Jorge Mario Mom: “El objeto en la fobia”

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REV. DE PSICOANÁLISIS, LX, 2, 2003, págs. 361-366
Jorge Mario Mom:
“El objeto en la fobia”
*José Eduardo Fischbein
Este trabajo fue publicado originariamente en el libro Aportaciones al concepto de objeto
en psicoanálisis, coordinado por W. Baranger en 1980, y fue el emergente de un grupo de
trabajo que transcurrió durante el año 1976. El libro muestra la riqueza del pensamiento de
autores argentinos y en especial la del doctor Jorge Mom.
El artículo que hoy nos ocupa es otro eslabón en una cadena de aportes al estudio de
las fobias que este autor iniciara veinte años antes. Su relectura nos sorprende una vez
más con lo original y profundo de sus concepciones. Los que tuvimos la suerte de trabajar
con Mom conocimos la manera cordial y poco solemne que tenía para transmitir sus conocimientos, llevando a quien lo consultara a desarrollar su propia manera de pensar, enriqueciéndola constantemente con sus aportes. Este enriquecimiento continúa cada vez que
el lector vuelve a tomar contacto con su legado escrito.
En el trabajo “El objeto en la fobia”, Mom nos propone adentrarnos en una serie de
ideas, algunas de ellas realmente originales, que trataré de sintetizar a continuación. La
concepción sobre la angustia como objeto y su función acompañante es de gran relevancia
clínica. Intentaré realizar una guía para su lectura. Me lleva a este objetivo el hecho de que
el abordaje del texto puede aparentar una serie de reiteraciones que no son tales, ya que
cada concepto exhibe un matiz diferente al ser sucesivamente enfocado desde ángulos distintos.
El trabajo está ricamente ilustrado y sustentado por un material que da la apoyatura clínica a los desarrollos teóricos. El material muestra las sutilezas de las perspectivas del
doctor Mom, quien nos guía constantemente en el recorrido que hace desde la clínica a la
teoría, explicando las fuentes de sus enunciados teóricos.
Es interesante advertir en el escrito el recorrido y los cambios teóricos del autor.
Aunque él no lo aclare, en su comienzo se advierte el basamento kleiniano en la concepción de las angustias a través de las citas de los autores de referencia, concluyendo el trabajo con lo que podríamos llamar “el retorno a Freud”. Hacia el final aparece un posicionamiento respecto del concepto de deseo. Mom dice: “Reitero que considero capital el
*Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Dirección: Bulnes 1960, 8º “24”, (C1425DKH) Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, R. Argentina.
Correo electrónico: <[email protected]>.
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descubrimiento de “lo que falta” (el otro término ausente, escondido y omnipresente [...]
dije que así concebía el análisis”.
El artículo comienza hablando de las angustias esquizoparanoides y confusionales,
para terminar centrándose en la conflictiva del fóbico en torno de la angustia de castración. Mom no renuncia totalmente a considerar el nivel más regresivo de desintegración
que connota la conceptualización de la angustia catastrófica relacionada con situaciones
de desorganización. Asimismo, en los párrafos en los cuales plantea el tema del “no
saber” podemos encontrar implícitas las ideas de la escisión del yo y la desmentida. Tanto
la angustia catastrófica como el “no saber” son índices que muestran los funcionamientos
de los niveles más primarios en la fobia.
Toma como base el concepto de angustia, considerándola el organizador del sistema
fóbico. Ella caracteriza, nomina y estructura dicho sistema. La angustia constituye a la
fobia y al sujeto, así como el seguimiento de sus avatares se instaura como un indicador
que permite leer la evolución del cuadro y la dirección del proceso terapéutico. Mom consideraba que la angustia es el eje de la patología fóbica y planteó su cualidad de ser necesaria para la constitución del sistema que involucra al sujeto. No hay nada en este
campo que no pase por la angustia, ya sea por presencia o por ausencia, ni que deje de
ser nominado por ella. Con maestría nos permite reflexionar cómo la ausencia se torna
una presencia ominosa para el fóbico. La angustia está siempre presente aun cuando
falte. Ella funciona como un organizador y su falta implica un riesgo para el sujeto. Esta
falta actúa como señal de alarma de que todo el sistema está en peligro. Es decir, la angustia deviene en el referente clínico para evaluar la marcha del proceso terapéutico.
La angustia es estructurante y se mantiene rígidamente. Su presencia es una garantía
de existencia y noción de sí para el sujeto; su ausencia es el riesgo de indiferenciación y
reedición de un estado de confusión e indiscriminación originarias.
Desde estas observaciones describe tres cualidades para la angustia dentro de las fobias: la angustia acompañante, la angustia-señal-de-no-tener-angustia y la angustia catastrófica. Para Mom, la angustia acompañante es el verdadero objeto acompañante del
fóbico, la angustia-señal-de-no-tener-angustia es la percepción del peligro de desorganización; y la tercera, la angustia catastrófica, es el estado de pérdida de la noción de sí.
Su permanencia en el campo clínico es un indicador de que nada ha cambiado aunque
haya apariencia de mejoría.
En su esquema toma a las fobias desde su cualidad defensiva y también evolutiva en
la constitución del sujeto. Define al conjunto que llamamos fobia desde el interjuego de
presencia/ausencia de angustia. Éste es un sistema en el que se relacionan “situaciones
acompañantes y fobígenas”.
El objeto acompañante y el fobígeno descriptos clásicamente en las fobias son tomados por él, junto con el sujeto, como situaciones intercambiables, móviles, que alternan su
función y su lugar. Cabe mencionar la concepción altamente dinámica de los lugares del
sujeto y el objeto en el pensamiento del autor. Este intercambio de lugares le permite recuperar la plasticidad del proceso describiéndolo desde un enfoque situacional. Este interjuego, mediado por la angustia, tiene por finalidad contribuir a las necesidades de
“saber” o de “no saber”, de discriminación o indiferenciación del sujeto portador de la
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fobia. Tener un objeto fobígeno es tener un objeto fuera de sí, un no-yo que le permite al
sujeto diferenciarse, siendo éste un objetivo de la fobia.
Mom plantea que el sujeto que estructurará una fobia parte de la búsqueda de un objeto que no posee, que le falta y que le resulta indispensable para establecer un orden.
Pone especial énfasis, dentro de su concepción, sobre la distancia entre sujeto/objeto,
siendo peligrosos los excesos de cercanía o alejamiento, ya que los primeros lo llevarán
a la indiscriminación, o a la falta de protección, los segundos. Como parte de su esquema altamente dinámico, surge la interacción constante que existe entre las situaciones
evitadas y las buscadas, convirtiéndose la angustia precisamente en el objeto puesto en
juego.
Mom dice: “[...] la fobia contribuye a resolver una situación de falta, introduciendo el
mundo externo; por otra [parte], crea una situación mentirosa, porque se instala en el lugar
de ‘lo que falta’ y encubre, tapa, disimula esa falta con su presencia”.
Recapitulando las ideas hasta aquí expuestas, observamos que así como la angustia
es un factor necesario y constantemente presente, los objetos, aunque diferentes entre sí,
son intercambiables en sus funciones, tanto en su posición fobígena como acompañante,
e incluso intercambiables con la posición del sujeto. Parecería que en la fobia el sujeto se
encuentra a sí mismo a través del objeto. La intercambiabilidad en las funciones de sujeto/objeto tiene por finalidad asegurar la existencia de la angustia y sostenerla. La cualidad
de acompañante o fobígeno del objeto se define con relación a la angustia. Cualidad que
evita o produce el objeto, aunque se puede pasar rápidamente de un posicionamiento al
otro. No olvidemos que en esta lectura es el sujeto el que necesita la angustia para reconocerse y los objetos devienen en instrumentos para el mantenimiento de ella. Sin la angustia sobreviene la catástrofe de la caída del sujeto. En todo momento Mom define a
estas relaciones como ficciones para asegurar la existencia del sistema.
Presencia o ausencia, cercanía o distancia, igualdad o diferencia en la relación sujeto/objeto; estarán siempre dadas para el aseguramiento de la presencia de angustia,
único elemento que confiere la existencia y anula la catastrófica experiencia persecutoria
de dejar de ser para el paciente. Con relación a la función del objeto, el autor dice: “Que
se aleje demasiado, hasta perderse, o se acerque demasiado, hasta confundirse, corriendo el riesgo de perderlo como objeto en sus caracteres diferenciales con el sujeto, es
decir, el riesgo de que se diferencie con él”.
La movilidad del objeto en esta relación busca el efecto de la constitución del sujeto a
través de la percepción angustiosa. Desde estos movimientos se caracterizan las cualidades claustro o agorafóbicas que definen tanto las relaciones como las angustias correspondientes.
Estas conceptualizaciones llevaron al doctor Mom a “caracterizar al fóbico como alguien que busca controlar permanentemente el mantenimiento de la diferenciación, ya
que el no mantenerla lo podría conducir al ‘espacio único e indiferenciado y confusionante de la soledad’ cuya señal sería la angustia de situación traumática, ‘angustia de fragmentación’. Es decir, la angustia lo llevaría a la ‘situación catastrófica’ para salir de la cual
(concepto de evolución) se constituye la fobia, o para evitar la cual (concepto de defensa)
se constituye la fobia”.
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Otro aspecto interesante que aparece en la lectura de este trabajo está relacionado
con la idea de que el conflicto y la angustia en la fobia están para “servir al propósito de
no saber”. La presentación de la relación conflictiva entre el “no-saber” y el “saber” aparece tanto en el contexto de la interioridad del paciente como en el vínculo transferencial.
Mom agrega que puede aparecer además en el manejo de las teorías y del abordaje de
la clínica por parte del analista.
Jorge Mom relaciona el conocimiento con la movilidad, con el dinamismo del campo,
y el “no-saber” con la cristalización del mismo. La angustia tanto frente al cambio como
frente a lo nuevo debe ser procesada para que haya evolución; en la fobia, la adherencia
a la angustia es lo que la cristaliza, siendo la organización del cuadro psicopatológico una
salida neurótica para preservar la existencia del sujeto. En este sentido, si el sujeto logra
enfrentar la angustia y su contención, tendrá acceso a su propia evolución y al conocimiento.
En su síntesis del artículo, Mom termina afirmando que el objeto ayuda a la diferenciación del sujeto y sólo es operativo si produce angustia. Esta angustia no es sólo el
acompañante del fóbico, sino que a su vez lo define como tal. Concluye que si no hay angustia no hay objeto, y éste sólo tiene sentido si produce angustia. Es un sistema de realimentación recíproca donde no hay sujeto si no hay objeto, y no hay objeto si no produce
angustia; sólo en presencia de ésta el sujeto se reconoce como tal.
Volviendo al tema de la percepción de lo que falta en el fóbico, la falta es la constatación de la angustia de castración, que ocurre en el momento de vivenciar la angustiaseñal-de-no-sentir-angustia, que no está referida a que no haya angustia, sino a no tener
angustia cuando se la debería sentir. Esta percepción lo lleva a dos salidas neuróticas: a
restablecer la fobia o a la vivencia catastrófica de indiferenciación.
Mom insiste con la idea de que la fobia aparece tapando, engaña inventando presencia en el lugar donde hay ausencia, donde hay vacío. El contacto con este vacío genera
la angustia o vivencia catastrófica, relacionada con el desmoronamiento del sujeto en
tanto éste accede al conocimiento, al saber. Todo el sistema mítico del sujeto caería en
tanto éste accede al saber. Por esto Mom describe a la fobia como un no-saber, un nosaber vinculado “a lo que falta”.
En su concepción sobre la fobia, la idea de “la falta de angustia” es el pivote fundamental, donde la instauración de la fobia es lo que evitaría la situación catastrófica. La
fobia satura lo faltante, siendo ésta su función de engaño. Desde el modelo anterior hace
extensivo este conocimiento al psicoanálisis clínico en general, en el que el estudio de “lo
que falta” es el objetivo del conocimiento analítico. Es un proceso que se da paso a paso,
y en el que alternan situaciones fobígenas, situaciones acompañantes y aquellas subjetivantes donde se diferencia el sujeto. Todo esto surge en el interjuego entre relaciones
buscadas, relaciones evitadas y relaciones catastróficas.
Lo que falta es innominado y aterrorizante, el objeto al que el fóbico teme tiene nombre y genera diferenciación además de la ilusión de dominio del sistema. Por otro lado, la
fobia diferencia un espacio exterior dentro del cual se pueden ubicar los desplazamientos
de los objetos incestuosos, objetos de los que el sujeto constantemente necesita defenderse.
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Reencontrarme con este trabajo después de muchos años, produjo en mí un efecto
estimulante y de sorpresa ante la actualidad y utilidad de las concepciones teórico-clínicas del doctor Jorge Mom. Su relectura suscitó en mí una reflexión acerca de cómo influyeron sus enseñanzas y aportes en el pensamiento psicoanalítico argentino. Cuánto de lo
que aparece en su escrito impregna aún, sin tomar plenamente conciencia de ello, el discurso de nuestra institución. Quizás forme parte de eso que funciona como un motor cuya
existencia se desconoce. Quiero agradecer al Comité Editor de la REVISTA DE PSICOANÁLISIS
por haberme encargado el comentario de esta lectura, y un especial agradecimiento al
autor, que sigue presente entre nosotros a través de sus escritos.
DESCRIPTORES: FOBIA / ANGUSTIA / ANGUSTIA DE NO TENER ANGUSTIA / OBJETO / SUJETO / FALTA / ANGUSTIA CATASTRÓFICA
KEYWORDS: PHOBIA / ANXIETY / ANXIETY OF LACKING ANXIETY / OBJECT / SUBJECT / CATASTROPHIC ANXIETY
(Este trabajo fue presentado al Comité Editor el 25 de julio de 2002.)
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