Las troyanas

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Las troyanas
de
miércoles, 10 de marzo de 2010
Salón de actos
12,30 h.
Estrenada por la Compañía de
profesores del I.E.S. Benicalap de
Valencia, el 10 de marzo de 2010,
en celebración del DÍA
INTERNACIONAL DE LA
MUJER
Eurípides
(485 - 406 a. C.)
Compañía de profesores del I.E.S. Benicalap
Reparto:
POSEIDÓN, dios del mar: Miguel Ángel Ávila
ATENEA, diosa de la sabiduría y de la guerra:
Amparo Pereda
HÉCUBA, reina de Troya y esposa de Príamo:
Concha San José
CORO de mujeres troyanas cautivas:
MUJER 1: Mª Ángeles Gastaldo
MUJER 2: Ana Lozano
MUJER 3: Mª Jesús Fontano
MUJER 4: Mercè Amer
MUJER 5: Mª Luz Gómez
MUJER 6: Eva Céspedes
CASANDRA, hija de Hécuba y sibila de Cumas:
Amparo Martínez
TALTIBIO, soldado y mensajero de los griegos:
Álex Gironés
SOLDADO GRIEGO 1: Juan Quílez
SOLDADO GRIEGO 2: Pepe Bellés
ANDRÓMACA, viuda de Héctor: Carmen López
MENELAO, rey de Esparta y esposo de Helena:
Emilio Tadeo
HELENA, causa de la guerra, esposa de Menelao
raptada por Paris: Leonor Martínez
Presentación: Josep Belda
Efectos audiovisuales: José Antonio Cano
Diseño gráfico: Angus Iglesias
Sinopsis:
Años antes de que la acción de la tragedia
se iniciara, se suscitó un enfrentamiento
entre Atenea, diosa de la sabiduría, Hera,
diosa principal de los griegos, de la
naturaleza y del matrimonio, casada con
Zeus, y Afrodita, diosa de la belleza y de la
fecundidad, e hija de Zeus. El conflicto entre
las tres Gracias se suscitó al dilucidar quién
de ellas era la más bella, y Paris, hijo de
Hécuba y de Príamo –últimos reyes
troyanos- fue el juez; debía elegir a la más
bella entregándole una manzana. Paris eligió
a Afrodita, pero la decisión que llenó de
gozo a Afrodita provocó el odio y el afán de
venganza, dirigidos contra Paris, de Atenea y
Hera: estas diosas hicieron que Paris, en un
viaje a Esparta se enamorara de Helena,
esposa de su anfitrión, Menelao, rey de esa
ciudad griega, y la raptara.
Menelao se vengó ferozmente: asedió
Troya, entró en la ciudad dentro de un
caballo de madera (similar al de nuestras
fallas) que los helenos habían dejado a las
puertas de Troya como aparente regalo, mató
en combate a Paris, hizo partir a Eneas, que
más tarde fundaría Roma, provocó la
muerte de Príamo, rey de Troya, y de
Héctor, otro de sus hijos, y ordenó el
incendio y destrucción de Troya.
Y en este punto comienza Las troyanas
y se llega al clímax de la tragedia, porque
lo que dictan los dioses es inevitable.
Hécuba, viuda ya de Príamo, se desgarrará
horrorizada por las desgracias que acosan a
su familia: la esclavitud, la violación, la
locura o la muerte ignominiosa de sus
hijos, sus hijas y sus nietos. Pero Hécuba
no está sóla sino acompañada por un coro
de numerosas mujeres que lamentarán los
desastres del odio, de la violencia y de la
guerra, porque suelen ser las mujeres las
que más sufren las consecuencias de las
faltas de acuerdo y de cordura. Y con ellas
sufrimos todos los espectadores, en un
hermoso, vivificador y catártico ejercicio
de identificación, maldiciendo de esa
violencia y anhelando la convivencia feliz
y la paz.
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