Manuscrito E - Universidad Kennedy

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Angustia. Del origen a la función
Gladys Saraspe*
Resumen
En el presente trabajo, que forma parte de un estudio sobre el estatuto
nosológico de la fobia en psicoanálisis que se encuentra en preparación, se realiza una
revisión teórica del concepto de angustia en Freud, por considerarla ineludible cuando
se trata de la fobia, dada la relación estrecha que se evidencia en este autor entre ambos
términos.
Con el propósito enunciado se analiza su primera concepción sobre la angustia y
se señalan las condiciones que dieron lugar a la elaboración de la segunda, partiendo de
la hipótesis de que Freud indica desde el comienzo de su enseñanza, dos fuentes para
este afecto.
Como eje orientador del análisis se emplea la indicación de Cosentino†, en el
sentido de que las modificaciones introducidas por Freud en la conceptualización sobre
la angustia, fueron acompañadas por un cambio en su interrogación sobre el tema. Así,
mientras que la primera teoría resulta de una pregunta por el origen, la segunda derivará
del problema de su función.
La pregunta por el origen
Tradicionalmente se ha sostenido que Freud presenta en su enseñanza dos teorías
de la angustia, y señalado como giro fundamental respecto de este concepto, el artículo
de 1926, Inhibición, síntoma y angustia, en el que expresa que su concepción anterior,
acerca de que este afecto provenía de la transmudación de la libido separada de su
representación por el mecanismo de la represión, era errónea‡.
A partir de la lectura de los numerosos textos en que Freud se ocupa del tema de
la angustia, se encuentran suficientes razones para acordar con la tradición mencionada,
pero también se hace notorio que acentuar como diferencia fundamental entre ambas
teorías, la relación causal entre angustia y represión, implica una reducción de la
*
Licenciada en Psicología. Ex – concurrente del Hospital Alvarez. Docente del Departamento de
Psicoanálisis de la Universidad Argentina John F. Kennedy (JTP). Maestranda en Psicoanálisis.
†
Cosentino, J. C. Angustia, fobia, despertar, Buenos Aires, Eudeba, 1ª edición, 1998.
‡
Cf. Freud, S. Inhibición, síntoma y angustia (1926) en Freud, S. Obras Completas, Tomo XX, Buenos
Aires, Amorrortu editores, 5ª reimpresión, 1996. pág. 89
1
primera conceptualización freudiana sobre la angustia, y el olvido frecuente de que
hasta por lo menos 1932, año en que escribe su segunda conferencia sobre el tema,
Freud distingue dos fuentes diferentes para la angustia: la represión por un lado y la
transformación directa de una excitación física por el otro, lo que constituye una fuente
no represiva de este afecto.
En uno de sus primeros escritos sobre la neurosis de angustia, señala que en este
padecimiento la fuente del afecto no debe buscarse en lo psíquico, como en el caso de la
histeria, sino en lo físico “lo que produce angustia es un factor físico de la vida
sexual”§, una acumulación física de tensión sexual que se debe a que la descarga de la
misma está estorbada.
Esta aseveración, le permite establecer una semejanza entre la neurosis de
angustia y la histeria, ya que en ambas se trata de una estasis, pero mientras que lo que
está estancado en la histeria es un afecto ligado a un recuerdo traumático, en la neurosis
de angustia lo retenido es una excitación física de carácter sexual, que se resuelve
transmudándose en aquel afecto.
No siempre este tipo de excitación, situada por Freud entre las tensiones
endógenas, culmina en la producción de angustia, sino que existe una vía de tramitación
normal, que requiere que la irritación física alcance cierto umbral, para que una vez
advertida psíquicamente, se ponga en relación con grupos representacionales que
permitan la emergencia del afecto sexual (libido psíquica) y el desenlace de la tensión
en su reacción específica, el coito.
En la neurosis de angustia, sucede que aunque la tensión física aumenta hasta
alcanzar el umbral, las representaciones psíquicas que se le ofrecen son insuficientes y
no puede ligarse para formar el afecto sexual, por lo que se transforma en angustia.
La lectura de este texto freudiano inicial, permite destacar dos hipótesis
implícitas en él. La primera, que no será desarrollada en el presente escrito, se refiere a
la satisfacción sexual, ya que queda claro que para Freud, la misma no consiste en una
mera descarga física de excitación, sino que requiere de una elaboración psíquica para
tener lugar.
La segunda, está en relación con la comparación entre la neurosis de angustia y
la histeria, que le permite afirmar, luego de haber admitido que los vínculos entre ambas
§
Freud, S. Manuscrito E. ¿Cómo se genera la angustia? (1894) en Freud, S. Obras Completas, Tomo I,
Buenos Aires, Amorrortu editores, 5ª reimpresión, 1996, pág. 229.
2
neurosis lo habían conducido por vías falsas, que el afecto de la neurosis de angustia, no
tiene un origen histérico. “Entonces, la de la neurosis de angustia no era una angustia
histérica, recordada, continuada…la neurosis de angustia aqueja tanto a mujeres
anestésicas en el coito normal (probablemente histéricas) como a las sensibles. Esto es
muy asombroso, pero sólo puede tener el sentido de que la fuente de la angustia no ha
de buscarse dentro de lo psíquico”**
Esta frase permite inferir que ya en los primeros tiempos de la edificación de la
teoría psicoanalítica, Freud distingue dos fuentes para la angustia: una puramente física,
en el caso de la neurosis de angustia, y otra psíquica, que en el párrafo citado parece
atribuir a la histeria, aunque luego extiende a las otras psiconeurosis.
Ese mismo año en un trabajo dedicado al estudio del mecanismo defensivo en
las neuropsicosis, entre las cuales incluye a las fobias, señala que la teoría psicológica
que propone para explicar estas neurosis y las representaciones obsesivas, no debe
entenderse en sentido universal, no todas se originan por esta vía. Y agrega en una nota
al pie de página, que el grupo de las fobias típicas, cuyo prototipo es la agorafobia, no
puede explicarse por el mecanismo psíquico propuesto en ese artículo, ya que no hay
allí “ninguna representación reprimida de la que se hubiera divorciado el afecto de
angustia. La angustia de estas fobias tiene otro origen”††
Es decir, que en la agorafobia la angustia no proviene de la separación de la
suma de excitación de una representación inconciliable, y la otra fuente a la que alude,
es la misma que describe en el Manuscrito E.
Conviene recordar que en un escrito sobre la neurosis de angustia
contemporáneo de los dos últimos mencionados, Freud indica que sobre la base del
estado crónico que caracteriza a esta dolencia, se desarrollan dos grupos de fobias
típicas, entre las cuales se encuentra la agorafobia, a la que califica como fobia de
locomoción‡‡
Creo que estas referencias pueden considerarse suficientes para confirmar lo
sostenido en el comienzo de este trabajo, acerca de la doble fuente que Freud atribuye a
la angustia desde sus primeros escritos.
**
Freud, S. op. cit., pág. 229
Freud, S. Las neuropsicosis de defensa (1894) en Freud, S. Obras Completas, Tomo III, Buenos Aires,
Amorrotu editores, 4ª reimpresión, 1994. pág. 58, Nota 26 (el subrayado es mío)
‡‡
Cf. Freud, S. Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en calidad
de “Neurosis de angustia” (1895) en Freud, S. Obras Completas, Tomo III, Buenos Aires, Amorrortu
editores, 4ª reimpresión, 1994, pág. 97
††
3
Cabe agregar que este origen doble, no da lugar a dos tipos de angustia
cualitativamente diferentes, se trata del mismo afecto cuyo carácter esencialmente no
ligado, se conserva.
En este sentido se comprende lo expresado por Freud tres años después en la
Carta 75 dirigida a su amigo Fliess, “¿Y qué resulta de la represión normal? Algo de lo
cual puede devenir, si libre, angustia; sí psíquicamente ligado, desestimación; por
tanto, la base afectiva para una multitud de procesos intelectuales del desarrollo como
la moral, la vergüenza, etc.”§§
La misma falta de ligadura que en la neurosis actual provoca la transformación
de la excitación sexual en angustia, es la que desencadena este afecto cuando la libido
sustraída por represión, lo cual implica la ruptura de una ligadura previa, no halla nuevo
enlace.
Casi quince años después de sus primeras comunicaciones sobre la angustia,
Freud publica el historial clínico de un niño fóbico de cinco años***, en el que vuelve a
ocuparse de este estado afectivo.
La perturbación nerviosa de Juanito, de cuyo estado Freud toma conocimiento a
partir de los detallados informes de su padre, es nombrada como histeria de angustia por
el profesor, quien además localiza el origen de este afecto, ante el padre y por el padre,
en la represión de un deseo de muerte hacia él y de una moción hiperintensa de ternura
hacia la madre.
La fuente represiva de la angustia que destaca aquí, es coherente con lo
expresado en el artículo ya mencionado sobre las neurosis de defensa, del que se
desprende que así como Freud reconoce un origen físico de la angustia en las neurosis
actuales, atribuye uno represivo para las psiconeurosis.
Que el caso de Juanito puede ubicarse entre estas últimas, queda claro a partir
del nombre que Freud elige para designar su enfermedad, y de la justificación que
ofrece para su elección, al señalar que el mecanismo psíquico de estas fobias, concuerda
con el de las histerias de conversión, salvo en el punto en que la libido desprendida por
represión, no es convertida en inervación corporal, sino que se libera como angustia.
§§
Freud S. Carta 75 (1897) en Freud, S. Obras Completas, Tomo I, Buenos Aires, Amorrortu editores, 5ª
reimpresión, 1996, pág. 312.
***
Freud, S. Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans) (1909) en Freud, S. Obras
Completas, Tomo X, Buenos Aires, Amorrortu editores, 5ª reimpresión, 1996.
4
El problema de la función
En el breve recorrido que se ha hecho en el apartado anterior por los primeros
trabajos de Freud sobre el tema de la angustia, se vislumbra tal como lo señala
Cosentino, que la pregunta que orienta su investigación concierne al origen de este
afecto.
Un cambio en la interrogación, en el sentido de cuestionar esta vez la función de
la angustia, comienza a esbozarse en una conferencia de 1917 dedicada por entero al
tema ††† , en la que enuncia una diferenciación entre angustia realista y angustia
neurótica, de acuerdo a la presencia o ausencia de un peligro real en cada caso.
Acerca de la angustia realista dirá además que se trata de la reacción adecuada
frente a ese peligro, que permitiría la huída o la defensa, siempre que no sobrepase
cierta magnitud, más allá de la cual, su efecto sería por el contrario, paralizante
De este modo Freud distingue el apronte angustiado, que se caracteriza por un
aumento de la atención sensorial y de la tensión motriz, acompañado de una pequeña
señal de angustia, del desarrollo de angustia, en el que la cantidad de este afecto es tan
grande que imposibilita la defensa. El apronte angustiado reviste un carácter útil para el
sujeto, ya que lo protege del terror al que quedaría sometido, si debiera enfrentar una
amenaza sin hallarse preparado para ello.
Está claro que el peligro real del que habla Freud aquí, pertenece a la realidad
objetiva, es externo al sujeto, por ello puede decirse que con la introducción del
concepto de angustia realista, tan cercano al de miedo, y la pregunta por la finalidad, se
pierde la clara diferencia que él mismo había establecido en el caso del pequeño Hans,
entre angustia y temor.
Recordemos que allí nos enseña que el miedo del niño a ser mordido por un
caballo blanco, implica ya una elaboración de la angustia, de la que en un primer
momento nada pudo decir, por carecer la misma de objeto.
Respecto de la angustia neurótica, menciona en primer lugar dos formas en las
que el peligro desempeña algún papel, aunque en realidad se trate de interpretaciones
tendenciosas de pequeños indicios de desgracia, tal como ocurre con la angustia
libremente flotante que relaciona con la neurosis de angustia, o de temores exagerados
respecto de aquellas cosas frente a las cuales todos sentimos alguna aversión, como
†††
Freud, S. Conferencias de introducción al psicoanálisis. Parte III. 25ª conferencia. La angustia en
Freud, S. Obras Completas, Tomo XVI, Buenos Aires, Amorrortu editores, 6ª reimpresión, 1996
5
sucede con lo que llama angustia de las fobias, cambiando como se ha dicho lo
sostenido en el historial de 1909.
En tercer lugar menciona ciertas expresiones que implican un enigma, porque a
diferencia de lo que ocurre en los casos anteriores, no se puede encontrar en ellas
ninguna relación entre la angustia y una amenaza de peligro. Así acontece por ejemplo
en la histeria, en que este afecto puede aflorar sin motivación aparente y muchas veces
sólo se manifiesta como un equivalente somático.
La pregunta que surge en este punto, es si es posible establecer alguna relación
entre la angustia realista y la neurótica, teniendo en cuenta que en esta última, el peligro
no desempeña ningún papel manifiesto y si lo hace este es muy pequeño.
Se hace evidente que Freud se interroga aquí presuponiendo la necesaria
presencia de un peligro también en la angustia neurótica, puesto que ya ha establecido
que la angustia no es sin objeto‡‡‡ y que alguna amenaza debe provocarla en todos los
casos.
Es por esta razón, que luego de presentar ciertas nociones obtenidas de la clínica
de las neurosis actuales y las psiconeurosis, y volver a mencionar la doble fuente,
somática y psíquica de la angustia §§§ , que ya se ha aludido, concluye en que la
vinculación entre ambos tipos de angustia, la realista y la neurótica, puede establecerse
si se toma en cuenta la oposición entre el yo y la libido.
En el caso de las neurosis, el yo interpreta las exigencias de la libido que
representan un peligro interno, como si fuera externo, y este es el motivo por el cual
intenta huir de él.
Por tanto la angustia neurótica testimonia del temor del yo frente al peligro de la
libido, del que finalmente se protegerá mediante la formación de síntomas.
Pero aquí Freud señala una dificultad, porque de acuerdo con lo que se conoce
como su primera teoría de la angustia, es decir, la que sostiene que este afecto proviene
de una transmudación de la libido, sea de manera directa o por efecto de la represión,
está obligado a reconocer que este estado afectivo, que según lo que desarrolla en esta
conferencia, entraña la huida del yo frente a la libido, no puede haber nacido sino de
ella.
‡‡‡
§§§
Ibid. pág. 365
Ibid. pág. 368
6
La oscuridad que se hace ahora notoria en su concepción, es la que lo lleva años
después a edificar lo que se conoce como su segunda teoría de la angustia, presentada en
el artículo de 1926, citado en el comienzo de este trabajo.
Esta segunda teoría comienza a gestarse ya en la conferencia de 1917, cuando
dejando de lado la pregunta por el origen de la angustia Freud empieza a interrogarse
por su función, y esboza como respuesta que la producción de cierta cantidad de
angustia (apronte angustiado) protege al sujeto del terror.
En el capítulo II de Inhibición, síntoma y angustia, vemos como la señal que
formaba parte del apronte angustiado, adquiere una gran importancia en el proceso
represivo.
El yo, encargado de la represión de las mociones del ello, utiliza la investidura
desprendida de la agencia representante de la pulsión, para crear una señal de angustia y
detener de esta manera el proceso pulsional.
Queda todavía sin aclarar el modo en que la angustia se genera a raíz de la
represión, pero Freud sostiene en este lugar que el “el yo es el genuino almácigo de la
angustia”**** es decir, que no sólo es capaz de experimentar este afecto, sino también de
producirlo. Esto lo lleva a abandonar sus dichos anteriores acerca de que la“investidura
de la moción reprimida se mudaba automáticamente en angustia”††††
Más adelante, en el capítulo IV del mismo texto, retoma los historiales de
Juanito y el Hombre de los Lobos, diciendo que en estos casos de zoofobia la angustia
opera como motor de la represión.
Estos conceptos constituyen el fundamento de su segunda teoría de la angustia,
que implica para la comprensión de este afecto, la sustitución paulatina del mecanismo
de la transmudación de la libido‡‡‡‡ por el de la reacción frente a un peligro, el de la
castración.
Bibliografía
Cosentino, J. C. Angustia, fobia, despertar, Buenos Aires, Eudeba, 1ª edición,
1998.
****
Ibid. 1, pág. 89
Ibid
‡‡‡‡
Aún en este artículo Freud sostiene la producción de angustia por transmudación de la libido para las
neurosis actuales.
††††
7
Freud, S. Manuscrito E. ¿Cómo se genera la angustia? (1894) en Freud, S.
Obras Completas, Tomo I, Buenos Aires, Amorrortu editores, 5ª reimpresión,
1996.
Freud, S. Inhibición, síntoma y angustia (1926) en Freud, S. Obras Completas,
Tomo XX, Buenos Aires, Amorrortu editores, 5ª reimpresión, 1996.
Freud S. Carta 75 (1897) en Freud, S. Obras Completas, Tomo I, Buenos Aires,
Amorrortu editores, 5ª reimpresión, 1996
Freud, S. Las neuropsicosis de defensa (1894) en Freud, S. Obras Completas,
Tomo III, Buenos Aires, Amorrotu editores, 4ª reimpresión, 1994.
Freud, S. Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis. 32ª conferencia.
Angustia y vida pulsional (1933) en Freud, S. Obras Completas, Tomo XXII,
Buenos Aires, Amorrortu editores, 4ª reimpresión, 1996
Freud, S. Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado
síndrome en calidad de “Neurosis de angustia” (1895) en Freud, S. Obras
Completas, Tomo III, Buenos Aires, Amorrortu editores, 4ª reimpresión, 1994
Freud, S. Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans) (1909)
en Freud, S. Obras Completas, Tomo X, Buenos Aires, Amorrortu editores, 5ª
reimpresión, 1996.
Freud, S. Conferencias de introducción al psicoanálisis. Parte III. 25ª
conferencia. La angustia en Freud, S. Obras Completas, Tomo XVI, Buenos
Aires, Amorrortu editores, 6ª reimpresión, 1996
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