LECTIO DIVINA DUODÉCIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 9, 18-24 “EL CRISTO DE DIOS” Lc 9,29b Al meditar el evangelio de este Domingo del tiempo ordinario, nos encontramos con Jesús en oración, “el estaba orando a solas”, Lc 9,18; es característico de Jesús el encuentro a solas con Dios su Padre, como también lo encontramos en Mc, 1,35” de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración”. Jesús ama el silencio y en este silencio el encuentro de corazón a corazón con Dios su Padre; encuentro que lo fortalece para poder llevar a feliz término la misión encomendada, ¿cuál misión?, la encontramos en el evangelio de san Juan 17,3; “que te conozcan a Tí, el único Dios verdadero, y al que Tú has enviado, Jesucristo”. “Mientras él estaba en oración a solas, pregunta a sus discípulos que estaban a su lado: “quién dice la gente que soy yo?, Lc,9,18. Jesús con esta pregunta nos deja ver que en su mente y en su corazón está presente la misión a la que ha sido enviado. “Que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo”. Jn,17,3; según los discípulos la gente dice muchas cosas de Jesús, los discípulos de hoy también sabemos que la gente dice muchas cosas a cerca de Jesús; pero esto no basta, Jesús busca una respuesta acertada que corresponda a su misión, por esto se dirige a sus discípulos y les pregunta: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo”?. Lc 9,18b, Pedro contestó: “El Cristo de Dios” Lc 9,20 y que Mateo pronuncia con mayor énfasis: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”Mt,16,16. Para Lucas, luego de la profesión de fe de Pedro, trae como consecuencia el seguimiento radical de Jesús hasta cruz: “si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sì mismo, tome su cruz cada día y sígame” Lc 9,23; mientras que Mateo deja ver con claridad la identidad de Jesús y su Padre: ”Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos” Mt 16,17. En este contexto Jesús puede decir: “han reconocido verdaderamente que vengo de Ti” Jn 17,8b. su misión está cumplida, se acerca su hora y anuncia la pasión que es el sello de la misión cumplida. Siendo El, el ejemplo del cumplimiento de la voluntad del Padre, nos hace la invitación a seguirle hasta dar la vida como El lo ha hecho. A nosotros también Dios nos ha encomendado una misión especifica en la Iglesia nuestra Madre y así como la alegría de Jesús ha sido cumplir la voluntad de Dios, nosotros también estamos llamados a vivir esta misma alegría cumpliendo el proyecto para el cual nos ha llamado. “Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz de cada día y sígame” Lc.9,23. Tomás Kempis en el libro imitación de Cristo nos dice: “No es según la condición humana llevar la cruz, huir las honras, sufrir las injurias, despreciarse así mismo y desear ser despreciado, si miras a ti, no podrás por ti cosa alguna de estas; más si confías en Dios, El te enviará fortaleza del cielo y hará que te estén sujetos el mundo y la carne. Disponte pues, como buen y fiel siervo de Cristo, para llevar varonilmente la cruz de tu señor, crucificado por tu amor”. Cumplamos la misión para la cual hemos sido llamados, Vivamos unidos a Jesús, sea cual sea la realidad en la que nos encontremos; con El la cruz será suave y edificante para nuestros hermanos “El dolor es solo por un corto tiempo, la felicidad es para toda una Bienaventurada Eternidad”. Matha Robin. El vive hoy como ayer, vive en cada persona que busca a Dios con sincero corazón; en la escucha a las personas nos damos cuenta que claman a Dios, que dicen: “Mi alma está sedienta de Ti, Dios mío, mi carne tiene ansia de Ti, como tierra reseca, agostada sin agua” Sal 62. Este deseo profundo de Dios, nos confirma lo que dice San Agustín:” Nos Hiciste Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”. Deseo vivo e intenso de Dios, anhelar estar con El desde la madrugada hasta noche, estar en continua relación con El, en todos los momentos de la vida y en todas las circunstancias que Dios nos permita vivir. El estar con el Señor no es algo pasajero es algo existencial, de este encuentro con Él depende nuestra vida, por eso se debe buscar y anhelar porque en Dios se encuentra todo el sentido de nuestra vida. La pregunta de Jesús es actual: ¿Quién soy yo para Ti en este momento de tu vida?, ¿ Soy el Cristo el Hijo del Dios vivo, por el cual estás dispuesto (a) a dar tu vida?. Hagamos ahora silencio para escuchar con eficacia la Palabra del Señor y mantengamos el silencio luego de la escucha porque seguirá habitando, viviendo en nosotros y hablándonos. Hagámosla resonar al principio de nuestro día, para que Dios tenga la primera palabra y dejémosla que resuene dentro de nosotros por la noche, para que la última palabra sea de Dios. CLAR, Mensaje Sínodo. No 21.