Conversación con Oscar Castro Neves Guitarrista emérito, compositor, arreglador, productor, Oscar Casto Neves lo sabe todo sobre la música. Vino al mundo bien acompañado: nació el 15 de mayo de 1940, trillizo, en Rio de Janeiro, en una familia en la que todos tocaban algún instrumento. Tenía 16 años cuando compuso “Chora tua tristeza”, su primer gran éxito. Poco después, en compañía de Antonio Carlos Jobim, João Gilberto, Carlos Lyra, Roberto Menescal y tantos otros artistas de una generación excepcional, se convirtió en uno de los creadores de la Bossa Nova, movimiento que todavía hoy deleita a sus innúmeros amantes en todo el mundo. Oscar tuvo una notable participación en el primer concierto de bossa nova en los Estados Unidos, realizado el 22 de noviembre de 1962, en el Carnegie Hall, en Nueva York. Desde entonces se consolidó como un artífice de la apertura del mercado norteamericano a la música brasileña. Hizo giras con Dizzy Gillespie, Stan Getz, Lalo Schifrin, Laurindo de Almeida y grabó con Quincy Jones, Ella Fitzgerald, Herbie Hancock, Barbra Streisand, Paul Winter, Dave Grusin, Toots Thielemans, Harry Belafonte y hasta con Michael Jackson. En 1971, se reunió con Sergio Mendes y, como guitarrista, director musical y a veces coproductor, grabó más de 15 discos con Brazil 66, grupo con el que se presentó en casi todas las grandes salas del circuito internacional. 8 Con “Soul of Tango”, que produjo en 1999, para el violoncelista Yo-Yo Ma, Oscar alcanzó un inmenso éxito popular y terminó premiado con el Grammy en la categoría “best classical crossover”. Otra grabación,“Leaning into the night” con el guitarrista Ottmar Liebert, se mantuvo en los ranking de la Billboard Classical Crossover durante más de un año. Compuso y orquestó la música de varias películas, entre ellas “Blame it on Rio”,“Gabriela” (con música de Jobim), “LA Story”,“He said, she said” y “Larger than life”. Durante seis años, produjo la noite brasileira en Hollywood Bowl, en Los Angeles. Entre sus créditos más recientes, se encuentra la banda sonora de la serie “Watching Ellie” para la cadena de televisión NBC. Este extraordinario bagaje musical asegura a Oscar Castro Neves la admiración del público y los aplausos de la crítica, que destacan su sofisticada concepción armónica y la textura delicada y rica de sus trabajos para orquesta. Pero todo esto es poco para definir al hombre. En él, lo que más impresiona es la dimensión humana, la alegría de vivir, la delicadeza con todos y la cálida devoción a su familia y amigos. Oscar es, en fin, una maravillosa persona. Soy su fan desde niño y tuve el enorme placer de organizar la conversación registrada a continuación, que contó también con la participación de Sergio Mielniczenko. Embajador José Vicente Pimentel 10 Me acuerdo de que iba a la casa de Tom y me quedaba totalmente extasiado con su modo de hacer las cosas, con su economía armónica, con su precisión. Sin exagerar, cuando volvía a casa y me tomaba la temperatura, tenía fiebre, de tan encantado, de tan excitado. JPV – Oscar, cuénteme, para empezar, cómo compuso usted “Chora tua tristeza”, su primer gran éxito. OCN – Compuse “Chora tua tristeza” en una combi de transporte público, jugando con intervalos. Llegué a casa corriendo y tomé la guitarra, para poder tocar la armonía que tenía en el oído desde que me había sentado en la combi. Quien le puso letra fue Luvercy Fiorini, un arquitecto, buen amigo, mi socio también en “Menina feia”. En la misma época, compuse otra música con Ronaldo Bôscoli, llamada “Não faz assim”, grabada por los “Garotos da Lua”, aquel grupo del que participó João Gilberto. JPV – Era la segunda mitad de los 50 y Brasil vivía una etapa risueña, Juscelino Kubistchek, elegido Presidente, prometía 50 años de desarrollo en sus 5 años de mandato. Es en este clima de optimismo cuando nació la bossa nova, de la cual usted es socio fundador... OCN – Era un Brasil feliz, había esperanza en el aire. Esta atmósfera generaba cierta naiveté. La bossa nova es naïve, con barquito, sol y mar, toda aquella ilusión, perdí a la novia pero la conquisto de nuevo mañana ... La bossa nova nació y se impuso en el mundo por un conjunto de factores. Primero por la calidad de la música, producida por músicos maravillosos, pero también por el clima favorable del país y por la espontaneidad que existía. Hacíamos la música que nos apasionaba. Esa música, que llamo samba urbano, la hacían un grupo de chicos y chicas de clase media que vivían en la zona Sur y que tocaba guitarra. Terminamos siendo todos grandes amigos. JPV – ¿Qué tipo de música oía usted en aquella época? OCN – Oía de todo. A los 14 años descubrí el jazz, la parte armónica que enriquece el jazz. Oía a Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Stan Getz, de los guitarristas me acuerdo de Barney Kessel. En mi casa, se oía también mucho a Bach, Stravinsky, a los impresionistas Debussy y Ravel. Desarrollé naturalmente un oído armónico. Al tocar con mis hermanos en casa, y nos la pasábamos tocando, queríamos hacer que la parte armónica resultase más rica. De repente, descubrimos que había otros que querían lo mismo, personas del nivel de Jobim, de Menescal. JPV – En los años 30, según cuentan João Máximo y Carlos Didier en su excelente biografía de Noel Rosa (*), había un grupo que se reunía en Vila Isabel y que hizo mucho samba. A fines de los 50, había un nuevo grupo en Copacabana ... OCN – Exacto, era un grupo en el que prevalecía una unión, una camaradería que tal vez no tenga ambiente para reproducirse hoy en día, porque la música se transformó en business, se convirtió en industria, creció tanto que las personas se aislaron en compartimientos estancos. En aquella época, no. ¿Sabes cómo conocí a Tom? Mis hermanos y yo teníamos un grupo,“Los hermanos Castro Neves”. Un buen día, Mário, mi hermano mayor, tomó el teléfono y llamó a Tom.“Tom, te habla Mário Castro Neves”.“Ah, de los hermanos Castro Neves, los conozco. Bien. ¿Qué deseas?”“Tenemos aquí en el garage un pianito, estamos componiendo canciones, no querrías venir a tomarte una cerveza, charlar un rato?” Yo, de este lado, oí que Tom le gritaba a la mujer: “Teresa, ¿tenemos algo esta noche? ¿No?” . Y hablando de nuevo con Mário:“Mira, voy a tomar un taxi y dentro un rato estoy allí”. Y así fue, tomó cerveza, oyó, tocó y así se inició una amistad que duró para siempre. Yo tenía 16 y Tom 30, la diferencia era grande. Me acuerdo de que iba a la casa de Tom y me quedaba totalmente extasiado con su modo de hacer las cosas, con su 11 economía armónica, con su precisión. Sin exagerar, cuando volvía a casa y me tomaba la temperatura, tenía fiebre, de tan encantado, de tan excitado. JPV – Ya en aquel entonces, Tom era la gran figura, ¿verdad? OCN – Tom era grande. TodoTom. No sólo el Tom compositor, no sólo el Tom pianista, sino también el Tom carismático, el Tom narrador de historias, el Tom que sabía el nombre de todos los pájaros, de todos los peces, Tom todo era realmente un tipo fascinante. Eran tiempos de gran solidaridad. Estábamos siempre tocando la música de los otros, no sólo las nuestras.“Esta es la última de Menescal, Tom”, y a Tom le parecía lo máximo. Me imagino en sueños que tal vez el movimiento impresionista fue así. Baudelaire era amigo de Debussy, que era amigo de Ravel, y así nos pasaba a nosotros. JPV – Había también grandes personajes femeninos. Nara Leão, por ejemplo. OCN – Nara, ante todo, era un encanto. Jovencita, estaba de novia con Ronaldo Bôscoli. Los padres, Jairo y Tinoca, tenían un departamento maravilloso, con un living enorme frente a la playa. La moda eran fiestitas para bailar. En nuestras reuniones nadie bailaba, tomábamos la guitarra y nos quedábamos cantando hasta el amanecer. La casa de Nara era perfecta para eso, estaban siempre dispuestos a recibirnos. Por eso, cuando alguien preguntaba:“¿A dónde vamos hoy?”, la mayoría de las veces la respuesta era:“Vamos a la casa de Nara”. JPV – El estilo de Nara era inconfundible y el repertorio, primoroso. OCN – Tú tomas cualquier disco de Nara, y el repertorio es maravilloso. Y ella era un bombón. Sentí una gran 12 tristeza, años atrás, cuando fui a tocar a Brasil, en el Free Jazz. Tocar en casa es otra cosa, es un placer, y al mismo tiempo, algo muy peligroso. Tocar en el Carnegie Hall no presenta problema, pero tocar en Brasil, tocar en casa, es ahí cuando se aspira a lo mejor. Fui con una banda excelente, de primera línea, pero estaba preocupado. Nara me había mandado un telegrama,“no puedo ir, un gran cariño”. La llamé,“qué pena que no vengas, me gustaría tanto”, le dejé un abrazo y ahí quedó. Ella no me había dicho nada, pero ya estaba ingresando al hospital; un mes después, moriría. Si lo hubiera sabido, habría hecho un esfuerzo mayor por verla. Hasta el día de hoy siento tristeza, pero no sabía nada, me dije “la veo a Nara después”. Y no la vi. JPV – ¿Cuándo se dieron cuenta de que la bossa nova podría llegar a ser algo importante? OCN – Tom ya era Tom, pero nosotros estábamos allí básicamente para divertirnos. No se barajaba la hipótesis de tener éxito. Había un fotógrafo, Francisco Pereira, que tenía un grabador muy bueno. Era una cosa fascinante ir a su casa para grabar. João Gilberto iba siempre. En esa época, un buen grabador era una novedad. Un día, en la casa de Chico, tomé la guitarra y canté ”Chora tua tristeza”. Alaíde Costa, que también estaba allí, me pidió que la cantara de nuevo, dijo que estaba haciendo un disco y, para mi sorpresa, me preguntó si podía grabar la música. Nunca me había sucedido que alguien quisiera grabar eso. Yo ni sabía escribir música ... Corrí emocionado a la casa de Carlos Lyra, la madre de Carlitos era buena en solfeo. Canté la melodía, ella escribió las notas, le puse la armonía y se la di a Nelsinho do Trombone para hacer el arreglo. Quince días después, me llamaron del estudio. Cuando oí todas aquellas cuerdas, fue una emoción. ¡Oír mi canción orquestada! JPV – ¿Cuántos años tenía cuando compuso esa canción? OCN – Dieciséis, más o menos. Poco tiempo después de haber salido el disco, me desperté una mañana y oí al lechero, que pasaba por debajo de mi ventana, cantando la canción. Corrí a la calle, en pijama, y le grité “Muchacho, esa canción es mía”. El tipo me miró como si yo estuviera loco, y me dijo “lo sé, lo sé” y se fue disimuladamente. En poco tiempo, “Chora tua tristeza” tenía 50 grabaciones distintas. Agostinho dos Santos, Maysa, todo el mundo la grabó. No vi un peso, pero no importa. JPV – Con “Desafinado” y “Chega de saudade” João Gilberto causaría el impacto decisivo, ¿no? OCN – Ah, fue así. Como se dice en inglés, João Gilberto single handedly inventó la batida de la bossa nova. El samba es un composite, una amalgama de varios instrumentos de percusión. João tomó ese conjunto y decantó, expresión que me gusta usar, decantó la esencia del ritmo, hizo una cosa simple que se convirtió en algo mágico cuando le agregó su voz. El primer ingrediente de la receta es el ritmo decantado, que él inventó. El segundo, el equilibrio entre la voz y la guitarra. La guitarra era un instrumento perfecto porque, más delicado que el piano, podía integrarse al volumen de la voz de João. La nota que él emitía complementaba al acorde. El canta una nota y establece el balanceo, el equilibrio de esa nota con la guitarra, de manera que, cuando cambia la armonía, el resultado es armónico. Por ejemplo, en esta nota (emite una nota vocalmente y la acompaña con la guitarra) el equilibrio es tan bueno que usted percibe todos los cambios armónicos. João dominó eso. La primera vez que lo oí, tuve la sensación de que se abría una ventana. Desde entonces la música nunca más sería la misma. João tenía el talento y la convicción personal, influyó en todo el mundo. Estoy seguro de que mi música no sería la misma si no hubiese existido João. No sólo yo, sino también Tom, Menescal, Carlinhos. JPV – Qué grupo aquel: Tom, João Gilberto, usted y también Roberto Menescal, Carlos Lyra ... ¿Cómo conoció usted a Menescal? OCN – Menescal cuenta una historia que me avergüenza pero que es excelente. El también llegó al garage de mi casa por invitación de Mario. Yo trabajaba en la Caixa Econômica, volví y encontré a mi hermano tocando con un sujeto que nunca había aparecido por ahí. Todavía de traje y corbata, loco por tocar, le saqué la guitarra de las manos a Menescal, sin decirle palabra ... No recuerdo nada de eso, pero cuando le pregunto a Menescal si lo hice, afirma:“sí”.Fue así como nos conocimos. Yo lo quiero muchísimo a Menescal, es una persona finísima, además de ser un compositor imprescindible en la escena de la bossa nova. Carllinhos Lyra, también. El song book de Carlinhos es de una calidad sin par. JPV – La primera e histórica grabación de bossa nova fue de Elizeth Cardoso, en el long play “Canção do Amor Demais”... OCN – Fue la única vez que João Gilberto acompañó con su guitarra a alguien, en una grabación. JPV – ... pero en la época lo que tenía éxito era la música para el mal de amores, en lo oscuro de una boate. Ruy Castro, en su nuevo libro “A onda que se ergueu no mar” (*) (La ola que se levantó en el mar) tiene una ocurrencia genial: la bossa nova sacó a la música brasileña de la boite y la abrió al mar. OCN – Muy buena. Música de boate, porque era música de adultos, mientras la bossa nova era una música de jóvenes que no tenían edad para ir a los night clubs. Yo frecuentaba un nignt club disfrazado. Iba al Little Club, un bar de jazz en el Beco das Garrafas, para ver a Dolores Duran. Cuando la policía aparecía, el pianista de la casa salía y yo me sentaba al piano. Nadie pedía la identidad del pianista. Cuando se iba la policía, El samba es un composite, una amalgama de varios instrumentos de percusión. João tomó ese conjunto y decantó, expresión que me gusta usar, decantó la esencia del ritmo, hizo una cosa simple que se convirtió en algo mágico cuando le agregó su voz. 13 volvía el pianista y yo me sentaba a la mesa de nuevo. Ni bebía, iba exclusivamente para ver a Dolores. Estábamos interesados en la música. No queríamos nada más. Lo bueno era la música. Fue en esa época cuando le dije a mi madre que no iba a ser médico, que iba a ser músico. Creamos una academia de música en una casa que Carlinhos arregló con un amigo y los tres, él, Menescal y yo, cada uno en una salita, dábamos clases de guitarra. Además, yo tenía un grupito de danza. Empecé a mantenerme con lo que ganaba en las fiestas. Tocábamos de todo: bolero, rock´n roll italiano ... JPV – Mientras tanto, la bossa nova empezaba a popularizarse. Nació en Rio, pero parecía que, de norte a sur, los brasileños estaban preparados para recibirla ... OCN – ... y los músicos americanos también. A esas alturas, Herbie Mann ya había ido a grabar a Brasil, Paul Winter había terminado una tournée patrocinada por el Departamento de Estado (de los EE.UU), descubría la bossa nova y terminaría quedándose por 6 meses en Brasil. Winter grabó con Luisinho Eça, con Menescal y ahí se fue armando la cosa. Un disc jockey llamado Felix Grant llevó a Washington varios discos de bossa nova, los puso en el aire y empezó a dispersar el “gospel” de la música brasileña. JPV – Varios intérpretes americanos grabaron discos con músicas brasileñas, incluso Nat King Cole, Sarah Vaughn, Lena Horne, Sammy Davis Jr, Billy Eckstine, todos pasaron por eso. OCN – Los que entraban se enamoraban de la música brasileña. Era la música que los jazzistas querían tocar. Hay una observación interesante. Por ser una decantación de la complejidad del samba, los americanos encontraron en la bossa nova un tipo de samba que 14 podían tocar. El ritmo del samba era difícil para ellos (en esa época, hoy tocan de todo), pero la bossa nova tenía el atractivo armónico para el músico de jazz. Esto, junto con un ritmo que era reproducible, ayudó a la música a viajar. JPV – Ahí viene el disco de Stan Getz, en marzo de 1962... OCN – El que convenció a Stan Getz de hacer el disco fue Charlie Byrd, que era un guitarrista clásico, había estudiado con Segovia. A él, la bossa nova le vino como anillo al dedo.“Desafinado” , con Stan Getz, vendió una barbaridad. Getz, por otra parte, siempre fue correctísimo conmigo. JPV – Pero parece que tenía un temperamento difícil, hay varias historias. Una graciosa es esa de la grabación del disco. Stan hacía un solo y, queriendo reasegurarse, se volvía a Tom Jobim y susurraba: “How was it?”Y Tom, imperturbable:“Stan, have another scotch” OCN – Hay varias anécdotas, pero la verdad es que la grabación de “Garota de Ipanema” estalló en el mundo. Según supe, Norman Gimble no quería usar la palabra Ipanema en la versión al inglés, alegando que nadie sabría de qué se trataba. Tom se empecinó:“No Ipanema, no song”. Hoy en día, todo el mundo sabe dónde queda Ipanema. JPV – Traduttori, traditori. Son siempre un problema, pero me gusta la versión de “Insensatez”. Ruy Castro… tengo una gran admiración por Ruy Castro. El dice en el libro “Chega de saudade”(*) que João Gilberto inventó la batida para cantar las músicas que le gustaban, como le gustaba. Ruy Castro está haciendo algo parecido, encontró un modo de contar la vida de las personas que quiere – por otra parte, no sólo él, sino también João Gilberto, Tom Jobim, Garrincha, Nelson Rodrigues…Ruy Castro considera a Gene Lees como el mejor letrista americano de bossa nova. OCN – Gene Lees es canadiense, vive en Ojay. Trabajaba mucho con Tom. Me encanta conversar con Gene, es muy leído, vivió en París. La primera letra suya para una canción de Tom, en verdad la primera versión que hizo en la vida, fue “Samba do Avião” . Gene me contó que estaba en el hospital, en Brasil, con la pierna fracturada y le escribió a Tom, a quien había conocido en Rio. Gene Lees había llegado a Brasil con Paul Winter en el 61. Era supervisor de la tournée patrocinada por el Departametno de Estado. Según Gene, al final de la gira, le pidieron que fuese al Departamento de Estado a rendir cuentas. El se presentó con una caja de zapatos llena de recibos y la tiró sobre la mesa del funcionario... El también era un muchacho por aquella época JPV – El éxito de Stan Getz y Charlie Byrd con “Desafinado” abrió camino para el Concierto de Carnegie Hall. OCN – Sidney Fry, un ex marino mercante que se había enamorado de Brasil asumió el publishing de varios artistas y los invitó a hacer un concierto en Nueva York. Yo fui invitado, no por mis lindos ojos y sí porque Fry quería divulgar un disco que había grabado conmigo, llamado “Oscar Castro Neves Big Band Bossa Nova”. Pero no se podía patrocinar a todo el mundo y él se limitó a decir que incluiría en el concierto a todos lo que fueran a Nueva York. Fue ahí donde intervino Itamaraty, gracias a Dios. Al entonces jefe de la División de Difusión Cultural, Mario Dias Costa, Itamaraty le encomendó organizar el viaje del personal, consiguió los pasajes en VARIG con Rubem Berta ... y el resto es historia. Fue todo el mundo. JPV – Tom decía que “Brasil no es para pioneros”, refiriéndose a esa tendencia nuestra de hablar mal de las personas que tienen éxito. Las primeras noticias que llegaron a Brasil decían que el espectáculo había fracasado ... OCN – Pero, en los hechos, fue un éxito. Los grandes músicos americanos estaban en las primeras filas. El show tuvo una parte americana, Stan Getz tocó, la orquesta de Gary MacFarland, el Trío de Lalo Schifrin. Ahora, en 1962 no había los mixing boards que existen hoy. Teníamos tres micrófonos en el Carnegie Hall, uno para la grabación del show, otro de sonido para la platea y un tercero para la transmisión en vivo para la radio. Cada intérprete tenía una maraña de hilos y micrófonos delante. Si le agregas a esto el hecho de que la platea se quedó dos horas oyéndonos cantar solamente en Portugués, la conclusión es que la reacción fue excelente. Sucedió también que los diarios estaban de huelga y, por eso, no hubo una repercusión tan grande en la prensa especializada. JPV – Muchos salieron de Brasil mal preparados para un show de esa envergadura. Cuentan que Tom bajó del avión con un traje de tergal en aquel frío de noviembre en Nueva York ... OCN – Estuve dos días ensayando mi parte, nadie tenía acompañante. Menescal dice que sólo cantó una vez en la vida en público y fue en el Carnegie Hall. No recuerdo bien, pero creo que hubo un reportaje de cinco, seis páginas en O Cruzeiro, que era la gran revista de la época. Valdría la pena hacer una investigación para ver el texto original, que no era de los mejores,“Bossa Nova desafina en el Carnegie Hall”, en esa línea. Verás que la prensa no fue invitada. Estoy conjeturando, pero si Fry no podía pagar pasajes a todos los artistas, tampoco debe haber invitado a la prensa brasileña. JPV – El Carnegie Hall fue importante para abrir el mercado internacional. Es claro que la música brasileña ya gozaba de aceptación internacional... OCN – En Europa, la película “Orfeu do Carnaval” abrió muchas puertas, después de ganar la Palma de Oro en Cannes. En los Estados Unidos siempre hubo cierta Teníamos tres micrófonos en el Carnegie Hall, uno para la grabación del show, otro de sonido para la platea y un tercero para la transmisión en vivo para la radio. Cada intérprete tenía una maraña de hilos y micrófonos delante. 15 fascinación por Brasil, desde la época de Carmem Miranda con sus balangandãs, missangas y bananas “south of the border”. Brasil siempre tuvo carisma y la bossa nova agregaba sofisticación y talento. Tom Jobim era un músico completo, João Gilberto, aquella maravilla y había muchos otros, muchos otros talentos extraordinarios. Rápidamente el “Samba de Verão” de Marcos Valle llegó al tercer lugar en el ranking de sucesos de la Bilboard, en grabación de Walter Wanderley. JPV – Marcos Valle tenía unos veinte años en esa época ... OCN – El todavía tiene veinte años. Estuve con él hace poco y todavía tiene veinte años ... JPV – La bossa nova abrió mentes y mercados también en Brasil. OCN – Nara tomó una decisión artística muy oportuna, grabó a los compositores del morro y del nordeste, como Zé Ketty y João do Valle. Nara construyó puentes entre estilos y generaciones, hizo la relectura de aquellos creadores. Claro que en el mismo disco no podrían ir Menescal y Ronaldo Bôscoli. Pero no hubo peleas, Nara y Menescal eran amigos de la infancia. Carlinhos Lyra tenía un compromiso personal con la izquierda, era del CPC de la UNE y tenía estímulos políticos para relacionarse con la música que etiquetó como de protesta, era parte de su verdad política. Yo estaba alienado políticamente, una laguna de mi adolescencia. Sólo quería saber de música. Carlinhos era mayor que yo, no hablaba de política conmigo. El estaba comprometido, para usar el término de la época. Aquel momento en Brasil parecía mágico, de una musicalidad fantástica y de una camaradería permanente. Me gusta mirar atrás y recordar esa buena 16 vida. Era maravilloso. Mantengo mis relaciones, todos seguimos amigos, en esto es como si nada hubiese cambiado en mi vida. Me enorgullezco de ir a Brasil y sentir el cariño de estas personas. La amistad, a pesar de la distancia, continuó y me siento feliz por eso. Menescal me es muy precioso y siempre se muestra feliz de hablar conmigo. Y eso para mí es muy grato. JPV – Había hombres de negocios con la suficiente sensibilidad para creer en la nueva generación de músicos que estaba surgiendo. OCN – Aloysio de Oliveira y André Midani fueron importantísimos para la bossa nova. Aloysio había sido el líder del Bando da Lua, fue novio de Carmen Miranda y vino con ella a los EE.UU. De regreso en Brasil, se convirtió en director artístico de la Odeon y después fundó la Elenco. Aloysio impulsó la carrera de Tom Jobim como arreglador, lanzó a João Gilberto, Alaíde Costa, Elza Soares, una lista enorme de talentos comenzó profesionalmente con él. La Odeon le disputaba el mercado a Phillips, dirigida por André Midani, otro nombre esencial en la historia de la bossa nova. JPV – Después del Carnegie Hall, muchos músicos decidieron desarrollar una carrera en el exterior. OCN – Hubo un segundo concierto con el mismo grupo, en Washington, patrocinado por Roberto Campos, que era Embajador en ese entonces. Después, un montón de gente se fue. Yo tenía negocios con Sidney Fry, me quedé algún tiempo. Hice una gira muy buena a California, toqué con el Quinteto de Dizzie Gillespie, el Trío de Lalo Schifrin, el Cuarteto de Stan Getz, el Cuarteto de Laurindo de Almeida, donde estaban Bud Schank, Ray Brown y Shelley Man y mi grupo, formado por mí (en piano, no en guitarra), mi hermano Iko en el contrabajo, un baterista llamado Roberto Pontiel y el guitarrista Henry Willcox. Hoy en día uno es médico, otro abogado, el otro arquitecto mientras que yo seguí como músico. Después de esto, tuve un contrato con el Waldorf Astoria, tocaba para bailar, en el Empire Room. Había un cartel en la puerta del Waldorf Astoria: “Oscar Castro Neves, The King of Bossa Nova”. La verdad es que tocaba para bailar. Después, volví a Brasil. La verdad es que fui para separarme de mi primera mujer. Recién volví en 1967. JPV – Quiere decir que usted se quedó en Brasil cuatro años, a partir de 1963. ¿Qué hacía en ese tiempo? OCN – Me hice arreglador. Existía una grabadora, la RGE, cuyo dueño, José Scatena, estaba produciendo a una cantante paulista llamada Ana Lúcia y me invitó a hacer los arreglos. Yo nunca había escrito para orquesta, la verdad ni escribía bien música. Pedí ayuda a un amigo, que escribió una parte para fagot y me enseñó a contar con la mano para hacer el diseño rítmico. Fui a casa, escribí los arreglos y me convertí en arreglador. JPV – Hábleme de su vida a partir de 1967, en los Estados Unidos. OCN – Vine con Aloysio de Oliveira y el Cuarteo em Cy. Yo era el arreglador, el quinto em Cy. Tenía un acuerdo con el Cuarteto. Como yo escribía todo lo que ellas cantaban, retenía 1/5 del grupo, aunque no estuviese en la presentación. Digamos que ellas iban a grabar en la Globo, con orquesta y que no necesitaban de mí. Como cantaban lo que yo había escrito, yo seguía siendo el quinto em Cy. Esta relación profesional y amistosa duró años. Hasta el día de hoy nos vemos. Vinimos por primera vez a los EE.UU en el 67, junto con Marcos Valle, para hacer un guest shot en el Andy Williams Show, un programa de variedades, donde se habían presentado Caimmy y Tom. Aprovechamos e hicimos un disco para la “Reprise”, llamado “Revolución con Brasilia”, jugada de marketing de la Warner Brothers. Recién me enteré del nombre después de hecho el disco, evidentemente. El repertorio era brasileñísimo: Chico Buarque, Tom, música mía, el disco es completamente brasileño. El nombre es malo, pero el disco es muy bueno, modestia aparte. Las Cys están excelentes. Lo produjo Sonny Burk, que era el productor de Sinatra en la Reprise. Después, Brasil de nuevo. En el 68, volvimos el Cuarteto, Aloysio de Oliveira y yo, para aparecer, teóricamente, en cuatro episodios de un programa de tv que iba a estrenarse y que no funcionó, el Carol Burnett Show. Aloysio vendió la “Elenco” y se vino con nosotros. El estaba casado con Cyva, en esa época. Entonces, dos chicas se fueron para Brasil y se acabó el Cuarteto. Pero yo estaba empezando a grabar con Sérgio Mendes en estudio, y me pareció mejor quedarme. Nunca planée quedarme,“voy a quedarme para una grabación más, voy a quedarme un mes más ...” Hoy miro atrás y constato que vivo aquí hace 34 años. No salí más. Aloysio bromeaba:“Oscar, si te quedas 3 años, sientes que debes volver a Brasil; si te quedas 7 años, todavía “tienes que volver”, pero si te quedas más de 7 años, no vuelves más”. No me quedó otra. Una mitad nuestra es lo que hacemos, ¿no? Estaba bien profesionalmente, la carrera había empezado a darme alegrías. Empecé a musicalizar filmes, en Brasil había estudiado un poco de instrumentación con Moacir Santos, me perfeccioné, empecé a mostrar facetas diferentes en la profesión de músico. Fui productor de discos, director musical de shows, cuando un teléfono enmudecía, otro sonaba y alcanzaba para pagar las cuentas a fin de mes. JPV – Y ¿qué tal fue dirigir los shows brasileños en el Hollywood Bowl? OCN – Fue muy interesante, quería venderle al Hollywood Bowl la idea de un show de música brasileña y la respuesta fue:“Sólo estamos interesados si usted consigue a Mr Jobim, porque ya lo intentamos varias veces y no lo logramos”. Yo dije:“Bien, para mí es muy fácil telefonearle a Mr Jobim, sólo que no puedo obligarlo a aceptar, con él no es tan sencillo, pero puedo Empecé a musicalizar filmes, en Brasil había estudiado un poco de instrumentación con Moacir Santos, me perfeccioné, empecé a mostrar facetas diferentes en la profesión de músico. Fui productor de discos, director musical de shows, cuando un teléfono enmudecía... 17 intentarlo”. Fue precisamente en la época en que estaba produciendo los discos con Toots Thielemans, Brazil Project 1 y Brazil Project 2. El paquete era abrir el show con Toots y el repertorio de los dos proyectos, o sea, Ivan Lins, Eliane Elias, Dori Caimmy y dejar a Tom para el final. Llamé a Tom y él :“Oscar, ¿de qué se trata?¿Cuánto pagan? ¿Qué día?”, etc. Le pasé las informaciones y Tom siempre con aquella reacción (susurrando) “Ah, Oscar, no sé ...” Sólo un paréntesis, esta otra historia es buenísima. Yo estaba en Rio, haciendo “Blame it on Rio”, ëpoca en que, por otra parte, conocí a Laurie, mi mujer, cuando suena el téfono:“¿Mr.Neves? Le habla (imita a alguien hablando alemán) el director de la Sinfónica de Viena. Queríamos invitar a Mr Jobim para una actuación”. Dije lo mismo, hablar con Tom es fácil, el asunto es llegar a un acuerdo y pregunté “¿para qué fecha?”. El me dio una fecha para dentro de tres años. Lo llamé a Tom y él (imitando a Tom hablando en un susurro):“Ah, Oscar, tú estás bromeando. No sé ni qué voy a hacer mañana, vaya a saber dónde estaré dentro de tres años. Conversa con el muchacho, dile que puedo llegar a ir, pero que cómo lo voy a saber?” Llamé de nuevo al alemán:“Escucha, ¿tienes alguna autoridad para dejar una fecha abierta en la estación para dentro de tres años?”. “Soy el Director, claro que la tengo”.“¿Por qué entonces no reservas un jueves y hablamos con Jobim más sobre la fecha”. Y Tom dio el concierto (risas). JPV – ¿Y al Hollywood Bowl, él vino? OCN Vino y le fue tan bien que durante 6 años produje la noche brasileña en el Hollywood Bowl. JPV – Usted ahora está escribiendo para un show de televisión.¿De qué se trata? OCN – Estoy haciendo la banda sonora para una serie de televisión, con una actriz muy conocida aquí, Julie Louise Dreyfuss, la Elaine de la serie “Seinfeld”. En el nuevo programa, cuyo productor es su marido, Brad Hock, ella hace de Ellie, un personaje que es cantante de música jazzística. Creé un excelente grupo de jazz para hacer la banda del programa y ella canta canciones que yo compuse y otras canciones brasileñas. En el primer capítulo, el del estreno de la serie, ella cantó “Summer Samba” de Marcos Valle. Su novio en la serie es guitarrista, soy yo quien toca por él en todos los capítulos del programa. Es muy divertido. JPV – En uno de los episodios, su nombre es citado con todas las letras, como sinónimo de alta calidad, de sofisticación. Es la prueba no sólo de su prestigio, sino también de la aceptación de la música brasileña en este país ... OCN – En los Estados Unidos, California y Nueva York son los focos donde la música brasileña tiene mayor prestigio. Hay un renacimiento de la bossa nova, en tanto otros artistas, como Caetano Veloso, Gilberto Gil, Milton Nascimento se convirtieron en grandes nombres del escenario conocido como world music. En California es visible la aceptación, hasta en clubes pequeños hay siempre alguien cantando “The girl from Ipanema, Summer Samba, How insensitive” y por el estilo. La música brasileña es uno de los géneros musicales ya absorbidos, es parte de la cotidianeidad californiana. Estoy de acuerdo contigo, el método más fácil de En los Estados Unidos, California y Nueva York son los focos donde la música brasileña tiene mayor prestigio. Hay un renacimiento de la bossa nova, en tanto otros artistas, como Caetano Veloso, Gilberto Gil, Milton Nascimento... 18 divulgar la cultura brasileña, ,hacer negocios y aumentar el comercio con California es utilizar la música. Aquí, y también en Europa, es muy común que las grandes compañías organicen convenciones donde la música se convierte en uno de los atractivos para los participantes y el público en general. La música se vuelve fundamental, una palanca de la convención. Toots Thielemans, por ejemplo, está siempre haciendo presentaciones en convenciones, no sólo de empresas belgas, sino también de la IBM, American Airlines, Continental Airlines. La parte musical de las convenciones es un business enorme. No veo que esto suceda, todavía, con las empresas brasileñas. Sería interesante que ellas considerasen esta posibildad. Si el vehículo es tan bueno, usémoslo. JPV – Sería oportuno, hay muchos musicómanos entre los hombres de negocios que ciertamente se sentirían atraídos por un evento en el que pudiesen ver presentaciones de buenos artistas brasileños. En California, la música brasileña es una tarjeta de presentación, está más asociada a la imagen brasileña que el café. OCN – En California, en los Estados Unidos, por cierto en todo el mundo la bossa nova se está beneficiando con dos estímulos. Uno es el revival movement, o sea, el regreso de los viejos éxitos, como eran en la bossa nova clásica y otro es el retro movement, o sea, la bossa nova con “loops”, samplings, remixes, drum machines, la bossa nova de Bossacucanova y de Bebel Gilberto. El disco de Bebel vendió muchísimo en Europa y aquí también. Fui a verla en San Diego: ¡lleno!. Bebel me dijo:“Aquí hay gente mucho más joven que yo”. JPV – Oscar, y ¿cómo anda su nuevo disco? OCN – Estoy preparando dos. Uno está en el cajón todavía, y el otro es muy simple, despojado, un poco desfachatado, pues incluso canto. JPV – ¿Es el primero en que usted canta? OCN – Sí. No me considero un cantor, pero me gusta cantar algunas canciones, como un “trobadour” , a causa de las letras o la armonía de la música. Estoy haciendo una antología de canciones internacionales, americanas, brasileñas, italianas y cantando todo en ritmo de bossa nova. Es un disco básicamente centrado en la voz y la guitarra y, como yo toco varios instrumentos, voy a darle color a la cosa,“overdubs” y me gustaría tener uno o dos invitados, tal vez Dave Grusin, un pianista muy amigo mío, y un guitarrista llamado Charley Bisharat. Será sobre todo un disco de bossa nova, despojado y simple. Voy a cantar “Águas de Março”, voy a cantar “Les feuilles mortes”, “My foolish heart” , dicho sea de paso, el título del álbum será “My foolish heart”. Soy un romántico, “My foolish heart” es una canción muy querida, tiene una historia personal ... Elegí canciones que me gustan, estoy poniéndolas en mi tono y voy a intentar hacer algo bueno. El otro es un disco más orquestal, con aquella misma banda con la que toqué en Ojay y en el último show en Marina del Rey. En esos shows, prácticamente sólo toqué Jobim; en el disco, además de cosas de Jobim, voy a componer algunas originales. JPV – ¿Tiene idea de cuántas canciones compuso en la vida? OCN – Ah, no. Uno compone, guarda en un cajón, qué sé yo. Me debería esforzar más, pero tengo tantas facetas, compositor, guitarrista, pianista, arreglador, productor. Viajo mucho, el tiempo, la tranquilidad, la concentración para componer no siempre aparecen. Pero por lo menos no me considero un compositor esporádico, tengo el cajón lleno. Mi vida sigue así, sigo ecléctico. Soy muy feliz con la música, me da mucho. La música me da mucho más que lo yo le doy. Debería retribuirle más, debería dedicarme a la música con M mayúscula. Tal vez el año que viene ... LIBROS CITADOS: Ruy Castro, Chega de saudade. A história e as histórias da bossa nova. Companhia das Letras, 1990. Ruy Castro, A onda que se ergueu no mar. Novos mergulhos na Bossa Nova. Companhia das Letras, 2001. João Máximo e Carlos Didier, Noel Rosa. Uma biografia. Editora Universidade de Brasília, 1990. 19 Ricardo Cravo Albin MPB: la provocación Dorival Caymmi 22 La extraordinaria capacidad brasileña de incorporar, de deglutir, de rumiar las más variadas culturas –además, según mi modo de ver, la contribución más original del Brasil a la historia de las civilizaciones en este milenio- va a encontrar, justamente en nuestro cancionero, su espejo más vehemente, provocador y estimulante. Debo destacar que las músicas populares de otros países, como Alemania, Francia, Portugal, España, Rusia, Italia, toda Escandinavia y tantos otros (a excepción de los Estados Unidos, en donde el jazz se desarrolló con un vigor especial), son muchísimo más discretas, pudiendo situár selas dentro de un modesto nivel cultural. ¿Por qué? Porque les falta los ímpetus rejuvenecedores tanto del mestizaje como los de los países jóvenes. No es sólo por incorporar la palabra popular que la MPB puede exhibir, con semejante lujo, su mejor y más noble configuración sino también por la interfaz de solidaridad que propone. Y, más aún, que ésta viene concretamente realizando a lo largo de este último siglo. Algunos dirán, sin embargo, ¿no habrá una exageración de parte de los exegetas apasionados en atribuirles a un conjunto de canciones y artistas populares tal nivel de importancia sociocultural? Sí, hasta podría haberlo, si a ese conjunto que hoy en día recibe el simpático apodo de MPB le faltara un dato revitalizador llamado mestizaje. Pues siempre es útil recordar que nuestra música popular es el fruto directo – e indisociable- del encuentro interracial que culminó en el país mulato que somos. A mi modo de ver, la historia de la música popular brasileña Foto: Mario Thompson Photo: Mario Thompson de la integración Foto: Mario Thompson Cartola nace en el preciso momento en que, en una de las tantas senzalas negras (alojamientos para esclavos), los indios comienzan a acompañar las mismas palmas de los negros cautivos y los colonizadores blancos se dejan penetrar por la magia del canturreo de las negras de formas curvilíneas. Esa amalgama madurada sensual y lentamente, durante más de cuatro siglos, tendría una resultante definida hace cerca de cien años, cuando en Río se crea el choro, y cuando surgen el maxixe, el frevo y el samba. De entonces a ahora, estos últimos cien años, inaugurados tanto por la Abolición de la Esclavitud (1888) como por la Proclamación de la República (1889), asistieron a la consolidación de una revolución cultural que nos redimió: el vertiginoso ascenso y adquisición de forma de la civilización mulata en Brasil. Y con ésta, la consolidación de su hija primogénita, la más querida y la más abarcadora, la MPB. La historia de esos cien años es, también, la historia de los preconceptos y las muestras de desagrado de la cultura oficial, abroquelada en torno de la burguesía y la aristocracia oligárquica. Es necesario registrar dos excepciones a la regla 24 general del preconcepto, en especial por el hecho de que involucran a dos mujeres, que además vivían bajo el yugo de las botas de sus maridos. Me refiero a la directora y compositora Chiquinha Gonzaga, hija de un mariscal del Emperador, que tuvo el coraje de romper el matrimonio y armar su propia casa, en la cual no sólo se atrevía a enseñar piano sino también guitarra, instrumento muy mal visto en la época. Y cito también a una rara pionera: una dama culta (era caricaturista y pintora), Nair de Teffé (apodada Rian), casada con el Presidente Mariscal Hermes da Fonseca, quien tuvo igualmente el tupé de abrir el Palacio del Catete en 1912 para saraos de MPB, en los que intervenían poetas y músicos populares, como Catulo da Paixão y Anacleto Medeiros. Aun así, los muchos sufrimientos impuestos a los músicos y poetas populares llegaban hasta las propias calles de las ciudades brasileñas. Sufrimientos que –como me lo testimoniaron algunos pioneros del samba y del choro, como João da Bahiana, Pixinguinha, Donga y Heitor dos Prazeresterminaban en situaciones como ser detenidos en la calle por el pecado de cargar una guitarra,“algo típico de los vagos, de los desocupados, de la negrada”. O ser obligados a entrar por la puerta trasera del Hotel Copacabana Palace (Río) por ser músicos y “encima negros”, alrededor de los años 20, aun después de que los Ocho Batutas de Pixinguinha hubiesen viajado, y con éxito, a París, centro de la cultura y los modos insolentes de los “années folles”. En verdad, creo que recién en el siglo XIX la historia de la música popular determinaría los primeros grandes nombres de aquellos que formarían las bases de lo que hoy se considera, pomposamente, como música popular brasileña. Hay que destacar, antes que nada, que la música popular constituía una creación contemporánea al surgimiento de las ciudades. Es necesario dejar claro que la música popular sólo puede existir o florecer cuando hay pueblo. En los primeros tres siglos de colonización hubo tipos definidos de formas musicales: los cantos para las danzas rituales de los indios y las batucadas de los esclavos, la mayoría de los cuales también eran rituales. Ambos fundamentalmente a base de percusión, como tambores, atabaques, gongs, palmas, pitos, etc. Finalmente, las cantigas de los europeos colonizadores que habían nacido en los burgos mediavales de los siglos XII a XIV. Fuera de ese tipo de música, lo que preponderaba era, ciertamente, el himnario religioso católico de los sacerdotes. Se debe registrar también la música de las fanfarrias militares de los toscos ejércitos portugueses aquí establecidos, que fueron los primeros grupos orquestales oídos al aire libre en Brasil. Una música reconocible como brasileña comenzaría a aparecer cuando la interinfluencia de dichos elementos tuviese una resultante. Ello ocurrió, más claramente y con mayor configuración histórica, cuando la población de las ciudades empezó a crecer y a ocupar un espacio físico mayor. En ese cuadro geopolítico despuntaron Salvador, Recife y Río de Janeiro, las tres con fuerte influencia negra. Esa nueva población de las ciudades demandaba nuevas formas de esparcimiento, o una producción cultural. Y esa producción se hizo representar en el campo de la música popular a través de los géneros iniciales del lundú y de la modinha. El lundú –básicamente negro en su ritmo cadenciadoostentaba, al ser cantado, la simplicidad del pueblo en sus versos, describiendo casi siempre la vida cotidiana de las calles. La modinha –básicamente blanca por su forma de canción europea- exhibía versos engolados para cantarle al amor derramado a las marmóreas musas, casi siempre inalcanzables. Dentro de esta configuración, comienzan a aparecer los primeros en asumir la llamada música popular como prioridad. O sea, con la exclusividad de adoptar el compromiso de que su música fuese cantada, o tocada, o incluso bailada, fuera de los salones de la aristocracia. En las calles, en las plazas, en los quioscos musicales o en los guetos más pobres. Uno de los primerísimos personajes de la música popular dentro de dicho contexto fue Xisto Bahia, que retomó la tradición de Domingos Caldas Barbosa, cuyas modinhas irónicas, llevadas a la corte portuguesa en el siglo XVIII, se habían transformado en arias más bien pesadas cuando D. João VI llegó a Río de Janeiro en 1808, huyendo de la avalancha generada por Napoléon Bonaparte en Europa. En esa época, algunos poetas románticos comenzaron a escribir versos para ser musicalizados no sólo por músicos de escuela sino por simples guitarristas. Uno de ellos, y de los más prolíficos, fue Lagartija, apodo con el que se tornó popular el poeta Raymundo Rebello, cuyas músicas pronto ganaron las anónimas guitarras callejeras. Pienso que Xisto Bahia fue uno de los más completos compositores exclusivamente populares de los inicios de la música popular brasileña. Xisto, guitarrista, compositor y actor, empezó su carrera en Salvador, donde nació en 1842, actuando para la tímida clase media, que empezaba a esbozarse. Poco después, y ya en Río, llegó a ser coautor de Arthur Azevedo, siendo aplaudido personalmente por el emperador. Con el fin del Imperio, Xisto cayó en desgracia y murió pobre y abandonado. Tragedias, de la pobreza y del 25 olvido, que caerían como maldición sobre la gran mayoría de los notables de la música popular, a partir de ese momento. En el siglo XIX, la música que oían las elites era, en general, operetas y música liviana de salón. Los negros o los blancos mestizados de las camadas bajas, casi sin excepción, ejecutaban y oían los estribillos acompañados por sonidos de palmas y guitarras. La escasa clase media –que comenzó a incorporarse en el segundo imperio- sólo escuchaba los géneros europeos, o sea, música liviana de los salones de las elites: la polka, llegada al Brasil en 1844, el vals y también el chotis, la cuadrilla, la mazurca. Es dentro de esa realidad que aparece un rayo de luz y de invención, el mulato Joaquim da Silva Callado. El crearía el primer grupo instrumental de carácter refinadamente carioca y popular en Brasil: el choro, palabra que inicialmente designaba nada más que una reunión de músicos y sólo después el nombre de un género musical. La creación del choro representa un momento mágico de interacción de la mezcla de razas en Brasil, por ser fruto del genio y la creatividad del mulato brasileño. El nuevo género, una música estimulante, suelta y bulliciosa, se ejecutaba a base de modulaciones y de melodías tan trabajadas que exigían de sus ejecutantes competencia y talento. Y muchas veces un virtuosismo que la mayoría no poseía. A punto tal que los editores ya no querían publicar a Callado, el que no obstante llegaría a ser condecorado por el Emperador con la Orden de la Rosa (1879), muriendo tiempo más tarde a causa de una de las muchas epidemias que se propagaban en el Río de Janeiro de cien años atrás, insalubre y sin cloacas. Entre todos los pioneros, sin embargo, dos brillos individuales se destacarían de los demás: Chiquinha Gonzaga y Ernesto Nazareth. Desde 1877 hasta poco antes de su muerte, la primera gran autora de música popular del Brasil hizo 77 obras teatrales y 2.000 composiciones, entre las cuales joyas como el tango “Corta Jaca” y la modinha “Lua branca”. Chiquinha tuvo, además, coraje y tiempo para abrazar las causas más nobles de su época, como el abolicionismo, yendo muchas veces de puerta en puerta con el fin de recaudar donaciones. La revolucionaria Francisca también lanzó modas, diseñó sus propios vestidos, fumó cigarros, se convirtió en noticia, cayó en la maledicencia popular. Pero hizo de su vida un acto de pionerismo y coraje insuperables hasta hoy. 26 A pedido del grupo carnavalesco “Rosa de ouro”, Chiquinha compuso en 1889 la primera marcha carnavalesca para el carnaval, el “Abre alas”. Fue también la fundadora de la Sociedad Brasileña de Autores Teatrales (SBAT) y murió en Río a los 89 años, rodeada de un aura de mito, un icono tanto de transgresión social como de consolidación de la música popular. De tanta importancia como Chiquinha –y tal vez mayor desde una óptica estrictamente musical-, Ernesto Nazareth era hijo de una modesta familia de la pequeña clase media. Aplicado alumno de piano, lanzó el primer tango brasileño,“Brejeiro” que, en el fondo, era casi un choro. Así comenzó una carrera que lo transformaría en el compositor más original del Brasil, al decir de Mario de Andrade: es popular y erudito al mismo tiempo. Nazareth, con todo, despreciaba la música popular pero se veía obligado a tocarla en lugares plebeyos, como las antesalas de los cines, en las que, por otra parte, lo oía gente de la dimensión de Darius Milhaud, que se inspiró en él para componer algunas de sus piezas. Rui Barbosa era otro personaje famosísimo que siempre iba a oírlo en el cine Odeon. Dentro de esa línea de los primeros compositores populares para la incipiente clase media, deseo registrar a otro que considero de capital importancia: Catulo da Paixão Cearense. Su prestigio se consolidaría, de hecho, en los primeros años del siglo, con el advenimiento de las grabaciones mecánicas. El prestigio de Catulo no pararía de crecer, a través de los viejos discos de la casa Edison, en la voz del cantante Mário. Para que se tenga una idea de su influencia, él fue el primero en introducir la guitarra –instrumento entonces considerado maldito- en el antiguo Instituto Nacional de Música, en un clamoroso concierto (1908) valientemente promovido por el Maestro Alberto Nepomuceno. La composición más conocida de Catulo,“O luar do sertão” (1910, grabada por Mário para Casa Edison), es generalmente considerada como el himno nacional de los corazones brasileños. La famosa pieza le dio a su autor la gloria definitiva y también un “grave disgusto”, como llegó a confesarle al pianista e investigador de MPB Mário Cabral: una dura disputa con el guitarrista João Pernambuco, que se consideraba autor de la música, lo cual fue duramente rebatido por Catulo. Por otra parte, João Pernambuco no sólo fue un extraordinario músico sino también autor de una obra corta pero Caetano Veloso Foto: Mario Thompson interesantísima, en la cual se destaca por lo menos otro clásico, el choro “Sons de Carrilhão”. Mientras Catulo era el gran éxito en la Capital Federal del país, un Río todavía pacato y que daba los primeros pasos para modernizarse como gran ciudad (“cuando Río se sacaba de encima la modorra imperial”, según palabras de Carlos Drummond de Andrade), apareció en 1912 un niño de pantalones cortos que tocaba la flauta mejor que los adultos. Ese niño virtuoso sería el heredero de toda la tradición musical inaugurada y cultivada por Nazareth, Chiquinha, Callado, Patápio y Catulo, y también sería –según mi opinión, al menos- el estructurador y el patriarca de toda la música que vendría luego de él: Alfredo da Rocha Viana Filho, conocido como Pixinguinha. Autor de una vasta obra, entre la cual escribe una de las más célebres páginas del cancionero, Carinhoso (con versos de João de Barro, o Braguinha), Pixinguinha creó muchos grupos musicales, de los cuales se destacó Los Ocho Batutas, el 28 primero en viajar fuera de Brasil (1922, París), llevando en su equipaje el choro, el samba y el maxixe, todos ellos sazonados con lo mejor del alma brasileña mulata y traviesa. El Maestro Alfredo Viana fue también el primer músico brasileño, ya consagrado como flautista, compositor y jefe de orquesta, en hacer atrevidos arreglos orquestales para las marchitas y sambas de carnaval en plena Epoca de Oro de la MPB (década del 30). El samba iría a nacer de la música a base de percusión y palmas, producida por esos negros, y a la que se le podía dar los nombres de batucada, y hasta lundú o jongo. La palabra de origen africano (Angola o Congo), probablemente una corruptela de la palabra “semba”, puede significar ombligazo, o sea, el encuentro lascivo de los ombligos del hombre y la mujer en la danza del batuque antiguo. Puede también significar tristeza, melancolía (tal vez de la tierra africana natal, tal como los blues en los Estados Unidos). La palabara samba, por otra parte, fue publicada por primera vez (3/2/1838) por Fray Miguel do Sacramento Lopes Gama en la revista pernambucana “Carapuceiro”: el término, para entonces, sólo definía una danza más, sin mayor interés. Además de las ruedas de capoeira y de batucada, casi siempre realizadas en las calles y plazas de las inmediaciones, se hicieron famosos los festejos en las casas de las hoy célebres Tias Baianas, entre las cuales se destacaba la Tia Ciata, la mulata Hilária Batista de Almeida, entre todas la más festejada. Justamente en las casas de las Tias Baianas se registran no sólo el nacimiento del samba sino también los primeros nombres de su historia. Se puede considerar el más antiguo de todos ellos al mestizo José Luiz de Moraes, apodado Caninha porque de niño vendía trozos de caña de azúcar en el Ferrocarril Central del Brasil. Aún dentro de esa etapa heroica del nacimiento del samba debe señalarse el nombre de Heitor dos Prazeres. Nacido en plena Praça Onze, en donde también moriría, el sambista Heitor se inició, a partir de 1936, como pintor naïf, lo que lo consagraría a nivel nacional e internacional. Sus cuadros fueron mostrados en una oportunidad en Londres, recibiendo de la Reina Isabel la pregunta consagradora:“¿Quién es este pintor extraordinario?” Heitor, que sería premiado en la primera Bienal de São Paulo, pasó buena parte de su vida trabajando como ordenanza del ex Ministerio de Educación y Cultura, empleo vitalicio que le fuera concedido por el poeta Carlos Drummond, su público y confeso admirador. El samba sólo fue registrado como género musical específico cuando el cuarto de dichos pioneros, Ernesto Joaquim Maria dos Santos, conocido como Donga, hijo de Tia Amélia pero también frecuentador de las fiestas de Tia Ciata, grabó una música hecha por él y por el cronista carnavalesco del “Jornal do Brasil” Mauro de Almeida (el Pavo de los Pies Fríos), basada en un motivo popular que ambos titularon “Pelo Telefone”. A inicios de la década del 20, otro personaje muy interesante personificó el género que se estaba consolidando: José Barbosa Silva, inmortalizado en la historia del samba como Sinhô. Nacido en pleno centro carioca (Rua Riachuelo) y habiendo frecuentado desde muy niño círculos de la bohemia de la ciudad, Sinhô entró a la historia del cancionero popular como el primer sambista profesional. Su popularidad llegó a niveles tan altos que el mero apodo de “Rey del Samba” demostraba con claridad el enorme prestigio del que disfrutó entre 1920 y 1930, año en que murió. El más grande de todos los éxitos de Sinhô fue “Jura”, grabado simultáneamente por Aracy Cortes, la mayor estrella del teatro musical de los años 20 y 30, y por un joven cantante de la alta sociedad carioca, Mário Reis, lanzado a la música por Sinhô, de quien él era alumno de guitarra. En esa época, los años 20, las revistas musicales de los múltiples teatros de la Plaza Tiradentes eran el mayor centro de comunicación y divulgación de la música popular antes de la llegada de la radio. No obstante, el samba sólo quedaría definitivamente estructurado –bajo la forma como lo conocemos hoy en día- por un grupo que residía en Estácio de Sá, famoso barrio de la baja clase media carioca de la segunda mitad de la década del 20. Ese grupo de compositores, bohemios y malandras, que hibernaban de día y florecían a la noche en los bolichones “Café Apolo” y “do Compadre”, tenía por líder al compositor Ismael Silva. El grupo de Estácio entraría a la historia de la MPB como el que consolidó el ritmo y la malicia del samba urbano carioca, hasta entonces muy influenciado por el maxixe en su estructura formal, como “Pelo telefone” y casi todas las obras de Sinhô. Ismael Silva, a quien es posible atribuir la responsabilidad histórica de haber sido uno de los estructuradores del samba urbano carioca, tal como sería conocido y apreciado en los años siguientes, tiene además el mérito de haber sido el fundador de 29 30 por la ingeniosas campañas de marketing con que se los promovía, casi siempre dirigidos a la juventud. Esa figura excepcional a la que me refiero y que tuvo decisiva participación en la afirmación de una cultura nacional más vinculada a las fuentes del Brasil, fue Luiz Gonzaga. Gracias a la fuerza telúrica y al vigor vocal de Luiz Gonzaga, el baião no sólo se mantendría en los años 50 –la década del samba-canción- sino que determinaría la aparición de decenas de intérpretes y compositores, el principal de los cuales, Jackson do Pandeiro, exhibiría tal sentido rítmico para cantar côcos (género musical nordestino mucho más acelerado que el baião) que nunca fue igualado, ni antes (gente como Manezinho Araújo, Jararaca y Ratinho o Alvarenga y Ranchinho), ni después (gente como João do Vale, Alceu Valença, Xangai, Jorge do Altinho, Elomar o el muy reciente Chico César). Volviendo al éxito de Carmen Miranda en los Estados Unidos, éste antecede unos años la historia del movimiento de la bossanova en el mercado mundial, que consolida, de una vez por todas, el prestigio internacional de la MPB. Al punto de lanzar nombres como Tom Jobim, João Gilberto y Vinícius de Moraes a la estratosfera del olimpo musical del mundo. La bossa-nova estuvo además antecedida –y hasta, de cierto modo, provocada- por la embestida de los sambas-canciones que inundaron la década del 50, transformando a la MPB en un río “noir” de lágrimas, depresión y tristeza, muchas de esas canciones escritas por grandes talentos como Antônio Maria, Lupicínio Rodrigues, Dolores Duran o hasta Caymmi, Braguinha y Ary Barroso, que se destacaban de la mediocridad “noir” en que estaba sumergido el género lacrimógeno. La bossa-nova nació, hacia finales de los 50, como una reacción al proceso de paralización en que se encontraba la música popular en esa década, invadida por ritmos extranjeros, en especial los boleros, las rumbas y las canciones comerciales norteamericanas, además de los ritmos para consumo cíclico de la juventud, como el cha-cha-cha, el rock, el twist y el merengue. Había también una avalancha de versiones y de sambas-canciones brasileños, de bajo nivel, en donde la falta de talento y la vulgaridad eran elementos constantes. La bossa-nova surgiría, por lo tanto, no sólo como una reacción a ese estado de cosas, sino también como parte de la fiebre por las novedades que se abrían para el desarrollo del país. El gobierno de Juscelino Kubitschek prometía cincuenta años en Foto: Mario Thompson la primera escola de samba, la “Deixa falar” (1928), que él organizó junto con Rubem Barcelos, Bide, Baiaco, Brancura, Mano Edgar y Niltgon Bastos, inventor del tambor sordo dentro de la escola. La “Deixa falar” –que sólo saldría en los carnavales del 29, 30 y 31- tenía, tanto en la forma como en la escasez en el número de desfilantes, la estructura de los bloques carnavalescos. Las escolas de samba, en realidad, se expandieron sólo a partir de la creación de las otras dos posteriores a la Deixa Falar: la Mangueira, de Cartola, y la Portela, de Paulo da Portela y Heitor dos Prazeres, que llegaron a tomar la forma definitiva de escolas de samba. Y a aglutinar a su alrededor a sambistas relevantes, con conmovedora y permanente fidelidad a sus colores. A partir de los años 30, se registra la historia de la gloriosa saga de la radio en Brasil, inaugurada gracias al genio de Edgard Roquette Pinto (un héroe modesto y cautivante que aún en la actualidad no fue suficientemente analizado) y la grabación eléctrica (a partir de 1928) hicieron florecer la época de oro de la MPB, los años 30, en la que irrumpen talentos en los cuatro puntos cardinales del país, especialmente en el eje Río-São Paulo. De él salen para el mundo Ary Barroso y Zequinha de Abreu y, especialmente, Carmen Miranda, una hoguera tropical que hizo crepitar al Hollywood juicioso y duramente estandarizado de los años 40. Fue exactamente en 1945 –como saludando el fin del conflicto bélico- que surgió una figura de rara importancia en el cancionero popular, y que iría a sustentar el ritmo y los orígenes brasileños durante los años de crisis para la MPB que indirectamente traería el fin de la guerra: la avalancha de canciones norteamericanas o las importadas por los Estados Unidas y “descargadas” sobre todo el mundo, sobre todo en Brasil. El fenómeno, por otra parte, es de fácil comprensión cuando se analiza el hecho de que los Estados Unidos salieron de la Segunda Guerra Mundial como país victorioso y en etapa de expansión mundial, propulsada por la exportación internacional masiva de su poderoso aparato industrial, detrás del cual venía la industria de la diversión. La industria del esparcimiento representaba la consolidación cultural norteamericana en el mundo: las películas, los discos y la música popular, y las modas que imponían, aún más seductoras cinco, y comenzaba a construir Brasilia, a abrir rutas y a implantar parques para la industria pesada. Brasil vivía un clima de euforia en los 3 últimos años de la década del 50, del cual saldrían también movimientos renovadores en las demás ramas del arte: en el cine, el comienzo del llamado cinema novo; en la poesía, los poetas concretistas; en la música erudita, los decafonistas; en las artes plásticas, la nueva figuración. En música popular, ese proceso general de renovación encontraría su camino con la bossa-nova. Históricamente, es posible determinar la aparición formal de la bossa-nova en el año 1958, cuando se juntaron tres personajes en tres sectores diferentes de la creación musical: João Gilberto –el ritmo-, Antonio Carlos Jobim –la melodía y la armonía-, y Vinícius de Moraes –la letra-. El más importante de ellos (para la bossa-nova, que quede claro), João Gilberto, era un guitarrista bahiano que traía dentro de su guitarra toda la malicia, la pachorra y hasta la languidez perezosa de su tierra. El fue el creador del ritmo de la bossa-nova, con una manera diferente y poco usual de tocar la guitarra, dándole al ritmo un sabor de samba más lento, más tierno, o más “aguado” –como 32 decían irónicamente algunos de los verdugos del nuevo movimiento-. El primer encuentro de los tres mosqueteros de la bossa-nova (abril, 1958) se daría en el LP “Canção de amor demais”, en el que la cantante Elizeth Cardoso interpretaba doce canciones de la nueva dupla, Vinícius y Tom. En dos de esos números aparecía la guitarra de João Gilberto, el principal de los cuales era el samba titulado “Chega de saudade” (el otro era “Outra vez”). La historia de los festivales de los años 60 es cuna de estrellas incandescentes como Chico Buarque, Edu Lobo, Milton Nascimento, Caetano, Gil, Ivan Lins, Gonzaguinha, João Bosco, todos alineados –yo hasta diría estimulados- para luchar mejor contra la estupidez de la censura oficial, aplastante e intolerable entre 1968 y 1985, a pesar de haber comenzado a hacerse sentir ya a partir de 1964. La intervención militar, por otra parte, provocó una inmediata movilización de sectores musicales universitarios (o preuniversitarios) y cuyo epicentro estaba en el CCP (Centro de Cultura Popular) de la UNE (Unión Nacional de Estudiantes). Allí se reunían compositores como Carlos Lyra, Edu Lobo, Geraldo Vandré, Sérgio Ricardo, Foto: Mario Thompson Daniela Mercury al lado de cineastas como Gláuber Rocha, Carlos Diegues, Joaquim Pedro y Leon Hirschman, estos últimos ya integrados a la revolución del cinema novo, que usaban la MPB, con vehemencia y pasión, en sus bandas sonoras. Ese fue también un tiempo de maduración y de reflexión para esos jóvenes músicos y letristas de clase media, en relación al semillero musical que aún se escondía en los morros y favelas cariocas. Y es allí que se revalorizan personajes que estaban olvidados, como Cartola y Nélson Cavaquinho, de la gloriosa Mangueira, o Zé Keti, de la Portela. ¿Cómo no subrayar el éxito en la venta de discos que fue la vuelta del samba de raíz, a partir de Martinho da Vila, Beth Carvalho, Alcione, Clara Nunes y Paulinho da Viola, no bien comenzada la década siguiente, la del 70, a pesar de toda la dura pesadez del régimen militar? ¿Cómo no registrar, aun con alguna eventual inseguridad, la llegada del rock brasileño en los años 80, con jóvenes poetas “patéticos” como Cazuza y Renato Russo, como continuación de los pioneros Rita Lee, Raul Seixas y Tim Maia? Toda la historia de ese siglo inicial de MPB, cimentada por la pasión y teniendo como pilares la cultura de base de la sociedad, desemboca ahora en este comienzo de siglo. Estos últimos años configuran y dan continuación, con cierta elocuencia, a todo el legado de la MPB, que hoy es, y de ello no tengo la menor duda, el producto número uno de la exportación cultural del país. ¿Estamos mejor o peor en música popular? Evitando pecar de maniqueísmo, así como de caer en la tentación de la crítica individualizada, diría que la MPB está, como lo estuvo casi siempre, muy bien, gracias, a pesar de algunos pesares. Inicialmente, hay que subrayar un hecho histórico que considero relevante y que es la expansión de los grandes festejos (o fiestas) populares, sean las tradicionales, sean las nuevas. Unas y otras asumieron en esta década una dimensión nunca vista antes. Y éstas se celebran y se constituyen a partir de la música popular, o sea, aquellas canciones que tienen autores definidos (ya que la música folklórica se basa en el anonimato). Las fiestas o espectáculos para las grandes masas y/o plateas nacen en las diversos estratos de la sociedad, llegando a diferentes niveles y provocando una solidaridad social muy rara. Y, por lo tanto, muy valiosa para un país de enormes contradicciones y diferencias sociales como es Brasil. Las escolas de samba del Grupo Especial de Río hacen, especialmente a partir de los años 90, el espectáculo más impresionante del mundo: sus cerca de 50.000 desfilantes son aplaudidos por 80.000 personas en dos noches, y vistos por televisión por decenas de millones en Brasil y en varias partes del planeta. Estudiosos afirman que la industria del esparcimiento es la que más crece en el mundo. Y también la que más empleos genera y registra mayor facturación. Una de cada 16 personas empleadas en el planeta trabaja en actividades relacionadas con el esparcimiento. Se calcula que sólo en Brasil la industria de la diversión recibirá hasta el año 2000 inversiones por cerca de us$ 5.000 millones. El turismo musical emerge en este contexto como una de las actividades a priorizar. En todo el mundo, el turismo genera alrededor de 212 millones de empleos, además del hecho de que se trata del sector de menor inversión por empleo generado. Por lo tanto, el viejo dicho popular que define al Brasil como “el país del carnaval y el fútbol” debe ser repensado en términos económicos. 33 Durante casi cuatro siglos el carnaval carioca “respiró” solamente el entrudo portugués. Sólo en la segunda mitad del siglo XIX tomó aires europeos, no exclusivamente lusitanos. Hasta la tercera década del siglo XX, el Carnaval evolucionó sin la intervención del poder público. Con la quiebra de las tradicionales bases de sustentación económica de la fiesta, formadas por la solidaridad de grupos, periódicos patrocinadores y Libros de Oro, el Carnaval pasó a ser administrado por el poder público, de forma paternalista y política. Por eso, la fiesta nunca le dio beneficios económicos a la ciudad. Incluso la transformación de los desfiles de las Escolas de Samba en un gran espectáculo pago, no produjo ganancias para el Estado, por falta de tratamiento profesional. En la década del 80, el carnaval carioca perdió casi por completo la diversificación que lo caracterizaba desde comienzos de siglo, reduciéndose prácticamente a la arrolladora seducción del desfile principal de las Escolas de Samba. La industria del Carnaval en la ciudad de Río de Janeiro comienza a funcionar efectivamente cuando las cuadras de ensayo de las Escola de Samba reciben a los competidores del concurso de sambas-enredo, a partir de agosto-septiembre. A partir del mes de enero, la industria del Carnaval calienta las cuadras de ensayo y los barracones, entrando en pleno funcionamiento. Aún no existe una articulación más eficaz entre los responsables del movimiento de la industria del Carnaval: Poder Público (Embratur, Riotur, Turisrio), Escolas de Samba (LIESA) y Agencias de Turismo (ABAV). No hay una comunicación entre dichas entidades, de manera de poder planear, por ejemplo, visitas turísticas en el pre Carnaval. Es de destacar que las alas de compositores, tanto del Grupo Especial (Grupo I) como del Grupo de Acceso (Grupo II) graban todos los años discos compactos, 34 llegando a vender cerca de un millón de copias. Ocurre lo mismo con el Grupo Especial de las escolas de samba de São Paulo, con una venta más discreta y algo menos de prestigio, aunque actualmente en ascenso. En cuanto a las fiestas/espectáculos masivos y que se consolidaron en estos últimos años, cómo dejar de citar la seducción de Parintins (un espectáculo monumental en plena selva amazónica) y la energía de las micaretas (fiesta de carnaval fuera de época) y carnavales de invierno, hoy en día en casi todos los estados nordestinos. Es pues la música popular, la más pura música popular, producida por los tríos elétricos y grupos de frevos, maracatus y sambas, lo que les da esencia, sustancia y forma de festejo. En cuanto a los ritmos con los que el país contó siempre –en verdad, nunca celebramos como deberíamos este extraordinario tesoro capaz de engrandecer a cualquier pueblo- están siendo bien aprovechados. ¿Cómo no regocijarse con el regreso del forró a partir de 1997/98, piloteado por Alceu Valença, Elba Ramalho y Lenine, aportando todo el crisol energético del Nordeste y cuyo epicentro es Pernambuco? Es por ello, y por intermedio de estos artistas, que ahora vuelven los cocos, las emboladas, los xotes, los xaxados, los baiões y las toadas, además de las cirandas, los maracatus y los frevos. También se revitalizan, desde Río, las resistencias ejercidas por los pagodes y los sambas de Martinho da Vila, Ivone Lara, Zeca Pagodinho, Lecy Brandão, Beth Carvalho y Alcione, oponiéndose al bajo nivel del pagodinho simplote y pasteurizado que las grabadoras imponen a los medios. En estos últimos años, los líderes de la generación del 60 continúan con una gran actividad, haciendo espectáculos y discos seductores, como Chico Buarque, Caetano Veloso, Milton Nascimento, João Bosco, Ivan Lins, Foto: Mario Thompson Paulinho da Viola Djavan, con los cuales recorren Brasil y, casi siempre, el exterior. Los dúos caipiras, de amplia penetración en las masas, ganaron la adhesión de los medios, reconciliando dos puntas que se alejaban. Así, Xitãozinho e Xororó, Zezé de Camargo y Luciano o Leandro e Leonardo, dúo trágicamente deshecho por la muerte del primero en junio de 1998, comenzaron a recibir la simpatía amplia, general e irrestricta que antes se les negaba, o que se tributaba exclusivamente a talentos de mayor enjundia como Sérgio Reis, Renato Teixeira, Pena Branca y Xavantinho o Almir Sater. También a partir de los años 90, especialmente en el quinquenio 93-98, se detectan síntomas de nuevas absorciones y mezclas en Bahía, crisol fundamental de la capacidad brasileña de aglutinar y digerir culturas diversas. A partir de lo que se convino en llamar “axé-music”, irrumpen talentos individuales de la talla de Daniela Mercury y Carlinhos Brown, generando una sucesión de bandas de aceptación comercial innegable, como É o tchan, Mel, Netinho, Cheiro de Amor, etc., legítimas sucesoras de la moda internacional que había sido la lambada, pocos años antes. ¿Cómo hablar de música popular sin reservarle un lugar de honor al músico del Brasil? Pues el instrumentista brasileño se consagra en el mundo a partir de Pixinguinha, el flautista genial, que bien puede ser considerado el patriarca de la MPB, incluso por ser el primero (junto con Os Oito Batutas) en viajar a Europa para mostrar el samba y el choro, recién creados por nuestro genio mulato (París, 1922). Cuando el músico brasileño se va de gira fuera del país, casi siempre es absorbido, y a veces allá se queda. Aquí en Brasil, sin embargo, existe una queja histórica de que no es tan prestigiado como debería serlo. Hace mucho que oigo lamentos de grandísimas figuras, que van de Waldir Azevedo, Jacob y Pixinguinha a Sivuca, Altamiro Carrilho, Luiz Bonfá, pasando por Tom Jobim y Baden Powell, o incluso jóvenes como Leo Gandelman, César Camargo Mariano, Carlos Malta, Hélio Delmiro, Nonato Luiz o Guinga y Rildo Hora. Todos se quejaron de las pocas oportunidades de tocar, grabar, divulgar y exhibir música instrumental en Brasil. Al menos, en relación a otros países a los que ellos viajan con cierta frecuencia. ¿Pero por qué sucede eso con una música tan interesante? Varios son, por cierto, los factores de las quejas de los músicos, comenzando por la excesiva seducción de la música cantada, con letristas y poetas tan 35 Foto: Mario Thompson Milton Nascimento conectados con nuestra realidad, deseos y sueños. Sobre ese tema casi crónico, deseo recordar, además, lo que Radamés Gnatalli me comentó cierta mañana, cuando fui a buscarlo a su casa para llevarlo al Museo de la Imagen y el Sonido en una histórica declaración para la posteridad. Estaba recibiendo a dos jóvenes estudiantes, que procuraban partituras y enseñanzas. El Maestro fue breve, directo y dramáticamente auténtico: “Miren, hijos míos, para tocar mis músicas ustedes tendrán que importarlas de los Estados Unidos. Aquí nunca edité nada”. Eso fue a fines de los años 60. Hoy, la situación mejoró bastante, pero aún así los esfuerzos para editar más partituras continúan. Por lo tanto, nutrir mejor a este personaje esencial de la MPB, que es el músico, siempre vale y valdrá la pena. ¡De qué manera han adquirido valor –y cada vez más en este comienzo de siglo- los sellos grabadores (más o menos independientes) que preferentemente graban discos compactos 36 de músicos en estudio, o a partir de grabaciones hechas en vivo en espectáculos públicos! En cuanto a la industria del disco en Brasil, no se puede dejar de celebrar el salto vertiginoso de las vendas en estos últimos treinta años. Para que se tenga una idea más precisa, es bueno ver estos números, suministrados por la ABPD (Asociación Brasileña de Productores de Discos): en 1972 se vendieron 15.492.652 unidades de discos, en 1984 el número aumentó a 43.996.565 y en 1996 a 94.859.730 unidades de disco en todo el país. Lo que significa un aumento muy importante. La facturación total de discos en Brasil totalizó casi 1.000 millones de dólares al comienzo del nuevo siglo, a pesar de la crisis económica; el sector discográfico cubre 8.000 empleos directos y 55.000 indirectos, en áreas como shows, radiodifusión, comercio minorista, gráficas, editoriales y diseñadores, los llamados rubros correlativos. Un dato significativo ocurrido a partir de los años 90 fue el aumento progresivo del porcentaje de discos con artistas brasileños. Al contrario de lo que muchos de nosotros creíamos y por lo cual hemos luchado, la proporción de registros fonográficos con repertorio y artistas nacionales superó el 50 % en 1995, y ahora llega a casi un 70 % de todo lo grabado en el país. ¿Bondad de la industria multinacional de discos para con la cultura brasileña o magnanimidad para con los músicos, autores e intérpretes que hacen música en el Brasil y emplean el portugués como lengua de expresión? Ni una, ni otra. Simplemente una ley de mercado, yo diría una deliciosa imposición del consumidor brasileño, que prefiere oír la música de su propio país y confirmar su poderosa identidad nacional. Con eso, la exportación de música brasileña también viene creciendo, especialmente hacia América Latina. Los ritmos más consumidos del Brasil en el exterior, de 1996 hacia acá, son la bossa-nova, la llamada música autoral (Chico, Caetano, Gil, etc) erróneamente apodada por las grabadoras de MPB, rock, pagode, axé-music y música sertaneja. En cuanto a los Festivales de Música –no necesariamente aquellos competitivos y atrevidos de los años 60, que bien podrían volver, ¿por qué no?- sino los encuentros de gente vinculada a la música para el intercambio de informaciones, work-shops, enseñanza, cursos y conciertos merecen también una referencia especial y entusiasta. A partir de los Festivales de Invierno de Ouro Preto -tanto los eruditos (dirigidos por José Maria Neves) como los populares (supervisados por Toninho Horta)-, irrumpen en Brasil los Festivales de Música, en la década del 90, especialmente en el Estado de Paraná, donde se realizan varios encuentros de artistas, liderados por la solidez y respetabilidad del Festival de Londrina. También hay festivales en otros estados, muchos de éstos impulsados por la acción cultural de la FUNARTE, que también editó una valiosa colección de libros sobre música, sus compositores e intérpretes. En cuanto al rubro libros sobre MPB, los años 90 fueron generosos: nunca se editó tanto sobre el tema, hoy objeto de interés académico por parte de universidades y scholars de varios niveles. Lejos están los tiempos de la actitud pionera de unos pocos interesados, que éramos nosotros en la década del 60, investigadores del nivel de Ary Vasconcelos, Vasco Mariz, Lúcio Rangel, Sérgio Porto, Sérgio Cabral, Marília Trindade Barbosa, Eneida, Edison Carneiro, Mozart de Araújo, Almirante, Guerra Peixe, Renato de Almeida, Albino Pinheiro, y unos pocos gatos locos más. De 1995 a ahora, los libros y las tesis sobre temas relacionados con el universo de la MPB crecieron un 200 %, según fuentes de la FUNARTE. Los años finales del siglo XX fueron, pues, positivos para la MPB. Queda bien claro ahora que una generación nueva y novísima comenzó a llegar para fecundar el final de los cien años más importantes para nuestro cancionero, el doloroso, veloz, traumático y riquísimo siglo XX. Lo mejor de este comienzo de milenio es que todas las generaciones musicales conviven en una razonable armonía. Al final, todas ellas perfeccionaron el precioso legado de Nazareth, Chiquinha Gonzaga y Pixinguinha, Noel, Ary, Caymmi y Braguinha, Chico, Milton y Caetano, Martinho, Cartola, Paulinho da Viola y Noca da Portela, en el convencimiento de que –aun con algunos desvíos insensatos y ciertos atajos inútilesla música popular del Brasil jamás perderá su aplomo. Entre otras cosas, porque los cimientos de sus pioneros y seguidores son suficientemente sólidos como para que continúe sorprendiendo al mundo, en el siglo cuyos pasos iniciales estamos dando. Ricardo Cravo Albin es formado en Derecho, Ciencias y Letras. Su pasión por la música popular brasileña, sin embarbo, lo llevó por otros caminos profesionales en Rio de Janeiro, ciudad que adoptó: historiador de Música Popular Brasileña (MPB), crítico y comentarista. Representa a Brasil en cónclaves internacionales sobre cultura popular y música, siendo especialmente solicitado por emisoras de radio y televisión de Europa para entrevistas y emisiones directas. Continúa ejerciendo activamente en estos 25 años las funciones de autoría (guión) y dirección de espectáculos y/o discos sobre la historia de la música popular brasileña. Actualmente, supervisa el Diccionario Cravo Albin de MPB, con cerca de 5.000 bervetes. 37 Comunidades del Tambor Foto: Mario Thompson Paulo Dias 40 Entre los pueblos bantúes de Africa Central, tambor se dice ngoma. No sólo el instrumento sino, metonímicamente, la danza y el canto que el tambor pone en acción y, por extensión, toda la comunidad que se reúne en torno al instrumento para la celebración ritual y placentera. Ngoma atravesó el Atlántico, junto con sus guardianes convertidos en esclavos, provenientes del Congo-Angola y de las tierras de Nagó y Jeje. “Llora ngoma, ê Angola”, canta hoy el viejo capitán de Mozambique en una fiesta del Rosario en Minas Gerais, recordando el doloroso cruce del Atlántico. Y en Brasil la ngoma, comunidad del tambor, crea lazos firmes entre el pasado y el presente de la gente afrobrasileña, los actuales y sus antepasados, la Señora del Rosario y Mãe Iemanjá... Ngoma reinventada aquí de cuerpo, alma, Olodum 41 D esde los tiempos de la Colonia el sonido vibrante de los tambores afrobrasileños suena por aquí, en los fondos de las fazendas, por las calles de los pueblos o en los atrios de las iglesias, con su poder de arrancar a los hombres de la forzada dispersión en la que viven. Registrados por cronistas y viajeros a partir del siglo XVI, las fiestas y rituales de los africanos son casi siempre objeto de descripciones poco serias y prejuiciosas. Sonidos “monótonos”, danzas “lascivas”, ritos “bárbaros” eran algunos de los calificativos utilizados por estos escritores y moralistas, sin duda un tanto asustados con las multitudes de negros que dichas fiestas movilizaban, multitudes que siempre podían rebelarse contra la minoría blanca. Paradójicamente, la fiesta negra también constituía una atractiva opción de esparcimiento para muchos blancos propietarios de esclavos, como ocurría en las fazendas e ingenios aislados.“Las señoras llegaban muchas veces para la rueda, así como los hombres, y asistían con placer a las danzas lúbricas de los negros, y a los saltos grotescos de los negros”, escribe Freire Alemão, en 1859, sobre un batuque que presenciara en Pacatuba, Ceará. La evolución de esos eventos musicales de los negros de la 42 Colonia y del Imperio acabó por configurar el extenso abanico de manifestaciones dramático-musicales-coreográficas que actualmente presenciamos por todo Brasil entre el sábado de Aleluya y el Carnaval. Entre la infinidad de estilos regionales de las danzas-músicas negras, es posible percibir algunos núcleos de sentido principales: los Batuques, ejecutados informalmente en los terreiros (lugares de celebración) recónditos dedicados a la memoria de las propias comunidades; las Congadas, conjuntos rituales de danza y música vinculados a la tradición de culto a las Hermandades católicas negras, los Candomblés, grupos organizados de culto a las divinidades afrobrasileñas; y el Samba Urbano, que se desarrolló en las primeras décadas del siglo XX a partir de una confluencia de tradiciones. Dichas Comunidades del Tambor, como nos gusta llamarlas, representan diferentes formas de expresión de los negros del Brasil surgidas como respuesta a las coyunturas histórico-sociales peculiares vividas por las poblaciones afrodescendientes. No obstante sus especificidades, esas Comunidades del Tambor comparten casi siempre los mismos actores sociales y un universo espiritual común. Y una parte esencial de ese universo común es el ritmo, un determinado repertorio de patrones rítmicos que se reproduce, en diferentes conjuntos instrumentales, a través del inmenso territorio del Brasil y de las Américas negras, creando lazos simbólicos de parentesco con la lejana Africa. Genealogías rítmicas que, más resistentes al tiempo que cualquier palabra o canto, se actualizan a cada momento en las manos que tocan y en los pies que danzan. Los Batuques de Terreiro que hoy en día se danzan por todo Brasil tienen sus raíces en los espectáculos con danza y música que promovían los esclavos afincados principalmente en la zona rural – fazendas, ingenios, garimpos (minas auríferas)- aunque también en algunas zonas urbanas, realizados en los pocos momentos de esparcimiento de que disponían. Los batuques marcan la presencia de la cultura bantú, traída por los africanos originarios de Angola, Congo y Mozambique a los diferentes rincones del Brasil. Son formas vivas de los batuques el Carimbó paraense, el Tambor de Crioula de Maranhão, el Zambê de Rio Grande do Norte y el Samba de Aboio de Sergipe; en Minas Gerais se celebra el Camdomblé; en el Valle del río Paraíba paulista, mineiro y fluminense, el Jongo o Caxambu; en la región de Tietê, en São Paulo, se danza el Batuque de Umbigada, entre muchas otras manifestaciones... Sin hablar de los primos extranjeros, como el Tambor de Yuca cubano, o el Bellé de la Martinica, totalmente semejantes a nuestros batuques. En las lejanas fazendas de los tiempos del cautiverio, las fiestas de terreiro llevadas a cabo en los días de descanso semanal y en los feriados concentraban las vivencias de los esclavos en tanto grupo, ya que cotidianamente ellos se hallaban dispersos en los campos de trabajo. Todo ocurría africanamente a través del canto y del cuerpo en movimiento, al son de los tambores. Era el momento de honrar a sus ancestros, de repasar los acontecimientos de la comunidad, de trabarse en payadas (contrapuntos de poesía) con toda la fuerza y el encanto de la palabra proferida. Los versos metafóricos entonados en dichas ruedas sólo le ofrecían al blanco el sentido más literal, el más inocuo. Esto dejaba perplejos a los observadores blancos: ¿se trataba de diversión o de devoción? El misterio permanece hasta hoy, así como los viejos tambores de tronco cavado, afinados a fuego, y venerados como verdaderas divinidades: Gomá, Dambí, Dambá, Quinjengue... Las danzas, individuales o colectivas, tanto son de tipo sensual, describiendo el cortejo amoroso que culmina en el contacto de la umbigada (ombligazo) –como en el Batuque de Tietê y en el Tambor de Crioula, por ejemplo- como de carácter sagrado, mimetizando los gestos de los Negros Viejos, los antepasados africanos que murieron en la esclavitud: es el caso del Candomblé danzado en las Hermandades mineiras del Rosario, y del Jongo carioca y paulista. Condenados desde siempre por la Iglesia como permisivos y temidos por los patrones como perturbadores del orden social, la mayor parte de los batuques de terreiro continúan siendo marginales, aún en los días actuales, en relación a la sociedad dominante, excepto aquellos que logran penetrar en el mundo del turismo y del espectáculo – es el caso del Tambor de Crioula y del Carimbó–. Con la llegada de la población negra a las ciudades, estas danzas ancestrales pasaron del campo a la periferia urbana. Conservando su carácter intracomunitario, aún hoy se realizan por la noche, en terreiros poco iluminados o barracones fuera de las ciudades. Las tenues fronteras entre lo sagrado y lo profano todavía caracterizan a algunas de esas ruedas, así como el secreto de los versos de esos cantos desorientan a quienes llegan de afuera. Que lo entienda quien pueda o quien sepa. Lamentablemente, ese patrimonio cultural brasileño de gran belleza y profundo refinamiento, fuente viva de historia, religión, arte e identidad para muchas comunidades afrodescendientes, es sistemáticamente ignorado por la “gran cultura” y por los medios de comunicación de masas. Al contrario de los Batuques, los Congos o Congadas (congas) tuvieron relativa aceptación de la clase dominante blanca, según testimonia Antonil ya en el siglo XVIII, siendo consideradas una “diversión honesta” para los esclavos. Amén de lo cual, era una ocasión importante para que los catequistas introdujeran edificantes contenidos cristianos en sus argumentos, como la gesta adaptada de Carlomagno narrando las luchas entre la Cristiandad y la Morería infiel. Las congadas tienen su origen en los séquitos de actores, músicos y bailarines que acompañaban a sus Reyes Congos, representantes de los linajes nobles de Africa en la diáspora brasileña, en ocasión de las fiestas religiosas y oficiales. Dichos cortejos estaban formados por miembros de las Hermandades Católicas de negros descendientes de los bantúes –San Benedicto, Nuestra Señora del Rosario, Santa Ifigenia-, instituciones que históricamente les aseguraron a los negros alguna participación en una sociedad que los rechazaba como ciudadanos, constituyéndose en importantes repositorios de tradiciones afrobrasileñas. Fue a través de los grupos rituales 43 vinculados a las hermandades católicas –los congos o congadasque los africanos y sus descendientes pasaron a participar de las fiestas públicas desde los tiempos coloniales. Maracatús, Taieiras, Catumbis, Moçambiques, Catopês, Vilões, Marujos, son algunas denominaciones de las diferentes formas regionales de las congadas de cortejo. Algunas de ellas aún preservan una parte teatral, en la cual se escenifican embajadas y luchas entre reyes africanos; es el caso de los Congos de sainha (cuyos integrantes usan una faldita en su vestimenta) de Río Grande do Norte, de las Congadas paulistas de Ilhabela y São Sebastião y del Ticumbi de Conceição da Barra, en Espirito Santo. Particularmente en Minas Gerais, las Hermandades de Nuestra Señora del Rosario todavía desempeñan un papel fundamental en la organización de la vida religiosa de los afrodescendientes. Allí el movimiento del Congado parece crecer año tras año, reuniendo sus fiestas miles de personas llegadas de diferentes localidades. Hay una gran diversidad de congadas en ese Estado, en términos de estilo musical y coreográfico, de los instrumentos y de la vestimenta, reflejo quizás de la antigua división de los africanos según la etnia, en el seno de las Hermandades. A esos grupos se les llama guardias, ya que tienen por función acompañar a los Reyes Congos. Cargan tambores artesanales con dos pieles tensadas por cuerdas y que se tocan con baquetas, denominados cajas. El respeto que los congadeiros de las Hermandades mineiras tienen por sus instrumentos proviene de su fundamental importancia en relación a la tradición del Rosario: según la leyenda, los tambores fueron hechos por los esclavos africanos que lograron sacar de las aguas a Nuestra Señora del Rosario con la fuerza de sus batuques, después de vanos intentos de los blancos. Así habría comenzado el festejo en honor a la Santa y toda la tradición del Reinado.“Madera santa”, así le llaman. La religión afro-brasileña conocida como Candomblé (Bahía), Xangô (Pernambuco), Tambor de Mina (Maranhão) o Batuque (Rio Grande do Sul), nació de los aportes míticos y rituales de diferentes etnias o naciones africanas, con marcada influencia de los sudaneses jejes y nagós. Llevados de Africa Occidental (Nigeria y Benin actuales) a las capitales del Nordeste a partir de finales del siglo XVIII, los sudaneses trabajaban generalmente como esclavos caseros y también realizando tareas que rendían dinero, y tenían una relativa facilidad para reunirse según su etnia. Dichos esclavos urbanos pudieron, así, rearticular en Brasil su 44 religión tradicional, en la cual los iaôs, sacerdotes iniciados, son poseídos por las divinidades durante el transe místico. Orixás, inquices o voduns, nombres que reciben las divinidades de acuerdo a la nación o el origen étnico del candomblé, representan fuerzas naturales y sociales. No obstante el preconcepto y las constantes persecuciones policiales de las que fueron víctimas en las primeras décadas del siglo pasado, los terreiros de Candomblé supieron preservar entre sus paredes una serie de prácticas culturales africanas, como las lenguas rituales, un panteón y su mitología, instrumentos, ritmos y cancionero, culinaria y objetos de culto. Aún más, se perpetuó entre los seguidores de dicha religión una cosmovisión africana, que observa el mundo como una tela de fuerzas vitales en interacción, las cuales deben mantenerse equilibradas mediante ritos específicos. Evidentemente, el culto a los orixás sufrió aquí diversas adaptaciones y reinterpretaciones, tornándose afrobrasileño. El ritual predominante jeje-nagó se mezcló a otras expresiones religiosas africanas y amerindias, generando formas de culto mixtas como los candomblés de Caboclo y, más recientemente, la Umbanda. Permanece el concepto de nación – cultural, ya no más étnicorelacionado sobre todo con la lengua ritual, con los repertorios de los cánticos y con los estilos musicales. En las fiestas o sesiones públicas y privadas de los Candomblés, la importancia de los tambores y sus percusionistas rituales, los ogãs, es decisiva para llamar a las divinidades a incorporarse en sus caballos y bailar su mito entre los mortales. Los ogãs conocen una gran variedad de toques de las diversas naciones del candomblé – Keto, Angola, Jeje- y pueden dominar un repertorio de centenares de cánticos. Los rasgos musicales peculiares de los candomblés Jeje-Nagó, como las escalas de cinco notas (pentatónicas) permanecen prácticamente restringidos a las casas de culto, en tanto que el sonido de los Candomblé Congo-Angola, junto con los batuques y cortejos de origen bantú, participan de un universo melódico y rítmico extrarreligioso conocido y reconocible públicamente por todo Brasil, entre los cuales se halla el samba. Sólo es posible oír música religiosa nagó en ambientes públicos y profanos a través de los afoxés del carnaval de Salvador de Bahía, llamados “candomblés de calle”, y algunas de sus referencias rítmicas y melódicas se evidencian en la sonoridad de los grupos afro como Ilê aiyê y Olodum. Las grandes ciudades brasileñas fueron el punto de encuentro de todas las ngomas, Comunidades del Tambor, y el Carnaval es el momento fundamental para que esa confraternización se produzca. Las escolas de samba son el ejemplo por excelencia de la confluencia y fusión de los muchos y diversos elementos del habla afrobrasilera. La ciudad de Río de Janeiro, capital de Brasil a partir de 1763, concentró a lo largo de su historia una gran población de africanos, principalmente los bantúes originarios del Congo y de Angola; ese contingente de negros fue creciendo, luego de la abolición de la esclavitud, con la llegada de los libertos, atraídos por dicha metrópoli en la esperanza de obtener trabajo. No solamente negros, también mestizos y blancos pobres migraron de las fazendas del valle del río Paraíba, de Minas Gerais, del sertão nordestino, de todas partes. En los morros y suburbios de Río se mezclaron tradiciones culturales muy diferentes pero a la vez muy únicas: expresaban alegría y devoción, contenían la fuerza del desafío y la reverencia por los ancestros, expresadas a través del cuerpo, de la voz y del tambor. Eran cosas de negros, herencia fuerte de aquellos que, llegados de lejos, compartían un mismo destino subproletario en los barrios periféricos y en las favelas. Así, se fueron uniendo en un mosaico las múltiples memorias conservadas afectivamente. Por un lado, el terreiro: el ritmo de los tambores de mano, el canto improvisado de los viejos batuques como el Caxambu carioca y el Samba-de-Roda bahiano, la ritualidad de los cultos como la Cabula y la Macumba, la malicia corporal de los juegos como la Pernada y la Capoeira. Por el otro, la calle: los Cucumbis cariocas, los Ranchos de Reis bahianos, los Maracatús nordestinos, las Congadas mineiras, todas aquellas danzas de cortejo características de las fiestas deambulatorias del Catolicismo Popular, incluyendo portabanderas, reyes y su corte, enmascarados, bahianas, baterías de tambores portátiles percutidos con baquetas. Y el gusto por lo colorido, por el brillo y el lujo, que tiene sus raíces en el Barroco Católico de la Península Ibérica, y una peculiar disposición en alas (bloques) en el gran desfile procesional. El Carnaval, evento mayor de la profanidad, pasó a ser el calendario disponible para la celebración pública de la fiesta de los negros en las metrópolis. En los años 20 del siglo pasado surgen las Escolas de Samba, palabra negra amplificada mucho más allá del pequeño terreiro de la comunidad, de y para las grandes masas humanas de las ciudades. Peleando para legitimar su voz ante la sociedad de los blancos y obtener la soñada visibilidad. La Opera popular urbana se traslada al medio de una avenida, con orquestas de centenares de tambores, instrumentos con piel de nylon producidos en serie por una industria que se va especializando. De repente, los poco animados grupos carnavalescos de clase media se incorporan, de una vez por todas, a la mágica coreografía del Samba negro. Las avenidas se transforman en sambódromos, y el Samba, en un espectáculo masivo y mediático. Este texto fue escrito originalmente para presentar la exposición multimedia “Comunidades del Tambor”, organizada en el SESC Vila Mariana, São Paulo, durante el evento “Percusiones del Brasil”, en 1999. Paulo Dias, nacido en São Paulo en 1960, es músico y etnomusicólogo. Desde 1988 se dedica a la investigación de la música tradicional brasileña, en especial la de raíces africanas, trabajo que está siendo divulgado a través de publicaciones, documentales en video, CDs y exposiciones. Fundó y dirige la Asociación Cultural Cachuera, dedicada a la documentación, estudio y divulgación de la cultura popular tradicional brasileña. E-mail: [email protected] Brazilian culture. E-mail: [email protected] 45 Chiquinha Gonzaga y la música popular en el Río de Janeiro de fines del siglo XIX Cristina Magaldi Hacia fines del siglo XIX, la sección de espectáculos teatrales de los periódicos de Río de Janeiro ofrecía a los cariocas una gran cantidad de opciones. En abril de 1888, por ejemplo, los habitantes de la capital podían elegir entre la première de la zarzuela La Gran Vía, de Chueca y Valverde, en el teatro Lucinda; la parodia en versión teatro de revistas titulada O Boulevard da Imprensa, de Oscar Pederneiras, en el teatro Recreio Dramatico; la traducción de la comedia Tricoche e Cacolet, de Meihac y Halevy, en el teatro Santana; la revista Notas Recolhidas, de A. Cardoso de Menezes, en el teatro Sant’anna; o un concierto de orquesta organizado por Arthur Napoleão, en el Casino Fluminense. En julio del mismo año, los cariocas que gustaban de la música erudita podían oír a Mendelssohn, Haydn, Mozart y Beethoven en un concierto dirigido por Cavalier Darbilly, en el teatro São Pedro de Alcântara. En agosto, una compañía italiana abría la temporada de ópera en el teatro D. Pedro II presentando varias óperas de Verdi y de otros maestros del bel canto italiano.1 47 E sta proliferación de atracciones teatrales y musicales traducían el carácter nítidamente cosmopolita de Río de Janeiro en las últimas décadas del siglo. Géneros y estilos musicales de varias partes del mundo llegaban a la ciudad en gran número, especialmente los que estaban en boga en París. Los compositores brasileños de este período que hoy son caracterizados como “populares” surgieron de esa tradición urbana y eminentemente cosmopolita; sus obras reflejan los gustos de una clase media emergente que buscaba un término medio entre la tradición europea operística y de conciertos, y la música de las calles de la capital, particularmente la que proviene de la tradición afrobrasileña. A fines de siglo, por lo tanto, la línea divisoria entre música popular, música tradicional y música “erudita” aún no estaba totalmente delineada; la música “no erudita” era la que circulaba en gran cantidad y en publicaciones baratas, arregladas y simplificadas para abarcar un mayor número de consumidores. Pero esta distinción no se aplicaba claramente al género o estilo musical: un tango, un vals o una canción operística en italiano agradaban igualmente al público carioca. Las danzas de moda en los escenarios de Río de Janeiro, en este período, eran las mismas danzas que alcanzaban el éxito en los teatros parisienses, como la polka, el tango y la habanera: las dos últimas llegaban a la capital brasileña a través del circuito EspañaParís-Río.2 Por lo tanto, la popularidad del tango en este período no reflejaba necesariamente una tendencia a la nacionalización de la música popular, sino el gusto de la burguesía carioca que acataba ampliamente las modas musicales provenientes de París. Fuera del teatro, estas danzas entraban en las salas de estar de la burguesía a través del piano, y a partir de ahí subían de estatus como música digna de admiración y respeto. En los escenarios de Río de Janeiro la música y la danza europea confluyó con estilizaciones locales de la música negra de las calles de la ciudad. Es importante resaltar que el elemento negro de esa emergente música popular no provenía de las auténticas ruedas de batuques y de capoeira afrobrasileños, sino de adaptaciones de esta música para el escenario, hechas para agradar a una burguesía predominantemente blanca, cuyo gusto musical se regía permanentemente por los dictados parisienses. En realidad, la inclusión de danzas de origen afrobrasileño en los teatros cariocas reflejaba el momento político del país, la cercana abolición de la esclavitud, y un interés particular de los artistas e 48 intelectuales, que comenzaban a ver a la cultura afrobrasileña con una curiosidad casi científica. Al aparecer en los escenarios cariocas y hacer furor en la población, las danzas “agitadas” -como los fandangos, fados, batuques y jongos- eran presentadas la mayoría de la veces como intermezzos o al final de las piezas teatrales como elemento cómico. De esta manera, contrastando con las arias de ópera y canciones líricas de cuño europeo, el elemento negro era caracterizado como exótico y desviador de la cultura europea “civilizadora”. Por lo tanto, la música popular que surgió a fines del siglo XIX reflejaba la síntesis de las músicas presentadas en los teatros de la capital y era el resultado de las aspiraciones artísticas, intelectuales y políticas de la nueva burguesía brasileña. El comienzo de la carrera musical de Chiquinha Gonzaga (1847-1935) sirve como ejemplo. Reconocida como una de las personalidades más importantes de la música brasileña de fines del siglo XIX y comienzos del XX, Chiquinha fue alumna del inmigrante portugués Arthur Napoleão, pianista virtuoso y prolífico compositor de piezas de salón. Napoleão, que hizo de Río de Janeiro su residencia desde 1868, actuó también en el comercio y publicación de música, y como organizador de conciertos de música clásica en la capital brasileña. Su actuación en los medios musicales y artísticos cariocas era reconocida no sólo en los altos niveles sociales sino también por el emperador, que le concedió la Orden de la Rosa. Chiquinha comenzó su carrera siguiendo los pasos de su profesor; actuó como pianista en salones y escribió un gran número de composiciones para piano, al estilo europeo, que se tocaban en reuniones sociales y familiares de las clases media y alta cariocas. Napoleão se encargó de la publicación y distribución de las primeras composiciones de Chiquinha, como los valses para piano Plangente y Desalento, que aparecieron en una colección de danzas para piano, Alegria dos Salões, junto a piezas de Strauss, del italiano Luigi Arditi, y de los franceses Henri Hertz y Joseph Ascher. Chiquinha Gonzaga al tiempo que publicaba valses también se dedicaba a escribir piezas para el teatro, como tangos y habaneras al estilo de las danzas traídas a Río de Janeiro por las compañías españolas de zarzuela (y con éxito en París). Aún así, sus tangos Seductor y Sospiro, publicados por Arthur Napoleão en la década de 1880, aparecieron en colecciones para piano al lado de piezas extraídas de la ópera Carmen y de una versión estilizada de la zamacueca chilena escrita por el violinista cubano José White. En 1885, Chiquinha Gonzaga escribió la música para la opereta A Corte na Roça (La corte en la plantación), con texto de Palhares Ribeiro. La obra fue presentada en el teatro Príncipe Imperial como “opereta en 1 acto de costumbres brasileras”. La acción de la opereta transcurría en la “fazenda de las Cebollas, en Queimados” y contaba con la participación de “roceiras y roceiros” (campesinas y campesinos). Para la opereta Chiquinha escribió unas “composiciones con el carácter típico de la música de estilo brasileño”, anunciaba el crítico del Jornal do Commercio.3 Pero su lundú y catereté finales, “picantes” según la descripción del anuncio del periódico, sirvió para caracterizar al “roceiro” –aquel que vivía fuera de las zonas urbanas- y no a la música de los cariocas cosmopolitas. Para éstos, en el intervalo se cantaron arias de ópera italiana y canzonetas francesas, bien urbanas y cosmopolitas. Un año más tarde, Chiquinha Gonzaga alcanzó su mayor éxito al componer algunas piezas para el espectáculo de revista A Mulher-Homem, escrito por Valentim de Magalhães y Filinto de Almeida y puesto en escena “con todo lujo” en enero de 1885 en el teatro Sant’anna.4 La revista se basaba en un escándalo ocurrido en 1885, cuando un hombre vestido de mujer trató de conseguir un empleo de doméstica. Teniendo como eje este evento principal, A Mulher-Homem también comentaba, parodiaba y satirizaba eventos políticos recientes, principalmente la ley de los sexagenarios, que emancipaba a esclavos de más de sesenta años. A pesar de que la revista tenía como hilo conductor un texto totalmente localizado, sus 32 números musicales incluían un cóctel de arias y oberturas de óperas, como la obertura La Gioconda, de A. Ponchielli, y la marcha de la ópera Le Prophète de Meyerbeer.5 Hacia el final de la pieza aparecía el número cómico: un jongo escrito por Henrique de Magalhães titulado “Jongo dos pretos sexagenários”. Como de costumbre, los cariocas asistían a estos números “picantes” como pieza de cierre, que alegraban y divertían a una platea predominantemente burguesa. El elemento afrobrasileño se presentaba, de esta forma, distanciado de la realidad, visto como interesante en tanto fuese exótico. Dos meses después del estreno de A MulherHomem, se le agregó un nuevo número final, titulado “Um maxixe na Cidade-Nova”. Para este cuadro final Chiquinha Gonzaga y Henrique de Magalhães escribieron una música para caracterizar a la zona pobre de la ciudad, específicamente la parte llamada Cidade Nova, donde un maxixe era un evento bailable de la clase baja, con la participación de negros, mulatos e inmigrantes portugueses. En la revista, el maxixe incluía danzas como “fados y jongos de negros”. Un crítico local describió las nuevas piezas como “composiciones que tienen un toque especial... que es posible ver en sus requiebros rítmicos”. El crítico concluye destacando que “tal vez haya un elemento lascivo en estas danzas, pero no se puede negar la gracia y el encanto que viene naturalmente de nuestro carácter y de nuestro pueblo.”6 Aunque el maxixe haya sido presentado al público como escena final, con el objetivo expreso de hacer que la gente se riera y se exaltara, esta aceptación del crítico local tal vez se trató de un primer indicador de que el elemento afrobrasileño, y no las arias y canzonetas europeas, podía caracterizar una supuesta “brasilidad” en la música popular. NOTAS 1 Todas estas atracciones fueron anunciadas en el Jornal do Commercio, de abril a agosto de 1888. 2 Paulo Roberto Peloso Augusto,“Os Tangos Urbanos no Rio de Janeiro: 1870- 1920, Uma Análise Histórica e Musical,” Revista Música 8/1-2 (mayo/nov, 1997): 106. 3 Jornal do Commercio, 23 de enero de 1885. 4 Jornal do Commercio, 16 de febrero de 1886. 5 La denominación de los números musicales aparece en el Jornal do Commercio, del 13 de enero de 1886. 6 Jornal do Commercio, 15 de febrero de 1886. Cristina Magaldi es profesora de historia de la música en la Towson University, Universidad Estadual de Maryland, EEUU. 49 Cada cultura o religión tiene sus mitos y fundamentos. Soy parte de una cofradía casi religiosa que rinde culto a un Santo de piel negra, que tenía por hábito –y tal vez misiónenternecer y mejorar la vida de los hombres con su arte divino. Hablo de Alfredo da Rocha Vianna Junior, más conocido como Pixinguinha. Para mí, su devoto, será siempre San Pixinguinha. 51 D ecía haber nacido en el barrio de Piedade, pero su partida de nacimiento certifica que fue en Catumbi. En verdad, vino al mundo en la ciudad de San Sebastián de Río de Janeiro el 23 de abril de 1897 (no en 1898, como durante algún tiempo se creyó), día en que, además, se conmemora a un Santo Guerrero de nombre Jorge. También, ya se ve, no en balde Di Cavalcanti lo llamaba “ ¡Mi hermano en San Jorge, mi hermano Pixinguinha!”. (Aunque algunos afirmen que se trata de un delirio, aseguro haber sido testigo de un bello retrato de Pixinga hecho por Di. Estaba allí, en su atelier de la calle de Catete, donde el pintor era vecino mío). Cuando les pareció bien crear el Día del Choro, no podrían haber elegido otra fecha: la del nacimiento de ese hombre que nació para ennoblecer el género, darle formato y lenguaje propio, lleno de melodías ondulantes y ricas en modulaciones. ¿Quién en su vida no silbó el tema “Carinhoso”, no es verdad? Antes de conocer físicamente a Pixinguinha, yo lo oía en las radios y, sobre todo, lo vi, en carne y hueso, una primera vez, tocando durante carnaval en la antigua Galería Cruzeiro, vecina al Café Nice, en la Avenida Rio Branco. Década del 40. Después lo conocí en serio en la década del 50, y ahí el gran acontecimiento se dio en la casa de Jacob do Bandolim, en Jacarepaguá. Pixinga ya entrado en whiskies, tocando como le gustaba su saxofón perlado, los dedos que parecían estalactitas de tan largos y bonitos y transparentes, las uñas alabastrinas y la máscara africana esculpida en estaño u ónix o en una brea platinada, y aquellos dedos recorriendo el cuerpo del instrumento, extrayendo de él sonidos absurdamente maravillosos. Ya había abandonado la flauta, en esa época. Problemas de embocadura: su boca se contraía, sus labios ya no obedecían al contacto con la flauta, y el saxo entró en su vida, definitivamente. Pero Beti, su mujer, no se conformaba. Sabía que él tenía el mejor soplido entre todos los flautistas. Esa es, por otra parte, una de las grandes dudas de sus biógrafos: cómo encuadrarlo en su multiplicidad: compositor, instrumentista, arreglador. Difícil. Más realista y objetivo es el 52 crítico Ary Vasconcellos:“Si usted dispone de 15 volúmenes para hablar de toda la música brasileña, esté seguro de que es poco. Pero si dispone del espacio de una palabra, no todo está perdido; escriba rápido: Pixinguinha”. Tocó desde niño en todos los lugares, en teatros y circos, no conociendo en realidad aprietos económicos por falta de trabajo. Cuando su padre murió en 1917 (año en que se grababa el samba “Pelo telefone”), Pixinguinha ya se sustentaba solo. Dos años más tarde estrenaba en el Cine Palais el conjunto que iría a conformar toda una época de nuestra música: Os Oito Batutas. Allí estaba Pixinga, allí estaban Donga, China y Nelson Alves, negros como él. En la Compañía Negra de Revistas conoció a Beti, que tomaría como su mujer para toda la vida. Negro: era negro en una sociedad racista que cuestionaría su ida a París con sus compañeros en 1922, para representar al Brasil. ¡Imaginen qué insolencia! Pero su genialidad vencería todos ese prejuicios. Villa-Lobos era uno de sus admiradores, y el musicólogo-compositor Basílio Itiberê le enseñaría que el contrapunto de Pixinguinha (basta con oír sus grabaciones con el flautista Benedito Lacerda) era magistral. Y ya que hablamos de Benedito Lacerda, es bueno recordar que su “asociación” con Pixinguinha era meramente simbólica. Pixinga necesitaba dinero y proyección, algo que el dúo –además de la “asociación” que fue consagrada contractualmente- terminó por garantizarle. El único lujo que se permitía: beber. Y bebía su sagrado whiskicito de lunes a viernes en el Gouveia, en la Travessa do Ouvidor, en donde hoy se halla su estatua de bronce. Era el templo adonde sus amigos iban a adorarlo, como si fuese un Rey Mago. Allí estaban João da Bahiana y Donga, y también Antonio Carlos Brasileiro de Almeida Jobim, que lo consideraba un santo y un genio, y que un día fue allí a pedirle la bendición. No es posible decir cuál es la música más bonita de Pixinguinha, si “Carinhoso”,“Ingênuo”,“Sofres porque queres”, “Rosa” o “Lamentos”. Porque fue un escultor de melodías que, aún hoy, siguen siendo modernas, con ese toque de eternidad que los genios le confieren a aquello que hacen. Inventó también bellas introducciones para melodías a veces pobres que le entregaban para orquestar. Todo lo que tocaba (y tocar tiene aquí doble sentido) se volvía oro puro. Su sentido de arreglador se anticipó a lo que harían más tarde los modernistas como Radamés Gnattali. Hizo bandas sonoras para cine, luego de usar todo su talento como arreglador y autor de todo tipo de música para los teatros de revistas de la época. Podemos decir algo más: poseía un agudo sentido pictórico, incluso diría cinematográfico, al elaborar ciertas músicas. En obras como “O gato e o canário”,“Marreco quer água”, “Um a zero”, mostró un humor descriptivo. En esta última, su narrativa musical corresponde a la de los comentaristas de fútbol, describiendo las gambetas y pases mágicos de los jugadores. Genio. Eric Satie no lo haría mejor. Sí, creo que debería hablar de nuestra relación personal. Esta fue inaugurada con un sorprendente pedido para que yo fuera su compañero en un Festival Internacional de Música, de lo que nació “Fala, baixinho” y una serie de composiciones que estrecharían los lazos de nuestra amistad, consolidada en los múltiples encuentros que arreglaba en el Bar Gouveia, o para compartir con él la carne asada “ao molho de ferrugem” (salsa de herrumbre), que él corregía como ferruginosa, preparada magistralmente por su mujer, Beti. Recordarlo en mi casa, pasando una tarde conmigo, es algo que me conmueve hasta las lágrimas. Tuve el honor también de haber producido sus últimos discos:“Gente da Antiga” (con Clementina de Jesus y João da Bahiana) y “Som Pixinguinha”, ambos en Emi-Odeon. Y también logré llevarlo al estudio para grabar con Divina Elizeth Cardoso un samba que hicimos:“Isso é que é viver”. Cuando Mário de Andrade quiso saber todo sobre hechicería, candomblé y adyacencias con el fin de escribir “Macunaima”, no sólo consultó a Pixinguinha sino que también lo convirtió en personaje de esa rapsodia: se trata del Olelê Rui Barbosa, Ogan picado de viruela, tocador de atabaques. (No, según se sabe, Pixinguinha nunca tocó atabaques, y al final de su vida era un católico ferviente). Y tan ferviente que, ahora se los voy a contar, aquel día se despertó meditativo: imagino que se persignó, recordando con placer la visita que Jacob do Bandolim, amigo y devoto, le hiciera unos días antes. Se preparaba para ser padrino de bautismo en una iglesia en Copacabana, y me había pedido que yo asistiera. Se sorprendió cuando aparecí, antes, por su casa, sin avisar, apenas con la nostalgia apretándome el corazón. Tocó, ¡qué milagro!, la flauta que hacía tanto tiempo había abandonado. Nos despedimos. “Murió como un santo”, repetirían todos, horas más tarde, cuando se despidió de todos nosotros un 15 de febrero de 1972, en plena Iglesia de Nuestra Señora de la Paz, en Ipanema. Bibliografía: Pixinguinha, Vida e Obra (Ed. Funarte, 1978) (Lumiar Edit. 1997). Filho de Ogum Bexinguento (Marilia T.Barbosa/Arthur Filho. Ed. Funarte, 1978 e Ed. Griphus, 1997) Hermínio Carvalho – en el área de radio y televisión, produjo, a partir de 1958, centenas de programas para la Radio MEC (“Violão de ontem e de hoje”,“Reminiscências do Rio de Janeiro”,“Orquesta de Söpros”) y, también, ya en la década del 70, para la TVE. Podemos destacar las series televisivas “Água Viva”,“Mudando de Conversa”,“Lira do Povo” y “Contra-Luz”. Como director-guionista de espectáculos, su carrera fue marcada por diversos éxitos: el musical “Rosa de Ouro” (1965), que lanzó a Clementina de Jesus y Paulinho da Viola; el concierto (1968) que reunió a Elizeth Cardoso, Jacob do Bandolim, Zimbo Trio y el Época de Ouro. Podemos citar además los espectáculos “ Festa Brasil” (Europa, EE.UU. y Canadá);“Face à Faca (1974), con Simone;“Te pego pela palavra” (1975), con Marlene;“Caymmi em Concerto” (1985),“Chico Buarque de Mangueira” (1998) y otros espectáculos con Luiz Gonzaga, Herivelto Martins, Radamés Gnattali & Camerata Carioca. En 1999 dirigió los espectáculos “Clássicas” (con Zezé Gonzaga y Jane Duboc) y “Sessão Passatempo”, con Carol Saboya. 53 Carnaval: de los ticumbis, cucumbis, antruejo y sociedades carnavalescas alos días actuales Haroldo Costa 54 Foto: Mario Thompson Defiendo con ardor y la más profunda convicción de que nuestro Carnaval representa hoy la más fiel traducción de nuestras herencias, contradicciones, perplejidades y perspectivas. Y es ahí que viven su originalidad y constante mutación, además de la irresistible seducción que ejerce sobre todos con los que hace contacto en cualquier grado. 55 ¿P or qué será que el carnaval carioca es tan especial y tan original? ¿Por qué las escuelas de samba adquirieron la fuerza y el prestigio que hoy disfrutan dentro y fuera del país? Esta es una historia que viene de lejos y aún está siendo escrita. Los primeros sonidos ligados al carnaval llegaron a Río de Janeiro no en forma de ritmo o melodía, pero sí en gritos de rabia y de burla, era el Antruejo. Palabra originada en el latín introito, usada para definir el inicio del período de la Cuaresma. Emigrantes provenientes de las islas de Madeira, Azores y Cabo Verde, aquí llegados a partir de 1723 y que se esparcieron de Porto Alegre – entonces con el nombre de Porto dos Casais – hasta el Espíritu Santo, trajeron el hábito del Antruejo, muy popular en Portugal y sus colonias. Pero fue en Río donde creó raíces, habiendo sido citado y descripto por los viajantes y cronistas de la época como Jean-Baptiste Debret, que lo eternizó en dibujos registrando hasta el pomo, pertrecho indispensable en la jugarreta; si así se le podía llamar. La brutalidad del Antruejo no conocía límites. Las personas tiraban unas contra las otras polvillo, mucuma (pruriens), hollín, goma, limones hechos de cera y conteniendo cualquier líquido, hasta orina. De los tejados, palanganas de agua eran derramadas sobre los transeúntes que no podían ni parar para reclamar, sino la situación empeoraba. Hubo algunos casos graves como el del arquitecto francés Grandjean de Montigny, quien hacía parte de la misión artística francesa traída por D.Joáo VI, y que murió por consecuencia de una pleuresía contraída durante el carnaval. La policía trataba de cohibir los excesos del Antruejo, pero era difícil. Aún con la falta de agua, que era una constante del verano carioca, toneles y toneles eran cargados por los esclavos para llenar las vasijas que los señores y las señoras usaban en los tres días de la folía. Las autoridades publicaban disposiciones reglamentarias pero no había nada que hacer. En cada carnaval el Antruejo era más violento, hasta que en 1857 fue formalmente puesto fuera de la ley. Mismo así, a despecho de la prohibición legal, aún resistió algunos años hasta desaparecer definitivamente tragado por otras novedades que surgían. Como el Zé Pereira, por ejemplo. Fue en la calle São José, 22, en el centro de Río, que nació el Zé Pereira corporificado en el portugués José Nogueira de Azevedo Paredes, quien en un lunes de carnaval salió a hacer las suyas con un enorme bombo, seguido por otros compatriotas con tambores 56 menores, haciendo una enorme algazara y arrastrando animados seguidores que enseguida se transformaban en una pequeña multitud. Zé Pereira se transformó en un emblema del carnaval carioca – y por extensión brasileño – que perdura hasta hoy. Tal fue su popularidad que las revistas teatrales incorporaron la bonachona figura y hasta le dieron un tema musical, adaptado de la composición francesa Les Pompiers de Nanterre (Los bomberos de Nanterre) y fue un enorme suceso en la revista puesta en escena en el Teatro Fénix, en 1870, con el título de Zé Pereira Carnavalesco, cantado por Francisco Correia Vasques; gran estrella de la época: ¡Y viva el Zé Pereira Pues que a nadie hace mal Viva la borrachera En los días de Carnaval! En la espontaneidad de las calles nacieron también las comparsas, contando con la participación de la población negra que, hasta entonces, tenía una participación secundaria en los festejos. Su origen remonta a las cofradías religiosas como la de N.S. del Rosario, que abrigaba esclavos y libertos. Así fueron apareciendo los primeros grupos de los Ticumbis, reproduciendo personajes y desarrollo coreográfico propios de la cultura del Congo. Otro elemento de las comparsas fueron los Cucumbis, palabra originada en cocumbe, comida servida en las fiestas de la circuncisión de los hijos de los negros congos, nombre con el cual los grupos también quedaron conocidos. En aquellas ocasiones la danza era un ritual que marcaba dos momentos importantes, el que acabamos de citar, y las ceremonias fúnebres. Los cucumbis fueron pasando de lo sagrado para lo profano y con el ritmo proporcionado por los ganzás, xequerê, chocalhos, adufes, agogôs y marimbas; fueron surgiendo grupos como Cucumbis Lanceiros Carnavalescos; Triunfo dos Cucumbis Carnavalescos; Iniciadores dos Cucumbis e decenas de otros. Poco a poco el nombre cucumbi fue siendo substituido por el genérico comparsa que proliferaba en la ciudad entera. Muchos se volvieron famosos, pero ninguno como el Rosa de Ouro, para quien y atendiendo un pedido de la dirección, el maestro de música Francisca Edwiges Neves Gonzaga, quien pasó a la historia como Chiquinha Gonzaga; compuso la marcha que se tornó música- símbolo del carnaval brasileño: ¡Oh! abre alas, que yo quiero pasar Yo soy de la lira no lo puedo negar, Rosa de Ouro es quien va a ganar. Así como las comparsas traían las células de la presencia africana, los “Ranchos”, otro capítulo importante en la historia de nuestro carnaval, trajeron la presencia y la herencia portuguesas. En el inicio hacían parte del ciclo de las fiestas navideñas y de la fiesta en alabanza a N.S. da Penha que es realizada durante el mes de octubre. Si en el interior de la iglesia era celebrado el Tedéum, en el área exterior, entre barracas con bebidas y comidas se podía oír sambas y marchas que eran un anticipo del carnaval. Y allí se podía encontrar Pixinguinha, Sinhô, Donga, João da Baiana, Caninha y otros exponentes musicales de Río, de inicios del siglo 20. Fue en este contacto que las comparsas fueron tomando otro formato y adquiriendo nombres como Recreio da Flores, kananga do Japão, Ameno Resedá, Flor do Abacate, imponiéndose como una de las fuerzas básicas de nuestro carnaval. A medida que 57 fueron creciendo, se volvieron más opulentas e importantes. Su cortejo era impresionante con músicos de bandas militares y cantores operísticos. Atraían familias enteras y desfilaban para millares de personas que se acodaban a lo largo de la Avenida Central, luego Río Branco, bajo calurosos aplausos y gran animación popular. Muchos cronistas carnavalescos, describieron los desfiles de las comparsas, como procesión medieval o teatro lírico ambulante. Los enredos que eran presentados tenían títulos como La Divina Comedia, de Dante Alighieri; Aida, de Verdi; Salomé, de Oscar Wilde y Reina de Sabá. Dividiendo la preferencia del pueblo y de la prensa, existían las Sociedades Carnavalescas, o Grandes Sociedades, como fueran conocidas. Las pioneras fueron los “Zuavos Carnavalescos” más tarde denominada “Tenentes do Diabo”, la “Grande Congresso das Sumidades Carnavalescas”, disuelta más tarde para formar la “Sociedade de Estudantes de Heidelberg”, y los “Democráticos”. La principal característica de las sociedades es que los fundadores y directores eran escritores, profesionales de la prensa, médicos, en fin; personas bien diferentes de las que fundaron comparsas y “ranchos”. Pero, por 58 el contrario de lo que se podría pensar, estos grupos tenían un gran compromiso social y político con el momento en el que vivían. En 1876, los “Estudantes de Heidelberg”que dieron el nombre de Universidad a su sede, salieron a la calle a pedir limosna para conseguir lo suficiente y poder comprar la carta de emancipación de un menor esclavo que había salvado de morir ahogada, a una niña blanca en la playa de Icaraí. En el carnaval de 1888, pocos meses antes de la abolición de la esclavitud, un diario publicó lo siguiente: “El grupo de los Pelicanos, heroica fracción del benemérito club de los Fenianos, siempre generoso y noble, una vez más hizo realzar sus reconocidos méritos y elevados sentimientos, ennobleciendo de modo imperecedero el grandioso acontecimiento de hoy con la restitución de un hombre al estado libre. No es la primera vez que los eméritos carnavalescos se recomiendan a las alabanzas o elogios. El esclavo emancipa do por el ilustre club tiene 20 años, se llama Teodoro y acompañará a sus benefactores en el victorioso paseo carnavalesco de hoy. Un Bravo! a la heroica falange”. Los tres grandes clubes, Tenentes do Diabo, Democráticos y Fenianos, en el período carnavalesco anterior a la abolición; compraban esclavos para emanciparlos después de presentarlos en sus desfiles subidos a las carrozas con un estímulo y una lección. Lo mismo se dio en relación a los ideales republicanos. Las sociedades cerraron filas en torno de los que luchaban para derrotar la monarquía, y las armas usadas fueron la sátira y las alegorías. Hecho igual sucedió con relación a la adopción del voto femenino y a la lucha contra la dictadura del Estado Nuevo (durante los años 30 y 40). Como se puede constatar estas organizaciones que también se dedicaban al culto de la música y letras, fueron piezas fundamentales para grandes conquistas de nuestra historia política. Esta es una de las originalidades de nuestro carnaval. Herederas de los “ranchos”o grupos carnavalescos y de las grandes sociedades, las escuelas de samba que surgieron en el carnaval carioca en los primeros años de la década del 30; incorporaron elementos de las dos formas y crearon un mo delo nuevo irresistible. Nacida en el barrio Estácio de Sá y luego explayándose por el monte Mangueira y los suburbios de Oswaldo Cruz y Madureira; estas agremiaciones son la síntesis de todas las manifestaciones sucedidas desde la llegada de los primeros barcos negreros y de los festejos de los primeros cucumbis. Las escuelas de samba son, creo firmemente, una fatalidad histórica. Ellas son la síntesis del país y de nuestro pueblo. Felizmente no nació con forma definitiva y acabada. A lo largo de los años sucedieron modificaciones, lo que es natural, pero sin quitarles la esencia y manteniendo la condición de testimonio de su tiempo y espejo de las ansiedades y expectativas de sus componentes. Una de las instituciones más democráticas de las que se tiene noticia;las escuelas no limitan en ningún grado el ímpetu de su adhesión. Entre los que desfilan y que hoy llegan al espantoso número de 4.000, en media, y solamente en el grupo más importante son 14; están personas de razas, profesiones y orígenes de lo más diversos, que se hermanan para desfilar 90 minutos cantando y bailando. En todo este período desde el primer desfile-concurso realizado en el día 7 de febrero de 1932, las escuelas han crecido como agremiaciones o gremios recreativos conforme su denominación oficial; dedicándose muchas de ellas a la realización de un trabajo social de gran impacto y usando el deporte y los estudios que profesionalizan como cuña para abrir los caminos de la plena ciudadanía a un apreciable contingente de jóvenes. Dando continuidad a este lado original de nuestro carnaval, que lo diferencia de cualquier otro, las escuelas de samba han ejercido un magnífico papel en el rescate de personajes y episodios de nuestra historia; muchos hasta desconsiderados por la historia oficial. Cuantas figuras marginadas, cuantos momentos importantes en la formación de nuestro país ignorados por los libros didácticos, ganaron su debida dimensión a través de los enredos de las escuelas y sus sambas. Aleijadinho, Chica da Silva, Dona Beja, el baile de Ilha Fiscal, Delmiro Gouveia, la revuelta de los malês, Zumbi dos Palmares, Monteiro Lobato, Villa- Lobos, la crítica a los varios planes económicos de los cuales ya hemos sido víctimas, la mitología afro-brasileña, las alternativas en torno de la versión del descubrimiento del Brasil, en fin; las escuelas de samba pasarán a ser un foro para discutir y conocer el Brasil.Y todo esto sin pretensiones académicas, con lenguaje y visualización artísticas de fácil comprensión porque, al final, todo es hecho en canto y danza. En los días actuales el barracón es la gran caldera de la alquimia carnavalesca, donde todo se transforma y crea vidas a través de las manos de los artesanos que mezclan sudor, cola, fatiga y herrajes para materializar visiones y delirios. Diferente de un atelier u oficina, el barracón se zambulle en una magia que es compartida por los que la trabajan y comprendida por los que lo visitan. El fenómeno escuelas de samba extrapoló primero los límites de Río y, después, los límites del Brasil. Hoy existen escuelas en ciudades tan diferentes como Los Ángeles, Porto, Oslo, Tokio o Londres; adaptando no sólo nuestro ritmo como también su esencia. Del bombo de Zé Pereira al bombo que marca el tiempo fuerte en la batería de las escuelas, mucha cosa sucedió. Nuestro carnaval, a través de ellas, ha sido el instrumento sonoro de la historia del país, registrando, adaptando, transformando, modificando gestos y modos, comportamientos y apariencias.Y más, dan al mundo un ejemplo de belleza, fraternidad y tolerancia. Haroldo Costa es actor, productor cultural y autor de los libros Fala, Criolo; Salgueiro, Academia de Samba; É Hoje (con el caricaturista Lan), Na Cadência do Samba e 100 anos do Carnaval no Rio de Janeiro. 59 La dulce presencia del chorinho en el ambiente musical alemán. Beate Kittsteiner A diferencia del samba y la bossa-nova, el chorinho todavía desconocido en es relativamente Europa. El choro (chorinho) surgió hacia 1870, cuando los brasileños empezaron a brasileñizar danzas europeas de moda, como el vals, la polca y la escocesa. Rio de Janeiro era un verdadero inmigrantes caldero cultural. oriundos de Allí diversos vivían países europeos, que habían llevado consigo las tradiciones musicales de sus patrias. Altamiro Carrilho 60 A esa base musical de tradición europea vino a agregarse la influencia africana, aportada por los esclavos, en aquella época ya en pleno proceso de fusión cultural. De la mezcla de influencias musicales, en este caso, europea y africana, resultó el choro, con su ritmo sincopado de sabor africano y sus armonías de clara afinidad con lo europeo. La música derivada de esta mezcla es más suave y delicada que el samba, y se presta a una rica variedad de combinaciones melódicas. uchos comparan el choro – y su importancia para la música brasileña reciente – con el “rang-time” americano y su influencia en el jazz. Por otra parte, se suele observar que el choro primitivo se acerca a la música clásica, en tanto el choro más reciente presenta analogías con el jazz, sobre todo en cuanto a su potencial para la improvisación. Una importante característica del choro, que lo distingue de otras formas de la música actual, dominadas por una tendencia reduccionista, en la cual la melodía ejerce un papel secundario, es que el choro, con su amplio arco melódico, muestra una sorprendente variación armónica. Es así que uno de sus grandes atractivos es que en él se puede producir una rica gama de variaciones–improvisaciones, de modo semejante a lo que sucede en el jazz. Los solistas, en los grupos de choro, se dirigen mutuamente melodías que cada uno se esfuerza por superar, mediante variaciones, en una suerte de “desafío” musical. Muchos choros antiguos revelan esta característica en sus títulos, como por ejemplo,“·caiu, não disse?” o “cuidado colega”. Originariamente, los instrumentos utilizados para tocar el choro eran la flauta, la guitarra y el cavaquinho. Más tarde, en los años 20, se introdujeron los típicos instrumentos de M 62 percusión, como por ejemplo, el pandero, el “reco reco”, o el pequeño “surdo”. Pronto se agregó una guitarra de siete cuerdas, que posibilita una mejor reproducción de los contrabajos o “baixarias”. Yo misma, con mi formación “jazzística”, además de tocar la flauta, introduje en mi grupo de choro en Munich el saxofón. El cavaquinho lo toca el brasileño Fábio Block, cuyo padre ya era un famoso chorista; el alemán Dieter Holisch, que posee un refinado sentido para la música brasileña, toca la guitarra; en el contrabajo tenemos al virtuoso español Manolo Diaz. Nuestro grupo está además integrado por dos percusionistas: el brasileño especialista en pandero Borel de Sousa y el alemán, criado en Brasil, Ulrich Stach, excelente percusionista que en nuestro grupo toca la timba. Podríamos citar, como a uno de nuestros mayores inspiradores, al compositor Zequinha de Abreu, cuyo “Tico Tico no Fubá” es conocido en el mundo entero. Entre otras composiciones tocamos su “Não me toques”. Valoramos también, enormemente, al legendario compositor, saxofonista y flautista Pixinguinha, cuya música no sólo posee una increíble frescura sino que es también extremadamente conmovedora. Siempre ejecutamos su célebre chorinho,“Carinhoso”, Foto: Prensa 3 éxito inmenso, junto con otras composiciones suyas, como “Um a zero”,“Os cinco Companheiros”, “Teu Aniversário” e “Vamos Brincar”. Venero también al viejo maestro de cavaquinho Waldir Azevedo, cuya composición “brasilerinho” se hizo mundialmente conocida. Nuestro grupo toca varias de sus composiciones, además de ésa,“Cavaquinho Seresteiro”, “Choro Novo em Dó”,“Lembrando Chopin” (ésta última, como dice el titulo, en homenaje a Chopin, a quien mucho admiraba) y “Homenagem a Chiquinha Gonzaga”. Chiquinha Gonzaga es otra de nuestras fuentes de inspiración : Jacob do Bandolim fue mujer revolucionaria para su época (1847-1935), tanto en materia musical como en costumbres, y su famoso choro-polca “Atraente” figura en nuestro repertorio. Un compositor de los años cuarenta que mucho apreciamos es Jacó do Bandolim, verdadero virtuoso de la mandolina, de quien tocamos, entre otras composiciones,“Doce de Coco” y “Vale Tudo”, Entre los choristas contemporáneos, sentimos especial admiración por el flautista Altamiro Carrilho. Beate Kittsteiner – Musicóloga, saxofonista y flautista de su grupo “Tocando” de Munich. 63 Un pequeño sello fonográfico mercado de música y la síntesis de una propuesta: 1. Actualización mimética. Seguir los pasos de la surgió recientemente en São Paulo, en la Unión Metropolitana de Estudiantes. Su lema es “haciendo la música que Brasil se merece”. Lo que se deduce del catálogo de títulos y artistas producidos por este sello es que las radios y redes de televisión abierta no distribuyen la música que Brasil se merece. El lema es un veredicto sobre el trabar un combate desigual, quijotesco, para sacar de la sombra a músicos, repertorios y tradiciones que merecen ser oídos. 66 P uede parecer que los creadores de la iniciativa se preocupan con los molinos de viento. La música popular brasileña es apreciada por públicos variados, desde los Estados Unidos hasta el Japón. Tom Jobim está entre los grandes compositores de canciones del siglo XX. Sin embargo, la preocupación es compartida por mucha gente a la cual le asombra la manera como los medios difunden unos pocos tipos de música, imponiendo barreras a la diversidad estética del país, en una época en que se hace alarde del fin de esas mismas barreras, gracias a las tecnologías de la comunicación. Vale la pena, entonces, recordar las salidas para la música brasileña imaginadas en los últimos 85 años por músicos, críticos e intelectuales. Pensadas y probadas entre nosotros, éstas encuentran correspondencia, naturalmente, en otras, concebidas en Europa y en las Américas. Tomemos como hitos históricos el carnaval de 1917, cuando una canción grabada en disco, titulada “Pelo telefone”, tuvo un gran éxito en las calles –luego entró en la historia como el primer samba grabado- y la Semana de Arte Moderno de 1922, que conmovió al medio artístico de la ciudad de São Paulo con conciertos, lecturas, exposiciones de pintura y arquitectura. Los dos constituyeron el punto de partida para el pequeño inventario que sigue. El lector percibirá que las alternativas tuvieron desigual repercusión, que algunas pueden ser combinadas y otras no. Se mencionan algunos nombres, pero sería simplificar demasiado el cuadro el hecho de asociar una salida a tal o cual figura histórica. Estas tampoco corresponden a grupos de obras que serían su ejemplificación, ya que la complejidad y la singularidad de cada evento musical no pueden servir de ilustración de un movimiento artístico o un proyecto político. producción artística europea fue la salida vislumbrada por muchos artistas brasileños, en una época en que París era la capital mítica de la civilización. La intimidad de algunos músicos cariocas con la música francesa de su época sorprendió al compositor Darius Milhaud, al llegar a Río de Janeiro, precisamente en 1917. En sus memorias (Ma vie heureuse), cuenta que terminó conociendo mejor la música de Eric Satie ¡en la casa del profesor de piano Leão Veloso! Es posible encontrar elementos de esos deseos de actualización en la Semana de Arte Moderno. La conferencia dada por el escritor Graça Aranha (recién llegado de Europa) traía, didácticamente, noticias de los nombres más notables del modernismo parisiense –Igor Stravinski, Satie, el Grupo de los Seis-. Estaba cumpliendo, pues, la tarea de difundir, entre nosotros, la propia idea de una “música moderna”. El mimetismo suele ser vulnerable a la crítica. Un ejemplo de la observación irónica de la importación de modernismos es la marcha A-B-surdo, compuesta por Lamartine Babo y Noel Rosa en 1931. Parodiando la poesía moderna y la fiebre de futurismo que le siguió a la visita de Marinetti, ellos cantaron: Es futurismo, chiquilina Es futurismo, chiquilina Eso no es marcha Ni aquí ni en la China. 2. Reconocimiento de las peculiaridades nacionales. La solución tuvo en Brasil una grande y Foto: Prensa 3 sostenida repercusión, atrayendo a numerosos artistas. Con ella se identificaron los compositores Luciano Gallet, Camargo Guarnieri y Francisco Mignone. Según Mário de Andrade, otro de los participantes de la Semana del 22 – y el que mejor la formuló teóricamente –, la elaboración de una música artística auténticamente brasileña sería viable a partir de la utilización consciente de los vestigios nacionales que se manifestaban espontáneamente en las músicas populares. De esa manera podríamos salir de la etapa de mimetismo y la música brasileña estaría apta para figurar en los programas de conciertos, a la par de las grandes tradiciones nacionales europeas. Con el éxito de Heitor Villa-Lobos en el París de los años veinte, se confirmaba como acertada la tesis que combinaba nacionalismo y modernismo, integración al mundo civilizado de Occidente y profundización en las particularidades brasileñas. Los críticos europeos interpretaban la obra de Villa-Lobos como la expresión del vigor primitivo y la exuberancia natural de un país joven, esto es, como auténtica expresión de Brasil. Además, los tangos, polcas y maxixes – que no habían despertado interés en el medio académico brasileño – comenzaban a ser considerados desde una óptica diferente. En la Revue Musicale Milhaud hablaba de su Oswald de Andrade 67 esfuerzo para capturar la especificidad de la síncopa en las piezas de los compositores brasileños, destacando, entre ellos, la del “genial” Ernesto Nazaré. 3. Euforia de la técnica. Las innovaciones tecnológicas de la primera mitad del siglo XX transformaron radicalmente la relación de la mayoría de los hombres con la música. La grabación sonora y la radiodifusión desvincularon la audición de la estrecha relación que se daba entre músicos y oyentes al compartir el mismo espacio y tiempo. La música mecanizada provocó tanto visiones sombrías como optimistas de la técnica. Los que apostaron al progreso apoyaron también con entusiasmo el surgimiento de las músicas de la era industrial, capaces de expresar la velocidad y la excitación del mundo moderno. Esa actitud se revela en el editorial de la revista Klaxon (1922) exaltando al cine como el arte representativo de la época, a los Oito Batutas y al jazz-band. 4. Antropofagia. “Wagner desaparece ante los sambistas Foto: Prensa 3 Noel Rosa de Botafogo”, proclamó Oswald de Andrade en el Manifiesto Antropófago, en 1928. La Antropofagia se rebeló contra la actualización mimética y la actitud reverente frente a las obras respaldadas por el universo académico. La expresión “cultura brasileña” comenzaba a ser entendida como algo que abarcaba bastante más que la producción de los sectores letrados en esa propuesta híbrida de folclore, primitivismo e fiebre modernista de renovación. Mezclando agresividad y humor, la antropofagia predica la práctica de devorar al colonizador, es decir, de incorporar simbólicamente su poder, en un festín salvaje inspirado en los rituales de los nativos tupíes. De lo que se trata, entonces, es de replantear los términos de la relación entre la música brasileña y la música de los centros de civilización occidental. Se abandona la actitud frente a lo extranjero, que ya no será rechazado sin más, promoviéndose, en su lugar, la absorción de sus cualidades. Hay innumerables ejemplos de devoración de las tradiciones europeas en la música compuesta por los brasileños antes y después de la formulación teórica de la antropofagia. A partir del trío de flauta, cavaquinho y guitarra en el siglo XIX, los denominados chorões transformaron la música de las danzas europeas, como la polca, generando nuevos estilos. Posteriormente, en el ámbito del movimiento denominado “Tropicália”, antiguas canciones del repertorio romántico brasileño se juntaron a cantigas de sabor rural y a las modernas guitarras eléctricas, identificadas con una nueva moda extranjera: el rock’n roll. 5. Educación de las masas. En esa propuesta civilizatoria se enfatiza el papel social del artista y el apoyo del Estado. De allí surgen acciones de gran alcance, con el objeto de distribuir los beneficios de la educación y formar, antes que nada, al oyente. Esa fue la apuesta de Villa-Lobos cuando estuvo al frente de la Superintendencia de Educación Musical y Artística en el antiguo Distrito Federal. La fascinación del compositor por las grandes manifestaciones corales halló eco en el espíritu disciplinador del régimen implantado por Getúlio Vargas en 1930. La caída de la Primera República, en medio del derrumbe del comercio del café y la crisis internacional de 1929, colocaron en tela de juicio la fe en los valores liberales. En ese contexto, los espectáculos con millares de voces simbolizaban la victoria de los intereses 68 Villa-Lobos colectivos sobre el individualismo. El plan de educación musical de Villa-Lobos ambicionaba una verdadera reforma de la mentalidad, a la que se llegaba mediante la formación de un público y de profesores. Ese sería el antídoto eficaz contra los venenos de la vitrola y del cine, a los cuales Villa-Lobos –como otros en su época– atribuía la degeneración del gusto musical. 6. Vanguardia y arte malsano. El avance de los métodos de Foto: Prensa 3 distribución masiva de la música impulsó nuevos ídolos y nuevos estilos. Quedó poco espacio para el compositor que, después de un largo período de formación especializada, compone artesanalmente por escrito obras complejas, de difícil ejecución por parte de los intérpretes y difícil asimilación por parte de la audiencia. La doble frustración –con el régimen político totalitario del Estado Nuevo, por un lado, y con la lógica de mercado, por el otro– hizo que algunos artistas se plantaran firmes en su actitud de rechazo, no sólo de las banales sonoridades habituales, lanzadas al aire por los aparatos de radio, sino de la sociedad misma. En la atmósfera sombría de la Segunda Guerra Mundial, Mário de Andrade reflexionó amargamente sobre el arte musical en Brasil. Aun cuando mantuviese, en general, convicciones optimistas en lo que respecta a la música brasileña, dejó entrever a través de las voces de los personajes de su obra O Banquete, que la actitud radical de las vanguardias se perfilaba como una respuesta a los problemas de su tiempo. El compositor Jangão, uno de sus personajes, dice en un trecho del diálogo: Me imagino que la mejor manera de sacarme provecho, de sosegar la libertad de mi conciencia, sería componer una obra malsana... Malsana, compréndase: en el sentido de contener gérmenes destructivos e intoxicantes que provoquen malestar en el medio ambiente y ayuden a echar por tierra las formas obsoletas de la sociedad. Las alternativas de este breve inventario se presentaron en contextos históricos singulares, vinculadas a determinadas formas de percepción de los problemas de la cultura brasileña. Esa es la razón por la que no son válidas como recetas ni pueden ser convertidas en acciones. Un eje importante del debate sobre la música en Brasil –la relación de oposición entre lo nacional y lo foráneo– fue lanzado desde la Antropofagia. Aun así, los temas a los que nos hemos referido no se volvieron obsoletos. Continúan siendo temas de discusión la necesidad de conocer mejor los diversos idiomas musicales del Brasil y la búsqueda de la excelencia artística sin desdeñar la educación. Elizabeth Travassos – es doctora en Antropología Social por el Museo Nacional de la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ). Es profesora de Folclor y Etnomusicología en la Universidad de Rio de Janeiro (UNI-RIO). Es autora de Os mandarins milagrosos.Arte y etnografía en Mário de Andrade y Béla Bartók (1997) y Modernismo y música en Brasil (1999). 69 DE LOS REYES DE LA RADIO A LA “BOQUINHA DA GARRAFA” Tom Tavares Cuando se realizó oficialmente la primera transmisión de radio en Brasil, ochenta proyectores de sonidos esparcidos por la antigua capital federal divulgaron el discurso del Presidente de la República, Epitácio Pessoa, en su último año de gobierno. Luego del sonido del poder, ocupó su lugar el poder del sonido: y se pudo escuchar la sinfonía de apertura de la ópera "O Guarani", del compositor Antonio Carlos Gomes, natural de la ciudad de Campinas (São Paulo), transmitida directamente desde el Teatro Municipal de Rio de Janeiro. Carmen Miranda 71 72 odo ello ocurrió el 7 de septiembre de 1922, durante las celebraciones de los cien años de la Independencia de Brasil, período en que la Federación vivió crisis políticas sucesivas, derivadas de una economía débil, que acumulaba deudas con Inglaterra, transferencia de una realeza anacrónica hacia la real farsa de una nueva república que muy temprano se mostró vieja. Cuando ese mes de septiembre llegó, a pesar de los errores T música brasileña en Europa; Francisco Alves estrenaba en el Teatro São José, acompañado del ya famoso Vicente Celestino; y Ernesto Nazareth disfrutaba del éxito de composiciones como “Brejeiro”,“Odeon” y “Apanhei-te Cavaquinho”. Y había más: en São Paulo, Zequinha de Abreu, hacía a las parejas bailar al sonido de “Tico-Tico no Farelo” que, luego, se transformó en el mundialmente famoso “Tico-Tico no Fubá”. Más al sur del país, en Porto Alegre, Radamés Gnattali tocaba cometidos por los gobernantes del país, también era tiempo de contabilizar algunos buenos motivos para expresar esperanza y optimismo. Y uno de esos motivos era la producción musical. Teníamos una buena herencia del sonido de la flauta de Joaquim Antônio da Silva Calado y aún cantábamos con el piano de Chiquinha Gonzaga. Se habían cumplido 20 años de la grabación del primer disco de música popular brasileña (“Isto É Bom”, de Xisto Bahia, producido por la Casa Edison) y sólo siete meses después de la realización de la “Semana de Arte Moderno”, evento en que la música brasileña se hizo representar a través de Ernani Braga, Fructuoso Vianna y Heitor Villa-Lobos. A principios de la tercera década del siglo pasado, Brasil tenía un desarrollo importante en materia artística. En ese período, se destacaban algunos de los artistas más importantes de nuestra historia: Pixinguinha, quien incursionaba por Francia y grababa con los “Os Oito Batutas” en la RCAVictor de Argentina; en el bandolín, Luperce Miranda integraba el “Jazz Leão do Norte”, en la ciudad de Recife; el sonido del piano de Ari Barroso llenaba la sala de espera del Cinema Iris, ubicado en el Largo da Carioca (en Rio de Janeiro); Josué de Barros regresaba a Brasil luego de realizar las primeras grabaciones de piano en el Cine Colombo, al mismo tiempo en que producía sus primeras partituras teniendo como referencia elementos musicales eminentemente brasileños. Así, cuando Roquette Pinto inauguró nuestra primera emisora, la Radio Sociedad, el día 20 de abril de 1923, el acervo de composiciones desarrollado en tierras brasileñas ya era vasto y variado, lo suficiente para atender a la demanda de la clientela alcanzada por aquel nuevo medio de comunicación. La deficiencia no era, pues, en el campo de la creación. Era en el área de la grabación, dado que los estudios existentes no disponían, aún, de recursos técnicos ideales para la captación y la reproducción sonora. Y, si los discos grabados en 78 rotaciones no ofrecían fidelidad, tampoco los micrófonos, ni los transmisores y, menos aún, los rarísimos receptores. Sin embargo, la radio fue del gusto del pueblo y el pueblo entró en la onda de la radio. Rápidamente, se crearon nuevas emisoras, involucradas en una saludable disputa por la audiencia a través de la calidad. No sólo por la capacidad de los productores y animadores. Es que los hombres de la radio, de entonces, quizás por falta de otras opciones, estructuraron toda la programación en base a la música. Y ahí sí, por suerte y competencia, la música era buena. Foto: Mario Thompson Foto: Prensa 3 Sílvio Caldas De esa forma, se establecía una relación en que eran atendidos todos los intereses: la grabadora veía la divulgación de su trabajo; el artista, al ser divulgado por la emisora, expandía su campo de acción; y la radio, en desarrollo, carente de material para cubrir su programación, se alimentaba del rico y variado abanico musical. Es verdad que la Radio Jornal do Brasil resaltaba la creación erudita. Sin embargo, también es verdad que las demás emisoras de radio divulgaban con mucho vigor la “fina flor” de nuestra joven música de entonces. Joven música de Pixinguinha, Noel Rosa, Lamartine Babo, Mário Reis, Ari Barroso, Carmen Miranda, Silvio Caldas, Donga. Joven música llena de nuevos ritmos, como el lundú , el maxixe , el choro , la marcha y la samba , que, gracias a la inexorabilidad del tiempo, temprano integraría el repertorio de lo que empezó a ser tradicionalmente conocido como “velha guarda”. Complementando el acervo sonoro recibido de las grabadoras, aún en los años 20, las emisoras empezaron a trasmitir la música en vivo, o sea, ejecutada allí mismo, en sus estudios de transmisión. Y, una vez más, se comprueba la calidad del artista de aquel período: sólo interpreta en vivo quien tiene capacidad para ello. Y habían muchos. Nelson Gonçalves A partir del surgimiento de la Radio Nacional, en 1936, el público pasó a disputar, también, un lugar para ver los programas de radio. Así es: ver la radio. Nacían los programas de auditorio que dividían su tiempo entre presentaciones de instrumentistas, cantantes consagrados y, también, nuevos valores, llamados “calouros”, contribuyendo a aumentar aún más la larga nómina de nuestras atracciones musicales. En ese tiempo, la radio experimentaba su primera transición. Poco a poco, los locutores fueron perdiendo el puesto de mando de los programas, ahora ocupado, principalmente, por cantantes y compositores, contratados con exclusividad. La Radio Mayrink Veiga exhibía a Carlos Galhardo y a Silvio Caldas; la Radio Tupi apostaba en el talento de Dircinha Batista; la Radio Educadora resaltaba las “Horas Lamartinescas” ; la presencia de Almirante era patente en la Radio Tamoio; Ari Barroso brillaba en la Radio Cruzeiro do Sul. La Radio Nacional, a su vez, ponía en el aire a un equipo de peso, en que se destacaban Francisco Alves, Linda Batista, Nuno Rolando, Manezinho Araújo, Nelson Gonçalves y Orlando Silva. Líder absoluta en audiencia en los años 40 y 50, la Radio 73 Nacional llegó a tener, bajo contrato, a 15 directores de orquestas, manteniendo, además, en su elenco, a dos conjuntos regionales y a una gran orquesta con 144 integrantes. Como si no bastara, contrataba a solistas de la calidad de Jacob do Bandolim, Abel Ferreira, Luperce Miranda, Luiz Americano, Dilermando Reis, Garoto y Chiquinho do Acordeon. Aún no satisfecha con tanta opulencia, pasó por encima de nuestro régimen presidencialista al convertir a Marlene, Dalva de Oliveira, Emilinha Borba, Ângela Maria y Dóris Monteiro, en las Reinas de la Radio, voces de oro en la banda sonora de los años románticos de la mitad del siglo veinte. A partir de 1950, la disputa por la audiencia aumentó, aún más, con el advenimiento de la televisión en Brasil. Surgieron los canales de televisión Tupi, Nacional, Rio, Paulista, Continental, Excelsior y Record, los más importantes de esta fase de implantación. Este nuevo medio de comunicación conquistó los hogares brasileños usando como atracciones los mismos grandes nombres de la Radio. Y, si la cartelera era verdaderamente diversificada, con telenovelas, noticias, películas, era innegable el liderazgo de los programas musicales. De esa forma, la televisión nació, aprendió a andar y creció anclada en la música brasileña: no sólo la vigente, sino también la resultante de los nuevos movimientos que revolucionaron el país entre los años cincuenta y sesenta: Bossa Nova , Jovem Guarda y Tropicalismo . Había espacio para todos en la pantalla chica cuando los Festivales de la MPB (que surgieron en la TV Excelsior en 1965, fueron copiados por la TV Record y, luego, por la TV Globo) seleccionaron el repertorio que sería cantado por la nación. Tom Jobim, Vinícius de Morais, Baden Powell, Geraldo Vandré, Jair Rodrigues, Chico Buarque, MPB 4, Nara Leão, Wilson Simonal, 74 Roberto Carlos, Edu Lobo, Elis Regina, Caetano Velloso, Gal Costa, Gilberto Gil, Os Mutantes, Tom Zé, Sérgio Ricardo, Dori Caymmi, Nelson Mota, Luiz Bonfá, Antonio Adolfo, Milton Nascimento, Guarabira, Paulinho da Viola, Marcos Valle, Sueli Costa, Ivan Lins, Beth Carvalho, Antonio Carlos y Jocafi, Gonzaguinha, Egberto Gismonti y Jorge Benjor fueron algunos de los grandes nombres que surgieron en esa época. Los programas musicales, como por ejemplo “O Fino da Bossa” (Tv Record),“Um Instante Maestro” (Tv Tupi), “A Grande Chance” (Tv Tupi), “Vamos S’imbora” (Tv Record),“Esta Noite Se Improvisa” (Tv Record),“Rio Hit Parade” (Tv Rio) dominaban el horario de mayor audiencia. La juventud podía elegir entre “Todos os Jovens do Mundo” (Tv Record), “Os Brotos Comandam” (Tv Continental), “Festa do Bolinha” (Tv Rio),“Jovem Guarda” (Tv Record), “Jovem Urgente” (Tv Cultura),“Poder Jovem” (Tv Tupi), “Brasa 4” (Tv Itacolomi-BH), y muchos otros. Esta ebullición continuó hasta, por lo menos, fines de los años setenta, saliendo de la escena al mismo tiempo en que desaparecían las TVs Paulista, Tupi, Excelsior, Continental, emisoras que fueron absorvidas por las grandes redes, que tienen en la TV Globo su paradigma. El proceso de desarticulación pasó, obviamente, por el despido de conjuntos regionales, orquestas enteras, sus directores, en resumen, todas las cabezas musicales que no aceptaban someterse a los dictámenes del más joven director artístico de las emisoras: el mercado. Para llenar el espacio dejado por los reyes y las reinas de la radio, los dueños de los medios eligieron sus astros ideales: luminosos reyes de la sumisión, Gilberto Gil Foto: Prensa 3 Donga saboteando el libre desarrollo del pensamiento artístico, comprimiendo a todo y a todos en un mismo paquete, empujado en dirección a la boquita de la botella. Tom Tavares - Compositor y Director de Orquesta, Profesor de la Escuela de Música de la Universidad Federal de Bahia. Foto: Mario Thompson del servilismo, corderos ideológicamente áridos. Era el fin de una relación pluralista, culturalmente exitosa, entre las industrias de la música y de las comunicaciones. A partir de entonces, las grandes redes se impusieron como grandes ejércitos y empezaron a lotear “alemanias” derrotadas, desobedeciendo frontalmente la legislación que regula el funcionamiento de este medio. Las emisoras de radio y televisión prácticamente tiraron a la basura la ley de las concesiones, asociándose a empresarios cuya sensibilidad musical se restringe a la fascinación por el repicar de las monedas. Expresado de esa forma, en el ámbito de la fantasía, puede parecer mentira. Lamentablemente, es verdad. Hubo una época en que la música, proyectada a través del alto parlante, identificaba, en el formato cónico de este accesorio, uno de sus símbolos. Era el diseño representativo del crecimiento, de la evolución, de la expansión, de la libertad. Hoy, los medios de comunicación actúan de manera tal de no contemplar la diversidad, desestimulando, 75 TRANSFORMACIONES DEL SAMBA CARIOCA EN EL SIGLO XX Carlos Sandroni E l samba ha sido reconocido, en las últimas décadas, como la expresión musical más típicamente brasileña. Pero la palabra “samba” designa, en Brasil, muchas cosas diferentes. Su acepción más común se refiere al género musical desarrollado en Río de Janeiro a lo largo del siglo XX. El samba carioca tiene innumerables variantes, pero los historiadores del género han subrayado una diferencia especialmente importante entre el samba que se hizo en los años 1910 y 1920 y el que va de los años 30 en adelante. A comienzos del siglo XX, los que hablaban de “samba” en Río eran sobre todo las personas vinculadas a la comunidad de negros y mestizos 78 emigrados de Bahía, que se instaló en los barrios cercanos al puerto: Saúde, Praça Onze, Cidade Nova. Esas personas cultivaban muchas tradiciones de su tierra natal: era una gente amante de las fiestas, que le gustaba cantar, comer, beber y danzar. A sus fiestas las llamaban “sambas”. Y usaban la misma palabra para designar una modalidad musicalcoreográfica de su especial predilección, que consistía en lo siguiente: se formaba una rueda, en cuyo centro se colocaba alguien que empezaba a bailar, y bailando elegía a su compañero del sexo opuesto. (La manera en que se comunicaba al compañero esta elección era importante: se trataba de la “umbigada”, o choque de ombligos, gesto coreográfico que, según se cree, recibía en una de las lenguas del tronco bantú el nombre de “semba”, supuesto origen de “samba”...). Los dos danzaban en el centro de la rueda mientras todos cantaban cortos estribillos, alternados con partes solistas también cortas y muchas veces improvisadas, y acompañados por palmas e instrumentos como el pandero, el prato e faca (plato y cuchillo), el chocalho (cencerro). Luego, la persona que había empezado dejaba el centro de la rueda y su compañero elegía -según el mismo procedimiento- una nueva pareja, y así sucesivamente hasta que todos hubiesen bailado en el centro. Entre los frecuentadores de estas fiestas bahiano-cariocas estaban los músicos en vías de profesionalización, como los más tarde famosos Pixinguinha, Sinhô y Donga. Para sus composiciones ellos se inspiraron muchas veces en lo que allí oían. Donga, hijo de una bahiana que gustaba de las fiestas, no fue el primero en usar el nombre “samba” como denominación de género para una de estas composiciones, pero sí fue el primero en lograr un enorme éxito popular al hacerlo, con el clásico “Pelo telefone”, de 1917. Es Sinhô quien se haría famoso, durante los años 20, como el “Rey del Samba”, a través de composiciones como “Jura”,“Gosto que me enrosco” y “A Favela vai abaixo”. Esta exitosa actividad de compositores profesionales modificaría sensiblemente las connotaciones de la palabra samba en Río de Janeiro, popularizándola enormemente, y ampliando cada vez más el sector de la población capaz de identificarse con ésta. Hacia finales de los años 20 se crean las primeras “escolas de samba”. El origen de la denominación es incierto. Lo que parece cierto es que está ligada a un bloque carnavalesco del barrio de Estácio de Sá, de nombre “Deixa falar”. Este bloque habría sido el primero en desfilar en el carnaval al son de una orquesta de percusiones formada por tambores sordos (graves), tamboriles (agudos) y cuícas (tambores de fricción), a los cuales se agregaban los ya mencionados panderos y cencerros. A este conjunto instrumental se lo denominó “batería”, y se prestaba al acompañamiento de un tipo de samba que ya era bien diferente de los de Donga, Sinhô y Pixinguinha. El samba hecho a la moda de Estácio de Sá –cuyos principales creadores fueron Ismael Silva, Nílton Bastos, Bide y Marçal- se afirmó rápidamente como el samba carioca por excelencia. Siguiendo sus pisadas, gente como Cartola y Paulo da Portela creó las escolas de samba que se tornarían las más tradicionales 80 del carnaval de la ciudad, como Mangueira, Portela y Salgueiro. Esto ocurrió a fines de los años 20 y comienzos de los 30, de forma concomitante, por otra parte, a la creación del respectivo concurso carnavalesco. ¿Por qué el samba de Estácio fue tan influyente? Es difícil responder de forma cabal a esta pregunta, pero un factor parece haber sido importante. Los compositores de Estacio rápidamente atrajeron la atención de una figura de enorme éxito en el mundo de la música profesional: el cantor Francisco Alves. Al final de los años 20, época en que empezó a grabar sambas de Bide e Ismael Silva, Chico Viola (como también se lo conocía) ya era la estrella más brillante del firmamento de la radio y el disco en el país. Asociándose a la gente de Estácio, catapultó a este grupo a un nivel de prestigio que sólo más tarde sería alcanzado por la gente de Mangueira y de los otros reductos de samba. No es de extrañar que éstos hayan visto en Estácio un modelo a ser imitado. Los testimonios sobre los desfiles de las escolas de samba de los años 30 indican que no tenían mucho en común con lo que se ve hoy en el Sambódromo. Cada escola cantaba tres sambas, y no sólo uno como a partir de 1940. No se trataba de “sambasenredo” (sambas con argumento) ya que el desfile no representaba un argumento, o sea, no contaba una historia ni desarrollaba un tema general. Cada samba consistía en un estribillo cantado en coro, después del cual un solista improvisaba versos. Evidentemente no existía amplificación, y los solistas tenían que tener una voz suficientemente potente como para ser oída entre el sonido de la batería. (Esta tenía mucho menos integrantes que las actuales, pero aun así debía tocar bajito en las partes de los solistas.) Las transformaciones del samba en la primera mitad del siglo XX se dieron en múltiples planos: en los desfiles de carnaval, aunque también en los estudios de grabación. Estos diferentes planos eran controlados por fuerzas sociales distintas: simplificando un poco, es posible decir que quienes mandaban en el desfile eran personas como Cartola o Paulo da Portela, pertenecientes a los medios sociales bajos; mientras que en los estudios mandaban los directores artísticos de las grabadoras, o en última instancia los mismos dueños de éstas. El enorme relieve adquirido por la música popular brasileña en aquel período (y también posteriormente) está vinculado sin dudas al hecho de que hayan podido entrelazarse Foto: Mario Thompson ámbitos sociales tan distintos, como coprotagonistas de una historia hasta cierto punto común a ambos. A comienzos de los años 30, bajo el impacto de las innovaciones musicales de Estácio y también de las innovaciones tecnológicas –como el reemplazo del sistema llamado “mecánico” por el llamado “eléctrico” de grabación-, se redefinen las relaciones entre el samba de calle y el estudio. Uno de los aspectos más importantes de la nueva sonoridad resultante de esta redefinición es la presencia, en las grabaciones, de los llamados “ritmistas”. Esta palabra –y no la palabra “percusionistas”, adoptada mucho más recientemente- se usaba para referirse a los músicos populares, egresados de las escolas de samba, especialistas en tambores sordos, cuícas, tamboriles y panderos. Por lo que todo indica, la primera vez que estos músicos fueron admitidos en un estudio de Río de Janeiro fue en ocasión de la grabación del samba “Na Pavuna”, de Candoca da Anunciação y Almirante, en 1930. Sin embargo, sólo cerca de 1932 esta práctica se torna común. La presencia de los ritmistas probablemente se relaciona, como sugirió Flavio Silva, con otro cambio importante, relativo al papel de los instrumentos de aliento en los arreglos. En las grabaciones de la década del 20, en que no había percusión, el papel más característico de los instrumentos de aliento –sobre todo los de timbre más grave, trombón, tuba- era hacer una especie de punteo rítmico en los intervalos de las frases de los cantantes, basado en la célula que Mário de Andrade bautizó como “síncopa característica”, que comenzaba generalmente por una pausa de semicorchea. Es posible oír este “punteo”, por ejemplo, en el inicio de “Jura”, de Sinhô:“Jura... jura... jura... pelo Senhor – pom, pom pom pom, pom pom pom, etc”. Se trató de una verdadera obsesión en los arreglos de la época, habiendo sido declinada en todas las variantes posibles, en las introducciones, en las pausas del canto y en los acordes finales. Ahora bien, las grabaciones de samba de 1932 en adelante –cuando la importancia de los ritmistas ya era grande- no ya muestran vestigios del referido “punteo”. Es tentador pensar, concordando con Silva, que un elemento haya reemplazado al otro: las grabaciones ya no necesitarían del martilleo rítmico de trombones y tubas, dado que ahora podían contar con tambores sordos, panderos, etc. De hecho, la característica más marcada de las grabaciones de los años 30 –al menos por contraste con las de la década anterior, y hasta cierto punto, también de la siguiente- quizá fuese la fuerte presencia de instrumentos de batucada. Al contrario de lo que ocurría en los desfiles de carnaval, esta presencia era discreta: un tambor sordo, un pandero, uno o dos tamboriles. (No conozco ningún ejemplo de cuíca en las grabaciones de la época: este instrumento era considerado demasiado bizarro, exótico, extraño, como lo relatan innumerables testimonios.) Esta “batucada de cámara” fue acoplada de manera feliz a un conjunto instrumental del estilo de los que a comienzos de siglo se denominaban “choros”, o sea, base armónica de guitarras y cavaquinho, más uno o dos solistas, como flauta, clarinete o mandolina. Esta nueva síntesis instrumental entre elementos provenientes de tradiciones afrobrasileñas y elementos que eran producto de las prácticas musicales de las capas medias urbanas fue llamada, en los estudios de grabación y en las radios,“regional”, abreviatura de “orquesta regional”, para diferenciarla de la 81 Foto: Mario Thompson orquesta considerada “universal”, basada en cuerdas de arco. Los primeros concursos de escolas de samba se desarrollaban en una plaza vecina al barrio de Estácio, la Praça Onze. Esta fue en las primeras décadas del siglo XX, en la feliz expresión del sambista Heitor dos Prazeres, algo así como una “Pequeña Africa”. De hecho, la Praça Onze fue homenajeada en prosa y verso como cuna del carnaval popular de Río de Janeiro. Esto se debe en gran parte a su ubicación en la geografía urbana. La plaza formaba un rectángulo encuadrado al oeste por la calle Santana, al norte por la calle Senador Eusébio, al sur por la calle Visconde de Itaúna y al este por la calle General Caldwell. Al lado de la calle Santana se hallaba la extremidad del canal del Mangue, alrededor del cual se había construido, cerca de 1870, la 82 “Cidade Nova”, barrio popular, lleno de negros libertos (la esclavitud no terminó en Brasil sino en 1888) y de inmigrantes llegados del interior. La música popular de Río de fines del siglo XIX y comienzos del XX (el choro, el maxixe) fue creada e interpretada en gran parte por allí. Del lado de la calle Senador Eusébio, la plaza acompañaba el trecho final del Ferrocarril Central de Brasil, que traía al centro de la ciudad un enorme contingente de trabajadores del suburbio. Un poco más lejos, en la misma dirección, estaban los morros Saúde y Gamboa, también muy populares y habitados por muchos estibadores a raíz de su cercanía con el puerto. Del lado de la calle Visconde de Itaúna se hallaba la casa de Tia Ciata. Bahiana y mãe-de-santo, Tia Ciata fue una figura de vanguardia en el origen del samba y del culto a los orixás en Río de Janeiro. Finalmente, del lado de la calle General Caldwell, la plaza se abría en dirección al centro de la ciudad, a los barrios ricos. La plaza no era frecuentada sólo por los pobres de los barrios que la circundaban, sino también por los “del otro lado”, sea porque éstos buscaban exotismos, sea porque mantenían relaciones personales con los del mundo popular. Esta “apertura” en dirección a otras esferas sociogeográficas llevó al antropólogo Artur Ramos a considerar a la Praça Onze como una “válvula de escape entre el mundo de los negros y el de los blancos”. La Praça Onze era, así, el lugar por excelencia del carnaval de los pobres, del “pequeño carnaval”, como se decía en la época. El “gran carnaval”, por otro lado, era el de los ricos, también ellos organizados en grupos carnavalescos: los “ranchos” y “Grandes Sociedades”. Estos desfilaban en la actual avenida Rio Branco, que era, desde el punto de vista del simbolismo urbano, diametralmente opuesta a la Praça Onze. La avenida en cuestión fue abierta en 1903/4 y el alcalde Pereira Passos la bautizó como “avenida Central”. Considerada por el historiador Jeffrey Needel, a justo título, como “la mejor expresión de la Belle Époque carioca”, la nueva avenida expresaba los deseos de la elite brasileña de ver a “su” capital más parecida al París de Haussman que a una ciudad tropical y mestiza. “La avenida fue planificada no sólo con objetivos urbanísticos: se la concibió como una proclamación. Cuando, en 1910, sus edificios se hallaban terminados y el concepto había sido plasmado, un magnífico paisaje urbano se abrió en el centro de Río. La capital federal poseía ahora, de hecho, un boulevard civilizado y un monumento al progreso del país [...] Un conjunto de edificios públicos dominaba la imaginación popular: en el extremo sur de la avenida, el Teatro Municipal, el Palacio Monroe, la Biblioteca Nacional y la Escuela de Bellas Artes [...] Estas fachadas y las fuerzas sociales allí representadas habían sido tan cuidadosamente planificadas como el propio trazado de la avenida.” (Needell, 1993) A un carnaval de elite, una avenida de elite. Los edificios mencionados formaban juntos una especie de resumen de la cultura y el arte letrados de estilo europeo: el Teatro Municipal era una copia de la Opera Garnier de París, frente al cual se ubicó la Escuela de Bellas Artes, donde se impartían clases en el más estricto respeto a los cánones académicos. La historia probaría, sin embargo, que la oposición entre la Praça Onze y la avenida Central no era tan insuperable como parecía... Durante los años 30 y 40, las escolas de samba fueron adquiriendo cada vez más prestigio, a medida que el samba, como género musical, se transformaba en una especie de emblema sonoro de Brasil (Vianna, 1996). La Praça Onze y las calles que la circundaban desaparecieron a fines de los años 30, en la época de las reformas en el centro de la ciudad, cuando se abrió la enorme avenida Presidente Vargas (una perpendicular al norte de la avenida Central). A partir de entonces, el lugar de desfile de las escolas de samba fue cambiando casi con cada carnaval, pero siempre atrayendo más y más turistas, clase media y curiosos de todos los rincones de Río. En 1953, un periodista se atreve por primera vez a opinar que las escolas de samba se estaban volviendo tal vez la principal atracción del carnaval carioca, más importantes incluso que los ranchos y Grandes Sociedades. Y a fines de los años 50 ocurren dos cambios importantes. Primero, las escolas comienzan a invitar, para que se ocupen del aspecto visual del desfile (disfraces, carros alegóricos, etc), a profesionales formados en la Escuela de Bellas Artes, cuya experiencia provenía de las escenografías de ópera del Teatro Municipal; los desfiles comienzan a realizarse, más tarde, en la propia avenida en que estas instituciones estaban instaladas: la avenida Central, rebautizada ahora como Rio Branco. En treinta años, el camino recorrido fue enorme, ya que no es posible imaginar nada más contrario a lo que habrían deseado los constructores de la ex avenida Central: que su joya fuera un día a albergar los desfiles de negros de los morros y suburbios, tocando instrumentos de origen africano como la bizarra cuíca, y danzando a su manera. Un camino recorrido tanto por las escolas de samba, que se organizaron y transformaron, como por la propia ciudad, que al son de los sambas grabados en los estudios, como los de Ary Barroso y Carmen Miranda, abandonó su modelo exclusivamente europeo para adoptar el mestizaje cultural como valor posible. Bibliografia: Cabral,Sérgio.As escolas de samba do Rio de Janeiro.Rio de Janeiro:Lumiar,1996. Needell, Jeffrey. Belle époque tropical. São Paulo: Companhia das Letras, 1993. Sandroni,Carlos.Feitiço decente – transformações do samba no Rio de Janeiro,19171933.Rio de Janeiro:Jorge Zahar/UFRJ,2001. Silva, Flávio. Origines de la samba urbaine à Rio de Janeiro, disertación, Paris: EHESS, 1976. Vianna,Hermano.O mistério do samba.Rio de Janeiro:Jorge Zahar/UFRJ,1996. Carlos Sandroni – Nacido en Río de Janeiro en 1958, Carlos Sandroni se doctoró en Musicología en la Université de Tours, Francia y es Magister en Ciencia Política de la IUPERJ. Publicó los libros Mário contra Macunaíma: cultura e política em Mário de Andrade (São Paulo: Vértice, 1988) y Feitiço decente – transformações do samba carioca 1917-1933 (Rio de Janeiro: Jorge Zahar/UFRJ, 2001) además de varios artículos en publicaciones brasileñas y europeas. Desde 2000, es profesor adjunto del Departamento de Música y del Programa de Posgrado en Antropología de la UFPE. Es presidente de la Asociación Brasileña de Etnomusicología (gestión 2001/2002). Es también compositor, letrista y guitarrista, teniendo canciones grabadas por Clara Sandroni, Olívia Byington, y Adriana Calcanhoto, entre otros. Su versión Guardanapos de papel (hecha a partir de la canción Biromes y servilletas, del uruguayo Leo Masliah) fue grabada por Milton Nascimento en los discos Nascimento y Tambores de Minas. 83 86 Orlando Silva Foto: Mario Thompson E n 1951, la tripulación de un avión de la Fuerza Aérea Brasileña, aquellos denominados “fortaleza voladora”, daba comienzo a los preparativos para el aterrizaje en la ciudad de Campo Grande, cuando fue sorprendida por un “apagón” en el aeropuerto local. Volando desde Manaos, la tripulación sabía que la reserva de combustible no era suficiente ni para buscar el aeropuerto más cercano (situado a centenas de kilómetros de distancia) ni para esperar muito tiempo a que la luz volviera. El comandante del avión se comunicó con el responsable de la unidad de la FAB de Campo Grande, a quien le transmitió el drama que estaba viviendo. La siguiente comunicación fue de Campo Grande a la Base Aérea de Santa Cruz, en Río de Janeiro, la que a su vez entró en contacto con Radio Nacional, situada en la Praça Mauá, en el Centro de Río, para pedir ayuda. Minutos después, un locutor transmitía a los oyentes de Campo Grande –situada a más de dois mil kilómetros de distancia- el siguiente mensaje. “¡Atención, Campo Grande, Mato Grosso! Una fortaleza voladora de la FAB necesita descender y el campo de aterrizaje está a oscuras. Apelamos a los propietarios de automóviles para que se desplacen inmediatamente al aeropuerto a fin de que la pista de aterrizaje sea iluminada por los faros de sus autos.” El llamado se repitió varias veces, hasta que informaron a Radio Nacional que el problema estaba resuelto. A las 23:45, el avión descendía en el aeropuerto de Campo Grande iluminado por los faros de centenas de automóviles. En fin, un texto sobre Radio Nacional podría limitarse a hechos como el antes descripto y que justifican la posición de los que consideran a la emisora el mayor fenómeno de comunicación del Brasil, incluso tomando en cuenta otros fenómenos impresionantes, como el de la vieja revista O Cruzeiro y el de la actual TV Globo. Como no se pre- tende en este espacio promover un desfile de historias en radio: a las palabras se las lleva el viento. que ilustrarían aún más el poderío de Radio Nacional, el Pero la gente vinculada a la música no fue olvidada y, tema se cierra con la información de que, en 1949, el progradurante muchos años, sus nombres permanecieron ligados ma “No mundo da bola” promovió la elección del jugador de a la historia de Radio Nacional. Hablando, por ejemplo, fútbol preferido de los oyentes. Los votos se enviaban en el del cantor Francisco Alves, uno de los primeros ídolos sobre de un comprimido para el dolor de cabeza, el patrocide la música popular brasileña, viene en seguida a la memoria nador del concurso. Los empleados de la emisora contaron, al la apertura de su programa, al mediodía, cuando la locutora final de la elección, más de 19 millones de sobres, en tanto decía que, en ese momento, las dos agujas del reloj se juntaque el crack victorioso –el atacante Ademir, del Vasco da ban. La muerte de Francisco Alves, en septiembre Gama y de la selección brasileña- recibió 5.304.935 votos, de 1952, en un accidente automovilístico, paralizó al Brasil marca que, en materia de elecciones, sólo sería superada en e hizo que por primera vez Radio Nacional 1960, cuando Jânio Quadros suspendiera su programación y estuviera 24 horas seguidas fue elegido presidente de la Repúblico con poco pasando sólo discos del cantor. más de 6 millones de votos. Sería difícil señalar cuál fue el mayor ídolo Sería difícil señalar Fundada en 1936 y siendo transferida entre los cientos de cantantes que cuál fue el mayor ídolo al gobierno nacional en 1941, pasaron por la emisora, pero Radio Nacional no necesitaba entre los cientos de cantantes Orlando Silva fue, sin duda, el de ayuda oficial, ya que durante que pasaron por la emisora, primero de ellos, al menos más de 20 años fue el vehículo cronológicamente. Contratado por pero Orlando Silva fue, de comunicación con mayores Radio Nacional poco después de sin duda, el primero de ellos, su fundación, con una carrera de ingresos por publicidad del país. Tales ingresos eran suficientes para al menos cronológicamente. sólo dos años, Orlando era un intérpagar los sueldos de 9 directores, 240 prete excepcional, para muchos, el Contratado por empleados administrativos, 10 maestros mejor que hubo en Brasil Radio Nacional... de música, 124 músicos, 33 locutores, ( João Gilberto, uno de los creadores de la 55 actores radiales, 39 actrices radiales, bossa nova, va más lejos, afirmando que se trataba 52 cantores, 44 cantoras, 18 productores de programas, del mejor cantante del mundo de todos los tiempos). 1 fotógrafo, 5 repórteres, 13 informadores, Sus discos y la propia Radio Nacional se encargaron de 24 redactores y 4 editores de periódicos hablados. difundir su voz por todo el país, no tardando mucho en La programación era variada. La audiencia femenina asumir la condición de ídolo nacional. En las grandes ciuse entusiasmaba con las radionovelas que, al estilo dades, los empresarios se vieron obligados a programar prede los folletines, se prolongaban por varios meses. sentaciones del cantante en las plazas públicas Había también programas humorísticos, cobertura de los para que lo viera el mayor número posible de personas. acontecimientos deportivos, programas de auditorio, prograDos nombres íntimamente ligados a la época dorada de mas culturales (muchos, aunque no lo crean) y programas Radio Nacional son los de las cantantes Emilinha Borba y musicales. Estos últimos, probablemente, son los que más Marlene. Profesional desde los 14 años de edad, Emilinha resistieron el olvido al que fueron condenados tanto los prose presentó en otras emisoras y en los casinos de gramas como los propios profesionales de la radio, un sino Urca y Copacabana, antes de ser contratada por la emisora que parece confirmar lo que decían los anunciantes contraren 1945, año en que surgieron los grandes programas de ios a la publicidad radiofónica en los primeros tiempos, auditorio. Ella fue la gran figura de ese tipo de programa. rehusándose a hacer propaganda Los oyentes sabían que ella iba a cantar, incluso antes de ser 87 club de fans. Cuando venció el concurso para Reina de la Radio, Radio Nacional trató de asegurarse la audiencia separándola de Emilinha Borba, colocando a cada una en uno de los dos mayores programas de auditorio de la emisora, el comandado por César de Alencar (Emilinha) y el de Manuel Barcelos (Marlene). Marlene también se encamina hacia los 80 años, pero después de Emilinha, en noviembre de 2004. La cantante Dalva de Oliveira fue uno de los anunciada, a causa del griterío de un público formado gencasos más impresionantes de éxito repentino en eralmente por personas humildes, la mayoría mujeres, que Radio Nacional. Su carrera ya se acercaba a los 15 años, madrugaba en la puerta de Radio Nacional para asegurarse cuando se separó del marido, el compositor Herivelto un lugar en el auditorio (por tratarse, en gran parte, de negras Martins, lo que la llevó a alejarse del Trío de Oro, liderado y mulatas, no escaparon del apelativo racista “monas de audipor Herivelto. Hasta la separación, estaba lejos de ser una torio”). Poco después de ser contratada, Emilinha pasó a cantante de gran popularidad, ya que tanto en sus discos contar con un club de fans, con filiales en todo Brasil. Dicho como en sus shows sólo era la voz femenina del club se mantuvo firme hasta hoy y no deja de homenajear a la Trío de Oro o de los duetos que, eventualmente, hacía con cantante todos los años para su cumpleaños. Ya se prepara Francisco Alves. Pero, provocada por una música que había para conmemorar sus 80 años, lanzado Herivelto Martins, Cabelos brancos, cuya en agosto de 2003. La supremacía de Emilinha Borba en Radio El año 1954 fue letra hostilizaba a un ex amor (“no me hablen Nacional sólo se vio conmovida en la oportunidad para de esa mujer cerca de mí”, decía la letra), Dalva dio comienzo a su carrera 1949, cuando la cantante Marlene la Caubi Peixoto, el último de solista con un samba-canción derrotó en la elección de Reina de la ídolo de la época de oro cuya letra tenía todo que ver Radio. Tal acontecimiento produjo con el fin de su casamiento: una de las rivalidades más de Radio Nacional. Su famosas de la historia de la radio y administrador, el compositor Tudo acabado, de Jota Piedade y Osvaldo Martins. Nacía así una de nuestra música. Basándose en Di Veras, se informó acerca polémica que los oyentes seguían dicha rivalidad –alentada sin dudas de los recursos utilizados como si fuese un folletín –también por Radio Nacional- el senador Caiado de Castro afirmó que la por los empresarios estimulada por los directivos de Radio Nacional- con una notable ventaja sociedad brasileña estaba dividida entre americanos... para ella, que contando con la evidente simpatía emilinistas y marlenistas, frase que llevó a la del público, transformaba sus músicas en éxitos exceprevista Radiolândia a hacer una visita al Congreso para cionales. Para darse una idea, en una encuesta efectuada en saber quién estaba de un lado y quién del otro. 1951, el disco más vendido era Tudo acabado; en segundo Todos los parlamentarios consultados contestaron, pero, lugar, Errei, sim (Ataulfo Alves) y, en tercero, Que será? tratándose de un electorado político, terminó venciendo el (Marino Pinto y Mário Rossi), las tres grabadas por ella. grupo que votó por las dos. Al año siguiente, fue elegida Reina de la Radio. A partir de Marlene es paulista y se llama, en realidad, Vitória Bonaiutti 1953, sin embargo, Dalva dejó de lado su condición de ídolo (su nombre artístico es un homenaje a la actriz alemana de Radio Nacional para dedicarse a los viajes al exterior. Marlene Dietrich). También dispone de un fiel y dedicado 88 Caubi Peixoto Foto: Mario Thompson Cantó varias veces en países sudamericanos y en Europa. Cuando dio por terminada la fase internacional, su prestigio en Brasil seguía siendo grande, pero su popularidad ya no era la misma. El año 1954 fue la oportunidad para Caubi Peixoto, el último ídolo de la época de oro de Radio Nacional. Su administrador, el compositor Di Veras, se informó acerca de los recursos utilizados por los empresarios americanos para proyectar a sus artistas, aplicándolos en el lanzamiento de Caubi, un cantante que hacía seis años cantaba en casas nocturnas sin la menor repercusión. Contrató falsas fans para que se “desmayaran” en el auditorio cuando él cantaba y le hacía usar trajes con las mangas precariamente cosidas para dar la impresión de que las admiradoras le destrozaban la ropa. Además, cada vez que aparecía en público, debía estar rodeado de falsos fotógrafos disparando sus flashes, como ocurre con los artistas famosos. Estimulado por el éxito obtenido en Brasil, Di Veras decidió llevar a Caubi Peixoto a los Estados Unidos, pero la experiencia fue frustrante. Ni siquiera haberle cambiado su nombre por el de Ron Cobby fue suficiente para transformarlo en un cantante popular en Norteamérica. La solución fue mantener las conquistas de Brasil, enviando desde Nueva York para la Revista do Rádio y para Radiolândia las portadas de importantes diarios norteamericanos con el nombre de Rob Cobby en los titulares. En la década del 60, con el crecimiento de la televisión y con los sucesos políticos de Brasil, Radio Nacional ya no tenía condiciones de mantener a su elenco y, de a poco, fue perdien- do su liderazgo, ganado por otras emisoras que se adaptaron rápidamente a los nuevos tiempos. Pero legó, sin dudas, la más bella historia de la radio brasileña. Sérgio Cabral, de Rio de Janeiro, 65 años, periodista desde 1957, trabajó en varios periódicos y revistas de Rio de Janeiro y São Paulo (es uno de los fundadores del “Pasquim”), compositor, autor y director de espectáculos musicales y escribió, entre otros, los siguientes libros: "Antônio Carlos Jobim, uma biografia", "No tempo de Ari Barroso", "Elisete Cardoso, uma vida", "Nara Leão, uma biografia",“Pixinguinha, vida e obra", "As escolas de samba do Rio de Janeiro", "No tempo de Almirante" y "A MPB na era do rádio". 89 Mário Adnet Soy un músico gestado y nacido en Río de Janeiro en 1957 durante los “años dorados” del gobierno de Juscelino Kubitchek, y fui ciertamente contagiado, y aún continúo hasta hoy, por el optimismo de ese período que muchos describen como uno de los más felices de la historia del país; sobretodo para la música brasileña. No se puede hablar de “Bossa Nova”sin hablar obviamente de João Gilberto, Antônio Carlos Jobim y Vinícius de Moraes; pero es de fundamental importancia el ambiente favorable creado por Juscelino Kubitschek. Y lógicamente la contribución de nuestros grandes e inquietos héroes, entre compositores, arregladores, músicos e intérpretes que ya venían modernizando la música brasileña a pesar de los tiempos menos color de rosa (la lista es interminable). Cuando oímos hablar de “Bossa Nova” asociamos el rótulo a un movimiento musical hecho por una pequeña elite de la zona sur de Río de Janeiro. Algunos críticos puristas decían que era la música popular que pasaba de las casas a los departamentos, minimizando tal vez sin darse cuenta, la extensión de lo que realmente sucedió. En verdad, esa novedad no fue algo de último momento, pero sí el fruto de un proceso de incubación que llevó años manifestándose aisladamente durante un largo invierno, hasta la llegada de aquella primavera, el ambiente perfecto con el modo de Shangri-lá; que fue la “Era JK”. Tom Jobim, João Gilberto y Vinícius de Moraes fueron, por lo tanto, la punta de un iceberg. Y si pensamos bien, la obra que hicieron 92 Foto: Mario Thompson Era JK: ensayos de una utopía João Gilberto es tan utópica y desbravadora cuanto la de JK. Va más allá de la zona sur de Río y es mayor que el Brasil, tanto cuanto que atravesó las fronteras. En el inicio de los años 50, Tom Jobim le daba duro a las noches de Río para sustentar la familia; pero ya mostraba a qué vino, con sus melodías y armonías avanzadas. João Gilberto aún no había tenido el estallido de aquel tocar sintético de la guitarra, y Vinícius de Moraes era un diplomático que hacía una poesía aún un tanto erudita. Juscelino era gobernador de Minas y ya había hecho algunos ensayos para el futuro próximo con la ampliación de la ciudad (planeada) de Belo Horizonte, incluyendo ahí la creación de un nuevo barrio entero, la Pampulha, proyectado por un joven arquitecto, Oscar Niemeyer. Se ve que JK ya tenía un olfato fino para percibir y estimular nuevos talentos. Es interesante observar, claro que, bajo el punto de vista artístico musical, esos personajes comenzando por el entonces presidente de la república; cuya afinidad con artistas y literatos, hizo que aquel período fuese tan generoso con la música. Juscelino nació en Diamantina en 1902, tuvo infancia y juventud pobres, quedó huérfano de padre a los dos años de edad y fue alfabetizado y educado por la madre; la profesora primaria Júlia Kubitschek de Oliveira. El padre, João César de Oliveira era un hombre inteligente, bohemio y, como todos los habitantes de la ciudad, amante de serenata. Era también excelente bailarín y buen guitarrista. - “En todas las fiestas él era convocado; mamá tenía un temperamento exactamente contrario al de él– una mujer severa, rigurosa, hija de un alemán muy disciplinado”. La ciudad de de Diamantina, así como las otras ciudades de Minas de aquel tiempo, era muy aislada y tenía que bastarse a si misma, en términos de cultura. Creaban sus propios clubes literarios y las escuelas eran también núcleos culturales. – “Durante casi 200 años, ocho o nueve establecimientos de enseñanza, distribuidos por Diamantina, Mariana, Ouro Preto, Serro; concentraron la cultura de Minas Gerais. De tal modo que todos nosotros que allí vivíamos, teníamos orgullo de los diamantinenses que ya habían pasado por allí, y que, saliendo de Diamantina, habían conquistado en otros puntos del país, gloria o fama. Sobretodo, la política proporcionaba estas oportunidades, y también la literatura”. João Nepomuceno Kubitschek, tío abuelo de Juscelino, uno de los primeros ídolos del pequeño Nonô, llegó a vicegobernador del Estado y se volvió famoso por su poesía, la que le gustaba declamar en las históricas noches de luna llena de Diamantina. - “Él estudiaba en São Paulo juntamente con la pléyade de otros brasileños muy ilustres en la literatura, que cuidaban sólo de escribir o de producir versos; entre los cuales el gran, el inmenso Castro Alves”. A los seis años de edad tuvo por primera vez la “sensación de contacto con una persona importante”, con la visita del “presidente” de Minas (como era llamado un gobernador de Estado en la época), João Pinheiro a Diamantina; quien llegó a caballo después de varios días de viaje y fue recibido por su madre. El “presidente”, en la sala de visitas de su casa, prometió que fundaría el primer grupo escolar de Diamantina, lo que fue cumplido a rigor aún en el mismo año. Con eso D. Júlia fue la primera profesora nombrada y pasó a recibir un salario del Estado que mejoró un poco la vida de la familia. Juscelino fue un pequeño extremadamente estudioso. Devoró los trescientos libros de la biblioteca además de todos los otros de la ciudad, “sobre cualquier asunto”, que pedía prestados. Estudió francés con una francesa que había venido de París con el marido en el inicio del siglo pasado; un minero de diamantes, quien después de explorar hasta el agotamiento y aumentar los estragos en las laderas de la ciudad, volvió a la tierra natal abandonando la mujer en Brasil. Con ella, Juscelino traduzco todo el teatro clásico francés: Molière, Voltaire y Racine. 93 Estos datos sobre su infancia y adolescencia parecen suficientes para dar la pista de la importancia que tendría la música, la literatura, la poesía, la cultura de manera general; en la formación del futuro presidente. Y con certeza la herencia de los ejemplos de la disciplina y rigidez de su madre, del tío político-poeta, de la promesa cumplida del “presidente”de Minas, además de la simpatía, la alegría de vivir y la bohemia; probablemente heredadas de su padre. Pero su trayectoria no fue sólo alegría y bohemia. En una última declaración en 1976, poco antes de su muerte, él mismo admitiría: - “Es muy difícil un hombre salir de Diamantina, hijo de una viuda pobre, llegar a la presidencia de la República. Es necesario tener un modelo muy especial de comunicación, de lo contrario, no se vencen las dificultades que yo tuve que vencer. Primero, debí vencer las dificultades de abajo, después las del medio, y finalmente, las de arriba. Tuve que enfrentarlas todas, porque enfrenté las resultantes de la situación político municipal, estatal, federal, militar; todo fue un conjunto”. ¿O habrá sido una orquesta? De vuelta al inicio de los años 50, ese “modelo muy especial de comunicación”ya había llevado a Juscelino dos veces a la Cámara de Diputados, a la Prefectura de Belo Horizonte y al Gobierno de Minas. Mientras tanto, en Río de Janeiro, Antônio Carlos Jobim continuaba tratando de resolver “las dificultades de abajo”, João Gilberto ni siquiera eso y Vinícius de Moraes bastante más viejo, tal vez estuviese pasando por las “del medio”. También para Jobim la vida no era sólo bohemia. Descubrió en poco tiempo que como pianista de la noche no llegaría a ningún lugar y que además podría quedar enfermo. Había estudiado con grandes maestros como Koellreuter, Tomás Teran y Lúcia Branco y para ser alguien; precisaría cambiar la noche por el día. Con el incentivo de la familia, él salió del “cubo de las tinieblas”, como se refería a las boites, y pasó a los trabajos “diurnos”. Primeramente consiguió un trabajo en la editora Euterpe y, poco después, en la grabadora Continental, donde se volvió arreglista de la casa con la ayuda del maestro y compositor Radamés Gnattali; uno de sus ídolos. A partir de 1953 comenzó a tener sus músicas grabadas, además de hacer arreglos para artistas como Orlando Silva y Dalva de Oliveira en final de carrera. En 54, vino el primer éxito ‘Tereza da Praia’ com Billy Blanco; en las 94 voces sin rodeos de Dick Farney y Lúcio Alves. Su talento también de orquestador lo llevaría a proyectos osados como la ‘Sinfonía de Río de Janeiro’, que tal vez haya sido un ensayo para ‘Orfeu da Conceição’, el primer trabajo con Vinícius que conoció ya en los años JK, y más tarde,‘Brasília, Sinfonia da Alvorada’. Vinícius parecía estar descubriendo que la simplicidad de la poesía era el gran secreto de la expresión de la música popular. A los pocos fue rompiendo los lazos con los medios académicos para volverse nuestro “poetita”. Musicalmente Tom Jobim ya era moderno y tenía todas las características musicales que lo volverían el “maestro soberano”, en la feliz expresión acuñada por Chico Buarque. Como me dijo una vez en una entrevista grabada para la radio, existía una necesidad de limpiar la música, sea en los arreglos, en la forma; faltaba un lenguaje más sintético. – “Mi piano es económico. Siempre traté de ser conciso con las notas, usando pocas y buenas, en un intento de hacer algo que significase alguna cosa. Creo que esa, mi preocupación, dio resultado. Esa cosa que yo hice, se ve hoy en día en la música; los músicos tratando de decir mucho con pocas notas. Antiguamente el pianista, el virtuoso, era aquel sujeto que hacía un montón de arpegios y Foto: Mario Thompson escalas. Los músicos de viento, muchos todavía tocan muchas notas en el saxofón, en el clarinete, y así existía ese intento de decir lo esencial. El samba tenía mil percusionistas, los espacios estaban todos ocupados, la batería más parecía un mar durante una tempestad. Era mucha cosa tocando al mismo tiempo, de ahí la necesidad de ir limpiando”… El detalle que faltaba para el cambio al que Tom se refería fue, con seguridad, el tocar también económico de la guitarra de João Gilberto. João Gilberto vino a Río de Janeiro en 1950, llegado de Salvador donde era vocalista de la “Rádio Sociedade da Bahia”, para integrar el grupo vocal “Garotos da da Lua”, contratado de la “Rádio Tupi”, por invitación de Alvinho; su amigo e integrante del conjunto. En aquel tiempo el soltaba la voz a lo Orlando Silva, uno de sus mayores ídolos. Llegó a grabar dos discos de 78 revoluciones cantando así. Un detalle curioso es que una de las características de las interpretaciones de Orlando Silva es la jugarreta que el hacía con las melodías, adelantando y atrasando, en relación al acompañamiento; lo que se volvió más tarde la marca registrada de João Gilberto. La diferencia es que como João tocaba bien la guitarra y era antes que todo un músico, tenía mayor control rítmico sobre la “jugarreta” pues era el responsable por el propio acompañamiento. Puede parecer mentira pero ese “descubrimiento”de João habría sido gestado justamente en Diamantina, durante los ocho meses que pasó confinado en la casa de su hermana Dadainha; mientras Juscelino estaba en plena campaña para presidente. ¿Estaría todo planeado y ensayado?... Compositor, violinista, arreglador y productor carioca, Mário Adnet actúa como profesional desde 1977. En 1980 lanzó su primer disco en dúo con el compositor y pianista Alberto Rosenblit, y pasó a actuar también como arreglador. En 1984 lanzó su primer disco solo,“Planeta Azul”. En los años 90 pasó a ser grabado en el exterior por intérpretes como Lisa Ono, Joyce, Charlie Byrd, Chuck Mangione y otros. Al mismo tiempo, produzco y presentó programas de música en las radios MEC y Alvorada, con entrevistas de artistas de la MPB. En 1994, Tom Jobim incluyó en su último disco (“Antônio Brasileiro”) el arreglo de “Maracangalha” (Dorival Caymmi) hecho por Adnet, lo que proyectó su trabajo como arreglador. En seguida lanzó su CD “Pedra Bonita” con la participación de Tom Jobim, y excursionó por el Japón al lado de Lisa Ono. En 98, pasó a escribir perfiles de artistas de la MPB para el Segundo Cuaderno del diario “O Globo”. En 1999 lanzó el CD “Para Gershwin e Jobim”que fue grabado entre Río y Nueva York. Después vinieron “Villa-Lobos-Coração Popular” en el final del 2000, con canciones del maestro en arreglos populares;“Para Gershwin e Jobim-Two Kites”en 2001; además de producir al lado del saxofonista Zé Nogueira el álbum doble “Ouro-Negro” dedicado a la obra del maestro Moacir Santos. Entre 2001 y el primer semestre del 2002 estuvo por dos veces en el Japón Antônio Carlos Jobim e Vinícius de Moraes como arreglador de los últimos CDs de la cantora Lisa Ono. Lanzó, en el inicio del 2002,“Rio Carioca” en homenaje a la ciudad de Río de Janeiro. 95 Luiz Roberto Oliveira El sol y la sal de la zona sur “Porque el samba nació allá en Bahía”. A esta afirmación de Vinícius de Moraes en la letra de “Samba da Benção”, hecho en sociedad con Baden Powell, yo acrecentaría para polemizar:“…y la ‘bossa nova’ también”. ¿Serían las lavanderas de Juazeiro poseedoras de la fórmula secreta? El samba vino de una unión de ingredientes: ritmos de Bahía con ancestrales africanos traídos por negros y mestizos a Río de Janeiro, fueron combinados con las formas melódicas y armónicas practicadas en la capital y de fuertes raíces en la cultura europea; tales como se oían en valses, polcas y schottisches. En las reuniones en casa de Tía Ciata, madre de santo bahíana que vivía en el centro de Río de Janeiro, fueron oídos los primeros acordes del samba. En aquel comienzo del siglo XX, algunas de las presencias frecuentes eran Hilário Jovino, Sinhô, Germano Lopes da Silva, Pixinguinha, y Donga, que en 1916 tuvo su música “Pelo Telefone”grabada en disco por la Odeón. La Historia terminó consagrando a Donga y su socio Mauro de Almeida como autores del primer samba grabado; aunque “Pelo Telefone” estuviese mucho más para “maxixe” que para samba. Además, la autoría de Donga también es cuestionada, siendo más probable que la música haya resultado de colaboraciones improvisadas de los participantes de las rondas de samba, promovidas por Tía Ciata. Impulsado por el compositor Sinhô el samba comenzó a ganar de a poco, su forma y sus intérpretes. En la década del 30, dejando atrás la influencia del “maxixe” y con su identidad caracterizada, pasó a hacer justicia al nombre. Con el correr de los años, muchos compositores e intérpretes 96 continuaron a enriquecer el escenario de la música brasileña. En la década del 40, ganó fuerza el samba-canción; genero derivado del samba aunque más lento y romántico en el que la tónica de las letras giraba entre tristeza, desengaño y amores no correspondidos. En este estilo impregnado de humo de cigarros y borracheras tal vez provenientes de la posguerra europea; un estado de espíritu gris y nebuloso acrecentó a nuestro repertorio joyas lindas e inolvidables - infelizmente, ya un tanto olvidadas. Todavía en la juventud, Vinícius de Moraes empezó a dar muestras de sus vocaciones. Alumno de los padres jesuitas en el curso secundario del colegio San Ignacio, ya era atraído por la palabra y por el texto. En 1927, produjo tal vez la única edición de un pequeño diario,“O Planeta”. A los 15 años participaba con los hermanos Paulo, Haroldo y Oswaldo Tapajós de un conjunto musical que se presentaba en la casa de los amigos y en fiestas colegiales. Sus primeras letras son de este tiempo en sociedad con Haroldo y Pablo. Es curioso como algunos hechos de la infancia pueden, hasta por coincidencia, anticipar tendencias. En diciembre de 1937, el “Externato Mello e Souza”, en Copacabana, promovió una fiesta para conmemorar el cierre del año lectivo. Uno de los cuadros de las presentaciones era la Orquesta Maluca, pequeño grupo instrumental formado por alumnos del curso de admisión al secundario. La dirección de la orquesta, cargo de la más alta responsabilidad, fue confiada a nada menos que Antônio Carlos Jobim, entonces con la edad de 10 años. En 1953, a los 40 años, Vinícius de Moraes hizo el samba “Quando tu passas por mim” en el cual música y letra son, por primera vez, de su autoría. En las tertulias del Club de La Llave, en Copacabana; así llamado porque cada socio tenía una llave de una cajita con una botella de whisky individual, Vinícius conoció a Tom. No quedaron íntimos: la relación se mantuvo por algún tiempo simplemente cordial. Y el grupo que el poeta frecuentaba – literatos, críticos, artistas, embajadores – imponía respeto por el contenido y por la edad; y ciertamente contribuía para mantener a distancia al músico de 26 años que tocaba piano en los bares del barrio para pagar sus cuentas de fin de mes. Vinícius cargó al equipo sobre sus espaldas. De alma generosa, corajudo para resolver la vida sin someterse a límites y convenciones, el poeta se multiplicó prestando su talento a una generación entera de compositores; muchos de los cuales habrían tenido una carrera bien más difícil si no hubiera sido por la preciosa sociedad. Así, el primer samba de Edu Lobo tuvo letra de Vinícius. El estilo denso de Baden Powell encontró su gran socio. Carlos Lyra y el poeta aún hoy balanzan corazones apasionados. Francis Hime ganó letras lindas y desesperadas. Para Toquinho, Vinícius cayó del cielo. Esto, sin hacer referencia a Ary Barroso, Capiba, Claudio Santoro, Paulo Soledade, Atônio Maria, Adoniran Barbosa, Pixinguinha; y una serie de otros, de ilustres a humildes – inclusive el autor de estas líneas. Y también Vadico, el ignorado compañero de Noel Rosa en tantos éxitos del calibre de “Feitiço da Vila”. Las circunstancias y la salud de Vadico hicieron con que él, sin saber, abriese camino para el mayor de todos los socios de Vinícius. En 1956, el poeta recién llegado de Europa trayendo en la faldriquera, letra y música, su “Valsa de Eurídice”; buscaba un compositor para las canciones de la pieza teatral Örfeu da Conceição”, de texto terminado y premiado – una adaptación para la “favela”carioca del mito griego de Orfeu, el músico de la Trácia que desciende a los infiernos en busca de su amada Eurídice. Vadico, compositor y pianista de mano-llena, fue el primer invitado. Pero no aceptó la tarea, quizás demasiado pesada para una salud que ya inspiraba cuidados. El segundo invitado oyó pacientemente la larga explicación de Vinícius sobre cómo debería ser la música para esa pieza; durante histórico encuentro en el Bar Villarino en el centro de Río. Su único y famoso comentario al final de la prédica, aunque de justo fundamento, retrata una preocupación que lo acompañaría 98 durante un buen tiempo mismo cuando ya no hubiese razón para tal:“¿Hay algún dinerito en esto?” Las músicas de “Orfeu da Conceição”, fueron los primeros trabajos del dúo Antônio Carlos Jobim y Vinícius de Moraes. La pieza se estrenó en el mismo año en el Teatro Municipal de Río, con actores negros, dirección de Leo Jusi y escenario de Oscar Niemeyer. Quedaba sellado el inicio de una gran amistad y un raro entendimiento entre música y poesía, teniendo como consecuencia algunos años de la más provechosa y brillante sociedad de la música popular brasileña. Tom y Vinícius navegaban básicamente en tres estilos: el samba (que en la época era el sambón o samba-batucada), o samba-canción y la canción de cámara – ésta, a mi ver, el punto más fuerte y singular de la sociedad sin pretender no obstante, disminuirles la calidad en los otros géneros. Así fue que, en 1958, los dos socios invitaron a la cantante Elizete Cardoso para ser la intérprete de una selección de canciones de cámara, sambas, un vals, y hasta una tonada que serían reunidas en el LP “Canção do Amor Demais” de la grabadora Festa. Tom Jobim haría los arreglos y la dirección de la orquesta. Este disco fue un divisor de aguas en la historia de nuestro cancionero. Las músicas y letras, de rara belleza; los arreglos de Tom, delicados y de extremo buen gusto; la calidad y el porte de la cantante; todo garantía un resultado excelente. Pero, un poco por la suerte y mucho por la visión de Tom, otro atributo habría de marcar definitivamente la importancia del proyecto. En aquella época, algunos jóvenes compositores cariocas como Carlos Lyra y Roberto Menescal, insatisfechos con el ritmo del sambón que consideraban cuadrado y pesado; andabam en la búsqueda de una nueva forma para tocar samba en la guitarra. Otros músicos importantes ya habían esbozado caminos: Dick Farney, Lúcio Alves, Garoto (Aníbal Augusto Sardinha), y el pianista y compositor Johnny Alf, actualmente viviendo en S. Paulo y en plena forma. Pero fue un bahíano desconocido que conquistó los laureles del descubrimiento sensacional. Tocando el samba de una manera completamente nueva, con un toque más económico, en un ritmo sincopado y articulando su canto en sorprendente encaje con la guitarra; João Gilberto llegó para arrasar. Rápidamente pasó a ser el tema en los medios musicales cariocas, provocando la fascinación de muchos y el repudio de una minoría. Un director de la grabadora Odeón en S.Paulo, al oír 100 grabada en forma instrumental en 1970, tuvo el nombre cambiado para “Olha Maria” cuando Vinícius y Chico Buarque le dieron letra un año después. En 1977, Tom y Vinícius se juntaron a Miucha y Toquinho para un show en el “Canecão en Río que quedó meses en cartel, antes de temporadas en S. Paulo y en el exterior. João y Tom se alejaron también en la década del 60, y años más tarde, un intento de reaproximarlos lo llevó al palco pero ninguno de los dos se sintió a gusto. Permanecieron el respeto y la admiración del uno por el otro. Hasta hoy, João incluye en su repertorio innumerables composiciones de Tom. En una fase más madura, Tom Jobim resolvió dar mayor flujo a su vena literaria quizás sintiendo la laguna dejada por Vinícius, o porque Chico Buarque no tuviese tiempo para una colaboración más asidua. Creó excelentes letras.“Águas de março”,“Falando de amor”,“Passarim” e “Gabriela”son apenas algunos ejemplos. Alias, Vinícius e Toquinho Foto: Mario Thompson una grabación de João, rompió el disco indignado:“¿Es esta la novedad que Río nos manda?” Tom Jobim rápidamente percibió que el bahíano no estaba para jugarretas. Invitó a João para tocar guitarra en dos bandas de “Canção do Amor Demais”. Oyendo el disco atentamente no es difícil percibir el contraste de dos vertientes en el tiempo. De un lado la voz clásica de Elizete; en una línea divisoria las orquestaciones de Tom, camerísticas, lindas pero todavía un poco envueltas por los estilos vigentes; y del lado opuesto, en las bandas “Chega de Saudade”y “Outra Vez”, la locomotora que es la guitarra revolucionaria de João Gilberto. Tom y otros compositores más jóvenes adhirieron sin dudar al nuevo ritmo de samba. Es interesante notar que el samba evolucionó también geográficamente progresando en la estela de la ocupación de Río de Janeiro: de los suburbios y del centro, en dirección a la zona sur. Y de los montes para el litoral. El samba del suburbio cedía paso a la “bossa nova” de Copacabana. Alias, el nombre “bossa nova” aquí citado por circunstancias sin gran relevancia, se tornó mundialmente conocido, apuntando no solamente para una nueva manera de tocar samba; pero mostrando una actitud característica de los jóvenes de la zona sur a quienes les gustaba frecuentar la playa y reunirse para cantar bajito al son de la guitarra. Las letras dejaron la tristeza de lado pasando a deleitarse con la belleza de las garotas, el sol, el mar. Tom Jobim que de vuelta y media se cambiaba de residencia, siguió el mismo movimiento: nacido en Tijuca, se mudó con la familia para Copacabana y después para Ipanema, donde en el departamento de la calle Nascimento Silva, hizo alguno de sus mayores éxitos. Con la colaboración de Tom Jobim, João Gilberto grabó en la Odeón tres LPs históricos:“Chega de Saudade”en 1959,“O Amor, o Sorriso e a Flor”en 1960; y “João Gilberto” un año después. En el auge de la forma y del gas, João muestra quién es y a qué vino. El tercer LP tiene, en cinco bandas, la sensacional participación del conjunto del organista Walter Wanderley. Si usted todavía no lo conoce, escúchelo rápido antes de que se acabe. Quiso el destino que la colaboración de Tom Jobim con sus dos compañeros se tornase enrarecida hasta casi la interrupción. Vinícius y Tom produjeron hasta mediados de la década del 60; después de esto, poca o ninguna sociedad. No obstante menos próximos, continuaron grandes amigos. La obra prima “Amparo”, Tom siempre se sintió a gusto en las letras, mismo en el comienzo de carrera cuando hizo “Outra Vez”,“As Praias Desertas” y “Corcovado”. Pero el tiempo pasa y dos de estos genios ya nos dejaron. Si me preguntaran por nombres de brasileños mundialmente conocidos y reconocidos, sin duda citaría a Tom Jobim y Pelé. La música de Tom tiene dos atributos incuestionables: la calidad, que garante al compositor la posición de mayor entre los mayores de la música popular brasileña; y la universalidad, que la hace admirada en los rincones más remotos del planeta. Otros compatriotas, no menos ilustres, no llegaron a tener sus nombres y sus méritos tan difundidos – y globalizados. João Gilberto, a los 71 años, mantiene su modelo de perfección. Influenció músicos por el mundo afuera. Aunque en su país pueda ser, de vez en cuando, mal comprendido, o lo que es peor, mal recibido. Es demasiado pretender imponer a un artista de su dimensión el peso de tener que comportarse como el resto de nosotros. Criticarlo o hasta silbarlo en sus excentricidades es no saber respetar la enormidad de su talento. João es uno de los músicos más íntegros y más dedicados al trabajo que ya vi. Para él sólo existe lo esencial: Canto y guitarra. Hasta la forma como presenta sus interpretaciones apunta a este núcleo. Prueba de esto es su desinterés por adornos: para muchas músicas que canta ni introducción hace. Entra directamente al tema, en lo que importa, repitiendo la canción entera varias veces; como en un tremendo esfuerzo para superar lo insuperable. Preguntado sobre adónde habría ido a buscar su “toque”, respondió:“Aprendí con el balanceo de las lavanderas de Juazeiro”. Poeta y diplomático, erudito, hablando varias lenguas; Vinícius fue a los pocos buscando una forma de comunicación más abarcante y popular. Funcionario del Itamaraty con tránsito libre en los refinados salones de la intelectualidad, íntimo de Manuel Bandeira y João Cabral de Melo Neto, pasó a hacer canciones de gran lirismo con Tom y Carlos Lyra; al lado de Baden Powell se enfundó en el denso universo de las herencias negras creando uno de los más fascinantes conjuntos de piezas de nuestro cancionero, los Afro-Sambas; manteniendo la trayectoria, desembocó en la sociedad con Toquinho, de melodías y letras bien más simples, algunas casi ingenuas. Interesante es notar que él también estimuló a Tom Jobim a despedirse de rebuscamientos y recovecos de la erudición. En el texto para la contra tapa de “Canção do Amor Demais”, se refiere con cariño al socio:…me gustaría llamar la atención para la creciente simplicidad y organización de sus melodías y armonías cada vez más libres de la tendencia un tanto mórbida y abstracta que tuvieron un día. Lo que muestra la inteligencia de su sensibilidad, atenta a los dilemas de su tiempo y a lo constructivo de su espíritu, volcado para los valores permanentes en la relación humana.” Con Vinícius empezamos y en él terminamos. A él dirigimos nuestro pensamiento y nuestros homenajes. El capitán del equipo y del monte Vinícius de Moraes, socio de tantos compositores que hicieron de nuestra música una de las mejores del mundo, cantó como pocos la belleza de la mujer brasileña; hizo de la vida su mayor poesía y jamás serás olvidado. La bendición, poeta. Saravá. Luíz Roberto Oliveira es músico, director de la productora Norte Magnético, administrador del site Clube do Tom (www.clubedotom.com), tutor del site oficial de Tom Jobim (www.tomjobim.com.br), y socio de Vinícius. 101 Luiz Carlos Maciel Chico Buarque: sale “o barquinho” entra el contenido político 104 Cuando Pedro pedreiro composición de Chico Buarque fue estrenada en el inicio de la década de los 60, reveló no sólo el talento del joven compositor hasta entonces un desconocido, como señaló una nueva y poderosa tendencia en el proceso de modernización de la música popular brasileña que se había iniciado en la década anterior. La letra retrataba el cotidiano de un operario en la construcción civil sus preocupaciones y sus esperanzas; en ella la preocupación social ganaba el primer plano y apuntaba una naciente conciencia política. Pedro pedreiro, es el resultado de un fenómeno histórico-social manifiesto en la experiencia de toda una generación de brasileños que vivían entonces su juventud. Esa generación estaba convencida que su destino histórico era promover la emancipación del Brasil como nación, liberándola del subdesarrollo; y, también la de su pueblo, asegurándole justicia social y una vida más humana. La música popular brasileña pasaba a partir de ese momento a expresar ese proyecto. La nueva postura rompía con la tradición lírica de la música popular brasileña, en especial con su vanguardia en la época – La “ bossa nova” original, que pasó a ser caracterizada por la música de Barquinho, una composición de Menescal y Bôscoli típica de la poesía graciosa, delicada, innegablemente bella, aunque políticamente inofensiva, que marcó los primeros tiempos de la nueva música. Tudo é verão e o amor se faz/num barquinho pelo mar/que desliza sem parar… – dice la letra de “Barquinho”. Pedro pedreiro, penseiro/esperando o trem/Manhã parece carece/de Foto: Mario Thompson EL CONTENIDO POLÍTICO Y LA EVOLUCIÓN DE LA MPB esperar também/para o bem de quem tem bem de quem não tem vintém... – dice la letra de “Pedro Pedreiro”. El tema de una es el placer de las clases medias; el de la otra es el trabajo cotidiano del proletariado. La “bossa nova” había nacido orientada por un propósito artístico sin compromisos, un ideal esteticista. Su objetivo era colocar la música popular brasileña en la vanguardia musical del planeta. No obstante, en extensa medida ella obedecía a la tradición. El ritmo básico continuaba a ser el samba aunque enriquecido por recursos más sofisticados como las síncopas creadas por João Gilberto; las melodías eran líricas y tiernas; y, finalmente, las letras aún tenían como principal tema los problemas de las relaciones afectivas, los dolores del amor, y preservaban el placer en el sufrimiento que caracteriza tradicionalmente las canciones románticas. Las novedades por lo tanto, eran más formales que de contenido. Pero esas innovaciones formales eran importantes y manifestaban un nuevo espíritu, urbano, culto y mismo sofisticado. La modernización de la música popular brasileña había empezado en los años 50 con lo que se convino a llamar de “prébossa nova”. Su principal motivación fue la necesidad experimentada por artistas jóvenes – compositores, intérpretes e 106 instrumentistas – de hacer una música popular tan sofisticada cuanto la que se hacía en los países desarrollados, en especial los Estados Unidos. Ella reflejaba el proyecto nacional de la llamada era juscelinista, en la cual el país, en un avance de de cincuenta años en apenas cinco; estaba destinado a ultrapasar los límites del llamado Tercer Mundo realizando finalmente su vocación para ser una potencia cultural y posiblemente económica. De hecho, artistas como Antônio Carlos Jobim y João Gilberto están entre los mayores y más importantes que la música popular internacional produzco en el siglo veinte. Evidentemente, la música popular brasileña tradicional ya era notable por el lirismo de su invención melódica y, principalmente, por su vitalidad rítmica. La propuesta fundamental ahora, era de enriquecerla con un avance en términos de armonía. Cantores de “pré-bossa nova”como Dick Farney, Lúcio Alves y Dolores Duran; ya eran influenciados por el esmero de los intérpretes de la música popular norteamericana; e instrumentistas como el pianista Johnny Alf por las armonías audaces del jazz moderno; especialmente el llamado cool/jazz que floreció en la West Coast norteamericana. Esa asimilación debidamente digerida, habría de Foto: Folha Imagens resultar en lo que acabó siendo conocido como “bossa nova”. La introducción de Bolinha de papel, grabación de João Gilberto, por ejemplo, parece mismo un arreglo típico de Gery Mulligan. Pero no fue apenas en el plano musical que se verificó una evolución. Al contrario de los antiguos artistas de la música popular brasileña tradicional, venidos de las camadas más pobres de la población brasileña, de instrucción modesta e información escasa; los nuevos artistas tenían frecuentemente formación universitaria, eran informados y hasta cultos. Las letras de las canciones pasaron a manifestar una inédita intención literaria, haciendo con que muchos de esos compositores terminasen siendo considerados “poetas” hasta mismo por criterios académicos. No fue por acaso que Vinícius de Moraes, el principal letrista de la “bossa nova” y que era un poeta consagrado conforme los padrones estéticos más exigentes; terminase siendo considerado uno de los nombres más importantes de la poesía brasileña moderna. Vinícius fue uno de los responsables por hacer de la belleza de los encantos de la mujer brasileña, uno de los principales temas de la “bossa nova”. El tercer salto de la nueva música fue finalmente en el sentido de la participación social y política – el momento de la transición de Barquinho para Pedro pedreiro. Ni todos los artistas de la “bossa nova” lo acompañaron, dividiendo el movimiento por un lado en una tendencia tradicionalista, esteticista; y por el otro, en una nueva tendencia política y participante. En un primer momento hubo inclusive un cierto enfrentamiento entre los partidarios de las dos tendencias; con los políticos llamando los esteticistas de “alienados” y estos calificando a los primeros como “hipócritas”. Los nuevos temas de la tendencia participante, abordaban directamente los problemas del subdesarrollo y de la pobreza en un país del llamado Tercer Mundo. Las dificultades del cotidiano de las poblaciones menos favorecidas, que de vez en cuando surgían en la música popular tradicional, en general en la forma de queja o lamento; recibían ahora un tratamiento más agresivo, simbolizado en los versos de una composición tradicional, la Opinião, de Zé Keti que en tono de desafío declaraba que podem me baster/podem me prender/ podem até deixar-me sem comer/que eu não mudo de opinião… Opinião… Se hablaba también como nunca antes de los problemas del campo, principalmente en el Nordeste, discutiendo 107 la posesión de la tierra y reclamando la necesidad de una reforma agraria – y también acompañando un movimiento de protesta y reivindicación que, a pesar de duramente reprimido durante la dictadura militar; volvió a emerger y a alcanzar nuestros días. El Carcará de João do Vale es la canción emblema de esta tendencia; la letra se refiere a un pájaro depredador del Nordeste que mata para comer. Carcará/pega, mata e come/carcará não vai morrer de fome/carcará/mais coragem do que homem... – dice la letra. La canción de protesta que emergió en el Brasil en el inicio de los años 60, coincidió con el surgimiento de la protest song norteamericana. No hubo sin embargo, una influencia directa, pero sí, una sincronía histórica. Sin ningún tipo de programación ideológica se multiplicaban en la época, las manifestaciones de rebeldía juvenil; esas manifestaciones irían a aumentar en número e intensidad en el correr de la década hasta el climax de 1968. Antes de eso, en el inicio del proceso, un show musical era presentado en Copacabana, Río de Janeiro, con el título “Opinião”y la presencia de tres artistas de orígenes diversos. El primero era el propio Zé Keti, un negro de las “favelas” de Río y compositor de sambas en estilo tradicional popular; el segundo era otro negro pobre, João do Vale, pero venido del Nordeste y compositor de canciones con los ritmos típicos de su región de origen; el elenco era completado por una cantante Foto: Mario Thompson Zé Kéti 108 blanca, Nara Leão, nacida en la alta clase media, con educación, información y gustos sofisticados. La importancia de Nara en la vertiente participante de la nueva música popular brasileña en los años 60, no debe ser subestimada. Dueña de un hilo de voz, en contraste con la voz poderosa de las cantantes tradicionales, ella había aprendido a cantar con los primeros “bossanovistas”; en especial el maestro de todos ellos, João Gilberto. Se volvió muy popular y el show Opinião fue, sin duda, un marco en la historia y la música popular brasileña. Con el inicio de la dictadura militar en l964, los teatros de las principales ciudades brasileñas fueron transformados en trincheras de la resistencia democrática – y los shows musicales eran su vanguardia. Liberdade, Liberdade, montado en Río de Janeiro en el teatro que terminó bautizado con el mismo nombre de su show de estreno,“Opinião”y Arena conta Zumbi, en São Paulo, por el Teatro de Arena; fueron dos eventos igualmente importantes. El compositor Geraldo Vandré que había tenido una de sus canciones, Caminhando, censurada por el gobierno militar; presentaba en su show en vivo, una nueva composición hecha sobre los mismos acordes de la canción prohibida; el artista tocaba su guitarra pero callaba, bajando la cabeza, dejando que la propia platea cantase en coro a plenos pulmones la letra de Caminhando. La supresión de las libertades democráticas por el régimen autoritario, manifiesto abiertamente en la actividad de la censura a todas las formas de expresión; creaba un clima de asfixia que tornaba vitalmente necesaria la invención de alguna manera de respirar. La música popular suministró ese respiradero. Chico Buarque, en particular, mantuvo un enfrentamiento con la censura dictatorial durante prácticamente toda su carrera, desde el inicio hasta el momento momento de la redemocratización del país, ya en los años 90. Él fue, sin duda, uno de los más censurados artistas brasileños tanto como compositor cuanto como escritor y dramaturgo. Sus canciones fueron prohibidas, sus piezas teatrales mutiladas. Para esquivar la censura fue inclusive obligado a crear un compositor popular llamado Julinho da Adelaida, a quien atribuía sus sambas más populares. Pero, dio al poder dictatorial una respuesta incisiva en A pesar de você ,música que fue cantada por millones de brasileños en todos los rincones del país, unidos por la esperanza anunciada en la letra de la canción de que “amanhã há de ser outro dia”… Como el resto de su generación de brillantes compositores (Caetano Veloso, Gilberto Gil, Milton Nascimento, Edu Lobo, etc.), Chico quedó nacionalmente conocido a través de los festivales de música realizados en el final de la década de los 60. Con A Banda, cantada por Nara Leão, él ganó el Festival de la Record, en São Paulo, y una gran popularidad en todo Brasil. Es una marchita simple, delicada y poética, cuya posible referencia a la protesta social, es sutil de más. … a minha gente sofrida/despediu-se da dor/pra ver a banda passar/cantando coisas de amor … – decía la letra. Chico ganó también el Festival Internacional de la Canción en Río de Janeiro con “Sabiá”, una bellísima canción, hecha en sociedad con Antônio Carlos Jobim, que sin embargo, fue silbada por razones políticas! La favorita del público era Caminhando, de Geraldo Vandré, considerada una protesta más frontal contra el poder militar. La hinchada por las canciones era apasionada, ardiente, insensata; como la del fútbol. La música popular siempre tuvo, a través de la Historia, una importancia muy grande en la vida brasileña. Cada una de sus diferentes manifestaciones capta no solamente algún aspecto esencial de la propia alma del país, como también el espíritu del tiempo en que fue creada. El momento de pasaje y, en seguida, el de convivencia de la poética original de la “bossa nova” y del advenimiento del compromiso político; marcan fuertemente la experiencia de la generación. Pero, con el pasar de los años las diferencias se atenuaron, la oposición pareció más superficial que significativa, y los artistas de las dos tendencias se reencontraron en terreno común – el rico y múltiple universo de la música popular brasileña. Luiz Carlos Maciel es del signo de Piscis con ascendente Géminis. Su naturaleza, por así decirlo cuádruple, lo lleva a desempeñar muchas actividades diferentes. Es guionista, periodista, escritor, profesor, director, actor y muchas cosas más. Ya trabajó en periódico, en teatro, en cine, en televisión, etc. Publicó varios libros, siendo los dos últimos Geração em Transe, donde trata sobre el Tropicalismo en el cine, en el teatro y en la música popular y As Quatro Estações, donde traza su trayectoria intelectual en las últimas cuatro décadas. Actualmente, tiene en fase de impresión, por la editora Record, O Poder do Clímax – Fundamentos do Roteiro para Cinema y TV, en el cual trata de registrar en el papel la metodología de los cursos de guión que viene impartiendo desde hace muchos años. 109 Maria Jaci Toffano Caetano Veloso y la Tropicália Fotos: Mario Thompson la relectura de la antropofagia 110 Las primeras señales de una música nacional brasileña instituida y reconocida como portadora de nuestra identidad, fueron ratificadas en la Semana de Arte Moderno de 1922, cuyo mayor representante fue el compositor Heitor Villa-Lobos. La importancia de ese evento no repercutió apenas en el campo de la música erudita, oficializando un lenguaje nacional propio, como también y principalmente tejió un atajo entre los elementos populares y el universo de la música nacional como un todo. Se puede afirmar que hasta aquel momento, los elementos musicales propios del pueblo brasileño, o sea, el producto musical resultante de la mezcla del blanco, del negro y del indio tendían a ser despreciados. El Brasil Colonia vivía la sociedad imitación de Europa y los hijos de los “señores” tenían que obligatoriamente estudiar en Europa y permanecer cultivando aquellos valores, al mismo tiempo que debían menospreciar aquello que era considerado como “nuestro”. En la mezcla de las razas, el negro fue el elemento que más influenció la música. Las manifestaciones musicales ya se daban en la Casa-Grande, en la espera del castigo, en el silencio de las notas de la hacienda… “La carcajada del negro es lo que rompió toda esa ‘apagada tristeza’ en que se fue sofocando la vida en las casas-grandes. Él fue quien dio alegría a los ‘são-jões’ del ingenio; que animó los ‘bumbas-meu-bois’, los caballosmarinos, los carnavales, las fiestas de Reyes… En los ingenios, tanto en las plantaciones como dentro de casa, en los tanques de lavar ropa, en las cocinas, lavando ropa, enjuagando platos, haciendo dulces, pelando café; en las ciudades, cargando bolsas de azúcar, pianos, sofás de jacarandá de ioiôs blancos – los negros trabajaron siempre cantando: sus cantos de trabajo, tanto cuanto los de xangô, los de fiesta, los de ninar niño pequeño, llenaron de alegría africana la vida brasileña.” 1 El enorme vacío social que separaba esos negros del grupo que mantenía el poder político y económico del país, contribuyó para que las manifestaciones musicales que brotaban en el suelo brasileño, adquiriendo características propias; fuesen discriminadas. El “maxixe”, una de las primeras danzas genuinamente brasileña, podía ser oída en los bailes y en los cabarets. Era perseguida por la policía, por la iglesia, por los educadores y por los señores al ser considerada contra las buenas costumbres. Fue un escándalo cuando Nair de Tefé en 1914, esposa del entonces presidente Hermes da Fonseca, permitió la entrada de esa danza en el Palacio del Catete en Río de Janeiro. La Semana de Arte Moderno del 22, fue realizada en el Museo de Arte de São Paulo como resultado de un grupo alistado en la idea de renovación en las artes y en la literatura. El movimiento modernista brasileño recibió varias contribuciones, desde la idea de establecer una conciencia creadora nacional, pasando por los adeptos al futurismo de Marinetti, a la propuesta de antropofagia de Oswald de Andrade. La idea de Andrade en torno de la cultura caníbal era de extraer de Europa los elementos, consumirlos, asimilarlos y aprovecharlos para fines nacionales. Antes de la Semana de Arte Moderno, tanto en los teatros y en las salas de conciertos como en los salones de fiesta de la aristocracia, se hacían notar principalmente las arias de óperas italianas. Poco a poco, la cultura musical pasó a vivir entre dos vertientes: la primera con tendencia a perpetuarse en el romanticismo de las óperas mientras que otros se abrían delante de la nueva propuesta sonora, o sea, corroborando con los eventos en torno de la Semana de ompson Foto: Mario Th G il b e r to G il 112 Arte Moderno y sus repercusiones. Villa-Lobos buscó su inspiración en el alma del pueblo imprimiendo tratamiento erudito a melodías populares. Así, como Villa-Lobos, otros artistas tejieron atajos entre lo nacional popular y lo formal. Uno de los artistas más populares del inicio del siglo XX en el Brasil, el barítono Mário Pinheiro, se presentaba en los mejores teatros cantando óperas al mismo tiempo que grababa composiciones populares, de las cuales, muchas se adentraban en espacios más nobles como por ejemplo, el Palacio del Catete en Río de Janeiro. Ernesto Nazareth, nacido en la ciudad de Río de Janeiro en 1863, también representó un nombre importante entre aquellos que construían un lenguaje musical nacional propio. Llamaba la atención de nombres importantes como Mário de Andrade, considerado una de las personalidades más importantes, para la realización de la Semana de Arte Moderno. Así, como Chiquinha Gonzaga, otra compositora de destaque, Nazareth utilizó el piano para expresarse. Después del surgimiento del “choro”y del “samba”, de la generación virtuosa de Pixinguinha, de la exportación y del éxito de Carmem Miranda, de los carnavales de las marchitas, del bahíano de Luiz Gonzaga y de la fuerza de los programas de radio y sus voces maravillosas, fue la “Bossa Nova” que procuró dar a la Música popular Brasileña, un cuño nacionalista. De lo que se puede observar, por lo menos, fue la primera vez que de forma consciente, se abordó la cuestión del cuño formalmente nacionalista en el ámbito de la música popular propiamente dicha. El movimiento surge a partir de 1958, marcado por los cambios principalmente de la estructura rítmica. La ciudad más cantada durante toda la “Bossa Nova” fue la ciudad de Río de Janeiro, valorizando sus bellezas naturales, lo que contribuía apara imprimir a la música un carácter de exportación. En 1963, un grupo de músicos eruditos, incluyendo a Rogério Duprat, Júlio Medaglia, Sandino Hohagen y Willy Correia de Oliveira, entre otros, firmaban el Manifiesto Música Nueva, en el cual se declaraban totalmente comprometidos con el mundo contemporáneo. Propone un movimiento interno del lenguaje musical con la contribución de Debussy, Ravel, Schöenberg, Webern, Varèese, Schaeffer, Messiaen, Cage, Boulez e Stockhausen y con la adhesión a los nuevos conocimientos del hombre como las computadoras; además de otros recursos. Dentro de otras preocupaciones, el grupo destacaba el nuevo proceso de creación-consumo de la música, refiriéndose a la inclusión de la radio, de la televisión, del teatro literario, del cine, de los jingles de las propagandas, de los stands de las ferias y de los aparatos de sonido dentro del espacio doméstico en la vida cotidiana del hombre posmoderno. Enseguida después, en 1964, estalla la Revolución que culmina con la toma del poder por los militares. Bajo el amparo de los militares se inaugura un nuevo escenario de inspiración para las artes, ahora bien limitadas por la censura, ahora bien marcadas por lo ufano nacional. La corriente nacionalista, más armonizada con la “Bossa-Nova”, enfrentaba la invasión de las músicas norteamericanas y en seguida del ie-ie-ie de los Beatles. Surge la Joven Guardia, movimiento cuyo mayor representante fue el cantor Roberto Carlos, habiéndose transformado en el fenómeno de mayor éxito de todos los tiempos en el Brasil. La Joven Guardia tenía como escenario un programa de televisión los domingos y como “carro chefe”, una versión nacional del rock. No obstante, ese movimiento surgido en los años 60, no invalidó la crítica al régimen militarista posrevolución. Delante de ese momento por el que pasaba la canción nacional, surge una necesidad de ruptura y de renovación. Movidos por el impulso de esa renovación, en el final de los años 60, fue creasdo un producto nacional inspirado en el concepto antropófago de Andrade. Se buscó elementos en los Beatles, en Bob Dylan, y en compositores de la vanguardia europea y se concilió con la energía y la rebeldía propia de la juventud de aquella época. Ese nuevo movimiento de la canción brasileña quedó conocido como “Tropicália”. TROPICÁLIA Conviene inicialmente llamar la atención para el panorama cultural prevaleciente en el Brasil en el final de los años 60. En el campo de las artes plásticas, Hélio Oiticica desarrollaba un trabajo renovador del punto de vista estético. José Celso Martinez y el grupo Oficina también seguían en esa línea de “rompimiento” representando piezas con texto de Oswald de Andrade y cuestionaban el comportamiento de las elites brasileñas. El el cine, Glauber Rocha criticaba la situación política. Eran manifestaciones distintas pero que cargaban en su interior la misma voluntad de renovación convergiendo a lo que se llamó “tropicália”. Se observa por lo tanto, la amplitud cultural del movimiento que arrastró consigo un grupo representativo de intelectuales y artistas que se identificaron con una propuesta vanguardista. En el campo musical, el principal compositor de esa nueva era de la canción brasileña, fue Caetano Veloso. Asumiendo la fuerza de la antropofagia sobre el movimiento, el intérprete-compositor aludió al concepto del término en su origen, rememorando el episodio inusitado del Obispo Sardinha. Habiendo sido invitado de honor para una cena de una tribu caníbal en los tiempos que siguieron al descubrimiento del Brasil por los portugueses; el Obispo de la Iglesia Católica es sorprendido al notar que él sería el propio menú a ser consumido. La antropofagia ganaba dimensión en las representaciones escritas por Oswald de Andrade, cuidadosamente examinadas y apreciadas por Caetano Veloso. Por lo tanto, la “tropicália”surge con el sabor de los años 60, a partir de un concepto de los modernistas de los años 20, y, con la misma intensidad de aquella década también representó un punto de convergencia de las vanguardias artísticas. La “tropicália”se volvía “embrión” en la obra 113 plástica de Oiticica exibida en Río de Janeiro, se desarrollaba en las manifestaciones teatrales dirigidas por José Celso y finalmente nacía con los bahíanos estrenando sus músicas en São Paulo. El término “tropicália” fue utilizado por Oiticica para una de sus obras creada en 1967. En aquel mismo año, Caetano también utilizó el término para composición suya, pero todo indica que fue mera coincidencia, pues aún no había mantenido contacto con esa obra de Oiticica. El término pasó a ser visto en los medios de comunicación, siempre ligado a manifestaciones de vanguardia y terminó siendo aceptado por muchos, inclusive por Caetano para referirse a su trabajo. Teniendo como telón de fondo el postmodernismo, la “tropicália”de Caetano recorrió la canalización de lo cotidiano, criticando el escenario político, los valores morales y la ideología a través de una poética que sugería ruptura y por veces chocaba. No obstante, se observaban géneros familiares a los sonidos nacionales como las marchas, el ie-ie-ie, el samba y el “baião”. Con referencia al aprovechamiento del material conocido (algunas veces de un pasado reciente, otras de un pasado remoto), comúnmente llamado de “relicario”, el mismo era normalmente utilizado de manera crítica. Los instrumentos musicales más oídos eran las guitarras y el teclado. El carácter timbrístico tenía como premisa el son electrificado. Era el puro arte de la “desestetização”, en otras palabras, se criticaba la clase media consumidora a través de un cierto mal gusto. Surgió un nuevo paradigma del producto cultural que pasó a ser un producto de consumo. Como había resaltado el Manifiesto Música Nueva, se iniciaba una nueva nueva era de consumo musical y la “tropicália” trabaja encima de ese nuevo paradigma, concentrándose en la clase media. Señalada por algunos estudiosos como actualización del arte volcado para las masas,“busca una nueva forma de expresión artística y de inserción en el mercado”,“apertura político-cultural” o “redimensionamiento de la dimensión política de las clases medias”2, la “tropicália”surgía en el momento posterior a la tomada del poder por los militares, transformando lo nacional-popular en cultura de masas. La idea de ruptura fue traducida encima del comportamiento, del momento político y ideológico y de las nuevas experimentaciones sonoras. La participación del público se daba en varios niveles. El espacio privilegiado de los acontecimientos en torno del “tropicalismo” eran los festivales. El eslabón de unión entre lo 114 intelectual y el pueblo obedecía las reglas de la cultura vía medios de comunicación de masa, principalmente por la radio, por los canales televisivos y por el mercado de la industria fonográfica. Fue la fase de consolidación de la participación del joven como consumidor del producto cultural en el Brasil. Al lado de Caetano Veloso, Gilberto Gil introducía la nueva canción, lanzaba discos, siempre llamando la atención por lo inusitado de sus experiencias. Los dos jóvenes derrochaban talento e inteligencia artística. Caetano llamaba la atención principalmente por la belleza de su poesía, mientras que Gil tenía como punto fuerte la pulsación rítmica. El primer LP lanzado por Caetano individualmente contó con la participación directa de Júlio Medaglia y Sandino Hohagen como arregladores, músicos del Manifiesto Música Nueva. Ciertamente la idea de recurrir a esos músicos formales se dio en torno de tantas ideas en común que compartían, como el compromiso con una nueva estética y la sintonía con las ideas de vanguardia.. Gilberto Gil recorrió a los arreglos de otro músico erudito vanguardista, Rogério Duprat, presentando un trabajo arrojado con efectos trimbrísticos interesantes. Se observa por lo tanto, que la base “tropicalista” tenía como protagonista jóvenes talentos de la nueva música popular brasileña cuyo trabajo se encontraba interligado con el escenario erudito considerándose el carácter vanguardista común a las dos corrientes. La canción de Caetano que abrió la “tropicália”se llama “Alegría, Alegría”. Es una marcha de melodía simple y sin sofisticaciones del punto de vista armónico. Sin embargo, las palabras se identifican con la propuesta vanguardista, sugiriendo un escenario de libertad, osado y en proceso de ruptura con símbolos convencionales. Ella describe a alguien caminando por una ciudad, sin preocupaciones de cargar consigo sus documentos y sin estar comprometido con la propia libertad. La canción de Gil,“Domingo en el Parque”, que contó con un arreglo de Rogério Duprat, consiguió exprimir hasta ruidos en el parque, transmitiendo la sensación de estar rodando en una rueda gigante. En ese mismo parque se concluyó de manera trágica la disputa de dos hombres por el amor de una mujer. El ritmo nordestino utilizado por Gil, el “baião” es utilizado al lado del ritmo internacional pop. Esas dos canciones inauguraron el escenario de la “tropicália”, seguidas de otras canciones que fueron presentadas en LP y en los festivales. Continuaron en la búsqueda de novedades estéticas, ompson Foto: Mario Th ia a r ia B e th a n M e o n ta e a C permitieron nuevamente la contribución de las vanguardias imprimiendo un verdadero carácter de pesquisa al trabajo que se desarrolló durante1967 y 1968. Tan explosiva, tan representativa y fértil fue la “tropicália” pero, no obstante, no persistió por mucho tiempo. Durante el tiempo que duró, las manifestaciones fueron muy intensas, fuese a través de los jóvenes que consumían los LPs o en el prestigio alcanzado por las apariciones y premios alcanzados por los “tropicalistas” en los festivales de la moda donde las interpretaciones ganaban nueva dimensión en la voz de Gal Costa. Durante ese período no se constituyó en tarea fácil garantir la supremacía del interés del público por las nuevas experimentaciones. Ni siempre el jurado o el público en general estaba preparado para asimilar tanta novedad. Por otro lado, toda esa disputa por la atención resultaba en audiencia y en un crecimiento de la industria cultural en torno de la canción brasileña. Musicalmente, Caetano y Gil son músicos merecedores del mayor cariño y atención en el Brasil y en el exterior. Sin embargo, sus canciones apreciadas hasta el día de hoy, tomaron rumbos diferentes de aquellos de la “tropicália”. En un intento de relectura de la trayectoria de esos artistas y sobre lo que sugieren algunas de sus entrevistas en la prensa escrita al comentar sobre la “tropicália”, ninguno de los dos parece haber tenido la intención de promover un movimiento o mucho menos un “tropicalismo”. Se trataba simplemente de una manifestación espontánea, inerente de sus espíritus jóvenes, potencialmente privilegiados, expresándose musicalmente a través de un proceso catalizador de las manifestaciones más significativas que ocurrían en aquel momento. Teniendo en vista el escenario difuso de la música popular brasileña hoy, sólo tenemos a lamentar por lo efímero del movimiento, con poco aprovechamiento si se compara a su fertilidad. Finalmente, recordaremos a Júlio Medaglias al afirmar que la apertura cultural propuesta por el movimiento aún no fue totalmente completada. 1 Freyre, Gilberto. Casa-Grande&Senzala, Editora Record, Río de Janeiro, 1922. Pag. 462 y 463. 2 Respectivamente: Marcus Napolitano, Cleos Favaretto, Marcelo Ridenti. Jaci Toffano es pianista concertista, profesora del Departamento de Música de la Universidad de Brasilia. Master en Piano por la Juilliard School (Nueva York – Estados Unidos), Doctorado por el Departamento de Sociología de la Universidad de Brasilia y Posdoctorado por la Sorbonne (París, Francia). 115 Dado Villa-Lobos la Explosión de las bandas de rock, comparsas afro y nuevos ritmos. La imagen clara que yo tengo y que permanece hasta hoy del inicio de los años 80, es de la ciudad de Brasilia sitiada por las fuerzas armadas brasileñas bajo el comando del General Newton Cruz, que en persona comandaba las operaciones de represión a las manifestaciones populares por las “directas ya”; el general empuñaba su látigo a lo Goering, tratando en vano de encerrar con el “bocinazo” en la av.L2 sur, arrancando a la fuerza a las personas de sus coches adornados con globos verdes y amarillos; el revoltijo era general entonando al fondo el himno nacional, era el atardecer de un día de Otoño, la puesta del sol bíblico anunciando el crepúsculo de uno de los períodos más terribles de nuestra historia contemporánea, revélavase así la aurora de un nuevo tiempo, nuevos Paralamas do Sucesso aires, otros formatos, otras personas... 117 Foto: Mario Thompson “Sentado debajo de la comparsa sin tener nada que hacer, mirando las “meninas”que pasan…”el trecho de esa canción de 1982 de Renato Russo (una analogía al clásico de Jobim y Moraes “garota de Ipanema”?!) traduce precisamente lo que era Brasilia en los inicios de los años 80 para alguien que estaba en el comienzo de su vida, en un lugar sin muchas perspectivas a no ser la certeza de que un día vas a partir y a dejar aquel lugar. De hecho yo estaba sentado en el pilote de mi bloque en la SQS 2l3 cuando por acaso surgieron cuatro “punks”alienígenas, asustadores, armados de sus “colorjets”que escribieron en el muro de mi edificio – Aborto Eléctrico - , ¿qué era aquello? ¿Cuál el mensaje? ¿Quiénes eran aquellos sujetos? Alguna cosa existía y estaba representada allí, era, mal sabía yo, la señal que abriría las puertas para el sentido de la vida en aquel lugar; eran jóvenes comunicándose con otros jóvenes, era explícito, las cosas finalmente comenzaban a tener sentido. El Aborto Eléctrico fue la primera manifestación musical en Brasilia de los años 80 que se diferenciaba del aburrimiento musical que entonces estaba en vigor; atado a las presas del conformismo, de la debilidad cultural establecida hacía años. Era imposible resistir a la fuerza y explosión de sus presentaciones de la más pura catarsis, catálisis y aglutinación de nuevas ideas, la voluntad de ser joven y estar bien con uno mismo y de hacer valer su derecho a la individualidad intelectual, cultural, social; y, poder entonces dejar todo eso bien claro a través de la música, danza, teatro, cine o artes plásticas; esos eran verdaderos estandartes de motivación juvenil 118 dispuestos a propagar la fuerza de una nueva generación en la búsqueda de la reconquista de su espacio social perdido hacía décadas. Presentaciones en plazas públicas, bares, universidades, festivales de cine, teatro y danza eran sistemáticamente organizados y acababan despertando el interés del público, sacudido por el impacto de poder relacionarse, entender y participar de lo que entonces era colocado de forma directa, racional y emcional en sintonía con sus propias vidas. – “”No hay más corito vocal y voces en falsete hablando de las bellezas naturales de un país imaginario, ni guitarrita con cuerdas y orquesta, ahora es energía y distorsión, tambores redoblando en 4 por 4 y la voz gritándote: “Somos los hijos de la revolución, somos burgueses sin religión, nosotros somos el futuro de la nación, generación coca-cola…, En las “favelas”, en el senado, suciedad para todo lado… ¿ Qué país es ese?”A seguir el camino estaba trazado, abierto y magnetizado, allí viene la perspectiva y la nítida sensación de placer y voluntad de estar allí para siempre, no había retorno, vamos adelante, siempre adelante Lo que de hecho ocurrió a partir de esa insurrección de la camada joven y pensante de los grandes centros urbanos en la época, puede ser visto como un terremoto sin epicentro, sin nombre o procedencia, una revolución cultural sin Mao o Qing; tampoco líderes carismáticos identificables, apenas jóvenes artistas, citando aquí apenas el universo musical transformando el país de norte a sur como en Río de Janeiro con la “Blitz”,“Paralamas do Sucesso”, “Barão Vérmelho”; en São Paulo los “Titãs”, Olodum “Ultraje a rigor”,“Ira”,“Inocentes”; en Salvador el “Camisas de Vênus”, las comparsas afro “Olodum”,“Llê Ayê”; de Recife a Porto Alegre muchos otros vinieron diseminando sus orígenes, creencias, ritmos; rompiendo todas las barreras de la expresión cultural urbana, integrando el interior al asfalto, el mar al monte; diseminando a través de su omnipotencia característica, los nuevos medios de la producción cultural en este país, causando drásticos cambios en la industria del disco y del entretenimiento. Con la invasión de estos nuevos artistas en los medios de comunicación de masa, la realización de enormes festivales de música con artistas nacionales e internacionales como “Rock in Rio”,“Hollywood Rock”entre otros más, la industria fotográfica se ofreció de inmediato a la absorción de la prometedora materia prima. Nunca antes se había producido y lucrado tanto con las crecientes ventas de discos en el Brasil. La industria del disco pasó a ser vista a partir de entonces con la respetabilidad y el prestigio de quien había alcanzado la sexta posición del mercado mundial. Las puertas estaban definitivamente y finalmente abiertas de par en par, posibilitando así el surgimiento y consagrando innumerables artistas en ese harto calderón heterogéneo que es la cultura brasileña; se transformaron los hábitos, actitudes y posiciones del pensamiento juvenil; finalmente se votó para presidente y entre altos y bajos las personas empezaron a creer en el país. La redemocratización estaba establecida, la misión estaba cumplida; en verdad esta continúa, por otros motivos, pero yo continúo por ahí sentado debajo de la comparsa … , pensando seriamente en empezar a gritar de nuevo. Dado Villa-Lobos – sobrino-nieto del famoso maestro compositor Heitor VillaLobos, nació en Bruselas, Bélgica. Llegó a Brasilia en torno de 1979, a los 14 años. Formó su propia banda Dado & el Reino Animal y en 1983 asumió las guitarras de la Legião Urbana. A lo largo de los años, perfeccionó su técnica en las guitarras. Conjuntamente con Bonfá, compuso y elaboró casi todos los arreglos del repertorio de la banda. Produjo la parte musical del Filme Bufo & Spallanzani, en el cual también participa en el videoclip “Dentro de Ti”que pertenece al filme y tiene voz de Cássia Eller. Titãs Legião Urbana Fotos: Prensa 3 Kid Abelha Barão Vermelho 119 Martha Tupinambá de Ulhôa Nuevos ritmos y nombres: Marisa Monte, Carlinhos 120 Foto: Mario Thompson Marisa Monte Brown, Manguebeat, Rap. Río de Janeiro canto lírico y samba; Salvador, culto a Ogun y carnaval de la calle: Recife,“hip hop”y“maracatu”.Marisa Monte, Carlinhos Brown, Chico Sciense… ¿Nuevos nombres y nuevos ritmos en la MPB? Nuevos nombres sí, pero sonoridades no tan Ana Carolina Foto: Prensa 3 nuevas.¿Qué tienen ellos en común? El eclecticismo y la mezcla de géneros y ritmos, lo que es tradicional para la cultura musical brasileña, una cultura que se caracteriza por la absorción y reinterpretación de ritmos y Foto: Mario Thompson formas de las más variadas procedencias étni- Carlinhos Brown cas y sociales. El“rap”parece ser otra historia, tal vez el único elemento absolutamente nuevo en el escenario de la MPB. 121 122 Foto: Mario Thompson Lenine La carioca Marisa Monte encanta por la fluidez con que interpreta, de una manera refinada, desde sambas tradicionales a clásicos del repertorio norteamericano. Se incluyen ahí recreaciones que se volvieron emblemáticas como “Chocolate”, de Tim Maia, grabado en el disco “Marisa Monte en Vivo”, de 1988. Iniciándose en el canto lírico, Marisa Monte pasa posteriormente a interpretar el repertorio popular en casas nocturnas, de donde parte para una carrera artística. En sus shows y grabaciones introduce también composiciones propias. En esa categoría se destaca la sociedad con Arnaldo Antunes en la intrigante “Amor I Love You”, éxito de público registrado en “Memorias, Crônicas e Declarações de Amor”, del 2000. Otro campo de actuación de Marisa es la producción musical, sea del ala de compositores de una escuela de samba tradicional como la “Velha Guarda da Portela”, sea de discos de otros artistas como Carlinhos Brown en el disco “Omelete Man”. 2 El bahíano Carlinhos Brown fascina por la exhibición atlética de su percusión que sobrepasa inclusive sus letras, escogidas más por la sonoridad que por la semántica. Su trayectoria se inicia en la percusión de la calle, relacionada a la cultura de carnaval, de los tríos eléctricos y de la “axé music”. Un factor más de la sustentación de Carlinhos está inscripto en el propio nombre artístico: la influencia de James Brown apuntando la preferencia por el “soul/funk” y por el uso del cuerpo como instrumento preformativo. La otra base del trípode es la tradición musical relacionada a Ogun, divinidad africana del hierro, venerada en Candeal Pequeno, territorio donde Carlinhos nació y creció. Fue allá que en 1992, el artista creó la banda Timbalada, un grupo con más de 100 percusionistas del barrio. Son varios los códigos musicales que se mezclan. Es “funk”,“rap”,“reggae”,“samba”,“rock”, y “candomblé” produciendo una música híbrida al mismo tiempo pop, globalizada y también bahíana. En 1996 es lanzado”Alfagamabetizado”(un juego con la palabra “albabetizado” y el primer y último carácter del griego “alfa”y “gama”), un disco bien recibido por la crítica y por el público. Todavía en el mismo año, es creada una escuela profesional para músicos de la calle. Además de la escuela y de la Timbalada, Carlinhos patrocina también una banda de percusión femenina llamada Bolacha Maria, y otra banda infantil, la Lactomania. El pernambucano Chico Sciense se destaca pero no es único entre varios representantes del movimiento musical palpitante En el siglo XIX la polca le presta la forma de danza agitada en pares enlazados a la tradición de la danza de pares sueltos del “lundu”. que surge de la región de los mangles de Recife. Con un pasaje por el “hip hop”y “rock pós-punk”, el grupo de Chico Science se junta a otros músicos de “samba-reggae” formando la banda Chico Science & Nação Zumbi. El segundo trabajo grabado del grupo,“Afrociberdélia”(1996) muestra bien el tipo de mezcla que se volvió típica de los representantes del movimiento (rap, música electrónica, rock y géneros tradicionales de Pernambuco, tales como maracatu, coco, ciranda, etc.). No es sin razón que Chico Sciense y Nação Zumbi colocan tres versiones del original de Jorge Mautner y Nelson Jacobina, “Maracatu Atômico”en el CD mencionado.“Maracatu”por la relación con el local, el mangle;“Atômico”por la referencia a la cultura pop global. El movimiento cuanto a manifiesto (“Cangarejos com Cérebro”, publicado en 1992) conceptúa el “Mangue Bit” (el barro fértil y vivo de los mangles potencializado por los bits de la cibernética). La sonoridad emergente, el toque del “mangue”” (Manguebeat), no obstante no es único, como lo demuestran los trabajos de las bandas del “Mundo Livre S.A.” y “Mestre Ambrósio”, otros grupos relacionados al movimiento. Son muchos ritmos tradicionales e importados, locales y transnacionales. En esa escena globalizada dónde queda la especificidad de la música brasileña? La cuestión sugiere una reflexión sobre esa trayectoria con influencias y adaptaciones de la música extranjera y también, con la articulación de un lenguaje musical muy particular. El aspecto rítmico es sin duda el elemento más marcante de esa discusión. Pero el ritmo es mucho más que una secuencia de duraciones organizadas en un motivo reconocible aquí y allí. Existen aspectos rítmicos muy sutiles en la música popular brasileña responsables por su “molho”(salsa) y su “ginga”(meneo). Ese estilo brasileño de hacer músicas fue construido en un largo proceso histórico de contactos, préstamos y permutas entre géneros brasileños y extranjeros. En el siglo XIX la polca le presta la forma de danza agitada en pares enlazados a la tradición de la danza de pares sueltos del “lundu”. Los ritmos que acompañaban el “lundu”eran los ritmos entrelazados de los tambores de origen africano. Cada bailarín del par desafiante podía hacer una coreografía individual y libre en el “lundu”. La polca de compás y coreografía sincronizados y regulares es rearticulada en la nueva danza que surge, el “maxixe”. Danza que estilizada en la primera década del siglo XX por el bailarín Duque en los salones de París, se esparce a otros países latinoamericanos. En el Brasil, mucha música llamada polca en esa época, era en realidad “maxixe”. Por detrás de los primeros sambas grabados también se escondía la nueva danza. El samba se consolida como género comercial en la década de 1930, en una cristalización que solamente sería cuestionada cerca de 30 años después. Es cuando el jazz presta sus armonías de acordes alterados a la renovación del samba, emprendida por la “bossa nova”. En la segunda mitad del siglo, el rock, con su sonido de sus guitarras contribuye para la emancipación de la música popular de sus raíces tradicionales, a través del corto pero influyente movimiento de la “Tropicália”. Ninguno de esos préstamos, sin embargo, interfieren en el “dejo” 123 124 Foto: Mario Thompson musical del samba, de la “bossa nova” o de otras manifestaciones de la llamada MPB; en especial en lo que se conoce como “división”, o sea, en la manera de distribuir las notas entre melodía y acompañamiento, una división que ni siempre respeta los tiempos fuertes del compás. En la canción, el uso de esa manera floja de sincronizar permite adecuar el sistema de acentuaciones del portugués, que es irregular, a la regularidad métrica de los compases musicales. Ese aspecto rítmico, que llamo de “métrica derramada” distingue el estilo “brasileño”en la performance de varios géneros de música popular (Ulhôa 1999). El musicólogo Mário de Andrade comenta en un estudio sobre el “lundu” escrito en 1928, sobre esa libertad rítmica que aparece no sólo en el género pero también en “cocos”,“emboladas” y “desafios” de la música tradicional nordestina. Son formas de metro libre y lo que él llamó de “proceso silábico y fantasioso de recitativo”(Andrade 1976: 80). El maestro se está refiriendo a los padrones de acentuación de la lengua hablada que llevan para el canto popular tradicional su ritmo oratorio. Esa métrica libre está muy presente en las incursiones de lo personal del “manguebeat”, así como la métrica derramada es típica del samba y derivados. Nuevos géneros musicales se forman a partir de la acción deliberada de músicos al privilegiar determinadas manifestaciones melódicas, rítmicas, tímbricas y armónicas. Son prácticas musicales por su lado fundadas y fundidas a prácticas sociales histórica y geográficamente específicas. Un ejemplo de la acción de estos agentes es la versión de la ya mencionada polca por los músicos de “choro”en el final del siglo XIX. Introducida en el Brasil en 1845, la polca tiene un papel importante en la formación de géneros urbanos en Río de Janeiro, centro cultural de la época. A pesar de utilizar esa denominación hasta los primeros decenios del siglo XX, esa danza bohemia en compás binario de fuerte acentuación “ tética” - con énfasis en el primer tiempo de los compases – es altamente estilizada en la performance por los músicos populares cariocas de “choro”. Esa estilización ocurre también y principalmente, en la danza de pares enlazados que adapta el estilo de desafío coreográfico individual del “lundu”a la cuadratura de la danza de salón. Esa adaptación, como mencionado arriba, va a contribuir para la creación del “maxixe”, danza y después canción que aparece muchas veces bajo el nombre de tango, y que será el Zeca Baleiro El rock no fue abrasilerado como la polca, pues fue introducido en un espacio donde ya estaban definidos los contornos de una producción nacional. percusor del samba. Llama la atención en especial el aspecto rítmico de ese proceso de incorporación, en el cual la métrica angular de la polca, en contacto con otros ritmos como la “”habanera caribeña” y el “lundu”; fue flexibilizada. Uno de los aspectos de esa flexibilización es la estructura de tiempos fuertes y débiles del compás que permanece binario, como en el modelo europeo, pero con el tiempo fuerte dislocado del primero para el segundo tiempo, como aparece más tarde en el samba. Ese dislocamiento del tiempo fuerte es bastante obvio en el “samba-enrêdo”, siendo enfatizado por el toque sordo de primera, el tambor mayor y más potente de la orquesta de percusión (batería) que integra los desfiles de la escuela de samba. Otro aspecto peculiar se relaciona a la sincronización entre las partes musicales, nuevamente precisa en el modelo europeo y maleable en el caso brasileño. Como comento en relación a la métrica derramada, los propios límites del compás son flexibilizados en la performance de los sambas. En esas canciones el número de sílabas del verso y su padrón de acentuación ni siempre coinciden con el número de tiempos y localización de acento del compás musical. Esa independencia entre melodía y acompañamiento aparece en las partituras bajo la forma de síncopes internas y en anticipaciones del tiempo fuerte atravesando la línea imaginaria de los compases.3 O sea, en estos casos la música sigue la lógica europea del metro binario, pero la estructura del compás es reinterpretada, no por la oposición, haciendo algo completamente diferente, pero por la “asimilación de la diferencia”. 4 Los géneros musicales “extranjeros”son abrasilerados, si no en su forma, en su contenido. Fue así con la polca, con el fox, con el bolero, con el jazz, mismo con el rock, o sea, se afirma la identidad por la mezcla y por la sutileza al lidiar uno con el otro. Tal vez por eso la música brasileña popular ejerza una cierta fascinación también para oyentes de las más diversas procedencias culturales. En el siglo XX la polca tiene un papel importante para la formación de géneros de música urbana brasileños, en el siglo XX es el rock que va a ser central para la modernización de la música popular. Esa modernización es señalada por la actuación de grupos que funcionan como verdadera vanguardia en sus campos de producción específicos. De un lado, y en un primer momento, la Joven Guardia, liderada por Roberto Carlos, modelo para la producción musical de amplia aceptación popular y éxito comercial. Del otro, la “Tropicália”capitaneada entre otros por Caetano Veloso, modelo de producción preocupado con originalidad y elaboración artística. Para ambos campos, los Beatles son fuente de inspiración musical: para la Joven Guardia el rock adolescente ie-ie-ie (una clara alusión a la canción “She loves you”); para la “Tropicália”la experimentación pos álbum “Revolver”. El rock no fue abrasilerado como la polca, pues fue introducido en un espacio donde ya estaban definidos los contornos de una producción nacional. El uso de la guitarra eléctrica fue inclusive cuestionado por el segmento de la juventud universitaria alistada con la crítica social en la época (década de 1960). 125 El uso de elementos del rock por los “tropicalistas”, ellos mismos miembros de esa comunidad, representó un gesto de autocrítica; inclusive del samba como el único representante legítimo de “brasilidad”. A partir de la “Tropicália”, los cancionistas MPB irían a incorporar géneros de los más variados a su repertorio, no solamente de otros orígenes regionales (como el bahíano nordestino), pero también extranjeros (como “reggae” jamaicano). En ese escenario la Joven Guardia fue considerada como “alineada”con los problemas sociales y políticos del país bajo dictadura militar. En las décadas de 1960 y 1970, el uso de géneros musicales específicos por ciertos compositores de ese segmento (como Chico Buarque de Hollanda al componer sambas) tenía una connotación de protesta. Con la apertura política y elecciones presidenciales a mediados de la década de l980, esa unión con algún tipo de raíces étnicas como índice crítico se agota. El llamado a la identidad nacional se da en el ámbito del propio rock, ahora reconocido como Rock Brasileño. Una canción emblemática de los años 80 es “Faroeste Caboclo”del grupo “Legião Urbana” (EMI, 1987), que utiliza varias texturas de rock como trillo sonoro para narrar la trayectoria de un joven nordestino que va para la capital federal (Brasilia) para apasionarse, comprometerse con la violencia urbana y morir enfrente a las cámaras de las televisión. El elemento de identificación étnico y cultural es bastante sutil, pues sonoramente la canción no tendría nada de particularmente “brasileño”a no ser por el uso del portugués. Pues es exactamente ese uso de la lengua portuguesa que quiero continuar a explorar. “Faroeste Caboclo” ya fue comparada por el crítico de rock Artur Dapieve la “Hurricane”de Bob Dylan. De hecho, las semejanzas son muchas, entre ellas el tema, narrando una trayectoria heroica y el encuentro próximo del habla. Sin embargo, el modelo prosódico no es el del Fol.-rock norteamericano, pero el de la tradición brasileña conocida como “repente”. Como menciona el propio autor de “Faroeste Caboclo”, Renato Russo en varias entrevistas, la canción fue fácil de componer por usar el estilo declamatorio de métrica libre típico de los “desafios” improvisados y “cocos”tradicionales del nordeste brasileño. En ese estilo de canto declamado, el “repente”, no observo la cuestión de la métrica derramada, a no ser en el poco énfasis para los tiempos fuertes de cada compás, una vez que las frases largas de notas repetidas o con intervalos 126 Con la apertura política y elecciones presidenciales a mediados de la década de l980, esa unión con algún tipo de raíces étnicas como índice crítico se agota. de ámbito muy corto producen un resultado sonoro de carácter horizontal y sin acentos métricos. Eso es diferente del samba que es claramente binario, pero también diferente del rock en inglés. Ese ritmo prosódico es aquel observado por Mário de Andrade como comentado arriba. Ciertos padrones rítmicos básicos distinguen la mayoría de los géneros musicales difundidos por los medios de comunicación de masa internacionales. Un ejemplo de eso son los teclados electrónicos para uso casero, que suministran al usuario un conjunto de los padrones más comunes en la música pop (tales como rock, vals, bossa nova, balada, reggae, salsa, entre otros). Esas simplificaciones estereotipadas no sustituyen, sin embargo, el vigor y excitación de una performance creativa, donde el músico interfiere en la construcción de la base Foto: Mario Thompson Zélia Duncam rítmico/armónica. Eso porque la máquina no consigue simular las indeterminaciones rítmicas propias del discurso musical. Y ese discurso musical presupone una competencia musical específica, una familiaridad con normas gramaticales culturalmente determinadas. Para quedar solamente con un ejemplo, basta pensar en la “bossa nova”, que suena “pasteurizada”cuando tocada en los teclados electrónicos con la base rítmica predeterminada. Lo que suena artificial y “dura” cuando tocada por músicos no familiarizados con la “ginga” brasileña. Y ese elemento sutil está, a mi ver, íntimamente relacionado al ritmo del lenguaje hablado que se inserta en la práctica musical. El portugués brasileño, como muchas otras lenguas, usa el acento silábico como un medio de identificación fonológico. Un ejemplo típico puede ser la palabra de tres sílabas cuyo significado modifica dependiendo de la localización de la sílaba tónica:“sabiá”(el pájaro), cuyo acento cae en la última sílaba; “sabia”(pasado del verbo saber), acentuado en la penúltima sílaba; y “sábia”(persona poseedora de sabiduría), con énfasis en la antepenúltima sílaba. Un número grande de las palabras en portugués está en la segunda categoría, o sea, con acentuación en la penúltima sílaba. ¿Cómo adecuar esa tendencia a la métrica musical occidental, cuyos compases se inician con un tiempo fuerte? Simple, es solo iniciar la canción antes del primer tiempo del compás.3 O sea, la misma manera de acentuar dislocada mencionada arriba y que caracteriza el samba, estando también presente de una manera sutil en la “bossa nova”. En la performance de ciertos cantos, la línea melódica existe casi independiente del tejido sonoro acompañante. Ese es el caso de los géneros estudiados por Mário de Andrade y, de cierta manera también, del “rap”que, como el propio nombre lo dice, es poesía recitada sobre una base rítmica. Pero una cosa es la métrica de la lengua inglesa, como aparece en el “rap”norteamericano, y otra es la métrica de la lengua portuguesa como pronunciada en el Brasil. La prosodia usada en el Brasil es silábica, los versos siendo especificados por su número de sílabas (de una a doce, generalmente contadas hasta la última sílaba acentuada); cada tipo de verso tiene un número fijo de sílabas, delimitado por el acento tónico final. Aunque cada palabra pueda tener sus sílabas tónicas o átonas, es la lógica de la sentencia que prevalece. 127 Dependiendo de su localización en un verso o frase, una palabra o sílaba acentuada puede tener su acento omitido, o variar en términos de límites silábicos. O sea, agrupamientos rítmicos son variados, formando frases de tamaño y estructura métricas diferentes. Es interesante notar que, en ciertas lenguas europeas, como en el inglés, los padrones de acentuación son isócronos, esto es, usan una misma cantidad de tiempo entre una sílaba y otra acentuadas. Entonces, por lo menos en el caso de la lengua inglesa, la métrica parece ser organizada en “compases” regulares. Cuando Chico Sciense canta un “hip hop”en portugués como en la música “Etnia”del disco “Afrociberdélia”, usa la división métrica libre de la tradición nordestina, y de esa manera transforma y recrea el género por la absorción parcial de la diferencia. Una sonoridad absolutamente nueva aparece con el “rap”, especialmente el paulista que imprime en sus letras en portugués la regularidad propia de la lengua norteamericana. Sus bases rítmicas son también construidas de una manera radicalmente diferente de lo que parece en la MPB. En vez de la creación de un tejido sonoro compuesto por la interacción entre los instrumentistas; el aprovechamiento de “sobras”de los “samplers” pirateados en una pegadura mecánica. En vez del contorno melódico fluido del canto; el metrallar áspero del texto recitado. El “rap”es introducido en el Brasil por equipos de baile “soul” y se desarrolla sobretodo en São Paulo. Las letras son declamadas sobre bases sacadas de discos de “funk”y eventuales “scratches”. A partir del final de los años 80,“rappers”surgen en todo el país (Río de Janeiro, Brasilia, Porto Alegre, Belo Horizonte, Recife) pero São Paulo permanece como el centro de una producción independiente del género. El grupo más conocido de “rap”, los “Racionais MCs) evacuan sobre esas bases un discurso denunciador de la condición del joven negro y pobre de los barrios marginados de São Paulo. Conquistan un público expresivo para sus shows (algunos con cerca de 10.000 personas) y emprenden campañas de concienciación de la juventud sobre temas como drogas, violencia policial y racismo. Su disco más importante es “Sobrevivendo no Inferno”, una producción independiente de 1998 que vendió más de un millón de copias. 128 El “rap” es introducido en el Brasil por equipos de baile “soul” y se desarrolla sobretodo en São Paulo. Pero es sobretodo en la métrica que el “rap”paulista se distingue de la producción de MPB dominante. El “rap”contrasta con la tradición de la métrica derramada, al imprimir a las producciones en portugués el padrón de acentuación isócrona del inglés, y se presenta como un elemento extraño a las formas de expresión musical consolidadas. El “rap” contrasta inclusive con las tradiciones de cantos recitados nordestinos, de división silábica pero sin padrones regulares de acentuación. Por eso la constatación de que el “rap” se coloca al margen de la MPB. Los “rappers”se colocan en oposición al “brasileño”de la música popular e intentan construir para el género un espacio con sus propias normas de funcionamiento. Mientras, en la tierra del “manguebeat” el “rap”ha sido incorporado e integrado a sonoridades y “gingas” locales. Grupos como “Faces do Subúrbio”declaman letras en el ritmo de “desafios” de “emboladas” sobre bases utilizando percusión de pandero, instrumento tradicional. En Río de Janeiro, MV Bill, el Foto: Mario Thompson “rapper”de mayor expresión graba con músicos de samba. O sea, raíces continúan mezclándose con tendencias extranjeras reinventadas y nuevos nombres surgen para revitalizar el viejo sonido de la música popular. De Marisa Monte al “rap” es el Brasil que canta y baila su ritmo plural y original. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: Andrade, Mário de.“Lundu do escravo”(1928). In Música doce Música. 2 ed. São Paulo: Librería Martins Editora: Brasilia: INL, 1976, p. 74-80. Hollanda, Heloisa Buarque de.“The law of the cannibal or How to deal with the idea of “difference”in Brazil. http://acd.ufri.br/pacc/literaria/paper1helo.html (1998, con consulta en 03/09/2002) Sandroni, Carlos. Feitiço Decente – transformações do samba no Rio de Janeiro (1917 – 1933) Río de Janeiro: Jorge Zahar Ed.: Editora UFRJ, 2001. Ulhôa, Martha Tupinambá de.“Métrica Derramada: prosódia musical na Canção Brasileira Popular” Brasilian 2 (maio de 1999): 48-56. NOTAS 1 El lector puede encontrar ejemplos de métrica derramada (con el nombre de “contrametricidade”) en transcripciones de grabaciones de sambas en el estudio de Carlos Sandroni(2002). 2 El término es de Heloisa Buarque de Hollanda (1998), para caracterizar esa preferencia por la absorción constante, a pesar de parcial de la diferencia en los discursos de identidad en el Brasil. 3 Es el fenómeno conocido en música como “anacrusis”, o sea, la frase musical comienza antes y termina después del primer tiempo del compás. Martha Tupinambá de Ulhôa es profesora titular de musicología del Instituto Villa-Lobos y del Programa de Posdoctorado en Música en la Universidad de Río de Janeiro (UNIRIO). Primera secretaria de la ANPPOM (Asociación Nacional de Pesquisa y Posgraduación en Música) y Vicepresidente de la IASPM-LA (Asociación Latinoamericana de Estudios de la Música Popular). Como investigadora del CNPq se ha dedicado al estudio de la música brasileña popular. Nação Zumbi 129 Mauro Ferreira La contemporaneidad de la brasileña música Martinho da Vila 130 tambolireo de comparsas-afro como Olodum se fundieron con la cadencia del “reggae” y crearon el “samba-reggae”, ritmo que es célula-máter de la música genéricamente rotulada como “axémusic”. Analizada con preconcepto dentro de su propio país de origen, por ser producto de la inspiración de compositores negros, la “axé-music” tuvo su fuerza diluida en el Brasil por la industria fonográfica – que desgastó el repertorio de los compositores bahíanos en sucesivos y descuidados discos en vivo – pero su ritmo impera en las laderas de Bahía y el sonido de sus tambores retumba en los cuatro rincones del Mundo. Astros como Paul Simon y Michael Jackson ya reclutaron el tambolireo del Olodum. Y Daniela Mercury – la cantante que propagó con más énfasis la música bahíana a partir de los años 90 - desarrolla sólida y progresiva carrera internacional. Bahía aún da las cartas en el mercado nacional – si es tenido en cuenta el origen de íconos de la MPB como Caetano Veloso, Gilberto Gil y João Foto: Mario Thompson Fruto de la semilla tropicalista plantada en 1968, en movimiento liderado por Caetano Veloso y Gilberto Gil, la música brasileña contemporánea tiene hoy dejo universal. Referencia mundial del padrón estético desde que la “Bossa Nova” agregó al samba elementos del jazz, a partir de 1958, la música brasileña interacciona cada vez más con los sonidos universales sin perder sus características básicas. João Gilberto volvió al Carnegie Hall, en junio, para celebrar los 40 años del célebre concierto que popularizó en aquel escenario americano, en escala mundial, la vieja “bossa”, pero la MPB – sigla que sella la producción fonográfica nacional desde los años 60 – ya representa a los ojos del Mundo mucho más que el samba sincopado de João Gilberto, Tom Jobim y Cia. Tierra natal de João Gilberto, Bahía es también el mayor granero de esa interacción de la música brasileña contemporánea con el Mundo. Fue allá que el Gilberto, además del éxito popular de los intérpretes de “axémusic”, como cantante Ivete Sangalo – pero el dejo universal de la música brasileña, se hace oír en cada rincón del Brasil. En Recife, el fallecido Chico Science hizo historia en los años 90 cuando, a bordo de su grupo, la “Nação Zumbi”, reprocesó el “maracatu”, ritmo nativo, con lenguaje pop. Nacía el Mangue Beat, o Mangue Bit, como también es llamado el movimiento más influyente de la música brasileña en la última década. El remontar del éxito de Science, otros grupos profundizaron su receta – es el caso de “Mundo Livre S/A” – y la escena musical de Recife fue revitalizada, con el surgir de muchas bandas y repercusión en todo el Brasil y hasta en el exterior. Fenómeno semejante al de Pernambuco, pero aún restricto al Espíritu Santo, sucedió más recientemente en Vitória, la capital del Estado. El grupo “Casaca” arrastra multitudes estimadas en 30 mil personas para sus shows. La receta, en el caso, es tocar el “congo” (tradicional ritmo “capixaba”) con el mismo lenguaje pop con que Chico Science puso en onda al “maracatu”. Atenta al fenómeno “capixaba”, la grabadora multinacional Sony Music contrató al grupo “Casaca”y está lanzando en escala nacional el segundo disco de la banda, en la esperanza de proyectar la Foto: Mario Thompson Chico César 131 versión pop del “congo”en todo el Brasil. Mientras, el Maranhão se vuelve la Jamaica nacional y de allá exporta el “reggae”de grupos como “Tribo de Jah”. Debido a estos fenómenos locales, segmentación y pluralidad se volvieron las palabras-llaves de la música brasileña contemporánea. El mercado musical trabaja hoy con diferentes tajadas de público. Si el samba aún da el tono en los quintales de Río de Janeiro, con mucha repercusión en las pagodas armadas en São Paulo, la música gaucha continúa estricta a Río Grande do sul, Estado caracterizado por la autosuficiencia e independencia de su mercado local. Y es esa pluralidad que 132 Chico Science Foto: Mario Thompson permite el surgimiento de compositores como el paraibano Chico César y el pernambucano Lenine. Ambos condimentan las matrices de los ritmos nordestinos con “molho”(salsa) pop/electrónico y, no por acaso, Chico César y Lenine son dos de los artistas con mayor éxito en el exterior. También hace suceso en el exterior una cantante carioca que supo como nadie, sonar universal cantando samba, balada, pop y cualquier ritmo. ¿Su nombre? Marisa Monte, una de las campeonas de las ventas en el mercado fonográfico brasileño. En el ala pop, fortalecido en el mercado contemporáneo desde 1982, cuando el estallido de la Blitz abrió el mercado para el rock nacional, la repercusión externa es bien menor. Tal vez por el hecho de la mayoría de los grupos reproducir en su sonido la estética universal del rock. Pero es innegable la importancia en la escena nacional de grupos como “Titãs”,“Barão Vermelho” y “Paralamas do Sucesso”, esta la primera banda a mezclar ritmos brasileños con “reggae” y “rock”, ya en 1986. Los grupos de rock desempeñaron, a partir de los años 80, el papel revolucionario hecho por la estupenda generación revelada en los años 60, cuando despuntaron nombres como Chico Buarque, Edu Lobo, Paulinho da Viola, Milton Nascimento (estrella casi solitaria en el cielo minero), Martinho da Vila y los ya citados Caetano y Gil. Hoy, estos compositores producen de forma menos provechosa y, no es raro que se dediquen a proyectos revisionistas, pero es esencial la importancia de ellos para la construcción y solidificación de la música brasileña contemporánea. A los ojos del Mundo, el Brasil es cada vez más reconocido por su producción nacional. Y este reconocimiento ya no se limita a lo visual exótico de Carmen Miranda o al golpeteo de la “Bossa Nova”, que bebió en las aguas del jazz americano y, por eso, fue rápidamente asimilada en los Estados Unidos. La música brasileña contemporánea hoy tiene identidad propia y, al incorporar tonadas pop, esta rica música nacional, lejos de diluirse, queda cada vez más fuerte para conquistar el Mundo. Mauro Ferreira, 37 años, es periodista, crítico e investigador musical. Actúa en el Mercado desde 1987. Fue reportero y crítico de MPB del diario carioca “O Globo” de 1989 a 1997, año en que fue invitado a ingresar en el diario carioca “O Dia”, donde firma hasta hoy la columna “Estúdio” , sobre novedades del medio musical. Paralelamente, Mauro hace críticas de discos para la revista “Isto é Gente”, de circulación nacional. 133 tr o Max de Cas Perspectivas para la nueva MPB 134 Foto: Mario Thompson Si m on in ha Otto Foto: Mario Thompson “Tío Sam está queriendo conocer nuestro tambolireo”.“Brasil Pandeïro”, canción que el compositor Assis Valente (1911 – 1958) escribió en la década del 40, pronosticó que la Música Popular Brasileña poseía vibración y pachorra para seducir no apenas a los Estados Unidos como también a otros países. Valente no estaba equivocado: desde los tiempos de Carmen Miranda (que por ironía del destino, se negó a grabar “Brasil Pandeiro’) exportamos, de la sonoridad “cool” de la “bossa nova”, de los vocales susurrantes de João Gilberto y Tom Jobim al “heavy metal tribalista de Sepultura”y Max Cavalera; las innovaciones sonoras de Tom Zé y Caetano Veloso a las experiencias de “bossa nova” con música electrónica de Bebel Gilberto – hija y heredera de João Gilberto. El Brasil, sin embargo, posee más ritmos, géneros musicales y artistas para mostrar al resto del mundo. A pesar de ser rotulada como “Word music”, esa nueva generación de popstars puede ser apreciada por personas en los Estados Unidos, Mongolia, Tanzania – y nadie podrá decir que ellos son brasileños a no ser por el golpeteo maravilloso (batidas) y el meneo (ginga) de las canciones que están siendo ejecutadas. Muchos de estos artistas son razonablemente conocidos por el público internacional. Es el caso de la diva Marisa Monte, cuyos álbunes vendieron más de cinco millones de copias en el Brasil. Algunos críticos internacionales pueden rotularla como “exótica”o “folclórica”, pero Marisa Monte es una cantante excepcional y sabe excavar algunas de las perlas de artistas veteranos del samba. Es imposible no emocionarse con las relecturas de ella para las canciones de Nelson Cavaquinho y Paulinho da Viola, además del bello álbum de Argemiro Patrocínio (integrante de la “Velha 3 Foto: Prensa Sérgio Martins Foto: Mario Th ompson R it a R ib e ir o Foto: Mar io Thomps on J a ir d e O li v e ir a sa 3 Foto: Pren L u c ia n a M e ll o Guarda da Portela”, cuyo disco de estreno fue producido por Monte). La cantante mezcla con propiedad ingredientes como belleza, carisma, talento y marketing. Marisa Monte es apenas una de las enormes revoluciones musicales que han sucedido en el Brasil en los últimos años. Empezando por la música pop, que pasó por sensibles cambios desde la década del 60. La Joven Guardia, primer gran movimiento musical adolescente, se esmeró en traducir las canciones de bandas inglesas y americanas de la época. En los años 70, artistas del quilate de Tim Maia, Raul Seixas y Novos Baianos mezclaron el lenguaje internacional (soul music, rock) con ritmos brasileños. Otros adeptos de esa “macumba” sonora son éxito hasta hoy. El Trío Mocotó, que acompañó Jorge Ben en el inicio de la carrera, recoge laureles por el recién lanzado Samba Rock. Buena parte de los shows actuales del grupo son en aguas internacionales. Como por ejemplo en el “Womad”, festival organizado por el cantor inglés Peter Gabriel y que reúne los artistas que realmente valen la pena ser conocidos por los adeptos de la “world music”. La receta fue perfeccionada en la década siguiente por el grupo “Paralamas do Sucesso”en discos como “Selvagem”, de 1986. Los artistas brasileños de hoy agregaron otro elemento a esa ensalada sonora: la sofisticación. El desarrollo de las técnicas de estudio y la creatividad de nuestros músicos nos colocan en una posición a kilómetros de distancia de lo exótico.“Si yo quiero ‘vatapá’, yo voy para el Brasil. Si tuviera que comer hamburguesa, me quedo en los Estados Unidos mismo”, declaró cierta vez Jon Pareles, crítico del diario americano “New York Times” y “brasilianista” de primera hora. Ciertamente el señor Pareles está teniendo que cambiar de opinión, en face a las brillantes bandas de rock brasileñas. El cuarteto minero “Pato Fu”, por ejemplo, fue incluido en una edición internacional de la revista americana “Time”el año pasado como una de las diez bandas surgidas fuera de los Estados Unidos y que merece audición inmediata. La lista es aumentada por pesos pesados del quilate de “Radiohead” y “Portishead”, grupos de alta rotación en el mercado de la música internacional. Los discos de “Pato Fu”, estarán siendo estrenados en los Estados Unidos y en Europa todavía este año. En el inicio de la década pasada, el Estado de Pernambuco nos regaló con el “manguebit” una pegada de 135 “heavy metal, punk”, música electrónica y los tambores del “maracatu”. La revolución fue iniciadas por Chico Science & Nação Zumbi, que lanzó dos grandes discos y excursionó por diversos países de Europa. En 1997, Science murió en un desastre sutomovilistico. Pero,“Nação Zumbi”continúa activa lanzando álbunes como Radio S.AM.B.A., que recibió loas del crítico americano Ben Ratliff.‘Si ellos lanzasen sus álbunes por cualquier sello de “heavy metal” americano, conquistarían el mundo”, declaró. El alter ego de la “Nação Zumbi”es el mundo libre s/a. Ellos son liderados por Fred 04 (que tiene este sobrenombre porque usa lentes, o sea es “cuatro ojos”) y mezcla “punk rock”y Jorge Ben. Fred escribe letras sensacionales, perfectos “sambas punk”sobre los Fotos: Mario Thompson a Pa u la L im D a n ie l C a r lo s M a gno 136 problemas sociales de Recife. El mundo libre s/a generó también Otto, excursionista del “combo”, que ha recibido aclamaciones de la prensa internacional. Su álbum de “remixes”, Changez Tout, fue electo como uno de los mejores discos del año pasado por el “New York Times”. De Recife se ha de elogiar también a artistas como Lenine, Mestre Ambrósio y el DJ Dolores, que trató de tornar “electrónica” la música de Recife. Belo Horizonte, que gestó el Club de la Esquina de Milton Nascimento y más adelante el “Pato Fu”también es responsasble por una buena revolución pop. El quinteto “Skank” fue uno de los grandes éxitos de la música pop de los últimos años. Vendieron más de 4,5 millones de copias con una sonoridad deliciosa que mezcla ritmos jamaicanos con el folclore del Estado de Minas Gerais. Hoy ellos están volcados para el rock. El “Pato Fu”es más creativo. Los vocales de Fernanda Takai pueden ser definidos como una especie de “Astrud Guilberto”de la música pop. La música del grupo huye de rótulos. Varía entre “heavy metal”, pop y un tanto de MPB. Otro talento surgido de ese Estado es el “Berimbrown”. Ellos se definen como “congopop” y mezclan música negra norteamericana con tambores de Minas Gerais. Río de Janeiro, por ser su turno, también contribuyó con grandes zancos. O “Rappa”empezó en la década pasada como un grupo de “reggae”pero hoy hace de todo un poco:“reggae”, músicas eletrónica, samba y afines. Son bastante conocidos por su trabajo al frente de comunidades pobres de Río de Janeiro. El gran talento de la música brasileña de los últimos años, sin embargo, viene de São Paulo. Max de Castro, 30 años, fue aclamado en la misma edición de la revista “Time”que aclamó a “Pato Fu”. Sólo que el cantante y guitarrista apareció en la capa, compartiendo el espacio con la colombiana Shakira y la islandesa Bjork. Max de Castro tiene dos discos en el mercado (Samba Raro y Orchestra Klaxon) que son el fino de la música brasileña. Sus composiciones agregan samba, ritmos electrónicos,“bossa nova”y “soul music”que no Pe d ro M a r ia encantaron a los críticos americanos. Más que eso, Max de Castro reasume algunas tradiciones que andaban en falta en la música brasileña. Como por ejemplo, las melodías y las armonías.“Los movimientos musicales siguientes acabaron por privilegiar la letra en perjuicio del ritmo”, atestigua de Castro. Eso no quiero decir que su música sea “alienada” (para usar un discuro tocado de ciertas facciones de la música brasileña). Max de Castro sabe hablar de temas como discriminación racial y problemas sociales como una delicadeza que hace a cualquier protagonista del cine americano desdoblarse en lágrimas. Max de Castro pertenece a “Trama” grabadora independiente brasileña que ha cambiado el concepto de hacer música en el país. Al revés de optar por ritmos de la moda, ella apuesta a nuevos talentos de la composición.“Queremos descubrir los nuevos Chicos, Miltons y Caetanos”, dispara João Marcello Bôscoli, presidente de la compañía. Al lado del empresario André Sjzaman, ellos mostraron no solamente el talento de Max de Castro, como también el de Simoninha, hermano de Max de Castro. Simoninha tiene un estilo diferente del hermano. Actúa más como un “crooner” (cantante melódico americano), en canciones que emulan “soul music” y baladas apasionantes. El vocalista también actuó como directo artístico de la compañía y lanzó el último disco del guitarrista Baden Powell. La “Trama” ha revelado artistas con talento y sofisticación para ganar al resto del mundo. Son los casos de Jairzinho Oliveira y Luciana Mello, brotes del cantante Jair Rodrigues Mello inclusive, se transfirió para mayor, a la “Universal”. Otro talento de la compañía es el cantante Pedro Mariano, hijo de Elis Regina y del pianista y arreglador César Camargo Mariano, y una de las voces más dulces surgidas en los últimos años en el Brasil. Los artistas de “Trama” han despertado interés internacional. Los DJs Marky y Patife (ambos son del cast de música electrónica de la compañía) son presencia constante en las fiestas más sonadas de Inglaterra y la “Trama” además cerró contrato con el cantante y compositor Ed Motta. La “Trama” abrió un espacio para que el público brasileño se deleitase con otros artistas de antaño. En los últimos dos años fueron relanzadas obras primas de astros del samba-jazz (el saxofonista J.T. Meirelles y el baterista Edison Machado), que a toda hora son citados por Max de Castro como sus grandes influencias. En esta categoría hay que elogiar también la inversión de la Petrobrás en el álbum “Ouro Petro”, tributo al maestro brasileño Moacir Santos. Él, que vive en los Estados Unidos desde 1967, creó una especie de “afro-samba-jazz” que ha dejado a los americanos enloquecidos.“Ouro Negro” reunió lo nato de la música instrumental brasileña comandado por el saxofonista Zé Nogueira y por el guitarrista Mario Adnet. Juntos tradujeron y recrearon las partituras originales de Moacir Santos en un álbum doble que trajo como invitados al pianista João Donato y los cantores Milton Nacimento, Joyce y Ed Motta.“Ouro Negro”también fue incluido en la lista del “New York Times” como uno de los grandes álbunes del año pasado y frecuenta la estantería del trompetista americano Wynton Marsalis – que, maravillado por la música de Moacir Santos, piensa hasta en llamarlo para una sociedad. El propio país cayó de rodillas delante de dos herederas de la “bossa nova”. La primera es Bebel Gilberto. Su álbum “Tanto Tempo”, lanzado hace dos años, es el disco brasileño más vendido en el mercado americano desde Getz/Gilberto, colaboración entre el saxofonista americano y João Gilberto en la década del 60. Y Luciana Souza , hija del cantante Walter Santos, coterráneo de João Gilberto (ambos nacieron en la ciudad bahíana de Juazeiro) y que en la década del 80 creo el sello de música instrumental “Som da Gente”. Las nuevas divas poseen trabajos distintos. Bebel Gilberto recrea canciones de “bossa nova” bajo una perspectiva electrónica – su versión de “Samba da Benção” (clásico de Baden Powell y Vinicius de Moraes) es magistral. Es del gusto del americano, clase media, que adora oír una canción relajante después del trabajo. Luciana Souza es más osada y bastante respetada dentro del circuito de jazz. Sí, Assis Valente, Tim San aún está queriendo conocer nuestro tambolireo. Pero se ha impresionado con la máquina de ritmos y creatividad de la Música Popular Brasileña. Sérgio Martins, 35 años, es subdirector de Artes & Espectáculos de la revista “Veja”. Pasó también por la redacción de la BIZZ, una de las principales publicaciones musicales del Brasil; de la revista “Época” y colaboró para los matutinos “Folha de São Paulo”,“Estado de S.Paulo”,“Jornal da Tarde”. También escribió un artículo sobre Música Popular Brasileña para la edición americana de la revista “Time”. 137 Mana Kuniyasu Desde la segunda mitad de los años 90, he presenciado escenas sorprendentes en shows de artistas brasileños promovidos en Tokio: la presencia maciza de jóvenes japoneses, vestidos a la manera de sus ídolos de día a día, muchas veces importados de alguna parte del mundo. El público aparentemente poco tiene que ver con la música y la cultura brasileñas. Jóvenes del tipo raramente visto en estos shows durante la década del ochenta, cuando hubo una presentación intensiva de la MPB en nuestro mercado. El primer encuentro del Japón con la música brasileña tuvo lugar en el remoto año de 1964, cuando Sérgio Mendes y Nara Leão excursionaron por aquí, haciendo parte de un show de moda patrocinado por una empresa privada, y dando apertura al posterior proceso, lento pero firme, de infiltración de la “bossa nova”entre los japoneses. La difusión en mayor escala se inició a 138 partir del 79, con el bello espectáculo de Elis Regina y Hermeto Pascoal que entusiasmaron al público amante de jazz norteamericano, participando del “Live Under the Sky”realizado en Tokio, la versión japonesa compacta del Festival de Jazz de Montreux. Y la década siguiente fue fuertemente marcada por la expansión de la MPB que envió sus portavoces para mostrar el trabajo, tales como Gal Costa, Djavan, Clara Nunes, João Bosco, Joyce, Gilberto Gil, Milton Nascimento, Ivan Lins y muchos otros. La primera y la única presentación del maestro Antônio Carlos Jobim tuvo lugar en el 86. El tercero y el último tour de Elizete Cardoso sucedió en el 87. En el final de la década la propia expansión se diversifica extendiéndose al “pagode”, el “choro”y el “samba” de la vieja guardia. Una de las características de ese período de difusión de la música brasileña sería que el interés del público en general era mercadológicamente formado en Foto: Image Bank La música brasileña en Toquio conexión con algún otro factor adicional, de preferencia traído de los Estados Unidos, una referencia más familiar para el público. Así, muchos artistas brasileños llamaron la atención inicial de los japoneses por tener trabajo de colaboración con los músicos europeos o norteamericanos, el fenómeno que, en verdad, ya había sido observado junto a la “bossa nova” de los años 60, presentada al Japón por las manos de los jazzistas previsores. Del jazz a la música brasileña rumbeó ese interés del público en el correr de los años. Mismo que, bajo el rótulo inevitable de “world music”que antecede a cualquier nombre específico de país, región, raza o cultura, la búsqueda de horizontes desconocidos de música siempre fue intensa hasta constituir una masa apreciadora de elementos musicales típicamente brasileños. Alias, el interés básico por la música brasileña de los japoneses nunca tomó otra dirección, el hecho que explica su relativa indiferencia en relación al rock brasileño de los ochenta, a pesar de la intensidad con que se mostraba en la tierra de origen. En ese período, la platea de los shows de los artistas de la MPB realizados en las grandes ciudades del Japón era compuesta más o menos de las mismas personas. Era hasta interesante mirar al público y siempre encontrar algunos espectadores, y en número no muy pequeño, con quien pienso que ya me crucé en algún lugar, independientemente de la capacidad de los locales de 140 show. Las ubicaciones en los teatros eran de los pocos brasileños residentes en el Japón y de los japoneses un poco más numerosos, amantes de la música brasileña que acompañaban con cuidado escasas noticias venidas del Brasil. Sin embargo, esa situación poco estimulante para quien quería que la música se difundiese en mayor escala y naturalidad, sufrió cambios a partir de la última década. Hoy muchos artistas y músicos brasileños atraen para sus presentaciones una masa de jóvenes con apariencia roquera,“hip-hopper”,“rapper”,“clubber y en fin; que no distinguen la música de esos artistas de las demás importadas de los Estados Unidos, de Europa o de cualquier otra parte del mundo. Y el público es, muchas veces, puramente japonés cuando se trata de shows promovidos por agentes japoneses. Esto es que, hay un relativo distanciamiento entre los canales de promoción de los shows, aquellos desarrollados por los japoneses y otros por los “dekasseguis”, los brasileños de descendencia japonesa que comenzaron a llegar y residir en el país después de la época de economía de alboroto, de la segunda mitad de los 80 a los primeros años de los 90, formando grandes comunidades. Varias explicaciones pueden ser señaladas para ese cambio del tipo de público en los shows promovidos por los agentes japoneses: la aproximación de los artistas y músicos japoneses a los elementos musicales brasileños tal como en el caso del cantante compositor de rock Kazufumi Miyazawa; la mayor facilidad de acceso a las informaciones culturales brasileñas posibilitada por la presencia de las comunidades brasileñas en el país; y la maduración del mercado fonográfico japonés. Pero la razón decisiva que trajo la mayor infiltración de la música brasileña, sería la transformación de la propia música que pasó a tener la cara “planetaria”, en el sentido de la afirmación del cantante y compositor Lenine. Los artistas de la actual generación de punta de la música brasileña llevan la ventaja de ser “antropofágica”de nacimiento. Absorben diversos elementos, sea de la música universal sea de la brasileña, y crean sus sonidos enteramente originales, con mayor naturalidad. Quién reconoció la importancia del derecho de ser así ventajoso y luchó para garantirlo fueron los artistas más viejos, principalmente del movimiento tropicalista que, por su vez, también usufructuaron del rico patrimonio musical brasileño hasta entonces constituido. Y muchos de ellos, activos en el escenario, continúan ejerciendo influencias directas para los que están a venir. Gracias al clima cultural del Brasil que se descarta del exceso de peso dado a la diferencia de edad o de generación, lo que se observa entonces es una cadena alimenticia extremamente compleja y rica en la cual los agentes se influencian entre si, o se devoran, por lo bueno que cada uno posee. Por otro lado, existe la descentralización geográfica-económica de la función emisora de la música en el Brasil, que está contribuyendo para diversificar esa cadena alimenticia. Las localidades anteriormente consideradas como culturalmente marginales, tales como Salvador y Recife, se tornaron emisoras de las informaciones musicales formadas a partir de la fuerte tradición local. La música suministrada por esas ciudades sin pasaje por los grandes centros nacionales, el eje Río-São Paulo, llega con más frescura a la mesa de los oyentes del mundo entero a la espera de platos nuevos. Esta tendencia descentralizadora continuará recibiendo impulso, de la expansión de las redes locales e internacionales de comunicación de alta velocidad. Y el tercer factor fortificante de esa cadena alimenticia es la diversificación de la creación en el seno de la música, como se ve en los casos del “choro”y “samba” tradicionales que, además de nunca morir parecen estar rejuvenecidos por contar con los apreciadores y seguidores surgidos en las nuevas generaciones. La misma cosa puede ser dicha en relación a los veteranos de la “bossa nova” retomando sus carreras con nuevas grabaciones. Todos esos fenómenos o tendencias suministran juntos, el ambiente para la cohabitación de las vertientes más diversificadas posibles de las músicas en el Brasil. O sea, el libro de menú está repleto de platos que pueden satisfacer oyentes de cualquier gusto, tanto en el interior del Brasil como en el exterior. Y aún existe el espectacular hecho de que cada uno de esos platos sea la especialidad de un determinado maestro. La era no está siendo regida por un movimiento, como afirman algunos músicos de Río de Janeiro, la ciudad donde la multiplicidad de vertientes parece ser más nítida. La ausencia de un movimiento centralizador en el escenario musical brasileño y la consecuente diversidad y pluralismo hacen que nosotros, los oyentes japoneses, recordemos de un hecho tal vez ordinario para los otros pueblos: que el contexto social, racial o cultural es un elemento constituyente de individuos y no de conjuntos de personas. Ciertamente es eso que atrae a los jóvenes que nacieron y crecieron oyendo el rock o pops universales en la sociedad japonesa, más abierta para el mundo, donde se preocupa dar mayor enfoque a la individualidad y no a la unidad, un valor tradicionalmente respetado. El universo musical del punto de vista de ellos, donde la música brasileña está siendo insertada, es libre de barreras de género o de movimiento. En él existe apenas la exposición y la expansión de dos de las propiedades humanas, la creatividad y la espontaneidad, que simplemente entusiasman a las personas con sus trabajos de variedad interminable. Y la fase pluralista de la música brasileña actual sin duda se presenta como una referencia importante y preciosa, no apenas para nosotros japoneses pero también para todos los que viven y aman la música en este planeta, por poseer la fuerza suficiente para procurar equilibrio con la tendencia de unificación de valores que cada día más se intensifica en nombre de la globalización. Una fuerza que no puede ser ejercida por cualquier cultura musical, una vez que para eso es indispensable tener la firmeza en sus propios valores constituyentes, o sea, la tradición. Y la música brasileña tiene eso y mucho. Felizmente para ella, y para nosotros oyentes. Mana Kuniyasu – Nacida en el Japón, residió en São Paulo del 75 al 83, debido al contrato de trabajo de su padre. Se formó en Ciencias Sociales por la Universidad de São Paulo y trabaja actualmente como periodista, traductora y intérprete en Toquio. 141