A y S t 222 ps 192-198 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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AUTOS: "C., D. V. J. -Quebrantamientode pena- sobre RECURSO DE
INCONSTITUCIONALIDAD"(Expte.C.S.J.n° 109,año 2007).
Reg.: A y S t 222 ps 192-198.
En la ciudad de Santa Fe, a los nueve días del mes de octubre del año dos mil siete, se
reunieron en acuerdo los señores Ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia,
doctores María Angélica Gastaldi, Rafael Francisco Gutiérrez y Mario Luis Netri, con la presidencia
del señor Ministro decano doctor Eduardo Guillermo Spuler, a fin de dictar sentencia en los autos
caratulados "C., D. V. J. -Quebrantamiento de pena- sobre RECURSO DE
INCONSTITUCIONALIDAD" (Expte. C.S.J. n° 109, año 2007). Se resolvió someter a decisión las
siguientes cuestiones: PRIMERA: ¿es admisible el recurso interpuesto? SEGUNDA: en su caso,
¿es procedente? TERCERA: en consecuencia, ¿qué resolución corresponde dictar? Asimismo, se
emitieron los votos en el orden que realizaron el estudio de la causa, o sea, doctores: Netri,
Gastaldi, Spuler y Gutiérrez.
A la primera cuestión, el señor Ministro doctor Netri dijo:
1. De las constancias de la causa se desprende que por resolución del 26.6.2003 emanada
del Juez de Primera Instancia de Distrito en lo Penal Correccional N° 6 de Rosario se condena a
D. V. J. C. como autor penalmente responsable del delito de homicidio culposo a la pena de 3
años de prisión de ejecución condicional y 7 años de inhabilitación efectiva para conducir
automotores y el pago de las costas del proceso (arts. 84, 26, 29 inc. 3, 40 y 41 del Código Penal)
(fs. 34/40vto.).
Apelado dicho decisorio, la Sala Tercera de la Cámara de Apelación en lo Penal de Rosario
lo confirmó mediante resolución del 1.10.2003 (fs. 43/46vto.).
Posteriormente -25.4.2006- C. protagoniza un accidente conduciendo un vehículo
automotor y a raíz de ello se lo condena, por el Juez de Primera Instancia de Distrito en lo Penal
Correccional N° 3 de Rosario, a la pena de dos meses de prisión efectiva y costas, por
considerarlo autor penalmente responsable del delito de quebrantamiento de pena.
En dicho decisorio, el Magistrado también dispone revocar la condicionalidad en cuanto al
cumplimiento de la sentencia en lo que hace a la pena de prisión impuesta en el proceso anterior,
unificar las sentencias referenciadas y aplicar una pena única de tres años y dos meses de prisión
efectiva y costas sin perjuicio de la inhabilitación para conducir, oportunamente impuesta (arts. 27,
29 inc. 3, 40, 41, 281 bis, 55 y 58 del Código Penal) (fs. 93/95vto.).
Esta sentencia es recurrida por la defensa del justiciable, sosteniendo -en primer términosu nulidad por contrariar las garantías constitucionales reguladas tanto en los tratados
internacionales incorporados a la Constitución Nacional como así también por desconocer los
criterios expuestos por la Corte nacional en las causas "Llerena" y "Dieser".
Planteó también en el escrito de apelación su discrepancia con el monto de la pena
impuesta y, asimismo, peticionó que la misma se cumplimente bajo la modalidad de ejecución
nocturna.
La Sala Primera -integrada- de la Cámara de Apelación en lo Penal de Rosario mediante
acuerdo 482 del 14.11.2006, rechazó -por un lado- el pedido nulificatorio del fallo impugnado, en
cambio hizo lugar a la solicitud de reducción de pena y al cambio en la modalidad de su
cumplimiento, disponiendo que aquella sea de dos años de prisión efectiva mediante el régimen
de semi-detención con prisión nocturna (fs. 121/124).
Contra este pronunciamiento interpone el Defensor General de Cámaras de Rosario el
recurso de inconstitucionalidad previsto en la ley 7055.
En su memorial introductorio arguye que el Sentenciante con su decisión ha violado "el
derecho a ser juzgado por un Tribunal imparcial" regulado en los artículos 8, inciso 1 de la
Convención Americana de Derechos Humanos; 26 de la Declaración Americana de Derechos
Humanos y 14 del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos.
Señala que la referida violación se configura al avalar la Cámara que el Magistrado que
dictó el auto de procesamiento y habilitó la realización del juicio contra el imputado sea el mismo
que luego termina dictando la sentencia de condena.
Apunta que el referido criterio contradice lo sostenido por el más Alto Tribunal de la Nación
en la causa "Llerena", en lo que debe considerarse como la configuración de un supuesto de una
"parcialidad objetiva" que descalifica la posibilidad de actuación del mismo juez que dictó el
procesamiento del imputado para seguir entendiendo en la causa para luego resolver la cuestión
de mérito a través del dictado de una sentencia.
Expresa que con posterioridad al referido precedente la Corte nacional ha reafirmado el
criterio con el dictado de la resolución en la causa "Dieser", lo que -a su juicio- condujo al máximo
Tribunal de la Provincia a emitir la Acordada N° 32 en la cual se reconoce que el procedimiento
correccional, tal como está implementado, contraría la garantía de imparcialidad.
Postula que, ante las consideraciones expuestas en los decisorios que menciona, los
argumentos esbozados por la Cámara para desestimar sus planteos nulidicentes resultan
inaceptables al considerar que los criterios que emanan de las aludidas decisiones son, por un
lado, aplicables para el futuro y, por el otro, en que en los referidos precedentes existió un pedido
recusatorio de la parte afectada que fue oportunamente desestimado.
Sostiene que ambos argumentos le agravian desde que, en primer término, dice, en autos
la causa no estaba finalizada al momento del dictado de la Acordada N° 32; y en segundo lugar,
por cuanto -opina- no era necesario un pedido recusatorio para que se concrete la efectiva
violación a la garantía constitucional que se invoca.
Respecto al primero de los tópicos aludidos, consigna que cuando la Corte nacional alude a
"procesos precluidos y sentenciados" se refiere necesariamente a los casos en que existe
sentencia firme con autoridad de cosa juzgada, lo cual -dice- no acontece en el caso de autos ya
que el proceso no había concluido ni cuando se dictó la Acordada ni cuando se planteó la nulidad
pues faltaba resolver aún el recurso de apelación oportunamente interpuesto.
Aduce que otro elemento revelador de que la causa se encontraba "en trámite" lo constituye
el hecho de que la Sala termina modificando el monto de la pena impuesta en primera instancia, lo
cual demuestra que no se trataba de un "proceso finalizado" ni la sentencia condenatoria de
primera instancia se encontraba "firme".
Por lo demás, entiende que el A quo incurrió en un palmario desconocimiento de la
Acordada N° 32 desde que en ésta se alude que "las situaciones ordenadas deberán llevarse a
cabo de modo inmediato, aún en las causas que se encuentran actualmente en la etapa de
plenario por ante los juzgados del fuero correccional". Por lo tanto, concluye, no quedan dudas de
que "al dictarse la Acordada la causa se encontraba aún en la etapa de plenario, ya que no
contaba con sentencia firme".
En otro orden, alude que le agravia lo expuesto por el Tribunal respecto de la necesaria
recusación para alegar la violación a la garantía de imparcialidad. En ese sentido, considera que
ello no resulta razonable pues no es lo que se desprende ni de los fallos de la Corte nacional, ni
del texto de la Acordada de la Corte local.
Enfatiza que por el contrario, luego de dictada la Acordada N° 32 no puede razonablemente
afirmarse que la garantía de imparcialidad sólo se ve afectada si se ha recusado al Magistrado,
dado que es justamente en la presunción (que se ha tornado "iure et de iure") de parcialidad
objetiva del Tribunal, que se funda la necesidad del traspaso de todos los procesos si se ha tenido
intervención en el procesamiento, aún cuando no se haya pedido el apartamiento del juez
actuante.
Advierte que en ese sentido se han expedido otras Salas de esa misma Cámara de
Apelación, ratificando su pensamiento en cuanto a que la afectación a la garantía de imparcialidad
se presume en todos los casos, y que no es necesario para anular el fallo que se haya
oportunamente recusado al magistrado, bastando para ello que al momento de dictarse la
Acordada el proceso esté aún "en trámite", lo cual naturalmente implica "sin sentencia firme".
Por último, resalta que su planteo mereció la adhesión del representante del Ministerio
Público Fiscal, por lo que en el supuesto de no hacerse lugar a su postulación se estaría fallando
en violación al principio de incongruencia, tal como lo considerara recientemente la Corte nacional
en la causa "Mostaccio".
El remedio impetrado fue concedido -en lo que aquí concierne- por la Alzada atento a la
diversidad de criterios de la Cámara de Apelación en lo Penal sobre el tema traído a juzgamiento
(f. 21).
4. El examen de admisibilidad que impone el artículo 11 de la ley 7055 da cuenta que las
postulaciones esbozadas por la defensa técnica de C. -no obstante lo dictaminado por el señor
Procurador General a fojas 25/26- carecen de matiz constitucional conforme se expondrá
seguidamente. En efecto:
La materia impugnativa ha dado lugar a la convocatoria y posterior decisión del tribunal
pleno n° 03/2007 de la Cámara de Apelación en lo Penal de Rosario, la cual al interrogante acerca
de si "es procedente la nulidad por parcialidad objetiva de la sentencia dictada antes de la vigencia
de la Acordada N° 32/06 de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe del 23.08.2006 por el
mismo órgano jurisdiccional que intervino con anterioridad, si en forma previa a ella la parte
interesada no planteó expresamente su sospecha de parcialidad solicitando la separación del
juez", respondió por la afirmativa.
Ocioso sería enunciar cada uno de los fundamentos esbozados por los Jueces de Cámara
a fin de apoyar sus conclusiones. Pero bueno es recordar que el tema sometido a la mecánica
consagrada por el artículo 28 de la ley 10160 abrió paso a dos posturas bien definidas, cuyos
contornos más salientes pueden resumirse así:
La posición mayoritaria se fundamentó en que la distinción entre la situación de que se
haya planteado o no la separación de un magistrado por parcialidad objetiva para la viabilidad de
la declaración de nulidad conculcaba el principio constitucional de igualdad ante la ley; y que aun
cuando la invalidación de los actos encuentre un límite natural en la preclusión, no parecía justo
que en la especie, cuando aún no mediaba cosa juzgada (atento a que la causa se encontraba en
trámite), el órgano jurisdiccional prescinda de aplicar la jurisprudencia más benigna.
Mientras que la postura minoritaria basó su posición en que la Corte nacional, al plasmar un
efectivo resguardo de la garantía de imparcialidad, fijó una concreta y prudencial limitación en
cuanto a su extensión, vedando, así, la posibilidad de fundar una retroactividad nulificadora en
aquellos procesos en los que no se haya expresado sospecha alguna, diferenciándolos
claramente de los supuestos en los que la parte tuvo que soportar al tribunal que estimó parcial y
que no obstante negó su separación ante el concreto planteo; y que la propia Corte provincial en
A. y S. T. 218, pág. 69 -posterior a la vigencia de la Acordada N° 32- entendió que la recta
AUTOS: "C., D. V. J. -Quebrantamientode pena- sobre RECURSO DE
INCONSTITUCIONALIDAD"(Expte.C.S.J.n° 109,año 2007).
inteligencia que cabía asignarle a la doctrina emanada de las causas "Llerena" y "Dieser",
conforme a los lineamientos de la Corte federal, consistía en que la misma resultaba de aplicación
a las causas futuras y en trámite, no pudiendo ser revisados los actos donde operó la preclusión,
poniendo particular énfasis en que las pautas sentadas resultaban de práctica hacia adelante y no
implicaban de manera alguna la revisión de actos precluidos y sentenciados, en los cuales el
temor de parcialidad quedó desplazado por la actuación que tuviera en concreto el juez.
En el caso en estudio, los Jueces actuantes fallaron la causa con anterioridad al dictado del
fallo pleno, adoptando una postura hermenéutica que a la postre sería la minoritaria pero no por
ello puede resultar arbitraria sino que se asienta sobre un marco interpretativo dentro del abanico
de posibilidades que el ordenamiento jurídico permite sin lesión a cláusulas constitucionales.
Lo expuesto conduce a sostener que la materia traída a conocimiento de este Cuerpo -más
allá del tinte constitucional que aspira otorgarle la recurrente- tiene un neto corte interpretativo que
reconoció, antes de la vigencia del fallo pleno, dos posturas antagónicas. De consiguiente el
enrolarse en alguna de esas posiciones no genera "per se" arbitrariedad.
Y si bien la bifurcación conceptual entre las dos tesis propuestas sobre la misma cuestión
es ciertamente profunda, ambas son ampliamente sustentadas y la escogida en el "sub lite"
contesta todos los temas planteados por la recurrente, circunstancia que permite sostener que la
aplicada por el Órgano queda comprendida dentro de las interpretaciones posibles u opinables.
Bueno es recordar, sobre tal aspecto, que si el alcance asignado por el Juzgador versa
sobre una temática discutible, formando parte de una de las corrientes de opinión que pueden
surgir del texto legal, no autoriza la descalificación del decisorio mediante la doctrina de la
arbitrariedad. Así, la Corte federal, ha sostenido que no reviste dicho carácter una interpretación
en materia opinable sustentada en un sector de la doctrina, como la no coincidencia de una parte
con el criterio hermenéutico del Sentenciante no es bastante para tornar viable el recurso
extraordinario (Fallos:306:262 y 1054, criterio de este Cuerpo en A. y S., T. 122, pág. 333, entre
otros).
Voto, pues, por la negativa.
A la misma cuestión, la señora Ministra doctora Gastaldi dijo:
El examen de admisibilidad que impone el artículo 11 de la ley 7055 da cuenta que las
postulaciones esbozadas por la defensa técnica de C. carecen de matiz constitucional conforme
se expondrá seguidamente.
En efecto: el recurrente sustenta su planteo constitucional en el argumento de que la
nulidad de la sentencia del Juez de grado debió ser declarada de oficio por la Cámara pues se
afectaron -a su criterio- garantías de raigambre superior, específicamente, dijo, la de imparcialidad
del juzgador.
Mas la detenida lectura de los cuestionamientos esbozados por el recurrente, en
confrontación con los argumentos con que la Cámara convalidara la sentencia emanada del
Inferior, permiten advertir que tales agravios atañen sin duda a aspectos vinculados con la
interpretación del derecho de aplicación a los obrados, materia que, como bien se sabe, constituye
por vía de principio, facultad que se encuentra reservada a los jueces de la causa, y por ende, y a
menos que se demuestre arbitrariedad, es decir una exégesis irrazonable de los alcances con que
debe aplicarse la Acordada N° 32 de esta Corte, insusceptibles de revisión por medio de la vía
excepcional intentada.
Respecto de esto último, cabe traer a colación que es criterio afincado en este Cuerpo
en relación al tema -haciéndose eco de jurisprudencia del más Alto Tribunal de la Nación- que
no es arbitraria la decisión si el alcance hermenéutico efectuado por el Tribunal no excede el
marco de posibilidades que brindan las normas en juego ni traduce una apreciación irrazonable
del tema propuesto (Fallos:304:1826). Tampoco, si la elección importa adoptar una solución
posible, apoyándose en razones suficientes (Fallos:304:948)" (A. y S., T. 100, pág. 251; T. 104,
pág. 20; T. 175, pág. 61, entre muchos otros).
En el caso, la lectura de la decisión impugnada pone de resalto que la Sala para desestimar
el planteo nulidicente de la defensa técnica de C. consideró que los fundamentos con que la Corte
nacional fijara los parámetros de la garantía de imparcialidad, se encontraban acotados al marco
propio de las causales de separación, resolviendo en el caso invocado por la recurrente ("Llerena")
una concreta cuestión de incidencia de apartamiento de magistrados que no implicó de manera
alguna la revisión de la validez de los actos precluidos y sentenciados (f. 122).
Lo expuesto permite concluir que la Alzada ha proporcionado una respuesta razonada y
cabal al tema tratado, por lo que el planteo queda reducido al desacuerdo del impugnante para
con el alcance atribuido a las disposiciones en cuestión, y sin que las alegaciones formuladas por
aquél como así tampoco una detenida evaluación de la causa por este Cuerpo permitan entrever
evidentes supuestos que conlleven una vulneración de la garantía de imparcialidad conculcatorias
del debido proceso que autorice apartarse del principio señalado.
Por lo demás, se advierte que el Sentenciante refiere en el decisorio impugnado que en los
precedentes "Llerena" y "Dieser" la Corte nacional en oportunidad de definir la garantía de
imparcialidad precisó expresamente que lo hacía "hacia adelante y sin que implique en manera
alguna la revisión de los actos precluidos y sentenciados, en los cuales el temor de parcialidad
quedó desplazado por la actuación que tuviera en concreto el juzgador, casos en los cuales si la
defensa consideró que había existido parcialidad del juez, debió oportunamente haberlo planteado
con los recursos o remedios procesales con los que contaba para impugnar la sentencia en cada
caso" (f. 123).
Concluyó, de esa manera el Tribunal, que ese era el entendimiento que cabía efectuar de la
Acordada 32/06 cuando se alude a que la misma resultará de aplicación a los procesos futuros y
en trámite.
Y tal enfoque de la cuestión, vale remarcarlo, se condice con lo sostenido por este Cuerpo
en oportunidad de fallar la causa "Velázquez" (A. y S. T. 218, pág. 69) en donde se analizara una
cuestión sustancialmente similar a la aquí en debate, y a cuyos fundamentos cabe remitir en honor
a la brevedad.
En suma, la doctrina de la arbitrariedad no tiene por objeto convertir a la Corte en una
tercera instancia ordinaria ni corregir fallos equivocados o que se reputen tales según la
divergencia del apelante con respecto a la inteligencia que los jueces de la causa asignen a los
hechos y a las leyes comunes. Su aplicación, por tanto, debe quedar reservada para aquellos
supuestos en que una total carencia de fundamentos o el apartamiento injustificado de la solución
legal prevista para el caso, conviertan al pronunciamiento en un mero acto de voluntad,
incompatible con la exigencia del adecuado servicio de justicia que garantiza el artículo 18 de la
Constitución nacional.
Es por ello que lo decidido por la Alzada no resulta en definitiva arbitrario. No hay, en
síntesis, cuestión constitucional aprehensible que legitime el franqueamiento de la instancia
excepcional. La conclusión arribada podrá o no compartirse, pero en la medida en que no implica
un palmario apartamiento del derecho a la jurisdicción, no puede descalificarse por
inconstitucional.
Así voto.
A la misma cuestión, el señor Ministro decano doctor Spuler y el señor Ministro doctor
Gutiérrez expresaron idénticos fundamentos a los vertidos por el señor Ministro doctor Netri y
votaron en igual sentido.
A la segunda cuestión, el señor Ministro doctor Netri dijo:
Atento el resultado obtenido al tratar la cuestión anterior, no corresponde pronunciarse
sobre ésta.
Así voto.
A la misma cuestión, la señora Ministra doctora Gastaldi, el señor Ministro decano doctor
Spuler y el señor Ministro doctor Gutiérrez expresaron idéntico fundamento al vertido por el señor
Ministro doctor Netri y votaron en igual sentido.
A la tercera cuestión, el señor Ministro doctor Netri dijo:
Atento el resultado obtenido al tratar las cuestiones anteriores, corresponde declarar
inadmisible el recurso interpuesto, con costas a la vencida (art. 12, ley 7055).
Así voto.
A la misma cuestión, la señora Ministra doctora Gastaldi, el señor Ministro decano doctor
Spuler y el señor Ministro doctor Gutiérrez dijeron que la resolución que correspondía adoptar era
la propuesta por el señor Ministro doctor Netri y votaron en igual sentido.
En mérito a los fundamentos del acuerdo que antecede, la Corte Suprema de Justicia de la
Provincia RESOLVIÓ: declarar inadmisible el recurso interpuesto, con costas a la vencida (art. 12,
ley 7055).
Registrarlo y hacerlo saber.
Con lo que concluyo el acto, firmando el señor Ministro decano y los señores Ministros por
ante mí doy fe.
FDO.: SPULER-GASTALDI-GUTIÉRREZ-NETRI-Fernández Riestra (Secretaria)
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