ACADEMIA Cuando la ciencia se mete a la cocina Por: Maria Covadonga Torre Marina Cocinar está de moda. No sólo artistas de cine o jugadores de futbol famosos aparecen en nuestras pantallas, también vemos desfilar chefs de diferentes latitudes como Arzak, Blumenthal, Adrià, Patricia Quintana, Eduardo Osuna o Paulino Cruz, sólo por mencionar algunos. Como nunca antes, han proliferado los programas dedicados a la cocina y a la gastronomía, incluso hay canales dedicados exclusivamente a este arte-oficio. El fenómeno puede deberse, en parte, a que cada vez es mayor la brecha entre las verdaderas cocineras o cocineros “de carne y hueso” como las bisabuelas y abuelas, y las nuevas generaciones. La oportunidad de aprender a cocinar a través de la transmisión de las tradiciones familiares “codo con codo” es cada vez más remota. Son muy escasos los cocineros, no profesionales, capaces de partir de ingredientes crudos, y no de preparados industriales a los que solamente se les añade agua, se les coloca en el microondas y ¡listo! ¿Somos lo que comemos? Resulta paradójico que a pesar de vivir en una época en la cual el conocimiento sobre los alimentos es amplísimo, en la vida cotidiana resulte indescifrable una receta en la que se nos indica en alguno de los pasos “preparar de la manera habitual”. No podemos decir que sabemos menos sobre alimentos, ya que incluso aquellas personas que no “saben ni freír un huevo” seguramente tienen un conocimiento amplio sobre diversas culturas culinarias. Como bien dice Jesús Contreras, reconocido antropólogo de la alimentación: Si somos lo que comemos, resulta complejo saber qué somos, ya que en una misma semana podemos consumir comida china el lunes, peruana el martes, antojitos mexicanos el miércoles, y pizza el jueves…Quizás hay que precisar que se trata más bien Fototeca CITI. Foto: Enrique Escalona Se puede aprender de la experiencia y mejorar las técnicas de la misma manera que los científicos lo hacen cuando investigan en sus laboratorios: no hay mejor laboratorio que una cocina. de una falta de conocimiento de los porqués culinarios y del dominio de las técnicas culinarias, que de nociones generales sobre alimentación. Pero no debemos preocuparnos, la ciencia culinaria también se ha puesto de moda, ya que si hay algo parecido a un laboratorio es una cocina. En una cocina bien surtida podemos contar con más de 200 ingredientes (reactivos) y un número 34 Febrero Marzo • A la Carta cuantioso de equipos para calentar, enfriar, decantar, filtrar, evaporar, concentrar, mezclar, agitar; todos ellos similares a los procedimientos que se realizan en un laboratorio. Muchas de las reacciones químicas que resultan de seguir una receta –añadir jugo de limón al guacamole– tienen una explicación científica que, al conocerla facilitará el trabajo de cocinar. En general la palabra ciencia suele percibirse como algo poco amigable y complejo por la mayoría de las personas; sin embargo todos hacemos ciencia al indagar por qué el jugo de limón evita el pardeamiento del guacamole. Se suele pensar que la ciencia se ha filtrado gradualmente dentro del mundo de la cocina; pero la realidad es que siempre ha estado ahí. ACADEMIA Comúnmente se relacionan las palabras tecnología y ciencia con la de modernidad, nadie suele pensar en los avances tecnológicos que se tuvieron en la edad de piedra y, sin embargo la tecnología ha existido desde que existe la humanidad y ha ido evolucionando a la par de ella; no es una invención del hombre del siglo XIX, es un instrumento que lo ha acompañado siempre. Evolución culinaria Hace 12 mil años el Homo y la Femina sapiens no eran más que predadores exitosos que vivían de acuerdo a la ley del más fuerte y sobrevivían porque lograron adaptarse. Fue durante la revolución del Neolítico cuando nuestros ancestros aprendieron a cultivar la tierra y a domesticar animales, lo que de alguna manera les permitió cambiar la faz de la tierra y la vida de casi todo sobre ella. De ingerir la carne y los vegetales crudos al cocimiento de los alimentos hay una distancia infinita. En ambos se satisface una necesidad, pero en el primer caso sólo el instinto de sobrevivencia meramente animal opera; mientras que en el último implica todo un proceso cultural y científico: la caza del animal, el cultivo de la tierra, el control del fuego, la fabricación de recipientes para almacenar, de utensilios para cocinar y de métodos para conservar. Los alimentos pueden tratarse como huevo, leche, cereales, verduras y carne o como mezclas de proteínas, hidratos de carbono, enzimas, ácidos y lípidos que reaccionarán de diferente manera de acuerdo al tipo de cocción a la que se les someta. Después de adquirir una serie de ingredientes, de seguir ciertas instrucciones para mezclarlos y cocinarlos, se procede a probar el platillo o lo que es lo mismo a evaluarlo y analizar resultados. De esta forma, cuando se vuelve a preparar el mismo plato, se introducen en las recetas las modificaciones, se prueba otra vez y así sucesivamente hasta que se logra el resultado buscado: la receta perfecta. Se puede aprender de la experiencia y mejorar las técnicas de la misma manera que los científicos lo hacen cuando investigan en sus laboratorios: no hay mejor laboratorio que una cocina. Fototeca CITI. Foto: Enrique Escalona María Covadonga Torre-Marina, estudió Química Farmacéutica Bióloga en la Universidad La Salle. Posteriormente cursó la Maestría en Ciencias con Especialidad en Alimentos en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional y el Diplomado en Divulgación de la Ciencia en la DGDC (Dirección General de Divulgación Científica) de la UNAM. Se ha dedicado a la docencia a nivel superior por más de dos décadas, enfocándose principalmente en la bioquímica y conservación de los alimentos. Actualmente es Directora de la Academia de Ciencias Aplicadas de la Escuela de Administración de Instituciones (ESDAI) de la Universidad Panamericana y Consejera Científica del Instituto Nacional Avícola (INA). Es coautora del libro Iniciación a las Técnicas Culinarias y El Huevo: mitos, realidades y beneficios y colaboradora de diferentes publicaciones. 36 Febrero Marzo • A la Carta