LA REINA DEL BRASIL Marisa Monte es la heredera de una rica tradición musical. Sus discos fueron de culto y hoy vendem milliones. Pero ella cultiva el perfil bajo y dice que "está loca por volver a Buenos Aires" Ana Paula Pérez Viva / La revista de Clarin / 27/08/2006 No parece. Pero esa recién llegada, alta y delgada, es hoy la mayor artista de la poderosísima música brasileña. Lo saben todos los que almuerzan en el restaurancito, reducto de gente cool en exclusivo barrio Pedra da Gavea, en Rio de Janeiro. Lo saben las mozas del restaurancito. Y lo sabe el taxista que subió el volumen de la radio cuando sonaba su voz, mientras rodeaba el palmar del Jardín Botánico. La ciudad maravillosa tiene en esta chica de pálida languidez, de largo, ondulado cabello negro y pose de camafeo, su preciada joya. Esa de modos leves y de simpleza artesanal es Marisa Monte. O MM, como tituló su primer disco en 1989. Grabado en vivo, el CD concentró en ella los focos y confirmó masivamente lo que ya sabían quienes lá escuchaban en los pubs de Rio de Janeiro, la ciudad donde había nacido 22 años antes, y en los que tocaba desde adolescente. Hija de un ingeniero que llegó a dirigir la tradicional scola do samba Velha Guarda da Portela y de una mamá que le regaló una batería cuando tenía apenas 9, Marisa empezó a componer siendo una nena. Estudió guitarra y canto e ingresó la Escuela Nacional de Música. "En el colegio había empezado a hacer teatro y cuando decidieron montar un musical me dieron un buen papel. A partir de ahí, y de una grabación casera, empezaron los shows". La potencia de su voz, su despliegue escénico y el cuidadísimo repertorio anunciaban una nueva estrella en el cargado cosmos musical del Brasil. Educada en el canto lírico -que perfeccionó durante un año en Italia al alcanzar la mayoría de edad-, a MM le gusta repetir una frase de María Callas: "Para cantar hay que saber escuchar". y en su casa se escuchaba - como en cualquiera del Brasil, donde casi el 80% de la música que se compra es nacional- mucha música popular. "Mis primeros discos de vinilo eran coloridos con historias y músicas". Después de años de enloquecer a los padres pidiendo los hits que sonaban en la radio comenzó a comprarse sus propios discos. "En casa había todo el samba, mucho jazz y clásicos: Satie, Debussy ... Pero no había escuchado a los Rolling Stones. Tenía trece, catorce años y fuí a los clásicos como Let it be, de los Beatles. A los 15 compraba mucho pop, como Steve Wonder". Y ya para entonces, también muchísima música antigua brasileña que estaba fuera de catálogo. "Iba a las ferias de discos viejos en busca de los cantores que se escuchaban en los salones en los '30 y '40". Esa devoción que la inclina ante los nombres de los antiguos sambistas y la llevó a grabar su flamante Universo ao meu redor (lanzado en simultáneo con Infinito Particular, volveremos al asunto), su disco de viejas-ajenas y propias-nuevas sambas. O, como explica de su puño en la contratapa, es un disco enfocado "más que en el samba, en la atmósfera del samba", el aire que respira desde niña. "Por papá conocí en casa a los grandes sambistas y, como él, participaba mucho del carnaval. Pero no me interesa nada la industria del carnaval ni todo el exhibicionismo. En los años '20, '30 eran agrupaciones de vecinos. Después vinieron los desfiles, la competencia y luego se volvió una industria. La comunidad se distanció mucho y se perdió el espíritu que las animaba. Ahora que las integran miles de personas, las escolas son todas parecidas, perdieron sus características propias, su esencia. Las veces que desfilé lo hice para Velha Guarda porque ellos intentan preservar el mismo ánimo de los comienzos, la pureza, un sentimiento profundo, que me emociona mucho". No es la primera vez que dice que pocas cosas la emocionan más. Entre esas otras "pocas cosas" están Roberto Carlos, muchos libros, el cine ... y muy precisamente "el concierto a dos pianos de Nelson Freire y Martha Argerich que escuché por primera vez de adolescente y me abrió la ventana hacia otro mundo ... tan ... conmovedor ... " Ahora, esa chica que los comensales miran al descuido, como si fuera una más entre esa reunión espontánea a la hora luminosa del almuerzo, se sonríe. Así vestida, esa chica no parece carioca. Tiene un vestido escotado, de género vaporoso, de fondo negro y flores pequeñas blancas y azules, sobre un jean de gris gastado y botamangas amplias. Unas sandalias acharoladas de altísima plataforma, con medias negras, un collarcito mínimo de cuentas rojas, las uñas perfectas llevadas al mismo rojo intenso del lápiz labial. Viste de manera personal desde cuando empezó a coser su propia ropa con Livia y Leticia, sus dos hermanas ("No tuve grandes crisis de adolescencia, pero tampo me asimilé nunca al patrón: no me gustaban los shoppings ni la playa") y llegó a tener en Lapa, el barrio de la bohemia y la prostitución, un exitoso negocio de accesorios diseñados por ella. La carterita de retazos multicolores con el maquillaje debe ser una de aquellas creaciones. Suele usarlas todavía. Curva los hombros hacia adelante, enfatiza con las manos sus opiniones, cruza las piernas en el clásico ademán de los delgados y habla con una voz ligeramente ronca, baja, suave, que cuesta asimilar a su impecable versión discográfica. En este comedor del Instituto Moreira-Salles (dedicado a la preservación musical y fotográfica del Brasil, donado y sostenido por la familia millonaria de Walter Salles, el director de Estación Central) Marisa suele pasar horas. "Es un lugar increíble donde paso el tiempo sólo escuchando, concentrándome en el repertorio. Muchas cosas son clásicas y conocidas, pero hay maravillas de la pre bossa nova". Su obsesión es la palabra, "el gran instrumento de nuestra música", define. "El intenso contacto del público brasileño con la poesía es a través de su música. Hay una enorme tradición de grandes poetas que se expresan a través de la música: Chico Buarque, Vinicius de Moraes ... Esa es la tradición que ahora expresan Arnaldo (Antunes) y Adriana (Calcanhoto), entre muchos otros". No lo dice, pero ella misma es una gran compositora. "Yo busco que los instrumentos, las mezclas, los arreglos, el trabajo en el estudio, todo potencie la poesía, el sentimiento de lo que estoy cantando". Ungida por la crítica como la sucesora de las enormes Elis Regina, Gal Costa y Maria Bethania, Monte trasciende el corset que encerró a las mujeres en el canto. Ella no pierde oportunidad de machacar con que su música es femenina. "Viniendo de una casa donde éramos todas mujeres me encontré trabajando entre hombres. Pero rodeada por ellos compongo un discurso exclusivamente femenino. No pensamos ni expresamos igual las relaciones, el mundo, la vida". La esperanza que la declaración convoque a muchas nenas a dedicarse a la música: "Hay vocalistas, es cierto, pero no hay letristas, instrumentistas ni técnicas de sonido ... el cine, la literatura ... hasta la música clásica tiene más mujeres que la música popular!". Ella inscribe su filiación en la amplia familia de los artistas "que dicen bien y piensan bien". Veamos: "Valoro la naturalidad del canto que articula ideas. Me gustan los artistas que jamás son autocomplacientes y que asumen las consecuencias de buscar y dar lo mejor de ellos". Esa obsesión por el detalle ha llevado a algunos a rotular de "calculada" su música. "Odio los estereotipos. Hasta me llamaron La musa de la bassa nava. Obrigado, adoro la bossa, ¡pero no hago bossa! Mi música tiene samba, rock and roll, clásica, electrónica, pop, funk ... y que así y todo es posible englobarla dentro dela música que se hace hoy en el Brasil." Una música personal y brasileña de gran repercusión extramuros. La gira de sus dos discos la llevará por todo el país, por Europa y los Estados Unidos ... "Tan lejos como mi voz me lleve". A no desesperar. Su voz la traerá a Buenos Aires para marzo de 2007. "¡Estoy loca por volver!". Fue la capital argentina su bautismo hispanoamericano y desde hace un lustro, sus modesta tropa de admiradores suma nuevas, fervorosas, voluntades. Puede que la próxima visita reponga en las bateas locales sus viejos discos: Mais (1991), el bellísimo Verde anil amarelo cor de rosa e carvao (1994), Barulinho Bom (1996) y Memórias, crônicas e declarações de amor (2000). De Tribalistas para acá (el boom que hizo con Carlinhos Brown y Arnaldo Antunes, sus más estrechos socios artísticos) es fácil conseguirlos. Fue justamente durante la grabación de Tribalistas que quedó embarazada de Mano Wladimir, que cumplirá cuatro años en diciembre. Tan celosa de su independencia artística (no acepta que su música sea incluida en compilaciones) como de su vida personal, Marisa sólo da algunas entrevistas cuando sale de gira y siente que tiene algo que decir. Jamás aparece en las revistas con su familia. Sin embargo, se sabe que está casada con Pedro Bernardes (arquitecto, como sus célebres padre y abuelo), dieciseis años menor que ella. Músico también, Pedro construyó una cuna para que el bebé saque notas de los barrotes. "En casa cantamos para todo. Cuando va a comer, a salir, a jugar ... a él se le pegó esa costumbre así que anuncia con cantos lo que esta haciendo o por hacer. Hace poco estaba llorando, llorando, llorando. Como el berrinche no paraba le propuse 'Mano cantá eso que estás llorando'. El empezó a cantar y se fue calmando. Para cantar hay que respirar profundo -se llena los pulmones de aire- ... y eso ya es bueno". El parloteo del bebé aparece en Levante, quizá la mejor canción de su flamante Infinito Particular. "Produje el disco en casa y un día que él estaba por ahí lo grabé. La canción habla de la pureza y no hay nada más puro que un chico." Rio, otra canción del CD, sí le está dedicada. "Estaba con él, fuera de la ciudad, y escuchábamos el río. Comencé la melodía y un día que vino llorando porque se había golpeado la terminé. Yo lo consolaba como cualquier madre: 'Ya va a pasar"' ... dice con suavidad y pasa los dedos largos sobre la otra mano con el ademán atávico del sana sana. "Escucha el barullo del río, hijo mío Déjate arrullar por el sonido Las hojas que caen en el río, hijo mío terminan en las aguas del mar Cuando mañana por acaso te falte una alegría en el corazón recuerda el sonido de estas aguas Hace de este río tu oración Recuerda hijo mío, pasó, pasará Esta certeza la experiencia nos da que va a llover cuando el sol se canse para que las flores no falten jamás."