tr o Max de Cas Perspectivas para la nueva MPB 134 Foto: Mario Thompson Si m on in ha Otto Foto: Mario Thompson “Tío Sam está queriendo conocer nuestro tambolireo”.“Brasil Pandeïro”, canción que el compositor Assis Valente (1911 – 1958) escribió en la década del 40, pronosticó que la Música Popular Brasileña poseía vibración y pachorra para seducir no apenas a los Estados Unidos como también a otros países. Valente no estaba equivocado: desde los tiempos de Carmen Miranda (que por ironía del destino, se negó a grabar “Brasil Pandeiro’) exportamos, de la sonoridad “cool” de la “bossa nova”, de los vocales susurrantes de João Gilberto y Tom Jobim al “heavy metal tribalista de Sepultura”y Max Cavalera; las innovaciones sonoras de Tom Zé y Caetano Veloso a las experiencias de “bossa nova” con música electrónica de Bebel Gilberto – hija y heredera de João Gilberto. El Brasil, sin embargo, posee más ritmos, géneros musicales y artistas para mostrar al resto del mundo. A pesar de ser rotulada como “Word music”, esa nueva generación de popstars puede ser apreciada por personas en los Estados Unidos, Mongolia, Tanzania – y nadie podrá decir que ellos son brasileños a no ser por el golpeteo maravilloso (batidas) y el meneo (ginga) de las canciones que están siendo ejecutadas. Muchos de estos artistas son razonablemente conocidos por el público internacional. Es el caso de la diva Marisa Monte, cuyos álbunes vendieron más de cinco millones de copias en el Brasil. Algunos críticos internacionales pueden rotularla como “exótica”o “folclórica”, pero Marisa Monte es una cantante excepcional y sabe excavar algunas de las perlas de artistas veteranos del samba. Es imposible no emocionarse con las relecturas de ella para las canciones de Nelson Cavaquinho y Paulinho da Viola, además del bello álbum de Argemiro Patrocínio (integrante de la “Velha 3 Foto: Prensa Sérgio Martins Foto: Mario Th ompson R it a R ib e ir o Foto: Mar io Thomps on J a ir d e O li v e ir a sa 3 Foto: Pren L u c ia n a M e ll o Guarda da Portela”, cuyo disco de estreno fue producido por Monte). La cantante mezcla con propiedad ingredientes como belleza, carisma, talento y marketing. Marisa Monte es apenas una de las enormes revoluciones musicales que han sucedido en el Brasil en los últimos años. Empezando por la música pop, que pasó por sensibles cambios desde la década del 60. La Joven Guardia, primer gran movimiento musical adolescente, se esmeró en traducir las canciones de bandas inglesas y americanas de la época. En los años 70, artistas del quilate de Tim Maia, Raul Seixas y Novos Baianos mezclaron el lenguaje internacional (soul music, rock) con ritmos brasileños. Otros adeptos de esa “macumba” sonora son éxito hasta hoy. El Trío Mocotó, que acompañó Jorge Ben en el inicio de la carrera, recoge laureles por el recién lanzado Samba Rock. Buena parte de los shows actuales del grupo son en aguas internacionales. Como por ejemplo en el “Womad”, festival organizado por el cantor inglés Peter Gabriel y que reúne los artistas que realmente valen la pena ser conocidos por los adeptos de la “world music”. La receta fue perfeccionada en la década siguiente por el grupo “Paralamas do Sucesso”en discos como “Selvagem”, de 1986. Los artistas brasileños de hoy agregaron otro elemento a esa ensalada sonora: la sofisticación. El desarrollo de las técnicas de estudio y la creatividad de nuestros músicos nos colocan en una posición a kilómetros de distancia de lo exótico.“Si yo quiero ‘vatapá’, yo voy para el Brasil. Si tuviera que comer hamburguesa, me quedo en los Estados Unidos mismo”, declaró cierta vez Jon Pareles, crítico del diario americano “New York Times” y “brasilianista” de primera hora. Ciertamente el señor Pareles está teniendo que cambiar de opinión, en face a las brillantes bandas de rock brasileñas. El cuarteto minero “Pato Fu”, por ejemplo, fue incluido en una edición internacional de la revista americana “Time”el año pasado como una de las diez bandas surgidas fuera de los Estados Unidos y que merece audición inmediata. La lista es aumentada por pesos pesados del quilate de “Radiohead” y “Portishead”, grupos de alta rotación en el mercado de la música internacional. Los discos de “Pato Fu”, estarán siendo estrenados en los Estados Unidos y en Europa todavía este año. En el inicio de la década pasada, el Estado de Pernambuco nos regaló con el “manguebit” una pegada de 135 “heavy metal, punk”, música electrónica y los tambores del “maracatu”. La revolución fue iniciadas por Chico Science & Nação Zumbi, que lanzó dos grandes discos y excursionó por diversos países de Europa. En 1997, Science murió en un desastre sutomovilistico. Pero,“Nação Zumbi”continúa activa lanzando álbunes como Radio S.AM.B.A., que recibió loas del crítico americano Ben Ratliff.‘Si ellos lanzasen sus álbunes por cualquier sello de “heavy metal” americano, conquistarían el mundo”, declaró. El alter ego de la “Nação Zumbi”es el mundo libre s/a. Ellos son liderados por Fred 04 (que tiene este sobrenombre porque usa lentes, o sea es “cuatro ojos”) y mezcla “punk rock”y Jorge Ben. Fred escribe letras sensacionales, perfectos “sambas punk”sobre los Fotos: Mario Thompson a Pa u la L im D a n ie l C a r lo s M a gno 136 problemas sociales de Recife. El mundo libre s/a generó también Otto, excursionista del “combo”, que ha recibido aclamaciones de la prensa internacional. Su álbum de “remixes”, Changez Tout, fue electo como uno de los mejores discos del año pasado por el “New York Times”. De Recife se ha de elogiar también a artistas como Lenine, Mestre Ambrósio y el DJ Dolores, que trató de tornar “electrónica” la música de Recife. Belo Horizonte, que gestó el Club de la Esquina de Milton Nascimento y más adelante el “Pato Fu”también es responsasble por una buena revolución pop. El quinteto “Skank” fue uno de los grandes éxitos de la música pop de los últimos años. Vendieron más de 4,5 millones de copias con una sonoridad deliciosa que mezcla ritmos jamaicanos con el folclore del Estado de Minas Gerais. Hoy ellos están volcados para el rock. El “Pato Fu”es más creativo. Los vocales de Fernanda Takai pueden ser definidos como una especie de “Astrud Guilberto”de la música pop. La música del grupo huye de rótulos. Varía entre “heavy metal”, pop y un tanto de MPB. Otro talento surgido de ese Estado es el “Berimbrown”. Ellos se definen como “congopop” y mezclan música negra norteamericana con tambores de Minas Gerais. Río de Janeiro, por ser su turno, también contribuyó con grandes zancos. O “Rappa”empezó en la década pasada como un grupo de “reggae”pero hoy hace de todo un poco:“reggae”, músicas eletrónica, samba y afines. Son bastante conocidos por su trabajo al frente de comunidades pobres de Río de Janeiro. El gran talento de la música brasileña de los últimos años, sin embargo, viene de São Paulo. Max de Castro, 30 años, fue aclamado en la misma edición de la revista “Time”que aclamó a “Pato Fu”. Sólo que el cantante y guitarrista apareció en la capa, compartiendo el espacio con la colombiana Shakira y la islandesa Bjork. Max de Castro tiene dos discos en el mercado (Samba Raro y Orchestra Klaxon) que son el fino de la música brasileña. Sus composiciones agregan samba, ritmos electrónicos,“bossa nova”y “soul music”que no Pe d ro M a r ia encantaron a los críticos americanos. Más que eso, Max de Castro reasume algunas tradiciones que andaban en falta en la música brasileña. Como por ejemplo, las melodías y las armonías.“Los movimientos musicales siguientes acabaron por privilegiar la letra en perjuicio del ritmo”, atestigua de Castro. Eso no quiero decir que su música sea “alienada” (para usar un discuro tocado de ciertas facciones de la música brasileña). Max de Castro sabe hablar de temas como discriminación racial y problemas sociales como una delicadeza que hace a cualquier protagonista del cine americano desdoblarse en lágrimas. Max de Castro pertenece a “Trama” grabadora independiente brasileña que ha cambiado el concepto de hacer música en el país. Al revés de optar por ritmos de la moda, ella apuesta a nuevos talentos de la composición.“Queremos descubrir los nuevos Chicos, Miltons y Caetanos”, dispara João Marcello Bôscoli, presidente de la compañía. Al lado del empresario André Sjzaman, ellos mostraron no solamente el talento de Max de Castro, como también el de Simoninha, hermano de Max de Castro. Simoninha tiene un estilo diferente del hermano. Actúa más como un “crooner” (cantante melódico americano), en canciones que emulan “soul music” y baladas apasionantes. El vocalista también actuó como directo artístico de la compañía y lanzó el último disco del guitarrista Baden Powell. La “Trama” ha revelado artistas con talento y sofisticación para ganar al resto del mundo. Son los casos de Jairzinho Oliveira y Luciana Mello, brotes del cantante Jair Rodrigues Mello inclusive, se transfirió para mayor, a la “Universal”. Otro talento de la compañía es el cantante Pedro Mariano, hijo de Elis Regina y del pianista y arreglador César Camargo Mariano, y una de las voces más dulces surgidas en los últimos años en el Brasil. Los artistas de “Trama” han despertado interés internacional. Los DJs Marky y Patife (ambos son del cast de música electrónica de la compañía) son presencia constante en las fiestas más sonadas de Inglaterra y la “Trama” además cerró contrato con el cantante y compositor Ed Motta. La “Trama” abrió un espacio para que el público brasileño se deleitase con otros artistas de antaño. En los últimos dos años fueron relanzadas obras primas de astros del samba-jazz (el saxofonista J.T. Meirelles y el baterista Edison Machado), que a toda hora son citados por Max de Castro como sus grandes influencias. En esta categoría hay que elogiar también la inversión de la Petrobrás en el álbum “Ouro Petro”, tributo al maestro brasileño Moacir Santos. Él, que vive en los Estados Unidos desde 1967, creó una especie de “afro-samba-jazz” que ha dejado a los americanos enloquecidos.“Ouro Negro” reunió lo nato de la música instrumental brasileña comandado por el saxofonista Zé Nogueira y por el guitarrista Mario Adnet. Juntos tradujeron y recrearon las partituras originales de Moacir Santos en un álbum doble que trajo como invitados al pianista João Donato y los cantores Milton Nacimento, Joyce y Ed Motta.“Ouro Negro”también fue incluido en la lista del “New York Times” como uno de los grandes álbunes del año pasado y frecuenta la estantería del trompetista americano Wynton Marsalis – que, maravillado por la música de Moacir Santos, piensa hasta en llamarlo para una sociedad. El propio país cayó de rodillas delante de dos herederas de la “bossa nova”. La primera es Bebel Gilberto. Su álbum “Tanto Tempo”, lanzado hace dos años, es el disco brasileño más vendido en el mercado americano desde Getz/Gilberto, colaboración entre el saxofonista americano y João Gilberto en la década del 60. Y Luciana Souza , hija del cantante Walter Santos, coterráneo de João Gilberto (ambos nacieron en la ciudad bahíana de Juazeiro) y que en la década del 80 creo el sello de música instrumental “Som da Gente”. Las nuevas divas poseen trabajos distintos. Bebel Gilberto recrea canciones de “bossa nova” bajo una perspectiva electrónica – su versión de “Samba da Benção” (clásico de Baden Powell y Vinicius de Moraes) es magistral. Es del gusto del americano, clase media, que adora oír una canción relajante después del trabajo. Luciana Souza es más osada y bastante respetada dentro del circuito de jazz. Sí, Assis Valente, Tim San aún está queriendo conocer nuestro tambolireo. Pero se ha impresionado con la máquina de ritmos y creatividad de la Música Popular Brasileña. Sérgio Martins, 35 años, es subdirector de Artes & Espectáculos de la revista “Veja”. Pasó también por la redacción de la BIZZ, una de las principales publicaciones musicales del Brasil; de la revista “Época” y colaboró para los matutinos “Folha de São Paulo”,“Estado de S.Paulo”,“Jornal da Tarde”. También escribió un artículo sobre Música Popular Brasileña para la edición americana de la revista “Time”. 137