Esa Reiterada Pregunta Neurotica - Escuela Freudiana de Buenos

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"Esa Reiterada Pregunta Neurotica"
(*) Escuela Freudiana De Buenos Aires- 1998
Alejandra Rodrigo
Como la palabra hablada es singularmente escrita, intentaré a través de estas letras, decir
acerca de la interrogación.
Interrogar la interrogación del Otro no es sin operar la eficacia del significante allí donde una
letra escrita se da a leer.
Momento instituyente , el del sujeto, cuando el Otro, en el intervalo de su decir, le oferta un
lugar posible para que lea en su respuesta la imposibilidad de representarse sin resto.
Lectura, pues, primordial que lee allí, donde un grito se anuncia como signo para alguien.
Ese encuentro [ traumático ] con el Otro, planteará, definitivamente la radical disimetría de la
no reciprocidad, consignando los avatares de una constitución , que harán del objeto, promesa
a reencontrar, creencia de una ilusión que condiciona la suposición de su existencia. No
obstante, sólo en la imposibilidad del Otro, contará el deseo para un sujeto, que deberá pagar
con su neurosis, el advenimiento a la palabra.
Entonces, demanda de la demanda del Otro no es sin el deseo sostenido por la
presencia-ausencia de ese Otro, que, portando el significante acomete la impronta que
muerde lo real a precio del cuerpo de la necesidad como perdido.
Y en esas vueltas reiteradas de la demanda podrá ir depejando la pregunta por su deseo, en
tanto soporte del objeto metonímico, demanda que recorta lo imposible de colmar en tanto
desbroza esa hiancia por donde, cada vez como la primera, presentifica que jamás el placer
buscado coincide con el placer hallado.
Decididamente, el objeto de la demanda del sujeto es, la demanda de Otro, quien alojando el
objeto de su deseo se aviene como aquél, que le hace falta.
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Relevemos la secuencia: demanda del objeto, demanda de la demanda, demanda del Otro,
portador del objeto de su deseo.
Pero será razón de lo necesario que, en este encuentro fortuito entre el sujeto y el Otro, para
la estructura neurótica, se sitúe, en el desfallecimiento subjetivo de la alienación, la puesta en
juego de una separación disponible, para que el sujeto retorne, en una apuesta liberadora, de
la afánisis que lo retiene, al apropiarse de esa palabra mediadora de su verdad, a través de la
interrogación al Otro.
Tiempo primordial para que la metáfora paterna haga oportuna la metonimia deseante, pero
también sabemos que el neurótico desea, según la historia anónima del goce que lo ha
constituído.
Ahora bién , en un nuevo tiempo, en el que su interrogación se reformule, dará a leer al Otro
de la transferencia, en los blancos que su discurso dibuja entrelíneas, una letra otra para que
con su lectura, un nuevo texto advenga.
Entiendo, que si no hubo lectura instituyente, no será viable y no se hará legible esa nueva
escritura que el análisis estatuye. Si ese Otro de la transferencia, no se ofrece, primeramente,
soportando el agalma que albergó al objeto del deseo en el objeto de la demanda, no habrá
acto contundente que sostenga la escena analítica.
Por lo tanto, en ese lazo privilegiado, del discurso del semblante, entre analizante y analista,
se oficiará poco a poco, paso a paso, la disipación de una consistencia imaginaria, para que
ahora el cuerpo de lo simbólico, horadando el real que lo constituye, oferte al sujeto,
otro-por-venir, y en un mismo acto de aprehensión de su lectura, desprenda, por el
desciframiento y la develación, el objeto cuya falta lo constituye.
Ese "inasible objeto del deseo", "esa nada fundamental", despejada a partir del vacío que la
demanda socava en la insistencia de su reiteración.
Ahora bién, ¿ Qué precipitará en un sujeto al hallazgo de ese objeto que lo confronta al
desencuentro ?
¿ Asegurará, la insistencia de la demanda el advenimiento del objeto del deseo ?
¿ El análisis de las formaciones del inconciente, nos conducirá al momento de concluir que
cancele lo indefinido a perpetuidad de un análisis interminable ?
Lacan nos ha advertido, leyendo de otra manera a Freud, como la lectura del significante no
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basta para desbrozar esa letra cuyo trazo anticipe en un tiempo acaecido, el corte de la lógica
gramatical en la que el sujeto quedó detenido y retenido para su amparo en el refugio de la
existencia del Otro.
Recordemos brevemente, la confusión en la que se instala el neurótico al constatar que al
objeto de su deseo, lo reencuentra en lo que busca con su demanda [el i(a) por el a]
demanda que recorre la geografía del mapa pulsional.
Llegamos, pues, a la paradoja misma de su existencia, la que quedará delimitada con el
enunciado que dice: " yo te demando que rechaces lo que te ofrezco, porque no es eso",
atestiguando, de esta manera, la imposibilidad de escribir la relación sexual y escriturando que
el encuentro será para siempre fallido.
Pero avancemos ahora, retornando a Freud.
Advertimos con su enseñanza, como en el acontecer neurótico, sobreviene allí donde menos
se lo espera, en la sorpresa del hallazgo, un decir en el que el significante instala, según el
modo que nos habita, la pregunta en la demanda dirigida al Otro.
El síntoma, el lapsus, el sueño, son momentos privilegiados donde algo del tropiezo, que sólo
el inconciente provee, permitirá ese espacio disponible para la fecunda interrogación.
Mencionaré un chiste que Freud recrea, para situar algunas cuestiones en relación a la
necesidad, la demanda y el deseo en la pregunta neurótica.
No por evocada vale menos su transcripción:
"Un individuo arruinado había conseguido que un amigo suyo, persona acomodada, le
prestara 25 florines, compadecido por la pintura que de su situación le había hecho,
recargándola con los más negros tonos.
En el mismo día le encuentra su favorecedor sentado en un restaurante ante un apetitoso
plato de salmón con mayonesa, y le reprocha sorprendido, su prodigalidad: ¿Cómo? ¿Me pide
usted un préstamo para aliviar su angustiosa situación, y le veo ahora comiendo salmón con
mayonesa? ¿Para eso necesitaba usted mi dinero? No acierto a comprenderle responde el
inculpado. Cuando no tengo dinero no puedo comer salmón con mayonesa; ahora que tengo
dinero, resulta que no debo comer salmón con mayonesa. Entonces, ¿cuándo diablos voy a
comer salmón con mayonesa?"
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¿Qué retorna en la insistencia de la repetición significante?
Encuentro siempre fallido: donde la letra escribe "salmón con mayonesa" leemos "no es eso"
de lo que se trata.
Doble engaño propiciado en la demanda, uno, por creer que es el dinero la causa de su
privación, el otro, por suponer que basta con acallar el objeto de la pulsión.
Pero encuentro, al fin, propiciador para que en la interrogación al otro cada cual advierta el
equívoco que lo sorprende, trastocando un sentido en el discurso.
Formación del inconciente que negocia la angustia de una respuesta suspendida a la
pregunta, para sancionar con la risa, efecto de lo cómico, la posibilidad que sea del orden de
lo probable lo que la estructura connota como posible.
Igenuidad del neurótico que allí donde supone haber conseguido lo que necesita, la
intervención oportuna del otro le anuncia una falta que lo constituye.
Pero volvamos en el texto a lo que éste agrega:
"...El interpelado se defiende..., y, pregunta, con aparente fundamento, cuándo va gozar de su
plato favorito. Mas no es ésta la respuesta adecuada; su favorecedor no le reprocha el haber
satisfecho su capricho en el mismo día de haber pedido y obtenido el préstamo, sino que le
advierte que, dada su situación económica, carece en lo absoluto del derecho a pensar en
tales lujos".
¿De qué orden es la carencia que trata de colmar, si gasta precisamente aquello que necesita
demandar?
¿Será para poder, seguir demandando?
La incomodidad que la pregunta formulada al otro ocasiona queda, pues, socavada, por la vía
del reproche, instalando la promesa solidaria del "ahora no, mañana sí".
Rebaja, entonces, del deseo a la demanda en el punto renegatorio dando a uno lo que al otro
le hace falta.
¿Qué nos enseña la referencia freudiana?
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Cuando se trata del sujeto conmovido por su elección forzada, nuevamente, se advierte la
paradoja: ...allí donde supone ser colmado...le hace falta.
Ahora sí para finalizar,recorramos la letra de la cita lacaniana : ... "el deseo no es ni el apetito
de la satisfacción, ni la demanda de amor, sino la diferencia que resulta de la sustracción del
primero a la segunda, el fenómeno mismo de su hendija".
Si comenzamos con un decir en la lectura terminamos con la letra en la escritura, ¿o acaso no
se trata de esto mismo, en el movimiento de un análisis?
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