados de personal altamente especializado, e instalados en zonas conde con mayor frecuencia se dé la enfermedad. Por último, bolsas de trabajo, que guarden coherencia con todo este sistema, proporcionarán empleo al obrero, que una vez curado, deba no permanecer de pie sino utilizar asientos para SILOGISMO. (V. LÓGICA JURÍDICA). su descanso. Esta materia aparece regulada en ila Argentina por la ley 12.205 de 25 de setiembre de 1935, en la cual se determina que todo local de trabajo en establecimientos industriales y comerciales de la Capital Federal, provincias o territorios nacionales deberá estar provisto de asientos con respaldo en número suficiente para el uso de cada persona empleada en los mismos. Ese personal tendrá derecho a ocupar su asiento en los intervalos de descanso, así como durante el mismo, si su naturaleza no ¡o impide. Igualmente establece que los vehículos de transporte ferroviarios, tranviarios, automotores, ascensores, etcétera, estarán provistos de asiento con respaldo para uso exclusivo del personal que en ellos presta servicio. Señala a continuación las sanciones en que incurren los infractores. La ley precitada fue reglamentada por el decreto 85.474/36. De acuerdo con la reglamentación la norma es aplicable a las salas de espectáculos públicos las que dispondrán de un asiento por cada tres empleados cuyo trabajo no sea principalmente sedentario, debiendo instalarse esos asientos en los salones de plateas, tertulias, paraísos, vestíbulos y demás dependencias en las cuales el personal habitualmente realice sus tareas. Regula también las dimensiones y colocación que deben tener dichos asientos. (M. O. y F.). SÍMBOLOS NACIONALES."- La ley nacional n9 16.648 del 30 de octubre de 1964, llenó una significativa omisión de nuestra legislación penal, al disponer en su artículo 5 9 : "Agrégase como segunda parte del artículo 222, del Código Penal (título IX, capítulo II del libro Segundo), el siguiente: Art. 222: "Será reprimido con prisión de uno a cuatro años el que públicamente ultrajare la bandera, el escudo o el himno de la Nación o los emblemas de una provincia argentina". Este deito, relativamente nuevo, por lo tanto, en la ley argentina, fue incorporado entre los que amparan la seguridad de la Nación y más específicamente, entre los que comprometen la paz y la dignidad de la Nación. Los dos primeros párrafos del artículo 222 del Código penal, al que, como queda dicho, se incorporara una segunda parte, se refieren a la violación de secretos políticos o militares. Su agregado allí, es pues de pésima técnica, y sólo explicable por el criterio de no incorporar nuevos artículos dentro del contexto de la ley vigente, para no modificar su numeración. El agregado tuvo su origen en el proyecto del Poder Ejecutivo Nacional del 21 de abril de 1964, el que reconoce haber tenido como fuente directa el artículo 312 del Proyecto Peco, aunque, como se explica en su fundamentación, "se ha considerado más apropiada la fórmula «ultrajare», que la de «menospreciare» contenida en dicho proyecto". Tuvo como finalidad la de proteger los valores de la nacionalidad en su representación simbólica. Cabe consignar, que el proyecto contemplado por la minoría de .las Comisiones de Legislación Penal y Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados de la Nación, integrada por los legisladores Eduardo M. Avila v Jorge ^ Por el Dr. ALFREDO NocETTr FASOLINO. I. Christe, contemplaba también la protección penal de los "monumentos y esculturas de proceres y hechos históricos". Ya el decreto ley no 788 del 30 de enero, de 1963, había reprimido, en su artículo 22, "al que ultrajare públicamente a la Nación, o a cualquiera de sus símbolos", imponiéndole pena de prisión de uno a cuatro años. Durante el debate a que dio lugar la sanción de la ley 16.648, el precepto que comentamos había sido desechado en un primer momento por la mayoría de la Comisión citada, pero, durante el tratamiento en particular, fue agregado a propuesta de los diputados Saturnino Bilbao y Guillermo A. Belgrano Rawson,. resultando aprobado. El agregado propuesto por los diputados Avila y Christe, resultó rechazado, por consideraise que ya se encontraba contemplado en los. artículos que se refieren al delito de daño, dentro del Código penal. En virtud de lo expuesto, se comprueba que, para la configuración del delito, se requiere la existencia de un ultraje en detrimento de los símbolos nacionales. Por ultraje se entiende todo ajamiento, injuria, agravio, insulto o desprecio, tanto de palabra como de obra. Pero sólo cuando ese ultraje adquiere carácter público constituye delito. En nuestro país, ya desde la Asamblea áe 1813, los símbolos de la Nación son la bandera, el escudo y el himno. Respecto a la primera, su concepto ha sido ampliamente tratado ya, en esta misma obra (V. BANDERA). Penalmente estimo que sólo quedaría por aclarar si la penalidad alcanza solamente a la bandera argentina comunmente llamada "de guerra", o sea, con el sol en su medio, o a cualquiera otra. Si nos atenemos a que, como símbolo patrio, la recordada Asamblea del siglo pasado reconoció como tal a la bandera con sol, y al criterio restrictivo con que deben interpretarse \ss figuras penales, parecería lógico que el agregad» al artículo 222 del Cód. penal que comentamos no alcanza a cualquier bandera argentina. Resulta importante destacar también, aunque a primera vista pareciera obvio, que la bandera, el escudo o el himno, cuyo respeto se tutela, son exclusivamente los de la Nación Argentina. De modo que, cualquier ultraje a símbolos de partidos políticos, aunque sean los go- j bcrnantes, de manera alguna podrían caber den- ¡ tro de la figura penal comentada. | El Senado de la Nación, al votar la ley | 16.648, agregó a la sanción de la Cámara de ¡ Diputados, la expresión "o los emblemas de una provincia argentina". En nuestro país, a diferencia de lo que ocurre con otros, no existen banderas o himnos locales, regionales o provinciales. Pero sí, cada una de las provirlci:;,s que componen la Nación Argentina posee su p'o- pió escudo, por lo que el agregado vino a llenar una indiscutible omisión. Imposible resulta realizar un estudio exhaustivo del tema, dentro de las posibilidades y restricciones de este trabajo, pero, por lo moderno, vale la pena traer dos recuerdos antes de concluirlo. Uno es el de la sentencia de un tribunal neoyorquino, que en mayo de 1967 condenó, por ultraje a la bandera, al propietario de una galería de pintura, en la que se exhibía una obra en la cual la bandera era utilizada para sugerir un cuerpo humano pendiente de un nudo corredizo. El otro es la ley española del 8 de abril de 1967, modificatoria del Código penal, cuyo articulo 123, dice: "Los ultrajes a la Nación española, o al sentimiento de su unidad, al Estado o su forma política, así como sus símbolos y emblemas, se castigarán con la pena de prisión menor y si tuvieran lugar con publicidad, con la de prisión mayor"; y cuyo artículo 164 bis "B", expresa: "Las ofensas proferidas contra el Movimiento Nacional o contra quien ostente su máxima jefatura y los insultos o especies lanzadas contra sus héroes, sus caídos, sus banderas o emblemas, serán castigados con las penas de prisión menor y multa de 5.000 a 25.000 pesetas, si fueran graves y con arresto mayor y multa de 5.000 a 10.000 pesetas si no lo fueren". La ley nacional n* 17.567, de diciembre de 1967. que introdue modificaciones al Código penal, que entrarán en vigor el I 9 de abril de 1968. incorpora un nuevo delito, en el artículo 221 bis, pues dice: "Será reprimido con prisión de un mes a dos años el que públicamente menospreciare la bandera, el escudo o el himno oficiales de una nación extranjera". Ya el decreto ley n9 788 del 30 de enero de 1963, había ¡sancionado, con seis meses a tres años de prisión, en su artículo 15, inciso I9, "al que ultrajare públicamente la bandera, el escudo o el himno de un Estado extranjero con el cual mantuviera relaciones amistosas la Nación". Como se ve, la ley aludida, ha preferido no hacer distingos entre naciones extranjeras, que mantengan o nr> relaciones amistosas con la República Argentina. Sólo cabrá preguntarse, si podría condenarse a quien en un rapto de patriotismo, realizare actos públicos de menosprecio contra alguno de los símbolos de un país que, eventualmente, se encontrare en guerra con el nuestro. Cabe, por último, advertir que el vocablo "oficiales", referido a los tres símbolos de un estado extranjero, al par que mantiene la no intervención de nuestro país en problemas políticos internos de otras naciones, aclara el concepto debidamente, al no considerar delito el menosprecio realizado a otros símbolos que, aun- que pudieran ser altamente respetables, no representan, en un momento dado, la soberanía de un país. SIMONÍA. (V. COSAS ECLESIÁSTICAS. DERECHO PENAL CANÓNICO). SIMPLEMENTE MANCOMUNADAS (OBLIGACIONES). * 1. Se va a tratar esta voz por conducto de un esquema general que sirva para guía de los estudiosos. 2. Clasificación de las obligaciones. Entre los diversos mirajes con que se pueden clasificar las obligaciones se encuentra el que toma como punto de partida el número de sujetos del vínculo obligacional. Cuando se trata de obligaciones con sujeto plural, es decir cuando hay una "pluralidad subjetiva" —como, a su turno, la hay "objetiva" (ver voz OBLIGACIONES ALTERNATIVAS en esta Encicüopeéiá)— el Código civil argentino contiene dos tipos de clasificaciones: uno, que se vincula con el objeto de la obligación, divide en obligaciones divisibles e indivisibles, según que la prestación fuere o no susr ceptible de cumplimiento parcial (ver voces respectivas, también en esta Enciclopedia'); el otro, que se relaciona con el vínculo, parte del fenómeno general de la mancomunación para dividir a ésta en dos especies: la simple J la solidaria (artículos 690, 699 y afines del Código citado). 3. La pluralidad subjetiva. Ella ofrece el fenómeno jurídico de las obligaciones compuestas, colectivas, complejas, conjuntas, y, desde cierto punto de vista, mancomunadas. Como se ve, la terminología es múltiple. Cuando esa pluralidad o mancomunación permite advertir tantos créditos o deudas como acreedores o deudores haya, estamos ante la mancomunación simple o, como dice el Código, ante una obligación simplemente mancomunada (Título XIII del Libro II, artículos 691, 693 y afines). En cambio, si "la totalidad del ohjeto de ella puede, en virtud del título constitutivo o de una disposición de la ley, ser demandada por cualquiera de los acreedores o a cualquiera de los deudores", estamos ante una obligación mancomunada solidaria o, más simplemente, solidaria (artículo 699 del Código citado, Título XIV). 4. La mancomunación simple. Es el fenómeno general dentro del mundo de la mancomunación, siendo el fenómeno de la obligación solidaria una concreta excepción al principio. Es por ello que ésta debe surgir inexcusablemente en forma expresa (artículo 701 del Código civil) y, en la duda, debe entenderse que la obligación es simplemente mancomunada. Si A, verbigracia, contrae la obligación de pagar un millón de pesos a B y C, o, a la inversa, A y * Por el Dr. Luis MARÍA BOFFI BOGGERO. B tienen esa obligación con respecto a C, o, todavía, si A y B son titulares de esa deuda con C y D, se está en principio ante una obligación simplemente mancomunada que, como ha de verse, confiere a cada acreedor derecho a reclamar solamente su parte y obliga a cada deudor a pagar solamente su porción. El Código Civil define la mancomunación genérica diciendo en el artículo 690: "La obligación que tiene más de un acreedor o más de un deudor, y cuyo objeto es una sola prestación, es obligación mancomunada, que puede ser o no solidaria". En este concepto, aplicable a los dos tipos de mancomunación, se menciona "una sola prestación" en el sentido de que debe mediar una misma prestación entre ciertas personas, lo que no impide que el objeto pueda ser múltiple, como, por ejemplo, la entrega de un millón de pesos y un campo. 5. Método del Código. El Código civil dedica el Título XII al tema "De las obligaciones divisibles o indivisibles" y el título siguiente al rubro "De las obligaciones con relación a las personas", incluyendo a "las obligaciones simplemente mancomunadas" y, bajo el mismo rubro general mencionado en primer término, regula en el Título XIV a "las obligaciones solidarias" y, en el Título XV, al "reconocimiento de las obligaciones". Tanto en el Derecho vernáculo cuanto en el Derecho comparado hay hondas discrepancias doctrinarias acerca de varios aspectos que es necesario elucidar previamente para entonces comprender mejor lo alusivo a la metodología. gaciones solidarias (3). Cabe añadir que en materia comercial se ha generalizado la institución mediante el depósito bancario a la orden recíproca de dos o más titulares ( 4 ). En otro orden de ideas, es posible aseverar que existe una gran discrepancia acerca de si es posible que una obligación simplemente mancomunada ostente una prestación indivisible. Una corriente dice que ello no es posible desde que se impediría en esa forma el fenómeno simplemente mancomunado del pago parcial (5). Otra doctrina estima que la naturaleza de la prestación no incide en el carácter de la obligación mancomunada, la que se maneja en otro plano de conceptos. Sólo que el Código no legisla concretamente acerca de la mancomunación simple con objeto indivisible (°). Este es el criterio más acorde con ¡o que el mismo Código expresa, desde que la mancomunación, como ya se dijo, es cuestión de vínculos y la divisibilidad o indivisibilidad traducen fenómenos de prestación. A veces se tiene derecho de percibir sola- mente una parte, pero la indivisibilidad de la prestación no hace posible ejercer ese derecho porque fatalmente debe pagarse la totalid'ad. Como se ha de ver, cuando el Código no legisla los casos de mancomunación simple con prestación indivisible es porque se remite a lo establecido en materia de indivisibilidad. Puede decirse, por todo ello, que hay obligaciones simplemente mancomunadas con objeto divisible, obligaciones simplemente mancomunadas con objeto indivisible, obligaciones mancomunadas so- Por de pronto, se ha mencionado la existen- lidarias con objeto divisible y obligaciones mancomunadas solidarias con objeto indivisible, es decir cuatro tipos de obligación que surgen de cia de "obligaciones disyuntivas" o "de sujeto las subdivisiones de dos especies primarias: la disyunta'^1). mancomunación Estas serían las que solamente simple y la solidaria. Ahora bien, tomando la generalidad de las consecuenmuestran un acreedor o un deudor entre los varios mencionados. Las "conjuntivas" o "de su- cias jurídicas de los cuatro tipos, puede decirse jeto conjunto" se subdividirían en mancomuna- que el principio está dado por la mancomunadas simples y mancomunadas solidarias. En lu- ción simple y la divisibilidad y que la excepción gar de hallarse los sujetos unidos por la con- se halla constituida por la mancomunación sojunción copulativa y, las "disyuntivas" estarían lidaria y la indivisibilidad. Dicho lo que antecede, es momento de forvinculadas por la conjunción o, afectando un fenómeno semejante al que ofrece la obligación mular la crítica a la metodología del Código, alternativa con referencia al objeto. Cabe aña- siguiendo objetivamente el pensamiento expuesdir que en Roma se discutía acerca del alcance to por los autores. Por de pronto, las obligaciode esta última conjunción en materia de heren- nes divisibles e indivisibles debieron también cias, legados, fideicomisos. Justiniano aceptó la S i g u i e n t e P á g i n (3) Salvat, loe. cit. tesis de la mancomunación simple, al paso que (4) Salvat, op. cit., pág. 155. 2 Pothier se inclinó por la solidaridad ( ). El (5) Borda, Guillermo A., Tratado de Derecho cii'ii Código argentino no ha legislado expresamente argentino. "Obligaciones", Buenos Aires, 1965-1, pág. 379, texto y nota 954, sin desarrollar el concepto ni en uno esíe tipo de obligaciones, aunque es común exni en otro sitio. (6) Salvat, oj>. cit., nc 876. Ver anotaciones de Galli presar que los vínculos entre los coacreedores y en núms. 806 a y 867 a. Rousset, Apuntes de Derectío codeudores se rigen por el sistema de las oblicivil según la enseñanza de la materia en la Facultad de (1) Salvat, Raymundo M., Tratado de Derecho civil argentino, "Obligaciones en General", sexta edición, actualizada con textos de doctrina, legislación y jurisprudencia por Enrique V. GalK, Buenos Aires, 1953, II, págs. 2, 153 y sgts. (2) Salvat, of. cit., pao. 154. Derecho de Buenos Aires, Buenos Aires, 1906, pág. 287. Borda atribuye a Busso la opinión de que las obligaciones simplemente mancomunadas tienen siempre un objeto divisible, puntualizando que su opinión 'surge del comentario al artículo 690, n? 46; pero el citado autor sostiene la posibilidad de obligaciones mancomunadas con objeto indivisible en el comentario al artículo 667, núms. 9 y 10.