Nuestros Mártires XXXV Aniversario del asesinato de Monseñor Enrique Angelelli. Juicio a la dictadura del Coronel Videla E l 4 de agosto de 1976 Monseñor Enrique Angelelli, obispo de la Rioja, Argentina, murió asesinado por los militares, aunque fuentes gubernamentales dijeron que había muerto en accidente de tráfico. Hoy, 35 años después, hay una acusación judicial contra los militares, entre ellos Jorge Rafael Videla, un ex-militar y dictador argentino, designado como presidente de facto por una Junta Militar. Es lo que vamos a presentar en la primera parte de este artículo, con datos tomados del Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Nunca Más, publicado en Editorial Eudeba, Buenos Aires, 1984. Este hecho es muy importante para nuestro país. El asesinato de Monseñor Romero sigue sin ser investigado oficialmente. Y la decisión del juez Eloy Velasco de la Audiencia Nacional de Madrid de enjuiciar a los autores intelectuales del asesinato de los Jesuitas de la UCA y sus colaboradoras Julia Elba y Celina sólo encuentra dificultad y rechazo en los órganos del gobierno. Que se llegue a juzgar a Videla es lo más novedoso. Pero lo más decisivo es mantener vivo y presente a Monseñor Angelelli. Lo haremos brevemente en una segunda parte. I. El asesinato El 18 de julio de 1976 fueron asesinados, tras ser secuestrados por miembros de la Policía Federal, los sacerdotes P. Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias, en Chamical, La Rioja. A la mañana siguiente, hombres encapuchados fueron a buscar al párroco de Sanogasta, quien por recomendación de su Obispo, Monseñor Angelelli, se había ido del lugar. El laico que recibió a los encapuchados les dijo que no estaba. Y fue acribillado. El 4 de agosto, 17 días después, fallecía Monseñor Enrique Angelelli. Se dijo que había muerto en un “accidente automovilístico”, pero había pruebas abrumadoras de que fue un atentado. Angelelli acababa de salir de Chamical, después de celebrar una misa y denunciar en la homilía los asesinatos de los dos sacerdotes. Salió del lugar manejando una camioneta con el padre Pinto. Éste recuerda que apenas dejaron Chamical comenzó a seguirlos un automóvil. Angelelli aceleró pero entonces apareció otro carro. A la altura de Punta de los Llanos los acorralaron e hicieron volcar la camioneta. El cuerpo del obispo quedó tirado en el suelo durante seis horas, y la camioneta desapareció. La única lesión que presentaba el cadáver de Angelelli era la nuca destrozada como si lo hubiesen molido a golpes. No pudo ser encontrada la carpeta que llevaba. Ese fue el final de Enrique Angelelli. Con su martirio 9 Nuestros Mártires cumplió lo que había dicho en 1968 al llegar a La Rioja. “No vengo a ser servido sino a servir. Servir a todos, sin distinción alguna, clases sociales, modos de pensar o de creer. Como Jesús, quiero ser servidor de nuestros hermanos los pobres”. Testimonios de dos declarantes Declaración, resumida, de Peregrino Fernández ante el grupo de Trabajo de Desapariciones Forzadas de Personas de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas: Uno o dos días después de ocurrido el suceso, los papeles que llevaba Angelelli en el momento de su fallecimiento llegaron a la casa de Gobierno, dirigidos al Ministro Harguindeguy, en una carpeta remitida desde la Guarnición Militar de Salta, con expresa indicación de que se trataba de documentación confidencial. Es decir, los papeles citados no fueron entregados a una instancia judicial, ni a los familiares de Monseñor Angelelli. Se pudo fotocopiar parte de esa documentación, que incluía correspondencia intercambiada entre el Obispo de La Rioja y el Arzobispo de Santa Fe, Monseñor Vicente Zaspe, en la que se hacía referencia a la persecución que sufrían miembros de la Iglesia Católica por su actividad social, junto a un cuaderno de notas y otros papeles. La documentación fue entregada al General Harguindeguy. Este general manejaba en forma personal todos los hechos referentes a la Iglesia. Declaración, resumida, de Plutarco Antonio Scheller: Durante uno de los interrogatorios, el Capitán 10 Marcó y el Capitán Goenaga me dijeron que el Obispo de La Rioja, Enrique Angelelli, el Psiquiatra Raúl Fuentes y Alipio Paoletti iban a ser muertos... antes del mes; Angelelli murió en circunstancias que aún se investigan. Fuentes se encuentra desaparecido desde fines de 1976 y Alipio Paoletti fue buscado intensamente... en agosto del mismo año. Debido a las condiciones físicas en que había quedado por las torturas, fue trasladado al Hospital Presidente Plaza. Estando allí fue ingresado una noche el cadáver de Angelelli para realizarle una serie de autopsias. Quienes me custodiaban, miembros de la Policía de la Provincia, aludiendo a la muerte del Obispo, manifestaban cosas como: “eso le tenía que pasar a ese cura comunista hijo de …”. Acción de los querellantes en el 35 aniversario del asesinato Los querellantes Marilé Coseano (sobrina de Mons. Angelelli) y Luis Miguel Baronetto (Centro Tiempo Latinoamericano), con el patrocinio de los Dres. Miguel A. Morales y Camel Rubén Layún presentan los principales avances que permiten plantear la pronta elevación a juicio de los imputados en base a las pruebas acumuladas en el expediente. El 26 de febrero del 2010 solicitamos la imputación como autores mediatos a catorce militares y policías, encabezados por Jorge Videla, Albano Harguindeguy, Luciano B. Menéndez y Luis Estrella. El 26 de agosto de 2010 el entonces Juez de Instrucción en lo Criminal y Correccional Nº 1 de la provincia de La Rioja, Dr. Aldo Fermín Morales afirmó que “la muerte de Mons. Enrique Ángel Angelelli no obedeció a un accidente de tránsito, sino a un homicidio fríamente premeditado y esperado por la víctima”. El Fiscal actuante solicitó la imputación como autores mediatos, afirmando: “eran individuos que, sin haber tenido intervención propia en la ejecución de los hechos ilícitos analizados, serían penalmente responsables por ellos –también como autores– en virtud de su poder sobre los efectivos ejecutores... Estos individuos organizaron conjuntamente, desde la estructura estatal, un plan sistemático criminal que tenía como fin la eliminación física o neutralización de la actividad de los opositores políticos. Ocupaban importantes cargos dentro de la estructura represiva –ya fuera en el ejército o en alguna otra fuerza de seguridad- y desde allí comandaron, organizaron o ejecutaron las gravísimas violaciones a los derechos humanos que se les imputan en este acto… Se trata de las autoridades superiores militares o de las fuerzas de seguridad que habrían, por un lado, emitido las órdenes en virtud de las cuales se cometieron los delitos investigados y por otro, habrían puesto a disposición de este aparato ilegal todos los recursos materiales y humanos necesarios para el cumplimiento del objetivo criminal.” aérea de Chamical (La Rioja) y Edilio Cristóbal Di Cesare, que se desempeñó, a la fecha de los crímenes, como Jefe de la Policía de La Rioja. La extensa y profunda investigación judicial ha permitido no sólo probar el atentado criminal sufrido por Monseñor Angelelli y Arturo Pinto, sino avanzar en la imputación de sus autores mediatos. Debe concluir por parte del Juzgado interviniente con la elevación a juicio, para que el Tribunal Oral Federal juzgue a los asesinos, aplicándoles la máxima pena correspondiente a cumplir en cárcel común, sin los privilegios que gozaron en tantos años de impunidad. Los querellantes, familiares, las comunidades de La Rioja y Córdoba, y la sociedad en su conjunto solicitan, reclaman, exigen la inmediata elevación a juicio, para que no sólo se haga justicia, sino que se repare una deuda a la memoria histórica del Obispo Angelelli, al que no sólo le arrebataron la vida, sino que “también le robaron la muerte”, como dijo el obispo Mons. Hesayne. Córdoba, agosto de 2011 II. Monseñor Angelelli En marzo de 2011, el Juez Herrera Piedrabuena dispuso receptarle declaración indagatoria a los imputados: Jorge Rafael Videla, miembro de la Junta Militar, que usurpó el cargo de presidente de la nación; Albano Eduardo Harguindeguy, que como ministro del interior tenía a su cargo la represión a los sectores religiosos; Luciano Benjamín Menéndez, ex comandante del 3er. Cuerpo de Ejército, con jurisdicción en La Rioja; Luis Fernando Estrella, vicecomodoro, subjefe de la base Mons. Angelelli nació en Córdoba el 17 de julio de 1923, se ordenó sacerdote en Roma el 9 de octubre de 1949. En Roma se especializó en Derecho Canónico. Fue consagrado Obispo Auxiliar de Córdoba el 12 de marzo de 1961 y posteriormente Obispo de la Diócesis de La Rioja el 20 de agosto de 1968. Trabajó con la Juventud Obrera, con la Pastoral Universitaria, fue docente y recorrió toda la zona rural 11 www.uca.edu.sv/publica/cartas Nuestros Mártires Nuestros Mártires la cultura, que son silenciados en sus legítimos derechos de personas,… Es inmoral el machismo, que considera a la mujer como una cosa u objeto de placer… Es inmoral el torturador que agudiza su inteligencia para atormentar a sus hermanos física, psicológica y moralmente… Es inmoral el usurero y el opresor… Es inmoral el que usa de su responsabilidad de servidor de la comunidad para la coima o para corromper a sus subalternos con el afán de lucro, status o poder… Es inmoral el que obstaculiza todo auténtico cambio que haga más feliz al pueblo silenciado, marginado, explotado… Es inmoral el que administra la justicia venalmente… Es inmoral la represión que atenta contra el legítimo y verdadero uso de la libertad… Es inmoral orquestar intereses para ahogar fuentes de trabajo… Es inmoral sofocar la vida de un pueblo con monopolios fríos e inhumanos”. de Córdoba primero y de La Rioja después. En Córdoba, con su vieja moto Puma, la misma que le decían que abandone por no ser digna de un Obispo. En La Rioja, con una Estanciera que le regalaron sus curas de Córdoba. Fue un fiel intérprete del Concilio Vaticano II, lo que le valió fuertes choques con el catolicismo tradicional de Córdoba. “Las aspiraciones del hombre, de todos los hombres de nuestras tierras, por una vida plenamente humana, a saber: lucha por la superación de las desigualdades sociales, los esfuerzos para liberarse de toda despersonalización, el hambre, la ignorancia, la miseria y el pecado; así como la toma cada vez más creciente de conciencia de la dignidad humana, son signos de nuestro tiempo que debemos interpretar a la luz del Evangelio”. Hizo un llamamiento a todos, creyentes y no creyentes, sin distinciones sociales, para asumir el compromiso de cambiar las estructuras de opresión y cuanto antes. “Existen sistemas… que causan muchos sufrimientos, injusticias y luchas fratricidas. Muchos hombres sufren y se aumenta la distancia que separa el progreso de unos pocos y el estancamiento y aún el retroceso, de muchos. La situación presente tiene que afrontarse valerosamente, combatirse y vencerse las injusticias que trae consigo”. Esto es hoy absolutamente actual, como en la Cuaresma de 1972. “No nos escandalicemos ni rasguemos las vestiduras si debemos señalar que existen hombres que no ven a Dios en la vida; que viven la angustia, a veces desesperante, de la búsqueda del sentido de la existencia; que odian, que matan. Porque también están aquellos que no comen, que viven infrahumanamente; que no pueden curar sus enfermedades, que no tienen acceso a 12 Fue obispo de una Rioja casi feudal, de dura explotación del hombre del campo a manos de unos pocos terratenientes. De una casta firmemente ligada a los gobiernos militares y que se creían los únicos fieles intérpretes del cristianismo, al que usaban como fundamento y sostén de su proceder. Muy pronto los poderosos y los de turno en el poder se sintieron molestos con Mons. Angelelli. Y comenzaron las calumnias, las amenazas, los ataques, las persecuciones. A él, a sus sacerdotes, a los dirigentes sociales que identificados con ese verdadero cristianismo comenzaron a organizar el pueblo y resolver sus angustias. Pero el pueblo estuvo siempre al lado de su Obispo, tal como éste mismo se lo pedía: “Ayúdenle al Obispo para que nunca deje de ser el proclamador del Evangelio, el santificador de los hombres y el buen pastor de su pueblo, para que no calle, cuando deba hablar; iluminando, alertando o amonestando. Para que ningún cálculo puramente humano y mezquino haga silenciar su palabra o su acción”. Un hombre en la calle le dijo: “Vea, Monseñor, vea mi amigo, Yo le pido un favor: no se canse nunca de ser el Obispo de los pobres, sea el padre de los pobres porque de esa manera es un buen Obispo”. Organizó cooperativas y entidades gremiales. Exigió la justa distribución de la tierra y del agua. Denunció la droga, la prostitución a manos de familias poderosas. La respuesta fueron bombas en las sedes gremiales y casas de sus dirigentes. Siguió la detención de sus sacerdotes. Los ultraconservadores católicos organizaron la Cruzada Renovadora de la Cristiandad, tomaron iglesias, eliminaron misas y echaron a los curas de los pueblos. El gobierno allanó las iglesias y prohibió la misa dominical del Obispo. Pero su voz no calló. “Esta situación es querida y mantenida por quienes se resisten a perder sus Nuestros Mártires privilegios, y en lugar de una verdadera promoción, le brindan al pueblo la droga, la prostitución, el juego y la usura. Y cuando grupos de personas y movimientos, incluida la Iglesia, movidos por el amor a su tierra, buscan con su pueblo cambiar esta situación, se los acusa de comunistas, subversivos, guerrilleros y agitadores. Pero al pueblo no se le engaña fácilmente aunque con frecuencia guarda silencio… Pueblo es el que no oprime y lucha contra la opresión. Es el que asume a los pobres. Pueblo es todo aquel que se suma a la angustia y a las esperanzas de los pobres... El antipueblo es la fuerza que responde a intereses extraños. Está personificado en una minoría que quiere conservar sus privilegios. Es el que impide el crecimiento del pueblo y lucha por hundirlo en la opresión y en la esclavitud. Es el que frena nuestra historia. Es el que entrega inescrupulosamente nuestro patrimonio posibilitando una dependencia económica de grandes intereses internacionales. El antipueblo… no duda en invocar el nombre de Dios mientras explota y persigue a sus propios hermanos”. El Papa envió a Mons. Zaspe para evaluar la situación, y el informe fue muy favorable a Mons. Angelelli. Pero más adelante, pocos fueron sus hermanos obispos que le comprendieron y ayudaron. Angelelli debió enfrentar casi sólo un terrorismo disfrazado de religión y amparado por los dictadores militares. Cuando asesinaron a los dos sacerdotes mencionados Angelelli tenía plena conciencia de que le quedaba poca vida: “el próximo soy yo”, dijo a sus allegados. Pero nunca fue hombre de huír. Lo dicho por su acompañante, lo visto por algunos testigos y por quienes lo asistieron de inmediato, permite afirmar hoy que Angelelli fue sacado de su camioneta con vida y tomado a garrotazo limpio por sus perseguidores hasta matarlo. En el casino militar del batallón se abrió una botella de champagne, también en la base aérea de Chamical. El coronel Bataglia dio la versión oficial a los medios: un reventón. En ese momento el Episcopado aceptó esa versión. L’Osservatore Romano habló de un ”extraño accidente”. El 12 de mayo de 2001 la 81 Asamblea Plenaria de Obispos le rindió homenaje. No con la fuerza y con la denuncia del crimen de que fue objeto, como hubiera gustado. Pero al menos hoy el pueblo argentino, especialmente el cristiano, tiene la oportunidad de recordarlo, de aprender de toda su vida y de tomarlo como definitivo ejemplo de cómo debe ser un cristiano comprometido. Como él mismo dijera y nunca nos cansaremos de repetirlo, “Debemos tener permanentemente un oído puesto en el corazón del Misterio Pascual, que es CRISTO, y el otro oído en el corazón del pueblo, que debe ser protagonista”. Es lo que dijo en su mensaje de la Pascua de 1973. (Extractado de un escrito de Luis A. Moreno) En El Salvador, hace muchos años, en una semana santa, al representar la pasión en un refugio un campesino dijo de Jesús: “cabalito como Monseñor Romero”. “Cabalito como Monseñor Angelelli”. Desde aquí agradecemos a Monseñor Enrique Angelelli, padre de la Iglesia latinoamericana, y a todos los mártires. Nos han humanizado como nadie lo ha hecho. Y, además, en El Salvador podemos aprender de cómo se está investigando a los autores del crimen de Monseñor Angelelli. Jon Sobrino 13