a Shijo Kingo

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PARA DIALOGAR
Entrevista (imaginaria)
a Shijo Kingo
Shijo Nakatsukasa Saburo Saemon-no-jo Yoritomo, más conocido como
Shijo Kingo, era médico y samurai al servicio del señor Ema Mitsutoki.
Como samurai, debía absoluta obediencia a su señor. En 1256, Shijo Kingo
se convirtió a la enseñanza de Nichiren Daishonin aun sabiendo que el
gobierno militar y su amo eran hostiles a su maestro. En 1271, el maestro
convocó a su discípulo para que le acompañara hacia Tatsunokuchi, donde
iba a ser decapitado. Al ver las lágimas de Shijo Kingo le dijo: “¡Usted
no comprende…! ¿Acaso podría haber una alegría más grande?”1 [que
dar la vida por el Sutra del loto]. Nichiren envió a su discípulo una gran
cantidad de misivas para acompañarle en los acontecimientos de la
vida –como la muerte de la madre, la enfermedad de la hija, los
conflictos con su amo y con otros samurais, las divergencias familiares
con los hermanos–constantemente alentándole a profundizar su fe.
Nichiren conocía el carácter irascible, valiente y generoso de Shijo
Kingo y en más de una carta argumentó sobre la esencia de la fe y la
importancia de la transformación interior. Con esta entrevista
imaginaria, queremos acercarnos al discípulo más destacado de
Nichiren Daishonin.
C. Global.- A través de las cartas de Nichiren sabemos
cuánto le valoraba y cómo le alentó en las diversas circunstancias de la vida. Usted le confiaba todas sus dificultades y problemas y él, por su parte, manifestaba
una inmensa confianza en usted, tanto que le mandó llamar cuando lo conducían a Tatsunokuchi para decapitarle, convencido de que usted correría a su lado en ese
duro momento.
Shijo Kingo.- Sí, nuestra relación fue verdaderamente
muy estrecha, había un profundo afecto que iba mucho
más allá de una simple amistad. Al principio ni yo mismo
era consciente de esto, pero tenía fe en el Sutra del loto
y en el Daishonin, confiaba en su criterio. Me sorprendía su perspicacia, su certero diagnóstico de los acontecimientos, aunque esto también a veces me exasperaba, sobre todo la contundencia en sus aseveraciones.
C. Global.- ¿Por ejemplo?
Shijo Kingo.- Por ejemplo una de las pocas veces en
que me abandoné a la lamentación, quizá la única, fue
cuando le dije a Acharya Ben 2 que estaba practicando
este Sutra tal y como me dijo mi maestro, pero que no
disfrutaba de paz, de seguridad y tampoco de buenas
circunstancias sino un sinfín de dificultades. Mi maestro
enseguida me envió una carta: “¿Es cierto esto o me
han transmitido un informe falso? […]Una frase del
Sutra del loto asegura que es ‘lo más difícil de creer y lo
más difícil de comprender’. Muchos oyen hablar de este
sutra y lo aceptan pero cuando comienzan a surgir grandes obstáculos –tal y como les había anticipado –, pocos
recuerdan la advertencia o la toman en cuenta.”3 Mi
maestro sabía muy bien conjugar una recomendación
de gran sentido práctico con una fuerte orientación
basada en la fe. La fe en el Sutra del loto era la base en
la que apoyaba su orientación y siempre demostraba
una inmensa fe en mi capacidad de transformar mis
errores. Nuestra relación fue una genuina relación de
maestro y discípulo.
C. Global.- Usted pertenecía a una élite militar, era médico y conocido por tener un carácter impulsivo. ¿Cómo
encajaba los comentarios que el Daishonin le hacía en tantas ocasiones sobre su carácter y temperamento?
Shijo Kingo.- Me costó entender que cuando se quiere la felicidad de alguien hay que ser sincero. Como
médico, me sorprendía la capacidad de mi maestro para
profundizar en la condición humana y por eso tomaba
1) LEDND pág. 806
2) Acharya Ben, también llamado Nissho (1221–1323), fue uno de los seis discípulos ancianos del Daishonin.
3) LEDND pág. 493
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Entrevista (imaginaria) a Shijo Kingo
en cuenta sus consejos aún a
veces sin comprender la profundidad de sus razones y esto
fue determinante en mi vida.
Es cierto que no acepté fácilmente que yo tenía un temperamento fogoso e irascible.
Bueno, no solo no lo aceptaba
sino que me creía poseedor de
las mejores cualidades propias
de un samurai. He de reconocer
que mi arrogancia me hizo confundir en más de una ocasión la
prudencia con la cobardía.
C. Global.- Habla usted en pasado, ¿quiere esto decir que
se ha vuelto más calmado?
Shijo Kingo.- No, no ¡por favor! Yo soy el mismo, pero
gracias a la práctica de Nam-myoho-rengue-kyo he podido
reconocer mi predisposición a la ira y a la precipitación y,
consciente de esto y gracias a la orientación de mi maestro, aprendí a utilizar ante todo la estrategia del Sutra del
loto. Fuertes batallas se libraron en mi corazón, pero mi
maestro estuvo ahí, paciente a veces, severo otras, pero
siempre humano y cálido. Nunca regateó un aliento o un
elogio y estoy convencido de que esto ayudó a que en mi
corazón se produjera un gran cambio.
C. Global.- ¿Qué frase del Daishonin le aportó más?
Shijo Kingo.- Hubo muchas orientaciones profundas y
que recuerdo a diario pero, sinceramente, como hombre,
me sentí muy orgulloso cuando fue tan generoso al decirme: “usted es una de las muy pocas personas cuyos actos
concuerdan con su voluntad: su determinación es más
férrea que la de los demás, y si he podido sobrevivir ha sido
gracias a su apoyo sincero.”4 Otra vez me dijo: “Una espada es inútil en manos de un cobarde.”5 Estas palabras queman como el fuego para un samurai, fue un envite a que
asumiera mis responsabilidades.
C.Global: Háblenos de sus dificultades en el trabajo, con
su señor feudal, Ema.
ayuda que me permitió no morir
de hambre cuando fui desterrado
a la provincia de Sado? […] Esa
única ayuda ha sido la de usted. Y
si preguntamos qué le ha permitido a usted brindar tamaño apoyo,
diríamos que ha sido su señor
feudal […] por otro lado, si usted
pudo cumplir sus deberes filiales
fue también gracias a su señor
feudal. Pase lo que pase, no
sería correcto abandonar su
puesto al servicio de la persona
a quien tanto le debe.”6 Yo era
un samurai y estaba rodeado de enemigos. ¿Pueden imaginar qué transformación tuve que hacer en mi corazón para
aceptar que le debía agradecimiento y no rencor a mi amo?
Finalmente, como saben, la gratitud me permitió reconquistar la confianza de mi amo y conseguir más tierras.
C. Global: ¿Cómo se sale victorioso cuando las turbulencias nos agitan tanto que dejamos de ver el sol?
S. Kingo: Por mi formación como samurai y como médico
tendía a pensar que la victoria siempre pasa por la derrota
del contrario, ya fuera otro combatiente o la enfermedad.
Gracias al Daishonin entendí que la verdadera victoria se
gesta en el corazón; allí brota la fuerza necesaria para
sobrevivir a las desbocadas corrientes del miedo, del odio,
del rencor y del sufrimiento. Esa fuerza me permitió levantar la cabeza y volver a ver el horizonte justo cuando parecía que todo
estaba perdido.
Una fuerza que
transforma la
oscuridad en
luz.
Estaré siempre agradecido a Nichiren
Daishonin
por propiciar
el cambio de
mi vida.
Shijo Kingo.- Cuando Ema confiscó mis tierras y me conminó a que abandonara la fe, Nichiren me instó a transformar el rencor en gratitud. Fue un momento clave de mi
existencia, pues lo cierto es que estaba realmente enojado.
En una de sus cartas mi maestro me dijo: “¿Cuál fue la
4) LEDND pág. 790
5) Idem, pág. 433
6) Idem, pág. 721
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