Lectura en voz alta 1- Introducción Un rato de lectura en voz alta puede llegar a convertirse en un momento muy especial, agradable y placentero, dentro del aula. Si logramos crear un ambiente propicio, relajado y cordial, obtendremos un enorme beneficio, tanto para el que lee como para el que escucha. Hay que tener en cuenta todos los factores que se conjugan para realizar con éxito esta actividad de modo que resulte realmente eficaz y productiva y no se convierta en una hora de tormento, por el aburrimiento que suele ser para el alumnado la actividad lectora. Nos encontramos en la ESO con un tipo de alumnos/as que carecen por completo de “carga cultural lectora”. Dado el momento social que les ha tocado vivir, apenas leyeron cuentos ilustrados en su primera infancia; pasaron la edad de los tebeos y cómics sin mirarlos. Su actividad de ocio principal en esta primera etapa lectora fue la de ver televisión, sobre todo películas de animación gracias al despliegue de videoclubs y reproductores de videos caseros. Se creó una competitividad entre imagen y literatura en la que ésta última salió perdiendo. Bajo esta circunstancias, es muy complicado para ellos enfrentarse a un texto, no ya complejo, sino simplemente largo. Es la realidad que nos encontramos cada día en el aula. Generalmente, la lectura no interesa a los alumnos. Podemos encontrar un texto que, por su contenido o por la forma en que está escrito, les atraiga y, sin embargo, al cabo de unas pocas oraciones leídas sean incapaces de seguir adelante con la lectura. Su atención se dispersa rápidamente ante un texto escrito. Cuando esto ocurre es mejor dejarlo, abandonar momentáneamente la actividad. Todo el esfuerzo del docente por recuperar el interés hacia esa lectura en ese momento cae en saco roto. Esto no significa que claudiquemos. Al contrario, debemos esforzarnos en crear el ambiente propicio un día y otro, hacer de la lectura una actividad sistemática y, poco a poco irá surgiendo la magia de la palabra en voz alta. Los alumnos/as terminarán incorporándose a la narración, el poema, o tipo de texto que hallamos elegido. Es curioso comprobar cómo la voz actúa a veces como un “virus” contagioso. Nos basta con que a un solo alumno le interese; probablemente, este irá despertando el mismo interés en los demás. 1 A veces, el problema es que el docente se ve obligado a cumplir las densas e imposibles programaciones que se imponen en la materia de Lengua Castellana y Literatura. Y es cierto que no hacemos ningún favor “saltándonos” conceptos o ejercicios que se van a “dar por sabidos” en cursos posteriores y cuyos criterios de evaluación son los que van a hacer que el alumno/a supere la materia. Pero tampoco hemos de ignorar uno de los objetivos de área promulgados en la LEA: Hacer de la lectura fuente de placer, de enriquecimiento personal y de conocimiento del mundo y consolidar hábitos lectores o este otro: Comprender textos literarios utilizando conocimientos básicos sobre las convenciones de cada género, los temas y motivos de la tradición literaria y los recursos estilísticos. Es evidente que para alcanzar estos objetivos, y otros similares, la actividad lectora, en todas sus variantes (silenciosa, obligatoria, voluntaria, colectiva, individual...) se convierte en algo fundamental y necesario. Por ello, nos parece muy acertado dotar a la asignatura de Libre de Configuración de contenido lector, es decir, convertirla en una hora de lectura, especialmente de “Lectura en voz alta”. 2- ¿Para qué leer? Hemos dicho anteriormente que la lectura en voz alta reporta beneficios tanto para quien lee como para quien escucha. Ciertamente, una vez adquirido el hábito, no de lectura en sí misma sino en el sentido de rutina o sistematización, los alumnos irán desarrollando una actitud positiva hacia la lectura. Una vez asimilado que esa hora es para leer y que no hay “escapatoria posible” comenzará un proceso lector que culminará en una serie de experiencias enriquecedoras para nuestros jóvenes: El grupo se sentirá más cohesionado al compartir la práctica lectora. Esta experiencia colectiva supondrá para ellos nuevos descubrimientos y nuevas metas de superación. No olvidemos el terror que les provoca a algunos alumnos/as el exponerse ante sus compañeros. Terminarán conociéndose más y mejor. Propicia, por tanto, el respeto entre los propios alumnos/as. Para ello, debemos en todo momento evitar las burlas cuando alguien se equivoca y fomentar la “paciencia” cuando no se alcance la velocidad lectora adecuada. En este caso haremos ver qué rápido se supera este problema. Es cuestión de práctica. Los textos motivan al debate y, con ello al desarrollo de la competencia en comunicación ligüística. Los alumnos/as llegarán a expresarse mejor y aumentarán su caudal léxico. Cada palabra evoca un campo semántico. Al mismo tiempo van conociendo parte de la realidad y profundizando en temas de interés social, cultura y de otros ámbitos. Se fomenta la reflexión y la formación de opiniones propias. También compartirán la experiencia de descubrir nuevos valores a través de los textos leídos. Es un vehículo, sin duda, de adquisición de nuevos conocimientos y de fuente de información. Entendemos que el alumnado leerá diferentes tipos de textos, entre ellos de creación propia. Con esto aumentará la autoestima. 2 3- Objetivos de lectura El objetivo de lectura varía en función del tipo de texto. No leemos con el mismo propósito un texto narrativo que uno expositivo o argumentativo. Leer una poesía nos lleva a una diferente finalidad que leer un artículo de periódico o un escrito de un alumno. Si buscamos un objetivo común a todo tipo de lectura este ha de ser el descubrimiento y, a través de este, el gozo que ello produce. Efectivamente, resulta maravilloso descubrir el “mundo posible” que encierra una narración, o la expresión del sentimiento en un poema. Se trata, en cualquier caso, de guiar al alumno a través de su viaje por el texto: su andadura por la trama narrativa, las figuras retóricas... hacerles ver el sentido que encierran las palabras; enseñarles a darles vida a través de su voz y su escucha atenta. Por ello tendremos que ir mostrando los diferentes elementos a considerar en la lectura en voz alta: tonos, signos de puntuación, dicción, intensidad, acentos, ritmo, duración de las palabras... Una lectura en voz alta, bien matizada por medio de estas técnicas resulta realmente seductora y acaban atrapando al oyente. 4- Tipos de textos Hay cuatro elementos matrices que intervienen en el proceso de lectura en voz alta en el aula: el primero es el lector; el segundo el oyente; el tercero, el texto y el cuarto el docente que actúa como mediador entre unos y otros. Todos estos factores han de conjugarse en igual medida para que la actividad resulte exitosa. Interesa en este apartado el elemento textual. La elección de éste ha de hacerse con pulcritud y sabiduría. Comenzar con textos sencillos e ir buscando otros más complicados conforme se desarrolla la comprensión lectora en los alumnos. No hemos de aferrarnos a textos exclusivamente literarios sino a todos aquellos que puedan resultar de interés para el alumnado y que nos permiten dar a conocer una tipología textual variada. Hay noticias que atraen su atención, analizar un texto periodístico resulta siempre atractivo y su lectura y comentario contribuye al desarrollo madurativo de los alumnos/as del primer ciclo. Algunos discursos legendarios atesoran un apreciado mensaje que pueden ser muy valorados por los adolescentes. En este sentido son conmovedores y de plena actualidad: “Nosotros somos una parte de la Tierra”, Mensaje del Gran Jefe Seattle al Presidente de los Estados Unidos de América en el año 1855, de contenido puramente ecologista; o el discurso de Gabriel García Márquez ante el I Congreso Internacional de la Lengua Española, “Botella al mar para el dios de las palabras” en el que realiza una interesante y clara exposición del valor de la lengua en general y de la española y su expansión por el mundo en particular. En cuanto a los textos literarios, los géneros narrativos, líricos y dramáticos son muy susceptibles de ser leídos en voz alta: 3 Para la lectura del texto narrativo es preferible el relato corto. Los docentes somos en parte responsables de la custodia de la literatura tradicional. Los cuentos clásicos, aunque sean infantiles, gozan del favor de los alumnos/as. Y es un acicate a su favor el que cuenten con conocimientos previos sobre ellos. Les resultará amenos la lectura de los cuentos tradicionales, en especial la de los hermanos Grimm, siempre y cuando se lean las versiones originales y no edulcoradas. Algunos cuentos como los de Calleja o Andersen también resultan de su agrado. De una literatura más actual, Cuentos por teléfono de Gianni Rodari, Relatos extraordinarios de Roald Dahl, o Ajuar funerario de Fernando Iwasaki, suelen ser bien acogidos entre los alumnos/as. Es conocido por todos los docentes las dificultades que encierra la poesía para la comprensión de los alumnos/as. Por ello hay que ser especialmente cautos en esta elección. Comenzar con Romances tradicionales: Romance de Abenamar, Romance del Conde Niño, Romance del enamorado y la Muerte... serían un buen punto de partida, tanto para su comprensión como para su recitado en voz alta, dado sus ritmos populares y “pegadizos”. Pero, sin duda, es en el género dramático donde mejor “caldo de cultivo” podemos encontrar para la actividad lectora en el aula. Los alumnos/as leerán por parejas o grupos pequeños y harán una breve representación escénica. Es una buena excusa para dar a conocer la técnica teatral y los elementos que configuran este tipo de texto. Por último, la lectura de textos de creación propias puede resultar especialmente motivadoras para los alumnos/as. Hacer que se sientan desinhibidos será la primera tarea del docente, que den vuelo a su imaginación. Los jóvenes se asombrarán de lo que son capaces de escribir (el docente también). Existen multitud de ejercicios para fomentar la creación: a partir de una fotografía, descripciones de personajes populares o compañeros, continuar una historia a partir de un principio y un fin, y, desde luego, escribir y leer historias de miedo... En cualquier caso es preferible que los textos sean cerrados, es decir, que tengan un comienzo y un final; así, es conveniente que los adaptemos al tiempo del que disponemos y evitemos aquellos párrafos que dificulten la comprensión del alumnado. . 5- Leer, una acción. Escuchar una actitud El acto de leer en el aula, sea cual sea su forma (silenciosa o en voz alta) partirá siempre del silencio y de la quietud. Los alumnos deben ser conscientes del acontecimiento lector; no deben tener sobre el pupitre más que el texto y evitar ruidos y movimientos innecesarios. El silencio relaja y suscita concentración y bienestar. Estos preparativos previos son fundamentales. La lectura en voz alta no tendrá éxito sin el ambiente adecuado. El profesor es el encargado de promover esta situación; no importa el tiempo que nos lleve, este irá disminuyendo en cada sesión. Los alumnos/as han de tener clara conciencia de cuál es su papel en este peculiar acto de comunicación: emisor-lector, receptor-oyente. Tan importante es uno como otro. No tiene sentido leer en voz alta si nadie escucha. El alumno-lector (todos realizarán este papel) será instruido en técnicas básicas de declamación. Leer en voz alta supone algo más que mirar las palabras y pronunciarlas. Mientras lee para los demás, se convierte en intérprete y actor. Está poniendo su voz al servicio del texto y del escritor. El lector es el encargado de dar 4 vida a las palabras utilizando todos los recursos posibles a su disposición, no sólo el lingüístico sino también otra suerte de códigos paraverbales. Recordemos que no solo con las palabras se comunica. Una persona comunica exclusivamente cuando tiene algo que decir. Una idea, un sentimiento, una información, etc. Así, hay dos momentos fundamentales en este proceso: En primer lugar, la información sobre el contenido del texto que proporcione el profesor. Éste debe informar sobre aquellos elementos del texto que considere que pueden despertar la curiosidad del alumno y motivar a su lectura. En este sentido, escuchar experiencias con respecto al texto aviva el interés hacia este. En segundo lugar, una lectura silenciosa previa para que el alumno aprehenda el mensaje que va a comunicar. Se trata de una lectura íntima, profunda e individual para empaparse del texto y comprenderlo. Descubrir su tono, su ritmo, sus silencios y, luego, en voz alta poder transmitirlo a los demás. El alumno receptor-oyente también debe contar con información previa sobre el texto. Escuchar es una actitud. Antes de comenzar la lectura, el docente debe insistir en el hecho de que van recibir un mensaje, un regalo que deben respetar y apreciar. Por ello, vamos a tener en cuenta su actitud de escucha: no deben interrumpir ni molestar bajo ningún concepto a la persona que está leyendo. Si se equivoca no importa. La lectura debe continuar hasta el final. Sólo cuando ésta haya terminado se podrá comentar y siempre, bajo un prisma constructivo. Sólo de esta manera podremos fomentar el placer por la lectura. 6- Conclusión Hemos mencionado ya alguna nociones sobre la lectura en voz alta como acto de comunicación. En este punto debe incidir especialmente el docente. Instruir al alumnado sobre los elementos de la comunicación que entran en juego en el acto de la lectura en voz alta es una tarea imprescindible. Hemos mencionado la importancia del emisor-lector, receptor-oyente, mensaje (contenido y tipo de texto) y del contexto o situación (ambiente en el aula); hemos apuntado también la existencia de diferentes códigos paraverbales a tener en cuenta durante el proceso de lectura en el momento de la lectura en voz alta. No es lo mismo leer para uno mismo que leer para los demás. Aprender a leer para los demás es una tarea que conlleva un aprendizaje y que requiere práctica. Si se consigue habremos ganado nuevos lectores Bibliografía Abascal, M. D, Beneito, J. M y Valero, F. (1997). Hablar y escuchar. Una propuesta para la expresión oral en la enseñanza secundaria. Barcelona: Octaedro. Blecua, J.M. (1986). Qué es hablar. Barcelona: Salvat. Calleja, S. (1.992). Todo está en los cuentos. Propuestas de lectura y escritura. Bilbao: Mensajero. Luria, A.R. (1984). Conciencia y Lenguaje. Madrid: Visor. 5 Manguel, A. (1.998). Historia de la lectura. Madrid: Alianza. Pelegrín, A. (1.998). La Aventura de oír. Madrid: Cincel Macarena Cano-Manuel Díaz Profesora de Lengua Castellana y Literatura del IES La Granja 6